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28 julio 2021

SIRIA: Armas químicas, un cuento de nunca acabar




Lo de las "armas químicas" usadas por el "régimen" sirio es ya un cuento inacabable y nada creíble por la sociedad civil alrededor del mundo, no obstante sigue siendo el mejor pretexto de las potencias atlantistas para reavivar la invasión internacional contra la República Árabe Siria (2011-2021). 


El tema de las "armas químicas" (generalmente el uso de gas cloro a manera de bomba) marca la diferencia entre la verdad y la mentira en centenares de medios de difusión alineadas al mundo pro Occidental (OTAN). "Bulos", "falsa bandera", "fake news", etc. son ya sinónimos en una interminable cadena desinformativa a la que calza a la perfección la frase "medios de embrutecimiento intensivo" en vez de "medios de comunicación".

Este es un tema que ya ha sido abordado en nuestro sitio web; de hecho la invasión yihadista, mercenaria y de la OTAN (junto con sus aliados Israel/Monarquías Absolutistas de Oriente Próximo) dio origen al nacimiento de este blog.

Como referencia a nuestro trabajo, aquí los principales enlaces:

- En la barra lateral derecha de este blog, Sección "Documentos", encontrará "Los videos manipulados de la «masacre» de la Ghouta". Haga click para acceder a esclarecedores estudios sobre un primer "ataque químico" (agosto 2013) en la región siria conocida como la Ghouta Oriental (Damasco). Se trata del análisis de las supuestas “pruebas” en vídeo del ataque químico, demostrándose tratarse de un fraude.

- En la misma barra lateral derecha, otro enlace denominado "Siria: Armas químicas" nos lleva a un valioso documento (PDF en inglés), con los errores de Estados Unidos sobre la masacre de la Ghouta y sus posibles implicaciones. El estudio científico hecho por inspectores de armas químicas de las Naciones Unidas (en inglés), titulado "Possible Implications of Faulty US Technical Intelligence in the Damascus Nerve Agent Attack of August 21, 2013"

Artículos de este blog

Siria: Armas químicas, nueva investigación? (agosto 2015)

SIRIA: LA CONSPIRACIÓN DEL MAL. Las mentiras de Occidente. Los supuestos crímenes de guerra (septiembre 2016)

El engaño mundial sobre las armas químicas usadas por el “régimen” sirio. (septiembre 2016)

El retorno de la propaganda negra contra Siria (diciembre 2016)

Los "Cascos Blancos" de Siria van a Hollywood (febrero 2017)

SIRIA: Otra vez el pretexto de las armas químicas? (1) (abril 2017). "Ataque químico" en Idlib

SIRIA: Otra vez el pretexto de las armas químicas? (2) (abril 2018)


Una aclaración más. Debido a la oportuna y veraz intervención de los servicios de inteligencia rusos, el falso bulo y escenificación cinematográfico de periódicos "ataques químicos" sería la noticia más frecuente esparcida por los medios de desinformación masiva a escala global, incluso el día de hoy. Solo cabe preguntarnos:

 

¿Para qué demonios el presidente sirio y el ejército árabe sirio querrían utilizar armas químicas sobre una población civil que repudia al yihadismo y a los "rebeldes moderados", y cuando la guerra está ya ganada

 

Solo la OTAN y sus aliados se niegan, a cualquier coste, a reconocer que la invasión a Siria fue un fracaso. Tampoco se puede negar que las fuerzas de seguridad sirias han actuado con excesiva dureza al momento de reprimir a las bandas armadas o han bombardeado áreas civiles donde se ocultan yihadistas y otras especies moderadas; pero, comparativamente ¿han observado la devastadora destrucción causada por los bombardeos de los Estados Unidos sobre la ciudad siria de Raqqa con miles de civiles muertos y/o heridos? Por desgracia, la población civil no combatiente suele ser la primera víctima de todo conflicto.

La misión de "proteger", "responsabilidad de proteger" solía decir el ex primer ministro británico John Major para invadir un país, y eso hubiese sucedido también en Siria, como antes en Yugoslavia, Irak, Libia, etc,. Solo la disuasión rusa impidió que la "democracia" sea instaurada coercitivamente en la República Árabe Siria.

El cuento no termina, nuevos episodios de los "super archi-terroristas químicos" (militares sirios) se vuelven frecuentes, pero, el rol protagónico lo escenifican  rebeldes "moderados", los cascos blancos, yihadistas y mercenarios en el papel de "defensores" de las presuntas víctimas, la población civil se ve forzada a participar como "extras", mejor dicho sin los civiles nada de la producción audiovisual sería factible. 

En Douma, abril de 2018, tuvo lugar otro incidente "químico", la historia tiene el mismo guión que los anteriores "episodios", solo cambia el plató de rodaje. Polémica servida, Estados Unidos bombardea territorio sirio, la OPAQ es incapaz de armonizar los análisis científicos produciéndose un cisma por la presión externa... en fin, es la investigación que daremos lectura a continuación. Aclarando -eso sí- que se han dado otros intentos más cercanos de presuntos ataques químicos, oportunamente denunciados a nivel mundial por las autoridades rusas que han logrado paralizar el acto teatral de los "cascos blancos" y/o "rebeldes moderados" que ya obtuvieron un Premio Óscar de Hollywood al mejor documental (2017).

Los siguientes artículos pertenecen a Aaron Maté, periodista y productor. Anfitrión de Pushback con Aaron Maté en The Grayzone. Recibió el premio Izzy (que lleva el nombre de IF Stone) por logros sobresalientes en los medios independientes en la cobertura del Russiagate en la revista The Nation. Anteriormente, fue presentador - productor de The Real News y Democracy Now. La siguiente es una entrevista publicada el 18 de noviembre de 2019 en The Grayzone. (Sus investigaciones y conclusiones serán presentadas en otros artículos)

Hay que poner mucha atención para comprender la temática.


Tito Andino


*****


ENTREVISTA 


ENTREVISTADOJonathan Steele

Veterano periodista, primer reportero en entrevistar al segundo denunciante que recientemente dio testimonio en un panel convocado por la Courage Foundation. Steele es autor y ex corresponsal extranjero en jefe de The Guardian.

ENTREVISTADORAaron Maté 

Periodista y productor. Anfitrión de Pushback en The Grayzone. Ex presentador y productor de The Real News y Democracy Now.

FECHA: 18 noviembre 2019

 

Un primer denunciante señala que la OPAQ (Organización para la Prohibición de las Armas Químicas) suprimió la evidencia química de Siria después de la presión de Estados Unidos.

Un segundo denunciante se presentó para acusar a los principales funcionarios de la OPAQ de suprimir pruebas críticas. La evidencia socava las acusaciones de que el gobierno sirio cometió un ataque con armas químicas en Douma en abril de 2018, una acusación que provocó ataques aéreos liderados por Estados Unidos. El segundo denunciante también dice que tres funcionarios estadounidenses participaron en la presión sobre la OPAQ. 


➤ Aaron Maté: Hemos estado cubriendo el escándalo que se desarrolla en la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas. Dos denunciantes de la OPAQ se han presentado para alegar que altos funcionarios suprimieron las pruebas recopiladas en el lugar de un presunto ataque con armas químicas por parte del gobierno sirio en la ciudad de Douma en abril de 2018. Pero esa evidencia nunca se hizo pública.

JONATHAN STEELE: (sobre el segundo denunciante) Bueno, él era uno de los miembros del equipo de investigadores, denominado "Misión de Investigación", que fue enviado a Siria después del presunto ataque con gas. Y era el hombre a cargo de decidir que muestras recoger del suelo y en los edificios relacionados, y decidir cómo recolectarlas, un puesto muy alto. Registraron dos edificios en particular, uno que tenía un cilindro en el techo y el otro que tenía un cilindro en el piso superior de un edificio cercano, justo debajo de un agujero en el techo.

Ahora, los rebeldes afirmaron que estos dos cilindros contenían cloro gaseoso, habían sido arrojados desde helicópteros del gobierno sirio, por eso estaban en la posición donde fueron encontrados. Pero había dudas sobre eso. También hubo dudas sobre la cuestión de si realmente había habido gas.

