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10 diciembre 2020

¿Por qué la Unión Europea se abstiene de condenar el nazismo en las Naciones Unidas?




por Tito Andino U.


Este reporte es la continuación de un anterior artículo sobre la misma temática. Aparte de los detalles históricos establecidos, en la actualidad tanto en Europa como en los Estados Unidos se debate histéricamente (no históricamente) prejucios que nada tienen que ver con la ciencia de la historia y la nobleza de la historiografía existente sobre el período que comprende los años previos al estallido de la segunda conflagración mundial, aunque más correctamente deberíamos decir sobre la guerra que estalló en Europa desde mucho antes de la fecha oficial aceptada (septiembre 1939).


Los miebros de la Unión Europea se abstuvieron de condenar el nazismo en las Naciones Unidas.


Antecedente.

Resolución del Parlamento Europeo, 19 septiembre 2019, importancia de la memoria histórica europea para el porvenir de Europa. Es fundamental este documento ya que:

 

"- Condena toda manifestación y propagación de ideologías totalitarias, como el nazismo y el estalinismo, en la Unión

Condena el revisionismo histórico y la glorificación de los colaboradores nazis en algunos Estados miembros de la Unión

- Pide a todos los Estados miembros que conmemoren el 23 de agosto como Día Europeo Conmemorativo de las Víctimas del Estalinismo y del Nazismo a escala tanto nacional como de la Unión. 

- Pide a los Estados miembros que condenen y contrarresten todas las formas de negación del Holocausto, incluidas la trivialización y la minimización de los crímenes cometidos por los nazis y sus colaboradores, y que eviten su banalización en el discurso político y en los medios de comunicación. 

Pide una cultura común de memoria histórica que rechace los crímenes de los regímenes fascistas y estalinistas, y de otros regímenes totalitarios y autoritarios del pasado". 

 

Además, en la Resolución, el Parlamento Europeo: "Declara que la integración europea como modelo de paz y reconciliación ha sido una opción libre de los pueblos de Europa para comprometerse en favor de un futuro compartido y que la Unión Europea tiene la responsabilidad especial de promover y proteger la democracia, el respeto de los derechos humanos y el Estado de Derecho, no solo dentro sino también fuera de la Unión Europea". De manera explícita señala que: "Condena el hecho de que las fuerzas políticas extremistas y xenófobas en Europa recurran cada vez más a la distorsión de los hechos históricos y utilicen símbolos y retóricas que evocan aspectos de la propaganda totalitaria, como el racismo, el antisemitismo y el odio hacia las minorías sexuales y de otro tipo".

La Resolución concluye que: "Insta a los Estados miembros a que garanticen el cumplimiento de las disposiciones de la Decisión Marco del Consejo, con el fin de hacer frente a las organizaciones que difunden discursos de incitación al odio y a la violencia en los espacios públicos y en línea y que prohíban efectivamente los grupos neofascistas y neonazis y cualquier otra fundación o asociación que exalte y glorifique el nazismo y el fascismo o cualquier otra forma de totalitarismo, dentro del respeto del ordenamiento jurídico y la jurisdicción nacionales".

Para buen entendedor pocas palabras.


Símbología neonazi en España y Ucrania. Las fotos de España corresponden al 6 de diciembre 2020 en Barcelona (la primera, con las calaveras es un símbolo de voluntarios neonazis que combaten en Ucrania)


La Asamblea General de la ONU nos ha recordado siempre lo siguiente: "La victoria contra el nazismo en ‎la Segunda Guerra Mundial contribuyó a establecer las condiciones que permitieron crear las ‎Naciones Unidas para prevenir las guerras en el futuro y preservar a las generaciones venideras del ‎flagelo de la guerra".

 

***

New York, 18 de noviembre de 2020

Asamblea General de la ONU


Tercera Comisión de las Naciones Unidas. Resolución para “Combatir la glorificación del ‎nazismo, el neonazismo y otras prácticas que contribuyen a exacerbar las formas ‎contemporáneas de racismo, discriminación racial, xenofobia y formas conexas de ‎intolerancia.‎ 


La Resolución hace eco de algo que se ha venido denunciando en este blog, la apología del nazismo mediante el mal llamado "revisionismo" que pretende reescribir la historia en aras de perversos intereses ideológicos, incluso mediante la discriminación racial. La ONU advierte sobre la continua divulgación propagandística a través de diversos medios; la ONU alerta sobre la presencia de organizaciones neonazis, racistas y ‎xenófobos en numerosas regiones del mundo. La ONU manifiesta su "profunda preocupación ante cualquier ‎forma de glorificación del movimiento nazi, del neonazismo y de quienes fueron en su día miembros ‎de la organización Waffen-SS", ya que ello contribuye a "exacerbar las formas contemporáneas de racismo, discriminación ‎racial, antisemitismo, islamofobia, cristianofobia, xenofobia y formas conexas de intolerancia".

 ‎

Dos fotografías conocidas mundialmente, simbología que según las resoluciones de la ONU fomentan el odio y la segregación racial, lo cual se pretende combatir sin éxito. Arriba marines estadounidenses en Afganistán; abajo, voluntarios ucranianos del Batallón "Azov", nótese las banderas de la OTAN, de la unidad paramilitar ucraniana con simbología nazi y una bandera nazi. ¿Coincidencia?

 

Y, como toda Resolución, la del 18 de noviembre de 2020, exhorta a los Estados miembros de las Naciones Unidas adoptar medidas que contrarresten ese fenómeno, ratificando otra Resolución de la Asamblea General de la ONU del 18 de diciembre de 2019. ‎


La aprobación por la Tercera Comisión (18 noviembre 2020) contó con el respaldo de 122 votos a favor. Sin embargo, fue vetada por dos estados: Estados Unidos y Ucrania, además, todos los estados integrantes de ‎la OTAN se abstuvieron, así como algunos socios de la organización Atlántica como Japón y Australia, entre otros. ‎El neonazismo parece estar de moda en Europa y el mundo, las abstenciones involucraron en total a 53 estados miembros de la ONU, es decir, con su voto de abstención (que en la práctica es un voto en contra de la Resolución) se abstienen de condenar la glorificación del nazismo y el neonazismo.

A decir del politólogo italiano Manlio Dinucci, esto tiene un significado político evidente, "los miembros de la OTAN y sus socios ‎boicotearon una resolución que, sin nombrarla, cuestiona directamente y sobre todo a Ucrania, ‎cuyos movimientos neonazis han sido y son utilizados por la OTAN con fines estratégicos. Está ‎ampliamente demostrado que brigadas neonazis recibieron entrenamiento militar ‎de Estados Unidos y de la OTAN, que las utilizaron después en el putsch de la plaza Maidan –‎en 2014– y contra las poblaciones rusas de Ucrania, antes y después del regreso de Crimea a la ‎Federación Rusa, iniciando así en Europa una nueva confrontación análoga a la de la guerra fría". ‎


Batallón Azov, una milicia reclutada por el Ministerio del Interior y la Guardia Nacional de Ucrania 

La evidencia está a la vista, el ejemplo más claro, más palpable y hasta extensamente documentado es la glorificación en Ucrania del conocido batallón "Azov", formado en 2014 con claras inclinaciones ultranacionalistas y racistas que evocan el pasado nazi, de quienes adoptan sus símbolos e ideología como la defensa de la "pureza racial ucraniana". El "Azov" que nació como ilegal organización paramilitar no ha tenido inconveniente en ser "adoptado" con carácter oficial por la Guardia Nacional de Ucrania y participa como unidad militar (regimiento) dotado de artillería y blindados en los continuos combates en el Donbass. ¿Cómo se identifican?, llevan con orgullo los emblemas nazis de la otrora división "Das Reich" de las SS. ¿Quiénes los entrenan? Ni más ni menos que las fuerzas que llevan la democracia a todo el mundo: Tropas del US Army que provienen de diferentes repartos de la OTAN.



