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13 diciembre 2021

Tortura y psicología en la segunda guerra mundial



Nota de introducción por el editor del blog

El siguiente ensayo es una transcripción del imprescindible libro "Historia de la Tortura a través de los siglos", de Antonio Frescaroli, Editorial De Vecchi S.A., Barcelona, 1972 (la obra se puede encontrar en búsqueda de libros de segunda mano en la web). Se ha tomado el capítulo final del libro, que titula " El advenimiento de los `técnicos´ ", para explicar la metodología de la tortura psicológica en el conflicto que sumió a Europa en una era de oscurantismo y horror.

Por supuesto, es imposible abordar esta etapa histórica de forma completa, de allí la exigencia de recurrir al estudio de Frescaroli y la imperiosa necesidad de segmentarla en varias entradas (para comodidad en la lectura y comprensión de la temática). Del mencionado libro se toma únicamente la descripción de la mentalidad "técnica" de los funcionarios nazis y la aplicación del "arma" psicológica para destrozar la moral y la condición humana de la víctima, obviado entrar en detalles descriptivos de los tormentos


Portada del libro libro "Historia de la Tortura a través de los siglos", de Antonio Frescaroli, Editorial De Vecchi S.A., Barcelona,1972

Muchos "críticos" protestarán que nos cegamos solo con la versión de los ganadores de la contienda. Pero, ¿existe otro acto de maldad planificada expresamente que rivalice con los crímenes del nazismo? Hace algunos años explicaba que el pretender justificar el genocidio perpetrado por los nazis porque los aliados cometieron crímenes de guerra es, no solo falta de decencia, constituye un insulto al sentido común, no puede equipararse ni por el número de víctimas, bajo ningún concepto subjetivo ni legal. La explicación es lógica, explicaba:


El programa nazi de exterminio es resultado de una trama intencional, premeditada y planificada durante la guerra, y ejecutada a conciencia por la jefatura del gobierno nazi, conociendo el propósito y las consecuencias de esos actos y, finalmente, pretendiendo ocultar los hechos a la opinión pública alemana y mundial.


Esa intencionalidad dolosa no es susceptible de comparación con las acciones militares que terminaron en diferentes episodios de excesos y abusos, sin eufemismos, en crímenes de guerra de los aliados, los “crímenes de los buenos” como dice en sus libros Joaquín Bochaca para intentar “equilibrar” la balanza con las atrocidades nazis.  

Debió ser causa de risa para los europeos que vivieron la barbarie que charlatanes extremistas españoles y latinoamericanos pretendan reescribir la historia de Europa. El neo-nazismo intenta, en idioma castellano, "enseñar" la "verdadera" historia, es decir, la versión nazi de la segunda guerra mundial. 

Aún hoy se burlan de las víctimas, cuando jamás en su vida han investigado o visto un documento original en uno de los idiomas de quienes participaron en el conflicto. Hasta uno que otro mozuelo adicto a la propaganda nazi de internet exige que le proporcionen "sólo un nombre, uno sólo, de un judío muerto en un campo de concentración"... ¿Se puede entablar un diálogo con fanáticos de esas dimensiones de ignorancia y altanería?

Ahora, ¿quién será el primero en lanzar la piedra?

Una necesaria nota aclaratoria más. 

Frescaroli en su libro utiliza constantemente el término "hebreo(s)" para referirse a aquellas personas encuadradas en la problemática judía en Europa. Pensamos que su uso no es el correcto, por esa razón hemos cambiado "hebreo" por "judío". Esta confusión viene dándose a través de los siglos, solemos confundir el significado de tres apelativos vinculados: hebreos, israelitas y judíos. Un detalle importante a tener en cuenta es que cada término se relaciona con una etapa histórica. (Resumimos esta explicación de una fuente: "Enlace Judío") 

Los hebreos fueron un grupo heterogéneo que se extendió por todo el Medio Oriente, desde las zonas occidentales del actual Irán hasta Egipto, y su presencia en la zona está documentada desde el siglo XXIII AC hasta el siglo XIII DC. La Biblia no entra en detalles sobre lo que fueron los hebreos, menciona que Abraham fue uno de ellos, pero sin ofrecer datos suficientes para saber qué tipo de sociedad fueron. Sin embargo, la arqueología se ha encargado de proporcionar una gran cantidad de datos que permiten reconstruir sus características principales. La etapa de los hebreos dio paso a la de Israel.

¿Cuál es la diferencia, entonces, entre hebreos e israelitas? Los hebreos fueron un grupo enorme distribuido en muchos reinos que, entre los siglos XVI y X AC se vieron obligados a adaptarse a las nuevas realidades o desaparecer. La mayoría despareció, pero el grupo hebreo establecido en Canaán pudo dar el paso necesario para convertirse en un reino formal llamado Israel. Podríamos decir que los israelitas son la continuidad directa de los hebreos; desde otro punto de vista, Israel fue la nación de origen hebreo que logró consolidarse y sobrevivir a los cambios sociales y políticos provocados por el colapso hitita y egipcio, y la invasión de los Pueblos del Mar.

Por ello, cuando los babilonios conquistaron el reino de Judá, la identidad israelita ya estaba prácticamente consolidada. Los persas –amos y señores de la zona desde el año 539 AC– permitieron la reconstrucción del antiguo reino israelita del sur, que a partir de ese momento pasó a ser llamado Judea. Por ello, sus habitantes comenzaron a ser llamados “judíos”.

Y aquí hay que aclarar: “judío” no significa “de la tribu de Judá”. El término hebreo para referirse a un integrante de esa tribu específica es Ben Yehudá (benei Yehudá, en plural), y “judío” se dice yehudí. La I al final evidencia que se trata de un toponímico (un apelativo derivado de un lugar), no un patronímico (apelativo derivado del nombre de una persona). Por lo tanto, “judío” significa “originario de Judea”.

¿Cuál es la diferencia entre israelita y judío? La época. “Israelita” es el modo de llamar a un pueblo entre los siglos X y VI AC, y “judío” es el modo de llamarle a ese mismo pueblo a partir del siglo VI AC y hasta la fecha.

Entremos a repasar el libro de Frescaroli.


Introducción: 

Sobre la Tortura

  



Entre 1945 y 1948, la Europa "liberada" hizo justicia. Centenares de torturadores, de sádicos y especialistas del suplicio fueron buscados, reunidos, llevados con su vergüenza ante un tribunal y enviados después ante un pelotón de ejecución. Aquella fue la época de la gran hecatombe de los torturadores. Era el final de los verdugos.


Pero no era el final de la tortura. Estaba escrito que esta "diosa del espasmo" tenía que sobrevivir a sus siniestros sacerdotes. En las últimas décadas de historia hemos visto aflorar, en todos los paralelos, la antigua manía de hacer gritar al prójimo por sistemas diversos. La tortura, ella de nuevo, siempre ella y siempre igual a sí misma: en su ferocidad como en su refinamiento, sobre todo, en su tremendo absurdo.

Todo puede ser confiado a la historia de mañana o de pasado mañana, menos esas explosiones de bestialidad colectiva que ofenden la dignidad humana de los contendientes. La historia de la colonización tiene sus páginas escalofriantes. Pero también la descolonización tiene las suyas, y son páginas que hacen helar la sangre. Auténticos genocidios han tenido lugar en estos últimos años en el más crucificado de los continentes, en África.

Salvaje o refinada, colérica o fría, rudimentaria o técnica, individual o de masa, la tortura vive, continúa viviendo. Aparecida con el hombre, parece destinada a desaparecer con el hombre. Mientras exista un hombre todavía sensible al dolor, la tortura tendrá una razón para no abdicar. No hay duda de que cuanto el hombre anestesia más sus partes y se hace insensible al dolor, más refinada tiende a ser la tortura.

Todos somos iguales ante la muerte, pero no todos somos iguales ante el dolor. La apatía tradicional de los asiáticos y de los orientales en general ante el sufrimiento físico y su consiguiente resistencia al dolor, explican en cierto sentido, el carácter de la tortura asiática, la cual, para hacerse sentir, debe ser necesariamente refinada. El antiguo verdugo chino debía ser más que un asalariado. Debía ser, en su género, un verdadero artista. Lo hemos visto en el "Jardín de los Suplicios".

