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14 julio 2020

Srebrenica, 25 años después



Introducción del editor del blog

Hoy traemos un doble reportaje. Al conmemorar 25 años de la supuesta masacre de Srebrenica en la ex Yugoslavia, que desembocó posteriormente en "clamores" internacionales para juzgar a los criminales de guerra. Por cierto, se debe dejar sentado que serbios, croatas y bosnios han sido acusados y procesados por crímenes de guerra, no siendo exclusividad de los "malos" serbios que aspiraban conservar la unidad de Yugoslavia. 

Lamentablemente la opinión pública mundial, como es lo habitual, solo conoce la versión de la prensa atlantista. Fueron realmente Milosevic, Karadzic y Mladic culpables de ordenar una limpieza étnica?. Las evidencias siguen contradiciendose hasta con las sentencias emitidas por el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia. Habían tantas milicias que actuaban por su cuenta y riesgo en los diferentes bandos en disputa que no podemos hablar de la existencia de un mando unificado.

Si planteamos el asunto en el plano jurídico, no existe la comprobación, conforme a derecho, de la responsabilidad penal de los acusados, es más, se ha cuestionado la veracidad de la magnitud de la masacre en Srebrenica. Han salido a luz documentos, testimonios y sobre todo, evidencia forense, que desestima la terrible carga de la acusación y eso es precisamente de lo que trata el estudio de hoy.


14 de julio 1995, miles de civiles buscan protección en las bases de la ONU en Srebrenica ante la ofensiva serbia.


RECORDATORIO: El 24 de marzo de 2016, el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia (TPIY), determinó que el fallecido presidente serbio Slobodan Milosevic no era responsable de los crímenes de guerra cometidos durante la guerra de Bosnia 1992-1995. Ese impresionante fallo, dentro del juicio a Radovan Karadzic, ex lider serbo-bosnio (condenado) concluyó por unanimidad que Milosevic no era parte de una "empresa criminal conjunta" para victimizar a los musulmanes y croatas durante la guerra de Bosnia. Los jueces no fueron convencidos de una presunta evidencia para vincularlo con un plan común de eliminar a bosnios musulmanes y bosnios croatas del territorio de Bosnia.

Lo que no debe quedar en duda es que todas las partes implicadas en la guerra bosnia se involucraron a su cuenta y riesgo en una aparente "limpieza étnica". Tampoc debe subestimarse la presencia de actores foráneos, la llegada de grandes contingentes de combatientes yihadistas trasladados a Bosnia tenía un objetivo político, utilizar la fe de una mayoria de serbio bosnia musulmana en contra de Belgrado. 



Desfile de muyahidines en Zenica - Bosnia, provenían en su casi totalidad de países musulmanes cobijados bajo la bandera de la Hermandad Musulmana, los "Hermanos Musulmanes" son el brazo político del yihadismo y la infantería encubierta dea que se valen los EEUU y la OTAN para sus guerras en el mundo islámico.


Quedó demostrado en la sentencia a Karadzic que Milosevic veló para que "los miembros de otras naciones y grupos étnicos sean protegidos", "el interés nacional de los serbios no es discriminación", manifestó y que "las acciones criminales tenían que ser combatidas con decisión". El Tribunal Penal señaló que Milosevic no formó parte de una empresa criminal conjunta, por el contrario, Milosevic condenó la limpieza étnica por grupos nacionalistas serbios. Quedó sentado en sentencia que existió un claro distanciamiento entre los serbo-bosnios y el gobierno de Belgrado, los primeros se negaron aceptar el Plan Vance-Owen, con el que estaba de acuerdo Milosevic ya que era necesario poner fin a la guerra.

Slobodan Milosevic fue vilipendiado por toda la prensa occidental y prácticamente por todos los políticos en los países de la OTAN. Lo llamaron "el carnicero de los Balcanes", lo compararon con Hitler y le acusaron de genocidio. Milosevic "demonizado" aparecía como un monstruo sediento de sangre, utilizaron esa falsa imagen para justificar no sólo las sanciones económicas contra Serbia, sino también el bombardeo de la OTAN en 1999 de Serbia y la guerra de Kosovo. Milosevic tuvo que pasar los últimos cinco años de su vida en prisión defendiéndose a sí mismo y a Serbia de acusaciones falsas de crímenes de guerra y genocidio en Bosnia.



Por esa razón la sentencia pasó casi desapercibida para el mundo, el  TPIY no hizo nada para dar a conocer el hecho de que habían limpiado el nombre de Milosevic. Enterrados en 2590 páginas de sentencia (contra Karadzic), saber que la página 1.303, es vital para la historia, ya que la mayoría de la gente nunca lo leerá. El presidente del tribunal en el juicio a Radovan Karadzic, O-Gon Kwon,  de Corea del Sur, era uno de los jueces en el juicio a Slobodan Milosevic. 

El reporte completo sobre esa sentencia y documentos anexos puede leerlo AQUÍ

t. andino

***

Parte I

25 aniversario de la gran mentira de la masacre de Srebrenica que no morirá

Por Stephen Lendman
Título original en inglés:
25th Anniversary of the Srebrenica
Massacre Big Lie that Won´t Die.

Grandes mentiras y engaños sobre lo que sucedió en Srebrenica hace una generación fueron parte de la violación de Yugoslavia en la década de 1990 por la copresidencia de Clinton y la máquina de matar de la OTAN.

Los eventos de esa época fueron y siguen siendo uno de los grandes crímenes de la historia: matar a una nación para avanzar en los objetivos imperiales de Estados Unidos, una política de tierra arrasada para transformar a todos los países en estados vasallos de EE. UU., junto con el control de sus recursos y poblaciones.