El primer denunciante, su evidencia se filtró en el informe en marzo de este año, hablé con él por teléfono, llegó a la conclusión que fue aceptada por todos excepto por otro miembro del equipo, que había una mayor probabilidad de que estos cilindros hubieran sido colocados manualmente en el lugar donde fueron encontrados, en lugar de ser arrojados desde helicópteros.

Bueno, el nuevo denunciante no se estaba ocupando de los cilindros como tales; estaba lidiando con si había gas en el medio ambiente. Ahora, el gas de cloro se degrada muy rápidamente, por lo que para cuando los inspectores llegaron al suelo, que fue aproximadamente dos semanas después del presunto ataque con gas, se habría evaporado y desaparecido. Pero eso no significa que no haya posibilidad de averiguar si se ha utilizado gas. Porque, mientras se degrada, contamina o actúa con otros químicos que se encuentran en el medio natural. Y así, puede probar lo que se llaman químicos orgánicos clorados, COC, para ver si los niveles son diferentes de los que se encuentran en el ambiente natural, en el agua potable, en los hogares o en el suelo.

Y tomaron estas muestras, cuando regresaron a La Haya, a la sede de la OPAQ, fueron enviadas a dos laboratorios designados para ser analizadas. Y este denunciante esperaba ansiosamente saber cuáles eran las conclusiones. Y pasaron las semanas, no pasó nada, y luego descubrió que la gerencia había recibido los resultados. No se los había transmitido a él ni a los demás miembros del equipo. Y también descubrió que los niveles de COC, productos químicos orgánicos clorados, en las muestras recogidas en estos edificios clave, eran más bajos, más bajos que los que se encuentran en el entorno natural.

Entonces, esto sugirió que no pudo haber habido un ataque de gas, porque hubiera esperado que fueran más altos, no más bajos. También descubrió que se iba a emitir un informe, que no contendría sus hallazgos ni su análisis, pero afirmaría que los niveles no eran más bajos que en el medio natural. En otras palabras, las pruebas de laboratorio serían totalmente ignoradas y él se quejó a la alta dirección al respecto.


➤ AARON MATÉ : ¿Y qué le dijo la dirección cuando se quejó?

JONATHAN STEELE: Bueno, inicialmente se quejó al director general de la OPAQ, la persona principal, quien dijo que deberían volver a mirar y producir un informe diferente, no el informe de gestión que vio el denunciante.

Pero mientras preparaban este nuevo informe, él y sus colegas insistieron al jefe del equipo de investigación, que en realidad también era otro tunecino llamado Sami Barrek, que debían incluir los niveles más bajos de AOC en el informe, de lo contrario, esto sería distorsionar el análisis de laboratorio que acababan de recibir. Y recibieron promesas de que eso sucedería. Pero luego, dos días antes de que saliera el informe, descubrió que, después de todo, no habían incluido los niveles más bajos de AOC, y eso salió en el informe provisional en julio del año pasado.

Y luego, en marzo de este año, se publicó el informe final, que nuevamente excluyó los bajos niveles de AOC. Y así, concluyeron los denunciantes, sobre la base de los resultados, que no había habido un evento relacionado con productos químicos. No fueron tan lejos como para decir que la cuestión había sido puesta en escena. De hecho, el informe original del examen de cilindros del año anterior tampoco había dicho eso. Pero se podía hacer la inferencia: si no hubo un ataque de gas químico, ¿cómo habían llegado estos cilindros a la posición que tenían?


➤ AARON MATÉ: Bueno, el primer informe, el que fue suprimido y finalmente filtrado, fue escrito por Ian Henderson, decía que se podía deducir que los cilindros se colocaron manualmente. Sugerir ... no dijo esta parte, pero después de decir eso, si dices que los cilindros se colocan manualmente, eso sugiere que el ataque estaba organizado.


JONATHAN STEELE: Correcto. Porque, por supuesto, los rebeldes estaban a cargo de la zona en el momento del presunto ataque con gas. Aproximadamente una semana después, perdieron el control. Quiero decir, ya habían perdido el control de una gran parte de Douma. La última parte la perdieron, y todos escaparon, muchos de ellos se fueron a Turquía. Y así, para cuando el gobierno sirio entró allí, era razonable y seguro que los inspectores entraran.

Por cierto, en todas las investigaciones de la OPAQ sobre ataques con gas químico por parte del gobierno sirio, esta era la primera vez que se les permitía entrar en tierra, porque cuando los rebeldes tenían el control de áreas, a pesar de que afirmaban había habido ataques con gas, la OPAQ no pudo entrar. O decidieron no entrar o decidieron que la seguridad no era lo suficientemente buena para poder entrar. Entonces, este episodio de Damasco… Douma fue crucial. Los inspectores por primera vez se habían comprometido a ir a la zona y recoger muestras del suelo donde supuestamente se estaba produciendo el ataque con gas.


➤ AARON MATÉ: Y solo para especificar, cuando dices que los rebeldes, el grupo que controlaba Douma en ese momento era una milicia extremista respaldada por Arabia Saudita y financiada por Arabia Saudita llamada Jaysh al-Islam , y ...

JONATHAN STEELE: Jaysh-al-Islam, que significa en árabe el Ejército del Islam.


AARON MATÉ: Correcto. Y la razón por la que esta historia es aún más significativa es porque esto ... la acusación de que hubo un ataque con armas químicas por parte del gobierno sirio provocó, por segundo año consecutivo, ataques aéreos de Estados Unidos, también junto con Gran Bretaña y Francia. Y ahora estamos escuchando a dos denunciantes decir que el fundamento de esas hechos estaba equivocado.

Pero en ese punto, tiene un detalle sorprendente en su artículo, sobre las afirmaciones del segundo denunciante, donde informa sobre esto. Lo leeré. Está hablando de Bob Fairweather, que era el jefe de gabinete en la OPAQ, un funcionario de alto rango allí, y está describiendo los intentos del denunciante de tener sus muestras ... incluir las muestras y tener todas las pruebas. Y escribe esto:

“El 4 de julio hubo otra intervención. Bob Fairweather, el jefe de gabinete, invitó a varios miembros del equipo de redacción (de la OPAQ) a su oficina. Allí encontraron a tres funcionarios estadounidenses que fueron presentados rápidamente sin dejar en claro a qué agencias estadounidenses representaban. Los estadounidenses les dijeron enfáticamente que el régimen sirio había llevado a cabo un ataque con gas y que los dos cilindros encontrados en el techo y el piso superior del edificio contenían 170 kilogramos de cloro. Los inspectores abandonaron la oficina de Fairweather, sintiendo que la invitación a los estadounidenses a dirigirse a ellos era una presión inaceptable y una violación de los principios declarados de independencia e imparcialidad de la OPAQ ".


➤ Entonces, Jonathan Steele, háblenos de eso. Tenemos una intervención aquí de tres funcionarios estadounidenses anónimos.

JONATHAN STEELE: Bueno, es más o menos exactamente como leíste en mi artículo reciente.


➤ AARON MATÉ: Sabes, es interesante, el panel que escuchó el testimonio del segundo denunciante incluyó a José Bustani, el primer… director general fundador de la OPAQ. Y Bustani es famoso porque básicamente fue expulsado de su trabajo por Estados Unidos, y John Bolton lo amenazó infamemente.


JONATHAN STEELE: Así es. Fue el primer director general de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas, que recién comenzó en 1997. Estados Unidos estaba en ese momento, obviamente, aumentando la presión contra el Irak de Saddam Hussein. Y la OPAQ había iniciado conversaciones con Bagdad, con la gente de Hussein, sobre si Irak se uniría a la Convención sobre Armas Químicas. Se estaban uniendo varios países; los diferentes países tardaron un poco en incorporarse. Y Estados Unidos aparentemente, y solo podemos especular las razones, pensó que esto socavaría su caso de que Saddam Hussein tenía armas de destrucción masiva, si aceptaba voluntariamente unirse a la Convención de Armas Químicas, que obviamente incluye la promesa de que no tienes armas químicas y las has destruido todas.

Entonces, esto habría socavado el caso de la invasión de Irak en 2003, y John Bolton estaba muy interesado en que Bustani detuviera las negociaciones con Irak. Y Bustani inicialmente se negó, y finalmente lo obligaron a salir y le dijeron que tenía que renunciar. Y así, supuestamente (ellos) amenazaron con presionar a su familia. Dijeron: "Sabemos dónde viven sus hijos". En esa etapa, sus hijos vivían en la ciudad de Nueva York.


