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20 julio 2024

80 años después, ¿Claus von Stauffenberg es un héroe alemán?



por Tito Andino

 

El presente reportaje fue publicado originalmente en 2016 como parte de los artículos "Alemanes en la segunda guerra mundial. Héroes o villanos?". Dado el interés histórico y como se celebra 80 años del intento de golpe de estado contra Hitler -20 de junio de 1944-, los hemos revisado y compartimos ahora un buen segmento de los mencionados artículos como una entrada independiente. 


Revisemos el polémico caso del Conde Claus Philipp María Justinian Schenk Graf von Stauffenberg desde otra perspectiva. Aquí no se analizará la famosa "Operación Valkiria" por el simple hecho de que se halla abundantemente investigado y es fácil acceder a cientos de artículos, libros, films y documentales sobre el tema. Hecha la aclaración pasemos al caso de hoy.

Historiadores, ciudadanos y gobiernos de la República Federal de Alemania han proclamado como héroe alemán y salvador del alma nacional al Conde Claus von Stauffenberg. ¿Puede el aristocrático oficial germano ser declarado un héroe?


Un alto porcentaje de los habitantes de la actual Alemania están de acuerdo en que éste personaje representa la expiación del Tercer Reich. Fue él – quien en nombre de sus auténticos camaradas de armas y del pueblo alemán- hizo ver al mundo que en el estado policíaco que era la Alemania nazi también existía la RESISTENCIA, gente honesta que se opuso al régimen y que estuvo dispuesta al sacrificio con el fin de parar la locura del hitlerismo.

Sí, Stauffenberg se constituye en un auténtico héroe de Alemania, al ser una de las pocas figuras de la guerra que es recordada con orgullo por las nuevas generaciones del país. Éste soldado -al igual que muchos otros- se atrevió a levantarse en contra de lo que, al menos él, consideraba la encarnación del mal en el espíritu del pueblo alemán. A su vez, sus detractores lo señalan como un antidemocrático partidario de la restauración de la monarquía, que tanto él, como su actual descendencia directa familiar siguieron optando por el privilegio de mantener sus rasgos aristocráticos; otros retractores lo tildaron como un asesino que intentó acabar con la vida del líder nazi.

¿Héroe o asesino? La historia, el tiempo y la propia gente han permitido juzgar el caso y valorarlo en su justo contexto.



Esta fotografía es una instantánea de un mural del "Gedenkstatte Deutscher Widerstand" - "The German Resistance Memorial Center" (El Centro Memorial de la Resistencia Alemana) en Berlín. En el centro se aprecia al Conde Stauffenberg junto al Coronel Albrecht Mertz von Quirnheim.


Era lógico que las primeras reacciones después del fallido golpe del 20 de julio de 1944 fueran de temor y rechazo de una población adoctrinada u obligada a escuchar únicamente la voz del régimen. Stauffenberg y sus compañeros del complot fueron tildados de "traidores y criminales", tratados como tales por el régimen nazi. “Traidores a la patria” fue una de las percepciones en aquel momento e incluso de muchos alemanes en los primeros años de posguerra. Esto es explicable

La población alemana de esos tiempos tenía en alto grado los principios de obediencia debida, del honor, de la disciplina y del juramento de fidelidad, viejos rezagos del espíritu marcial prusiano que se impuso como formación no solo militar sino en la educación en general, aquello es algo que no puede borrarse de la noche a la mañana. Así fue como en las dos primeras décadas de posguerra fuera difícil para el simple ciudadano alemán, que ya había repudiado el nazismo, discernir sobre la inmoralidad de ese régimen y las acciones contrarias a la vieja costumbre que se vieron obligados a tomar los miembros de la resistencia aglutinados en la figura del Conde Stauffenberg, les resultaba chocante.


Peter Yorck von Wartenberg, ante el Tribunal que lo condenó a muerte.



El Conde Peter Yorck von Wartenberg, quien fuera ejecutado en agosto de 1944 como miembro de la conjura golpista, escribió: 

Quizás llegue el día en que nuestra actitud se juzgue de otra manera, en que no se nos vea como canallas, sino como premonitores y patriotas. (1)

El conocido comandante de la Wehrmacht Otto Remer, un pro-nazi reconocido, fue quien impidió el éxito de “Valkiria” dentro de Berlín tras el intento de dar muerte a Hitler, él expresó en los iniciales tiempos de la República Federal Alemana (RFA) que los oficiales alineados contra Hitler fueron “traidores a la patria”. Remer fue cofundador del ultraderechista ‘Partido Socialista Imperial’ (SRP) y en esa condición de político lanzó el grito de “traidores a la patria” contra la aniquilada resistencia alemana. (El SRP fue prohibido dentro de Alemania y Remer sentenciado a tres meses de prisión en 1952, no por su ideología neonazi sino por sus reiterados y ofensivos insultos a la memoria de los ajusticiados por el régimen nazi, pena que no la cumplió al abandonar Alemania).

Tras la constitución de la República Federal de Alemania (RFA) y la creación de la Bundeswehr se ha creído erradamente, por influencia de políticas externas, que no era posible prescindir de los servicios de un "valioso" cuerpo de oficiales no comprometidos con el nazismo y que combatieron en la desaparecida Wehrmacht (lo cual -evidentemente- no fue cierto, muchos de los elegidos sirvieron fielmente a los nazis). Para ese nuevo cuerpo de oficiales, durante largo tiempo, fue un tema tabú referirse a Stauffenberg y su círculo de la resistencia

En una interesante nota de prensa, descubrimos que la recién formada Bundeswehr rechazó las acciones de los golpistas“en su lugar, se trató de acudir a las tradiciones militares “positivas” de la propia Wehrmacht y de su antecesora, la Reichswehr de la República de Weimar. De trasfondo estaba también el interés de los antiguos oficiales en imponer el mito de una Wehmacht “limpia” de los crímenes cometidos presuntamente sólo por las SS (el escuadrón de defensa del partido nazi). Así que no fue hasta 1961 en Sigmaringen, en el estado federado de Baden-Wurtemberg, que un cuartel fue nombrado por primera vez como von Stauffenberg”. (2)

Con el devenir de los años, muy largos por cierto, la percepción histórica de la gente común de Alemania fue asumiendo un enfoque más objetivo sobre las razones que motivaron planear la muerte de Hitler, sin que dejemos de resaltar que existió oposición para reconocer el hecho de que parte de la alta oficialidad alemana y de la nobleza hayan sido los responsables de la más decisiva y tardía resistencia al nazismo dentro de Alemania.

No hay que olvidar la posición de la ex República Democrática de Alemania (RDA) y su negativa para aceptar que fueron los nobles y un grupo de oficiales, con una ausencia total de comunistas, quienes organizaran el fallido cambio del curso de la guerra y de la historia (En honor a la verdad, los comunistas alemanes o estaban en campos de concentración, o habían sido asesinados, o habían logrado exiliarse, o pasaron a una clandestinidad pasiva, no tenían posibilidad alguna de organizar una resistencia armada). La RDA simplemente ignoró a esos oficiales y calificó aquel episodio y a sus participes como “agentes reaccionarios del imperialismo estadounidense”.

