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16 junio 2024

DÍA D, 1944: Contexto histórico esencial

 



Nota previa del editor del blog

80 años del desembarco Aliado en las playas de Normandía. Para rememorarlo a los Estados Unidos y a sus socios menores de la OTAN se les ocurrió invitar a quienes combatían a sus aliados en el Frente Oriental, los nazis de Ucrania. Respecto a la actual Alemania Federal no suele discutirse ni su presencia, ni su ausencia, total para los alemanes fue y es "fácil" disociarse del líder nazi que enfrentó a sus actuales socios atlánticos, y como Alemania es la que pone el billete en la Europa del Este... todos felices, nada de reproches, "los alemanes no eran malos, los malos eran los nazis"...

En nuestro artículo "Cinco mitos estadounidenses sobre la victoria contra el nazismo" describimos que los EEUU y socios intentan reescribir la Historia. Playas de Normandía, junio 2024, bajo el título "Desembarco de Normandía" se realizó una ceremonia aberrante en dos aspectos: 

1) Faltar a la Memoria Histórica respecto a Francia y el papel del Consejo Nacional de la Resistencia y del Comité Francés de Liberación Nacional -Francia Libre- y la férrea posición del General Charles De Gaulle a no participar en el desembarco de 1944. Al punto que Emmanuel Macron -en el cementerio estadounidense- ofreció un reconocimiento a los soldados estadounidenses que "se sacrificaron por nuestra independencia" (eso en si es loable, pero el contexto del discurso es lo falso).

No vamos a profundizar en lo siguiente (si lo que se dice en estas líneas es de interés, usted puede investigarlo). En los discursos de los miembros de la OTAN presentes en Normandía se repitió algo que por elemental sentido común sería más que aparente, debería ser claro, evidente, cristalino, etc., "los aliados estaban unidos para luchar contra el nazismo y defender la libertad", debe entenderse que históricamente eso toma en cuenta a la Unión Soviética quien hizo los mayores sacrificios para liberarnos del nazismo. Sin embargo, hay verdades históricas que pasan desapercibidas; mejor dicho, son ocultadas a los investigadores y opinión pública.


El rey Carlos III junto a Emmanuel Macron en un evento conmemorativo, Memorial Británico de Normandía (Francia), 6 junio 2024 (Pool-Getty Images)


Thierry Meyssan, politólogo francés lo señala (de allí comprenderán la posición de De Gaulle y la Francia Libre): "En realidad, el desembarco anglosajón no pretendía liberar a Francia, sino sustituir la ocupación nazi por el Gobierno Militar Aliado de los Territorios Ocupados (AMGOT), es decir el Gobierno militar aliado de los territorios ocupados".

El Reino Unido reconoció la presencia de De Gaulle y su Francia Libre en su territorio, EEUU nunca lo hizo; la historia nos dice que los estadounidenses tuvieron una embajada en Vichy hasta abril de 1942 e impidieron que De Gaulle se dirija al norte de África, querían que Pétain transfiera la autoridad colonial de Francia a Estados Unidos al final de la guerra. De Gaulle tuvo que transformar el Comité Francés de Liberación Nacional en el Gobierno Provisional de la República Francesa el 3 de junio de 1944, tres días antes del desembarco en Normandía, entre otras acciones. Por supuesto la visión imperialista francesa estaba a la cabeza, no había políticas "aliadas" que le hicieran cambiar (cedió en otros aspectos), la Francia de posguerra pudo conservar intacta su autoridad colonial en África.

2) La participación ucraniana, Thierry Meyssan acierta en calificar "la conmemoración de la versión falsificada del desembarco", dirigida por el presidente Joe Biden y el presidente Emmanuel Macron, en que hablaron falsamente de la guerra en Ucrania. Por sentado, no había presencia de delegación rusa alguna, pero si el presidente Zelensky y representantes ucranianos, que por ironías del "destino" lucharon junto a los nazis y sufrieron por el desembarco en Normandía.

Como era de esperarse, el tándem Biden - Macron presentaron a Estados Unidos como el vencedor de la Segunda Guerra Mundial, ninguna mención para la URSS; recordaron brevemente el asesinato de los judíos por los nazis. Biden dijo al ucraniano Zelensky: “Ucrania está siendo invadida por un tirano y nunca lo abandonaremos... No podemos rendirnos ante los dictadores... Los soldados del Día D cumplieron con su deber, ¿nosotros cumpliremos con el nuestro?... No debemos perder lo que aquí se ha hecho”.


          Normandía, 6 de junio 2024 (Foto: Agencia EFE)

Bueno, solo cabe recordar lo que las tropas colaboracionistas ucranianas juraron durante la Segunda Guerra Mundial:


“Hijo fiel de mi Patria, me uno voluntariamente a las filas del Ejército de Liberación de Ucrania y con alegría juro que lucharé fielmente contra el bolchevismo por el honor del pueblo. Lideramos esta lucha junto a Alemania y sus aliados contra un enemigo común. Con lealtad y sumisión incondicional, creo en Adolf Hitler como líder y comandante supremo del Ejército Libertador. En cualquier momento estoy dispuesto a dar mi vida por la verdad”. (Amén)


Ahora, vale recordar el verdadero contexto histórico del desembarco en Normandía, alejado de los textos heroicos de los libros "educativos". El Dr. Jacques R. Pauwels tiene la palabra.


*****



DÍA D, 1944: Contexto histórico esencial

por Dr. Jacques R. Pauwels 

Investigación Global / junio 2024


Introducción

La Alemania nazi era un coloso militar y derrotar a la bestia era una tarea hercúlea que nunca podría haber sido realizada por ninguno de sus enemigos por sí solo. El trabajo estaba hecho, pero sólo después de muchos años de lucha, y requirió esfuerzos sobrehumanos de todos los países que estuvieron involucrados en el titánico conflicto contra Hitler, su nazismo, es decir, la variedad alemana del fascismo, y otras dictaduras fascistas que se habían alineado con Alemania, como el de Mussolini.


Churchill llamó al grupo de países que lucharon y finalmente derrotaron a la Alemania nazi la “Gran Alianza”, pero los soviéticos utilizaron un término más prosaico: “Alianza Anti-Hitler”.

 

Esta asociación, que surgió sólo después de que la Unión Soviética y Estados Unidos se involucraran en la guerra en 1941, incluía dos alas: primero, los “Aliados occidentales” y segundo, la Unión Soviética. Estos últimos lucharon contra las fuerzas alemanas en una lucha titánica a lo largo del llamado Frente Oriental, que comenzó en el verano de 1941. Los primeros, es decir, tanto los estadounidenses como los británicos, lucharon contra los nazis en Europa a partir del verano de 1943, cuando desembarcaron tropas en Italia.

Sin embargo, su principal contribución se produjo en el frente occidental, es decir, un “teatro de guerra” no en el sur sino en el oeste de Europa, y la acción allí comenzó con el famoso desembarco en Normandía del 6 de junio de 1944, cuyo nombre en clave fue "Operación Overlord".


El 80.º aniversario del DÍA D

El 6 de junio se cumple el 80º aniversario del “Día D”, los organizadores y participantes del desembarco en Normandía son homenajeados en presencia del presidente francés y de muchos otros dignatarios.

Sobre el Desembarco de Normandía conviene tener en cuenta algunos aspectos importantes, aspectos que seguramente quedaron sin mencionar durante las conmemoraciones.


El presidente estadounidense, Joe Biden junto al presidente de Francia, Emmanuel Macron, y sus mujeres, arriban a la ceremonia conmemorativa del 80º aniversario del desebarco en Normandía. 6 junio 2024. (Foto Win McNamee / Getty Images)

Si bien la “Batalla de Normandía” que comenzó el 6 de junio de 1944 fue sin lugar a dudas un enfrentamiento importante, no fue la batalla más importante de la Segunda Guerra Mundial, como revelan las estadísticas. En cuanto a su duración, comenzó el 6 de junio de 1944 y finalizó a finales de agosto de ese año, por lo que duró casi tres meses. La batalla de Stalingrado, por el contrario, se prolongó el doble, merece una mención el Sitio de Leningrado, que no fue una batalla convencional y no finalizó hasta después de 2 años (se puede decir que la batalla de Normandía fue sólo la mitad de mortal que la batalla de Stalingrado).

El número total de bajas aliadas en el Día D alcanzó aproximadamente 10.000, una cifra que incluía 4.414 hombres muertos; este último sigue siendo un número alto, por supuesto, pero no tan alto como la mayoría de la gente imagina. El número de bajas representó poco más del 6% del total de 160.000 soldados que desembarcaron, el número de muertos, el 2,7%. El número relativamente bajo de pérdidas se debió al hecho de que los alemanes sólo tenían fuerzas limitadas disponibles para defenderse de una "invasión" aliada.

Según el historiador militar británico Richard Overy, “en el este, Alemania y sus aliados tenían unas doscientas veintiocho divisiones, en comparación con cincuenta y ocho divisiones en el oeste, de las cuales sólo quince se encontraban en el área de la batalla de Normandía en sus etapas iniciales”, compuestas principalmente por tropas de calidad inferior, aunque apoyadas por algunas unidades de élite de las SS, porque la mayor parte de la Wehrmacht luchaba por su vida en el Frente Oriental. En otro de sus libros, Overy escribe que en Normandía, los alemanes tenían una división por cada 217 millas de costa, divisiones que consistían en su mayoría en menos del mínimo habitual de 12.000 hombres y compuestas en gran parte por soldados de mayor edad, heridos de guerra y hombres de peor condición física, con baja efectividad en combate. 

Por tanto, los defensores alemanes estaban dispersos a lo largo de la costa francesa. En cualquier caso, la idea de que miles de soldados alemanes estaban esperando en las dunas, hombro con hombro, mientras los soldados aliados descendían de sus lanchas de desembarco, es una ficción inventada por Hollywood en películas como "El día más largo"

Volvamos al Día D. Aquel 6 de junio, los planes exigían que las tropas aliadas superaran sin demasiados problemas las defensas costeras alemanas y avanzaran tierra adentro, en el caso de los canadienses desde Juno Beach hasta las afueras de la ciudad de Caen, una distancia de casi 20 kilómetros. (Se trajeron bicicletas para facilitar ese viaje, por lo que obviamente no se esperaba una gran resistencia alemana). Sin embargo, pasarían semanas antes de que los "Canucks" llegaran a Caen.

A los otros aliados no les fue mejor; al final del primer día, ninguno de ellos había conseguido sus objetivos del primer día. La razón fue que los alemanes respondieron a los desembarcos aliados enviando tropas de élite que habían estado retenidas en la retaguardia, incluidas unidades de las SS, para ser enviadas al frente cuando y donde fuera necesario. Estas tropas no pudieron arrojar a los aliados al mar, pero sí lograron evitar que penetraran tierra adentro, como esperaban los planificadores. El resultado fue un largo estancamiento.