Los cosacos heridos durante la campaña de Napoleón no necesitaban anestesia para ser operados. Sufrían de pie el apuntamiento de los brazos, sin lanzar un gemido, sin dar una muestra de debilidad. La sensibilidad física varía, pues, de país a país. Y, como puede comprenderse, variando la sensibilidad, variará la tortura. No solo eso: la sensibilidad varía también con los siglos. La sensibilidad física de los hombres de hoy no es igual que la de los hombres de ayer.

Hoy, especialmente en nuestro mundo civilizado, el hombre siente más el dolor porque ha perdido la costumbre de soportarlo. La humilde aspirina ha determinado, en el curso del último siglo, una profunda transformación en nuestro sistema nervioso. Es cierto que estamos más protegidos contra el dolor. pero hemos quedado más expuestos, completamente indefensos, a las manos del verdugo, el cual -no lo olvidemos- está siempre en acecho dispuesto a sacar los instrumentos de su siniestro oficio.

Desde 1945 Europa espera su Valle de los Caídos. La matanza ha sido grande, única en la historia  por las proporciones y por la técnica con que fue llevada a cabo. Inmenso debería ser por tanto el Valle que habría de recordarla a quienes vivimos todavía y quedar como memoria para los que nos sucedan.

Se dirá que ese colosal panteón existe ya en el corazón de cada europeo. Se dirá además que una obra de esta clase sería imposible de construir. ¿Cómo recuperar los restos de millones de seres humanos hechos desaparecer del número de vivos? ¿A quién pedir las cenizas? Habría que dirigirse a esos ríos del Norte, de aguas melancólicas e impetuosas.


El advenimiento de los "técnicos"

La hora de los "químicos"


Una tarjeta utilizada por los nazis para justificar la obligación para que los judíos lleven la estrella de David, que se traduce como "Quien lleve este símbolo es un enemigo de nuestro pueblo".


Entre 1941 y 1945, millones de judíos y otros prisioneros fueron introducidos y amontonados en grandes y lúgubres cámaras. Allí esperaban unos minutos. En la cámara de gas morían miles. Sus cuerpos fueron quemados y sus cenizas arrojadas al río. La idea del exterminio "automático" de masas por medio de gas tiene al mismo tiempo algo de trágico y paradójico. 

Se sabe que este tipo de muerte se estableció, al menos en la intención de los políticos que la idearon y de los técnicos que la realizaron, con el fin de hacer pasar al interesado al más allá sin que tuviera que atravesar por la inútil antecámara de tortura. Por eso la muerte del gas nació con el nombre de "muerte piadosa". Era necesario que los dos protagonistas, el que daba la muerte y el que la recibía, no sufrieran demasiado.

El problema de la eliminación física de millares de personas apareció con todas sus complicaciones el día que los nazis se encontraron entre las manos millones de judíos para "despachar". ¿Cómo hacerlo? Los técnicos de la Gestapo abrieron los libros de historia y examinaron las grandes matanzas que habían sido registrados. Comenzaron por la historia antigua. Los asirio-babilonios, los medos, los persas, los romanos habían sido formidables carniceros, pero sus métodos resultaban ahora rudimentarios, indignos de unos tiempos que, después de todo, eran los de la ciencia.

Pasaron al examen de la historia más reciente: el exterminio de los indios por mano de los europeos y el exterminio de los indios por manos de los norteamericanos. No decían nada: unos y otros se habían quedado en la horca y en el fusilamiento.

Detuvieron al fin su atención sobre los grandes castigos escogidos por la cólera revolucionaria: pero tampoco aquí hallaron nada de extraordinario. Los chinos con sus decapitaciones y los rusos con sus fusilamientos, podían considerarse todavía en estado artesano. Lo que había que hacer, lo que se quería imponer, era un aire industrial al "negocio", un ritmo en cadena, anónimo, mecánico. No era fácil, porque entre otras cosas, no faltaban los partidarios de los sistemas tradicionales, para quienes la muerte por medio del plomo de un arma de fuego seguía siendo el único modelo a que atenerse.

Los tradicionalistas se dividían en dos "escuelas": los "clásicos" y los "modernos". Los "clásicos" se pronunciaban por el pelotón de ejecución reglamentario, a diez o doce pasos de la víctima, un oficial en cabeza, golpe de gracia al final. Los "modernos" estaban de parte del disparo en la nuca. Era una solución práctica, decían, y adecuada a los tiempos. "Mirad a los rusos".

Fue descartada la primera forma -el fusilamiento reglamentario- porque exigía un gasto de fuerzas y de tiempo incompatible con el estado de guerra, la penuria de hombres y la economía de las municiones. Y fue descartada también la segunda solución -la del "disparo en la nuca"-, porque además de los muchos inconvenientes de orden práctico ("¿cómo podrían eliminarse millones de judíos de uno en uno?"), se presentaba otro que podríamos llamar psicológico. Cada disparo en la nuca representaba a todos los efectos una operación, y cada operación de ese género escondía para el ejecutor la insidia de una neurosis; "tanto da entonces servirse del pelotón de ejecución", concluyeron. No estaban equivocados.

En la ejecución de una sentencia por medio del pelotón, el acto de matar está despersonalizado. Los hombres disparan, matan entre todos, ninguno puede decir que ha disparado el tiro decisivo: uno siempre se puede salvar, ante la propia conciencia, por las escapatorias de la duda. Y luego: en una ejecución encuadrada todo llega por órdenes, la víctima está allí, en la soledad de su terror, no es siquiera un hombre, es la silueta de un hombre.

Pero en el tiro en la nuca, no. Aquí el acto está personalizado al máximo. El que mata está obligado a ver a su víctima, a mirarla a los ojos y a asistir a su drama. Se puede decir: "Mata, hermano, mata sin piedad, porque aquel a quien das muerte ni es tu semejante; porque aquel a quien matas es un gusano, una víbora". 

Se puede preparar la psicología del asesino; la muerte de los demás no se deja mirar sin dejar huella en los pliegues del alma.


Dos carteles de propaganda. A la izquierda promocionado el film "El judío eterno"; a la derecha, cartel en polaco: "Los judíos son piojos; causan tifus". 

Había, pues, que encontrar una solución nueva que resolviese el problema de una muerte "nueva", técnica, anónima y ¿por qué no? económica. No se olvide que el Reich estaba empeñado en una guerra "planetaria", solo contra todo el mundo; nadie podía prever cómo iba a terminar. Existía además el problema de las municiones. Se decidió servirse de los viejos y tradicionales sistemas (ahorcar, fusilar, etc.) para las operaciones de administración ordinaria. Para la "solución del problema judío" los técnicos se pusieron a trabajar.

El mérito de la investigación corresponde, como es sabido, a un oscuro investigador de las SS, un tal Becker. Basta un camión, en el que por medio de un ligero "acondicionamiento" se hacen penetrar los gases quemados del tubo de escape a la caja del furgón. Una cámara de gas, y todo está dicho. Se realizaron los primeros intentos, en los que hubo escenas desgarradoras. Se tomaron unos camiones adecuadamente  preparados.

El conductor tenía una misión muy concreta: mantener una cierta proporción en la marcha; los gases quemados habían de penetrar en el furgón lentamente, de modo que los "pasajeros" no se dieran cuenta y pudieran así morir "dulcemente".

Porque esto de la muerte "dulce", de la muerte "agradable", de la muerte "piadosa" era la idea fija de Himmler. !Nada de muerte "dulce", nada de muerte "piadosa"! En la realidad, las cosas eran de modo muy distinto.

El conductor era invenciblemente inducido a apretar el pedal del acelerador. Los gases hacían irrupción en el furgón, los condenados lo notaban inmediatamente, e inmediatamente comprendían; y era la tragedia, la muerte convulsa, horrible, escalofriante de quien siente que se ahoga y conserva clara la noción de lo que está ocurriendo.

Los camiones de la muerte probaron y volvieron a probar sus trágicos recorridos. No había nada que hacer. Finalmente, la idea genial apareció, se diría que casi sola. Era muy sencillo: en lugar de ser el camión el que iba a los judíos, eran los judíos quienes debían ir al camión. En otras palabras: ¿por qué no crear cámaras fijas? La cámara de gas había nacido. Los investigadores se pusieron en contacto con las autoridades de Berlín, que fueron informados de los nuevos planes. Berlín respondió: "!Adelante!".