Previa la unificación de las dos Alemanias se dieron visos de utilización política con la memoria de los conspiradores. En la RDA se celebró precisamente un 20 de julio de 1990 la toma de juramento a los últimos reclutas del Ejército Popular Nacional (NVA). (3)

El entonces Canciller alemán, Gerhard Schroeder (1998-2005) en una de las conmemoraciones expresó que: Quienes se opusieron a la dictadura del terror nos demostraron que no se traiciona a la patria cuando se ataca la violencia dictatorial que atenta contra la humanidad y la nación propia. Calificó a los golpistas de julio del 44 como “defensores de los principios humanistas y cristianos”, aunque no siempre han sido recordados por esa acción como héroes. (4) 



El ex presidente de Alemania, Joachim Gauck, en un momento de la ceremonia conmemorativa del 70 aniversario de la fallida 'Operación Valkiria'


Uno de los mensajes que más conmovieron a la opinión pública alemana fue el discurso pronunciado por el ex presidente Joachim Gauck, en uno de los actos que recordaba a los militares ajusticiados tras el fracaso de la operación ‘Valkiria’, él, entre otras cosas manifestó que la sublevación nos recordaba la capacidad humana de ser valiente para defender sus derechos y "no ser cómplice cuando los demás están equivocados”. Además dijo "se puede elegir entre actuar o no actuar, entre hablar y callar". Señalaba el ex presidente en su discurso sentirse “orgulloso de un ejército que no hace valer un estado autoritario, sino la resistencia contra la injusticia". (5) 

Aquí estamos citando referencias de actos solemnes de varios años atrás por el simple hecho de que, actualmente, se manipulará la memoria de la Resistencia y se utilizará la imagen de las fuerzas armadas alemanas como propaganda de la OTAN contra Rusia (no es necesario explicar el asunto).

También, en nuestra línea de tiempo, hay críticos respetados que no comparten la opinión de erigir a Stauffenberg y sus compañeros como héroes. Una apreciación en tal sentido apareció ya en 2009 en el diario ‘Süddeutsche Zeitung’, en una nota de prensa el historiador británico Richard Evans expresaba que "es incorrecto declarar como súper héroe a este estricto anti-demócrata". Stauffenberg (y los otros complotados) –afirma Evans- “estaba más motivado por la convicción de que era imposible ganar la guerra desatada por los nacionalsocialistas, que por una verdadera oposición ideológica a su doctrina. O al menos así lo revelan intercambios epistolares y otros documentos escritos por algunos de estos oficiales a los que los historiadores han tenido acceso”. (Este punto de vista del estudioso británico surgió a raíz del estreno del film “Valkiria” protagonizado por el actor Tom Cruise). (6)

Al respecto añadiremos, en cierto punto la posición del señor Evans es cierta. Recordemos que en los años iniciales de consolidación del hitlerismo en el poder todo fue posible debido al consentimiento de la alta oficialidad alemana, fueron los militares quienes permitieron el ascenso de Hitler, convencidos que era la única manera de volver a crear unas fuerzas armadas poderosas, pero, no necesariamente compartieron la posición de Hitler de planificar desde el inicio una guerra de agresión contra otras naciones europeas. En principio, el mismo Stauffenberg no se opuso al nacionalsocialismoDe esa fascinación inicial por el Führer, de una parte del cuerpo de oficiales, fue naciendo la desilusión y el presagio de que esa política de “cañones si, mantequilla no” solo conduciría a una guerra de insondables consecuencias.
 

Claus von Stauffenberg


Para la fecha en que se perpetró el atentado contra Hitler la guerra estaba pérdida, tanto Stauffenberg como muchos otros oficiales habían despreciado la obediencia incondicional al nazismo. No fue ese momento en que llegaron a ser conscientes que había que parar toda esa locura y los crímenes del régimen a lo largo del territorio europeo. Fueron diversos factores, circunstancias e imprevistos los que no permitieron a Stauffenberg u otros desafectos actuar antes. La historia así lo tiene registrado con los numerosos intentos de atentar mortalmente contra Hitler por parte del mismo grupo que luego se aglutinó tras la figura de Stauffenberg. VER: ¿Y si Hitler hubiese sido asesinado en 1938?

No hay que olvidar un detalle de suma importancia para la historia. El grupo de conspiradores de Stauffenberg y otros grupos de la Resistencia Civil, como el denominado 'Círculo Kreisau', venían ya operando desde los lejanos años 30 y, no fue solamente un posicionamiento circunstancial, es decir, que la guerra estaba pérdida, para pasar a la acción, definitivamente no

Los opositores al régimen, al menos el grupo relacionado con Stauffenberg, habían decidido mucho tiempo antes romper el juramento de fidelidad y obediencia a Hitler (y no a Alemania) - al que fueron obligados todos los oficiales alemanes-. 
El círculo de la conspiración, de la duda inicial en terminar con la vida del jefe de estado o esperar que el nazismo se hunda solo para iniciar desde las ruinas la regeneración moral de la nación, decidió pasar a la acción intentando librarse de Hitler. 


La fecha (20 de julio de 1944), no fue una imposición tardía y calculada por el desastre bélico, fue consecuencia de las anteriores tentativas fracasadas y quizá la última opción posible de la Resistencia Alemana.

Esto merece una breve explicación. Gran parte del grupo de conspiradores que se unirían más tarde a Stauffenberg ya estaban operativos desde el ascenso al poder por los nazis. El general Hans Oster (teniente coronel, por esos años) tenía planes para asesinar a Hitler desde 1936. Para 1938 existía una sólida estructura civil-militar dispuesta a pasar a la acción. Oster era colaborador del Almirante Wilhelm Canaris, jefe de la Abwehr, contaban con  el general Ludwing Beck, jefe del Estado Mayor del Ejército, el general Witzleben y otros para llevar a cabo un golpe de estado contra Hitler en caso de iniciarse la guerra. El 20 de julio de 1944, los mismos personajes: Oster, Beck, Canaris, Witzleben y muchos otros jefes militares, de la policía de Berlín, comandantes de tropas locales, autoridades civiles, diplomáticos, líderes religiosos, hombres de letras e intelectuales (muchos nombres de la resistencia olvidados de las páginas de la historia) participaron unidos por el liderazgo de un subordinado, el teniente coronel Claus von Stauffenberg
 


La residencia del Conde Helmuth James von Moltke en Kreisau. El ‘Círculo Kreisau’ fue un grupo de resistencia civil en la Alemania nazi. Desde 1940 von Moltke junto a Peter Yorck von Wartenburg iniciaron contactos con opositores de diferentes áreas de la sociedad alemana, también tenían contacto con la resistencia militar. Moltke fue siempre partidario de una solución pacífica y contra el atentado a Hitler, pero otros miembros idearon y participaron en el golpe de estado. Se le denominó ‘Círculo Kreisau’ después que la Gestapo descubriera a este grupo opositor. Claus von Stauffenberg no fue militante del círculo Kreisau pero mantuvo siempre estrecho contacto con sus miembros.


Es necesario introducir otra nota que nos puede aclarar aun más el panorama de la época. Una interesante entrevista brindada por Sebastian von Stauffenberg, sobrino de Claus von Stauffenberg. Reproducimos los extractos más importantes para mejor entendimiento. La entrevista completa el lector podrá revisarla en la nota de enlace.

