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07 julio 2018

Al Quds y la liquidación de la causa Palestina (2)



El "Acuerdo" del Siglo




Nota de introducción por el editor del blog.

A inicios de año ya anunciamos sorpresas en cuanto al futuro de Palestina dictado por fuerzas extranjeras, desde antes era evidente que el fin de la causa palestina se estaba tramando bajo dura presión de Israel.

Aunque se tenían reservado el plan a presentarse, ya era conocido varios detalles que comenzaron a hacerse públicos con el discurso de Donald Trump en que anunció el traslado de la embajada estadounidense de Tel Aviv hacia al Quds (Jerusalén)  hecho que se verificó en mayo de este año, aunque no se ha efectivizado por motivos de seguridad, lo que está funcionado -por el momento- en Jerusalén es el Consulado. De todas formas ese acto de abierta hostilidad contra Palestina equivale a reconocer a Jerusalén como la capital del estado de Israel, casi todos los pueblos y gobiernos árabes condenaron tal decisión. 

Esa medida es parte de la estrategia de anunciar una futura alianza -o al menos un tratado de paz- entre Israel y Arabia Saudí, cuyo trasfondo es contener la fuerte influencia regional que ejerce Irán. Pero las cosas no funcionan de esa manera, dada la oposición de gran parte de la comunidad internacional a la unilateral medida de los Estados Unidos de reconocer Jerusalén como capital de Israel habría sido una de las causas de la cancelación de la cumbre prevista para marzo del 2018 en que Arabia Saudí e Israel declararían su reconciliación histórica. Luego vendrían las movilizaciones del pueblo palestino demostrando su indignación y la consecuente masacre perpetrada por tropas israelíes contra indefensos manifestantes. 





No solo que la ira popular trastocó (por el momento) el anuncio de la alianza israelí-saudí, sino que el plan inicial para terminar con el sueño palestino ha tenido que ser corregido -no se si para peor-. En un inicio, americanos, saudíes e israelíes intentaron forzar a la autoridad palestina para que acepte la anexión incondicional de Jerusalén Este a Israel y la proclamación oficial de capital “eterna” de Israel. Como expresamos en el artículo de referencia, Al Quds y la liquidación de la causa Palestina (1), las condiciones eran duras, no estaba contemplado el surgimiento de un estado palestino independiente en Cisjordania y Gaza, no obstante que Mohammed bin Salem, heredero del trono saudí, proponía al presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, que la ciudad de Abu Dis (en la Gobernación de Jerusalén) sea la capital del estado palestino. Israel construyó un muro que separa Abu Dis de Jerusalén, los palestinos dicen que Abu Dis es apenas un pequeño distrito (o barrio) de Jerusalén por lo que siguen reclamando la mitad de la ciudad que permanecía bajo control de Jordania antes de la "Guerra de los Seis días".

Hemos dicho que hasta los sueños tienen límites, que ese juego geo-estratégico no podría culminar exitosamente sin que provoque la ira palestina e internacional y hasta que pueda desatar un gran conflicto; que el débil gobierno palestino y su pueblo no se quedarían impávidos, ni otras potencias permanecerían como simples observadoras de tan grotesco show. Irán, Rusia, China y otros tienen mucho que decir y aportar en la resolución de la crisis. 

En fin, estamos a mediados del 2018 y las cosas han variado. 

Hoy, nos han presentado una pomposa revisión del plan inicial. Solo que ahora, a más de seguir perjudicando a los palestinos, también se meten con el Reino Hachemita de Jordania. Algunos expertos no demoraron en expresar que recientes y fuertes manifestaciones en ese reino tenía un trasfondo semejante a una nueva "primavera árabe"; para otros analistas se trata de una "elegante" manera de presionar al rey Abdallah II para que acepte el plan estadounidense para Palestina.

Thierry Meyssan en sus siempre reconfortantes ensayos nos recuerda que 
"el Reino Hachemita sigue siendo considerado el reino de los palestinos y que el rey Abdallah II es el «Protector» de los lugares sagrados musulmanes en Jerusalén y el «Guardián» de los lugares sagrados cristianos en la Ciudad Santa, título reconocido a Jerusalén en el año 2000 por el papa Juan Pablo II. Hasta el inicio de la aplicación de los acuerdos de Oslo, Jordania administraba el territorio de Cisjordania, a pesar de que ese territorio se hallaba bajo la ocupación israelí desde la Guerra de los Seis Días. El propio Yasser Arafat se planteó entonces la posibilidad de jurar lealtad a la monarquía hachemita. Los palestinos son al menos tres cuartas partes de la población jordana, sólo el 25% restante son beduinos y pobladores autóctonos". (1) 


Muchos se preguntarán, no es mejor luchar por cristalizar el plan de 1948 de las Naciones Unidas que contemplaba la creación de los dos estados y que Israel aceptó?. Ahora, nos hablan de un "Acuerdo" y del siglo!, en qué momento negociaron con los representantes de la Autoridad Palestina?

El Plan desarrollado por Jared Kushner (o quién sabe por quién), nombrado consejero especial (por ser yerno de Trump), contempla que Jordania jugará un papel trascendental en el "Acuerdo del Siglo". Pero revisemos una interesante crítica a este nuevo "Acuerdo", una excelente publicación de Hispano TV.

Gracias por su deferencia, sugiriendo de lectura del último artículo de Thierry Meyssan sobre el tema: "Jared Kushner y el 'derecho a la felicidad' de los palestinos" (2)

Tito Andino U. 


