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28 abril 2022

Los anglo-estadounidenses en el auge y caída de Mussolini



Tito Andino

Compendio de diversas fuentes. 

Este artículo es continuación de Razones por las que no se debe "añorar" a Benito Mussolini.


El capital extranjero en la forja del fascismo italiano


Las consecuencias de la Gran Guerra con el desastre por la destrucción económica de Europa obró de igual manera en Italia. Profunda división social y política, inflación, bancarrota del estado, alto desempleo, etc. Las corrientes extremistas estaban listas para subir al escenario. Se suponía que el Reino de Italia estuvo en el "bando ganador" pero sus nacionales se sintieron perjudicados (si no robados) por el Tratado de Versalles (1919), el botín de guerra se repartirían de preferencia Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos. Italia "contribuyó" en la matanza europea con más de millón y medio de bajas. 


El fascismo nace en Europa, expresa la ideología de la supremacía europea (sinarquía), Italia era una potencia imperialista débil e inestable, más aun tras la Gran Guerra por lo que se auguraba el éxito de un levantamiento obrero, los socialistas no asumieron el liderazgo permitiendo que se abran las puertas de la contrarrevolución. Esas fuerzas de la reacción: los Arditi (red de mercenarios anti-trabajo dirigidos por ex oficiales del ejército) y los fascistas de Benito Mussolini de ideología procapitalista, tolerados por la policía y el ejército actuaron como milicias asesinas antiobreras.


                      Mussolini, a inicios de los años 20 (foto colorizada)

Ingenuamente el Partido Socialista esperaba que el Estado controlara a los fascistas desistiendo crear una autodefensa organizada, rechazaron entrar en el gobierno (el parlamento democrático aprobó leyes y reglamentos dirigidos contra los fascistas). El Partido Comunista Italiano (escisión de los socialistas desde 1921) estaba a favor de la autodefensa contra los fascistas pero sin alianzas y solo cuando eran atacados, se mantuvo en gran medida al margen de la lucha. Una autodefensa de base, los Arditi del Popolo (comandos del pueblo), sin apoyo de comunistas y socialistas se enfrentaron a los fascistas financiados por la clase dominante y apoyados por el ejército. Aun así, los Arditi del Popolo ganaron batallas campales en varias ocasiones. La clase obrera unida pudo haber tomado la delantera.

Muy tarde, en 1923, la Internacional Comunista adoptó una estrategia para resistir al fascismo: Autodefensa obrera contra la violencia fascista: no a través del terror individual, sino a través de la Acción del "Frente Unido o Frente Popular" contra el fascismo. Insistieron en rechazar un bloque junto a otros partidos para el gobierno. Todo eso ya no importaba, "a fines de 1922 los fascistas consumaron su guerra civil unilateral con un acuerdo parlamentario, en el que fueron nombrados para el gobierno por el rey y los principales partidos capitalistas. Durante la media década que siguió, el régimen fascista se endureció en una dictadura totalitaria que duró hasta 1943".

La izquierda olvidó cual era la esencia de la doctrina fascista: racismo, xenofobia, nacionalismo agresivo basado en planes para la conquista de los eslavos del sur, griegos, turcos, africanos vistos como pueblos inferiores. La respuesta de la izquierda italiana tras 15 años de fascismo en el poder "fue el aislamiento sectario y una supuesta alianza para la reforma progresista o un frente unido para llevar a los trabajadores al poder. Mucho discurso y pocos hechos". Socialistas y comunistas únicamente pasarían a la acción al oponerse a las pretensiones imperiales (invasión de Abisinia 1935) y como fuerza de resistencia efectiva tras la ocupación militar alemana de Italia en 1943. (John Riddell, en ¿Cómo respondieron los socialistas en Italia al advenimiento del fascismo?)




Al igual que la Alemania de Weimar, Italia vio aparecer a una especie de Hitler y asociados, se dio el "lujo", con una década de anticipación, de implantar un sistema corporativista que venía siendo pregonado por la gran industria y sectores financieros de Europa desde el siglo pasado, el sinarquismo internacional. Ya hemos revisado en ponencias anteriores como una "enfermedad" francesa -sinarquía- caló en el Reino de Italia de posguerra, pero allí se conocería como fascismo y luego se llamaría nacional-socialismo en el Imperio Alemán.