“¿Cómo ve hoy Alemania a Claus von Stauffenberg?
Oficialmente está considerado un héroe, aunque puede usted encontrar páginas en internet donde se dicen toda clase de barbaridades contra él: traidor, asesino que quiso matar a nuestro Führer, culpable de que perdiéramos la guerra... fíjese. La guerra ya estaba perdida cuando se produjo el atentado. Después del 45, el gobierno alemán no sabía qué hacer con respecto al tema. Ignoraron a su viuda, pero 10 años después le concedieron una pensión ya como general, así que lo ascendieron después de su muerte y pusieron su nombre en muchas calles del país. 
¿Y en los colegios, en la opinión pública, entre los jóvenes? 
Hasta el año 75 digamos que había una idea negativa de Claus. Lo sabemos bien porque en Alemania se hacen encuestas periódicas sobre lo que piensa la gente del nazismo. Más tarde, la generación del 98 no podía tolerar que un aristócrata y además militar fuera quien quisiera acabar con el monstruo en lugar de haberlo hecho un comunista o un obrero. Hasta que, años después, un documental de televisión, independiente y riguroso, dio un vuelco a su imagen. La gente empezó a considerarlo ya como un hombre bueno, con principios y valiente.
Hitler se propuso entonces aniquilar a toda mi familia, explica Sebastian, pero en los interrogatorios, la Gestapo se dio cuenta de que la viuda no estaba al tanto de nada. Está claro que su marido había previsto mantenerla al margen para evitar que la torturaran en caso de fracaso. Sin embargo, los mandaron a todos a campos de concentración hasta que acabó la guerra un año después. En el campo nació su quinto hijo, una niña. 
¿La película resulta favorable para el personaje real? 
Nosotros estamos muy contentos de que se de una imagen honesta y real de Claus. Los lobbies judíos que tienen un gran poder mediático, sobre todo en EEUU y en Hollywood, siempre han querido que se asocie uniforme alemán con nazismo. Oficial alemán, igual a malo, sin matices. Y eso no es justo. Hay que contar de una vez para siempre que en Alemania había de todo, que muchos alemanes, incluida mi familia, estaban horrorizados con las atrocidades que se cometían. Que Hitler organizó la desaparición sistemática de los judíos, pero también de los gitanos, de los homosexuales, de los comunistas, de cualquier opositor. Mató de tifus y de hambre a cientos de miles de prisioneros rusos, violando todas las leyes internacionales de la guerra. Y había mucha gente que estaba en contra de esa ideología asesina. Hubo otros militares antes que idearon también acabar con Hitler aunque los planes no salieron adelante. Nosotros estamos muy orgullosos de Claus von Stauffenberg”. (7)


Sin embargo, el hijo de Claus von Stauffenberg, Berthold María Schenk Graf von Stauffenberg (nacido en 1934, mayor general de la Bundeswehr, el militar con más tiempo en servicio activo -38 años- pasó a retiro en 1994), expresó en entrevista de 2007 a la CBC News (Canadá) su preocupación por la película "Valkiria", aduciendo que el actor que interpreta a su padre es miembro de la Iglesia de la Cienciología, temía que la película pudiera volverse "horrible y kitsch" (Kitsch, palabra prestada del alemán, término aplicado al arte y al diseño que se percibe como una imitación ingenua, excesivamente excéntrica, gratuita o de gusto banal). 




En el presente, el grupo de conspiradores del 20 de julio son considerados verdaderos héroes de la resistencia antinazi. "Aquí murieron por Alemania", reza la placa conmemorativa en su homenaje en la Blenderstrasse (hoy Stauffenbergstrasse), lugar donde tuvo lugar el complot y el fusilamiento de Claus von Stauffenberg, sede del actual Ministerio de Defensa. Desde 1999, cada 20 de julio es día de celebración nacional, la Bundeswehr toma juramento a los nuevos soldados y el Gobierno Federal rememora y honra la memoria de los golpistas, transformando esta gesta como un acontecimiento de política nacional.






Reflexiones finales sobre el Conde Claus von Stauffenberg

"Solamente en el simbolismo se puede apreciar la hazaña y osadía del complot, que al menos expío las culpas de los alemanes, esa redención moral y hasta espiritual es la que en la actualidad sirve de contexto para la defensa de la conciencia y el alma alemana en su conjunto contra el nazismo".

Es cierto que el plan para deshacerse de Hitler fue un fracaso para los conspiradores, no se consiguió ningún objetivo. Pero, el fallido golpe permitió que el mundo entienda que no todos los alemanes eran nazis o estaban en favor de las políticas criminales del régimen hitleriano. Una de las consignas de los complotados era señalar que el poder no puede basarse en el crimen.

Una interesante proclama se escuchó en la madrugada del 21 de julio de 1944 por la radio de Hamburgo, captada por los ingleses. No se sabe a ciencia cierta quién fue el interlocutor, o si ese mensaje captado por las ondas radiales era en efecto verídico o una argucia propagandística de los aliados. Más el mensaje era completamente válido para el pueblo alemán en esas lúgubres fechas de destrucción de la nación. El mensaje radial fue transcrito y reproducido por el ‘Times’ de Londres el 22 de julio de 1944, dice:

“Achtung, camaradas. Achtung, soldados.
Achtung, oyentes de Alemania.
Preparaos para una declaración de la máxima importancia. Camaradas, la muerte de Claus von Stauffenberg significa la llamada clara y potente a la acción, la llamada a la lucha con todos los medios que disponemos, la llamada para que los oficiales alemanes sigamos luchando hasta destruir a Hitler.
Hoy Hitler se ha visto obligado a reconocer que algunas secciones del cuerpo alemán de oficiales, aquellos que son decentes y honrados, se han puesto en su contra. Ya no puede negar que los oficiales alemanes han pasado ha organizar la resistencia contra él. Se intenta paralizar esa lucha de la resistencia y pretende hablar de “una reducida claque de traidores y destructores”, que sepa lo siguiente: hay más de un Stauffenberg, hay más de cien, aquí hay miles de Stauffenberg. Camaradas, los oficiales alemanes que están con nosotros son los que han mantenido limpios sus uniformes y aquellos para los cuales el honor y el deber siguen siendo principios inamovibles. Se trata de nuestros hombres. Hoy apelo a los oficiales que todavía no han establecido contacto con nosotros; donde quiera que estén apostados, sea en el frente o en las reservas, que dejen de obedecer las órdenes de Hitler y sus secuaces” (8)

Lastimosamente el estado policiaco que fue el régimen hitleriano se encargó de eliminar toda la disidencia entre la oficialidad y los civiles alemanes, miles terminaron enganchados dentro de los calabozos de la Gestapo, sus familias separadas y sobre todo, la guerra total del Dr. Goebbels cobraría todavía millones de víctimas hasta que la bestia del nazismo fuera sepultada en Berlín.

El mensaje sigue siendo válido hoy en día, el nazismo -aparentemente- desapareció de la faz de la tierra, pero su doctrina no ha muerto y cientos de psicóticos supremacistas agitan las brasas para revivirlo en Europa. 




En general, la figura de Stauffenberg es vista actualmente como la de un verdadero héroe alemán; su acción, junto a las de otros complotados, se considera un supremo acto de heroicidad, ellos (la Resistencia) actuaron no por ambiciones personales sino por reivindicar el honor de su patria mancillada por otros alemanes. Por eso, el valiente esfuerzo conjunto de aquellos conspiradores tiene que ser recordado como un alzamiento heroico contra la barbarie que representó el nazismo y no ser utilizado políticamente en estos convulsos tiempos de política europea.  

Para el alemán del presente y para quienes estudian la ciencia de la psicología con su aplicación en el consciente colectivo, Stauffenberg constituye la antítesis del “heroísmo colectivo” propugnado por el nazismo. Sin lugar a dudas y sin exageración, Stauffenberg es apreciado como el “sucesor directo de las figuras heroicas, épicas y ‘desmesuradas’ de la literatura y la historia del siglo XIX”. También constituye una importante figura heroica del siglo XX, un hombre de acción y, a la vez, reflexivo, cosa rara en los estereotipos de lo que nos han enseñado constituyen los héroes.

