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02 junio 2023

Los orígenes secretos de la Primera Guerra Mundial




Introducción por el editor del blog

Hace algunos años presentamos un valioso ensayo sobre la Gran Guerra, mejor conocida como la Primera Guerra Mundial, escrito por el politólogo Dr. Jacques R. Pauwels, quien resume su libro "La Gran Guerra de Clases. 1914-1918". El Dr. Pauwels describe dos causas principales para esta guerra, por una parte la lucha entre potencias imperialistas y la otra el terrible miedo de la clase dominante a la revolución


"Las grandes potencias mundiales deseaban esta guerra desde hacía mucho tiempo para apropiarse de las colonias y para acabar de una vez por todas con las ideas revolucionarias que cada vez avanzaban más en toda Europa". 
 

Por otro lado, el británico Cecil Rhodes expresaba en otros tiempos que "el imperialismo era necesario para evitar una guerra civil" puesto que era imposible enviar a todos los ciudadanos a las colonias, lo único viable era la guerra para poner "orden". Con la guerra el "socialismo" quedaría enterrado. Por ello -según el Dr. Pauwels- la guerra era imprescindible para las élites, la desearon, las oportunidades confluyeron.

Otro factor decisivo que poco suele mencionarse fue la necesidad de controlar el petróleo de Próximo Oriente, los imperios británico y francés se alarmaron ante la posibilidad que los también imperialistas alemanes y otomanos iniciaron en conjunto la construcción del ferrocarril Berlín - Bagdad vía Estambul, que facilitaría enviar por tierra el petróleo de Mesopotamia a  la flota naval alemana, un auténtico peligro que la Armada Real Británica no podía permitir bajo ninguna circunstancia y cuenta la historia que precisamente en 1914 el Ferrocarril de Bagdad estaría terminado




Comprender esto nos obliga a repasar el excelente estudio del Dr. Pauwels: "Las verdaderas causas de la Primera Guerra Mundial".

Bien, las siguientes líneas son un complementario análisis de las verdaderas causas de la Gran Guerra, Antony C. Black nos brinda un interesante artículo que desglosa una soberbia obra de investigación histórica: "Historia oculta: los orígenes secretos de la Primera Guerra Mundial", de los autores Gerry Docherty y Jim MacGregor (Editor: Publicación convencional, Edición reimpresa, septiembre de 2014. Como se ha expresado, es un complemento al trabajo del Dr. Pauwels).

Docherty y Macgregor también se apartan de lo que solemos calificar (incluso de forma despectiva) como el consenso de la "historia oficial" del mundo académico, Docherty y Macgregor nos ofrecen "una idea de lo que realmente significa escribir historia. Y si hay alguna lección, o más bien una contralección, que podemos sacar de ella, es que estamos condenados a repetir la historia solo mientras escuchemos a quienes se dedican a oscurecerla e invertirla. En resumen, a los que nos mienten". (Antony C. Black)

Sin más prólogo, aquí un nuevo aporte cultural sobre la Gran Guerra.

                                                                              T. Andino


*****

Historia Oculta: Los orígenes secretos de la Primera Guerra Mundial

Descripción general del libro de Gerry Docherty y Jim Macgregor



por Antony C. Black

Global Research

* Todo el material gráfico y sus notas explicativas son añadidos por el editor de este blog.


De los muchos mitos que empañan la mente política moderna, ninguno es tan corruptor de la comprensión o tan incongruente con los hechos históricos como la noción de que los ricos y los poderosos no conspiran.

Lo hacen.

Conspiran continua, habitual, efectiva y diabólicamente en una escala que mendiga la imaginación. Negar este hecho de conspiración es negar tanto la abrumadora evidencia empírica como la razón elemental.


Sin embargo, para el observador astuto del "Gran Juego" de la política, es una fuente interminable de asombro tropezar con ejemplos cada vez más asombrosos de las monstruosas maquinaciones de las que son capaces las élites ricas y poderosas. De hecho, es precisamente aquí donde los autores Docherty y Macgregor entran en la refriega y amenazan con dejarnos sin aliento por completo.

Por lo tanto, la historia oficial y canonizada de los orígenes de la Primera Guerra Mundial, según nos dicen, es una mentira larga y sin paliativos de principio a fin. Aún más al punto conspirativo es la tesis de los autores de que, y parafraseando a un Churchill posterior que ocupa un lugar destacado en esta historia anterior, nunca fueron tantos asesinados, tan innecesariamente, por las ambiciones y el beneficio de tan pocos.


Al demoler los muchos shibboleths que rodean los orígenes de la "Gran Guerra" (incluida la "responsabilidad alemana", los "esfuerzos de paz británicos", la "neutralidad belga" y la "inevitabilidad" de la guerra), Docherty y Macgregor señalan con el dedo lo que argumentan que es la verdadera fuente del conflicto: una camarilla más o menos secreta de imperialistas británicos cuya existencia política entera durante una década y media se dedicó a la creación de una guerra europea para ayudar a destruir el nuevo competidor comercial, industrial y militar emergente del Imperio Británico, Alemania.

En resumen, lejos de "caminar sonámbulo hacia una tragedia global, el mundo desprevenido", sostienen Docherty y Macgregor, "fue emboscado por una camarilla secreta de belicistas" originarios no en Berlín, sino "en Londres".

Debo confesar en este momento un cierto sesgo al otorgar credibilidad a una tesis tan sorprendente, aunque solo sea por principio general. Después de todo, una mirada directa a la realidad política actual es mirar directamente a las fauces de la pesadilla de Orwell. Además, tres décadas de periodismo independiente me han llevado a concluir no solo que prácticamente nada de lo que se presenta como "noticias" es remotamente cierto, sino que la escritura convencional y la presentación de la historia en sí misma son tan falsas como un billete de tres dólares. Aún así, uno exige uno o dos argumentos creíbles. Veamos algunos de los contenidos en 'Historia oculta'.


Los jugadores

Antes de lanzarnos al laberinto argumentativo, es apropiado que primero dibujemos el elenco central de personajes de esta sombría historia.

Al principio estaba Cecil Rhodes, el primer ministro de Cape Colony, pero que, nos recuerdan los autores, era "en realidad un oportunista acaparador de tierras" cuya fortuna había sido asegurada en partes iguales "por la brutal represión nativa y los intereses mineros globales de la Casa de Rothschild". Aparentemente, Rhodes había hablado durante mucho tiempo de establecer una "sociedad jesuita" secreta para ayudar a promover las ambiciones globales del Imperio Británico. En febrero de 1891 hizo precisamente eso reclutando los servicios de sus asociados cercanos, William Stead, un destacado periodista, y Lord Esher, un asesor cercano de la monarquía británica. (Nota del editor del Blog: VER el artículo: Cecil Rhodes y la Sociedad de los Elegidos)


Cecil Rhodes, William Stead, Lord Esher (Reginald Brett)

Otros dos pronto fueron arrastrados al círculo interno del grupo clandestino: Lord Nathaniel (Natty) Rothschild de la famosa dinastía bancaria británica y europea, y Alfred Milner, un brillante académico y administrador colonial que rápidamente se convertiría en el genio organizador y maestro de ceremonias de voluntad de hierro del grupo.

A estos cuatro centrales se les unirían más tarde: Lord Northcliffe, el propietario de 'The Times', que complementaría a Stead en la propaganda para suavizar al público británico hacia la guerra con Alemania; Arthur Balfour y Herbert Asquith, dos futuros primeros ministros británicos que proporcionarían la influencia parlamentaria necesaria; Lords Salisbury y Rosebery que trajeron una riqueza adicional de conexiones políticas a la mesa; y Lord Edward Grey, a quien, en última instancia, como Secretario de Asuntos Exteriores británico en 1914, recaería clavar el último clavo en el ataúd de la paz europea.


     Arriba: Lord Nathaniel Rothschild, Alfred Milner, Lord Northcliffe (Alfred_Harmsworth). Abajo: Arthur Balfour, Herbert Asquith, Lord Edward Grey.

De particular importancia fue la adición del príncipe Eduardo, que pronto sería el rey Eduardo VII quien, a pesar de su imagen de playboy, era, de hecho, un astuto operador político cuyas frecuentes incursiones sociales internacionales proporcionaron la cobertura perfecta para ayudar a forjar las alianzas militares y políticas, a menudo secretas, entre Rusia, Francia, Gran Bretaña y Bélgica.

