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12 marzo 2019

AUSTRIA: 12 marzo de 1938. ¿Reunificación o anexión?


Hitler en el Palacio Imperial Hofburg, Viena 15 de marzo 1938 


por Tito Andino U.


Introducción

Muchos pseudo historiadores "revisionistas" mantienen la tesis que el Anschluss fue pacífico y legal porque una inmensa masa de austríacos dieron la bienvenida a las tropas de la Wehrmacht, por tanto, legitiman su anexión al Imperio alemán. Sin embargo, las aspiraciones de los austríacos habían cambiado desde 1918.

Concluida la guerra y abolido el Imperio Austro-Húngaro se declaró la República de Austria Alemana (Republik Deutschösterreich o Deutsch-Österreich), antes del final de 1918 la población, mediante plebiscitos regionales, expresó su voluntad de unirse a los alemanes, reclamando concesiones territoriales (no fue un plebiscito nacional). Aquellos objetivos eran quiméricos al no contar con apoyo internacional (excepto Alemania). Austria dependía de la decisión de los Aliados quienes rechazaron tales pretenciones; no obstante, el 12 de marzo de 1919 la Asamblea Nacional austríaca declaró al estado como una parte constituyente de la República Alemana. El Tratado de Saint-Germain-en-Laye, 10 de septiembre de 1919, puso las cosas en su cauce, la República de Austria Alemana pasó a denominarse República de Austria (Republik Österreich), prohibiéndose la unificación del país con otro a menos que contara con la aprobación de la Sociedad de Naciones, en razón que el Tratado de Versalles prohibía a Alemania unificarse con Austria. Casi dos décadas después, los nazis alemanes y austríacos se apoyarían en las decisiones anteriores al Tratado de Saint-Germain-en-Laye (1919) para reivindicar la unión.

Con el tiempo las aspiraciones austríacas fueron desde las más variadas posiciones políticas, la anexión ya no era primordial en la agenda, desde consolidar un nuevo estado nacional que rechace definitivamente la vieja monarquía, pasando por un estado autoritario de corte fascista, en mayo de 1934 se promulgó una nueva Constitución y un gobierno conocido como "austrofascismo", dirigido por el canciller Engelbert Dollfuss​ (asesinado por los nazis en julio de 1934), recuerden que en esos tiempos Austria contaba con la protección del régimen fascista italiano (opuesto a los nazis). Otro importante sector de la sociedad austriaca (monárquicos) luchaban por el retorno de los Habsburgo como soberanos del Österreich. Existía celo por cuanto Alemania seguía ostentando oficialmente el nombre de 'Deutsches Reich' (Imperio Alemán creado por la dinastía de los Hohenzollern) no obstante declararse la República (República de Weimar). Austria había sido "rebajada" a una simple República (Republiek Österreich, pese a que su traducción literal significa Imperio Oriental), gran parte de austriacos seguían enorgulleciéndose de su rico pasado, que ostentó, hasta no hace mucho, a través de la casa real de los Habsburgo, es decir, los títulos reales asignados a los emperadores del Sacro Imperio Germánico Romano.

Así que, dejando la propaganda a un lado, ya era minoritario el deseo de los austríacos para anexarse al Imperio Alemán, en 1918-1919 la desolación por el derrumbe del Imperio de los Habsburgo había impulsado en algunos círculos la iniciativa de unirse al Reich alemán.

El Anschluss


Hitler es recibido en Viena, 15 marzo 1938


Típico de este blog, no escribiremos la historia del Anschluss, un tema sobreexplotado, bastará un breve repaso de puntos concretos previos a la anexión. Hace unos día me encontré con una corta reseña referente al Anschluss y el "plebiscito" convocado para "legitimar" una invasión incruenta (característico de los primeros años del nazismo), me decanto por el titular "El plebiscito de Hitler. Cómo anexionarse una nación y legitimarlo sin disimulo" (José Carlos Bermejo). De allí surgió la idea de esta entrada. 

Es histórico que las circunstancias políticas de la época jugaron en favor del nuevo aprendiz de monarca que impuso las reglas para invadir y anexarse forzadamente una nación, la propaganda nazi haría el resto (por supuesto que un segmento importante de ciudadanos austríacos apoyó vivamente el Anschluss):

- Ante la presión desmedida de los nazis (tanto de Alemania como de Austria), el canciller austriaco, Kurt Schuschnigg, planeó los primeros días de marzo de 1938 convocar un plebiscito para el 13 de marzo. No se trataba de una pregunta, sino un llamado a respaldar una "Austria unida, cristiana, social, independiente, germana y libre", es decir no se convocaba para consultar sobre las aspiraciones alemanas de anexión. la noticia se filtró a Berlín.

- Schuschnigg, apremiado por las circunstancias, anuncia el 9 de marzo un referéndum para el 13 de marzo de 1938, Existe ya una pregunta concreta:  Independencia o unión con Alemania.

- Hitler no puede permitirlo, ordena a los nazis austríacos sabotear la realización del referéndum. Por otro lado, Schuschnigg ve esfumarse su deseo de contar con el respaldo internacional​. Alemania cierra las fronteras y moviliza las tropas. Dentro de Austria los nazis locales incitan a la violencia contra entidades estatales para crear el caos (algunos historiadores concuerdan que se intentaba provocar una guerra civil).

- El 10 de marzo, Hitler y su estado mayor de la Wehrmacht discuten el plan de invasión (Operación Otto) y exigen al líder austriaco Seyss-Inquart que ese mismo día busque la forma de anular el plebiscito. Hitler ordena mantener la violencia provocada por los nazis en las ciudades austríacas, esos actos provocan la reacción de las tropas austríacas leales al gobierno.

- La verdadera intención de Hitler es conseguir que el presidente Miklas destituya a Schuschnigg y nombre a Arthur Seyss-Inquart como canciller de Austria, quien, a la vez, debía solicitar el apoyo militar a Alemania para poner fin a la violencia y maquillar la invasión.

- El 11 de marzo, nazis austriacos armados y apoyados con infiltrados de la Gestapo provenientes de Alemania toman el control de la mayoría de entes gubernamentales en toda Austria. El presidente Miklas recibe un ultimátum del propio Hitler que le exige dejar sin efecto el referéndum. Miklas, en un acto de valentía y honor, luego de reunirse con Schschnigg, se niega cancelar el referéndum convocado.

-  El Consejo de Ministros austríaco se reune, al mismo tiempo, Hitler aprueba el plan de invasión y exige el nombramiento de Seyss-Inquart en reemplazo de Schuschnigg, Miklas se niega nombrar al nazi como canciller. Los nazis amenazan con la invasión para esa noche (11 de marzo). Terribles presiones tienen lugar, Miklas una vez más se niega nombrar a Seyss-Inquart. Como último acto, Schuschnigg acepta anular el plebiscito pero no convoca a otro según ahora exigen los nazis austríacos (dentro de tres semanas). Schuschnigg dimite ante el presidente quien no puede conseguir a alguien dispuesto a asumir el cargo de canciller. Un iracundo Hitler exige la renuncia de todo el gobierno austriaco.

- En la práctica, los nazis austríacos imponen por la fuerza su autoridad, cuelgan banderas nazis en los edificios gubernamentales y exigen la toma del poder. En Alemania, Goering comunica a Seyss-Inquart que va a ordenar la invasión de Austria y que toda resistencia será juzgada por consejos de guerra, las tropas alemanas se movilizan para ingresar en Austria el 12 de marzo.

- Hitler ve la necesidad de consultar a Mussolini (protector de Austria) quien por los canales diplomáticos hace saber que no intervendrá en los sucesos a devenir, dejando a los austríacos sin su único aliado. Hitler estalla nuevamente en furia al no recibir comunicado de Viena nombrando a Seyss-Inquart como canciller austríaco, la invasión debe iniciarse esa misma noche (11 de marzo). Se procede a falsificar documentos como el que, supuestamente, redacta Seyss-Inquart como nuevo canciller solicitando apoyo alemán para restablecer el orden en Austria. Hitler ahora exige que Miklas renuncia como presidente.

- A medianoche (ya el 12 de marzo) Miklas nombra a Seyss-Inquart canciller interino, pero él se reserva el derecho a emitir toda medida gubernamental. Seyss-Inquart pide detener la invasión ya que se han aceptado las condiciones alemanas, pero Hitler rechaza el pedido.​

- Tropas alemanas cruzan la frontera austríaca, en muchas partes son vitoreadas, no hay oposición a tal acto, ni reacción internacional. Temprano el nuevo Ejecutivo austríaco jura la Constitución, Seyss-Inquart pide parar la invasión (en vano). El nuevo gobierno austríaco anula el artículo 88 del tratado de paz que impide la unión con Alemania y promulga por decreto la anexión. Miklas dimite (negándose a firmar el decreto de anexión) y designa presidente interino al canciller Seyss-Inquart.
- Nazis austríacos junto a agentes de la Gestapo arrestan a Miklas. Arthur Seyss-Inquart da la bienvenida a las tropas de la Wehrmacht. El 13 de marzo las fuerzas alemanas ocupan sin resistencia toda Austria, siendo recibidos por la población. Hitler que ya se halla en Austria entra en Viena el 15 de marzo.


Marzo 1938, entusiastas austríacos saludan el paso de las tropas alemanas, ante los hechos consumados no queda más que la resignación y los buenos deseos; a la derecha, Hitler saluda a la población de Salzburgo.


En resumen: Las autoridades austríacas pensaban contar con apoyo internacional y apoyo de la población para conservar su independencia. Las cosas hay que llamarlas por su nombre, el Partido Nazi Austriaco planificó bajó las órdenes directas de Hitler un golpe de estado  en Viena, hecho que se materializó el 11 de marzo de 1938, evitando la celebración del referéndum convocado por Schuschnigg (en 1934 intentaron otro golpe de estado, asesinando al canciller Dollfus). El poder que tomaron los sediciosos fue inmediatamente transferido a Berlín, la Wehrmacht ingresa a Austria en plena crisis y chantajes a las autoridades locales. Hasta un nazi como Seyss-Inquart imploró que no se consume la invasión, tuvo que resignarse a las órdenes de su amo y por quien tendría que presentarse al cadalso en 1946.

Cumplida la ambición nazi, una de las primeras medidas implica suprimir la Primera República de Austria (Republik Österreich). Los nazis la degradan a provincia, Ostmark (Marca Oriental). Arthur Seyss-Inquart también ve degradado su codiciado cargo de Canciller a Gobernador General (el cargo de canciller queda suprimido).

Entonces, Hitler anuncia su plebiscito para el 10 de abril de 1938 con el cual legitimará la invasión de marzo. 


Marzo 1938, la extinta República de Austria (en rojo) convertida en la provincia de Ostmark (La Marca Oriental) de la Alemania nazi. Aneriormente explicamos que el nombre oficial de Alemania seguía siendo Deutches Reich (Imperio Alemán) a pesar de que se declaró la República (República de Weimar).


