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14 septiembre 2020

El oro de Yamashita, "Lis de Oro", "Lila Dorada". ¿Leyenda o verdad? (IV)



Introducción del editor del blog

En la entrega anterior comentamos los "negocios entre el difunto Bormann y J.D. Perón", todo un milagro en el sentido literal, tomando en cuenta que en esos años Bormann ya tenía algunos añitos de haber partido al más allá. En fin, no había necesidad de bombardear con más análisis.

Debo permitirme asegurar al lector que no es mi intención cuestionar su credulidad ante lo que lee, intentó aportar para aclarar los hechos buscando fuentes fiables y comprobables. En este caso, es preocupante la carencia de fuentes e incluso la nada fiabilidad de ellas (de encontrarlas), por algo será que esta historia sigue manteniéndose en el campo de la leyenda. 

Esto nos lleva a ser cautos con los datos y juicios críticos sobre la veracidad de lo que leemos y compartimos. Incluso, los datos históricos basados solo en evidencia oral inevitablemente terminará en un debate, puesto que la veracidad de ciertas declaraciones deben estar acompañadas de respuestas consistentes y comparables.

Sigue rebasando al sentido común la nada creíble cantidad de oro que pudo haber pasado inadvertido o desconocido durante largo tiempo. El hecho es que eso sería una bofetada en la cara de las potencias coloniales europeas que dominaron por largo tiempo el sudeste asiático. ¿Puede creerse que los ingleses que ganaron la guerra del opio en China, que conquistaron Hong Kong, así como otras potencias como Francia, los Países Bajos, incluso los Estados Unidos, que también dominaron parte del sudeste asiático, hayan sido tan "incompetentes", disponiendo de regímenes casi esclavistas, de no haber sido capaces de hallar indicios de que esas colonias ocultaban centenas de miles de toneladas de oro, joyas, metales preciosos...?. La respuesta es NO, no cabe esa posibilidad ni remotamente.

En la entrega anterior, Daniel Estulin comete el error de "creer" en sus fuentes, mejor dicho, no las señala. Es evidente que el material gráfico que acompañó a su artículo en "Voces del Periodista" son copias -y de mala calidad- de algún libro. No es nada difícil saber cuál es el libro, pero no lo señalaré (tampoco es el único, hay decenas de libros en que se copian y reproducen las mismas fotografías y "documentos" ilegibles). No soy nadie para ganarme alguna demanda por "difamación" de investigadores "infames" (infame como broma, ya que no tienen nada de fama) que venden sensacionalismo literario (no me refiero a Daniel Estulin, de quien sigo y seguiré apreciando su trabajo, él intentó incursionar con este tema con el género de novela, aclarando que se trata de eso, una novela... basada en unos puntos de historia). 

Citando a un historiador estadounidense, "ciertamente, siempre sería un error pedir evidencia escrita, especialmente porque los documentos falsificados son tan frecuentes hoy como las declaraciones falsificadas" (István Deák); por ejemplo, conocemos por disputas históricas recientes cuán provocativo fue el investigador británico David Irving al ofrecer pagar una considerable recompensa a quien pueda presentar evidencia escrita de Hitler ordenando el exterminio de los judíos... 

Al fin y al cabo, nada impide escribir o leer lo que nos place, esos son los beneficios de vivir en una democracia. Sin embargo, demostrar honestidad es una alta cualidad moral. Muchos autores deberían señalar, aclarar, precisar, indicar, etc., que su trabajo literario pertenece al género de la novela fantástica, fruto de su libre y legal imaginación; o, al género de la ciencia ficción. Está por demás señalar que algunos autores y, lógico, la inmensa mayoría de lectores se toman muy en serio esas fantásticas narraciones. 



Captura de pantalla de la serie "El oro perdido de Yamashita", de History Channel.

En lo particular, hay un género literario que me gusta mucho: La historia alternativa, que solemos utilizarla, en ocasiones en este blog, para plantear ciertas hipótesis sobre hechos históricos auténticos. La historia alternativa, dejando aclarado que lo es, ha servido a muchos auténticos historiadores para plantear y resolver algunas hipótesis sobre escenarios históricos poco claros.

Sobre los "documentos" presentados en la tercera parte de esta serie de artículos, quedó en evidencia que casi todos eran ilegibles, algunos no guardan relación con el tema. Tenemos "cartas" y "certificados" cercenados, sin fecha, como presuntos y únicos "documentos" que intentan describir una extraña relación entre quién sabe qué;  y, lógico, no se identifica su origen. No se puede aceptar sin más un "documento" o presunto documento basado en rumores divulgados por nada serios literatos, que evitan presentar sus "fuentes" (generalmente inexistentes); o, en otros casos, remitiéndonos a fuentes poco confiables (de contar con esa esfuerzo de referencia). 

Este tipo de temas, en el mejor de los casos, pueden ser considerados como una hipótesis si los autores se molestaran en indicar las fuentes de sus transcripciones para que puedan ser consultadas más holgadamente. Esos relatos ganarían un poco de persuasión y quién sabe, conseguirían que sus libros sean más interesantes y exitosos.

Como decía István Deák: "En resumen, no importa si uno es un historiador profesional o un periodista exitoso; ambos están obligados a decir cuándo y en qué circunstancias hablaron con los sujetos de su curiosidad y si queda alguna evidencia de estas conversaciones" (en nuestro caso sobre sus consultas historiográficas). En la mayoría de casos, simplemente, se ha vendido al mundo una gigantesca patraña, siendo una más de las tantas leyendas o creaciones de mitos que surguen periódicamente. 