Se procedió con una ejecución en masa. Perfecto. Pero quedaba por resolver un problema: el de los cadáveres. ¿Cómo deshacerse de los cuerpos? Nuevas discusiones. ¿Enterrarlos? Demasiado complicado: cien, doscientos, mil, está bien. ¿Pero millones? Junto a la idea de la cámara de gas, nace, como inevitable complemento, la del horno crematorio. No deben quedar huellas. "Comprendan", dijo un técnico, "que las generaciones que nos sigan podrían interpretarnos mal y juzgarnos".

Las generaciones no han interpretado mal. Han comprendido y juzgado.

Sobre la inconmensurable tragedia de las interminables columnas de judíos llevadas a las cámaras de gas de los campos de concentración existe toda una literatura, Las primeras ejecuciones fueron desgarradoras, porque además eran imperfectas desde el punto de vista técnico. Las últimas... las últimas fueron monstruosas. ¿Cómo murieron millones de judíos? Nadie lo  sabe, porque ninguno ha vuelto de las cámaras de gas para contarnos aquellos terribles instantes.

Tratemos de imaginar a seiscientas, setecientas  o mil personas en una estancia. Se les dice: "Desnudaos que os vais a duchar". Se desnudan. Y esperan. Luego, la tragedia. Una tragedia que dura diez, veinte minutos. Cuando todo ha terminado y los kommandos entran para remover  los cuerpos, el espectáculo es para helar la sangre. Muchos han muerto de pie, pues no se les ha concedido el mínimo espacio para caer. Se reconocen los grupos familiares: a racimos, desesperadamente agarrados unos a otros. ¿Qué se dirían antes de morir?. Los niños yacen casi siempre en el suelo, pisoteados: son las víctimas de esta agonía colectiva. Los cadáveres son azulados, están húmedos de sudor y orina, las piernas llenas de excremento y de sangre. En los últimos espasmos, se han arañado... en la carne y en la dignidad.


Continúe la lectura:

La hora de los "psicólogos"

Fuente:

"Historia de la Tortura a través de los siglos". Antonio Frescaroli, editorial De Vecchi S.A., Barcelona,1972

07 diciembre 2021

Rhodesia: cavilaciones sobre un antiguo estado de colonos coloniales

 



por Adeyinka Makinde

Sobre el autor: Adeyinka Makinde, de origen africano, nació en Lagos - Nigeria, radicado en Inglaterra. Es Abogado y catedrático invitado en la Facultad de Derecho de Westminster desde 2002, su especialidad docente es el derecho constitucional y política internacional. Investigador de la historia política, historia militar e historia del espionaje en el género de los "estudios de inteligencia y seguridad". Ha participado en conferencias internacionales organizadas por el Centro de Estudios Internacionales de Inteligencia y Seguridad (CIISS). Su análisis de los peligros de la guerra entre la OTAN y la Federación de Rusia fue el tema de una entrevista que concedió a The Voice de Rusia. El aporte de Adeyinka también implica artículos en la Revista Internacional de Criminología y Sociología. (Linkedin)

Adeyinka Makinde presenta sus ponencias en su blog: adeyinkamakinde.blogspot.com, sitio en que se publicó originalmente este artículo (el cual lo transcribimos y adaptamos a otro artículo suyo publicado por Global Research, ver notas a pie de página)

* Todas las fotografías y notas a pie de foto son interpuestas por el editor del blog. 

 

***

El proyecto de los colonos coloniales contra el cual la rebelión fue una reacción perfectamente natural: Expropiación de tierras, explotación laboral y genocidio: esa fue la base de Rhodesia.


Cecil Rhodes y el dominio global

Cecil Rhodes, el hombre que dio al país su nombre, estaba en el corazón del sistema a través del cual los trabajadores negros africanos eran brutalmente explotados. Si tal declaración le sorprende a alguien por ser de alguna manera “marxista”, demuestra el punto de la lente distorsionada a través de la cual algunos viejos rodesianos eligen ver el mundo. Las masacres del pueblo ndebele antes y después del Acuerdo Rudd utilizando armas de fuego fue una crueldad deliberada más allá del enjuiciamiento de la guerra. Fue un genocidio.

Rhodesia fue un proyecto de colonos coloniales. Esto implicó subyugación, expropiación de tierras y la imposición de un sistema de castas dentro del cual los africanos negros subyugados eran explotados por blancos de ascendencia principalmente británica. El sistema social y económico puede haber parecido benigno para los rodesianos que lo compararon favorablemente (y todavía lo hacen) con el sistema del apartheid en la vecina Sudáfrica, pero no obstante era un sistema basado en los blancos que monopolizaban el acceso a los recursos naturales del país y mantuvieron en raya a los africanos cuyas tierras fueron arrebatadas.

La guerra librada durante la década de 1970 en el estado nacional antes conocido como Rhodesia (hoy Zimbabwe) fue un conflicto asimétrico que enfrentó a las Fuerzas de Seguridad de Rhodesia contra las milicias de los movimientos de liberación de África Negra, las más prominentes fueron ZANLA y ZAPU. Alternativamente conocida como la "Guerra de Rhodesia Bush" y la "Guerra de Liberación de Zimbabwe", se caracterizó por una brutalidad incesante que se cobró la vida de muchos no combatientes. Tanto el gobierno como las fuerzas guerrilleras brutalizarían acciones contra los civiles. Sin embargo, con el paso del tiempo, muchos viejos rodesianos, que se sienten reivindicados por el malestar político y económico de Zimbabwe, han tratado de caracterizar la guerra como si hubiera sido procesada por el gobierno de la minoría blanca de una manera ética y respetuosa de las reglas. Entre sus fuerzas, los Selous Scouts a menudo se promocionan como un modelo de eficiencia marcial e ingenio, cuyos códigos de conducta eran irreprochables. Esto no podría estar más alejado de la verdad. 


La verdadera carta de presentación de los Selous Scouts del ejército de Rhodesia estaba dirigida a la eliminación clandestina de los "terroristas" (combatientes negros de los movimientos de liberación), tanto dentro como fuera del país.


A juzgar por los muchos comentarios hechos por los partidarios de la desaparecida Rhodesia, la historia de la humanidad está repleta de sociedades que se han rebelado contra tal estado de cosas. Este fue el caso de Argelia, Palestina, las tierras eslavas de Europa del Este y Kenia. Y donde las poblaciones nativas que eran consideradas de diversas maneras como “untermensch” o “incivilizadas” (el término nacionalista blanco hoy en día sería pueblos de “bajo coeficiente intelectual”) evitaron el exterminio, lucharon para recuperar sus tierras nativas.


Los negros africanos de lo que llegó a ser el territorio de Rhodesia no eran diferentes de los católicos irlandeses que resistían la colonización británica; los musulmanes argelinos resistiendo la dominación francesa, los negros africanos kenianos resistiendo a los británicos o los palestinos resistiendo las milicias de la Agencia Judía en Palestina y el Estado de Israel una vez establecido.


Una alusión al pensamiento marxista como la raíz del mal que estimuló a los negros africanos a luchar contra el "paraíso" de Rhodesia es tan absurda como perezosa en su construcción. El hecho de que la Unión Soviética y China brindaran ayuda y apoyo a los movimientos de liberación en África y Asia, y hasta cierto punto en América Latina, fue más un accidente de la historia. La resistencia contra cualquier entidad de colonos, como Rhodesia, es una faceta ineludible de la psique humana.

Los polacos y otros eslavos a los que los nazis consideraban infrahumanos no estaban preocupados por la afirmación de Hitler de que los vecinos eslavos de Alemania debían todos los logros culturales a la raza alemana. A los irlandeses que eran ridiculizados como simios, alborotadores y propensos a la fecundidad, no les importaba demasiado la civilización británico-inglesa que bajo Cromwell los había masacrado. Después de todo, fue bajo el dominio británico que tuvo lugar la devastadora hambruna. Hoy en día, esta mentalidad persiste en las comunidades republicanas irlandesas que perciben a Israel como un estado colono colonial injusto y opresivo y apoyan la causa palestina, mientras que los unionistas adoptan el punto de vista opuesto.

Los kenianos correctamente querían recuperar su tierra, al igual que los argelinos y los palestinos. ¿Por qué los viejos rodesianos resienten la idea de que los negros querían recuperar su tierra? Al igual que con los pueblos antes mencionados, el africano negro resintió del sistema paternalista opresivo y resistió.