La papeleta del Plebiscito





Explicación de la gráfica y fotografía. Arriba: Observamos la papeleta del plebiscito convocado por los nazis tras la invasión y anexión (Anschluss) de Austria del 12 de marzo de 1938. Apreciemos que la parte principal de la pregunta y el nombre de Adolf Hitler tienen letra más grande y resaltada. La diferencia entre el "Ja" y el "Nein" es tan enorme que podría tratarse de una representación del Planeta Tierra con su satélite. Abajo: Una práctica "guía" para principiantes. Cómo votar por el Führer. Por si alguien no comprendió, el círculo grande es para marcar "SI" y el pequeño para dejarlo vacío.

Esa es la papeleta oficial utilizada el 10 de abril de 1938, cuya traducción dice: "¿Estás de acuerdo con la reunificación de Austria con el Imperio Alemán efectuada el 13 de marzo de 1938 y votas en favor de la lista de nuestro Lider Adolf Hitler?"... ¿Adivinan quién ganó?...  



Propaganda nazi para el referéndum del 10 de abril de 1938: En las ilustraciones a color, la primera dice: "Toda la gente dice el 10 de abril Si!". El otro es una famosa acuarela que se utilizó como tarjeta postal, representa al canciller austriaco Kurt Schuschnigg huyendo de Austria, junto con un sacerdote católico, un político, un judío caricaturizado que sostiene una caja llena de dinero y un miembro de la Juventud Schuschnigg (con un rostro judío igualmente caricaturizado). El grupo angustiado parece ser arrastrado por un muro de banderas nazis que empujan detrás de ellos. El título debajo de la ilustración "Mander, 's ischt Zeit !" (Hombres, ha llegado el momento!) hace eco del histórico llamado a las armas del heroico luchador por la libertad del Tirol, Andreas Hofer.


Bien, ahora entremos en otro detalle, quizá desapercibido. Si alguien se percató de algo interesante escrito en la papeleta y conoce algo de alemán y de su historia, podría afirmar que ¿Austria alguna vez fue parte del Imperio Alemán?. 

A Hitler le tomó tiempo y muchas rabietas justificar la invasión - anexión de Austria. Los ciudadanos de la Marca Oriental (ex austríacos), nueva provincia alemana, no tuvieron otra alternativa  electoral que:

 ¿Estás de acuerdo con la "reunificación"?
Si o No.

Veamos, los nazis utilizaron para el plebiscito la palabra Wiedervereinigung, que significa "reunificar", mientras que el término alemán Anschluss puede ser traducido como: unión, adhesión, anexión, incorporación; o, en otros contextos como: enlace, reunión, conexión y otros significados más, pero nunca se puede utilizar como reunificación. Ahora podrán entender por qué no se utilizó la palabra anschluss para la papeleta del referéndum. Wiedervereinigung pretendía otorgar una inexistente legalidad dentro de un marco jurídico de "causa justa" (ius ad bellum).

La definición de "reunificar" es precisa: "Volver a unir una entidad que en algún momento constituyó una unidad" (RAE).

La frase completa en la papeleta del plebiscito dice: "Wiedervereinigung Österreichs mit dem Deutschen Reich", es decir: "Reunificación de Austria con el Reich alemán".

Aquí nuevamente preguntamos. ¿Cuándo Austria o el Imperio Austro-Húngaro fueron parte del Imperio Alemán? Retrocedamos en la historia y reflexionemos: ¿Alguna vez el Imperio de los Habsburgo (Austria) se fusionó con el Reino de Prusia de los Hohenzollern (Imperio Alemán) o, remontándonos más en el pasado, con la dinastía Hohenstaufen (germánicos propiamente dichos)? 

Los nazis pretendieron reescribir la historia, sobre todo aquella bicefalia entre Prusia y Austria, al convocar a una dudosa, sería bueno decirlo, falsa "reunificación" germana de la invadida y anexada Austria, bautizada como la provincia de la 'Marca Oriental' del Reich Alemán, basado solo por cuestiones lingüísticas o de raza. 

En efecto, los nazis realizaron su plebiscito en abril de 1938. Se negó la posibilidad de realizar campaña por el "NO"; en el supuesto de que se consintiera, ¿cuál avezado austriaco la impulsaría?, puesto que, a los pocos días de la invasión-anexión, ya se contaban por decenas de miles los detenidos (70.000) entre políticos, intelectuales y hasta judíos. Datos confirman que alrededor de 400.000 ciudadanos (10 % de los votantes) fueron excluidos. Una anécdota que recoge la Wikipedia señala que en el poblado de Innervillgraten, donde la votación no estuvo custodiada por la Wehrmacht o las milicias nazis, el resultado fue del 95 % en contra de la anexión.

De todas formas, sería inútil cuestionar el apoyo popular (99.73 % de electores) en favor del "SI"; pero, la forma en que se llevó a cabo el proceso influyó en el resultado. No existió el voto secreto, los ciudadanos estaban obligados a marcar la papeleta a la vista de los SS, aun más, la papeleta debía ser entregada al SS, no había la opción para que el votante introdujera la papeleta en una urna. 

Por otro lado, Austria no fue inmune a las terribles crisis económicas que asolaron Europa tras la posguerra, tiempos de la hiperinflación alemana (1921-1923), luego vendría la Gran Depresión de 1929, Austria también se vió abocada en quiebras del sistema bancario. Las crisis financieras fueron el caldo de cultivo del nazismo, sin ellas no había posibilidad que exaltados "redentores" del mundo sean tomados en cuenta. Imagínese a un simple ciudadano austríaco de aquellos años contemplando extasiado como un coterráneo se apodera de Alemania al punto de declararse Führer, el "Mesías", el "Salvador" que clama por la unión de los pueblos germanos. Cómo no despertar la curiosidad en aquel hombre que llega escoltado por decenas de miles de soldados, hay que salir a las calles, a las carreteras, hay que mirarlo, quizá (piensan los austríacos), a pesar de todo, sea lo mejor para todos...



VIDEO

Anschluss. Versión rápida 
Cómo anexionarse una nación y legitimarlo sin disimulo


El lector tendrá muchas dudas sobre la argumentación de esta ponencia, sobre todo con la famosa "reunificación" (Wiedervereinigung); o, si Austria formó parte en algún momento de la historia del Imperio Alemán. Veamos la siguiente explicación.


Un poco de historia sobre el Sacro Imperio Romano Germánico.

Este mapa muestra el Sacro Imperio Romano en sus máximas expansiones. Durante más de ocho siglo el Sacro Imperio Romano se extendió desde el Mar del Norte hasta el Mar Mediterráneo


Podría cuestionarse está ponencia y presentarse como argumento de la anexión nazi de Austria el hecho histórico que alguna vez los territorios austríacos formaron parte del Sacro Imperio Romano - Germánico. Sin embargo, durante todo ese tiempo no existió una unidad y gobierno centralizado, el Sacro Imperio se conformaba de las típicas monarquías medievales, que se administraban por sí solas y cuyo nexo de unión siempre fue la Iglesia. 

Es más fácil comprender la estructura del Sacro Imperio explicando sus diferencias. Insistiré que nunca se convirtió en un Estado-nación, aglutinaba los más diversos y dispares sistemas de administración, que es otra cosa, les ataba un vínculo de principios católicos-cristiano-romanos que obligaba a rendir tributo a un soberano que reinaba pero no gobernaba, una especie de autoridad o juez sacrosanto embestido por la Iglesia, a quien se recurría en caso de conflictos y divergencias. El Sacro Imperio estaba constituido por los más diversos pueblos y buena parte de su nobleza provenía fuera de la comunidad germano-hablante. Su sistema de "administración" era una verdadera Torre de Babel, existían numerosos territorios (por cientos) gobernados por reyes, príncipes, duques, condes, tanto seculares como eclesiásticos, además de Caballeros Libres del Imperio y Ciudades Libres, existían príncipes-obispos con poder administrativo y eclesiástico.


Hasta inicios del siglo XVI los reyes germanos no eran considerados emperadores, si el Papa no los coronase. El Sacro Imperio o el Emperador no ejercía poder directo sobre los estados que oficialmente regentaba.

Si pudieramos hacer una comparación moderna (con sus notables diferencias naturalmente), sería por ejemplo, la Unión Europea o una organización militar como la OTAN, en que todos se alían para un objetivo común (sin contar con la opinión pública, claro está). Así el Sacro Imperio Romano Germánico, en apariencia, estaba unido para defenderse de enemigos externos, comerciar, resolver sus propias disputas, etc. (eso no quiere decir que no se dieran conflictos armados entre sus componentes, la historia nos dice lo contrario, muy rica en ejemplos).

Propio de la codicia humana, llegaron las guerras, la reforma protestante y otras circunstancias que llevaron a un punto fulminante, la Paz de Westfalia (1648) con el consiguiente declive del Imperio, una vez más, ahí se constató que el emperador solamente era un título  nominal, no ejercía poder real en los 350 estados que se aglutinaban en torno al Sacro Imperio. 



Animación gráfica sobre la evolución del territorio del Sacro Imperio Romano Germánico desde su fundación hasta su desaparición (gráfico tomado de la Wikipedia)



A partir de la "Paz de Westfalia" se inició la constitución de otro sistema de alianzas independientes. "Se agruparon en torno a los grandes Estados europeos con los que tenían identidad religiosa e influencia política, de manera que los Estados católicos del sur se agruparon en torno a Austria-Hungría; los luteranos del norte junto a Brandeburgo (integrante del futuro Reino de Prusia) y el Imperio Sueco, y los del oeste, predominantemente calvinistas, ingresaron a la órbita de influencia de las Provincias Unidas y del Reino de Francia. A todos los efectos, el Sacro Imperio Romano pasó a ser una confederación de Estados de difícil cohesión y rivales entre sí" (cita de la Wikipedia).

El Sacro Imperio desde hace mucho tiempo estaba representado por la Casa Real de los Habsburgo (desde mediados del siglo XV hasta su disolución en 1806 tras ser derrotados en la batalla de Austerlitz por el Primer Imperio francés al mando de Napoleón Bonaparte). Las rivalidades con sus "parientes" prusianos, los Hohenzollern, se desataron a raíz del surgimiento de Prusia que iba aglutinando a otros estados germanos en su entorno, luego vendrían las hostilidades armadas entre ellos.


Confederación del Rín (Rheinbund 1806-1813)


Bonaparte, durante la guerras napoleónicas, ordenó la formación de la Confederación del Rin (Rheinbund,1806-1813) con 16 estados alemanes tras la batalla de Austerlitz en la cual Austria y Rusia fueran derrotadas, téngase en cuenta que Prusia no participa en la contienda. La Confederación del Rin tenía un propósito para Francia, los pequeños estados alemanes serían una zona de amortiguación entre Francia y Europa Central (Austria y Prusia). El Sacro Imperio Romano Germánico se derrumbó en 1806, el emperador Francisco II abdicó al trono imperial y conservó el título de Francisco I de Austria, como emperador, los sucesores de Francisco II continuaron titulándose emperadores de Austria hasta 1918.