La narración oficial de lo que sucedió en Srebrenica reinventó la realidad, una especialidad occidental de larga data liderada por los Estados Unidos.

Grandes mentiras y engaños suprimieron la verdad y la revelación completa. Repetido por los medios del establishment, la mayoría de las personas hasta el día de hoy no son más sabias.

Los acontecimientos de los años 90 culminaron en una guerra preventiva total contra Yugoslavia del 24 de marzo al 10 de junio de 1999, 78 días de bombardeos terroristas liderados por Estados Unidos. Como todas las guerras, lo que sucedió se basó en grandes mentiras y engaños.

La llamada Operación "Noble Anvil" (Yunque Noble) fue un acto de infamia contra la ex Yugoslavia y su gente. Las afirmaciones sobre querer contrarrestar el objetivo de Slobodan Milosevic de una "Gran Serbia" fueron falsificadas.

Los objetivos de los Estados Unidos fueron y siguen siendo que el país sea balcanizado para un control más fácil, su liderazgo legítimo reemplazado por un gobierno títere pro occidental. Milosevic quería evitar la desintegración de Yugoslavia. Quería serbios minoritarios protegidos. Quería paz, estabilidad y relaciones de cooperación con Occidente, no la guerra.

La agresión liderada por Estados Unidos reemplazó el socialismo de mercado de Yugoslavia con la dureza neoliberal pro occidental y su gente explotada.

En febrero de 1999, el llamado Acuerdo de Rambouillet fue el preludio de la guerra, un ultimátum que ningún líder responsable podía aceptar. Diseñado para el rechazo, era una demanda inaceptable de "tómalo o déjalo".

Efectivamente se ordenó a Milosevic que entregara la soberanía de la República Federal de Yugoslavia (RFY) a una fuerza de ocupación de la OTANExigió acceso sin trabas a su tierra, espacio aéreo y aguas territoriales, así como a cualquier área o instalación en el mismo.

Exigió a la Yugoslavia que permitiera a la OTAN operar libremente fuera de la ley federal. Exigirlo era indignante. El rechazo justificable de Milosevic se convirtió en un pretexto para la agresión liderada por Estados UnidosEn ese momento, el premio Nobel Harold Pinter denunció la violación de la soberanía de Yugoslavia. Sin decir palabras, calificó el bombardeo terrorista liderado por Estados Unidos y el desmembramiento del estado como "bárbaro (y despreciable), otra afirmación descarada y brutal del poder de los Estados Unidos, utilizando a la OTAN como su misil (para consolidar) la dominación estadounidense de Europa".



4 septiembre 1995. Bombarderos F-14 despegan del portaaviones Theodore Roosevelt para bombardear posiciones serbio-bosnias.


Durante 78 días, alrededor de 600 aviones realizaron cerca de 3.000 salidas de combate. Se arrojaron miles de toneladas de municiones, así como cientos de misiles de crucero lanzados desde tierra. Su ferocidad no tenía precedentes en ese momento: se atacaron sitios militares y no militares.

Los objetivos incluyeron plantas de energía, fábricas, instalaciones de telecomunicaciones y transporte, carreteras, puentes y líneas ferroviarias, depósitos de combustible, escuelas, una estación de televisión, la embajada de China en Belgrado, hospitales, oficinas gubernamentales, sitios religiosos, lugares históricos y más. En todo el país, los bombardeos terroristas destruyeron casi todo lo que tiene valor, innumerables números de civiles masacrados.




Se infligió un daño estimado de cien mil millones de dólares, el costo es mucho mayor en términos de dólares de hoy.

La contaminación ambiental fue extensa. Junto con la matanza masiva, dos millones de personas perdieron sus medios de vida, muchos de sus hogares, comunidades y futuro.

El líder serbio bosnio Radovan Karadzic y el general Ratko Mladic fueron sometidos a juicios, ambos declarados culpables por la acusación.

El supuesto genocidio en Srebrenica fue más un mito que una masacre, una gran mentira que no moriráLas muertes fueron enormemente infladas. La Corte Penal Internacional para la ex Yugoslavia (TPIY) se estableció para culpar a los serbios víctimas de crímenes de guerra perpetrados contra ellos.

Srebrenica era una base militar musulmana combinada con una "área segura" para refugiadosEl presidente serbio, líder de la República Federativa de Yugoslavia, Slobodan Milosevic, quería que los serbios frenaran esa invasión.


Desde mucho antes, miles de refugiados y soldados bosnio-croatas huyeron hacia las líneas serbias ante las ofensivas musulmanas. La gráfica corresponde al 8 de junio de 1993


Antes de la supuesta masacre de julio de 1995, que alegó falsamente 8.000 muertes de musulmanes bosnios, las fuerzas musulmanas con sede en Srebrenica llevaron a cabo numerosos ataques en las aldeas serbias cercanasLos funcionarios musulmanes de Sarajevo retiraron a sus comandantes de Srebrenica, dejando a miles de soldados sin líderes.

Cuando las fuerzas serbias de Bosnia capturaron Srebrenica el 11 de julio de 1995, los civiles querían irse debido a las caóticas condiciones. Las mujeres y los niños fueron separados de los hombres para localizar a los autores de las redadas en las aldeas serbias y vengarse.

Solo fue detenido un pequeño número. Las presuntas víctimas de Srebrenica reflejan un acto de mentira y medias verdades basadas en lo que se sabe: la realidad se ha omitido en las cuentas oficiales y principales de los medios hasta el día de hoy.

El número de 8.000 incluía la estimación de la Cruz Roja basada en 3.000 "testigos" presuntamente detenidos por serbios de Bosnia, junto con otros 5.000 que la Cruz Roja dijo que "huyeron de Srebrenica", muchos hacia el centro de Bosnia.