Algunas de esas cuestiones las hemos tratado en la primera entrega de esta serie de artículos. En las siguientes líneas veremos un nuevo enfoque de mayor carácter histórico, más serio y sin sensacionalismo. No obstante, su autor, Denis Boneau, periodista francés, al carecer (como todos) de fuentes historiográficas válidas, recurre (como todos lo hemos hecho) como una de sus consultas al sensacionalista libro "Gold Warriors", sobre todo cuando hace mención al ex dictador filipino Ferdinand Marcos relacionándose con el oro japonés saqueado durante la segunda guerra mundial y recuperado tanto por estadounidenses como filipinos y la relación de los Marcos con las autoridades de los Estados Unidos.

Lo interesante del trabajo de Boneau es que aporta nueva información creíble y verificable sobre ciertos personajes japoneses que quedaron impunes tras el conflicto y la presencia de grupos mafiosos y sociedades secretas.

Buena lectura

T. Andino


EL TESORO DE LOS CRIMINALES NIPONES 
Operación Lis de Oro

Fotografía de carácter ilustrativo. (Oro de una tienda en Peshawar - Pakistán)

por Denis Boneau

A partir de los años 30, mientras que el ejército imperial japonés saquea el sudeste asiático, el emperador Hirohito lanza la «Operación Lis de Oro» cuyo objetivo es recuperar y esconder su botín de guerra. Al final de la Segunda Guerra Mundial, los servicios del general MacArthur (EEUU) se apoderan del tesoro y crean diversos fondos destinados a financiar la lucha contra el comunismo. «El oro de Yamashita», considerado durante mucho tiempo una simple leyenda, permite entender cómo logró el Partido Demócrata Liberal japonés, a pesar de la tremenda corrupción de sus elites, conservar durante medio siglo el control exclusivo de la «democracia» nipona. Sobre los criminales de guerra japoneses hay vínculos con la mafia, el poder político y el apoyo estadounidense para sus fechorias bajo el pretexto de luchar contra el comunismo. 


El general estadounidense Douglas MacArthur y el emperador Hirohito. Septiembre de 1945

En 1895, la reina Min es quemada viva por un grupo de asesinos de la Sociedad del Océano Negro, grupo ultranacionalista dirigido por el legendario Mitsuru Toyama. La operación, destinada a desestabilizar el gobierno coreano, constituye uno de los componentes de la estrategia de conquista de los servicios secretos japoneses trazada en colaboración con los yakusas de Toyama.

El asesinato de la reina da lugar al «incidente» que justificará la invasión progresiva de Corea. En 1905, el país se convierte en un protectorado del Japón. Las sociedades ultranacionalistas comienzan las operaciones de saqueo mientras que jefes del hampa ocupan puestos claves. Con la ayuda del gobierno imperial, Ryohei Uchida, jefe de la Sociedad del Dragón Negro y brazo derecho de Toyama, organiza milicias encargadas de extorsionar a las familias coreanas ricas.

En 1910, Corea está totalmente anexada. El jefe militar, el general Yamagata, encarga a Terauchi el desarrollo de las actividades de la policía secreta, inicialmente creada por el Dragón Negro. Los kempeitai organizan metódicamente el saqueo del territorio en colaboración con las milicias de Toyama y Uchida


Oficialmente, Japón pretende proteger el sudeste asiático de los colonos occidentales mediante la fundación de una «esfera de prosperidad conjunta».

En realidad, la dinastía imperial japonesa supervisa un saqueo sistemático del país, robando el oro y las obras de arte (la valiosa porcelana celadón), destruyendo el patrimonio cultural (templos budistas) con la evidente intención de borrar la identidad coreana.

Un sistema similar se establece en Manchuria, bajo el mando de Nobusuke Kishi y las sociedades yakusas. El territorio anexado permite a Japón controlar el acceso marítimo a los puertos comerciales del norte de China. El gobierno fantoche se encuentra bajo el dominio de los tairiki ronin -oficiales, jefes guerreros, traficantes de droga... Yakusas emprendedores forman verdaderos ejércitos privados para saquear, en nombre del Emperador, o se alían a los padrinos chinos de la Banda Verde para controlar las redes de distribución del opio y sus derivados.



Ryoichi Sasakawa y Yoshio Kodama dos compadres criminales antes, durante y después de la Segunda Guerra Mundial. Abajo: los mismos personajes, elegantes caballeros de posguerra.

Ryoichi Sasakawa (1) y Yoshio Kodama (2) amasarán así fortunas colosales que permitirán, al final de la guerra, financiar la creación del todopoderoso Partido Demócrata Liberal (PDL). A la cabeza de esos grupos de delincuentes con métodos expeditivos, Nobusuke Kishi y su clan, que incluía al general Hideki Tojo (jefe de la policía secreta y futuro primer ministro del gobierno de guerra), Hoshino Naoki (jefe del monopolio del opio), Matsuoka Yosuke (presidente de la corporación Mantsetsu) y Aikawa Gisuke (dirigente de Nissan), planifican las operaciones de saqueo con la complicidad del emperador.

Fundan la Compañía de Industria Pesadas Manchúes, organización que coordina el desarrollo de la industria y centraliza el botín que el ejército y los yakusas arrancan a la población local por distintos medios (exigencia de rescate, extorsión, robo de bancos...).