A estas alturas del siglo XXI parece que muchos académicos e historiadores quieren ignorar que un tal Benito Mussolini marchó hacia Roma y asumió el gobierno como un acto "extraordinario" ante la decepción de los gobiernos liberales de antes y después de la primera posguerra, pocos reconocen que se trató de un encubierto golpe de estado por el cual se garantizaba al rey de Italia, Víctor Manuel III, un primer ministro manejando el gobierno italiano que prevendría una posible revolución popular

Los historiadores suelen eludir el tema del auspicio del círculo sinarquista europeo que vio en Mussolini a "un oportunista cínico, un operador astuto que poseía notables habilidades periodísticas. El futuro Duce tenía una vena psicopática, como lo revelan sus ojos abultados y negros como el carbón y, a veces, su disposición tímida. Una buena enfermera psiquiátrica habría reconocido las señales de advertencia... estaba más preocupado que nada por sí mismo, y quería el poder por su propio bien".

En una ferviente Italia católica no cabía duda que la Iglesia sería un gran aliado de éste "desertor" de la rama socialista, para ello renunció a su anticatolicismo y tuvo que hacer lo mismo con sus creencias antimonárquicas; para demostrarlo estuvo decidido a inclinarse y ser vasallo del Rey de Italia, Víctor Manuel III, así como azotar con fuerza a la izquierda militante, tarea encargada a la milicia de los "Camisas Negras". Iglesia, monarquía, aristocracia, industria y banca, siempre hambrientas de poder lo cobijaron, sus intereses estaban garantizados a largo plazo.

David Kertzer, historiador y antropólogo, afirma que "el ingrediente clave para que Mussolini realmente se convirtiera en un dictador fue la Iglesia", sin ella su autocracia "no habría sucedido". (Kertzer citado por Alex Floyd, en "A Communion of Dictators Binds Fascism and the Catholic Church", Vineyard Gazette,30 de julio de 2015). Por otro lado, Shane Quinn en "The History of US and British Support to Mussolini’s Fascism" (La historia del apoyo estadounidense y británico al fascismo de Mussolini, Global Research, enero 2021 y base de este resumen de textos) recalca los mitos creados por apologistas católicos romanos y que continúan hoy con el trillado discurso de que "los líderes religiosos estaban en contra del fascismo desde el principio". De hecho, el caso fue al contrario.

"La Iglesia se incorporó al estado bajo Mussolini" (Kertzer), mientras que el Duce y el Papa Pío XI "llegaron a depender el uno del otro, en cierto sentido". Cuando Mussolini asumió el poder nominal recibió el respaldo de las potencias occidentales. El peligro bolchevique ya no sería preocupación. Obrado el "milagro", las corporaciones estadounidenses acudieron en masa, el apoyo financiero y las inversiones en la Italia de Mussolini crecieron, se les ofreció liquidar su deuda de posguerra en favorables condiciones. 


"Satan Leads the Ball", Arthur Szyk, 1942 (haga click sobre la imagen para mayor resolución)

Al igual que las huestes hitlerianas un decenio después, el régimen fascista acabó con la protesta laboral. A finales de 1923 se podía confirmar que "durante los últimos 12 meses no ha habido una sola huelga en toda Italia". Henry Fletcher, embajador de Estados Unidos en Italia desde 1924 y el secretario de Estado Frank Kellogg estaban conformes: la elección en Italia es "entre Mussolini y el fascismo y Giolitti y el socialismo", ya sabemos que prefirieron. Los estadounidenses remarcaron que la oposición a Mussolini se integraba por "comunistas, socialistas y anarquistas" a quienes debía impedirse alcanzar el poder por ser la amenaza "a la supervivencia misma del orden capitalista".

En 1923, Mussolini causó una gran y favorable impresión, el representante del Morgan Bank, Nelson Dean Jay, señalaba el discurso de apertura en la Cámara de Comercio Internacional en Roma por parte del Duce quien expresó que era hora de que los gobiernos europeos privatizaran las empresas que habían sido nacionalizadas durante la Primera Guerra Mundial. (El líder militar alemán, Erich Ludendorff, cuyo reinado se expandió por la mayor parte de Europa en la guerra, había nacionalizado una serie de industrias en Europa central y oriental. Este proceso, de colocar la industria bajo control estatal, se revirtió más tarde después de que Ludendorff se viera obligado a renunciar al final de la guerra. Para las élites occidentales, la privatización gobernaba. (Quinn).