'Marines' de la Compañía 47 de la Royal Navy desembarcan en la playa de Gold, en Asnelles (Francia), 6 junio 2024, ceremonia conmemorativa del 80º aniversario del desembarco en Normandía. (Foto: Christopher Furlong / Getty Images)


Ayudó a la causa aliada el hecho de que a los alemanes se les impidiera transferir mano de obra del Frente Oriental a Normandía debido a las acciones del Ejército Rojo, que culminaron el 22 de junio (aniversario del ataque de la Alemania nazi a la Unión Soviética en 1941) con el inicio de una gran ofensiva en el Frente Oriental, cuyo nombre en código es "Operación Bagration".

La Wehrmacht fue gravemente mutilada por el Ejército Rojo, que debía lograr un avance de más de 600 kilómetros, desde las profundidades de Rusia hasta los suburbios de la capital polaca, Varsovia, a donde llegó a principios de agosto. De este modo, Bagration permitió a los aliados occidentales escapar finalmente de su cabeza de puente en Normandía, y el propio general Eisenhower reconoció más tarde que Bagration había sido una condición previa necesaria para el resultado tardío y exitoso de la Operación Overlord.

Por cierto, los soviéticos prestarían un servicio similar, y rara vez reconocido, a los aliados occidentales a principios de 1945, cuando respondieron a una solicitud urgente estadounidense desatando una gran ofensiva en Polonia el 12 de enero de 1945, una semana antes de lo planeado originalmente; esa medida obligó a los alemanes a abandonar un ataque sorpresa en las Ardenas belgas que había causado grandes dificultades a los estadounidenses en la llamada Batalla de las Ardenas

Resumiendo lo anterior, está claro que los aliados occidentales ganaron la batalla de Normandía, ciertamente no fácilmente, pero sin grandes pérdidas, porque los enormes sacrificios requeridos para derrotar al Moloch nazi habían sido sufridos durante tres años, y continuaron sufriendo, por los soviéticos en el frente oriental.


Es justo decir que la Alemania nazi fue derrotada por los esfuerzos y sacrificios no sólo del Ejército Rojo sino de las mujeres y hombres soviéticos en general, incluidos partisanos, trabajadores de fábricas, agricultores, etc., cuyas pérdidas totales al final del la guerra se acercaría a la alucinante cifra de treinta millones.


De hecho, la serie de victorias nazis que había comenzado en 1939 llegó a su fin (y la marea de la Segunda Guerra Mundial cambió, para decirlo de esa manera) no con el desembarco en Normandía en junio de 1944, como se afirma o insinúa en muchos libros de historia y por supuesto en producciones de Hollywood como "The Longest Day". La marea de la guerra cambió en el Frente Oriental, y lo hizo mucho antes del Día D, es decir, en 1941, en las vastas extensiones de Rusia al oeste de Moscú

Cuando se lanzó la Operación Barbarroja el 22 de junio de 1941, Hitler y sus generales estaban convencidos de que la Wehrmacht iba a aplastar al Ejército Rojo en un plazo de 6 a 8 semanas. También necesitaban desesperadamente una victoria rápida, porque sólo un triunfo rápido podía resolver un problema importante. En los años treinta, mientras se preparaba para la guerra, el régimen de Hitler había acumulado enormes reservas de materias primas estratégicas importadas de las que Alemania carecía, sobre todo caucho y petróleo, este último suministrado en su mayor parte por Estados Unidos. Durante la próxima guerra, un bloqueo naval británico probablemente impediría al Reich importar cantidades suficientes de estos productos, sin los cuales los poderosos panzers y aviones serían inútiles, que es lo que había sucedido en la Primera Guerra Mundial.

Sin embargo, en 1939-1940, las reservas de petróleo de importancia crucial se habían agotado gravemente cuando la Alemania nazi infligió una “guerra relámpago” a países tan alejados como Polonia, Francia y Grecia; y ni las continuas importaciones desde Rumania y -a través de la neutral España- Estados Unidos, ni el aumento de la producción de combustible sintético y caucho podrían compensar el déficit. Y así, cuando comenzó la Operación Barbarroja y tres millones de soldados alemanes cruzaron a la Unión Soviética con no menos de 600.000 vehículos de motor, 3.648 tanques y más de 2.700 aviones, a la Alemania nazi sólo le quedaba suficiente combustible (y neumáticos de caucho) para hacer la guerra durante poco más de dos meses. Pero esto se consideró suficiente porque se esperaba que la Unión Soviética fuera eliminada muy pronto y entonces sus materias primas ilimitadas, incluido el petróleo del Cáucaso, estarían disponibles para el Reich

Pronto quedó claro que, a pesar de las impresionantes victorias iniciales, Barbarroja no iba a ser un juego de niños después de todo. A finales de agosto, las puntas de lanza alemanas todavía no estaban cerca del Cáucaso, El Dorado del petróleo soviético. El “Tercer Reich” de Hitler se enfrentaba ahora a la perspectiva de una escasez catastrófica de combustible, además de una escasez casi igualmente problemática de mano de obra necesaria en su armamento y otras industrias, ya que millones de hombres no podían regresar a sus hogares y volver a trabajar en las fábricas. La conclusión a la que llegaron muchos conocedores, como oficiales de alto rango de la Wehrmacht, peces gordos nazis, el servicio secreto suizo y el Vaticano, ya en el verano de 1941 y cada vez más en el otoño de ese año, fue que Alemania ya no podía esperar más matar al oso soviético y estaba condenado a perder la guerra


Las mareas oceánicas cambian inexorablemente pero lentamente, pero no imperceptiblemente.


La marea de la Guerra Mundial comenzó a cambiar de manera similar lentamente unas semanas después del inicio de Barbarroja, pero el fenómeno ya fue percibido por un número pequeño aunque creciente de observadores y pudo ser certificado el 5 de diciembre de 1941, cuando el Ejército Rojo lanzó con éxito una gran contraofensiva que hizo retroceder a los alemanes y certificó el fiasco de Barbarroja. Ese mismo día, sus generales informaron a Hitler que ya no podía esperar ganar la guerra. Por lo tanto, es legítimo definir el 5 de diciembre de 1941 como el “punto de inflexiónde toda la guerra, como dijo Gerd R. Ueberschär, un experto alemán en la guerra contra la Unión Soviética. Por otra parte, es cierto que los que sabían eran escasos y que, por las razones que fueran, la mayoría prefirió permanecer discretos; en consecuencia, sólo después de la espectacular derrota alemana en Stalingrado, a principios de 1943, el mundo entero se dio cuenta de que la Alemania nazi estaba condenada a perder la guerra.

Cuando, más de un año después, los aliados occidentales desembarcaron en Normandía, tuvieron la suerte de enfrentarse a un ejército alemán (parte de un) que estaba gravemente perjudicado por la escasez de petróleo. Los nazis esperaban que la victoria contra la Unión Soviética les proporcionaría suficiente combustible caucásico para sus panzers y aviones. Eso no sucedió y, por el contrario, los combates en las vastas extensiones de la Unión Soviética agotaron aún más las reservas de combustible de Alemania. En el verano de 1944, la maquinaria de guerra nazi se quedó no sólo en sentido figurado sino incluso literalmente “sin gasolina”, y es por eso que la Luftwaffe, por ejemplo, que disponía de excelentes aviones, estuvo prácticamente ausente de los cielos de Normandía, hasta el punto de ser gran alivio para los aliados en tierra, en el mar y, por supuesto, en el aire. 

Cabe mencionar que Estados Unidos aún no era beligerante cuando el contraataque soviético frente a Moscú confirmó el cambio de rumbo de la guerra el 5 de diciembre de 1941. Es cierto que Washington estaba en términos extremadamente hostiles con Berlín debido a los envíos estadounidenses de todo tipo de armas y otros equipos a Gran Bretaña, pero no tenía ninguna intención, y por lo tanto ningún plan, de ir a la guerra contra Hitler, a pesar de que había muchas razones convincentes y razones humanitarias para emprender una cruzada contra un régimen verdaderamente malvado.

Las principales corporaciones estadounidenses también estaban haciendo maravillosos negocios con la propia Alemania nazi, por ejemplo produciendo camiones, aviones, tanques y otros equipos estratégicos en sus filiales en Alemania y suministrando el petróleo que tanto necesitaban los Panzer y Stukas. La élite política y socioeconómica de Estados Unidos también era firmemente anticomunista y no quería emprender nada que pudiera poner en peligro las perspectivas de éxito del dictador nazi en su cruzada contra la Unión Soviética. Por el contrario, Hitler, que se encontraba en una situación desesperada en la Unión Soviética, no tenía ningún interés en enfrentarse a un nuevo enemigo del calibre de Estados Unidos. 

No obstante, Washington quería la guerra, no contra Alemania sino contra Japón, y lo hizo principalmente para evitar que su tan despreciado rival en el Lejano Oriente se embolsara Vietnam e Indonesia, colonias ricas en recursos de países ocupados por Alemania, Francia y los Países Bajos. Tokio fue provocado para atacar Pearl Harbor el 7 de diciembre de 1941, lo que desencadenó una declaración de guerra estadounidense a Japón pero no a Alemania, que no tenía nada que ver con Pearl Harbor y cuya alianza con Japón no requería que Berlín se involucrara en una guerra iniciada por Tokio. Para gran sorpresa de Washington, Hitler declaró la guerra a Estados Unidos el 11 de diciembre de 1941, cuatro días después de Pearl Harbor.


El presidente estadounidense, Joe Biden, habla en la ceremonia conmemorativa del 80º aniversario del desebarco en Normandía. 6 junio 2024. 

Es casi seguro que especuló que este gesto de solidaridad totalmente gratuito induciría a su aliado del Lejano Oriente a corresponder con una declaración de guerra al enemigo de Alemania, la Unión Soviética, obligando así a los soviéticos a la situación extremadamente peligrosa de una guerra en dos frentes. Pero Tokio, esperando tener las manos ocupadas con Estados Unidos como enemigo, no mordió el anzuelo.

En Washington, la declaración de guerra alemana fue una sorpresa muy desagradable, ya que no se deseaba una guerra contra Alemania y no se habían hecho planes para ella. El historiador estadounidense Stephen E. Ambrose ha enfatizado acertadamente que Estados Unidos no “entró” en la guerra, sino que fue “atraído hacia ella”. Tenía razón en el sentido de que el Tío Sam fue efectivamente “empujado” a la guerra contra Alemania en contra de su voluntad – ¡y nada menos que por el propio Hitler!

