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30 junio 2021

El triunfo del mal y la necesidad del crimen en la economía


Danza de la muerte, Otto Dix. 1917


Una critica al sistema judicial y económico estadounidense por un estadounidense 

por John Kozy


Nota de introducción

Continuando con la tónica de algunos artículos sobre guerra y psicología, mucha lógica y reflexión, sin adentrarnos en el siempre complejo dilema filosófico, hoy desempolvaremos valiosos artículos "viejos", "recién envejecidos para americanos...", como reza la letra de una canción de antaño del cantautor argentino Piero. 

En realidad son dos artículos escritos por John Kozy en inglés (desconozco si fueron traducidos al castellano), "The Triumph of Evil" (El triunfo del mal) (2010) y "How the Economy Works: the Necessity of Crime" (Cómo funciona la economía: la necesidad del crimen) (2012), hemos unificado y resumido (extractos) las reflexiones de Kozy para mejor comprensión del lector, por supuesto, el interesado puede recurrir a las fuentes originales en inglés en las referencias bibliográficas a pie de página y con las modernas herramientas del presente leerlas en cualquier idioma.

John Kozy, estadounidense, profesor jubilado de filosofía y lógica, escribe sobre temas sociales, políticos y económicos. Después de servir en el ejército de los Estados Unidos durante la Guerra de Corea, pasó veinte años como profesor universitario y otros veinte años trabajando como escritor. Ha publicado un libro y es articulista  en revistas académicas y revistas comerciales, así como ha escrito editoriales invitado por periódicos realizando una crítica al estableshiment y sistema de gobierno de los Estados Unidos. Su vasto trabajo puede ser consultado en línea a través de Global Research.


*** 

El Triunfo del Mal

Las sociedades modernas han justificado su adopción de actividades delictivas alegando que tales técnicas son necesarias para combatir el mal. Pero la guerra contra el mal por parte de los buenos no se puede ganar usando tácticas malvadas. El mal nunca produce bondad, y al usar estas malas prácticas, la cantidad de maldad en el mundo aumenta tanto en cantidad como en extensión. Intentar salvar a la nación convirtiéndose en aquello de lo que estás tratando de salvar a la nación es un suicidio. 


A menos que se utilicen técnicas benignas el mal prevalecerá. Parafraseando el comentario de J. Robert Oppenheimer después de que la primera bomba atómica fuera probada con éxito, nos habremos convertido en el mal, el destructor de la bondad.

Hace algunas décadas, mientras cenaba con un fiscal general recién elegido del estado de Carolina del Norte y el presidente del Tribunal Supremo de la Corte Suprema de ese estado, el jurista me dijo que todos los involucrados en el sistema legal y la aplicación de la ley tenían que pensar como criminales para atraparlos. Él creía que la declaración era directa y evidente hasta que señalé que la línea entre pensar como un criminal y actuar como uno es muy fina y se cruza fácil y frecuentemente, lo que resulta en aumentar la cantidad de maldad en la sociedad en lugar de reducirla. Aparentemente, pocos notan esta consecuencia y el comportamiento criminal de los encargados de hacer cumplir y juzgar la ley ha aumentado tan sustancialmente que se ha convertido en una práctica común.


Protestas en mayo de 2020 en Los Ángeles por la muerte de George Floyd

Los medios están repletos de videos de brutalidad policial. Se ha filmado a la policía golpeando a prisioneros sometidos, aplicando pistolas eléctricas a personas (incluso ancianas) de forma indiscriminada, disparando a personas con discapacidades mentales a las que han sido llamados para ayudar y matando a personas atrapadas cometiendo delitos no capitales que intentan escapar (a veces disparándoles por la espalda). Las investigaciones para determinar si esos agentes deben rendir cuentas rara vez dan lugar a un castigo (Nota del editor del blog: No cambió en nada esa situación desde hace más de una década, es más no ha cambiado nunca la política represiva ante gente vulnerable y sí, incluso ante pequeños antisociales y renegados sociales. Estas líneas, escritas hace más de una década siguen siendo válidas en el presente, agravadas con la brutalidad policial en la muerte del estadounidense George Floyd y la consecuente protesta social).

Se ha demostrado que las personas que proporcionan información forense en los juicios han falsificado pruebas de manera que facilitan las condenas, ayudaron repetidamente a los fiscales a obtener condenas durante largo tiempo, principalmente al tergiversar pruebas de sangre. Se han encontrado problemas similares en varios laboratorios forenses. Un ex fiscal en Dallas, Texas, Henry Wade, ya fallecido, se volvió infame por haber condenado a un gran número de acusados inocentes. Los jueces de los tribunales de primera instancia denegaron la mayoría de las solicitudes de pruebas de ADN. Los fiscales se oponían habitualmente a las pruebas. Además de una confianza casi total en el testimonio de testigos presenciales, una revisión de los casos de ADN del condado de Dallas muestra que 13 de los 19 hombres condenados injustamente eran negros, identificados erróneamente por víctimas de otra raza, investigadores, fiscales y muchos de los jurados en los casos eran todos blancos, La policía utilizó procedimientos de alineación sugestivos y, a veces, presionó a las víctimas para que eligieran a su sospechoso, los fiscales con frecuencia iban a juicio con identificaciones de testigos únicos y corroboraciones endebles y trataban de preservar identificaciones inestables reteniendo pruebas que apuntaban a sospechosos potenciales, los jueces aprobaban identificaciones previas al juicio contaminadas. Es casi como si fuera todo el sistema, simplemente adoptamos lo que dice la policía. Luego están los enjuiciamientos con el testimonio de delincuentes sobornados para actuar como informantes. El soborno es una actividad delictiva, y si se demostrara que un abogado defensor sobornó a un testigo, el resultado probable sería la inhabilitación; sin embargo, los fiscales suelen hacerlo.

Lo anterior presenta una imagen fea, ¡fea en verdad!

Pero el mal no se limita a la aplicación de la ley local. Cuando los funcionarios se dieron cuenta de que pueden actuar con impunidad sin temor a sufrir consecuencias personales, la máxima, hay que pensar como delincuentes para atraparlos, sufrió sutiles alteraciones. Ahora hay que pensar como banqueros para poder regularlos. Lo mismo se dice de los corredores de bolsa, los petroleros y cualquier otro grupo de interés. Todo el mundo quiere autorregularse. Pero la autorregulación no es más que una licencia para participar en un comportamiento delictivo. Todo el sistema de gobierno se convierte en una oligarquía de viejos que se rascan la espalda unos a otros. Todo el mundo sabe lo bien que funciona.




Las agencias federales, incluida la Corte Suprema, también son cómplices. La Corte viola la Constitución de forma rutinaria. ¿Recuerda la decisión que validaba el encarcelamiento de japoneses estadounidenses durante la Segunda Guerra Mundial? Otras decisiones, quizás no tan obvias, pueden citarse fácilmente. El FBI y Seguridad Nacional violan habitualmente las disposiciones de privacidad de la Constitución y la ley, y los tribunales no han intervenido. La CIA se ha convertido en una versión oficial de Murder Inc., y ahora incluso aboga por el asesinato de estadounidenses que viven en el extranjero y que han sido etiquetados como "terroristas". La agencia se ha convertido en el dispensador de justicia vigilante, mientras que a los estadounidenses se les dice que nunca se tomen la ley en sus propias manos.

Nadie parece darse cuenta de que la guerra contra el mal por parte de los buenos no se puede ganar con tácticas del mal. El mal nunca produce bondad, y al usar estas malas prácticas con el pretexto de luchar contra el mal, la cantidad de maldad en el mundo aumenta tanto en cantidad como en extensión. Intentar salvar una nación convirtiéndose en aquello de lo que está tratando de salvar a la nación es un acto de autodestrucción nacional; es suicida.

Entonces, ¿cómo se puede esperar que el bien luche contra el mal?

A menudo se cita la afirmación de Edmund Burke: "Todo lo que se necesita para el triunfo del mal es que los hombres buenos no hagan nada". Suena bien, ¿no? Pero la afirmación cae en la categoría de nociones que Michael Faraday etiquetó como "ideas favoritas" y nos advirtió que desconfiáramos de ellas. Piense en ello por un minuto. ¿Son realmente buenas las personas que no hacen nada?