Este núcleo de la Guardia Pretoriana luego extendió sus tentáculos a todos los alcances de la jerarquía de poder británica (y eventualmente, internacional) reclutando vigorosamente su "Asociación de Ayudantes", la miríada de burócratas inferiores, banqueros, oficiales militares, académicos, periodistas y altos funcionarios, muchos, como resulta, provenientes de Balliol y All Souls Colleges, Oxford.


Rey Eduardo VII - Winston Churchill

Y, también, el legendario Winston Churchill, generosamente inflado con su propia grandilocuencia y bien lubricado con dinero Rothschild, se levantaría para tomar su lugar ungido entre los elegidos secretos hambrientos de guerra.


Primeras aventuras

La primera incursión de esta camarilla de élite se desarrolló en Sudáfrica con el fomento deliberado de la Segunda Guerra de los Bóers (1899 – 1902). El oro había sido descubierto en la región de Transvaal en 1886 y los imperialistas británicos estaban decididos a apoderarse de él. Después de una serie de maquinaciones fallidas por el propio Rhodes para derrocar a los bóers, la élite secreta recibió un as cuando Alfred Milner fue nombrado alto comisionado para Sudáfrica. Aprovechando el momento, Milner, sin pasar por allí, procedió directamente a la guerra y, en sus infames políticas de tierra quemada y demandas inflexibles de rendición incondicional, demostró la filosofía marcial general que más tarde se desplegaría contra Alemania.


Mapa del Imperio Británico tal como era en 1898, antes de la Segunda Guerra Bóer (1899-1902). (Fuente: Wikimedia Commons)


Tras la derrota de los bóers, Milner & Co. (Rhodes había muerto durante las "negociaciones de paz") penetraron rápidamente en los principales órganos del gobierno imperial británico, incluidas las Oficinas Exteriores, Coloniales y de Guerra. Arthur Balfour fue mejor al establecer, en 1902, el Comité para la Defensa Imperial (CID). Este último resultó especialmente significativo para ayudar a eludir casi por completo al gabinete británico en los años, meses y días previos a agosto de 1914. De hecho, Balfour demostraría ser uno de los dos únicos miembros permanentes de esta importantísima institución imperial; el otro es Lord Fredrick Roberts, comandante en jefe de las fuerzas armadas y amigo cercano de Milner. Fue Roberts quien más tarde nombraría a dos parásitos trágicamente incompetentes, Sir John French y Douglas Haig, para sus puestos en la Primera Guerra Mundial supervisando la masacre masiva de cientos de miles de soldados aliados.

El año 1902 también vio el establecimiento del Tratado Anglo-Japonés. Gran Bretaña había temido durante mucho tiempo por su imperio del Lejano Oriente a manos de Rusia y trató de reforzar a Japón como contrapeso. La alianza dio sus frutos en el conflicto ruso-japonés de 1904-1905 en el que Rusia sufrió una derrota decisiva. Sin embargo, siempre con el objetivo a largo plazo en mente, es decir, la guerra con Alemania, Milner y otros cambiaron hábilmente el cebo e inmediatamente comenzaron a cortejar al zar Nicolás II, lo que resultó en la Convención anglo-rusa de 1907. En el mismo período (1904) Gran Bretaña, con la ayuda crucial de Eduardo VII, rompió su enemistad de casi mil años hacia Francia y firmó la Entente Cordial con su antiguo rival.

Durante este mismo período de tiempo (1905) se hizo un acuerdo más o menos secreto con el rey Leopoldo II que permitía a Bélgica anexar el Estado Libre del Congo. Esto fue, a todos los efectos, una alianza entre Gran Bretaña y Bélgica; uno que, durante la próxima década, se profundizaría continuamente con numerosos acuerdos militares bilaterales y "memorandos de entendimiento" (en su mayoría secretos, es decir, retenidos del Parlamento británico), y que inequívocamente puso fin a cualquier noción de que Bélgica fuera una especie de partido "neutral" en el próximo conflicto con Alemania.


Conocidos carteles de propaganda británicos. El del medio es sugestivo,  el cartel  pregunta "¿Papá, qué hiciste en la Gran Guerra? Jugaba con la culpa de aquellos que no se ofrecieron como voluntarios.


La alianza central ahora estaba completa, es decir, Gran Bretaña, Rusia, Francia y Bélgica, y todo lo que se necesitaba era asegurar la lealtad y la obediencia de las colonias británicas. En ayuda de este último, Milner convocó la Conferencia de Prensa Imperial de 1909, que reunió a unos 60 propietarios de periódicos, periodistas y escritores de todo el Imperio que se codearon con otros 600 periodistas, políticos y figuras militares británicas en una gran orgía de propaganda belicista. El mensaje marcial fue entonces debidamente entregado a las multitudes coloniales involuntarias. El éxito de la Conferencia se pudo ver más visiblemente en Canadá, donde, a pesar de la extrema división del tema, la nación eventualmente enviaría a más de 640,000 de sus soldados a los campos de exterminio de Europa, todo esto en nombre de un pequeño puñado de imperialistas británicos.


La "crisis" marroquí

Docherty y Macgregor nos recuerdan debidamente que la renombrada historiadora Barbara Tuchman, en su libro ganador del Premio Pulitzer, "The Guns of August", "dejó muy claro que Gran Bretaña estaba comprometida con la guerra a más tardar en 1911". De hecho, los preparativos para la guerra habían avanzado a buen ritmo desde al menos 1906.

Aún así, 1911 marcó un punto de inflexión cuando la élite secreta se atrevió por primera vez a intentar encender la guerra con Alemania. El pretexto era Marruecos. Ahora, a decir verdad, Gran Bretaña no tenía intereses coloniales directos en Marruecos, pero Francia y Alemania sí. Para entonces, la cábala en Londres, con Edward Grey como Ministro de Relaciones Exteriores, había incluido a un ministro francés clave, Theophile Declasse, en sus confidencias y pudo diseñar lo que era esencialmente una operación de bandera falsa en Fez. Francia luego siguió esto con un ejército de ocupación. Alemania publicó una respuesta minimalista enviando una pequeña cañonera a Agadir desde donde toda la prensa británica, reflejando los intereses del "estado profundo" de Gran Bretaña, entró en gran histeria condenando las "amenazas alemanas a las rutas marítimas británicas", etc. La mecha de la guerra solo se apagó en la hora final cuando el primer ministro socialista de Francia (recientemente elegido), Joseph Caillaux, inició conversaciones de paz con el Kaiser. La guerra con Alemania tendría que esperar.


Pósteres británicos en la campaña de reclutamiento 

Mientras tanto, Gran Bretaña, bajo la dirección de sus mandarines secretos, es decir, casi completamente más allá de la revisión o aprobación parlamentaria, continuó sus preparativos para la guerra. Con este fin, por ejemplo, Churchill, que en 1911 había sido nombrado Primer Lord del Almirantazgo, redesplegó la flota atlántica británica de Gibraltar al Mar del Norte y la flota mediterránea a Gibraltar. Simultáneamente, la flota francesa fue trasladada desde el Atlántico para cubrir la ausencia de Gran Bretaña en el Mediterráneo. Todas estas maniobras estaban estratégicamente dirigidas a la armada alemana del Mar del Norte. Las piezas en el tablero de ajedrez global estaban siendo posicionadas.

En Francia, el pacifista izquierdista Caillaux fue, en 1913, reemplazado como primer ministro por uno de los propios "ayudantes" de las élites británicas en la persona de Raymond Poincaré, un germanófobo derechista y rabioso. Poincaré actuó rápidamente para eliminar a su embajador contra la guerra en Rusia, George Louis, y sustituirlo por el revanchista Declasse. Mientras tanto, en Estados Unidos, la cábala secreta, actuando en gran medida a través de la Sociedad de Peregrinos y a través de las Casas de Morgan y Rockefeller, maquinó para tener a un demócrata desconocido pero flexible, Woodrow Wilson, elegido sobre el defensor del banco central controlado públicamente, el presidente Taft. Fue desde esta elevada posición que el "estado profundo" angloamericano lanzó el Sistema de la Reserva Federal de los Estados Unidos, un banco central privado dedicado desde el principio a financiar la guerra contra Alemania.