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El acuerdo del siglo, máxima hipocresía y mínimo de vergüenza *
 Jared Kushner y Jason Greenblat están en gira por algunos países del Oriente Medio para ultimar su llamado “acuerdo del siglo”.


por Nicola Hadwa y Silvia Domenech 

Nicola Hadwa es analista internacional chileno-palestino. Ex entrenador de la Selección Palestina de Fútbol, Director de la Liga Latinoamericana por el Derecho al Retorno y coordinador del Comité de Solidaridad con el Pueblo Palestino de Chile. Especialista en temas principalmente del Medio Oriente. Es colaborador de varias cadenas de noticias internacionales. Silvia Domenech.Investigadora cubana con varios libros publicados. Doctora en Ciencias Económicas y Profesor Titular de la Universidad de La Habana y la Escuela Superior del PCC.



Jared Kushner el yerno de Trump y sionista recalcitrante, junto a otro fanático sionista, Jason Greenblat (el ex vicepresidente de la Trump Organization), están en gira por algunos países del Oriente Medio para ultimar su llamado “acuerdo del siglo”. Acuerdo que, en un escenario caracterizado por la ya prácticamente irreversible derrota de los planes occidentales-saudita-sionistas de utilizar ejércitos terroristas para dividir y debilitar el Medio Oriente, aflora como un nuevo salvavidas para proteger y asegurar la entidad sionista. Y el cual no es más que un plan para lograr la entrega definitiva de los derechos del pueblo palestino a los sionistas y su renuncia al objetivo de libertad y liberación nacional.

Dicho acuerdo, que tiene sus antecedentes en viejas aspiraciones sionistas como el Plan Alón y el Plan Yinón, busca cercenar Cisjordania y, uniendo lo que quede con Gaza y Jordania, crear un estado palestino-jordano, echando a un lado al monarca jordano y colocando en su lugar a otro títere con rostro de democracia, englobando así al pueblo palestino y enjaulándolo bajo la vigilancia de un ejército jordano más poderoso y el ejército sionista. Todo ello financiado por Arabia Saudita con el dinero de su pueblo, del cual se apropia sin límite alguno.

¿Qué ocurre con este “nuevo” plan sionista-norteamericano denominado “Acuerdo del siglo”? 

Cuatro países árabes ya han garantizado el apoyo a este acuerdo. Egipto, país gobernado hoy por una dictadura militar impuesta por los sionistas, que colabora activamente para sofocar a Gaza por el bloqueo, el hambre y las enfermedades. Jordania, monarquía feudal dependiente del tesoro norteamericano y saudita, con una amplia historia de traiciones. Arabia Saudita, monarquía retrógrada y medieval que no es otra cosa que el financista de todos los planes sionista-norteamericanos para el Medio Oriente, y cuya historia, al igual que la de Jordania, está llena de traiciones y complot contra los pueblos árabes; situación denunciada por Gamal Abdel Nasser cuando Egipto fue el símbolo de la libertad y el nacionalismo árabe. Y para completar el cuarteto, Emiratos Árabes Unidos, aliado incondicional de los saudí y Egipto en intereses y acciones, que también ha forjado fuertes y estrechos lazos con los sionistas en los últimos tiempos.

Que estos cuatro países apoyen el Acuerdo del Siglo, no obstante, no es una sorpresa. Sus gobiernos no han hecho más que repetir su dual comportamiento, mantenido desde el inicio de la colonización de Palestina en diferentes momentos de la historia expresado, por un lado, en su fingida condena –usualmente limitada a lo verbal– de las acciones contra este heroico pueblo, cuando en realidad actuaban de acuerdo a los intereses de los sionistas. Y, por otro, en el engaño a sus propios pueblos, quienes veían con horror como sus hermanos musulmanes y árabes eran despojado y expulsados de sus tierras. A la vez que, la Liga Árabe publicaba sus declaraciones colectivas, todas destinadas al basurero, que a lo más sacaban una sonrisa a los gobernantes sionistas y un fruncir de ceño al imperio. De esa forma mantuvieron dormidos y, al mismo tiempo, oprimidos a sus pueblos, haciéndoles creer que eran activos enemigos de la entidad sionista.

La realidad, no obstante, era otra. Y no podía ser de otra forma, pues no era casual. Ese comportamiento ha estado condicionado a la lucha por la subsistencia en el poder de monarquías y gobiernos reaccionarios, dado que el mantenimiento en esos países del poder colonial e imperial genera un conjunto de situaciones que en el terreno social, nacional y político conducen a luchas de liberación nacional, y luchas de emancipación social y de justicia. Situaciones en conjunto en extremo volátiles y peligrosas para esos gobiernos dictatoriales y monarquías que ven en la entidad sionista y en Estados Unidos, junto a otras potencias como Francia e Inglaterra, a sus protectores en contra de sus propios pueblos. Haciendo, además, que el temor a la justicia social y la libertad de los pueblos árabes, sea mayor y más importante que la libertad del pueblo palestino o la recuperación de los santos lugares del Islam.

Estos cuatro países apoyan el Acuerdo, por consiguiente, porque al hacerlo están cumpliendo las funciones que sus propios intereses le dictan. Porque éstos, sus intereses, son comunes y coherentes con el contenido de dicho Acuerdo, y porque esa acción se corresponde con su acción histórica. Todo lo cual no tiene nada que ver, ni tiene relación con el nacionalismo ni con el respeto a su religión, sino más bien con el interés común de salvaguardar sus privilegios, que no son los de los pueblos árabes ni los de los musulmanes.

No por gusto durante muchos años estos gobiernos árabes, especialmente las monarquías feudales retrógradas, han colaborado activamente con los sionistas y Estados Unidos en materias como la inteligencia y la seguridad, informando y deteniendo -y a veces desapareciendo- a los nacionalistas y patriotas árabes que constituyen un peligro político para ellos, para los sionistas o Estados Unidos.