ABC News tenía una serie, titulada ¿Qué harías?, organizaba actos ilegales en lugares públicos para ver cómo responden los espectadores desprevenidos. Muchos no hacen nada. La implicación de estas historias es que algo anda mal con esas personas. De hecho, nadie sabe cuál es la proporción de personas buenas y malas en la sociedad. Quizás simplemente no hay suficientes personas buenas para marcar la diferencia, sin importar lo que hagan. Pero incluso suponiendo, como la mayoría de la gente, que los buenos superan en número a los malos, pocos se dan cuenta de lo difícil que es para los buenos luchar contra el mal.

Pueden, por supuesto, protestar contra el mal. Algunos como ACLU, Innocence Project y otros presentan demandas, otros exponen el mal al solicitar documentos a través de la Ley de Libertad de Información y al convertirse en denunciantes. Si bien todas estas acciones valen la pena y a menudo dan como resultado la lucha contra actos ilícitos específicos, tienen poco efecto sobre el mal sistémico que se ha incorporado al comportamiento institucional. Las buenas personas parecen estar limitadas por su bondad. ¿Entonces no hay esperanza? ¿No se puede hacer nada para evitar el triunfo del mal?

Algunas sociedades han desarrollado formas benignas y civiles de afrontarlo. Gandhi pudo usar la resistencia pasiva para expulsar al malvado RAJ británico de la India, pero, desafortunadamente, los indios no pudieron usarlo para evitar que un malvado RAJ local adquiriera el control. Sin embargo, Gandhi demostró que la resistencia pasiva puede funcionar.

Los noruegos durante la Segunda Guerra Mundial redefinieron el apellido Quisling en el sentido de traidor y, por lo tanto, difamaron a Vidkun Quisling, quien ayudó a la Alemania nazi después de que conquistara Noruega para que él mismo pudiera gobernar. El término se utilizó más tarde para denigrar a los partidos políticos fascistas, las fuerzas militares y paramilitares y otros colaboradores en los países aliados ocupados. Si, como algunos afirman, Estados Unidos se está convirtiendo en un estado fascista, "Quisling" todavía se puede utilizar hoy. Recientemente, Stephanie Madoff, nuera de Bernard Madoff, presentó documentos judiciales solicitando cambiar su apellido y el de sus hijos a Morgan para evitar humillaciones y acoso adicionales. La difamación al asociar el nombre de una persona con sus actos y aplicarlo a otros que actúan de la misma manera es una forma eficaz y benigna de atacar el mal.

Las sociedades primitivas desarrollaron toda una gama de formas benignas de enfrentar el mal, algunas de las cuales todavía se utilizan hoy en lugares aislados. El ostracismo, el anatema y el rechazo social se han utilizado con éxito. El establecimiento no espera que la gente actúe de esa manera; espera que utilicen los canales habituales establecidos para expresar su desaprobación. Pero hace mucho tiempo que se ha demostrado que esos canales establecidos son ineficaces. Todo lo que se necesita para ganar la batalla contra el mal es encontrar formas de hacer miserable la vida de los malhechores. No se necesitan leyes, ni violencia, ni siquiera castigo. Molestarlos, avergonzarlos, evitarlos, condenarlos al ostracismo, convertirlos en marginados sociales, personae non gratae. Incluso si el bien en la sociedad constituye solo una minoría, si la minoría es lo suficientemente grande, puede tener éxito utilizando técnicas tan benignas pero molestas. 


II

Cómo funciona la economía: La necesidad del crimen


 

"El dinero hace girar al mundo

Un marco, un yen, un dólar o una libra

Es todo lo que hace girar al mundo. ”

- canción de Cabaret


La economía es meramente una suma de dinero y el dinero que compone la suma se valora por igual si resulta de virtuoso o vicioso, bueno o malo, constructivo o destructivo, humano o inhumano, legal o ilegal, prácticas benéficas o malévolas. Que las personas se beneficien o resulten heridas nunca es una preocupación económica. Las personas, como todo lo que no es monetario, son irrelevantes.

Érase una vez, cuando comienzan todas las leyendas de la buena moralidad, la humanidad vivía en un hábitat natural. La gente se afanaba, pero ninguna trabajaba en nada parecido a lo que hoy se llama trabajo. Cazaban, pescaban, atrapaban y recolectaban bayas, frutas y raíces comestibles. Más tarde la gente aprendió a cultivar la tierra y a domesticar y pastorear animales. Los rendimientos se compartían con todos los miembros de sus clanes: los jóvenes y los ancianos, los capaces y los discapacitados, los sanos y los enfermos. De cada uno según su capacidad; para cada uno según sus necesidades era una práctica común, no un precepto ideológico. Y la raza humana floreció. Las aldeas alrededor de parcelas cultivadas se convirtieron en pueblos y los pueblos en ciudades. Pero en algún lugar de la progresión, algo salió terriblemente mal. ¡La gente dejó de compartir! Las personas con esto comenzaron a comerciar con otras por eso, y comenzó lo que ahora se conoce como comercio.

El problema es que, habiendo sido trasladado de un hábitat natural a uno artificial, no natural, todos no tenían un esto para cambiar por otro. Los ricos se distinguieron de los que no tenían. ¿Qué iban a hacer los que no tenían? Bueno, podrían mendigar o venderse o volver a ser lo que hubieran sido en su hábitat natural: ¡ cazadores y recolectores! Pero ahora la presa eran los que tenían y su propiedad se volvió recolectable. Entonces, ¿qué tenían que hacer los más ricos?

Podrían haber vuelto a compartir, ¡pero no lo hicieron! En cambio, desarrollaron formas de proteger lo que tenían. Asignaron a algunos para promulgar reglas y a otros para hacerlas cumplir. Algunas personas consiguieron trabajos, legisladores y guardias. Siempre que se atrapaba a un infractor de las reglas, tenía que ser juzgado. Se crearon más puestos de trabajo: abogado y juez. Cuando era condenado, el infractor de las reglas tenía que ser castigado y las cárceles surgieron con sus guardianes. Cuando los presos fueron liberados, tuvieron que ser monitoreados, por lo que ahora se necesitaban oficiales de libertad condicional. Todo esto cuesta mucho a los que tienen. ¿No habría sido más barato compartir?



Quizás, pero la gente no podría volver a eso ahora. Pues todos estos guardias-trabajadores, como se les llama ahora a menudo en la literatura, constituyen una actividad económica en sí misma. Volver a compartir los convertiría a todos en desposeídos. Pero ahora son personas importantes y poderosas. ¡Jueces, abogados, legisladores! ¿No tienen? ¡Cielos, no! Aunque son reacios a pensar en sí mismos de esta manera, estas personas no son más que guardias de seguridad aclamados. En comparación con los peces, son los comederos inferiores del acuario. ¿Qué serían sin crimen?

La empresa comercial de trabajo de guardia es como cualquier otra empresa comercial. Para beneficiarse, debe crecer; pero para crecer, el crimen debe aumentar. Sin aumentar la delincuencia, el trabajo de guardia se atrofia. Lo que surgió para controlar el crimen ahora lo requiere. El crimen se ha convertido en una parte necesaria de la economía. No se puede eliminar; ni siquiera se puede reducir sin afectar negativamente a la economía. A los economistas les encanta. También lo hacen los abogados, legisladores y jueces. ¡Pero no lo admitirán! Hay que alimentar la actividad comercial de custodia de los que tienen y su propiedad.

Oh, mierda, dirá algún lector. Quizás, pero abandonemos el érase una vez y volvamos al ahora es el momento.

¿Por qué algunos miembros del Congreso tienen la intención no solo de reducir la red de seguridad social sino también de eliminarla? Porque mantener las espaldas de los desposeídos contra la pared aumenta su probabilidad de convertirse en criminales para alimentar a los trabajadores de la guardia ¿Y por qué estos mismos miembros del Congreso no están dispuestos a restringir las actividades del complejo militar-industrial? Bueno, los AK-47 vienen de ahí y son tecnologías que mejoran la productividad. Hacen que los guardias y los delincuentes sean más eficientes ¿y economistas? Bueno, consideremos cómo se mide el producto interno, la medida más amplia de la economía.

