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01 septiembre 2020

El oro de Yamashita, "Lis de Oro", "Lila Dorada". ¿Leyenda o verdad? (III)




Introducción del editor del blog


De ser totalmente cierta, la leyenda sobre el destino final del botín de oro robado por las fuerzas imperiales japonesas durante la segunda guerra mundial, sin duda, sería una de las mayores conspiraciones de todos los tiempos. Dadas las evidencias circunstanciales y al hecho de que no existen pruebas de que la supuesta riqueza expoliada haya sido de tal magnitud, sobrepasando los límites del sentido común, seguirá siendo valorada, en el mejor de los casos, como una hipótesis

Relatos, historias, investigaciones, documentales nos brindan diversas teorías, algunas las hemos ya valorado en las entregas anteriores, combinan cierta rigurosidad histórica, pero, también, caen en el campo de leyenda como la siguiente historia, con un inconcebible número de cientos de miles de toneladas métricas de oro y otros relatos de fantasía, como la "aparición" del nazi Martin Bormann (la historia de Bormann, debido a su complejidad y para no hacer interminable el presente artículo lo abordaremos en la siguiente entrega). 

Habiendo ya advertido -desde el inicio de esta serie de artículos- que seguimos planteando dudas sobre la autenticidad de algunos "documentos" y de sus fuentes. Algunas "pruebas", de hecho, resultan ser burdas falsificaciones. 



Ejemplos de los tantos libros y folletos que se venden en Filipinas, especialmente diseñados para los caza-tesoros. !Éxitos en la búsqueda! 

Bien. Esta entrada se relaciona con el conocido investigador y "bestseller" Daniel Estulin. Primero, un breve resumen de la novela "Conspiración Octopus" (en inglés publicado como "The Octopus Deception"), único relato de ficción del reconocido autor, quien jura que "la mayor parte de lo que están a punto de leer existe y es real en un universo paralelo de humo y espejos. Este mundo, desconocido para la mayoría, es un lugar donde los gobiernos, los servicios de inteligencia y las sociedades secretas luchan por hacerse con el control... Real y aterrador es el mundo de Lila Dorada". 

En las primeras páginas, Estulin cita, al parecer una nota de prensa china (me ha sido imposible corroborarla), aparentemente fechada el miércoles 10 de febrero de 2010 en Pekín, por el "China Evening Post": "Descubiertos secretos enterrados de la Segunda Guerra Mundial". El texto es el siguiente: 

"La guerra en el Pacífico está plagada de historias sobre la crueldad de los japoneses contra ciudadanos chinos, así como contra soldados británicos y estadounidenses, entre otros. Las fuerzas imperiales japonesas no sólo utilizaron prisioneros de guerra como esclavos para construir su ferrocarril en Birmania, sino que realizaron con ellos terribles experimentos médicos en el cuartel general de la hermética Unidad 731, centro para armas de guerra biológicas y químicas de Japón. No obstante, mientras eso se producía, otra fuerza japonesa aún más furtiva se dedicaba a una labor tan secreta que pasaría a los anales de la historia como uno de los relatos más explosivos de la Segunda Guerra Mundial.

El proyecto llevaba el nombre de Lila Dorada y su cometido era saquear metódicamente el sudeste asiático. ¿De cuántos tesoros estamos hablando? Nadie lo sabe con exactitud, pero al parecer de China y el sudeste de Asia se rapiñaron cantidades tan enormes que, una vez terminada la guerra, Occidente decidió mantener dichas actividades en secreto... El fantasmagórico tesoro está escondido en depósitos situados en la espesa jungla de Irian Joya, en Indonesia, y en Teresa, alrededor de Rizal, en las laderas de Sierra Madre, la cadena montañosa más larga de Filipinas".



Portada de la edición castellana de la novela "Operación Octopus", original en inglés "The Octopus Deception" (2010)

Según describe la novela, el área de operaciones del Pacífico poco después de la guerra formó parte de una expedición secreta encargada de encontrar el tesoro y traerlo a casa. En una zona próxima al lago Caliraya, en Lumban, Filipinas, ordenaron cavar sin preguntar por qué ni para qué, día y noche, avanzando a duras penas. Se dice que se encontraron túneles llenos de trampas y callejones sin salida que dificultaban y retrasaban la excavación. El equipo de búsqueda habría tardado ocho meses en encontrar la primera cámara del tesoro, situada a sesenta metros bajo tierra. Los japoneses lo habían enterrado y habían dejado señales extrañas en las rocas, a fin de ocultar la verdadera ubicación del botín.

Solo unos cuantos privilegiados sabrían y formarían parte de la mayor conspiración de la historia de la humanidad, una leyenda susurrada entre quienes conocían el alucinante tesoro que fue robado y escondido por el Ejército Imperial japonés en retirada durante los días más duros de la segunda guerra mundial.


"Un millón trescientas mil toneladas métricas de oro", solamente escondidos en túneles profundos de las junglas de Sierra Madre en las Filipinas. "El equivalente a seis coma cuatro trillones de dólares. ¿Hay alguien capaz de concebir una cifra tan extravagante?" 


Cuentan que los estadounidenses descubrieron bóvedas del tesoro con oro apilado hasta el techo. (Foto de carácter ilustrativo)

En la novela, (el autor insiste siempre en afirmar que se basa en la realidad) una parte del oro de Filipinas equivalente a unos cuantos trillones de dólares fue embarcado a Génova a bordo del portaaviones President Eisenhower y después trasladado a diversos bancos de Suiza en un convoy fuertemente protegido.

Según, Estulin, la cifra es diez veces mayor que los datos proporcionados por fuentes como el Banco Mundial, las cifras calculadas bordean las 140.000 toneladas métricas de oro extraídas en más de 6.000 años de historia. El supuesto tesoro en Filipinas sería diez veces superior a las cifras de las reservas "oficiales" en todo el mundo. El hecho que existiese tal cantidad de oro fuera de los circuitos oficiales resulta increíble. O, "que un puñado de gobiernos lo bastante afortunados para saber la verdad hubiera guardado el secreto, es algo extraordinario". Si alguna vez llegaba a conocerse la verdad, esta destruiría la economía mundial, porque la mayoría de los países todavía utilizaban el patrón oro como respaldo de su moneda. 

El resto..."un secreto envuelto en misterio, guardado tras mil cerraduras de criptonita desde principios de la década de 1960, custodiado por cincuenta y cuatro fideicomisarios, en depósitos de Teresa y en las montañas selváticas de Irian Joya, Indonesia". Una aclaración: Teresa, es el nombre de un valle rodeado de montañas, sin salida al mar, en el Rizal, faldas de Sierra Madre, la cordillera más larga de las Filipinas, con colinas escarpadas y abruptos riscos en la parte oriental. 

Como vemos, Daniel Estulin también nos habla de fideicomisarios que controlan la fortuna. "Los fideicomisarios trabajaban de manera independiente, sin conocerse unos a otros. Pero estaban coordinados por una serie de directores del complejo industrial-militar, quienes a su vez eran controlados por su superior jerárquico. Y por encima de ellos, en el vértice de la pirámide, Octopus: menos de una docena de miembros, estrechamente unidos y financieramente entrelazados. Los controladores de la riqueza del planeta, hombres cuyo poder hacía girar el mundo" (Operación Octopus, novela).