Con la Gran Depresión en toda Europa desde principios de 1930, el régimen de Mussolini recibió elogios aún mayores de los círculos del establishment. "El bienestar futuro de Italia es seguro, ya que humanamente podría estar en manos de Mussolini, pero si algo le sucediera, ¿entonces qué?" (Alexander Kirk, diplomático estadounidense,1932)


La prensa estadounidense derrochaba elogios en Mussolini en los años 20 y 30. Aquí apenas una modesta muestra. 

El artículo de Shane Quinn ahonda en datos: "En 1933, la revista New York Times magazine señaló con aprobación, "no hay ninguna condición limitante impuesta a ningún proyecto fascista" en Italia y "todo lo que Mussolini ordena se ejecuta sin ser obstaculizado por problemas, prácticos o financieros". La revista Fortune, con sede en Nueva York, una importante revista de negocios de Estados Unidos, dedicó un número especial completo a la Italia fascista en 1934. Declaró que, "Los Wops se están desenrollando a sí mismos". Un "wop" es un término despectivo para un italiano, y el titular sugería que bajo Mussolini el pueblo italiano ya no es atrasado y sombrío".

En el mundo real de esos tiempos fascistas gobernado desde Roma bajo tutela del Rey, la "estrategia" totalitaria del gobierno del Duce no funcionaba tan bien como informaban los diplomáticos y políticos estadounidenses. Por ejemplo, "entre 1925 y 1938, el plan económico de Mussolini había reducido los salarios reales de los trabajadores italianos en un 11%. Antes de la Gran Depresión el número de desempleados italianos bajo Mussolini aumentaron más del doble en dos años, de 181.000 sin trabajo en 1926 a 439.000 en 1928. En 1932, más de 1.1 millones de italianos estarían desempleados", esto bajo la "inmunidad" de la Italia fascista a la Depresión. Las políticas de Mussolini también habían elevado el costo de producción, el Duce pudo mantener la moneda estable solo porque tomó medidas drásticas, como incurrir en inflaciones severas seguidas de deflaciones. La deuda nacional en la Italia de Mussolini crecía año tras año, mientras que colocaba a la economía italiana cada vez más en pie de guerra, estaba tratando de crear un Imperio Romano del siglo XX por la fuerza de las armas. "Los funcionarios estadounidenses, impresionados por la estabilidad política de Italia, ignoraron tales advertencias de los problemas". (David F. Schmitz, Los Estados Unidos y la Italia fascista, 1922-1940, University of North Carolina Press, 30 de enero de 1988, Capítulo 5, Italia y la Gran Depresión, citado por Quinn)


Mussolini y otros líderes fascistas europeos en la pluma de los geniales Kukriniksy

Henry Stimson, Secretario de Estado de los Estados Unidos y futuro Secretario de Guerra, dijo en 1933 que "las relaciones estadounidenses con Italia eran del carácter más cordial". Después de la Segunda Guerra Mundial, Stimson recordó que él y el presidente estadounidense Herbert Hoover creían que Mussolini era "un líder sólido y útil". Cuando el general estadounidense Smedley Butler hizo comentarios poco halagüeños sobre Mussolini en 1931, Stimson llegó a iniciar procedimientos judiciales en su contra.

Franklin D. Roosevelt calificó a Mussolini como un "admirable caballero italiano" en 1933, mientras continuaba el apoyo de Washington al dictador. El embajador de Roosevelt en Italia, Breckinridge Long, se mostró entusiasmado con el "nuevo experimento de gobierno" que presentó el fascismo y que "funciona con más éxito en Italia".