El producto interno bruto (PIB) es el valor de mercado de todos los bienes y servicios comprados en un período determinado. En resumen, mide cuánto dinero se gasta. Cuando se gasta más dinero, el PIB aumenta, cuando se gasta menos, el PIB disminuye. Cuando el PIB aumenta, se dice que la economía está creciendo, cuando el PIB baja, se dice que la economía se contrae. Esto implica, por supuesto, que "la economía" no es más que un número.

Bueno, ¿qué hay de malo en eso?:

Digamos que un pirómano incendia un edificio enorme y el fuego causa tanto daño que el edificio no se puede reparar. El propietario contrata a un vendedor para que lo derribe y retire la basura. El costo de hacer eso es producto nacional. En cierto sentido, destruir algo lo convierte en un producto. Joseph Alois Schumpeter, el Arnold Alois Schwarzenegger de la economía, lo llamó “destrucción creativa”: las cosas se destruyen para crear productos domésticos. En realidad, el crimen crea una gran cantidad de producto interno. El costo de las armas y herramientas utilizadas por los delincuentes es producto nacional. Si se detecta, el costo del juicio de un acusado es producto nacional. Si es declarado culpable, también lo es el costo de su encarcelamiento.

Pero es aún peor. El asesinato de una persona crea un producto doméstico. Hace aproximadamente un siglo, especialmente en el Medio Oeste de Estados Unidos, cuando una persona moría, su familia encontraba un lugar agradable detrás de la granja y cavaba una tumba. Hoy eso no se puede hacer; hoy la muerte es una fuente de ingresos. Primero se requieren los servicios de un enterrador, luego se debe comprar un ataúd, luego se adquiere una parcela de cementerio y flores para el visionado. La muerte de una persona hace que el producto doméstico crezca y crezca. La economía mejora cada vez más. ¡Absurdo !, dices. Sí, lo es, pero así es exactamente como funciona la economía.

Así que piénselo. Cuando un grupo de saudíes derribó el World Trade Center, crearon productos nacionales, muchos de ellos. La mayoría de los estadounidenses consideran a estas personas como terroristas, pero desde una perspectiva económica, son empresarios que crean empleo. Cuente todas las personas empleadas en la limpieza del sitio y la reconstrucción de los edificios. Es un cumplimiento del sueño de Schumpeter, pero debería haberlo llamado "creación destructiva".

Si quiere saber por qué los estadounidenses no pueden controlar las armas, piense en el sueño de Schumpeter. Los llamados negocios legítimos ganan dinero con la muerte en Estados Unidos. Matar en Estados Unidos es una actividad económicamente creativa. Toma a los seres humanos y los convierte en productos domésticos. El PIB crece con cada crimen. Sin el crimen, el PIB se desplomaría.

Entonces, ¿cuál es la moraleja de esta leyenda? Qué tal, "Si quieres mejorar la economía, sal y mata a mucha gente". No hará mucho por el país o su gente, pero el PIB explotará y los economistas salivarán sobre lo bueno que son los fundamentos de la economía.

¿Te imaginas algo más absurdo? No importa, porque así es como funciona realmente la economía. No tiene ninguna relación con las personas y su bienestar. El dinero obtenido por una actividad destructiva es tan bueno como el dinero obtenido por una creativa. El dinero que se gana robando es tan bueno como el dinero que se gana con honestidad (como todo banquero sabe). El dinero lavado es tan bueno como el dinero limpio. El dinero que se gana matando (aquí o en el extranjero) es tan bueno como el dinero que se obtiene dando a luz. Así funciona la economía. Ni las personas ni la calidad de nada importan; solo el dinero hecho lo hace, y el coro político canta,

Dinero, dinero, dinero, dinero.

Dinero, dinero, dinero, dinero


 

Todo esto en una nación compuesta por personas, el 80% de las cuales afirman ser seguidores de una deidad que proclama que el amor al dinero es la raíz de todos los males, y ni un solo clérigo se queja.


Así es, querido lector, cómo funciona Estados Unidos. La economía es meramente una suma de dinero, no prácticas que sustentan al oikos, y el dinero que compone la suma se valora por igual si resulta de virtuoso o vicioso, bueno o malo, constructivo o destructivo, humano o inhumano, legal o ilegal, prácticas benéficas o malévolas. Todo ese lucro es asqueroso. Que las personas se beneficien o resulten heridas nunca es una preocupación económica. La gente, como todo lo que no es monetario, es irrelevante, lo que hace que esta economía sea totalmente inmoral. Este mensaje de un destacado asesor financiero lo demuestra:

"Como inversores, no debemos permitir que nuestras creencias políticas, los medios de comunicación o cualquier otra cosa se interpongan en el camino de nuestra búsqueda para convertir nuestro dinero ganado con esfuerzo en una riqueza duradera".


 John Kozy

The Triumph of Evil

How the Economy Works: the Necessity of Crime

30 mayo 2021

La Francia pos-de Gaulle y la actual crisis de identidad


La Libertad liderando a las personas vestidas con chalecos amarillos (gilets jaunes) Gráfica en la página de Facebook de los Chalecos Amarillos, (Crédito de Sébastien Février)

introducción por el editor del blog


La presente es una recopilación de artículos y documentos que mantiene la secuencia de una anterior entrega dedicada al general Charles de Gaulle. Las siguientes líneas son una visión de la crisis de identidad francesa, su política nacional y su erróneo intervencionismo en sus aventuras en las ex-colonias africanas y del Medio Oriente en las que pretende volver a sembrar "democracia" con la presencia de sus fuerzas militares "pacificadoras".


Suelen decir las expertos que si las ex-potencias coloniales -Francia y Gran Bretaña- (por citar las más importantes) a más de otros estados de Europa Occidental, quieren mantener el nivel de vida al que han acostumbrado a sus ciudadanos, no les queda otro camino que participar en el reparto de los recursos naturales de las naciones "tercermundistas" (lo de "participar en el reparto" es un término suave). Sin exagerar, es una lucha por su futuro; por lo mismo, no tienen ningún interés por defender la "democracia", ni los derechos humanos de los países intervenidos. Si las elites de las grandes metrópolis europeas quieren sobrevivir deben seguir ofreciendo eso que se denomina "estado de bienestar" a costa de otros.

Bien, lo dicho es un tema que no se analizará en las siguientes líneas. Nos centraremos en Francia y su política presente, recordando -imperiosamente- el rol del general de Gaulle luego de la liberación. La élite conservadora y colaboracionista de la ocupación nazi mantuvo su orden socioeconómico, el poder y otros privilegios y eso solo fue posible gracias a de Gaulle que supo manejar a sus compañeros de armas de la Resistencia (predominantemente comunista).

 

Los Estados Unidos no querían a de Gaulle, pero al igual que pensaba Churchill era imposible encontrar alguien como de Gaulle que hubiera prometiendo respetar el statu quo socioeconómico y político. "Los estadounidenses, destinados a suceder a los alemanes como amos de Europa, o al menos de la mitad occidental del continente, estaban decididos a hacer triunfar la "libre empresa" en toda Europa y a convertir el continente en la política y económica del Tío Sam... De Gaulle se transformó así en ´un líder de derecha´, aceptable tanto para la élite francesa como para los estadounidenses, preparado para suceder a los alemanes como "protectores" de los intereses de esa élite. Este es el contexto en el que de Gaulle fue trasladado a París en el momento de la liberación de la ciudad a fines de agosto de 1944. La idea era evitar que la Resistencia, dominada por los comunistas, intentara establecer un gobierno provisional en la capital. Los estadounidenses hicieron arreglos para que de Gaulle se pavoneara por los Campos Elíseos como el salvador que la patriota Francia había estado esperando durante cuatro largos años", comenta acertadamente el Dr. Jacques Pauwels, renombrado historiador y politólogo.