Rhodesia era una pequeña nación de unos pocos de miles de blancos, principalmente agricultores cuyos hijos fueron reclutados para formar parte de los Selous Scouts.

La insurgencia en Rhodesia: banderas falsas, propaganda negra y guerra psicológica.

El asesinato de los misioneros católicos europeos en 1977 como posiblemente una operación llevada a cabo por los exploradores Selous han sido recibidos con incredulidad y recurriendo al cansado mantra de los "medios marxistas sesgados" (abordaremos a los Selous más adelante).

Cualquiera que investigue el asesinato de los misioneros descubrirá que no fue un caso abierto y cerrado para responsabilizar a ninguna de las partes. Como en todas las guerras, se libraba una guerra de propaganda y Rhodesia no era la excepción. El uso de las artes oscuras de las operaciones de bandera falsa era evidentemente parte de esto. De hecho, dos miembros africanos negros de los Scouts que participaron en la plantación de explosivos en iglesias en Salisbury en febrero de 1980, fueron ellos mismos accidentalmente volados por una de sus bombas. El objetivo de esta operación Selous Scouts era hacer parecer que los operativos que trabajaban para el ala militar de la organización ZANU-PF de Robert Mugabe habían colocado las bombas (la literatura ZANU se dejó en varios lugares) porque, como marxista, Mugabe (el jesuita marxista) estaba "en contra" del cristianismo.

Por tanto, no es inconcebible que miembros negros de los Selous Scouts disfrazados de guerrilleros africanos fueran utilizados para llevar a cabo las masacres de los misioneros con el fin de presentar a las milicias africanas como anticlericalistas.

Los Selous Scouts actuaron con salvajismo, matando a civiles inocentes en los países vecinos, no por error, es decir, el eufemístico "daño colateral", sino como un medio de guerra psicológica. Un buen ejemplo de esto fue la incursión de los Scouts en un campamento de ZANLA, situado en Nyadzonya - Pungwe, Mozambique en agosto de 1976. Llegaron al campamento disfrazando sus vehículos blindados con los colores del Ejército de Mozambique (una táctica clásica de Bandera Falsa) y, según el mayor Reid-Daly, masacraron hasta mil personas.

Aparentemente, fue un recuento impresionante, excepto que los Selous Scouts habían disparado a muchos guerrilleros que estaban desarmados mientras se formaban para un desfile. El campo se registró formalmente como campo de refugiados en las Naciones Unidas. Los guerrilleros estaban presentes, pero el grupo de asalto de los Scouts consideró oportuno prender fuego al hospital del campamento, tras lo cual todos los pacientes fueron quemados vivos.


En estas fotografías se puede apreciar el componente mixto de los Selous Scout -colonos y nativos africanos- En la foto superior, la primera clase de paracaidismo (Imagen vía Archivo Nacional de Zimbabwe). El período durante el cual los Selous Scouts estuvieron más activos fue durante la denominada Guerra de Rhodesia Bush. 


El racismo apenas velado busca promover la idea de que el salvajismo es dominio exclusivo de los africanos mientras se olvida la depravación de origen europeo. Es interesante cómo las brutalidades infligidas a los africanos por las potencias coloniales europeas prefiguraron las visitadas a sus compatriotas europeos, incluidos los judíos, durante el período previo a la Segunda Guerra Mundial y, por supuesto, durante la guerra misma: el genocidio contra los Namaqua y Herrero en la era del Kaiser. Los bóer no se han olvidado de los campos de concentración británicos y tampoco de los etíopes que soportaron los campos italianos en Somalilandia y que fueron masacrados por camisas negras en Addis Abeba en 1937.

En el caso de Rhodesia, ¿cómo se pueden ignorar los hechos de la brutal campaña de contrainsurgencia empleada en la década de 1970? Se utilizaron topadoras y lanzallamas para defoliar 54.000 millas cuadradas de campo. Las "Zonas de Fuego Libre" establecidas por el ejército de Rhodesia significaron que cualquier africano negro que se encontrara dentro de ellas sería fusilado a la vista. Se impusieron toques de queda a la población negra (efectivamente ley marcial) y hubo internamiento y reasentamiento forzoso.


Hubo una campaña de terror que no se detuvo con la matanza de guerrilleros negros africanos, muchos de los cuales no murieron en acción, sino que fueron torturados antes de ser asesinados, sino que también se extendió a los civiles negros africanos.


Detener la insurgencia negra en Rhodesia era una causa perdida para el fallido estado. Objetivamente, los Selous Scouts eran una fuerza de combate formidable, pero estaban luchando por una causa perdida. Las frecuentes referencias a ser "traicionados" por los británicos (y los estadounidenses) suenan huecas. Tiene reminiscencias de la lógica de "puñalada por la espalda" popularizada por los nacionalistas alemanes después de la Primera Guerra Mundial.

La guerra de Rhodesia, como fue el caso de las guerras de Angola y Mozambique, llegó al final de la descolonización de África. Los Selous Scouts sin duda obtuvieron muchas victorias, pero también lo hicieron los militares franceses en Argelia, los británicos en Kenia y Adén y los portugueses en el sur de África.

Rhodesia se habría derrumbado sin el apoyo de los británicos, cuya política de amigos y parientes esencialmente dominó hasta el final. No invadieron Rhodesia después de su Declaración Unilateral de Independencia (UDI) y los británicos eludieron las sanciones suministrando petróleo a Rhodesia a través de Mozambique hasta que los portugueses se retiraron.


Fotografía modificada, en el fondo combatientes Selous Scouts y destacados oficiales de esa unidad del ejército rodhesiano

Guerra racial moderna y política de identidad

Me parece que quienes añoran la vieja Rhodesia han fusionado su razón de ser ideológica con las manifestaciones actuales de las políticas de identidad. Son nacionalistas blancos o, en el lenguaje de muchos de la izquierda política mayoritaria, "supremacistas blancos". El uso del término supremacista blanco es en muchos sentidos objetivo. Después de todo, los rodesianos blancos disfrutaban de una gran cantidad de privilegios; privilegio real y tangible. No las expresiones estúpidas que se utilizan en las “guerras culturales” de hoy en día, donde términos como “privilegio blanco”, “privilegio negro”, “privilegio judío”, etc., se utilizan con frecuencia. Gozaban de un nivel de vida que se debía en gran medida al sometimiento y explotación de la población indígena africana negra. El vínculo con White Supremacy proviene del uso de la antigua bandera de Rhodesia como fuente de identidad blanca militante, como fue el caso del asesino en masa Dylann Roof. También estaba el caso de los soldados canadienses con base en Alberta que se descubrió que vendían banderas, insignias y literatura nacionalista supremacista blanca.

La verdad es que Rhodesia no fue un modelo de democracia que ofreciera a su población negra africana una visión para el futuro. Rhodesia se derrumbó bajo el peso de sus contradicciones. Algunos, como bastantes comentaristas de esta publicación, pueden regodearse de las fallas de los líderes políticos de Zimbabwe, pero la verdad es que viven en negación sobre la naturaleza del sistema y el hecho de que ese sistema estaba condenado al fracaso, como fue el caso del Pieds-Noir franco-argelino y el Boer, deben afrontarlo.


***

Selous Scouts: La guerra sucia, guerra química y crímenes de guerra

Los Scouts se especializaron en la guerra irregular con sus métodos que incluyen "infiltración, asesinato, secuestro, tortura, sabotaje y chantaje".




Curiosamente, el famoso teniente coronel Ronald Reid-Daly, comandante de los exploradores Selous, era un veterano del conflicto de Malasia durante el cual habría visto y asimilado los aspectos más nefastos de la contra-insurgencia empleada por el ejército británico. Si bien el nombre de Frank Kitson a menudo se proyecta como la autoridad clave en la práctica de la contra-insurgencia del ejército británico, después de su experiencia en Keniaa lo que se agregó el uso de “Propaganda Negra” (Kitson utilizó, además, sus experiencias coloniales en Irlanda del Norte contra el Ejército Republicano Irlandés), el principal exponente de lo que llegó a conocerse como guerra de contra-insurgencia rural anti-maoísta fue aplicado en Malasia por el general Robert Thompson. 