La picadura de los Balcanes

La simple historia repetida hasta la saciedad con respecto a las circunstancias que rodearon el asesinato del archiduque Franz Ferdinand el 28 de junio de 1914, según nos dicen Docherty y Macgregor, contiene tan poca veracidad como, digamos, la versión oficial del asesinato de JFK dos generaciones después. De hecho, las similitudes estructurales entre los dos, desde la virtual paralización total de la seguridad hasta la clara evidencia de complicidad estatal (en este caso, comenzando en Serbia, pero conduciendo directamente a Londres), son notables. Baste decir que hubo una cadena de eventos similar a un dominó que siguió, es solo que los eventos no fueron impulsados por instintos humanos básicos y fuerzas ineluctables más allá de todo control humano como se ofrece comúnmente, sino más bien por mentes calculadoras y diseño conspirativo.


Posters británicos Primera Guerra Mundial. "Women_of_Britain_say_–_GO". En el medio, un trozo de papel "Enlístate hoy". Derecha póster de propaganda de 1915, basado en el miedo a los ataques de zepelines para ayudar al reclutamiento.


Por lo tanto, inmediatamente después del asesinato, hubo un amplio apoyo internacional para Austria-Hungría, que fue ampliamente percibida como la parte agraviada. Sin embargo, los sospechosos habituales, que ayudaron a organizar el asesinato en primer lugar, fueron capaces de cambiar hábilmente las tornas de propaganda contra Austria y Alemania por medio de una ingeniosa artimaña. Habiendo obtenido secretamente el contenido de la "Nota", que contenía las demandas de Austria (razonables dadas las circunstancias) para la contrición serbia, la cábala secreta pudo obtener información directa en la elaboración de la "Respuesta serbia". La «respuesta», por supuesto, fue concebida para ser inaceptable para Austria. Simultáneamente, el presidente de Francia, Poincaré, se trasladó a Moscú para asegurar al zar y sus generales que, si Alemania actuaba para mantener sus responsabilidades de alianza hacia Austria, Francia respaldaría a Rusia en el lanzamiento de una guerra europea a gran escala. Francia, naturalmente, sabía que Inglaterra, o más bien su camarilla imperial de élite, estaba igualmente comprometida con la guerra. Fue durante este momento oportuno, de hecho, cuando Grey y Churchill conspiraron para comprar la Anglo-Persian Oil Company, asegurando así los suministros de petróleo necesarios para la marina británica.

Mientras tanto, el Kaiser Wilhelm y el canciller Bethmann brillaban por ser los únicos estadistas que buscaban genuinamente la paz.  Su posterior vilipendio por hordas de historiadores apropiadamente rotos resuena con el mismo tono orwelliano que la demonización del establecimiento actual de las naciones e individuos que resisten al Imperio estadounidense. 


(Nota del editor del Blog: En honor a la verdad, el Imperio Alemán también se preparaba para el conflicto. Desde los tiempos de Bismark la Realpolitik germana solo conducía por una vía: Expansión territorial mediante la guerra. Los rancios militares como Hindenburg y Ludendorff fueron en realidad "los señores de la guerra" germanos, el Kaiser Guillermo II era, para ellos, una mera figura decorativa que adornaba el protocolo de la diplomacia internacional. Los alemanes también tenían grandes proyectos expansionistas, planificaron la guerra para la victoria, su gran anhelo no eran las tierras occidentales de los imperios francés y británico (salvo las colonias en ultramar), la Realpolitik alemana veía su futuro en la conquista del Este europeo (curiosamente Hitler, 20 años después no renunció a esa misma expectativa) VER: Las políticas expansionistas de la dictadura de Ludendorff en Europa y Colonialismo alemán en Europa central y oriental durante la IGM).


Dos clásicos pósteres anti-alemanes en la IGM, Izq. Italiano contra el Kaiser; Derecha, un muy conocido póster estadounidense "Destruye esta bestia bruta Alístate", de 1917, representa a Alemania como una bestia salvaje. El palo que empuña está rotulado como Cultura.

Grey llega a casa

Después de haber ideado avivar las llamas de un incendio local de los Balcanes en un infierno general europeo, el Ministro de Relaciones Exteriores británico Grey y el Primer Ministro Asquith posteriormente desplegaron todos los trucos sucios en el libro de jugadas diplomáticas para viciar cualquier posibilidad de paz y, en cambio, garantizar la guerra.

El 9 de julio, por ejemplo, el embajador alemán en Londres, el príncipe Lichnowsky, fue repetidamente asegurado por Grey de que Gran Bretaña no había entrado en negociaciones secretas que jugarían en la guerra. Esto, por supuesto, era una mentira descarada. El 10 de julio, Grey engañó al Parlamento haciéndole creer que Gran Bretaña no tenía la menor preocupación de que los acontecimientos en Sarajevo pudieran conducir a una guerra continental. Mientras tanto, el primer ministro austriaco, Berchtold, fue engañado de manera similar por los tres gobiernos de la Entente de que su reacción a la "Nota" no iría más allá de una protesta diplomática. Sin embargo, por la tercera semana de julio, todos estos mismos gobiernos dieron un giro radical y declararon un rechazo total a la respuesta de Austria.

El 20 de julio, como ya se señaló, el primer ministro francés, Poincaré, fue a San Petersburgo para reafirmar los respectivos acuerdos marciales de sus dos naciones. El 25 de julio, Lichnowsky llegó sin previo aviso al Ministerio de Relaciones Exteriores británico con una súplica desesperada del gobierno alemán implorando a Grey que usara su influencia para detener la movilización rusa. Increíblemente, nadie estaba disponible para recibirlo. Rusia, en cualquier caso, había comenzado secretamente la movilización de sus fuerzas armadas el 23 de julio, mientras que, el 26 de julio, Churchill movilizó silenciosamente a la flota británica en Spithead.

Nada de lo anterior, por supuesto, estaba sujeto a supervisión democrática. Como dicen Docherty y Macgregor, "En lo que respecta al público (británico), no estaba sucediendo nada adverso. Fue solo otro fin de semana de verano".

El 28 de julio, Austria, a pesar de no estar en condiciones de invadir durante otros quince días, declaró la guerra a Serbia. Mientras tanto, el Ministerio de Asuntos Exteriores británico comenzó a circular rumores de que los preparativos alemanes para la guerra estaban más avanzados que los de Francia y Rusia, aunque de hecho era exactamente lo contrario. Las cosas estaban rápidamente corriendo más allá del control de Guillermo.

El día 29, Lichnowsky nuevamente le rogó a Grey que evitara una movilización rusa en las fronteras de Alemania. La respuesta de Grey fue escribir cuatro despachos a Berlín que, en verdad, el análisis de posguerra demostró que nunca se enviaron. Los despachos resultaron ser simplemente parte integral de la elaborada farsa para que pareciera que Gran Bretaña (y, específicamente, él, Grey) estaba haciendo todo lo posible en el esfuerzo por evitar la guerra. También en la tarde del 29 Grey, Asquith, Churchill y Richard Haldane se reunieron para discutir lo que Asquith llamó la "guerra venidera". Docherty y Macgregor una vez más enfatizan aquí que estos cuatro hombres eran prácticamente las únicas personas en Gran Bretaña al tanto de la inminente calamidad, es decir, no los otros miembros del gabinete, no los miembros del Parlamento, y ciertamente no la ciudadanía británica. Entonces, fueron sus arquitectos.

El día 30, el Kaiser envió al zar Nicolás un sincero llamamiento para negociar la prevención de las hostilidades. De hecho, Nicolás estaba tan conmovido por la súplica de Guillermo que decidió enviar a su emisario personal, el general Tatishchev, a Berlín para negociar la paz. Desafortunadamente, Tatishchev nunca llegó a Berlín, después de haber sido arrestado y detenido esa misma noche por el Ministro de Relaciones Exteriores ruso, Sazonov, quien, como "Historia oculta" demuestra convincentemente, había sido durante mucho tiempo un activo de la cábala secreta en Londres. Bajo la presión sostenida de los miembros superiores de su ejército, Nicolás finalmente cedió y en la tarde del día 30 la Movilización general fue ordenada.

El anuncio oficial de la movilización rusa cerró efectivamente todas las puertas a la paz. Los alemanes, dándose cuenta de que las cosas habían sido ya establecidas, y también dándose cuenta de que estaban a punto de ser atacados en dos frentes, desde el oeste por Francia y desde el este por Rusia, finalmente, el 1 de agosto, ordenaron su propia movilización; Reveladoramente, la última de las potencias continentales en hacerlo. Aquí, sin embargo, Alemania cometió un error táctico crucial: eligió continuar su movilización con una declaración de guerra formal y de honor contra Francia. Al hacerlo, cayó más profundamente en la trampa tendida por Grey & Co. que, todo el tiempo, había mecanizado para hacer todo lo posible para garantizar la guerra, sin embargo, sin que se viera que había causado oficialmente la guerra.