➤ AARON MATÉ: Y ahora, 16 años después, parece que, con base en lo que informan aquí, tenemos otro caso de presión estadounidense, presión política, sobre la OPAQ por un evento de gran trascendencia que involucra a la fuerza militar estadounidense. Jonathan Steele, como un periodista veterano, ¿está sorprendido hasta ahora por la falta de atención global a esta historia? Parece un gran escándalo. Dos denunciantes del principal organismo de control de armas químicas del mundo alegando un posible fraude.


JONATHAN STEELE: Bueno, estoy bastante sorprendido, porque, quiero decir, la gente no tiene miedo de criticar la política exterior de Estados Unidos, o la política exterior británica, la política exterior francesa, en general. Entonces, no es un tema tabú criticar a las grandes potencias por la forma en que operan. Pero, de alguna manera, creo que en este caso sirio, porque Bashar al-Assad, el presidente de Siria, ha sido tan fuertemente demonizado, además de que Rusia está siendo demonizada bajo Vladimir Putin, y Putin es, por supuesto, un aliado que ayuda a proteger al gobierno sirio. parece que se les considera tan, tan malvados, que cualquier cosa que les quite un poco la presión es difícil de analizar e investigar por los grandes medios, al parecer. Quiero decir, solo puedo especular por qué no querían hacerlo. Esa es mi suposición...


➤ AARON MATÉ: Los denunciantes, ambos, dicen que quieren testificar en una próxima sesión de la OPAQ. ¿Pueden hablar sobre las inquietudes que quieren llevar a esa sesión, que tendrá lugar a finales de este mes, y si cree que se les permitirá hacerlo?


JONATHAN STEELE: Bueno, hay ... en los estatutos de la OPAQ, se dice que los inspectores tienen derecho a registrar el disenso y el desacuerdo, sin temor a consecuencias adversas para sus carreras, su libertad o sus perspectivas de ascenso, etc. Y, por lo tanto, realmente quieren ejercer su derecho a expresar su desacuerdo con el informe oficial tal como se publicó, tanto el informe intermedio como el final. Y hablar con todos los 193 Estados Miembros de la OPAQ, que está llevando a cabo su 25 ª conferencia anual a partir de noviembre.

Y parece una demanda bastante razonable. Quiero decir, el denunciante que escuché en Bruselas el mes pasado tuvo una presentación en PowerPoint muy impresionante, que probablemente le gustaría mostrar si obtiene permiso para hacerlo en La Haya dentro de una semana. Pero no se si a ellos ... se les dará permiso para hacer eso o no, porque las mismas personas que han distorsionado este informe probablemente no querrán que haya ningún desacuerdo público en la conferencia anual...


➤ AARON MATÉ: Finalmente, Jonathan Steele, al hablar con el segundo denunciante, ¿cuál fue su impresión de él? ¿Crees que quería hacerlo de esta manera, o esperaba que esto se pudiera resolver internamente?


JONATHAN STEELE: Definitivamente esperaba que se resolviera internamente. Y también lo fue Ian Henderson, quien escribió el informe sobre que los cilindros de gas probablemente se colocaron manualmente en el suelo en Douma.

Creo que el punto ... el punto básico es, y me alegra que hayas hecho la pregunta, que estos son científicos profesionales. Han trabajado durante muchos años en la OPAQ. No habrían sido enviados a Siria para recoger pruebas si hubieran tenido fuertes opiniones políticas de un tipo u otro. Simplemente se sienten molestos porque las conclusiones científicas profesionales han sido rechazadas en favor de respuestas políticamente sesgadas que favorecen la agenda de política exterior de ciertos estados occidentales poderosos. Sienten que la ciencia se ha corrompido.


➤ AARON MATÉ : Finalmente, usted se acercó a la OPAQ y les pidió que respondieran a las denuncias de los denunciantes. ¿Qué… qué te dijeron?

JONATHAN STEELE: Bueno, de nuevo, como con el sr. Fairweather, lo hicieron ... simplemente no respondieron. Hubo mucho tiempo, como no los estaba apurando, hay mucho tiempo y todavía no han respondido. Entonces, no se qué conclusiones sacas de eso.


➤ AARON MATÉ: Bueno, lo dejaremos ahí por ahora y continuaremos cubriendo esta historia. Espero que vuelvas para unirse a nosotros, Jonathan Steele... muchas gracias.


JONATHAN STEELE: Gracias por invitarme.


*Este es solo un extracto de la entrevista. Si desea dar lectura a la entrevista completa -en inglés- acceder al siguiente enlace:

Whistleblower: OPCW suppressed Syria chemical evidence after US pressure. AARON MATÉ·NOVEMBER 18, 2019

Lea el artículo de Jonathan Steele en Counterpunch (en inglés): 

The OPCW and Douma: Chemical Weapons Watchdog Accused of Evidence-Tampering by Its Own Inspectors. (La OPAQ y Douma: El organismo de control de las armas químicas acusado de manipulación de pruebas por sus propios inspectores).


CONTIUAREMOS CON LAS ÚLTIMAS ACTUALIZACIONES...

23 abril 2020

Armamento, genocidio y pandemia en la I Guerra Mundial




La apoteosis de la muerte en la IGM
Guillermo Carnero 
RdL


Nota de introducción por el editor del blog

Bien valdría recordar en este tiempo de coronavirus una vieja historia inserta en el reportaje del poeta y profesor Guillermo Carnero, precisamente hace un siglo una pandemia asoló el mundo, la mal llamada "gripe española" (al final de este ensayo), siendo de gran valor histórico el profundo análisis del autor sobre aspectos geopolíticos de la primera guerra mundial. Carnero, dedica largas líneas a la Gran Guerra  sosteniendo que no culminó en 1918, es un proceso histórico que perduró bien entrada la década de los 20 del siglo pasado y la demostración que aquel terrible conflicto fue solo una tregua que se rompería con la irrupción del nazismo en el escenario europeo de los años 30 y continúo en la posguerra hasta nuestros días.

La Gran Guerra no solo fue la era del surguimiento de novedosas armas para asesinar en masa, fue un tiempo de crueldad, genocidio y enfermedades detalladas con precisión en una variedad de obras e incluso en el cine. 


Bastaría recordar el film de alto contenido histórico con el recientemente fallecido Kirk Douglas, "Senderos de gloria" (Paths of Glory), fiel reflejo de la brutalidad del mando francés para ajusticiar a sus horrorizados combatientes que en ocasiones retrocedían en las duras batallas, aquellos infortunados soldados solo podían esperar su ejecución por deserción. 

Al
fin y al cabo, morir por la patria o por traición a la patria -aunque no es lo mismo- sigue siendo una muerte cruel (dejando a un lado los histéricos gritos patrioteros de quienes jamás han empuñado un arma y gritan por una guerra como expiación del "mal"). Erich Hartmann, fotógrafo estadounidense de origen alemán (no confundir con el famoso as de la Luftwaffe del mismo nombre), dijo en alguna ocasión:


“La guerra es un lugar donde jóvenes que no se conocen y no se odian se matan entre sí, por la decisión de viejos que se conocen y se odian, pero no se matan”. 

Quién recordará a aquellos simples y sencillos ciudadanos convertidos a la fuerza en soldados de trinchera, anónimos héroes o "infelices" desertores... nadie, a menos que el "héroe" haya sido un oficial de alto rango que tuvo el desfortunio de haber estado en el sitio equivocado. Quién no habrá pasado miedo en el campo de batalla? (a menos que esté drogado como se está volviendo costumbre oculta en tiempos modernos). 

La primera guerra mundial se caracterizó por las clásicas ofensivas de la infantería para asaltar las trincheras enemigas, ataques frontales destinados al fracaso o ganar unos cuantos metros a costa de una asegurada y bárbara matanza ante la modernización de las mortales armas (ametralladoras, artillería, tanques, gases...)