En vista de esto, vale la pena preguntarse si los estadounidenses alguna vez habrían declarado la guerra a la Alemania nazi y desembarcado en Normandía, si Hitler no les hubiera declarado la guerra. Y uno debería preguntarse si Hitler alguna vez habría tomado la decisión desesperada, incluso suicida, de declarar la guerra a Estados Unidos si no se hubiera encontrado en una situación desesperada en la Unión Soviética. La entrada de Estados Unidos en la guerra contra Alemania, que por muchas razones no estaba prevista antes de diciembre de 1941, y para la cual Washington no había hecho ningún preparativo, no fue una causa, sino simplemente una consecuencia, de un giro en la situación que ocurrió en la Unión Soviética en la segunda mitad de 1941.

En cualquier caso, cuando los estadounidenses y otros aliados occidentales desembarcaron en Normandía en junio de 1944, quedaba menos de un año de una guerra cuyo resultado ya se había decidido tres años antes en el lado opuesto de Europa. De alguna manera, la Operación Overlord confirmó que el sol de la Alemania nazi había alcanzado su cenit en 1941 y se estaba poniendo rápidamente. Y las tropas no fueron enviadas a las playas de Normandía para liberar a Francia de camino a Berlín, sino para evitar que los soviéticos derrotaran a Alemania, tomaran Berlín y así liberaran por su cuenta a toda Europa

Cuando la Alemania nazi se convirtió inesperadamente en enemigo de Estados Unidos, EEUU automáticamente se convirtió en aliado de los enemigos de Alemania, incluidos Gran Bretaña y la Unión Soviética. La alianza del Tío Sam con Moscú implicaría el suministro de armas y otros equipos a los soviéticos, pero esos suministros, aunque ciertamente importantes, nunca representarían más que una fracción de lo que necesitaba el Ejército Rojo y sólo llegarían a ser cuantitativa y cualitativamente significativos en 1943, es decir, mucho después de las batallas decisivas frente a Moscú y en la batalla de Stalingrado. La idea de que los soviéticos sobrevivieron a la Operación Barbarroja gracias a la ayuda estadounidense no es más que un mito

Con su aliado británico, por otra parte, Washington trabajó muy estrechamente y coordinó su estrategia, y se acordó que darían prioridad a la lucha contra Alemania, antes que al otro enemigo común, Japón. Lógicamente, esto implicaría enviar tropas a la Europa ocupada para enfrentarse a la bestia nazi, abriendo así un “Segundo Frente”. Un Segundo Frente habría proporcionado mucho alivio al Ejército Rojo, que en 1942 se enfrentó a un intento alemán ciertamente desesperado de llegar a los yacimientos petrolíferos del Cáucaso, intento que condujo a una batalla titánica librada en Stalingrado y sus alrededores de la que los soviéticos no salieron victoriosos hasta principios de 1943.

Sin embargo, Roosevelt y Churchill prefirieron no abrir un Segundo Frente. Los líderes de Estados Unidos y Gran Bretaña se alegraron de ver a su útil pero poco querido aliado soviético y a la Alemania nazi administrarse un importante derramamiento de sangre entre sí en lo que a lo largo de 1942 pareció ser un conflicto estancado en el Frente Oriental.

Se dieron cuenta de que derrotar a Alemania requeriría enormes sacrificios y que desembarcar tropas en la Europa ocupada sería sin duda un asunto muy costoso. ¿No era mucho más prudente mantenerse al margen, al menos por el momento, y dejar que los soviéticos se enfrentaran a los nazis? Si el Ejército Rojo proporcionaba la carne de cañón necesaria para vencer a Alemania, los estadounidenses y sus aliados británicos podrían minimizar sus pérdidas. Mejor aún, podrían acumular fuerzas para intervenir decisivamente en el momento adecuado, cuando el enemigo nazi y el aliado soviético estuvieran agotados. Con Gran Bretaña a su lado, Estados Unidos con toda probabilidad podría entonces desempeñar el papel principal en el campo de los vencedores y actuar como árbitro supremo en el reparto del botín de la victoria supuestamente común. En la primavera y el verano de 1942, con los nazis y los soviéticos enfrascados en una batalla titánica, observados desde una distancia segura por los tertius gaudens anglosajones (tercero que se alegra), parecía que tal escenario podría llegar a suceder.

La razón dada a Stalin para no abrir un segundo frente fue que las fuerzas estadounidenses y británicas combinadas aún no eran lo suficientemente fuertes para una operación importante en el continente. Presumiblemente, primero había que ganar la guerra naval contra los submarinos alemanes para poder salvaguardar los necesarios transportes de tropas transatlánticos. Sin embargo, se estaban transportando tropas con éxito desde América del Norte a Gran Bretaña y, en el otoño de 1942, los estadounidenses y los británicos demostraron ser capaces de desembarcar una fuerza considerable en el norte de África. Estos desembarcos, conocidos como "Operación Antorcha", supusieron la ocupación de las colonias francesas de Marruecos y Argelia, y en el verano de 1943 los “Yanquis” y “Tommies”, ahora acompañados de “Canucks”, para usar los apodos de los Aliados Occidentales a los soldados, debían cruzar a Sicilia, seguido por el continente italiano, y sacar a Italia de la guerra. 

No sólo Stalin exigió la apertura de un Segundo Frente, también lo hizo un gran segmento del público británico, en su mayoría gente común y corriente de clase trabajadora que, a diferencia de sus “mejores”, simpatizaban con los soviéticos. Para silenciar a este molesto electorado, Churchill dispuso que se enviara un contingente de tropas, no por casualidad compuesto en su mayoría no por estadounidenses o británicos sino por canadienses, en una incursión al puerto marítimo francés de Dieppe, una operación cuyo nombre en código era "Jubileo". Como era de esperar, estos hombres fueron masacrados allí, lo que luego se citó convenientemente como prueba irrefutable de que los aliados occidentales aún no eran capaces de lanzar una operación importante a través del Canal. La estratagema logró su propósito, pero el público quedó horrorizado por la matanza. Después del desembarco en Normandía en 1944, fue posible inventar una justificación aparentemente convincente. Se reveló triunfalmente que "Jubileo" había sido un “ensayo general” para el exitoso desembarco de Normandía, ya que supuestamente se habían aprendido valiosas lecciones durante una incursión que sirvió para poner a prueba las defensas alemanas. Esta era una propuesta ridícula, ya que cualquier lección sobre las defensas alemanas, aprendida en agosto de 1941, no podría haber sido relevante casi dos años después: de hecho, después de "Jubileo", en 1943, los alemanes construyeron nuevas defensas, conocidas colectivamente como “las defensas alemanas”, el "Muro Atlántico". En cualquier caso, así nació un mito: la tragedia de "Jubileo" como condición sine qua non para el triunfo de "Overlord".

Después de la Batalla de Stalingrado, era obvio que la Alemania nazi estaba condenada a perder la guerra y abrir un Segundo Frente de repente se hizo urgente para Roosevelt y Churchill. Era probable que ahora los soviéticos comenzaran a dirigirse a Berlín y, a través de la bota italiana, donde, tras la caída de Mussolini, los alemanes habían entrado y presentado una dura resistencia, los aliados nunca podrían vencerlos en lo que se convirtió en una alianza tácita entre aliados en carrera hacia Berlín. Se hicieron ahora los preparativos para un desembarco en la costa atlántica francesa, cuyo nombre en código fue "Operación Overlord". La urgencia de esta tarea aumentó rápidamente cuando en 1943 el Ejército Rojo avanzó sistemáticamente a lo largo de todo el Frente Oriental. Pero ese año ya era demasiado tarde para llevar a cabo una operación tan compleja desde el punto de vista logístico, sobre todo porque era necesario trasladar el equipo de aterrizaje necesario desde el norte de África e Italia. Roosevelt y Churchill no estaban nada contentos con el hecho de que el Ejército Rojo se estuviera abriendo camino, de manera lenta pero segura, hacia Berlín y posiblemente hacia lugares más al oeste. Y así, desde la perspectiva de la estrategia angloamericana, “se volvió imperativo desembarcar tropas en Francia y penetrar en Alemania para mantener la mayor parte de ese país fuera del alcance de los soviéticos”, como lo afirman dos historiadores estadounidenses, Peter N. Carroll y David. W. Noble. 


Previo al desembarco en Normandía, el General Dwight D. Eisenhower se dirige a un grupo de fuerzas aerotransportadas estadounidenses en territorio británico. 

Los líderes políticos y militares estadounidenses y británicos, representantes del establishment de sus países, es decir, de las clases altas, siempre habían sido intrínsecamente anticomunistas y antisoviéticos. Por el contrario, no se habían opuesto a ninguna forma de fascismo, incluida su variante alemana, el nazismo. Eran “filofascistas”, es decir, benevolentes con el fascismo y partidarios de los fascistas, porque el fascismo era el principal enemigo del comunismo y al mismo tiempo “bueno para los negocios” y, por lo tanto, para el capitalismo, del cual podría decirse que el fascismo es una manifestación

No hay que olvidar que la Alemania de Hitler, al igual que la Italia de Mussolini y la España de Franco, eran países capitalistas. Es una ironía de la historia que Estados Unidos cayera en una guerra contra el fascismo, personificado por Hitler (así como Mussolini) y, por lo tanto, se convirtiera en aliado de la Unión Soviética. Pero esa alianza era antinatural y estaba destinada a durar sólo hasta la derrota del enemigo común. Como dijeron en una ocasión algunos generales estadounidenses, estaban librando una guerra “con el aliado equivocado contra el enemigo equivocado”

Los desembarcos en Normandía, entonces, se organizaron con el propósito de prevenir un escenario que atormentaba a los caballeros que resultaron ser los líderes de Estados Unidos y Gran Bretaña, un escenario en el que los soviéticos derrotarían por sí solos a Alemania y liberarían no sólo el Oriente sino también al Occidente de Europa, incluida Francia. Si eso sucediera, se esperaba que los "russkis" siguieran el precedente establecido por los estadounidenses y los británicos en 1943 cuando liberaron Italia, excepto la parte norte, que permaneció detrás de las líneas alemanas. Habían hecho exactamente lo que quisieron, nota bene, sin permitir ninguna aportación de su aliado soviético, aportación que había sido prevista en acuerdos anteriores. Para impedir cualquier cambio socioeconómico radical, habían neutralizado a los partidarios de izquierda que tenían planes para una Italia completamente nueva; se instaló en el poder a un ex fascista y conocido criminal de guerra, el mariscal Badoglio. De hecho, los aliados occidentales dejaron gran parte del sistema fascista de Italia, congraciando así a los industriales, banqueros, grandes terratenientes, el monarca, el Vaticano y otros pilares del establishment de la nación que de hecho habían permitido y se habían beneficiado del régimen de Mussolini, pero enfureció a los trabajadores y a los italianos “corrientes”, que criticaron el nuevo sistema como “fascismo sin Mussolini”.

