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23 enero 2020

Estados Unidos vs Irán. Diplomacia secreta en medio de rumores mediáticos





Nota previa del editor del blog


Midiendo fuerzas o llegando a consensos? 

Sin la menor duda, en materia de asuntos internacionales referentes a las crisis frecuentes en Próximo Oriente, el laborioso esfuerzo del investigador francés Thierry Meyssan brinda cordura ante los cientos, miles de agoreros del desastre mundial, sus análisis reflejan las verdaderas y secretas relaciones diplomáticas dentro de la geopolítica ya que ninguna superpotencia anhela desatar una guerra por la que se verían obligados a utilizar misiles balísticos o artilugios tácticos nucleares.

Una vez "agotadas" las noticias de los medios de desinformación masiva, con escandalosos titulares a nivel internacional, ofertando un conflicto nuclear que podría desatar el apocalipsis en la Tierra. Show ‎mediático, nada más, noticias que venden muy bien; entre bastidores, los gobiernos y diplomáticos estadounidenses e iraníes elaboraron y llegaron a un consenso para una salida "digna" y "victoriosa" para las partes tras el asesinato del general iraní Suleimani, Por lo dicho, es momento del análisis serio de la situación.

Estamos ante una posibilidad real de llegar a una  descalada de la crisis, no es nada fácil, pero la sola disposición al dialogo (secreto), al estilo de las conversaciones que llevaron a la firma del Acuerdo Nuclear en 2015, podría  llevar a una retirada estratégica y coordinada de éstos dos antagonistas en el Próximo Oriente. Por sentado que esta iniciativa es de conocimiento y satisfacción para los miembros de la OTAN - Unión Europea. Nadie quiere verse envuelto en un conflicto nuclear, ni siquiera la pequeña y belicosa nación de Israel que siembra tormentas con la irrupción sorpresiva de sus raids aéreos sobre posiciones claves de Irán en Siria, poniendo en apuros a las superpotencias. 
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Thierry Meyssan es preciso, maneja siempre un punto de vista objetivo, respaldado por fuentes de alto nivel que cabildean el acontecer de la diplomacia y el poder, por supuesto, con la documentación oportuna; por ejemplo, desmiente rotundamente que la orden de Donald Trump de asesinar al general iraní Qassem Suleimani en territorio iraquí  hubiese estado a punto de provocar la Tercera Guerra Mundial, posición  propagandística muy adecuada a los intereses de los opositores del partido Demócrata en los Estados Unidos, aportando una "nueva prueba" a la moción de destitución del presidente Trump en el Congreso (impeachment). Sobra decir que el juicio político contra Trump es de mayor relevancia mundial que el asesinato del militar iraní. 

Hay otro hecho que pasa desapercibido, algo que ya no podemos imputar a Trump, Estados Unidos, OTAN, UE, etc. Conforme nuestra fuente, Irán ha dado un paso atrás en cuanto al respeto al Derecho Internacional, y no se trata de un acto al que se ve obligado por las injerencias foráneas, ni por las mutuas acusaciones y forcejeos entre EEUU-Irán. Hay quienes perciben un profundo cambio en la conducta iraní frente a las normas internacionales; en ese sentido, Meyssan afirma que Irán "ha pasado a ignorarlo, ‎uniéndose así a Estados Unidos e Israel, que nunca lo admitieron" (al Derecho Internacional).

Lo mejor será leer las reflexiones de Thierry Meyssan. El siguiente contenido fue presentado recientemente en dos ponencias separadas, dadas las referencias y la obvia relación son presentadas en una sola exposición. Los títulos corresponden a las publicaciones originales.

...Por cierto, la trágica muerte del general Sulemaini nos debería hacer recordar la muerte de otro héroe de guerra, el general druso sirio, Mayor General Issam Zahreddine (ver notas a pie de página)


Los entretelones de las relaciones entre ‎Estados Unidos e Irán

Al referirse a la crisis de los rehenes, que enfrentó al presidente James Carter a Irán en 1979, el ‎presidente Donald Trump despertó el orgullo de Estados Unidos. Pero esa afirmación es sólo una ‎presentación tendenciosa del periodista Walter Cronkite. Al mencionar aquella crisis, Trump enviaba ‎un mensaje al Irán que supo negociar un “happy end” con el presidente Reagan. ‎ 
Dos países divididos
Entender las relaciones entre Estados Unidos e Irán se hace especialmente difícil, sobre todo por ‎tratarse de dos países profundamente divididos:
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Aunque Donald Trump es el presidente de Estados Unidos, todos los expertos son capaces de ver ‎que está tratando de gobernar a pesar de la oposición de casi toda la administración federal, la cual ‎no aplica sus instrucciones y participa activamente en el proceso parlamentario iniciado para sacarlo ‎de la Casa Blanca. 

No se trata de una división política entre republicanos y demócratas ya que el presidente Trump ‎no es un republicano propiamente dicho, aunque obtuvo la investidura del Partido Republicano. ‎Se trata más bien de una diferencia heredada de las tres guerras civiles anglosajonas –la guerra civil ‎británica, la guerra de independencia estadounidense y la Guerra de Secesión. Se enfrentan así la ‎cultura de los rednecks, herederos de la conquista del Far West (el Lejano Oeste) y la cultura de los ‎puritanos, herederos de los «Padres peregrinos» que llegaron a América a bordo del buque ‎‎Mayflower.‎

- En Irán existen dos poderes que compiten entre sí: el gobierno del jeque-presidente Hassan Rohani y ‎la estructura de poder que depende del Guía de la Revolución, el ayatola Alí Khamenei. Digan lo que ‎digan los medios occidentales, en Irán no hay un grupo que esté paralizando el país. La causa de la ‎parálisis es la lucha a muerte entre esos dos grupos. 

- El presidente Rohani representa los intereses de la burguesía de Teherán y de Ispahán –‎comerciantes interesados en el intercambio internacional y duramente golpeados por las sanciones ‎estadounidenses. El jeque Rohani es un viejo amigo del Estado Profundo estadounidense: fue ‎el primer contacto iraní de la administración Reagan y de Israel en el momento del caso Irán-Contras, ‎en 1985. Fue a través de Rohani que el ayatola Hashemi Rafsanyani se puso en contacto con los ‎hombres del coronel estadounidense Oliver North, lo cual permitió a Rafsanyani dedicarse a la compra ‎de armas, hacerse con el mando de los ejércitos iraníes y convertirse de paso en el hombre más rico ‎de Irán, para llegar después a ser presidente de la República Islámica. Más tarde, durante las ‎negociaciones secretas irano-estadounidenses en Omán, en 2013, el jeque Rohani fue seleccionado ‎por la administración Obama y por Alí Akbar Velayati para acabar con el nacionalismo laico del entonces ‎presidente Mahmud Ahmadineyad y restablecer las relaciones entre Estados Unidos e Irán



Jeque Hassan Rohani, Presidente de la República Islámica de Irán desde 2013.


- Por el contrario, la función del Guía de la Revolución fue creada por el imam Ruholla Khomeini ‎según el modelo del sabio de la República de Platón –modelo que nada tiene que ver con la religión ‎musulmana. El ayatola Khamenei supuestamente debe velar por que las decisiones políticas no violen ‎los preceptos del islam ni los principios de la Revolución antimperialista iraní de 1978. De él ‎dependen los Guardianes de la Revolución, el cuerpo armado al que pertenecía el general Qassem ‎Suleimani. El Guía de la Revolución dispone de un presupuesto extremadamente variable, determinado ‎por las fluctuaciones imprevistas de los ingresos provenientes del petróleo. Por consiguiente, la ‎estructura de poder más afectada por las sanciones estadounidenses no es la administración del presidente Rohani sino la que depende del Guía de la Revolución. Durante los últimos años, el ayatola ‎Alí Khamenei ha tratado de imponerse como referencia en el seno del islam en general, invitando a ‎todos los jefes políticos y religiosos del mundo musulmán a viajar a Teherán, incluso a sus más feroces ‎adversarios. ‎



Alí Hoseiní Jamenei, actualmente Líder Supremo de Irán y máximo dirigente de la clase dirigente clerical islámica de Irán. Fue presidente de Irán entre 1981 y 1989, y Líder Supremo desde su designación para suceder al ayatolá Jomeini (junio de 1989)

Tanto en Estados Unidos como en Irán, la mayoría de las decisiones adoptadas por uno de los poderes ‎anteriormente descritos encuentra de inmediato la oposición de su adversario interno. ‎

Otro elemento que dificulta la comprensión de lo que sucede tiene que ver con las mentiras que ‎se han acumulado entre ambas potencias durante todos estos años, mentiras que a menudo siguen ‎muy presentes. Sólo citaremos aquí las que se han mencionado en los últimos días:

Aunque se sigue hablando de la famosa «crisis de los rehenes» de 1979, lo cierto es que el ‎personal diplomático estadounidense detenido entonces en Irán fue sorprendido en flagrante delito de ‎espionaje. La embajada de Estados Unidos en Irán era el cuartel general de la CIA para todo el ‎Medio Oriente. No fueron los iraníes sino Estados Unidos quien violó las normas y obligaciones del ‎estatuto diplomático. Dos marines miembros del personal a cargo de la custodia de la embajada ‎denunciaron las actividades que realizaba la CIA en aquella sede diplomática, el equipamiento de ‎espionaje que allí existía todavía está expuesto al público hoy en día en los locales que ocupaba la ‎embajada de Estados Unidos en Teherán y los documentos ultrasecretos descubiertos allí fueron ‎publicados en más de 80 volúmenes

La República Islámica nunca ha reconocido el Estado de Israel, pero tampoco se ha planteado nunca la ‎liquidación de la populación judía sino que se pronuncia por el principio de «un hombre, un voto», ‎señalando que ese principio también se aplica a todos los palestinos que hayan emigrado y adquirido ‎otra nacionalidad. En 2019, la República Islámica presentó al Consejo de Seguridad de la ONU un ‎proyecto de referéndum de autodeterminación aplicable en la Palestina geográfica, que abarca todo ‎Israel y la Palestina política. 

Aunque los medios tratan de hacernos creer lo contrario, Irán e Israel no son enemigos ‎irreconciliables ya que están explotando juntos el oleoducto Eilat-Ascalón, cuya propiedad comparten‎. 