En este preámbulo es necesario un comentario adicional sobre el actual mandatario galo. El Dr. Pauwels mantiene la tesis de varios intelectuales franceses que están convencidos que "Macron busca destruir un estado de bienestar que se introdujo a raíz de la Liberación para evitar cambios revolucionarios propugnados por la Resistencia liderada por los comunistas. Está jugando con fuego. De hecho, al intentar liquidar los servicios sociales que limitan, pero no impiden, la acumulación de capital y, por lo tanto, son esencialmente solo una molestia para el orden socioeconómico establecido, está eliminando un gran obstáculo para la revolución, una genuina amenaza existencial para ese orden. 

Su ofensiva ha provocado una resistencia masiva, la de los "chalecos amarillos". Este variopinto grupo ciertamente no está dirigido por una vanguardia comunista como la Resistencia en tiempos de guerra, pero ciertamente parece tener un potencial revolucionario. El conflicto entre un presidente que representa a la élite francesa y sus tutores estadounidenses, en muchos sentidos el heredero de Pétain y, los gilets jaunes (chalecos amarillos) que representan el descontento, inquietas masas plebeyas anhelando el cambio, herederos de los partisanos de tiempos de guerra, puede que todavía lleve a Francia a experimentar algo que escapó en el momento de la Liberación: una revolución - y una verdadera, en lugar de una falsa depuración". (J. Pauwels: From Pétain to Macron, from the Resistance to the Yellow Vests…: 1944-1945, France’s Fake Purge of “The Collaborators” - De Pétain a Macron. La falsa purga de "Los Colaboracionistas", Francia 1944-1945 a la Resistencia de los Chalecos Amarillos).



Así que tan solo la milagrosa crisis sanitaria nacida del Covid-19 logró frenar la larga, continua e imparable marcha de los "Chalecos Amarillos" en Francia. Decretos de Emergencia, toques de queda, el cierre de un país, han salvado una vez más a las corruptas elites del poder. A ello debemos sumar la afortunada "crisis terrorista" en suelo francés que, con frecuencia -en el preciso momento- aparece para distraer la atención de la plebe, llamando a la "unidad" nacional para afrontar el "terrorismo internacional" que busca desestabilizar la civilización cristiana y humanista que representa el estado francés...


Dicho esto, la crisis moral, política-económica, etc., que afronta Francia con la continua movilización social está pasando ya factura al sostén de las elites del poder, las fuerzas armadas.


Las siguientes líneas son una recopilación de editoriales y documentos presentados hace pocos días por la prensa francesa (Red Voltaire y otros medios) que confirman la recesión en el país. Revisemos estos esclarecedores datos.

T. Andino


Carta abierta de ex militares franceses. ‎‎¿Un complot contra la República?‎ 

Editorial de Red Voltaire

París, 4 mayo 2021




En tres años, Francia ha atravesado dos grandes crisis que han quedado sin respuestas: ‎el cuestionamiento de la globalización por parte de los «Chalecos Amarillos» y la ‎denuncia del desmoronamiento del Estado emitida por los sindicatos de policías, ‎problemas que han quedado sin respuestas de fondo. Todos comparten la alarma de ‎quienes denuncian esos problemas, pero se hace imposible exponerlos públicamente. Lo que mata ‎la democracia no es la ausencia del debate contradictorio sino algo aún peor: la ‎imposición de tabúes. ‎


Los Chalecos Amarillos contra la globalización


Chalecos Amarillos en febrero 2019


Un gran movimiento popular sacudió Francia en 2018: los "Chalecos Amarillos". Surgido del ‎descontento por el alza de precios de la gasolina, ese movimiento se vio rápidamente como una ‎oposición a los efectos sociológicos de la globalización del intercambio: desaparición de las ‎clases medias y relegación de sectores de la población en zonas rurales pobremente equipadas.

Dos semanas después del inicio de las manifestaciones, grupos no identificados se introdujeron ‎en aquel movimiento para sabotearlo desde adentro. Fue así como, luego de que durante los ‎primeros 15 días los manifestantes se habían limitado a desfilar agitando con orgullo la bandera ‎de Francia y cantando la Marsellesa –algo que no se veía en las manifestaciones populares ‎desde hace 50 años–, grupos de encapuchados vestidos de negro cometieron actos de ‎vandalismo contra el Arco del Triunfo de la Plaza Charles de Gaulle, principalmente contra ‎el grupo escultórico La Marsellesa, esculpido en uno de los pilares del monumento. Durante el subsiguiente proceso judicial quedó demostrado que los provocadores –‎no identificados ya que nunca fueron detenidos– no tenían ninguna relación con los Chalecos ‎Amarillos –que sí fueron arrestados. ‎

Sin líderes capaces de denunciar y condenar aquella intrusión, el movimiento de los Chalecos ‎Amarillos fue debilitándose durante todo un año. Pero los problemas que planteaba no han ‎desaparecido. ‎

Antes, los políticos creaban las llamadas "Comisiones Theodule" para enterrar los problemas ‎que no querían ver. El presidente Emmanuel Macron innovó en ese sentido inventando un ‎‎"Gran Debate Nacional"… para lograr el mismo resultado que aquellas “comisiones” en estos ‎tiempos de información continua. Los interesados pudieron hablar de los problemas… pero ‎nadie recibió respuestas válidas del poder ejecutivo ni de la Asamblea Nacional. 

Los policías contra la desintegración de la nación

‎Acaba de producirse una segunda alerta. Esta vez, el problema es la ausencia de la seguridad, ‎el tercero de los Derechos del Hombre y del Ciudadano proclamados en 1789, derechos que ‎no debemos confundir con la concepción anglosajona de los "derechos humanos". ‎Ese derecho a la seguridad es la capacidad de los ciudadanos para ejercer sus derechos ‎imprescriptibles a la libertad y la propiedad. Actualmente no existe en Francia un incremento general de la ‎delincuencia sino una desigualdad geográfica cada vez más acentuada. Si bien los ciudadanos ‎que viven en el Distrito VII de París no se sienten amenazados, los que viven en el Distrito XV ‎de Marsella sí viven constantemente atenazados por el temor de ser agredidos por algún ‎delincuente.

Además, la función de la policía que debería defender a los ciudadanos ya no es la de antes. ‎La policía ya no se atreve a entrar en ciertos barrios, donde sus funcionarios son atacados por ‎los delincuentes. Numerosos policías tienen razones para temer por sus vidas –cada año, unos ‎‎10 policías mueren durante su servicio. Por otro lado, algunos policías comienzan a convertirse ‎en agentes de represión contra la oposición política. Es así como numerosos policías hicieron un ‎uso desproporcionado de la fuerza contra los Chalecos Amarillos y, hoy en día, nuevamente ‎ejercen una función represiva contra quienes se oponen a la política sanitaria decretada para enfrentar la epidemia de ‎Covid-19. Aunque esos casos no son numerosos a escala nacional, su existencia misma ‎demuestra que se trata de una orientación deliberada, que cuenta con el respaldo de la cúspide ‎del Estado. ‎

Por el momento, los policías mantienen su apego a una formación republicana, o sea al servicio ‎de todos y no solo al servicio de las autoridades políticas. Sus sindicatos lanzan reiteradamente ‎llamados en ese sentido y denuncian las condiciones de reclutamiento de sus jóvenes colegas –‎actualmente se admiten en las escuelas de policía personas con antecedentes de problemas ‎psiquiátricos así como individuos provenientes de la pequeña delincuencia. 


La próxima elección presidencial, en 2022

Después de los Chalecos Amarillos, este segundo movimiento tiene lugar cuando Francia ‎se prepara para una nueva campaña electoral –en mayo de 2022, los franceses deben elegir ‎la persona que ocupará el cargo de presidente de la República. Ya en este momento, se sabe ‎que dos terceras partes de los electores no desean que el presidente actual, Emmanuel Macron, ‎sea candidato a la reelección. ‎

Luego de los fracasos de sus dos predecesores inmediatos, quienes cumplieron cada uno un ‎primer y único mandato –Nicolas Sarkozy no logró la reelección y Francois Hollande prefirió ‎no tratar de obtenerla–, el actual presidente, Emmanuel Macron, solo puede esperar obtener un ‎segundo mandato si satisface las expectativas populares, la expresada por los Chalecos Amarillos ‎contra la globalización y la que expresan los sindicatos de policías contra el retroceso de ‎la República, o sea contra la renuncia al interés general. Al no tener intenciones de llenar esas ‎expectativas, el presidente Macron tendrá que depositar sus esperanzas en una maniobra ‎electoral:

- Propiciando artificialmente un número elevado de candidaturas y desacreditando a los ‎candidatos con más posibilidades de ganar en la primera vuelta, con excepción de uno que el propio ‎Macron habrá escogido para que sea su adversario en la segunda vuelta;‎

- U organizando una segunda vuelta entre él mismo y Marine Le Pen, a quien habrá ‎demonizado previamente para empujar la mayoría de sus opositores a votar por él en nombre de ‎un "frente republicano" contra el fascismo. ‎

Esa estrategia ya funcionó, en 2002, para Jacques Chirac –electo con en la segunda vuelta con un ‎‎82% de los sufragios frente a Jean-Marie Le Pen (17%). Pero hoy puede resultar arriesgada ya que ‎Marine Le Pen no tiene la reputación de fascista que tenía su padre, sino más bien una imagen ‎de republicana. 