El Departamento de Estado de los Estados Unidos consideró que la invasión asesina de Mussolini a Etiopía en 1935 fue un logro "magnífico", y que los Camisas Negras "sacaron el orden del caos, la disciplina de la licencia y la solvencia de la bancarrota". En 1937, el Departamento de Estado consideró tanto el fascismo italiano como el alemán como movimientos políticos que "deben tener éxito o las masas, esta vez reforzadas por las clases medias desilusionadas, volverán a girar a la izquierda". (Noam Chomsky, Hegemonía o supervivencia: la búsqueda de Estados Unidos por el dominio global, Penguin, 1 de enero de 2004, p. 68, citado por Quinn).


Abisinia (Etiopía) amenazada por Italia. Mussolini, dictador fascista gritando por teléfono, 9 mayo 1936, que Italia tiene un imperio. Caricatura de 'Le Canard en chaine', París, 1936


En 1939, cuando se avecinaba una nueva guerra, el presidente Roosevelt dijo que el fascismo italiano era "de gran importancia para el mundo", pero que "todavía estaba en la etapa experimental". Por ejemplo, Thomas Lamont y poderosos banqueros estadounidenses multimillonarios, eran fervientes admiradores de Mussolini. Lamont, socio de la institución bancaria estadounidense J.P. Morgan, llamó a Mussolini "un tipo muy honrado" que había "hecho un gran trabajo para Italia" con sus "ideas sólidas". Otto Kahn, otro influyente banquero estadounidense, elogió a Italia bajo "la guía clara y magistral de ese hombre notable, Benito Mussolini".

El respaldo a Mussolini también se extendió por todo el establishment británico. Los lazos de Mussolini con Londres, de hecho, datan de 1917, cuando fue contratado en el otoño de ese año como agente británico por el MI5, el servicio de inteligencia. Mussolini, entonces de 34 años, como editor del periódico Il Popolo d'Italia en Milán, recibió £ 100 a la semana por parte del MI5 durante al menos un año, lo que equivale a £ 7.000 semanales en la actualidad. Estos pagos fueron dispensados para asegurar que Mussolini continuaría publicando artículos belicistas, instando a Italia a permanecer en el lado aliado contra Alemania.

Los fondos británicos a Mussolini fueron autorizados por el político conservador Samuel Hoare, hombre del MI5 en Roma. Mussolini le dijo a Hoare, que enviaría a veteranos del ejército italiano a golpear a los manifestantes por la paz, una noticia que aparentemente no desanimó a sus pagadores británicos.


Benito Mussolini satirizado por artistas como Arthur Szyk y los Kukryniksy

El dictador de Italia recibió aplausos entusiastas de estadistas británicos de alto rango, como el diputado del Partido Conservador Winston Churchill. En 1927, Churchill, como Ministro de Hacienda, se embarcó en una visita a Roma, donde conoció al Duce. Churchill posteriormente informó a la prensa: "No pude evitar estar encantado, como tantas otras personas, por el porte suave y sencillo del Signor Mussolini y por su pose tranquila y distante, a pesar de tantos peligros y cargas... Su único pensamiento es el bienestar duradero del pueblo italiano… Es perfectamente absurdo declarar que el gobierno italiano no descansa sobre una base popular o que no se sostiene en el consenso activo y práctico de las grandes masas... Si hubiera sido italiano, estoy seguro de que debería haber estado de todo corazón con ustedes de principio a fin, en su lucha triunfal contra los apetitos y pasiones bestiales del leninismo... Desde un punto de vista externo, vuestro movimiento ha hecho un gran servicio al mundo entero".

El "Signor Mussolini" solo se convertiría en un problema para Churchill y sus colegas en las últimas etapas de su gobierno fascista, cuando los intereses británicos se vieron amenazados por las ambiciones coloniales del dictador italiano y su nuevo amigo alemán

Todo esto nos lleva a...

El final del Duce

Winston Churchill y Franklin D. Roosevelt se reunieron en la Conferencia de Casablanca, 14-24 de enero de 1943 (Stalin fue invitado pero no  asistió debido a la feroz batalla por Stalingrado que tenía lugar en esos momentos). En Casablanca se decidió invadir Sicilia, sabiamente se calculó que ello derrumbaría a Mussolini y los Aliados occidentales obtendrían el control del mar Mediterráneo. La invasión de Sicilia comenzó el 10 de julio de 1943. Entre el 25 y 26 de julio, el primer ministro Mussolini es derrocado y detenido por el propio Gran Consejo del Fascismo, el control de las fuerzas armadas italianas pasan al rey Víctor Manuel III. Hitler parece no darse cuenta de la traición italiana hasta inicios de septiembre cuando ordena la ocupación de Italia y el desarme del ejército italiano.


