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04 abril 2020

La planificada destrucción de Canadá (2)




El referéndum de Quebec
El proyecto GRAND Canal 
Unión Continental de Estados Unidos y Canadá para 2005

Entre las miles de páginas de documentación que se han acumulado a lo largo de años de investigación, se encuentran varias entrevistas con las personas que participaron de forma activa en las negociaciones del Tratado de Libre Comercio. Su papel a la hora de desenmascarar la trama sucia ha sido fundamental y ayudó a parar en seco los planes de la élite que pretendía desmantelar Canadá y hacerse con su recurso natural más importante: el agua.

La siguiente y asombrosa ENTREVISTA es un extracto de libro: "NUEVO ORDEN MUNDIAL: LA CORRUPCIÓN EN CANADÁ", editado por Robert O'Driscoll y Elizabeth Elliott (Toronto, Saigon Press, 1994. 648 pp). El libro en la actualidad es imposible de encontrar. La segunda entrevista de George Kralik que hoy publicamos ha sido tomada exclusivamente de la antigua página web de Daniel Estulin, publicada entre mayo y junio del 2007 bajo el título "Los hombres que regalaron Canadá. El Referéndum de Quebec. El proyecto del Grand Canal", versión en castellano.

Esta entrevista, continuación de la anterior, cuenta una historia tan asombrosa, tan llena de cruel corrupción y avaricia, tan destructiva para el pueblo Cree y de Quebec y, para la nación canadiense, tan "bien oculta" por aquellos medios en Canadá que son "plenamente conscientes" de estos detalles, que merece recordar a cada uno de los narradores principales:

GEORGE KRALIK: (entrevistador) Veterano que sirvió once años en las Fuerzas Armadas canadienses.

SHELLEY ANN CLARK: (entrevistada) Asistente ejecutiva de Germain Denis, la persona designada por Brian Mulroney para asistir a las negociaciones del Acuerdo de Libre Comercio, durante las que se proyectó el desmembramiento y demolición de Canadá, primero mediante la separación del Quebec y después a través de la Unión Continental en 2007.

GLEN KEALEY: (para la primera entrevista) Antiguo agente comercial del distrito central de negocios Hull (Quebec) que descubrió el sistema de crimen organizado y corrupción controlado por el gobierno del anterior Primer Ministro Mulroney, con la complicidad de la Real Policía Montada Canadiense, la Fuerza Nacional de Policía de Canadá y el sistema judicial. Al investigar el asunto, Kealey encontró pruebas de la existencia de un enorme plan de sobornos y comisiones ilegales manejado y controlado directamente por la Oficina del Primer Ministro y una estrecha colaboración entre los Tories, los medios de comunicación y la policía. Kealey consiguió llevar ante los tribunales a 16 personas, incluyendo miembros del gobierno y de la Real Policía Montada del Canadá, acusados de prevaricación.



The sponsorship scandal, AdScam or Sponsorgate. En castellano "El escándalo de patrocinio" es un bullado caso que surgió como resultado de un "programa de patrocinio" del gobierno federal canadiense en la provincia de Quebec y que involucró al Partido Liberal de Canadá, en el poder de 1993 a 2006. Originalmente se estableció como un esfuerzo para crear conciencia sobre las contribuciones del Gobierno de Canadá a la industria en Quebec y otras actividades para contrarrestar las acciones del gobierno del Parti Québécois en la provincia que trabaja promoviendo la independencia de Quebec. El programa se ejecutó desde 1996 hasta 2004, cuando se descubrió una amplia corrupción en sus operaciones y fue suspendido. Se revelaron actividades ilícitas e ilegales dentro de la administración del programa, que incluyó el mal uso y la mala dirección de los fondos públicos destinados a la publicidad gubernamental en Quebec. ¿Recuerda esa maravillosa ilustración de la época del ´escándalo de patrocinio´del Western Standard? Fue un poco una parodia basada en el drama criminal de televisión, muy popular en ese tiempo, "Los Soprano". Mostraba una galería deshonesta de liberales que, en algunos casos, fueron juzgados y condenados por fraude y corrupción.



SEGUNDA ENTREVISTA: 
a Shelley Ann Clark

Shelley Ann Clark tuvo un papel fundamental, al más alto nivel, en las negociaciones del Tratado de Libre Comercio entre Canadá y Estados Unidos 1987/1988, en las que se trocó en secreto el futuro de Canadá. Los lectores que conozcan la Hoja de Ruta de Puesta en Práctica (Implementation Steps Chart, así conocida en inglés) saben que detalla los pasos que llevaron al compromiso para la construcción del Grand Canal y, en última instancia, a la Unión Continental, la admisión como banco de American Express en Canadá para manejar la financiación del inmenso proyecto Grand Canal. Pues bien, ese paso fue un hecho en Canadá.

Shelley Ann Clark: Me eligieron a dedo para el puesto de ayudante de Germain Denis. Desde el primer momento me dijeron que la entrevista era puro formalismo. ¡Resultó ser una verdad como un templo!. Después de que Germain Denis me hubiera entrevistado durante aproximadamente 3 minutos, me preguntó cuando podría comenzar el trabajo. Como quería aceptar el reto, accedí a ser su ayudante ejecutiva.

Me contrataron en julio y en septiembre ya teníamos un sistema informático llamado GEAC. El sistema lo había introducido un tal Peter Hines, que hoy es millonario, y descubrí rápidamente que él y Germain Denis estaban muy unidos. Me preguntaba por qué. Ciertamente no eran los conocimientos técnicos lo que les unía: Germain Denis era una persona que se negaba a tener ordenador en su oficina.

Germain Denis era, como se ha dicho antes, el responsable de aspectos fundamentales de las negociaciones del Tratado de Libre Comercio. En aquella época yo tenía dos secretarias que trabajaban para mí, las cuales introducían material altamente secreto en el sistema informático. No teníamos horario: cuando entrabas en la oficina, nunca sabías a qué hora te marcharías.

Un viernes por la tarde, sobre las 6:30 de la tarde, llamó una señora bastante exigente, Sylvia Ostry –doctora en economía por la Universidad McGill de Canadá y por la Universidad de Cambridge. Ha recibido 18 títulos de doctora honoris causa. Nombrada por el gobierno de Canadá en 1990 por su contribución a la planificación de la política económica de los asuntos internacionales de Canadá como funcionaria y economista. Colabora con la revista Foreing Affairs de David Rockefeller y el CFR.–, pidiendo una copia de un documento que estaba en el ordenador: dijo que en dos horas debía tomar un vuelo hacia los Estados Unidos y que necesitaba ese documento en particular. Por desgracia, yo era la única que quedaba en la oficina. Las secretarias se habían ido a casa. Cada persona con acceso a la computadora tenía una contraseña: nadie sabía la contraseña de los demás por razones de seguridad, me dijeron. Lo que hice fue llamar inmediatamente a la persona que había instalado el sistema GEAC (Peter Hines) y por suerte lo encontré todavía trabajando. Mi primera pregunta era saber si se podía hacer algo para dar respuesta a la petición de Sylvia Ostry. Me dije que debía haber algún modo de romper los códigos del programa de los ordenadores y que, si alguien lo conocía, ese era él. “No se lo cuente a nadie, Shelley Ann”, me dijo, “pero la única manera de entrar en el sistema informático de la Oficina de Negociación Comercial es ponerse en contacto con el presidente de GEAC. Él tiene la contraseña “todopoderosa”. “¿La contraseña “todopoderosa”? ¿Qué caray es eso?”. “Bueno”, contestó, “así la ha llamado el presidente y él es el único que la tiene”. “¿Me está diciendo que el presidente de GEAC tiene acceso a toda la información contenida dentro de nuestro sistema informático?”. “Así es. Él puede acceder al ordenador de Simon Riesman –el negociador del Tratado de Libre Comercio– y de los todos los demás”. “¿Y está en Toronto, Peter, el presidente de GEAC?”. “¡Así es!”. “¿Y nosotros estamos aquí en Ottawa?”.“¡Así es!”. “¿Pero él puede hacer operaciones desde Toronto?”. “¡Así es!”.





Las implicaciones, pensé, son enormes. Aquí estamos negociando este acuerdo comercial super secreto entre Canadá y los Estados Unidos –tan secreto que las secretarias de la misma oficina no saben la contraseña del ordenador de los demás– mientras que el presidente de la empresa informática que registra la información tiene acceso a toda esa información. ¿Qué clase de seguridad es esta?. ¿O acaso los resultados de las negociaciones ya están pactados?. Por no hablar del “Gran Hermano”, invisible, pero observándolo todo y en todo momento. Sin duda, conectándose de vez en cuando para ver si todo está en orden, sobre todo por parte de los canadienses.

A la mañana siguiente (he sido diplomática de Asuntos Exteriores toda mi vida; me escogieron directamente en la escuela de negocios cuando tenía dieciséis años; he trabajado mi vida entera en Asuntos Exteriores entre información altamente secreta y se que hacer cuando se tiene acceso a esa clase de conocimientos, que hay que vigilar, etc.), lo primero que hice fue ir a ver al jefe de seguridad de la División de Libre Comercio. Mientras Germain Denis aún era Jefe de Comercio Multilateral, los memorandos para el Gabinete, por lo general clasificados como “secreto” o “alto secreto” con las tácticas de negociación que debían usarse con los estadounidenses, se revisaban antes de llegar a la mesa de negociaciones.

De manera que fui a ver al jefe de seguridad, Guy Marcoux, y le exigí que investigara el tema. Quién estaba detrás de la empresa GEAC. ¿Era una empresa canadiense o era una empresa estadounidense con una sucursal canadiense como tapadera?. El jefe de la seguridad me dijo que estaba buscándole tres pies al gato, que yo veía problemas donde no los había y que no pensaba investigar el tema.

Inmediatamente acudí al segundo en el escalafón, Gordon Ritchie, negociador jefe y le expliqué que el jefe de seguridad no quería seguir con la investigación. Ritchie ordenó que la investigación se realizara: el resultado final fue que “sí, GEAC era una empresa estadounidense”. Mientras se llevaba a cabo la investigación, tres representantes de GEAC solicitaron a través del negociador jefe –Gordon Ritchie– una entrevista conmigo para convencerme de que no había nada erróneo en el sistema. Cuando Gordon Ritchie me vino a ver le pregunté: “¿por qué quieren verme a mí?”. “Fuiste la que lo descubrió. Te dejaré la famosa mesa redonda” –donde celebraba todas sus reuniones importantes– “de mi despacho para recibir a estos representantes de GEAC”. Y los representantes de GEAC vinieron y estuvieron hablando conmigo durante dos buenas horas.

Entonces, me senté y escuché y cuando terminaron les miré a cada de ellos y dije: “después de todo lo que han dicho, quiero que uno de ustedes me garantice que nadie puede estar al otro lado de la calle, en otra ciudad o en cualquier otra parte y tener acceso a los documentos contenidos dentro de esta computadora. Garantíceme esto por escrito y me daré por satisfecha”. Yo sabía que no podían porque unos días antes su presidente me había proporcionado un documento super secreto procedente de nuestro ordenador. Tuvieron que admitirlo: “no”, dijeron, no podían garantizar eso. Y así acabó la cosa.