El libro - novela de Humphrey Cobb, ex combatiente de la Primera Guerra Mundial, "Paths of Glory" es uno de esos reflejos de la crueldad humana, su obra fue base de la homónima película de Stanley Kubrick, un relato "antibelicista hasta la extenuación, se basa en un suceso tan triste como verídico: el fusilamiento por parte del ejército francés de cientos de sus soldados como escarmiento por desertar o abandonar sus responsabilidades en las trincheras de la Primera Guerra Mundial". Un estudio, publicado en 2017, "documentó un total de 825 fallecidos. Más de medio millar por desobediencia militar, un centenar por delitos comunes y otros tantos por espionaje. La realidad es que la mayoría no eran más que combatientes jóvenes que se habían visto arrastrados hasta las trincheras y que, debido al miedo, habían decidido abandonar sus posiciones en vanguardia. Fueron, en definitiva, llevados al patíbulo para dar ejemplo. Para la oficialidad gala, estos combatientes eran vistos como la escoria de la sociedad. El fusilamiento de estos soldados causó gran controversia en Francia el pasado 2018, durante la celebración del centenario del fin de la Primera Guerra Mundial. La polémica se reavivó cuando varias organizaciones militares exigieron la rehabilitación de los ajusticiados y su perdón por parte del gobierno. Al final las aguas se calmaron cuando François Hollande firmó la amnistía de estos hombres". (Cita tomada del artículo: "La cruel verdad histórica tras la película más famosa de Kirk Douglas: brutalidad en la IGM". ABC España)

Es momento de pasar revista al ensayo de Guillermo Carnero. 


t. andino


(Fotografías, ilustraciones y notas a pie de foto son adiciones del editor de este blog, excepto dos fotografías que corresponden al ensayo original de G. Carnero).


*****




Un centenario interminable

El centenario de la Primera Guerra Mundial resulta sumamente elástico: si es posible fijar con precisión el comienzo del conflicto armado, no ocurre así con su conclusión. 

La guerra no terminó con el armisticio de noviembre de 1918, ni con los tratados de Versalles, Saint-Germain-en-Laye, Trianón y Neuilly, ni con el de Sèvres, firmado por el Imperio Turco en 1920, cuya extrema severidad, unida a la ocupación de parte de Anatolia, originó una reacción nacionalista que desembocó en la sustitución del sultanato de Mehmed VI por la república presidencialista de Mustafá Kemal, de tal modo que el tratado efectivo, el de Lausana, hubo de esperar a 1923. Todo ello condujo a una paz inestableuna mera tregua de veinte años, pronosticó el mariscal Ferdinand Foch–, y en muchos lugares continuaron durante años los combates producto de la disgregación de los imperios caídos, con su secuela de independentismos regionales, ajuste y reajuste de fronteras y agravios tradicionales de naturaleza étnica y religiosa. No están del todo privados de razón quienes consideran que en agosto de 1914 se desató un conflicto aún hoy latente, aflorado en la reciente inestabilidad de los Balcanes y las regiones periféricas de Rusia, pasando por la Segunda Guerra Mundial y la disolución de la Unión Soviética y del Pacto de Varsovia. La conferencia de Versalles convierte el año 1919 en un hito irrenunciable, aunque presidido por un Jano bifronte, espectador de la muerte pasada y augur de la futura.


Novedad apocalíptica y crisis moral 

La mortandad en la guerra de 1914 fue enorme, tanta como la magnitud de los ejércitos enfrentados, ambas inmensamente superiores a lo hasta entonces conocido. Las cifras de bajas no son seguras debido a la falta de estadísticas en algunas naciones como Bulgaria, el Imperio Turco y el Ruso. Se admite que de los sesenta y cinco millones de hombres movilizados murieron nueve, y resultaron heridos veintiuno. Los muertos civiles se estiman en seis millones, más unos veinte millones de rusos víctimas de la revolución, la guerra civil y el llamado genocidio ucraniano, más millón y medio de armenios exterminados en la limpieza étnica turca. A todo ello hay que añadir una cifra imposible de precisar de víctimas de la llamada «gripe española». En resumen, se requerirían nueve cifras para cuantificar una catástrofe de tanta envergadura.

Los combatientes y contemporáneos de la Primera Guerra Mundial la percibieron, en efecto, como un cataclismo revelador del trágico e irreversible deterioro moral de la Humanidad, y del uso torcido de sus mejores facultades. Los testimonios son inequívocos y numerosos. La encíclica Ad beatissimi Apostolorum Principis cathedram (de 1 de noviembre de 1914) del papa Benedicto XV; la conferencia de 25 de enero de 1917 en la que D. Manuel Azaña, futuro presidente de la Segunda República Española, dijo que «las ideas en que se ha hecho consistir el norte de nuestra vida» debían ser revisadas habida cuenta del fracaso que evidenciaba la guerra; la carta de Antonio Machado a Miguel de Unamuno desde Baeza, el 31 de diciembre de 1914, donde escribió D. Antonio que la guerra llegaba a poner en cuestión «la santidad del patriotismo».

A Vicente Blasco Ibáñez debemos más de cinco mil páginas en gran formato de una Historia de la guerra europea de 1914, ilustrada con millares de fotografías, dibujos y láminas, que publicó la editorial valenciana Prometeo en 1920, nueve volúmenes en la holandesa. Escribió D. Vicente en la Introducción al primer volumen que la guerra de 1914 era única como «testimonio de deshonra» de una humanidad enloquecida y desnortada. En términos parecidos se expresaron Ricardo León y Gabriel Alomar, corresponsales ambos de El Imparcial, en los volúmenes titulados, respectivamente, Europa trágica y La guerra a través de un alma. La guerra produjo un fuerte sentimiento pacifista que popularizaron dos novelas: El fuego, del francés Henri Barbusse (1916), y Sin novedad en el frente, del alemán Eric Paul Remark, conocido como Erich Maria Remarque (1929). Este último escribió: «Durante años enteros nuestra tarea ha sido matar. Nuestro conocimiento de la vida se reduce a la muerte. ¿Qué más puede suceder después de esto, y qué será de nosotros?»



Guerra global, ciencia y técnica 

Sensación tan apocalíptica provenía de muchos y diversos factores. El más notorio, la cantidad de países implicados en la matanza. En la guerra se enfrentaron dos coaliciones: 

Las Potencias Centrales (Alemania, Austria-Hungría e Imperio Turco desde 1914, y al año siguiente Bulgaria), y los Aliados o Entente (Bélgica, Francia, Gran Bretaña (y sus colonias), Rusia, Japón, Luxemburgo, Montenegro y Serbia, desde 1914; Italia desde 1915; Portugal y Rumanía desde 1916; Estados Unidos y Grecia desde 1917, más los países satélites que se limitaron a tareas auxiliares o a secuestrar fondos, propiedades y buques del enemigo, o a ayudar a los aliados con suministros y convoyes. Permanecieron neutrales Holanda, Dinamarca, Noruega, Suecia, Suiza y España. 


No fue menos relevante el poder económico, científico y tecnológico de los países en conflicto, producto de la Segunda Revolución Industrial y ahora puesto al servicio del arte de matar y destruir. 

El escritor Ernst Jünger, combatiente en el ejército alemán, publicó en 1920 sus recuerdos con el título de Tempestades de acero, y allí definió la guerra de 1914 como un colosal combate de máquinas, en el que el hombre sólo era el más débil y perecedero de los materiales utilizados.


Artillería, armas químicas, blindados, guerra aérea y submarina 

La guerra del 14 fue la primera guerra tecnológica. La artillería alcanzó un enorme desarrollo, y los parques artilleros, dimensiones descomunales. Cuando terminó la batalla de Verdún, en sus diez meses la más larga de la Historia, se habían disparado 23 millones de proyectiles, que llegaban a ser del tamaño de un hombre, con un calibre de 420 mm. y una tonelada de peso. La ametralladora mataba más deprisa que el avance de cualquier ejército, a paso humano y pecho descubierto, y sometido al bombardeo de la artillería, el acoso de los gases y el obstáculo de las alambradas. Si el gran error de aquella guerra fue utilizar la estrategia del siglo XIX con armas del siglo XX, lo fue primordialmente por la falta de experiencia del poder letal de la ametralladora.



El tratado de La Haya (1899, renovado en 1907), había prohibido las armas químicas, a pesar de lo cual se usaron en la Primera Guerra Mundial, por iniciativa alemana, que luego imitaron los demás ejércitos. El primer ataque con gases se dio el 22 de abril de 1915: cilindros conteniendo cloro, que se abrían en la línea del frente dejándose la dispersión al viento, un procedimiento desarrollado por Fritz Haber en el Kaiser-Wilhelm-Institut de Química de Berlín. En el verano de 1915 los alemanes empezaron a dispersar el gas por medio de morteros, y los aliados, desde el otoño. El principal gas ulcerante fue el gas mostaza (sulfuro de etilo biclórico), introducido en julio de 1917 en Ypres. Ataca piel y mucosas hasta la necrosis y quema hasta el hueso. Estaba diseñado para acosar e incapacitar al enemigo y contaminar el campo de batalla, al ser más pesado que el aire y no biodegradable.