Este último país el cual, bajo el pretexto de prevenir la explosión social y política en el mundo árabe e islámico -como ocurrió en Irán-, impuso rápidamente y con la venia de todas las monarquías, bases militares en ellos. Bases que, por supuesto no eran ni son para protegerlos de la entidad sionista, aliada inseparable de Estados Unidos. ¡Habría que ser muy ingenuo para creer eso! Esas bases permiten a Estados Unidos proteger sus propios intereses sobre el petróleo y el gas árabes, de propiedad yanqui-sionistas y, al mismo tiempo, proteger a las monarquías de un eventual levantamiento popular contra la situación de miseria y opresión a la que tienen sometidos sus pueblos. Asimismo, y no de menor importancia, les permite vigilar a Irán y a Rusia.

También en la desesperación por el despertar de los pueblos árabes, se ha tratado de desviar las luchas de liberación nacional y emancipación social y política hacia una lucha torcida entre religiones y sobre todo entre Suníes y Chiíes. A pesar de esto y de los muchos otros esfuerzos realizados, las realidades en el terreno, las comunicaciones sociales y los hechos diarios hacen ver claramente a los pueblos árabes que estas monarquías no son lo que intentaron aparentar por muchos años. Y las situaciones político militares y sus vertiginosas y variantes formas de desarrollo han obligado a que estas monarquías y gobiernos árabes se saquen las caretas y muestren sus verdaderas y oscuras caras.

Hoy los príncipes y oficiales saudíes viajan a Tel Aviv a mostrar lealtad y buscar alianzas contra los pueblos árabes e islámicos anti imperialistas o nacionalistas. Egipto mantiene un vergonzoso bloqueo contra sus hermanos palestinos. Jordania además de ayudar a los terroristas del Estado Islámico, ayuda en seguridad e información a la entidad sionista y firma con esa entidad un millonario contrato de abastecimiento de gas por 10.000 millones de dólares.

La entidad sionista dispone ya de una misión diplomática en los Emiratos Árabes. Y todos ellos, junto a sionistas y los principales países imperialistas, entrenan financian y arman a los peores terroristas jamás vistos, con el objeto de destruir a los países que ejercen independencia del poder imperial y conforman el Frente de la Resistencia, es decir Siria, Iraq, Irán, Hezbolla y las organizaciones de resistencia Palestina. Precisamente, uno de los objetivos de este plan es también tratar de evitar que la entidad sionista quede cara a cara con este Frente de la Resistencia, y lograr que los traidores árabes hagan, como ha sido siempre históricamente, el trabajo sucio de los sionistas. El reinicio del bloqueo a Irán y las agresiones a Siria y Hezbollah son parte de este proceso buscando debilitarlos frente al cuarteto de la traición.


Eretz Isarael. El término 'Plan Yinon' se refiere a un artículo publicado en febrero de 1982 en la revista hebrea Kivunim ("Direcciones") titulado "Una estrategia para Israel en la década de 1980". Kivunim era un periódico trimestral dedicado al estudio del judaísmo y el sionismo que apareció entre 1978 y 1987 y fue publicado por el Departamento de Información de la Organización Sionista Mundial en Jerusalén. El artículo fue escrito por Oded Yinon, supuestamente un ex asesor de Ariel Sharon, un ex alto funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores israelí y periodista de The Jerusalem Post. Se cita como un ejemplo temprano de la caracterización de proyectos políticos en Medio Oriente en términos de una lógica de divisiones sectarias. Ha desempeñado un papel tanto en el análisis de resolución de conflictos por parte de académicos que lo consideran como influyente en la formulación de políticas adoptadas por la administración estadounidense bajo George W. Bush y también en teorías de conspiración según las cuales el artículo predijo o planeó acontecimientos políticos importantes en el Medio Oriente desde la década de 1980, incluida la invasión de Irak en 2003 y el derrocamiento de Saddam Hussein, la Guerra Civil siria y el surgimiento del Estado Islámico. Se ha afirmado que el artículo de Yinon fue adoptado por miembros del Instituto de Estrategias Sionistas en la administración estadounidense hasta que fue adoptado supuestamente como una manera de promover los intereses estadounidenses en el Medio Oriente, así como también de lograr el sueño judío de un estado "desde el arroyo de Egipto (Nilo) hasta el Eufrates", que abarca la mayoría del Medio Oriente, como está escrito en la Biblia hebrea. (fuente Yinon Plan. Traducción de la Wikipedia en inglés por el editor del blog).


El plan del Siglo yanqui-sionista-árabe no es, sin duda, un plan de paz para los palestinos, ni su objetivo primario es mejorar la situación socio económica de su población. Ese plan es una parte integrante de un proyecto mucho más ambicioso que, junto a la división de Siria como parte de la balcanización del Medio Oriente, está dirigido a llevar a vías de hecho en los días de hoy los objetivos del Plan Yinon. Ese proyecto, que ha sido bautizado como “Normalización”, lo que persigue es asegurar las condiciones para que la entidad sionista se convierta en un poder imperial regional en un contexto mundial en que para el imperialismo norteamericano controlar las aspiraciones geopolíticas de sus dos adversarios ideológicos y del sionismo, el enfrentamiento a Rusia y a China sigue constituyendo el principal reto externo de su política de seguridad.

Lo que ocurre es que ese camino pasa necesariamente por Palestina, un importante obstáculo a liquidar para que la entidad sionista pueda oficializar públicamente sus relaciones con las poderosas monarquías y países reaccionarios árabes sin riesgo de que éstos pierdan su equilibrio interno. Liquidar Palestina como causa de resistencia, como pueblo y como identidad, es precisamente el fin prioritario y ultimo del Plan del Siglo.

Entonces este Plan, podría decirse en otras palabras, es el esfuerzo que está haciendo un imperialismo que está perdiendo su papel hegemónico y se encuentra en plena decadencia, para forzar una situación que permita a la entidad sionista poder cumplir un siglo de vida o desaparecer. Si bien su desaparición no necesariamente tiene un significado negativo pues, con ella, sus habitantes podrían volver a su realidad. O sea, podrían volver a ser ciudadanos de donde nacieron y su religión dejaría de ser manipulada como base de un estado al servicio del imperialismo y las transnacionales.