Fui de nuevo a ver a Gordon Ritchie con aquella información y cuarenta y ocho horas después de que se hubiera realizado la queja, todo el sistema instalado en la Oficina de Libre Comercio Canadá/Estados Unidos, que había costado 12 millones de dólares, se había eliminado.

Mi impresión era que Simon Riesman y Gordon Ritchie agradecían mis esfuerzos. Lo que no pude entender entonces –y es una cuestión que sigue en mi mente– fue la reacción de Germain Denis: una cólera total y absoluta. Se puso hecho una fiera, perdió los papeles y estaba absolutamente furioso. Lo que le cuento está en mi informe a la Alianza de Servicio Público de Canadá fechado el 22 de julio de 1988, porque no fue hasta ese día notable cuando me di cuenta de la razón de la rabia de aquel hombre, que yo en verdad había descubierto algo y que había hecho algo sobre el tema.

Yo tenía pruebas irrefutables: sin el presidente de GEAC, Sylvia Ostry hubiera tenido que dejar el país sin su documento.




 Kealey: Desde luego, eliminar el ordenador y sustituirlo por otro no significa que el problema se haya resuelto. Lo único que significa es que Shelley Anne Clark no pudo demostrar nunca más que alguien externo tenía acceso a la computadora.
Shelley Ann Clark: ¡Exactamente! Llegó un ordenador nuevo, compatible con IBM, me dijeron. Después de mi primer descubrimiento, estaban muy atentos a mis reacciones y me explicaron que el disco principal estaba allí mismo en el decimoséptimo piso. Incluso me mostraron donde estaba y me dijeron que todo lo que nosotros introdujéramos en la computadora quedaría grabado en ese disco principal que –al final de las negociaciones– sería transferido a los archivos. Bueno, me creí lo que me contaban.

Entonces hubo una filtración a la prensa y se supo que no había ningún francófono en las negociaciones de Libre Comercio, de manera que Simon Riesman designó a Germain Denis como el tercero en el escalafón, a cargo de las cinco principales áreas de interés para este país: subvenciones, agricultura, tarifas, propiedad intelectual (el paraguas de los programas sociales, los derechos de autor, los productos farmacéuticos, etc.) y programas de gobierno.

Todo empezó en octubre de 1986. En enero de 1987, los principales negociadores fueron a Washington para la primera sesión de negociación. Cada “jefe” creó su grupo de trabajo, un grupo de trabajo de agricultura, un grupo de trabajo de tarifas, un grupo de trabajo sobre subvenciones, etc. Durante las negociaciones, estos grupos viajaron a Washington y se encontraron con sus colegas estadounidenses. Cuando Denis volvió de los Estados Unidos, me explicó que había que comenzar a informar a las Provincias.

Después de planear la primera sesión de negociación principal, me preguntaba cómo manejaría él las diferentes reuniones informativas, y a las diez me fui a casa, pensando que se había acabado la jornada. Llegué a casa a las diez y media: una hora más tarde Germain Denis me llamó, pidiéndome que me reuniera con él en la oficina central, pero que no entrara por la puerta principal, que me esperaría en el garaje con una llave del ascensor. Se evitaba así pasar los controles de seguridad; al entrar por la puerta de la calle, cualquiera tenía que pasar el control de seguridad, indicar la hora de entrada y era filmado por el circuito cerrado de televisión antes de llegar a su destino. La manera en que el señor Denis lo preparó todo significaba que nadie nos observaría.

La otra cosa que me dijo fue que “ni esa noche ni ninguna otra en el futuro debe explicar a su familia a donde va; si lo hace, deberá pagar un gran precio”. De nuevo –gracias a mi preparación en temas de Asuntos Exteriores y seguridad– no tuvo que repetírmelo. Entendí perfectamente bien que estaba en una situación comprometida. No supe cómo de comprometida hasta que las negociaciones estuvieron en plena ebullición en enero de 1987 y él comenzó a cambiar cifras y suprimir párrafos de un modo exagerado.

Me llamaban de noche –recuerden que no me permitían contarle a nadie a donde iba– y a menudo estaba allí hasta las cuatro de la mañana. La primera cosa que tuve que hacer fue aprender a manejar el ordenador, pero no se me permitió decirle a nadie por qué yo no tenía una secretaria para hacer precisamente eso. Aprendí a crear un duplicado del archivo del disco principal que estaba en la sala del decimoséptimo piso y que contenía toda la información. Me mostraron como eliminar la información del disco principal una vez que había terminado.

Llegaba y extraía el documento que ellos habían negociado en Washington. Si habían estado trabajando sobre “subvenciones”, yo sacaba el documento “subvenciones”, lo duplicaba y lo grababa de nuevo con el nombre “provincial”. Entonces mi superior lo examinaba paso a paso; si habían negociado el 30% o el 40%, la cifra se rebajaba a la menor cifra posible, alrededor del 10%. Se hacía así porque quería tener margen de maniobra para aumentar las cantidades: las provincias que negociaban habrían sospechado si las cifras no hubieran variado. Había que dar la impresión de que se negociaba, cuando en realidad, según parece ahora, todo había sido decidido de antemano.

¿Energía? Los párrafos sobre energía fueron metódicamente suprimidos. El libro Faith and Fear (Fe y Miedo) de los profesores Doern y Tomlin confirma lo que ya he revelado a los medios de comunicación. Ellos dicen que el capítulo de energía no fue incluido en el acuerdo hasta el famoso último fin de semana del 3 de octubre de 1987. Sé por qué no se incluyó ese capítulo hasta el último minuto. Estuvo allí todo el tiempo: en la versión estadounidense, en la versión federal canadiense, pero no en la versión provincial; íbamos suprimiendo el capítulo sobre energía de la versión provincial.

- Kealey: Sí, los Premieres de todas las provincias, excepto dos, no comprendieron que el país se estaba regalando al mejor postor. Los Primeros Ministros de Saskatchewan y Alberta, a quienes Mulroney había designado como “topos” en el grupo –tenían la responsabilidad de averiguar a escondidas lo que pensaban los otros Premieres Primeros Ministros–, cuál sería su postura en la negociación y otros datos confidenciales que podrían ser manipulados para ventaja del Gobierno Federal sobre las provincias.

Entonces ellos pasaban esta información a Germain Denis para que pudiera incluir en el documento cifras que casaran con lo que los Premieres estaban dispuestos a ceder. Así que nunca se dio el problema de presentar cifras que estuvieran demasiado por encima de lo que los Primeros Ministros estaban dispuestos a aceptar. Si lo hubiera, la solución era bastante sencilla: modificar las cifras en el documento. Mulroney y sus cohortes lo sabían antes de negociar gracias a los dos topos, el Primer Ministro de Alberta y el Primer Ministro de Saskatchewan.


- Shelley Ann Clark: Así es. Pude demostrar a la CJOH TV (Nota: una cadena de televisión en Ottawa propiedad de CTV Network) más allá de cualquier duda que estas reuniones tuvieron lugar. Yo había guardado mis agendas del 86 y del 87 y cuando ocurrió registré cada reunión que tuvo lugar, las salas en las que se celebraron, los horarios, etc. Llevé a un testigo –John Bowlby, un miembro de la ejecutiva de Citizens Against Bad Law (Ciudadanos contra las Malas Leyes)–. Fotocopiamos la documentación delante de un abogado. Se entregó a Charlie Greenwell de CJOH TV, para que él y sus abogados supieran que cuando se emitiera el programa había pruebas suficientes –entre el documento de julio de 1988 de la Alianza de Servicio Público y esa agenda– para demostrar que yo decía la verdad. 


Vista panorámica de Quebec City.


Me gustaría volver a hablar del segundo documento “amañado” que se entregó a las Provincias. Siguiendo las directrices de Germain Denis, yo creaba una copia, hacía las modificaciones adecuadas en el disco duro de mi ordenador, además de modificar el disco de la sala principal. Una vez hecho esto, entonces hacía diez copias para diez informes. Los diez informes eran numerados porque tenía que estar segura de a donde iba a parar cada libro en caso de que alguno se perdiera.

Así que fueron numerados del uno al diez; Alberta tenía el número 1; Manitoba, el número 2; Saskatchewan, el número 3, etc. A pesar de la presión que ejercieran sobre mí la Oficina del Primer Ministro, la Oficina del Consejo Privado o los encargados de Relaciones Federales Provinciales –y me habían advertido de que habría una presión excesiva y quejas de los Premieres por no recibir sus informes varias horas antes de las reuniones informativas–, me ordenaron que no entregara los informes sino literalmente minutos antes de que comenzaran las reuniones informativas. Al final de cada reunión, Germain Denis recogía él mismo los informes o, si no lo hacía, me llamaban y cuanto abandonaban la sala yo iba y los recogía, para devolverlos y guardarlos en la caja fuerte de Denis.

Entonces a medianoche, desencuadernaba nueve de las copias y las destruía con una trituradora de papel. Había que hacerlo a medianoche: no se podía correr el riesgo de que los agentes de seguridad lo descubrieran, y nos habían ordenado en un memorando especial de la Oficina del Ministro que ninguno de los documentos usados en la negociación Canadá/Estados Unidos debía destruirse sin la autorización de Riesman o Ritchie. Así de altas eran las autorizaciones requeridas para destruir cualquier papel: podíamos destruir un télex de Asuntos Exteriores pero no podíamos tocar ningún documento sobre la negociación. El único momento en que podía destruir documentos era entre la medianoche y las 3 de la madrugada. Destruía nueve copias y guardaba un juego completo que colocaba en la caja fuerte de manera que, la siguiente vez que negociaran sobre un tema en particular con los estadounidenses, nosotros sacaríamos ese juego y Denis sabría hasta donde había llegado. Si había negociado el 10%, la siguiente vez mostraría un 12% y así cada vez.

El paso siguiente fue que Maude Barlow –un activista político y miembro del Council of Canadians (Consejo de canadienses), una organización opuesta a la integración política con los Estados Unidos– y John Turner –Primer Ministro de Canadá en 1984 por el Partido Liberal, que se opuso al Tratado de Libre Comercio entre Canadá y Estados Unidos propuesto entonces, afirmando que su adopción implicaría la completa renuncia de la soberanía política de Canadá en manos de los Estados Unidos– comenzaron a acusar a Mulroney: que estaba vendiendo el país al mejor postor, que nuestros programas sociales estaban en peligro, etc., etc. Como trabajaba directamente sobre los programas de Seguridad Social y otras cuestiones –como era mi caso– yo sabía que estos individuos decían la verdad. Cuanto más me daba cuenta de la ilegalidad de lo que hacía, más asustada estaba: lo que significaba para el país y como sería un peso que llevaría encima como una especie de chantaje completo, para siempre.

Quise dejar el trabajo, dejar de hacer lo que hacía. Empecé preguntando al Ministerio de Asuntos Exteriores para que me destinaran a otro sitio: no me hubieran trasladado por nada del mundo. Quedó vacante una plaza en la Oficina de Negociaciones Comerciales de jefe de protocolo y hospitalidad. El Director General de Operaciones, que era un tipo honesto, me miró: “Shelley Ann, ¿estás loca?. Germain Denis nunca dejará que te vayas. Tendría que ser por encima de su cadáver el que yo te trasladara”.