Las potencias occidentales siguen fingiendo creer lo contrario, pero saben perfectamente que Irán ‎renunció a toda investigación sobre las armas nucleares en 1988, cuando el imam Khomeini declaró ‎las armas de destrucción masiva incompatibles con el islam. Los documentos robados por Israel y ‎revelados con bombo y platillo por el premier israelí Benyamin Netanyahu en 2018 demuestran que ‎las investigaciones posteriores a la decisión del imam Khomeini sólo tenían que ver con un generador ‎de onda de choque, elemento que puede formar parte de la fabricación de un detonador para bombas ‎atómicas. O sea, ‎no era una pieza “nuclear” sino un componente mecánico que puede tener múltiples usos. ‎


Para las potencias occidentales, al ordenar el asesinato del general Qassem ‎Suleimani, el presidente Trump, agregó otro nombre a la lista de terroristas eliminados. Pero, ‎desde la perspectiva del Medio Oriente, Trump cambió de bando: después de haber luchado ‎contra el Emirato Islámico (Daesh) y de haber abatido al “califa” al-Baghdadi, el presidente ‎estadounidense asesinó al principal enemigo de Daesh, que era el general Suleimani. ‎ 
El asesinato del héroe
General Qassem Suleimani, jefe del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán (IRGC), unidad más conocida como los Guardianes de la Revolución.


Habiendo establecido lo anterior, pasemos ahora al asesinato del general iraní Qassem Suleimani y a la ‎crisis provocada por ese hecho.
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El general Suleimani era un soldado excepcional. Luchó en la guerra iniciada por Irak contra Irán, ‎guerra que duró ocho largos años (de 1980 a 1988). Bajo su mando, la fuerza Al-Quds (el nombre ‎árabe y persa de Jerusalén) de los Guardianes de la Revolución aportaron su ayuda a todas las ‎poblaciones víctimas del imperialismo en el Medio Oriente. Durante la agresión israelí de 2006 contra ‎el Líbano, el general Suleimani estuvo en Beirut, dirigiendo la resistencia junto al general sirio Hassan ‎Turkmani y el jefe del Hezbollah, Hassan Nasrallah. Qassem Suleimani entendía la diferencia entre ‎‎Estados Unidos y el imperialismo y a menudo negoció con Washington, proponiéndole incluso ‎alianzas temporales –por ejemplo, en 2001, se alió con la administración de George W. Bush en la ‎lucha contra los talibanes afganos. Sin embargo, desde mayo de 2018, el general Suleimani recibió ‎orden de limitarse a la lucha junto a las comunidades chiitas. Violando el alto al fuego en vigor desde la ‎guerra israelo-siria de 1973, el general iraní lanzó algunos ataques contra Israel desde suelo sirio, ‎poniendo al gobierno de Siria en una situación embarazosa. ‎

El presidente estadounidense Donald Trump había comprendido ciertamente el papel militar que ‎desempeñaba el general Suleimani bajo las órdenes del ayatola Khamenei, pero no entendía que ‎Suleimani se había convertido en un héroe del mundo musulmán, en un verdadero icono, admirado ‎por demás en las academias militares del mundo entero. Al dar luz verde al asesinato del general ‎Suleimani, el presidente Trump actuó en contra de su propia reputación en el Medio Oriente. 


Desde ‎su llegada a la Casa Blanca, Trump había luchado constantemente contra el apoyo estadounidense a ‎al-Qaeda y al Emirato Islámico (Daesh), pero al autorizar el asesinato de Suleimani se convirtió en ‎responsable de la muerte del hombre que encarnó esa lucha con su presencia física en numerosos ‎teatros de operaciones. 

Ni siquiera vale la pena recalcar aquí la naturaleza absolutamente ilegal del ‎asesinato, que además confirmó nuevamente el modus operandi habitual de Estados Unidos desde ‎su surgimiento como país.‎

El asesinato de Qassem Suleimani tiene lugar después de la decisión de Washington de clasificar a los ‎Guardianes de la Revolución iraní como «organización terrorista». Los iraníes comparten la fuerte ‎convicción de que constituyen un pueblo, una civilización. La muerte del general Suleimani ‎en realidad unificó temporalmente a los dos poderes políticos iraníes alrededor de un mismo ‎sentimiento. Millones de iraníes salieron a las calles durante los funerales de Suleimani. ‎



Sólo cuando se hizo evidente que la muerte de Suleimani no iba a desencadenar la Tercera Guerra ‎Mundial, Israel se dio el lujo de aclarar –a través de la CBS– que había confirmado al Pentágono la ‎localización del general iraní y admitió –a través del New York Times que fue informado previamente ‎de que Suleimani iba a ser asesinado. Se trata de informaciones actualmente inverificables. ‎
No habrá conflagración
Todos los medios de difusión occidentales hablaron de los planes iraníes de respuesta, establecidos ‎desde hace años. Pero el Guía Khamenei y el presidente Rohani no reflexionaron en función de esos ‎planes. Los iraníes no son niños que se pelean en un patio de escuela. Los iraníes son una Nación. ‎Ambos responsables iraníes actuaron siguiendo el interés superior de la Nación, como ellos ‎lo conciben. 

A pesar de las declaraciones estruendosas llamando a la venganza, no habrá una ‎venganza iraní de tal magnitud, como no hubo una venganza del Hezbollah después del asesinato ‎ilegal de Imad Moughniyah, perpetrado en 2008, en Damasco.
Para el presidente Rohani, independientemente de la muerte del general Suleimani, es indispensable ‎reanudar el contacto con Washington. Rohani ha considerado hasta ahora que la administración ‎Obama, la que lo puso en la presidencia, siguiendo su interlocutor y que Donald Trump sólo era una ‎especie de accidente llamado a ser destituido rápidamente mediante el Rusiagate o con el flamante ‎‎Ucraniagate. Por esa razón, Rohani ha rechazado hasta ahora los numerosos llamados de Trump a la ‎negociación. Pero Trump sigue en la Casa Blanca y es muy probable que se mantenga allí durante los ‎próximos años. Mientras tanto, la economía iraní se derrumba, gravemente afectada por las sanciones ‎ilegales de Estados Unidos. La reacción internacional de empatía ante el ilegal asesinato del general ‎Suleimani permite actualmente a Rohani abrir la negociación con Washington desde una posición de ‎superioridad moral
Para el ayatola Khamenei, Estados Unidos es el país que ha saqueado Irán durante todo un siglo y ‎Donald Trump no es un hombre de palabra. No porque Trump no haya respetado sus propias ‎promesas sino porque rompió las de su predecesor. El acuerdo 5+1 (JCPOA) había sido aprobado por ‎el Consejo de Seguridad de la ONU. Irán lo consideraba inviolable. Pero Trump decidió simplemente ‎desecharlo, lo cual tenía derecho a hacer. Pero Irán y Estados Unidos habían firmado también un pacto secreto que establecía una nueva distribución de influencias en el Medio Oriente. Trump ‎también anuló ese otro pacto. Ese es el que ahora pretende renegociar de formar bilateral.
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A raíz del asesinato del general Suleimani, Irán anunció rápidamente que no seguiría respetando ‎el acuerdo 5+1 y los diputados chiitas iraquíes exigieron la retirada de las tropas estadounidenses de ‎su país. Los medios de prensa occidentales entendieron esos gestos como muestras de agravación del conflicto, pero ‎en realidad eran ofertas de paz. 

El acuerdo 5+1 dejó de existir cuando Estados Unidos lo abandonó ‎e Irán así lo reconoce ahora, después de haber tratado inútilmente de salvarlo. La retirada de las ‎tropas estadounidenses, no sólo de Irak sino de todo el Medio Oriente, es un compromiso que Trump ‎había contraído durante su campaña electoral, compromiso que no había logrado concretar debido a ‎la oposición de su propia administración. En otras palabras… Irán se pone del lado de Trump.
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Las manifestaciones contra Irán que se registraban en Líbano y en Irak cesaron como por arte ‎de magia.
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El poderoso lobby petrolero estadounidense aportó su respaldo al presidente Trump al cuestionar la ‎‎«doctrina Carter». En 1980, el entonces presidente James Carter había planteado que el petróleo del ‎Golfo era indispensable para la economía de Estados Unidos. Su sucesor creó el CentCom y ‎el Pentágono garantizó el acceso de las compañías estadounidenses al petróleo del Golfo Pérsico. ‎Pero, Estados Unidos ha alcanzado la independencia en el sector energético. Ya no necesita ‎ese petróleo. Por consiguiente, tampoco necesita seguir desplegando sus tropas en esa región. Para ‎Estados Unidos, el objetivo del juego ya no es el de antes. Ya no se trata de apoderarse del petróleo ‎arabo-persa sino de controlar los intercambios petroleros a nivel mundial
Los dirigentes políticos no han sabido adaptarse al desarrollo de los medios de comunicación. ‎Hablan demasiado y demasiado pronto. Adoptan posturas y luego no saben cómo echarse atrás. ‎Después de haber lanzado increíbles llamados de venganza, los Guardianes de la Revolución tenían ‎que hacer algo. Y optaron por bombardear dos bases militares estadounidenses en Irak, sin causar ‎víctimas. Exactamente de la misma manera que Estados Unidos, el Reino Unido y Francia cuando ‎dijeron haber “castigado” a Siria, supuestamente por haber utilizado armas químicas. Esas ‎tres potencias occidentales acabaron bombardeando una base militar vacía –aunque el bombardeo ‎provocó en los alrededores de la base un incendio que dejó algunas víctimas. 
El Estado Profundo estadounidense, después de haber aconsejado mal a Trump, se las arregló para ‎que‎, en la televisión iraní,‎ una voz desconocida exhortara a asesinar al presidente estadounidense, prometiendo además una ‎recompensa en millones de dólares. En adelante, si Trump muere asesinado no habrá que ‎investigar, automáticamente Irán será declarado culpable. Pero vale la pena recordar que cuando ‎el imam Khomeini emitió su fatwa contra la vida de Salman Rushdie, no prometió ninguna ‎recompensa. La promesa de recompensa en dinero corresponde más bien a las costumbres del ‎‎Far West. ‎

En plena crisis, la defensa antiaérea iraní derribó por error un avión de pasajeros ucraniano que ‎despegaba de Teherán. Así que el embajador del Reino Unido organizó en Teherán una pequeña ‎manifestación donde se exigió la renuncia del ayatola Khamenei. Estos hechos trastocan el juego, ‎privando a Irán de la ventajosa posición de víctima que mantenía desde el asesinato del general ‎Suleimani. ‎

Es evidente que Estados Unidos no cederá nada sin obtener algo a cambio. La retirada de ‎sus tropas se concretará sólo en coordinación con una retirada militar iraní. El general Qassem ‎Suleimani era precisamente el símbolo del despliegue militar iraní. Lo que hoy se negocia es la retirada ‎de ambas partes. 