Elocuente caricatura soviética titulada "Opereta", de la famosa serie Windows TASS, No. 836, 1943


Durante la ocupación alemana los italianos conocieron la brutalidad de la Gestapo, las unidades alemanes mataron a cientos de ciudadanos romanos, desde el Vaticano el Papa Pío XII permanecía en silencio. No está demás recordar que muchos historiadores atribuyen el silencio del Papa a su visión personal del mundo (y de la Iglesia), según él la Unión Soviética y el comunismo antes que los nazis eran mayores amenazas para el cristianismo. Pío XII no protestó cuando los alemanes entraron en Roma, seguramente creía que el mundo debía ser protegido de la amenaza comunista.

El 4 de junio de 1944 marcó el final de la ocupación nazi de Roma, cuna de la civilización occidental. Roma fue liberada por las fuerzas aliadas bajo el mando del general Clark de los Estados Unidos. En ese momento Italia tenía dos gobiernos separados. La República Social Italiana (República de Saló), dirigido por un ya títere de las fuerzas alemanas, Benito Mussolini, en el norte; y, el gobierno del mariscal Pietro Badoglio, partidario de las Fuerzas Aliadas. Italia era miembro oficial de las Fuerzas Aliadas desde septiembre de 1943.


"La Liberación de Roma", TASS No. 1001, 21 de junio de 1944, obra del artista soviético Pavel Sokolov-Skalya. 

En 1945, con los aliados avanzando hacia el norte de Italia por la retirada alemana, ¿qué más podía hacer Mussolini?, unirse a la derrotada marcha, y eso sucedió el 25 de abril de 1945 (un año después esta fecha será oficial para recordar la Liberación de Italia o Fiesta de la Liberación, Aniversario de la Resistencia, en que se conmemora el fin de la ocupación nazi del país y el final de la guerra mundial en Italia). 

Ese día de 1945 el Duce todavía tenía cierto sarcasmo dentro de su abatida alma, huyó con glamour de Milán, montado en el majestuoso y rojo Alfa Romeo 6C 2500 Sport Berlinetta que había obsequiado a su amante. Su objetivo, huir a Suiza dejando su imperio fascista derrotado. (El Alfa Romeo Pescara Spyder 2300 de 1935 era el coche preferido del 'Duce'. El jefe del estado fascista pagó 50.000 liras de la época, equivalente a 250.000 euros de hoy en día). 

En circunstancias tan catastróficas huir en un Alfa Romeo rojo no era una buena idea, al día siguiente, 26 de abril de 1945, muy a su pesar, la pareja de amantes descartaron el lujoso vehículo para enlistarse en una caravana de las SS que también quería cruzar la frontera con Suiza. El siguiente paso programado en la mente de Mussolini, una vez en territorio neutral suizo, era tomar un avión que le llevaría donde su colega en la España fascista, los dominios de Franco, el Duce podría garantizarse un refugio seguro.


Yuliy Ganf, artista soviético, representa en "Se fue sin bota" (Revista Krokodil No. 32, 1943) a Adolf Hitler después que las Fuerzas Aliadas invadieran y conquistaran parte de Italia en 1943, dejando a Hitler sin la "ayuda" italiana. Se puede ver en la caricatura un retrato del depuesto dictador Benito Mussolini


Las negociaciones de la retirada alemana estaban aseguradas, a pesar que la firma de capitulación aún estaba pendiente (rendición final de las fuerzas alemanas combinadas en Italia se dio el 2 de mayo de 1945). No habría combates, las fuerzas guerrilleras italianas podían revisar y permitir a las unidades alemanas avanzar ilesas, solo había una pequeña condición... "Siempre que entregaran a sus compatriotas ocultos". El 27 de abril de 1945, el convoy de las SS que ocultaba a Mussolini tuvo que detenerse ante uno de los varios puestos de control de los partisanos comunistas italianos, a unas 30 millas de la frontera suiza, cerca del pueblo de Dongo, en la costa noroeste del lago de Como. La Petacci, aun no reconocida, había sido detenida ya en un control anterior. 

