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19 noviembre 2020

Incógnitas de la guerra del Yom Kippur, 1973

 


por Tito Andino U.


Casi medio siglo en que Egipto y Siria apoyados por otras naciones árabes y del otro lado del mundo emprendieron la ofensiva más exitosas de todas las guerras árabe - israelíes. Un masivo y sorprendente ataque acabó acabó con las fortificaciones israelíes en el Canal de Suez y los Altos del Golán - zonas pérdidas por esos estados en la guerra de 1967 -. Pero, ¿qué contuvo el arrasador ataque inicial?. ¿Podríamos afirmar que la acción sirio-egipcia era "limitada" y que solo buscaba la retirada de las fuerzas enemigas de los territorios ocupados en 1967?, o, ¿la contraofensiva israelí fue tal que desarticuló a los consumidos ejércitos rivales?

Varias hipótesis se han barajado desde el punto de vista militar, no analizaremos cuestiones de estrategia por ser hechos históricos profundamente estudiados. Intentaremos resolver un "misterio" que algunos israelíes estuvieron dispuestos a revelar después de muchos años. La pregunta del millón sigue siendo esta: ¿Fue la amenaza a la represalia nuclear de parte del gobierno de Israel contra sirios y egipcios y no su poderosa contraofensiva la que viró el destino de un ataque inicial que arrasó con la hasta entonces invencible armada israelí?


En el primer mapa (izq) los colores nos permiten comprender los territorios que estaban en poder de Israel, Egipto y Siria antes y después de la guerra del Yom Kippur. El mapa de la derecha describe la total ocupación israelí tras la guerra del Yom Kippur (nótese que Israel se retiró de Suez y el Canal pero controlando un enclave vital más al sur). Israel no abandonará el Sinaí hasta los Acuerdos de Camp David en 1978

Partamos del hecho de que no existió un plan general sirio-egipcio para destruir a Israel. 


Objetivos

Egipto y Siria intentan (y lo consiguen en los primeros días de ofensiva) hacer retroceder a las fuerzas israelíes del Golán y el Canal de Suez, la Operación Badr - nombre clave de la operación militar egipcia para cruzar el Canal de Suez y tomar la Línea Bar-Lev de fortificaciones israelíes el 6 de octubre 1973, a la vez que Siria lanza un ataque en los Altos del Golán - Lo que daría lugar a la denominada Guerra del Yom Kippur.

La ofensiva:

Los blindados sirios penetran en los Altos del Golán ocupados desde las llanuras al este del Golán y desde el macizo del Monte Hermón. A la vez, cientos de tanques y miles de soldados cruzan el Canal de Suez bajo fuego enemigo. Egipto utiliza misiles antitanque soviéticos Sagger y sus unidades antiaéreas dan buen uso de los sistemas de misiles soviéticos, ese armamento consigue parar en seco los contraataques israelíes.

 

Arriba:Tropas egipcias cruzan el Canal de Suez. Egipto recibió grandes dotaciones del Sistema de misiles antiaéreos tierra - aire soviéticos (SAM, por sus siglas en inglés) y los aprovechó con exito los primeros días de la guerra del Yom Kippur. Diferentes modelos de misiles fueron desplegados en el frente, en especial el SA-2 y SA-3 


La coalición árabe contando con moderno armamento soviético (no necesariamente superior al material de guerra usado por Israel gracias a sus aliados occidentales), esperaba que tras su ofensiva lograría que las grandes potencias consigan un alto al fuego y negocien sobre los hechos consumados. ¿Era posible eso; o, estabamos ante una estrategia mal planteada?. ¿Tiene que ver en el conflicto la crisis del petróleo, cuando los árabes imponen un embargo de venta a los Estados Unidos u otro país que brinde ayuda a Israel?  

La sorpresa

Egipto y Siria detienen la ofensiva. Las poderosas divisiones blindadas israelíes y las reservas se ponen en marcha, contraatacan, toman la iniciativa, vuelven a cruzar el Canal y rodean a los egipcios; a la vez, las fuerzas de Israel  avanzan sobre las ciudades sirias camino a Damasco; sin embargo no logra apoderarse de Suez ni llegarán a Damasco, por qué?. La URSS amenaza con intervenir mientras Estados Unidos / OTAN reabastecen y reponen el armamento perdido de Israel. Sin lugar a dudas, el arsenal de la coalición árabe se ha consumido en la batalla y ya no está en capacidad de llevar la iniciativa, mucho menos sostener una guerra condenada al fracaso sin el factor sorpresa inicial.

Consecuencia:

 

Mapa de las ofensivas sirio-egipcias (rojo) y contraataque israelí (azul), guerra del Yom Kippur, octubre 1973 


Las pretensiones árabes no van más allá de obtener unas limitadas ganancias, hasta suele hablarse de "restaurar un grado de orgullo árabe y utilizar la guerra como palanca para negociar la devolución de la tierra ocupada por Israel". Un exceso de optimismo teniendo en cuenta la idiosincracia israelí. Una defectuosa estrategia que no calcula que Estados Unidos y la OTAN no se permitirían quedar en ridículo ante los soviéticos. Estabamos en plena "Guerra Fría" y lo que se jugaba, además, de los territorios ocupados por Israel, era demostrar quién era el más fuerte en tecnología militar. La coalición árabe no tomó en cuenta que Israel es el arsenal de los Estados Unidos / OTAN en el Medio Oriente.

Aparentemente el optimismo sirio-egipcio habría contenido el ímpetu de sus fuerzas armadas que, a la postre, permitiría ceder la iniciativa a un poderoso enemigo que aun no había hecho uso de sus inagotables reservas y recursos bélicos, tanto cuantitativa como cualitativamente, lo que vino a suceder apenas un par de días después que la victoria árabe parecía un hecho. La iniciativa militar pasó a Israel quien demostraría su superioridad aérea y terrestre al desplegar las fuerzas blindadas y aéreas estacionadas fuera de los objetivos árabes.

 

Fuerzas israelíes movilizándose por el desierto. Nótese la destrucción en el borde de la carretera.

Los costos humanos y materiales son altos, los más altos de las guerras de Israel, alrededor de 2.800​ muertos y más de 8.000 heridos. Un impresionante número de tanques destruidos, dañados o capturados​, 1063 (mayoritariamente tanques M40 y M60 de fabricación estadounidense), a lo que debemos sumar la pérdida de otros 407 vehículos blindados; y, la cifra de aviones que pierde Israel sigue siendo confusa, según varias fuentes van desde más de 100 hasta sobrepasar los 380 aviones de combate destruidos (es dudoso que Israel hay perdido tantos aviones, la cifra de 105 suele ser aceptada por la mayoría de fuentes), que significaría alrededor del 20% de la poderosa fuerza aérea israelí. De ello se desprende que el material de guerra soviético cumplió su tarea hasta ser consumido sin posibilidad de ser repuesto. Por el lado árabe las bajas son mayores: más de 18.000​ muertos, más de 30.000 heridos, miles de prisioneros. En material bélico, entre 2250-2300 tanques destruidos; 341​-514​ aviones de combate destruidos; 19 buques de guerra hundidos (cifras tomadas de la Wikipedia, entrada Guerra del Yom Kipur)​.

Tras años de largas negociaciones, Egipto recupera el Sinaí, Siria no obtiene nada en el disputado Golán (mucho menos los palestinos a quienes dicen los sirios defender sus derechos).


Fotografías de las pérdidas en material bélico de todas las partes en el conflicto, se puede apreciar la destrucción tanto de tanques estadounidenses como soviéticos

¿MISILES NUCLEARES como arma disuasiva?

 



Un interesante film de ficción del 2002, "The Sum of All Fears" (la suma de todos los miedos) inicia con la guerra del Yom Kippur en 1973, un avión israelí f-4 phamtom cargado con una bomba nuclear táctica es derribado y el arma permanece desaparecida por muchos años cuando es hallada y vendida a un traficante de armas. la película despertó mayor interés sobre la hipótesis de la estrategia nuclear israelí como último recurso de defensa ante una presunta e inevitable caída.