Ya estamos asistiendo a una retirada estadounidense de Siria e Irak hacia Kuwait. ‎La historia de la carta enviada y luego anulada donde el general William Sheely III anunciaba la ‎retirada estadounidense de Irak demuestra que esas negociaciones están en marcha. 
Los principios de la paz no serán fijados desde ahora, y la llegada de esa paz no será inmediata

Durante el periodo de duelo por la muerte del general Suleimani, Irán no podrá admitir públicamente ‎haber llegado a un acuerdo con Estados UnidosUn acuerdo sólo será válido si cuenta con la aprobación de Irak, Líbano, Siria, Turquía y, ‎por supuesto, de Rusia. A pesar de sus maniobras, el Reino Unido no podrá hacerlo fracasar y ‎tendrá que aceptar que salga a la luz en una conferencia regional. ‎

Qassem Suleimani estaría seguramente orgulloso de su vida si su  muerte permitiera el regreso de ‎la paz en la región.


Deriva iraní hacia el comportamiento de ‎Estados Unidos e Israel‎

Las intervenciones de Irán en la ONU solían captar la atención del mundo entero. Irán enarbolaba el ‎estandarte de los pueblos ante el imperialismo. Hoy nada queda de aquel legado.‎ En la foto, el 23 de septiembre de 2010, el presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, cuestiona la versión oficial ‎de los atentados del 11 de septiembre de 2001 desde la tribuna de la Asamblea General de la ONU. ‎ 

Los 195 Estados miembros de la ONU dicen querer resolver sus conflictos sin recurrir a la guerra ‎sino al Derecho. Desde su creación, en la Conferencia de La Haya de 1899, ese Derecho se basa ‎en una idea de muy fácil comprensión: al igual que las personas –incluyendo a los dirigentes ‎políticos–, que aceptan someterse al Derecho Nacional para evitar la guerra civil,‎ los Estados ‎pueden evitar la guerra sometiéndose voluntariamente al Derecho Internacional. ‎

Al hablar aquí de “Derecho Internacional”, no me refiero a lo que, desde la realización de los ‎juicios de Nuremberg hasta la creación de la Corte Penal Internacional (CPI), legaliza que ‎los vencedores juzguen a los vencidos. A lo que me refiero es a los procedimientos que rigen ‎las relaciones entre los Estados. ‎

Tres miembros de la ONU muestran actualmente que no entienden el Derecho Internacional, ‎mientras que otros han dejado de utilizarlo como referencia y, después de haber tergiversado la ‎noción de «Derechos Humanos», prefieren ‎un «multilateralismo basado en reglas».‎
Tres Estados fuera del Derecho
El primero de esos tres países es Estados Unidos, que, desde su creación misma –hace 2 siglos– ‎dice ser una nación «que no se parece a ninguna otra». Según su mito nacional, Estados Unidos sirvió de refugio a la secta ‎puritana de los «Padres Peregrinos», quienes llegaron a América en el barco «Mayflower», y hoy ‎es refugio de todas las personas perseguidas por razones de índole religiosa o política. En nombre ‎de ese mito nacional, Estados Unidos se permite juzgar con extrema severidad los ‎comportamientos de otras países o gobiernos, pero disculpa a priori los comportamientos ‎reprobables de los estadounidenses; y rechaza toda jurisdicción internacional que se interese en ‎los asuntos internos estadounidenses. Fue por eso que ‎Estados Unidos se negó a ser miembro de la Sociedad de Naciones, mientras empujaba a los ‎demás países a incorporarse a ella. Estados Unidos aceptó los principios del Derecho ‎Internacional durante la guerra fría –desde la creación de la ONU hasta la desaparición de ‎la URSS– pero volvió a su comportamiento anterior en cuanto tuvo oportunidad de hacerlo.

‎En 1999, Estados Unidos atacó ilegalmente la República Federal de Yugoslavia, arrastrando sus ‎vasallos de la OTAN a participar en esa agresión. Posteriormente, recurriendo a pretextos falsos, ‎Estados Unidos emprendió guerras contra Afganistán, contra Irak y contra Libia. Las agresiones ‎que Estados Unidos cometió contra los iraníes, el 3 de enero de 2020, son igualmente ilegales.‎

Israel es el segundo país que viola sistemáticamente el Derecho Internacional, desde su ‎proclamación unilateral –el 14 de mayo de 1948–, en violación del proceso que las Naciones ‎Unidas habían aprobado para la Palestina geográfica. Hace 70 años que Tel Aviv viola ‎sistemáticamente las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU y, cuando se plantea la ‎adopción de sanciones, Israel cuenta con la protección de Estados Unidos para garantizarle ‎impunidad. Israel se considera eternamente amenazado y sólo puede sobrevivir a través de ‎la guerra, posición cultural que quizás termine cuando los ciudadanos que se definen como ‎judíos (partidarios del Likud) sean menos numerosos que los que se definen simplemente como ‎israelíes (seguidores de la coalición Azul y Blanco).

En cuanto a Irán, desde siempre Teherán ejecutó líderes opositores en el extranjero, en el mundo ‎entero, pero nunca ciudadanos de otros países. Por ejemplo, el shah Mohamed Reza Pahlevi ‎ordenó el asesinato del filósofo Alí Shariati, perpetrado en Londres, en 1977. Después de 1978, ‎el gobierno islámico eliminó varios líderes contrarrevolucionarios en Europa. Nadie ‎reclamó nunca oficialmente la autoría de aquellas muertes. Durante la guerra de Irak ‎contra Irán, la República Islámica organizó la realización de acciones contra los intereses de ‎sus enemigos en el exterior: por ejemplo, el atentado contra las fuerzas estadounidenses y ‎francesas de la ONU en Beirut, en 1983. Pero la ejecución misma del atentado estuvo a cargo de ‎intermediarios libaneses –que participaron después en la fundación del Hezbollah– y la acción ‎estuvo dirigida contra las actividades ilegales de aquella fuerza –la reunión ‎secreta regional de la CIA. ‎Pero esta vez, Irán lanzó oficialmente varios misiles, desde su territorio, contra fuerzas ‎estadounidenses estacionadas en Irak, violando así la soberanía de Bagdad.‎

Estados Unidos se ve a sí mismo como la nación de los perseguidos y cree que, debido a ese ‎estatus, no tiene que aceptar consejos de los demás… los perseguidores. Israel dice ser el ‎refugio de un pueblo amenazado y que, por esa razón, no tiene que aceptar consejos de quienes ‎alguna vez ignoraron a ese pueblo o, peor aún, lo hicieron víctima de la violencia. ¿Cuál sería ‎entonces la “justificación” de Irán?
La evolución de Irán



Fotografías del General Qassem Suleimani con personalidades chiíes. Arriba: Con el ayatolá Jamenei; en el medio, junto al popular clérigo iraquí Moqtada al-Sadr; abajo, el líder de la revolución islámica ayatolá Jamenei, el jeque Hassan Nasrallha, líder del Hezbolá libanés.

‎Esa evolución no tiene otra explicación que un cambio profundo del Poder. Todo comenzó a ‎salirse de control a finales del año 2013 y, desde 2017, se han visto manifestaciones no sólo en ‎Teherán e Ispahán sino en todo el país. Poco a poco, las instituciones se han transformado. ‎El sistema judicial, antes independiente del poder ejecutivo y del legislativo, se ha convertido en ‎un órgano de represión política, llegando incluso a condenar a ‎‎15 años de cárcel –en un juicio a puertas cerradas y bajo cargos secretos– al ex vicepresidente ‎nacionalista Hamid Baghaie. El Consejo de los ‎Guardianes, encargado –durante la Revolución– de excluir de las elecciones a los agentes de las ‎potencias extranjeras, se ha convertido en un órgano de censura de la oposición que ha llegado a ‎calificar a los miembros del equipo del ex presidente Mahmud Ahmadineyad como «malos ‎musulmanes». En el islam, la función de los clérigos es la de impartir el derecho, pero en este ‎caso estamos como una clase clerical, que viola todos los principios jurídicos, que vuelve a tomar el ‎control del poder. ‎

Lo hemos repetido constantemente desde hace seis años: esto no tiene nada que ver con la ‎oposición entre prooccidentales y la facción adversa, tampoco es una cuestión de creencias. Es el regreso del problema secular de los iraníes: la ciega veneración hacia la función clerical, ‎sin importar cuál sea la confesión dominante. Y no habrá solución posible sin una separación ‎constitucional entre el poder civil y el poder religioso. Es un problema que se ha planteado en ‎todas las épocas, bajo todo tipo de religiones dominantes, bajo todo tipo de regímenes. ‎

Vuelvo a repetir que este problema no tiene nada que ver con la Revolución de 1978. ‎Contrariamente a la idea preconcebida en Occidente, aquella Revolución no se hizo con la clase ‎clerical sino en contra de esa clase. El ayatola Khomeini había sufrido el rechazo de la clase ‎clerical, que sólo se puso de su lado después de haber comprobado la victoria de Khomeini. ‎La aparente intransigencia que caracterizó entonces la actitud de la clase clerical fue sólo la vía que ‎esa clase encontró para tratar de hacer olvidar sus anteriores excesos. Si usamos como referencia los ‎documentos oficiales estadounidenses ya desclasificados, ‎veremos que el consejero estadounidense de seguridad nacional de aquella época, Zbigniew ‎Brzezinski, veía en la clase clerical iraní un aliado de Estados Unidos ante el shah Mohamed ‎Reza Pahlevi, quien se había vuelto demasiado “goloso”. Brzezinski organizó el regreso del imam ‎Khomeini creyendo –erróneamente– que Khomeini era como los demás clérigos y sólo se dio ‎cuenta del error que había cometido cuando conoció el contenido del discurso antimperialista que ‎Khomeini pronunció en el cementerio de Behesht-e Zahra.‎

Numerosos actores del Medio Oriente, comenzando por el Hezbollah libanés y la República Árabe ‎Siria, han entendido la evolución que ha tenido lugar en Irán. Debido a ello, tanto el Hezbollah ‎como Siria se han distanciado de la política interior iraní. En plena guerra, Teherán tardó más de ‎un año en nombrar un embajador a Damasco. Pero las potencias occidentales han sido ‎incapaces de percibir el cambio porque están atrapadas en su propia propaganda contra la ‎Revolución iraní de 1978. Así que interpretan los movimientos actuales en Irán en función de ‎sus propios intentos –innumerables– de derrocar el “régimen”, en vez de observar los ‎comportamientos de los iraníes. ‎
Las explicaciones de Estados Unidos y de Irán ante el Consejo de Seguridad
Como sucede en cada caso de intervención militar en el exterior, después intercambiar andanadas ‎de misiles, Estados Unidos e Irán dijeron ante el Consejo de Seguridad de la ONU haber ‎actuado respetando la Carta de las Naciones Unidas. 
La carta de la embajadora estadounidense Kelly Craft anunciando el asesinato del general Qassem ‎Suleiman, el 2 de enero de 2020, sólo puede catalogarse como surrealista. La embajadora estadounidense no menciona el intento simultaneo de asesinato contra ‎el segundo del general Suleimani, Abdul Reza Shahlai, quien se encontraba en Yemen.‎ 