El Conde alemán tenía no solo un compromiso político sino que lo complementaba con una latente moralidad, siendo sus ideales sobre la cultura y el espíritu una de sus fuentes de inspiración. De esa forma, Stauffenberg deja ver lo mejor que puede dar el pueblo alemán y lo que puede llegar a ser. (9) Estos aspectos de la vida personal de Stauffenberg fueron analizados en nuestro ensayo sobre el poeta alemán Stefan George y la "Alemania Secreta".



EPÍLOGO:

Claus von Stauffenberg pronunció momentos antes de su ejecución la misteriosa frase: 

“Es lebe unser geheimes Deutschland!” 
(Viva nuestra Alemania Secreta). 

La frase ha sido, en primer lugar, muy mal traducida o mal interpretada en diferentes libros y foros. Larga vida a la sagrada Alemania es erróneo. Bien, incluso, pudo suceder que las últimas palabras de Stauffenberg sufrieran el clásico error de transmisión oral, de boca en boca, hasta tergiversar el sentido de la oración o le han buscado un sentido práctico a unas extrañas palabras. La frase correcta y su traducción es la que aquí hemos señalado: "Viva nuestra Alemania Secreta!"

¿Pero, qué tiene que ver esto de la “Alemania Secreta” de Stauffenberg con el fracasado golpe de estado y fallida tentativa de asesinato de Hitler? En un anterior ensayo dedicamos tiempo a descifrar de manera exhaustiva el significado histórico de la mencionada frase y otras motivaciones que culminaron en la “Operación Valkiria”.

Los biógrafos de Stauffenberg han venido cuestionándose que influencia tuvo el poeta Stefan George en el futuro círculo de conspiradores, suele plantearse la interrogante: ¿Fue el complot contra Hitler un plan motivado por nacionalistas místicos alemanes? Excepto por pocos miembros del Círculo de George, la mayoría de conspiradores estaba integrado por militares, autoridades civiles y miembros de la aristocracia.

Usted puede dar lectura aquí a Stauffenberg y la “Alemania Secreta”

También puede repasar el post: Homenaje a la RESISTENCIA ALEMANA anti-nazi


*****

* Este artículo está inspirado en la magnifica obra de Michael Baigent y Richard Leigh "Secret Germany" (versión en castellano, edición de 2009, editorial Martínez Roca). La versión original en inglés titula: "Secret Germany: Claus Von Stauffenberg and the Mystical Crusade Against Hitler" (1994)

(2)  Ibidem.
(3)  Ibidem
(6)  De "traidores" a "héroes" de la resistencia antinazi. Artículo citado.
(8)  Germany Secret.- Ob Cit. Pág. 324-325
(9)  Ibidem

14 febrero 2021

Pickelhaube, mon amour

 


Nota de introducción por el editor del blog


Este artículo no va sobre el pickelhaube (del alemán Pickel: pincho y Haube, casco, en general prenda que cubre la cabeza). Creado en el siglo XIX para el ejército prusiano, así como para la policía y cuerpo de bomberos. Es de simple carácter decorativo, su uso se extendió a otros estados alemanes y como sabemos varios ejércitos del mundo adoptaron para actos ceremoniales este tipo de casco (aun en el presente). El Imperio Alemán lo utilizó para su infanteria antes y durante la primera guerra mundial (hechos de cuero), nada prácticos en el combate, no brindaban protección y demasiado visibles, por esa razón desde 1916 el pickelhaube fue lentamente sustituido por el casco de acero (stahlhelm). El pickelhaube permaneció para los actos ceremoniales. 


El Pickelhaube se usó a menudo en propaganda contra los alemanes como en este cartel de la Primera Guerra Mundial (Harry R. Hopps; 1917, Biblioteca del Congreso de Estados Unidos)


Las siguientes fotografías muestran la utilización del pickelhaube desde los aristocráticos oficiales, el Canciller Bismarck, el Kaiser Guillermo II hasta un "cabo bohemio" llamado Adolf Hitler.



Ya lo hemos dicho, este post no va sobre el Pickelhaube, el autor nos trae una interesante y a ratos irónica historia que trata la vida familiar de un aristocrático oficial alemán opositor al führer nazi, el General Paul von Hase que pagaría con su vida el haberse alineado con la resistencia alemana. 

El relato de Fernando Olalquiaga originalmente fue publicado por la revista Jot Down. Como Anexo haremos algunas puntualizaciones (todas las fotografías son interpuestas por el editor de este blog).

Buena lectura.

***

Pickelhaube, mon amour


El General Erich Ludendorff junto a A. Hitler, durante el proceso por el fallido golpe de estado de noviembre de 1923

Fernando Olalquiaga 


Paul von Hase fue el gobernador militar de Berlín durante buena parte de la Segunda Guerra Mundial. Un carguito nada trivial que, a pesar de todo, desde al menos 1938, no le impidió conspirar y conspirar para derrocar a su principal empleador. 


Es bien conocido que entre cierta aristocracia alemana se consideraba poco menos que un castigo muy obsceno el tener que rendir cuentas ante un cabo austriaco. Es algo muy comprensible en una clase social que tenía por costumbre, al cumplir sus pequeños principitos la tierna edad de doce años, año arriba, año abajo, cascarles un monóculo y mandarlos a batirse en duelo por algún asunto importante —como mofarse del color melocotón de unas medias masculinas— para buscar la serie de cicatrices perfecta que les sirviera de salvoconducto hacia las altas esferas del poder alemán. Generalmente nada tenía que ver en esta inquina hacia Hitler el odio al judío que profesaban este mequetrefe y sus camisas pardas y después negras, ni sus ansias por expandir el espacio vital alemán a costa de cientos de miles de vidas consideradas infrahumanas. Ni Treblinka, ni Mein Kampf, ni leches. Un cabo, un rango que no llega ni a la categoría de suboficial, un mendigo, un advenedizo, gritando y escupiendo órdenes a mariscales de apellido compuesto. El fin de Alemania.


General Karl Paul Emanuel von Hase (1885 - 1944)


El padre de Von Hase fue médico de la corte de Guillermo II. Su abuelo dedicó su vida a predicar la fe luterana y a ejercer como historiador en una época en que aún era una profesión respetada, pues significaba que podías dedicar tu vida a leer libros y escribir sobre batallas mientras tu sustento dependía de las rentas que tuvieras a bien o a mal cobrar de los arrendatarios que ocuparan tus fincas, ninguna menor que muchas provincias españolas y algunas que se podrían presentar sin rastro de pudor como pequeños virreinatos. 

Así que con estos ancestros, a Paul no le quedaba más remedio que ponerse muy colorado, casi negro de ira, cada vez que oía hablar de Hitler, y no pudo evitar idear planes locos para, preferentemente, volarlo por los aires en pedazos de dimensiones epsilónicas. Como si Dios existe desde luego tiene muy mala leche, Hitler salió ileso cuando en julio de 1944 le colocaron una bomba literalmente debajo del culo. Y Von Hase, una noche que estaba cenando con Goebbels, fue detenido, juzgado por el tristemente famoso Tribunal del Pueblo del juez Roland Freisler, y ahorcado el 8 de agosto de ese mismo año. Injusticia exprés.