Los saqueos bajo el control de los príncipes del Imperio japonés:«La Operación Lis de Oro»

La fiebre de conquista irrita a los dirigentes occidentales, que temen que Japón se inmiscuya en sus propias colonias y concesiones. En 1936, en pleno saqueo de Corea, los estrategas japoneses vacilan entre dos opciones. Una de las tácticas consiste en tomar el control de Siberia, territorio rico en recursos naturales, para crear una zona de seguridad frente la Unión Soviética, principal rival de la región.

Esta estrategia «anticomunista» tendría el mérito de satisfacer a una parte de las elites occidentales. Con ese objetivo, Yoshida, embajador en Londres, trata de establecer una alianza con los británicos, recurriendo a la ayuda del grupo Cliveden. En Estados Unidos, varios ultraconservadores, como el ex-presidente Herbert Hoover o el aviador nazi Charles Lindberg y oficiales cercanos al general MacArthur, son favorables a un entendimiento con la dinastía imperial.



Nota del editor: Yasuhito (1902 - 1953), también conocido como Príncipe Chichibu, segundo hijo del Emperador Taishō, hermano menor del Emperador Hirohito y general del Ejército Imperial Japonés en 1945. Antes y después de la segunda guerra mundial, el príncipe y su esposa trataron de fomentar las buenas relaciones entre Japón y el Reino Unido, tenían buena relación con la Familia Real Británica.​ Sin embargo, luego de conocer a Hitler en 1937 se convenció que el futuro de Japón estaba vinculado a la Alemania nazi, sobre ello discutió con el Emperador, unirse a una alianza militar con Alemania contra Gran Bretaña y los Estados Unidos. Al igual que otros príncipes imperiales japoneses de su generación, fue un oficial de carrera en servicio activo en el Ejército Imperial Japonés. Como todos los miembros de la familia imperial, fue exonerado por Douglas MacArthur de los procesos penales ante el tribunal de Tokio.​  Es en el libro (tantas veces mencionado en estos reportajes) "Gold Warriors", sobre el oro de Yamashita, donde sus autores Peggy y Sterling Seagrave postulan que el Príncipe Chichibu dirigió de 1937 a 1945 la "Operación Lirio de Oro" (Kin no yuri, en japonés), afirmando que los miembros de la Casa Imperial estaban personalmente involucrados en el robo de tesoros de países invadidos por Japón durante la segunda guerra mundial. Esas alegaciones quedan en entredicho en las memorias de la Princesa Chichibu (Setsuko), según la cual el príncipe se retiró del servicio activo tras haber sido diagnosticado con tuberculosis pulmonar en junio de 1940, pasó la mayor parte de la segunda guerra mundial convaleciente en su villa de Gotemba, en la prefectura de Shizuoka, en el pie oriental del monte Fuji, nunca se recuperó de su enfermedad la que provocó su fallecimiento a inicios de 1953. Su ascenso a general de división tuvo lugar en marzo de 1945 (Resumen Wiki).


El príncipe Chichibu, hermano de Hirohito, viaja a Londres en 1936 para preparar una posible alianza anglo-japonesa. La perspectiva de un frente anticomunista habría seducido probablemente a los diplomáticos británicos pero el avance de las tropas japoneses en Asia amenaza las colonias de las potencias europeas. Rápidamente, Chichibu se ve privado de todo medio de negociación.

En China, el ejército está totalmente fuera de control. En 1937, varios oficiales orquestan en China el incidente Marco Polo, que desemboca en la invasión del país por las tropas japonesas con el apoyo extraoficial del emperador. El príncipe Chichibu renuncia a la idea, ya obsoleta, de una alianza anglo-japonesa y vuela a Nuremberg donde se reúne con el canciller Adolf Hitler (3).

En momentos en que el presidente Franklin D. Roosevelt declara que desea poner fin a la «fiebre» de conquista de Japón, el ejército invasor se prepara para cometer una masacre sin precedentes por órdenes de un príncipe imperial. En efecto, el príncipe Konoe, primer ministro «moderado», pone al príncipe Asaka a la cabeza del ejército de Nankin.

Este último ordena a sus tropas no dejar ningún prisionero en la ciudad. Durante días, los soldados ejecutarán sus órdenes al pie de la letra. Decenas de miles de chinos son asesinados en condiciones espantosas ante la mirada de numerosos occidentales. Los soldados «utilizan» a los hombres como maniquíes para practicar el uso de la bayoneta y los oficiales para ejercitarse en la decapitación.

Mujeres y niñas son víctimas de violaciones colectivas ante los ojos de sus familias. Mientras tanto, los príncipes Chichibu y Takeda se ocupan de que el fruto del saqueo vaya a manos de la dinastía imperial. Expertos analizan los documentos bancarios mientras que la policía secreta tortura a todo sospechoso de poseer información sobre el oro y las riquezas de Nankin (4).