Aún así, Grey tenía una última carta que jugar para convencer tanto a un gabinete receloso de la guerra como a la Cámara de los Comunes de que abandonaran su sentido común y se lanzaran de cabeza a una guerra paneuropea a gran escala. Porque así como el mito de las "armas de destrucción masiva" serviría, en una era posterior, para promover la agresión imperial estadounidense, aquí el mito de la pequeña "Bélgica neutral" pobre e ignorante llevaba la bandera del imperialismo británico.


Mapa de alianzas (primera guerra mundial)


El discurso que selló el destino de millones

El 2 de agosto de 1914, el primer ministro Asquith convocó una reunión especial del gabinete para discutir la crisis (fabricada). Aunque el gabinete no estaba de humor para tolerar la participación británica en una guerra continental, pronto se vieron presionados y protegidos por las revelaciones de una "red de obligaciones (militares y políticas), que se les había asegurado que no eran obligaciones, (y) se habían girado alrededor de ellos mientras dormían". Además, Grey les ocultó de manera crucial el hecho de que el embajador alemán, Lichnowsky, solo el día anterior (1 de agosto), había ofrecido específicamente garantizar la neutralidad belga. De hecho, el engaño de Grey nunca podría haber salido a la luz si no fuera por el hecho de que el canciller Bethmann expuso la oferta en el Reichstag el 4 de agosto.

Con el Gabinete suficientemente golpeado, confundido y engañado, es decir, Asquith, sin la aprobación o el conocimiento del Gabinete, ya había emitido órdenes para la movilización del Ejército y la Marina, ahora solo quedaba engañar al Parlamento. Y así, el 3 de agosto, Sir Edward Grey subió al púlpito y comenzó lo que iba a ser un panegírico épico de las locuras de la paz y las virtudes de la guerra. Aquí tampoco la audiencia fue particularmente receptiva, pero el sermón pronto cobró fuerza.

Habiendo establecido primero el tono al anunciar que la paz en Europa "no se puede preservar", Grey pasó a una impresionante serie de mentiras y tergiversaciones sobre los intrincados y formulados acuerdos militares formulados durante mucho tiempo entre Inglaterra, Francia, Rusia y Bélgica. Según Grey, no existían. Pero, ¿qué hay de la densa madeja de los acuerdos diplomáticos? No hubo tales acuerdos, no hubo tales enredos. El Parlamento era "libre" de votar en conciencia, de ejercer su mandato democrático. Siempre y cuando, por supuesto, no votara por la paz.

Todo lo anterior fue, en cualquier caso, un mero preámbulo de la pieza central del discurso de Grey: la neutralidad belga. Que esto último fuera una farsa total solo fue superado en duplicidad por el ocultamiento de Grey, no solo del Gabinete sino ahora del Parlamento, de la oferta de Alemania de garantizar exactamente el punto en disputa, es decir, la neutralidad belga. En cambio, Grey produjo, para un efecto dramático, un emotivo telegrama del rey de Bélgica al rey Jorge suplicando ayuda. El momento no podría haber sido más perfecto si hubiera sido diseñado deliberadamente para la ocasión. Lo cual, por supuesto, fue. También se planificaron de antemano las afirmaciones posteriores al sermón a favor de la guerra por parte de los diversos líderes de los partidos de la oposición. Todos habían sido examinados y traídos por Churchill antes de la sesión del día. Solo Ramsay MacDonald, jefe del Partido Laborista, nadó contra la marea bien orquestada de "inevitabilidad" que era el motivo constante e infalible de la perorata marcial de Grey.

La sesión del día terminó sin debate; Asquith no había permitido que ocurriera ninguno, aunque había sido presionado por el Presidente de la Cámara para volver a reunirse más tarde esa noche. En el medio, Grey selló el trato, es decir, la guerra, disparando un ultimátum a Alemania exigiendo que no invadiera Bélgica a pesar de que él, Grey, sabía que tal invasión ya había comenzado. Como Docherty y MacGregor lo expresan, esto fue un "golpe maestro". La guerra no podía evitarse ahora. Y aunque la sesión nocturna fue testigo de un debate vigoroso y sustantivo que demolió en gran medida la postura de Grey, todo fue en vano. En el momento señalado, Arthur Balfour, "ex primer ministro conservador y miembro del círculo íntimo de la Élite Secreta, se levantó amenazadoramente. Ya había tenido suficiente". Usando todo el peso de su autoridad magisterial, condenó, ridiculizó y desestimó los argumentos contra la guerra de los detractores como "la misma escoria y lía del debate". Con los Comunes así intimidados emocionalmente en silencio, terminó la última oportunidad para la paz en Europa.


Prisioneros alemanes siendo atendidos por tropas británicas. 

Cuanto más cambia

Lo que sorprende a uno, una y otra vez mientras lee "Historia oculta" es el anillo de verdad que resuena en cada página, en cada revelación. Que un grupo de individuos tan pequeño y elitista, completamente fuera del control democrático, pudiera determinar el destino -y las muertes- de millones de personas debería sorprendernos. Debería, pero en realidad no lo hace. No lo hace porque vemos el mismo fenómeno ocurriendo ahora, repetidamente, ante nuestros propios ojos. De hecho, el estado actual de "guerra permanente" es, más o menos, la condición inconsciente de la modernidad misma.


Antony C. Black

26 mayo 2023

Tratado de Brest-Litovsk, Rusia y la cuestión polaca-ucraniana en el presente


GEOPOLÍTICA E HISTORIA (I) 


por Tito Andino

Recopilación de artículos publicados en este blog


La falta de conocimiento, muchas veces provocado por los medios de embrutecimiento masivo -"prensa libre" suelen autocalificarse-, a través de un meticuloso lavado cerebral nos inculca una percepción errónea de los conflictos del mundo contemporáneo, señalando al "enemigo". Sí, concretamente nos referimos a las profundas raíces de la actual guerra entre Rusia y la alianza Ucrania/OTAN/UE. Los ucranianos y rusos ponen los muertos y los otros se llevan los beneficios.


Existe una presión descomunal del complejo militar occidental junto al capital financiero para hacer prevalecer su modelo de economía de "libre mercado", como si las economías rusa o china no siguieran el mismo patrón, el problema es que el "libre mercado" solo DEBE funcionar bajo la imposición estadounidense y sus socios anglosajones, como ello no es posible en el actual mundo multipolar, la solución es forjar y mantener las guerras sin fin -doctrina militar estadounidense vigente- en las que participa a través de proxys.

Esto no es solo en el campo financiero y militar, los juegos de politiquería se imponen en la ciencia de la historia. Muchos historiadores, periodistas, escritores e intelectuales para sobrevivir se unen a la versión "oficial". Muchas referencias históricas que conocemos las generaciones de las posguerras nos han sido impuestas desde la escuela, por desgracia no todo es real (y con esto no voy a dar espacio al macabro "revisionismo" histórico de la segunda guerra mundial, es decir la versión nazi y neonazi de la historia).

Profundos sentimientos de amor y odio se aprecian en países eslavos del este europeo hacia la histórica Rusia, de la que alguna vez formaron parte ya sea como dominios imperiales o integrados a la extinta Unión Soviética (al final una explicación de este aspecto). Las siguientes líneas se centran en breves pero esclarecedores datos históricos contemporáneos sobre Polonia y Ucrania, una forma de comprender parte de la raíz del actual conflicto bélico ruso-ucraniano.

¿Fueron el Imperio Ruso en la Gran Guerra o la URSS en la Segunda Guerra Mundial quienes desencadenaron aquellas catástrofes humanas?

Resumamos algo de historia.


La Gran Guerra 

(Primera Guerra Mundial)


Los señores de la guerra germanos. Si nos atenemos a la verdadera historia, Erich Ludendorff (izquierda) y Paul von Hindenburg (derecha) fueron los reales gobernantes del Imperio Alemán y los territorios conquistados durante la Primera Guerra Mundial, el Kaiser Guillermo II (centro) era una simple figura decorativa y para el protocolo. 

