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25 enero 2016

Turquía en su laberinto



Jofré Pablo Leal
HISPANO TV


Las elecciones de junio del 2015, que hicieron tambalear la hegemonía política del AKP, forzaron a la dupla de Recep Tayyip Erdogan como presidente y Ahmed Davutoglu como primer ministro, ante la imposibilidad de formar gobierno, llamar a elecciones anticipadas celebradas el 1 de noviembre del 2015.

OBJETIVO: DESESTABILIZAR TURQUÍA

Eso implicó dar pié al plan destinado a intensificar las acciones represivas contra la disidencia interna, la oposición kurda e involucrarse con mayor intensidad en la guerra de agresión contra Siria e Irak, apoyando a los grupos terroristas takfirí e incluso enviando tropas regulares con el objetivo de favorecer las posiciones del Partido gobernante y favorecerlos electoralmente. Las elecciones anticipadas del 1 de noviembre del 2015 y la recuperación de la mayoría parlamentaria – tras la debacle electoral del AKP de las elecciones de junio del 2015 -  mostraron que la estrategia de Shock de Erdogan-Davutoglu, de generar un estado de alarma y temor en la población turca, que les permitiera recuperar la mayoría parlamentaria necesaria para llevar a cabo la idea del Neo – Otomanismo, funcionó a la perfección.

La intensificación de conflictos se dio en el marco de un gobierno  fuertemente cuestionado, tras sus magros resultados en los comicios del 7 de junio del 2015. Esto porque su estructura política, el Partido Oficialista de Justicia y Desarrollo, sólo obtuvo un 40% de los votos. La aspiración de Erdogan y los suyos era superar la berrera del 52% de los votos y alcanzar así 330 diputados – sólo obtuvo 258 – con el objetivo de reformar la Constitución, que establece un sistema predominantemente parlamentario, impidiéndole convocar un referéndum, que otorgara al ejecutivo poderes más amplios.

La caída en el apoyo al AKP, signado en 9 puntos porcentuales tenían un claro responsable: el voto de protesta de una clase media turca, principalmente urbana, que rechazó la línea autoritaria que tomó el gobierno de Erdogan. Como también el impugnar  la política antikurda y la oposición a la política de injerencia turca en el auge del terrorismo de Daesh tanto en Siria como en Irak, que han llevado hasta las puertas turcas a elementos takfirí que pueden desestabilizar la frágil democracia turca. Los errores de Erdogan y su partido fueron capitalizados por el nacionalismo kurdo, aupado por los éxitos de sus hermanos kurdos-iraquíes en la lucha contra Daesh en el norte iraquí y la propia lucha de los kurdos-sirios.

Agreguemos un escenario regional fuertemente tensionado por la irrupción rusa en defensa del gobierno Sirio contra el extremismo takfirí – que ha significado una serie de protestas de Ankara acusando a Moscú de interferir en la política regional e incluso el derribo de un avión de combate ruso, que ejecutaba acciones de combate en territorio sirio , lo que generó un impasse y el debilitamiento de las relaciones entre Ankara y Moscú. Cada acción de este tipo, iba inflando el espíritu nacionalista turco y abriendo las posibilidades para consolidar a un régimen que supo sobreponerse a la derrota de junio del 2015 y alcanzar cifras de apoyo impensables en los análisis políticos previos.


¿ATENTADOS DE BANDERA FALSA? (1)

El objetivo político de alcanzar el triunfo en noviembre del 2015 fue planeado hasta el último detalle e implicó la coordinación entre la elite gobernante, las Fuerzas Armadas, gran parte de los medios de comunicación y el aval político y diplomático de los aliados externos de Erdogan. Un propósito, que en cinco meses de puesta en práctica cambió la orientación esperanzadora de un posible cambio en Turquía, para volver al redil de un régimen autoritario. Un triunfo del AKP con enormes costos sociales, entre ellos una serie de atentados, que significó ofrendar la vida de cientos de seres humanos y avanzar en la teoría que en verdad nos encontramos al tipo de operaciones de Bandera Falsa. Ejemplificado con el atentado terrorista del sábado 10 de octubre del año 2015.

Ese día, en la ciudad de Ankara, previo a una manifestación pacífica  denominada “Marcha Por la Paz, la Democracia y el Trabajo” convocada por partidos, sindicatos y colegios profesionales de oposición al gobierno, una doble explosión sacudió los alrededores de la Estación Central de Ferrocarriles de la capital Turca. La cifra de afectados mostró la magnitud del crimen: 128 muertos y tres centenares de heridos. El atentado más sangriento de los últimos años en este país. El acto había sido organizado por la oposición de izquierda al gobierno turco, con un claro mensaje: detener los combates entre las fuerzas de seguridad turcas y el PKK, así como también exigir el cese de las políticas autoritarias del gobierno dirigido por el Partido de la Justicia y el Desarrollo – AKP – dirigido a crear un ambiente que le fuera propicio frente a las elecciones legislativas que se celebrarían tres semanas más tarde.

Parte de la estrategia política de Erdogan-Davutoglu ha sido menospreciar el papel de la oposición prokurda, mostrando al Partido Democrático del Pueblo – HDK – con representación parlamentaria  y al Partido de los Trabajadores del Kurdistán – PKK – como partes de un todo, dedicados a ejercer el terror contra la sociedad turca. A unos se les somete a través de atentados a sus marchas, el encarcelamiento de sus dirigentes, el cierre de publicaciones opositoras y a los otros se les combate a través de operaciones militares terrestres y aéreas, tanto en territorio turco, como también violando la soberanía de países vecinos como Siria e Irak. El objetivo del AKP en este revuelto mar de combates, es debilitar a los Kurdos en cualquiera de sus posiciones. Desde la ruptura, el pasado mes de julio del año 2015 hasta a la fecha, de un alto el fuego entre la guerrilla kurda del PKK y el ejército turco, 700 milicianos han muerto en las operaciones y bombardeos del Ejército turco.