Notas


* Los dos mapas agregados al artículo en referencia son insertados por el editor de este blog, así como la leyenda que acompaña.

30 junio 2018

El retorno del Tío Sam y el cómo convertir un revolucionario en burgués





Primera Parte

El Tío Sam retorna con fuerza a Latinoamérica


por Tito Andino U.


Salvo casos excepcionales de gran trascendencia como la revolución cubana, la revolución sandinista, el terrorismo de estado orquestado desde el Pentágono conocido como "Plan Cóndor" para frenar los movimientos de izquierda en los años 70 del siglo pasado, la guerra de las Malvinas (a más de otros hechos) nada fuera de lo usual ocurre en estos territorios. Ni siquiera la crisis actual que afecta a Venezuela, otrora gran productora de petróleo, llega a las dimensiones de las crisis energéticas que se desatan, por ejemplo, en caso de conflictos como Irak y zonas aledañas. Un solo traspié de los wahabíes saudíes hace tambalear los mercados mundiales; en ese contexto Venezuela no representa casi nada en el mundo de la energía, de allí que Estados Unidos durante mucho tiempo (incluida la era chavista y su sucesor actual) no haya dado "importancia" al tema, dejando la tarea de desestabilizar al gobierno a la oposición política.

Pero los tiempos cambian, la fuerte presencia rusa al impedir que la OTAN siga desplegándose en sus zonas limítrofes y de influencia, así como la asistencia militar a sus aliados, ha provocado un giro fundamental en el gran juego geopolítico mundial. No solo Rusia, también China quiere un rol más activo en Latinoamérica, muchos gobiernos mostraron los dientes y alzaron la voz contra el Imperio. La consigna nacida desde fines de la administración Obama es que tales actos deberán cesar.

La llamarada de la izquierda progresista latinoamericana va esfumándose lentamente, estamos ante el retorno de la clásica hegemonía de la burguesía criolla, aliada incondicional hasta la muerte de los Estados Unidos y no han tenido que hacer nada más que ganar las elecciones!, nada de golpes de estado, ni destituciones, ni violencia  incontenible. 

Argentina, Chile, Brasil, Paraguay, Uruguay, Perú, Ecuador, El Salvador, etc. han culminado aquellos "procesos" de "izquierda", en algunos casos denominados "socialismo del siglo XXI". En el fondo no representaron gran cosa, una prometida reforma estructural del sistema que hubiese desafiado al Poder Imperial no existió. Solamente Venezuela y Bolivia resisten en Sudamérica, por lo que la etapa de desestabilización venezolana continúa adelante en sus fases iniciales, es decir, el trabajo de calle de grupúsculos violentos antigubernamentales que han llegado al asesinato de protestantes para incendiar más los ánimos, el desabastecimiento de alimentos en supermercados y tiendas populares forzado por los grandes distribuidores; incluso se ha probado el método de incitar la deserción de miembros de la fuerza pública intentando provocar una rebelión.


Desde la década de 1950, numerosas intervenciones de los Estados Unidos han desestabilizado la región, el provocar cambios de gobierno significa que las empresas privadas, con apoyo USA financien y lleven campañas que tienen como único objetivo el apoderarse de los recursos naturales, la guerra civil se aplica si es necesario.


Los Estados Unidos han querido dejar sentado, mediante mensajes muy claros que un viraje en el 'statu quo' regional no será más tolerado. El fin de la izquierda latinoamericana en el poder ha llegado a su fin. Largo tiempo los USA descuidaron su patio trasero al dejar de temer una incursión "comunista" en el hemisferio, afortunadamente fueron años de tranquilidad, sin violencia armada, aunque movimientos sociales se mantuvieron activos y, como hemos dicho, algunos consiguieron el poder pero nunca intentaron perturbar el sistema. 

La política de  "abandono" se terminó y, de ser el caso, Estados Unidos utilizará la fuerza para revertir la situación con algunos intransigentes todavía "sueltos" (Bolivia, Venezuela, Nicaragua). El llamado al orden a los gobiernos "insolentes" está planificado y listo para entrar en acción.

Barack Obama firmó el 9 de marzo de 2015 un decreto presidencial declarando el estado de emergencia ante "la extraordinaria amenaza que la situación en Venezuela representa para Estados Unidos" (al firmar un decreto el ejecutivo no se obliga a rendir cuentas al poder legislativo). Pese a las crítica en la región y las excusas de Obama no se anuló el decreto. En otras palabras se prepara, para el caso de ser necesario, una serie de pseudo revoluciones en Latinoamérica. 



La política de la intimidación y chantaje económico ha dado sus frutos, incluso se ha hablado de intervencionismo directo de parte del gigante del Norte, por ejemplo, se hizo temblar a un otrora "comunista", el actual presidente ecuatoriano (Lenin Moreno) cuyo movimiento político, al que es afiliado, representa al proscrito Partido Comunista Marxista Leninista del Ecuador -PCMLE-, se suponía que el señor Moreno continuaría la política más confrontista de Rafael Correa (del cual fue por años su vicepresidente), pero no, todo lo contrario. 

Por el momento, antes que se aplique el plan estadounidense, basta al Imperio recordarnos y restregarnos en la cara el ejemplo cubano de los últimos 50 años, Cuba vive en crisis económica perpetua, carencia energética y estancamiento de cualquier posibilidad de desarrollo industrial, debido a los cruentos bloqueos y sanciones ordenados por el país del Norte. Los Estados Unidos dejaron de intentar destruir por la fuerza a Cuba, la han aplastado con la economía. Ese es el mensaje para toda Latinoamérica. 