Confederación Germánica (1815-1866)


Si pudiéramos decir que hay alguna etapa en la historia en que Prusia y Austria estuvieron juntas propiamente dicho, bajo una denominación común aunque no administrativa, indirectamente fue gracias a Napoleón Bonaparte, en efecto, tras la derrota del Emperador francés en Waterloo (1815) se convocó al Congreso de Viena de 1815, aquí se decide, entre otras cosas, la conformación de la "Confederación Germánica" (Deutscher Bund), con 39 estados alemanes soberanos, incluido el Reino de Prusia, pero presidido por el Imperio Austríaco que ya recelaba del nacionalismo prusiano. Esa "Confederación" no funcionó ya que, generalmente, prusianos y austríacos no se ponían de acuerdo. Ese choque político culminó con la "Guerra de las Siete Semanas" (1866) en que el poderío militar prusiano se impuso, como consecuencia la "Confederación Germánica" se disuelve, formándose en 1867 la "Confederación Alemana del Norte" (Norddeutscher Bund), integrada por 22 estados del norte de Alemania, bajo hegemonía de Prusia, es el antecedente directo para la creación del Imperio Alemán en 1871. En esa nueva "Confederación" Austria es excluida del mundo "germánico".


Mapa de la Confederación Alemana del Norte, en rojo (1867-1871), Austria queda fuera.


El Reino de Prusia se fue imponiendo poco a poco al Imperio Austriaco, un ya presente Bismarck imponía la influencia prusiana en territorios alejados del control austríaco, como Sajonia, Baviera, Württemberg, etc. Sencillamente, Austria estaba en decadencia y no pudo oponerse a la penetración de Prusia en sus territorios (entonces ducados). 

Vendrían las "Guerras Germanas de Unificación", la Guerra Austro-Prusiana de 1866 (la guerra de las siete semanas) tenía un objetivo principal: expulsar a los austriacos de la "Confederación Germánica" y rechazar la "unificación" en torno a la corona de Austria. Bismarck apoyado por el desarrollo industrial de Prusia se convirtió en el temible enemigo de Austria. Otros objetivos secundarios se cumplieron, anexiones territoriales y la destrucción de la influencia austriaca sobre el resto de estados alemanes

¿Qué es lo fundamental de todo esto? 

Prusia expulsa a Austria de la Confederación Germánica, los austríacos reconocieron ese acto. La exclusión de Austria del seno de la comunidad germana fue un hecho consumado política y jurídicamente. En julio de 1867 se crea la "Confederación Alemana del Norte" (23 estados) bajo el predominio del Reino de Prusia. Llegándose al punto culminante tras la "Guerra Franco-Prusiana" (1870-1871), tras la victoria se consigue unificar a los estados alemanes aun renuentes y Guillermo I, Rey de Prusia, se proclama Kaiser del Imperio Alemán en 1871. Desde entonces, la historia de Alemania y Prusia se fusionan hasta el final de la Primera Guerra Mundial con la derrota del Imperio Alemán y la abdicación de Guillermo II.



Los austríacos fueron aliados de los alemanes en la Gran Guerra, pero ello no denotaba ningún deseo de "unificación", solo reflejaba cálculos geopolíticos y alianzas para proteger sus intereses ante el surgimiento de potencias paneslavas como el Imperio Ruso y el reino de Serbia. Como todos sabemos luego del asesinato del archiduque austrohúngaro, Francisco Fernando de Austria, por un ciudadano serbio (de Bosnia), el Kaiser alemán Guillermo II brinda al emperador austrohúngaro, Francisco José I, su apoyo para que Austria-Hungría invada el Reino de Serbia, por lo que Alemania tuvo que asumir su responsabilidad de provocar (e iniciar) la Gran Guerra.

II parte

Un breve repaso sobre los Habsburgo antes y después de la IIGM*

La Primera Guerra Mundial vio cómo la venerable dinastía de los Habsburgo fue depuesta y exiliada, su imperio, Austria-Hungría, destruido; igual sucede con el Imperio Alemán de los prusianos Hohenzollern que abdican al trono.

Un hecho que ha pasado desapercibido es que los Habsburgo, más que ninguna otra dinastía germana, estuvieron a un paso de ser restaurados en el trono austríaco, justo antes de la Segunda Guerra Mundial

Las tensiones internacionales surgidas tras las nuevas fronteras dibujadas después de la Gran Guerra fueron propicias para la propaganda nazi. No obstante Hitler temía a los Habsburgo a quienes veía como su mayor amenaza, incluso después de la toma del poder. El plan nazi de "reunificar" a todos los alemanes en un solo estado-nación significaba que debían iniciar con Austria, pero Mussolini apoyaba la independencia de Austria. 


El archiduque Otto de Habsburgo


Ya que las cosas no funcionaban en los ex estados del imperio austro-húngaro, se estudió la posibilidad de restaurar a los Habsburgo, lo que crearía un bloque fuerte que habría frenado el expansionismo nazi, en esos primeros años, la Alemania nazi era aun militarmente débil, sin importar que dedicara casi todos sus recursos a una economía de guerra y producción de material bélico.

En 1920 el gobierno húngaro votó para restaurar la monarquía, aunque carecían de un monarca, el almirante Miklós Horthy fue nombrado regente y debía entregar el poder al último rey de Hungría, el emperador Carlos I (Kaiser Karl) quien reclamó la corona dos veces en 1921 (los Aliados también se opusieron, aunque para muchos historiadores parece improbable que Gran Bretaña y Francia se arriesgasen a una guerra para evitar que los Habsburgo asuman su herencia húngara).


El Almirante Miklós Horthy, regente de Hungría y aliado de Adolf Hitler, fue el hombre que impidió que los Habsburgo (Archiduque Otto asuma el trono del Reino de Hungría)


Hungría fue durante la mayor parte de la Segunda Guerra Mundial un reino nominal, una monarquía sin monarca. Horthy se acercó a Alemania al participar en la división de Checoslovaquia y unirse militarmente al Eje. Gracias a esa alianza recuperó parte del territorio perdido ante Rumania, Checoslovaquia y Yugoslavia.

Todos estos eventos fueron observados muy de cerca por el hombre que debería haber sido Rey de Hungría, el Archiduque Otto de Austria, quien tuvo éxito como jefe de la Casa de los Habsburgo tras la muerte de su padre, el emperador Carlos, en 1922. En ese momento, de convirtirse en el Rey nominal de Hungría, era menor de edad, alcanzada la mayoría de edad legal se esperaba que asumiera el trono húngaro, el almirante Horthy lo impidió.

Muy pocas personas se dan cuenta lo cerca que estuvo el Archiduque Otto de ser restaurado al trono austríaco. Según sus propias cuentas, era un trato pactado, el retorno de la Casa de los Habsburgo a Viena estaba planeado. La causa principal del por qué no sucedió en última instancia vino del último lugar del mundo que cualquiera hubiera esperado: Abisinia (lo veremos poco más adelante).

Dentro de Austria el canciller Engelbert Dollfuss prohibió los partidos de oposición, estableció un estado católico y corporativista que los historiadores han denominado "austrofascismo", con lazos muy amistosos con Benito Mussolini, El Duce italiano, en ese entonces, veía con mal ojo a Hitler, inicialmente no le gustaba el jefe de estado alemán, inclusive, después que Hitler llegó al poder y los dos se encontraran cara a cara, Mussolini lo encontraba desagradable. 


Los nazis querían Austria más que a nada e Italia era el único obstáculo para tomarla a la  fuerza. En 1934 Dollfuss fue asesinado por los nazis en un intento de golpe de estado, Mussolini se indignó y desplegó las tropas italianas en la frontera, Hitler retrocedió y "denunció" a los nazis austriacos que mataron a Dollfuss. 

El asesinado canciller prometió a los monárquicos la restauración (no es seguro que haya sido un sincero ofrecimiento), pero cuando se reunió con el archiduque Otto, los dos tenían algo en común: El odio a los nazis. 


Los cancilleres austríacos Engelbert Dollfuss y Kurt Schuschnigg


Kurt von Schuschnigg sucedió a Dollfuss como canciller y para preservar una Austria independiente y alejada de las garras nazis pensó en restaurar la monarquía de los Habsburgo, podía hacerse concluyó, habría quien se oponga en la comunidad europea, pero la decisión final solo dependía de dos hombres: El mismo archiduque Otto y el garante de la independencia austriaca Benito Mussolini.

No hace falta decir que el archiduque Otto estaba listo para asumir el trono, le horrorizaba imaginarse a los nazis tomando el poder en Viena o convertir Austria en un estado de Alemania. Las leyes que prohibían a los Habsburgo pisar suelo austriaco fueron derogadas y se les restituyeron las propiedades. Los nazis enfurecieron, Schuschnigg consultó con Mussolini. ¿Apoyaría Italia o se opondría a la restauración de la monarquía de los Habsburgo en Austria?

La respuesta de Mussolini fue más contundente al informar a Schuschnigg que:


No se opondría a la restauración de la monarquía, sugirió que los lazos italo-austríacos podrían ser cimentados por un matrimonio de los Habsburgo con un miembro de la Casa Italiana de Saboya. Schuschnigg organizó una reunión secreta con el archiduque Otto para informarle que el camino había sido despejado para la restauración de la monarquía. Se acordó todo y Schuschnigg declaró que todo debería estar listo para que la restauración se lleve a cabo el año siguiente (1935).

De pronto surge la crisis de Abisinia (Etiopía)


Benito Mussolini en una de las ceremonias nazis donde quedó "hechizado" por Hitler.


Tras un ataque etíope a un puesto de avanzada italiano a lo largo de la frontera en disputa entre Abisinia y Eritrea, Mussolini lanzó su invasión a Abisinia (hoy Etiopía). La opinión mundial fue muy dura con Italia, Gran Bretaña y Francia la denunciaron en la Sociedad de las Naciones donde se imponen sanciones a Italia. Hitler vio su momento, Alemania no impondría sanciones a Italia, ofreció su amistad. Abisinia es conquistada por las fuerzas italianas en siete meses, Mussolini se volvió contra los Aliados de manera firme e irremediable, lo habían ofendido, el Duce se vuelca hacia Hitler

Desde allí Austria ya no contará con la protección italiana ante las pretensiones nazis, los planes de anexión vuelven a reactivarse en Berlín, tenían que hacerlo antes que el Archiduque Otto pudiera ser instaurado en el trono. Apropiadamente, el plan nazi para la invasión de Austria recibió el nombre en clave de "Operación Otto". 

La pesadilla nazi era que el archiduque Otto pudiera aglutinar no solo a Austria, sino Hungría y Checoslovaquia, bajo la Casa de los Habsburgo, una fuerza que podía -en ese entonces- hacer frente a la Alemania nazi (esto por supuesto no eran más que cálculos y previsiones políticas, no hay constancia que algo así pudiera haber tenido posibilidad de éxito).

Los nazis con las manos libres iniciaron el proceso de intimidación - anexión, Schuschnigg convocó el referéndum sobre la independencia de Austria y Hitler decidió actuar antes que pudiera llevarse a cabo. El único que pudo haberlo detenido era Mussolini pero ya se había arrojado a los brazos de su nuevo amigo. Hitler extasiado renunció para siempre a cualquier reclamo del Tirol del Sur, un pequeño territorio poblado por alemanes cedido a Italia después de la Primera Guerra Mundial, allí no habría Anschluss.