Se suma al incremento de la lucha contra las Fuerzas del PKK, acciones más temerarias como fue el derribo del avión ruso Sujoi SU 24 en territorio sirio y que significó el enfriamiento de las relaciones entre Moscú y Ankara. Añádase a ello la represión a medios de comunicación,  que han denunciado, no sólo la participación del hijo de Erdogan en el robo, distribución y venta de Petróleo de Siria e Irán en una sociedad con Daesh y el Frente Al-Nusra, sino también la implicancia de los servicios de Inteligencia turco el apoyo logístico a las bandas terroristas takfirí, que han mostrado la verdadera cara de la participación de Ankara en el aparente combate a los movimientos terroristas.

Sostengo, que el análisis fino de los hechos del año 2015 en Suruc y Ankara, como también  el acto terrorista llevado a cabo en el corazón de Estambul el día 12 de enero del 2016 y la explosión, dos días después, en un cuartel policial en la localidad de Diyarbakir – en el sur este turco con predominio Kurdo - conlleva la sospecha de encontrarnos ante operaciones de Bandera Falsa, digitada por los servicios secretos turcos, por orientación de la clase gobernante y la casta militar turca, destinada a generar un ambiente represivo que permita, decretar un Estado de Emergencia, intensificar las acciones militares contra las fuerzas Kurdas del PKK, cerrar la frontera turca bajo la supuesta amenaza de la presencia de Daesh y rusa en su frontera sur.

Esto, claramente con la idea de consolidar un escenario político favorable a las posiciones autoritarias del AKP, que les permita desechar el peligro de una oposición y medios de comunicación que paralicen, veten o critiquen los proyectos políticos del oficialismo, tanto en lo interno como en lo externo y consoliden este proyecto de Neo Otomanismo destinado a consolidar la estrategia de la profundidad estratégica turca.

Operaciones de Bandera Falsa  diseñadas por las fuerzas ocultas del Estado turco para hacerlas parecer como si ellas fuesen llevadas a cabo por miembros del PKK,  de tal forma de desacreditar  los movimientos sociales opositores al oficialismo y justificar la política de represión que se va a generar contra ellos. Acusar al PKK ¿en una marcha precisamente de miembros del HDP que es el partido pro kurdo que obtuvo notable éxito en las elecciones parlamentarias de junio del 2015? – o acusar a Daesh cuando desde su aparición dicho grupo no había efectuado acto alguno contra intereses turcos y más aún, se conoce el trabajo de apoyo de los servicios de inteligencia turca a este grupo terrorista.




Turquía no está dispuesta a eliminar el grupo terrorista EIIL (Daesh), pues esta banda se ha convertido en punta de lanza de los intereses políticos y económicos de Ankara en la zona. Seguir apoyando el terror takfirí, tanto en Siria como en Irak, fortalecerán su papel regional.

DOBLE IDENTIDAD

Turquía, desde su nacimiento como Estado Moderno, tras el fin del Imperio Otomano, ha transitado por una contradicción interna, que se asimila a un personaje con doble personalidad, al estilo del clásico texto de Robert Louis Stevenson “El Extraño caso del Dr. Jekyll and Mr Hyde” donde se presenta, al menos desde el discurso, una Turquía moderna, decidida a enfrentar los retos del futuro e implicarse de lleno en las soluciones de su región. Pero, al mismo tiempo, desarrolla una política de agresión contra sus vecinos, bajo los dictados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte – OTAN - alianza con grupos terroristas y fuerte represión a la oposición política y a pueblos como el kurdo, que representa el 20% de su población.

Una identidad que ansia pertenecer al Club Europeo, aún si ello significa cumplir las tareas más denigrantes en el concierto de ese conglomerado de países, como es cumplir con el acuerdo migratorio que establece la obligación de servir de tapón a los afanes migratorios de millones de personas, que ansían buscar refugio en la fortaleza europea. Pero, ese objetivo paneuropeista choca con su realidad histórica y geográfica, que lo sitúa en Oriente Medio y que lo hace participar en forma activa de los conflictos que sacuden a esta región.

Desde el año 2002 a la fecha, el Partido de la Justicia y el Desarrollo – AKP por sus siglas en turco -  sobre todo en la última década, mediante el trabajo de la dupla conformada por Erdogan y Ahmed Davutoglu ha consolidado un nuevo paradigma que busca el reemplazo del kemalismo. Ese paradigma, denominado en el análisis político como Neo Otomanismo, tiene como objetivo fundamental, instaurar una zona de estabilidad, de control y dominio que concrete las pretensiones de expansión del régimen turco, cuyas víctimas principales son sirios e iraquíes, en una región convertida en un campo de batalla más amplio que el existente a inicios del gobierno del AKP.

Hoy, todo el escenario del Levante Mediterráneo es área de operaciones turcas: ya sea a través de la Coalición internacional liderada por Estados Unidos, en el combate a las fuerzas del PKK en Siria e Irak y el apoyo de las bandas terroristas takfirí. Escenario que se amplía con la decisión turca de tener presencia en el Cuerno africano, para brindar asistencia militar a Somalia, instalando allí una Base Militar haciendo realidad las palabras de Davutoglu y el Neo otomanismo “Nuestra política exterior ya no sólo se concentra en un único asunto, sino que es de amplio alcance…no permaneceremos obsesivamente pendiente de lo que la UE decida”. Globalidad explicitada por el propio Ahmed Davutoglu y asumida enteramente por Erdogan, convencido de este papel “mesiánico” que habría sido conferido a Turquía como heredero del Imperio Otomano a principios del año 2010, cuando el actual Primer Ministro ocupaba el cargo de Canciller generando la Doctrina Davutoglu para el manejo de las relaciones exteriores turcas.  En lo esencial, dicha escuela geopolítica puede sintetizarse y me ciño en esto a un artículo publicado por este cronista en Hispantv el pasado mes de noviembre, en los siguientes puntos:

Erdogan reconoció en Davutoglu el teórico que le faltaba en su equipo de trabajo, seducido por un concepto que sintetizaba su visión imperial y las necesidades de buscar el lugar de Turquía en el mundo: la concepción política de Davutoglu denominado "profundidad estratégica", que implica ahondar las relaciones internacionales turcas con prioridades establecidas y necesarias de medir: diplomáticas, económicas de cooperación y militares. Profundidad estratégica en el plano inmediato, con sus vecinos de países árabes y musulmanes tanto de Oriente Medio como de Asia Central, como también aquellos países balcánicos y los situados en el Cáucaso Sur.