Ronald Francis Reid-Daly (1928 - 2010) fue el oficial militar de Rhodesia que fundó y comandó la unidad de comandos de fuerzas especiales Selous Scouts que lucharon durante la Guerra de Rhodesia. Inicialmente Reid-Daly pertenecía al Servicio Aéreo Especial de Rhodesia o SAS - Rhodesia (Escuadrón C 22 SAS). Tanto el SAS como los Selous Scouts fueron las principales unidades de fuerzas especiales utilizadas en operaciones externas.  


Si bien los Scouts fueron efectivos en la destrucción de las guerrillas enemigas, estaban en el centro de una estrategia de contra-insurgencia que libraba una guerra química no solo contra las guerrillas, sino también contra la población africana en general


Un Cessna 337 modificado de la Fuerza Aérea de Rhodesia bombardea con napalm posiciones de la guerrilla


La unidad también fue responsable de iniciar ataques de bandera falsa de los que buscaba culpar a los grupos nacionalistas negros; un modo de operación que, si bien era fundamental para su objetivo de proporcionar al estado de Rhodesia una dimensión de guerra psicológica, sus partidarios afirman erróneamente que era ajeno a la unidad.

Los Selous Scouts eran una unidad multirracial formada en 1973 para librar una guerra no convencional. Los métodos empleados incluyeron infiltración, asesinato, secuestro, tortura, sabotaje y chantaje. La unidad cometió atrocidades de "Bandera falsa" como parte de su modus operandi. La "Guerra Bush" de Rhodesia, como es el caso de una multitud de guerras, tuvo una dimensión psicológica en la que los Selous Scouts, con su experiencia en "pseudo operaciones", emprendieron consistentemente misiones que se basaban en el engaño, y tal engaño fue utilizado para matar a un gran número de enemigos insurgentes (nacionalistas negros) o para eliminar objetivos civiles específicos con el fin de culpar a los insurgentes africanos negros.

La “Operación HECTIC” fue diseñada para desacreditar al ZANU de Robert Mugabe en las próximas elecciones haciendo que su organización pareciera anticristiana y anti-libertad de religión. La ironía es que, aunque influido por el pensamiento marxista-leninista, Mugabe no abandonó totalmente su educación jesuita. Por ejemplo, llamó a uno de sus hijos menores, Belarmino, en honor a un santo católico no muy conocido.


La capacidad de mezclarse con el enemigo convirtió a los Selous Scouts en formidables oponentes.


La operación de 1980 sugiere que las frecuentes acusaciones hechas por los nacionalistas negros de que los Selous Scouts llevaron a cabo atrocidades contra pueblos africanos y misiones católicas son extremadamente creíbles. Habrían utilizado a miembros negros africanos de la fuerza para disfrazarse de guerrilleros y llevar a cabo tales atrocidades. Mugabe culpó específicamente a los Selous Scouts por haber llevado a cabo el ataque contra los misioneros católicos en febrero de 1977, así como por el asesinato a tiros de 27 afroamericanos trabajadores del té en una finca propiedad de blancos en el valle de Honde a fines de 1976.

¿Por qué los Selous Scouts habrían cometido estos hechos? La respuesta es que junto a la guerra de balas y bombas estaba la guerra de propaganda. El estado de Rhodesia buscó desacreditar a las guerrillas africanas negras entre la población negra, así como en la corte internacional de la opinión pública. La historia está repleta de ejemplos de estados que utilizan secciones militarizadas para llevar a cabo actos terroristas. La Mano Roja, la organización terrorista que asesinó a miembros del FLN argelino y sus proveedores de armas de Alemania Occidental fue una creación del Servicio Secreto francés. Y la Fuerza de Reacción Militar (MRF), una construcción de la inteligencia del ejército británico, fue formada por el brigadier Frank Kitson no solo para disparar contra las guerrillas republicanas irlandesas, sino para organizar operaciones que las desacreditarían.

Esto no significa que las atrocidades en disputa pueden no haber sido cometidas por guerrilleros negros africanos que asesinaron a quienes consideraban traidores a su causa, pero debería alentar a los viejos rodesianos incrédulos a quitarse las lentes teñidas de rosa y enfrentar las brutalidades. perpetrados por su lado.


Selous Scouts

Los Selous Scouts fueron creados precisamente para llevar a cabo una "guerra despiadada de no caballeros". De hecho, la unidad llegó a ser conocida, además, por "asesinatos, violaciones, contrabando y caza furtiva", y sus miembros se ganaron la reputación de "asesinos psicópatas" y "extrovertidos vanagloriosos".

El ejército de Rhodesia comenzó a desarrollar una guerra química de contra-insurgencia a principios de la década de 1970, y los Scouts pasaron de ser una unidad de rastreo a ser los principales proveedores de la estrategia de guerra química del estado de Rhodesia. El libro de Glenn Cross de 1999, Plague Wars, da una buena descripción de este aspecto de la guerra. Un artículo académico escrito en 2002 por Ian Martinez para Third World Quarterly que se tituló "La historia del uso de agentes bacteriológicos y químicos durante la Guerra de liberación de Zimbabwe de 1965-80 por las fuerzas de Rhodesia" también es muy esclarecedor sobre el papel de la guerra química en la contra-insurgencia.

Los Selous Scouts recibieron instrucciones de envenenar los abrevaderos, el agua estancada, los arroyos de movimiento lento y otros cuerpos de agua cerca de los campamentos de la guerrilla dentro de Mozambique, cerca de la frontera. En una operación, los Selous Scouts envenenaron un pozo en Mozambique que provocó la muerte de al menos 200 civiles porque el pozo era la única fuente de agua potable en la zona. Los Scouts también recibieron instrucciones de propagar el cólera. Al amparo de la “Operación Caminata Larga” en agosto de 1973, miembros de la unidad vertieron agentes del cólera en el río Ruya. Esto también causó muertes entre civiles inocentes en Mozambique, pero se suspendió porque el agente se disipó rápidamente en el agua y podría extenderse a Rhodesia, incluidas las áreas donde operaban los Scouts.


Los Selous Scouts hacían honor a su nombre, eran unos expertos en el arte de rastrear y explorar. 


La unidad se encargaba de inyectar talio en la carne enlatada que se les daba a los insurgentes con el engaño de que los suministraba una fuente amiga. En una situación, los guerrilleros dieron su carne enlatada envenenada a los aldeanos de Tribal Trust Land que tenían escasez de alimentos, y los aldeanos murieron posteriormente.

Las autoridades reclutaron agentes dobles dentro de las estructuras de la guerrilla negra africana que empaparon ropa y alimentos con órganos fosforados tóxicos. Esto resultó en la muerte de muchos revolucionarios recién reclutados en el viaje a los campos de entrenamiento de la guerrilla en Zambia y Mozambique. Significó que aquellos que aún no se habían comprometido en atacar al estado de Rhodesia (después de todo, podrían haberse rendido o los instructores les hubieran dicho que no eran aptos para la guerrilla) fueron asesinados preventivamente de manera cruel. Además, debido a que los perpetradores, los agentes dobles podían ser identificados fácilmente, ellos mismos fueron asesinados.

Los guerrilleros africanos negros capturados a quienes los Selous Scouts no pudieron "convertir" fueron sometidos a una ejecución extrajudicial o fueron utilizados como conejillos de indias humanos en experimentos biológicos, que por supuesto condujeron inevitablemente a su muerte.

Si bien algunos antiguos rodesianos pueden afirmar que un "fin justifica los medios'', los resultados contradicen su frecuente argumento de que la guerra se libró para defender tanto a los africanos negros como a los blancos, ya que a las autoridades de Rhodesia no parecía importarles que su programa de guerra química fuera, a fines de la década de 1970, causando problemas de salud entre la población civil negra.

En 1979, Rhodesia registró el mayor brote registrado de ántrax, un desarrollo que se ha interpretado como el uso deliberado de un agente biológico armado. Ken Flower, Jefe de la Organización Central de Inteligencia (CIO) de Rhodesia y un oficial del CIO llamado Henrik Ellert confirmaron en sus memorias que el régimen liderado por Ian Smith usó armas biológicas y químicas contra las guerrillas, contra los africanos negros rurales para evitar su apoyo a las guerrillas y contra el ganado para reducir las existencias rurales de alimentos.

La práctica de la guerra química, en el centro de la cual estaban los Selous Scouts, equivalía a crímenes de guerra porque podría decirse que contravenía la Convención de La Haya de 1907. La matanza deliberada y sistemática de ganado en áreas pobladas de África Negra infringía el Artículo Común III de la Convención de Ginebra, 1949. Además, la Convención sobre Armas Biológicas (BWC) de 1972 incorporó la renuncia de la comunidad mundial de naciones al uso de armas biológicas contra seres humanos.