Esa advertencia es explotada con éxito por la derecha latinoamericana para la retoma del poder. La derecha en Colombia es fiel reflejo de lo que Estados Unidos quiere de los gobiernos de la región: sumisión total, "libre comercio", instalación de bases militares norteamericanas, etc. Hoy, el país cafetero (y cocalero, con el visto bueno de EEUU), solicita su ingreso en la OTAN, que será -sin duda- la punta de lanza para dar una bofetada a cualquier intento de volver a subvertir el orden establecido. Más claro, ni el agua. 

Muchos politólogos y analistas internacionales concuerdan sobre los actuales objetivos de los Estados Unidos y sus socios europeos, incluso se ha escuchado una emulación de las "primaveras árabes", dicha "primavera latina" ya está en curso, lo hemos anotado, la reconquista pacífica de la derecha política del control político regional. Se ha recurrido a los métodos señalados y a otros aspectos propios de la identidad local. Para el internacionalista Thierry Meyssan "el objetivo seguirá siendo el mismo: no se trata de reemplazar un gobierno por otro sino de destruir los Estados para eliminar así toda posibilidad de resistencia nacional frente al imperialismo".

Según este mapa, extraído de un Powerpoint que Thomas P. M. Barnett presentó en 2003 durante una conferencia impartida en el Pentágono, los Estados de todos los países incluidos en la zona rosada deben ser destruidos. Ese proyecto no tiene nada que ver con la lucha de clases en el plano nacional, ni con la explotación de los recursos naturales. Después de destruir el Medio Oriente ampliado, los estrategas estadounidenses se preparan para acabar con los Estados en los países del noroeste de Latinoamérica. (Nota tomada de Red Voltaire)

En su más reciente libro: "Los crímenes del Estado profundo", Thierry Meyssan establece que después de las “primaveras árabes”, el mundo será testigo de las “primaveras latinoamericanas”, es decir, la aplicación de golpes de estado y  “revoluciones” contra países que intentan salirse de su órbita de influencia. Contradictoriamente, señala el autor, pocos parecen percatarse de la lucha interna por el poder en los EEUU, Trump se opone férreamente al 'Estado Profundo' Norteamericano y, pese a sus excentricidades y "locuras" como la crisis provocadas por sus decretos respecto a los migrantes ilegales, Trump mantiene su palabra de poner fin a la tradicional política exterior imperialista, paralizando y no sustentando al terrorismo internacional. Mas, en cuestiones de preservar el statu quo de su "zona natural de influencia" no cederá ante pretensiones de unos cuantos "revoltosos".

A veces nos preguntamos, qué preferirá la gente, guerra civil fomentada por los Estados Unidos y las burguesías criollas o seguir conservando el sistema pero buscando mayores reivindicaciones sociales?

VIDEO 


Thierry Meyssan: El plan de Estados Unidos contra America Latina. 

En mayo de 2017, Thierry Meyssan explicaba en Russia Today que dividir el mundo en dos zonas: una estable para sus aliados y otra inmersa en el caos de una guerra sin fin, que parece algo absurdo, es la estrategia de EE.UU. para dominar el mundo. Ahora le toca el turno a Venezuela, afirma, cuando EE.UU. lo desee va a comenzar la guerra. Se puede resistir esa situación? La respuesta es sí. Las élites sudamericanas están cometiendo un grave error ante el imperialismo estadounidense. En esta entrevista, Meyssan insiste en el cambio de paradigma de los conflictos armados actuales y subraya la necesidad de un radical replanteo sobre la manera de defender la patria (texto del pie de página del video corresponde a la Red Voltaire). 


Los casos de Venezuela y Nicaragua

Antes se denominaba "Imperialismo" a lo que hoy llamamos "Globalización". 

Quién podría poner en duda que el caso de Venezuela guarda estrecha similitud a la situación que se vive en Nicaragua? El guión es el mismo, ampararse en justas protestas populares para desatar el caos.

Los hechos históricos han demostrado algo evidente, a los Halcones del Pentágono no les interesa quien ejerce el poder en la Casa Blanca, ellos manejan su propia agenda global de conquista. 


A estas alturas, la mayoría desconoce que el Pentágono, a través del SouthCom (Comando Sur) tiene ya preparado una operación militar contra Venezuela, el cuándo se aplique está condicionado a lo que vaya marcando los acontecimientos en el frente interno venezolano. Lo penoso son las implicaciones en la trama de gobiernos como Colombia -que por algo pide su inclusión en la OTAN!-, de las "reconquistadas" Argentina (Macri), Brasil (Temer), la Guyana y hasta se dice que Panamá apoyan tales acciones.

No es solo Venezuela la que corre peligro, es toda Latinoamérica con el retorno del Tío Sam a su patio trasero. (pormenores de este plan del "Comando Sur" podrá ser analizado en las notas a pie de página). 

Tampoco es un intervencionismo derivado exclusivamente por asuntos de petróleo, la producción de petróleo de Venezuela y Latinoamérica, si bien abastecen el mercado norteamericano, no representa nada en el concierto mundial (salvo las reservas no explotadas), es insignificante, así que la cuestión básica no es el petróleo, es por orgullo imperial

Las heridas causadas a los intereses norteamericanos por la incursión económica de China en Latinoamérica y la nueva estrategia de Rusia para fortalecer relaciones con la región, así como la "altanería" que demostraron muchos países en la década pasada, obliga a EEUU a replantear el escenario hacia el área  militar  -no contra China o Rusia-, sino contra los gobiernos que no aceptan la voluntad de Washington. Tampoco debemos pensar que va desatarse una guerra a gran escala -el mismo Trump se opone a esos planes del Pentágono-.

El caso latinoamericano es diferente, por ejemplo, a las crisis de Medio Oriente, donde la guerra ya no se dirige contra un solo país sino contra toda la región, esa "epidemia de violencia" difícilmente podría repetirse en el Hemisferio Sur, sin embargo, los recuerdos de la "Operación Cóndor" en los años 70 del siglo pasado son una advertencia de lo que podría renacer como medida represiva. 