En un viejo recuerdo histórico, este blog presentó dos artículos en 2015, Los “revolucionarios” del Maidán y la añoranza fascista, la cual puede ser repasada como una nota explicativa a lo que hoy debatimos.  ‎

"El hoy regimiento Azov ‎no es una unidad militar ucraniana sino un movimiento ideológico y político que sigue teniendo ‎como jefe a Andriy Biletsky, dedicado principalmente a “educar” a los jóvenes, inculcándoles ‎el odio contra los rusos y entrenándolos militarmente. En simultáneo en Kiev se reclutan ‎neonazis de toda Europa. ‎Ucrania se ha convertido así en “vivero” del nazismo que renace en pleno corazón de Europa" (Manlio Dinucci). ‎

Ahora, preguntémonos. ¿Por qué una Resolución tan importante como ésta, votada en la Asamblea General de las Naciones Unidas ha permanecido en silencio? ¿Dónde está la prensa libre e imparcial? callada, por supuesto. 


Lo único real es que la Unión Europea / OTAN se abstiene en la votación de una resolución de ‎las Naciones Unidas contra la apología del nazismo e insiste en convencernos que debemos mantener y conservar la Memoria Histórica Europea al haber proclamado el "Día Europeo en Conmemoración de las Víctimas del Estalinismo y del Nazismo" (Resolución del Parlamento Europeo, 19 septiembre 2019).

 



Segunda Parte

El Parlamento Europeo y la Memoria Histórica 


Como resumen de una anterior ponencia, el Parlamento Europeo bajo atenta vigilancia de los Estados Unidos / OTAN propuso y aprobó entre otras cosas acusar a la extinta URSS de complicidad con el nazismo para desatar la segunda guerra mundial: Resolución del Parlamento Europeo, 19 septiembre 2019, sobre la importancia de la memoria histórica europea para el porvenir de Europa. 

Un imparcial debate y, por supuesto, una lógica resolución debía haber enmarcado el hecho histórico acaecido el 30 de septiembre de 1938, verdadera fecha en que las potencias occidentales de Europa (Gran Bretaña y Francia) traicionaron a Checoslovaquia y los pactos de seguridad colectiva en favor de la Alemania nazi. Política de contención fue bautizado ese acto de barbarie mediante el cual se autorizó la invasión germana (húngara y polaca) de los territorios que conformaban la hoy extinta nación checoeslovaca y que en la práctica desató el inicio de la guerra en Europa. 

La lógica pregunta es ¿quién fue responsable de ese acto?... La Unión Soviética, sin duda no. Hace ya más de 20 años en que la Unión Europea (bajo auspicio de la OTAN) inició una campaña pública para desacreditar a la actual Rusia, lo detestable es que lo hace "denigrando, falsificando o manipulando la historia".

No pretendo volver a escribir sobre el tema, en 80 años atrás ... Mito y realidad del pacto Hitler-Stalin, quedó analizado hasta la saciedad el pacto de no agresión nazi-soviético de 1939, nos remitimos a ese estudio como referencia.

Bien, el Parlamento Europeo, mediante eufemismos señala que el mencionado pacto de no agresión nazi - soviético es el origen de la contienda en Europa. Primaron razones ideológicas y nada históricas para la resolución, en ninguna parte se menciona absolutamente nada sobre la complicidad polaca, esos detalles también quedaron reflejados en el artículo La Segunda Guerra Mundial comenzó en octubre de 1938 . 


Moscú 24 de junio de 1945. Desfile por el Día de la Victoria contra el nazismo

"El día que Occidente prefiere olvidar", debería traernos a la memoria que la UE / OTAN quieren reescribir la historia. ¿Cuál mente sensata puede olvidar que Hitler deseaba la guerra?, esa fue la única motivación de su trastornada existencia, estalló en cólera cuando a fines de septiembre de 1938 se le privó de su rabioso anhelo de aplastar militarmente a Checoslovaquia. Hitler nunca quiso la "Conferencia de Munich" y tampoco respetó sus ventajosos términos, tan rápido como pudo devoró a su víctima y asalto "pacíficamente" el resto de la nación checoeslovaca, bajo aplausos de sus admiradores en la isla británica y sus cómplices polacos y franceses. 

La Unión Europea quiere hacernos olvidar que en esos días si existieron valientes alemanes que se opusieron a la guerra y a la conquista territorial, la historia de quienes intentaron parar la locura hitleriana la hemos repasado en ¿Y si Hitler hubiese sido asesinado en 1938?

En aquellos ya  lejanos días, Francia y la Gran Bretaña eran los dos más grandes imperios coloniales del mundo, es bueno refrescar mentes. La verdadera guerra en Europa inició en octubre de 1938 cuando Chamberlain y Daladier pactaron con Hitler y Mussolini, despedazaron Checoslovaquia. Ni checos, ni rusos fueron "invitados" a Munich. Hoy, nadie quiere recordar en la democrática Europa que el totalitarismo comunista de la URSS realizó todos los esfuerzos para lograr la firma de un Acuerdo de Seguridad Colectiva en Europa contra la inminente agresión nazi. (Estos detalles pueden ser revisados en la La "guerra" por encontrar al culpable del inicio de la segunda guerra mundial)

Imperiosamente debemos volver a plantear la pregunta: ¿Fueron o no Aliados los británicos, franceses, estadounidenses y los soviéticos en la segunda guerra mundial? Por largas décadas nos dijeron que sí, que juntos lucharon por la libertad contra la Alemania nazi; y, mientras los militares compartían el mismo objetivo, los políticos decidían hasta donde se podía avanzar. La camaradería entre tropas estadounidenses y soviéticas quedó reflejada en el río Elba en abril de 1945, "El espíritu del Elba". En el presente resulta que los herederos del estado soviético, la Federación Rusa fue la "mala de la película".

 


La serie de films de propaganda de los Estados Unidos (1942-1945) "Why We Figth?" (¿Por qué luchamos?) capítulo V, "The Battle of Russia" describe la histórica defensa y la guerra rusa contra la Alemania nazi, aquí algunos comentarios que aparecen en la película:

"La historia no ha visto un mayor despliegue de coraje que el que exhibió el pueblo de la Rusia soviética". Henry L. Stimson, Secretario de Guerra (1940-1945) bajo los presidentes Franklin D. Roosevelt y Harry S. Truman.

 "Nosotros, así como todos nuestros aliados reconocemos la eterna deuda de gratitud que tenemos con el ejército y el pueblo de la Unión Soviética" Frank Knox, Secretario de la Marina.

"La caballerosidad y el espíritu luchador de los soldados rusos provocan la admiración del ejército estadounidense". George Marshall, Jefe del Estado Mayor del Ejército de los EEUU.

"Me adhiero al  sentimiento de admiración por la heroica e histórica defensa de la Unión Soviética". Ernest J. King, Comandante en Jefe de la Flota de los EEUU y Jefe de Operaciones Navales durante la IIGM.

"La magnitud y el esplendedor del esfuerzo realizado por los rusos lo convierten en el mayor logro militar de la historia". General Douglas MacArthur, Comandante supremo de las potencias aliadas, Área del Pacífico suroeste.


Volvamos a la actualidad. Algunos países miembros de la Unión Europea, que política y económicamente no representan nada (salvo intereses para la propaganda, tal el caso de Polonia y los países bálticos, sumamos a ellos Ucrania como miembro asociado) mantienen el interés de plantarse como adversarios de Rusia, guardando silencio respecto de Alemania, ya que ésta última es quien sustenta sus economías, cualquier alusión a la Alemania nazi y la época en que sufrieron su ocupación parece haber sido olvidada de su historia nacional, afloran los malos recuerdos de los soviets. Y es lógico, de Rusia no ven ni un centavo, por eso es fácil acusarlos de responsabilidad por la segunda guerra mundial, mientras los alemanes equilibren sus finanzas saldrán impolutos de la cuestión. Un negocio histórico rentable desde todo punto de vista

Afirma el periodista e investigador ruso, Leonid Radzikhovsk, que los rusos pueden intentar adoptarse a la actitud alemana, versión «light» "Nosotros no somos los herederos de Stalin, nosotros somos sus víctimas, víctimas del régimen soviético, ¡aún mucho peor de lo que fueron las víctimas de Polonia o de los Países Bálticos!. Nosotros los rusos hemos tenido más víctimas de Stalin que los alemanes han tenido de Hitler. Sin embargo, este enfoque va en contra de nuestro orgullo nacional de gran potencia y no cuadra con el mito". Las cosas son más complejas, afirma, "los alemanes se sacan de encima a Hitler y de su guerra a grandes gritos (a pesar que siguen pagando como si fuera oro en polvo las pensiones de sus antiguos combatientes nazis)".