Los gases causaron sólo un 3% de las muertes de la Primera Guerra Mundial, pero tuvieron un tremendo impacto psíquico, hasta el punto de provocar crisis colectivas de pánico y huidas en masa incumpliendo órdenes. Wilfred Owen describió en su poema «Dulce et Decorum Est» la angustia de los soldados alcanzados por el gas, ciegos y cubiertos de «llagas asquerosas e incurables» (1).

Los blindados aparecieron por primera vez en septiembre de 1916, en la batalla del Somme. Al comienzo fueron una novedad experimental derivada de los tractores a vapor empleados como maquinaria agrícola, pero pronto se generalizó su empleo en grandes concentraciones.

El primer bombardeo aéreo se produjo el 6 de agosto de 1914 sobre Lieja, por obra de un zepelín alemán. No mucho después de haber sido inventado, el avión pasó a usarse en operaciones militares. Al principio se destinaba al reconocimiento y la orientación de la artillería, pero pronto se añadió al piloto un segundo pasajero armado de una ametralladora, la cual pudo colocarse en la parte delantera cuando Anthony Fokker hubo inventado la sincronización del disparo con el giro de la hélice. Se dotó inicialmente a los tripulantes de bombas de pequeño tamaño que se lanzaban manualmente volando a baja altura, y más adelante se diseñaron aviones específicamente de bombardeo.


Dirigible inglés sobrevolando la costa británica en 1914


Desoyendo las leyes de la guerra marítima tal como las propuso la Convención de La Haya, el uso militar del submarino fue iniciativa alemana para el bloqueo de Inglaterra, siempre dependiente de la importación de alimentos y materias primas. La guerra submarina ilimitada fue proclamada el 4 de febrero de 1915, y el 7 de mayo, en el hundimiento del transatlántico Lusitania perecieron mil doscientos viajeros, entre ellos 128 norteamericanos. Temiendo la reacción de Estados Unidos, país todavía neutral, y habida cuenta de la reprobación internacional, el 1 de septiembre de 1915 Alemania proclamó el fin de la guerra submarina ilimitada (salvo en la zona de bloqueo de Inglaterra), para reanudarla el 31 de enero de 1917, lo cual provocó, junto al pintoresco episodio de los llamados «telegramas Zimmermann», la ruptura de relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Alemania, seguida de la declaración norteamericana de guerra el 6 de abril. El ejército norteamericano entró en combate en Europa en noviembre de 1917; en julio de 1918 totalizaba un millón de soldados.

Sobre la atrocidad de las heridas producidas por los gases ulcerantes y la artillería tenemos testimonios sobrecogedores, como Vie des martyrs, publicada en 1917, del novelista Georges Duhamel, médico del ejército francés, aunque el mejor testimonio es el libro de Ernst Friedrich, Krieg dem Kriege (Guerra a la guerra), aparecido en 1924 y conteniendo numerosas fotografías de horribles heridas y mutilaciones. Puede decirse que la cirugía plástica como especialidad data de la práctica adquirida por los médicos en la reconstrucción de los traumatismos sufridos por los combatientes en los campos de batalla de la Primera Guerra Mundial.

Muchos de los que combatieron en ella quedaron afectados de por vida por toda clase de alteraciones de las funciones y los ritmos biológicos, la personalidad y la conducta, hasta un colapso nervioso total que bloqueaba la coordinación muscular y provocaba la locura.

Folleto informativo de las máscaras de gas distribuidas por el ejército ruso en 1915, pero el efecto antigas no era el ideal como se podrá apreciar.



Ese conjunto de trastornos psicofísicos se conoce desde entonces como shell shock o fatiga de combate. Era tan invalidante que en el frente británico se crearon unidades médicas especiales para atenderla: las conocidas como NYDN, porque rotulaban a los enfermos con esas siglas (Not yet diagnosed – Nervous, es decir, «enfermedad nerviosa sin diagnosticar»). Las cifras de afectados no son bien conocidas, ya que tales trastornos solían ser definidos como cobardía frente al enemigo, y no se registraban. La tensión que circunstancias tan extremas causaban provocaba la desobediencia en el campo de batalla, la deserción y el amotinamiento. Francia ejecutó por esas razones a 700 soldados, 346 el Reino Unido, 750 Italia.


Guerra y Vanguardia

La naturaleza de la Primera Guerra Mundial fue percibida diversamente por los movimientos de Vanguardia. Dadá, que oscilaba ideológicamente entre anarquismo y comunismo, incluyó el nacionalismo y el patriotismo entre los valores cuya caducidad proclamaba y ridiculizaba. Hugo Ball, uno de los fundadores del grupo de Zúrich y el Cabaret Voltaire, publicó en 1919 Zur Kritik der deutschen Intelligenz (Crítica de la inteligencia alemana), acta de acusación contra las supuestas virtudes del pueblo alemán: militarismo, ordenancismo, burocracia, supremacía del Estado, a las que responsabilizaba de la guerra. El Futurismo la aplaudía y ensalzaba porque significaba la destrucción del pasado y la remodelación de la Historia, respondía a una nueva psicología fundada en la exaltación de la energía y la agresividad, y daba alas al regeneracionismo victimista de Italia. En cuanto al Surrealismo, su etapa fundacional, la que se considera de inspiración freudiana, fue un efecto colateral de los desastres de la guerra a través de André Breton, que no los conoció en el campo de batalla sino en el ámbito hospitalario.


Otto Dix, 'Recuerdo de las habitaciones de Bruselas' (1920)


El Futurismo hizo suyo el nacionalismo irredentista que profesaban amplios sectores de la sociedad italiana, lo mismo que el descontento y la humillación debidos a la consideración internacional de Italia como una potencia de segundo orden por el atraso de su economía y la inferioridad de su precario imperio colonial. La convergencia de estos sentimientos con la psicología futurista fue inmediata, y así el Futurismo se unió a quienes reclamaban, entre 1914 y 1915, el fin de la neutralidad que Italia adoptó al comienzo de las hostilidades.

Italia era, a comienzos del siglo XX, un país emergente que había concluido recientemente una tardía e incompleta unificación, a la que habían escapado las llamadas «provincias irredentas» (al Norte y Nordeste, englobadas en la Austria imperial), y que luchaba por situarse en pie de igualdad con las grandes potencias en materia de industrialización y expansión colonial. Salvo en el Piamonte y el Milanesado, su economía estaba basada en la agricultura y los servicios, esto último porque la riqueza de su patrimonio artístico la convertía en un destino preferente de lo que empezaba a generalizarse como «turismo». Y en cuanto al reparto colonial, había llegado a destiempo a la palestra. La avidez colonial italiana obtuvo algunas satisfacciones a costa del Imperio Turco en el Norte de África y el Mediterráneo: Somalia, Eritrea, Tripolitania y Cirenaica, Rodas y el Dodecaneso fueron ocupados entre 1880 y 1912. Pero no era suficiente, y el irredentismo territorial y la cuestión colonial acabaron por llevar al país al campo de batalla, y quedaron pendientes para el Fascismo al no haber sido satisfactoriamente resueltas tras la guerra.

En 1882, Italia había asumido la desconfianza contra Francia y Rusia de Austria-Hungría y Alemania, uniéndose a ellas en el Tratado de la Triple Alianza, de tal modo que llegó a 1914 junto a los Imperios Centrales, con el matiz de quedar obligada a secundarlos militarmente si eran atacados, pero no si eran atacantes; siendo éste el caso, se mantuvo neutral en un principio. En abril de 1915 firmó con los aliados en secreto el Tratado de Londres, por el que se le aseguraban las provincias irredentas a cambio de su entrada en la guerra, y una vez derrotados los Imperios.