Asombrosamente, la carta de Estados Unidos al Consejo de Seguridad contiene una serie de ‎acusaciones contra varios aliados de Irán… pero no contiene ninguna acusación contra el ‎general asesinado. Esa carta no menciona las acusaciones del presidente Trump sobre hipotéticos ataques ‎inminentes –supuestamente preparados por el general Suleimani– contra cuatro embajadas estadounidenses. ‎Por cierto, esas acusaciones de Trump fueron desmentidas implícitamente por… su secretario ‎de Defensa, Mark Esper.‎ La única acusación contra Irán mismo es sobre el ataque iraní de respuesta del 7 de enero. ‎

La carta del embajador iraní Majid Takht Ravanchi es tan inconsistente como la de la embajadora ‎estadounidense.‎ Proclama la legalidad de una respuesta militar iraní, pero no de la del 7 de enero. Nada autoriza ‎a Irán a realizar un ataque contra el territorio iraquí sin autorización del gobierno de Irak. ‎Por su parte, Irak protestó inmediatamente contra los actos de Estados Unidos y de Irán. ‎
El interés del Derecho Internacional
Muchos creen que no hay por qué respetar el Derecho si los demás lo violan. Quienes así ‎piensan no ven el Derecho como una protección sino como un obstáculo. ‎

En su obra Leviatán, el filósofo Thomas Hobbes, quien vivió la Revolución Inglesa (de 1642 ‎a 1651), mostraba que los individuos deben hacer todo lo posible por protegerse del caos. ‎Quienes lucharon contra los ejércitos yihadistas saben cuánta razón tenía Thomas Hobbes. ‎Los demás, cuyo confort nunca fue perturbado, simplemente lo ignoran. Thomas Hobbes ‎pensaba incluso que un Estado autoritario es preferible a los horrores del caos. Hobbes aceptaba ‎así las derivas del Estado, comparándolo con Leviatán, monstruo que cierra el acceso al infierno. ‎

En todo caso, el Derecho Internacional nada tiene de monstruoso. No está en contradicción con ‎la conciencia. Apartarse del Derecho es una amenaza para la paz y, por consiguiente, una grave ‎amenaza para la vida de todos nosotros.

Thierry Meyssan 

20 octubre 2019

Todo lo que nos esconden sobre la operación militar turca "Manantial de Paz"






Nota previa del editor del blog.

Los miembros de la OTAN "condenan" la ofensiva turca, también derraman lágrimas sobre el destino de los kurdos ‎en Siria; sin embargo, es precisamente la OTAN quien dio el visto bueno a "Manantial de ‎Paz", para calmar los ánimos del gobierno turco. Este acto se confirmó el pasado 11 de octubre, con la presencia del Secretario General de la OTAN, Jens ‎Stoltenberg, en Ankara al poco del inicio de las operaciones militares turcas y se ratifica con la "tregua" pactada con el vicepresidente estadounidense, Mike Pence, que ha viajado a Ankara. Parece que todos buscan la "paz". Entonces, quién es el malo de la película? Qué irá a conversar Erdogan en Moscú?

Stolltenberg ha justificado a los turcos porque -según él- no existe otro país que haya soportado tanto al terorismo como Turquía, por lo mismo las causas están más que justificadas, "derecho" a la legítima defensa. El líder de la OTAN solo pidió a los turcos una cosa: moderación

El consentimiento es tal que, tanto el gobierno turco como los delegados de la OTAN a esa reunión (11 octubre), confirmaron todos los acuerdos y garantías de Turquía respecto a su lealtad al mando de la OTAN, el despliegue de más bases militares de la Alianza Atlántica, nuevos sistemas defensivos para proteger el sur del país otomano y otras ratificaciones importantes como el poco conocido traslado del LandCom (Comando Terrestre Aliado) a suelo turco, organismo que se encargará de coordinar a todas las fuerzas terrestres de la OTAN desplegadas en diferentes países.

Mucha gente se emocionó sobre el "cambio" o "giro" de Turquía, su posble abandono de la OTAN tras una serie de "desplantes" de sus socios occidentales, la reunión mencionada nos dice lo contrario, puro circo mediático. Que Turquía adquiriera sofisticados sistemas antiaéreos rusos (S-400) no significa nada, simples desaveniencias en el negocio de compra-venta de armamento, irritación porque los pingües ingresos calculados por las armas se han esfumado y han ido a parar a las arcas del "enemigo" ruso.

Turquía se mantendrá fiel a sus aliados occidentales, no hay de otra. El gobierno turco tiene muchas "cochinadas" que ocultar sobre su connivencia para destruir algunos estados como Libia y Siria, ha apoyado a todos los bandos que quisieron destruir el país levantino, desde yihadistas hasta a los mismos kurdos que dice combatir en defensa de su patria; los turcos permitieron el ingreso de decenas de miles de radicales provenientes de otros países, los armó, entrenó y protegió. Pero, como las cosas no resultaron según lo programado se alarmaron ante los "terroristas" kurdos y hoy reciben la bendición para atacarlos y empujarlos fuera de sus fronteras.

En conclusión, pese a lo que se diga en la prensa, Turquía se mantendrá fiel a la OTAN, sin ella no hay garantías de que prospere económicamente, algo que Rusia no puede garantizar. ‎ 

t. andino

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por Thierry Meyssan


I parte

Genealogía del «problema kurdo»‎

La comunidad internacional está emitiendo declaraciones de condena contra la ofensiva ‎militar turca iniciada en la porción de suelo sirio que la prensa occidental denomina ‎como «Rojava» y asiste impotente a la huida de decenas de miles de kurdos ‎perseguidos por el ejército turco. Pero nadie interviene, porque muchos estiman que una masacre es ‎quizás la única salida posible para restaurar la paz, debido a la situación prácticamente ‎insoluble creada por Francia y a los crímenes contra la humanidad cometidos tanto por ‎los grupos armados kurdos como por los civiles de esa minoría.


Decenas de miles de civiles kurdos huyen ante el ejército turco, abandonando las tierras que ‎habían ocupado con la esperanza de convertirla en su patria.


Todas las guerras implican un proceso de simplificación: en el campo de batalla sólo hay ‎dos bandos y cada quien tiene que escoger el suyo. En el Medio Oriente, donde existe una ‎increíble cantidad de comunidades y de ideologías, ese proceso resulta particularmente aterrador ‎ya que ninguna de las particularidades de esos grupos logra expresarse actualmente y cada cual ‎se ve obligado a aliarse a quienes estaría dispuesto a condenar.‎

Cuando la guerra se acerca a su fin, cada cual trata de esconder los crímenes que cometió, ‎voluntariamente o no, y a veces trata también de eliminar a los aliados incómodos que prefiere ‎dejar atrás. Muchos tratan entonces de “reescribir” lo sucedido para atribuirse un bonito papel. ‎Eso es exactamente lo que estamos viendo en estos días con la operación militar «Manantial de ‎paz», iniciada por Turquía, y las increíbles reacciones que aparecen en la prensa. ‎

Para entender lo que sucede, no basta con saber que todos mienten. Hay que descubrir lo que ‎cada cual trata de esconder y reconocerlo, incluso cuando se comprueba que aquellos a quienes ‎admirábamos eran en realidad detestables. ‎

Genealogía del problema
Si nos guiamos por la propaganda europea, tenemos que creer que los turcos (o sea, ‎‎“los malos”) van a exterminar a los kurdos (“los buenos”), a quienes los “sabios” europeos ‎tratan de salvar a pesar de la “cobardía” de los estadounidenses. Pero ninguno de esos ‎cuatro actores está desempeñando el papel que esa propaganda le atribuye. ‎

Es importante, en primer lugar, resituar lo que hoy sucede en el contexto de la «Guerra ‎contra Siria», ya que esto es sólo otra batalla más de esa guerra, y en el marco del «rediseño del ‎Medio Oriente ampliado», del cual el conflicto sirio es sólo una etapa. ‎

En el momento de los atentados del 11 de septiembre de 2001, el entonces secretario ‎estadounidense de Defensa, Donald Rumsfeld, y su nuevo director para la «Transformación de ‎la Fuerza», el almirante Arthur Cebrowski, adaptaron la estrategia del Pentágono al capitalismo ‎financiero. Para ello decidieron dividir el mundo en dos zonas: una zona reservada a los países de ‎la globalización económica y otra que sería vista como una simple reserva de materias primas. ‎Los ejércitos estadounidenses se encargarían de acabar con las estructuras de los Estados en los ‎países de esa segunda zona del mundo para evitar que estos pudiesen oponerse a esa nueva ‎‎“división del trabajo” [1]. E iniciaron la aplicación de esa estrategia en el «Medio Oriente ‎ampliado» o «Gran Medio Oriente». ‎

La Syrian Accountability Act, adoptada por el Congreso de Estados Unidos en 2003, preveía la ‎destrucción de la República Árabe Siria para después de la destrucción de Afganistán y de Irak. ‎Pero diferentes factores retrasaron el inicio de esa operación hasta 2011. El plan de ataque ‎contra Siria fue reorganizado entonces en función de la experiencia colonial que los británicos ‎habían acumulado en esta región. Londres aconsejó no destruir completamente los Estados sino ‎restaurar en Irak un “Estado mínimo” y conservar gobiernos títeres capaces de administrar ‎al menos la vida cotidiana de los pueblos. Siguiendo el modelo de la Rebelión Árabe de Lawrence ‎de Arabia, orquestada en 1915 por los propios británicos, el objetivo era organizar una ‎‎«primavera árabe» que pondría en el poder a la Hermandad Musulmana, en lugar de los ‎wahabitas [2]. La operación se inició con el ‎derrocamiento de los regímenes ‎prooccidentales, en Túnez y Egipto, antes de arremeter contra Libia y Siria. ‎

En un primer momento, y a pesar de ser miembro de la OTAN, Turquía se negó a participar en la ‎guerra contra Libia, que era su primer cliente comercial, y contra Siria, con la cual había creado ‎un mercado común. Pero el entonces ministro de Exteriores de Francia, Alain Juppé, concibió la idea ‎de “matar dos pájaros de un tiro”. Propuso a su homólogo turco, Ahmet Davutoglu, que Francia y ‎Turquía resolvieran juntas el problema kurdo a cambio de la incorporación de Turquía a las ‎guerras contra Libia y Siria. Juppé y Davutoglu firmaron entonces un protocolo secreto que ‎preveía la creación de un “Kurdistán”, pero no en los territorios kurdos de Turquía sino en ‎zonas sirias pobladas mayoritariamente por arameos y árabes [3]. Turquía, que mantiene excelentes relaciones con el ‎gobierno regional del Kurdistán iraquí, deseaba la creación de un segundo Kurdistán porque ‎esperaba que así podría poner fin al independentismo kurdo en suelo turco. Francia, que había ‎reclutado tribus kurdas en 1911 para utilizarlas en la represión contra los nacionalistas árabes, ‎esperaba crear en la región un Kurdistán similar a la colonia judía que los británicos lograron crear ‎en Palestina. Franceses y turcos lograron obtener el apoyo de los israelíes, quienes ya ‎controlaban el Kurdistán iraquí a través del clan Barzani, oficialmente miembro del Mosad. ‎

En este mapa puede verse, en color marrón, el Estado kurdo delineado por ‎la Comisión King-Crane, con el aval del presidente estadounidense Woodrow Wilson. La ‎creación de ese Estado fue aprobada por la conferencia de Sevres, en 1920, pero nunca llegó a ‎concretarse.


