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20 abril 2018

SIRIA: Bombardeos aliados, ¿circo o guerra? (3)



Breve prólogo por el editor del blog

En la entrega anterior analizamos el caso sirio, desde nuestro personal punto de vista, en esta oportunidad, reforzamos los argumentos escritos en aquella ponencia con un nuevo reportaje sobre el tema de los recientes bombardeos contra Siria. Para la ocasión, los siempre reconfortantes y precisos análisis del politólogo internacional Thierry Meyssan, aclamado intelectual francés (actualmente residente en Siria), desde su privilegiada posición pasa revista a los ataques de la coalición internacional anti siria y explica los tejemanejes de la política mundial. 

El "Cuarto Poder" en acción, es necesario puntualizar que seguimos siendo un público crédulo, confiamos en la propaganda emitida por medios de intoxicación masiva que nos saturan con bulos "informativos", es una acción metódica supervisada por servicios de inteligencia; al contrario, lamentable es decir que no son solo las grandes corporaciones que nos asfixian con falsas noticias de parte interesada, tenemos un sinnúmero de páginas web de aficionados a las teorías conspiranoicas, muy propensos a fantasear con temas que desconocen, supuestamente, dicen apoyar la causa siria, pero con rumores sin fundamento y sensacionalismo (fake news) dejan en ridículo a la auténtica resistencia contra el imperio de la globalización. La conspiranoia es amante de los vientos de guerra, sea de forma consciente o inconsciente.

Saber seleccionar una lectura adecuada de los acontecimientos políticos-militares también entraña cierto grado de cultura.   

¿Circo o guerra? Las explicaciones a continuación.  

                                                                       
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I parte

Cómo los periodistas pueden provocar guerras

por Thierry Meyssan



En diciembre de 2016, los Cascos Blancos firmaron este reclamo de los jihadistas que sitiaron Damasco y cortaron el agua.  Privar a los civiles del acceso al agua es un crimen de guerra.


El bombardeo de Siria el 14 de abril de 2018 también será recordado como un ejemplo de las consecuencias del periodismo escandaloso. Thierry Meyssan vuelve aquí sobre el uso del sensacionalismo en la propaganda de guerra.

Los Estados Unidos, Francia y el Reino Unido bombardearon Siria la noche del 13 al 14 de abril de 2018. Esta operación, que constituye un ataque al derecho internacional, se presentó como una respuesta aliada al supuesto uso de armas químicas de la República Árabe Siria.

El Secretario de Defensa de los Estados Unidos, general James Mattis, ha dicho que no tiene pruebas de esta acusación, pero se basa en "artículos de prensa creíbles". En 2011, el fiscal de la Corte Penal Internacional, Luis Moreno Ocampo, también se basó en artículos de prensa, todos ellos denegados, para iniciar una orden de arresto internacional contra Muammar Gaddafi, justificando la intervención de la OTAN.

En 1898, el gobierno de los Estados Unidos había confiado de manera idéntica en "artículos de periódicos creíbles" de los periódicos de William Randolph Hearst [1] para lanzar la Guerra Hispanoamericana. Posteriormente, estos artículos resultaron completamente falsos [2].

Los "artículos de prensa creíbles" a los que se refiere James Mattis se basan en las declaraciones de la ONG británica "White Helmets". 

Los Cascos Blancos se presentan a sí mismo como una "asociación humanitaria", es, de hecho, parte del conflicto, participó oficialmente en varias operaciones de guerra, incluido el corte de agua de los 5,6 millones de habitantes de Damasco durante unos cuarenta días [3].

Unas horas antes del bombardeo de los aliados, Rusia y Siria habían hecho público el testimonio de dos hombres, presentes en el hospital de la Duma durante el llamado ataque químico. Testificaron que se trataba de una puesta en escena y que nunca se llevó a cabo [4].

Al igual que en el siglo XIX, hoy sería posible que los periodistas manipularan a los estados y a un tribunal internacional para presionarlos a derrocar un régimen o bombardear otros estados.

Es por eso que, en una democracia, parte de la prensa pretende constituir un "Cuarto Poder", aunque es ilegítimo porque no es elegido.