Como se desprende huyeron por seguridad y no fueron asesinados. Años más tarde, los equipos forenses descubrieron 2.361 cuerpos donde se produjeron intensos combates, incluidos combatientes de ambos lados, no civiles masacrados.


12 junio 1996, expertos forenses de la ONU desentierran restos de una fosa común, se habló de 8.000 víctimas civiles asesinadas por los soldados serbo bosnios en julio de 1995, pero las cifras no concuerdan con los restos encontrados


(Sin desligar sus responsabilidades políticas y legales) Milosevic, Karadzic y Mladic fueron falsamente considerados culpables por la acusación. La injusticia fue y sigue siendo típica de cómo los EE. UU. y sus socios imperiales culpan a las víctimas por los crímenes cometidos contra ellos.

Milosevic no sobrevivió a la terrible experiencia, pereciendo por negligencia médica intencional, exonerado póstumamente cuando era demasiado tarde para importar. Yugoslavia balcanizada es una sombra de su pasado, su pueblo explotado y castigando por la dureza neoliberal es víctima del flagelo del imperialismo estadounidense.

Ahora revisemos, el lado legal del caso.



II parte

Los juicios del Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia (TPIY) Srebrenica: la evidencia invisible



Stephen Karganovic
Tírulo original en inglés:
The ICTY Srebrenica Trials:
The Unseen Evidence
Proyecto Histórico Srebrenica 25 junio 2019


Srebrenica: 11 de julio de 1995. 
Hace veinticinco años.

Uno de los principales problemas probatorios que surgieron durante varios juicios de TPIY Srebrenica fue el derecho del acusado a realizar un examen independiente de la evidencia forense utilizada en su contra. 

Ese derecho existe de manera habitual en todos los juicios penales no políticos en todas las jurisdicciones legales civilizadas. Específicamente, ese es el derecho de los acusados ​​a verificar a los fines de su propia exoneración, así como en beneficio del tribunal, las supuestas identificaciones de ADN ofrecidas por la Fiscalía, que fueron proporcionadas por el Comité Internacional para Personas Desaparecidas (ICMP, por sus siglas en inglés).

El ICMP es una ONG fundada en 1996 bajo los auspicios de los Estados Unidos que hasta hace poco estaba operando en la ciudad bosnia de Tuzla

El Tribunal de La Haya se negó constantemente a emitir una citación a ICMP para producir sus muestras biológicas y ponerlas a disposición de los expertos forenses de defensa para su análisis independiente. Supuestamente, los gobiernos soberanos están sujetos a las citaciones del TPIY y pueden verse obligados a presentar pruebas físicas (Serbia en numerosos casos, Croacia en los registros de artillería de Gotovina fueron requeridos). Pero una ONG privada como ICMP aparentemente está por encima de todo eso. La razón de su inmunidad es el estatus otorgado a ICMP que solo puede describirse como exterritorial, elevándolo efectivamente a un nivel superior al de los gobiernos soberanos.

El TPIY logró crear la impresión de que unos 6.800 cuerpos recuperados de fosas comunes alrededor de Srebrenica habían sido identificados de manera concluyente por medio de una técnica de ADN "innovadora" ideada por el cuerpo que realizó el trabajo forense, la Comisión Internacional para Personas Desaparecidas. De hecho, la evidencia primaria de ADN nunca se compartió con el TPIY. El tribunal solo recibió un informe sobre el trabajo y las conclusiones del ICMP. La única información compartida fue en forma de impresiones de computadora. No se dieron detalles sobre la metodología del ADN o los pasos dados para prevenir la contaminación (un problema importante en el trabajo del ADN). Tampoco se aportaron pruebas de quienes habían realizado el trabajo.

Es un requisito mínimo de todos los sistemas de justicia genuinos que las personas acusadas y sus equipos de defensa tengan acceso a todas las pruebas en su contra. Esto permite a los acusados ​​que sus propios expertos verifiquen la evidencia científica para que los expertos en enjuiciamiento puedan ser interrogados en profundidad y los expertos en defensa puedan ser llamados para dar su evaluación de la evidencia. Esto no sucedió en ninguno de los procesos del TPIY. Pero en cada caso, el tribunal decidió tratar la evidencia de ADN como probada.


Una caricatura hace una parodia sobre los intentos de la OTAN para justificar los bombardeos sobre Yugoslavia en 1999, como necesarios y legítimos, según el secretario de la alianza atlántica, Jens Stoltenberg, había que evitar una catástrofe humanitaria. Asesinatos legítimos?

Un documento independiente publicado sobre este tema reveló que el ICMP había recibido niveles de inmunidad sin precedentes en acuerdos separados con el Consejo de Ministros de Bosnia y Herzegovina (1998) y el Gobierno de Croacia (2002):

"El acuerdo de la Sede proporciona inmunidad para bienes, activos y personal del ICMP de "toda forma de proceso legal y administrativo, excepto en la medida en que en cualquier caso particular el ICMP haya renunciado expresamente a su inmunidad". También prevé la inviolabilidad e inmunidad de las instalaciones, propiedades y activos de ICMP contra "búsqueda, requisición, confiscación, expropiación y cualquier otra forma de interferencia, ya sea por acción ejecutiva, judicial, administrativa o legislativa". 

En la práctica, esto también significaba que las muestras y los perfiles biológicos se convirtieron en propiedad del ICMP como un medio para proteger la información y los datos de los testigos. Solo el ICMP podría decidir si la información se compartiría con las autoridades o no. El cumplimiento de las demandas judiciales, como una citación que obliga a la producción de material o la asistencia de testigos para dar evidencia, estaba sujeto a que el ICMP renunciara a su inmunidad. En otras palabras, el ICMP recibió el estatus diplomático como una operación de identificación humana técnica y científica. Para un laboratorio de ADN o identificación humana, esto no tenía precedentes".