Más allá de la teoría sobre Kemalismo y Neo Otomanismo, sobre paneuropeísmo o la necesidad de acercarse a Oriente Medio, el escenario político turco se ha visto sacudido por nuevos atentados, que se suman al de Julio del año 2015 en Suruc con 35 muertos y el de octubre del año 2015 en Ankara, ambos atribuidos a células terroristas de Daesh. Hablo del atentado en Estambul del 12 de enero del 2016 donde murieron 15 turistas – entre ellos 10 alemanes - en la Plaza Sultán Ahmet cercano a la emblemática Basílica de Santa Sofía y la Mezquita Azul, afectando una de las fuentes de ingresos más importantes del país. Dos días después terroristas atacaron una Comisaría en la ciudad de Cinar, en la provincia de Diyarbakir - zona de mayoría kurda – donde murieron 6 personas y 40 heridos.

A la hora del análisis frío de estas masacres, cuando las condenas y condolencias del mundo se dejan sentir surge la interrogante  ¿A quién beneficia estos atentados? Esto, porque los sospechosos perfectamente pueden ser culpables, pero también chivos expiatorios del trabajo de organismos de inteligencia como es el caso del MIT turco, en el marco de posibles acciones de Bandera Falsa, destinadas a crear un sentimiento de inseguridad frente a un enemigo real o imaginario, fortaleciendo las posiciones políticas del gobierno.

Planteo esta hipótesis considerando: primero, las elecciones parlamentarias de junio del año 2015, que obligaron al gobierno revertir el fracaso y cambiar el escenario político para las elecciones del 1 de noviembre del 2015. Ello nos mostró un gobierno desesperado por mostrar a la sociedad turca, que Erdogan y Davutoglu son la única dupla que puede garantizar la paz y la estabilidad en una región con fuerte presencia terrorista. Para el núcleo dirigente turco y la decisión es convencer a la sociedad de ello, sólo el AKP y las Fuerzas Armadas Turcas pueden otorgar seguridad interna y externa.

En segundo lugar, para el oficialismo, la seguridad de Turquía sólo es posible concretarla en función de su inserción en el bloque occidental, lo que implica combatir a todo aquello que ese bloque considera sus enemigos: Siria, Irán, la presencia rusa en el Levante, las milicias del PKK. Por tanto, acusar a los kurdos y a Daesh pone en un mismo saco a entidades distintas, pero presentadas como un peligro a la seguridad nacional turca.

Para la oposición turca los atentados en  Turquía son consecuencia de las políticas “fallidas” exteriores del Gobierno de Erdogan en Oriente Medio. Según el Partido Republicano del Pueblo - CHP - “el ataque en Estambul y las nuevas amenazas del terrorismo son el resultado de las políticas erróneas que ha adoptado Ankara en la región. Para Idris Baluken del Partido Democrático de los pueblos – HDP – “la política exterior turca, basada en intereses mezquinos y efímeros han convertido el país en una gran ciénaga en Oriente Medio. Los extremistas takfiríes de EIIL  - Daesh, en árabe - cruzan fácilmente las fronteras turcas hacia Siria, además reciben apoyo logístico y armas del Gobierno turco”.

Para Erkan Arcay del MHP “a diferencia del viceprimer ministro Numan Kurtulmis, quien dice que no hay fallas de seguridad frente al tema de los atentados, nosotros sí creemos que existen. El gobierno actúa como un niño que no asume sus responsabilidades lo que demuestra que estamos siendo gobernados muy mal”. Los partidos opositores turcos han señalado, después de los últimos ataques terroristas, que estos actos ponen también de relieve que la Organización Nacional de Inteligencia de Turquía  - MIT, por sus siglas en turco - no ha cumplido a cabalidad con sus deberes. Y se requiere una revisión de su trabajo, como también de sus procedimientos y relaciones.

Las acusaciones o la línea investigativa de la dupla Erdogan-Davutoglu es un volador de luces descabellada y carece de toda lógica en el actual escenario turco y regional. Si así fuera, si efectivamente los culpables están en las filas del PKK o de Daesh estamos entonces constatando el rotundo fracaso tanto de las fuerzas de inteligencia turcas, como también de todo el conglomerado político, militar de servicios secretos y otros que pululan en esa zona, léase: la CIA estadounidense, el Mossad israelí, el MI6 inglés, generando operaciones de desestabilización de los gobiernos de Siria, Irak y el cerco a Irán.

En esa red de intereses, cruce de labores de espionaje y actos destinados a concretar las políticas hegemónicas de occidente, resulta claramente imposible pensar que se puedan ejecutar actos terroristas como los del 2015 en Suruc y Ankara o los del 2016 en Estambul y Diyarbakir, sin que esos organismos hayan tenido noticias. Los culpables no están fuera de Turquía, hay que leer palimpsestos, hundir las narices en el mal olor que sale de las filas del gobierno turco insertos en un laberinto del cual difícilmente saldrán indemnes. 



Jofré Pablo Leal
HISPANTV


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* Pablo Jofré Leal.- Periodista y escritor chileno. Analista internacional, Master en Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid. Especialista en temas principalmente de Latinoamérica, Oriente Medio y el Magreb. Es colaborador de varias cadenas de noticias internacionales.