Alemania dominaba para diciembre de 1917 vastos territorios ocupados durante la Gran Guerra, controlaba toda Europa central y la mayor parte de Europa oriental; Bélgica estuvo bajo su ocupación militar y mantenían una posición firme en el este de Francia. El objetivo bélico era establecer una Gran Germania, una fuerza preeminente en el continente europeo, Gran Bretaña, todavía la nación dominante de la tierra venía en declive desde fines del siglo XIX. Francia estaba más relegada, las guerras napoleónicas de principios del siglo XIX la desangraron. 

En el Imperio Alemán, Paul von Hindenburg compartía los sueños expansionistas de su socio, el general Ludendorff, el Kaiser era solo una figura decorativa. Los dos militares acordaron firmemente en la expansión de las fronteras de Alemania en la medida de lo posible, con la mirada fija principalmente en el Este. Tenían la intención de germanizar y colonizar grandes zonas de Europa central y oriental, como Polonia y los países bálticos de Lituania y Letonia. Hindenburg expresó el 19 de diciembre de 1917, su deseo de obtener las regiones bálticas con fines estratégicos para la próxima guerra. Ludendorff, en particular, quería anexar la antigua provincia de Curlandia, en el oeste de Letonia, de gran relevancia estratégica en el Mar Báltico, Curlandia tenía una historia de dominio germánico que se remonta al siglo XIII y fue el hogar de decenas de miles de alemanes bálticos. A finales del verano de 1915 las fuerzas bajo el mando de Ludendorff capturaron Curlandia del Imperio Ruso. 

Berlín invirtió millones de marcos en tratar de fomentar la revolución en la Rusia zarista, una nación que había estado bajo el dominio de la dinastía Romanov durante más de 300 años. En octubre de 1917, la toma del poder de Vladimir Lenin en Rusia marcó el final de la participación del Kremlin en la Primera Guerra Mundial. La Rusia soviética concluyó un armisticio con el Imperio alemán el 15 de diciembre de 1917. Para el 18 de febrero de 1918, Ludendorff ordenó una invasión alemana en todo el frente oriental a fin de insistir en su punto de vista a Lenin y el 3 de marzo de 1918 los bolcheviques se vieron obligados a firmar un tratado de paz en Brest-Litovsk


Brest-Litovsk


La delegación rusa en Brest-Litovsk para la firma del tratado de paz con las potencias centrales. segundo a la  derecha de la fila superior se distingue a León Trotsky.


Como humillación para Rusia y para demostrar su desprecio por los bolcheviques, Ludendorff concedió de facto la independencia a Finlandia, y en teoría a Polonia y Ucrania, todas antes parte del Imperio ruso, mientras que Estonia, Lituania, Letonia y Bielorrusia serían ocupadas por el ejército alemán. 


También fueron despojados del Kremlin el puerto de Batumi en el Mar Negro y el Óblast de Kars. Ludendorff también dirigió su ira hacia Rumanía para convertirla en un satélite alemán bajo un régimen títere, por el hecho de que los rumanos eligieran inesperadamente unirse al bando aliado en agosto de 1916.

El interés alemán expuesto extensamente en sus términos de paz con la nueva Rusia bolchevique se centró en absorber una gran parte del flanco occidental del antiguo Imperio Ruso desde el Báltico hasta el Mar Negroincluyendo Crimea y la actual Ucrania, codiciaba el petróleo, la madera, los depósitos minerales y el grano de estas regiones, lo que garantizaría que Alemania pudiera resistir fácilmente un bloqueo británico en un futuro conflicto

A inicios del año nuevo de 1918 se trató sobre "la cuestión polaca" (políticas imperialistas de Alemania sobre Polonia). Max Hoffmann, una figura más moderada que Ludendorff, propuso una frontera germano-polaca no muy diferente a la frontera actual. No veía ningún sentido en obligar a millones de polacos descontentos con Alemania a permanecer en ella, el kaiser estuvo de acuerdo con las ideas de Hoffmann. Ludendorff no solo se indignó y protestó, fijó las intenciones expansionistas alemanas sobre Polonia, Hindenburg asintió para reforzar la posición de Ludendorff, el Kaiser reevaluó apresuradamente las cosas y aceptó las demandas de los señores de la guerra. 

Pero... en noviembre de 1918 el Imperio Alemán aceptaba, a su vez, las condiciones de un armisticio en el frente Occidental. Alemania no se rindió de forma incondicional sino en los términos acordados en la firma del armisticio de ahí que la derecha alemana hizo popular la leyenda de la "puñalada por la espalda". Se podría aceptar que los ejércitos alemanes no fueron derrotados en el campo de batalla, pero sus últimas grandes ofensivas consumieron todas las reservas y recursos, su economía no daba más, hasta la población se negó a responder a la "llamada patriótica". Los Aliados occidentales tenían el petróleo y los recursos materiales... solo era cuestión de tiempo para lo inevitable.

Si Alemania ganaba la Primera Guerra Mundial era lógico que la forzada paz de Brest-Litovsk se ejecutaría irremediablemente en la historia... (¿habría ocurrido la invasión nazi a Polonia en 1939?), mas, el Imperio Alemán sucumbió ante los aliados. El Tratado de Brest-Litovsk fue abolido, pero Polonia, los estados bálticos y Finlandia no regresaron a manos rusas tras la firma de Versalles en 1919.


Fronteras tras el armisticio de diciembre de 1917 y línea de ocupación hasta marzo de 1918

CRIMEA. Como curiosidad nótese en el mapa los cambios territoriales debidos a la guerra y zonas de ocupación de los imperios centrales. Crimea sigue señalada como territorio ruso y siempre lo fue, al menos tras siglos de dominación del Imperio Otomano. Los bolcheviques al poner obstáculos a la firma de la paz en 1917 "consiguieron" más pérdidas territoriales en 1918. Históricamente, en 1783 el Imperio Ruso logró vencer las guerras contra los otomanos e incorporó Crimea a su territorio. Es la posición estratégica de Crimea la causa de diversos conflictos como la actual guerra ruso-ucraniana/OTAN. Otro ejemplo es la Guerra de Crimea de 1854 contra los británicos. Luego de la Revolución Rusa de 1917 aparecieron regímenes de corta duración proclamando una Crimea soberana. Los bolcheviques retomaron Crimea como parte de Rusia y Crimea se convirtió en una república soviética autónoma dentro de Rusia. En la segunda guerra mundial Crimea cayó bajo poder alemán, luego de la guerra Crimea se degradó de República Soviética Rusa a Oblast ruso (demarcación administrativa equivalente a una región). La transferencia del oblast de Crimea a Ucrania fue una acción administrativa del Presidium del Soviet Supremo, concediendo el gobierno de Crimea de la RSS de Rusia a la RSS de Ucrania el 19 de febrero de 1954, acto atribuido al primer secretario del Partido Comunista, Nikita Khrushchev (ucraniano) sobre la base del "carácter integral de la economía, la proximidad territorial y los estrechos lazos económicos y culturales entre la provincia de Crimea y la RSS de Ucrania...". Descrito por muchos estudiosos como un "gesto simbólico" al conmemorarse el 300ª aniversario de la unión de Ucrania con Rusia por el Tratado de Pereyaslav como se conocía en la Unión Soviética.

 

En el siguiente mapa observamos ya la realidad tras la negativa de la Rusia bolchevique a fines de 1917 retardando la firma de la paz, los ejércitos alemanes volvieron a la acción y ocuparon más territorio ruso.


        Fronteras impuestas por Alemania a Rusia en Brest-Litovsk,    
3 marzo 1918.