Un aspecto clave del programa de guerra química se refiere a su financiación. Los investigadores han señalado a Gran Bretaña como el punto de origen, desde donde se canalizó el dinero a través de Arabia Saudita y Sudáfrica antes de llegar a Rhodesia.

 

Comandos Selous Scouts patrullando. Este tipo de indumentaria era común entre estos combatientes. 

El mantra de "los británicos nos traicionaron" de los viejos rodesianos olvida que la actitud de "parientes y amigos" se mantuvo firme hasta el final, cuando los británicos y el gobierno de Ian Smith se dieron cuenta que las cargas financieras y de mano de obra impuestas por la guerra al estado de Rhodesia, hacía imposible continuarla. La emigración de blancos que querían evitar el servicio obligatorio, las sanciones, así como las contradicciones morales inherentes al mantenimiento de un estado racial, hicieron imposible su continuación.

Existían dificultades asociadas con la aplicación de sanciones específicas a Rhodesia, que no era signataria de la Convención de Ginebra y, después de su Declaración Unilateral de Independencia en 1965, era un régimen ilegal. No obstante, ahora se reconoce que el uso de tales armas químicas en conflictos internos e internacionales constituye una violación del derecho internacional consuetudinario. 

El problema de atribuir al estado sucesor de Rhodesia, Zimbabwe, la responsabilidad de estos crímenes puede superarse atribuyendo la responsabilidad de estas acciones a las personas que actuaron en nombre del estado de Rhodesia. Esto significaría que los miembros de las Fuerzas de Seguridad de Rhodesia, incluidos aquellos que sirvieron con los Selous Scouts, podrían ser procesados ​​por un tribunal al estilo de Nuremberg por una variedad de delitos, incluido el asesinato y los malos tratos de prisioneros de guerra,

Como parte de la guerra de engaño, las muertes de humanos y ganado por envenenamiento se utilizó como propaganda del gobierno de Rhodesia para culpar a las guerrillas. Así, parte de la estrategia del Estado se orientó a sembrar discordia entre los insurgentes y las poblaciones rurales. Por un lado, se condicionó a los aldeanos a creer que la escasez de alimentos se debía a la actividad guerrillera, mientras que se alentó a los insurgentes a creer que los aldeanos estaban envenenando sus alimentos. En varios casos, lanzaron ataques contra las aldeas de las que eran responsables.

Las admisiones de los veteranos de Selous Scouts con respecto a estas acciones y objetivos son raras, pero un cable de la Agencia de Inteligencia de Defensa de los Estados Unidos (DIA) desde Harare a Washington DC en 1990 reveló que un miembro de los Selous Scouts admitió en 1978 que habíanintentado ambos técnicas de guerra química y biológica para matar terroristas”. Y los recuerdos de personas como Ken Flower y Henrik Ellert con respecto a las atrocidades de los Selous Scouts son muy relevantes porque los Scouts estaban directamente bajo el control del CIO y no del Ejército de Rhodesia

El gobierno de Rhodesia tenía un estricto control sobre los medios de comunicación, lo que facilitó las operaciones psicológicas de los Selous Scouts. Por tanto, la población blanca estaba sujeta a un lavado de cerebro por parte de la propaganda gubernamental que incluía una gran cantidad de desinformación.

Esto explica en parte la renuencia de muchos antiguos rodesianos a aceptar este aspecto poco saludable de la lucha por mantener el status quo.


Adeyinka Makinde

Fuente:

Rhodesia: Ruminations on a Former Colonial Settler State

History: Rhodesia’s 1970’s “Dirty War”: A Tale of False Flag Terror and War Crimes

30 junio 2021

El triunfo del mal y la necesidad del crimen en la economía


Danza de la muerte, Otto Dix. 1917


Una critica al sistema judicial y económico estadounidense por un estadounidense 

por John Kozy


Nota de introducción

Continuando con la tónica de algunos artículos sobre guerra y psicología, mucha lógica y reflexión, sin adentrarnos en el siempre complejo dilema filosófico, hoy desempolvaremos valiosos artículos "viejos", "recién envejecidos para americanos...", como reza la letra de una canción de antaño del cantautor argentino Piero. 

En realidad son dos artículos escritos por John Kozy en inglés (desconozco si fueron traducidos al castellano), "The Triumph of Evil" (El triunfo del mal) (2010) y "How the Economy Works: the Necessity of Crime" (Cómo funciona la economía: la necesidad del crimen) (2012), hemos unificado y resumido (extractos) las reflexiones de Kozy para mejor comprensión del lector, por supuesto, el interesado puede recurrir a las fuentes originales en inglés en las referencias bibliográficas a pie de página y con las modernas herramientas del presente leerlas en cualquier idioma.

John Kozy, estadounidense, profesor jubilado de filosofía y lógica, escribe sobre temas sociales, políticos y económicos. Después de servir en el ejército de los Estados Unidos durante la Guerra de Corea, pasó veinte años como profesor universitario y otros veinte años trabajando como escritor. Ha publicado un libro y es articulista  en revistas académicas y revistas comerciales, así como ha escrito editoriales invitado por periódicos realizando una crítica al estableshiment y sistema de gobierno de los Estados Unidos. Su vasto trabajo puede ser consultado en línea a través de Global Research.


*** 

El Triunfo del Mal

Las sociedades modernas han justificado su adopción de actividades delictivas alegando que tales técnicas son necesarias para combatir el mal. Pero la guerra contra el mal por parte de los buenos no se puede ganar usando tácticas malvadas. El mal nunca produce bondad, y al usar estas malas prácticas, la cantidad de maldad en el mundo aumenta tanto en cantidad como en extensión. Intentar salvar a la nación convirtiéndose en aquello de lo que estás tratando de salvar a la nación es un suicidio. 


A menos que se utilicen técnicas benignas el mal prevalecerá. Parafraseando el comentario de J. Robert Oppenheimer después de que la primera bomba atómica fuera probada con éxito, nos habremos convertido en el mal, el destructor de la bondad.

Hace algunas décadas, mientras cenaba con un fiscal general recién elegido del estado de Carolina del Norte y el presidente del Tribunal Supremo de la Corte Suprema de ese estado, el jurista me dijo que todos los involucrados en el sistema legal y la aplicación de la ley tenían que pensar como criminales para atraparlos. Él creía que la declaración era directa y evidente hasta que señalé que la línea entre pensar como un criminal y actuar como uno es muy fina y se cruza fácil y frecuentemente, lo que resulta en aumentar la cantidad de maldad en la sociedad en lugar de reducirla. Aparentemente, pocos notan esta consecuencia y el comportamiento criminal de los encargados de hacer cumplir y juzgar la ley ha aumentado tan sustancialmente que se ha convertido en una práctica común.


Protestas en mayo de 2020 en Los Ángeles por la muerte de George Floyd

Los medios están repletos de videos de brutalidad policial. Se ha filmado a la policía golpeando a prisioneros sometidos, aplicando pistolas eléctricas a personas (incluso ancianas) de forma indiscriminada, disparando a personas con discapacidades mentales a las que han sido llamados para ayudar y matando a personas atrapadas cometiendo delitos no capitales que intentan escapar (a veces disparándoles por la espalda). Las investigaciones para determinar si esos agentes deben rendir cuentas rara vez dan lugar a un castigo (Nota del editor del blog: No cambió en nada esa situación desde hace más de una década, es más no ha cambiado nunca la política represiva ante gente vulnerable y sí, incluso ante pequeños antisociales y renegados sociales. Estas líneas, escritas hace más de una década siguen siendo válidas en el presente, agravadas con la brutalidad policial en la muerte del estadounidense George Floyd y la consecuente protesta social).