El oro, al igual que ocurre con los diamantes, es mucho más común en la naturaleza de lo que la gente cree. Según expertos hay mucho oro y diamantes en el mundo (aun el que está por explotar), no obstante, es dudosa la cifra de cientos de miles de toneladas métricas de oro saqueadas solo por las fuerzas niponas en el continente asiático. ¿Y por qué es dudoso? Sobre todo porque circulan cientos de "documentos" falsos que, lamentablemente, destacados escritores los utilizaron en sus obras. 

Nos ha sorprendido en el presente saber que con modernas técnicas, en instalaciones de alta tecnología, donde trabajan científicos, ingenieros, técnicos y diseñadores, se puede crear diamantes por métodos como la "Presión-Alta de Temperatura" (HPHT) y la "Deposición Química de Vapor" (CVD), el producto final posee idénticas propiedades químicas, ópticas y físicas que los diamantes extraídos de las minas. Un dato estadístico del 2017: De los 138 millones de quilates de diamante en bruto extraídos de las minas en 2017, unos 26 millones de quilates son de calidad gema para ser cortados y pulidos, el resto podrá ser reutilizado para crear diamantes en laboratorio (Un quilate equivale a 0,20 gramos, es decir, 5 quilates equivale a 1 gramo). Todavía no se ha inventando, no es posible producir oro en un laboratorio, al estilo del Rey Midas. 

Volvamos a nuestra historia. "Lila Dorada" también es conocida como "Operación Lis de oro", o el "Lirio Dorado", algunos hablan que no solo fue una operación militar para expoliar las riquezas de las naciones sojuzgadas por el Imperio Japonés, sino que también es una sociedad secreta japonesa cuya cabeza fue el mismísimo Emperador Hirohito y miembros cercanos de la familia real. Es vital resaltar que la historia del oro expoliado por los japoneses en sus aventuras guerreras desde la década de los 30 del siglo XX es real, es el manto de leyenda que arropa a esa etapa histórica la que no satisface a los expertos, incluso a la ciencia. 

"Conspiración Octopus" recibió dura crítica tras su lectura (el autor advertía hasta el cansancio que su obra es ficción basada en la realidad), el lector esperaba mucho más de la novela enunciada, dada la campaña de marketing realizada en medios de comunicación (por medio de entrevistas en radio, prensa y televisión). Pues nada, muchos dicen que debemos felicitarnos por vivir bajo el manto de la democracia y poder disfrutar de la libertad para leer lo que nos apetezca... Aparte de eso, un interesante artículo de Daniel Estulin fue publicado por la prestigiosa revista "Voces del Periodista" (Edición No. 351), del 9 de noviembre de 2016, tema central de esta nueva entrada. 


t. andino

El oro robado y el nuevo orden financiero internacional 


Daniel Estulin

Los antecedentes

A partir de 1937 el Emperador Japonés encargó a su hermano menor, el príncipe Chichibu, liderar una operación ultra-secreta con el nombre en clave de “Lila Dorada” cuya tarea era saquear la riqueza de Asia en beneficio del Japón Imperial. La gran cantidad de historia y patrimonio robada por los japoneses llega a los límites de lo más mítico, fantástico e insospechable, mucho más de lo jamás imaginado. De hecho, la cantidad de oro robado entre 1937 y 1943 supera con creces las reservas combinadas de oro de todos los bancos centrales del mundo.





Después de Stalingrado, a principios de 1943, la inercia de la guerra comenzó a volverse en contra de los invasores. La Alemania Nazi en el Oeste y Japón en el Este estaban perdiendo. Los planes para trasladar el tesoro a Japón tuvieron que cambiarse –aunque solo fuera como una medida temporal. El ejército japonés llevó el oro a las islas y tuvo que dejarlo allí, mientras se retiraban derrota tras derrota con la vana esperanza de volver al final de la guerra y recuperar el botín en secreto.





Un grupo de oficiales del ejército japonés, con la ayuda de una brigada especial de ingenieros, comenzó a enterrar el tesoro. Tardaron meses en excavar y construir complejos sistemas de túneles lo suficientemente grandes como para guardar los camiones y a veces lo bastante profundos para discurrir por debajo de la superficie del agua.

La inmensa cantidad de oro y otros tesoros se dividieron en baúles de varios tamaños antes de ser enterrados. La mayor parte de la misma, por un total de 172 baúles, fue enterrada en o alrededor de las Islas Filipinas antes del final de la Segunda Guerra Mundial. Los cartógrafos japoneses se ocuparon de hacer mapas de cada escondite y los contables de confianza del emperador marcaron los baúles con tres dígitos que distinguía el valor del oro de cada uno de ellos en yenes japoneses.






Sólo un escondite marcado con “777” de “La Lila Dorada”, cerca de Teresa, la parte más cuantiosa del tesoro, almacenaría más de 90.000 toneladas métricas de oro, lo que equivale al 75% de las reservas oficiales del mundo y un valor de $101, 272, 500, 000 en dólares americanos del año 1945 cuando el yen se cambiaba a 3,5 por cada dólar, una cantidad que empequeñece la actual deuda mundial y nos deja atónitos y boca abiertos.






Otro túnel encontrado cerca de Teresa medía 500 metros de largo y tenía oro almacenado en pilas de un metro de altura, alineadas a lo largo de todo el túnel. En total, 100.000 barras de un peso de 12,5 kgs cada una, fueron recuperadas. Este oro incluyó “oro real” que la familia Real británica había enviado a Filipinas para protegerla en caso de que Hitler conquistara toda Europa.

Sin embargo, este secreto era demasiado tentador para guardarlo de manera hermética. A finales de 1944, Estados Unidos había resquebrajado las comunicaciones cifradas secretas de los japoneses y había preparado sus propios planes para hacerse con un botín más valioso que el mismísimo Santo Grial.



Recuperación clandestina



Los agentes de la OSS Americana (precursora de la CIA) comenzaron una operación de recuperación clandestina en Filipinas entre los años de 1945 y 1948, liderada por dos agentes secretos de la OSS –un oficial filipino-americano y miembro del Opus Dei, Severino García Santa Romana y el General Edward Lansdale, uno de los principales sospechosos en el asesinato de presidente Kennedy.




El equipo de búsqueda de la CIA había tardado cuatro años en encontrar la primera cueva del tesoro, situada a más de setenta metros bajo el suelo. La Lila Dorada había enterrado el tesoro utilizando una técnica sofisticada desarrollada por los ingenieros japoneses y dejó señales de cómo encontrarlo utilizando formaciones rocosas inusuales y rocas curiosamente cortadas, así como otra mucha información topográfica para disimular fácilmente su ubicación.






Otro conocido individuo que se lanzó en búsqueda del oro fue Ferdinand Marcos, por aquel entonces un pobre charlatán con ambición sin límite. Entre 1953 y 1970, con la ayuda de los prisioneros de guerra japoneses, Marcos desenterró poco más de 600 toneladas métricas de oro… hasta que pudo hacerse con el mapa del tesoro a finales de 1971.