El General Paul von Hase comparece ante el Tribunal Popular por el complot contra Hitler de julio de 1944 (bomba de Stauffenberg)

Antes de volver a la historia de la familia Von Hase, que es significativa para mostrar los grados de insania que la fidelidad a Hitler llegó a alcanzar, resaltemos el cómico final de la vida de Roland Freisler. A veces el buen Dios sí tiene gracia. El 3 de febrero de 1945, seis meses después de condenar a la horca a Von Hase, Freisler dictaba sentencia contra el teniente Fabian von Schlabrendorff, otro implicado en el complot de julio. «Le mandaría directo al infierno», le espetó Freisler, a lo que el teniente contestó: «con gusto le cedo el paso a usted primero». Y antes de que terminara la vista una bomba aliada cayó sobre la sala, y bajo una columna de granito derrumbada el teniente Von Schlabrendorff vio asomar la mano inerte del juez Freisler, que aún sostenía su expediente. Fabian von Schlabrendorff fallecería en 1980 a los setenta y tres años de edad.

Retomemos la saga Von Hase. El hijo de Paul, muy apropiadamente llamado Karl-Günther (Nota del editor: En realidad era su sobrino), tuvo que volver del frente italiano para probar su inocencia. Consiguió demostrarla, pero fue expulsado del Estado Mayor en enero de 1945 y enviado a combatir a un lugar de Pomerania Oriental llamado Schneidemuhl, donde sus probabilidades de sobrevivir a un Ejército Rojo cuyos efectivos solo se podían calcular empleando la notación exponencial rozaban, según todos los cálculos, incluidos los más fanáticamente nazis, el cero absoluto. Aun así, a pesar de su situación familiar, dentro de su cabezota germana no se planteó ningún tipo de dilema y siguió combatiendo «porque yo era un profesional y era mi deber». Parece que habla de meterle un gol a un equipo de fútbol del que formó parte en el pasado, y no de servir a las órdenes de quien colgó a su padre del cuello hasta morir.


Karl-Günther von Hase

Karl-Günther tuvo suerte. Antes de caer en manos de los soviéticos mandó un mensaje por radio pidiendo contraer matrimonio por poderes con su prometida Renata, que en esos momentos no daba abasto recomponiendo cuerpos nazis en un hospital de Turingia. Un hombre como Thor manda, sí señor. Así que Renata acudió al registro civil y contrajo matrimonio con un casco de acero que, según le indicaron, representaba al novio. Posó la mano encima, suponemos que aliviada porque la pica que hasta 1916 coronaba el Pickelhaube ya fuera un recuerdo del pasado, y juró fidelidad y etcétera hasta que la muerte los separara, una fecha que, en lo que concernía a Karl-Günther, parecía bastante cercana. El joven militar, sin embargo, no tuvo manera de enterarse de que el proceso había llegado a buen fin. Cuando sus captores le preguntaron si estaba casado, Karl-Günther contestó: «No lo sé». Ignoramos cómo le habría ido la vida a la joven enfermera Renata de haberse tomado al pie de la letra su matrimonio y compartido cama solo con un yelmo metálico porque, ¡oh, milagro!, Karl-Günther volvió de su cautiverio con vida, como sospechará cualquiera que haya estado atento a las comillas que resaltan la literalidad de las frases anteriormente citadas. Al oír en su celda de la prisión moscovita de Butikri el sonido de los fuegos artificiales que hacían de banda sonora a los sonoros «¡¡Hitler kaputt!!» de sus guardias, metió la cabeza entre sus brazos y rompió a sollozar.

El ansia de salir de dudas respecto a su estado civil quizás fue lo único que lo mantuvo apartado de unas ideas suicidas que, a pesar de no formar parte de la tradición militar alemana —son raros los suicidios cometidos tras la derrota de 1918, por ejemplo— abundaron entre las mentes castrenses de los más altos niveles de la cadena de mando. Algunos encontraron excusas de lo más peregrinas para levantarse la tapa de los sesos. El general Hesleni, al mando del Tercer ejército húngaro, dejó escrito en su nota de suicidio: «Me quito la vida por razones de salud: un estómago como el mío no sobreviviría al cautiverio». (Nota del editor del blog: Después de ser liberado del cautiverio se reunió con la enfermera Renata Stumpff hija del General de la Luftwaffe Hans-Jürgen Stumpff. Se casaron en una ceremonia religiosa el 30 de diciembre de 1949. La pareja tuvo cinco hijas).

Mientras tanto, al otro lado del canal de la Mancha, volvía el buen humor entre quien se lo pudiera permitir. Es decir, entre la alta sociedad. En una de las primeras bodas de postín celebradas tras el fin de la guerra, Henry Channon, que como miembro del Parlamento era conocido como Chips, un apodo que se consideraba simpático o ridículo según las fidelidades que se le profesaran al diputado, intentaba competir en ingenio con Emerald Cunard, la famosa socialite, amiga de Wallis Simpson, y —se sospechaba— amante del novelista George Moore y del director de orquesta sir Thomas Beecham. Señaló a los invitados bien encopetados, cargados de joyas y otros complementos no menos preclaros, y dijo:

Bueno… Por esto es por lo que hemos luchado.

Y ella respondió: —¡No me diga que todos estos son polacos!


Fernando Olalquiaga


Anexo del editor del blog


Karl-Günther Paul Otto von Hase 


En el presente, Karl-Günther von Hase, a sus 103 años, tiene un currículum impresionante, durante la Segunda Guerra Mundial llegó hasta el grado de Mayor, desempeñándose como oficial de Estado Mayor. En la posguerra fue jefe de la oficina de prensa e información del gobierno federal bajo los cancilleres Adenauer, Erhard y Kiesinger. Secretario de Estado en el Ministerio Federal de Defensa. Embajador de Alemania en Londres. Director del ZDF (radio televisión alemana), entre otras funciones de prestigio. Karl-Günther von Hase también es autor y coeditor del libro "The Soldiers of the Wehrmacht".  Desde junio de 2020 es el ex-soldado de más alto rango en las fuerzas armadas alemanas. El teólogo luterano y luchador de la resistencia, Dietrich Bonhoeffer (†1945) asesinado por el régimen nazi era primo de Karl-Günther von Hase (la madre de Bonhoeffer era una von Hase). 

Otro primo suyo, Friedrich-Wilhelm von Hase, hijo del General Paul von Hase, en el 70º  aniversario de la muerte de Klaus von Stauffenberg, presentó el libro "Hitlers Rache. Das Stauffenberg-Attentat und seine Folgen für die Familien der Verschwörer" (La venganza de Hitler. El intento de asesinato de Stauffenberg y sus consecuencias para las familias de los conspiradores), SMC Hänssler, Holzgerlingen, 2014. Una descripción de la herramienta de tortura del nazismo, detalla la detención de su padre y toda su familia, fue llevado a cautiverio para ser "educado" a lo nacionalsocialista en un hogar para niños a los 7 años.



Karl-Günther von Hase junto a la Reina Isabel II de Gran Bretaña y Gustav Heinemann, 1972

28 septiembre 2019

¿Y si Hitler hubiese sido asesinado en 1938? (II)






coloquio 

Hablan eruditos y escritores alemanes

Conforme analizamos en la entrega anterior, los planes militares de 1938 para detener y ejecutar a Hitler nunca se llevaron a cabo, por lo que también es válido preguntarnos por el atentado de Elser de 1939, que si tuvo lugar. ¿Y si Hitler hubiese muerto en el atentado de 1939? El objetivo (Hitler), como lo demostraría el destino en actos posteriores, tenía el "don" de librarse por los pelos.


Las reflexiones que plasman a continuación varias personalidades alemanas de los años 70 del siglo pasado sobre los planes golpistas e ideas de eliminar a Hitler en 1938 son un aporte histórico fundamental, en su mayoría vivieron las trivulaciones de la guerra. Sus puntos de vista pueden bien ser aplicables igualmente al caso de Georg Elser de 1939.

t. andino


*****

Quien pretenda especular sobre la historia debe andarse con cuidado. Porque con los "de haber", "tenía que" y "si se hubiese", no se puede corregir el pasado. Esto es válido también para las hipótesis que contiene la biografía de Hitler escrita por Joachim Fest sobre cómo hubiera calificado el mundo a Hitler de haber tenido éxito el atentado de 1938. En todo caso las respuestas son tan interesantes como las tesis que las provocan. Rolf-Steinberg se entrevistó en 1974 con una serie de personalidades. He aquí el resultado.