- Rod:–el profesor Robert O’Driscoll, autor de New World Order Corruption in Canada (Corrupción del Nuevo Orden Mundial en Canadá)– Pero, ¿por qué? ¿Tiene pruebas que podamos ver?.
- Shelley Ann Clark: Son los secretos implicados en el tema. Recuerde que Denis Germain, el Primer Ministro, y yo éramos los únicos que conocíamos las complejidades e implicaciones para Canadá del Tratado de Libre Comercio en aquel momento.

- Kealey: Lo que hay que tener en cuenta es: si ella se hubiera llevado algún documento que formara parte de la documentación, ella estaría en la cárcel. Hubiera sido un delito federal –apropiación de documentos secretos– y entonces hubiera perdido cualquier ventaja si se hubiera apropiado de documentos. Lo que hizo, sin embargo, fue presentar una queja formal ante su sindicato. Ella tiene la queja y la carta de respuesta en la que se le pide que la retire. Ella es el testigo ocular: la prueba es el Tratado de Libre Comercio real que se guarda en recipientes fuera de Ottawa y que los canadienses nunca han visto.

- Rod: Pero, ¿alguna vez saldrán a la luz estas pruebas?. Si, por ejemplo, lo incluimos en este libro que estamos preparando, junto con otras pruebas que apunten en la misma dirección, ¿alguna vez llegará realmente al gran público?.
Kealey: Tenemos un ejemplo aquí mismo. Shelley Ann le contó su historia a un periódico semanal. Ellos explicaron la historia con detalle y ya ha habido gente que ha contactado con ellos diciendo, “yo también trabajé en ese área. He visto como se transfería la documentación de un lugar a otro. Puedo atestiguar lo que ella dice”. Cuanto más se publique, a cuantas más manos llegue la información, más posibilidades hay de que circule. Al publicarlo, al difundir el material, se elimina el miedo y más gente saldrá a la luz.

- Shelley Ann Clark: El 6 de enero de 1994 yo estaba en un programa de entrevistas que se emite en todo Alberta. Declaré sin rodeos que nos encontrábamos ante un caso de traición. La reacción ha sido extraordinaria. Sinceramente creo que el libro que usted prepara, New World Order Corruption in Canada, debería ser publicado cuanto antes: ésta es la manera de llegar a más canadienses.

- Kealey: Ellos puede que tengan su calendario de ejecución y hayan puesto fechas en las que ciertas fases del trato tengan que completarse, pero este es un contrato fraudulento y un contrato fraudulento no tiene validez legal una vez que se ha probado que es un fraude. Por lo tanto, las posibles fechas establecidas arbitrariamente en última instancia no son importantes.

- Shelley Ann Clark: He estado tentada de viajar por Canadá, de explicar a los canadienses lo que se e intentar conseguir que hagan algo al respecto. Cien o doscientas cartas no son suficientes. Se necesitan manifestaciones masivas, cientos de miles de cartas. Una vez que en la Colina del Parlamento se den cuenta de que el país entero lo sabe, entonces los parlamentarios tendrán que hacer algo.

Durante las pasadas elecciones pensé que podría hacer algo con el apoyo del Partido Nacional, que una persona como Mel Hurtig –presidente fundador del Consejo de Canadienses– utilizaría al máximo a alguien como yo. Tengo información de primera mano: me ordenaron que cometiera actos fraudulentos. ¿Qué hicieron Mel Hurtig y el Partido Nacional?. ¡Nada!. Me pagaron 1.000 dólares como honorarios, pero no me dieron fondos para publicidad o para cubrir los otros gastos que son necesarios para conseguir llevar las ideas a los votantes. La gente de mi distrito electoral preguntaba: “¿por qué, con lo que tienes que contar, no puedes conseguir ningún apoyo?. ¿Por qué no aparece tu imagen por todas partes?”.

- Kealey: Ya sabemos el porqué, porque después de las elecciones recibimos alguna documentación y he estado en contacto con algunos candidatos del Partido Nacional. Me enteré. Conseguí pruebas de que el Partido Nacional manipuló ciertos distritos electorales para impedir que sus candidatos ganaran las elecciones. Si no tenían posibilidades, les daban cuatro o cinco mil dólares. Si tenían alguna posibilidad de ganar, entonces sólo les daban mil dólares.

La documentación que tenemos ahora indica que en 1972 Mel Hurtig era candidato de los Liberales. Él también había estado vinculado al Canadian Institute for International Affairs –Instituto Canadiense para Asuntos Internacionales–. (Nota: el “gemelo” canadiense del CFR y el RIIA). Estaba en un programa que seguía las recomendaciones de las reuniones de los miembros de Bilderberg que se habían celebrado en la Laurentidas y en Vermont. Cuando vinculas a Mel Hurtig directamente con la cuadrilla del Nuevo Orden Mundial, adivinas muy rápidamente la razón por la que él estaba donde estaba durante las últimas elecciones. Estaba regalando el Oeste de Canadá al mismo grupo al que Mulroney y su banda habían entregado el resto del país.

También está Bill Loewen. Tenemos pruebas de que Bill Loewen, que tenía una empresa llamada Comcheq, vendió su empresa al Canadian Imperial Bank of Commerce por 160 millones de dólares justo un año antes de las elecciones. Me atrevería a apostar que Bill Loewen vendió su empresa por 150 millones de dólares y consiguió 10 millones de dólares de los banqueros para crear un partido político con un único objetivo: eliminar la disidencia sobre el Tratado de Libre Comercio del Partido Socialdemócrata en el Oeste, de manera que los Liberales pudieran ganar.

Esto es exactamente lo que pasó por todo el Oeste y la razón por la cual hoy los Liberales tienen mayoría. Los votos socialdemócratas que se llevó el Partido Nacional permitieron que ganaran los Liberales con un escaso margen.



La Asamblea Nacional de Quebec

¿Qué nos queda?. Brian Mulroney, que con el dinero que robó a los canadienses durante los años que ejerció el cargo, pudo comprar las elecciones de 1993. En mi opinión, así es como lo hizo:

1. Presentó a Lucien Bouchard a los quebequenses y le convirtió en un héroe separatista fingiendo una pelea pública con él sobre el papel de Quebec en Canadá. Bouchard se convirtió en el político más popular de Quebec y llevó a su partido, el Bloc Québéquois, con el apoyo financiero de Mulroney, a la victoria en Quebec. El Bloque incluso se convirtió en la Oposición Oficial en el Parlamento canadiense después de las elecciones de 1993.

2. Usó su considerable influencia y dinero para convencer a todos los “peces gordos” conservadores de que se retiraran de las elecciones de 1993. Esto garantizó a los Liberales (equipo 2) bajo Mitchell Sharp (el hombre de los banqueros en Ottawa) y Jean Chretien (un títere de Charlie McCarthy como Ronald Reagan) una buena oportunidad de conseguir una amplia mayoría.

3. Colaboró con el plan de Conrad Black –miembro de Bilderberg, magnate de la prensa ahora deshonrado y arruinado– para financiar el Partido Reformista en Ontario (limitando su posibilidades e influencia allí) al permitir que Preston Manning (un líder con vínculos en la CIA en 1967-1968) se dirigiera al Canadian Club –club exclusivo que incluye entre sus miembros a los agentes de bolsa más importantes del país– y otros con la condición de que advirtieran a los quebequenses de que debían actuar como las otras provincias o “largarse”. Este mensaje era completamente opuesto a la posición de Alberta durante el referéndum de 1980 sobre la independencia de Quebec, cuando les dijeron a los quebequenses que eran apreciados y queridos en Canadá.

4. Colaboró con banqueros (Canadian Imperial Bank of Commerce) para financiar la creación del nuevo Partido Nacional por parte de Bill Loewen. Este nuevo partido político, con Mel Hurtig como líder –miembro entre 1968 y 1972 del elitista Instituto Canadiense de Asuntos Internacionales–, engañaría a 200.000 canadienses antiguos votantes del NDP (de izquierda) opuestos al libre comercio, permitiendo así que los Liberales y los Reformistas ganaran en muchas de las circunscripciones clave del NDP.

5. Destruyó a Kim Campbell, el nuevo líder Conservador, usando los medios de comunicación bajo su control –para que le hicieran el trabajo sucio–. El resultado final fue que sólo dos Conservadores fueron elegidos y que el político más odiado en el Canadá francófono condujo al único partido político con miembros de costa a costa a un gobierno de mayoría en Canadá.

6. Cuando Quebec se independice de Canadá, podrá financiar la construcción del proyecto Grand Canal de Simon Riesman (100.000-200.000 millones de dólares) y otros proyectos de trasvase de agua en el norte. Poseerá, controlará y trasvasará agua, a cambio de dinero, hacia EE.UU. y México.

7. De manera que lo que tenemos es un plan para la desintegración de Canadá preparado por Mulroney y los banqueros: el primer paso es conseguir que Quebec se independice; el segundo, integrar al resto de Canadá en los Estados Unidos; el tercero, conseguir que los habitantes del norte de Quebec se rebelen; el cuarto, enviar a los militares de Fort Drum como cascos azules –base militar situada en el Estado de Nueva York, al otro lado de la frontera de Kingston en el lado canadiense. El plan secreto implicaría la petición del gobierno canadiense de ayuda y soldados estadounidenses vestidos de cascos azules de las Naciones Unidas que entrarían para ofrecer ayuda– y el quinto, construir el Grand Canal.

- Shelley Ann Clark: Algo de esto lo he visto confirmado en documentos. En marzo de 1988 se difundió una circular en la Oficina de Libre Comercio que ordenaba que todos los documentos usados en las sesiones de negociación debían ser entregados a una persona en particular que se encargaría de catalogarlos para los archivos. Una hora después de recibir la circular, Germain Denise me llevó a su oficina, me pidió que cerrara la puerta, que me sentara y que prestara mucha atención a lo que iba a decirme: si me desviaba lo más mínimo, afirmó que acabaría con mi carrera en la función pública en Ottawa, ¡en todas partes!.




- MC: ¿No tiene la sensación de estar en una posición bastante comprometida?.
Shelley Ann Clark: Mi vida parece estar en peligro en cualquier momento. Si ahora viajara a los Estados Unidos, hay quien cree que estaría muerta (–de hecho, Marcel Masse, un político conservador del gobierno Mulroney, y Stephen Lewis, embajador canadiense ante las Naciones Unidas bajo el Primer Ministro Mulroney, intentaron conseguir su traslado a Nueva York–). Pero tiene que entender que todavía no somos parte de los Estados Unidos, que todavía vivimos en este bendito país que es Canadá. Menos Mulroney, Germain Denis y Gerald Shannon –en aquel momento vice-ministro de Comercio Internacional–, no se quien más estaba en el ajo, pero se ahora que pasan cosas entre bastidores, que hay gente que quiere que revele lo que se. Esto en realidad podría incluir a la Real Policía Montada de Canadá (RCMP) o tal vez incluso al CSIS (Canadian Security Intelligence Service, encargado de las operaciones de espionaje de Canadá), no estoy segura. Me han enviado mensajes que no entiendo: que lo más seguro que puedo hacer es revelar lo que sé.