No es secreto que Israel poseía la bomba atómica ya desde antes de la guerra del Yom Kippur y la Guerra de los Seis Días. ¿Podría el mundo haber estado al borde de una conflagración nuclear?, tomando en cuenta que tanto la OTAN como la URSS se habían involucrado en el conflicto y su prestigio como potencias armamentísticas y proveedores de material bélico a las partes estaba también en juego, es decir, querían ostentar quién posee el mejor material de guerra y sobre todo la capacidad logística de reponer los recursos ya utilizados. 

Bien, un artículo publicado el pasado mes de octubre, "Two Deep Mysteries of the 1973 Arab-Israeli War" (Dos profundos misterios de la guerra árabe-israelí de 1973) escrito por Eric Margolis (The Unz Review) se enfoca en dos hechos "misteriosos" que habrían decidido el destino final de esa contienda.

La primera, el espia israelí Ashraf Marwan -yerno de Gamal Nasser!- alertó a Israel sobre la inminente ofensiva, que con arrogancia la desechó. "¿Era Marwan realmente un espía del Mossad o un agente doble, como Egipto afirmó más tarde, desinformando a Israel en el momento de la ofensiva árabe? Más tarde, Marwan murió al caer o fue empujado desde un apartamento de Londres". (Sobre Marwan hay suficiente información en la red, igual se ha debatido mucho sobre los fallos de la inteligencia israelí al ser sorprendidos sin capacidad de reacción inmediata).

El segundo misterio de la guerra se refiere a la lucha en el Golán. Los blindados sirios y las divisiones mecanizadas han llegado a la cima de los Altos del Golán desde donde observan Galilea y gran parte del norte de Israel, cuesta abajo los caminos están libres hasta el río Jordán. ¿Impidió el objetivo "limitado" que Siria ingrese a Galilea?. El cuartel general sirio ordena detener la ofensiva.¿Por qué los sirios detuvieron su avance cuando la victoria estaba a su alcance... los planes "limitados"? o, ¿simplemente se quedaron sin aliento una vez consumidos sus irremplazables recursos bélicos?


Los Comandantes en Jefe sirio y egipcio inspeccionando sus posiciones en 1973. En la parte superior izquierda, Ariel Sharon junto al legendario general Moshe Dayan.


A pesar de las plausibles y lógicas explicaciones de expertos y estrategas, la respuesta sigue manteniendo un velo de misterio. Comenta Margolis en su artículo, "la mejor suposición es que los satélites espías soviéticos vieron a Israel sacar 13 misiles Jericó de cuevas en dos bases aéreas y colocar sus ojivas nucleares de 20 kilotones. Moscú advirtió de inmediato a Washington y a sus aliados árabes, quienes temían un inminente ataque nuclear israelí contra objetivos que incluían Damasco y El Cairo".

Según la revista alemana Stern, en una serie de artículos publicados en 1980, sus fuentes de información provedrían de agentes secretos israelíes que habrían señalado que Golda Meir (primera ministra israelí) ordenó alerta máxima para las unidades atómicas en los primeros días de la guerra del Yom Kippur al contemplar los rápidos y victoriosos avances sirio-egipcios en el Golán y el Sinaí. Según Stern, se trasladaron a Tel Avivi trece bombas atómicas almacenadas en el desierto en bases subterráneas, esas armas habrían sido montadas en los caza-bombarderos Phantom.

Israel al poseer la bomba atómica desde los años 60 habría planificado un plan de contingencia, un programa para usar el arma nuclear si llegara a sentirse acorralado y vencido por países árabes hostiles, aquello ya se discutió en 1967, antes de la guerra de los Seis Días, el general Itzhak Yaakov fue el encargado de la "Operación Sansón" cuyo cometido no era otro que hacer detonar una bomba atómica en el desierto del Sinaí como demostración de fuerza en caso que los ejércitos árabes llegaran a territorio israelí... esa disuasión no solo que forzaría a las fuerzas árabes a detener su ataque sino que amenazaría la existencia de esas mismas naciones árabes. El mencionado general israelí divulgó esa información en varias entrevistas al New York Times, entre 1999 - 2000, lo cual le acarreó su detención en Israel por revelación de secretos de estado.

 


No hubo necesidad de tal demostración, en 1967 Israel ocupó en seis días una superficie cuatro veces superior a su territorio, península del Sinaí incluida. la eventualidad nuclear, tantas veces desmentida, pudo haber estado a punto de convertirse en realidad durante la guerra del Yom Kippur, octubre 1973. Tras las victorias iniciales de la coalición árabe, se afirma que el general Moshe Dayan, ministro de defensa israelí, habría dicho que “no tenemos tiempo y opciones de defensa, la situación de nuestras fuerzas es muy mala, solo nos queda la opción atómica si queremos permanecer y por eso pido emprender acciones necesarias en cuestión de minutos”. Golda Meir también habría llamado a Henry Kissinger: “salva a Israel, ayúdanos, Israel se está cayendo....”; Kissinger habría respondido: "¿Podría Israel soportar 12 horas más?" (afirmaciones del israelí Arnon Azariahu, asistente del ministro Yisrael Galili en entrevista a un canal de televisión israelí. De todas formas el tema siempre ha sido evadido en Israel)

En "The Arab-Israel War of 1973 and Its Legacy" (La guerra árabe-israelí de 1973 y su legado), Adeyinka Makinde, en un reportaje para Global Research (9 octubre 2017) señala lo siguiente: "El mundo puede haber estado al borde de una catástrofe nuclear. Se afirma que la Unión Soviética desplegó brigadas de misiles Scud armados con ojivas nucleares, mientras Moshe Dayan ordenaba la preparación de al menos un misil balístico capaz de llevar una ojiva nuclear. En su libro The Samson Option: Israel's Nuclear Arsenal and American Foreign Policy, Seymour Hersh, premio Pulitzer, escribió que la misiva de Israel a la administración del presidente Richard Nixon solicitando un puente aéreo de armas, fue acompañada por la amenaza de desplegar armas nucleares en el país. Aunque los recuerdos de Arnan Azarhayu, un conocedor de la política israelí, retratan una referencia más moderada al recurso a las armas nucleares en las discusiones del gabinete durante la guerra, no obstante, es un hecho establecido que Estados Unidos colocó su Comando Aéreo Estratégico, el Comando de Defensa Aérea Continental, el Comando Europeo y la Sexta Flota en alerta DEFCON 3 por temor a que la Unión Soviética pueda intervenir en el conflicto del lado de sus aliados árabes".


En la fotografía tomada en Jerusalém, noviembre de 1977, los ya fallecidos ex presidente Anwar al-Sadat y el ministro de defensa israelí Moshe Dayan durante las rondas de conversaciones de paz. Como nota anecdótica, el general Fouad Nassar, jefe de inteligencia egipcia durante la guerra del Yom Kippur, en su libro "Guerreros y espías", detalla como elementos de observación informaron que Dayan deambulaba entre las fuerzas israelíes en la Ribera Occidental del Canal de Suez. El general Nassar lo comunicó al presidente Sadat, quien ordenó ubicar con precisión la ubicación del ministro de defensa israelí y ordenó lanzar ataques aéreos en el sitio para dar muerte a Dayan. Al parecer los agentes egipcios, al día siguiente del ataque enviaron una foto de Moshe Dayan aferrado a una palmera a pocos metros del sitio del ataque. Sadat habría expresado que "ese hombre no está destinado a morir hoy". Los dos personajes se verían cara a cara años después durante las conversaciones egipcio-israelíes (negociadas por EEUU) que concluyeron con los Acuerdos de Camp David 1978 y el Tratado de Paz en 1979 entre Israel y Egipto, con la retirada del ejército israelí del Sinaí, excepto Taba. La ciudad volvió a soberanía egipcia en 1989 por medio de un arbitraje internacional.


Conclusiones:

- La falta de evidencia solo nos permite manejar el tema de la represión nuclear israelí como una hipótesis (aunque está demostrado que Israel posee armas nucleares, su mejor fuerza disuasiva).

- Según Adeyinka Makinde, hay que tener en cuenta la cuestión de la presunta solidaridad árabe, "los objetivos limitados de la guerra de 1973 demostraron, al igual que la guerra de 1948, que los vecinos de Israel siempre han estado más preocupados por sus propios intereses nacionales" Afirma que en 1948 los árabes estaban más preocupados por adquirir territorio que por la situación de Palestina. Acuerdos secretos lo confirmaron, Jordania adquiera Cisjordania y Egipto se llevó la Franja de Gaza.