Encontrar el tesoro era una cosa. Quedárselo, otra muy distinta. Hay un estatuto que limita a 40 años el periodo en el que un país puede reclamar bienes robados. Para mantenerlo, Marcos tenía que encontrar la manera de ocultar el verdadero origen del tesoro. En ese momento, un caza tesoros estadounidense, cuyo nombre en clave era “Curtis” desarrolló una técnica para reconfigurar las huellas dactilares metalúrgicas de oro.





La forma original del tesoro es variada y con frecuencia se indica el origen de los países propietarios con diversas características, tales como cinco estrellas para representar Camboya y con un peso de 6,3 kilos cada uno; “Sumatra”, acuñados de cuatro estrellas y con un peso de 6,2 kilos; “Birmania”, con tres estrellas y con un peso 6 kilos. Otras marcas eran el dragón la denominación de la China, chop AAA, Suhatra-Loyd, y el más legendario de todos ellos, el lingote pictórico de oro de UBS conocido como kinebar.





A partir de marzo de 1973, a los 300 miembros especialmente elegidos del Batallón 16 de la infantería de Filipinas, se les llevó con los ojos vendados a una zona cerca del Lago Caliraya en Lumban. Se les dijo que cavaran, pero sin preguntar por y para qué. Formaban parte de un “misterioso” Grupo de Tareas de Restauración, organizado por el hombre fuerte de Ferdinand Marcos, Fabián Ver, jefe de las Fuerzas Armadas del país. El Batallón de la Guardia Presidencial de élite de Ver vigilaba a los jóvenes soldados con la atención de un halcón mientras realizaban sus operaciones de excavación durante la noche.

El trabajo fue esmeradamente lento. Cada túnel estaba lleno de trampas explosivas y de múltiples callejones sin salida, lo que hizo la excavación más difícil y costosa en tiempo. De hecho, entre 1973 y 1985, los hombres de Marcos solamente habían excavados 13 escondites de un total de 172.

El equipo de Curtis, consistente en un puñado de filipinos, fue contratado para modificar el tamaño, el peso y las huellas originales de los lingotes de oro, para disimular el origen del tesoro. Anteriormente, Curtis, el caza tesoros gringo, había recuperado y metalúrgicamente alterado más de 500 toneladas métricas de oro escondido en Indonesia. El escondite de Indonesia incluyo el oro saqueado por los nazis, así como de oro robado en China durante la Segunda Guerra Mundial.

En la noche del 27 de abril de 1973, después de casi dos meses de excavación, un destacamento del 16 º Batallón de infantería llegó finalmente a su objetivo. En torno a las 11 p.m., una de las excavadoras pesadas golpeó un tambor cilíndrico de acero que medía 1 metro de largo y medio metro de diámetro enterrado en varias bóvedas de hormigón espeso (2m x 1.5mx 1.5m) descubierto a una profundidad estimada de 15 metros.





Fue enterrado en un túnel de unos 300 metros de largo, 15 metros de ancho y 10 metros de alto – un lugar excavado para los japoneses por varios centenares de prisioneros de guerra americanos, australianos y filipinos que luego fueron asesinados y enterrados con el tesoro. El equipo de Curtis encontró esqueletos que aún vestían sus uniformes andrajosos y sus cascos.

Los soldados vieron metal pesado de color amarillo, que brillaba en medio de los focos. Los lingotes que se veían eran de 40 centímetros de largo, cinco centímetros de ancho y casi 2 centímetros de espesor. Una vez que se encontró el escondite Teresa con signos de “777″, Marcos hizo todo posible para asegurar su anonimato. Los lingotes de oro fueron recubiertos en color negro de alquitrán y asfalto endurecido para ocultar su verdadera identidad, trasportados en grandes camiones reforzados por dentro con hierro forjado y recubiertos por fuera para no llamar la atención.





 Huida

Después de varias muertes inexplicables de los colaboradores que participaron en la excavación, Curtis, temiendo por su vida, logró escapar de las maniobras de Marcos, huyendo con las fotografías de todos los 172 mapas realizados por los japoneses de Lila Dorada a Indonesia. Estas fotografías muestran el lugar en que cada parte del saqueo había sido enterrada y el valor de cada tesoro.

Debido a que Curtis poseía los mapas de Lila Dorada, así como a su anterior relación con Marcos, el cazador de tesoros fue invitado a formar parte de un equipo de recuperación de la CIA. Curtis viajó a Hong Kong, donde fue informado durante tres días por la CIA. En esas reuniones se incluyeron detalles muy sensibles de las transacciones entre Marcos y el dictador panameño, Manuel Noriega, y el intercambio de oro por drogas.





En total, entre los años 1973 y 1985, los hombres de Marcos excavaron más de 60.000 toneladas métricas de oro y otros metales preciosos. A mil dólares una onza de hoy, Marcos hubiera llevado la escalofriante cantidad de casi dos mil billones de dólares. Casi nada.

Como colofón a esta historia, cuando el Gobierno estadounidense se dio cuenta de que Marcos había extraído 60.000 toneladas métricas de oro, una carta con el membrete de la Comisión Trilateral le exigió al por entonces presidente de Filipinas que devolviera las 63,321 toneladas métricas de oro a dos mil bancos acreditados estadounidenses y europeos controlados por la Comisión Trilateral. Como moneda de cambio, a Marcos se le concedía un porcentaje pequeño del tesoro en forma de un préstamo del Banco Mundial. Marcos se negó a firmar el documento. Tres días más tarde “la revuelta popular” le desposeyó de los poderes.





No obstante, la operación Lila Dorada implicaba mucho más que los tesoros de Filipinas. Cantidades inimaginables de oro, rubíes y diamantes fueron escondidas en Indonesia y Malasia por el Ejército Imperial Japonés y en Sudamérica por los nazis

Entre 1942 y 1944, grandes cantidades de oro habían sido enviadas temporalmente a Sudamérica a través de España. Bajo la supervisión del Reichsleiter Martin Bormann, el botín estuvo guardado en Sudamérica durante varios años antes de ser repatriado a la recién creada República Federal de Alemania, después del Tratado de Paris de 1954, que acababa con el régimen de ocupación de Alemania. De hecho, “el milagro económico alemán post-guerra” se debe en gran medida al oro robado y repatriado por los nazis.





La huida de Bormann de la Alemania en llamas se hizo posible gracias a las líneas de ratas gestionadas en secreto por el Vaticano a cambio de 47,000 toneladas métricas de oro robado, una cuarta parte del suministro oficial mundial, si creyésemos las cifras oficiales. Las líneas de ratas sacaban clandestinamente a los criminales de guerra nazis y a ex miembros de las SS a América del Sur y Oriente Medio, sobre todo a Egipto, y estaban liderados por monseñor Giovanni Montini, el Subsecretario de Estado del Vaticano en los años de la guerra. Debido a ese gran negocio, el Vaticano se hizo con un nada despreciable botín que a día de hoy está valorado en más de $1, 221, 700, 000, 000.