- MC: Tal vez la están convirtiendo en una especie de chivo expiatorio.
Shelley Ann Clark: Tal vez. En agosto o septiembre del año pasado dejé de tener miedo. Había vivido muerta de miedo durante seis años, más que miedo: pánico absoluto. Temía por mis niños, temía por mí. Llegó un punto en que prefería estar muerta a seguir con vida. La mera existencia alcanza un punto donde no puedes ver cómo puedes continuar. Quiero decir que, si sabes que te van a matar, en un determinado momento te paras y dices: “hacedlo ahora. No voy a preocuparme por ello”. Me costó seis años alcanzar ese punto. Y luego comencé a pensar que tenemos un deber para con la gente que nos trajo al mundo, para con la gente que dejaremos atrás y para con la tierra que permanece constante. Tomé la decisión de dejar de estar asustada y de repente ya no tenía miedo. Decidí contar al mundo lo que sé.

  Kralik: Superó la barrera de miedo.
Shelley Ann Clark: Superé la barrera de miedo. Ahora vuelvo a trabajar en el Ministerio de Asuntos Exteriores, en una posición de mucha responsabilidad, de manera que si algo me ocurriera con lo conocida que soy en este país ahora, me atrevo a decir que estallaría una revolución, pienso que para todo hay un límite.

- Kealey: Al emplear de nuevo a Shelley Ann, los liberales están diciendo: “Nosotros no tuvimos nada que ver con aquello”.

- Shelley Ann Clark: Un mes después de ganar las elecciones, los Liberales intentaron rectificar mi situación. Me encontré con un parlamentario del Partido Reformista en el Parlamento y comprendí que tuve que hacer esto porque yo había prometido a los canadienses que lo haría.

Quizá nunca conozcamos la historia completa. Cuando recibimos la circular que pedía que se enviara todo el material relativo a las negociaciones a los archivos, Germain Denis me ordenó que sacara todos los documentos de negociación de su caja fuerte y los pusiera en el maletero de su coche. Me dio las llaves de su coche. Me dijeron que los sacara en intervalos de dos horas y si me parecía que iba muy lenta que aumentara a intervalos de una hora, pero que no me pillaran ni dijera nada. “Cuando aparezcan, Shelley Ann, y le pidan que entregue los documentos al archivista…”. “Sí, ¿qué pasará cuando no tenga nada que darle?”. “Dígales, lo siento, comenzamos a cerrar antes de que llegara la circular. El señor Denis me ordenó que lo destruyera todo”.

Éstas eran mis órdenes y por supuesto me llevó desde las 10:30 de la mañana hasta las 6:30 de la tarde. Llevé un total de siete cajas de fotocopiadora grandes al maletero de aquel funcionario.

¿Qué más puedo decir? La verdad sigue un curso tortuoso pero estable; tarde o temprano, como un río que nace en la montaña, se libera de su prisión subterránea y fluye libre por la ladera. Hace unos minutos alguien me hablaba de teorías sobre conspiraciones. ¿Teoría? Esto son hechos. Yo estaba allí.

Fin del Reportaje.





   Canadá 2019. 

03 abril 2020

La planificada destrucción de Canadá (1)




ENTREVISTA


El referéndum de Quebec
El proyecto GRAND Canal 
Unión Continental de Estados Unidos y Canadá para 2005

Entre las miles de páginas de documentación que se han acumulado a lo largo de años de investigación, se encuentran varias entrevistas con las personas que participaron de forma activa en las negociaciones del Tratado de Libre Comercio. Su papel a la hora de desenmascarar la trama sucia ha sido fundamental y ayudó a parar en seco los planes de la élite que pretendía desmantelar Canadá y hacerse con su recurso natural más importante: el agua.

La siguiente es una asombrosa ENTREVISTA inmersa en el libro: "NUEVO ORDEN MUNDIAL: LA CORRUPCIÓN EN CANADÁ", editado por Robert O'Driscoll y Elizabeth Elliott (Toronto, Saigon Press 1994, 648 pp). El libro en la actualidad es imposible de encontrar. Gracias a la página británica Indymedia, así como de otras organizaciones fue posible acceder a este documento en febrero del 2002, incluso contó con el apoyo de el  "Green Party of Canada" (Partido Verde de Canadá), la organización política manifestó, en su momento, que si existía molestias o disgustos por lo detallado en el documento podían comunicarlos directamente, o através del "Canadian Institute for Political Integrity". El tema en su versión original (entrevista) fue publicado como: "The Planned destruction of Canada. The Quebec Referendum - The Grand Canal project - US CANADIAN Continental Union by 2005". Para la traducción nos valemos preferentemente del reportaje de Daniel Estulin: "Los hombres que regalaron Canadá. El Referéndum de Quebec. El proyecto del Grand Canal", que incluye las entrevistas en referencia. 

La serie de publicaciones que está a punto de leer cuenta una historia tan asombrosa, tan llena de cruel corrupción y avaricia, tan destructiva para el pueblo Cree y de Quebec y la nación canadiense en general, tan "bien oculta" por aquellos medios en Canadá que son "plenamente conscientes" de estos detalles, que merece una introducción clara y completa de cada uno de los narradores principales:

GEORGE KRALIK: (Entrevistador) Veterano que sirvió once años en las Fuerzas Armadas canadienses.

GLEN KEALEY: (entrevistado) Antiguo agente comercial de Hull, el distrito central de negocios de Quebec, quien descubrió el sistema de crimen organizado y corrupción controlado por el gobierno del Primer Ministro Mulroney, con la complicidad de la Real Policía Montada Canadiense, la Fuerza Nacional de Policía de Canadá y el sistema judicial. En 1986, el Ministro de Obras Públicas Rock LaSalle le pidió dinero a Glen Kealey a cambio del apoyo del gobierno para su proyecto; le pidió el pago de una comisión del 5% de todas las contribuciones del gobierno, además de un pago inicial de 5.000 dólares. Al investigar el asunto, Kealey encontró pruebas de la existencia de un enorme plan de sobornos y comisiones ilegales manejado y controlado directamente por la Oficina del Primer Ministro y una estrecha colaboración entre los Tories, los medios de comunicación y la policía. Kealey consiguió llevar ante los tribunales a 16 personas, incluyendo miembros del gobierno y de la Real Policía Montada del Canadá, acusados de prevaricación.

SHELLEY ANN CLARK: (para la segunda entrevista) Asistente ejecutiva de Germain Denis, la persona designada por Brian Mulroney para asistir a las negociaciones del Acuerdo de Libre Comercio, durante las que se proyectó el desmembramiento y demolición de Canadá, primero mediante la separación del Quebec y después a través de la Unión Continental en 2005.


PRIMERA ENTREVISTA




Control del Agua = Control de personas

  Kralik: Me gustaría preguntarle sobre el agua, nuestros recursos naturales hidrológicos. ¿Para qué debe usarse? ¿Cómo debe transportarse?.
Kealey: Piense en el dinero. Si pudiera elegir, si pudiera sacar un genio de una lámpara y el genio le concediera tres deseos, ¿cuales serían sus tres deseos? Recuerde que su objetivo es ganar el máximo dinero posible. “Número uno: dame poder sobre el sol. Número dos: dame poder sobre el aire. Número tres: dame poder sobre el agua”. Ahora, dejando a nuestro pequeño genio aparte, sabemos que no podemos controlar el sol y que tampoco podemos controlar el aire, pero PODEMOS CONTROLAR EL AGUA. En la escala de las cosas que son necesarias para la vida humana, el agua es el elemento más importante que puede ser controlado.

 Kralik: ¿A qué se refiere cuando dice “controlar”? 
Kealey: Vamos a ver. En el GATT, el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio, se indica que el agua libre no es una “mercancía”. La expresión clave es “fluye de forma libre”. Si se construye una presa, deja de ser libre y por lo tanto se convierte en propiedad privada, poseída por alguien, capaz de ser vendida a otros o hipotecada.

 Kralik: ¿Si se construye una presa?
Kealey: Efectivamente. Cada vez que se ha canalizado el agua libre. Desde luego, en el GATT se habla mucho del agua embotellada.

 Kralik: ¿Es un truco secundario?
Kealey: Es un truco. La mayor estafa del mundo es el Tratado de Libre Comercio y le diré el por qué.

Hay una dama en Ottawa llamada Shelley Ann Clark. Ella fue secretaria ejecutiva del tercer negociador más importante en el Tratado de Libre Comercio. Su nombre era Germain Denis. Sus dos superiores eran Gordon Ritchie y Simon Riesman –el principal negociador por parte de Canadá en el Tratado de Libre Comercio de Norte América–. Antes de negociar el Tratado de Libre Comercio, Simon Reisman tenía un trabajo difícil. Era el director de un proyecto denominado Grand Canal, que debía construirse en la bahía de James.

En 1985-86, mis oficinas estaban en la ciudad de Hull, en la parte comercial de Place de Portage, el complejo gubernamental que alberga la Oficina de Suministros y Servicios. Un día me visitó un hombre llamado Art Bailey. Bailey era un antiguo empleado de Suministros y Servicios y había seguido el desarrollo de mi proyecto, el edificio Micot. Yo había conseguido reunir ciento sesenta millones de dólares para construir este centro de alta tecnología en la ciudad de Hull… entonces me dijo: “pensamos que es usted la persona con mejores técnicas de marketing de Canadá y nos gustaría que viniera y se uniera a nuestro equipo y fuera el director de marketing de Grand Canal”.

Yo le dije: “¿Qué demonios es el Grand Canal? No sé de qué me está hablando”. Entonces me dio un documento (un documento de unas veinte o veinticinco páginas) y lo leí. Esto es lo que leí: la bahía de James mide ochocientos kilómetros de norte a sur y ciento noventa y tres de punta a punta, con agua salada entre los diez y los trece metros de profundidad. Si se construyera una presa en la boca de la bahía de James y la bahía de Hudson y una segunda, un tercio más abajo, y una tercera, de nuevo un tercio más abajo (tres presas, por tanto), en un periodo de diez años el agua dulce bajaría de los ríos y empujaría al agua salada hacia el mar, más allá de las presas, con lo que se crearía el mayor depósito de agua dulce del planeta. Tanto es así que se podría construir un canal que saliera de la esquina sudeste de la bahía de James, bajara hacia el sur sobre las sierras con diques y esclusas y todo lo que hiciera falta para bombear el agua durante mil trescientos kilómetros y en Rouen-Noranda, al norte de Quebec, la gravedad seguiría su curso y el agua comenzaría a bajar hacia el otro lado de la sierra, hacia Ontario, el río Ottawa y la cuenca de los ríos del Canadá francés, más allá del lago Kirkland y eventualmente llegaría a la bahía Georgian (en el Lago Hurón). La cantidad de agua que sería devuelta –agua dulce de aquel Canal– podría doblar el flujo de agua que ahora entra en los Grandes Lagos. Desde luego, si se puede doblar la cantidad de agua que entra en los Grandes Lagos, se puede sacar la mitad del agua sin alterar el sistema de los Grandes Lagos.

El agua se extraería de dos sitios: de la base del lago Michigan –este año no la necesitan, este año ya tienen bastante agua–, se abrirían las compuertas y el agua se bombearía al delta del Misisipi, casi hasta México, en el golfo de México; la segunda salida sería del lago Superior, llevando el agua a través de Manitoba, en Saskatchewan, y después hacia los Estados Unidos para llevar el agua al Medio Oeste y el Suroeste de los Estados Unidos. Debemos entender, desde luego, que ya que vivimos en un período de calentamiento global, el granero de Norteamérica, que ahora se encuentra en un determinado lugar, se traslada hacia el norte a consecuencia del aumento de la temperatura y hace que el sur se desertice. Así pues, el agua es absolutamente fundamental para ampliar la extensión del granero de Norteamérica y contrarrestar el efecto del calentamiento de la tierra.