Otto Dix, Flandes (1936)


Un repaso superficial de la literatura y el arte del Futurismo revela su ideología militarista, y su visión positiva y heroica de una guerra cuyas consecuencias se ignoraban o minimizaban. La exaltación proclive al fin de la neutralidad se proclama en Manifestación intervencionista (1914) de Carlo Carrà, o en Manifestación patriótica (1915) de Giacomo Balla; el triunfalismo militar, en Carga de lanceros (1915) de Umberto Boccioni, o Tren blindado (1915) de Gino Severini, y se convierte en metáfora en Guerrapittura (1915) de Carrà. La vulgata de las «palabras en libertad» marinettianas, Zang tumb tuum (1914), es una exhibición de poesía visual y fonética inspirada en la batalla de Adrianópolis, librada entre el 21 de octubre y el 3 de diciembre de 1912, durante la Primera Guerra Balcánica, que entre octubre de 1912 y mayo de 1913 enfrentó al Imperio Turco a Serbia, Montenegro, Grecia y Bulgaria.

Por su parte, y desde una óptica radicalmente opuesta al triunfalismo futurista, el Expresionismo levantó acta del clima prebélico, y luego del trauma de la guerra y el desencanto autopunitivo y esperpéntico de la catastrófica posguerra. Al no haber adoptado una actitud de regeneración nacional dinámica y heroica, fue perseguido por el Nazismo como traición a Alemania y como «arte degenerado», nombre que se dio al reunido en la Exposición de ese nombre abierta en Munich el 19 de julio de 1937, donde las obras colgaban en paneles cuya rotulación ridiculizaba el uso del color, la deformación monstruosa y la semejanza de los seres humanos representados con deficientes psíquicos y mentales. Marcaban el contraste artistas como Adolf Ziegler, el pintor predilecto de Hitler, llamado «el Maestro del Vello Púbico del Reich» (Meister des Deutschen Schamhaares) por sus desnudos seudohelénicos, y los escultores Arno Breker y Josef Thorak.

El Expresionismo es, desde su uso brutalista y no mimético del color, dramáticamente emocional, y eso explica sus rasgos distintivos. Puso de manifiesto la mezquindad y la brutalidad, la complacencia en la violencia y la animalidad sexual potenciadas por la guerra, tal como muestran la cara y las manos rojas del soldado ebrio en la escena de burdel pintada en 1920 por Otto Dix con el título de Recuerdo de las habitaciones de Bruselas.

El aquelarre de la vida urbana y de la sociedad que resultó de la Primera Guerra Mundial fue descrito por Stefan Zweig en sus memorias como un caos moral absoluto en todos los órdenes, y una voluntad general de autodestrucción. Semejante esperpento queda descrito y caricaturizado en El dios de los peluqueros y Baile moderno (1922) de Dix, o La noche (1919) de Max Beckmann. Las secuelas mismas de la guerra, en Autorretrato como enfermero (1915) de Beckmann, Soldado loco (1916) de Erich Heckel, Autorretrato como soldado (1915) de Ernst Ludwig Kirchner (con la mano derecha amputada y delante de una mujer desnuda, simbolizando la castración tanto sexual como artística), y Autorretrato con pañuelo rojo (1917) de Beckmann, que revela el trastorno psíquico de la fatiga de combate que sufrió, como Kirchner, de la que nunca se repuso y que lo llevó al suicidio el 15 de junio de 1938.



Nadie representó la muerte en el campo de batalla como Otto Dix en Soldado herido (1916), o los cadáveres putrefactos de Muertos en la posición de Tahure (1924), del cuaderno titulado La guerra. Los mutilados, frecuentemente convertidos en mendigos luciendo un raído uniforme, fueron espectáculo habitual en la Alemania de posguerra.



En Vendedor de fósforos (1921), Dix pintó un ciego sin piernas ni brazos tirado en una acera y sobre el que orina un perro. Pero fue en Jugadores de cartas (1920) donde consiguió el más completo y descarnado retablo de las mutilaciones de guerra. La escena reúne a tres personajes. Al de la izquierda le faltan el ojo y la oreja derechos, y la boca; lleva un audífono con un tubo, cuya trompetilla descansa sobre la mesa. No tiene brazos; el izquierdo es mecánico. Usa la pierna derecha como brazo, y tiene la izquierda de palo. El del centro tiene el cráneo trepanado y cosido, dos piernas de palo, carece de brazos y sujeta las cartas con los dientes. El de la derecha no tiene cuerpo de cintura abajo; lleva nariz de cuero sujeta con una cinta, y el brazo derecho y la mandíbula inferior son mecánicos. Algo tan impresionante como la obra, rebosante de ternura, tristeza y compasión, de Käthe Kollwitz: La viuda (1923), Los niños alemanes se mueren de hambre (1924).


Otto Dix, Jugadores de cartas (1920)


El Surrealismo asumió el irracionalismo omnipresente en el mundo de la Vanguardia y le confirió una sólida entidad epistemológica e ideológica gracias a la asimilación del pensamiento freudiano. André Breton (nacido en 1896) empezó sus estudios en la Facultad de Medicina de París en octubre de 1913. En febrero de 1915 fue llamado a filas como auxiliar médico, y destinado al hospital parisiense de la Pitié-Salpêtrière, a las órdenes del neurólogo Joseph Babinski, alumno predilecto de Jean-Martin Charcot, precedente francés y maestro de Freud. En julio de 1916 empezó Breton a tratar a soldados afectados de shell shock; leyó los escritos de Charcot y tuvo noticia del pensamiento de Freud, antes de que se tradujeran sus obras. Sin esa carambola de circunstancias debidas a la guerra, el Primer manifiesto del Surrealismo (1924) no habría sido escrito, al menos con la solidez que lo convirtió de inmediato, y hasta hoy, en un hito irrenunciable en el pensamiento y la poética de la modernidad.


El genocidio armenio (2)

El genocidio que perpetró Turquía entre 1915 y 1918 fue producto de la creencia, entre las elites otomanas, de que la población armenia era una quinta columna decidida a colaborar con las potencias de la Entente, en un marco de angustia colectiva ante la descomposición imparable del Imperio Turco a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX. Todos los pueblos de religión no islámica súbditos del Imperio (armenios, cristianos y judíos), se convirtieron en chivo expiatorio del regeneracionismo turco.

Abdulhamid II subió al trono en septiembre de 1876, mientras cundía la sublevación de bosnios, búlgaros, serbios y montenegrinos. El sultán declaró la bancarrota del Estado otomano, las Potencias exigieron la implantación de reformas en los Balcanes, y Rusia declaró la guerra en abril de 1877. En febrero de 1878 el ejército ruso se hallaba a las puertas de Estambul, y el sultán se vio forzado a firmar el tratado de San Stéfano, donde, entre otras cosas, concedía la introducción de reformas en Armenia bajo supervisión y protección del ejército ruso. Las Potencias intervinieron imponiendo en julio un nuevo tratado, el de Berlín, que sancionó la independencia de Serbia y Montenegro y la autonomía de Bulgaria. Austria-Hungría obtuvo el protectorado de Bosnia-Herzegovina, y Rusia fue obligada a renunciar a la intervención en Armenia, vía peligrosa de acceso a Persia para el Reino Unido. 


Fomentadas por la pérdida de doscientos mil kilómetros cuadrados de la parte más rica del Imperio, que hubieron de abandonar dos millones de musulmanes, y por el fantasma de una Armenia independiente tutelada por Rusia, se inició a fines de siglo la persecución y la matanza de armenios, y la huida de cientos de miles a Rusia y Estados Unidos.

La oposición a Abdulhamid la formaban los regeneracionistas preocupados por la disolución del Imperio y por la intervención de las Potencias, que formaron el movimiento de los Jóvenes Turcos (Comite de Unión y Progreso, o CUP),  entre quienes predominaba la ideología conocida como "unificación panislamista", lejos de cualquier convivencia multiétnica y multirreligiosa.


Estambul a inicios del siglo XX


La entrada de Turquía en la Primera Guerra Mundial ha de entenderse en el marco regeneracionista
, cuyo programa descansaba básicamente en la desaparición de la injerencia financiera y fiscal extranjera, y del peligro interior que se creía que representaban los no musulmanes, la contención del progresivo desmembramiento del Imperio y, especialmente, la resistencia a la aspiración rusa al acceso a los Dardanelos y el Bósforo, y a la griega a las islas del Egeo.