La clave para comprender el secreto que abarca esta historia es que gran parte –probablemente la mayoría– del oro que fue saqueado por Japón y Alemania procedía de las reservas oficiales de los gobiernos asiáticos y, por tanto, la cantidad exacta robada era conocida y claramente contrastada. Así que, cuando el Vaticano, los Estados Unidos y los demás países se hicieron con el tesoro, lo hicieron en completo secreto y en contra de todas las leyes internacionales. No hubo ninguna intención de devolver el oro saqueado a sus propietarios legítimos.





Lo que es más, es asombroso que no sólo elementos delictivas como los nazis, la mafia, las tríadas chinas y la Yakuza japonesa estuvieron involucrados en transportar, ocultar, esconder y lucrarse con el robo de las reservas de oro desde el final de la Segunda Guerra Mundial, sino que las agencias de espionaje como la CIA, la ONI, la KGB y el Mossad israelí ha desempeñado un papel activo en el robo, así como más de 2.000 principales instituciones bancarias, por no hablar del Fondo secreto, El Águila Negra cuyos copropietarios son el Consejo de Relaciones Exteriores y la Comisión Trilateral, así como los principales gobiernos elegidos democráticamente, que también tomaron parte, participando activamente en esta alucinante conspiración de codicia.

Por ejemplo, 72.000 toneladas métricas de oro de Filipinas fueron enviadas a Fort Knox a bordo del portaaviones nuclear “Presidente Eisenhower”, a cambio de la concesión a Ferdinand e Imelda Marcos de un exilio en Hawái, después de haber sido desposeído del poder en una “revuelta popular” orquestada por la Comisión Trilateral desde la sombra. Otras 62.000 toneladas métricas del tesoro de la Lila Dorada se enviaron a los bancos de Inglaterra, Suiza y Alemania.





Los co-conspiradores, compartiendo el botín al 70% -30% con las naciones de acogida, han escondido el oro recuperado en cuentas secretas en las Bahamas, la India, Singapur, China, Malasia, Indonesia, Hong Kong y Palau. Otras 20.000 toneladas métricas de oro se blanquearon a través del Banco de Panamá, dividiendo los beneficios al 70% -30% con Manuel Noriega, que utilizo el oro como moneda de cambio con la droga a través de los carteles colombianos. Las drogas de Panamá se vendieron a través de Mena, Arkansas, en un momento en que el futuro presidente William Jefferson Clinton era su poco conocido gobernador.

¿De cuánto oro se trata? Las estimaciones varían, debido a la naturaleza compartimentada de la operación, pero una estimación conservadora es de unos 1,33 millones de toneladas, diez veces las cantidades oficiales de oro reconocidas por los mercados financieros. Solamente en Filipinas, unas 400,000 toneladas métricas de oro aproximadamente aún no se han excavado según los mapas descifrados de la Lila Dorada. Esta información, que le hace a uno cuestionarse su propia salud mental, puede fácilmente ser objeto de interpretaciones erróneas y despectivas por parte del público en general si no hubiera sido por unas voluminosas pruebas documentadas que no dejan lugar a dudas en cuanto a su veracidad.

Por ejemplo, solamente en una operación que involucraba el oro de Marcos, más de cuarenta y dos fondos de gestión además de 100 bancos principales comprometieron su participación para ayudar a financiar la compra de 110.000 toneladas métricas de oro. El gobierno de los EE.UU. ofreció un 20% en efectivo, el equivalente de unos $ 200 millones a través de estos bancos y fideicomisos y otro 80% en valores gubernamentales.

La CIA utilizó uno de sus hombres de paja, un tal doctor Ole Bay como principal administrador del grupo comprador, creando numerosas empresas fantasma para blanquear el oro. Estos lingotes fueron depositados de forma secreta en 176 cuentas bancarias situadas en 42 países. El oro dos veces robado se convirtió en la base del dinero de las operaciones super-secretas de la inteligencia americana en los años inmediatamente de posguerra.

Y ¿dónde está?


Una parte del oro saqueado escondido en las Filipinas estaba destinado a la creación de una red mundial anti-comunista. Otra parte importante fue destinada al Triángulo Dorado como moneda de cambio por el opio gracias a los esfuerzos de la CIA y el Nugan Hand Bank. 


Este proceso recibió un apoyo considerable del entonces Presidente Nixon que en 1971 eliminó la convertibilidad en oro del dólar norteamericano. La eliminación de la convertibilidad llevaría al dólar estadounidense a una hegemonía mundial, que de forma extraoficial se convertiría en la moneda preferida por el narcotráfico.

El oro de las Filipinas, sin embargo, es sólo uno de los mayores misterios que rodean esa historia. Baúles llenos de oro, platino, piedras preciosas y tesoros religiosos sin precio también fueron escondidos en las selvas de Indonesia. Prácticamente desconocido para la historia contemporánea es la sugerencia de que el presidente de Indonesia Achmed Sukarno, junto con un varios otros líderes del Tercer Mundo había planeado en secreto establecer un banco no-alineado en 1955, con sede en Yakarta utilizando de respaldo los miles de billones de dólares en reservas de oro recuperados de la Segunda Guerra Mundial a través del tesoro escondido en Indonesia.




El establecimiento de una entidad tan poderosa que poseía reservas de oro que harían empequeñecer las disponibilidades en Occidente hubiera enviado escalofríos de temor a los gobiernos occidentales y a la fraternidad bancaria europea y americana, que tan sólo unos años antes cerraron el acuerdo de Bretton Woods, que estableció tanto el Banco Mundial como el Fondo Monetario Internacional. Ambas instituciones siguen siendo el principal vehículo para mantener pobres a las naciones del Tercer Mundo, un hecho que beneficia al Occidente rico dedicado a mantener la estructura social que depende del consumismo.

El gobierno de los Estados Unidos logró desbaratar la iniciativa ambiciosa de Sukarno y, en 1965, fue derrocado con la ayuda de la CIA. Con Sukarno se fue la idea de un banco alternativo e independiente, leal a los intereses de las naciones no alineadas que no querían seguir siendo explotadas por la alianza Anglo-Americana.

Lo que es aún menos conocido, es que por lo menos, desde el comienzo de la década de los 60, el oro de Sukarno está escondido bajo la tutela de un grupo de 54 individuos de nacionalidad no indonesia. El tesoro se encuentra en depósitos en la selva de las montañas Irian Joya de Indonesia, una zona accesible sólo después de varios días de andadura a pie a través de una densa selva.

Encontré a uno de los fiduciarios, que en condición de anonimato me dijo que en los últimos años él ha podido revisar miles de páginas de documentos bancarios originales y declaraciones relacionadas con la fortuna personal de Sukarno. Según el documento maestro, el conjunto de activos, metales preciosos y dinero en efectivo ascendía a un total de $ 270 trillones de dólares en 1964.

Le pedí que me repitiera la cantidad. El fiduciario me dijo, “sí, son 270 trillones de dólares estadounidenses”. Para asegurarme, le pregunté que si se trataba de trece ceros más el dos y el siete por delante, contando de manera americana. Su respuesta era “así es.”