- A la larga, el Acuerdo de Camp David (1978) y el posterior tratado de paz entre Israel y Egipto fueron consecuencia de la guerra de 1973.

- Arabia Saudí renunció a la idea de utilizar un embargo petrolero como opción.

- Se cortó de raíz una posible nueva coalición que amenace la hegemonía militar regional de Israel por medio de la guerra.

- La pérdida de la "causa" árabe ve surgir con el tiempo a Irán como potencia regional que amenaza la hegemonía militar israelí en la región, Siria se inclinará hacia Irán a lo que se suman fuerzas irregulares de Líbano (Hezbolá) que son percibidas en Israel como el nuevo peligro existencial, ello sería el origen de la fatalidad que atraviesa Siria durante los últimos 10 años y la imposibilidad de contar con fuerzas que sostengan sus legítimas aspiraciones en los Altos del Golán, Israel ha declarado la región territorio israelí soberano permanente e irrevocable. Cisjordania continúa siendo colonizada con asentamientos israelíes que no piensan renunciar.

- En general, la tónica de un conflicto árabe-israelí ha dejado de sustentarse en el presente; hoy tenemos que hablar de una disputa irano-israelí que ya se han enfrentado a través de intermediarios en la actual guerra en Siria.


Lecturas consultadas:

Two Deep Mysteries of the 1973 Arab-Israeli War

The Arab-Israel War of 1973 and Its Legacy

13 noviembre 2020

Erdogan ya no quiere ser emperador otomano sino califa




por Thierry Meyssan

Este artículo viene a ser continuación de ¿Se convertirá el Alto Karabaj en la tumba de Erdogan?, del mismo autor.


Se equivocan quienes acusan al presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, de querer restaurar el imperio ‎otomano. Para Erdogan, las conquistas territoriales no son un objetivo sino una ‎manera de propiciar alianzas. Al cabo de largas vacilaciones, Erdogan ya no tiene ‎intenciones de ser sultán sino califa, convirtiéndose en el jefe de los musulmanes ‎sunnitas del mundo entero. ‎

Hace un mes que Azerbaiyán reinició las hostilidades en el Alto Karabaj y los ejércitos de ese país y ‎de Turquía siguen obteniendo éxitos militares en el terreno, mientras que Bakú y Ankara ‎acumulan reveses diplomáticos. ‎

En general, todo marcha como lo habíamos previsto, partiendo del principio que en realidad ‎se trata de la preparación de una operación de los miembros de la OTAN contra el jefe de la ‎Hermandad Musulmana, Recep Tayyip Erdogan, por demás presidente de Turquía. La verdadera ‎operación podría comenzar cuando se inicie un nuevo genocidio contra la población armenia en ‎el Alto Karabaj. ‎

Sin embargo, la intervención de actores imprevistos en el conflicto del Alto Karabaj y el resultado ‎de la elección presidencial en Estados Unidos son elementos que podrían perturbar el plan de ‎Washington. 

Recep Tayyip Erdogan saluda haciendo con las manos el gesto que ‎lo identifica como miembro de la Hermandad Musulmana –la mano abierta pero con el pulgar ‎hacia el interior de la mano. ¿Su objetivo? Reinstaurar el califato en su propio beneficio.

Turquía acumula muchos

conflictos sin resolver

- Desde su creación, la Turquía moderna sigue negando el genocidio perpetrado contra sus ‎poblaciones no musulmanas (en 1894-1895 y, posteriormente, desde 1915 hasta 1923) ‎dedicándose a destruir las pruebas. Pese a ello, documentos que corroboran la autenticidad de las ‎órdenes impartidas, primero por el Imperio Otomano y más tarde por los “Jóvenes Turcos”– ‎fueron hallados en 2018 (1).‎

- Desde 1974, Turquía ocupa el noreste de Chipre. La ocupación turca persiste allí a pesar de que ‎Chipre se convirtió, en 2004, en miembro de la Unión Europea. Para decirlo claramente, hace ‎‎16 años que el ejército turco ocupa parcialmente un país miembro de la Unión Europea.

- En 2012, Turquía emprendió, por cuenta de la OTAN, una operación tendiente a despoblar Siria. ‎Las autoridades turcas propusieron a las poblaciones del norte de Siria refugiarse temporalmente ‎en territorio turco, hasta que se estabilizara la situación en el aspecto militar. Turquía construyó ‎incluso varias nuevas ciudades para albergar a los refugiados sirios… pero sigue sin darles acceso ‎a esos alojamientos.

- También en 2012, Turquía invadió el norte de Siria –actualmente sigue ocupando la ‎gobernación siria de Idlib. También saqueó las instalaciones industriales de la región siria de ‎Alepo, robando las máquinas-herramientas de las fábricas locales.

- En 2013, el «banquero de al-Qaeda», Yassin al-Qadi, de Arabia Saudita, resultó herido en un ‎accidente automovilístico en Estambul, mientras se hallaba en compañía del jefe de la seguridad ‎del presidente Erdogan. Un hijo del propio Erdogan lo visitó en el hospital donde fue internado.

- En 2014, el ejército turco dirigió a los yihadistas en Siria, llegando incluso a atacar junto a ellos ‎varias localidades sirias, como Kassab –de población mayoritariamente armenia–, y obligando sus ‎habitantes a huir.

- En 2015, los servicios secretos turcos aportaron todo tipo de apoyo al Emirato Islámico (Daesh), ‎mientras que la empresa Powertans, propiedad del cuñado del presidente Erdogan, organizaba el ‎transporte del petróleo sirio robado por los yihadistas hacia el puerto turco de Ceyhan. Desde allí, ‎otra empresa –BMZ Group Denizcilik ve Insaat A.S., comprada por un hijo del presidente Erdogan– ‎enviaba el petróleo robado a Siria hacia Israel y varios países occidentales. Al mismo tiempo, ‎una hija del presidente Erdogan dirigía un hospital secreto en la ciudad turca de Sanliurfa, donde ‎se atendía a los yihadistas heridos provenientes de Siria hasta ponerlos en condiciones de ‎regresar al combate.

- En 2015, la mafia turca, bajo la dirección del primer ministro Binali Yildirim, instalaba en las zonas ‎controladas por Daesh talleres dedicados a la falsificación de artículos de diferentes marcas ‎occidentales para su posterior venta en Europa, garantizando además el transporte de los ‎artículos falsificados hacia Europa.

- También en 2015, Turquía amenazaba a la Unión Europea con “abrir la compuerta” para permitir ‎la llegada a Europa de un millón de refugiados de Afganistán, Irak y Siria. Con este chantaje, ‎Turquía obtenía de la Unión Europea el pago de cuantiosas subvenciones que le permitieron ‎proseguir sus guerras.

- En 2015 y 2016, Turquía rechazó el fin de los acuerdos secretos concluidos con Francia y Bélgica ‎con vista a la creación de un seudo Kurdistán en suelo sirio. En represalia por la ruptura de esos ‎acuerdos, Turquía orquestó una serie de atentados que dejaron 138 muertos en Francia y ‎‎35 muertos en Bélgica.

- En 2016, el ejército turco se negó a retirarse de Irak, a pesar de los pedidos de Bagdad. Bajo la ‎ocupación estadounidense, Turquía había instalado –a título provisional– varias bases militares en ‎suelo iraquí pero comenzó a utilizarlas para aportar apoyo a los yihadistas de Daesh contra el ‎Estado iraquí. Actualmente, Turquía mantiene sus instalaciones militares en Irak.

- En 2017, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan hizo campaña en el seno de las comunidades ‎turcas en el exterior. Alemania y los Países Bajos, le prohibieron realizar mítines políticos en ‎su suelo. Durante aquellos incidentes, el presidente Erdogan calificó de «nazi» a la canciller ‎alemana Angela Merkel.

- En 2019, Turquía procedió a la firma de un acuerdo con el gobierno libio creado en Trípoli y ‎posteriormente firmó otro con el gobierno de Túnez. A raíz de esos acuerdos, Turquía comenzó a ‎enviar a ambos países combatientes yihadistas provenientes de la región que aún sigue ocupando en Siria. ‎Esos yihadistas luchan actualmente contra las fuerzas emiratíes que apoyan el gobierno libio ‎establecido en Bengasi.