El llamado de los ex militares

‎Varios ex militares franceses han publicado una Carta abierta a nuestros gobernantes, donde ‎resaltan la descomposición actual de las instituciones y denuncian por adelantado la posibilidad ‎de que se recurra a las fuerzas armadas –algo que creen inevitable– para resolver el problema de ‎la seguridad. Los firmantes publicaron este llamado en su sitio web, Place d’armes, el 13 de ‎abril de 2021. El semanario de derecha Valeurs actuelles lo reprodujo el 21 de abril, pero ‎no en su edición en papel sino en su sitio web. Marine Le Pen, quien dice compartir desde ‎hace tiempo el diagnóstico de estos ex militares, los invitó a votar por ella. ‎

El equipo de trabajo del presidente Macron estimó que se trataba  de una buena oportunidad y ‎envió uno por uno a todos sus ministros a denunciar en los medios de difusión a una "cuadrilla de generales retirados" que, según la versión macronista, llaman a los militares activos a cometer ‎un golpe de Estado. Todos han fingido ignorar que el llamado de los ex militares se emitió el 13 ‎de abril. De esa manera, los macronistas sitúan falsamente su publicación el día 21 para hacerlo ‎coincidir con el aniversario del putsch de los generales franceses en Argel, cuyo objetivo era ‎impedir que el presidente de Gaulle concretara la independencia de Argelia. Para completar ‎la maniobra, los macronistas denunciaron la fascinación de Marine Le Pen por "el sonido de las ‎botas". ‎

Consciente de sus posibilidades de obtener en 2022 mejores resultados que Emmanuel Macron, ‎el líder de la formación política La France insoumise, Jean-Luc Melenchon, presentó ante el ‎fiscal de la República una denuncia contra los "generales sediciosos". Es importante recordar ‎que en la última elección presidencial Jean-Luc Melenchon quedó en tercer lugar con un 19% de ‎los sufragios, detrás de Emmanuel Macron (24%) y de Marine Le Pen (21%). ‎


El lugar de los militares en el debate público

‎Invitamos nuestros lectores a que analicen el texto de la carta abierta de los ‎ex militares ("Carta abierta de ex militares franceses a sus gobernantes", ‎13 de abril de 2021, más abajo).

Se llama "estado de emergencia" a la posibilidad que tiene el gobierno de recurrir al ejército ‎para mantener el orden público. Pero los militares no están entrenados para eso y ‎su intervención en ciertas situaciones, para las cuales sí están entrenados policías y gendarmes, ‎podría traducirse en pérdidas de vidas humanas. En 2005, en 2015 y también en 2017, varios ‎gobiernos instauraron en Francia el "estado de emergencia". Incluso en este momento, cerca ‎de 10.000 militares pueden ser destinados a la protección de la ciudadanía en suelo francés en el ‎marco de la "Operación Centinela", ante amenazas terroristas. Lo mismo sucede en Bélgica y en ‎Reino Unido. ‎

La Constitución francesa de 1958 prevé en su artículo 36 la posibilidad, como último ‎recurso, de transferir a las fuerzas armadas los poderes de policía y de preservación del orden, ‎que normalmente son competencias del ministerio del Interior. Eso es lo que se designa como ‎‎"estado de sitio", que nunca se ha proclamado en la Francia de la Quinta República, ‎ni siquiera ante el golpe de los generales, en 1961. ‎

‎Más de ‎‎10.000 militares han acabado firmándolo, entre ellos una treintena de generales. El problema ‎que se plantea en esa Carta abierta está ahora en boca de todos y la inacción del gobierno, y ‎de los políticos de todos los partidos, es ahora más evidente que antes. 

¡Firmo con mis camaradas!

Sanciones contra quienes lanzan un llamado de alerta

‎El ministro de Defensa ha anunciado que impondrá sanciones a los firmantes de la Carta ‎abierta. La ignominia destinada a Marine Le Pen cae ahora sobre aquellos a quienes ella ‎se dirigía. ‎

Para la realidad es que de los 10.000 firmantes de la Carta abierta solo 18 son militares en ‎servicio activo. Son ellos quienes están ahora amenazados de ser excluidos de las fuerzas ‎armadas, por haber faltado a su obligación de reserva (La “obligación de reserva”, en francés -devoir de réserve-, que rige en Francia ‎el comportamiento de los funcionarios estatales y en particular de los militares, se define ‎generalmente como la obligación de evitar durante su servicio la expresión de opiniones ‎personales, sobre todo de carácter político, que pudieran ser interpretadas como un uso político ‎del estatus de funcionario público)‎. Pero los militares retirados gozan de su ‎plena libertad de expresión, solo podría imponérseles una amonestación… por haber emitido un ‎llamado de alerta. Sin embargo, resultaría como mínimo sorprendente que 10.000 personas ‎fuesen sancionadas por haber hecho uso de su libertad de expresión como ciudadanos. ‎

Los militares, retirados o en servicio activo, ya no son súbditos sino ciudadanos como los demás. ‎A raíz del putsch de Argel, el presidente Charles de Gaulle emprendió una profunda reforma de ‎las fuerzas armadas francesas. Los militares que se habían negado a seguir las órdenes de los ‎generales golpistas se habían puesto así en situación de ser castigados por no haber obedecido ‎órdenes de sus superiores. ‎

El general De Gaulle –quien se había negado en 1940 a obedecer las órdenes de su superior, ‎el mariscal Philippe Petain, y proclamó la Francia Libre– introdujo una distinción entre lo que es ‎‎«legal» y lo que es «legítimo». Así fue modificado el «Código de la Defensa». Ese código ‎no autoriza a los militares “escoger su propio bando” pero los obliga a rechazar órdenes ‎ilegítimas o contrarias al honor e incluso a poner bajo arresto a sus superiores si estos ‎cometiesen ese tipo de actos. Así que no existe ningún complot contra la República. No hay tal ‎comportamiento sedicioso. ‎

Los firmantes de la Carta abierta ejercieron su justo derecho cuando solicitaron hablar ‎‎"de igual a igual" con su jefe de estado mayor, quien los insultaba. Cada soldado, ‎en servicio activo o retirado, tiene ese derecho como ciudadano. Ese derecho está ‎insolublemente ligado a su obligación de Obedecer y Servir. ‎

Tabú

‎El hecho que algunos de los 10.000 firmantes de la Carta abierta sean miembros del partido de ‎la señora Marine Le Pen –el Rassemblement National (Agrupación Nacional), surgido del Frente Nacional, que fue el ‎partido histórico de los ex colaboradores de la ocupación nazi y de los golpistas de Argel– ‎no autoriza ni a condenar ese texto, ni a condenar en bloque a sus firmantes. Bajo el régimen ‎de la República no existe la culpabilidad hereditaria o colectiva. Todos son ciudadanos ‎franceses con plenos derechos. No solo ninguno de los firmantes fue antes objeto de alguna ‎medida que lo proclame indigno de su país sino que incluso hay entre ellos muchos que han ‎servido a nuestro país. ‎

En su diagnóstico, los ex militares no se limitaron a denunciar la ideología del islam político y la ‎retórica woke que inhibe el uso del monopolio público de la violencia. También expresaron su ‎espanto ante el uso antirrepublicano que las autoridades han dado a las fuerzas del orden para reprimir ‎a los Chalecos Amarillos. La reacción desproporcionada del Estado ante su Carta abierta ‎demuestra que pusieron el dedo en la llaga.