Cuando le pedí que fuera un poco más generoso con los detalles, me dijo que en estos depósitos había y sigue habiendo inestimables objetos de arte, piedras preciosas, joyas, y un gran volumen de metales preciosos. Según él, “nunca he visto nada igual en mi vida. Había pilas y pilas y filas y filas de cajas de almacenaje del banco UBS decoradas con metales preciosos que contenían los lingotes de oro de 1kg acuñados con las letras J.M. (Johnson Matthey); cada lingote con su número y certificado exclusivo con el sello de Johnson Matthey.

Sin contar los certificados bancarios indicando miles de toneladas de oro y rubíes en depósito. Aún más rozando lo inimaginable, llaves y tarjetas de los depositarios hechos en oro. Era como la mil y una noches.”

Queriendo la confirmación de esta información sensacionalista, llamé a las oficinas de UBS en Zúrich, donde un representante de UBS me dijo muy groseramente que “no debería ahondar demasiado profundamente en los asuntos que puede aportarme más conocimiento del que debe ser razonablemente cómodo tener.”

Sabía que su advertencia no había que tomarla a la ligera. Hace unos años, un hijo de uno de los síndicos comentó abiertamente la existencia de este fabuloso tesoro con un potencial inversor en Hong Kong. Poco después, le encontraron muerto en una habitación de hotel en Singapur.

Por último, si Marcos y Sukarno no controlaban el oro de la Lilia Dorada, como es evidente, la cuestión es ¿quién lo controla? Además, ¿quiénes son estos fiduciarios invisibles de nacionalidad no Indonesia? Lo que es más, ¿por qué esa fortuna fantasmagórica permanece oculta y silenciada en las selvas de Indonesia, en el Vaticano y en miles de las principales instituciones bancarias cuando haciendo uso de ella, se podría fácilmente pagar la deuda del mundo y eliminar el hambre? Sin embargo, no aguante la respiración. Demasiadas preguntas difíciles y las explicaciones aún más difíciles de justificar bloquean el camino.


Para terminar, sabiendo que la mayor parte del tesoro robado por el ejército imperial japonés estaba escondido en o alrededor de las Filipinas y a sabiendas de que el valor del tesoro del dictador Sukarno de Indonesia “solamente” ascendía a 270 trillones de dólares en 1964, ¿cuánto valdría el tesoro de Filipinas en el mercado actual?

*** 


Refutación por el editor del blog

Líneas arriba aclaramos que no queremos hacer interminable el artículo de Daniel Estulin enfocado en el "Lirio Dorado", el oro pérdido usurpado por los japoneses en la contienda mundial. Analizar el caso del difunto Martin Bormann y sus "aventuras" de posguerra amerita un análisis aparte. Si dejamos sentado que la historia de Bormann es una de las fábulas más grandes y, a la vez, facilmente revatibles con la evidencia histórica y científica.
Lo veremos en una próxima entrega.

Ir a la parte II                              Ir a la IV parte

20 agosto 2020

El oro de Yamashita, "Lis de Oro", "Lila Dorada". ¿Leyenda o verdad? (II)




Breve nota de introducción

En la entrega anterior hemos recalcado que la búsqueda del supuesto tesoro de Yamashita deberá mantenerse como leyenda, en el mejor de los casos, como una hipótesis. 
Existe mucha gente "experta" en esas teorías; y otras, por supuesto, que no conocen nada de estos "misterios" sin resolver. Es necesario -debido al interés por el tema- revisar como un hecho real se convirtió en leyenda. La página web "COL2.COM" tiene una destacada reseña sobre ello, ayuda con los antecedentes y la creación del presente "misterio", a pesar de que también es víctima (engaño) de los clásicos bulos. 

En las siguientes entregas abordaremos otras dos posiciones distintas, llenas de polémica (y algunas falsedades descubiertas), sobre todo, se analizará más cuestiones de carácter histórico que leyendas urbanas, así como las correspondientes notas explicativas sobre algunos datos falsos que han sido divulgados, ya sea por sensacionalismo o por bulos que tomaron desprevenidos a más de un serio investigador, siendo necesario señalarlo. 

Hecha la aclaración, me decanto por reproducir el siguiente artículo que viene acompañado de material fotográfico y mapas de calidad, un buen resumen de la siempre emocionante trama sobre el "Lirio Dorado", "Flor de Lis", "Lila Dorada", en japonés se identifica como "Kin No Yuri", que no solo sería una misión especial durante la guerra, sino también una supuesta organización, algunos hablan de una "sociedad secreta" japonesa originada en la misma casa imperial.... El  tema ha trascendido hasta al presente, de ahí su interés. 

t.a.


EL ORO DE YAMASHITA Y LA SOCIEDAD SECRETA DEL LIRIO DORADO

Nota del editor del blog: Si el lector se percata y recuerda el artículo anterior, la siguiente entrega presenta esta fotografía como portada. Sí, se trata de la portada de la increíble historia del tesoro de "Lila Dorada", titulado "Gold Warriors" de Sterling y Peggy Seagrave. Dado que el autor no enuncia las fuentes de consulta, tampoco es difícil intuir que la portada obedece a la fuente básica de casi toda la literatura existente sobre el tema. 


por Col2

El botín de guerra expoliado por Japón durante la Segunda Guerra Mundial, podría seguir oculto en Filipinas

Al igual que el Reich alemán hizo en Europa, durante la segunda guerra mundial, las fuerzas imperiales japonesas se dedicaron a expoliar todo el oro, metales, piedras preciosas, obras de arte y otros objetos de valor que pudieron encontrar en los territorios ocupados.

Todo este botín de guerra robado, desapareció misteriosamente en 1943, momento en el que se le pierde la pista. Una de las teorías sobre su ubicación final, se conoce como la leyenda del “oro de Yamashita”, en referencia al general japonés Tomoyuki Yamashita, “El Tigre de Malasia”, quien asumió el mando de las fuerzas de ocupación japonesas en Filipinas en 1944.

Según esta teoría, todo el material incautado en el sudeste asiático, fue llevado a Filipinas en 1944 y enterrado o escondido en galerías subterráneas construidas por el general Yamashita, tras recibir la orden de una organización secreta llamada el “Lirio Dorado”, que se dedicó a organizar y dirigir el expolio.

El “oro de Yamashita” atrae todos los años a una gran cantidad de buscadores de tesoros a Filipinas, tantos que se ha generado toda una industria paralela. Ahora bien ¿qué tiene de cierto esta legenda?

¿De cuánta cantidad de oro estamos hablando?

Si la cifra oficial de las reservas mundiales de oro a la fecha de este artículo son 190.200 toneladas métricas de oro (2019), se estima que el metal expoliado por los japoneses podría alcanzar las 280.000 toneladas.

Para comprender la cantidad de material incautado, hay que tener en cuenta que el conflicto en el Pacífico se había iniciado una década antes de la segunda guerra mundial.

Japón había invadido la Manchuria China en 1931, prosiguiendo con la ocupación en la 2ª Guerra Sino-Japonesa en 1937. El ataque a Pearl Harbor en diciembre de 1941 marcaba la fecha oficial en la que estallaba lo que se llama la Guerra del Pacífico.