Joachim C. Fest: " Hitler", Editorial Noguer, Barcelona 1974, I, 16.

"De haber sucumbido Hitler en el atentado de finales de 1938, muy pocos dudarían en señalarlo como uno de los más grandes hombres de Estado alemanes, e incluso, quizá, como el consumador de la historia germánica. Los discursos agresivos y Mi Lucha, el antisemitismo, y el concepto de hegemonía universal habrían caído en el olvido, y se atribuirían a unas ideas fantasiosas de la juventud de Hitler, que solo desenterrarían los críticos de una nación descontenta, con el fin de despertar conciencias. Seis años y medio cambiaron esta versión de la historia. Es seguro que solo un final violento le hubiese procurado semejante fama -y a punto estuvo de lograrla- porque su forma de ser se basaba en la destrucción y no se perdonaba ni a sí mismo. ¿Puede decirse de él que fue "grande"?


Klaus Reiner Röhl
editor de "das-da" (nacido en 1928)

La pregunta está mal formulada. Los lectores de la literatura más humilde de ciencia ficción saben que el tiempo no se enmienda ni se corrige. !Pobre del viajero que quiera resolver semejante paradoja de tiempo!. En vez de esto voy a hacer otra pregunta:

¿Por qué no se coronó con éxito el atentado de 1938? ¿Por qué no continuaron? ¿Por qué no se organizó una resistencia auténtica? ¿Por qué no existe sobre la única resistencia digna de este nombre -la resistencia de los obreros-, apenas literatura en la República Federal?. Un atentado como acción única estaba llamado a fracasar porque depende siempre de una serie de casualidades. Lo trágico o la falta de la situación política de los años 30 fue que la clase trabajadora estaba profundamente dividida, tanto por culpa de la socialdemocracia orientada hacia la derecha, como la del Partido Comunista de Thälmann, orientado completamente al estalinismo, de manera que el nacionalsocialismo pudo fácilmente terminar con ella. El asesinato de Hitler no hubiera aportado realmente un verdadero cambio político. En 1938 no existían fuerzas políticas capaces de llenar ese vacío.


Sebastian Haffner
periodista, escritor e historiador (nacido en 1907)

Cierto que posiblemente se hubiera podido evitar la guerra de 1939. Göring, sucesor de Hitler por aquel tiempo, no la deseaba de ninguna manera; los jefes militares, que antes de Munich habían considerado la posibilidad de una rebelión, mucho menos. Pero, cómo hubiesen hecho frente Göring y los generales a Himmler, a las SS y al Partido? Y cómo se hubiera podido enderezar una economía exclusivamente  dirigida a una guerra de conquista?

Lo que Fest pasa por alto en su experimento especulativo es que la Gran Alemania de Hitler, desde el punto de vista de la política exterior, era prácticamente inatacable después de Munich, pero de puertas adentro el Estado no se encontraba seguro, ni estable, ni sano. 

La obra destructiva de Hitler, que de fronteras afuera empezó para Europa en 1939, había comenzado para Alemania en 1933, y en 1938 se encontraba bastante adelantada.

Alemania carecía de Constitución, no era un Estado de derecho; sus instituciones: partido, Wehrmacht, SS, Frente del Trabajo, eran verdaderos Estados dentro del Estado y se enfrentaban entre sí, encontrándose unidos solamente en la cumbre, en la persona de Hitler. Al faltar esta persona en la cumbre, el edificio se hubiera venido abajo y en vez de la guerra para la que había sido preparada, Alemania hubiera conocido en 1938 una guerra civil. Desde el punto de vista tanto moral como económico, el gran Reich se encontraba ya deshecho en 1938; la descomposición moral pudo apreciarse en noviembre de 1938 con la "Noche de los Cristales". Los sucesores en el poder, a los que la desaparición de Hitler hubiese abierto el camino, no habrían tenido la menor consideración, ni sentido el más mínimo escrúpulo. Quizás se hubiera sostenido en la Alemania propagandística de entonces, durante un tiempo, una leyenda de traición a Hitler, de la puñalada por la espalda. "Si al Führer no lo hubieran asesinado -diría alguno- no pasarían estas cosas". Y no habrían pasado las que real y verdaderamente han sucedido: la guerra y la derrota. En todo caso, de una manera o de otra, la obra de Hitler estaba dirigida desde el principio a la destrucción. La mala semilla tenía que dar mal fruto. Y únicamente un historiador ciego no sería capaz de dar con ello. A la larga se hubiese impuesto el juicio de Thomas Mann, quien se refirió a Hitler en 1938, cuando el Führer se encontraba en la cumbre de sus triunfos, con estas palabras: "Verdaderamente, el mozo es una catástrofe".




Will Tremper 
escritor ( nacido en 1928)

Se hubiera convertido en un nuevo Napoleón. Hoy no se hablaría ya de las víctimas de Hitler como no se habla en Francia de los que murieron por culpa de Napoleón. Estoy por decir que seguiría existiendo el III Reich en buena amistad con el resto de las naciones. Seguro que se hubiera consolidado después de un atentado de esa naturaleza. Quizás se hubiese coronado como sucesor a Göring o nombrado un triunvirato. Tampoco consideraba nadie posible que la Unión Soviética pudiera seguir existiendo en la misma forma una vez que Stalin desapareciera. Lástima, de verdad, lástima que Hitler no fuera asesinado en aquella ocasión. Podríamos circular libremente por Berlín y el biógrafo de Hitler, Fest, defendería la tesis de que si Hitler se hubiera salvado en 1938, seguro que la guerra hubiese sido un hecho.


Fabián von Schlabrendorff
juez federal, autor de "Offiiziere gegen Hitler" (nacido en 1907).

Solo un político y no un historiador puede plantearse la pregunta de que hubiera pasado en tal o cual caso. El atentado no es ningún medio político eficazmente recomendable, salvo que uno se encuentre en una situación en la que no haya otro remedio. Antes de empezar la Segunda Guerra Mundial no existía tal situación de urgencia.

El argumento de que un atentado en 1938 no hubiera contado con la aprobación del pueblo alemán sino que por el contrario hubiese servido para glorificar posteriormente a Hitler, es falso. Lo que la masa piensa y siente no es un criterio que detenga a gente resueltamente decidida a actuar. 

Para quien desea de verdad llevar algo a cabo, no representa nada la opinión o el eco que provoque en la masa. Lo único decisivo es si el plan trazado se considera o no indispensable. En 1938 las cartas del acontecer mundial eran diferentes a las de 1943 o 1944. Una demostración de la marina inglesa en la zona conveniente hubiera afectado más a la historia del mundo que un atentado.


Franz Baake
director de cine y televisión (nacido en 1931)

Fest tiene razón; sin ninguna duda hubiera pasado entonces Hitler a la historia como uno de los grandes hombres de todos los tiempos. porque no es de esperar que en un futuro próximo se cambie el sistema de medidas por las que la gente califica de "grandes" a sus iguales. El igualmente antipático Federico II sigue siendo "el Grande", pese a que para nosotros y el mundo entero hubiera sido mejor que la emperatriz María Teresa le hubiese vencido y llevado a los tribunales. Federico a Voltaire: "El deseo de hacer hablar de mi y la satisfacción por la aventura vencieron, y la guerra fue cosa concluida".