 ‎

Cuando se pierden los tres primeros Derechos del Hombre y del Ciudadano –la libertad, ‎la propiedad y la seguridad–, es el momento del cuarto derecho, enunciado en el artículo 2: ‎‎«la resistencia frente a la opresión». ‎



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"Guerra" de comunicados militares 

No podemos pasar por alto posiciones divergentes en la sociedad y fuerzas armadas francesas. El día 13 de abril de 2021 una veintena de generales, un centenar de oficiales de alto rango y más de mil soldados firmaron un llamamiento para "devolver el honor y el deber dentro de la clase política". Los medios y la derecha francesa lo apoyaron, la reacción de la izquierda política y ciertos sectores sociales lo criticaron. 

El texto editado por el Capitán Jean-Pierre FABRE - BERNADAC (Ex oficial del Ejército y Gendarmería) dice:




CARTA ABIERTA A NUESTROS GOBERNANTES: 

 

Señor Presidente,

Señoras y señores de Gobierno,

Damas y caballeros,

La hora es seria, Francia está en peligro, varios peligros mortales la amenazan. Nosotros que, incluso jubilados, seguimos siendo soldados de Francia, no podemos, en las circunstancias actuales, permanecer indiferentes al destino de nuestro hermoso país.

Nuestras banderas tricolores no son solo un trozo de tela, simbolizan la tradición, a través de los tiempos, de aquellos que, cualquiera que sea su color de piel o su fe, sirvieron a Francia y dieron la vida por ella. En estas banderas, encontramos en letras doradas las palabras “Honor y Patria”. Sin embargo, nuestro honor hoy radica en la denuncia de la desintegración que golpea a nuestra Patria.

- Discriminación que, a través de un cierto antirracismo, se manifiesta con un único objetivo: crear en nuestro suelo malestar, incluso odio entre las comunidades. Hoy algunos hablan de racismo, indigenismo y teorías decoloniales, pero, a través de estos términos, es la guerra racial lo que quieren estos partidarios odiosos y fanáticos. Desprecian nuestro país, sus tradiciones, su cultura y quieren verlo disolverse quitándole su pasado y su historia. Así atacan, a través de estatuas, antiguas glorias militares y civiles analizando palabras que tienen siglos de antigüedad.

- Discriminación que, con el islamismo y las hordas suburbanas, lleva al desprendimiento de múltiples parcelas de la nación para transformarlas en territorios sujetos a dogmas contrarios a nuestra constitución. Pero todo francés, sea cual sea su creencia o su no creencia, se siente como en casa en Francia en todas partes; no puede ni debe existir ninguna ciudad, ningún distrito donde no se apliquen las leyes de la República.

- Discriminación porque el odio prevalece sobre la fraternidad durante las manifestaciones donde el poder utiliza a la policía como agente auxiliar y chivo expiatorio ante los franceses con chalecos amarillos que expresan su desesperación. Esto mientras individuos infiltrados y encapuchados saquean negocios y amenazan a estas mismas fuerzas policiales. Sin embargo, estos últimos solo aplican las directivas, a veces contradictorias, dadas por ustedes, los gobernantes.

Los peligros aumentan, la violencia aumenta día a día. ¿Quién hubiera predicho hace diez años que un profesor sería decapitado algún día cuando dejara la universidad? Sin embargo, nosotros, servidores de la Nación, que siempre hemos estado dispuestos a poner nuestra piel al final de nuestro compromiso, como exigía nuestro estado militar, no podemos ser espectadores pasivos ante tales acciones.

Por eso, quienes dirigen nuestro país deben encontrar imperiosamente el coraje necesario para erradicar estos peligros. Para hacer esto, a menudo es suficiente aplicar las leyes existentes sin debilidades. No olvides que, como nosotros, una gran mayoría de nuestros conciudadanos se sienten abrumados por tus silencios incómodos y culpables.

Como dijo el Cardenal Mercier, Primado de Bélgica: “Cuando la prudencia está en todas partes, el coraje no está en ninguna parte. Entonces, señoras y señores, basta de dilaciones, la hora es seria, el trabajo es colosal; no pierda el tiempo y sepa que estamos dispuestos a apoyar políticas que tomen en consideración la salvaguarda de la nación.

Por otro lado, si no se hace nada, la laxitud seguirá extendiéndose inexorablemente en la sociedad, provocando finalmente una explosión y la intervención de nuestros compañeros activos en una peligrosa misión de proteger nuestros valores civilizacionales y salvaguardar a nuestros compatriotas en el territorio nacional.

Como vemos, ya no es el momento de postergar las cosas de lo contrario, mañana la guerra civil pondrá fin a este caos creciente, y las muertes, de las que tú tendrás la responsabilidad, se contarán por miles. 


Firmado: General del Ejército (ER) Christian PIQUEMAL (Legión Extranjera); General del Ejército (2S) Gilles BARRIE (Infantería); General de división (2S) François GAUBERT ex gobernador militar de Lille; General de División (2S) Emmanuel de RICHOUFFTZ (Infantería); General de División (2S) Michel JOSLIN DE NORAY (Tropas de Infantería de Marina); General de la División Aérea Eric CHAMPOISEAU (Fuerza Aérea); General de brigada (2S) André COUSTOU (Infantería); General de Brigada (2S) Philippe DESROUSSEAUX de MEDRANO (Transporte); General de la Brigada Aérea (2S) Antoine MARTINEZ (Fuerza Aérea); General de Brigada Aérea (2S) Daniel GROSMAIRE (Fuerza Aérea); General de brigada (2S) Robert JEANNEROD (Caballería); General de brigada (2S) Pierre Dominique AIGUEPERSE (Infantería); General de Brigada (2S) Roland DUBOIS (Transmisiones); General de brigada (2S) Dominique DELAWARDE (Infantería); General de Brigada (2S) Jean Claude GROLIER (Artillería); General de Brigada (2S) Norbert de CACQUERAY (Dirección General de Armamento); General de brigada (2S) Roger PRIGENT (ALAT); General de Brigada (2S) Alfred LEBRETON (CAT); General Médico (2S) Guy DURAND (Servicio de Salud del Ejército); Contralmirante (2S) Gérard BALASTRE (Armada francesa); General de Brigada Jean Yves NIELLY (Tropas de Infantería de Marina); General de Brigada (2S) Jean Gilles SINTES (Transportes); General de Brigada (2S) Bernard PEYREFITTE (Ingeniero)

Los firmantes publicaron este llamado en su sitio web, Place d’armes, el 13 de ‎abril de 2021

* 2S Segunda Sección - Reserva 

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Bien, la "Carta abierta a nuestros gobernantes" del 13 de abril de 2021 dice ‎alertar sobre la desintegración de Francia y el riesgo de una guerra civil. El gobierno y el jefe del estado mayor respondieron con el anuncio de medidas disciplinarias ‎contra los firmantes, sin embargo, la cantidad de ex militares que apoyaron a los firmantes ha ‎crecido.