Cuando Mussolini expresó que mantendría en casa a sus tropas, Hitler fue informado vía telefónica por el príncipe Felipe de Hesse, el Führer nazi gritó emocionado:


"Por favor, dile a Mussolini que nunca olvidaré esto ... ¡Nunca, nunca, nunca! ¡Vamos lo que sea! ... Y escucha, firma cualquier acuerdo que quiera ... Puedes decirle otra vez. Le agradezco de todo corazón. ¡Nunca lo olvidaré! ... Siempre que deba estar en necesidad o en peligro, puede estar seguro de que me quedaré con él, llueva o truene..."

El 12 de marzo de 1938, las unidades del ejército alemán ingresaron a Austria, rápida y ordenadamente se logró la anexión.

Consecuencias del Anschluss para los Habsburgo.


Arthur Seyss-Inquart recibe a Hitler en Viena durante el Anschluss; abajo, Seyss- Inquart se reúne con Hitler en Berlín a los pocos días de la anexión.


Aristócratas y monárquicos austriacos fueron arrestados inmediatamente por los nazis, muchos de ellos asesinados, junto con otros que se habían opuesto a la unión. Las leyes contra los Habsburgo en Austria se pusieron en vigencia, se confiscaron nuevamente sus propiedades y el propio Archiduque Otto fue declarado criminal. Sin la unidad que posiblemente brindaban los Habsburgo, fue relativamente fácil para los nazis hacerse con las áreas pobladas alemanas de la antigua Austria-Hungría, los Sudetes, Checoslovaquia y Polonia.
  
Cuando los nazis fueron derrotados en 1945, el Archiduque Otto estuvo visitando su natal Austria, se interesó en comunicar a los aliados occidentales su preocupación por la presencia soviética en Austria. Presentó una propuesta para la Europa central de posguerra, la creación de una "Federación del Danubio" que abarcaría gran parte del antiguo territorio del Imperio de Austria-Hungría. El primer ministro británico Churchill parecía apoyar la idea pero ya había otro gran protagonista, el dictador soviético Josep Stalin, además, los territorios de la federación propuesta estaban dentro de la pactada esfera de influencia soviética. Tampoco en Austria agradó la propuesta del Habsburgo, con el tiempo el Archiduque Otto renunció a su derecho al trono.


El tiempo de reyes y emperadores había terminado, los pueblos de Europa estaban hartos de ir a la guerra y morir en nombre de sus principitos y reyezuelos o dictadores demagogos aspirantes a monarcas.  


Notas:

* La segunda parte de este reportaje es una sinopsis de un tema ya tratado anteriormente: Nazismo y monarquía. Los mapas en su gran mayoría son tomados de la Wikipedia.
El plebiscito de Hitler
Nazismo y Monarquía (II)
Cuando Prusia selló el destino de Alemania
La paz de Westfalia (1648), el día que cambiamos la cruz por la bandera. 

26 diciembre 2018

Cuando Prusia selló el destino de Alemania.



Pintura del artista Carl Röchling "Parade im Lustgarten" Potsdam 1894. El Kaiser Guillermo II pasa revista a las tropas prusianas.



Prusia nunca fue el alma y el corazón de Alemania

por Tito Andino

No es necesariamente difícil escribir una corta historia del Reino de Prusia y su influencia en las dos guerras mundiales del siglo XX desatadas por el Imperio Alemán, pero no sería inteligente hacerlo, por una simple razón, el tema está sobreexplotado, desde simples ensayos hasta grandes tratados han narrado la historia de Prusia. Sin embargo, curiosamente son aquellos germanófilos del siglo XX y aun del XXI quienes menos conocen sobre el tema, su germanofilia o filogermanismo no va más allá del simplista "entendimiento" de la "supremacía" alemana en tiempos hitlerianos.

Conocer la historia de Prusia es remontarse algo más allá del siglo XII, no es el cometido de este ensayo, bastaría consultar la Wikipedia para encontrar una magnifica reseña. Su historia es tan rica que sería interminable hablar, por ejemplo, de la Orden de los Caballeros Teutónicos y las Cruzadas bálticas; del siglo XIII bajo influencia del Rey Federico I, mejor conocido como Federico Barbarroja; la relación con el Sacro Imperio Romano Germánico (bajo la Casa de Habsburgo); Federico II "El Grande"; la Reforma Protestante; las alianzas para las guerras imperiales con pérdidas y anexiones territoriales; la expansión de la Dinastía de los Hohenzollern desde el siglo XV; etc, etc.

Federico II, el Grande (1712-1786), impulsó la modernización y profesionalización del ejército, llegó a considerarse la fuerza militar más preparada de su tiempo; Federico II no obró solo en el campo de la guerra, sus reformas fueron más allá de fortalecer el reino, la política internacional, la educación a todos los niveles, la investigación científica, separándolas de la iglesia, lo que llevó a un irreversible cambio. Muchos historiadores conocen al periodo de Federico II como el "Estado fiscal-militar", es decir una amalgama de un Estado burocrático y militarizado, encabezado por la aristocracia asociada a la monarquía prusiana y el surgimiento de la nobleza terrateniente al este del Elba -los junkers prusianos-.

Guerras y más guerras en el siglo XIX, como la "Guerra de los Siete Años", las "Guerras Napoleónicas"; procesos históricos como la Convención de París, el Congreso de Viena determinaron las pérdidas, recuperaciones y anexiones que moldeaban periódicamente el mapa de Prusia y de Europa, incluso en perjuicio de otros reinos germanos como el de Sajonia y Renania, por ejemplo. Prusia creció tanto que tuvo que realizar una división administrativa entre la Prusia Oriental y la Prusia Occidental con la creación de provincias. 




En este mapa del Congreso de Viena de 1815, observamos las líneas rojas que determinan los límites de la Confederación Germánica. Prusia adquirió territorios de Westfalia, Renania, Sajonia, la orilla izquierda del Rin y el nuevo reino de los Países Bajos, así como una buena parte de Polonia. En cuanto a la Confederación Alemana (39 estados, incluidos Austria y Prusia, que reemplaza a la Confederación del Rin (que fue imposición de Napoleón en 1806 en contra del Sacro Imperio Romano Germánico). En lo que respacta a Austria, los Habsburgo recuperaron sus territorios en los Balcanes y el Tirol, se anexó la Galitzia polaca y Dalmacia, Lombardia y Veneto. En esos momentos Austria era la más fuerte entre todos los estados alemanes confederados. Otros Imperios, como Gran Bretaña ganó territorios coloniales y mantuvo su hejemonía naval, Rusia se anexó gran parte de Polonia, y regiones de Finlandia y Besarabia. De hecho Polonia dejó de existir al ser repartida entre Rusia, Austria y Prusia. Se constituyó las monarquías sueconoruega y belgoholandesa. Es de destacar que Francia retornó a sus fronteras de 1792; hasta la Iglesia recuperó sus Estados Pontificios que habían sido arrebatados por Napoleón. El "Congreso de Viena" fue convocado al ser vencido Napoleón Bonaparte, las potencias imperiales de Europa se reunieron en Viena (1 octubre 1814 - 9 junio 1815). El objetivo central fue el reparto del imperio napoleónico. En teoría, se organizó la política europea del "equilibrio de fuerzas" contra el expansionismo; se conminó a la restauración de las monarquías europeas en franca decadencia tras la Revolución Francesa de 1789. Pero Napoleón aun dió batalla (escapó de su destierro en la isla de Elba que llevó a la batalla de Waterloo pocos días después (18 junio 1815), con la derrota definitiva de Napoleón. Esto obligó a reunirse nuevamente en noviembre de 1815 (episodio denominado la "segunda paz de París", donde volvió a defender la restauración monárquica de Europa, defender los principios cristianos y reprimir las ideas liberales y revolucionarias que alteraran el orden establecido. Sin embargo, los intereses imperiales y coloniales de las potencias europeas iban ya fraguando nuevos conflictos a lo largo del siglo. Su punto culminante llegó en 1914 con la Gran Guerra. 

Vendrían las "Guerras Germanas de Unificación", así como la "Guerra Franco-Prusiana" que llevaron a Guillermo I proclamarse Kaiser del Imperio Alemán, bajo la égida del Reino de Prusia; de allí la historia de Alemania y Prusia se fusionan hasta el final de la Primera Guerra Mundial con la abdicación de Guillermo II y la cesión de gran parte de Prusia a Polonia; para muchos esa forzada separación fue una de las causas del siguiente conflicto mundial, el Imperio Alemán -así seguía siendo su denominación oficial- sucumbió en 1945 lo que llevó a la total liquidación jurídica de Prusia como entidad político-territorial en 1947.

Como vemos, pequeños y grandes estados germánicos conformaban el Sacro Imperio Romano Germánico. Unificar y construir el Imperio Alemán fue una tarea compleja, la historia de esta región relata una gran cantidad de conflictos y cambios territoriales. 

Prusia no fue sinónimo de Alemania en esa época, otras dinastías germanocéntricas se disputaban la hegemonía, guerreaban entre sí. Desde aquellos tiempos ya se podía contemplar los grandes e irreconciliables problemas que abarcaría el rol arbitral de los Habsburgo en Viena o la potencial amenaza que podría formarse en el este, en Rusia. Incluso las rivalidades religiosas marcaron la diferencia, muchas entidades político-territoriales fueron producto de las medievales Órdenes Militares de Caballería en alianza con la Iglesia de Roma en detrimento de pueblos autóctonos y milenarios que habitaban esas regiones. Las denominadas 'marcas teutónicas" fueron moldeando la Prusia Oriental y Brandeburgo, principalmente, ésta última, con Berlín y Potsdam constituyeron "el corazón político y cultural" de Prusia

Pero, "Si en algún lugar no podía funcionar la máxima Cuius regio reius, eius religio, era en tierras prusianas. Luteranos, calvinistas y católicos poblaron sus dominios, en un reino subordinado, además, a la tutela vienesa, católica y papista. En este contexto de enorme diversidad social y cultural, la habilidad de la dinastía (Hohenzollern) para sobrevivir y fortalecer su posición resultaba crucial".



Algunos símbolos históricos relacionados con Prusia. A la izquierda la Cruz de los Caballeros Teutónicos; al centro, la corona de los reyes de Prusia; y, a la derecha, el famoso casco prusiano, "pickelhaube"


El "Reino de Hierro", es decir, una férrea administración político militar consolidó el poder de los junkers o terratenientes prusianos y la transformación industrial y minera gracias al desarrollo de la red de ferrocarriles y la industria militar.

Sin duda, para el mundo académico y la historiografía moderna, Chistopher Clark en "Sonámbulos. Cómo Europa entró en guerra en 1914" (Barcelona, Galaxia Gutenberg, 2014)  y, "El Reino de Hierro. Auge y caída de Prusia, 1600-1947" (Madrid, La Esfera de los Libros 2016) son la mejor referencia para la historia de Prusia. Claro está, la primera refiere a la Gran Guerra; la segunda obra, que es de nuestro interés, es un estudio de la dinastía y territorios de aquella entidad política germana que influyó en la historia de Europa a lo largo de tres siglos. Josep Maria Fradera en su brillante artículo "Los avatares históricos de Prusia" ofrece una maravillosa guía de consulta de esa etapa (sus razonamientos se encuentran marcados entre comillas y cursivas).