El príncipe Tsuneyoshi Takeda (1909 - 1992), fue el segundo y último heredero de la rama colateral Takeda-no-miya de la familia imperial japonesa, era primo hermano del emperador Shōwa, es decir, Hirohito. El príncipe Takeda tuvo responsabilidades ejecutivas sobre la Unidad 731 en su papel de director financiero del Ejército de Kwantung. dicha unidad llevó a cabo investigaciones sobre armas biológicas en seres humanos. Se le relaciona con las exposiciones de los experimentos de Shirō Ishii, Takeda habría observado pruebas de gas venenoso en treinta prisioneros cerca de Anda. En la posguerra fue presidente del Comité Olímpico Japonés en 1962, figura importante en la organización de los Juegos Olímpicos de Verano de 1964 en Tokio y los Juegos Olímpicos de Invierno de 1972 en Sapporo. También fue miembro del Comité Olímpico Internacional. de 1967 a 1981. Falleció el 12 de mayo de 1992. En el libro de Peggy y Sterling Seagrave, "Warriors Gold", se sostiene que entre 1940 y 1945 el príncipe Takeda supervisó el saqueo de oro y otros artículos preciosos en China, Hong Kong, Vietnam, Laos, Camboya, Birmania, Malasia, Singapur, Sumatra, Java, Borneo y Filipinas, supervisando la construcción de las bóvedad donde se ocultarían los tesoros del "Lirio Dorado". (Resumen Wiki) 

Para garantizar que el ejército no dilapide inútilmente el producto del saqueo, Hirohito crea el Lis de Oro, una organización que reúne expertos en extorsión (contadores, profesionales de las finanzas...), jefes de yakusas y poderosos industriales bajo el mando de los príncipes imperiales, únicas personas que gozan de la confianza del emperador. El príncipe Chichibu supervisa todo el dispositivo (5)

En 1941, el régimen de Philippe Petain autoriza Japón a ocupar el norte de Indochina. El príncipe Konoe, favorable a una «paz negociada» pero incapaz de convencer a Hirohito, presenta su renuncia. Decidido a declarar la guerra, el emperador nombra en su lugar al general Tojo, uno de los hombres del clan Kishi que organizó el saqueo sistemático de Manchuria.

El ataque «sorpresivo» (6) de Pearl Harbor es la señal que desencadena la ofensiva nipona en el sudeste asiático. Japón invade Tailandia, Sumatra, Birmania y se apodera de Guam y Hong Kong. Expulsa además al general MacArthur de su feudo en Filipinas. Los nuevos territorios anexados son saqueados sistemáticamente por los kempetai. El príncipe Chichibu establece el cuartel general del "Lis de Oro" en Singapur adonde se envía la totalidad del botín para ser inventariado por especialistas.

En Filipinas, los bancos occidentales son el principal objetivo de los expertos del Lis de Oro que se apoderan del tesoro filipino en beneficio del Yokohama Specie Bank, cuyo principal accionista es Hirohito en persona, y del Banco de Taiwán, otro banco estatal. Una parte del oro sirve para financiar la guerra. Bancos suizos, portugueses, argentinos y chilenos se encargan del lavado.

Las riquezas que roban los kempetai y los agentes del Lis de Oro convergen en Singapur, de donde parten hacia Manila para ser enviadas finalmente a Japón.



Foto de carácter ilustrativo

Del Lis de Oro al fondo del Aguila Negra

Después de la batalla de Midway, la correlación de fuerzas militares en el sudeste asiático se invierte a favor de Estados Unidos. Japón pierde el control de las vías marítimas. Hirohito y los príncipes imperiales comienzan a pensar en la perspectiva de una derrota del Imperio.

A partir de entonces, la operación Lis de Oro dirigida por Chichibu, que oficialmente se somete a un tratamiento contra la tuberculosis al pie del monte Fuji, consiste en salvar el botín de guerra empantanado en Manila. Chichibu había utilizado primero los barcos-hospitales para transportar el oro, que se depositaba posteriormente en subterráneos construidos en las montañas japonesas.

En 1943, esa solución no es ya aplicable al estar Estados Unidos en condiciones de establecer un bloqueo marítimo eficaz. Las riquezas empiezan a amontonarse en los muelles de Manila. El príncipe Chichibu crea entonces un grupo de ingenieros especializados en la construcción de redes de subterráneos y comienza a esconder el botín en escondites bajo tierra. En Manila, utiliza los subterráneos de Intramuros, vieja ciudad española, que ofrecen gran capacidad de almacenaje.

Una galería que permite el traslado discreto de las mercancías enlaza directamente los muelles e Intramuros. Chichibu selecciona sitios históricos, iglesias, universidades, toda una serie de lugares donde el riesgo de bombardeo es mínimo.

Al norte de Manila, el príncipe Takeda utiliza las cuevas y supervisa la construcción de redes de túneles. Especialistas instalan grandes cantidades de trampas ingeniosas y terriblemente eficaces: bombas, cápsulas de cianuro, trampas de agua y de arena... Otro príncipe, Takahito Asaka, hijo del autor de la carnicería de Nankin, y el general Yamashita, héroe de Singapur enviado a Filipinas para hacer frente al inminente ataque estadounidense, participan en operaciones de entierro. Ingenieros y esclavos son sistemáticamente enterrados vivos.

Cuando MacArthur comienza la reconquista de Filipinas, los príncipes tratan de esconder rápidamente lo que no han podido enterrar todavía. Barcos cargados de oro son hundidos con sus tripulantes a bordo. Después de la derrota de Japón, que cierra la ocupación con la matanza de civiles de Manila, los príncipes huyen en submarinos.

Desde 1945, los servicios secretos estadounidenses conocen la existencia del Lis de Oro. Un agente, John Ballinger, disfrazado de pescador pudo observar la descarga de cajas llenas de oro trasladadas en un barco-hospital. MacArthur arresta a su rival Yamashita y confía a uno de sus propios agentes la misión de interrogar al mayor Kojima, chofer del general japonés.