Hay otra dimensión: si las aguas canadienses, que en este momento fluyen en y hacia el Ártico y el norte de Canadá, son desviadas y artificialmente se consigue que fluyan hacia el sur (por ejemplo, se desvían hacia los Estados Unidos para usos hidrológicos), entonces las frías temperaturas del clima del Norte se moverán en dirección sur y el terreno canadiense se hará más frío y más yermo; el equilibrio del clima canadiense sufrirá una reducción de la temperatura, lo que causará un masivo cambio ambiental en Canadá, todo esto va en perjuicio del mismo.

Esta teoría puede ser apoyada por la física más elemental y la hidrología. Las aguas que fluyen al norte son de una temperatura más alta y tienen un frente caliente que se enfrenta a las temperaturas del Ártico Norte; si se eliminan, el Ártico Norte avanzará hacia el Sur. No importa lo que ocurra en verano o en invierno; si los ríos y las aguas son desviados hacia el sur, entonces se requerirá más combustible para calentar nuestras casas y edificios. Sin embargo, a los canadienses sólo les quedará lo disponible una vez que EE.UU. haya cubierto sus necesidades bajo el Acuerdo NAFTA, etc.


Embalse de Caniapiscau en la región de Quebec, es el embalse más grande en la Bahía de James (foto de carácter ilustrativo)


Las dos multinacionales que defendían este plan eran, por un lado, R.J.R. Nabisco (la mayor agroindustria de los Estados Unidos), dirigida por un tal señor Johnson de Winnipeg –hace poco se hizo una película sobre él llamada “Barbarians at the Gate” (Bárbaros a las puertas) en la que se muestra como intentó asumir el control de la empresa mediante obligaciones falsas y lo que hiciera falta– y por otro, Archer Daniels Midland, que enlata, embala o empaqueta toda la agroindustria que proviene de R.J.R. Nabisco y la distribuye por todo el mundo. Desde luego resulta interesante saber que el señor Johnson era el patrocinador de Mulroney y que le pagaba viajes por todo EE.UU., y que Archer Daniels Midland acaba de nombrar al antiguo primer ministro Mulroney (quien defendió tanto el Tratado de Libre Comercio como NAFTA en el parlamento canadiense) como director.

Durante mis viajes por Canadá Occidental, la gente se pregunta por qué se están construyendo presas donde no hay agua. Una vez se entiende la relación de Grand Canal con el área, entonces se sabe de donde vendrá el agua.

 Kralik: ¿Prevé posibles desastres ecológicos a consecuencia de este plan?
Kealey: Desde luego. Algunos nativos del país creen que el peso del agua detrás de las presas moverá el eje de la tierra y si se construye una presa se cambia la química de la tierra. No se pueden inundar las áreas de las que hablamos sin cambiar la configuración del suelo y del paisaje. Pero las multinacionales no se plantean estos términos: ellos piensan en términos de dinero. En 1985-1986 se declaró que el proyecto costaría doscientos mil millones de dólares estadounidenses. También se afirmó que el dinero estaba disponible.

American Express quería ser el banquero de la operación: ¿piensa usted que es por casualidad que se le permitió a American Express, por Decreto del Consejo, ejercer como banco en Canadá y que Brian Mulroney pasó por alto catorce regulaciones bancarias para permitir que esto fuera posible?.

También están Alcan Aluminium que necesita embalses para sus minas y Barrick para sus intereses en torno al oro. Mulroney también firmó Decretos del Consejo que violaban la ley que impide que los extranjeros posean más del cincuenta por ciento de una mina en Canadá. Ahora los extranjeros pueden poseer minas en Canadá: no hay restricciones.



Ronald Reagan y Brian Mulroney, durante la Cumbre del Trébol, Quebec - Canadá, 18 marzo 1985 (Gettyimages)


Ninguno de estos cambios se debatió en el Parlamento, se consiguieron tan sólo con la firma de Brian Mulroney. La mayoría de la gente de Canadá vive pensando que las leyes las dicta el Parlamento, pero la mayor parte de las regulaciones las modifican los políticos que mandan. Por cada ley que pasa por el Parlamento, hay tres mil leyes que se modifican unilateralmente entre bastidores.

En cualquier caso, Simon Riesman propuso un plan para que dejáramos de lado nuestros “viejos conceptos” y comenzáramos a pensar “con audacia sobre el futuro”. Con eso quería decir que había que entregar Canadá: necesitamos una nueva realidad política, arguyó, y por tanto el Tratado de Libre Comercio y el trasvase del agua van de la mano. También sabemos, indicó, que si los Estados Unidos nos pidieran agua o el Tratado de Libre Comercio, los canadienses se rebelarían: hagamos entonces que parezca como si fuera Canadá quien lo pidiera. El dinero de los banqueros compró a Mulroney y él se dedicó a pedir, declarando públicamente lo contrario de lo que él siempre había afirmado: que no creía en el Tratado de Libre Comercio, etc.

Sé lo que se negoció en el Tratado de Libre Comercio y cómo se consiguieron los acuerdos porque mi secretaria ejecutiva es Shelley Ann Clark, quien trabajó como secretaria ejecutiva de Germain Denis, el tercer negociador de mayor rango. Así se llevó a cabo el acuerdo: Simon Reisman y Gordon Ritchie fueron a Washington y regalaron Canadá, y mientras entregaban Canadá, a la vez escribían todos los detalles en un documento que apareció simultáneamente en un ordenador en Ottawa. Mulroney y Denis trabajaron juntos y Shelley Ann Clark era la secretaria que trabajaba entre ellos dos.

Había un problema. Aunque el Gobierno Federal legalmente no necesitara el permiso de los Presidentes (Premier, como se les conoce en Canadá) de las diferentes provincias canadienses, políticamente el Tratado de Libre Comercio hubiera sido imposible de vender a la población a menos que los Premiers estuvieran de acuerdo. Entonces dos Premiers fueron comprados por Mulroney: el Primer Ministro de Alberta –que más tarde se convirtió en miembro del Club Bilderberg por su cooperación en este caso– y el Premier de Saskatchewan. Ellos hicieron de topos de Mulroney en el grupo de los Premiers de las provincias.

Su trabajo consistía en pasearse por el territorio e identificar los términos aceptables en el campo textil, la agricultura, la minería, las subvenciones, el seguro de desempleo, la asistencia médica; todo lo que afecta a nuestra soberanía. ¿Qué estaban dispuestos a sacrificar los Premieres?. Los dos topos le iban con el cuento a Denis, cuyo trabajo era informar a los Premieres aproximadamente ocho veces durante las negociaciones.

¿Cómo se hizo?. Ya que había un montón de Premieres que habrían discrepado si hubieran sabido lo que pasaba realmente, y se sabía cuales eran las condiciones mínimas que exigían, las reuniones informativas con los Primeros Ministros siempre tuvieron lugar en el piso diecisiete de O’Connor, 50 (punto de encuentro donde se celebraran las sesiones informativas con los dirigentes de las provincias de Canadá). La noche antes de una reunión informativa –a medianoche– Shelley Ann Clark era llamada a la oficina de Denis –sólo él y ella estaban en la oficina– y sacaba los documentos del ordenador. Entonces le pedía que cambiara el nombre de una copia de todo lo negociado aquel día a “Agenda Provincial”. Denis entonces tomaba los apuntes que tenía de los acuerdos de los Premieres sobre lo esencial y examinaba párrafo a párrafo el documento principal.

Hay algunos ejemplos. Al llegar al apartado sobre “el agua” (construcción de Grand Canal, construcción de embalses, trasvase a EE.UU.) él decía: “suprime aquel párrafo e inserta una línea que diga el agua libre no está incluida en este acuerdo. ¿Textiles?. “Si dice que hemos dejado el sesenta por ciento, lo cambiamos a doce”. La señora Clark lo cambiaba a doce. ¿Agricultura?. “Reducir la producción de pavos un cuarenta por ciento. Escriba ocho”.

Y examinaban así todo el texto. Al final –aproximadamente a las tres de la madrugada– sacaban diez copias. Cada página de cada nueva copia era numerada de manera que si una página desaparecía o se copiaba, sabrían qué Premier era el causante.



Simon Reisman, principal negociador canadiense del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA por sus siglas en inglés) que entró en vigencia el 1 de enero de 1994.


¡Aunque no tenían la menor posibilidad de filtrar la información!. Los Premieres llegaban a la reunión informativa, quejándose siempre de no haber recibido el informe previamente. “Es información confidencial”, les decían, “aquí está la agenda”. Al final de la sesión, Denis recogía las copias y Shelley Anne Clark destruía nueve copias y conservaba una, para que Denis recordara las mentiras que les había contado cuando tuviera que cambiar los libros la próxima vez.

 Kralik: ¿La razón por la que variaba los porcentajes de las reducciones de producción era para que parecieran favorables?.
Kealey: Y aceptables, políticamente, para los Premieres. Que pareciera que no entregaban lo que estaban entregando. Y una vez repartido, ¿cómo vas a recuperarlo de nuevo?.

 Kralik: Lo que negociaban, en relación con el sector textil, los pavos o lo que fuera, ¿no era más que una cortina de humo para tapar el tema del Grand Canal?.
Kealey: Todo estaba calculado. Había dos problemas clave sobre los que no se nos dijo nada: la integración de Canadá en los Estados Unidos y el trasvase de agua a través del Grand Canal. Estos son los dos problemas clave. ¿Cómo se consigue eso sin que nadie se entere?. El 3 de octubre de 1987 se firmó el Tratado de Libre Comercio en Washington. Al Parlamento se le entregó un resumen de treinta y tres páginas. El público nunca ha visto el texto original. Un año más tarde se hizo público un documento legal de unas mil quinientas páginas que detallaba las ramificaciones de ciertos artículos y que es usado por los abogados a día de hoy. Pero lo que no se conoce, lo que el público no ha visto es el Tratado de Libre Comercio original, que ocupa al menos doscientas y pico páginas. Debido a que Shelley Ann Clark sabe todo lo que sabe y debido a los contactos que tiene ahora, ella representa una amenaza para el gobierno –es decir, el gobierno anterior, el gobierno Mulroney– y en diciembre del año pasado (1992) la enviaron a casa manteniéndole el sueldo.

 Kralik: Despedida.
Kealey: No, despedida no. Sigue cobrando su sueldo. Le dijeron: “vete a casa. No queremos que hables con la gente”. Lo que no sabían entonces era que, para ella, volver a casa en aquel entonces suponía trabajar como mi secretaria ejecutiva (julio de 1993).