  

Sin embargo, si los rusos quisieran imitar a los alemanes, "tendríamos que hacer un verdadero show de equilibrista: ¡repudiar al «malvado Stalin» conservando al mismo tiempo el orgullo de la guerra!. Se podría pretender haber ganado «a pesar de él», pero esto no funcionaría. El instinto elemental del pueblo, de la mayoría de la gente, le suena en la oreja que es muy difícil disociar Stalin de la guerra. Y si lo hiciéramos, la imagen de la guerra perdería su brillo".

 

Tropas nazis en 1941 y tropas ucranianas en 2015 unidas por el mismo símbolo.


Oficialmente la actual Federación Rusa, a través de su Parlamento y otros órganos estatales han condenado públicamente los crímenes del estalinismo; pero, el pueblo ruso se ha negado a repudiar a Stalin por la llamada "Gran Guerra Patria", mucho menos lo harán para complacer a la UE/OTAN bajo una premisa histórica distorsionada, aceptar aquello sería para los rusos "una expoliación de su victoria, y ¿qué nos quedaría después de todo esto?", se pregunta el citado investigador; y, tampoco es necesario "brindar por la Patria, por Stalin y servirnos otro vaso más", como sugirió el líder del Partido Comunista de Rusia en 2009.


"No poder disociar la guerra de su comandante en jefe es una cosa y no quererlo hacer es otra cosa; otra cosa es designar un tirano indiscutible, reconocido como tal por todo el mundo, en tanto que personalidad histórica de Rusia; ¡ y otra cosa es arrodillarse, cabeza inclinada para defenderlo, defender toda su política, incluso aquella de los años 1939 a 1941 !"


No olvidemos jamás que Hitler fue fabricado con el consentimiento de todos los políticos de Europa, ese proceso se inició con los financieros y políticos occidentales mucho tiempo antes de que Stalin lo "emulara", como quieren convencernos hoy en Europa. 

En resumen tenemos, la Resolución del Parlamento Europeo, 19 de septiembre de 2019, al conmemorar los 80 años del estallido de la segunda guerra mundial y la importancia de la memoria histórica europea para el porvenir de Europa; una década antes, el 23 de septiembre de 2008, se proclamó el "Día Europeo en Conmemoración de las Víctimas del Estalinismo y del Nazismo" (nótese que primero va el estalinismo y como complemento el nazismo).

La mencionada Resolución dice que: "Considerando que hace 80 años, el 23 de agosto de 1939, la Unión Soviética comunista y la Alemania nazi firmaron un Tratado de no Agresión, conocido como el Pacto Molotov-Ribbentrop, y sus protocolos secretos, por el que Europa y los territorios de Estados independientes se repartían entre estos dos regímenes totalitarios y se agrupaban en torno a esferas de interés, allanando así el camino al estallido de la Segunda Guerra Mundial". Por tanto, según la UE, vía Parlamento Europeo, "pone de relieve que la Segunda Guerra Mundial, la guerra más devastadora de la historia de Europa, fue el resultado directo del infame Tratado de no Agresión nazi-soviético de 23 de agosto de 1939, también conocido como Pacto Molotov-Ribbentrop, y sus protocolos secretos, que permitieron a dos regímenes totalitarios, que compartían el objetivo de conquistar el mundo (?), repartirse Europa en dos zonas de influencia (?)".

También se considera que "mientras que los crímenes del régimen nazi fueron evaluados y castigados gracias a los juicios de Nuremberg, sigue existiendo la necesidad urgente de sensibilizar sobre los crímenes perpetrados por el estalinismo y otras dictaduras, evaluarlos moral y jurídicamente, y llevar a cabo investigaciones judiciales sobre ellos". 

Lo siguiente es digno de resaltar: "Considerando que, a pesar de que el 24 de diciembre de 1989 el Congreso de los Diputados del Pueblo de la URSS condenó la firma del Pacto Molotov-Ribbentrop, junto con otros acuerdos celebrados con la Alemania nazi, las autoridades rusas negaron, en agosto de 2019, ser responsables de este acuerdo y de sus consecuencias, y en la actualidad están fomentando la idea de que Polonia, los Estados bálticos y Occidente fueron los verdaderos instigadores de la Segunda Guerra Mundial"

Como conclusión dice el organismo europeo que: "Rusia sigue siendo la mayor víctima del totalitarismo comunista y que su evolución hacia un Estado democrático seguirá obstaculizada mientras el Gobierno, la élite política y la propaganda política continúen encubriendo los crímenes comunistas y ensalzando el régimen totalitario soviético; pide, por tanto, a la sociedad rusa que acepte su trágico pasado". 



El presidente de Ucrania, Petro Poroshenko, posa junto a soldados ucranianos, a su izquierda uno de ellos usa en el pecho el distintivo de la calavera de las SS cobijado por la bandera de Ucrania, la foto data de 2018. Y, es precisamente esto lo que dice combatir las resoluciones del Parlamento Europeo y la ONU

Con todos los antecedentes, la documentación y otras evidencias, con la ayuda de los artículos aquí citados y de cientos de historiadores, intelectuales e investigadores, la única interpretación posible es que la Resolución del Parlamento Europeo es una retórica declaración política cuyo objetivo es desestabilizar a un estado europeo opuesto a los principios ideológicos de quien controla realmente la Unión Europea: la OTAN. Y, ¿qué es la OTAN?... el brazo político-militar de los Estados Unidos para Europa y ahora para el mundo.

07 diciembre 2020

Pearl Harbor y las guerras del Estados Unidos empresarial



 

Por Dr. Jacques R. Pauwels                              

Título original en inglés:                                                                    Fall 1941: Pearl Harbor and The Wars of Corporate America


Nota de introducción del editor del blog

La entreguerra no solo fue una etapa alborotada para las corporaciones internacionales, varias (sino muchas) vieron un horizonte próspero para los negocios y sin recato alguno colaboraron con el régimen nazi instaurado en Alemania en la década de 1930 a través de empresa subsidiarias controladas desde la matriz en Estados Unidos. No vale la pena hablar de un Henry Ford, de General Motor o las empresas petroleras de Rockefeller, ya no es novedad. Pero, debemos tener en cuenta algo simple, no se trataba de simples negocios. Ford, por ejemplo, era un reconocido antisemita condecorado por la Alemania nazi con la "Gran Cruz del Águila Alemana", 30 julio 1938, un distintivo honorífico para prominentes extranjeros, el más alto por cierto, un reconocimiento personal de Hitler, en esos tiempos Henry Ford ya no representaba a la empresa. Al poco, agosto de 1938, la "Orden del Águila Alemana" colgaba del cuello de un ejecutivo de General Motors, James Mooney, por servicios distinguidos al Imperio Alemán (Reich); la empresa subsidiaria de General Motors en la Alemania nazi era Opel Brandenburg. Tanto GM como Ford, por intermedio de sus subsidiarias alemanas (Ford-Werke) controlaban el 70% del mercado alemán del automotor, iniciada la guerra sus funciones variaron conforme las necesidades de la Wehrmacht.


Henry Ford condecorado con la Gran Cruz del Águila Alemana, 30 julio 1938

IBM, ITT son otros ejemplos, ya sabemos que la primera realizó trabajos para las "estadísticas" nazis, ITT no solo era especialista en comunicaciones, poseía el 25% de Focke-Wulf  por intermedio de su subsidiaria, C. Lorenz AG. En asuntos bancarios había parecida "colaboración" con instituciones como el Chase National Bank para el cambio de divisas y manipulaciones financieras. A todo ello sumememos que los Estados Unidos recibió con los brazos abiertos en la posguerra a cuanto ex nazi al que podía sacar provecho (Operación Paperclip).

En fin, estos temas son en la actualidad de amplio dominio público, también lo hemos revisado en otros artículos del blog. Como bien se dice en ocasiones y en diferentes ámbitos: "Nada personal, solo negocios". Pese a que el tema ya no es novedad el siguiente artículo aporta en la comprensión del papel del gobierno de los Estados Unidos y del círculo empresarial en el camino hacia la guerra. 

El Dr. Jacques R. Pauwels escribió "Fall 1941: Pearl Harbor and the Wars of Corporate America" (Otoño de 1941: Pearl Harbor y las guerras de las empresas estadounidenses), cuyo texto traducido viene a continuación.