Artículo originalmente publicado en dos partes en Hispano TV


NOTAS:
1. Las operaciones denominadas de Bandera falsa son actividades, maniobras o acciones diseñadas y llevadas a cabo por gobiernos con ayuda de aparatos de inteligencia o elementos instrumentales, con el fin de parecer que fueron llevadas a cabo por enemigos. Dentro de las más conocidas encontramos el hundimiento del acorazado Maine en Cuba que permitió la entrada de Estados Unidos en la Guerra contra España.  La Operación Himmler para atacar Polonia por parte del Nazismo. La Operación Ajax en Irán a cargo de la CIA.
2. La Postguerra fría dictó nuevas pautas para los actores internacionales y Turquía, en ese escenario debe adaptarse sí o sí con énfasis en mantener su alianza con la OTAN pero también dirigiendo su mirada hacia Oriente Medio –
3. Turquía debe mantenerse equidistante de los distintos ejes de poder que se mueven en Oriente Medio y construir su propio eje y radio de influencia
4. Las crisis regionales no son una amenaza, sino que potencialidades para mostrar el poderío turco, que debe abarcar lo “político” pero también el “poderío militar”. 

17 enero 2016

Un cuento de Príncipes y otros bandidos (1)


LOS SAUD DE ARABIA




Por: Tito Andino U.


A manera de prólogo

Arabia Saudí es un complejo tramado de tribus y príncipes petromillonarios que buscan de cualquier forma mantener su status privilegiado sobre la conquistada población local a quienes tenían maravillados con una serie de prestaciones sociales. Los principitos pululan por miles (se calcula en más de 7.000) en todo ámbito de la vida pública; los hay desde simples funcionarios hasta terribles comerciantes internacionales; de todo en la viña del señor, autoridades públicas, religiosos, inversionistas en multinacionales, patrocinadores y dueños de famosos clubes de fútbol, bandidos y traficantes, gente honrada también, naturalmente.

Y, es que con tanto príncipe y princesa (de princesas solo llevan el calificativo, al ser mujeres son prácticamente esclavas a la espera de servir a un príncipe azul, es decir solo son princesas en el cuento), no habrá forma de satisfacer su codicia y ansia de poder real, hay que ostentar el título!. Al fin y al cabo, de que sirve ser príncipe saudí con algunos millones de dólares en sus bolsillos si no puede darse el lujo de los placeres de la mundana vida terrenal?

Con la desproporcionada cantidad de principitos es normal que algunos resulten criminales, es lógico, las probabilidades matemáticas son irrefutables, tenemos: asesinos, violadores, borrachos, narcotraficantes, lujuriosos explotadores sexuales de extranjeras, políticos vende patrias, en fin. Para la casta privilegiada saudí son gajes del oficio. Los principios de la fe que defienden no existe para ellos, eso es únicamente para los bajos estratos sociales. Pobre del simple ciudadano que se le ocurra la idea de pensar en faltar alguna norma: azotes, amputaciones, la horca, son entre los más conocidos métodos para castigar algún impúdico acto. Algunos de los principitos también han corrido igual destino, pero, por norma, la regla se mantiene.

Las luchas intestinas, traiciones y compras de conciencias mueven fortunas todos los días. Los principitos no están unidos, se han formado grupos de intereses mezquinos que lucharán entre ellos cuando llegue el momento, mientras tanto las chequeras de los petrodólares continúan con el reparto en todo tipo de menesteres.

Cuenta la historia que la Casa de los Saud no confía en el pueblo, por ello se aplica la vieja estrategia de mantener en la ignorancia a la gente, para ellos –la realeza- aparecer como benefactores de los pobres es su pasatiempo, de allí la necesidad de conservar inmutable la mejor institución de dominio de las conciencias en el reino wahabí – las madrazas-.




Para el escritor libanés Gilbert Achcar “el reino saudí es el estado islámico más fundamentalista de la tierra, es oscurantista, reaccionario y opresivo".

Es increíble que las democráticas repúblicas occidentales no protesten contra las macabras condiciones de vida de los trabajadores  extranjeros en el reino de los Saud, al contrario han sido premiados en 2015 con el ostentoso cargo de dirigir una rama del Consejo de Derechos Humanos en la ONU. Las mujeres trabajadoras extranjeras son semi-esclavas, el servicio doméstico es “propiedad“ de los patrones, con largas horas de trabajo, abusos sexuales y más iniquidades. No son solo las mujeres, en el reino de los Saud trabajan como mano de obra semi-esclava unos siete millones de personas.

Seguramente se preguntarán por qué hay tantos extranjeros trabajando en Arabia Saudí? La respuesta es simple. Para evitar que los trabajadores saudíes exijan sus derechos y eventualmente lleguen a revelarse contra el tiránico poder, como ya aconteció hace varias décadas, en ese entonces, la mentalidad wahabí de los Saud tuvo una respuesta: matarlos.

De dónde provienen esos trabajadores semi- esclavos? Al menos cuatro millones son de países tercer mundistas no árabes, se calcula que son alrededor del 70% de la población activa.

La clase burguesa en Arabia Saudí también es controlada, se evita educarlos por miedo que en el futuro aspiren más demandas y exijan parte del control político nacional. De allí que los técnicos y otros especialistas son contratados en el extranjero. El gobierno financia programas sociales para acallar al pueblo saudí mal acostumbrado a casi no trabajar. Como apreciamos hay, sin que sea oficial, un sistema de castas en Arabia Saudí: La clase reinante, la burguesía oprimida y sobornada pero que conserva ciertos privilegios, los militares, el auténtico pueblo (sunní, chií) y los trabajadores semi-esclavos.  

Un caso curioso y singular en el reino de los Saud es el rol de las fuerzas armadas, que tampoco son tan fieles a sus reyes. Existe una incapacidad absoluta en los mandos y el ánimo de lucha de la tropa es casi nulo, el saudí se ha habituado, como hemos ya dicho, con la condición de no protestar, a no hacer nada, a cambio recibe prestaciones sociales, eso también es válido para las fuerzas de seguridad (excepto grupos especiales fieles a la casa real). Los hechos lo demuestran, con todo el poderío militar tecnológico son incapaces de combatir con eficiencia a grupos poco instruidos de combatientes hutíes en Yemen, no queda otro recurso que contratar miles de mercenarios. Eso no es solo hoy. En 1962 los Saud ordenaron atacar Yemen para sofocar una insurrección contra los monarcas, los pilotos se negaron a atacar y terminaron uniéndose a las fuerzas yemeníes, esos episodios han sucedido una y otra vez.