Brest-Litovsk, tratado de paz de la Rusia bolchevique con las "potencias centrales", Alemania, el Imperio austrohúngaro, el Imperio otomano y Bulgaria, puso fin a  su participación en el conflicto. Lenin aspiraba una paz sin anexiones ni indemnizaciones. Trotsky consideró los términos de las potencias centrales como duros e inaceptablesRusia perdía ese momento hasta un millón de kilómetros cuadrados de territorio con una población algo mayor a los 56 millones y enormes capacidades industriales. Los alemanes avanzaron hacía Petrogrado (luego Leningrado, actual San Petersburgo). Rusia tuvo que aceptar y ceder (3 de marzo de 1918). Lenin afirmó: "Sí, la paz a la que hemos llegado es inestable en su máxima expresión; el respiro obtenido por nosotros se puede romper cualquier día". Por el Tratado Rusia renunciaba a su soberanía territorial sobre Polonia, Estonia, Lituania, Letonia, Curlandia y Besarabia y las entregaba a Alemania y Austria-Hungría. Debía reconocer la independencia de Ucrania, Georgia y Finlandia; y, entre otras, algunas cesiones territoriales al Imperio Otomano. Además, en un nuevo acuerdo Rusia debía pagar seis mil millones de marcos en indemnizaciones de guerra. Tras su firma esos territorios pasaron a ser controlados y explotados económicamente por los Imperios Centrales. La Gran Guerra continuaba en ese momento en el Frente Occidental​. Brest-Litovsk aunó más la guerra civil rusa entre el ejército blanco y el ejército rojo (noviembre 1917 - junio 1923). En ese convulsionado periodo de guerra civil, las fronteras variaban constantemente, incluso se desató otro conflicto por las delimitaciones territoriales con Polonia que no fueron definidas de forma clara en el Tratado de Versalles (Guerra Ruso-Polaca, 1919–1921). Ucrania y Bielorrusia volvieron a la esfera de control bolchevique durante la guerra civil, en los siguientes años la Unión Soviética intentó recuperar los territorios perdidos en Brest-Litovsk. Tras el inicio de la Segunda Guerra Mundial, en noviembre de 1939, los soviéticos con el objetivo de recuperar parte de Finlandia se involucraron en la conocida "Guerra de Invierno". La Unión Soviética que había firmado en agosto de 1939 el pacto de no agresión con la Alemania nazi, ocupó los estados bálticos y la zona oriental de Polonia. 


Como vemos, Brest-Litovsk fue producto de la imposición de la fuerza militar alemana que ocupó las regiones occidentales del Imperio Ruso (entre otras cosas pretendía establecer un estado amortiguador entre Alemania y Rusia). Citemos un ejemplo, Bielorrusia fue ocupada por el Imperio Alemán por las armas entre 1917 y 1918, como efecto de la rendición germana se proclamó la República Popular Bielorrusa, al poco llegarían los soviets... y los polacos... En el caso de Bielorrusia, en 1939 fue íntegramente ocupada por la URSS tras su entrada en Polonia (septiembre 1939) y la expulsión de las fuerzas polacas de esos territorios. 

¿Existe un argumento jurídico internacional para que el Tratado de Brest-Litovsk quedara anulado tras la derrota alemana en la Primera Guerra Mundial? Esa presunta legalidad dejó de tener vigencia al finalizar la contienda, fue factible por el armisticio (derrota) alemán y la abdicación del Kaiser en 1918, quedó sin efecto el Tratado de Brest-Litovsk, dando paso al Tratado de Versalles de 1919. Todas las pérdidas territoriales de Rusia en la Gran Guerra serían recuperadas en 1940, a excepción de los territorios que conservaron Finlandia y la sucesora del Imperio Otomano, Turquía. Polonia no existía como estado independiente hasta luego del proceso de paz y el Tratado de Versalles que puso fin a la primera guerra mundial "reordenando" el territorio europeo. Durante la Gran Guerra, el territorio polaco estaba dividido entre las potencias imperiales de la época: Imperio Austro-Húngaro, Imperio Alemán e Imperio Ruso.


Las tres Particiones de Polonia

La mano Occidental

En primer lugar, británicos, franceses y estadounidenses organizaron una intervención de gran escala en Rusia preocupados de que el enemigo se apoderara de la enorme cantidad de equipos militares que suministraron al ejército ruso y que almacenaban en los puertos; también les preocupaba el hecho de que docenas de divisiones alemanas iban a ser transferidas al Frente Occidental. Una consecuencia de Brest-Litovsk era la posición que Rusia debía asumir ante los alemanes principalmente, como el cese de toda propaganda contra las Potencias Centrales, la desmovilización total del ejército y marina, otorgar a los alemanes el estatus de nación más favorecida en el comercio hasta 1925, permitir exportaciones libres de aranceles de minerales y otras materias primas a Alemania, señales que fueron vistos como un probable cambio de bando de la ahora Rusia bolchevique

Por ese hecho, durante una Conferencia en diciembre de 1917, los Estados Unidos, Francia y Reino Unido, se pusieron de acuerdo para repartirse el Imperio Ruso en las famosas "zonas de influencia" (también para evitar que el Imperio de Japón llegara a ocupar la región), es igual al método que se aplicó al Imperio Otomano -dividido en zonas de influencia-, pero los turcos se revelaron y triunfaron. En el caso de Rusia, Occidente contaba con la ayuda de los "Blancos" y en medio de la revolución y la guerra civil empezaron a proclamarse diversas repúblicas en territorio del antiguo Imperio de los zares.

Se debe destacar un importante aspecto. Los países Lituania, Letonia y Estonia fueron botines de guerra ocupados como protectorados por Alemania en la Gran Guerra, cuando Rusia aún no era soviética. Conforme el Tratado de Versalles, los alemanes debían retirarse de los territorios que no formaban parte del Imperio Alemán. No obstante y como curiosidad, los aliados exigieron a los alemanes mantener sus tropas en Finlandia, Lituania, Letonia y Estonia para garantizar que la "chusma" (los bolcheviques) no se hicieran con el poder en esos países.


Józef Piłsudski


Joseph Klemens Piłsudski (5 diciembre 1867 -12 de mayo de 1935). Nació cerca de Vilnius (Lituania) parte del Imperio Ruso (la “Polonia Rusa”). Su orientación política y objetivo era lograr la independencia de Polonia principalmente de Rusia dentro de las fronteras históricas de Polonia tal como existió antes de 1795 (la Tercera Partición de Polonia-Lituania). Por sus actividades antirrusas, J. Piłsudski fue exiliado en 1887 a Siberia. En 1892 regresó a Polonia y fundó un periódico clandestino de propaganda para hacer campaña por la independencia de Polonia. En 1914 organizó destacamentos de voluntarios polacos para unirse al ejército de Austria-Hungría en el frente oriental y luchar contra Rusia. Después de la revolución rusa de febrero de 1917, exigió a Alemania garantizar la independencia definitiva de Polonia, las autoridades alemanas rechazaron el requisito y fue internado entre 1917-1918. En la Polonia recién independizada, se convirtió en jefe de estado entre 1918 y 1922 y jefe de estado mayor del ejército polaco entre 1918 y 1923. Durante la guerra polaco-rusa después de la Primera Guerra Mundial, J. Piłsudski logró expandir las fronteras orientales de Polonia a expensas de la Rusia bolchevique. En 1926, organizó y dirigió un golpe militar y disolvió el Parlamento. Hasta su muerte fue ministro de Guerra e inspector general de las fuerzas armadas pero no logró modernizar ni el ejército ni la economía.


En 1921, el líder político militar polaco Joseph Pilsudski con apoyo británico y francés emprendió contra Ucrania una ofensiva preparada por los franceses. El objetivo de sus socios occidentales era que el ataque continuara hasta Moscú! Una empresa muy riesgosa el estilo hitleriano veinte años después. Los aliados europeos de Occidente propusieron a los alemanes el siguiente plan: Los alemanes debían suministrar las fuerzas que, desde los países bálticos, lancen una ofensiva contra Petrogrado (el comando de esa operación fue confiado al general Avalov, un señor de la guerra ruso y uno de los comandantes del ejército Blanco durante la Guerra Civil Rusa), pero la dirección general debía ser responsabilidad de los generales alemanes. Cosa rara en la mentalidad militarista prusiana, en esta ocasión se negaron a participar en una acelerada aventura y como consecuencia la operación de Pilsudski fracasó. El Tratado de Paz de Riga en 1921 impedía a los países bálticos involucrarse en el futuro en otros conflictos.

También Polonia había aprovechado la revolución y posterior guerra civil en Rusia para apoderarse de un vasto territorio del antiguo imperio zarista durante la guerra ruso-polaca de 1919-1921. Este territorio, que se conocería de manera bastante inexacta como "Polonia Oriental", se extendió por varios cientos de kilómetros al este de la famosa Línea Curzon que debería haber sido la frontera oriental del nuevo estado polaco, al menos según las potencias occidentales, los padrinos de la nueva Polonia al final de la Gran Guerra. La región estaba poblada por rusos blancos y ucranianos, en los años siguientes Varsovia debía "polonizarla" tanto como fuera posible trayendo colonos polacos. 