T.Andino U. 


***

Mito y realidad del ataque de Japón a Pearl Harbor hace 79 años, 7 de diciembre 1941

 

 

Mito: Estados Unidos se vio obligado a declarar la guerra a Japón tras un ataque japonés totalmente inesperado a la base naval estadounidense en Hawai el 7 de diciembre de 1941. Como Japón era aliado de la Alemania nazi, esta agresión hizo que automáticamente Estados Unidos entrara en guerra contra Alemania.


Realidad: Hacía tiempo que el gobierno Roosevelt deseaba entrar en guerra contra Japón y trató de desencadenarla por medio de un embargo al petróleo y otras provocaciones. Como Washington había descifrado los códigos japoneses, sabía que la flota japonesa se dirigía a Pearl Harbor, pero se alegró del ataque porque la agresión japonesa iba a hacer posible “vender” la guerra a la opinión pública estadounidense, la inmensa mayoría de la cual se oponía a ella.

También se suponía que un ataque por parte de Japón, a diferencia de un ataque estadounidense a Japón, evitaría una declaración de guerra por parte del aliado de Japón, Alemania, que estaba obligado por un tratado a ayudar solo en caso de que Japón fuera atacado. Sin embargo, por razones que nada tienen que ver con Japón o Estados Unidos, sino con el fracaso de la “guerra relámpago” de Alemania contra la Unión Soviética, el propio Hitler declaró la guerra a Estados Unidos pocos días después de Pearl Harbor, el 11 de diciembre de 1941.

Otoño de 1941. Tanto entonces como ahora, Estados Unidos estaba gobernado por una “élite del poder” formada por industriales, propietarios y gerentes de las principales empresas y bancos del país, que no suponían sino una pequeña parte de su población. Tanto entonces como ahora, estos industriales y financieros -el “Estados Unidos empresarial”- tenía estrechas relaciones con los más altos rangos del ejército, los “señores de la guerra” (como los ha denominado el sociólogo de la Universidad de Columbia C. Wright Mills, que acuñó el término “élite del poder”) (1) y para quienes años más tarde se erigiría un gran cuartel general, conocido como el Pentágono, a orillas del río Potomac.

En efecto, hacía décadas que existía el “complejo militar-industrial” cuando Eisenhower le dio ese nombre al final de su carrera como presidente y tras haberlo servido muy diligentemente. Hablando de presidentes: en las décadas de 1930 y 1940, de nuevo tanto entonces como ahora, la élite del poder permitió amablemente al pueblo estadounidense elegir cada cuatro años entre dos miembros de su propia élite (uno calificado de “republicano” y otro de “demócrata”, aunque pocas personas sepan cuál es la diferencia) para residir en la Casa Blanca con el fin de formular y administrar las políticas nacionales e internacionales. Estas políticas servían (y siguen sirviendo) a los intereses de la élite del poder, es decir, servían sistemáticamente para promover “los negocios”, una palabra en clave utilizada para designar la maximización de los beneficios de las grandes empresas y bancos que son miembros de la élite del poder.

Como francamente dijo el presidente Calvin Coolidge en una ocasión durante la década de 1920, “el negocio de Estados Unidos (del gobierno estadounidense) son los negocios”. En 1941 el inquilino de la Casa Blanca era un miembro bona fide (de buena fe) de la élite del poder, un vástago de una familia rica, privilegiada y poderosa: Franklin D. Roosevelt, al que se suele denominar “FDR” (por cierto, la riqueza de la familia Roosevelt se creó, al menos en parte, gracias al comercio de opio con China. Como escribió Balzac, “detrás de cada gran fortuna se oculta un crimen”).


Franklin D. Roosevelt en los años 30

Parece que Roosevelt sirvió bastante bien a la élite del poder puesto que se las arregló para ser nominado (¡difícil!) y elegido (¡relativamente fácil!) en 1932, 1936, y de nuevo en 1940. Fue un logro notable ya que los “sucios años treinta” fue una época difícil, marcada tanto por la “Gran Depresión” como por grandes tensiones internacionales que llevaron a la erupción de la guerra en Europa en 1939. El trabajo de Roosevelt (servir a los intereses de la élite del poder) estuvo lejos de ser fácil porque entre las filas de esa élite las opiniones diferían acerca de cómo podía servir mejor el presidente a los intereses empresariales. Por lo que se refiere a la crisis económica, algunos industriales y bancos estaban bastante contentos con el enfoque keynesiano del presiente, lo que se conocía como el “New Deal” y que suponía mucha intervención del Estado en la economía, mientras que otros se oponían firmemente a ese enfoque y pedían a gritos volver a la ortodoxia del laissez-faire. La élite del poder también estaba dividida respecto a cómo gestionar las relaciones exteriores.

A los propietarios y altos directivos de muchas empresas estadounidenses (como Ford, General Motors, IBM, ITT, y la Standard Oil de Rockefeller en Nueva Jersey, ahora conocida como Exxon) les gustaba mucho Hitler. Uno de ellos, William Knudsen de General Motors, incluso calificó elogiosamente al Führer alemán de “milagro del siglo XX” (2). La razón de ello era que el Führer había armado a Alemania hasta los dientes para prepararse para la guerra y muchas sucursales alemanas de empresas estadounidenses se habían beneficiado generosamente del “boom del armamento” de ese país produciendo camiones, tanques y aviones en lugares como la fábrica Opel de GM en Rüsselsheim y la gran planta de Ford en Colonia, el Ford-Werke; y empresas como Exxon y Texaco habían ganado mucho dinero suministrando el combustible que los tanques de Hitler iban a necesitar para circular hasta Varsovia en 1939, hasta París en 1940 y (casi) hasta Moscú en 1941. ¡No es de extrañar que los directivos y dueños de estas empresas contribuyeran a la celebración de las victorias de Alemania contra Polonia y Francia en una gran fiesta en el Hotel Waldorf-Astoria de Nueva York el 26 de junio de 1940!




A los “capitanes de la industria” estadounidenses, como Henry Ford, también les gustaba cómo Hitler había cerrado los sindicatos alemanes, prohibido todos los partidos obreros y enviado a los simpatizantes comunistas y a muchos socialistas a campos de concentración. Querían que Roosevelt tratara de la misma manera a los molestos líderes sindicales y a las personas “rojas” estadounidenses, que todavía eran numerosas en la década de 1930 y principios de los 40. Lo último que aquellos hombres querían era que Roosevelt implicara a Estados Unidos en una guerra al lado de los enemigos de Alemania, eran “aislacionistas” (o “no intervencionistas”) lo mismo que la gran mayoría de la opinión pública estadounidense en el verano de 1940: una encuesta de Gallup de septiembre de 1940 demostraba que el 88% de la población estadounidense quería permanecer al margen de la guerra que asolaba Europa (3) Así que no es de extrañar que no hubiera indicio alguno de que Roosevelt quisiera restringir el comercio con Alemania y mucho menos embarcarse en una cruzada contra Hitler. De hecho, en la campaña para las elecciones presidenciales de otoño de 1940 prometió solemnemente que “(nuestros) muchachos no van a ser enviados a ninguna guerra extranjera” (4).

El hecho de que Hitler hubiera aplastado Francia y otros países democráticos no preocupaba a los empresarios estadounidenses que hacían negocios con Hitler. De hecho, les parecía que el futuro de Europa pertenecía al fascismo, especialmente a la variante alemana de fascismo, el nazismo, más que a la democracia (para variar, el presidente de General Motors, Alfred P. Sloan, declaró entonces que era bueno que en Europa las democracias dieran paso “a un sistema alternativo (es decir, fascista) con líderes fuertes, inteligentes y agresivos que hacían que la gente trabajara más tiempo y más duro, y que tenían instinto de gángsteres, ¡todo buenas cualidades!”) (5). Sin lugar a dudas los industriales estadounidenses no querían que el futuro de Europa perteneciera al socialismo en su variedad evolutiva, y mucho menos revolucionaria (es decir, comunista), se iban a alegrar especialmente cuando aproximadamente un año después Hitler hizo lo que habían esperado mucho tiempo que hiciera, es decir, atacó a la Unión Soviética para destruir la patria de las personas comunistas y fuente de inspiración y apoyo para las personas “rojas” del mundo entero, incluido Estados Unidos.