- En 2020, Turquía reclamó la posesión de yacimientos de gas en el Mediterráneo. Las fronteras ‎marítimas con Grecia nunca han llegado a delimitarse desde la creación de la República de ‎Turquía. Ciertamente Turquía tiene derecho a explotar parte de los yacimientos de gas ‎descubiertos, pero no todos. A raíz de ese diferendo, navíos de la marina de guerra turca ‎amenazaron de hecho unidades navales de la marina de guerra francesa. ‎

Esta lista de “asunto pendientes” está lejos de ser exhaustiva. 

El presidente turco Recep Erdogan no disimula su ambición. Se hizo construir la residencia oficial más grande del mundo donde recibe a sus invitados, rodeado de 16 guerreros que simbolizan los 16 imperios turcos.

 

El conflicto entre

Estados Unidos y Turquía

Estados Unidos comenzó a cuestionar las “actividades” del clan Erdogan cuando el presidente ‎turco inició sus compras de armamento ruso y la construcción de un gasoducto con la Federación ‎Rusa. Desde ese momento, Washington trató de deshacerse de Erdogan por la vía “democrática” ‎‎–respaldando al Partido Democrático de los Pueblos (HDP). Como el partido de Erdogan –‎el AKP– logró manipular las elecciones legislativas realizadas en junio y noviembre de 2015, ‎la CIA ha tratado de asesinar al presidente Erdogan en varias ocasiones. El 15 de julio de 2016, ‎el cuarto intento de asesinato contra Erdogan acabó convirtiéndose en una intentona golpista ‎improvisada en el último momento. ‎

A partir de ahí, el presidente Erdogan, aun subrayando su adhesión a la OTAN, ha venido ‎multiplicando las provocaciones. Por ejemplo, durante un viaje oficial a Estados Unidos, Erdogan ordenó a ‎sus guardaespaldas personales arremeter a golpes contra seguidores del predicador Fehtullah ‎Gulen que realizaban una manifestación frente a la embajada turca en Washington. También ‎ordenó el encarcelamiento de un ciudadano estadounidense en Turquía. ‎

El plan actual de Estados Unidos contra el presidente turco Erdogan consiste en empujarlo a ‎cometer un error para deshacerse de él con cierto respaldo internacional –algo similar a ‎la trampa en la que cayó el presidente iraquí Saddam Hussein con la invasión de Kuwait, hecho ‎que sirvió para justificar la Operación Tormenta del Desierto. Hoy en día, una acción contra ‎el presidente turco Erdogan podría justificarse internacionalmente mediante una masacre contra ‎los armenios, en el marco del conflicto en el Alto Karabaj, si se garantiza la continuidad en la ‎Casa Blanca (Nota del editor del blog: Como el autor dice más arriba, el plan corre el riesgo de ser olvidado ya que Joe Biden ha ganado la presidencia de los Estados Unidos).

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Erdogan corre a caer en la trampa

Durante todo el mes de octubre, el clan Erdogan ha repetido sin cesar que la OTAN necesita más ‎a Turquía que a la inversa, o sea que la alianza atlántica nunca podrá excluir de sus filas ‎a Turquía… ni tampoco atacarla.


Así que el presidente Erdogan sigue adelante con su ofensiva en todos los frentes. Incluso envió ‎consejeros turcos a garantizar la formación de los guardacostas del gobierno libio de Trípoli, ‎en lugar de los consejeros italianos. De esa manera, Erdogan vuelve a amenazar a la Unión ‎Europea con “abrir la compuerta” a la migración, ahora desde África. Por otro lado, Turquía ‎también favoreció últimamente nuevos ataques de los yihadistas contra los militares rusos ‎en Siria.

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Presencia militar turca en el norte de Siria (foto archivo)


Moscú ha sido el único en reaccionar ante las provocaciones turcas. El Kremlin ordenó la ‎reanudación de los bombardeos aéreos contra los yihadistas en la región siria de Idlib, ‎concentrando esas acciones sobre un grupo apadrinado por Turquía y anteriormente vinculado a ‎al-Qaeda. El hecho es que esos ataques rusos violan los acuerdos ruso-turco en Siria pero ‎a la vez ponen de relieve la obediencia del movimiento yihadista a la autoridad personal de ‎Recep Tayyip Erdogan. ‎

Más recientemente, el presidente turco Erdogan abrió un nuevo frente arremetiendo contra ‎el presidente francés, Emmanuel Macron, insultándolo incluso más que a la canciller alemana ‎Angela Merkel hace tres años. Aunque puede parecer banal, este asunto es mucho más importante ‎de lo que parece ya que tiene que ver con el fondo del problema. ‎


La guerra de civilizaciones no opone el islam al cristianismo, sino dos principios: la religión de Estado frente a la libertad de conciencia

Después de muchas dilaciones, Recep Tayyip Erdogan está tratando de dar respuesta a la pregunta ‎existencial que se plantea Turquía. Y lo hace definiéndola como la patria de la Hermandad ‎Musulmana. ‎

Erdogan abandona así los sueños neo-otomanos de su ex primer ministro, Ahmet Davutoglu, hoy ‎en la oposición. También renuncia a los espacios naturales que son, para Turquía, el mundo ‎turcoparlante y Occidente (la Unión Europea y la OTAN). Ahora espera extender su poder sobre ‎el conjunto del mundo musulmán aferrándose al principio de una religión de Estado, de la que ‎él mismo pretende convertirse en califa. ‎

Es importante recordar aquí que Mahoma no fue, como Cristo, un simple carpintero sino un ‎político y además un general victorioso, siendo a la vez un líder espiritual. Al morir Mahoma, sus ‎discípulos lucharon entre sí. El «califa» –o sea, el «sucesor»– heredó el poder temporal del ‎Profeta, no su poder espiritual. Por cierto, es evidente que muchos califas ni siquiera creían ‎en Dios. Al final de la Primera Guerra Mundial, el «califa» era el soberano otomano que residía ‎en Constantinopla (hoy Estambul). El ideal de la Hermandad Musulmana es reinstaurar el califato ‎‎(el poder temporal del Profeta) gracias al derecho de la época del Profeta: la sharia. Al igual que ‎los europeos del siglo XVI, los miembros de la Hermandad Musulmana estiman que un pueblo ‎tiene que adoptar obligatoriamente la religión de su soberano, una visión del mundo ‎radicalmente opuesta al principio de libertad de conciencia establecido en Francia desde la ‎abjuración de Enrique IV, en 1593 (2), y también contrario al compromiso del laicismo, ‎establecido en 1905 (3). De hecho, ‎Recep Tayyip Erdogan y la Hermandad Musulmana tratan así de imponer un retroceso, echando ‎abajo el legado de Mustafá Kemal Ataturk, el fundador de la Turquía moderna. ‎

Es por consiguiente muy lógico que el presidente turco Erdogan haya optado por designar a su ‎homólogo francés como líder de sus adversarios. 


El primer ministro paquistaní, Imran Khan, y el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan. Si bien se puede argumentar que el presidente francés debería haber abordado el tema del laicismo en Europa de una manera diferente, las críticas de Erdogan y Khan son hipócritas e indignantes. (Reuters)


El resultado de esta oposición va a definirse en Estados Unidos, que tendrá que elegir entre ‎defender la herencia británica de los «Padres Peregrinos» (a través de Joe Biden, junto al ‎canadiense Justin Trudeau) o asumir el legado de los inmigrantes europeos (representado por ‎Donald Trump). Si la primera opción resulta ganadora, Washington tratará a toda costa de ‎mantener a Turquía en la OTAN. Pero si gana la segunda, Estados Unidos defenderá ‎su principio de coexistencia entre las religiones hasta hacer fracasar el proyecto de califato. ‎(Nota del editor del blog: Como ya conocemos, el ganador es Biden. Lo que diga sobre Erdogan es ahora solo una hipótesis).