Severino García Santa Romana obtendrá numerosas informaciones sobre los itinerarios de Yamashita y logrará localizar así cierto número de escondites. «Santy» se convierte entonces en el guardián del «tesoro de Yamashita». Permanece al principio bajo las órdenes de MacArthur hasta que el enigmático Edward Landsale (7), ex-agente de la OSS recientemente incorporado a los servicios G-2 del general Willoughby (8), toma el mando de las operaciones.

Después de someter el asunto al presidente Truman, se decide que el botín recuperado será utilizado para alimentar un fondo de lucha contra el comunismo bautizado Aguila Negra. El proyecto, concebido por un consejero de Roosevelt, consiste en utilizar el oro robado por Alemania, Italia y Japón en el financiamiento de gobiernos pro-estadounidenses y, por consiguiente, de manipular con dinero las elecciones en el seno de varias «democracias» amenazadas por el «peligro rojo».

Con la ayuda de Robert Anderson, un especialista en el lavado de dinero, el oro que había recuperado Santy es dispersado en 170 cuentas bancarias abiertas en 42 países. La red bancaria de la CIA permite así esconder de nuevo las riquezas robadas del sudeste asiático y mantener los precios del oro en un nivel conveniente para los intereses económicos de Estados Unidos (9).

El tesoro regresa a Japón

El botín confiscado por las autoridades estadounidenses alimenta al principio tres fondos secretos diferentes. El fondo Yotsuya financia las actividades más inconfesables del brazo derecho de MacArthur, el jefe del G-2 Charles Willoughby, admirador del general Franco y de los métodos de las policías fascistas. El segundo fondo, bautizado con el nombre de Joseph Keenan, fiscal del juicio de Tokio, equivalente japonés del proceso de Nuremberg, tiene una función muy precisa: comprar testigos para exonerar a los miembros de la dinastía imperial, convertidos en aliados de MacArthur en la lucha contra el comunismo.




El proceso de Tokio es una verdadera farsa que se termina con
el ahorcamiento de un puñado de chivos expiatorios. El príncipe Asaka, autor de las masacres de Nankin, ni siquiera es convocado mientras que el general Matsui, acusado de un crimen en el que no tuvo participación, es enviado a la horca.

Yamashita, el gran rival del general MacArthur, corre la misma suerte, condenado por la matanza de civiles de Manila. El general Tojo es designado como principal culpable y obligado a asumir la responsabilidad por la guerra, en lugar del emperador Hirohito.


El General Yamashita, en Filipinas y el General Tojo en Tokio, son de los más conocidos militares japoneses sentenciados a muerte en los procesos por crímenes de guerra.

El fondo más estratégico es, sin duda, el M-Fund destinado al financiamiento de la lucha para impedir que los comunistas o los socialdemócratas logren hacerse del poder en Japón. Después de la guerra, un efímero gobierno socialista se ve rápidamente desacreditado, gracias al financiamiento de M-Fund, por el favorito de Estados Unidos, Shigeru Yoshida. Este fondo es utilizado también para financiar una historia oficial de la derrota japonesa.

Es así que Yoshio Kodama publica sus memorias I was defeated (Yo fui vencido). El libro, financiado por la CIA mediante el M-Fund, sirve para exonerar a los futuros hombres fuertes japoneses, ultranacionalistas aupados por el general MacArthur, como Ryoichi Sasakawa y Nobusuke Kishi.

En 1951, tiene lugar la firma del tratado de paz. El artículo 14 estipula que Japón no dispone de los recursos necesarios para indemnizar a sus víctimas. La existencia del Lis de Oro, convertido en Aguila Negra, debe permanecer en secreto.

Después de 1952, un consejo dirigido por miembros de la CIA y de los servicios secretos japoneses se hace cargo del M-Fund. El fondo permite la elección de Nobusuke Kishi, jefe del saqueo de Manchuria y ex-ministro del gobierno de guerra de Tojo. Al gobierno de Eisenhower le cae bien el criminal de guerra, extremadamente anticomunista.



Nobusuke Kishi, estuvo involucrado en la preparación del ataque a Pearl Harbor y fue co-firmante de la Declaración de Guerra a los Estados Unidos, el 8 de diciembre de 1941. Primero como Ministro de Comercio e Industria y luego como Jefe del Ministerio de Municiones, supervisó el empleo obligatorio de cientos de miles de chinos y coreanos como mano de obra esclava y fue responsable de la producción militar. En 1944, Kishi ya no estaba a favor de continuar la guerra. Como Kishi había declarado abiertamente que la guerra estaba perdida, fue procesado por la policía secreta. Cuando las fuerzas aliadas ocuparon Japón en agosto de 1945, Kishi fue arrestado y encarcelado como criminal de guerra "Clase A" (resumen Wiki).


El M-Fund financió a varios primeros ministros, como Kakuei Tanaka, Noboru Takeshita, Yasuhiro Nakasone y Miyazawa Kichii. Tanaka, a quien Nixon habría prometido la administración exclusiva del M-Fund, recurrió muy frecuentemente a este para financiar elecciones y maniobras sucias.

Una parte del Lis de Oro se invirtió así en Japón y fue dilapidada por aquellos que decidían quién sería el futuro primer ministro desde el seno del Partido demócrata liberal, que monopolizó el poder durante 50 años.