No cabe duda de que ningún tribunal de justicia adecuado habría admitido las pruebas del ICMP sobre esta base.

Pero este fue solo uno de los problemas relacionados con el ICMP. Esta organización fue la creación unilateral del presidente de los Estados Unidos, Bill Clinton, en 1996, cuando quedó claro que las primeras excavaciones de fosas comunes realizadas por la organización estadounidense, "Médicos por los Derechos Humanos", no habían dado los resultados esperados. Las fosas comunes identificadas por la inteligencia estadounidense, que Madeleine Albright dijo que contenían miles de cuerpos, no eran nada de eso. El ICMP, presentado como una nueva organización internacional, parecía ser la Comisión Musulmana para Personas Desaparecidas, una organización creada después de los Acuerdos de Dayton por el líder musulmán bosnio Alija Izetbegovic, con una junta de supervisión internacional (siempre presidida por un estadounidense) injertada en la parte superior. Los musulmanes bosnios siempre constituyeron más del 90% de la fuerza laboral del ICMP.

En segundo lugar, la premisa central que subyace a las investigaciones de fosas comunes del ICMP era una teoría dudosa concebida por el pequeño equipo de investigación del TPIY. 

La teoría era que, sin que nadie lo supiera, los serbios de Bosnia habían llevado a cabo una gran operación de encubrimiento entre agosto y noviembre de 1995 que había consistido en excavar los cuerpos de los musulmanes bosnios asesinados de sus tumbas originales, transportándolos a otros sitios dentro del área de Srebrenica y volver a enterrarlos con la esperanza de que no puedan ser descubiertos en las nuevas tumbas. A primera vista, esta teoría era risible. Excavar, transportar y volver a enterrar unas 500 toneladas de restos humanos en territorio montañoso al final de un verano muy caluroso no era algo que pudiera haber sido ocultado a la gran cantidad de personal de la ONU y de inteligencia que permaneció en el área. Tampoco podría haberse ocultado a los satélites estadounidenses y los drones geoestacionarios que Madeleine Albright le había dicho públicamente a la ONU el 10 de julio de 1995 que Estados Unidos "estará observando" cualquier cosa por el estilo. Al agotado ejército serbio de Bosnia tampoco le habría resultado fácil montar una operación encubierta de este tipo, especialmente porque carecían de gasolina.



Una razón más convincente para sospechar fue que, habiendo logrado muy pocas identificaciones en los primeros cuatro años más o menos después del final de la guerra de Bosnia, el ICMP de repente comenzó a hacer identificaciones a un ritmo nunca antes visto desde entonces. Esto fue sorprendente por varias razones, entre ellas el hecho de que, dado que no había registros de población para Srebrenica en tiempos de la guerra, el ICMP solo podía usar las listas no científicas creadas cuando el gobierno musulmán bosnio instó a las personas a presentarse para denunciar a familiares desaparecidos. Dado que muchos musulmanes bosnios fueron trasladados durante la guerra, pocas familias habrían tenido un conocimiento definitivo de que sus familiares habían estado en Srebrenica.

Finalmente, siempre ha habido un problema con los números que supuestamente fueron asesinados en Srebrenica. El gobierno bosnio había dado una cifra de población de Srebrenica de 42.000 a la ONU como base para el suministro de alimentos en el área segura. Tales cifras son invariablemente una sobreestimación. El consenso de las agencias de ayuda fue de alrededor de 38.000. Pero la ONU registró 35.600 sobrevivientes de Srebrenica en Tuzla. Unos 2.000, más o menos, soldados musulmanes bosnios de Srebrenica fueron vistos por personal de la ONU a salvo detrás de las líneas musulmanas cerca de Tuzla antes de que fueran reasignados en secreto a otras partes de Bosnia. Otros 750 sobrevivientes de Srebrenica fueron registrados en Zepa, y alrededor de 1.000 escaparon a Serbia. Si 6.800 fueron masacrados en Srebrenica, tendría que haber habido más de 45.000 personas allí cuando cayo en manos de los serbios de Bosnia, una cifra mucho mayor de lo que nadie habría sugerido.

En la investigación de Srebrenica, el ICMP ha funcionado como un complemento de la recopilación de pruebas del Tribunal. ¿Por qué se ha eximido de la obligación de mostrar al tribunal o al acusado la evidencia física en la que supuestamente se basan sus conclusiones?

El Acuerdo adjunto de Sede del ICMP firmado con Bosnia y Herzegovina contiene la respuesta a esa importante pregunta.

Notas:

El artículo fue publicado originalmente en el Proyecto Srebrenica. Stephen Karganovic es presidente del "Proyecto Histórico Srebrenica", una ONG registrada en los Países Bajos para investigar la matriz de hechos y los antecedentes de los eventos que tuvieron lugar en Srebrenica en julio de 1995. La fuente original de este artículo es el Proyecto Histórico Srebrenica.Copyright © Stephen Karganovic, Proyecto Histórico Srebrenica, 2020, reproducido en inglés por Global Research.- La primera parte en su original versión inglesa puede ser consultada aquí

Artículo Relacionado: (en inglés)

¿Srebrenica fue un engaño? Testimonio de un ex observador militar de las Naciones Unidas en Bosnia 

10 julio 2020

¡No seas como Hitler!