Thierry Meyssan


(1) Killing Orders: Talat Pasha’s Telegrams and the Armenian Genocide, ‎Taner Akçam, Palgrave Macmillan, 2018; Ordres de tuer: Arménie 1915 [en español, “Órdenes ‎de matar: Armenia 1925”], Taner Akcam, CNRS éditions, 2020.

(2) Para convertirse en rey de Francia, Enrique ‎de Navarra –quien era calvinista– abjuró del protestantismo en la basílica de San Denis, el 25 de ‎junio de 1593, y se convirtió al catolicismo –debido a ello se le atribuye la frase «París bien ‎vale una misa». Reinó como Enrique IV de Francia y proclamó para todos sus súbditos la libertad ‎de religión que él mismo no había disfrutado.

(3) Al cabo de innumerables vacilaciones, avances y retrocesos, los republicanos franceses finalmente proclamaron la libertad de conciencia. Basándose en ‎ese principio, establecieron por ley la separación entre el Estado y las iglesias, en 1905. Pero ‎esa separación no es total ya que subsiste un control del Estado sobre el sacramento del ‎matrimonio en ciertas religiones. Desde ese punto de vista, la creación de un «matrimonio gay» ‎para garantizar a las parejas de homosexuales «la igualdad en derecho» es un error histórico. ‎Para dar continuidad al movimiento de la sociedad hacia el laicismo era necesario más bien ‎trasladar el matrimonio entre personas heterosexuales al marco de lo privado, opción que la ‎iglesia francesa había aceptado y que hoy cuenta con el apoyo del papa Francisco.

04 octubre 2020

Las contradicciones del Irán moderno



por Thierry Meyssan
Red Voltaire


I parte
De país imperialista, Irán pasa a ser ‎antimperialista‎
La historia del Irán de los siglos XX y XXI no corresponde a la imagen que se tiene de ‎ese país en el mundo occidental. Pero tampoco corresponde a la imagen que transmiten ‎los discursos oficiales de los dirigentes iraníes. Históricamente vinculado a China, pero ‎fascinado por Estados Unidos desde hace dos siglos, Irán se debate hoy entre el ‎recuerdo de su pasado imperial y el sueño liberador del imam Khomeini. Khomeini veía ‎en el chiismo algo más que una religión. Lo consideraba también un arma política y ‎militar y vaciló entre proclamarse protector de los chiitas o libertador de los oprimidos.


En 1925, Londres se las arregla para derrocar la dinastía Qayar, que ejercía el poder en Persia, ‎y poner un oficial del ejército británico a la cabeza del país con el título de shah. Durante la ‎Segunda Guerra Mundial, ya bajo el nombre de Reza Pahlevi, aquel elegido de los británicos ‎resulta ser un ferviente germanófilo y Londres lo sustituye por su hijo, Mohammad Reza ‎Pahlevi. En 1971, tratando de alcanzar la estatura de personalidad internacional, el nuevo shah ‎convoca un encuentro de reyes, jefes de Estado y jefes de gobierno de todo el planeta para ‎celebrar los 2.500 años del imperio persa. Inquietos ante aquella muestra de megalomanía, ‎Estados Unidos y el Reino Unido sacan del poder al shah Mohammad Reza Pahlevi para ‎poner en su lugar al ayatola Roullah Khomeini.

Los persas conformaron vastos imperios, pero no lo hicieron conquistando los territorios de ‎los pueblos vecinos sino federándolos. Comerciantes más que guerreros, los persas impusieron ‎su lengua a toda Asia durante todo un milenio, a todo lo largo de las rutas chinas de la seda. ‎El farsi, lengua que hoy se habla únicamente en Irán, ocupaba entonces un lugar sólo ‎comparable al inglés actual. En el siglo XVI, el soberano persa decidió convertir su pueblo al ‎chiismo para unificarlo y aportarle una identidad particular en el seno del mundo musulmán. Ese ‎particularismo religioso sirvió de basamento al imperio safávida. ‎


En 1951, el primer ministro iraní, Mohammad Mossadegh (sentado a la ‎derecha) hace uso de la palabra ante el Consejo de Seguridad de la ONU.‎

A principios del siglo XX, Persia se ve enfrentada a las ambiciones de los imperios británico, ‎otomano y ruso. Como consecuencia de una terrible hambruna deliberadamente provocada por ‎los británicos –que deja 6 millones de muertos–, Teherán pierde su imperio y, en 1925, Londres ‎impone a Persia una dinastía de opereta –la dinastía Pahlevi– para acaparar la explotación de los ‎yacimientos petroleros únicamente en beneficio del imperio británico. ‎

Pero en 1951 un nuevo primer ministro iraní, Mohammad Mossadegh, nacionaliza la Anglo-Persian ‎Oil Company. Furiosos, el Reino Unido y Estados Unidos derrocan a Mossadegh y mantienen en ‎el poder al shah Mohammad Reza Pahlevi. Para contrarrestar la influencia de los nacionalistas ‎iraníes, Washington y Londres convierten el régimen del shah en una feroz dictadura, liberando al ‎ex general nazi Fazlollah Zahedi e imponiéndolo como primer ministro. Este individuo crea una ‎policía política, la SAVAK, cuyos cuadros son ex oficiales de la Gestapo nazi, reciclados por ‎Washington y Londres y reagrupados en las redes denominadas stay behind.‎

El derrocamiento del primer ministro Mossadegg llama la atención del Tercer Mundo hacia la ‎explotación económica de la que está siendo objeto. El colonialismo francés era un colonialismo ‎tendiente a instalar pobladores franceses en las naciones que colonizaba mientras que el ‎colonialismo británico es sólo una forma de saqueo organizado. Antes del gobierno de ‎Mossadegh, las compañías petroleras británicas no revertían más de un 10% a los pueblos cuyos ‎recursos explotaban. Inicialmente, Estados Unidos se pone del lado de Mossadegh y propone que ‎se revierta la mitad. Impulsado por Irán, la tendencia a ese reequilibrio se mantendra en todo ‎el mundo durante todo el siglo XX. ‎


Amigo de los intelectuales franceses Frantz Fanon y Jean-Paul Sartre, ‎el iraní Alí Shariati reinterpreta el islam como una herramienta de liberación. Según sus ‎palabras: “Si no estás en el campo de batalla, da igual que estés‎ en la mezquita o en un bar”.

Poco a poco van surgiendo dos principales movimientos de oposición en el seno de la burguesía ‎iraní: en primer lugar, los comunistas, respaldados por la Unión Soviética, y después los ‎tercermundistas, reunidos alrededor del filósofo Alí Shariati. Pero será un clérigo, el ayatola ‎Roullah Khomeni quien logrará finalmente despertar la conciencia de los más desfavorecidos. ‎Khomeini estima que más que llorar por el martirio del profeta Hussein lo más importante sería ‎seguir su ejemplo luchando contra la injusticia. Debido a esa posición, Khomeini será ‎estigmatizado como hereje por el resto del clero chiita. Al cabo de 14 años de exilio en Irak, ‎Khomeini se instala en Francia, donde sus ideas impresionan a numerosos intelectuales de ‎izquierda, como Jean-Paul Sartre y Michel Foucault.‎

Mientras tanto, Occidente convierte al shah Mohammad Reza Pahlevi en el «gendarme del Medio ‎Oriente». El shah se ocupa personalmente de aplastar los movimientos nacionalistas y sueña ‎con recuperar el esplendor de otros tiempos, tanto que llega incluso a celebrar con fastuosidad ‎hollywoodense el aniversario 2.500 del imperio persa, montando toda una ciudad tradicional en ‎Persépolis. ‎

Durante el “shock” petrolero de 1973, el shah Mohammad Reza Pahlevi se da cuenta ‎bruscamente del poderío que tiene en sus manos, se plantea la posibilidad de restaurar un ‎verdadero imperio y solicita la cooperación de la dinastía real de Arabia Saudita. Esta última ‎informa de inmediato a su amo estadounidense, quien decide entonces deshacerse de un aliado ‎al que ahora considera demasiado ambicioso, sustituyéndolo por el ya anciano ayatola Khomeini ‎‎–de 77 años en aquel momento– a quien, por supuesto, rodeará con sus agentes. Pero, primero ‎que todo, el MI6 británico procede a “limpiar el terreno”: los comunistas iraníes son ‎encarcelados; el «imam de los pobres», Moussa Sadr, de nacionalidad libanesa, desaparece para ‎siempre durante una visita en Libia; y el filósofo iraní Alí Shariati es asesinado en Londres. Solo ‎entonces, las potencias occidentales invitan al shah Mohammad Reza Pahlevi a salir de Irán por ‎varias semanas para recibir “tratamiento médico”. 