Los kurdos son un pueblo nómada (ese es precisamente el sentido exacto de la palabra “kurdo”) ‎que se desplazaba por el valle del Éufrates, en territorios que hoy son parte de Irak, Siria ‎y Turquía. Organizado no de manera tribal sino en clanes y de reconocido coraje, el pueblo ‎kurdo dio origen a numerosas dinastías que reinaron en el mundo árabe –como la del célebre ‎Saladino– y en el mundo persa y proporcionó soldados a diversos ejércitos. ‎

A principios del siglo XX, los otomanos reclutaron ejércitos kurdos para masacrar a los pueblos ‎no musulmanes de Turquía, principalmente a los armenios. Fue entonces cuando algunos grupos ‎kurdos se asentaron en Anatolia, donde se hicieron sedentarios, mientras que otros seguían ‎siendo nómadas. 

Al final de la Primera Guerra Mundial, el presidente estadounidense Woodrow ‎Wilson decidió, en aplicación del párrafo 12 de sus 14 objetivos de guerra, crear un Kurdistán ‎sobre las ruinas del Imperio Otomano. Para delimitar el territorio de aquel nuevo Estado, ‎el presidente Wilson envió a la región la Comisión King-Crane, mientras que los kurdos ‎proseguían la masacre contra los armenios. Los expertos delimitaron una región en Anatolia y ‎advirtieron al presidente estadounidense sobre las consecuencias devastadoras que tendría una ‎eventual extensión de ese territorio y la concesión a los kurdos de otras zonas.

Pero el Imperio ‎Otomano fue finalmente derrocado “desde adentro” por Mustafá Kemal (Ataturk), quien ‎proclamó la República y rechazó la pérdida de territorios que se pretendía imponer a Turquía con ‎la aplicación del proyecto de Woodrow Wilson. Así se frustró la creación de aquel Kurdistán. ‎

A lo largo de un siglo, los kurdos de Turquía trataron de independizarse de ese país. En los ‎años 1980, los marxista-leninistas del PKK iniciaron una verdadera guerra civil contra el gobierno ‎de Ankara y fueron duramente reprimidos. Muchos huyeron al norte de Siria, donde obtuvieron la ‎protección del entonces presidente sirio Hafez el-Assad. Cuando el líder histórico del PKK, Abdullah ‎Ocallan fue arrestado por los israelíes y entregado a Turquía, muchos de aquellos kurdos ‎de Turquía refugiados en Siria abandonaron la lucha armada. Al término de la guerra fría, ‎el PKK, ya sin financiamiento soviético, fue infiltrado por la CIA y sufrió una mutación ideológica. ‎Abandonó el marxismo y se convirtió al anarquismo, renunció a la lucha antiimperialista y ‎se puso al servicio de la OTAN, que utilizó frecuentemente al PKK en la realización de ‎operaciones terroristas destinadas a contener los ímpetus de Turquía. ‎

En 1991, la comunidad internacional, estimulada por Estados Unidos, emprendió una guerra ‎contra Irak, que acababa de invadir Kuwait. Al terminar esa guerra, las potencias occidentales ‎alentaron las comunidades chiitas y kurdas de Irak a rebelarse contra el régimen sunnita del ‎presidente Saddam Hussein. Estados Unidos y el Reino Unido permitieron la liquidación de ‎‎200 000 personas pero ocuparon toda una región de Irak cuyo acceso prohibieron al ejército ‎iraquí. Estadounidenses y británicos expulsaron a los pobladores de esa región iraquí y ‎reagruparon allí a los kurdos de Irak. Esa región no fue reintegrada a Irak sino después de la ‎invasión de 2003 y se convirtió en el actual Kurdistán iraquí, cuyo gobierno regional se mantiene ‎desde entonces bajo control del clan Barzani. ‎


Mapa de estado mayor del plan Rumsfeld/Cebrowski para el rediseño del ‎‎“Medio Oriente ampliado” o “Gran Medio Oriente”. ‎Fuente: “Blood borders – How a better Middle East would look”, coronel Ralph Peters, Armed Forces ‎Journal, junio de 2006.


Al inicio de la guerra contra Siria, el presidente sirio Bachar al-Assad concedió la nacionalidad ‎siria a los refugiados políticos kurdos provenientes de Turquía y a sus hijos, que se pusieron ‎entonces al servicio del gobierno sirio en la defensa del norte de Siria ante los yihadistas ‎extranjeros. 

Pero la OTAN recurrió al PKK turco y lo utilizó para movilizar a los kurdos de Siria y ‎de Irak a favor de la creación de un «Gran Kurdistán», conforme al proyecto trazado por el ‎Pentágono desde el 2001, reflejado en el mapa de estado mayor que el coronel estadounidense ‎Ralph Peters había divulgado en 2005.‎


El mapa del “Rediseño del Medio Oriente ampliado”, modificado después ‎del fracaso de la primera guerra contra Siria. ‎Fuente: “Imagining a Remapped Middle East”, Robin Wright, The New York Times Sunday Review, ‎‎28 de septiembre de 2013.


Aquel proyecto, tendiente a dividir la región según criterios étnicos, ya no tenía nada que ver con ‎el proyecto concebido por Woodrow Wilson en 1919 –cuyo objetivo era reconocer el derecho del ‎pueblo kurdo– ni con el proyecto de Francia –que apuntaba a recompensar a sus mercenarios. ‎El territorio era demasiado extenso para los kurdos, que ni siquiera iban a tener posibilidades de ‎controlarlo. Pero el nuevo proyecto entusiasmó a los israelíes, que lo veían como un medio de ‎contener a Siria desde la retaguardia. Sin embargo, resultó imposible de realizar. El USIP ‎‎(United States Institut of Peace), instituto de los «Cinco Ojos» vinculado al Pentágono, propuso ‎modificarlo. El Gran Kurdistán sería reducido para agrandar el «Sunnistán» iraquí [4] que sería puesto en manos a una organización yihadista: el futuro Emirato ‎Islámico (Daesh). ‎

Los kurdos de las YPG, ramificación del PKK en Siria, trataron de crear un nuevo Estado, designado ‎como «Rojava», con ayuda de las fuerzas militares estadounidenses. El Pentágono los utilizó ‎para mantener a los yihadistas en los territorios asignados al «Sunnistán». En realidad, ‎nunca hubo combate teológico o ideológico entre las YPG y Daesh sino una rivalidad por la ‎posesión de un territorio sobre las ruinas de Irak y de Siria. Por cierto, en el momento del ‎derrumbe del califato de Daesh, las YPG kurdas ayudaron a los yihadistas a reunirse con las ‎fuerzas de al-Qaeda en Idlib atravesando el «Kurdistán». ‎

En Irak, los kurdos iraquíes del clan Barzani participaron directamente en la invasión de ese país ‎emprendida por Daesh en 2014. Según el PKK, Masrur “Jomaa” Barzani, jefe de la inteligencia del ‎gobierno regional del Kurdistán iraquí e hijo del presidente Massud Barzani, asistió a la reunión ‎secreta de la CIA en Amman, el 1º de junio de 2014, donde se planificó la ofensiva de Daesh ‎contra Irak [5]. Los kurdos iraquíes del clan Barzani nunca combatieron contra Daesh, sólo ‎se limitaron no dejarlo entrar en el Kurdistán iraquí. Peor aún, permitieron que Daesh esclavizara ‎a los yazidíes –kurdos no musulmanes– durante la batalla de Sinjar. Los yazidíes que lograron ‎salvarse fueron rescatados por combatientes del PKK turco y de las YPG, enviados desde Siria. ‎

El 27 de noviembre de 2017, el clan de los Barzani organizó –respaldado únicamente por Israel– ‎un referéndum de autodeterminación en el Kurdistán iraquí, consulta que perdió a pesar de toda ‎una serie de manipulaciones realizadas con los votos. La noche del conteo de los votos emitidos ‎en aquel referéndum, el mundo árabe descubrió estupefacto una marea de banderas israelíes ‎en Erbil, capital del gobierno regional del Kurdistán iraquí. Según la publicación Israel-Kurd, ‎el primer ministro israelí, Benyamin Netanyahu, se había comprometido a enviar 200 000 kurdos ‎israelíes para garantizar la protección de un Kurdistán ya separado de Irak. ‎

Es importante tener en cuenta que un pueblo que aspira a la autodeterminación –que constituye ‎un derecho reconocido– tiene que ser, en primer lugar, un pueblo unido, lo cual nunca fue el ‎caso de los kurdos. Otro requisito es que debe vivir en un territorio donde es mayoritario, lo cual ‎sólo se cumple para los kurdos en la región turca de Anatolia –a raíz del genocidio perpetrado ‎contra los armenios– y en el norte de Irak –pero sólo desde que tuvo lugar la limpieza étnica ‎favorecida por la implantación de la zona de exclusión aérea impuesta por Estados Unidos ‎después de la operación “Tormenta del Desierto”– y en el noreste de Siria –desde que los grupos ‎armados kurdos expulsaron de allí a los asirios cristianos y a los árabes. Otorgar a los kurdos ese ‎derecho en este momento sería avalar crímenes contra la humanidad.


II parte

El Kurdistán, obsesión del ‎colonialismo francés

Contrariamente a la idea generalizada, lo que se ha dado en llamar «Rojava» no es un ‎Estado para el pueblo kurdo sino una obsesión francesa surgida en el periodo que separó ‎las dos guerras mundiales. 