Si los soviéticos actuaran de manera similar en los países que liberaron, se podría esperar que el resultado fuera el opuesto, es decir, un esfuerzo conjunto de los libertadores y los combatientes de la resistencia izquierdista para erradicar, a expensas de la clase alta, no sólo de fascismo sino también del sistema capitalista del que se puede decir que el fascismo fue el exoesqueleto. Desde la perspectiva de los estadounidenses, que estaban decididos a mantener y revitalizar el capitalismo siempre que fuera posible, esto habría sido nada menos que una catástrofe.


La nada edificante historia de la “liberación” de Italia demuestra claramente que los estadounidenses y sus socios británicos no tenían nada contra el fascismo y las dictaduras fascistas y prefirieron mantener el fascismo de una forma u otra, en lugar de permitir que un pueblo liberado determinara por sí mismo el rumbo político y la configuración socioeconómica de su país.


Pronto veremos que los desembarcos en Normandía no pretendían liberar a Francia en el sentido de dejar a los propios franceses libres para tomar decisiones democráticas sobre la composición de su país en la posguerra, y que los libertadores en realidad prefirieron mantener el sistema fascista de la Francia de Vichy, con algunos cambios cosméticos, naturalmente, en lugar de correr el riesgo de que los franceses pudieran experimentar con formas de socialismo, como lo habían hecho, para disgusto de las elites gobernantes en Gran Bretaña y Estados Unidos, en la década de 1930 bajo los auspicios de una gobierno de izquierda conocido como “Frente Popular”. 

En aquel momento, en 1936, los caballeros en el poder en Washington y Londres, a diferencia de la mayoría de los estadounidenses y británicos “corrientes”, simpatizaban con Franco y procedieron a apoyarlo de manera encubierta, si no abiertamente, cuando libró la guerra contra un gobierno democráticamente elegido, gobierno republicano con planes de reformas sociales y económicas. Si los desembarcos en Normandía pretendían traer la libertad a Francia, como escuchamos una y otra vez, y derrotar al fascismo en Alemania y en toda Europa, ¿por qué los estadounidenses y los británicos no continuaron su triunfo en la primavera de 1945 sacando a Franco del poder?, como lo hubieran podido hacer con un gesto de la mano.

Los desembarcos en Normandía, entonces, no tenían que ver con la libertad para Francia ni con una cruzada contra la dictadura fascista. Su verdadero objetivo era permitir que los aliados occidentales compitieran con los soviéticos en una carrera no declarada hacia Berlín, una carrera que, en el verano de 1944, todavía era muy fácil de ganar. Y ganar esa contienda daría a los estadounidenses y a su socio británico el control sobre gran parte, si no de  toda Alemania y la consiguiente posibilidad de hacer allí lo que ya habían hecho en Italia, es decir, preservar el status quo socioeconómico, incluso si eso significaba proteger a los fascistas - en el caso de Alemania: nazis y filofascistas -. Esto era tanto más importante cuanto que las corporaciones y los bancos estadounidenses tenían enormes inversiones en Alemania, que seguramente se perderían en caso de que el tándem de soviéticos y antifascistas alemanes tomara el control. La historia de lo que le ocurrió a Alemania no puede contarse aquí, pero todos conocemos el resultado: los estadounidenses se salieron con la suya en el extremo occidental del país, y los soviéticos, en la parte oriental.

Tan pronto como la Batalla de Normandía concluyó victoriosamente, la resistencia alemana se desvaneció en la mayor parte, si no en todo el resto de Francia. Esto permitió emprender el avance primordial hacia Alemania, pero también requirió abordar la espinosa cuestión de la situación en Francia. Los estadounidenses habrían preferido mantener en el poder al gobierno colaboracionista del mariscal Pétain con sede en Vichy, pero sin el desacreditado Pétain, y con una personalidad más respetable, un Badoglio francés, por así decirlo, al mando; después de todo, el régimen de Vichy había sido bueno para los negocios, incluidos los negocios de las filiales francesas de bancos y corporaciones estadounidenses como Ford Francia, que habían ganado mucho dinero gracias a la entusiasta colaboración con los alemanes.

Washington había mantenido relaciones diplomáticas con Vichy hasta el desembarco en el norte de África, y después había coqueteado con políticos petainistas, burócratas de alto rango y generales que, después de Stalingrado, sintiendo de dónde venía el viento, se habían pasado de manera oportunista al lado aliado. La preferencia de Washington por los petainistas estuvo determinada por dos factores relacionados. En primer lugar, el deseo de encontrar socios franceses que, una vez colocados en el poder, pudieran ser confiables para mantener el status quo capitalista en una Francia posterior a la liberación. En segundo lugar, su temor de que la retirada de los alemanes y el colapso concomitante del régimen de Vichy pudieran provocar que la Resistencia llegara al poder, una resistencia que era mayoritariamente de clase trabajadora -así como la colaboración había sido mayoritariamente burguesa- y muy izquierdista, con los comunistas como elemento dirigente, e introducir el tipo de reformas radicales que eran muy populares en Francia pero que los líderes estadounidenses, incluido el presidente Roosevelt, abominaban como una “revolución roja”, quienes estaban decididos a salvar el capitalismo en Francia independientemente de los deseos de los franceses.


Por supuesto, un merecido homenaje a los veteranos de guerra del desembarco en Normandía. En la foto, algunos de ellos arriban al desfile del Día D, en Arromanches (Normandía), 6 de junio 2024 (Foto: Cristopher Furlong / Getty Images)

En cuanto al general Charles De Gaulle, líder de los llamados franceses libres con base en Gran Bretaña y reconocido por muchos dentro y fuera de Francia como uno de los líderes de la Resistencia, no era una personalidad izquierdista sino conservadora; pero Roosevelt y la mayoría de los demás responsables estadounidenses lo despreciaban por considerarlo un desagradable megalómano y compartían la opinión de Vichy de que era una mera fachada de los verdaderos líderes comunistas de la Resistencia. Washington se negó así a reconocer a De Gaulle y al gobierno provisional francés que encabezaba, a pesar de que les había quedado claro que su opción favorita, poner a un ex petainista en el poder, era inaceptable para el pueblo francés.

Y por eso los estadounidenses planearon gobernar ellos mismos la Francia “liberada” (y otros países europeos), al menos por el momento, a través de un gobierno militar que controlaban pero que eufemísticamente llamaban Gobierno Militar Aliado de los Territorios Ocupados (AMGOT). En Italia, este acuerdo había supervisado la transición antes mencionada con el fascismo hacia el fascismo sin Mussolini, y la idea era claramente lograr un resultado similar en Francia, el vichyismo sin Vichy. Sin embargo, con respecto a Francia, la idea de convertir el país en un protectorado estadounidense de facto aún no se había implementado en el momento del desembarco. 

Mientras tanto, De Gaulle se estaba volviendo poco a poco aceptable para Washington debido a tres factores. En primer lugar, los estadounidenses finalmente se dieron cuenta de que el pueblo francés no toleraría que el sistema de Vichy se mantuviera de ninguna manera. Por el contrario, habían llegado a comprender que De Gaulle era popular, disfrutaba del apoyo de un segmento considerable de la Resistencia y tenía el potencial de eclipsar a los comunistas como su líder. En segundo lugar, De Gaulle apaciguó a Roosevelt comprometiéndose a seguir un rumbo político que de ninguna manera amenazaría el status quo económico. Para garantizar su compromiso, innumerables antiguos vichyitas que disfrutaban de los favores de los estadounidenses se integraron en su movimiento de la Francia Libre e incluso se les otorgaron puestos de liderazgo. El gaullismo se volvió así respetable y el propio De Gaulle se transformó en “un líder de derecha”, aceptable para la clase alta francesa, que temía una toma del poder por parte de la Resistencia “roja”, y para los estadounidenses, preparados para suceder a los alemanes como socios y protectores de esa élite.

A finales de agosto de 1944, cuando se ganó la batalla de Normandía, un levantamiento de la Resistencia parisina predominantemente comunista claramente no pretendía impedir que los alemanes incendiaran la ciudad, como se sugeriría en una producción de Hollywood de 1966, Is Paris Burning?, sino establecer un gobierno francés que fuera independiente de los libertadores “anglosajones” del país y que probablemente aplicara políticas que no fueran de su agrado.

Eso obligó a los estadounidenses a abandonar el esquema AMGOT y rápidamente echar mano de la carta que hasta entonces se habían mostrado reacios a jugar: De Gaulle.

El general fue trasladado de urgencia a la capital para ser presentado a los parisinos como el salvador que la Francia patriótica había estado esperando durante cuatro largos años. Se dispuso que se pavoneara triunfalmente por los Campos Elíseos, mientras los líderes de la Resistencia local eran obligados a seguirlo a una distancia respetuosa, pareciendo extras sin importancia. Un poco más tarde, el 23 de octubre de 1944, Washington certificó su ciertamente incómoda asociación con De Gaulle al reconocerlo como jefe del gobierno provisional de la República Francesa.

Después de la batalla de Normandía, fue gracias a los americanos que en Francia De Gaulle, y no los hombres de la Resistencia, pudo llegar al poder. En contraste con este último, De Gaulle era una personalidad conservadora y colaboró entusiastamente con Washington para impedir las reformas radicales que la Resistencia había planeado y que muchos, si no la mayoría, de los franceses, y ciertamente la clase trabajadora, habían esperado y habrían acogido con agrado. Se conservó el sistema socioeconómico capitalista del país, aunque se actualizó su superestructura política: sobre las ruinas del régimen fascista de Vichy se erigió un sistema nuevo, comparativamente mucho más democrático, que en 1946 sería conocido oficialmente como la “Cuarta República”. Este acuerdo supuso un inmenso alivio para la clase alta francesa, pero también sirvió a los propósitos de los estadounidenses, que estaban decididos a hacer de la Europa liberada un lugar seguro para el capitalismo, preferiblemente un capitalismo sin restricciones, al estilo estadounidense, con “puertas abiertas” para los productos y el capital estadounidenses. El Tío Sam tiene mucho control.