En el siglo XVII, "Prusia no era más que un pequeño Estado monárquico en el complejo de situaciones que definía el Sacro Imperio Romano Germánico, con centro en Viena y los Habsburgo como dinastía gobernante. Dos siglos después, Prusia se había alzado como un Estado territorialmente importante y figuraba de pleno derecho entre el selecto grupo de las potencias que derrotaron a Napoleón Bonaparte y su diseño imperial para Europa y el mundo. En 1870, tras aplastar militarmente de nuevo a la Francia del Segundo Imperio, se levantaría el Segundo Reich alemán sobre las acrecentadas capacidades prusianas y su dinastía reinante. Estamos, pues, ante una historia de éxito: la de la fabricación de uno de los grandes Estados-nación de la Europa contemporánea hasta el presente". 

Los "primos" germánicos que gobernaban Austria no estaban dispuestos a claudicar "ante un desplazamiento tan brutal del viejo orden sin decir algo al respecto. Con esta pugna de fondo, Francisco José I de Austria caerá en la trampa que le tiende el canciller Otto von Bismarck en 1864: una guerra con Dinamarca por los ducados de Schleswig y Holstein". Otro actor fue el poderoso Reino de Baviera, "que jamás disolvió su identidad separada y su independencia en el proyecto que, desde el norte, se perfila como la viga maestra de una Alemania unificada".

Alrededor de 1815 Prusia se transformó en el "gendarme alemán y al mismo tiempo el espacio de una tensa transformación económica y social". "No era una cuestión de sentimientos: era cuestión de realidades. ¿Cómo definir la complejidad de identificaciones superpuestas en un patriotismo alemán de nuevo cuño, al mismo tiempo prusiano, bávaro, alemán e imperial? ¿Un patriotismo que unía a los alemanes luteranos y calvinistas del norte con los alemanes de obediencia católica y, algunos de ellos, habsbúrgica?... Prusia es el centro de la gran paradoja: el reino garante del nacionalismo alemán que sigue siendo al mismo tiempo un diseño dinástico y, como tal, acabará asumiendo el doble papel de fundamento, freno y, en cierto modo, víctima del diseño político del Kaiserreich tras la gran victoria sobre Francia de 1871".


Gráfica que muestra las diferentes etapas hacia la unificación alemana


"La unificación alemana se resolvió integrando a la monarquía prusiana en un modelo federal... Este modelo era una condición obligada por la dificultad de integración de entidades políticas de distinto signo que, de otro modo, no se hubiesen sentido cómodas en el seno de una mera dinámica expansiva de la Prusia victoriosa. Las identidades en cuestión eran de distinto signo... El Reich alemán, en consecuencia, debe verse más como una suma de piezas muy diversas que como una unidad teleológicamente ordenada. Sólo con un diseño de orden federal y descentralizado, más una cobertura imperial pangermana, aquel conjunto diverso de piezas podía prosperar en la ardua competencia internacional de la época. Un imperio, además, que en su fundamento precisó temperar el conflicto, suscitado por el propio canciller Bismarck, de una hegemonía luterana abusiva". 

El historiador británico Richard J. Evans se refería en su libro "La Llegada del Tercer Reich" (Península) que el Canciller Bismarck es un antecedente clave para el surgimiento de la ideología nazi:
"Sólo hay cincuenta años entre la fundación en 1871 del imperio alemán por Bismarck y el ascenso de los nazis al poder. Bismarck hizo gala de una gran brutalidad y violencia y mostró su desprecio por la democracia. El canciller de hierro fue también un jugador temerario que arriesgó mucho en sus maniobras internacionales. La imagen del caudillo dictatorial en Alemania tenía mucho del recuerdo de Bismarck".
El nazismo utilizó la aun latente esperanza de un amplio sector de la sociedad alemana de la época para ensayar un programa más "purificado" que permita una resurrección imperial al estilo de Bismarck. Afirma Evans que el nazismo abarcaba ideas viejas y nuevas, sueños imperiales y una incendiaria renovación cultural.




II parte

Nota aclaratoria: 
Para los lectores asiduos a este sitio ya no les causa extrañeza mi modalidad, primero una visión general (a veces profunda) del tema con datos de apoyo a una ponencia principal, desarrollada por un experto en la materia. He aquí un interesante extracto de unos fabulosos investigadores, Michael Baigent y Richard Leigh, quienes lo plasman en su libro "Secret Germany" (Madrid, Martínez Roca Ediciones, 2009) un enfoque claro sobre la forja del poder de Prusia y su rol determinante dentro del Imperio Alemán. Los textos a continuación corresponden totalmente a los mencionados autores, salvo los mapas y comentarios a pie de foto, así como todas las otras ilustraciones son adiciones del redactor  de este blog. 


A sangre y hierro.
El ascenso de Prusia

por Michael Baigent / Richard Leigh



Una selección de notables prusianos que han escrito la historia del extinto Reino de Prusia. En primera fila: Mariscal de Campo August Graf Neidhardt von Gneisenau, notable reformista del ejército prusiano; Gerhard von Scharnhorst, escritor y reformista del ejército prusiano; Carl von Clausewitz, historiador y teórico de la ciencia militar moderna. En segunda fila: Federico II de Prusia o Federico II "El Grande", el tercer Rey de Prusia de la casa Hohenzollern, el gran renovador del ejército prusiano, representante de aquel periodo conocido como el despotismo ilustrado; Federico Guillermo I (Friedrich Wilhelm I von Hohenzollern), también conocido com el "Rey Soldado", segundo Rey de Prusia y padre de Federico "El Grande"; Otto von Bismarck-Schönhausen, príncipe de Bismarck y duque de Lauenburgo, o simplemente Otto von Bismarck, el "Canciller de Hierro", estadísta y político alemán, artífice de la unificación alemana y del naciente Imperio Alemán. En tercera fila: Mariscal August von Mackensen, participó en la guerra franco-prusiana, destacó en la Gran Guerra (Primera Guerra Mundial), es conocido por haber vivido en la "Vieja Prusia", el Imperio Alemán, la República de Weimar, la Alemania Nazi y la ocupación Aliada de Alemania tras la Segunda Guerra Mundial; Paul von Beneckendorff von Hindenburg, militar, estadista y político, participó en la primera guerra mundial y presidente de Alemania en la República de Wiemar; Kaiser Guillermo II (Wilhelm II) de la dinastía Hohenzollern, último Rey de Prusia y último Kaiser del Imperio Alemán, condujo a su pueblo a la Primera Guerra Mundial, tras su derrota abdicó al trono. En cuarta fila: Mariscal de Campo Conde Helmuth von Moltke (1800 - 1891) otro gran estratega que encumbró a Prusia, bajo su mando Prusia derrotó a Dinamarca (1864), Austria (1866) y Francia (1870), se considera que él creó el nuevo método de dirigir los ejércitos sobre el terreno, conocido como Moltke "el viejo" para diferenciarlo de su sobrino Helmuth von Moltke "el joven", que comandó el ejército alemán al inicio de la Primera Guerra Mundial y llevó a cabo el Plan Schlieffen; Mariscal de Campo Gebhard Leberecht von Blücher (1742-1819), príncipe de Wahlstatt, comandante en las batallas de Leipzig y Lützen (1813). En la 'Batalla de Waterloo' (1815) fue comandante en jefe del ejército prusiano. Junto a Paul von Hindenburg, son los únicos portadores de la Estrella de la Gran Cruz de la Cruz de Hierro; General Alfred von Schlieffen, célebre ideólogo del 'Plan Schlieffen' (1905), para una potencial guerra en dos frentes (contra Rusia y Francia). dicho plan fue aplicado por el ejército alemán en las primeras ofensivas de la Primera Guerra Mundial, consistía en un rápido y decisivo ataque a Francia por el norte con la invasión de la neutral Bélgica, si ese objetivo se cumplía Alemania podría lanzar una gran ofensiva contra Rusia. Los éxitos iniciales fueron frenados por los Aliados en la batalla del Marne.  


En los albores del siglo XX, e incluso antes, en el mundo anglohablante el nombre de Prusia se había convertido en sinónimo de cuanto era esencialmente alemán. Entre otras cosas, significaba militarismo, agresión, obediencia, disciplina rigurosa y servicios asiduos al Estado. A menudo evocaba una eficiencia irreflexiva y automática y se lo vinculaba con lo que los forasteros consideraban la esencia de la aristocracia germana: la vieja y así llamada élite "junker", que, por sí misma, aludía a algo peyorativo. 

En 1900 los no germanos empleaban de modo más o menos intercambiable los vocablos "prusiano" y "alemán". Incluso en nuestros días persiste parte de esa asociación. Según la Ley No. 46 del Consejo de Control Aliado, Prusia fue formal y oficialmente "abolida" en 1947: "El estado prusiano que desde los primeros tiempos ha sido defensor del militarismo y la doctrina reaccionaria en Alemania ha dejado de existir defacto"

En la actualidad Prusia solo existe como entidad geográfica imprecisa, como región nebulosa y poco definida. Ya no aparece en los mapas, no tiene trazado ni fronteras exactos y carece de todo marco político y administrativo. Incluso en nuestros días, en el mundo anglohablante la palabra "prusiano" evoca algo más singular, distintiva y concentradamente germánico que, por ejemplo, "sajón' o "bávaro".

Sin embargo, Prusia fue un desarrollo relativamente tardío, no solo en el escenario de la historia mundial, sino en el de la historia alemana. Fue una de las potencias de más reciente aparición en el contexto de la política europea. Durante el siglo XIII, en el que Inglaterra y Francia habían comenzado a desarrollar identidades nacionales específicas, "Alemania" no tenía nada que ver con Prusia. Para Europa Occidental, Prusia fue prácticamente lo mismo que el Oeste norteamericano para los ciudadanos de Boston y Nueva York a comienzos del siglo XIX, de la guerra de Secesión y de que, con sus convoyes de carretas, los pioneros llevaran el "destino manifiesto" de la nación hasta el Misissipi, por no hablar de llegar al Océano Pacífico. Prusia era una extensión sin cartografiar, un territorio interior, inhóspito y poblado por tribus "bárbaras", tan distantes de la "civilización" occidental como los aborígenes norteamericanos.

Entre los siglos XIII y principios del XVI Prusia formó parte de un territorio conocido como Ordenstaat u Ordensland. Se trataba del dominio exclusivo de la orden teutónica, también conocida como caballeros teutónicos, una institución militar de caballería y ramificación de los caballeros templarios militares. Fueron ellos quienes colonizaron la región conocida como Prusia, así como el mar Báltico hasta el golfo de Finlandia, territorio compuesto de fragmentos considerables de Polonia, Lituania, Estonia, Letonia y el noroeste de Rusia. El proceso guarda muchos parecidos con la colonización del Oeste norteamericano. Tribus autóctonas como los baltos y los prusianos fueron exterminadas en masa y la tierra se parceló y se entregó a colonos agrícolas de la Europa cristiana.