Un mordaz pasquín motivacional basado en once pifias del Führer

Publicado por Kiko Amat
Jotdown


1) Escoge bien tus amistades: 

Nunca lo de «dime con quién andas y te diré quien eres» ha resultado más cierto que con el malo de Adolf. Desde su mocedad, Hitler erigió a su alrededor una auténtica pandilla basura. Ernst Röhm, fundador de las SA e ilustre víctima de ´La Noche de los Cuchillos Largos´, era un lerdo, un simple bruto, irascible y tosco a más no poder. Heinrich Himmler era, como dijo Hugh Trevor-Roper en ´Los últimos días de Hitler´, un «creyente elemental» cuyos actos de despiadada crueldad no obedecían a frialdad de temple sino a «pobreza de sangre». El muy memo creía a pies juntillas todas las chifladuras teutónicas de la religión nazi, las majaderías wagnerianas, las chorreces rúnicas, el rosicrucianismo-para-gilipollas y ese irritante misticismo nórdico, tan dado a la palabrería grandilocuente. Era un tocho, en fin. Joseph Goebbels, por su parte, era un fanático inteligente, receta infalible para la más holocáustica de las catástrofes. Suyas eran las ideas de la «guerra total», «movilización total» y quizás incluso el Mákina Total. Era además un predicador eficacísimo y un radical insobornable. El único «intelectual» auténtico del Reich era, en suma, más peligroso que unas manoplas hechas de cuchillas de afeitar (cosidas por fuera). Rudolf Hess era más zopenco aún que Rohm; un tío incapaz de limpiarse el trasero sin consultar antes un manual de instrucciones. En los retratos, sus ojuelos de topillo quedan a la sombra de una única ceja colosal, protuberante y negruzca como una visera de contable. Y qué me dicen de Hermann Goering, creador de la Lutwaffe e inspirador de la Gestapo, que aunque no era tan acémila como Su Ceporridad (Hess), sí era un putero, un morfinómano arribista y corrupto, un «hombre entregado a la voluptuosidad, como un perfumado Nerón tocando la cítara mientras Roma ardía» (Trevor-Roper dixit). Y estaba loco como una cabra, al modo Heliogábalo. Himmler declaró que Goering pasaba su tiempo «tomando cocaína, envuelto en una toga y pintándose las uñas de rojo». No suena como la compañía ideal para alguien como AH, que ya no estaba muy fino. Y en cuanto a Jodl, Bormann, Berger, Keitel… Tiralevitas asquerosos y aduladores rastreros, del primero al último. Y los que no le besaban el culo a AH se frotaban las manos y preparaban el alfanjazo a traición: Schellenberg, el conde de Bernadotte, el cuñadísimo Fegelein (otra moraleja: nunca se fíen de los cuñados), y por supuesto Hess —que se esfumó en aquel aeroplano hacia Escocia—, Himmler y Goering, entre tantos otros. Yo no digo que no tuviesen razón; solo digo que como amigos eran un asquito. Excepto Albert Speer. Speer era el único que parecía tenerle un afecto sincero a Adolf. Lo que, a su vez, dice bastante poco de él: ¿quién podría haber trabado amistad con aquel zombi de vidriosos ojos vacíos, cenas macrobióticas y odio racista congénito? Menuda panda, macho.


El gran dictador, 1940. Imagen: Warner Home Video


2) No seas nihilista: 

Los expertos afirman que las soflamas apocalípticas que AH excretaba incesantemente durante los últimos días del búnker son la «auténtica voz del nazismo». Hitler no era un estadista al modo occidental ni un samurái confuciano, como ya se apunta en ´Los últimos días de Hitler´, y desde luego no era un buenazo como Gandhi o Epi (de Epi y Blas); su figura se parece más a la de los grandes maestros de la tierra calcinada y la destrucción atorrante: Atila, Gengis Khan, Galactus… Ese perfil de jerarca devastador. Al Führer lo que le ponía era arrasar, no la dominación mundial o el triunfo ario. Eso eran minucias. Lo de la «revolución permanente» hay que tomarlo al pie de la letra: Hitler era como el pastillero descerebrado que no quiere irse a dormir nunca, ni siquiera tras el undécimo after. Le chutaba incluso la autodestrucción, como al Lou Reed de 1974, y tomó con notable alborozo los primeros bombardeos al Berlín sitiado («¡Podemos ser destruidos, pero en ese caso arrastraremos con nosotros a todo el mundo envuelto en llamas!», berreaba, el muy pillado). Goebbels era igual, y eso es lo que les hace tan chungos: ese mesianismo turulato, que no ablandan ni cien almohadones. No se puede ir por la vida así, leñe; creo que estamos de acuerdo. Llega un momento en que el guerrero sensato desea descalzarse las botas de crujir, embutir los juanetes en un mullido par de babuchas, servirse la copa balón de Calvados y magrear a la parienta. Hitler no: lo suyo era el No-Pares-Sigue-Sigue hasta el traumatismo craneoencefálico y el armagedón universal. Y así le fue.


3) Ten sentido del humor: 

El nazismo era tan divertido como comerse una toalla ajena. Una toalla usada. De bidé. Alguien con un mínimo sentido del humor jamás se habría embarcado en serio en una cruzada tan risible, basada en esos bigotes imposibles, baluartes floridos, andares grotescos (John Cleese no tuvo que exagerar el paso de la oca para que fuese hilarante), esas filípicas flamígeras y plomizas, los mentones al aire y las pomposas poses (lo del Duce era para morirse de risa, no me jodan; y lo de Hitler también lo sería si no se hubiese cargado a medio planeta). 