Ejemplos rápidos: 1979, rebelión en La Meca. El mundo actual ignora este hecho: 


“Casi se ha olvidado el incidente de la ocupación de la Kaaba en La Meca, el 20 de noviembre de 1979, durante la primera insurrección desatada por un grupo takfirista surgido del núcleo mismo de la institución wahabita. Aquel movimiento estuvo encabezado por Juheiman al-Oteiby, hombre proveniente de las filas de la Guardia Nacional y que había estudiado, al igual que sus camaradas, en los institutos religiosos oficiales wahabitas. Prácticamente se ha olvidado aquella rebelión, ahogada en sangre, porque se trataba de un grito de protesta en contra de la corrupción y la injusticia del sistema saudita. El llamado de al-Oteiby a considerar apóstata el régimen saudita encontró un eco favorable entre la juventud y los rebeldes reclutaron cientos de jóvenes dispuestos a tomar las armas para tomar por asalto la Kaaba. Las fuerzas de seguridad no lograron controlar la situación y Riad tuvo que alquilar los servicios de las fuerzas especiales de Francia para aplastar la insurrección”. (recuerdo que no musulmanes no pueden entrar en la gran mezquita). (1)

La solución antes y ahora es la misma, los Saud contratan mercenarios por miles para que hagan sus impopulares guerras. A partir de la rebelión señalada, los Saud han optado por lo fácil, convencer a la descontenta juventud wahabí que la iluminación viene a través de la yihad (lejos de Arabia) y que ese acto de valor es la voluntad expresada por el Creador; la tarea se torna fácil con los clérigos wahabíes expertos en “lavado cerebral”. Así es como desde 1980 la monarquía saudí ha pasado a contribuir con las campañas norteamericanas por “sembrar la democracia” en la región, Afganistán fue la primera, luego vinieron Chechenia, Bosnia, Argelia, Sudán, Somalia, Irak, Irán, Líbano, Siria, Yemen, entre los más recordados. Pero, lo raro es que esa particular yihad wahabí-takfir nunca ha metido la cabeza en Palestina.

Lo mejor que puede aspirar la retrógrada monarquía wahabita es deshacerse de sus miles de inconformes ciudadanos bajo la seducción de la dulce muerte en nombre de Dios. Su arma secreta, las ahora dispuestas y fieles organizaciones takfiríes entraron en acción.

Es evidente, dado el tremendo descontento nacional, ahogado de cualquier forma, que la casa real saudí tiene un pavor inmenso a conformar un ejército popular (sunníes, chiíes, wahabíes, etc). Ellos también aprenden las lecciones que recibieron algunas tiranías en otros estados cercanos de manos de un ejército nacional, por eso, los Saud se niegan a incorporar en sus filas a amplios segmentos de la población local. Como hemos dicho, estas carencias lo suplen mercenarios de todas partes del mundo, al fin y al cabo, los Saud tiene todo el dinero del mundo para darse este capricho. Y, por el momento, si les da la gana, solo bastará llamar a los marines USA. 
 

Un poco de historia


Abdullah bin Abdulaziz Al Saud, fundador de Arabia Saudí en una fotografía del 14 de febrero de 1945 junto al presidente norteamericano Franklin D. Roosevelt

La rama ultrarradical del wahabismo, los “devotos” y “fieles” takfir ya fueron en el pasado los mejores aliados de las potencias coloniales, constituyeron la punta de lanza de la “revolución” y la insurrección de inicios del siglo XX. Marcharon, bajo manipulación de Occidente, a enfrascarse contra los otomanos imperiales. Occidente jamás dudó en utilizar a los grupos wahabíes para levantarse en armas contra el dominio Otomano. Ideológicamente los wahabíes (salafistas o tafkiríes) son racistas, intolerantes y déspotas, algo que debe hacernos recordar a la dictadura de la Alemania nazi con su filosofía del odio al “infrahombre” y una evidente manipulación de los sentidos de sus seguidores, sin compasión para todos aquellos que consideran inferiores.

Es difícil encontrar en la actualidad el origen de Arabia Saudí, comentaba el recordado intelectual Alfredo Embid
Cuando Arabia formaba parte del Imperio Otomano, sobre 1750 la tribu nómada de los Saud se asoció con el clan fanático de los wahabitas que eran bárbaros, esclavistas y extremadamente crueles. Una de sus especialidades, por cierto, era cortar cabezas como siguen haciendo sus mercenarios hoy en Libia, en Siria y en Arabia Saudí, encima avalados por la ley. Sus salvajadas sobre los habitantes e incluso sus profanaciones de los lugares santos fueron tan notorias e inaceptables para la población, que el Imperio Otomano acabó con ellos con tropas egipcias. (nota del editor del blog: por lo visto no con todos)
Cuando Gran Bretaña ocupó Bahréin en 1820, se alió precisamente con los restos de la tribu de Saud y los asesinos wahabitas, es decir, con la crema de lo peor de lo peor de la región. Irónicamente, convirtieron al jefe de la tribu, Ibn Saud en un respetable “Sir”. Evidentemente, ni siquiera se les pasó por la cabeza que estos energúmenos iban a llevar la democracia a la región, se trataba de utilizar su antiguo antagonismo para debilitar a los otomanos y colocarlos como perros guardianes que protegiesen la ruta a la “joya de la corona”, es decir sus colonias indias. Estos orígenes constituyen un baldón sobre la casa de Saud, hasta el punto de que Aramco, la compañía nacional saudí de petróleo que, poco tiene de nacional, ya que fue fundada por Rockefeller a partir de una rama de su Standard Oil, ha financiado un estudio para falsificar la historia de la familia atribuyéndole un origen noble y, por si fuera poco, el ser descendientes del mismísimo profeta Mahoma”. (2)