Libros de Jacques R. Pauwels sobre el tema de este artículo


Mientras que muchas grandes empresas habían hecho jugosos negocios con la Alemania nazi, resultaba que otras ganaban mucho dinero en ese momento haciendo negocios con Gran Bretaña. Ese país, además de, por supuesto, Canadá y otros países miembros del Imperio Británico, era el único enemigo que le quedó a Alemania desde el otoño de 1940 hasta junio de 1941, cuando el ataque de Hitler contra la Unión Soviética hizo que Gran Bretaña y la Unión Soviética se convirtieran en aliados. Gran Bretaña necesitaba desesperadamente todo tipo de equipamiento para continuar su lucha contra la Alemania nazi, quería comprar la mayoría de este material a Estados Unidos, pero no podía hacer los pagos en metálico que exigía la legislación estadounidense “Cash-and-Carry” (pagar y llevar). Sin embargo, Roosevelt hizo posible que las empresas estadounidenses aprovecharan esta inmensa “oportunidad” cuando el 11 de marzo de 1941 introdujo su famoso programa “Lend-Lease” (préstamo-arriendo) que proporcionaba a Gran Bretaña un crédito prácticamente ilimitado para comprar en Estados Unidos camiones, aviones y otros equipamientos de guerra. Las exportaciones “Lend-Lease” a Gran Bretaña iban a generar unos beneficios inesperados, no solo debido al enorme volumen de negocios que implicaban, sino también porque estas exportaciones se caracterizaron por unos precios inflados y unas prácticas fraudulentas como la doble facturación.

Así pues, una parte del Estados Unidos empresarial empezó a simpatizar con Gran Bretaña, un fenómeno menos “natural” de lo que ahora podríamos creer (en efecto, después de la independencia de Estados Unidos la antigua madre patria había seguido siendo durante mucho tiempo el archienemigo del Tío Sam y todavía en la década de 1930 el ejército estadounidense tenía planes de guerra contra Gran Bretaña y de una invasión del Dominio Canadiense, planes en los que se incluía bombardear ciudades y el uso de gases venenosos) (6). Algunos portavoces de estos potenciales votantes pertenecientes al mundo industrial, aunque no muchos, incluso empezaron a apoyar la entrada de Estados Unidos en la guerra al lado de los británicos y se les empezó a conocer como “intervencionistas”. Por supuesto, muchas, si no la mayoría, de las grandes empresas estadounidenses habían hecho dinero gracias a sus negocios tanto con la Alemania nazi como con Gran Bretaña y puesto que el propio gobierno Roosevelt se estaba empezando a preparar para una posible guerra multiplicando los gastos militares y encargando todo tipo de equipamiento, también las grandes empresas estadounidenses empezaron a ganar cada vez más dinero suministrando a las propias fuerzas armadas de Estados Unidos todo tipo de material de guerra (7).


Si había una cosa en la que podían estar de acuerdo todos los líderes del Estados Unidos empresarial, con independencia de sus simpatías individuales por Hitler o Churchill, era lo siguiente: la guerra en Europa en 1939 era buena, incluso magnífica, para los negocios. También estaban de acuerdo en que cuanto más durara la guerra mejor sería para todos ellos. 


Con excepción de los más fervientes intervencionistas pro-Gran Bretaña, también estaban de acuerdo en que no había ninguna prisa en que Estados Unidos interviniera activamente en esa guerra y desde luego tampoco en entrar en guerra con Alemania. Lo más ventajoso para el Estados Unidos empresarial era un escenario en el que la guerra en Europa durara lo más posible de modo que las grandes empresas pudieran seguir beneficiándose de suministrar equipamiento a los alemanes, a los británicos, a sus respectivos aliados y al propio Estados Unidos. Así, Henry Fordexpresó su esperanza de que ni los Aliados ni el Eje ganara (la guerra)” y sugirió que Estados Unidos suministrara a ambos bandos “las herramientas para seguir peleando hasta que ambos colapsaran”. Ford puso en práctica lo que predicaba y dispuso que sus fábricas en Estados Unidos, Gran Bretaña, Alemania y la Francia ocupada produjeran en serie equipamientos para todos los contendientes (8). Puede que la guerra fuera un infierno para la mayoría de la gente, pero para los “capitanes de la industria” estadounidenses, como Ford, era el paraíso.

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Conocidos militares estadounidenses prestaban su nombre y prestigio para la propaganda de las grandes empresas. En este caso se trata de publicidad, con enfoque patriótico, del gigante del acero estadounidense "The Timken Roller Bearing Company", que produjo millones de rodamientos para los Jeeps del ejército.


Se suele creer que el propio Roosevelt era intervencionista, pero sin lugar a dudas los aislacionistas eran mayoría en el Congreso y no parecía que Estados Unidos fuera a entrar pronto en la guerra, si es que entraba alguna vez. No obstante, debido a las exportaciones Lend-Lease a Gran Bretaña las relaciones entre Washington y Berlín se estaban deteriorando definitivamente, y en otoño de 1941 una serie de incidentes entre submarinos alemanes y destructores de la armada estadounidense que escoltaban buques de carga con destino a Gran Bretaña llevó a una crisis conocida como la “guerra naval no declarada”. Pero ni siquiera este episodio provocó la implicación de Estados Unidos en la guerra en Europa. El Estados Unidos empresarial se estaba beneficiando espléndidamente del status quo y simplemente no le interesaba una cruzada contra la Alemania nazi. A la inversa, la Alemania nazi estaba muy implicada en el gran proyecto de la vida de Hitler: su misión de destruir la Unión Soviética. Las cosas no habían ido como estaba previsto en esa guerra. Se suponía que el Blitzkrieg (ataque relámpago) lanzado en el este en junio de 1941 iba a “aplastar como un huevo a la Unión Soviética” en un plazo de 4 a 6 semanas, o así lo creían los expertos militares no solo de Berlín sino también de Washington. Sin embargo, a principios de diciembre Hitler todavía esperaba que los soviéticos ondearan la bandera blanca. Bien al contrario, el 5 de diciembre el Ejército Rojo emprendió repentinamente una contraofensiva frente a Moscú y de pronto los alemanes se vieron en un verdadero atolladero. Lo último que Hitler necesitaba en aquel momento era una guerra contra Estados Unidos (9).

En la década de 1930 el ejército estadounidense no tenía planes, ni los preparó, de luchar una guerra contra la Alemania nazi. Por otra parte, sí tenía planes de guerra contra Gran Bretaña, Canadá, México y Japón (10). ¿Por qué Japón? En la década de 1930 Estados Unidos era una de las principales potencias industriales del mundo y como todas las potencias industriales buscaba constantemente fuentes de materias primas baratas como caucho y petróleo, y mercados para sus productos acabados. Ya a finales del siglo XIX Estados Unidos había luchado constantemente por sus intereses a este respecto extendiendo su influencia económica e incluso a veces su influencia política directa por océanos y continentes. Esta política agresiva e “imperialista” (que defendieron incansablemente presidentes como Theodore Roosevelt, primo de FDR) había hecho que Estados Unidos controlara antiguas colonias españolas como Puerto Rico, Cuba y Filipinas, e incluso la hasta entonces independiente isla nación de Hawaii. También se había convertido en una gran potencia en el océano Pacífico e incluso en Lejano Oriente (11).


Aprovechando la fama de prestigiosos oficiales estadounidenses el fabricante de acero "The Timken Roller Bearing Company" envía mensajes patrióticos a la ciudadanía. 

Las tierras de las costas lejanas del océano Pacífico desempeñaron un papel cada vez más importante como mercados para los productos de exportación estadounidenses y como fuentes de materias primas baratas. Pero en la década de 1930 afectada por la Depresión, cuando se hacía más feroz la competencia por los mercados y los recursos, Estados Unidos se enfrentó a la competencia ahí de una agresiva potencia industrial rival, una potencia que necesitaba aún más petróleo y materias primas similares, además de mercados para sus productos acabados. Ese competidor era Japón, la tierra del sol naciente. Japón trataba de hacer realidad sus propias ambiciones imperialistas en China y en el sudeste asiático rico en recursos y, al igual que Estados Unidos, no dudó en utilizar la violencia para lograrlo, por ejemplo, librando una guerra despiadada contra China y creando un Estado cliente en la parte norte de ese país grande aunque débil. Lo que molestaba a Estados Unidos no era que los japoneses trataran a sus vecinos chinos y coreanos como Untermenschen (infrahumanos) sino que convirtieran esa parte del mundo en lo que ellos llamaban la Esfera de Co-Prosperidad de la Gran Asia Oriental, es decir, en un dominio económico propio, una “economía cerrada” en la que no había lugar para la competencia estadounidense. Lo que en realidad hacían los japoneses era seguir el ejemplo de Estados Unidos, que anteriormente habían transformado América Latina y gran parte del Caribe en el patio trasero económico exclusivo del Tío Sam (12).