Sí, el nazismo era más pomposo que Luis XIV declamando en latín ´La casa de hojas´ de Danielewski. Pretencioso e incomprensible y solemne como una teoría musical de Stockhausen. Y la solemnidad, por supuesto, es el perfecto opuesto del humor y todo lo que es guay en este buen mundo. El nazismo no solo era más feo que un plato de morros, desagradable y malicioso y de poca monta: era aburrido, monótono, pequeñoburgués. AH disfrutaba horrores con el arte nimio y los pastelillos de crema, era vegetariano a ultranza, un abstemio irreductible y un conversador privado más aburrido que la fotosíntesis en tiempo real. Y para colmo era el perro del hortelano: si él no bebía, nadie lo hacía (menuda farra, aquellas sobremesas de cuatro horas en el Berghof). Un puto aguafiestas, vaya. El mundo ideal de la religión nacionalsocialista era, así, monocromo, serio y estanco, sin especias ni chispa

Yo siempre he considerado el aburrimiento como totalitario, y a la gente aburrida como criptonazis pasivo-agresivos. Arréame con un extintor en la ingle, chaval, pero No. Me. Aburras. Recuerda que si ríes, el mundo reirá contigo, y todo eso.


El gran dictador, 1940. Fotografía: Warner Home Video.


4) No dejes que te dominen las viejas obsesiones: 

Es bien sabido que, de haber sido un estratega decente, Hitler podría haberse retirado de la guerra en términos favorables para Alemania. Pusilánimes comeyogures y pequineses falderos de la diplomacia internacional como Chamberlain o Daladier jamás le hubiesen obligado a devolver los Sudetes, Austria o demás territorios anexionados estilo Risk (con un par de tiradas de dados) cuando el berenjenal del anschluss (o anexión del «espacio vital» alemán). Hitler habría cumplido sus promesas políticas iniciales, y podría haberse perpetuado en el poder durante décadas, tan pancho él tras una serie de victorias blizkrieg tan impresionantes (en términos bélicos, quiero decir) como suertudas. O mirémoslo por otro costado: de haber resultado vencedor de la contienda, Hitler habría sido más o menos generoso con Inglaterra (declaró que estaba dispuesto a «garantizar el Imperio Británico») y tampoco conservaba demasiada inquina para con los galos, a los que solo planeaba aplastar una miaja hasta convertirles en una «nación de segundo orden» como Croacia, Eslovaquia u otros eriales ignotos donde el primer ministro es un tractor. Pero Adolf, queridos lectores, tenía una OBSESIÓN, y no es la que están pensando. Ni tampoco esa otra (sobre la sexualidad de Hitler un poco más abajo). La ojeriza mortífera a los judíos era capital en el Reich, sí, pero uno sospecha que obedecía a motivos tácticos —el «enemigo interior», etc.— y a tradiciones germánicas tan antañonas como vomitivas (el musgoso antisemitismo teutón es más viejo que la polka; medieval, como mínimo). No, la monomanía particular de Hitler tenía otro nombre: Rusia. Trevor-Roper (habrán intuido que es mi prefe) insiste en recordarnos el «básico significado antirruso» del nazismo. Para Rusia no valían diplomacias, ni siquiera conquistas al modo tradicional: Rusia debía ser vapuleada, violada rectal-y-bucalmente y esclavizadas las masas de «eslavos subhumanos» supervivientes. Y, de postre, exterminada cual plaga de pulgón. Relean Mein Kampf, o analicen el carácter místico-majara de las SS, o estudien los discursos de Himmler, ese babieca con sangre de horchata y cráneo ovoide: Rusia sale todo el rato. Si el Reich fuese una película sobre acosadores sexuales, habría una escena en que entramos en la casa del sospechoso y la encontramos completamente empapelada de fotos de Rusia en pelotas. La expansión hacia el este que tanto obsesionaba a AH explica el devenir del Tercer Reich, el resultado de la Segunda Guerra Mundial, incluso el tipo de muerte del Führer (los rusos le exhumaron y ocultaron su cadáver; quizás tras orinar sobre sus humeantes muñones). Rusia era la homérica obsesión de Hitler, causa de su insomnio y fuente primordial de sus espléndidas almorranas austríacas. Dicen que a AH nunca se le vio tan feliz como el día en que defecó sobre el pacto Ribbentrop-Molótov de no agresión ruso-germana y lanzó a los tanques contra la URSS. Su alivio debió resultar patente, aunque hoy en día no importe mucho (ya saben ustedes lo bien que fue Stalingrado). La moraleja se antoja meridiana, en todo caso: cuidado con las obsesiones, que las carga el diablo.


5) No abras un segundo frente: 

Ni en el trabajo ni en el amor. AH lo hizo con la Operación Barbarroja (la invasión de la URSS en julio de 1941), y miren cómo terminó aquella feliz idea. Muy poca gente puede mantener una zapatiesta a dos manos y contra dos adversarios a la vez: Obélix, Bud Spencer y para de contar. Enzarzarse en una bulla cuando ya estás enfrascado en otra es un acto condenado al más rotundo de los fracasos. La Operación Barbarroja es mi metáfora favorita para los insensatos que insisten en practicar este desaconsejable faux pas (modo de uso en conversación: «¿Cómo dices, Manuel María? ¿Que estabas peleado con tu esposa y ahora estás riñendo con tu amante? Joder, eso sí es una Operación Barbarroja de libro de estilo, tío»). No recuerdo muy bien lo que decía Sun-Tzu en ´El arte de la guerra´, pero debería existir un capítulo dedicado a esto: a compartimentar las batallas, y no emprenderla a guantazos con dos enemigos al alimón. Es una táctica excrementicia, como AH demostró sobradamente.


El gran dictador, 1940. Fotografía: Warner Home Video.