El clan Marcos, nuevo guardián del Lis de Oro

En Filipinas, numerosos escondites escaparon al control de Santy y los servicios de MacArthur. Marcos, el turbulento protegido de Washington, gana las elecciones en 1965 (supuestamente) gracias al «oro de Yamashita». Desde los años 60, Ferdinand e Imelda Marcos tratan de ponerse en contacto con Santy, el legendario guardián del Lis de Oro. A sabiendas de que Santy posee numerosas cuentas, piensan que algunas de ellas han sido probablemente olvidadas por la CIA y quieren obtener su control. Cuando fallece Santy, en 1974, Marcos se convierte extraoficialmente en el nuevo guardián del Lis de Oro y colabora así con equipos estadounidenses y japoneses.

Para localizar los escondites, el dictador se vale de Ben Valmores, campesino filipino que fue sirviente del príncipe Takeda. Marcos logra acumular así importantes cantidades de oro pero las operaciones de búsqueda resultan muy complicadas. Lo más fácil es aliarse con japoneses que conozcan el emplazamiento de los escondites. Marcos recurre a Ryoichi Sasakawa, criminal de guerra y adorador de Mussolini, quien formó parte, después de la derrota japonesa, del restringido círculo de nuevos amos de Japón. Sasakawa es el socio ideal.

Extrae discretamente el oro depositado en la isla de Lubang y probablemente realiza el lavado de las riquezas mediante su Asociación de Ayuda Mutua filipino-japonesa. Al principio, Washington, que apoya las actividades anticomunistas de Marcos y Sasakawa, se hace de la vista gorda (10).

Pero, Marcos pretende volar con sus propias alas y recluta dos socios, un vidente que dice haber localizado gracias a sus dones los restos del navío Nachi y un especialista en metalurgia. Robert Curtis será el encargado de «santificar el oro», o sea de encontrar un medio de adecuar el botín para poder utilizarlo en el mercado mundial sin llamar la atención.

Para financiar sus instalaciones, Curtis recurre a la John Birch Society, grupo de extrema derecha especializado en operaciones anticomunistas, que cuenta entre sus miembros al coronel Lawrence Bunker. Este último, en su calidad de ex-colaborador de MacArthur, está al corriente de la existencia del Lis de Oro.



Robert Curtis es presentado a Ferdinand Marcos en 1975


Cuando el presidente Reagan planea el regreso al patrón oro, le pide a Marcos que comparta una parte de sus reservas. La avaricia del dictador será su desgracia. Por orden de Paul Wolfowitz (a la sazón subsecretario de Estado), Ferdinand e Imelda Marcos son secuestrados por los servicios secretos estadounidenses y enviados al exilio en Hawai (11). Las reservas de Marcos habrían sido enviadas a Estados Unidos.


Paul Wolfowitz


Muchos siguen codiciando aún el botín del Lis de Oro, fruto de más de 50 años de saqueo sistemático del sudeste asiático por Japón. Según Sterling y Peggy Seagrave, desde marzo de 2001 la administración Bush (con Paul Wolfowitz como secretario de Defensa) envió comandos a Filipinas a recuperar parte de las reservas de Marcos y supervisar nuevas excavaciones. El control de lo que queda del «oro de Yamashita» es todavía un objetivo demasiado importante como para que los interesados acepten que la existencia del Lis de Oro sea plenamente revelada.

El acceso a los archivos sobre el fondo Aguila Negra se encuentra bajo el más estricto control de la CIA. Las víctimas de los crímenes del ejército imperial y sus herederos que, de manera enteramente legítima, se atreven a pedir indemnizaciones son, aún hoy, objeto de burlas. Oficialmente, «el oro de Yamashita» es una leyenda.


(1) «Sasakawa, un criminal de guerra respetado», par Denis Boneau, Voltaire, 21 de enero de 2005. 
(2) Kodama recibió la misión de tomar el control del tráfico de droga en China. Para ello, establece una alianza con la Banda Verde y se convierte poco a poco en su principal proveedor de opio. Establece en Sanghai el Kodama kikan, verdadera máquina de transformar los estupefacientes en oro y transporta mercancías del Lis de oro. «Yoshio Kodama, el yakusa de la CIA», por Denis Boneau, Voltaire, 22 de enero de 2005.
(3) Sterling y Peggy Seagrave, La dynastie du Yamoto, Histoire secrète de la dynastie impériale, Éditions Michalon, 1999, Francia.
(4) En Nankin se obtienen así varios millones de toneladas de oro. Los kempeitai se apoderan sistemáticamente del oro y las joyas así como del mobiliario y espejos de la gente mientras que los expertos del Lis de oro localizan a los dirigentes de bancos.
(5) Sterling y Peggy Seagrave, Opération Lys d’or, Le scandaleux secret de la guerre du Pacifique ou comment les États-Unis ont utilisé le trésor de guerre japonais pour financer la Guerre froide Operación Lis de Oro, El escándalo secreto de la guerra del Pacífico o cómo los EEUU han utilizado el tesoro de guerra japonés para financiar la Guerra Fría), Éditions Michalon, 2002. Título original: Gold warriors.
(6) Documentos recientemente desclasificados han demostrado que Estados Unidos había anticipado el ataque y se había preparado con un año de antelación. Cf «Remember Pearl Harbor!» texto en francés, por Paul Labarique, Voltaire, 17 de marzo de 2004.
(7) El general Edward Landsale fue considerado como la referencia del ejército de Estados Unidos en materia de guerra psicológica.
(8) El G-2 del general Willoughby es el equivalente en Asia de lo que fue el X-2 de James Jesus Angleton en Europa. Ambas unidades de contraespionaje fueron utilizadas para reclutar y reciclar agentes enemigos que constituirían la red stay-behind de lucha contra le comunismo. Cf. «Stay behind: Las redes estadounidenses de desestabilización y de injerencia» por Thierry Meyssan, Voltaire, 20 de julio de 2001.
(9) Recordemos que los acuerdos de Bretton Woods, firmados al término de la Segunda Guerra Mundial, son el basamento de una reorganización de la economía mundial fundada en la convertibilidad entre el dólar y el oro.
(10) «La Liga Anticomunista Mundial, internacional del crimen» por Thierry Meyssan, Voltaire, 20 de enero de 2005.
(11) Gaston Sigur, Paul Wolfowitz y Richard Armitage dirigen la operación durante la cual los esposos Marcos son sacados a la fuerza de Filipinas.