El 1º de febrero de 1979, el ayatola Khomeini regresa de su largo exilio. ‎Desde el aeropuerto de Teherán, va directamente al cementerio de Behesht-e Zahra (ver foto), donde pronuncia una alocución llamando el ejército a unirse a la tarea de liberar Irán ‎de los anglosajones. La CIA descubre entonces que el hombre al que había tomado por un ‎predicador senil es un verdadero tribuno capaz de movilizar multitudes y de comunicar a cada ‎iraní la convicción de que puede ayudar a cambiar el mundo.

El ayatola Khomeini regresa triunfalmente de su exilio el 1º de febrero de 1979. Desde de la pista ‎de aterrizaje del aeropuerto internacional de Teherán, un helicóptero lo traslada de inmediato ‎hasta el cementerio de la ciudad, donde acaban de ser sepultados 600 manifestantes abatidos ‎cuando participaban en una protesta contra el régimen del shah. Khomeini pronuncia entonces un ‎encendido discurso donde, para sorpresa de todos, no arremete contra la monarquía sino contra ‎el imperialismo. El ayatola se dirige directamente al ejército, exhortándolo a ponerse del lado ‎del pueblo iraní, en vez de seguir al servicio de Occidente. El «cambio de régimen» organizado ‎por las potencias occidentales se convierte instantáneamente en una verdadera revolución. ‎

Khomeini instaura un régimen político no vinculado al islam, denominado Velayat-e faqih e ‎inspirado en la República de Platón, cuyas obras el ayatola conoce a fondo: el gobierno ‎se hallará bajo la autoridad de un sabio, en aquel momento el propio Khomeini. El ayatola ‎aparta uno a uno a todos los políticos prooccidentales. Washington reacciona organizando ‎primero varios intentos de golpes de estado militares y después una campaña de terrorismo ‎a través de elementos ex comunistas, los denominados “Muyahidines del Pueblo”. ‎

Estados Unidos acabará pagando –a través de Kuwait– al gobierno iraquí del presidente Saddam ‎Hussein para utilizarlo como fuerza contrarrevolucionaria frente a Irán. Washington orquesta así ‎una sangrienta guerra entre Irak e Irán, conflicto que se extenderá desde septiembre de 1980 ‎hasta agosto de 1988 y a lo largo del cual las potencias occidentales apoyarán cínicamente a los ‎dos bandos. Irán no vacila entonces en comprar armamento estadounidense a través de Israel, ‎lo cual dará lugar al escándalo conocido como «Irángate» o «Irán-Contras». Mientras tanto, ‎el imam Khomeni transforma la sociedad iraní, desarrolla entre su pueblo el homenaje a los ‎mártires y un verdadero sentido del sacrificio. Cuando Irak agrede indiscriminadamente a los ‎civiles iraníes lanzando misiles a diestra y siniestra sobre las ciudades, Khomeini prohíbe al ejército ‎iraní responder haciendo lo mismo y anuncia que las armas de destrucción masiva contradicen su ‎visión del islam, lo cual prolongará un poco más el conflicto. ‎

Cuando las víctimas de la guerra se elevan a un millón de muertos, el presidente iraquí Saddam ‎Hussein y el imam Khomeini se dan cuenta de que están siendo manipulados por las potencias ‎occidentales y la guerra se detiene como había comenzado, sin razón alguna. Khomeini fallecerá ‎poco despues dejando como sucesor al ayatola Alí Khamenei. Los 16 años siguientes estarán ‎dedicados a la reconstrucción del país. Pero Irán se ha desangrado y la revolución ya no es más ‎que un eslogan vacío. Durante las plegarias de los viernes, los creyentes siguen clamando ‎‎«¡Abajo Estados Unidos!», pero el «Gran Satán» yanqui y el «régimen sionista» se han ‎convertido en socios privilegiados. Los sucesivos presidentes iraníes Hachemi Rafsanyani y ‎Mohammad Khatami organizan la economía del país alrededor de la renta petrolera. La sociedad ‎iraní se relaja y las grandes desigualdades sociales comienzan a reaparecer. ‎

Hachemi Rafsanyani (a la izquierda) se convierte en el hombre más rico de Irán. Pero ‎no será vendiendo pistachos sino gracias al tráfico de armamento ‎a través de Israel. Cuando finalmente llega a ocupar la presidencia de la República Islámica, ‎Rafsanyani envía los Guardianes de la Revolución a luchar en Bosnia-Herzegovina… bajo las ‎órdenes de generales estadounidenses.

Rafsanyani, quien se ha enriquecido gracias al tráfico de armas revelado en el escándalo Irán-‎Contras, convence al ayatola Alí Khameini para enviar los Guardianes de la Revolución a luchar en ‎Bosnia-Herzegovina, junto a los sauditas y bajo las órdenes de la OTAN. Por su parte, ‎Mohammad Khatami establece relaciones personales con el especulador estadounidense George ‎Soros.‎


‎Parte II
Y después de haber sido antimperialista, ‎Irán vuelve a ser imperialista
En su estudio sobre el Irán contemporáneo, Thierry Meyssan ‎muestra cómo Teherán volvió a abandonar el ideal antimperialista de la revolución ‎de 1979 para regresar a una política imperial, presenta numerosos elementos desconocidos. Además, termina planteando una ‎sorprendente hipótesis.

Ante la Asamblea General de la ONU, el presidente iraní Mahmud Ahmadineyad solicita que ‎se abra una investigación internacional sobre los hechos del 11 de septiembre de 2001. ‎Su intervención desata una ola de pánico en Washington donde el presidente Barack Obama levanta bandera blanca ante los ireníes.‎

La juventud iraní que había luchado por su país en la guerra impuesta su país alcanza la madurez. A ‎los 51 años, un ex oficial de los Guardianes de la Revolución, Mahmud Ahmadineyad, es electo ‎presidente de la República Islámica. Como el imam Khomeini, Ahmadineyad no comulga con los ‎dignatarios clericales chiitas, que se las arreglaron para que sus hijos no fueran a la guerra. ‎El objetivo de Ahmadineyad es reiniciar la lucha contra la injusticia y modernizar el país. Ingeniero ‎de formación y profesor de tecnología, Ahmadineyad dota el país de una industria verdadera, ‎emprende un programa de construcción de viviendas y, en materia de la relaciones ‎internacionales, se alía al presidente de Venezuela –Hugo Chávez– y al presidente sirio –Bachar al-‎Assad– frente al imperialismo estadounidense. Irán, Venezuela y Siria se convierten así en centro ‎del juego diplomático internacional, con un discreto apoyo de la Santa Sede. ‎

A pesar del doloroso recuerdo de la guerra que Irak impuso a Irán, Mahmud Ahmadineyad ayuda a ‎la resistencia iraquí frente a la agresión estadounidensesin establecer diferencias entre sunnitas ‎y chiitas. Más tarde también ayudará a Siria frente a los yihadistas. Pero entra en conflicto con ciertos círculos ‎iraníes, debido a la ayuda que aporta a los sunnitas iraquíes y a los laicos sirios, en ‎primer lugar, pero también porque considera más importante el ejemplo del Irán de la Antigüedad ‎que el de la era islámica e incluso trata de autorizar que los hombres no porten barba y el uso ‎facultativo del velo entre las mujeres

La cúpula de la iglesia chiita lo considera entonces una ‎amenaza para su propio poder y para el predominio del Guía de la Revolución, el ayatola Alí ‎Khamenei. Cuando Ahmadineyad resulta reelecto presidente de la República, el ex presidente ‎Khatami y un hijo del también ex presidente Rafsanyani organizan con la CIA un levantamiento de ‎la burguesía en Teherán y en Ispahan. Pero las clases más modestas de la sociedad iraní salen a las ‎calles en defensa del presidente Ahmadineyad y hacen fracasar la «revolución verde» ‎orquestada por la reacción interna y la CIA. ‎

Según sus enemigos externos, el presidente Ahmadineyad es un dictador antisemita que pretende ‎borrar Israel del mapa. Por su parte, sus enemigos internos lo insultan y ridiculizan su misticismo. En realidad, ‎Ahmadineyad denuncia el enorme poder del Guía y llega a ponerse “en huelga” como presidente. ‎
En su calidad de ayatola, Alí Khamenei es una alta personalidad jurídica y ‎espiritual del islam chiita. Como Guía de la Revolución, es el jefe militar y político de la República Islámica.