6) Mantén a los expertos cerca: 

En todos los aspectos de la vida, desde una calçotada a la construcción de una catedral, conviene tener alrededor a gente que sepa lo que se va a hacer. Expertos. Profesionales. Fulanos que tienen un trabajo encomendado y saben realizarlo con oficio y gracia. Hitler, que era un ególatra tarado, un visionario-cegato y un pajillero infeliz con manía persecutoria, hizo todo lo contrario: fue cesando uno a uno a todo aquel que tenía idea de algo, tanto en la diplomacia como en el campo de batalla, hasta quedarse rodeado exclusivamente de curanderos, lameculos e incapaces. En serio que el escenario de los últimos meses de Hitler es un quién-es-quién de los tíos más inútiles, arteros y soplapollas del país. De sobra conocido es que las grandes victorias militares de AH se debieron a pura suerte del principiante y arrojo del mochales (y estulticia del enemigo). Por desgracia, fueron esas mismas victorias relámpago las que convencieron al Guía del Pueblo Alemán de que era una eminencia en el arte de la guerra, lo que le llevó a enemistarse con —y luego diezmar a— su Estado Mayor. Ustedes ya saben lo que sucedió después, porque han visto ´El hundimiento´: un demente hebefrénico pegando alaridos y reclamando movimientos de pinza a ejércitos que solo existen en sus ensoñaciones de belladona, sobre un mapa bélico imaginario y ante una trémula cohorte de los generales más apocados y estultos de la Wehrmacht (los únicos que no ensombrecerían su «genio»). Moraleja: no puede uno saber de todo, y de vez en cuando hay que encomendarse a los expertos. Aparte de que es un gesto de humildad y nobleza: delegar en quien controla, y no ir de listeras por el mundo como hizo Adolf.


7) No tomes un montón de drogas: 

Lo de la belladona no era una de mis espléndidas hipérboles: Hitler realmente iba empapuzado de narcóticos la mayor parte del tiempo. Es curioso cuán familiares resultan los casos de Elvis Presley, Sid Vicious o Keith Moon comparados con el apetito narcótico del Führer. Sí, amigos: el destino del pueblo alemán estuvo durante una década y pico en las manos de un mostrenco que iba más pasado que Peter Tosh el día de la independencia de Jamaica. ¿Sabía el volk que su líder espiritual era una especie de Shaun Ryder en gesticulante, pichafloja y antisemita? De ser así quizás no le habrían seguido de esa forma tan poco meditada. En honor a la verdad hay que decir que —como le sucedió a Elvis— Hitler no sabía lo ciego que iba por estos mundos de Dios. El muy iluso creía que todo aquello eran «vitaminas». La culpa hay que echársela al doctor Morell, quizás el personaje más repulsivo y odioso y rastrero del Reich (y créanme: la competición era dura). Trevor-Roper, un hombre por lo demás comedido en sus afirmaciones, dice de él que era un hechicero «de hablar poco articulado y con las costumbres higiénicas de un cerdo». Una lista casi completa de las drogas que Morell inyectó a Hitler contenía veintiocho tipos de narcóticos, estimulantes y afrodisíacos. En los dos últimos años, Hitler «se inyectaba a diario». Morell también le suministraba algo conocido como «Píldoras antigas del Doctor Koester», compuestas de estricnina y belladona, un mejunje para combatir la flatulencia hitleriana (no me lo invento) que convertiría a cualquiera en una especie de tambaleante fauno de ojos enloquecidos y pito morcillón. A la luz de estos descubrimientos, su comportamiento empieza a cobrar otro cariz: ¡Hitler iba alto! ¡Por eso hacía y decía esas insensateces! Un par de sus últimas ofensivas las dirigió más enchufado que un roadie de Grateful Dead. ¿Cómo no prever el batacazo existencial que les esperaba como pueblo y potencia mundial? Simplemente di NO, Adolf.


El gran dictador, 1940. Fotografía: Warner Home Video.


8) Conoce tus talentos: 

Del mismo modo que el simplón de AH era incapaz de aceptar que no era Alejandro Magno ni Federico el Grande, y que lo de la rendición de la Francia obedecía más a la pobre defensa gabacha que a su propia maestría como estratega, el amigo también se resistía a creer que no era Van Gogh o Pieter Brueghel el ´Viejo´ Es de juzgado de guardia, pero AH, en su puro desquicie, se creía dotado de un gran talento artístico (Alan Bullock, en su ´Hitler: a study in tiranny´, dijo que Hitler tenía «el temperamento de un artista sin nada del talento, la formación o la energía creativa»). Ustedes saben bien que la mayoría de la gente que cree poseer un gran talento no tiene una mierda: solo visiten la galería de arte o disquería más próxima. Hitler era así. Tomemos su legado pictórico, recuperado de su imberbe etapa vienesa: una colección de grandes cagarrutas postalicias de pintamonas ramblero, y unas cuantas acuarelas con menos vida que un palomo espachurrado en el asfalto. Casi sin humanos: solo fríos mondongos rectilíneos de cemento y ladrillo sin alma (el símil con su corazón se antoja inevitable, pero no lo haré). Es bien sabido que el categórico rechazo de la Academia de Artes de Viena le sumió en el más resentido y miasmático de los infiernos de la paranoia. Y sin embargo, podría haber sido todo tan distinto… Cada vez que escucho el lugar común de «¿Qué harías si tuvieses una máquina del tiempo? Matar a Hitler» no puedo evitar pensar que con un sello de Aprobado en Viena ya habría bastado. No iba a ser el primer inútil calentando plaza en una universidad, y nos habríamos ahorrado Treblinka.