Área de máxima extensión del Imperio Japonés. Todo lo que queda dentro del círculo rojo, fue expoliado sistemáticamente. Por ejemplo, en Nanking se produjo la masacre de 1937, en la que se asesinaron 300.000 civiles pero también se produjo un intensivo saqueo en el que los japoneses se llevaron todo; oro, comida, materias primas, vaciaron todas las tiendas y todo lo que tuviese valor en viviendas particulares.

Para 1943, el imperio japonés había ocupado todo el norte de China hasta la frontera con la Unión Soviética y Mongolia, toda la costa este china, Corea, Taiwan, todo el sureste asiático hasta la frontera con India, incluyendo la Indochina francesa, Tailandia, Birmania, todas las islas que hay debajo hasta Australia, Filipinas, Malasia y las Indias Orientales Neerlandesas, Nueva Guinea, junto a otras islas estratégicas al este de Japón.

Para sufragar el esfuerzo de guerra, toda esta vasta extensión territorial fue expoliada sistemáticamente por las fuerzas imperiales bajo la dirección de una organización secreta llamada “Kin no yuri – El Lirio Dorado”, creada por órdenes del emperador Hirohito, quien nombró a su hermano pequeño, el príncipe Yasuhito Chichibu, como director de operaciones.


A la izquierda, el príncipe Yasuhito Chichibu, hermano pequeño del emperador Hirohito, supuesto fundador de la organización secreta “Kin no yuri – El Lirio Dorado” por encargo de su hermano. A la derecha, el príncipe Tsuneyoshi Takeda, primo de Hirohito, sería el director ejecutivo de la organización. Durante la segunda guerra mundial, Takeda visitó personalmente casi todos los países que fueron expoliados; China, Hong Kong, Vietnam, Laos, Camboya, Birmania, Malasia, Singapur, Sumatra, Java, Borneo y Filipinas.

En lo referente al botín de guerra extraído del sudeste asiático, se sabe que la mayor concentración se produjo en el puerto de Singapur en 1943 pero en este año se le pierde la pista.


La leyenda del oro de Yamashita

Una de las teorías es que todo el botín de guerra del sudeste asiático fue transportado por vía marítima para ser ocultado en Filipinas, ya que en 1943, el imperio nipón no barajaba la posibilidad de que estas islas fueran recuperadas por el bando aliado.

El 10 de octubre de 1944, el general Tomoyuki Yamashita asumió el mando de las fuerzas de ocupación japonesas en Filipinas, con un total de 262.000 efectivos.


El general Tomoyuki Yamashita llega a Filipinas en 1944 para tomar el mando de las fuerzas de ocupación japonesas.

Yamashita tomó posiciones defensivas con la mayor parte de este ejército, 152.000 soldados, en Luzón, una zona muy montañosa en el norte de las islas. Diez días después, el 20 de octubre, el general MacArthur desembarcaba junto al 6º ejército estadounidense, en Palo, Leyte, en la costa este, en la zona central de las islas. Los desembarcos en Luzón comenzaron el 15 de diciembre.

Según la leyenda del oro, el Lirio Dorado ordenaría al general Yamashita esconder el botín de guerra en las montañas de Luzón ya que a finales de 1944 había dejado de ser seguro intentar transportarlo por vía marítima hasta Japón a causa de los ataques enemigos.

El general MacArthur desembarcaba junto al 6º ejército estadounidense, en Palo, Leyte, el 20 de octubre de 1944, a las 13:30. Minutos después anunciaría en su discurso de regreso; “People of the Philippines, I’m back! – Pueblo de Filipinas, he vuelto!”.

Al parecer Yamashita cumplió la orden, excavando una red de túneles y fosos empleando prisioneros de guerra, en los cuales ocultó el oro.

Los días 6 y 9 de agosto de 1945, se lanzaron las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki, provocando que el emperador Hirohito anunciase por radio la rendición de Japón y llamase al alto el fuego de todo el ejército imperial el 15 de agosto.

Sin embargo, el fin de la guerra del Pacífico no fue tan simple. No todas las tropas japonesas quisieron o pudieron rendirse.


El general Tomoyuki Yamashita observando la situación del frente, desde las montañas de Luzón.

Uno de los que tardaron en entregar las armas fue el General Yamashita en Luzón. Junto a los efectivos que quedaban, unos 50.000, se apostó en los túneles que había creado en las montañas de Kiangan, empleando tácticas de guerrilla para ralentizar el control total del norte de Filipinas por parte del 6º ejército estadounidense.

Se ha especulado que durante este tiempo, Yamashita estuvo finalizando las operaciones de ocultación del botín de guerra expoliado en un total de 175 túneles, protegidos con todo tipo de trampas, tanto explosivas, como de gas o sistemas de inundación.

Cuando concluyó las tareas, ordenó eliminar a todos los testigos, volar las entradas de los túneles y emergió de las montañas el 2 de septiembre para entregarse, justo el mismo día que el ministro de exteriores Mamoru Shigemitsu firmaba la rendición oficial de Japón a bordo del acorazado USS Missouri.


El general Tomoyuki Yamashita emerge de la montaña el 2 de septiembre de 1944 para entregarse, en un punto del mapa que se supone estaría alejado de los túneles donde escondió el botín de guerra. Cuando corrió la noticia de su rendición, la población filipina intentó lincharlo.

Yamashita fue juzgado y sentenciado el 7 de diciembre de 1945 como responsable último de los crímenes de guerra y atrocidades cometidas durante la campaña de Filipinas. El 23 de febrero de 1946 fue ahorcado en una prisión al sur de Manila.

El oro nunca llegó ha aparecer aunque ha sido objeto de alguna constante búsqueda por parte de cazadores de tesoros desde prácticamente la conclusión de la segunda guerra mundial.

La historia del oro de Yamashita tiene unas cuantas pegas.
Toda esta historia tiene numerosas pegas que le restan credibilidad. Para empezar, no hay pruebas de la existencia del "Lirio Dorado", ni que el botín de guerra expoliado en el sudeste asiático llegase nunca a Filipinas.

Desde un punto de vista puramente logístico, no tendría sentido trasladar oro que estuviese ubicado en Asia continental hasta las Filipinas, dado que en 1943 y 1944, el mar del sur de China registraba ya demasiada actividad enemiga como para arriesgar que un buque cargado de metales preciosos hasta la bandera, fuese hundido.


Mapa del trayecto que habría seguido el botín de guerra robado por los japoneses hasta Filipinas. La gran pega es que en 1943 y 1944, esas rutas marítimas ya no eran seguras para los barcos nipones.

La ruta más resguardada para llevarlo a Japón, hubiera sido por la costa este de China, ya fuese por tierra o mar, protegiéndose en puertos ocupados como Macao, Hong Kong, Shanghai, hasta llegar a Corea o Taiwán.

La red de túneles, aunque no se han encontrado, es posible que exista ya que los japoneses emplearon esta estrategia para defender otras islas como Iwo Jima. Hubo testigos que vieron como los nipones subían a la montaña con prisioneros y como requisaban material de construcción en los pueblos cercanos.

Otra de las grandes pegas es que en más de medio siglo de intensa búsqueda, no se ha logrado encontrar más que una ínfima parte del supuesto tesoro, insuficiente como para probar que el grueso del botín de guerra esté realmente en Filipinas.