 Kralik: ¡Qué bien! ¡Es genial!
Kealey: No la han tocado porque tienen miedo. Ella todavía mantiene su permiso de acceso a documentos secretos, pero cuando fue a los archivos y pidió ver los documentos sobre el Tratado de Libre Comercio, le dieron un índice que ojeó por encima y preguntó: “¿no están las agendas de los Premieres?”. El tipo que la atendía contestó: “bueno, es posible. No recibimos todo. No sabemos. Solamente tenemos lo que nos traen”. Entonces ella dijo: “¿puedo ver el Tratado de Libre Comercio?”. “Ah, no”, continuó el funcionario, “según las normas que regulan el acceso a la información, el noventa y cinco por ciento del Tratado de Libre Comercio ha sido declarado un problema de seguridad para Canadá y no está disponible para el público. Incluso con su permiso de acceso a documentos secretos, no puede conseguirlo a no ser que tenga el visto bueno del Vice-Ministro de Asuntos Exteriores”. Entonces ella dijo: “sabe quien soy y eso no es posible: él nunca me lo daría”. Le dijeron: “en cualquier caso, el Tratado de Libre Comercio se conserva en unos barriles de hierro a 28 kilómetros de Ottawa y no es accesible a los canadienses en un periodo de treinta años”. “Esto no tiene ningún sentido en un país democrático”, dijo ella, “¿por qué la gente no puede verlo?. Sé lo que se decidió y es un peligro para nuestra seguridad nacional. Entrega el país y dentro de treinta años será demasiado tarde. El calendario de ejecución finaliza en 2005 (pospuesto a 2007). El Grand Canal ya estará construido y Quebec separado de Canadá. 



Mulroney en los días felices junto a George Bush (padre) y Ronald Reagan.


La integración de Canadá y los Estados Unidos

Kealey: Trama de una película: La acción tiene lugar a principios de los años 60. Dag Hammerskjold, el Secretario General de las Naciones Unidas, vuela entre países sobre la parte meridional del continente africano. Ha estado resolviendo disputas fronterizas causadas por la competencia en el acceso a depósitos minerales.

De repente, dos aviones de combate se acercan al avión de Naciones Unidas y, sin advertencia, lo derriban con misiles. Al día siguiente, la prensa mundial describe el acontecimiento como “un accidente”. (Aclaración: según las páginas web de las Naciones Unidas y del Premio Nóbel podemos leer lo siguiente: “su última crisis llegó en septiembre de 1961, cuando, al llegar a Leopoldville para hablar de los detalles de la ayuda de las Naciones Unidas al gobierno congoleño, se enteró de que habían estallado hostilidades entre tropas Katanga y las fuerzas no combatientes de las Naciones Unidas. Unos días más tarde, en un esfuerzo por asegurar un alto el fuego, se marchó en avión para reunirse personalmente con el presidente Tshombe de Katanga. En algún momento de la noche del 17-18 de septiembre, el Secretario General y las quince personas que le acompañaban fallecieron cuando su avión se estrelló cerca de la frontera entre Katanga y Rodesia del Norte. No se conocen todos los detalles del accidente. Para saber la verdad de la historia verdadera, siga leyendo esta entrevista, por favor).

Mientras en una cita secreta… dos mercenarios (los pilotos de los aviones de combate) son pagados por un agente secreto empleado por la Transnacional MINING CABAL, un conglomerado de varias empresas mineras poseídas y financiados por David Rockefeller. Una de ellas es Hanna Mining.

En una sala de juntas de Nueva York (o Filadelfia) de Hanna Mining… (una importante empresa minera estadounidense con sede en Cleveland, Ohio. El 2 de noviembre de 1982, la Iron Ore Company of Canada, una sucursal de la empresa estadounidense en Canadá, controlada por Hanna Mining cerró sus puertas en Schefferville, Quebec, dejando a 526 personas sin trabajo y destruyendo prácticamente la pequeña ciudad del norte. Jill-Anne Chouinard, coordinadora de comunicaciones de Action Canada Network y Douglas Dollinger, un escritor independiente que vive en Ottawa, explican: “la empresa afirmó que la recesión de principios de los años 80 no le dejó más opción que cerrar la planta. Sin embargo, unos días después del cierre de la planta, la prensa reveló que Iron Ore había sustituido sus inversiones en Canadá con inversiones en Brasil, donde la mano de obra es más barata. Explicar el cierre de la planta de Schefferville en este contexto requirió una inteligente y sofisticada aritmética y una hábil retórica. Para llevarlo a cabo (eso y mucho más), la empresa Hanna Mining, la casa madre de Cleveland dueña de Iron Ore, confió en el presidente de Iron Ore of Canada, Brian Mulroney. Mulroney proporcionó a Hanna lo que necesitaba; presentó la ruina catastrófica como el resultado inevitable de las fuerzas impersonales y remotas del mercado”. Como nota marginal, cabe indicar que el barón del acero Andrew Carnegie, sí, el mismo que ayudó a financiar la revolución en Rusia; el magnate de los ferrocarriles Jay Gould y el financiero Mark Hanna se hicieron con el control de la extracción, la producción y la venta de antracita y de carbón bituminoso en los Estados Unidos, siguiendo el ejemplo establecido por Rockefeller para desbancar a la competencia y poder controlar el precio en el mercado. Véanse en el capítulo 3 los detalles sobre cómo estos hombres “honorables” se valieron del MONOPOLIO para destruir la competencia).

Estamos ahora a finales de los años 70… el mismo agente secreto, un empleado de Hanna Mining, silenciosamente admite su papel en el asesinato ante la junta directiva. La confesión no molesta a nadie. Pronto se presta atención a otro problema interno. Se ha pedido al presidente de una de las filiales canadienses, Brian Mulroney, de The Iron Ore Company of Canada, que cierre la mina de Schefferville en Quebec. Es una mina muy rentable, pero le hace la competencia a las minas menos rentables que los conspiradores también poseen en Estados Unidos. Los otros directores se lo recuerdan a Mulroney de una forma no demasiado sutil –le chantajean, vamos– y le amenazan con hacer público que una vez saqueó el fondo de pensiones de la empresa para comenzar la construcción de su proyecto favorito, el magnífico Lord’s Inn, que debe construirse en Labrador (el hotel es una réplica exacta del Ritz Carlton Hotel de Montreal). Mulroney accede sin rechistar.

En Schefferville, Quebec… el cierre de las minas destroza la vida de muchas familias. Mulroney compra a los alborotadores y a los medios de comunicación locales para que mantengan la calma. Quiere hacer carrera política y la mala publicidad no le conviene para nada.

En París, Francia… estamos en octubre de 1980, a escondidas podemos observar a George Bush, Edward Meese, Earl Casey y un tal doctor Brian negociando con los iraníes. Les piden que retengan a los rehenes norteamericanos hasta después de las elecciones estadounidenses y la toma de posesión del nuevo presidente, el 20 de enero 1981. Les prometen armas a cambio de los rehenes si Ronald Reagan es elegido. También acuerdan vender después más armas a los iraníes, para conseguir dinero para los Contras nicaragüenses.
En Washington… 20 de enero de 1981: Reagan y Bush toman posesión. Los rehenes son liberados en ese preciso instante.



En el despacho oval… 21 de enero de 1981. Los directores de las multinacionales y los banqueros le dicen Reagan: “los Estados Unidos están en quiebra. Si fueran una empresa, habría que declarar suspensión de pagos. La respuesta se encuentra en la fusión política con Canadá, pero primero los dos países deben ser “ARMONIZADOS”. El plan se desarrolla sobre el terreno (entre 1985 y 2005):

- Ayudar a Mulroney con dinero en efectivo e ingenieros de las finanzas. El dinero se envía a través del obispo mormón de Virginia, hasta Winnipeg y luego a Montreal.
- Una vez elegido, unir a Mulroney con Simon Reisman, el antiguo vice-ministro de Finanzas. Reisman es en este momento el director del plan de trasvase de agua dulce Grand Canal.
- Nombrar a Reisman para dirigir el equipo negociador que llega de Canadá mendigando un Tratado de Libre Comercio. Dejarles fingir que negocian cuando en realidad solamente siguen un PLAN DE PUESTA EN PRÁCTICA predeterminado y diseñado para armonizar las leyes de Canadá con las de EE.UU.
- Incluir en el Tratado de Libre Comercio las disposiciones secretas redactadas para cambiar la regulación del acceso a la propiedad de los extranjeros en Canadá mediante Órdenes del Consejo, inmediatamente.
Sustituir el gobierno canadiense por el equipo de segunda división de los banqueros, los liberales (torie II). Esto ayudará a eliminar los temores de la mayoría de la gente y creará una ficción de democracia e independencia.
Gestionar la separación de Quebec colocando al hombre de los banqueros multinacionales, Lucien Bouchard, a la cabeza del movimiento separatista.
- Conseguir que el Gobierno canadiense apoye las reclamaciones de los indígenas contra Quebec y apoyar públicamente su derecho a la autodeterminación.
- Seguir asustando a los canadienses hablando de déficit. Aumentar los impuestos, reducir los servicios. Aumentar la protección a las patentes de medicamentos. Reducir la mano de obra ocupada al mínimo. La gente entonces aceptará cualquier condición sobre el empleo que se proponga más tarde, por los ricos patronos multinacionales. Construir más embalses.
- Tomar prestados 100.000 millones de dólares para la construcción de proyectos de trasvase de agua a través del norte. Cuando el proyecto esté a medio construir, intentar tomar prestados 100.000 millones de dólares más. Este segundo préstamo será denegado.
- Cuando el Fondo Monetario Internacional declara que Canadá es claramente insolvente, el pánico se generaliza. El Primer Ministro corre a Washington para suplicar más crédito. Le dicen que los préstamos se concederán a condición de que Canadá se una con los EE.UU. Este nuevo acuerdo crearía un país nuevo: los Estados Unidos de América DEL NORTE.
- El Primer Ministro vuelve a Canadá e informa a los canadienses de la oferta estadounidense. Declara que “no hay alternativa posible” y estalla la guerra civil en Quebec. Los nativos de Ungava (Quebec del norte) declaran la independencia unilateral. La policía de Quebec ataca las reservas indias con helicópteros. El Primer Ministro solicita la ayuda militar de las Naciones Unidas, con el pretexto de defender a los indígenas Cree del ataque de las fuerzas de Quebec. (Nota: Uno de los mayores colectivos de nativos de Norteamérica. Hay 200.000 Cree que viven en comunidades repartidas por Canadá y en el norte de Estados Unidos –Dakota del Norte y Montana–).
- Los militares de Fort Drum, Nueva York, pertrechados con los cascos azules de las Naciones Unidas, cruzan la frontera en Kingston. En dos horas rodean el Parlamento de Ottawa. Otros se desplazan al norte en avión y toman la central eléctrica de la bahía de James.
- Más tarde, Quebec es dividido por las Naciones Unidas y el Banco Mundial toma el mando de los proyectos hidrológicos. Quebec sufre un bloqueo económico promovido por las Naciones Unidas hasta que finalmente acepta usar el inglés como lengua de trabajo. Quebec se convierte en el 55 Estado de los Estados Unidos de América del Norte, etc., etc., etc.

Kealey: Vayamos un poco más despacio: un avión vuela sobre África con el Secretario General de las Naciones Unidas a bordo cuando de repente dos aviones de combate aparecen junto a él y lo derriban. La película pasa a una sala de reuniones con los jefes de empresas MULTINACIONALES de la minería, la agroindustria y las finanzas de EE.UU. que planifican la elección del hombre que quieren que dirija los Estados Unidos durante cuatro legislaturas, George Bush. 