Francia quería utilizar a los kurdos para fabricar un Estado ‎similar al Gran Israel que habría de crearse utilizando a los judíos. Los presidentes ‎Sarkozy, Hollande y Macron reactivaron aquel proyecto, yendo hasta la limpieza étnica ‎que habría que realizar en la región. ‎


El presidente francés Francois Hollande y su ministro de Defensa Jean-Yves Le Drian reciben ‎en París una delegación kurda en presencia del “intelectual” Bernard-Henri Lévy, instigador de ‎la desastrosa injerencia occidental en Túnez, Egipto y Libia.‎


Con ayuda de los turcos, el general Henri Gouraud, Alto Comisionado francés en Levante, ‎reclutó 900 hombres del clan kurdo de los Millis para reprimir la rebelión nacionalista árabe en ‎Alepo y Raqqa, ciudades de la actual Siria. Aquellos mercenarios kurdos combatieron como ‎gendarmes franceses bajo la bandera del mandato francés sobre Siria, la misma bandera ‎utilizada hoy en día por el llamado “Ejército Sirio Libre”. (Telegrama del general Gouraud ‎fechado el 5 de enero de 1921)‎. Fuente: Archives de l’Armée de Terre française.


Con excepción del‎ proyecto del príncipe Rewanduz, el pueblo kurdo nunca defendió un sueño de ‎unificación. En el siglo XIX, aquel príncipe se inspiraba en la concepción alemana de la Nación siendo ‎su objetivo prioritario la unificación lingüística. Sin embargo, los kurdos actuales siguen ‎hablando varias lenguas, lo cual determina la existencia de diferencias muy marcadas entre ‎los clanes que hablan kurmanji, sorani, zaza o gurani.‎

Según documentos hasta ahora no utilizados en la realización de estudios –documentos sobre ‎los cuales el intelectual libanés Hassan Hamadé está escribiendo un libro sorprendente–, en 1936 ‎el presidente del Consejo de Ministros de Francia, Leon Blum, negoció con el jefe de la Agencia ‎Judía, Chaim Wiezmann, y con los británicos la creación de un Gran Estado de Israel, desde ‎Palestina hasta el Éufrates, abarcando por tanto el Líbano y Siria, entonces bajo mandato ‎francés. Aquel proyecto fracasó al encontrar la feroz oposición del Alto Comisionado francés en ‎Levante, el conde Damien de Martel. Francia –y probablemente el Reino Unido– planeaban ‎por entonces crear un Estado kurdo en Siria, al este del Éufrates.
 ‎

El presidente francés Francois Mitterrand recibe una delegación kurda de ‎miembros del PKK turco, el 4 de febrero de 1994.

La cuestión kurda volvió a convertirse en prioridad para Francia bajo el mandato del presidente ‎Francois Mitterrand. En plena guerra fría, la esposa del presidente, Danielle Mitterrand, ‎se convirtió en la «madre de los kurdos» [del clan Barzani]. En octubre de 1989, la señora ‎Danielle Mitterrand organizó en París, los días 14 y 15, un coloquio sobre el tema «Los kurdos: ‎identidad cultural y respeto de los derechos humanos». Durante la guerra entre Irak e Irán, ‎la esposa del presidente francés desempeñó un papel en la atribución falaciosa de la muerte de ‎los kurdos de la aldea de Halabja a la crueldad del presidente iraquí Saddam Hussein cuando ‎en realidad los informes del ejército de Estados Unidos demuestran que todo se debió a que ‎el viento empujó inesperadamente hacia aquella aldea el gas –utilizado por los iraníes [6]. En ‎‎1992, la señora Mitterrand participó en la creación de un gobierno títere kurdo en la zona iraquí ‎ocupada por los anglosajones. ‎

El 31 de octubre de 2014, el presidente francés Francois Hollande despide a ‎Recep Tayyip Erdogan en la puerta de la presidencia de la República Francesa. Pero ‎otro invitada acaba de salir por una puerta mucho más discreta, el dirigente kurdo proturco ‎Salih Muslim.


En 2011, bajo la presidencia de Nicolas Sarkozy, el entonces ministro francés de Exteriores, Alain ‎Juppé, concluye con Turquía un protocolo secreto para la creación de seudo Kurdistán, en suelo sirio. En aquel momento, Siria no reacciona. Más tarde, el 31 de octubre de 2014, ‎el presidente francés Francois Hollande recibe oficialmente, en la sede de la presidencia, al ‎primer ministro turco Recep Tayyip Erdogan al mismo tiempo que recibe –extraoficialmente– al ‎copresidente del PYD (Partido de la Unión Democrática), formación política kurda creada en Siria. ‎El objetivo de este encuentro tripartita organizado por el presidente de Francia es planear el ‎desmembramiento de Siria. A partir de ese momento, los combatientes kurdos dejan de ‎considerarse sirios e inician la lucha armada por la creación de su propio país. Siria suspende ‎de inmediato el pago de los salarios que habían recibido hasta entonces por su participación en la ‎defensa de la tierra siria que les había concedido su nacionalidad. ‎

Después de la batalla de Kobane, el presidente francés Francois Hollande cambia de bando. El 8 ‎de febrero de 2015, como expresión de respaldo a los kurdos, Hollande recibe en París una ‎delegación proestadounidense de las YPG.‎


Pero, pocos meses después, el presidente estadounidense Barack Obama decide meter a ‎Francia en cintura. Obama estima que Francia no tiene derecho a negociar la creación de un ‎seudo Kurdistán en función de sus viejos sueños coloniales. Sólo el Pentágono puede hacerlo, ‎basándose en las premisas étnicas definidas en la estrategia Rumsfeld/Cebrowski. El presidente ‎francés Francois Hollande se pliega a la decisión del presidente de Estados Unidos y recibe ‎oficialmente en París una delegación kurda proestadounidense de combatientes provenientes de ‎Ain al-Arab –la ciudad siria que la prensa occidental designa como «Kobane» (nombre que, ‎por cierto, no viene de ninguna lengua kurda sino del alemán). ‎

Turquía, en cambio, se niega a someterse a Washington. Se abre así una larga divergencia entre ‎miembros de la OTAN. Considerando que el cambio de casaca de Francia constituye una ‎violación del acuerdo secreto franco-turco del 31 de octubre de 2014, los servicios secretos de ‎Turquía organizan –con la complicidad de los yihadistas del Emirato Islámico (Daesh)– los ‎atentados perpetrados contra Francia, el 13 de noviembre de 2015, y el 22 de marzo de 2016 ‎contra Bélgica, país que acababa de alinearse tras la política de Washington [7]. ‎El presidente Erdogan incluso anuncia sin ambages los atentados contra Bélgica, atentados que ‎la prensa turca reivindica. Finalmente, el dirigente kurdo Salih Muslin impone un servicio militar ‎obligatorio para los jóvenes kurdos y comienza a organizar su dictadura ‎(Francia le había prometido la presidencia del nuevo «Kurdistán»)‎ mientras que el gobierno ‎de Turquía emite contra él una orden de arresto. ‎


Decreto de “kurdización” forzosa del norte de Siria emitido por los grupos ‎armados kurdos que operan en esos territorios. Este documento, revelado al mundo por ‎los asirios –pobladores cristianos del norte de Siria– demuestra la existencia de una limpieza ‎étnica emprendida por las llamadas “Fuerzas Democráticas Sirias” (FDS), respaldadas por las ‎fuerzas militares de Estados Unidos ilegalmente presentes en suelo sirio. ‎


En octubre de 2015, el Pentágono crea las «Fuerzas Democráticas Sirias» (FDS), que ‎se componen esencialmente de mercenarios kurdos turcos y sirios, con la inclusión de algunos ‎árabes sunnitas y cristianos. El objetivo de la creación de las FDS es realizar en el norte de Siria ‎una limpieza étnica sin que la responsabilidad recaiga en las fuerzas estadounidenses. Las FDS ‎expulsan a las familias árabes y a los cristianos asirios de las regiones donde siempre habían vivido ‎mientras que combatientes kurdos provenientes de Irak y de Turquía se instalan en las casas de ‎los expulsados y toman posesión de sus tierras. El arzobispo católico siriaco de Hasaka-Nisibe, ‎monseñor Jacques Behnan Hindo, testimonia en varias ocasiones que diferentes líderes kurdos ‎hablaban ante él de un plan de expulsión de los pobladores cristianos de los territorios sirios ‎designados como «Rojava». Las fuerzas especiales francesas asisten impasibles a la aplicación ‎de ese plan de expulsión y desplazamiento de poblaciones, que constituye un crimen de guerra. ‎

El 17 de marzo de 2016, los líderes kurdos proclaman la autonomía de «Rojava» (el ‎seudo Kurdistán sirio) [8]. Temiendo que las zonas reclamadas en Siria por el PKK ‎‎ [9] lleguen a conectarse territorialmente con el ‎Kurdistán iraquí gobernado por el clan Barzani –lo cual abriría el camino a la creación de un ‎‎«Gran Kurdistán»–, el gobierno de Irak envía armamento al PKK para que este derroque al ‎clan Barzani. Se inicia entonces una serie de asesinatos de dirigentes kurdos perpetrados por ‎clanes kurdos que luchan entre sí. ‎

A finales de 2016, la retirada parcial de las fuerzas rusas, seguida de la liberación de la ciudad siria ‎de Alepo por las tropas del gobierno sirio, dan inicio a un giro decisivo en el curso de la guerra. ‎Esos hechos coinciden, en enero de 2017, con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca. ‎El programa electoral de Trump prevé poner fin a la estrategia Rumsfeld/Cebrowski, al apoyo ‎que Estados Unidos aporta a los yihadistas y la retirada de las fuerzas militares estadounidenses ‎presentes en Siria. ‎

Francia facilita entonces el traslado a Siria de jóvenes anarquistas que lucharán junto a los grupos ‎armados kurdos con la convicción de estar defendiendo el sueño de independencia del pueblo ‎kurdo [10]. A su regreso de Siria, esos jóvenes anarquistas ‎resultarán en Francia tan incontrolables como los yihadistas franceses. Según la DGSI (la ‎inteligencia francesa para la seguridad interna) fue uno de esos anarquistas que había luchado ‎en Siria junto a los kurdos quien trató de derribar un helicóptero de la Gendarmería francesa ‎durante la realización de una operación de las fuerzas de orden público en Notre-Dame-des-‎Landes [11].‎

En junio de 2017, el presidente Trump autoriza una operación conjunta de las FDS –los ‎mercenarios proestadounidenses– con las tropas del ejército gubernamental de la República Árabe ‎Siria para expulsar a los yihadistas de la ciudad siria de Raqqa, convertida en capital de Daesh ‎‎ [12]. La guerra ha ‎terminado, pero Francia y Alemania se niegan a aceptar su derrota. ‎

Estados Unidos va perdiendo interés en las YPG-FDS, que se convierten así en juguete de Francia, ‎exactamente igual que la Hermandad Musulmana, controlada por el Reino Unido. ‎

Mapa publicado por la agencia turca Anadolu en enero de 2019. Turquía ‎revela así la ubicación geográfica de 9 bases secretas de Francia en suelo sirio. Ocho de esas ‎bases fueron instaladas en secreto bajo el mandato del actual presidente de Francia, ‎Emmanuel Macron.