El Buda de Oro de Rogelio Roxas
El único oro que se ha logrado recuperar, de forma "confirmada", fue encontrado por el buscador de tesoros filipino Rogelio Roxas, en un rocambolesco episodio demasiado bueno como para no ser parte de una película.

En 1961, Rogelio Roxas trabajaba en una cerrajería en la ciudad de Baguio, al oeste de Luzón. Según relató, un turista japonés que pasaba por delante de la tienda, se empezó a encontrar mal, Roxas salió a ver qué pasaba y lo llevó al hospital de Baguio.

Aquel hombre resultó ser el hijo de un soldado japonés que había estado desplegado en Filipinas. En agradecimiento a Roxas, le dibujó un mapa para encontrar el oro o parte del tesoro de Yamashita.


A la derecha, Rogelio Roxas fotografiado con el buda de oro que acababa de recuperar en 1971. A la izquierda, el matrimonio de Ferdinand e lImelda Marcos, cuya riqueza se basaba en apropiarse del hallazgo de Roxas (NdelE. Ninguna de las dos afirmaciones han sido comprobadas)

Buscando ayuda para interpretar el mapa, se entrevistó con un segundo individuo, que decía haber sido el intérprete de Yamashita durante la ocupación de Filipinas. Este hombre le indicó la ubicación de un sótano en terrenos del hospital general de Baguio, donde el ejército nipón había almacenado un buda de oro y lingotes de metales preciosos.

En enero de 1971, Roxas, tras haber formado un grupo de búsqueda y trabajar siete meses excavando, logró localizar un túnel, donde dijo haber encontrado el esqueleto de un soldado imperial nipón uniformado, katanas, bayonetas y radios.

En una sala anexa que estaba sellada, encontró un buda de oro de un metro de altura, hueco, relleno con diamantes sin cortar y numerosas cajas rellenas de lingotes de oro. Tras el descubrimiento, Roxas se llevó el buda y una de las cajas con 24 lingotes, sellando de nuevo el sótano por seguridad (NdelE. Otras versiones afirman que solo se llevó el Buda, que actuó solo y que el túnel se derrumbó).

Mientras buscaba compradores para el buda, tras haber vendido siete lingotes de oro, llamó demasiado la atención. La policía secreta del dictador Ferdinand Marcos se presentó en su casa, incautó el buda y los lingotes restantes, arrestaron a Roxas, lo encarcelaron y torturaron durante un año para que revelase la localización de la sala.


Un buda de oro y lingotes (NdelE. fotografías solo como ilustración) como los que habrían expoliado en masa el ejército imperial japonés. Intentar colocar una pieza semajante en el mercado, como intentó Roxas, llamaría mucho la atención.

Roxas no habló pero un miembro de su equipo, Olimpio Magbanua, al que torturaron arrancándole los dientes con unos alicates, confesó y se cree que los secuaces de Marcos lograrían recuperar 10.000 lingotes durante el siguiente año.

Hoy en día se diría que a esta historia le faltan aliens pero algo tiene de cierto ya que después de que Roxas muriera en 1993 – en extrañas circunstancias – sus herederos montaron una sociedad para demandar al matrimonio de Ferdinand e Imelda Marcos por el robo del buda.

Cuando la dictadura filipina terminó, la pareja se trasladó a Hawai. En 1996, un tribunal de Honolulu aceptó la demanda a trámite y condenó a Imelda Marcos (Ferdinand había muerto en 1989) a pagar una indemnización de 22 billones de dólares por el robo del buda y los lingotes.

El Tribunal Superior de Hawai ratificó en la sentencia que había pruebas fehacientes de la existencia del buda y los lingotes pero no se investigó si tenía relación con el llamado “oro de Yamashita”.

NOTA DEL EDITOR: Respecto a estos dos últimos párrafos, nos encontramos con una notable desinformación, un bulo, como suele decirse. Probablemente el autor de estas líneas las habrá tomado de la obra de referencia que aparece como portada de su artículo. Veamos las explicaciones.
- No solo los herederos de Roxas entablaron demandas contra los Marcos. Fue la República de Filipinas a través de tribunales anticorrupción, la Comisión Presidencial del Buen Gobierno, fiscales y otras unidades judiciales, así como asociaciones de víctimas, las que reclamaron la inmensa fortuna de los Marcos obtenida por un programa sistemático de robo y desvio de fondos públicos creando diferentes empresas fantasma y cuentas en el exterior. Se calcula en 10.000.000.000 de dólares el monto del monumental atraco.
- Es falso que un tribunal de Honolulu - Hawai (jurisdicción de los Estados Unidos de América) condenara a Imelda Marcos (su marido había fallecido en 1989) a pagar una indemnización de "22 billones de dólares" por el robo del buda y los lingotes y también es falso que el Tribunal Superior de Hawai ratificara esa sentencia ya "que había pruebas fehacientes de la existencia del buda y los lingotes pero no se investigó si tenía relación con el llamado oro de Yamashita”, tal como reza en el artículo, esa "información" es FALSA.
- He aquí la explicación
El Tribunal de Distrito de los Estados Unidos en Hawai, en febrero de 1995, falló a favor  de 9.539 víctimas de la "Ley Marcial", una demanda colectiva en la que se pedía a los Marcos una indemnización por daños o reparaciones por violaciones a los derechos humanos. El tribunal ordenó que debía pagarse $ 1.960 millones a los demandantes. La Corte de Apelaciones del Noveno Circuito de EE. UU, en 1996, respaldó la decisión de la corte de Hawai.
Sin embargo, en casa, el fallo de Hawai no se cumplió. En 1998, un tribunal de primera instancia de Makati desestimó inicialmente el fallo por no haber pagado los peticionarios la tasa de presentación correcta. La Corte Suprema en 2005 anuló el fallo y reinstaló el caso. El tribunal de Makati desestimó el caso por segunda vez en 2013, señalando que el tribunal de Hawai  "no tenía jurisdicción sobre el reclamo".
Los demandantes plantearon su caso al Tribunal de Apelaciones (CA), pero también perdieron allí en julio de 2017 cuando el CA confirmó la decisión del tribunal de Makati. El CA estima que el fallo de la corte de Hawai "no es vinculante" para Filipinas y que no cumple con los estándares filipinos de un juicio válido. El CA reiteró su fallo  en enero de 2018 (Las víctimas de la Ley Marcial siguen buscando la aplicación del fallo de Hawai a través de la Corte Suprema reclamando los casi dos mil millones en indemnizaciones).
- ¿Qué tiene de importante estos datos? De forma contundente se desenmascara parte de la leyenda del "oro de Yamashita", la historia de Roxas y otros. El fallo del Tribunal de Distrito de los Estados Unidos en Hawai NO trata de indemnizaciones a los Roxas, ni tiene nada que ver con el supuesto "oro de Lila Dorada", no se trató del "robo de buda", ni de ningún lingote de oro. El caso judicial se planteó contra la LEY MARCIAL dictada por Ferdinand Marcos, los demandantes fueron las víctimas de violaciones a los derechos humanos (y esto es de dominio público por lo que no haré más aclaraciones, solo advertir que hasta estas fechas se siguen los procesos contra Imelda Marcos, la última decisión fue del actual presidente filipino Rodrigo Duterte para que el gobierno subaste 704 millones de dólares en joyas de la ex primera dama).