Segundo desde la izquierda, Muhammad ibn Abd-al-Wahhab de cuyo nombre deriva el wahabismo o salafismo, en el centro el príncipe Husein, a su derecha Abdullah bin Abdulaziz Al Saud, generalmente conocido en el mundo árabe como Abdulaziz y en Occidente con Ibn Saud, el primer monarca y fundador de Arabia Saudita y la Casa de Saud, el "tercer estado saudita". El hombre de uniforme es Sir Percy Cox, entre sus cargos fue el administrador del “Colonial Office” en Oriente Medio, fue Cox quien abrió las negociaciones con Abdulaziz bin Saud, cuando era el jefe Wahhabi del Nejd (más tarde rey de Arabia Saudita), Cox luego de tratar con los turcos en 1913 los consideró intratables, comunicando al Foreign and Commonwealth Office sobre bin Saud de quien al parecer se refirió como la “autoridad aumentada del jefe Wahhabi”.
 

A mucha gente le está causando estupor saber que estos grupos radicales fueron muy queridos y lo siguen siendo! Sin ellos no es posible llevar la “libertad” y la “democracia” al Cáucaso y al Medio Oriente. Sin ellos no hay pretexto para que la consigna anglo-americana de  “Responsabilidad de Proteger” pueda prosperar, sin ellos la presencia del “terrorismo islámico” es inviable. Y, quiénes son esos actores del terror? Pues los niños mimados de Occidente, los wahabitas – takfiríes. Sin sus aguerridos combatientes por la “libertad” y las “buenas normas islámicas” el mundo Occidental ya habría perdido sus zonas de influencia y el dominio de las riquezas de la zona.

También el wahabismo es muy apreciado por el sionismo israelí. Vaya! Tantas y “santas” contradicciones, diría alguien por allí… Israel desempeña el mismo rol que los saudíes. Los Saud mantienen un pacto de no agresión con Israel y estos dos entes son arropados por Estados Unidos.

De esa forma, ya casi un siglo atrás, los wahabíes-takfir-salafistas fueron utilizados como la nueva infantería de los imperios británico, francés, italiano y otras naciones como los Estados Unidos, alzándose en armas contra el imperio otomano e incentivando, además, a la rebelión  de los pueblos de Palestina, Egipto, Irak, Siria, Afganistán.

Este complejo juego británico – francés resultó de maravilla, en 1916, en pleno desarrollo de la primera guerra mundial, decidieron repartirse el moribundo imperio otomano, acuerdo secreto Sykes-Picot. El lector conocedor de la materia reflexionará que jamás existió la voluntad de cumplir el ofrecimiento de independencia a las naciones árabes. 

Cuál fue el real interés del imperio británico por manipular las huestes wahabíes contra los otomanos?. La respuesta es que los ingleses querían a toda costa romper con un poder que obstaculizaba su predominio como la “Reina de los Mares”, por ende, necesitaban asegurar la “Ruta de Indias”, es decir, mantener el control sobre el Golfo Pérsico y dotar de seguridad a la  vía terrestre hacia la India.


Versalles, Conferencia de Paz de París de 1919. En el centro, de izquierda a derecha: Rustum Haidar, Nuri as-Said, el príncipe Faisal (después sería Rey de Irak), el capitán Pisani (detrás Faisal) T.E. Lawrence (conocido como "Lawrence de Arabia"), asistente del príncipe Faisal (nombre desconocido), el capitán Tahsin Qadri. Faisal ibn Abdul Aziz Al Saud era el tercer hijo del fundador de la Arabia Saudita, Abdelaziz bin Saud, la madre del príncipe Faisal fue descendiente de Muhammad ibn Abd-al-Wahhab de cuyo nombre deriva el wahabismo o salafismo.


Impulsando la sedición de los grupos wahabíes el  Imperio Otomano debía desviar contingentes a la zona; más, los futuros turcos habían sucumbido ya por el paso de los siglos, y como todo Imperio algún momento entra en decadencia, solo era cuestión de tiempo para dar una patada definitiva para que la podrida puerta se derrumbe. El, en ese entonces, Reino Wahabí del Hedjaz y del Nejd  solo fue un buen peón en la mesa del ajedrez mundial, en recompensa a su colaboración (y varios conflictos internos) terminaría totalmente en manos de los Saud, quienes impondrían el nombre de su dinastía a un nuevo reino en apariencia independiente pero subordinado a las potencias occidentales. Así fue como el fanatismo impulsado por una ideología yihadista arraigó definitivamente en la Península Arábiga.

Cuenta la historia que anterior a la aparición de los Saud existía  el reino de Hedjaz, mucho más democrático que los Saud modernos, incluso bajo dominio otomano, del que formaba parte las ciudades santas de La Meca y Medina, poseían una Constitución que permitía la libertad de expresarse, el establecimiento de grupos políticos y otros derechos impensables en el siglo XXI de los Saud. Con el fin de los sultanes otomanos y con el visto bueno británico, los wahabíes, unidos al clan Saud, demolieron todo vestigio de progreso, cometieron genocidio y asesinaron a los clérigos musulmanes.

De dónde provienen tantos terroristas se preguntarán. Qué podemos hacer si existen estados fundamentalistas en el mundo como aquel que es propiedad de la familia Saud. Si la ideología wahabí es la religión oficial del reino y, cueste lo que cueste admitirlo, es una creencia que al final deberíamos respetar, siempre que no destrocen el mundo ultrajando el nombre de Dios. Mientras el wahabismo no sea controlado, mientras existan clérigos fundamentalistas vendrán otras generaciones de gente ignorante dispuestas a inmolarse por una causa sin píes ni cabeza. Los takfiríes seguirán dando la cara seducidos por lo irreal, en este caso, un Califato Mundial, marcharán como voluntarios o como mercenarios a escenarios de guerra previamente concebidos por sus titiriteros. Quienes dirigen y controlan a estos grupos no son de la clase baja ni analfabetos, al mando se encuentran gente de la realeza, millonarios y servicios secretos. Recuerden que esa relación entre el fanatismo fundamentalista wahabi con la casa de los Saud no es nueva, la historia nos dice que el vínculo viene desde el lejano siglo XVIII.