En tanto los americanos sigan peregrinando a la tumba de ese monstruo parecido a Hitler que fue Napoleón, en tanto ese poseso del poder, esa bestia asesina siga siendo objeto de cualquier culto, en tanto -por citar un ejemplo- el descubridor de la penicilina (quién se acuerda de su nombre?) no esté enterrado en un templo y sea objeto de veneración, en tanto la humanidad solo se incline reverenciosa ante los gánsters políticos, responsables por millones de muertes y olviden a los que deberían ser objeto de millones de bendiciones, en tanto suceda esto, no se podrá corregir el resultado que apunta Fest a su especulativo y teórico experimento. 

¿No se dice para señalar a alguien que ejerce violentamente poder sobre otros que se ha convertido en ´una fiera´?... ¿Y no son por lo general fieras las que figuran en los escudos de armas de los pueblos?.

No. quien niegue las conclusiones de Fest no podrá seguir adelante. Fuera de que para millones de personas en 1938 no hacía falta ningún atentado. Para éstos sigue siendo el Führer uno de los más grandes hombres de Estado. Quizá la mayor ayuda podrían proporcionarla nuestros historiadores y profesores de historia, formando un sistema intelectual que permitiera establecer la verdadera grandeza histórica.




Dr. Robert Kempner
abogado y antiguo sustituto del fiscal norteamericano en el proceso de Nuremberg (nacido en 1899)

Allí hubiera terminado el peor de los fantasmas del III Reich. Un atentado con éxito contra Hitler en las postrimerías de 1938 hubiese significado en mi opinión el principio del fin. Porque Hitler era el único que mantenía unida toda la sociedad parda. A mi entender no fue el gran mariscal, pero si el gran jefe de personal de todos los tiempos.

De ahí que supiera colocar a cada hombre en su sitio, de los funcionarios a los ministros, pasando por los guardas de los campos de concentración. Sin embargo, la lucha entre sus ayudantes era continua. Por eso, en el caso de haber desaparecido Hitler, se hubiera producido una división interna en innumerables grupos. Tampoco creo que su sucesor hubiera gozado en el pueblo de un "mito Hitler", como indica Fest en su especulación. Cuando un jefe de este tipo se va, desaparece por completo. lo hemos podido ver en 1953 con la muerte de Stalin y aun después en la RDA con la desaparición de Walter Ulbricht. Sus sucesores se han cuidado de acabar  con su prestigio o al menos de amortiguarlo.


Claus Heinrich Meyer 
redactor del "Süddeutsche Zeitung" (nacido en 1931)

Es una hipótesis que solo puedo aceptar si se detiene la historia en 1938. Efectivamente, hasta ese año los alemanes no habían entendido nada de política, ni de democracia, ni de pluralismo, y racionalismo y reflexión no estaban indudablemente considerados como virtudes germanas. Hitler explicaba a sus contemporáneos el complicado mundo a su manera. 

No exigía autonomía de pensamiento sino al contrario, y eso era del agrado de la mayoría. Sabían que los grandes hombres hacen historia y que todos los que hacen historia son grandes hombres. Por otra parte, y a esto me quiero referir, existía en las democracias occidentales una fuerza antifascista consciente, ya en 1938. Esta fuerza no estaba en absoluto convencida de la grandeza de Hitler. Esta fuerza se hubiera dejado sentir cada vez más aun dentro de Alemania. Estoy convencido de que una Alemania nazi, después de la eliminación de Hitler por la violencia, al principio su imagen se hubiera puesto por todo lo alto, pero luego poco a poco se hubiera retocado. Tengo que añadir que esta discusión, por teórica, la encuentro un tanto absurda.

Hitler no desapareció en 1938. Hoy poseemos todas las informaciones y datos sobre los hechos. No es ningún problema, por tanto, convencerse de que Hitler no fue grande ni como persona ni como personaje histórico; ni en el momento verdadero de su muerte, ni aun considerando que hubiera podido desaparecer en 1938.


Wilfried Martini 
publicista (nacido en 1905)

Si hubiera desaparecido Hitler en el atentado que le prepararon los militares en 1938, sus sucesores no hubieran recibido herencia fácil. Hitler se encontraba en el punto culminante de su popularidad. De haber muerto en 1938 de muerte natural -pese al horror de los campos de concentración, a la difamación y vejación de los judíos- hubiera ocupado otro lugar en la historia al que ocupa hoy, debido, sobre todo, a su política exterior, audaz pero coronada por el éxito.

Incluso aquellos que se mantuvieron a distancia o en la oposición al nacionalsocialismo, se admiraron de la rapidez con que Hitler consiguió hacer de una masa amorfa y desesperada una nación llena de vitalidad, aun cuando no se les ocultara que para Hitler aquella vitalidad era condición indispensable para poder ir a la guerra. Bajo Göring, el sucesor designado, no hubiera vuelto Alemania a la democracia. Pero la estructura del Tercer Reich hubiera sufrido un cambio positivo: Göring era por naturaleza tolerante y no carecía de humor. Muchas medidas dictadas por sugerencia de Hitler hubiesen desaparecido. Con toda seguridad no habría ido a la guerra. Hubiese disminuido el terror y los judíos habrían gozado de mayor libertad. Himmler no tenía por entonces la fuerza y el poder de que gozó más tarde. Para Göring hubiera podido resultar peligroso Heydrich, ambicioso e intelectualmente superior a él. En el Tercer Reich Heydrich fue la gran incógnita. 




Horst Krüger
escritor (nacido en 1919)

Un pensamiento terrorífico para mi equivalente a una pesadilla. Se hubiera puesto en movimiento una nueva leyenda de la puñalada por la espalda. Todavía nos estarían gobernando los descendientes políticos de Hitler. Quizá se hubiese establecido en Alemania un fascismo moderado, parecido al español, sin elementos católicos, por supuesto. El III Reich hubiera tenido grandes posibilidades de sobrevivir, si bien no en la forma hitleriana. La persecución a los judíos, ataques como el de la Noche de los Cristales, posiblemente no se hubieran repetido en el régimen de los sucesores.

Personalmente no consideré ni siquiera en 1938 a Hitler como el más grande de los alemanes, porque no había olvidado lo pasado desde 1933. Nos libramos de Hitler porque se decidió a pasar el Rubicón de su propia locura. Empezó en 1939 con la ocupación de Praga y terminó en 1941 con la invasión de Rusia.


Walter Dirks 
publicista y coeditor de "Frankfurter Hefte" (nacido en 1901)

Me temo que Fest tenga razón. En lo que a mí se refiere mi opinión por aquel entonces sobre el nacionalsocialismo estuvo en función de sus teorías políticas, cuyas raíces debían buscarse parte en el cristianismo, parte en el marxismo. Por lo tanto me encontraba en cierto modo inmune contra los aspectos tanto positivos como negativos que se sucedieron en los primeros años después de la toma del poder. Los negativos los registraba cuidadosamente porque venían en apoyo de mi teoría. Los positivos no me lograban engañar. Pero yo formaba entonces parte de una minoría crítica. Esto no es válido, pues, para la gran masa del pueblo en el año 1938. Por otra parte, sería bueno saber si cuando Fest se refiere a finales de 1938 debe entenderse antes o después de la Noche de los Cristales. Porque el número de los críticos aumentó considerablemente después del choque que supuso esa noche. Sin olvidar que el descontento generalizado al iniciarse la guerra, en 1939, demuestra que la admiración por Hitler en 1938 no era tan profunda.