9) Intenta ser un padre decente: 

Lo de AH es de manual. Realmente su padre era un gran bastardo: les presento a Alois Hitler: es ese merluzo, el que tiene una cara de puerco airado más cómicamente exagerada que el bulldog de Tom y Jerry tras haberse sentado sobre sus propios colgajos. Los comienzos ya eran aciagos: Alois era hijo ilegítimo (lo de bastardo no era por faltar). También era un vagazo (Hitler heredaría ese rasgo) que terminó de abúlico agente de aduanas en la alta Austria, y casóse tres veces. Sus dos anteriores mujeres murieron mientras él engendraba algún que otro bastardo más. Klara Hitler, su tercera esposa, era veintitrés años más joven que él (AH demostró haber heredado también este cuestionable eslabón de ADN cuando se enamoró de Geli Raubal, ¡su sobrina de diecisiete años!). En ´Hitler The Private Man´ (el documental de 1995) subrayaban lo borrico que era Alois y lo santa que era Klara, pero Ian Kershaw o Alan Bullock no le dan tanta importancia al asunto. Bullock aduce simplemente que era «duro, antipático y tenía mal genio». A Hitler le chiflaba repetir (en el Mein Kampf, y en múltiples discursos) que su padre se opuso de manera tajante a su carrera de artista, pero los hechos demuestran que esto no fue así (para empezar, Alois murió cuando AH tenía catorce años). Simplemente, Adolf no tuvo los santos cojones de aceptar aquel vistoso cate en Bellas Artes y dedicarse a la arquitectura (sugerencia de sus tutores), porque era un holgazán y odiaba aplicarse en nada que implicara el más mínimo esfuerzo. Pero en fin: lo cortés no quita lo valiente. Alois Hitler era un patán indolente, un airado adefesio con rasgos simiescos y una figura paterna apestosa en lo moral y lo afectivo. Y de tal palo…


El gran dictador, 1940. Fotografía: Warner Home Video.


10) Folla: Sí. 

En la medida de lo posible, amigo mío, intenta fornicar (con algo de dulzura y amor, si no es mucho pedir). La sexualidad de Hitler ocupa un nada desdeñable espacio de la red (googleen «Hitler Sex Life»), aunque mucho de lo que se dice son embustes. Para empezar, lo de que AH era un «coprófilo impotente» (pasión por los zurullos + flacidez penil) solo aparece en un informe de 1943 de los servicios estratégicos estadounidenses (OSS), y resulta que lo habían oído de Otto Strasser. Ah, súper: esa sí es una fuente fiable: el opositor principal a Hitler en la rama «izquierdista» (no era nada izquierdista) del NSDAP, declarado por Goebbels enemigo público del Reich, que había sufrido el asesinato político de su hermano Gregor en aquella cuchillesca noche y que tuvo que exiliarse de Alemania en 1933, y luego pasó el resto de su vida mentándole la madre a Hitler… Este es el pájaro ecuánime y objetivo que puede ofrecernos una versión equilibrada de la vida amatoria del Führer. A ver: que AH no era Giacomo Casanova salta a la vista. Un psicópata neurasténico y megalómano difícilmente va a clasificarse como mejor amante de la historia, de eso no cabe duda, pero lo cierto es que no existen pruebas de lo que sucedía en la privacidad de su alcoba. Hitler y Eva Braun (a quien Speer, asaz agudo él, definió como «la futura gran decepción de los historiadores») dormían en habitaciones separadas pero compartían baño, y la pícara Braun había afirmado alguna vez que si tal o tal sofá «pudiesen contar lo que ha sucedido en ellos…». Espero que nunca lo hagan, pues una descripción del culo grisáceo de Hitler bombeando entre las piernas de la mujer más sosa y pánfila de toda Baviera es lo último que necesito escuchar antes del desayuno. En resumen: todo apunta a que Hitler era un malfollao. Y miren lo que pasó luego.


11) No tengas complejo de mesías: 

Parece sensato afirmar que, dejando de lado su cargante tendencia a expresarse en parábolas (Pedro: «¿Tienes a mano el pasaporte, Jesús? Están a punto de chapar el check-in, tío». Jesús de Nazaret: «Una zorra se topó una vez con un leproso, y le espetó: bienaventurados los portadores de documento de identidad, fuere este permiso de conducción o DNI, pues ellos…». Pedro: «Vale, julay, déjalo. Ya han cerrado la puerta de embarque»), JC era un tipo harto molante. Algún accesillo de ciega ira destructiva le agarraba (con los incautos mercachifles del templo, por ejemplo), como a todos puede sucedernos en un mal día, pero en general parecía un piernas bondadoso, bienintencionado y capaz de practicar esquí acuático sin tabla, lancha ni leches. Lo jodido, claro, es la gente que padece complejo de mesías sin nada de la benignidad o la capacidad piscimultiplicatoria del Salvador, y para colmo impulsados en exclusiva por intenciones aviesas; como Bono Vox, José María Aznar o aquel par de miserables de Twitter. ¿Hay algo peor que un santurrón sin nada de la santidad? Hitler se tomaba a sí mismo muy en serio (signo inconfundible de los imbéciles de espíritu) y estaba convencido que su destino era salvarnos. Exterminándonos un montón, eso sí, si éramos judíos, gays, anarquistas, socialistas, socialdemócratas, mods o rockers, morenos con el cabello acaracolado y nariz aguileña, usuarios de aceite de oliva, reparadores de acordeones con tendencia a la bizquera, fans zurdos del waterpolo, funambulistas palentinos, miembros del foro Club Rubik Catalunya y, resumiendo, TODO EL MUNDO QUE NO FUESE ÉL. Así que, Hitlerín: no nos salves, majo. Dedícate a sacarle el polvo al felpudo de la Braun, o a la cría y manutención de tortuguitas domésticas, o al perfeccionamiento de la decoración de cupcakes. Mártires, ya lo saben: los justos.


El gran dictador, 1940. Fotografía: Warner Home Video.


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