Los medios que tienen esta capacidad son propiedad de grandes capitalistas que también tienen estrechos vínculos con políticos que dicen haber estado intoxicados por sus "artículos creíbles". William Randolph Hearst era, por ejemplo, un asociado cercano del presidente de los Estados Unidos William McKinley, que tenía la ambición de lanzar la Guerra Hispanoamericana y lo declaró.

Al final de la Segunda Guerra Mundial, la Unión Soviética y Francia aprobaron una serie de resoluciones aprobadas por la Asamblea General de las Naciones Unidas que condenaban la propaganda de guerra [5]. Fueron transcritos a la legislación nacional por los Estados miembros. Teóricamente, los periodistas que participan en esta actividad deberían, por lo tanto, ser procesados. Sin embargo, este no es el caso, porque en la práctica solo los estados tienen la capacidad de iniciar este tipo de acción legal. Por lo tanto, la propaganda de guerra está prohibida, pero por el momento solo los periodistas de la oposición que no tienen la capacidad de librar guerras pueden ser declarados culpables en la legislación nacional, no los estados que los lideran.



II parte

Washington impone la bipolaridad del mundo a sus aliados


Al disparar misiles contra Siria, en una operación coordinada con sus aliados de Francia y el Reino Unido, el presidente Donald Trump impone a las potencias occidentales el fin del dominio unilateral que ejercieron sobre el mundo. El resultado insignificante de esta demostración de fuerza obliga a la OTAN a mirar frente a frente la dura realidad. Sin haber disparado un tiro, Rusia toma el lugar que antes ocupó la Unión Soviética en el equilibrio del mundo.

Durante las últimas semanas y por primera vez en la historia de ambos países, Estados Unidos y Rusia se amenazaron mutuamente con una nueva guerra mundial. El carácter totalmente desproporcionado de la crisis en relación con el tema de la disputa muestra que lo que hoy está en juego ya no tiene mucho que ver con lo que sucede en el Medio Oriente ampliado desde el año 2001 y que es exclusivamente un intento de mantener el actual Orden Mundial.

Después de la gigantesca masacre que ha costado millones de vidas en 17 años, desde Afganistán hasta Libia, las potencias occidentales se horrorizan con la muerte de unas 50 personas en la Ghouta Oriental, a las puertas de la capital siria. Y es ese el pretexto que Washington, París y Londres invocaron para desatar la agresión tripartita perpetrada contra Siria el 14 de abril.

No debemos dejarnos distraer par las circunstancias sino concentrarnos en el fondo del problema: las potencias occidentales tratan de mantener su dominación sobre el resto del mundo mientras que Rusia y China se emancipan de esa dominación.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, no vaciló en espetarle a Rusia –en su cuenta de Twitter– que iba a lanzar sus misiles de nueva generación contra sus soldados en Siria. El embajador ruso en Beirut, Alexander Zasypkin, respondió inmediatamente que esos misiles serían derribados y que, además, los aviones y navíos que los lanzaran serían destruidos. El primer ministro de Turquía, Binali Yildirim, expresó su asombro ante estas bravatas callejeras y lanzó un llamado a la cordura. A partir de ese momento, todos los actores comenzaron a dar marcha atrás.

El grupo naval encabezado por el portaaviones USS Harry S. Truman zarpó de su base en Norfolk, aparentemente para posicionarse frente a Siria. Pero necesitará varias semanas para desplegarse en esa zona. Habrá que ver si la cuestión del enfrentamiento entre Estados Unidos y Rusia, o sea del inicio de la Tercera Guerra Mundial, vuelve a plantearse en ese momento.

Es evidente que la preparación de esa fuerza naval y de sus 6 500 efectivos comenzó mucho antes del asunto de la Ghouta, utilizado como pretexto para su despliegue.

La cuestión es entonces saber si, al desatar una lluvia de misiles sobre unos cuantos edificios abandonados, Washington y sus aliados han pospuesto el enfrentamiento para posicionarse mejor o si, por el contrario, han renunciado a la prueba de fuerza y se preparan para otra forma de conflicto.