La segunda guerra mundial


Caballería ucraniana desfilando frente a Hans Frank, gobernador general nazi del territorio del Gobierno General de Polonia ocupada (septiembre 1939, Lviv, Ucrania). foto colorizada

Nadie puede negar la hostilidad polaca y ucraniana occidental hacia la Unión Soviética (como hoy ante Rusia). Había conexión "ideológica" entre polacos y el nuevo gobierno nazi de Alemania (y luego con la Ucrania ocupada por los nazis). Esas élites eran antisemitas y aceptaron el concepto de "judeo-bolchevismo" (complot judío que supuestamente dice que el marxismo y el comunismo son parte de una infame conspiración judía, que la Unión Soviética es producto de un plan revolucionario judío, una "Rusia gobernada por los judíos"). 

Pilsudski, a pesar de sus conceptos, no era un iluso, concluyó dos tratados de no agresión con sus dos poderosos vecinos. Con la Unión Soviética en 1932 y con la Alemania nazi en 1934.

Antes y después de la muerte de Pilsudski, los líderes polacos continuaron soñando con la expansión territorial hacia las fronteras de la mítica "Gran Polonia". Realizar ese sueño solo era factible hacia el este: Ucrania y parte de la Unión Soviética. El régimen cuasi fascista polaco tenía un rival en ese sueño, Alemania que desde antes de la primera guerra mundial aspiraba el mismo objetivo; y, a pesar de sus disputas con Alemania y gozar de una formal alianza con Francia (ayuda a Polonia en caso de conflicto con Alemania), los polacos seducían a los nazis con la esperanza de ser socios en la conquista del "espacio vital" de los territorios soviéticos.


La foto corresponde a una reunión en Varsovia (15 junio 1934). De izquierda a derecha: Hans Adolf von Moltke (embajador alemán), el Mariscal de Polonia Józep Pilsudski, el Ministro de Propaganda Joseph Goebbels y el Ministro de Asuntos Exteriores polaco Józep Beck. Previamente, el 26 de enero de 1934, la Alemania nazi y el régimen del mariscal polaco Józep Pilsudski firman el Pacto de No Agresión Germano-Polacofirmado por el embajador polaco en Berlín, Józep Lipski y el entonces Ministro de Asuntos Exteriores del Reich, Konstantin von Neurath.


Al firmar Polonia en 1934 el ´Pacto de no Agresión´ mutuo con la Alemania nazi por 10 años permitió que en 1935 Hermann Goering visitara Varsovia y propusiera al gobierno cuasi fascista de Polonia aliarse para la futura expansión hacia el Este. Les prometió una buena parte de Ucrania y otros territorios como trofeo de guerra

"El acercamiento de Varsovia a Berlín reflejó la megalomanía y la ingenuidad de los líderes polacos, que creían que su país era un gran poder del mismo calibre que Alemania, uno que Berlín respetaría y trataría como un socio de pleno derecho. Los nazis encendieron esta ilusión, porque al hacerlo debilitaron la alianza entre Polonia y Francia. El Vaticano alentó también las ambiciones orientales polacas, que esperaban que se produjeran considerables dividendos de las conquistas de la Polonia católica en la mayor parte ortodoxa de Ucrania, consideradas como maduras para la conversión al catolicismo". 

El régimen polaco se frotó las manos, tenía un aliado (los nazis) que le haría prosperar territorialmente. 

El 17 de marzo de 1938 (siguiendo el ejemplo del Anschluss austríaco), los polacos presentaron a Lituania un ultimátum para la cesión de territorios o caso contrario, dejaban en claro su amenaza de ocupar el país, exigen un cambio en la Constitución en la que: Vilna, ocupada por los polacos desde 1922 ceda territorios, en menos de 24 horas los lituanos deben aceptar estas demandas bajo amenaza de ocupar el resto del pequeño país. Hubo choques armados, la aviación polaca entró en acción; las noticias reales apenas se informaron en el extranjero, a excepción de "Pravda" en la URSS. Alemanes y polacos acordaron una nueva línea demarcatoria, cuando se llevó a cabo la ocupación de Checoslovaquia. Los historiadores callan en el presente

Polonia hizo todo lo posible para obstaculizar el establecimiento de un sistema de seguridad colectiva en Europa. El Ministro de Asuntos Exteriores de Polonia, Józef Beck, escribió el 19 de septiembre de 1938 al Embajador polaco en Berlín, Józef Lipski antes de su reunión con Hitler: "... en el último año, el gobierno polaco rechazó cuatro veces la propuesta de interferencia internacional de unirse en defensa de Checoslovaquia".

Una nueva "iniciativa" de Hitler decía: "Checoslovaquia es una criatura artificial", logró que los polacos, el 20 de septiembre de 1938, tengan la garantía nazi de apoyo militar si Polonia se ve envuelta en una guerra con Checoslovaquia por la región de Teshin (Silesia), se llegó a un acuerdo total sobre una acción militar coordinada germano-polaca contra Checoslovaquia. En esas circunstancias el gobierno militar polaco denuncia el Tratado polaco-checoslovaco sobre las minorías nacionales y presenta un ultimátum el 22 de septiembre, exigiendo la anexión de los territorios checoeslovacos con población polaca. 

El régimen militar polaco actuó del mismo modo que sus socios nazis, en base a ultimatúms y agresiones. La actitud de Polonia hacia su vecino oriental, la Unión Soviética, fue aún más hostil. Pilsudski y otros nacionalistas polacos soñaban con una reaparición del gran imperio de Polonia-Lituania de los siglos XVII y XVIII que se había extendido desde el Báltico hasta el Mar Negro. 


Que los socios alemanes de la época al poco traicionaran a Polonia solo significa una cosa, los polacos no leyeron Mein Kampf. 

 

Conferencia de Múnich, septiembre 1938. Checoslovaquia es sacrificada para "apaciguar" a Hitler. Stalin se dirige al cuarteto: "¿Qué, no hay una silla para mí?" (Artista británico LOW)


En un esclarecedor articulo "The Origins of the Polish-Ukrainian Conflict: West Ukraine and Greater Poland" (Los orígenes del conflicto polaco-ucraniano: Ucrania occidental y la Gran Polonia) el Dr. Vladislav B. Sotirović, ex profesor universitario en Vilnius - Lituania e investigador del Centro de Estudios Geoestratégicos, así como habitual colaborador  de Global Research, señala:

"Desde el principio, debe tenerse en cuenta que antes del estallido de la Primera Guerra Mundial en el verano de 1914, ni Polonia ni Ucrania eran estados en el mapa político de Europa. Polonia se consideraba una región histórica, mientras que Ucrania era geográfica". La mayor parte de la Polonia histórica y la Ucrania geográfica fueron gobernadas por Rusia desde 1795 hasta 1917. (Ucrania y Rusia fueron una sola desde 1654).

Como se dijo más arriba Polonia fue dividida (fines del siglo XVIII) entre el Reino de Prusia (luego Imperio Alemán), el Imperio de los Habsburgo (Austria-Hungría) y el Imperio Ruso. En cuanto a Ucrania, entre la Monarquía de los Habsburgo con su parte occidental, incluida Lvov y el Imperio Ruso en la parte central y oriental, incluida Kiev. 


Un mapa de la evolución del Imperio Ruso

El estado polaco fue restablecido el 11 de noviembre de 1918, pero en ese momento los polacos y los ucranianos ya estaban luchando entre sí por la tierra y las fronteras. Józef Piłsudski fue designado por el Consejo de Gobierno de Polonia como jefe de estado con autoridad dictatorial, su primer deber fue crear el gobierno del recién restablecido estado independiente de Polonia. 

El final de la Primera Guerra Mundial fue la gran oportunidad para restablecer las fronteras de la Polonia histórica a expensas de los eslavos orientales, principalmente Rusia. Sin embargo, era evidente que los lituanos y los ucranianos no apoyarían esa idea, ya que esos dos países deberían ser incluidos en Polonia, sin independencia. En parte el proyecto pudo materializarse con el colapso de Rusia (la mayor parte de la Polonia histórica estaba incluida en Rusia). Piłsudski apoyó la causa alemana y austro-hungara, formó legiones polacas para luchar del lado de las Potencias Centrales contra el Imperio Ruso en el Frente Oriental.

"La revolución bolchevique antirrusa de octubre/noviembre de 1917, seguida de la Guerra Civil Rusa de 1917-1922, ofreció nuevas posibilidades políticas a varias naciones para obtener la independencia formal o la autonomía dentro de la Rusia posrevolucionaria (la URSS). Esa fue exactamente una idea promulgada por Józef Piłsudski durante las últimas dos décadas".