La agencia oficial turca de noticias Anadolu publica entonces un mapa con la ubicación geográfica ‎exacta de las bases militares secretas de Francia en ‎«Rojava»‎. Se trata en total de 9 bases, ‎una instalada bajo el mandato del hoy ex presidente Francois Hollande y 8 desplegadas ‎en secreto por el actual presidente Emmanuel Macron. Hasta aquel momento sólo se conocía ‎la que se había instalado en la fábrica de cemento del grupo francés Lafarge. Con esta ‎revelación, el gobierno turco demuestra que, contradiciendo las declaraciones oficiales francesas ‎y a diferencia de Estados Unidos, Francia sigue apostando al desmembramiento de Siria. ‎

Por nuestra parte, la Red Voltaire puede revelar ahora que, ante una proposición de los servicios ‎de inteligencia de Siria para que las autoridades francesas se hicieran cargo de los yihadistas ‎franceses capturados por las tropas del gobierno sirio, Francia se negó a repatriarlos y a juzgarlos ‎en suelo francés y se limitó a orientar que los yihadistas franceses debían ser entregados a los ‎grupos armados kurdos, quienes “se ocuparían” de ellos. ‎

En febrero de 2018, el embajador de la Federación Rusa en la ONU, Vassily Nebenzia, reveló que ‎los kurdos de ‎«Rojava»‎ habían “amnistiado” 120 líderes de Daesh y los habían incorporado a ‎las YPG. ‎

A partir de septiembre de 2018, el presidente Trump prepara la retirada de las fuerzas militares ‎estadounidenses ilegalmente presentes en suelo sirio [13]. ‎

La condición para que Estados Unidos abandone «Rojava» es que se corte la carretera iraní que ‎podría conectar Irán con el Líbano a través de ese territorio sirio. En agosto de 2019, ‎el presidente turco Erdogan acepta ese compromiso. Los militares estadounidenses supervisan ‎entonces el desmantelamiento de las obras defensivas de los kurdos. 

El 16 de septiembre ‎de 2019, Rusia, Turquía e Irán concluyen un acuerdo. A partir de ese momento, es inminente ‎el fin del seudo Kurdistán proyectado en suelo sirio. Sin entender lo que sucede, Francia ‎contempla –estupefacta e impotente– como las tropas turcas invaden el seudo Estado autónomo ‎y la huida de la población allí instalada para ocuparlo ilegalmente. ‎


Totalmente desconectado de la realidad, el ministro francés de Exteriores, ‎Jean-Yves Le Drian, aseguraba a la televisión francesa, en septiembre pasado, que Francia ‎seguía persiguiendo sus objetivos en Siria.


El 10 de septiembre pasado, al ser interrogado en el espacio de noticias de la televisora estatal francesa ‎‎France 2, el ministro de Exteriores de Francia, Jean-Yves Le Drian, trata de tranquilizar a ‎los franceses sobre las consecuencias del fiasco. Asegura que Francia tiene la situación ‎bajo control, que los yihadistas detenidos en «Rojava» no serán liberados –a pesar de que ‎no existe allí ninguna estructura institucional– y que serán juzgados donde están. Prosigue ‎diciendo que el presidente turco Erdogan no tiene cómo concretar sus amenazas. Al final, ‎se niega a responder una pregunta sobre la misión de los militares franceses presentes ‎en «Rojava», cuya situación es de hecho desastrosa. ‎

La realidad es muy diferente a lo que declaraba Le Drian: no se sabe qué puede suceder con los yihadistas franceses que ‎estaban bajo la custodia de los kurdos; tampoco se sabe qué pasará con los civiles ‎recientemente instalados en las tierras robadas a sus pobladores originales; no hay noticias de ‎los militares franceses que estaban en las 9 bases secretas que Francia había instalado en ‎suelo sirio. Esos militares franceses están entre dos fuegos: el ejército de ‎Turquía –país traicionado por Francia bajo el mandato de Francois Hollande– y los kurdos que, ‎abandonados por el presidente Macron, han decidido ponerse –nuevamente– bajo la protección ‎de Siria


III parte

La invasión turca en «Rojava»‎

La comunidad internacional expresa en público temor ante la brutalidad de la ‎intervención turca en el norte de Siria. Pero en realidad se felicita, extraoficialmente, ‎por esta intervención, vista como la única posibilidad viable de lograr un regreso a la paz ‎en esta región. La guerra contra Siria se termina con un crimen más. Ahora queda por ‎determinar el destino de los mercenarios extranjeros concentrados en Idlib, de los ‎yihadistas rabiosos, hijos de una guerra de ocho años particularmente sanguinaria y cruel.


El 15 de octubre de 2016, el presidente Erdogan anuncia que Turquía cumplirá el “Juramento ‎Nacional” de Mustafá Kemal Ataturk. Turquía, que ya ocupa militarmente parte de Chipre y ‎de Irak, reclama parte de Siria y de Grecia. Su ejército inicia preparativos.‎


En 2011, Turquía organizó, como se le había solicitado, la migración de 3 millones de sirios para ‎debilitar la República Árabe Siria. A partir de ese momento, Turquía apoyó a la Hermandad ‎Musulmana y sus grupos yihadistas, incluyendo al Emirato Islámico (Daesh), y de paso saqueó las ‎instalaciones de la ciudad siria de Alepo, cuyas maquinarias fueron utilizadas para instalar ‎fábricas de imitaciones de artículos de grandes marcas en los territorios controlados por Daesh. ‎

Entusiasmada por las victorias que obtuvo en Libia y Siria, Turquía se convirtió en la gran ‎protectora de la Hermandad Musulmana, se acercó a Irán y desafió a Arabia Saudita. Desplegó ‎bases alrededor del reino saudita –en Qatar, Kuwait y Sudán– y después contrató oficinas ‎occidentales de relaciones públicas y destruyó la imagen del heredero designado del trono saudita ‎‎–el príncipe Mohamed Ben Salman–, principalmente orquestando el “caso Kashoggi” ‎‎ [14].‎

Poco a poco, Turquía se planteó extender su poderío, ambicionando incluso convertirse en el 14º ‎imperio mongol. Creyendo erróneamente que esa evolución se debía sólo a la influencia de Recep ‎Tayyip Erdogan, la CIA trató varias veces de asesinarlo, llegando a provocar el intento de golpe ‎de Estado frustrado en julio de 2016. Vinieron después 3 años de incertitudes, que terminaron en ‎julio de 2019, cuando el presidente Erdogan decidió hacer prevalecer el nacionalismo sobre el islamismo ‎‎ [15]. ‎

Hoy en día, Turquía, aunque sigue siendo miembro de la OTAN, hace posible la llegada del gas ruso hasta los ‎países de la Unión Europea y compra a Moscú los sistemas antiaéreos S-400 [16]. También ha optado por proteger a las minorías –incluyendo a los kurdos– ‎y ya no exige que un turco sea musulmán sunnita sino sólo que sea fiel a su Patria.

- Durante el verano, el presidente estadounidense Donald Trump anunció su intención –ya ‎expresada antes, el 17 de diciembre de 2018– de retirar las fuerzas militares de Estados Unidos ‎ilegalmente presentes en suelo sirio, comenzando por las que estaban en los territorios sirios ‎designados en Occidente como «Rojava», poniendo como condición que se cortara la ruta de ‎comunicación terrestre entre Irán y el Líbano –lo cual es nuevo. Turquía aceptó ese compromiso ‎a cambio de poder ocupar militarmente la franja de territorio sirio (de 32 kilómetros de ‎profundidad) a lo largo de la frontera común, espacio desde donde los artilleros kurdos podían bombardear ‎el territorio turco.

- Rusia hizo saber que no apoyaba a los grupos armados kurdos (YPG), que han cometido crímenes ‎contra la humanidad, y que aceptaría una intervención turca si se permitía el regreso de la ‎población cristiana a los territorios de donde fue expulsada, compromiso que Turquía aceptó.

- Siria hizo saber que no rechazaría de inmediato la intervención turca si sus tropas podían liberar ‎una extensión de territorio equivalente en la gobernación de Idlib, lo cual aceptó Turquía.

- Irán hizo saber que, aunque desaprueba toda intervención turca, su presencia en Siria sólo ‎busca proteger a las poblaciones chiitas y que no le interesa lo que suceda en «Rojava», ‎precisión de la cual Turquía tomó nota. ‎


El principio del fin de “Rojava” se produjo durante los encuentros de alto nivel ‎Rusia/Estados Unidos realizados en Tel Aviv y en Ginebra en junio y agosto de 2019.


Varios encuentros de alto nivel y cumbres fueron organizados para examinar las consecuencias de ‎esas posiciones y arreglar cuestiones secundarias –por ejemplo, el ejército turco no explotará el ‎petróleo en la franja fronteriza de suelo sirio sino que lo hará una compañía estadounidense. ‎Primeramente se realizaron los encuentros de alto nivel entre los consejeros de seguridad de ‎Rusia y Estados Unidos y luego se reuniron los jefes de Estado de Rusia, Turquía e Irán.

- El 22 de julio de 2019, Turquía anuncia la suspensión de su acuerdo migratorio con la Unión ‎Europea [17].

- El 3 de agosto, el presidente turco Erdogan nombra nuevos oficiales superiores, entre ellos ‎varios kurdos, y ordena la preparación de la operación militar en «Rojava» [18].‎

- El presidente Erdogan ordena también que el ejército turco se retire ante las fuerzas del Ejército ‎Árabe Sirio (el ejército regular de Siria) en la gobernación de Idlib, para que Siria pueda liberar allí ‎un territorio equivalente al que va a ser invadido por Turquía en el noreste.