La solución final de la cuestión armenia empezó a ponerse en práctica en la primavera de 1915, coincidiendo con la aproximación de la flota francobritánica a Galípoli. La policía procesó y arrestó a parte de la elite armenia de Estambul, deportada y luego asesinada por la unidad militar encargada de la limpieza étnica, la llamada Organización Especial. Francia, Reino Unido y Rusia denunciaron tales asesinatos como «crímenes contra la humanidad» (fue la primera vez que se empleó este concepto) y emplazaron a los responsables a ser juzgados al fin de la guerra por tribunales internacionales.

La preocupación fundamental del gobierno turco era Anatolia Oriental por su cercanía al frente de guerra en la frontera rusa, estratégica posición en que se encontraba Armenia. En la segunda fase de la limpieza étnica, a partir de 1916, los hombres fueron asesinados, y las mujeres y los niños subastados como esclavos; los supervivientes emprendieron el éxodo a pie hacia los campos de concentración del desierto de Siria, sin cuidados médicos ni alimentos, y sin que se permitiera el acceso de la Cruz Roja ni observadores extranjeros.

La dimensión económica del genocidio se demuestra en el hecho de que en 1916, gracias a las requisas y confiscaciones de bienes y propiedades, el Estado otomano pudo devolver buena parte del préstamo alemán de guerra, y depositar en el Banco Central del Reich treinta toneladas de oro. Además, el CUP consiguió la adhesión clientelar de la población musulmana, a la que se asignaron viviendas y bienes de los asesinados y los deportados.

La política del CUP fue la intolerancia étnica y religiosa en todos los órdenes: boicot del comercio y expulsión de la Administración de los no musulmanes, prohibición del uso de toda lengua distinta del turco. La política de exclusión afectaba también a cristianos y judíos. Cuando Grecia entró en guerra, unos doscientos mil griegos fueron asesinados, y una vez terminada, durante la guerra greco-turca de 1920 a 1924 murieron unos trescientos mil más. La penetración en el Cáucaso del ejército turco permitió extender más allá de las fronteras del Imperio el genocidio armenio, en operaciones de limpieza étnica simultáneas a las propiamente militares.

El Imperio Turco tenía dos millones de súbditos armenios en 1914. Doscientos mil mujeres y niños fueron vendidos e islamizados, y entre las marchas de deportación y los campos de concentración murieron aproximadamente un millón doscientos mil. A ellos hay que añadir ciento cincuenta mil en la Armenia rusa y Azerbaiyán. En total, el número de víctimas supera el millón y medio.


Tropas inglesas celebrando la firma del armisticio en 1919


Al terminar la guerra, el Tratado de Sèvres reconoció una simbólica Armenia independiente, y se plantearon las responsabilidades por crímenes de guerra contra los armenios. El 2 de noviembre de 1918 huyeron Mehmed Talaat (ministro del Interior), Ismail Enver (ministro de la Guerra y comandante en jefe del ejército turco), Ahmed Djemal (ministro de Marina y gobernador de Siria) y otros. 

El nuevo gobierno turco puso en marcha procesos autoexculpatorios y poco efectivos; la nueva era de Mustafá Kemal consideraba que la principal culpa del sultanato no fue la violación de cualesquiera derechos humanos, sino haber perdido la guerra y el Imperio. La Armenia prevista en el tratado de Sèvres acabó repartida entre la Turquía de Mustafá Kemal y la Unión Soviética, y el nuevo y definitivo Tratado de Lausana olvidó el asunto armenio. La organización secreta armenia creada para vengar el genocidio asesinó a Talaat y Djemal, respectivamente el 15 de marzo de 1921 en Berlín y el 21 de julio de 1922 en Tiflis. Enver murió en circunstancias no aclaradas el 4 de agosto de 1922 en el actual Tayikistán, durante un enfrentamiento con el ejército rojo.



Mustafá Kemal "Atatürk". Atatürk es un nombre honorífico que se le otorgó al fundador de la Turquía moderna. Compuesto por las palabras Ata y Türk, que significa padre de los turcos. También suele ser conocido como Mustafá Kemal Pasha. Pasha era un título aplicado en el Imperio Otomano  a hombres que ostentan algún mando superior en el ejército o en una jurisdicción territorial, algo equivalente a un Gobernador o General. En algunos países musulmanes Pasha (o sus variantes idiomáticas) es un título honorífico.


El genocidio ucraniano (3)

Se considera genocidio la persecución y exterminio de una comunidad definida por su entidad étnica, religiosa o nacional. El concepto cuadra a la persecución turca contra los armenios, pero es discutible su aplicación a los crímenes contra la humanidad perpetrados por el bolchevismo en Ucrania y otras zonas agrarias de la Rusia meridional, ya que los asesinatos masivos allí cometidos tuvieron por objetivo a los campesinos refractarios a la renuncia a la propiedad privada. Se trata, pues, de la persecución de una clase social, al margen de su diversidad étnica o de otro tipo, y definida, desde la perspectiva marxista, como enemiga de la revolución y análoga a la burguesía urbana, en tanto no optara por la propiedad y la gestión colectiva de la tierra y sus productos y rentas. A lo cual puede a su vez objetarse que desde la perspectiva de clase el marxismo es inherentemente genocida.

La crisis de Ucrania tuvo su apogeo en la tercera década del siglo XX, en forma de hambruna debida a la colectivización forzosa y la requisa de cereales para la alimentación de la población urbana y la exportación. Cuatro millones de ucranianos murieron de hambre, por lo que en esta lengua la tragedia se conoce como «holodomor», vocablo que significa «exterminio por hambre». Si lo sufrieron en primer lugar los campesinos, la represión policial afectó igualmente a intelectuales, escritores, artistas, funcionarios y sacerdotes, especialmente aquellos relacionados con la efímera República Popular Ucraniana independiente de 1917, secuela de la Guerra de 1914. El holodomor tuvo varias fases, si bien hemos de centrarnos aquí en la primera de ellas.

Ucrania Oriental y Occidental pertenecían respectivamente al Imperio Ruso y al Austrohúngaro. Tras la abdicación del zar y la convocatoria del Congreso Nacional Panucraniano, la Rada o Parlamento Central declaró el 9 de enero de 1918 la independencia, pronto reconocida por la Entente, los Imperios e incluso la Rusia soviética. En febrero, Ucrania firmó en Brest-Litovsk su propia paz con las potencias centrales, poco antes de que la Rusia soviética lo hiciera a su vez. El Oeste de Ucrania fue incorporado a la Polonia reconstruida por el tratado de Versalles, y así se mantuvo durante dos decenios.



Requisa de trigo en el óblast de Kiev, 1930 (Wikipedia)

Desde fines de 1917 la relevancia estratégica y económica de Ucrania, como productora de alimentos, la había puesto en el punto de mira de la Rusia blanca y la soviética, Alemania y Austria-Hungría: la independencia estaba llamada a tener corta vida. En 1918, las tropas soviéticas la habían invadido para apoderarse de los cereales necesarios para alimentar al ejército y a los habitantes de las ciudades, como en su día el gobierno de la Rusia zarista y luego el provisional. 

Al ocupar Ucrania los bolcheviques se produjo el levantamiento campesino de mayor envergadura de la Europa Moderna, liderado por Néstor Majnó de 1918 a 1920, e implicado en constantes alianzas y cambios de bando entre alemanes, austriacos, polacos, rusos blancos y rojos, y nacionalistas de diversas tendencias, con lo cual Ucrania quedó convertida en un caos en manos de milicias de saqueadores y asesinos. El presidente Simon Petliura se unió a Josef Pilsudski, el líder polaco que había conseguido la reconstrucción de su país; polacos y ucranianos empezaron su campaña conjunta en primavera de 1920, ocuparon Kiev en mayo, y se unió a ellos el general blanco Piotr Wrangel. Pero en 1921 se firmó la paz entre la Unión Soviética y Polonia, que dejó de alentar el independentismo ucraniano. 