En marzo de 2013, el Guía de la Revolución, Alí Khamenei, envía a Omán una delegación ‎encargada de conversar en secreto con Estados Unidos. El presidente demócrata Barack Obama ‎sigue adelante con la aplicación de la estrategia Rumsfeld/Cebrowski de destrucción de las ‎estructuras mismas de los Estados en el «Gran Medio Oriente» o «Medio Oriente ampliado» ‎‎ (1)‎, pero no quiere enredar indefinidamente a las tropas estadounidenses en ese enorme ‎lodazal, como hizo su predecesor republicano George W. Bush al emprender la ocupación de Irak. ‎Obama es más bien favorable a la idea de dividir a los musulmanes alimentando las diferencias ‎entre sunnitas y chiitas. Sus diplomáticos aseguran entonces a los enviados del Guía Khamenei ‎que Estados Unidos está dispuesto a permitirle organizar una «media luna chiita» y rivalizar con ‎los sauditas sunnitas. Alí Akbar Velayati, representante del Guía en esa conversación secreta, ve ‎en ello la posibilidad de restaurar el antiguo imperio safávida. A espaldas de otros miembros de la ‎delegación iraní, Velayati se compromete a lograr que los seguidores de Ahmadineyad sean ‎apartados de la próxima elección presidencial y a favorecer la candidatura del jeque Hassan ‎Rohani, quien fue el primer contacto de Israel y Estados Unidos en Irán cuando se montó la ‎operación de tráfico de armas que daría lugar al escándalo conocido como «Irángate» o «Irán-‎Contras». ‎

Así sucederá, el Consejo de los Guardianes de la Constitución declara que Esfandiar Rahim ‎Mashaie, candidato de los seguidores de Ahmadineyad, es un «mal musulmán» y le prohíbe ‎participar en la elección presidencial. El Guía, Alí Khamenei, favorece a varios candidatos –cuya ‎participación en la elección dispersa los votos de los revolucionarios– mientras que los ‎prooccidentales presentan como único candidato a Rohani, quien saldrá electo y designará como ‎ministro de Exteriores a Mohammad Javad Zarif, un hombre que ha pasado la parte más importante de su vida en Estados Unidos

John Kerry y Mohammad Javad Zarif establecen los términos de un ‎preacuerdo en Omán. Resucitan así la idea, concebida por Bernard Lewis y Zbigniew Brzezinski, ‎de sembrar la división entre los pueblos musulmanes del Medio Oriente utilizando las diferencias entre sunnitas y chiitas.‎

El nuevo equipo gobernante iraní negocia públicamente la solución de la llamada «cuestión ‎nuclear iraní» con los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU y ‎Alemania. El shah Mohammad Reza Pahlevi había iniciado –con apoyo de las potencias ‎occidentales– un programa militar de investigación nuclear, programa que la República Islámica ‎prosiguió durante la guerra que le fue impuesta por Irak, pero que abandonó cuando el imam ‎Khomeini prohibió las armas de exterminio masivo. Al llegar a la presidencia de la República, ‎Mahmud Ahmadineyad había reactivado parcialmente la investigación nuclear pero limitándola a ‎su uso civil. Israel emprendió entonces una campaña internacional de propaganda tendiente a ‎hacer creer que Irán buscaba la manera de exterminar a los judíos –para imponer esa idea, los ‎propagandistas israelíes no vacilan en falsificar la traducción de los discursos del presidente iraní. ‎Pero las potencias occidentales saben que todo eso es falso y rápidamente se llega en Ginebra a ‎un acuerdo que servirá de fachada, pero que no se firma de inmediato ya que, durante todo un ‎año, el ministro iraní de Exteriores, Mohammad Javad Zarif, y el secretario de Estado ‎estadounidense, John Kerry, van a negociar en secreto una repartición del Medio Oriente. Solo ‎después de la firma de ese acuerdo bilateral secreto, en 2015, los otros países participantes en las ‎negociaciones de Ginebra serán invitados a aceptar formalmente, en Lausana, el acuerdo ‎alcanzado en público y finalmente a firmarlo en Viena. Se desbloquean entonces los litigios entre ‎Washington y Teherán. Comienza un proceso de levantamiento de las sanciones impuestas a Irán, ‎ambas partes proceden a la liberación de prisioneros y una primera entrega de 1.300 millones de ‎dólares en efectivo es discretamente enviada a Irán por vía aérea. ‎

Pero en Irán, mientras las familias de los miembros del equipo del presidente Rohani se dan la ‎gran vida, la situación económica del pueblo iraní es cada vez peor. Las sanciones económicas ‎occidentales obstaculizan el desarrollo del país, pero eso no explica totalmente la situación ‎ya que Irán se ha convertido en un experto en comercio internacional, desarrollando alrededor de ‎Dubai un extenso sistema de intermediarios que le permite disimular el origen y el destino de sus ‎productos. Para Estados Unidos resulta imposible controlar las fronteras terrestres de Irán con ‎‎8 países y sus fronteras marítimas. ‎

Después de haber sido vicepresidente bajo el mandato del presidente ‎Ahmadineyad, Hamid Baghaie, quien planeaba crear una internacional contra la injusticia, fue ‎condenado a 15 años de cárcel durante un juicio secreto.

En 2017, el Consejo de los Guardianes de la Constitución declara al nuevo candidato de los ‎seguidores de Ahmadineyad, Hamid Baghaie, «mal musulmán» y le prohíbe participar en la ‎elección presidencial. El jeque Hassan Rohani es reelecto para un segundo mandato presidencial ‎pero el ex presidente Mahmud Ahmadineyad revela las malversaciones cometidas a favor del ‎gobierno y del Guía. Las autoridades iraníes ponen al ex presidente Ahmadineyad bajo arresto ‎domiciliario y arrestan, uno por uno, a todos los miembros de su entorno. Esfandiar Rahim ‎Mashaei, quien había representado a los seguidores de Ahmadineyad con vista a la elección ‎presidencial de 2017, es condenado a 15 años de cárcel al cabo de un juicio secreto sobre el cual ‎se ignoran incluso los cargos presentados contra el dirigente condenado. ‎

El gobierno iraní publica entonces un documento donde se propone la creación de una federación ‎chiita que abarcaría el Líbano, Siria, Irak, Irán y Azerbaiyán, bajo la autoridad del Guía de la ‎Revolución, el ayatola Alí Khamenei. En realidad se trata de restablecer el imperio safávida. ‎Los Guardianes de la Revolución presentes en Siria abandonan la defensa del país y se dedican ‎ahora únicamente a la protección de las poblaciones chiitas. ‎

En cuestión de años, el Irán antimperialista se ha transformado en una nueva potencia ‎imperialista. Sus aliados, estupefactos, no saben cómo salir de la trampa en la que ahora ‎se sienten atrapados. ‎

Las acciones actuales de Irán no corresponden a los discursos de sus dirigentes, que solo ‎disimulan su estrategia. En Occidente se cree que Irán es un país violentamente ‎antiestadounidense, lo cual es absolutamente falso ya que los gobiernos del shah Mohammad ‎Reza Pahlevi, de los presidentes Rafsanyani, Khatami y del actual presidente Rohani estaban ‎enteramente alineados con Washington

El asunto de los “rehenes” estadounidenses retenidos en ‎la embajada (1979-81) es una fábula total: no eran rehenes sino diplomáticos sorprendidos en ‎flagrante delito de espionaje. Por cierto, es muy significativo el hecho que Estados Unidos ‎nunca llegara a exigir compensaciones invocando la Convención de Viena sobre el personal ‎diplomático. En cuanto al campo antimperialista, sus miembros se definen por su posición ante el ‎imperialismo, no contra Estados Unidos. El ex presidente iraní Ahmadineyad llegó a escribirle a ‎Donald Trump para animarlo a “limpiar” la administración estadounidense, como había prometido ‎hacerlo durante su campaña electoral. ‎