Mapas históricos de la evolución del Estado Monástico de los Caballeros Teutónicos



Al igual que las restantes órdenes militares de caballería (los termplarios, los caballeros hospitalarios y sus equivalentes españoles y portugueses), los caballeros teutónicos desempeñaron la función de vanguardia de la cristiandad y portaron su estandarte hasta territorio pagano. La colonización y la población de Prusia y del Báltico fue oficialmente descrita como "cruzada" al igual que las "cruzadas" que transitoriamente se anexaron Tierra Santa, exterminaron a los herejes cátaros del Languedoc y combatieron a los árabes de la península Ibérica. A semejanza de las otras órdenes militares de caballería, los caballeros teutónicos fueron una especie de depósito de los nobles occidentales que querían adquirir experiencia en el campo de batalla e iniciarse militarmente. Las campañas en Prusia y en el Báltico se convirtieron en una suerte de entretenimiento sanguinario. Los caballeros teutónicos recibieron a aristócratas de toda Europa que buscaban las emociones del combate...y la dispensa papal. Entre ellos figuraron diversos escoceses, con Henry Sinclair de Roslin. Enrique, conde Bolingbroke y futuro Eduardo IV de Inglaterra, también estuvo de campaña con los caballeros teutónicos cuando Ricardo II le envió al exilio. De ellos aprendió gran parte de las aptitudes marciales y políticas que, con el paso del tiempo, le permitirían retornar a Inglaterra, destronar a Ricardo y fundar su propia dinastía.

Los caballeros teutónicos alcanzaron el apogeo a finales del siglo XIV, en la época en que Bolingboke estaba con ellos. El Ordenstaat que presidían abarcaba todo el noreste cristianizado de Europa, un feudo cuya superficie equivalía a la suma de Inglaterra, Escocia y Gales. Estaba eficazmente alejado de cualquier otra autoridad, tanto espiritual como temporal. Dado que quedaron fuera del alcance del papa y del resto de potentados occidentales seculares, los caballeros teutónicos fueron su propia ley y el Ordenstaat se consideró un Estado-nación por derecho propio. la capital fue Mariemburgo (la actual Malbork polaca) y contó con su propia maquinaria política y administrativa. Enviaba y recibía emisarios tanto de las cortes occidentales como de Roma. La jerarquía regente, encabezada por el gran maestre, tuvo el mismo respeto, estatus y honores que el de cualquier principado europeo occidental.

En 1410, durante la batalla de Grunwald o de Tannenberg (que tuvo lugar más o menos a cien kilómetros del sitio de Rastenburg, en el que posteriormente Hitler construyó la "guarida del lobo"), los caballeros teutónicos sufrieron una derrota demoledora a manos del ejército mixto de polacos y lituanos. A partir de esa fecha y, a pesar que el Ordenstaat sobrevivió otro siglo, el territorio comenzó a reducirse y el poder de los caballeros teutónicos disminuyó.

En 1525, Albrecht von Hohenzollern, gran maestre de los caballeros teutónicos, quedó bajo la influencia de Martín Lutero y se convirtió al protestantismo. Otros le siguieron y la orden propiamente dicha se secularizó. Ya entrado el año, Albrecht fue nombrado duque de Prusia por lo que debió vasallaje al trono polaco, y Prusia se convirtió en una entidad política y administrativamente definida. En los dominios del ducado recién creado los miembros de los caballeros teutónicos (hijos de una aristocracia germana con mucha más raigambre) contrajeron matrimonio, crearon familias y establecieron sus propias haciendas. Fueron esos hombres, y más si cabe, aquellos que llegaron a la región como colonizadores y colonos, los que formaron la llamada élite "junker".



Brandeburgo-Prusia es la denominación historiográfica para el reino de la Edad Moderna formado en 1618 mediante una unión personal entre el ducado de Prusia y el margraviato de Brandeburgo (parte del Sacro Imperio Romano Germánico). El estado brandeburgués-prusiano fue sucedido por el reino de Prusia en 1701, siendo absorvido por el recién fundado Imperio alemán en 1871. (Brandeburgo en rojo y Prusia en rosa- Texto tomado de la Wikipedia).


En 1618 el ducado de Prusia pasó a manos de otra rama de la familia Hohenzollern, que gobernaba el territorio conocido como Brandeburgo. De esa forma unieron Prusia y Brandeburgo. En 1701 el descendiente de Albrecht von Hohenzollern adoptó el nombre de Federico I, se proclamó "Rey de Prusia", fue ungido por dos obispos protestantes y se puso personalmente la corona.

Cuando Prusia nació como reino, en Inglaterra estaba a punto de ascender al trono la reina Ana y, en Francia, el reinado de Luis XIV tocaba a su fin. No tardaría en ser desafiada la supremacía militar francesa en el continente, tanto por el duque de Marlborough como por su colega austriaco, el príncipe Eugenio de Saboya. En menos de medio siglo Prusia adoptó bruscamente el papel de potencia militar predominante en Europa. Lo llevó a cabo durante el reinado de su tercer monarca, Federico II, más conocido como Federico el Grande, el jefe militar más brillante y hábil del siglo XVIII. Durante el reinado de Federico, Prusia, que hasta pocos años antes no había sido más que un ducado de poca importancia, se convirtió en uno de los componentes más significativos del caleidoscopio cambiante definido como el "equilibrio del poder" europeo. Su ejército se consideró modélico y fue debidamente copiado por los de Gran Bretaña, Francia, Austria y Rusia. La élite junker, la clase militar y administrativa del país, consolidó su influencia.

Ni siquiera entonces Prusia fue sinónimo de Alemania. En lo que a ésta se refiere, Prusia siguió siendo, básicamente territorio extranjero. A los ojos del mundo, Alemania se encontraba en otra parte y los alemanes residían en otra parte.

Incluso Inglaterra, con su herencia sajona, sus vínculos dinásticos con el palatinado del Rin del siglo XVII y las monarquías de la casa de Hannover del XVIII, se consideraba más "germánica" que Prusia, gran parte de cuya población estaba formada por baltos, polacos, lituanos, letones, estonios, rusos y escandinavos. Tanto los Hohenzollern como la élite junker fueron considerados sobre todo por la aristocracia más rancia del sur de Alemania, como meros arribistas, patanes o casi bárbaros parcialmente civilizados y aseados y todavía mojados por los vestigios de las brumas del norte.

Por consiguiente, pese a las suposiciones más recientes, el verdadero corazón de la vieja Alemania no tuvo nada que ver con Prusia; además, la aristocracia alemana original (a la que perteneció la familia Stauffenberg), es muy anterior a la del este "rústico". El corazón de la vieja Alemania estuvo formado por el Rin y sus alrededores, sobre todo por la región denominada Schwaben, es decir, Suabia. Dicha región se sitúa en las estribaciones septentrionales de los Alpes. Al oeste está limitada por el Rin y al este por el río Lech, más allá del cual se extiende Baviera. Las ciudades principales son Ulm, Augsburgo y Sttugart. Antes del siglo XIV, fecha en que los cantones alcanzaron la independencia, Suabia incluía a gran parte de la actual Suiza y el lago Constanza. En el castillo Hohenstauffen, situado aproximadamente cuarenta kilómetros al este de Stuttgart, surgió la dinastía que alcanzó sus más grandes logros durante el Sacro Imperio Romano y la cultura de la alta Edad Media.


Carlomagno -Carolus Magnus en latín, la fecha de su nacimiento no es precisa, datan según varias fuentes en 742, 747o 748, murió en Aquisgrán en 814, fue rey de los francos y Emperador - Imperator Augustus desde 800 hasta su muerte

En el año 800 Carlomagno se convirtió en el primer emperador del recién creado Sacro Imperio Romano. A través del imperio, la Iglesia deseaba organizar Europa Occidental según el modelo basado en la monarquía del Israel que figura en el Antiguo Testamento, monarquía que incluía dos "mesías" o "ungidos", es decir el monarca y el sumo sacerdote. El Sacro Imperio Romano pretendía copiar esa estructura políticorreligiosa, en la que la autoridad secular o temporal sería ejercida por el emperador y la espiritual por el Sumo Pontífice. Al menos en teoría, lo sagrado y lo profano quedarían fusionados en una unidad que facilitaría el proceso de administración y gobierno... y que sin duda subordinaría, también teóricamente, los asuntos seculares a los de la Iglesia.

A la muerte de Carlomagno el imperio secular que éste había unido indisolublemente al papado se repartió entre sus hijos. La esfera temporal de la presunta teocracia paneuropea quedó cada vez más fragmentada y se trocó crecientemente en una ley, o en una multitud de leyes, sobre sí misma. En la Edad Media, Francia, Inglaterra, Italia, España y otras naciones comenzaron a desarrollar su propia identidad nacional, cultural y, en algunos casos,  política, a menudo con gobernantes y aparato administrativo autónomos. 


Evolución del territorio del Sacro Imperio Romano Germánico desde su fundación hasta su desaparición. (cita y gráfica tomada de Wikipedia)

Aunque siguió existiendo con el mismo nombre, en la práctica el Sacro Imperio Romano se convirtió en el Imperio Germano, en el Primer Reich. Según el lenguaje de la época, todos aceptaron referirse  al sacro emperador romano como el emperador germano y al imperio propiamente dicho como Alemania.

El ducado de Suabia se creó en 917. A finales del siglo XI el ducado pasó a manos de la dinastía Hohenstauffen ("Monte alto"). En 1155, el duque de Suabia, Federico III von Hohenstauffen, se convirtió en el sacro emperador romano Federico I, también conocido como Federico Barbarroja. Cuando ocupó el trono imperial ya era veterano de la fatídica segunda Cruzada y en 1154 inició un proyecto que lo mantendría ocupado gran parte de su vida: el sometimiento y la anexión de Italia. Ese proyecto le causó conflictos con el papa, que, en 1160, lo excomulgó, con lo cual y de forma incómoda hizo que el Sacro Imperio Romano dejase de ser sacro y romano. La reacción de Federico consistió en tomar Roma por asalto y, en 1166, instaló un pontífice títere, Pascual III, personaje que aun no ha sido reconocido por la historia oficial del Vaticano. A lo largo de los seis años siguientes y con la bendición de su antipapa mimado, Federico se dedicó a ampliar sus dominios, que incorporaron Bohemia, Hungría y Polonia. En 1174 firmó la paz con Alejandro III, el pontífice "oficial" recién elegido. Tuvo que rebajarse, arrodillarse y besar los pies del papa, a cambio de lo cual le retiraron la excomunión. Al año siguiente Federico logró que lo coronasen rey de Borgoña, que por entonces se extendía de Marsella a Basilea. Sin embargo, en 1184 sus renovados intentos de hacerse con Italia volvieron a causarle conflictos con el papado y cuando Urbano II ocupo el trono de san Pedro, se desató la guerra abierta entre el papa y el emperador.

En 1189 Federico salió de Alemania con un ejército numeroso y con la intención de reunirse con Ricardo I de Inglaterra (Corazón de León) para librar la tercera Cruzada, pero de camino a Tierra Santa se ahogó al cruzar el río Cydnos, en Turquía. El lugar donde está enterrado sigue siendo un misterio. Según leyendas posteriores, reposa en una caverna de los más profundo del monte Kyffhäuser, al sur del macizo de Harz, a la espera de la llamada que lo despierte para rescatar al país en su hora de necesidad.


Federico I de Hohenstauffen, Federico Barbarroja (1122-1190). Desde 1147 duque de Suabia bajo el nombre de Federico III, en 1152 Rey de los Romanos y desde 1155 Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico.