Winston Churchill (medio) el general polaco Wladyslaw Sikorski (izquierda) y el general Charles de Gaulle (derecha) durante maniobras militares en Inglaterra en 1941

De Gaulle no permaneció en el poder el tiempo suficiente (dimitió en enero de 1946) para impedir que Francia se integrara en una Europa occidental dominada por Estados Unidos y se convirtiera en vasallo del Tío Sam, ejemplificado por su membresía en la OTAN (un acontecimiento que fue acompañado por la Americanización o “Cocacolonización” del país.  Pero en 1958 De Gaulle regresó y obtuvo amplios poderes mientras disponía que la Cuarta República diera paso a un sistema presidencial más autoritario, irónicamente al estilo estadounidense, que fuera bautizado “Quinta República”. Posteriormente demostró ser una espina clavada en el zapato del Tío Sam, por ejemplo al prohibir las bases del ejército estadounidense (y los cuarteles generales de la OTAN) en Francia y, más en general, al no ser un vasallo dócil como Konrad Adenauer en Alemania Occidental. (Es por esa razón que muy probablemente la CIA orquestó algunos de los golpes e intentos de asesinato dirigidos contra el régimen y/o la persona del recalcitrante presidente francés) 

De Gaulle tampoco perdonó nunca a los estadounidenses (y a los británicos) por tratar a Francia como un “felpudo” (paillasson), como dijo una vez, en el momento del desembarco en Normandía. En 1964, con motivo del vigésimo aniversario de Overlord, describió la operación como “el preludio de una segunda ocupación del país”, y nunca asistió a su conmemoración anual. También estuvieron ausentes de las conmemoraciones anuales, al menos durante la última década, los herederos rusos de los soviéticos, cuyos esfuerzos y sacrificios habían hecho posible no sólo los desembarcos, sino incluso la victoria final contra la Alemania nazi.


Este año, la razón oficial para que los representantes rusos sean non grata es la “guerra de agresión” de su país contra Ucrania, una especie de excusa que nunca fue invocada para descalificar a un presidente estadounidense por guerras similares (e incluso peores), por ejemplo, George W. Bush, que apareció en 2014. ¿Y qué pensar de la invitación dirigida al presidente ucraniano, Volodymyr Zelenski?

Su gobierno está repleto de admiradores de Stepan Bandera y otros ucranianos que colaboraron entusiastamente con los nazis y con los neonazis, y el propio Zelenski participó feliz y orgulloso cuando, en septiembre de 2023, los miembros de la Cámara de los Comunes de Canadá honraron por unanimidad a un ex SS ucraniano, Yaroslav Hunka, con una ovación de pie en el Parlamento de Canadá.

Más tarde, los parlamentarios alegaron tímidamente su ignorancia, pero Zelenski ciertamente sabía muy bien quién era ese hombre y qué representaba, y el primer ministro Justin Trudeau debería haberlo sabido o al menos haber sido informado. De hecho, no es ningún secreto que, en los juicios de Nuremberg, las SS en su totalidad fueron declaradas una organización criminal.

Y también se sabe, especialmente en Canadá, que una unidad de las SS similar a aquella de la que Hunka era miembro, luchó contra las tropas aliadas en Normandía y cometió allí crímenes de guerra, incluida la masacre de decenas de prisioneros de guerra canadienses en la Abadía de las Ardenas, cerca de Caén.

Es de suponer que Justin Trudeau conoce la historia de Canadá y está al tanto de lo que sucedió en la Abadía de las Ardenas; debería ir allí y depositar una corona de flores e invitar a Zelensky a que lo acompañe.


Dr. Jacques R. Pauwels

La fuente original y Copyright ©, Investigación Global, 2024

FUENTES del autor: En la versión original en inglés

* Un interesante artículo relacionado digno de lectura es: 

D Day 2024

26 abril 2024

Historia de las relaciones franco-israelíes


 

Reseña de las relaciones entre Francia y el ente ocupante desde la fundación de la Agencia Judía hasta las más recientes posturas sobre la guerra en Gaza.


Jean-Pierre Legrand 

Especialista de asuntos históricos 

Fuente: Al Mayadeen / diciembre 2023


Las relaciones franco-israelíes difieren de otras relaciones entre un estado independiente y la ocupación. Francia ha sido considerada durante mucho tiempo como la protectora de los cristianos católicos de Oriente y, de hecho, de todo el mundo, mientras "Israel" pretende representar a los judíos del mundo, llamándoles a emigrar a Palestina e instalarse allí con el pleno apoyo de la Agencia Judía. Por otro lado, los judíos de Francia se consideran franceses incluso antes de que se formara Francia, además de ser la mayor comunidad judía de Europa.


El número de judíos en Francia ronda los 500 mil ciudadanos y ocupan posiciones financieras muy avanzadas. Por ello, están presentes en los medios de comunicación, el mundo académico y la política. Además, un número relativamente importante de ellos emigró a Palestina en respuesta al llamado de la Agencia Judía. Hoy en día unos 100 mil ciudadanos israelíes conservan su nacionalidad francesa de origen, además 700 mil israelíes hablan francés.

Todo ello hace que la relación entre ambos "países" sea inevitable, íntima y crucial. Los judíos franceses que emigraron a "Israel" ocuparon puestos de responsabilidad que contribuyeron a estrechar los lazos entre "Israel" y Francia, como David Ben-Gurión y varios ministros en la historia del ente ocupante. 


Francia y la Agencia Judía

La historia comenzó con la creación de la Agencia Judía y la celebración de su primera, segunda y tercera conferencia en Basilea, Suiza, en 1897, 1898 y 1899, presididas por Theodore Herzl. Herzl había adquirido gran notoriedad con su libro "El Estado judío", en el que abordaba el caso del capitán judío francés Alfred Dreyfus, que había despertado la atención y dividido a la opinión pública francesa. Los judíos simpatizaron con él porque fue acusado de traición a Francia por Alemania en 1894, pero su inocencia se demostró en 1906, como relata en su libro, y regresó del exilio. Este asunto tuvo repercusiones para los judíos de Francia.


El capitán judío del ejército francés Alfred Dreyfus

Comenzaron los esfuerzos de la Agencia Judía para atraer el apoyo de los países europeos a su plan de establecer una patria para los judíos en Palestina. La Agencia consideraba que Francia no estaba entusiasmada con la idea de un Estado judío porque contradecía los principios del laicismo francés, por un lado, y los intereses franceses en los países árabes, por otro, especialmente en Argelia, donde tenía un ejército compuesto o formado por musulmanes. En consecuencia, dudó en manifestar su apoyo.

Theodore Herzl encontró apoyo inestimable en Gran Bretaña, oponente histórico de Francia. Así fue como se lanzó la idea sionista, según ciertas facciones protestantes extremistas que reivindicaban la doctrina del retorno, es decir, la necesidad de que los judíos volvieran a Palestina para lograr la redención y el regreso del Mesías. Sin embargo, lo que ocurrió fue que los círculos coloniales laicos de Inglaterra adoptaron estas tesis y las secularizaron, para luego ser formuladas plenamente a mediados del siglo XIX por pensadores no judíos. También es importante señalar que el sionismo nació como reacción a lo que los judíos llamaban antisemitismo, y la misión del movimiento sionista era cambiar la realidad de los judíos en el continente europeo por una nación que reuniera a judíos de todo el mundo.

La sede de la Agencia estaba en Gran Bretaña, y la cuarta conferencia se celebró allí, en Londres, en el año 1900. El discurso sobre la hostilidad hacia los judíos y la necesidad de establecer un Estado judío en Palestina comenzó en Europa. El hecho de que la conferencia se celebrara en Gran Bretaña se debió al respaldo de ese país a la idea, así como a su presencia en Egipto y Alemania, que también estaban entusiasmados con la idea de un Estado judío en Palestina por sus propias razones. Francia, por el contrario, no estaba emocionada con la idea, y el sultán del Imperio Otomano Abdul Hamid también se oponía. Sin embargo, esto no impidió que la inmigración judía creciera con la financiación de la Agencia Judía, que había comenzado antes de la creación de la Agencia, ya que la inmigración judía a Palestina estaba en marcha desde principios del siglo XIX.

Lo que reforzó la profundidad y solidez de la relación entre la Agencia, que se convirtió en un actor importante, y Gran Bretaña, fue la Declaración Balfour del 2 de noviembre de 1917, que pedía el establecimiento de una patria nacional para los judíos en Palestina. Esta declaración fue el motivo de la elección de Jaim Weizmann como presidente de la Agencia Judía hasta 1948, cuando se convirtió en el primer presidente del "Estado judío".


Jaim Weizmann presidente de la Agencia Judía hasta 1948, cuando el primer presidente de Israel.

Después de la guerra y como parte de los esfuerzos de la Agencia Judía por alcanzar su objetivo, se presionó a Gran Bretaña para que obtuviera un mandato sobre Palestina con la esperanza de llevar a buen término el proyecto de Estado. Esto no fue fácil en lo que respecta a Francia, que, como hemos mencionado anteriormente, se había considerado durante mucho tiempo el protector de Jerusalén y de los cristianos, desde la época de Harún al-Rashid en el siglo IX, pasando por las Cruzadas en el siglo XII y hasta un acuerdo con el sultán otomano en el siglo XVI que le autorizaba a proteger los lugares santos cristianos y los enclaves cristianos circundantes.

Tras la Primera Guerra Mundial, se inició la presencia francesa en Líbano y la británica en Palestina. La enfermiza relación entre ambos países, Gran Bretaña y Francia, se reflejó en las tensiones en sus posiciones y en los movimientos del Alto Comisario, el general Catroux, preocupado por la fuerza de su ejército compuesto por musulmanes y que no deseaba dañar su relación con los árabes, mientras Gran Bretaña se ponía del lado de los judíos.

Tras la llegada al poder del Frente Popular en Francia en 1936, una alianza de partidos de izquierdas que incluía simpatizantes y aliados del movimiento judío por diversas razones, entre otras porque algunos miembros de los partidos afiliados al Frente eran judíos, se abrió el camino para que la Agencia Judía entablara un diálogo con la administración francesa, sobre todo porque Léon Blum, miembro del Frente Nacional, se convirtió en primer ministro de Francia y era judío, y también surgieron líderes judíos dentro de los partidos comunista y socialista franceses.

El auge de los partidos racistas en Europa influyó en el creciente apoyo a la Agencia Judía, sobre todo después de que los judíos fueran expulsados de Alemania y empezara a crecer la simpatía de los franceses por ellos al ser perseguidos, y aumentaran las campañas de inmigración a Palestina como parte de un plan que debería haber terminado en 1944 pero no lo hizo como veremos más adelante.


En su lugar, en 1936 estalló una revolución árabe que exigía la independencia, lo que llevó a los árabes a enfrentarse a Francia y Gran Bretaña, mientras los judíos permanecieron bajo la protección de ambos países y gozaron de su apoyo.


Tras la Primera Guerra Mundial, Charles de Gaulle inició sus funciones como jefe de las oficinas dos y tres en Medio Oriente entre 1929 y 1931, y comenzó a establecer contactos con el movimiento sionista, que posteriormente desempeñó un papel importante.