En esta inspección, en la parte trasera de un camión alemán se escondía Mussolini, llevaba un abrigo y un casco alemanes y gafas de sol, fingiendo dormir. Sin embargo, sus inusuales rasgos distintivos, edad, mandíbula cuadrada y boca ancha, traicionaron al Duce, fue identificado de inmediato. Mussolini llevaba consigo una metralleta y pistola, no hizo ningún intento de disparar. "Parecía completamente carente de voluntad, espiritualmente muerto, su rostro revelaba agotamiento absoluto pero no miedo", recordó su captor. En enero de 1945, Mussolini dijo: "Hace siete años, era una persona interesante. Ahora, soy poco más que un cadáver ... He terminado. Mi estrella ha caído. No me queda pelea en mí. Trabajo y lo intento, pero se que todo es una farsa".


Dos interesantes trabajos de Arthur Szyk. Izquierda: "Madness" (locura), 1941 y "He who rules by the sword" (el que gobierna a espada), 1943 

La detención de Mussolini causó un dilema, la dirección del Comité de Liberación Nacional (CLN) anunció por radio que su decisión era fusilar a Mussolini "como un perro rabioso". Ni más ni menos, un futuro presidente de Italia fue el encargado de comunicarlo, Sandro Pertini. Esto contradecía el armisticio suscrito por Pietro Badoglio el 29 de septiembre de 1943 en que se prometió al general Eisenhower que "Benito Mussolini, sus principales asociados fascistas y todas las personas sospechosas de haber cometido crímenes de guerra o delitos similares, cuyos nombres figuran en las listas que serán comunicadas por las Naciones Unidas y que ahora o en el futuro están en territorio controlado por el comando militar aliado o por el gobierno italiano, serán arrestados de inmediato y entregados a las fuerzas de las Naciones Unidas".

En ese sentido, la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS) estadounidense remitió un telegrama solicitando que los miembros del gobierno de la República de Saló fueran entregados a las fuerzas Aliadas, según el armisticio firmado... Al día siguiente, 28 de abril de 1945, el CLN envió un comando a Como, debían llevar a término la ejecución de Mussolini. Otra razón argumentada era que el secretario general del Partido Comunista Italiano había ordenado la ejecución del Duce incluso antes de su captura (a través de mensaje radial el 26 de abril de 1945).


Izquierda, "Cinco líderes del Eje" (autor desconocido, 1939-1945); a la derecha, caricatura soviética de 1953, del artista Boris Efimov. Abajo, el funeral del Duce, por Kukryniksy

Mussolini y Petacci fueron ejecutados. El 29 de abril sus cuerpos fueron descargados en Milán, en la plaza de la ciudad de Piazzale Loreto, sus cuerpos fueron pasto de la cólera popular y colgados por sus talones fuera de una estación de servicio en construcción. Como anécdota, en agosto de 1944, en ese preciso lugar, Mussolini supervisó la muerte de 15 partisanos. No obstante, su final tuvo matices más ignominiosos. (La historia de la captura de Mussolini es muy conocida, no insistiremos en mayores detalles).

En la tarde del 29 de abril de 1945, con las tropas soviéticas rodeando la Cancillería del Imperio (Reich), Hitler es informado por radio del destino de Mussolini. Suele darse por hecho que Hitler exclamó: "¡Esto nunca me sucederá a mí!" El destino de su amigo italiano habrá reafirmado la determinación del jefe nazi de no permitir ser capturado, la decisión de suicidarse ya la había tomado y no permitiría que sus enemigos profanen su cuerpo e impidiendo que sus restos se conviertan en un espectáculo. Según Albert Speer, el 23 de abril de 1945, Hitler le dijo que: "No lucharé personalmente. Siempre existe el peligro de que solo me hieren y caiga vivo en manos de los rusos. Tampoco quiero que mis enemigos deshonren mi cuerpo". 


Tres caricaturas de los Kukryniksy: Arriba: "Después de Túnez ...", TASS No. 728, 1943; y, "Hubo un grito cerca de Orel y resonó en Roma", TASS No. 778, 1943. Abajo: "Nueva Europa", TASS No.1079, 1944.


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