La Red Voltaire, el 9 de mayo publicó ese respaldo militar en una nota titulada: "Carta abierta de 100.000 militares ‎franceses en servicio activo a ‎sus gobernantes". Miles de militares en servicio activo –y por consiguiente sujetos tanto al deber ‎de reserva en cuanto a sus opiniones políticas como al deber de defender la Nación– han firmado ‎un segundo texto en las redes sociales. Para tener una idea de la importancia de ese gesto ‎hay que tener en cuenta que las fuerzas armadas de Francia cuentan menos de 210.000 militares ‎en servicio activo.‎

Veamos esta segunda carta:


        (foto de archivo)

* * *

Señor Presidente de la República,

señoras y señores ministros, parlamentarios, oficiales generales, ‎

 

Ya no se canta la séptima estrofa de La Marsellesa, la llamada «estrofa de los hijos». ‎Sin embargo, está llena de enseñanzas. Permítannos recordarla:‎

 

‎«Entraremos en la cantera

cuando nuestros mayores ya no estén,‎

encontraremos sus cenizas‎

y la huella de sus virtudes. ‎

 

Menos deseosos de sobrevivirles

que de compartir su tumba,

tendremos el sublime orgullo

de vengarlos o de seguirlos.»‎


Nuestros mayores son combatientes que se han ganado nuestro respeto. Son, por ejemplo, los ‎viejos soldados cuyo honor ustedes han pisoteado estas últimas semanas. ‎Son esos miles de servidores de Francia, firmantes de una tribuna de un estricto buen sentido, soldados que dieron los mejores años de sus vidas por defender nuestra ‎libertad, obedeciendo las órdenes de ustedes, librando las guerras de ustedes o aplicando las ‎restricciones presupuestarias de ustedes, soldados que ustedes han mancillado a pesar de que ‎el pueblo de Francia los apoyaba. ‎

A esas personas, que han luchado contra todos los enemigos de Francia, ustedes las han llamado ‎conspiradores, cuando su único error ha sido amar el país y llorar ante su visible decadencia. ‎

En esas condiciones, nos toca a nosotros, que recién comenzamos esta carrera, salir al ruedo ‎para tener simplemente el honor de decir allí la verdad. ‎

Pertenecemos a lo que los periódicos han llamado «la generación del fuego». Hombres ‎y mujeres, militares en servicio activo, de todas las armas y de todos los grados, de todas las ‎sensibilidades, amamos nuestro país. Sólo de eso nos vanagloriamos. Y aunque no podemos, ‎debido al reglamento, expresarnos a rostro descubierto, también nos resulta imposible callar. ‎

En Afganistán, en Mali, en República Centroafricana o en otros lugares, cierto número de nosotros ‎hemos enfrentado el fuego enemigo. Algunos han perdido camaradas allí. Dieron sus vidas tratando de acabar con el islamismo, al que ustedes hacen concesiones en nuestra tierra. ‎

Casi todos hemos participado en la Operación Centinela. Hemos visto con nuestros propios ojos ‎los barrios periféricos abandonados, los acomodamientos con la delincuencia. Hemos sufrido los ‎intentos de instrumentalización de varias comunidades religiosas, para las cuales Francia ‎no significa nada –sólo un objeto de sarcasmo, de desprecio o incluso de odio. ‎

Hemos desfilado el 14 de julio. Pero durante meses nos han orientado desconfiar de aquella ‎multitud calurosa y diversa, que nos aclamaba porque venimos de ella; nos han prohibido ‎circular en uniforme, convirtiéndonos en víctimas potenciales, en un territorio que sin embargo ‎estamos llamados a defender. ‎

Sí, tienen razón nuestros mayores sobre el fondo de su texto, en su totalidad. Nosotros vemos la ‎violencia en nuestros pueblos y ciudades. Vemos el comunitarismo instalarse en el espacio ‎público, en el debate público. Vemos el odio a Francia y a su historia convertirse en norma. ‎

No corresponde a militares decir eso, argumentarán ustedes. Es todo lo contrario. Precisamente ‎porque somos apolíticos en nuestras apreciaciones situacionales, lo que emitimos es una ‎observación profesional. Porque esta decadencia ya la hemos visto en muchos países en crisis y ‎es lo que viene antes del derrumbe, es el anuncio del caos y la violencia, y, al contrario de lo que ‎ustedes repiten por ahí, ese caos y esa violencia no vendrán de un «pronunciamiento» militar ‎sino de una insurrección civil. ‎

Hay que ser muy cobarde para dedicarse a charlatanear sobre la forma de la tribuna de nuestros ‎mayores. Hay que ser muy insidioso para invocar un deber de reserva mal interpretado con el ‎objetivo de hacer callar a ciudadanos franceses. Para empujar a los cuadros dirigentes del ejército ‎a tomar posición y a exponerse, para después sancionarlos con saña en cuanto escriben algo ‎diferente a relatos de batallas, hay que ser muy perverso. ‎

Cobardía, insidia, perversión. No es esa nuestra visión de la jerarquía. El ejército es lo contrario. ‎Es, por excelencia, el medio donde se dice la verdad porque uno está jugándose la vida. Es a esa confianza en la institución militar que hacemos un llamado. ‎

Sí, si estalla una guerra civil, el ejército mantendrá el orden en su propio suelo, porque eso es ‎lo que van a pedirle. Esa es la definición misma de la guerra civil. Nadie puede desear una ‎situación tan terrible, ni nuestros mayores ni nosotros mismos. Pero sí, hay que repetirlo, ‎es cierto que la guerra civil está latente en Francia y ustedes lo saben perfectamente. ‎

El grito de alerta de nuestros Mayores en definitiva remite a lejanos ecos. Nuestros mayores son ‎aquellos que lucharon como miembros de la Resistencia en 1940, los mismos a quienes a menudo ‎gente como ustedes calificaban de sediciosos pero que continuaron la lucha mientras que ‎los legalistas, paralizados de miedo, apostaban por hacer concesiones al mal para limitar ‎los daños. Son los soldados de 1914, que morían por unos pocos metros de tierra, mientras que ‎ustedes abandonan pasivamente barrios enteros de nuestro país a la ley del más fuerte. ‎Son todos los muertos, célebres o anónimos, caídos en el frente o después de toda una vida de ‎servicio. ‎

Todos nuestros mayores, aquellos que hicieron de nuestros país lo que es, los que definieron ‎sus contornos, los que defendieron su cultura, los que impartieron o recibieron órdenes en su lengua, ‎‎¿combatieron acaso para que ustedes permitieran que Francia se convierta en un Estado fallido?, ‎‎¿en un Estado que convierte su impotencia regaliana cada vez más patente en una tiranía brutal ‎contra aquellos de sus servidores que todavía se atreven a alertarlo? ‎

Actúen ustedes, señoras y señores. Esta vez no se trata de emociones manipuladas, ni de ‎frases hechas o de mediatización. No se trata de prolongar los mandatos que ustedes ejercen ‎ni de conseguir otros. Se trata de la supervivencia de nuestro país, del país donde también ‎nacieron ustedes. ‎

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La posición del Estado Mayor fue conocida a través de la "Carta del jefe del estado mayor de las ‎fuerzas armadas de Francia", firmado por el General Francois Lecointre.


        (foto de archivo)


Oficiales, suboficiales y oficiales marinos, soldados, marinos, aviadores, en servicio activo o ‎adscritos a la reserva. ‎

Desde hace varias semanas, con la publicación de tribunas en internet o mediante intervenciones ‎en los medios, se ha transgredido ampliamente la obligación de reserva que se impone a todo ‎militar. La adopción de posiciones eminentemente políticas se ha atribuido a militares que tenían ‎la obligación de respetar ese deber de reserva e incluso han sido reivindicadas por esos militares. ‎

Por razones diversas, quizás por ingenuidad, algunos han optado por desconocer esa obligación de ‎reserva. En nombre de la defensa de convicciones personales, han contribuido a arrastrar ‎el ejército a debates políticos en los que (el ejército) no tiene legitimidad ni vocación para ‎intervenir. Ante ello, me parece importante dar prueba de buen sentido y sobre todo de lucidez, ‎en momentos en los que cada uno de nosotros percibe claramente los intentos de ‎instrumentalización de la institución militar así como actos de desestabilización. ‎

Nuestra obligación de reserva es a menudo objeto de una mala comprensión: si bien limita ‎efectivamente la libertad de expresión, también preserva absolutamente la libertad de opinión. ‎Cada militar está en libertad de pensar lo que quiera, pero es su deber distinguir sin ambigüedad ‎lo que es su responsabilidad como ciudadano y lo que es su ‎responsabilidad como militar. La obligación de reserva garantiza la neutralidad política, base de ‎la credibilidad de las fuerzas armadas ante los franceses. Esa neutralidad es lo que permite el ‎compromiso sin reservas y sin segundas intenciones de los militares en beneficio de todos y ‎cada uno de sus compatriotas. ‎