Eugen Kogon 
profesor de Politología y recopilador del libro "Der SS-Staat" (nacido en 1903)

Por entonces, pasado 1933, eran muy pocos los alemanes que no coincidieran en algún punto con los nacionalsocialistas o que no estuvieran conformes con parte de su actividad, o al menos no la consideraran positiva. Igualmente, fuera del partido, no existían menos alemanes dispuestos a criticar esta actividad. Pero prácticamente ninguno, ni dentro ni fuera del partido, se hubiera atrevido a asegurar que aquél era el buen camino político para el futuro alemán. En el caso de que Hitler hubiera muerto en el atentado y en consecuencia desaparecido el régimen, la mayor parte de los alemanes lo hubieran considerado como una liberación, siempre que no hubiera supuesto volver a la situación anterior a 1933 y que la restablecida democracia hubiese hecho suya "la parte positiva del nacionalsocialismo". Liberación del despotismo de los ´faisanes dorados´ hasta Göring, del control ejercido a todos los niveles, de casa, frente del trabajo, policía secreta; liberación de los gritos apasionados de Goebbles y del afán de aventura de Hitler. Así las cosas, para los alemanes hubiera supuesto el nacionalsocialismo un entreacto, no exento de cosas positivas pero acompañado de signos nada simpáticos y hasta horribles.


Fritjof Meyer 
redactor del "Spiegel" (nacido en 1932)

Ninguno de los problemas solucionados en 1945 hubieran podido serlo en 1938. Cualquiera que hubiera sido el sucesor de Hitler en el mismo partido, pero con menos personalidad -una especie de Jruschov del nacionalsocialismo- se hubiera dejado inducir a un arreglo del problema de Danzig sin Polonia, a desafiar la concurrencia de Gran Bretaña y a vengarse de Francia. El gran Reich alemán hubiera puesto en peligro el equilibrio europeo y con ello atraído al escenario político internacional a Norteamérica y la Unión Soviética.

La pequeña burguesía triunfante en 1938, después de haber satisfecho sus ambiciones sociales y nacionales, hubiese exigido "espacio vital" y colonias, y permanecido lejos de las exigencias de una sociedad industrial para encerrarse en un idilio feudal. Se hubiera continuado persiguiendo al contrapeso de la balanza: a los judíos liberales, a los cristianos practicantes, a los funcionarios del movimiento obrero. Para todo esto también hubiera sido válido el mito del Führer muerto. Para el fracaso, sin embargo, no hubiese podido servir de cabeza de turco. De todas maneras, en algún momento los alemanes se hubieran dado cuenta de la realidad y aprendido la lección e incluso reconocido con dolor, que hasta un Hitler al que los acontecimientos no habían derrotado, traicionó con sus ideas a su propio pueblo alemán.


*****


Una foto autografiada de A. Hitler, tomada por el fotógrafo Heinrich Hoffmann


Bien, hasta aquí el coloquio de personalidades alemanas en el campo de la historia y otras ciencias afines, ahora revisemos otro PUNTO DE VISTA más actual sobre el tema, la tesis es planteada por los célebres investigadores, ya fallecidos, Michael Baigent y Richard Leigh. Sus apreciaciones se encuentran inmersas en el capítulo "La Resistencia Alemana" de su libro "Secret Germany":


Michael Baigent
escritor y psicólogo (nacido en 1948). 
Richard Leigh 
escritor (nacido en 1943)

Muchos conspiradores en 1938 solo pretendían detener a Hitler y someterlo a juicio, lo que habría impedido convertirlo en mártir, así como las acusaciones de que le habían asestado una "puñalada por la espalda". Desde 1933 uno de los conspiradores había reunido y cotejado secretamente material para un proceso legal. También se habló de que un grupo de médicos declarase oficialmente demente al Führer. Pese a diversas objeciones, desarrollaron un plan de contingencia para asesinarlo, partiendo de la base de que "el tiranicidio siempre se ha considerado un mandamiento moral". 

Obviamente, resulta fácil recapacitar sobre la historia, si bien cuesta imaginar un momento de indecisión y de irresolución con consecuencias más trágicas


Con frecuencia se sostiene que Hitler habría retrocedido si Chamberlain se hubiese mostrado firme en Munich. En realidad, Hitler NO habría retrocedido, pero, al dejar de hacerlo, casi con certeza lo habrían destituido y probablemente eliminado, lo que habría resultado más beneficioso para la humanidad y para la historia del siglo XX.

De todos los complots contra Hitler, probablemente el de 1938 tuvo las mayores posibilidades de éxito y estuvo más próximo a su realización. También fue la última ocasión en la que militares de elevada graduación del alto mando, incluido el jefe del Estado Mayor, mostraron la voluntad, la unanimidad y la disposición a actuar de forma tan concertada.


Anotaciones del editor del blog:



Es interesante observar que ninguno de los participantes en el coloquio llega a reflexionar sobre cómo hubiese sido un gobierno posterior a Hitler, sin nazis de por medio, a breves rasgos se menciona la posibilidad de un triunvirato militar al ser ellos quienes depusiesen a Hitler. La mayoría habla de una continuidad del régimen nacionalsocialista pero más "blando" y buscando otras formas de entablar verdaderas relaciones internacionales dentro de un aparente marco legal. También es cierto que muchos conspiradores militares eran pro-monárquicos y deseaban restaurar el trono con una monarquía parlamentaria. Tampoco se debe pasar por alto que este coloquio de personalidades tuvo lugar en 1974, hace 45 años, en plena guerra fría, con una Alemania dividida y una poderosa Unión Soviética que garantizaba a los Estados Unidos la destrucción mutua asegurada en caso de un conflicto nuclear. 



Haga Click 


Nota final:

*Aclaración sobre el verbo condicional "habría"

Dado que he recibido algunas críticas respecto a los temas en que se utiliza el verbo condicional "habría" en los artículos de nuestro amigo Nick Ottens del portal Never Was Magazine, cuyo lema es: Explorando un pasado que nunca fue ("Exploring a past that never was"), donde se presentan ponencias planteadas como hipótesis, que, lógicamente, no sucedieron. No obstante, ofrecen una plausible explicación porque en un tiempo y bajo circunstancias determinadas pudo ser posible. 

Gramaticalmente, sobre el uso del condicional "habría"  existe la siguiente explicación para su uso:

El condicional compuesto del modo indicativo "habría" alterna con el pretérito pluscuamperfecto del subjuntivo (hubiera / hubiese) en la mayor parte de los contextos. Así por ejemplo en "Yo lo habría hecho de otro modo" equivale a decir "Yo lo hubiera hecho de otro modo" o "Yo lo hubiese hecho de otro modo". 

Esto es posible porque en ambos casos denota una situación irreal, posible, probable. Esta alternancia no se da en oraciones como la siguiente "Lamentó que a su jefe no le hubiera gustado (o hubiese gustado) la presentación del evento". No es posible decir "Lamentó que a su jefe no le habría gustado la presentación del evento". Aquí no es posible porque aparece el verbo factivo emotivo "lamentar" que exige solo el modo subjuntivo, nunca el indicativo, como también pasa con el verbo asombrar: "Se asombró de que hubiera llegado (o hubiese llegado) tan alegre", pero no "se asombró de que habría llegado tan alegre". 

(* Esta explicación sobre el condicional no pertenece al editor del blog)

Fuente básica de consulta:

COLOQUIO: "Habría surgido una nueva leyenda de la puñalada". Recopilación de Rolf-Steinberg. Enciclopedia el III Reich, Tomo II, Editorial Noguer S.A. Barcelona España 1974 

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