El Estados Unidos empresarial estaba muy frustrado por haber sido expulsado del lucrativo mercado del Lejano Oriente por los “japos”, una “raza amarilla” a la que los estadounidenses en general habían empezado a despreciar ya en el siglo XIX (13).
 

Se consideraba a Japón un país arrogante aunque esencialmente débil y advenedizo al que el poderoso Estados Unidos podía “borrar fácilmente del mapa en tres meses”, como afirmó en una ocasión el secretario de la Armada Frank Knox (14). Y así ocurrió que durante la década de 1930 y principios de la de 1940 mientras que la mayoría de la élite del poder de Estados Unidos se oponía a la guerra contra Alemania, apoyaba casi unánimemente la guerra contra Japón, a menos que, por supuesto, Japón estuviera dispuesto a hacer concesiones importantes, como “compartir” China con Estados Unidos. El presidente Roosevelt ( que al igual que Woodrow Wilson no era en absoluto el pacifista que muchos historiadores afirman que era) estaba ansioso por librar esa “espléndida pequeña guerra” (una expresión que había acuñado el Secretario de Estado estadounidense, John Hay, en referencia a la guerra hispano-estadounidense de 1898, que era “espléndida” porque permitió a Estados Unidos apoderarse de Filipinas, Puerto Rico, etc.). El verano de 1941, después de que Tokio hubiera aumentado aún más su zona de influencia en el Lejano Oriente al ocupar la colonia francesa de Indochina rica en caucho y, como estaba desesperado sobre todo por conseguir petróleo, obviamente había empezado a codiciar la rica en petróleo colonia holandesa de Indonesia, al parecer FDR había decidido que era el momento oportuno para una guerra contra Japón, pero se enfrentaba a dos problemas. En primer lugar, la opinión pública se oponía firmemente a que Estados Unidos se implicara en ninguna guerra extranjera. En segundo lugar, la mayoría aislacionista en el Congreso podía no apoyar esa guerra por temor a que eso llevara automáticamente a Estados Unidos a la guerra contra Alemania.


El gobierno de los Estados Unidos también buscaba recursos financieros para lo que se denominó "esfuerzo de guerra". Los "Bonos de Guerra" ofrecidos al público estadounidense fue un programa que funcionó muy bien en la economía nacional.
  

Según el autor de un detallado y muy bien documentado estudio reciente, Robert B. Stinnett, la solución de Roosevelt a este problema doble fue “provocar a Japón a cometer un acto manifiesto de guerra contra Estados Unidos” (15). En efecto, en caso de un ataque japonés la opinión pública estadounidense no tendrá más opción que unirse tras la bandera (antes ya se había hecho que la opinión pública estadounidense se uniera de forma similar detrás de la bandera de las Barras y Estrellas, en concreto al inicio de la guerra hispano-estadounidense, cuando el barco de guerra estadounidense Maine que estaba de visita en La Habana se hundió misteriosamente en el puerto de esta ciudad, un acto del que inmediatamente se culpó a los españoles. Después de la Segunda Guerra Mundial se volvería a condicionar al pueblo estadounidense para que aprobara guerras, deseadas y aprobadas por su gobierno, por medio de provocaciones artificiosas, como el incidente del golfo de Tonkin en 1964). 

Por otra parte, según estipulaba el Tratado Tripartito firmado por Japón, Alemania e Italia el 27 de septiembre de 1940 en Berlín, los tres países se comprometían a ayudarse entre sí cuando una de las tres potencias fuera atacada por otro país, pero no cuando una de ellas atacara a otro país. Por consiguiente, en caso de un ataque japonés a Estados Unidos los aislacionistas, que eran no intervencionistas respecto a Alemania pero no respecto a Japón, no tenían que temer que un conflicto con Japón significara también la guerra contra Alemania.

Y así, después de que el presidente Roosevelt decidiera que “se debe ver que Japón hace el primer movimiento abierto” convirtió “el provocar a Japón a realizar un acto de guerra abierto en la principal política que guió sus acciones respecto Japón a lo largo del año 1941”, como escribió Stinnett. Entre las estratagemas utilizadas se incluía el despliegue de buques de guerra cerca de las aguas territoriales japonesas, e incluso dentro de ellas, aparentemente con la esperanza de desencadenar un incidente al estilo del Golfo de Tonkin que pudiera interpretarse como un casus belli. Sin embargo, fue más eficaz la implacable presión económica que se ejerció sobre el Japón, un país que necesita desesperadamente materias primas como el petróleo y el caucho y que, por lo tanto, probablemente considerara que esos métodos eran singularmente provocativos. En el verano de 1941 el gobierno de Roosevelt congeló todos los activos japoneses en Estados Unidos y emprendió una “estrategia encaminada a frustrar la adquisición por parte de Japón de productos petroleros”. En colaboración con los británicos y los holandeses, antijaponeses por sus propios motivos, Estados Unidos impuso unas severas sanciones económicas a Japón, incluido un embargo de productos petroleros vitales

La situación se deterioró aún más en otoño de 1941. Con la esperanza de evitar la guerra con el poderoso Estados Unidos, el 7 de noviembre Tokio ofreció aplicar en China el principio de relaciones comerciales no discriminatorias a condición de que los estadounidenses hicieran lo mismo en su propia esfera de influencia en América Latina. Sin embargo, Washington quería reciprocidad únicamente en la esfera de influencia de otras potencias imperialistas y no en su propio patio trasero, así que la oferta japonesa fue rechazada.

El objetivo de las continuas provocaciones estadounidenses a Japón era hacerle entrar en guerra y, de hecho, cada vez era más probable que lo hiciera. FDR confió más tarde a sus amigos que “este continuo clavar alfileres a serpientes de cascabel consiguió finalmente que este país mordiera”. El 26 de noviembre, cuando Washington exigió que Japón se retirara de China, las “serpientes de cascabel” de Tokio decidieron que ya tenían bastante y se prepararon para “morder”. Se ordenó a una flota japonesa partir hacia Hawaii para atacar a los buques de guerra estadounidenses que en 1940 FDR había decidido estacionar allí de forma bastante provocativa y tentadora para los japoneses. Como habían logrado descifrar los códigos secretos japoneses, el gobierno y los altos mandos del ejército estadounidenses sabían exactamente lo que la armada japonesa estaba planeando, pero no avisaron a los comandantes en Hawaii así que permitieron que ocurriera el “ataque sorpresa” contra Pearl Harbor el domingo 7 de diciembre de 1941 (16).




Al día siguiente a FDR le resultó fácil convencer al Congreso de que declarara la guerra a Japón y, como era de esperar, el pueblo estadounidense se unió tras la bandera, conmocionado por lo que al parecer era un cobarde ataque que él no podía saber había sido provocado, y esperado, por su propio gobierno. Estados Unidos estaba dispuesto a declarar la guerra a Japón y las perspectivas de una victoria relativamente fácil apenas se veían reducidas por las pérdidas sufridas en Pearl Harbor que, aunque aparentemente graves, distaban mucho de ser catastróficas. Los barcos hundidos eran viejos, “la mayoría de ellos reliquias de 27 años de la Primera Guerra Mundial” y estaban lejos de ser indispensables para una guerra contra Japón. Por otro lado, los modernos barcos de guerra, incluidos los portaaviones, cuyo papel en la guerra iba a resultar crucial, no habían sufrido daños ya que por casualidad (¿?) habían sido enviados a otra parte por órdenes de Washington y estuvieron a salvo en el mar cuando se produjo el ataque (17). Con todo, las cosas no salieron exactamente como se esperaba ya que unos días después, el 11 de diciembre, la Alemania nazi declaró inesperadamente la guerra lo que obligó a Estados Unidos a hacer frente a dos enemigos y a luchar una guerra mucho mayor de lo esperado, una guerra en dos frentes, una guerra mundial.