Aquí un acotamiento histórico fundamental del verdadero Islam: El Profeta Mahoma instituyó una Constitución en Medina, en ella se precisaba la igualdad de derechos para los musulmanes, judíos y cristianos. Esto, los fundamentalistas modernos como el “Sultán“ Erdogan de Turquía, la siniestra “Hermandad Musulmana”, los wahabíes Saud y otros reyezuelos, principitos, emires y sultanes de la región, a toda costa se niegan reconocer.

A decir de un especialista, Jean-Michel Vernochet
“sería demasiado simple ver la ideología wahabita sólo como un instrumento de influencia o incluso de dominación regional. Está comprobado que el wahabismo cohabita perfectamente con el anarco-capitalismo. Por muy sorprendente que pueda parecernos, eso está fuera de dudas. La continua expansión del wahabismo durante el siglo pasado está estrechamente vinculada con la del modelo financiero, económico y societario anglo-estadounidense. La suerte de la Península Arábiga ha estado indisolublemente ligada, desde 1945 y hasta el sol de hoy, a la América-Mundo… la cual constituye una especie de hidra de varias cabezas pero cuyas cabezas fundamentales están en Manhattan, Chicago (donde se halla la bolsa mundial de materias primas), Washington con la Reserva Federal, en la City de Londres, en Bruselas con la OTAN, en Francfort con la sede del Banco Central Europeo y en Basilea, ciudad que alberga una súper empresa anónima en el sentido jurídico que funge como banco de los bancos centrales, o sea ¡el Banco de Pagos Internacionales!”. (3)


Actualidad política:

Otra vez el Rediseño del Medio Oriente Ampliado?


 
El mapa del “Rediseño del Medio Oriente Ampliado”, en la parte que concierne al posible futuro de la monarquía de los Saud (Arabia Saudí). Por Robin Wright 2013


Por qué Occidente sigue negándose a reprochar los crímenes perpetrados por órdenes de los Saud y otras monarquías del Golfo? Eso sería un suicidio político y una posible pérdida de su zona de influencia y riqueza, a no ser que maneje un Plan B para reemplazar de forma  adecuada sus fichas descartables. Los Saud se mantienen todavía, por el petróleo y las grandes multinacionales con sus autopistas energéticas,  algo de  mayor valor que los crímenes, naturalmente. Pero eso perdurará? Parece que no.

Si los Estados Unidos, actual patrón de la monarquía wahabí saudí se está aburriendo de su engendro, es importante tener en cuenta que el trazo divisorio entre el aparente Islam “bueno o amigo” (países sunníes fieles a Estados Unidos) está seriamente tocado a nivel internacional fruto de la irresponsable actitud de la Casa de los Saud y otras monarquías afines, a la que deberíamos sumar la vergonzosa manipulación turca en los conflictos regionales.

A pesar de todo, si los Saud caen y se implementa el plan del “Rediseño del Medio Oriente Ampliado”, Capítulo Arabia Saudí, hay un grupo que seguirá siendo amado por las potencias coloniales de Occidente, un brazo del wahabismo es la adoración, el ideal de “revolucionario” en contra de las “tiranías” árabes. Si, estamos refiriéndonos a los TAKFIRIES, estos grupos de extremistas islámicos son la única garantía para que los designios de Occidente y sus socios israelíes se cumplan en Oriente Medio, el Cáucaso, Lejano Oriente, África y hasta en Europa con miles de adeptos con estatus de refugiados. Para ellos se ha “rediseñado” algo especial, el Wahabistán!.

 

Publicación del “New York Times”. Como cinco países pueden convertirse en catorce. Poco a poco el Medio Oriente se vuelve a dibujar, un análisis realizado por Robin Wright, 28 septiembre 2013.


Ya hemos dicho que el régimen fundamentalista wahabí es efecto del uso político foráneo,  una quinta columna que el Imperialismo se reserva para sus deseos globalizadores, los saudí son el instrumento para llevar la lucha contra el “terrorismo”. Mientras el reino de los Saud sea capaz de infiltrar, en Medio Oriente, su retrógrada filosofía y proporcionar grandes remesas de carnada humana, serán necesarios y apoyados por Occidente. Pero, todo indica que el ilusorio mundo de los principitos saudíes desprende demasiado hedor a corrupción, abuso y totalitarismo que hasta los todos poderosos norteamericanos podrían muy pronto renegar de sus criaturas del mal.

Dentro de esa espantosa tergiversación del auténtico Islam (que es practicado tanto por sunníes como chiíes), los dos Estados wahabitas, el reino de Arabia Saudí y el emirato de Qatar, anhelan ampliar su dictatorial estructura religiosa a todos los pueblos árabes. En este punto el lector deberá hacer memoria, contra cuáles naciones árabes han pactado saudíes y qataríes su destrucción con las “democracias” occidentales e Israel? Respuesta: Los estados laicos de Irak, Libia, Siria y Líbano.

Los pocos que se atreven a disentir en el reino de los Saud, son ocasionalmente los oprimidos burgueses y los también oprimidos chiíes, conglomerados opuestos a la autoridad señorial y que tienen mucha fuerza. Es obvio que el despotismo ocasione protestas, violencia y, por supuesto, detenciones y ejecuciones. En el mejor de los casos, los disidentes deberán partir al exilio y desde allí seguir planteando la posibilidad que la nación cuente con una Constitución Política, inexistente en el reino. Una aspiración de la burguesía es la implantación de una monarquía constitucional, otros grupos prefieren ser más radicales, anhelan derrocar la dinastía Saud.