El balance militar del bombardeo del 14 de abril es, cuando menos, sorprendente. Las tres potencias occidentales lanzaron 103 misiles, 71 fueron destruidos en vuelo por la defensa antiaérea de Siria, un laboratorio militar –que ya estaba desmantelado– fue arrasado y en 2 aeródromos algunas instalaciones se vieron afectadas. Todo ese diluvio de fuego dejó no más de 3 heridos y ningún muerto. Si Donald Trump, Emmanuel Macron y Theresa May querían hacer una demostración de fuerza, lo único que lograron fue poner en evidencia su impotencia.


Visto desde Damasco, el mensaje era claro: Siria está liberándose de los yihadistas, pero eso no le garantizará la paz y no podrá contar con ayuda occidental para su reconstrucción.

Las potencias occidentales afirmaron que Siria conservaba armas químicas a pesar de su adhesión a la Convención que las prohíbe. Afirmaron que sólo apuntarían a objetivos vinculados a esas armas. Pero, por ejemplo, lanzaron 4 misiles contra el aeropuerto comercial internacional de Damasco, un blanco exclusivamente civil. Felizmente, la defensa antiaérea siria logró interceptar esos 4 misiles.

En total, el Ejército Árabe Sirio –que sólo disponía de S-125, de S-200, de Buk, de Kvadrat y de Osa como medios antiaéreos– logró derribar, sin ayuda de nadie, dos tercios de los misiles occidentales. En definitiva, muy a su pesar, las potencias occidentales acaban de librar la primera batalla de su historia en la que no han matado a nadie. Francia, que por primera vez utilizó en situación de combate su nuevo misil crucero naval, no logró un éxito capaz de atraer a los posibles clientes.

Es cierto que las tres potencias occidentales que participaron en este bombardeo contra Siria se impusieron ciertos límites. Tuvieron mucho cuidado en no tocar objetivos rusos ni iraníes y tanto Rusia como Irán se mantuvieron al margen de la batalla. Pero no es menos cierto que las impresionantes fuerzas armadas de Occidente ya no cuentan con la capacidad necesaria para imponer su voluntad a las potencias medias cuando estas cuentan con la protección de Rusia.

Todos han entendido que, en adelante: 
- Estados Unidos y Rusia –como antes lo hicieron Estados Unidos y la URSS– evitarán todo enfrentamiento directo en aras de prevenir la guerra nuclear; 
- y que las potencias occidentales ya no “lesionarán” significativamente a las potencias medias aliadas de Rusia.
- La única forma de superioridad militar de Washington, Londres y París reside ahora en su capacidad de manipular grupos armados y de utilizarlos como “pantalla” en sus guerras a través de intermediarios.

Al arrastrar en su estela a Francia y al Reino Unido, el presidente Donald Trump los ha obligado a aceptar la realidad que hasta ahora rechazaban.

El gran show de la madrugada del 14 de abril de 2018 sólo fue una manera de salvar las apariencias. Luego de un cuarto de siglo de dominación occidental unilateral, las tres principales potencias militares que bombardearon Siria acaban de perder su posición predominante. El mundo ha regresado a una situación bipolar de guerra fría, cuyas reglas del juego están por definir. 

Así que la Tercera Guerra Mundial tendrá que esperar.


POS ADDENDUM: 24 abril 2018

En la misma temática, Thierry Meyssan amplia la información en los siguientes artículos:

El fiasco del bombardeo occidental contra Siria
El ciclo de la mentira


Thierry Meyssan
Fuente 
Al-Watan (Siria)




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NOTAS: 
[1] Citizen Hearst : A Biography of William Randolph Hearst, W. A. Swanberg, Scribner’s, 1961.
[2] Public Opinion and the Spanish-American War : a Study in War Propaganda, Marcus Wilkerson, Russell and Russell, 1932. The Yellow Journalism USA, David R. Spencer, Northwestern University Press, 2007. 
[3] « Une "ONG humanitaire" prive d’eau 5,6 millions de civils », Réseau Voltaire, 6 janvier 2017. 
[4] « Les témoignages qui infirment l’accusation des Casques blancs », Réseau Voltaire, 13 avril 2018. 
[5] « Les journalistes qui pratiquent la propagande de guerre devront rendre des comptes », par Thierry Meyssan, Réseau Voltaire, 14 août 2011.

Artículos originales:

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