09 septiembre 2020

Cuando el mundo contuvo el aliento: ¿Y si Japón golpeaba en el norte? (III)



Por Paul Hynes
Título original en inglés:
When The World Held Its Breath:
Japan Strikes North

¿Y si Japón se hubiera unido a Barbarroja en el verano de 1941? 

Es una pregunta que interesa a muchos e incluso desconcierta a algunos desde antes del final de la Segunda Guerra Mundial. 

"Debería hacerse saber claramente a Rusia que debe su victoria sobre Alemania a Japón, ya que nos mantuvimos neutrales" Kantaro Suzuki, el primer ministro japonés, 14 de mayo de 1945.

Esta fue una creencia que posiblemente surgió de la desesperación por parte de los japoneses, se expresó luego de la capitulación de lo que quedaba del Tercer Reich la semana anterior, donde las esperanzas japonesas ahora residen en la voluntad de la Unión Soviética de mediar en una paz entre Japón y sus numerosos enemigos. Al final, estos intentos no llegaron a nada y cuando los soviéticos se unieron a la guerra contra Japón en agosto, quizás algunos dentro del liderazgo japonés se preguntaron si habían tomado la decisión correcta por salvar a los soviéticos en el verano de 1941 ...


Norte vs Sur: julio de 1941

En retrospectiva, las razones de por qué los japoneses decidieron invadir el sudeste asiático a fines de 1941 en lugar del Lejano Oriente soviético parecen bastante evidentes. Japón ya estaba empantanado en una guerra de cuatro años contra lo que quedaba de la República de China y los comunistas chinos y enfrentó crecientes restricciones económicas de los Estados Unidos, el Reino Unido y los Países Bajos. 

No obstante, el ejército japonés de Kwantung, responsable de la ocupación de Manchuria (actual noreste de China, entonces el estado títere japonés de Manchukuo) reaccionó a la Operación Barbarroja con sus propios planes para una invasión de la Unión Soviética. Tenían un aliado clave en el ministro de Relaciones Exteriores japonés, Yosuke Matsuoka, quien en abril había firmado un Pacto de No Agresión entre Japón y los soviéticos, pero ahora defendía con fervor la participación de Japón en la "Cruzada Contra el Bolchevimo".


El plan japonés para la invasión de la Unión Soviética, inocuamente titulado "Maniobras especiales", habría sido eclipsada por la ofensiva del Eje hacia el oeste, pero, sin embargo habría sido la empresa más grande en la larga historia militar de Japón. El plan requería que siete ejércitos japoneses atacaran a los soviéticos a lo largo de un amplio frente que se extendía desde el mar de Japón hasta el exterior de Mongolia con una ofensiva de múltiples frentes que vería a los japoneses capturar gran parte de la Unión Soviética del Lejano Oriente al sur del río Amur entre ciudades de Chita y Komsomolsk-on-Amur con una expansión potencial planificada incluso más al norte y el oeste se planificaría posteriormente. Una operación separada también haría que los japoneses capturaran la mitad de la isla de Sakhalin controlada por los soviéticos.



Popaganda del Eje. El Pacto de Acero entre las fuerzas imperiales de Alemania, Italia y Japón


Las ganancias potenciales habrían proporcionado poco para los problemas económicos de Japón, el Lejano Oriente soviético tenía muchos recursos, pero faltaba la capacidad de explotarlos y transportarlos a Japón, y había poco petróleo o caucho en ese momento. El pobre desempeño del Ejército de Kwantung contra los soviéticos en los frecuentes enfrentamientos fronterizos a finales de los años treinta, que culminaron con su humillante derrota en la Batalla de Khalkin Gol en 1939, arrojó dudas sobre la capacidad del plan para tener éxito en cualquier caso.

Golpear al Sur, por otro lado, ofreció el premio de un vasto imperio de recursos fácilmente explotables que fueron defendidos por tropas coloniales mal preparadas y, a menudo, de segunda categoría dejadas allí por naciones enfocadas en la guerra en Europa. La ocupación japonesa de la Indochina francesa a mediados de julio se encontró con un embargo occidental aún más estricto. 

Si bien el comunismo era universalmente despreciado entre el establishment japonés e incluso podría haber admitido que la Unión Soviética representaba la mayor amenaza a largo plazo para Japón, había un claro consenso de que dirigirse al sur era la única opción real para aquellos que no deseaban retroceder ante las demandas aliadas de retirarse de China. 

En esencia, la Opción del Norte fue considerada demasiado absurda incluso por los tipos que consideraron declarar la guerra a los Estados Unidos (un país que tenía una base industrial diez veces mayor que la suya) como un objetivo de política exterior razonable. 

Con esa apreciación en mente, veamos cómo pudo haber resultado.