El aburrimiento, por el momento, es solo político, en los últimos meses el reino saudí está comprando a los Estados Unidos armas por miles de millones de dólares, antes era para impulsar las “revoluciones” espontáneas en el mundo árabe y seguir bombardeando indiscriminadamente a Yemen, hoy, sin duda servirán para emplearse en contra de su descontenta población civil. A sabiendas que este tipo de contratos son prohibidos por normas internacionales al existir evidencia clara que servirán para reprimir a civiles, no fue obstáculo para que los Estados Unidos de luz verde al redondo negocio.

Y que hay de los rumores que el presidente Obama planeaba dar su conformidad a un acuerdo para dotarle a los Saud de miles de bombas y 1.500 cabezas nucleares, en un precio estimado en 1.290 millones de dólares. Por donde se mire, una vez más, estamos ante lo real, el negocio es lo primero, luego que se maten entre ellos será lo mejor, mientras no nos afecte, dirán los representantes del complejo militar industrial.

Con los acuerdos nucleares entre el G5+1 e Irán, los padrinos del wahabismo, al parecer, están cambiando de estrategia para conservar su influencia en el Medio Oriente. Cada vez se hace clara la desconfianza de la Casa Blanca hacia sus socios wahabitas del reino Saudí, incluso en su alianza por luchar contra el “terrorismo”. Los príncipes aglutinados alrededor de su Rey y los que codician el papel de reyes y príncipes con alta influencia política están alterados. El reino es hoy un frágil envase repleto de fuerzas fundamentalistas, que la misma administración monárquica ha creado excesivamente en las últimas décadas para enviarlas a su “destino” (la muerte en guerras foráneas).


Hoy por hoy



Inmigrantes amenazando con banderas takfiríes a la policía alemana


- Arabia Saudí ha fracasado en todas sus clandestinas tareas por destruir    Irak, Siria, Yemen, Líbano, así que, a estas alturas, no les importa incendiar más la región.

- Arabia Saudí busca por todos los medios desatar un conflicto que aparezca como una lucha del sunnismo contra los chiíes

- La muestra más palpable de esa política desestabilizadora regional ha sido la reciente ejecución del clérigo chiita Nimr al-Nimr. Muchos analista juzgan ese acto como provocación de los Saud hacia naciones como Irán con el propósito de crear el caos total en Oriente Medio.

- Los Saud juegan con fuego, hacer bravatas ante Irán significa firmar su sentencia de muerte como estado. Las circunstancias actuales tienden a un hecho concreto, los Estados Unidos busca una manera diplomática, cómoda y efectiva para deshacer su alianza. A la final, en el proyecto del “Rediseño del Medio Oriente Ampliado”, capítulo Arabia Saudí, seguirán las grandes reservas petroleras bajo su total control. 

- Los saudíes son concientes de las implicaciones de los acuerdos nucleares del G5+1 con Irán. Su marginación como protagonista e influyente estado de la región llega a su fin. Por ello las acciones del reino dirigidas a provocar a Irán son deliberadas y será difícil que cuente con el apoyo efectivo norteamericano en caso de un conflicto armado. Podrán recibir armas sofisticadas, pero eso es solo cuestión de negocio.

- Es que uno de los factores determinantes de los mencionados acuerdos nucleares es evidente. Arabia Saudí ya no es indispensable, ni lo era antes, como proveedor energético de los Estados Unidos. Ellos han servido como inspiración y fomento del fundamentalismo religioso terrorista, algo que satisface a la política exterior estadounidense, pero los norteamericanos pueden seguir manejando ese sectarismo con otros actores menos ostentosos.

- Los precios del petróleo están a pique. Con la llegada del fin de las sanciones a Irán, habrá más oferta del oro negro, es evidente que la entrada en la bolsa petrolera afectará el mercado saudí, quienes no están dispuestos a ceder a los iraníes ni una cuota. 

- El déficit público saudí ronda los 100.000 millones de dólares, algo así como el  15% del Producto Interno Bruto y esto solamente por la baja del precio del petróleo. Los gastos han aumentado en miles de millones de dólares.

 - Sus aventuras bélicas financiando las guerras de Medio Oriente también pasan factura, son miles de millones de dólares gastados para nada, sus planes han fracasado y, ahora, tiene una larga lista de peticiones de armamento, no para seguir desestabilizando la región sino para protegerse de la población saudí que cada vez está más encolerizada con sus principitos. A lo que habrá que sumar miles de millones más en gastos para contratar mercenarios extranjeros para proteger esa bandada de bichos.

- En los Estados Unidos cada vez más se escucha a los analistas, hay un consenso, Arabia Saudí es un lastre en su camino, ha servido durante mucho tiempo, por lo que están agradecidos, pero ha llegado el momento de decirles adiós. Una frase muy bonita que he encontrado proviene del  analista político estadounidense Ryan Cooper en la revista The Week: “Es hora que Estados Unidos deje de lado a Arabia Saudí, su amigo “más tóxico” y su aliado “retrograda, represivo y autoritario”. Y, sobre la ejecución del clérigo chií Nimr Baqer al-Nimr, dice ha sido realizada por “nuestro peor mejor amigo: Arabia Saudí”.

- El New York Times, edición 5 de enero 2016, comenta que Estados Unidos ha jugado el papel de “guardaespaldas” del régimen saudí con el fin de intimidar a sus rivales. Riad no es amigo de Washington, se ha transformado en una “carga”. El agradecimiento a los servicios prestados  contra los soviéticos ha sido satisfecho con creces. “Desde finales de los años setenta, Estados Unidos luchó en varias guerras en Oriente Medio mientras que los saudíes miraban desde las gradas aplaudiendo y extendiendo cheques”.

- No es un pronóstico, es una realidad, las provincias fronterizas con Yemen están alzando su grito de protesta contra los Saud. En el Este del país piden la muerte de la familia real (en protesta por la ejecución del clérigo chií Nimr al Nimr). Todo esto a pesar que las manifestaciones y otras protestas siguen siendo prohibidas en el reino wahabí.

Estarán analizando los principitos el mapa del “Rediseño del Medio Oriente Ampliado” de Robin Wrigth?...


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Notas:

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