Federico Barbarroja fue una figura intensa y arquetipicamente evocadora, mientras que su nieto, Federico II, fue una personalidad extravagante. La dinastía Hohenstauffen y el Sacro Imperio Romano alcanzaron su apogeo durante el reinado de Federico II. Nacido en Italia en 1194, Federico II ocupó el trono imperial en 1220. Para entonces casi toda Tierra Santa se había perdido y estaba en manos del islam. En lugar de luchar con los "infieles", Federico prefirió tratar con ellos y con las negociaciones obtuvo lo que los cruzados no habían conseguido con los conflictos armados. En 1229 le coronaron Rey de Jerusalén, entró triunfalmente en la Ciudad Santa  y se hizo con Belén, Nazaret y el territorio circundante.

En el momento de máxima extensión, los dominios europeas de Federico, incluyeron la totalidad de la actual Italia hasta Sicilia; Borgoña y desde Provenza hasta Lorena; así como Austria, Suabia, Baviera, Franconia, Sajonia, Brandeburgo, Brabante y otros ducados, condados y marcas de lo que entonces era territorio germano. También abarcaron Silesia, Pomerania y la zona de Prusia conquistada y colonizada, Bohemía, Hungría y Polonia. De hecho, el imperio Hohenstauffen abarcó prácticamente toda Europa, salvo Escandinavia, Francia, la península Ibérica y los Balcanes. Al igual que sucedió con su abuelo, el poder temporal inevitablemente puso a Federico en conflicto con el papado, por lo que también fue excomulgado. A diferencia de su abuelo, a Federico no le importó  ni intentó llegar a un acuerdo con Roma.

Del entorno de los emperadores Hohenstauffen y, en concreto, del de Federico II, surgieron fenómenos como la mística poética del Rin, tal como se expresa en la Nibelunglied, épica de comienzos del siglo XIII que sirvió de inspiración para El Anillo del Nibelungo, de Wagner. Es posible que en ese ambiente también surgiese el florecimiento máximo de la alta cultura medieval. Una manifestación muy importante  y perdurable son las obras compuestas por Hartmann von Aue, Gottfried von Strassburg, Wolfram von Eschenbach, Walther von der Vogelweide, así como los minnesänger y los meistersänger, que generaron la gran recopilación de poesía lírica, dramática y narrativa de la época. El ritual del festival de poesía se extendió hasta Mariemburgo, donde se convirtió en un elemento más en la corte del gran maestre  de los caballeros teutónicos, los monjes guerreros presuntamente ascéticos y austeros.

Ciertas familias disfrutaron en Alemania del título de "Caballeros libres del Imperio", lo que se expresaba con el título de "freiherr" o "barón libre" fueron una institución estrictamente alemana, como su nombre indica, el caballero libre no respondía ante nadie salvo el emperador... En Alemania se convirtieron en encarnaciones simbólicas de la autonomía, la autosuficiencia y la independencia... En muchos aspectos fueron el material de las leyendas... aparecen en Götz von Berlichingen, obra de finales del siglo XVIII con la que realizó su aparición literaria un escritor joven y desconocido, Johann Wolfgang von Goethe.

Era inevitable que una casta guerrera como la de los caballeros libres, exentos de obligaciones y aspirantes a aventuras y riquezas, apelase a menudo a la delincuencia. Asaltaron las caravanas de la nueva y próspera clase de comerciantes, empresarios, banqueros y financieros. Esos estragos dieron pie al uso de la expresión "señor feudal que vive del robo". Tras la Reforma luterana, la ética protestante del trabajo contribuyó espectacularmente para que el dinero de los nobles  y potentados feudales  se abrieran paso a las entidades de dinastías de banqueros tan influyentes como los Fugger de Augsburgo o los Thurn und Taxis, fundadores del primer servicio de correos comercial de Europa. Los intentos de neutralizar a los caballeros libres, frenando o reduciendo sus derechos y privilegios hereditarios se convirtieron en una de las causas principales de la "rebelión de los caballeros", la curiosa insurrección aristocrática de 1522.

En 1789, en vísperas de la Revolución francesa, Alemania se dividía como mínimo en 1789 territorios. Había 51 ciudades libres del Imperio, entre las que se incluían Hamburgo, Bremen, Nuremberg, Augsburgo, Ulm y Frankfurt. Contaba con 63 principados eclesiásticos presididos por clérigos. También existían 200 principados  más que iban desde haciendas de condes, pasando por ducados, hasta reinos como Sajonia, Baviera y Prusia, por no hablar de las 1475 extensiones independientes ostentadas por los caballeros libres del imperio.


Mapa de Alemania en 1815 con los estados miembros que conformaban la 'Confederación Alemana' (aun no estaba declarado el Imperio Alemán).


Como consecuencia de las guerras napoleónicas, el congreso de Viena (1815) reacomodó ese rompecabezas desconcertante en algo más administrable: cuatro ciudades libres y treinta y cinco principados. De estos últimos, militarmente Prusia fue el más poderoso, si bien consideraron que "el alma y el corazón" de Alemania radicaban en otra parte: en Sajonia, en Baviera y sobre todo, en las regiones que bordeaban el Rin, como el Palatinado, Hesse, Nassau, Baden y Westfalia (la antigua Suabia). Entre 1815 y 1866 esas regiones se convirtieron en el campo de una nueva lucha, una batalla social, cultural y política por "el alma y el corazón" de Alemania. Los protagonistas de la contienda fueron Prusia, regida por la dinastía Hohenzollern, y Austria, que a partir de 1848 se convirtió en la monarquía austrohúngara, gobernada por los Habsburgo.

Aunque sujeto con alfileres y muy debilitado por las luchas con Napoleón, el Imperio de los Habsburgo seguía siendo una gran potencia europea y estaba gobernada por la dinastía reinante más antigua del continente. Tenía de su parte el peso de la tradición, de la legitimidad, de casi un milenio de alta cultura, sofisticación, cortesía cosmopolita y experiencia diplomática, así como el apoyo del papado, que poseía un peso significativo en regiones católicas como Baviera. En esos aspectos Prusia no podía competir, si bien manifestaba la energía del nacionalismo recién descubierto, de una base industrial decisiva, de una maquinaria militar cada vez más eficaz y del apoyo de la Iglesia luterana, a la que se ha descrito prácticamente como adjunta de la Oficina de Guerra. Es imposible pasar por alto o subestimar el papel de la Iglesia luterana, la responsable de fomentar la ética  protestante del trabajo. Al estimular el progreso, el comercio, la industrialización y el éxito material, el dinamismo de dicha ética había transformado Inglaterra y Holanda hacía dos siglos y las había situado en la vanguardia de los asuntos europeos. En ese momento el mismo dinamismo encontró una nueva esfera de actividad en Alemania.

Así cobró forma la polaridad de mediados del siglo XIX, Para muchos alemanes de la época, Austria encarnaba la cultura y la civilización, aunque también la consideraban decadente, inerte y sumida en el pasado. Pese a parecer descarada, vulgar y aparentemente autoritaria, Prusia simbolizaba las cualidades relacionadas con la juventud: la energía y el idealismo. Comparada con Austria, resultaba muy dinámica. Si Austria parecía anticuada, Prusia tenía un aspecto juvenil y en apariencia rebosaba exuberancia, a pesar que su gobierno formaba parte de los más reaccionarios de Europa.

Hasta 1866 la lucha entre Austria y Prusia por "el alma y el corazón" de Alemania se limitó a las esferas social, cultural y diplomática. Sin embargo, Prusia se aprestó para una actividad más espectacular. Serena y discretamente, casi sin que el resto de Europa se enterase y con el apoyo del monarca Guillermo I, emprendió un proceso de modernización radical, si bien el verdadero instigador y espíritu rector fue el príncipe Otto von Bismarck, el así llamado "Canciller de Hierro" del rey. Bismarck se basó en gran medida en las instituciones (el Estado Mayor y la escuela del Estado Mayor) que Gneisenau había ayudado a crear hacía medio siglo y forjó a "sangre y hierro" la maquinaria militar más eficaz desde la época napoleónica. Dicha maquinaria se desplegó con un único objetivo: la neutralización de Austria y la unificación de Alemania bajo el liderazgo prusiano. Las operaciones recayeron en el mariscal de campo Helmuth von Moltke, el nuevo jefe del Estado Mayor.

En 1864, mientras la atención de Europa se centraba en la guerra de Secesión que se libraba en Estados Unidos, Bismarck y el jefe del Estado Mayor decidieron poner a prueba la maquinaria de guerra. El blanco de dicho ejercicio, la pequeña y endeble Dinamarca, apenas estaba en condiciones de plantear una resistencia seria. Cuando Dinamarca pidió la paz, con la colaboración nominal austríaca Prusia se anexionó los tan apreciados ducados de Schleswig y Holstein.

Tras haber mostrado su funcionamiento con un adversario simbólico, la dinamo militar estaba en condiciones de emprender  una confrontación más seria y trascendental. Al final, después de medio siglo de refriegas diplomáticas soterradas, Bismarck se empeñó en vengarse definitivamente de las sempiternas rencillas con Austria. La mayoría de los observadores de la época no habrían dado mucho por los austríacos, ya que el Imperio de los Habsburgo era militarmente débil y solo dedicaba los fondos justos al ejército "para garantizar su posición como segunda potencia más débil de Europa", tal como escribió posteriormente el novelista Robert Musil. Según las bromas de ese período, el Ejército prusiano fabricaba acero mientras el austriaco componía música y los militares del Ejército prusiano llevaban cascos de hierro con pinchos mientras los austríacos adornaban con plumas sus sombreros de pico. La música y las plumas no podían competir con el acero de los Krupp. En 1866, cuando estalló la guerra, el comportamiento de Austria no fue más loable que el de Dinamarca. Aunque sus tropas presentaron mayor resistencia, la contienda duró siete semanas y cuando terminó la lucha por "el alma y el corazón" de Alemania se decidió a favor de Prusia. En el botín de guerra figuraron el electorado de Hesse, Nassau, Hannover y la ciudad libre de Frankfurt.




La guerra austro-prusiana o guerra de las Siete Semanas, conflicto militar en el seno de la Confederación Alemana, entre el 14 de junio y el 23 de agosto de 1866, Prusia salió vencedora, convirtiéndose en el Estado hegemónico de Alemania. El cuadro representa la decisiva 'Batalla Sadowa o Königgrätz', obra de Georg Bleibtreu, quien retrata al Rey de Prusia, Guillermo I; al príncipe Bismarck y al general Helmuth von Moltke.