General Charles De Gaulle

Las relaciones empezaron a surgir ya que Charles De Gaulle y el entorno en el que creció no propiciaban un conocimiento general de los judíos ni del movimiento sionista judío en particular. Sobre todo, porque la postura del padre de Charles, Henri de Gaulle, tal y como relató más tarde su hijo en el famoso asunto Dreyfus, era cuestionar la culpabilidad del oficial Alfred Dreyfus, pero esta postura mantuvo a la familia a cierta distancia de los judíos.

El movimiento sionista aprovechó la revolución árabe de 1936 para unirse a las fuerzas francesas y británicas, lo que rompió la barrera entre de Gaulle y la Agencia. A pesar de todo lo sucedido y de su continua relación con Léon Blum, el líder de izquierdas, Gaulle no se pronunció entonces sobre la cuestión judía en Francia, pero sabemos que ya tenía una idea fundamental, a saber, la continuidad de la historia francesa y "un nacionalismo integrador de clases y épocas".

Los judíos, liberados por la Revolución de 1791, eran parte integrante de una "idea específica" unificada de la nación francesa, que ya era su idea. Así pues, la relación entre los judíos franceses y el Estado francés como ciudadanos de pleno derecho no se vio arrastrada a posiciones extremas por la cuestión de la hostilidad hacia los judíos.

Estalló la Segunda Guerra Mundial, el ejército alemán entró en París y se formó la Resistencia francesa. El general Charles de Gaulle se unió a la resistencia contra la ocupación alemana, mientras que el gobierno de Vichy colaboró con los alemanes. Esto tuvo dos consecuencias: en primer lugar, comenzó en Francia la campaña de detención de judíos entregados a los alemanes, lo que provocó la reacción de la Agencia Judía y reforzó el papel de Gran Bretaña después de que Francia perdiera su libertad de decisión y el líder de la Francia Libre estableciera su cuartel general en Gran Bretaña. En segundo lugar, en Medio Oriente los árabes vieron la oportunidad de cooperar con el gobierno de Vichy para liberarse del colonialismo, mientras la Agencia Judía reforzó su alianza con los británicos y las fuerzas de la Francia Libre dirigidas por el general De Gaulle.


Video:



La Agencia Judía no se detuvo ahí, encargó al escritor Pierre Cohn, que colaboraba con la Agencia desde 1921 tras conocer a Jaim Weizmann quien más tarde se convertiría en jefe del departamento político de la Agencia, que se pusiera en contacto con los dirigentes de la Francia Libre y creara una opinión pública francesa favorable al apoyo al general De Gaulle. Más importante aún, el objetivo era crear una fuerza militar judía en Palestina para apoyar a las fuerzas aliadas. Cohn se reunió con el general de Gaulle el 9 de agosto de 1940 y trataron estos temas. La sorpresa fue que más tarde Jaim Weizmann hizo público el contenido de la reunión, sugiriendo que había obtenido la aprobación de la Francia Libre para la formación de esta fuerza. Pero el general De Gaulle negó posteriormente que Weizmann hubiera llegado a conclusiones tan precipitadas.

La relación entre la Agencia Judía, cuyo presidente era Jaim Weizmann, que más tarde se convertiría en presidente del Estado de "Israel", y el movimiento gaullista liderado por De Gaulle, que gobernaría Francia durante un tiempo, ha sido objeto de debate entre los historiadores. Pero más tarde se supo que el movimiento gaullista aún no había aceptado definitivamente la idea de un Estado judío en Palestina, sino que seguía siendo partidario de mantener durante más tiempo la presencia francesa en Siria, a lo que se negaban Gran Bretaña y la Agencia Judía, quienes tenían en sus manos la Declaración Balfour.

La Segunda Guerra Mundial terminó y el General de Gaulle volvió como vencedor y primer ministro de 1944 a 1946, cuando dimitió tras una disputa con la izquierda francesa y más concretamente con los comunistas. Fue sustituido por Félix Gouin y después por Georges Bidault.

Vincent Auriol, socialista, se convirtió en presidente de la República de 1947 a 1954, marcando el comienzo de la edad de oro de las relaciones franco-israelíes.


Francia y el Estado de "Israel": estrechas relaciones de 1948 a 1958.

Comenzamos recordando las etapas del reconocimiento de "Israel" por Francia en 1947, cuando votó a favor de la Resolución 181 de las Naciones Unidas que preveía la partición de Palestina en dos Estados, uno de los cuales sería judío. Tras la creación de "Israel" en 1948 y la guerra entre "Israel" y los árabes, Francia reconoció oficialmente a "Israel" en enero de 1949, y el 20 de mayo de 1949 se establecieron relaciones diplomáticas oficiales entre ambos países.


Votación por la Resolución 181 de las Naciones Unidas (29 noviembre 1947), partición de Palestina en dos estados. 

Parece que 1953 fue un año decisivo en la preparación de una futura alianza a nivel de individuos antes de que la formalizaran gobiernos y estados. En abril, Pierre-Eugène Gilbert fue nombrado oficialmente nuevo embajador de Francia en "Israel". Era un antiguo oficial de la Francia Libre y partidario de "Israel". En diciembre de 1953, Shimon Peres fue nombrado director general del Ministerio de Defensa. Esta alianza allanó el camino para que "Israel" cooperara con una gran potencia a varios niveles, ofreciendo una oportunidad de oro que no se había logrado con otros países, ni siquiera con el Reino Unido, que había estado detrás de la Declaración Balfour. Los antecedentes militares de Gilbert y la posición de Peres en el Ministerio de Defensa permitieron la cooperación militar entre ambos países sin pasar por el Ministerio de Asuntos Exteriores francés, lo que da fe de la cercanía de las relaciones entre ambos países en aquella época.

La cooperación franco-israelí movilizó todos los recursos disponibles, desde la cooperación técnica y cultural hasta la investigación científica y el apoyo militar, culminando en un contrato para construir un reactor nuclear en Dimona, en el desierto del Negev.


Reactor nuclear en Dimona, desierto del Negev.

Las crisis surgidas entre Francia y los países árabes reforzaron considerablemente la alianza entre ambos países. Primero fue la llegada al poder de Gamal Abdel Nasser en Egipto y su apoyo a la independencia de Argelia de Francia. En 1956, Nasser nacionalizó el Canal de Suez, convirtiéndolo en una empresa egipcia y expulsando a la compañía francesa que lo explotaba, acabando así con la influencia militar y política británica en Egipto y cerrando el estrecho de Bab-el-Mandeb a los barcos israelíes. Todo esto creó un entendimiento militar entre Francia, Gran Bretaña e "Israel", que lanzaron un ataque contra Egipto y ocuparon vastos territorios. Esto llevó al presidente estadounidense Dwight D. Eisenhower a ordenar a Ben-Gurión, al final de la campaña del Sinaí en 1956, que pusiera fin a la guerra rápidamente y se retirara de los territorios ocupados.


También es importante señalar que esta guerra puso fin a los dos imperios coloniales de Francia y Gran Bretaña al este del Mediterráneo, lo que explica la posición común de la URSS y Estados Unidos ante esta guerra.


Los pilares de la edad de oro entre Francia e "Israel"

Son varios los ejemplos de las relaciones personales, familiares y políticas entre grandes líderes y figuras públicas israelíes y francesas. David Ben-Gurion, que fue primer ministro israelí y ministro de Defensa, era de origen francés y había vivido en Francia desde su infancia. En Francia, René Coty, presidente de la república de 1954 a 1955, contó con el apoyo del Partido Campesino y de la izquierda, sucediendo a Vincent Auriol, presidente de la república (1947-1954) por la izquierda. Pierre Mendès France fue primer ministro en París en 1954 y 1955. De febrero de 1956 a junio de 1957, el socialista Guy Mollet presidió el gobierno. No debemos olvidar el papel clave desempeñado por Pierre-Eugène Gilbert y Shimon Peres en el establecimiento de esta cooperación. Gilbert permaneció como embajador en "Israel" hasta 1959, marcando el final del período dorado de las relaciones entre los dos países, y fue honrado por las autoridades israelíes a su partida.


Ámbitos de cooperación entre ambos países

La alianza entre "Israel" y Francia incluye un componente lingüístico y cultural, que fue una forma de poder blando francés. "Tel Aviv" vivía culturalmente al ritmo de París. Además de proyectar películas de la "Nouvelle Vague" y de la "Qualité française", se producían películas franco-israelíes originales. Posteriormente, varios directores de teatro (como Jean-Louis Barrault y André Barsacq) realizaron giras con sus compañías o representaron obras de los archivos franceses con compañías locales. También cantantes israelíes adaptaron al hebreo letras y música de Brassens, Brel, los hermanos Jacques y otros.

Sociólogos del desarrollo y del trabajo (René Dumont, Georges Friedmann y Henri Desroche) fueron allí para informar sobre la experiencia israelí. A cambio de esta alianza, el Ministerio de Educación israelí introdujo la enseñanza obligatoria del francés en las escuelas. Aunque la sociedad israelí no ha adoptado la lengua francesa, al menos se ha hecho francófila.


La Colina Francesa, conocida como French Hill en inglés, es un barrio ubicado en la parte noreste de la ciudad de Jerusalén, creado en 1969 en territorio ocupado durante la Guerra de los Seis Días en 1967.

Aunque la operación de Suez en 1956 fue un fracaso total para Francia y el Reino Unido, que se enfrentaron a un desafío diplomático sin precedentes y a presiones para retirarse inmediatamente del territorio ocupado, esto no afectó las relaciones entre Francia e "Israel". Este acercamiento, reforzado por la inusual cercanía entre los funcionarios de ambos países alentada por David Ben Gurión y Shimon Peres, desembocó en una cooperación nuclear, especialmente con la construcción de un reactor y una planta de extracción de plutonio. Esta cooperación se inició a iniciativa de "Israel", reuniendo a científicos franceses e israelíes de la energía atómica en los primeros años posteriores a 1950, pero sin revelar explícitamente que el objetivo era dotar a "Israel" de armas nucleares.

La relación entre "Israel" y su primer aliado, Francia, durante la era De Gaulle (1958-1981) fue oficial. Cuando el general Charles de Gaulle volvió al poder en Francia como presidente de la República y líder de Francia en 1958 oficializó inmediatamente la relación entre los Ministerios de Defensa francés e israelí, separándola de los vínculos personales e integrándola en los protocolos administrativos, políticos y diplomáticos entre los países, con el fin de preservar la soberanía estatal. La relación empezó a tomar un cariz más serio y racional.