Se ha demostrado que las personas que proporcionan información forense en los juicios han falsificado pruebas de manera que facilitan las condenas, ayudaron repetidamente a los fiscales a obtener condenas durante largo tiempo, principalmente al tergiversar pruebas de sangre. Se han encontrado problemas similares en varios laboratorios forenses. Un ex fiscal en Dallas, Texas, Henry Wade, ya fallecido, se volvió infame por haber condenado a un gran número de acusados inocentes. Los jueces de los tribunales de primera instancia denegaron la mayoría de las solicitudes de pruebas de ADN. Los fiscales se oponían habitualmente a las pruebas. Además de una confianza casi total en el testimonio de testigos presenciales, una revisión de los casos de ADN del condado de Dallas muestra que 13 de los 19 hombres condenados injustamente eran negros, identificados erróneamente por víctimas de otra raza, investigadores, fiscales y muchos de los jurados en los casos eran todos blancos, La policía utilizó procedimientos de alineación sugestivos y, a veces, presionó a las víctimas para que eligieran a su sospechoso, los fiscales con frecuencia iban a juicio con identificaciones de testigos únicos y corroboraciones endebles y trataban de preservar identificaciones inestables reteniendo pruebas que apuntaban a sospechosos potenciales, los jueces aprobaban identificaciones previas al juicio contaminadas. Es casi como si fuera todo el sistema, simplemente adoptamos lo que dice la policía. Luego están los enjuiciamientos con el testimonio de delincuentes sobornados para actuar como informantes. El soborno es una actividad delictiva, y si se demostrara que un abogado defensor sobornó a un testigo, el resultado probable sería la inhabilitación; sin embargo, los fiscales suelen hacerlo.

Lo anterior presenta una imagen fea, ¡fea en verdad!

Pero el mal no se limita a la aplicación de la ley local. Cuando los funcionarios se dieron cuenta de que pueden actuar con impunidad sin temor a sufrir consecuencias personales, la máxima, hay que pensar como delincuentes para atraparlos, sufrió sutiles alteraciones. Ahora hay que pensar como banqueros para poder regularlos. Lo mismo se dice de los corredores de bolsa, los petroleros y cualquier otro grupo de interés. Todo el mundo quiere autorregularse. Pero la autorregulación no es más que una licencia para participar en un comportamiento delictivo. Todo el sistema de gobierno se convierte en una oligarquía de viejos que se rascan la espalda unos a otros. Todo el mundo sabe lo bien que funciona.




Las agencias federales, incluida la Corte Suprema, también son cómplices. La Corte viola la Constitución de forma rutinaria. ¿Recuerda la decisión que validaba el encarcelamiento de japoneses estadounidenses durante la Segunda Guerra Mundial? Otras decisiones, quizás no tan obvias, pueden citarse fácilmente. El FBI y Seguridad Nacional violan habitualmente las disposiciones de privacidad de la Constitución y la ley, y los tribunales no han intervenido. La CIA se ha convertido en una versión oficial de Murder Inc., y ahora incluso aboga por el asesinato de estadounidenses que viven en el extranjero y que han sido etiquetados como "terroristas". La agencia se ha convertido en el dispensador de justicia vigilante, mientras que a los estadounidenses se les dice que nunca se tomen la ley en sus propias manos.

Nadie parece darse cuenta de que la guerra contra el mal por parte de los buenos no se puede ganar con tácticas del mal. El mal nunca produce bondad, y al usar estas malas prácticas con el pretexto de luchar contra el mal, la cantidad de maldad en el mundo aumenta tanto en cantidad como en extensión. Intentar salvar una nación convirtiéndose en aquello de lo que está tratando de salvar a la nación es un acto de autodestrucción nacional; es suicida.

Entonces, ¿cómo se puede esperar que el bien luche contra el mal?

A menudo se cita la afirmación de Edmund Burke: "Todo lo que se necesita para el triunfo del mal es que los hombres buenos no hagan nada". Suena bien, ¿no? Pero la afirmación cae en la categoría de nociones que Michael Faraday etiquetó como "ideas favoritas" y nos advirtió que desconfiáramos de ellas. Piense en ello por un minuto. ¿Son realmente buenas las personas que no hacen nada?

ABC News tenía una serie, titulada ¿Qué harías?, organizaba actos ilegales en lugares públicos para ver cómo responden los espectadores desprevenidos. Muchos no hacen nada. La implicación de estas historias es que algo anda mal con esas personas. De hecho, nadie sabe cuál es la proporción de personas buenas y malas en la sociedad. Quizás simplemente no hay suficientes personas buenas para marcar la diferencia, sin importar lo que hagan. Pero incluso suponiendo, como la mayoría de la gente, que los buenos superan en número a los malos, pocos se dan cuenta de lo difícil que es para los buenos luchar contra el mal.

Pueden, por supuesto, protestar contra el mal. Algunos como ACLU, Innocence Project y otros presentan demandas, otros exponen el mal al solicitar documentos a través de la Ley de Libertad de Información y al convertirse en denunciantes. Si bien todas estas acciones valen la pena y a menudo dan como resultado la lucha contra actos ilícitos específicos, tienen poco efecto sobre el mal sistémico que se ha incorporado al comportamiento institucional. Las buenas personas parecen estar limitadas por su bondad. ¿Entonces no hay esperanza? ¿No se puede hacer nada para evitar el triunfo del mal?

Algunas sociedades han desarrollado formas benignas y civiles de afrontarlo. Gandhi pudo usar la resistencia pasiva para expulsar al malvado RAJ británico de la India, pero, desafortunadamente, los indios no pudieron usarlo para evitar que un malvado RAJ local adquiriera el control. Sin embargo, Gandhi demostró que la resistencia pasiva puede funcionar.

Los noruegos durante la Segunda Guerra Mundial redefinieron el apellido Quisling en el sentido de traidor y, por lo tanto, difamaron a Vidkun Quisling, quien ayudó a la Alemania nazi después de que conquistara Noruega para que él mismo pudiera gobernar. El término se utilizó más tarde para denigrar a los partidos políticos fascistas, las fuerzas militares y paramilitares y otros colaboradores en los países aliados ocupados. Si, como algunos afirman, Estados Unidos se está convirtiendo en un estado fascista, "Quisling" todavía se puede utilizar hoy. Recientemente, Stephanie Madoff, nuera de Bernard Madoff, presentó documentos judiciales solicitando cambiar su apellido y el de sus hijos a Morgan para evitar humillaciones y acoso adicionales. La difamación al asociar el nombre de una persona con sus actos y aplicarlo a otros que actúan de la misma manera es una forma eficaz y benigna de atacar el mal.

Las sociedades primitivas desarrollaron toda una gama de formas benignas de enfrentar el mal, algunas de las cuales todavía se utilizan hoy en lugares aislados. El ostracismo, el anatema y el rechazo social se han utilizado con éxito. El establecimiento no espera que la gente actúe de esa manera; espera que utilicen los canales habituales establecidos para expresar su desaprobación. Pero hace mucho tiempo que se ha demostrado que esos canales establecidos son ineficaces. Todo lo que se necesita para ganar la batalla contra el mal es encontrar formas de hacer miserable la vida de los malhechores. No se necesitan leyes, ni violencia, ni siquiera castigo. Molestarlos, avergonzarlos, evitarlos, condenarlos al ostracismo, convertirlos en marginados sociales, personae non gratae. Incluso si el bien en la sociedad constituye solo una minoría, si la minoría es lo suficientemente grande, puede tener éxito utilizando técnicas tan benignas pero molestas. 


II

Cómo funciona la economía: La necesidad del crimen


 

"El dinero hace girar al mundo

Un marco, un yen, un dólar o una libra

Es todo lo que hace girar al mundo. ”

- canción de Cabaret


La economía es meramente una suma de dinero y el dinero que compone la suma se valora por igual si resulta de virtuoso o vicioso, bueno o malo, constructivo o destructivo, humano o inhumano, legal o ilegal, prácticas benéficas o malévolas. Que las personas se beneficien o resulten heridas nunca es una preocupación económica. Las personas, como todo lo que no es monetario, son irrelevantes.

Érase una vez, cuando comienzan todas las leyendas de la buena moralidad, la humanidad vivía en un hábitat natural. La gente se afanaba, pero ninguna trabajaba en nada parecido a lo que hoy se llama trabajo. Cazaban, pescaban, atrapaban y recolectaban bayas, frutas y raíces comestibles. Más tarde la gente aprendió a cultivar la tierra y a domesticar y pastorear animales. Los rendimientos se compartían con todos los miembros de sus clanes: los jóvenes y los ancianos, los capaces y los discapacitados, los sanos y los enfermos. De cada uno según su capacidad; para cada uno según sus necesidades era una práctica común, no un precepto ideológico. Y la raza humana floreció. Las aldeas alrededor de parcelas cultivadas se convirtieron en pueblos y los pueblos en ciudades. Pero en algún lugar de la progresión, algo salió terriblemente mal. ¡La gente dejó de compartir! Las personas con esto comenzaron a comerciar con otras por eso, y comenzó lo que ahora se conoce como comercio.