En la Casa Blanca no fue una sorpresa la noticia del ataque japonés a Pearl Harbor, pero la declaración alemana de guerra cayó allí como una bomba. Alemania no había tenido nada que ver con el ataque en Hawaii y ni siquiera conocía los planes japoneses, así que FDR no consideró pedir al Congreso que declarara la guerra a la Alemania nazi al mismo tiempo que a Japón. Es cierto que las relaciones de Estados Unidos con Alemania se habían deteriorado durante algún tiempo debido al apoyo activo de Estados Unidos a Gran Bretaña y el deterioro había llegado hasta la guerra naval no declarada del otoño de 1941. 

Sin embargo, como ya hemos visto, la élite del poder estadounidense no sentía la necesidad de intervenir en la guerra en Europa. Fue el propio Hitler quien declaró la guerra a Estados Unidos el 11 de diciembre de 1941 para gran sorpresa de Roosevelt. ¿Por qué? Solo unos días antes, el 5 de diciembre de 1941, el Ejército Rojo había emprendido una contraofensiva frente a Moscú, lo que provocó el fracaso del Blitzkrieg en la Unión Soviética. Ese mismo día Hitler y sus generales se dieron cuenta de que ya no podían ganar la guerra. Pero cuando solo unos pocos días después el dictador alemán se enteró del ataque japonés a Pearl Harbor, parece que consideró que una declaración de guerra alemana al enemigo estadounidense de sus amigos japoneses llevaría a Tokio a corresponder con una declaración de guerra contra el enemigo soviético de Alemania, aunque no lo exigiera el Tratado Tripartito.

Con el grueso del ejército japonés estacionado en el norte de China y, por lo tanto, capaz de atacar inmediatamente a la Unión Soviética en la zona de Vladivostok, un conflicto con Japón habría obligado a los soviéticos a estar en la extremadamente peligrosa situación de una guerra en dos frentes, lo que abriría la posibilidad de que Alemania todavía pudiera ganar su “cruzada” antisoviética. Hitler creyó entonces que podría exorcizar el espectro de la derrota llamando a una especie de deus ex machina japonés a acudir a la vulnerable frontera siberiana de la Unión Soviética. Pero Japón no cayó en la trampa de Hitler. Tokio también despreciaba al Estado soviético, pero como ya estaba en guerra contra Estados Unidos no se podía permitir el lujo de una guerra en dos frentes y prefirió poner todos sus recursos en una estrategia “meridional” con la esperanza de ganar el gran premio del rico en recursos sudeste de Asia en vez de embarcarse en una aventura en los inhóspitos confines de Siberia. Solo muy al final de la guerra, tras la rendición de la Alemania nazi, se iban a producir hostilidades entre la Unión Soviética y Japón. En todo caso, debido a la innecesaria declaración de guerra de Hitler, a partir de entonces Estados Unidos también fue un participante activo en la guerra en Europa, con Gran Bretaña y la Unión Soviética como aliados (18).


Carteles propagandísticos después de Pearl Harbor

En los últimos años el Tío Sam ha ido a la guerra con bastante frecuencia, pero invariablemente se nos pide que creamos que lo hace por razones puramente humanitarias, esto es, para prevenir holocaustos, para impedir que los terroristas cometan todo tipo de maldades, para deshacerse de malvados dictadores, para promover la democracia, etc. (19)

Al parecer, los intereses económicos de Estados Unidos o, más exactamente, de las grandes empresas estadounidenses nunca están implicados en esas guerras. A menudo se comparan estas guerras con la “guerra buena” arquetípica de Estados Unidos, la Segunda Guerra Mundial, en la que se supone que el Tío Sam fue a la guerra sin más razón que defender la libertad y la democracia, y luchar contra la dictadura y la injusticia (por ejemplo, en un intento de justificar su “guerra contra el terrorismo” y “vendérsela” a la opinión pública estadounidense George W. Bush comparó rápidamente los atentados del 11 de septiembre con el ataque a Pearl Harbor). Sin embargo, este breve examen de las circunstancias de la entrada de Estados Unidos en la guerra en diciembre de 1941 revela un panorama muy diferente. La élite del poder estadounidense quería la guerra contra Japón y hacía tiempo que estaban preparados los planes para esa guerra. En 1941 Roosevelt organizó diligentemente esa guerra, no debido a una agresión no provocada de Tokio y sus horribles crímenes de guerra en China, sino porque las empresas estadounidenses querían una parte de la exquisita gran “tarta” de los recursos y mercados del Lejano Oriente

Por otro lado, como las principales empresas estadounidenses estaban haciendo negocios maravillosos en y con la Alemania nazi, se beneficiaban generosamente de la guerra que había provocado Hitler y, por cierto, le proporcionaban el equipamiento y el combustible necesarios para su Blitzkrieg, definitivamente la élite del poder de Estados Unidos no quería la guerra contra la Alemania nazi, a pesar de que había muchas razones humanitarias de peso para emprender una cruzada contra el verdaderamente malvado “Tercer Reich”.


Antes de 1941 no había ningún plan de guerra contra Alemania y en diciembre de 1941 Estados Unidos no fue voluntariamente a la guerra contra Alemania, sino que “se vio empujado” a esa guerra por culpa del propio Hitler.

 

 

El gobierno de los Estados Unidos tras la declaración de guerra de Hitler no tuvo más que reconocer que "éste es el enemigo"; en igual sentido, a regañadientas, las grandes corporaciones industriales tuvieron que aceptar los hechos, Hitler era una amenaza para su libertad de comercio mundial, no por ello sus subsidiarias en Alemania dejaron de producir recursos materiales para la guerra de los nazis.

Las consideraciones humanitarias no desempeñaron papel alguno en los cálculos que llevaron a Estados Unidos a participar en la Segunda Guerra Mundial, la "guerra buena" original de este país. Y no hay razón para creer que lo hicieran según los cálculos que, más recientemente, llevaron a Estados Unidos a librar supuestas “guerras buenas” en tierras desdichadas como Irak, Afganistán y Libia, o que lo harían en una guerra que puede avecinarse contra Irán.

El Estados Unidos empresarial desea ansiosamente una guerra contra Irán ya que alberga la promesa de un vasto mercado y gran cantidad de materias primas, especialmente petróleo. Como en el caso de la guerra contra Japón, están preparados los planes para esa guerra y el actual inquilino de la Casa Blanca parece igual de ansioso que FDR de hacer que ocurra. Además, de nuevo como en el caso de la guerra contra Japón, ha habido provocaciones, esta vez en forma de sabotaje e intrusiones por medio de drones, así como por medio del despliegue a la vieja usanza de barcos de guerra justo al límite de las aguas territoriales de Irán. Washington está otra vez “clavando alfileres a serpientes de cascabel”, al parecer con la esperanza de que la “serpiente de cascabel” iraní devuelva el mordisco y justifique así una “espléndida pequeña guerra”. Sin embargo, como en el caso de Pearl Harbor, la guerra que salga de ahí puede resultar ser otra vez mucho más grande, larga y desagradable de lo esperado.


Jacques R. Pauwels


Notas:

1. C. Wright Mills, The Power Elite, Nueva York, 1956.

2. Citado en Charles Higham, Trading with the Enemy: An Exposé of The Nazi-American Money Plot 1933-1949, Nueva York, 1983, p. 163.

3. Robert B. Stinnett, Day of Deceit: The Truth about FDR and Pearl Harbor, Nueva York, 2001, p. 17.

4. Citado en Sean Dennis Cashman, America, Roosevelt, and World War II, Nueva York y Londres, 1989, p. 56; .

5. Edwin Black, Nazi Nexus: America’s Corporate Connections to Hitler’s Holocaust, Washington/DC, 2009, p. 115.

6. Floyd Rudmin, “Secret War Plans and the Malady of American Militarism”, Counterpunch, 13:1, 17-19 de febrero de 2006. pp. 4-6

7. Jacques R. Pauwels, The Myth of the Good War : America in the Second World War, Toronto, 2002, pp. 50-56 (El mito de la guerra buena: EE.UU en la Segunda Guerra Mundial, Hondarribia, Hiru, 2002, traducción de José Sastre). Las fraudulentas prácticas del “Lend-Lease” se describen en Kim Gold, “The mother of all frauds: How the United States swindled Britain as it faced Nazi Invasion”, Morning Star, 10 de abril de 2003.