El fracaso, traspié o rendición de la izquierda latinoamericana y la recuperación del poder por la derecha burguesa, eterna aliada del Norte, es consecuencia del pánico sembrado por el 'Comando Sur', vía intermediarios. Las "rebeldes" Venezuela, Nicaragua y Bolivia (esta última aun sin grandes alborotos) estarán el tiempo que sea necesario bajo coacción diplomática y económica y, solo en caso excepcional, se optará por una intervención militar directa, seguramente será alguna "urgente crisis humanitaria" en Venezuela o la "responsabilidad de proteger" a los civiles de alguna "loca" tiranía criolla. 

Población en zozobra, delincuencia armada y organizada, acciones de carácter terrorista en varios lugares, saqueos, vandalismo, incendios, agresiones a transeúntes, daños a la propiedad pública y privada se ha vuelto cotidiano en Nicaragua y Venezuela. El bloqueo de vías conlleva un tremendo efecto para las economías nacionales ya que se impide la libre circulación de alimentos y combustible, no hay comercio, se priva el derecho a acceder a sus fuentes laborales, a las escuelas, a la salud, ello significa una terrible carga financiera para los gobiernos, son cientos de millones de dólares que se pierden en diversas áreas y causa irremediablemente el desempleo, en consecuencia provoca malestar de la población contra el gobierno.

Los gobiernos denuncian una conspiración internacional bajo complicidad de grupos opositores que financian y fomentan la violencia para subvertir el orden y la Constitución nacional; por su parte, la oposición arremete culpando de la violencia a los gobiernos. Se utiliza los medios de comunicación para los propósitos propagandísticos de los bandos en disputa. Está claro que los opositores buscan una solución inmediata, que no puede ser más que un golpe de estado y los gobiernos apuestan al diálogo, a la paz y a la justicia, a la búsqueda de mediadores internacionales para conseguir una salida a las crisis.

Diálogo nacional, una salida negociada, cambios constitucionales, renuncias, cese de cargos, son solo algunas expectativas que se plantean para retornar la estabilidad a estos países.

uso masivo de armas de fabricación casera en las protestas callejeras de Nicaragua, conocidas como "morteros" y "chopos", empleadas para usar tornillos, tuercas, esferas y otros objetos metálicos como proyectiles.


Entre otras cosas, también molestó al Norte que Nicaragua quisiera desafiar su poderío con el intento de construir el canal interoceánico bajo financiación china (Tratado Ortega-Wang), que rivalizaría con el Canal de Panamá. Parecía que el asunto iba en serio, en diciembre de 2014 el inversionista chino Wang Jing inauguró junto al gobierno de Nicaragua las primeras obras del mentado canal interoceánico. Sin embargo, algo sucedió.

El 17 de noviembre de 2017, el líder chino Xi Jinping y el presidente de Panamá, Juan Carlos Varela, firman 19 acuerdos en Pekín, allí se anuncia que Panamá se adhiere a la iniciativa china de la “Ruta de la Seda”, con un corredor económico entre Oriente y Occidente. Entonces, en que quedó el canal nicaragüense? Al ser un convenio entre Ortega y el empresario privado chino Wang Jing, -como bien se comenta- equivale al Tratado Chamorro-Bryan, es decir, conceder derechos de patente para una hipotética construcción y que nadie más lo pueda hacer. Los expertos concuerdan que los acuerdos entre China y Panamá causaron la inviabilidad del canal nicaragüense, además, nunca fue una iniciativa oficial del Gobierno de China. En fin, tener dos canales relativamente cerca no es un buen negocio para nadie. 

No podría terminar este apartado señalando una interesante lectura para quienes defienden la construcción del Gran Canal Interoceánico de Nicaragua, por supuesto que su opinión también cuenta (Por favor, ver enlaces en las notas a pie de página).



Segunda Parte 

Cómo convertir un revolucionario
 en burgués


1979. Humberto Ortega, Luis Carrión y Daniel Ortega (foto de Pedro Meyer).


El caso de Nicaragua es una situación única, digno de dedicarle un segmento aparte. Desde niño admiré la revolución sandinista, mis favoritos fueron Edén Pastora -El Comandante Cero- y Ernesto Cardenal, el viejo poeta sacerdote... Sentimientos encontrados me invaden.. mas, mi visión es histórica y no política. 

Si, es evidente que los Estados Unidos quiere derrocar a Ortega, pero no se confundan, Daniel Ortega es insignificante, él no es nada, ni nadie, ni representa ningún peligro para el Imperio. 

No tengo la menor duda que muchos lectores de la izquierda latinoamericana se indignarán conmigo por lo que viene. Solo mediten, si una página tan afamada y crítica de los Estados Unidos, como es GlobalResearch, dirigida por el economista canadiense Michel Chossudovsky, fundador y director del Centro de Investigación sobre la Globalización (activista antiglobalización, en otras palabras, anti imperialista) ha tomado en serio el asunto Ortega al reproducir las siguientes críticas contra el mandatario nicaragüense, significa que no debemos ocultar una cruda realidad.

Existe una evidente traición del gobierno de Ortega (y del sandinismo) al ideal patriótico que motivó la revolución. La otrora revolución sandinista mutó hasta convertirse en una perversa burguesia que azota con palo los justos reclamos populares. Si, tampoco debemos escudarnos en el pretexto que todos los males regionales son provocados por los Estados Unidos. Existen gobiernos desleales a los principios que los encumbraron al poder, pervertiendo las causas justas. El ideal sandinista dejó de existir hace mucho y lo digo convencido. 