Irán no es que está tampoco en contra de los judíos. Existe ciertamente un antisemitismo real en una ‎fracción de su población, pero fue el emperador Ciro II quien liberó a los judíos de su cautiverio en ‎Babilonia y desde aquella época los judíos siempre estuvieron protegidos en tierras persas. Irán e ‎Israel se insultan públicamente y sabotean mutuamente sus sistemas informáticos… pero nunca se ‎han enfrentado en el campo de batalla –hoy en día incluso explotan juntos el oleoducto Ascalón-‎Haifa, en pleno corazón del Estado hebreo, una realidad prohibida que nadie puede mencionar en ‎la prensa israelí sin exponerse a 15 años de cárcel. ‎

Personalidad militar, pero al mismo tiempo política y espiritual, el general ‎Qassem Suleimani era el principal rival potencial del jeque-presidente Hassan Rohani. Pero fue ‎‎“oportunamente” asesinado por Estados Unidos sin que hayan llegado a concretarse las ‎grandilocuentes amenazas de represalias emitidas desde Teherán. Más bien ha sucedido ‎lo contrario ya que el presidente Rohani aceptó que uno de sus asesinos se convirtiera en ‎primer ministro de Irak.

Desorientado por el fracaso de Hillary Clinton en la elección presidencial estadounidense de 2017, ‎el presidente iraní Rohani cuenta con una rápida destitución del ganador, Donald Trump, y ‎se niega a conversar con el nuevo inquilino de la Casa Blanca. Contrario a la estrategia ‎Rumsfeld/Cebrowski, Donald Trump intima el bando sunnita –en su discurso de Riad – a poner fin ‎al apoyo que aporta al terrorismo yihadista y saca a Estados Unidos del acuerdo firmado ‎en Viena con el bando chiita. Los sauditas se adaptan al nuevo inquilino de la Casa Blanca, pero ‎en Irán el equipo gubernamental persiste en ignorarlo. La única posibilidad de que el Irán de ‎Rohani llegue a un acuerdo satisfactorio para los dos actores estadounidenses –la Casa Blanca y ‎el Pentágono– sería acabar con los Guardianes de la Revolución iraníes, con el Hezbollah libanés y ‎con cualquier otra forma de oposición al predominio de Occidente, así como aceptar la división ‎de la comunidad musulmana en dos facciones –sunnitas y chiitas– como medio de garantizar que ‎no se produzca un resurgimiento de la revolución. ‎

Finalmente, Donald Trump reafirma su autoridad en la región asesinando, con pocas semanas de ‎intervalo, al principal jefe militar sunnita –el “califa” Abu Bakr al-Baghdadi– y al principal jefe ‎militar chiita –el general iraní Qassem Suleimani.‎

Sólo entonces el presidente iraní Rohani se decide a negociar con Donald Trump. En marzo ‎de 2020, coordina la acción de las milicias huthis con la de las fuerzas emiratíes en contra de las ‎tropas sauditas en Yemen; en mayo acepta que Mustafá al-Khadimi, uno de los asesinos del ‎general Suleimani, se convierta en primer ministro de Irak; en junio, envía Guardianes de la ‎Revolución a Libia, del lado de la OTAN, como ya había hecho su mentor, Hachemi Rafsanyani, ‎enviando Guardianes de la Revolución a Bosnia-Herzegovina. ‎

Al mismo tiempo, Rohani acepta la proposición china de comprar el petróleo iraní al 70% del ‎precio del mercado internacional, con lo cual garantiza nuevamente la renta petrolera… pero ‎hace peligrar su alianza con la India. Esa alianza preveía hacer transitar el comercio indio hacia ‎Afganistán por el puerto iraní de Chabahar, evitando así el territorio de Pakistán. Sin embargo, lo ‎lógico sería que Irán se integrara al proyecto chino de restablecimiento de la ruta de la seda, de ‎la que ya fue parte durante la Antigüedad y en la Edad Media, lo cual exigiría una alianza entre ‎Irán y Pakistán. ‎

La historia del Irán contemporáneo se resume en un ir y venir entre dos visiones ‎políticas opuestas: la del esplendor de un imperio basado en el legado del profeta Mahoma y la de ‎la lucha por la justicia basada en el ejemplo de los profetas Alí y Hussein. Sorprendentemente, ‎quienes optan por el esplendor imperial son designados en la prensa occidental como ‎‎«moderados» mientras que a los partidarios de la lucha por la justicia se les llama ‎‎«conservadores». ‎

Hipótesis
Lo que expondré de aquí en adelante en este artículo debe, por supuesto, ser visto con mucha ‎prudencia ya que sólo es una hipótesis. Se trata, no obstante, de una hipótesis que merece ‎reflexión. ‎

Todo indica que la muerte del general Qassem Suleimani, comandante de las fuerzas especiales de ‎los Guardianes de la Revolución, llegó como anillo al dedo para el presidente Hassan Rohani. Y ya ‎hemos visto que no solo ese asesinato no recibió una respuesta de valor equivalente sino que ‎además uno de los asesinos se convirtió en primer ministro de Irak, con el apoyo de Rohani. ‎Al nombrar a un ilustre desconocido como sucesor del general Suleimani, el poder iraní ha ‎neutralizado de hecho a los Guardianes de la Revolución. Lógicamente, la próxima personalidad ‎por eliminar sería el secretario general del Hezbollah, el líder libanés Hassan Nasrallah. ‎

El 23 de julio de 2019, el embajador israelí Danny Danon presenta al ‎Consejo de Seguridad de la ONU lo que califica como violaciones de la resolución 1559 ‎cometidas por el Hezbollah… y afirma que esa organización de resistencia dispone de ‎instalaciones permanentes en el puerto de Beirut.

Pero no es eso lo que acabamos de ver en Beirut. Lo que vimos fue un depósito de descarga del ‎Hezbollah alcanzado por un arma nueva que provocó una enorme explosión. Esa operación arroja ‎un saldo de 150 muertos y al menos 5.000 heridos. Sólo voces provenientes de Israel, como ‎la del diputado Moshe Feiglin, y de Irán afirmaban al día siguiente que toda desgracia trae algo bueno. ‎Para la prensa oficial de Teherán, la destrucción del puerto de Beirut intensificará la actividad de la ‎ruta terrestre Teherán-Bagdad-Damasco-Beirut y, por ende, el proyecto de federación chiita. ‎

El 6 de agosto, el presidente francés Emmanuel Macron llegaba a Beirut. Según sus interlocutores, ‎Macron dio a los dirigentes libaneses un plazo de 3 semanas para concretar la aplicación de la ‎segunda parte de la resolución 1551: el desarme de la resistencia libanesa (2). El 7 de agosto, Hassan Nasrallah ‎aparecía en la televisora al-Manar, y pudo vérsele turbado, incómodo, incluso deprimido. ‎Durante su intervención, negó en 4 ocasiones toda presencia del Hezbollah en el puerto de Beirut. ‎

El hecho es que ya la máquina está en marcha. La primera parte de la resolución 1551 preveía ‎sacar del Líbano la fuerza siria de paz que había puesto fin a la guerra civil libanesa. Esa retirada ‎de la fuerza siria de paz se concretó en 2005, a raíz del asesinato del ex primer ministro libanés ‎Rafic Hariri –atribuido entonces al presidente sirio– y de la subsiguiente «revolución del cedro». ‎La segunda parte –el desarme del Hezbollahse inicia ahora, en 2020, con la destrucción de la mitad de Beirut y con una nueva revolución de color. Precisamente todo lo que conviene a ‎Benyamin Netanyahu y a Hassan Rohani, viejos cómplices en el tráfico de armas que dio origen al ‎escándalo conocido como Irángate o Irán-Contras. ‎


Thierry Meyssan

[1] ‎«El proyecto militar de Estados Unidos para el ‎mundo», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 22 ‎de ‎agosto ‎‎de 2017.‎
[2] L’Effroyable ‎imposture, Tomo 2, por Thierry Meyssan, éditions Demi-Lune.

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