Aunque la cooperación no se puso en tela de juicio en esta época, a excepción de la cooperación nuclear, que llegó a su fin en 1960, el papel político de Francia en esta alianza cambió y ya no se centró en la cuestión israelí como antes.

Esta relación duró hasta el final de la cuestión argelina y la independencia de Argelia en 1962, que acercó a Francia a los países árabes. Además de su deseo de mantener las relaciones con su aliado, Francia trató de consolidar sus relaciones con los países árabes, pero no se dio cuenta de que no era el único actor capaz de controlar los acontecimientos y de que "Israel" tenía sus propias ambiciones y objetivos.

Cabe señalar que Francia abandonó el mando militar integrado de la OTAN en 1966, bajo la presidencia del general Charles de Gaulle. Sin embargo, siguió siendo miembro de la OTAN.

Antes de la guerra de junio de 1967, Abba Eban realizó una gira diplomática y se reunió con el General de Gaulle en París el 24 de mayo. De Gaulle le dejó claro: "Francia no estará del lado del agresor, aunque sea Israel".

Así comenzó una nueva etapa que puso fin a la alianza oficial entre Francia e "Israel", y De Gaulle empezó a establecer un bloqueo internacional para impedir el suministro de armas a los países de Medio Oriente, incluido "Israel", incluso antes del estallido de la guerra en junio de 1967. Esto llevó a "Israel" a seguir dos caminos: reforzar su industria militar para producir sus propias armas y buscar otro aliado, que encontró en Estados Unidos, que desde entonces se convirtió en su segundo socio estratégico.

Aunque "Israel" se molestó por el giro de Francia se alegró de iniciar una nueva etapa, ya que Estados Unidos llenó inmediatamente el vacío. En efecto, en vísperas de la Guerra de los Seis Días, el 5 de junio de 1967, el presidente estadounidense dio luz verde al ataque militar de "Israel", y Lyndon Johnson se comprometió a no pedir a "Israel" que se retirara inmediatamente de los territorios que podía tomar si ganaba. Este apoyo ofrecido por el presidente demócrata fue reforzado y amplificado por su sucesor, Richard Nixon, del partido republicano, y así comenzó la relación especial entre los dos países, con una convergencia entre los dos partidos estadounidenses (demócrata y republicano), por una parte, e "Israel" por otra.


La Primera Ministra israelí, Golda Meir junto al presidente Richard Nixon en Washington, 1974

La división entre "Israel" y Francia fue en aumento hasta que el presidente Charles de Gaulle declaró en una conferencia de prensa: "El pueblo distinguido, seguro de sí mismo y dominante". Las interpretaciones de sus palabras se consideraron una burla a los judíos, aunque él aclaró que se trataba de un elogio y no de una burla. Sin embargo, los medios de comunicación convirtieron la declaración en un asunto, y este asunto, combinado con otros, condujo a la dimisión de Gaulle tras comprobar que el pueblo se oponía mayoritariamente a su proyecto en un referéndum. Así pues, dimitió en 1968 y fue sustituido por Georges Pompidou.

La guerra de junio entre "Israel" y los árabes acabó con la separación de los dos países. Francia impidió la entrega de buques de guerra a "Israel", construidos en Cherburgo en virtud de un contrato anterior, hasta que "Israel" decidió robar los dos buques restantes en una gran operación de inteligencia llevada a cabo los días 24 y 25 de diciembre de 1969, en la que participaron 150 marineros israelíes que trabajaban oficialmente en los buques que habían sido entregados a "Israel" antes del bloqueo. El precio de esta operación fue la expulsión del agregado militar israelí en Francia, el almirante Mordechai Limon, así como el despido de los mandos navales y de inteligencia. Esto se conoció como el asunto de Cherburgo.

La crisis no se limitó a la dolorosa terminación de la cooperación militar anterior. Un contrato para la venta de grandes aviones militares Mirage, firmado con la Libia del coronel Gadafi, también provocó tensiones en las relaciones franco-israelíes. Lo que exacerbó aún más el enfado de "Israel" fue el contrato firmado entre Francia e Irak para construir una central nuclear con fines pacíficos. A ello siguió, entre otras cosas, la movilización de activistas de la comunidad judía estadounidense para obstaculizar la visita oficial del presidente Pompidou a Estados Unidos en febrero de 1970.

Durante la guerra de 1973, cuando las fuerzas egipcias invadieron la línea de Bar Lev, el ministro de Asuntos Exteriores francés, Michel Jobert, declaró: "El regreso a la patria no es necesariamente una agresión inesperada".


A continuación, un resumen de las posiciones adoptadas por Francia tras la guerra de 1967 y durante los mandatos de Georges Pompidou, Valéry Giscard d'Estaing y lo que restó del mandato de Charles de Gaulle:


1- El primer encuentro público entre un miembro del gobierno francés, Jean Sauvagnargues, ministro de Asuntos Exteriores durante la presidencia de Giscard d'Estaing, y el líder de la Organización para la Liberación de Palestina, Yasser Arafat.

2- La apertura de una oficina de la Organización para la Liberación de Palestina en París en 1975, y la firma de un acuerdo para la entrega de una central nuclear de uso civil al Irak de Sadam Hussein, aunque podría utilizarse con fines militares según "Israel".

3- La deportación de Abu Daoud, sospechoso del secuestro de los atletas israelíes en los Juegos Olímpicos de Múnich, que fue detenido en París para que no pudiera ser entregado a "Israel".

4- En pleno apogeo de la diplomacia de Giscard d'Estaing, que fue la más activa en este tema, en lugar de felicitar a Menachem Begin y Anwar el-Sadat por la firma del tratado de paz en 1979, los países de la Unión Europea adoptaron en junio de 1980 la Declaración de Venecia, en la que se reconocían por primera vez los "derechos legítimos del pueblo palestino" en lugar de referirse tradicionalmente a la "cuestión de los refugiados árabes" únicamente desde un punto de vista humanitario.

5- Por último, Valéry Giscard d'Estaing visitó varios países de la región en marzo de 1980, concluyendo su gira con una visita a Jordania, evitando así "Israel".


Relaciones positivas entre "Israel" y Francia - El centrismo de François Mitterrand en 1981

François Mitterrand, líder del Partido Socialista, se convirtió en presidente de la República y consiguió llevar la batuta del centro, a diferencia del presidente de Gaulle. Mitterrand, socialista, estableció relaciones con los países árabes que buscaban su propia vía hacia el socialismo. En cuanto a "Israel", renovó los vínculos entre el Partido Socialista e "Israel", en particular con el Partido Laborista, afiliado al Partido Socialista en la Internacional Socialista.


Acuerdos de Camp David firmados en 1978 entre Egipto e Israel 

Su primer paso fue anunciar su beneplácito a los Acuerdos de Camp David firmados en 1978 entre Egipto e "Israel", que su predecesor no había suscrito, y anunció su intención de visitar "Israel", con lo que cumpliera en marzo de 1982, convirtiéndose en el primer presidente francés en hacerlo tras 34 años de la creación del Estado y después de haberlo hecho como líder del Partido Socialista. Mitterrand convirtió en tradición que todos los presidentes franceses visitaran "Israel". Claude Cheysson fue nombrado ministro de Asuntos Exteriores para calmar a los países árabes sobre el giro diplomático que pensaba dar durante su presidencia.

Estas relaciones y posiciones previas no impidieron que el presidente Mitterrand, desde su posición neutral, criticara la invasión israelí a Líbano en 1982 y las subsiguientes masacres de Sabra y Shatila, utilizando un lenguaje muy duro. En julio de 1982, declaró: "No acepté los horrores resultantes de la ocupación alemana en Francia, y no acepto los horrores, incluso en Beirut". Como de costumbre, "Israel" protestó contra esta comparación y la calificó de nazi y pronto se produjo un atentado terrorista en París, que "Israel" atribuyó a las declaraciones de Mitterrand.


"Israel" consideraba a Yaser Arafat su enemigo declarado número uno, mientras Francia estaba decidida a protegerle y lo evacuó a él y a sus fuerzas de Beirut a Túnez en 1982.


Durante su presidencia, Mitterrand siguió siendo amigo de "Israel" y partidario de la resistencia palestina durante sus dos Intifadas, la primera en 1987 y la segunda en el 2000, especialmente cuando Yasser Arafat respondió a los deseos de Mitterrand unos meses más tarde obteniendo la aprobación del Parlamento palestino reunido en Argelia en noviembre de 1988 para la resolución número 181 de las Naciones Unidas. Estados Unidos reconoció a la Organización para la Liberación de Palestina como única representante del pueblo palestino, y el presidente francés concedió a la oficina de la OLP en París un estatus diplomático especial con el nombre de "Délégation générale".

Y lo que es más importante, Yasser Arafat fue invitado oficialmente a Francia por primera vez los días 2 y 3 de mayo de 1989 y el presidente francés obtuvo su compromiso de que el pacto de la OLP en el que se pedía la destrucción del Estado de "Israel" quedaba "cancelado".


Yasser Arafat, presidente de la OLP junto a  Francois Mitterrand, presidente de Francia (1981-1995)

Por otra parte, en 1992, Isaac Rabin, líder del Partido Laborista, designado para formar gobierno tras su victoria en las elecciones legislativas, se comprometió a relanzar el proceso de negociación que había avanzado poco desde la apertura oficial de la conferencia de Madrid, en octubre de 1991, bajo los auspicios de Estados Unidos y la Unión Soviética. Durante un breve periodo de dos años, las relaciones franco-israelíes gozaron de un raro consenso.

Rabin fue invitado al Elíseo cuatro veces entre 1993 y 1994, pero fue asesinado en noviembre de 1995. Le sustituyó Benjamín Netanyahu, que venció por escaso margen a Shimon Peres en las elecciones de 1996. Jacques Chirac fue así el primer presidente francés que se reunió con el nuevo líder de la derecha israelí surgido tras Menachem Begin y Yitzhak Shamir.

Con la llegada de Jacques Chirac a la presidencia de Francia como auténtico gaullista de la escuela derechista francesa, no pudo seguir el camino de Mitterrand en su relación con "Israel". Durante sus mandatos, se produjo una diversificación, ya que, durante su primera vuelta en 1996 adoptó una postura a favor de los árabes que se manifestó durante su primera visita a "Israel" ese año. Mientras paseaba por Jerusalén, tuvo un altercado con las fuerzas de seguridad israelíes que intentaban impedirle hablar con la gente. Al hacerlo, dio a entender que los soldados presentes eran fuerzas de ocupación y estaban imponiendo su voluntad “en presencia del presidente de Francia”.