La paz con Pilsudski, la derrota del general blanco Antón Denikin y el Directorio nacionalista ucraniano dieron paso en 1920 al gobierno del títere Partido Comunista de Ucrania; la economía se militarizó, desapareció el comercio legal, se implantaron los campos de trabajo forzado, los comités de requisa de alimentos y las primeras colectivizaciones. La producción cayó drásticamente, se generalizó el hambre y llegaron a darse casos de canibalismo y necrofagia. El problema no se ocultó, y Pravda informó en junio de 1921 de que veinticinco millones de personas pasaban hambre en la Unión Soviética. Hubo peticiones de ayuda internacional, la principal de ellas la encabezada por Máximo Gorki. Respondió la Cruz Roja Internacional, el Comité Judío para la Distribución Conjunta y la Administración Estadounidense de Socorro (ARA), fundada por Herbert Hoover, que había extendido sus actividades a toda Europa en los meses siguientes al Armisticio de 1918. En el verano de 1922, la ARA alimentaba a once millones de personas, al mismo tiempo que el gobierno bolchevique exportaba alimentos a cambio de maquinaria y armas

Como alternativa, el gobierno de Lenin había impuesto en 1921 la Nueva Política Económica (NEP), que sustituyó la requisa de cereales por un impuesto en especies sobre su producción y permitió el pequeño comercio de excedentes, si bien se fijaron precios demasiado bajos para los productos del campo, y el teórico comercio libre se vio sometido a toda clase de regulaciones y cortapisas. La hambruna de 1921 a 1923 no desapareció en 1924, y la muerte de Lenin aquel año desató la lucha por el poder y el enfrentamiento entre la NEP y la centralizacion radical, preferida por Stalin


La colectivización volvió a resultar tan estéril como en 1918 y 1919, pero si en 1921 se reconoció el problema, una década después se negó y se ocultó. Pero nos saldríamos de los límites de este ensayo si siguiéramos su evolución más allá de su primera fase.

La «gripe española» (4)


Mujeres voluntarias de la Cruz Roja de San Luis (Missouri - EEUU) trabajando durante la pandemia de gripe española de 1918 (virus de influenza) que mató a más de 50 millones de personas en todo el mundo.


La pandemia de gripe de 1918 fue la más letal de las conocidas desde la Peste Negra del siglo XIV; estuvo activa dos años a partir de la primavera de 1918, y multiplicó considerablemente la pérdida de vidas humanas causada por la guerra. Afectó a unos quinientos millones de personas, y se le atribuyen entre cincuenta y cien millones de muertes. Recibió el nombre de «española» no porque se originara o tuviera especial impacto en nuestro país, donde se detectó en mayo de 1918, sino por la libertad con que informó sobre ella la prensa de España, país neutral no sujeto a la censura habitual en tiempo de guerra, que la soslayó en los países beligerantes para no añadir inquietud y desmoralización a la población civil y a los ejércitos.

El movimiento de masas humanas que la guerra produjo se ha considerado causa eficiente de la extensión de la enfermedad, cuyo origen no consta fehacientemente. Acaso fuera China, que, para no quedar aislada e indefensa frente al imperialismo japonés al final de la guerra, se unió a la Entente y creó un cuerpo auxiliar no combatiente que se encargaba de trabajos físicos en el frente. Así fueron trasladados ciento treinta y cinco mil chinos al frente occidental y doscientos mil al oriental, y se ha supuesto que pudieron llevar consigo la gripe a Estados Unidos, donde llegaron pasando por Francia y Canadá. La enfermedad se detectó por primera vez en acuartelamientos estadounidenses a primeros de marzo de 1918, y aquel verano ya se localizaba en la ciudad francesa de Brest, puerto habitual de desembarco en el continente de las tropas norteamericanas.



Mujeres de la Cruz Roja estadounidense trasladando una víctima de la pandemia de influenza en San Luis Missouri.


Se considera que murieron del 10% al 20% de los infectados, habiéndolo sido un tercio de la población mundial, estimada entonces en mil seiscientos cincuenta millones de personas. Donde imperaban la desnutrición y las condiciones extremas de vida, la mortalidad hubo de ser mayor, aunque es imposible saber en qué medida se confundía la gripe con otras enfermedades, o ir más allá de conjeturas lastradas por un 50% de probable error, por la falta de estadísticas o la necesidad de extrapolar las poco fehacientes registradas en los ejércitos. Donde las condiciones higiénicas y sanitarias eran más favorables, un porcentaje similar de afectados dio lugar a un número menor de defunciones: seiscientas mil en Estados Unidos, cuatrocientas mil en Francia y en Italia, doscientas cincuenta mil en España. Víctimas de la gripe fueron los pintores Gustav Klimt, Amadeo de Souza-Cardoso y Egon Schiele, el poeta Guillaume Apollinaire, el dramaturgo Edmond Rostand, el arquitecto Otto Wagner y el diplomático británico Mark Sykes, que había negociado en 1916 con su colega francés François Georges-Picot el reparto de los territorios del Imperio Turco en Oriente Medio.


Arriba: Hospital habilitado para recibir los pacientes por la influenza en Funston - Kansas, EEUU; Abajo: enfermeras de la Cruz Roja trasladando otra víctima en Washington D.C. La primera ola de la pandemia de influenza comenzó, según los historiadores, a unos 160 kilómetros de Missouri en el campamento Funston en Kansas, en marzo de 1918, con miles de soldados cayendo enfermos y 38 muriendo.


El virus mutó en el verano de 1918, convirtiéndose en sumamente mortífero. En este segundo brote, los afectados veían aparecer manchas oscuras que cubrían la cara y todo el cuerpo, mientras el pecho se hinchaba enormemente, sangraban la nariz y la boca, caían dientes y cabello y llegaba la muerte entre delirios y convulsiones. A la enorme virulencia de la gripe en el segundo semestre de 1918 se ha atribuido la inefectividad de la ofensiva lanzada por el Alto Mando alemán en el frente occidental, cuando quedó inactivo el oriental tras el Tratado de Brest-Litovsk (marzo de 1918), en el que Rusia firmó la paz por separado.

En la época se responsabilizaba a las bacterias de todas las enfermedades, y así se atribuyó la gripe al bacilo de Pfeiffer (una bacteria infecciosa que se aloja en la nariz y la garganta y está presente en algunos casos de gripe), cuando el causante era un virus, veinte veces más pequeño e indetectable con un microscopio óptico. La enfermedad se confundió con peste, dengue, cólera y tifus, se atribuyó a la descomposición de los cadáveres en los campos de batalla, o incluso a un supuesto programa alemán de guerra biológica. El virus pudo verse por primera vez en 1943, gracias a la invención del microscopio electrónico. A fines del siglo XX empezó a rastrearse la existencia de muestras de tejidos procedentes de autopsias de víctimas de la gripe española; se encontraron en 1996 y luego en 2001, y el virus fue así reconstruido en 2005, y acto seguido lo fue la variedad concreta que operó en el verano-otoño de 1918.


Las pandemias no son nada nuevo. Arriba, el asesino de 1918, el virus de la influenza, mal denominado "gripe española". Abajo, el nuevo coronavirus (de la familia de coronavirus existentes), ahora denominado covid-19. Hace 102 años, millones de personas murieron debido a una cepa de gripe, el mundo se enfrentó en 1918 a la pandemia de influenza, el brote de enfermedad más mortal en la historia hasta la fecha. Más de 50 millones de personas en todo el mundo murieron como resultado del virus de la influenza (gripe). Se estima que 675.000 de esas muertes ocurrieron en los Estados Unidos.

El cuarto sello del capítulo sexto del Apocalipsis libera a un jinete pálido dotado del poder de matar por la espada, el hambre, la enfermedad y las bestias de la tierra. Bestias humanas como los generales orondos que conversan, entre muertos ambulantes, en Los proxenetas de la muerte (1919) de George Grosz, o las responsables del totalitarismo rojo, negro y pardo que empezó a gestarse el primer día del Armisticio.



Guillermo Carnero

Notas:

1. Puede leerse una buena síntesis en Olivier Lepick, La grande guerre chimique (1914-1918), París, PUF, 1998.
2. Resumo, y recomiendo al lector, la reciente puesta al día de Mikael Nichanian, Détruire les Arméniens. Histoire d’un génocide, París, PUF, 2015.
3. Puede verse el reciente estudio de Anne Applebaum, Hambruna roja. La guerra de Stalin contra Ucrania, trad. de Nerea Arando Sastre, Barcelona, Debate, 2019.
4. Sigo el reciente estudio de Laura Spinney, El jinete pálido. 1918: la epidemia que cambió el mundo, trad. de Yolanda Fontal, Barcelona, Crítica, 2018. 

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