Nuestra misión es una de las más importantes –y de las más nobles: preparar y garantizar, ‎mediante la fuerza de las armas, la defensa de la Patria y de los intereses superiores de la Nación. ‎Por supuesto, esa misión nos impone obligaciones. Debido a ello, tenemos que mostrar, ante ‎cualquier circunstancia, una total eficacia operativa, eficacia que depende en particular de ‎dos virtudes a las que es imposible renunciar: la cohesión y el espíritu de cuerpo. Esas virtudes ‎permiten unir a todos los militares, independientemente de sus orígenes, de sus ideas o de sus ‎creencias. La adhesión colectiva es lo único que puede permitirnos vencer un día a nuestros ‎adversarios o a los enemigos de Francia. Como ejército activo, diariamente comprobamos, en ‎todos los teatros de operaciones, la fuerza de esas virtudes y todos sentimos intuitivamente, ‎incluso visceralmente, que todo lo que viene a fragilizarlas es profundamente nefasto. ‎

Cada uno de nosotros conoce esos principios y sabe cuánto valen. Pero todo individuo está hecho ‎también de sus convicciones. Desde el momento en que esas convicciones conducen a un reclamo ‎político incompatible con el estatuto militar y sus obligaciones, incluso a poner en tela de juicio la ‎estricta subordinación al poder político republicano, democráticamente electo, lo más razonable ‎es ciertamente abandonar la institución para poder exponer públicamente con toda libertad sus ‎ideas y convicciones. ‎

A ustedes todos quiero expresarles nuevamente toda mi confianza. Con vuestro compromiso ‎inquebrantable al servicio de Francia, y en momentos en que miles de ustedes están desplegados ‎en operaciones, demuestran ustedes diariamente su profesionalismo, sus capacidades y su ‎excelencia. Ustedes emanan de la Nación, en toda su diversidad, y es por eso que la Nación ‎se reconoce en ustedes y los admira. Estén orgullosos de ello. ‎

General Francois Lecointre

(reproducido de la publicación de Red Voltaire, 10 de mayo 2021)

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Crítica

No cabe duda sobre la profunda división política, social, económica, cultural, racial, ideológica y militar que viene acarreando Francia por largo tiempo. Hemos apreciado la postura de militares en servicio y pasivos; pero, ¿qué opinan otros que rechazan el pronunciamiento militar? He seleccionado el siguiente alegato, obviamente de un francés (no podía ser de otra manera). Guillaume Ancel (Teniente Coronel retirado), autor de los libros "Rwanda, la fin du silent" (Ruanda, el fin del silencio), Ediciones Les Belles Lettres, 2018. "Glacial Wind on Sarajevo" (Viento glacial en Sarajevo) (2017), y "A Blue Helmet between the Khmers Rouges" (Un casco azul entre los jemeres rojos) (2021), en la colección Mémoires de guerre aux Belles Lettres

Guillaume Ancel escribe en su blog Ne pas subir (No sufras), presentó una mordaz crítica el 27 de abril 2021: "Ces courageux généraux qui ouvrent leur gueule à la retraite, mais qui la fermaient quand l’armée française soutenait les génocidaires du Rwanda, sur ordre de l’Elysée" (Estos valientes generales que abren la boca en la jubilación, pero que la cerraron cuando el ejército francés apoyó a los genocidas de Ruanda, por orden del Elíseo)

Veamos:


            (foto de archivo)

"Los oficiales generales nunca son retirados en Francia, se colocan en la "2ª sección" para mantener un vínculo con el ejército y beneficiarse de algunas ventajas a cambio de obligaciones mal definidas, como la obligación de reserva.

Es entonces cuando algunos de ellos abren la boca, "en general" sobre temas que creen que son populares y siempre en grupo para darse confianza, recreando la fuerza del colectivo cuando como individuos lo han cerrado durante décadas.

Y ahí es donde está el problema, en más de una manera

Cuando una veintena de generales de la 2ª sección publican, en un medio conocido por sus fanáticos "valores", una amenaza cercana al putsch, se pusieron en desacuerdo con la sociedad que dicen querer defender y que nunca les ha confiado la misión de dirigirlo: "Por otro lado, si no se hace nada, la laxitud seguirá extendiéndose inexorablemente en la sociedad, causando en última instancia una explosión y la intervención de nuestros camaradas activos en una peligrosa misión de proteger nuestros valores civilizados y salvaguardarán a nuestros compatriotas".

Estas palabras, que nos llevan de vuelta al nivel democrático de Birmania o Chad, son escalofriantes sobre la incapacidad de estos oficiales para entender la sociedad que los hace vivir, y encerrados en un frasco intelectual que incluso el antiguo régimen habría negado.

Su obsolescencia y sectarismo social probablemente están relacionados con su ociosidad, -se están retirando demasiado pronto...-, también se debe a la increíble tolerancia del ejército por sus tesis extremistas que no son nuevas, así como a los efectos perjudiciales de la cultura del silencio.

De hecho, si al ejército francés le gusta mostrar oficialmente su neutralidad política, la realidad es que siempre ha preservado a aquellos fanáticos de la ultraderecha que no ocultaron sus convicciones cuando estaban activos, simplemente se encargaron de no expresarse públicamente. La cultura del silencio realmente los protegió, ya que les impedía expresar públicamente su estado de ánimo, al menos contradictorio con los fundamentos de nuestra democracia. Y el ejército no tiene nada que hacer para despedirlos, o incluso preocuparse por ellos.

El más llamativo en su amenazante despotricación es su falta de coraje.

A lo largo de sus años de operación, estos oficiales nunca han sido castigados por sus comentarios internos y se han abstenido de hablar públicamente para no ser "descubiertos".

Pero, en la jubilación, se sienten conmovidos por situaciones que de repente encuentran insoportables, a pesar de que han "cerrado la boca" durante décadas, especialmente cuando Francia estaba apoyando a los genocidas de Ruanda, por orden del Elíseo, del Presidente Mitterrand.

Así, con la Operación Turquesa en 1994, el ejército francés protegió efectivamente la "jubilación" de los genocidas que terminaron de masacrar a un millón de personas, ¿tuvieron un suspiro?

La intervención del ejército francés permitió entonces a los genocidas continuar su locura asesina en el Congo, e incluso les dio armas para hacerlo. ¿arrepentimiento?

¿Quién de estos oficiales generales se atrevió a publicar su desacuerdo e indignación? En estos tiempos, solo el general Jean Varret en 2018 y el general Patrice Sartre en 2021...

Por otro lado, muchos de estos oficiales generales eran muy activos, presentes o incluso pesados, para tratar de imponer esta cultura del silencio, que solo respetan a su discreción.

Para no interferir con su "modestia de gacela", mencionaré solo a uno, el general Dary, que utilizó la presidencia de los amistosos saint-cyriens para denunciar mi discurso sobre Ruanda como un "perjurio" y tratar de silenciarme... (Carta abierta del General del Ejército (2s) Bruno DARY a un joven camarada y la respuesta del joven camarada)   

Así que cuando leí a estos generales desvinculados denunciando las "hordas suburbanas" que solo vieron en la televisión, en su cómodo lugar de jubilados, me gustaría invitarlos a mostrar un poco de coraje.

Me hubiera gustado que hablaran con la misma convicción de impedir el compromiso del ejército francés en el último genocidio del siglo XX en Ruanda, que prohíben expresar que algún día podría volver a suceder.

Pero la abrumadora mayoría de ellos han tenido cuidado de no hacerlo, prefiriendo encerrarse en su negación de la realidad y el trágico consuelo de la obediencia, hasta el punto de que su silencio se ha convertido en amnesia".

Guillaume Ancel

27 abril 2021

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NdelE: A las críticas de Ancel sobre las labores de los generales franceses habría que destacar otra como ejemplo (hay más casos), la directa implicación de las fuerzas armadas en la invasión yihadista a Siria y la patética actuación de los servicios secretos franceses dirigiendo a los "rebeldes moderados" y que tuvieron que ser rescatados y expatriados de Siria por fuerzas rusas y del ejército árabe sirio.

Otro punto que quizá confunda al lector es la posición de la Red Voltaire sobre los comunicados militares, en apariencia se alinea con los presuntos "sediciosos", en realidad defiende los principios de la revolución y los derechos inalienables garantizados en su vigente Constitución, trasgredidos por el propio gobierno de Macron.   

SIN más comentarios. 

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