Pero, la realidad fue otra, la cuestión polaca también fue diseñada por el Reich alemán (1871-1918), los nacionalistas polacos fueron meros observadores sin poder político y militar y miraron resignados la ocupación militar de la actual Ucrania occidental por las potencias centrales. Piłsudski fue arrestado por los alemanes en 1917 por no aceptar que las legiones polacas queden bajo el mando supremo alemán. 

El 11 de noviembre de 1918 Polonia proclamó su independencia pero sin fronteras estatales claras o bajo consenso internacional en el este, se dieron los conflictos con la Rusia bolchevique, Lituania y Ucrania. En esos momentos (noviembre de 1918) la autoproclamada República Popular de Ucrania (UPR) -actual Ucrania Oriental- luchaba contra el Ejército Rojo, Lenin no quiso reconocerla y solo ofrecía autonomía dentro de la Rusia bolchevique (luego URSS). Eso era lo mismo que se ofrecía a todos los demás territorios ex-rusos que habían proclamado su independencia del Imperio Ruso en 1917 y 1918 (incluida Polonia). Un nuevo gobierno bolchevique en San Petersburgo comenzó a ocupar militarmente la tierra reclamada por Varsovia y la bolchevizó, que se convirtió en la casus belli para la guerra polaco-bolchevique de 1918-1920.

Piłsudski planteó discutir todos los problemas prácticos relacionados con la formación de la coalición militar antibolchevique polaco-ucraniana, el problema era que Polonia no tenía suficientes fuerzas armadas que pudieran ayudar eficazmente a la UPR contra el Ejército Rojo. Curiosamente, el ejército polaco tuvo sus primeras campañas militares serias exactamente contra Ucrania en el territorio de Galicia Oriental, por tanto, las negociaciones polaco-ucranianas fueron cortadas en enero de 1919, concluye el Dr. Sotirović.

La parte Occidental de Ucrania, más católica y ucranianoparlante, formó parte de Polonia entre 1919 y 1939 como resultado de la guerra polaco-ucraniana de 1918-1919. Y son precisamente parte de esos territorios que el actual mandatario ucraniano -Zelensky- está ofreciendo a Polonia por involucrarse más en el conflicto con Rusia respaldados por EEUU y OTAN que se están jugando el todo al intentar transformar a la ya "rabiosa y resentida Polonia" antirrusa en la nueva potencia militar de la UE para hacer frente a los rusos. Bien comenta el destacado analista internacional Pepe Escobar que, cualquier "negociación" hacia la "paz" enmascara posponer, por un tiempo, el plan maestro original: desmembrar y destruir a Rusia.


El presente reflexionando sobre el pasado 


 Alexander Maratovich Samsonov, "Desfile de la Victoria" (2004)


Finalizamos este ensayo con una retrospectiva opinión del periodista e investigador ruso Leonid Radzikhovski. Debe quedar constancia que su análisis fue publicado el 28 agosto de 2009 por el medio ruso Vzgliad, también publicado por Red Voltaire (2009), por lo mismo, sus palabras no deben ser vistas como propaganda rusa en 2023. Leamos algunos extractos de su ponencia.

"Los miembros de la Unión Europea -Polonia, Países Bálticos- y Ucrania, tienen un interés, desde un punto de vista histórico, de situarse como adversarios de Rusia en vez de serlo en contra de Alemania, país que guarda en cambio una postura discreta y humilde en este asunto y con razón… Y si estos países (Letonia, Lituania, Estonia, Polonia, Ucrania) quieren además que la ricachona Alemania abra su billetera y meta la mano al bolsillo -gesto bienvenido en estos tiempos de crisis-, más vale no estar dando cachetadas ni importunando al sujeto (Alemania), en todo caso no más de lo necesario con temas históricos del pasado que pondrían a la adinerada Alemania en una situación embarazosa.

Con Rusia, las cosas son diferentes. Ni un centavo a esperar que les llegue de este lado. Además, contrariamente a Alemania, estamos frente a un país (Rusia) que nunca ha pensado en arrepentirse. Y, finalmente, acusando a Rusia, es decir, poniendo sobre sus espaldas una parte de la responsabilidad de la Segunda Guerra Mundial, aligeramos, se quiera o no, el peso de la culpabilidad de los alemanes.

- Nosotros los rusos podemos intentar adoptar la actitud alemana, versión "light" claro está, tipo: "Nosotros no somos los herederos de Stalin, nosotros somos sus víctimas, víctimas del régimen soviético, ¡aún mucho peor de lo que fueron (las víctimas) de Polonia o de los países Bálticos!" (Si nos fijamos o tenemos en cuenta el número de personas afectadas por la represión estalinista, esto es la pura verdad histórica).

- Nosotros los rusos hemos tenido más víctimas de Stalin que los alemanes han tenido de Hitler. Sin embargo, este enfoque va en contra de nuestro orgullo nacional de gran potencia y no cuadra con el mito, mito popular recientemente actualizado, de "eficaz verdugo administrador". Stalin fue efectivamente calificado en Rusia como un "eficaz manager".

Pero las cosas son sumamente más graves y complejas.

- Los alemanes se sacan de encima a Hitler y de "su" guerra a grandes gritos (a pesar que siguen pagando como si fuera oro en polvo las pensiones de sus antiguos combatientes nazis): les podemos comprender. 

- Pero si nosotros los rusos, si quisiéramos imitarles tendríamos que hacer un verdadero show de equilibrista: ¡repudiar al "malvado Stalin" conservando al mismo tiempo el orgullo de la guerra! Se podría pretender haber ganado "a pesar de él", pero esto no funcionaría. El instinto elemental del pueblo, de la mayoría de la gente, le suena en la oreja que es muy difícil disociar Stalin de la guerra. Y si lo hiciéramos, la imagen de la guerra perdería su brillo.


Mikhail Ivanovich Khmelko (1919 - 1996) - "Triunfo de la patria victoriosa" (1949)

La capitalización política de la victoria se hundiría, porque, ¿no fueron a sus pies que se arrojaron los estandartes tomados al enemigo?. Durante el gran Desfile de la Victoria del 24 de junio de 1945 en la Plaza Roja de Moscú, las tropas soviéticas tiraron y amontonaron una pila de emblemas nazis delante de Stalin. 

La sociedad y el estado ruso se niegan a repudiar a Stalin, en todo caso no lo harán delante de la "angelical Europa". Peor, nosotros los rusos no podemos hacerlo sin consultar los principios de base. Inclinar nuestra augusta cabeza de gran potencia delante de otros países… La gente, el pueblo vería la expoliación de su victoria, y ¿qué nos quedaría después de todo esto? 

(Nota del editor del blog: De todas formas, la actual Federación Rusa, a través de su Parlamento y otros órganos estatales han condenado pública y oficialmente los crímenes del estalinismo y este blog -conforme varios artículos- es decididamente anti-estalinista. Y, sí, repitámoslo, es imposible disociar a Stalin de la guerra y del triunfo soviético).


No poder disociar la guerra de su comandante en jefe es una cosa y no quererlo hacer es otra cosa; otra cosa es designar un tirano indiscutible, reconocido como tal por todo el mundo, en tanto que personalidad histórica de Rusia; ¡ y otra cosa es arrodillarse, cabeza inclinada para defenderlo, defender toda su política, incluso aquella de los años 1939 a 1941 !


Las acusaciones contra Alemania no van a ser pasionalmente duras (a causa de los cálculos políticos citados anteriormente pero también porque, esta responsabilidad nunca ha sido negada por Alemania, nadie tiene que molestarse para demostrar esto); en cambio, las críticas contra la URSS serán más duras.

Alemania será acusada de pecados más grandes, pero con menos vigor que lo será la URSS (o su heredera actual, Rusia), que será a su vez acusada de menores pecados, pero con mucho más fuerza. Esto es efectivamente una falsificación.

Claro está, cada uno es libre de interpretar los hechos siguiendo su mala fe. También es cierto que la verdad absoluta en historia no existe, si es por tanto que haya una en alguna parte. Pero, si se acepta de no escribir ficciones y que se considera los simples hechos, está claro que acusar a la URSS de haber causado la guerra es por lo menos falta de objetividad.

El verdugo-tirano de Europa y del mundo, Hitler, fue fabricado con el consentimiento de todos los políticos de Europa, como si hubieran perdido la razón. El proceso fue lanzado por los políticos occidentales, mucho antes que Stalin elabore a su vez los mismos "cálculos maquiavélicos suicidarios".


Nikolay Babasyuk, "Desfile de la victoria en Moscú" (1951)

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