8. Citado en David Lanier Lewis, The public image of Henry Ford: an American folk hero and his company, Detroit, 1976, pp. 222, 270.

9. Jacques R. Pauwels, “70 Years Ago, December 1941: Turning Point of World War II”, Global Research, 6 de diciembre de 2011

10. Rudmin, op. cit.

11. Véase Howard Zinn, A People’s History of the United States, s.l., 1980, p. 305 ff. (La otra historia de los Estados Unidos, ed. rev. y corr. por el autor, Hondarribia, Hiru, 2005, traducción de Toni Strubel).

12. Patrick J. Hearden, Roosevelt confronts Hitler: America’s Entry into World War II, Dekalb/IL, 1987, p. 105.

13. “Anti-Japanese sentiment”, Wikipedia

14. Patrick J. Buchanan, “Did FDR Provoke Pearl Harbor?”, Global Research, 7 de diciembre de 2011. Buchanan se refiere a un libro nuevo de George H. Nash, Freedom Betrayed: Herbert Hoover’s Secret History of the Second World War and its Aftermath, Stanford/CA, 2011.

15. Stinnett, op. cit., p. 6.

16. Stinnett, op. cit., pp. 5, 9-10, 17-19, 39-43; Buchanan, op. cit.; Pauwels, The Myth…, pp. 67-68. Para la intercepción por parte de Estados Unidos de mensajes cifrados japoneses véase Stinnett, op. cit., pp. 60-82. La cita sobre las "serpientes de cascabel” proviene de Buchanan, op. cit.

17. Stinnett, op. cit., pp. 152-154. 

18. Pauwels, “70 Years Ago…”

19. Véase Jean Bricmont, Humanitarian imperialism: Using Human Rights to Sell War, Nueva York, 2006.

03 diciembre 2020

"Tokio Kid Say". Propaganda estadounidense en la IIGM

 


por Tito Andino U.

Recopilación de diversas fuentes

Viene de la Primera Parte


El General Hideki Tojo fue de sobra el mayor blanco de la propaganda anti-japonesa realizada en los Estados Unidos. El militar y político nipón representó no solo a la rama militarista del Imperio, fungió en cargos políticos con las mismas intenciones, ya sea como ministro de relaciones exteriores, ministro del interior, ministro de guerra, primer ministro; en ese sentido, fue el objetivo número uno en los Juicios de Tokio por crímenes de guerra, Tojo hizo su última aparición en la horca.




La historia del personaje caricaturesco "Tokio Kid Say" es un tema muy conocido por los historiadores y expertos en comics en los Estados Unidos, aunque no mucho en otras dimensiones geográficas, siendo imprescindible para conocer la política del gobierno de los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial y la propaganda anti-japonesa. 

Seis meses después del ataque a Pearl Harbor, la revista Time tomó nota de un fenómeno cultural. "Los pequeños japoneses se están infiltrando en las fábricas estadounidenses, radiantes y babeantes de perversa satisfacción, pero no le hacen ningún bien a Japón", revelaba la edición del 15 de junio de 1942. "Son todas versiones del mismo pequeño japonés. El personaje de dibujos animados con forma de gárgola de Douglas Aircraft Co., Tokio Kid". 




Según los autores (que son varios) en algunas ocasiones nos encontramos con personajes como "Tokio Joe Say" o "Tokio Jokio" (éste último en dibujos animados de la Warner Bros.); pero sin duda, el más famoso llegaría a ser "Tokio Kid Say" bajo los auspicios del gobierno a través de la "Oficina de Gestión de Emergencias, Junta de Producción de Guerra" y empresas privadas como "Douglas Aircraft Co.". Está claro ya que el personaje principal 
se creó como impulso de la compañía para reducir la rotura y el desperdicio de herramientas. Tokio Kid aparece en carteles que muestran taladros rotos, ruedas dentadas rotas, remaches mezclados, montones de chatarra; mediante esa campaña se enviaba un mensaje a los trabajadores de las fábricas de guerra de los Estados Unidos. 




"El enemigo estaba allí" y Tokio Kid" lo advierte en carteles motivacionales que inicialmente ayudan a reducir el desperdicio de materiales y herramientas en Douglas Aircraft Co., así confirmaron funcionarios de esa empresa militar a Time: "Tokio Kid es responsable de una proporción reducida de desperdicio y de redobladas sugerencias a los empleados"...






Los ex artistas de Walt Disney Producciones contratados por la empresa "Douglas Aircraft Co.", Jack Campbell y Harry Bailey, dieron vida a "Tokio Kid". Campbell ya había prestado su talento artístico al ejército, en una División de Camuflaje de Ingeniería durante la Primera Guerra Mundial. Su personaje tenía la piel más obscura, una boca hambrienta y babeante en la que sobresalen dientes de conejo y colmillos exageradamente afilados enmarcados por un ralo bigote. "Ojos diminutos miraban a través de anteojos gruesos y de gran tamaño, en una cabeza puntiaguda rematada por una gorra militar que mostraba el sol naciente de Japón". 




Para los artistas, Tokio Kid no tenía que parecerse a una persona real, su diseño -según Time- fue deliberado; sin embargo, se discute si la caricatura "modelo" está basada en un personaje concreto ya que el esteriotipo del japonés estaba bastante definido en casi todos los artistas.

No obstante, podría decirse que el "modelo" de "inspiración" fue el general y político japonés, Hideki Tojo, aunque algunos difieren en esta opinión.




Para la revista Time: "Ningún otro cartel industrial de tiempos de guerra se ha popularizado como Tokio Kid". Esta propaganda de guerra, con frases elaboradas tiene un mensaje real: Convoca a la lucha y a la producción, pide a los trabajadores de la industria de guerra trabajar más duro para fabricar armas y suministros que ayudarán a la victoria, así como evitar el desperdicio de materiales. "Tokio Kid fue parte de la lucha total de Estados Unidos en tiempos de guerra para armar, equipar y alimentar a los combatientes de los Estados Unidos y sus aliados en la batalla contra la opresión del Eje. Su táctica pareció funcionar".




Al ser un éxito en Douglas Aircraft Co.Tokio Kid tomó vida propia, apareció en carteles mucho más allá de las paredes de las fábricas de Douglas. La empresa distribuyó miles de dos carteles de Tokio Kid a 7.000 de sus proveedores. Otras empresas pronto buscaron carteles para usarlas en sus propias fábricas, como: Vultee Aircraft, Diamond Tool, Chrysler, Remington Rand, Westinghouse, Western Electric y Carnegie-Illinois Steel.




Y no podía ser de otra manera, el Tío Sam se asoció con Tokio Kid. La Junta de Producción de Guerra Federal ayudó a expandir la campaña de carteles en todo el sector industrial del país. El Departamento del Tesoro de los Estados Unidos reclutó a Tokio Kid para vender bonos de guerra, la Oficina de Información de Guerra (OWI) también lo utilizó. En 1944, Don Black, gerente de Douglas Aircraft News Bureau, recibió una solicitud de carteles de Jacques DunLany, el jefe de la División de Autorización y Asignación de Carteles de la OWI. 




No obstante, hay quienes vieron inmerso un claro racismo anti-japonés en los carteles de "Tokio Kid Say". No se discute que provocaron odio utilizando tácticas de miedo en sus elementos visuales, consiguiendo cambiar la percepción de los estadounidenses sobre los japoneses. Tokio Kid es retratado casi siempre blandiendo un cuchillo ensangrentado, el mensaje no es otro que los japoneses son peligrosos asesinos de piel más obscura. No falta, por supuesto, la clásica burla del acento hablado del japonés y de su inteligencia. Recordemos que muchos carteles utilizan el insulto racial de "Jap", muy ofensivo para el japonés.





Las ilustraciones constantes en este artículo provienen de diversas fuentes (algunas señaladas en la anterior entrega), recopilación que incluye agencias gubernamentales de los Estados Unidos de América y empresas militares, casi todas conservadas en los Archivos Nacionales y Administración de Documentos (NARA, por su acrónimo en inglés). Todas muestran las típicas y exageradas características asociadas con los japoneses durante la Segunda Guerra Mundial. 









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