Daniel Ortega transformó una revolución auténtica en un sistema opresivo y corrupto, como fue la era Somoza; pudieron y tuvieron mucho tiempo para realizar cambios trascendentales en el sistema nacional, no lo hicieron. Muchos líderes quedaron eclipsados y "desterrados" a cargos insignificantes en los últimos rincones del país. 

Una historia triste, pero verídica. Comparativamente, más que el gobierno venezolano de Maduro, con una eterna crisis económica impuesta desde fuera y que nos recuerda al bloqueo cubano, el que tiene que marcharse, antes que estalle una nueva guerra civil, es el gobierno de Ortega y su círculo íntimo en Nicaragua. No se puede esconder la podredumbre de un hombre que convirtió su país en una propiedad privada emulando la dictadura somocista a la que combatió.

Demos paso a los siguientes análisis sobre Daniel Ortega y el caos que él ha llevado a su país (y no solo Estados Unidos).


Nicaragua: La locura del poder



por Raúl Zibechi / La Jornada, 22 de junio 2018
Derechos de autor © Raúl Zibechi, La Jornada, 2018


La insurrección popular en Nicaragua, que exige la salida del poder de la pareja Daniel Ortega-Rosario Murillo, es una buena oportunidad para reflexionar sobre las opciones estratégicas de las fuerzas revolucionarias. En particular, para repensar las causas de esta deriva autoritaria y criminal, ya que la masacre de jóvenes nicaragüenses muestra la peor faceta de un régimen que se dice sandinista.

Dos cuestiones llaman la atención. Algunos intelectuales de la izquierda latinoamericana han orillado hasta el momento cualquier pronunciamiento sobre lo que sucede en Nicaragua. Se comprende, aunque no comparto, el silencio de varios gobiernos, ya que las alturas del poder tienen sus lógicas. Mucho menos aceptable es que intelectuales que van y vienen con sus opiniones sobre los más diversos temas, rehuyan una opinión contundente sobre la brutal represión.

La otra es que, afortunadamente, muy pocas personas atribuyen los sucesos a la mano negra del imperialismo. No tengo la menor duda de que Washington desea la caída de Ortega-Murillo y trabaja para ello, pero el argumento según el cual todo lo que perjudica a la izquierda es obra del imperio, está en franca decadencia.

Lo que viene sucediendo en Nicaragua puede contribuir a una reflexión de fondo sobre las revoluciones y sobre la administración del aparato estatal por fuerzas políticas de izquierda.

La primera es que las causas de la deriva genocida no pueden atribuirse al clan Ortega-Murillo, del mismo modo que el estalinismo no fue cuestión sólo de Stalin. En este punto debemos ser claros y precisos: Daniel Ortega es un genocida que profesa un caudillismo sediento de protagonismo y poder, como señala Mónica Baltodano, con rasgos de locura por el poder.

Sin embargo, la cuestión no puede ni debe reducirse a Ortega y a Murillo. Hay algo más. Podemos perder todo menos el poder, decía el comandante Tomás Borge, citado también por Baltodano. Salvo el poder todo es ilusión, proclamaba Abimael Guzmán, presidente del Partido Comunista del Perú-Sendero Luminoso, el grupo revolucionario más criminal de la región.

Por más poderosos que sean los individuos, son ejecutores de fuerzas históricas y sociales que los empujan en cierta dirección. El estalinismo es un fenómeno político que no puede explicarse en términos de una excentricidad individual, escribió el historiador Edward Hallet Carr en su obra De Napoleón a Stalin (Crítica, 1983, p. 122).

Stalin fue el músculo de la modernización acelerada de Rusia, pasando por encima de cualquier resistencia, aún al precio de aniquilar la dirección histórica de su propio partido. “Stalin fue el déspota más despiadado que Rusia había conocido desde tiempos de Pedro (El Grande), y fue también un gran occidentalizador”, añade Carr en La Revolución Rusa de Lenin a Stalin (Alianza, 1979, p. 221).

El apoyo clave a Daniel Ortega - Rosario Murillo es el sector empresarial de la nueva burguesía sandinista, el centro de todo es su propia familia que ha formado un grupo de empresas vinculadas a la distribución y comercialización del petróleo y gasolina, a la prensa, exportación de granos y hasta empresas de moda (N.del E.)

Ortega representa a una nueva burguesía nicaragüense que se forjó mediante la acumulación por despojo de capital, desde la piñata (apropiación masiva de bienes públicos por la cúpula al abandonar el gobierno en 1990) hasta los acuerdos petroleros con Venezuela, que le permitieron a un sector del FSLN ascender económicamente en alianza con la Iglesia y sectores de la vieja burguesía.

No es la primera vez en la historia que se utiliza el aparato estatal para acumular riquezas. En Nicaragua este proceso parió lo que Baltodano denomina oligarquía chayo-orteguista (Chayo es el mote de Rosario Murillo) que necesita el poder estatal para reproducirse y sostenerse. Pero un ascenso tan vertiginoso requiere siempre de métodos corruptos y mafiosos, como ha sucedido en tantos procesos que se dicen revolucionarios pero, en realidad, han gestado una nueva clase opresora.

No resulta adecuado mentar traición, cuando la deriva actual de Ortega comenzó hace mucho tiempo, y se tornó inocultable en la década de 1990. Después de la piñata se produjo la reacción cínica de la izquierda nicaragüense y continental a la denuncia de Zoilamérica Narváez, en 1998, asegurando que su padrastro (Daniel Ortega) la abusaba desde los 11 años. Los hechos graves no nacen de golpe, crecen en la tolerancia ética y en los desvíos del poder.

La segunda cuestión es el tema del poder estatal. No pocos nicaragüenses aseguran que la represión de Ortega es peor incluso que la del dictador Anastasio Somoza. ¿Porqué se repite la historia? ¿Porqué Stalin fue comparado con el zar Pedro El Grande y los dirigentes comunistas chinos con los viejos mandarines del imperio?