La estrategia se pone en marcha: colocar a una marioneta durante los ocho primeros años, Ronald Reagan, de manera que George Bush (padre) sea quien controle los hilos por detrás.

 Kralik: Entonces, ¿usted opina qu Reagan era un hombre de paja de George Bush?
Kealey: Bush fue el hombre al frente de las corporaciones transnacionales, ex jefe de la CIA, involucrado en el tráfico de drogas y recaudaba dinero para ellos de esa manera.

Al tomar las riendas del país, George Bush y Ronald Reagan llamaron a los presidentes de las principales empresas multinacionales junto con sus contables y les dijeron: “explíquennos la verdadera situación del país”. Los contables les dijeron que si los Estados Unidos fueran una empresa habría que cerrarla inmediatamente. Estaba en quiebra. “Hemos malgastado nuestros recursos. Hemos arruinado nuestras ciudades. El activo y el pasivo no cuadran”.

Entonces se formula la pregunta fundamental: “¿cuál es la solución?. Sólo hay una solución. Debemos unir políticamente a Canadá con los Estados Unidos si pretendemos cuadrar las cuentas. Canadá es un país virgen con multitud de recursos naturales, agua, minas, petróleo, gas, etc. Unamos Canadá a EE.UU. y habremos reequilibrado la situación a largo plazo…” “¿Cómo lo hacemos?. No podemos unir Canadá y EE.UU. Canadá tiene una provincia que habla francés”…¡Consigan que se independicen!” “¿Y cómo lo hacemos?”… Entonces el presidente de Hanna Mining, que ha estado sentado a la mesa, se levanta y dice: “tengo una sucursal denominada The Iron Ore Company of Canada y tengo a un hombre allí llamado Brian Mulroney. Acaba de terminar con la ciudad de Schefferville, Quebec, para mí y ha realizado un trabajo excelente. Acabar con Canadá no sería un problema para él. Vamos a pedirle que colabore”… “de acuerdo, pero, ¿se puede confiar en él?”… “bueno, nuestro hombre, Reisman, ha sido vice-ministro de finanzas de Canadá por un tiempo. Ahora es el responsable del proyecto Grand Canal. Necesitamos agua y podemos hacer que trabajen juntos como un equipo”… “pero, ¿cómo les hacemos llegar el dinero?”… “la Iglesia mormona de Virginia está vinculada al Partido Republicano, podemos enviar el dinero a través de Utah, hacia Winnipeg (Jake Epp y su grupo), mantenerlo todo en secreto y financiar la campaña de Mulroney para conseguir el liderazgo del Partido Conservador… entonces estamos de acuerdo”… “no olviden que hubo un referéndum en Quebec y que votaron por quedarse en Canadá. Hay trabajo que hacer y no puede hacerse en cuatro días”.




Deciden que costará catorce o quince años poner en práctica el proyecto; mientras tanto, las economías, ayudas sociales y las legislaciones de los dos países serían armonizadas poco a poco tanto como fuera posible. “Pero ya se sabe que los canadienses son muy particulares respecto a cosas así, no se les puede decir nada, hay que mantener las cosas en secreto”… “no hay por qué preocuparse. Tenemos controlados a los líderes del Partido Liberal y a los del Partido Conservador. Todos están en nuestro equipo: lo que pasa es que los burócratas ordinarios no saben a qué juegan”.

Tenemos un proyecto que comienza en 1981 y es formalizado entre 1981 y 1982. En 1983 Mulroney gana un escaño en Nueva Escocia. En 1984 hay un conservador en Quebec, su nombre es Roch La Salle, que ve la cantidad de gente y de dinero que se invierte en apoyo del tal Brian Mulroney. Si Mulroney es elegido en Quebec, el poder de Roch La Salle se evaporará, de manera que decide luchar con uñas y dientes con Joe Clark para intentar apartar a Mulroney.

El día de las elecciones gana Mulroney. Ahora es el líder del Partido Conservador y se convierte en el líder del gobierno de Canadá, el 4 de septiembre de 1984. Lo que ocurre a continuación es que en un plazo de once días hay cuatro robos: 1) en la sede del Partido Conservador en Montreal, 2) en la sede central de partido, 3) en la sede de Canada Fund y 4) en la oficina de David Angus –director de comunicaciones de Mulroney– y Rodrigue Pageau –jefe de personal de Mulroney–.

Los cuatro robos son descubiertos el lunes por la mañana. Se avisa a la policía de Montreal. Los robos son insólitos en el sentido de que sólo se ha robado información: la caja fuerte que contenía los documentos sobre la fuente de los fondos de Mulroney, disquetes de ordenador, una fotocopiadora en la que los ladrones habían intentado primero copiar documentos, pero obviamente les faltó tiempo, y un ordenador.

Y eso que había dinero en efectivo, calculadoras y máquinas de escribir que no fueron tocadas. La caja fuerte era bastante pesada de manera que hicieron falta al menos tres personas para levantarla y llevársela.

La policía de Montreal llevaba a cabo su investigación cuando apareció en escena un miembro de la Real Policía Montada de Canadá, el señor Denis LaPointe, quien declaró: “me han enviado de Ottawa para averiguar cómo van las investigaciones. ¿Puedo ayudar?”. Sin su conocimiento, un reportero, Richard Cleroux del The Globe and Mail, oyó por casualidad la conversación y escribe un artículo para su periódico aquella misma noche.

A la mañana siguiente suena el teléfono en el The Globe and Mail. LaPointe está enfadadísimo: “¿Se puede saber por qué ha escrito eso?”… desde luego, LaPointe no tenía autoridad para estar allí, no le habían destinado allí sino que actuaba en secreto para Brian Mulroney o LaSalle y otros políticos, sin que el jefe de policía Simmonds lo supiera.

Cuando se investiga el pasado de LaPointe se descubre que creció en Joliette, Quebec. Sus mejores amigos eran LaSalle y Frank Majeau y él y Roch hacían negocios juntos. Majeau era el asistente ejecutivo de LaSalle pero el principal negocio de Majeau era la empresa Prestige Entertainment que proporcionaba stripers a todos los clubes de Ontario Oriental y Quebec Occidental y sacaba drogas del aeropuerto de Mirabel y del puerto de Montreal usando a los stripers como correo. Esta operación contaba con el apoyo de un servicio de limusinas propiedad de dos iraníes. Toda esta gente estaba unida.

En cuestión de pocos días, la policía de Montreal recibió la orden de olvidar la investigación: “no es importante”. Pero cuando Frank Majeau fue a declarar en el juicio de 1991, reveló lo que se supo posteriormente. LaSalle fue invitado a la ciudad de Quebec por el contable de Mulroney, Michel Cote, quien acababa de ser elegido y se había convertido en Ministro de Consumo y Empresas, responsable también de Correos. Y Michel Cote hizo algo muy extraño por LaSalle, enemigo declarado de Brian Mulroney: le pagó todas sus deudas –la importante suma de cuatrocientos mil dólares, sobre todo en deudas de juego a Frank Cotroni. Él era el JEFE de la Mafia.

La segunda cosa curiosa que sucedió fue que Brian Mulroney nombró Ministro de Obras Públicas a Roch LaSalle; cuando comprende el potencial de corrupción en Obras Públicas, se da cuenta que no pone al Coronel Sanders a cargo del gallinero y espera que los pollos estén allí cuando venga a recogerlos.

Lo tercero que sucedió fue que Andre Bissonette, que había ganado las elecciones en St. Jean, fue nombrado Ministro de Pequeñas Empresas, responsable del Banco Federal de Desarrollo de Negocios y, aunque el Banco Federal de Desarrollo de Negocios normalmente prestará setenta y cinco mil dólares a compañías para evitar que se hundan y despidan personas (un préstamo grande es de ciento setenta y cinco mil dólares, pero el promedio es de aproximadamente setenta y cinco). He aquí, en este caso, el Banco Federal de Desarrollo de Negocios hizo préstamos a treinta y nueve clubes de striptease en el este de Ontario y el oeste de Quebec, préstamos de quinientos mil dólares, novecientos mil dólares, un total de diecisiete millones de dólares.

La preponderancia de la evidencia circunstancial sugiere, por lo tanto, que Roch laSalle, Lapointe (un miembro de la RCMP -Real Policía Montada de Canadá) y Frank Majeau (un miembro de la mafia), robaron la caja fuerte, pusieron el producto en Mulroney, lo chantajearon y lo obligaron a nombrar a LaSalle para su Cargo importante: Ministro de Obras Públicas.

Por supuesto, el Comisionado (RCMP) Simmonds, sin saber sobre este arreglo interno, procedió a investigar a casi todos ellos durante el primer mandato de Mulroney, ya que los estaban atrapando por todas partes con las manos en la caja. Simmonds, como recordarán, fue convocado a una reunión con Trudeau cuando Trudeau estaba buscando un nuevo Comisionado de la RCMP. A Simmonds se le hizo la pregunta: "Si te hicieran Comisionado de la RCMP y descubrieras mañana que yo era un delincuente, ¿qué harías?" Su respuesta fue: "Lo arrestaría personalmente, señor", y Trudeau lo nombró Comisionado de la RCMP.


Facilitando la separación de Quebec





Simmonds –comisionado de la Real Policía Montada de Canadá era un hombre honorable– no era el tipo de comisionado de policía que Mulroney necesitaba. Porque Mulroney estaba autorizado para destruir el país, y para destruir el país tenía que recaudar un fondo para financiar la separación de Quebec. Como sabemos, nombró a su amigo Lucien Bouchard para dirigir el proyecto: agregando una comisión del 5% a los contratos y poniendo a su equipo a salvo de la policía para que pudieran traficar con drogas, el fondo creció hasta tal punto que cuando dejó el poder había dinero suficiente para seguir jugando el juego desde la sombra.

Lo que tenemos hoy es el plan de Mulroney: un Partido Nacional de verdad, los Liberales, con el político más odiado de Quebec, Jean Chretien, a la cabeza. Después está Lucien Bouchard, que dirige la “oposición oficial” con el mayor bloque de separatistas que se haya visto nunca, y por último está Preston Manning, dirigente del Partido Reformista –una pandilla que dice, “nos vamos” y otros que responden, “iros a la porra”–.

 Kralik: ¿Para facilitar la separación?
Kealey: Para facilitar la separación porque esto es lo que se necesita. No se puede unir a Canadá y a los Estados Unidos mientras Quebec esté allí. El paso número uno era la separación de Quebec en 1995. El paso número dos es, por desgracia, unir al resto de Canadá con los Estados Unidos. Shelley Ann Clark dice que el material que vio en la Oficina de Negociaciones Comerciales citaba a Canadá como el Estado cincuenta y uno de la Unión. Otros agentes la CIA que conozco han nombrado los Estados cincuenta y uno, cincuenta y dos, cincuenta y tres y cincuenta y cuatro: la zona marítima, Ontario, las praderas, la Columbia Británica con los territorios del norte –cuatro estados–. El tercer paso es una revolución de los nativos Cree de Quebec del Norte contra un Quebec independiente, diciendo ¡no nos vamos!.