La invasión japonesa de la Unión Soviética, septiembre de 1941



El Ejército de Kwantung habría tenido la ventaja numérica en tal escenario, con alrededor de 700.000 hombres enfrentándose a los 550.000 hombres del Ejército Rojo en el Frente del Lejano Oriente y el Distrito Militar Trans Baikal, mientras que la Flota del Pacífico de la Armada Roja habría sido poco rival para la Armada Imperial Japonesa asegurando el control japonés del mar.

El panorama general era mucho más lúgubre.

El Ejército Rojo habría disfrutado de una gran ventaja en aviones, artillería y tanques. Además, el Ejército Rojo probablemente habría sabido que venían los japoneses, habiendo seguido históricamente las "Maniobras Especiales" del Ejército de Kwantung con alarma. Si una fuerza japonesa tan grande hubiera comenzado a reunirse alrededor, entonces los soviéticos probablemente habrían comenzado a prepararse.
Se podría argumentar que este fue también el caso de la acumulación alemana antes de Barbarroja solo para que los soviéticos fueran tomados por sorpresa independientemente, pero parece que Stalin había aprendido la lección. El historiador John Erickson señala que después de Barbarroja se ordenó a las fuerzas soviéticas en el Lejano Oriente que estuvieran en alerta ante cualquier signo de un inminente ataque japonés.


Propaganda japonesa durante la segunda guerra mundial


Para septiembre de 1941, siempre que las fuerzas pudieran reunirse a tiempo, los japoneses habrían lanzado su invasión contra un enemigo numéricamente inferior pero mucho mejor equipado y, mientras que el Sakhalin soviético probablemente habría caído con bastante rapidez, la ofensiva en el continente casi de inmediato se habría atascado. en medio de la defensa y el poder aéreo soviético. Es poco probable que los soviéticos hubieran podido rechazar a los japoneses por completo, ya que la capacidad japonesa de cortar el suministro del Ferrocarril Transiberiano habría sido tenue, pero los japoneses se habrían enfrentado a sus propias limitaciones al avanzar con una fuerza tan grande en un terreno accidentado. con pocas carreteras. Después de varios días de intensa batalla entre los dos ejércitos, el polvo se habría asentado y se habría producido un punto muerto. Los japoneses, incapaces de avanzar, a la vez los soviéticos, incapaces de desalojarlos de sus magros logros. El "Frente del Lejano Oriente" habría descendido rápidamente a una lenta guerra de desgaste, y los japoneses no podían permitirse el lujo de quedarse sin tiempo.



Habiendo invadido la Unión Soviética, los japoneses también habrían encontrado un enemigo en el Reino Unido, con Churchill probablemente declarando la guerra a Japón o al menos haciendo todo lo que no fuera la guerra para dañar su esfuerzo de guerra, con los holandeses y los Estados Unidos siguiendo el ejemplo. En ese tiempo, Japón pudo evitar temporalmente su escasez de recursos con sus conquistas, pero empantanados a través de la frontera soviética habrían capturado poco para compensar sus pérdidas. En su artículo Oil Logistics In The Pacific War, el teniente coronel Patrick H. Donovan señala que para septiembre de 1941, "las reservas japonesas habían caído a 50 millones de barriles, y su armada estaba quemando 2.900 barriles de petróleo cada hora".

Los soviéticos no habrían tenido que expulsar a los japoneses del Lejano Oriente, el embargo aliado lo habría hecho por ellos antes de finales de 1942. 

El impacto que la invasión japonesa habría tenido en sus aliados alemanes sin duda habría sido beneficioso, los soviéticos tenían fuerzas suficientes para contener la invasión japonesa en el Lejano Oriente, pero estas fueron fuerzas que a partir de septiembre a menudo se transfirieron a la Rusia europea. Lo más valioso es que varias divisiones soviéticas basadas en el Lejano Oriente posteriormente se transferirían y eventualmente tomarían parte en la defensa de Moscú y la posterior contraofensiva soviética, pero su impacto a menudo se exagera. De las aproximadamente 70 divisiones de todos los tipos que participaron en la contraofensiva soviética, solo 11 eran originarias del Lejano Oriente; a modo de comparación, históricamente los soviéticos utilizaron 12 divisiones para lanzar una contraofensiva en Crimea. A pesar del sacrificio japonés, los alemanes probablemente hubieran sido rechazados

Conclusión: una apuesta sin apuestas 

El hecho de que una invasión japonesa de la Unión Soviética solo pueda verse realmente como un beneficio potencial desde la perspectiva de los alemanes es bastante revelador en lo que respecta a la falla general en este escenario del "qué pasaría si...". 

Los japoneses tenían sus propios objetivos, por irracionales que fueran, que les habrían impedido ver una invasión de la Unión Soviética como una prioridad, con su experiencia pasada en la lucha contra el Ejército Rojo y la urgencia de la situación de sus recursos haciendo de este evento uniforme, un escenario menos probable.


 
Propaganda japonesa durante la segunda guerra mundial.

El ataque japonés a Pearl Harbor y su posterior invasión del sudeste asiático puede haber sido una apuesta desesperada, pero al menos fue una de potenciales recompensas, invadir la Unión Soviética solo hubiera sido un callejón sin salida. 


Pero, ¿podrían los alemanes haber encontrado socios más dispuestos en otros lugares? (Nota del editor: De hecho sí, en la Europa del Este, tal como lo explica Hynes aquí).

Paul Hynes

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