No obstante, la propia Imelda Marcos se jactaba, en 1992, que el grueso de la fortuna de su marido Ferdinand procedía del oro escondido por Yamashita. No quedó claro si se refería al buda y los lingotes que supuestamente robaron a Roxas o a otra parte del botín de guerra.

Teorías de la Conspiración

El oro de Yamashita no está exento de unas cuantas teorías de la conspiración. La que más sentido puede tener, apunta a que tras la rendición incondicional, Japón y Estados Unidos negociasen repartirse el botín de guerra expoliado.

Según el libro “Gold Warriors" (Guerreros del oro) de Sterling y Peggy Seagrave, dos de los grandes defensores de la existencia del tesoro filipino, los estadounidenses encontraron el oro después de que un capitán de inteligencia de la OSS -Office of Strategic Services-, Edward Lansdale, aplicase el tercer grado al chofer personal de Yamashita, el mayor (comandante) Kojima Kashii.


El general Tomoyuki Yamashita es recibido por su personal al arribar a Filipinas en 1944.

Este les condujo hasta 12 localizaciones al norte de Manila, repletas de metales y piedras preciosas. Cuando el presidente Harry Truman fue informado, ordenó mantener el hallazgo en secreto.

Al finalizar la segunda guerra mundial, empezó la guerra fría. El principal enemigo de los aliados pasaba a ser la URRS. En China comenzó la revolución comunista (1946-1948), se produjo la división de Corea (1948), la guerra de Indochina (1946-1954) y el efecto dominó del comunismo por el sudeste asiático.

Ocultando el oro expoliado, se evitaba financiar a todos estos países que hubieran tenido derecho a reparaciones de guerra con cargo al botín robado. Japón fue condenado a pagar indemnizaciones a los países que invadió según el tratado de paz firmado en 1951 pero el futuro secretario de estado de Eisenhower, John Foster Dulles, introdujo una cláusula que dejaba al país nipón exentó de indemnizar a las víctimas por crímenes de guerra, al encontrarse “en quiebra”.


Imágenes de la "Batalla de Manila" (3 febrero – 3 marzo 1945). La ciudad quedó devastada y los japoneses mataron a 100.000 civiles.

Una oscura teoría apunta a que la OSS, precursora de la CIA y la misma CIA, financiaron sus operaciones durante la guerra fría, usando parte del oro recuperado en Filipinas, blanqueado a través de varios trusts internacionales como el “Black Eagle Trust”, el “M-Fund” o el “Yotsuya fund”.

El “Black Eagle Trust” se crearía con el oro de Yamashita y el oro incautado al III Reich, de quien tomaría el nombre “Black Eagle”, ya que los lingotes alemanes estaban estampados con el símbolo del águila negra nazi.

Tal vez el reparto del oro con los estadounidenses, fuese el motivo por el cual la casa real japonesa no fuese juzgada por crímenes de guerra y se permitiera a Hirohito seguir en el trono. El propio gobierno japonés al rendirse barajaba una regencia.


Una calle de Manila al finalizar la batalla por la ciudad.

Hubo muchos mandos militares que también se libraron incomprensiblemente de ser juzgados por las atrocidades que habían cometido. Por ejemplo, el Teniente General Shirō Ishii, el Menguele japonés responsable de la Unidad 731 o Nobusuke Kishi, que llegó a ser primer ministro de Japón en la década de 1950. Otros, aun siendo condenados, no recibieron penas capitales.

El botín de guerra oculto puede ser la explicación de la recuperación económica y reconstrucción tan rápida de Japón tras la guerra. En la década de 1960 parecía como si el país nunca hubiese participado en la SGM y en la década de 1970 era una potencia exportadora mundial basada en tecnología punta. En 1976, realizaba el último pago por indemnizaciones de guerra.


Hiroshima en 1958. Hacía 8 años, este mismo sitio estaba completamente escombrado. ¿Tuvo algo que ver el botín de guerra oculto en la recuperación tan rápida de  Japón tras la guerra?

Otra teoría conspiratoria, es que el tesoro de Yamashita, donde quiera que esté, nunca va a aflorar, al menos de golpe, porque la inflación que causaría sobre el precio del oro, arruinaría a muchos inversores, entre los que hay intereses muy poderosos. Estaríamos hablando de una cantidad que casi duplica las reservas mundiales conocidas.

Según esta teoría, que no está nada desencaminada, las caídas del precio del oro son movimientos controlados que se realizan sacando al mercado mucho metal precioso de golpe, lo que puede provocar un caos financiero.

LA X MARCA EL LUGAR
Junto a teorías de la conspiración, el oro de Yamashita está acompañado de un folclore bastante inusual en el mundo de los caza-tesoros.

Una regla entre los buscadores, que incluso el propio Indiana Jones enseñaba en sus clases, es que nunca hay una “X” marcando el lugar donde hay un tesoro enterrado.


Supuestos códigos empleados por el General Yamashita para marcar la ubicación de tesoros ocultos, túneles y trampas. Como está muestra, se puede descargar un libro de 49 páginas en la web de la Asociación de Cazadores de Tesoros de Filipinas, eatc.com.

En el caso del oro de Yamashita es todo lo contrario. Los caza-tesoros que acuden a Filipinas, creen que la entrada a los túneles secretos y al oro enterrado, está señalizado con unos marcadores grabados sobre las piedras de las montañas de Luzón.

Estos marcadores siguen varios códigos secretos: el de la organización del Lirio Dorado, el del ejército imperial o el del general Yamashita.

En la web de la Asociación de Cazadores de Tesoros de Filipinas, eatc.com, se pueden descargar PDF con los códigos, que afirman ser copias de documentos originales japoneses. 

Folclore Filipino
En Filipinas, las leyendas sobre fabulosos tesoros enterrados y piedras marcadas con señales, son parte del folclore tradicional.

- Al principio de la era colonial española (1521-1898), se buscaba el tesoro perdido de Limahong, un pirata chino del siglo XVI, del que se contaba que había enterrado sus riquezas robadas en Pangasinan.

- Después se buscaba el tesoro y las reliquias robadas por Francisco Dagohoy durante la rebelión Dagohoy (1744-1828).

- Luego, los depósitos de dólares de plata que se perdieron durante la guerra filipino-estadounidense (1899-1902).

- Tras la SGM, fue el oro de Yamashita. Si preguntas a cualquier filipino, siempre vas a encontrar a alguien que conoce a alguien, o tiene un primo que sabe dónde hay una “X” marcando la situación de algún tesoro enterrado.

La búsqueda del oro de Yamashita trae tal cantidad de caza-tesoros, que se ha generado una industria paralela para darles servicio. El gobierno vende licencias para buscar tesoros, en las tiendas se venden detectores de metales, todo tipo de material de excavación, se ofrece mano de obra, maquinaría, guías, incluso especialistas en desactivar bombas, buceadores profesionales…


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