El problema es que, habiendo sido trasladado de un hábitat natural a uno artificial, no natural, todos no tenían un esto para cambiar por otro. Los ricos se distinguieron de los que no tenían. ¿Qué iban a hacer los que no tenían? Bueno, podrían mendigar o venderse o volver a ser lo que hubieran sido en su hábitat natural: ¡ cazadores y recolectores! Pero ahora la presa eran los que tenían y su propiedad se volvió recolectable. Entonces, ¿qué tenían que hacer los más ricos?

Podrían haber vuelto a compartir, ¡pero no lo hicieron! En cambio, desarrollaron formas de proteger lo que tenían. Asignaron a algunos para promulgar reglas y a otros para hacerlas cumplir. Algunas personas consiguieron trabajos, legisladores y guardias. Siempre que se atrapaba a un infractor de las reglas, tenía que ser juzgado. Se crearon más puestos de trabajo: abogado y juez. Cuando era condenado, el infractor de las reglas tenía que ser castigado y las cárceles surgieron con sus guardianes. Cuando los presos fueron liberados, tuvieron que ser monitoreados, por lo que ahora se necesitaban oficiales de libertad condicional. Todo esto cuesta mucho a los que tienen. ¿No habría sido más barato compartir?



Quizás, pero la gente no podría volver a eso ahora. Pues todos estos guardias-trabajadores, como se les llama ahora a menudo en la literatura, constituyen una actividad económica en sí misma. Volver a compartir los convertiría a todos en desposeídos. Pero ahora son personas importantes y poderosas. ¡Jueces, abogados, legisladores! ¿No tienen? ¡Cielos, no! Aunque son reacios a pensar en sí mismos de esta manera, estas personas no son más que guardias de seguridad aclamados. En comparación con los peces, son los comederos inferiores del acuario. ¿Qué serían sin crimen?

La empresa comercial de trabajo de guardia es como cualquier otra empresa comercial. Para beneficiarse, debe crecer; pero para crecer, el crimen debe aumentar. Sin aumentar la delincuencia, el trabajo de guardia se atrofia. Lo que surgió para controlar el crimen ahora lo requiere. El crimen se ha convertido en una parte necesaria de la economía. No se puede eliminar; ni siquiera se puede reducir sin afectar negativamente a la economía. A los economistas les encanta. También lo hacen los abogados, legisladores y jueces. ¡Pero no lo admitirán! Hay que alimentar la actividad comercial de custodia de los que tienen y su propiedad.

Oh, mierda, dirá algún lector. Quizás, pero abandonemos el érase una vez y volvamos al ahora es el momento.

¿Por qué algunos miembros del Congreso tienen la intención no solo de reducir la red de seguridad social sino también de eliminarla? Porque mantener las espaldas de los desposeídos contra la pared aumenta su probabilidad de convertirse en criminales para alimentar a los trabajadores de la guardia ¿Y por qué estos mismos miembros del Congreso no están dispuestos a restringir las actividades del complejo militar-industrial? Bueno, los AK-47 vienen de ahí y son tecnologías que mejoran la productividad. Hacen que los guardias y los delincuentes sean más eficientes ¿y economistas? Bueno, consideremos cómo se mide el producto interno, la medida más amplia de la economía.

El producto interno bruto (PIB) es el valor de mercado de todos los bienes y servicios comprados en un período determinado. En resumen, mide cuánto dinero se gasta. Cuando se gasta más dinero, el PIB aumenta, cuando se gasta menos, el PIB disminuye. Cuando el PIB aumenta, se dice que la economía está creciendo, cuando el PIB baja, se dice que la economía se contrae. Esto implica, por supuesto, que "la economía" no es más que un número.

Bueno, ¿qué hay de malo en eso?:

Digamos que un pirómano incendia un edificio enorme y el fuego causa tanto daño que el edificio no se puede reparar. El propietario contrata a un vendedor para que lo derribe y retire la basura. El costo de hacer eso es producto nacional. En cierto sentido, destruir algo lo convierte en un producto. Joseph Alois Schumpeter, el Arnold Alois Schwarzenegger de la economía, lo llamó “destrucción creativa”: las cosas se destruyen para crear productos domésticos. En realidad, el crimen crea una gran cantidad de producto interno. El costo de las armas y herramientas utilizadas por los delincuentes es producto nacional. Si se detecta, el costo del juicio de un acusado es producto nacional. Si es declarado culpable, también lo es el costo de su encarcelamiento.

Pero es aún peor. El asesinato de una persona crea un producto doméstico. Hace aproximadamente un siglo, especialmente en el Medio Oeste de Estados Unidos, cuando una persona moría, su familia encontraba un lugar agradable detrás de la granja y cavaba una tumba. Hoy eso no se puede hacer; hoy la muerte es una fuente de ingresos. Primero se requieren los servicios de un enterrador, luego se debe comprar un ataúd, luego se adquiere una parcela de cementerio y flores para el visionado. La muerte de una persona hace que el producto doméstico crezca y crezca. La economía mejora cada vez más. ¡Absurdo !, dices. Sí, lo es, pero así es exactamente como funciona la economía.

Así que piénselo. Cuando un grupo de saudíes derribó el World Trade Center, crearon productos nacionales, muchos de ellos. La mayoría de los estadounidenses consideran a estas personas como terroristas, pero desde una perspectiva económica, son empresarios que crean empleo. Cuente todas las personas empleadas en la limpieza del sitio y la reconstrucción de los edificios. Es un cumplimiento del sueño de Schumpeter, pero debería haberlo llamado "creación destructiva".

Si quiere saber por qué los estadounidenses no pueden controlar las armas, piense en el sueño de Schumpeter. Los llamados negocios legítimos ganan dinero con la muerte en Estados Unidos. Matar en Estados Unidos es una actividad económicamente creativa. Toma a los seres humanos y los convierte en productos domésticos. El PIB crece con cada crimen. Sin el crimen, el PIB se desplomaría.

Entonces, ¿cuál es la moraleja de esta leyenda? Qué tal, "Si quieres mejorar la economía, sal y mata a mucha gente". No hará mucho por el país o su gente, pero el PIB explotará y los economistas salivarán sobre lo bueno que son los fundamentos de la economía.

¿Te imaginas algo más absurdo? No importa, porque así es como funciona realmente la economía. No tiene ninguna relación con las personas y su bienestar. El dinero obtenido por una actividad destructiva es tan bueno como el dinero obtenido por una creativa. El dinero que se gana robando es tan bueno como el dinero que se gana con honestidad (como todo banquero sabe). El dinero lavado es tan bueno como el dinero limpio. El dinero que se gana matando (aquí o en el extranjero) es tan bueno como el dinero que se obtiene dando a luz. Así funciona la economía. Ni las personas ni la calidad de nada importan; solo el dinero hecho lo hace, y el coro político canta,

Dinero, dinero, dinero, dinero.

Dinero, dinero, dinero, dinero


 

Todo esto en una nación compuesta por personas, el 80% de las cuales afirman ser seguidores de una deidad que proclama que el amor al dinero es la raíz de todos los males, y ni un solo clérigo se queja.


Así es, querido lector, cómo funciona Estados Unidos. La economía es meramente una suma de dinero, no prácticas que sustentan al oikos, y el dinero que compone la suma se valora por igual si resulta de virtuoso o vicioso, bueno o malo, constructivo o destructivo, humano o inhumano, legal o ilegal, prácticas benéficas o malévolas. Todo ese lucro es asqueroso. Que las personas se beneficien o resulten heridas nunca es una preocupación económica. La gente, como todo lo que no es monetario, es irrelevante, lo que hace que esta economía sea totalmente inmoral. Este mensaje de un destacado asesor financiero lo demuestra:

"Como inversores, no debemos permitir que nuestras creencias políticas, los medios de comunicación o cualquier otra cosa se interpongan en el camino de nuestra búsqueda para convertir nuestro dinero ganado con esfuerzo en una riqueza duradera".


 John Kozy

The Triumph of Evil

How the Economy Works: the Necessity of Crime

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