 Kralik: ¿Una cortina de humo?.
Kealey: Aunque los nativos no saben de qué va la cosa, sus líderes seguramente deben saberlo y habrán sido sobornados. Los mismos nativos no tienen medios de resistencia… lo más probable es que se llamara a las Naciones Unidas bajo el pretexto de “proteger” a los pueblos indígenas de Quebec del Norte de los “opresores” quebequenses que quieren que ellos formen parte del Quebec independiente. ¿Sobre qué cabezas se colocarán los cascos de color azul?. Muy probablemente, sobre las de los soldados destinados en Fort Drum, al otro lado del puente Kingston, Ontario. Fort Drum es la mayor base militar en Estados Unidos, con una superficie mayor que la ciudad de Toronto.

Primero, destrozan a los Cree en el norte. Entonces meten mano en la bahía de James. Quebec se reduce a sus fronteras de 1867, quinientas millas de longitud, cien millas de norte a sur a lo largo del río San Lorenzo.

Ahora controlan el agua: construyen el Grand Canal de manera que el agua no pase por Quebec, sino alrededor de Quebec. Quebec se convierte en una isla rodeada por los Estados Unidos de Norteamérica. El agua no es libre y es, por lo tanto, una “mercancía” según las definiciones del GATT y del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica. Es enajenable y controlable, pero los acuerdos nos obligan a entregar a los Estados Unidos al menos lo que consideren necesario para sus objetivos. Podemos aumentar el suministro de gas y agua, pero nunca reducirlo. Nunca podemos recuperar lo que regalamos. En caso de crisis deberíamos suplicarles que nos ayudaran y si eso ocurriera es probable que nos trataran como a Luisiana o a alguno de los Estados más pobres de EE.UU.




Conforme declara Glen Kealey, Lucien Bouchard (izq) y Brain Mulroney (der) vendieron Quebec y Canadá a intereses transnacionales


Un Gobierno Mundial


En este Tratado de Libre Comercio, los Estados Unidos se llevan la mejor parte. Canadá es el ático, el depósito de todas las materias primas. México es el cuarto de las calderas, el sótano donde se hace todo el trabajo sucio. Ese es el plan.

 Kralik: ¿Ve esto como la primera piedra en la construcción de Nuevo Orden Mundial y su consolidación en una economía global única?.
Kealey: Desde luego. El gobierno establecido por las Naciones Unidas se parece a una iglesia: el 5% de los ingresos van a los pobres –en Somalia, Etiopía o donde sea– aunque a veces, como en Somalia, venga acompañado de armas. El 95% se destina al mantenimiento del poder y el control. ¿Qué control?. El Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el Consejo de Seguridad, GATT.

 Kralik: ¿Quién dirige el Fondo Monetario Internacional?
Kealey: Los banqueros.

 Kralik: ¿Sabes quiénes son estos banqueros?
Kealey: Hay unas quince o dieciséis familias diferentes, pero con mucho, las dos más influyentes son los Rothschild y los Rockefeller. Hasta finales del siglo pasado, los Rothschild operaban estrictamente en Europa, pero estaban ansiosos por sintetizar la operación estadounidense con la suya. Se enviaron investigadores y se acordó que una familia ferroviaria, los Rockefeller, estaban preparados para entrar en el juego, por lo que se convirtieron en el brazo occidental de esta operación.

Luego, en 1913, tenemos la estafa más grande de todas: la desnacionalización de la obtención de dinero y la creación de la Reserva Federal (Banco), un acuerdo entre los banqueros y los políticos mediante el cual los banqueros prometieron el respaldo de algunos políticos y una reelección casi segura en las elecciones que se disputaran; a cambio, los políticos entregaron a los banqueros el derecho, nada menos, de imprimir el dinero para el país. "Lo haremos por usted", dijeron los banqueros, y usted puede pedirlo prestado. Se aprobó el viernes por la tarde sin advertencia y con el Congreso bastante vacío. Demasiado para la democracia cuando los banqueros invisibles realmente quieren algo.

 Kralik: La increíble implicación de esto es que la Reserva Federal, que imprime los billetes verdes para el pueblo estadounidense, es un banco privado.
Kealey: Es un banco privado. Lo mismo sucedió en Canadá, después del tradicional retraso de veinte años, en 1935. MacKenzie King había ganado, perdido, ganado, perdido cuatro elecciones seguidas. Quería asegurarse su dominio como Primer Ministro durante mucho tiempo, por lo que le dio a los banqueros el Banco de Canadá.

Examinemos las implicaciones de eso. Antes de regalar al Banco Federal no hay necesidad de impuestos al consumidor ni a los ingresos: puede fabricar una cantidad de dinero en función de los recursos del país, incluida su capacidad de mano de obra. El valor cambia constantemente a medida que se encuentran nuevos minerales y la fuerza laboral se vuelve más y más productiva. En una situación en la que el Gobierno Nacional imprime dinero, por cada dólar vendido a los bancos, el dos por ciento permanece con el gobierno: ese dos por ciento paga las cuentas.

Un gobierno no debería estar allí simplemente por lo que hace hoy. Hay nueve razones para mantener un gobierno: 1) salud, 2) educación, 3) bienestar, 4) energía, 5) transporte, 6) comunicaciones, 7) alojamiento, 8) alimento y 9) vestido. La defensa no forma parte de estas razones: si no luchas con nadie, no hay necesidad de defenderse. Algunos países en el mundo no pueden sobrevivir solos porque no tienen los recursos necesarios. En Canadá tenemos de todo. De hecho, podríamos decidir mañana que la masa crítica de todos los productos de consumo necesarios en Canadá fuera fabricada en Canadá, con materias primas canadienses, por mano de obra canadiense: el resultado sería que no habría desempleo.

 Kralik: ¡Increíble!.
Kealey: Tenemos las materias primas, la mano de obra, pero no tenemos las fábricas. La razón de ser de los Tratados de Libre Comercio que se negocian en todo el mundo es consolidar el control internacional de un país asegurando que en ningún país se manufacturan todos los componentes necesarios para la fabricación de cada producto.

 Kralik: ¿Para que ningún país pueda ser autosuficiente?.
Kealey: Los carburadores se construyen en un lugar, los tubos de escape en otro, igual que los sintonizadores de los aparatos de video. Los componentes se distribuyen por países, en todo el mundo. Ningún país puede fabricar los componentes para todo lo producido dentro de sus propias fronteras. Bueno, hay tres excepciones notables: Alemania, Japón y los Estados Unidos –la Comunidad Europea, la Comunidad del Pacífico y la Comunidad Atlántica–. Un Gobierno Mundial comienza eliminando fronteras, para acabar con tres regiones.

 Kralik: ¿Inicialmente?.
Kealey: Sólo al principio y luego uniéndolas en un único gobierno mundial bajo las Naciones Unidas. El Tratado de Libre Comercio entre Canadá, EE.UU. y México es sólo el primer paso de un acuerdo que abarcará todo el continente americano, de norte a sur.

 Kralik: Exactamente. La dimensión sudamericana solo se mencionó durante la última semana.
Kealey: Pero se ha planeado todo el tiempo. También debe recordar que el Tratado de Libre Comercio no fue una negociación: fueron los banqueros transnacionales que les dijeron a los gobiernos involucrados: "Esto es lo que van a hacer y aquí hay un cronograma de implementación". Todo en el Tratado de Libre Comercio tenía que ajustarse al cronograma de implementación. El intervalo de tiempo final es 2005.



Lo que se está creando es una ONU en la que los gobiernos ricos envían dinero para construir un fondo, el Fondo Monetario Internacional, lo que hace que el país desde el que se envió dinero pida prestado más y más dinero, causando así más y más deuda. Luego se envía dinero a los países pobres, creando una deuda allí. Así que todos están en deuda con el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional.

Una rama del Fondo retiene el dinero, la otra toma las decisiones sobre cómo se va a usar, generalmente para proyectos que no van a ninguna parte: estos desperdician dinero y hacen que la deuda crezca.

Entonces, un día, los países no pueden pagar y se llama al alguacil. El agente judicial es el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Los activos reales del mundo, por lo tanto, son poseídos por el banco o por el Consejo de Seguridad y están bajo el control de las Naciones Unidas. Con el tiempo, los recursos de cada país se reúnen bajo el control de la ONU.

El tipo que estaba a cargo de esa sección ahora está trabajando en Ontario como Jefe de Hydro de Ontario: Maurice Strong. ¿Te gustaría saber por qué Maurice Strong está trabajando en Ontario? Es porque Bob Rae (entonces primer ministro, socialista y estudioso de Rhodes; el actual primer ministro de Ontario, el conservador Mike Harris, recientemente realizó un viaje privado de pesca de varios días en un campamento remoto con George Bush, ¡justo antes de que estallara la "crisis" de Quebec en la provincia vecina!) está en el acuerdo: trajo a Maurice Fuerte para hacer lo que mejor sabe hacer.

¿Qué hizo Strong primero? Apagó algunas de las plantas nucleares. ¿Por qué? Porque mientras tengas plantas nucleares tienes demasiada energía eléctrica. Si las cierran, puede convencer a la gente de que deben represar más ríos. Haga un acuerdo de libre comercio, saque los empleos de Canadá, cause desempleo, y la gente de Canadá gritará: "¡Dadnos trabajo! ¡Dados trabajo!" Finalmente se les dirá: "¿Quieres un trabajo? ¡Tenemos algunos trabajos fabulosos: construir represas!"


 Kralik: ¿Es por eso que ayer Chretien firmó el acuerdo de libre comercio?
Kealey: Chretien es una marioneta. Él es el Ronald Reagan de Canadá. Hoy Mitchell Sharp es el primer ministro de Canadá. Mitchell Sharp es nuestro George Bush, y no fue elegido. Solía​​ser el jefe de Chretien como Ministro de Finanzas, pero hoy tiene la mano en la espalda del títere (Primer Ministro) Jean Chretien.

Debe recordar también que el Tratado de Libre Comercio no fue una negociación. Los banqueros multinacionales le dijeron a los gobiernos implicados: “esto es lo que van a hacer y aquí está el calendario de ejecución”. Todo lo indicado en el Tratado de Libre Comercio tiene que encajar con el calendario de ejecución. El plazo se acaba en 2005*.


*Nota final de Daniel Estulin: Aplazado a 2007 debido a que John Whitley, Jim Tucker y yo mismo –Daniel Estulin– nos infiltramos en la reunión secreta de Bilderberg celebrada en King City, Toronto, en 1996. Alertamos a la prensa canadiense de los planes de los globalizadores. Aunque la mayor parte de la prensa está en manos de los miembros de Bilderberg, algunas agencias pequeñas y periodistas que trabajan en ellas son buenos patriotas canadienses. Escogieron la libertad sobre la esclavitud, arriesgaron sus vidas al informar en las primeras páginas de los periódicos nacionales y locales y en programas de radio diarios, desobedeciendo las órdenes directas de sus redactores jefe con actualizaciones cada minuto de todo lo que se estaba discutiendo allí. En 1996, algunos de los mejores agentes secretos del país, contratados para la protección de la élite, nos proporcionaban información increíblemente confidencial, tanto que David Rockefeller había sugerido a Jean Chretien discutir algunos de los aspectos más confidenciales sobre la desmembración de Canadá en su jet privado a 10.000 metros de altura porque “ya no se podía confiar en el servicio secreto encargado de la seguridad”.

Continuaremos:

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