Lo que no funciona es pretender cambiar el mundo desde arriba, desde el aparato estatal, e imponerle los cambios a las masas, como si fueran objetos sin voluntad propia (una de las peores frases que se escucha en la izquierda dice conquistar a las masas). Pretender cambiar el mundo como una totalidad, sustituyendo un todo por otro todo, es un camino que conduce al desastre autoritario, como lo enseña un siglo de revoluciones triunfantes.


Nicaragua – Una historia de traición



por Eric Nepomuceno / La Jornada, 17 de junio 2018
Derechos de autor © Eric Nepomuceno, La Jornada, 2018


El 24 de enero de 1980 fue un jueves. Ese día viajé por primera vez a la Nicaragua sandinista. La revolución que tumbó a Anastasio Somoza llevaba exactos seis meses y cinco días.

De la entonces Junta de Gobierno yo había tenido contacto con el único civil que la integraba, el escritor Sergio Ramírez, una amistad que permaneció intacta a lo largo de todos esos largos años.

Los otros cuatro venían de la guerrilla que había liquidado la dinastía que saqueaba y sofocaba aquel bello y ensangrentado país.

En los nueve años siguientes mis lazos con la revolución sandinista se fortalecieron más en cada visita, que fueron muchísimas. Eran mis años jóvenes, y nosotros, extranjeros que apoyábamos la revolución, tuvimos bastante contacto con varios de los integrantes del gobierno. Unos más expansivos, otros menos.

Daniel Ortega me parecía un hombre cerrado, de mirada desconfiada. Una vez, en 1986, me habló de su hermano Camilo, muerto en combate con las fuerzas del dictador Anastasio Somoza. También dijo que de los 15 a los 34 años jamás tuvo casa; vivió en la clandestinidad.

Al oírlo contar que había vivido clandestino más de la mitad de su vida hasta el triunfo de la revolución, por primera y única vez sentí algo de humano en aquella figura de piedra.

A mediados de 1991 me contaron de la piñata sandinista, un saqueo con ferocidad de buitres. La imagen de una piñata quedó grabada en mi memoria como un insulto a la revolución, a quienes murieron por ella, a quienes creyeron en ella. Dudé mucho en aceptar como verdad lo que verdad era.

Años después, supe más: que, en realidad, la piñata sandinista surgió cuando la revolución todavía existía y los nicaragüenses mantenían aquel fuego de esperanza, mientras su país era sofocado por Ronald Reagan desde afuera y por los traidores desde adentro.

Supe que el mítico Tomás Borge, último sobreviviente del quinteto que en 1961 fundó el Frente Sandinista, y en cuya casa me hospedé varias veces –a Tomás le gustaba ser amigo de escritores, y en la misma casa recibió a Eduardo Galeano, Jorge Enrique Adoum, Julio Cortázar y Mario Benedetti, entre otros– fue beneficiado por la citada piñata antes aún de la derrota electoral de 1990. Recordé las veces en que el comandante nos llevó a lo que decía ser mi asador, como digo yo cuando recibo amigos en Río y los llevo a mi restaurante. La diferencia es que aquel asador era efectivamente de Tomás, y de míos los restaurantes a que me gustaba ir en Río sólo tienen mi presencia…

Supe también que al incautar propiedades de somocistas y pasarlas al Estado, Daniel Ortega se reservó una sonante cantidad de inmuebles en Managua. Varias de las casas de protocolo en el barrio Las Colinas, antiguo reducto de ricos muy ricos, incautadas por la revolución y reservadas para hospedar a visitantes extranjeros, eran en realidad propiedades de Daniel. Y me puse a pensar que a lo mejor habíamos sido huéspedes de él y no del gobierno.

Aquella ha sido la última revolución de mi generación y, en su modelo, la última de la historia. En muchos momentos sentíamos que los nicaragüenses y su revolución sandinista llegarían a realizar sueños imposibles, a rozar el cielo con las manos.

Guardaré para siempre en lo mejor de mi memoria aquellos años de luminosidad absoluta, de la esperanza imponiéndose a la vida. Pero la revolución fue traicionada de manera vil, imperdonable.


Derrotó a la dinastía de los Somoza para ser sucedida por otra, igualmente perversa, abusadora: la dinastía de Daniel Ortega y su señora esposa, Rosario Murillo.

Por esos días se murió el cardenal Miguel Obando y Bravo, quien fue arzobispo de Managua y un enemigo feroz de aquel proceso, en clarísima alianza con los somocistas derrocados y los que se oponían a los sandinistas.

A cierta altura de la guerra abierta entre los sandinistas y los contra respaldados por Washington, Obando llegó a ser nombrado integrante del gobierno en el exilio. Al amparo de su púlpito, fue más eficaz vocero de la contra-revolución.

Pasado el tiempo, el mismo monseñor Obando se transformó en aliado fidelísimo del mismo Daniel que se instaló en el gobierno aliado con la derecha más feroz y el empresariado más avaro, y que desde 2006 se elige y relige en elecciones claramente manipuladas.

El Daniel que ahora encabeza una nueva dinastía, la dinastía de una pareja, que mata y trucida muchachos como lo era su hermano Camilo cuando fue asesinado por la dinastía anterior, la de los Somoza.

Desde abril centenares de jóvenes nicaragüenses, todos o casi todos, nacidos después del final de aquella revolución traicionada, son muertos por un gobierno aislado y que carece de legitimidad.

Un traidor es y siempre será un traidor.

Pero hay traidores de peor calaña.

José Daniel Ortega Saavedra pertenece, con méritos, a esa especie.


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Fuentes de la segunda parte

Nicaragua: La locura del poder
Nicaragua – Una historia de traición
Los dos artículos son reproducidos también por GlobalResearch.Ca

Lecturas recomendadas de la segunda parte

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