- El 23 de agosto, el Pentágono ordena el desmantelamiento de las fortificaciones de las YPG para ‎que el ejército turco pueda realizar una ofensiva relámpago [19].‎

- El 31 de agosto, en respaldo al ejército del gobierno sirio, el Pentágono bombardea una reunión ‎de dirigentes de al-Qaeda en la región de Idlib utilizando datos de inteligencia ‎proporcionados por Turquía [20].‎

- El 18 de septiembre, el presidente Trump destituye a su consejero de seguridad nacional, John ‎Bolton, y nombra en ese cargo a Robert O’Brien, quien ya se había ocupado de “arreglar” las ‎consecuencias del golpe de Estado frustrado en Turquía en julio de 2016 [21].‎

- El 1º de octubre, el presidente Erdogan anuncia la relocalización inminente de 2 millones de ‎refugiados sirios en los territorios sirios designados como «Rojava» [22].‎

- El 5 de octubre, Estados Unidos solicita a los países miembros de la coalición internacional que ‎‎“recuperen” a sus ciudadanos yihadistas detenidos en «Rojava». El Reino Unido solicita que los yihadistas británicos sean enviados a Irak mientras que Francia y Alemania rechazan la petición ‎estadounidense [23].‎

- El 6 de octubre, Estados Unidos anuncia que ya no se considera responsable de los yihadistas detenidos ‎en «Rojava», territorio que va a quedar bajo la responsabilidad de Turquía.

- El 7 de octubre, las fuerzas especiales estadounidenses comienzan a retirarse de «Rojava».

- El 9 de octubre, tropas turcas –encabezadas específicamente por oficiales kurdos– y milicias ‎turcomanas que operan bajo la bandera del llamado «Ejército Libre Sirio» invaden la franja de territorio sirio de 32 kilómetros de profundidad a partir de la frontera turco-siria, territorio que ‎se hallaba bajo control de las YPG kurdas. ‎

La operación “Manantial de Paz” es perfectamente legal en derecho internacional si se limita a la ‎franja fronteriza de 32 kilómetros y si no inicia una ocupación turca por tiempo indefinido‎‎ [24]. Es por esa razón que el ejército turco utiliza las milicias turcomanas sirias ‎para perseguir a los kurdos de las YPG en el resto de «Rojava». ‎

Reunión de coordinación de la operación militar turca “Manantial de Paz” ‎en el bunker del palacio presidencial turco, en Ankara.

La prensa internacional, que no fue capaz de seguir la secuencia de acontecimientos en el terreno y se conformó con repetir las declaraciones oficiales contradictorias de los últimos meses, no sale de su ‎asombro. 

Todos los países denuncian a coro la operación militar turca –al igual que ‎Estados Unidos, Rusia, Israel, Irán y Siria– pero todos la negociaron y la avalaron. Los que ‎amenazan a Turquía harían bien en pensar en el posible regreso de “sus” yihadistas, fogueados ‎durante la larga guerra en Siria, que aún están en Idlib.

El Consejo de Seguridad de la ONU se reúne en sesión urgente, a solicitud del presidente francés ‎Emmanuel Macron y de la canciller alemana Angela Merkel. Para que no se vea que nadie ‎se opone realmente a la intervención turca –ni siquiera Francia– ese encuentro se hará a ‎puertas cerradas y ni siquiera habrá de emitirse una declaración del presidente del Consejo. ‎

Es poco probable que Siria, país exangüe, pueda recuperar de inmediato esa franja de territorio –‎Irak tampoco ha podido liberar la ciudad de Bachiqa, a 110 kilómetros de la frontera con Turquía, ‎y la Unión Europea tampoco ha liberado la tercera parte de Chipre, que Turquía ocupa ‎desde 1974. ‎


El 11 de octubre, Jens Soltenberg otorga a Turquía la bendición de ‎la OTAN.


A pesar de las solicitudes de Francia y Alemania, el Consejo Atlántico no se ha reunido. El 11 de ‎octubre, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, llega a Ankara para asegurarse de ‎que la operación está funcionando. Y celebra la grandeza de Turquía, ignorando así los llamados ‎de Alemania y Francia [25]. ‎

El 13 de octubre, ya en plena debacle, las YPG introducen cambios en su dirigencia. Siguiendo ‎los consejos de Rusia, los dirigentes kurdos –que siempre han mantenido negociaciones con la ‎República Árabe Siria– llegan a la base aérea rusa de Hmeimim para hacer una declaración de lealtad ‎‎a Siria [26]. Pero ‎algunos miembros de la dirección de las YPG cuestionan la renuncia al proyecto de «Rojava». ‎

El 14 de octubre, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anuncia la adopción de ‎sanciones contra Turquía. Pero son sanciones puramente simbólicas que permiten a Ankara ‎continuar su operación militar ignorando las críticas [27].‎

El presidente Trump logra así cerrar la cuestión de «Rojava». El ejército ruso ha tomado las ‎bases estadounidenses, abandonadas por las fuerzas de Estados Unidos, como mensaje que ‎confirma el lugar que Rusia ocupa ahora en la región… en lugar de Estados Unidos. Siria, ‎denuncia la intervención turca… pero ha liberado una cuarta parte de su territorio nacional. Turquía ‎resuelve la cuestión del terrorismo kurdo y se plantea resolver la de los refugiados sirios. ‎Para ella será grande la tentación de no detenerse ahí. ‎


Thierry Meyssan
Original de Red Voltaire
en una serie de tres artículos aquí unificados.

Genealogía del «problema kurdo»‎

El Kurdistán, obsesión del ‎colonialismo francés
La invasión turca en «Rojava»‎


Notas

[1] Esa estrategia fue mencionada por vez primera por el coronel Ralph Peters ‎en “Stability, America’s Ennemy”, Parameters 31-4 (revista del ejército de Estados Unidos), ‎invierno de 2001. Posteriormente fue expuesta con más claridad para el gran público por el ‎asistente del almirante Cebrowski en el libro The Pentagon’s New Map, Thomas P. M. Barnett, ‎Putnam Publishing Group, 2004. Finalmente, el coronel Ralph Peters publicó el mapa trazado por el ‎estado mayor estadounidense en “Blood borders – How a better Middle East would look”, Colonel Ralph Peters, Armed Forces ‎Journal, junio de 2006.
[2] Gran cantidad de documentos disponibles desde 2005 demuestran que el MI6 ‎preparó esta operación. Entre esos documentos están los correos electrónicos del ministerio ‎británico de Exteriores, dados a conocer por Derek Pasquill. Ver, Sous nos yeux. Du 11-‎Septembre à Donald Trump, Thierry Meyssan, Demi-Lune (2017).
[3] La existencia de ese acuerdo ‎secreto fue revelada en su momento por la prensa argelina. Diplomáticos sirios me ‎los describieron de forma detallada. Desgraciadamente, los archivos donde estaban depositados ‎en Damasco fueron trasladados precipitadamente en medio de un ataque yihadista y no están ‎disponibles actualmente. Pero ese documento se hará público cuando se haga el necesario ‎trabajo de búsqueda. Nota del Autor.
[4] “Imagining a ‎Remapped Middle East”, Robin Wright, The New York Times Sunday Review, 28 de ‎septiembre de 2013.
[5] «Yer: Amman, Tarih: 1, Konu: Musul», Akif Serhat, Özgür Gündem, 6 de julio ‎de 2014.
[6] “A ‎War Crime Or an Act of War?”, Stephen C. Pelletiere, The New York Times, 31 de enero de 2003.
[7] Los expertos en ‎antiterrorismo señalan que el modus operandi de esos dos atentados no corresponde a los ‎utilizados en los demás actos de terrorismo cuyo autoría había reclamado Daesh sino a la ‎organización militar extremadamente minuciosa de un acto de guerra deliberadamente ‎perpetrado por un Estado «El móvil de los atentados de París y Bruselas», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 28 de marzo de 2016.
[8] «Declaración de Rojava por una Siria federal», ‎‎Red Voltaire, 17 de marzo de 2016.
[9] Partido kurdo fundado en Turquía en 1978.
[10] «Las brigadas anarquistas de la OTAN», por Thierry Meyssan, ‎‎Red Voltaire, 12 de septiembre de 2017.
[11] «Ces revenants du Rojava qui inquiètent les services de renseignement», Matthieu Suc y Jacques Massey, Médiapart, 2 de septiembre ‎de 2019.
[12] “Secret Russian-Kurdish-Syrian military cooperation is happening in Syria’s eastern desert”, Robert Fisk, The Independent, 24 de julio de 2017.
[13] “Trump eyeing Arab ‘boots on the ‎ground’ to counter Iran in Syria”, Travis J. Tritten, ‎‎Washington Examiner, 29 de septiembre de 2018.
[14] “EXCLUSIVE: Saudi Arabia’s ‘strategic plan’ to take Turkey down”, David Hearst y Ragip Soylu, Middle East Eye, 5 de agosto de 2019.
[15] «Turquía renuncia nuevamente ‎al Califato, por segunda vez», por Thierry Meyssan, ‎‎Red Voltaire, 13 de agosto de 2019.
[16] «Turquía no se alineará con la OTAN ‎ni con la OTSC», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, ‎‎6 de agosto de 2019.
[17] «Turquía suspende su acuerdo con la ‎Unión Europea sobre los migrantes de ‎terceros países‎», ‎‎Red Voltaire, 31 de julio de 2019.
[18] «Turquía se prepara para invadir el norte ‎de Siria‎», Red Voltaire, 5 de agosto ‎de 2019.
[19] «Combatientes kurdos desmantelan sus ‎fortificaciones en el norte de Siria», Red Voltaire, 25 de agosto de 2019.
[20] «Bombardeos estadounidenses contra al-Qaeda en Idlib», Red Voltaire, 1º de septiembre de 2019.
[21] «El negociador sobre ‎rehenes, Robert O’Brien, designado nuevo ‎consejero de seguridad nacional», Red Voltaire, 20 de septiembre ‎de 2019.
[22] «El plan de Erdogan para el norte ‎de Siria», Red Voltaire, 2 de octubre de 2019.
[23] «Declaración de la Casa Blanca sobre los ‎terroristas del norte de Siria», Red Voltaire, 6 de octubre de 2019.
[24] «¿Qué es la operación “Manantial de Paz”?‎», Red Voltaire, 11 de ‎octubre de 2019.
[25] «Declaración del secretario general de la ‎OTAN sobre la operación turca ‎‎“Manantial de Paz”», por Jens Stoltenberg, Red Voltaire, 11 de octubre 2019.
[26] «El acuerdo de Hmeimim entre las ‎milicias kurdas y Siria», Red Voltaire, 15 de octubre de 2019.
[27] “Donald Trump Regarding Turkey’s Actions ‎in Northeast Syria”, por Donald Trump, Voltaire Network, 14 de octubre ‎de 2019.

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