Entre Francia e "Israel" estalló una crisis de confianza, sobre todo cuando Ehud Barak acusó al presidente Chirac de incitar a Yasser Arafat a no firmar un acuerdo que pusiera fin a la segunda Intifada que estalló después de que el líder de la oposición Ariel Sharon entrara en la Explanada de las Mezquitas. En aquel momento, Shimon Peres y Barak pidieron a Chirac que interviniera para poner fin a la Intifada debido a su buena relación con la Organización para la Liberación de Palestina.

Durante su segundo mandato, que comenzó en 2002, se produjo un notable cambio de postura y una voluntad francesa de resolver las diferencias tras el deterioro de las relaciones y los intercambios mediáticos entre ambas partes. El ministro de Asuntos Exteriores, Dominique de Villepin, acusado de ser pro árabe por su infancia y juventud transcurridas en Marruecos y su oposición a la invasión de Irak por George W. Bush, lideró el proceso de cambio y propuso una iniciativa de buena voluntad para formar una comisión bilateral de cooperación entre ambos países con el objetivo de rememorar el periodo de “luna de miel” de los años cincuenta cuando la cooperación era intensa en diversos campos.

La misión de la comisión era crear un centro cultural en Jerusalén, sobre todo teniendo en cuenta que en "Israel" había entre 700 mil y 800 mil francófonos. Las relaciones mejoraron entre ambas partes, sobre todo tras la Intifada de Gaza y la decisión de Sharon de retirarse y desmantelar los asentamientos de la zona.


Francia e "Israel" tras la era de los grandes (2007-2023).


Tras el mandato de Jacques Chirac, Francia pasó de una fase caracterizada por De Gaulle, Mitterrand, Balladur, Chirac y Pompidou a otra en la que el papel francés en los asuntos internacionales disminuyó, a pesar de algunas decisiones audaces tomadas en relación con el conflicto árabe-israelí:

- En 2009 el presidente Nicolas Sarkozy devolvió a Francia al mando militar integrado de la OTAN.

- En octubre de 2011 Francia votó a favor del ingreso de Palestina en la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).

- En noviembre de 2012 Francia votó a favor de que Palestina fuera Estado observador en las Naciones Unidas.

- A finales de 2016 la Asamblea General de ONU recomendó al Gobierno francés que reconociera al Estado palestino junto a "Israel".

- En abril de 2016, Francia votó a favor de la resolución de la UNESCO que condenaba la política israelí en Jerusalén Este, lo que causó especial indignación en "Israel" debido a que la resolución ignoraba históricamente la conexión del pueblo judío con la ciudad santa, según afirmaciones israelíes.

- A principios de 2017, pocos meses antes del final de su mandato, François Hollande organizó una conferencia que reunió a unos 70 países para renovar el compromiso de la comunidad internacional con la solución de los dos Estados.

- Francia condena la construcción de asentamientos israelíes en Cisjordania y apoya la idea de una solución de dos Estados al conflicto.

- Francia desaprueba la decisión de Estados Unidos de trasladar su embajada a Jerusalén y de reconocerla como capital de "Israel".

La iniciativa a favor de una solución de dos Estados con garantías internacionales fue tomada por Laurent Fabius, apoyado después por su sucesor Jean-Marc Ayrault. François Hollande envió a Manuel Valls para obtener la aprobación del primer ministro israelí, pero sin éxito.


Durante este periodo, la presidencia francesa fue ocupada sucesivamente por los presidentes Nicolas Sarkozy (2007-2012), François Hollande (2012-2017) y Emmanuel Macron (2017).

Durante este tiempo, "Israel" sólo ha tenido dos primeros ministros, Ehud Olmert y Benjamín Netanyahu, quien dio paso brevemente a Yair Lapid antes de volver al poder. Los tres presidentes franceses mostraron una notable simpatía por Netanyahu y expresaron admiración por sus capacidades, aunque Sarkozy le llamó mentiroso en una conversación privada con Barack Obama y aseguró no se fiaba de él; a menos que la filtración de esta información tuviera algún otro propósito.

La distinción de los tres presidentes franceses radica en el gran número de visitas oficiales mutuas entre ambas partes.

Si tomamos el período reciente desde 2017 hasta la actualidad, hemos visto más de 15 visitas de israelíes a Francia, incluidos ministros, primeros ministros y presidentes, así como casi nueve visitas francesas a "Israel", desde ministro de la República hasta presidente.


- Benjamín Netanyahu visitó Francia el 16 de julio y el 10 de diciembre de 2017, así como el 11 de noviembre y el 5 de junio de 2018, y el 2 de febrero de 2023.

- Yair Lapid el 30 de junio de 2021 y el 5 de julio de 2022.

- El presidente israelí Isaac Herzog en marzo de 2022.

- Reuven Rivlin, presidente de "Israel", los días 16 y 17 de marzo de 2017, y del 22 al 25 de febrero de 2019.

- Eli Cohen, ministro de Economía, el 14 de febrero de 2018.

- Miri Regev, ministra de Cultura y Deporte, del 14 al 21 de mayo de 2017.

- Aryeh Deri, ministro del Interior, el 10 de febrero de 2018.

- Yisrael Katz, ministro de Transporte y Seguridad Vial, ministro responsable de Inteligencia y del Comité de Energía Atómica, del 26 al 30 de enero de 2017.


Las visitas de funcionarios franceses a "Israel" después de 2017 fueron las siguientes:


- Emmanuel Macron, presidente de la República, los días 22 y 23 de enero de 2020, a "Israel" y los territorios palestinos.

- Franck Riester, ministro de Cultura, los días 29 y 30 de noviembre de 2018, a "Israel".

- Jean-Yves Le Drian, ministro de Europa y Asuntos Exteriores, los días 25 y 26 de marzo de 2018, en "Israel" y los territorios palestinos.

- Bruno Le Maire, ministro de Economía y Finanzas, del 4 al 6 de septiembre de 2017, en "Israel" y los Territorios Palestinos.

- Mounir Mahjoubi, secretario de Estado de Economía Digital, del 5 al 7 de septiembre de 2017, en "Israel" y los territorios palestinos.

- Juliette Méadel, secretaria de Estado del primer ministro, responsable de Apoyo a las Víctimas, los días 2 y 3 de marzo de 2017, en "Israel" y los territorios palestinos.

- Gérard Larcher, presidente del Senado francés, del 2 al 5 de enero de 2017, en "Israel" y los territorios palestinos.

- François Hollande, presidente de la República Francesa, del 29 al 30 de septiembre de 2016, en el funeral de Shimon Peres.


Francia e "Israel" - Relaciones económicas, culturales y científicas 

Las exportaciones francesas a "Israel" alcanzaron los mil 660 millones de euros en 2021, un aumento del 18% en comparación con 2020 (excluyendo diamantes, automóviles, cosméticos, productos químicos e industriales), mientras que Francia importó mil 230 millones de euros de productos israelíes en 2021. Se esperaba que 100 empresas francesas se establezcan en "Israel" en 2021, proporcionando cinco mil 600 puestos de trabajo y generando un volumen de negocios de mil millones de euros. Francia sigue siendo el quinto destino turístico favorito de "Israel".

La cooperación en el área de la cultura y la ciencia se basa en el Tratado de Amistad Dorada, firmado en los años 50, y en un acuerdo bilateral firmado en 1959. La Embajada de Francia en "Israel" cuenta con institutos de investigación en Tel Aviv, Haifa y Nazaret, así como con un centro científico de antigüedades y cinco centros franceses de enseñanza superior. Existe una colaboración en materia de investigación entre universidades francesas e israelíes que ha dado lugar a trabajos en diversos campos científicos.


El lobby israelí en Francia

Después de todo lo anterior y el apoyo y simpatía mostrado por "Israel" en varias ocasiones, incluyendo François Hollande en 2014, que llegó a justificar el uso excesivo de la fuerza por parte de "Israel" en Gaza y su derecho a defenderse en la primera fase; y más recientemente, la postura de Macron a favor de "Israel" durante la guerra de Gaza en octubre de 2023 y su negativa a cesar las hostilidades; en Francia han llegado a tomar decisiones sin precedentes en la política, prohibiendo manifestaciones a favor del alto al fuego y de la agresión contra Gaza, e incluso organizando una manifestación a favor de "Israel" con el pretexto de rechazar el antisemitismo, argumento a menudo utilizado por los aliados del sionismo durante cada crisis política.

Macron no participó personalmente en la manifestación, lo que le valió las críticas de los aliados de "Israel" a pesar de todas sus posiciones proisraelíes. Por no hablar de los medios de comunicación, que ahora están bajo la influencia del lobby israelí, en particular los canales de televisión.

Las asociaciones que luchan contra el antisemitismo, como el Conseil représentatif des institutions juives de France (CRIF), el American Jewish Committee (AJC), Binai Barth y la Association France-Israël, expresan su apoyo a través de medios de acción tradicionales como comunicados de prensa, intentos de influir en la opinión pública, organización de delegaciones de parlamentarios, periodistas y actividades económicas en "Israel", así como la publicación de libros, folletos, conferencias y seminarios.

Hay otras organizaciones más activas como la Union des patrons et professionnels juifs de France (UPJF) y la Ligue de défense juive (LDJ), así como sitios web de noticias en francés, que expresan su apoyo incondicional al gobierno israelí y cuestionan la política francesa en Medio Oriente.

En cambio, la defensa de la causa del pueblo palestino, sin duda más numerosa y presente sobre el terreno, se organiza a través de la participación en los municipios y en las calles, para movilizar a la opinión pública en favor de la causa palestina y de su lucha. Es el caso de la Association France-Palestine Solidarité (AFPS), de la Unión de Judíos por la Paz (UJPF), del Comité́ de bienfaisance et de secours aux Palestiniens, la rama francesa de la campaña Boicot, Desinversión, Sanciones (BDS), que llama al boicot de los productos israelíes y a convencer a investigadores y artistas de que no vayan al ente colonial y usurpador.


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Nota del editor del blog: Una breve aclaración. No comparto con el autor de este estudio histórico, ni con otros autores y páginas web anti-israelíes el poner entre comillas "Israel", que denota ironía contra un estado que, nos guste o no, existe y está reconocido legalmente por la mayoría de la comunidad internacional. Lo que tampoco significa defender las acciones genocidas de ese estado contra la población de Palestina.

Referencias:

- Annuaire Français de relations internationales, 2019, volumen XX. Publicación coronada por la Academia de Ciencias Morales y Políticas (Premio de la Fundación Edouard Bonnefous, 2008).

- La France et le sionisme (1897-1948), Nicault Catherine, París, 1992, página 319.

- Francia-"Israel": 70 años de relaciones entre afinidades y golpes fríos, Romain Davis, 10 octubre 2023.

- De Gaulle y la Agencia Judía para Palestina durante la Segunda Guerra Mundial, Catherine Nicault, 8 noviembre 2021.

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