Entre las potencias continentales el único rival serio que quedaba era Francia y el Segundo Imperio de Napoleón III. El día 19 de julio de 1870, un día después de que el Vaticano proclamase la doctrina de la infabilidad papal, el emperador francés declaró las hostilidades tras haber sido hábilmente manipulado por Bismarck. Una vez exonerado de toda acusación de agresión, el Canciller de Hierro respondió con la fuerza y la velocidad que, setenta años después, se daría en llamar "guerra relámpago" o "blitzkrieg". El sitio de París, dolorosamente humillante, se prolongó hasta finales de enero de 1871, aunque las luchas en campaña entre los ejércitos francés y prusiano tocaron a su fin el 2 de septiembre de 1870, por lo que solo duraron seis semanas. Cuando el conflicto concluyó, Napoleón III ya había capitulado, el Segundo Imperio estaba en ruinas y, tras deslizarse vertiginosamente hacia la guerra civil a gran escala, Francia había logrado rehacerse en una república castigada y poco estable. En lugar del reino de Prusia y sus principados satélites, en los mapamundis apareció una nueva entidad política. El 18 de enero de 1871, mientras los soldados formaban un círculo de bayonetas alrededor de París y la artillería bombardeaba a discreción la ciudad impotente, Guillermo I fue proclamado emperador alemán en Versalles. El renacido Imperio Alemán, el Segundo Reich, pretendía evocar la vieja dinastía Hohenstauffen, pero no rindió vasallaje a Roma ni la capital se encontraba a orillas del Rin, sino en Berlín, la capital prusiana. 


En la práctica, Prusia y Alemania pasaron a ser sinónimos y modelo militar del resto del mundo, incluso en lo que a la moda se refiere.


Mapa de la Unificación Alemana. Tras la guerra con Austria (1866) Prusia, y a consecuencia de esta victoria incorporó nuevos territorios (el reino de Hannóver, el electorado de Hesse y el ducado de Nassau). Así unificó territorios desde Renania a Prusia oriental y como consecuencia, Bismarck fundó la Confederación del Norte, separada de los Estados del Sur por el límite correspondiente. Sólo quedaban fuera de esta nueva entidad política Baviera, Wurtemberg y Baden, que ingresaron cuando se creó el Imperio en 1871, tras el triunfo en la guerra franco-prusiana, adquiriendo, además, las provincias de Alsacia y Lorena.


Al menos nominalmente, el nuevo Imperio alemán fue una confederación de reinos y principados que conservaron sus gobernantes semiautónomos. Así, Luis II de Baviera siguió presidiendo su reino wagneriano de cuento de hadas. De todos modos, el Segundo Reich no estaba dispuesto a soportar la menor insubordinación por parte de los componentes que lo constituían. En 1886, tras desafiar a Bismarck, Luis fue misteriosa y convenientemente asesinado; en nuestros días todo apunta a que murió a manos de agentes prusianos. También se ha escrito que la política prusiana tuvo algo que ver con la muerte, en 1889, del archiduque Rodolfo, el heredero forzoso de Austria.

El nuevo Imperio fue una entidad política curiosa y, en ocasiones, híbrida. la mayoría de principados más pequeños perduró como siempre: enclaves de originalidad arcaica y pintoresquismo digno de los hermanos Grimm, con castillos de pan de jengibre y el estilo de vida ruritano que no había cambiado un ápice desde la Edad Media. Junto a esos anacronismos surgieron ciudades cosmopolitas y en plena expansión como Hamburgo, Frankfurt, Colonia y, como es obvio, el impresionante centro industrial del valle del Ruhr.

En los años inmediatamente anteriores a la creación del Imperio, Prusia había vigilado estrechamente la guerra de Secesión estadounidense. Los "observadores" prusianos se codearon a menudo con los Estados Mayores tanto de las fuerzas unionistas como de las confederadas y de dicho conflicto aprendieron mucho acerca de la necesidad urgente de industrialización, del armamento moderno,  de las ventajas de la artillería actualizada y de las posibilidades creadas por el transporte ferroviario. Bismarck no tardó en poner en práctica las lecciones aprendidas. Mientras desplegaba y lanzaba su maquinaria de guerra contra Dinamarca y Austría también construía ferrocarriles. Dada la magnitud de la empresa, Alemania compitió con los Estados Unidos e incluso superó a Gran Bretaña, Rusia y Francia; mientras que en otros países los trenes enlazaron los principales centros urbanos, en Alemania fueron concebidos específicamente para satisfacer necesidades militares estratégicas. El sistema ferroviario alemán  se organizó para facilitar la movilización y el despliegue de la máxima cantidad de soldados en las fronteras en el menor tiempo posible. En vísperas de la guerra francoprusiana de 1870, Francia se movilizó con su tradicional actitud tranquila, que no había cambiado significativamente desde la época napoleónica. Al mismo tiempo, en el sorprendente plazo de dos días la red ferroviaria alemana desplazó a la frontera a 250.000 soldados y los preparó para un avance concertado sobre territorio enemigo. Todos suponían que cuando estallase, la guerra se libraría en suelo alemán y lo cierto es que combatieron exclusivamente en territorio francés, lo que culminó con el asedio y el bombardeo de la capital gala.

Gran Bretaña había necesitado aproximadamente un siglo y medio para industrializarse. Acicateado por las necesidades de la guerra de Secesión, Estados Unidos tardó la mitad. Francia, Rusia, Austría-Hungría, Italia y otras naciones lo hicieron a un ritmo mucho más lento. En solo veinticinco años la acelerada industrialización convirtió a Alemania en una de las "superpotencias" de la época, equivalente a Estados Unidos y solo superada por el Imperio británico. En 1900 Alemania adelantó  incluso a Gran Bretaña y dispuso de la industria del hierro y del acero más grande de Europa. Para entonces también intentó desafiar a Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos en la búsqueda de colonias de ultramar. Se planteó establecer esferas de influencia en puntos tan alejados como México; en la actual Namibia, en el suroeste de África; en Marruecos, donde se libró por los pelos del conflicto con Estados Unidos, y en China, donde las tropas alemanas colaboraron en la represión de la rebelión de los bóxers. A finales de la primera década del siglo XX Alemania había iniciado lo que hasta entonces parecía impensable:  a las órdenes del nuevo ministro de la marina, el almirante Alfred von Tirpitz, se dedicó a desarrollar una flota de guerra destinada a desafiar la soberanía británica de los mares. La llamada "carrera de acorazados", que duró de 1906 a 1914, sentó las bases del modelo de la política del siglo XX y presagió la carrera armamentista nuclear de la guerra fría. 

La industrialización alemana y el poder que conllevó superaron la madurez política y social del país. El resultado fue equivalente a la actitud de un adolecente precoz y largamente intimidado que esgrime una Magnum o una metralleta.

Michael Baigent / Richard Leigh 


EPILOGO

Nota final del redactor del blog

El fín de Prusia


Mapa con las provincias y estados del Imperio Alemán (1871-1918)

Al capitular Alemania en 1918 el Kaiser abdicó y se autoexilió, el Tratado de Versalles reestableció Polonia reincorporando una buena parte de sus antiguos territorios anexados por Prusia. Algunos enclaves prusianos como Memel y el puerto de Danzig en el Báltico se declararon Ciudades Libres, una figura jurídica muy tradicional en Europa, que no es invención de Versalles. Tal acto jurídico separó a Prusia Oriental de Alemania por el llamado corredor polaco.

Instaurada la República de Weimar en Alemania, se constituyó el Estado Libre de Prusia que mediante un gobierno de coalición gobernó Prusia entre 1919 y 1932, Otto Braun (socialdemócrata) fue el primer ministro prusiano que estuvo al frente casi de forma ininterrumpida en ese periodo de tiempo. La alza de movimientos como el nazismo y el comunismo hicieron presencia en Prusia; en 1932 las elecciones parlamentarias significaron el ascenso de estas fuerzas antagónicas, el parlamento no pudo conformarse ni con una coalición de partidos. Franz von Papen, entonces, Canciller del Reich, mediante un decreto presidencial disolvió al gobierno de Braun (aun en funciones), a ese hecho se le denominó "golpe de Prusia". Papen asumió las funciones ejecutivas en el Estado Libre de Prusia como "Comisario del Reich" (sin Parlamento). La mayoría de historiadores concuerdan que este episodio de la política prusiana fue determinante para que escasos meses después -y con apoyo de Papen- el político extremista, Adolf Hitler, gozara del apoyo necesario (en el gobierno del Reich, en el gobierno de Prusia y las fuerzas del orden prusianas) para ser nombrado nuevo Canciller del Reich. La autonomía de Prusia llegó a su fin en 1934.


Mapa de Alemania durante la República de Weimar, entre 1918-1933

La historia del nazismo es ya conocida, Prusia fue, desde 1933 hasta el final de la segunda guerra mundial, un instrumento más de la política exterior de Hitler. En su nombre se insistió (como pretexto) a Polonia libre tránsito a la Ciudad Libre de Danzing (24 octubre 1938) que mantenía una unión aduanera con Polonia, se exigió conexión por carretera y vía férrea a través del corredor polaco, se denunció persecuciones contra los civiles que habían quedado bajo la órbita polaca. El gobierno de Varsovia rechazó toda petición. 


Los pretextos para mantener la continuada vocación militarista y armamentista de Prusia y del Imperio Alemán no se hicieron esperar, un Hitler deseoso de guerra y revancha contra quienes consideraba habían humillado a los germanos en la Gran Guerra, estalló contra Polonia el 1 de septiembre de 1939.

Tras la aplastante derrota alemana en 1945, de Prusia fueron deportados más de 10 millones de alemanes (prusianos y otras minorías) por las fuerzas soviéticas (se estima entre 1 y 2 millones las víctimas del éxodo). No obstante una gran cantidad de población de origen alemán permaneció en los territorios que pasaron a integrar Polonia. El enclave de Königsberg, hoy Kaliningrado, pasó a ser directamente territorio soviético hasta la actualidad (donde se encuentra instalado y activo el sistema de defensa de misiles de la actual Rusia). Es una región aislada del resto del territorio ruso, con fronteras al norte y al este con Lituania y al sur con Polonia.
  
El Consejo de Control Aliado (gobierno de la ocupada Alemania) declaró en 1947 la disolución de Prusia como unidad administrativa del estado alemán.

Los restos de la anterior Prusia, en 1949 se integraron a la República Oriental de Alemania, dividida administrativamente en Brandeburgo, Sajonia-Anhalt y Mecklemburgo-Pomerania Occidental. Los Aliados, por su parte, constituyeron la República Federal de Alemania, sobre los restos de Prusia Occidental formaron otra división administrativa: los estados de Renania del Norte-Westfalia; Baja Sajonia, Hesse, Renania-Palatinado, Schleswig-Holstein y Baden-Wurtemberg. 

Vendría el tiempo de la reunificación alemana (1990). Algunas voces pidieron restaurar el nombre de Prusia a la región que integran los estados federados de Berlín y Brandeburgo. Incluso, hubo referéndum (1996), Brandeburgo se opuso a una nueva fusión, una ligera mayoría en Berlín lo apoyó. Actualmente, Berlín sigue siendo, a la vez, ciudad capital de Alemania y uno de los 16 estados federados alemanes. La última reforma viene de 2001, Berlín se dividió administrativamente en doce distritos sujetos al gobierno de la ciudad y el estado de Berlín. Bradenburgo mantiene su estatus de estado federado de Alemania, que formó parte de la República Democrática Alemana hasta 1990, su capital es Potsdam, situada entorno de Berlín (sin ser parte de ella).


Actual división administrativa de los estados federados -República Federal de Alemania- 
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Fuentes: 

Secret Germany. Michael Baigent / Richard Leigh (Madrid. Ediciones Martínez Roca. 2009)


Los avatares históricos de Prusia


Varias consultas en Wikipedia, sobre  mapas, personajes históricos de Prusia y división territorial de los estados alemanes.

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