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04 octubre 2020

Las contradicciones del Irán moderno



por Thierry Meyssan
Red Voltaire


I parte
De país imperialista, Irán pasa a ser ‎antimperialista‎
La historia del Irán de los siglos XX y XXI no corresponde a la imagen que se tiene de ‎ese país en el mundo occidental. Pero tampoco corresponde a la imagen que transmiten ‎los discursos oficiales de los dirigentes iraníes. Históricamente vinculado a China, pero ‎fascinado por Estados Unidos desde hace dos siglos, Irán se debate hoy entre el ‎recuerdo de su pasado imperial y el sueño liberador del imam Khomeini. Khomeini veía ‎en el chiismo algo más que una religión. Lo consideraba también un arma política y ‎militar y vaciló entre proclamarse protector de los chiitas o libertador de los oprimidos.


En 1925, Londres se las arregla para derrocar la dinastía Qayar, que ejercía el poder en Persia, ‎y poner un oficial del ejército británico a la cabeza del país con el título de shah. Durante la ‎Segunda Guerra Mundial, ya bajo el nombre de Reza Pahlevi, aquel elegido de los británicos ‎resulta ser un ferviente germanófilo y Londres lo sustituye por su hijo, Mohammad Reza ‎Pahlevi. En 1971, tratando de alcanzar la estatura de personalidad internacional, el nuevo shah ‎convoca un encuentro de reyes, jefes de Estado y jefes de gobierno de todo el planeta para ‎celebrar los 2.500 años del imperio persa. Inquietos ante aquella muestra de megalomanía, ‎Estados Unidos y el Reino Unido sacan del poder al shah Mohammad Reza Pahlevi para ‎poner en su lugar al ayatola Roullah Khomeini.

Los persas conformaron vastos imperios, pero no lo hicieron conquistando los territorios de ‎los pueblos vecinos sino federándolos. Comerciantes más que guerreros, los persas impusieron ‎su lengua a toda Asia durante todo un milenio, a todo lo largo de las rutas chinas de la seda. ‎El farsi, lengua que hoy se habla únicamente en Irán, ocupaba entonces un lugar sólo ‎comparable al inglés actual. En el siglo XVI, el soberano persa decidió convertir su pueblo al ‎chiismo para unificarlo y aportarle una identidad particular en el seno del mundo musulmán. Ese ‎particularismo religioso sirvió de basamento al imperio safávida. ‎


En 1951, el primer ministro iraní, Mohammad Mossadegh (sentado a la ‎derecha) hace uso de la palabra ante el Consejo de Seguridad de la ONU.‎

A principios del siglo XX, Persia se ve enfrentada a las ambiciones de los imperios británico, ‎otomano y ruso. Como consecuencia de una terrible hambruna deliberadamente provocada por ‎los británicos –que deja 6 millones de muertos–, Teherán pierde su imperio y, en 1925, Londres ‎impone a Persia una dinastía de opereta –la dinastía Pahlevi– para acaparar la explotación de los ‎yacimientos petroleros únicamente en beneficio del imperio británico. ‎

Pero en 1951 un nuevo primer ministro iraní, Mohammad Mossadegh, nacionaliza la Anglo-Persian ‎Oil Company. Furiosos, el Reino Unido y Estados Unidos derrocan a Mossadegh y mantienen en ‎el poder al shah Mohammad Reza Pahlevi. Para contrarrestar la influencia de los nacionalistas ‎iraníes, Washington y Londres convierten el régimen del shah en una feroz dictadura, liberando al ‎ex general nazi Fazlollah Zahedi e imponiéndolo como primer ministro. Este individuo crea una ‎policía política, la SAVAK, cuyos cuadros son ex oficiales de la Gestapo nazi, reciclados por ‎Washington y Londres y reagrupados en las redes denominadas stay behind.‎

El derrocamiento del primer ministro Mossadegg llama la atención del Tercer Mundo hacia la ‎explotación económica de la que está siendo objeto. El colonialismo francés era un colonialismo ‎tendiente a instalar pobladores franceses en las naciones que colonizaba mientras que el ‎colonialismo británico es sólo una forma de saqueo organizado. Antes del gobierno de ‎Mossadegh, las compañías petroleras británicas no revertían más de un 10% a los pueblos cuyos ‎recursos explotaban. Inicialmente, Estados Unidos se pone del lado de Mossadegh y propone que ‎se revierta la mitad. Impulsado por Irán, la tendencia a ese reequilibrio se mantendra en todo ‎el mundo durante todo el siglo XX. ‎


Amigo de los intelectuales franceses Frantz Fanon y Jean-Paul Sartre, ‎el iraní Alí Shariati reinterpreta el islam como una herramienta de liberación. Según sus ‎palabras: “Si no estás en el campo de batalla, da igual que estés‎ en la mezquita o en un bar”.

Poco a poco van surgiendo dos principales movimientos de oposición en el seno de la burguesía ‎iraní: en primer lugar, los comunistas, respaldados por la Unión Soviética, y después los ‎tercermundistas, reunidos alrededor del filósofo Alí Shariati. Pero será un clérigo, el ayatola ‎Roullah Khomeni quien logrará finalmente despertar la conciencia de los más desfavorecidos. ‎Khomeini estima que más que llorar por el martirio del profeta Hussein lo más importante sería ‎seguir su ejemplo luchando contra la injusticia. Debido a esa posición, Khomeini será ‎estigmatizado como hereje por el resto del clero chiita. Al cabo de 14 años de exilio en Irak, ‎Khomeini se instala en Francia, donde sus ideas impresionan a numerosos intelectuales de ‎izquierda, como Jean-Paul Sartre y Michel Foucault.‎

Mientras tanto, Occidente convierte al shah Mohammad Reza Pahlevi en el «gendarme del Medio ‎Oriente». El shah se ocupa personalmente de aplastar los movimientos nacionalistas y sueña ‎con recuperar el esplendor de otros tiempos, tanto que llega incluso a celebrar con fastuosidad ‎hollywoodense el aniversario 2.500 del imperio persa, montando toda una ciudad tradicional en ‎Persépolis. ‎

Durante el “shock” petrolero de 1973, el shah Mohammad Reza Pahlevi se da cuenta ‎bruscamente del poderío que tiene en sus manos, se plantea la posibilidad de restaurar un ‎verdadero imperio y solicita la cooperación de la dinastía real de Arabia Saudita. Esta última ‎informa de inmediato a su amo estadounidense, quien decide entonces deshacerse de un aliado ‎al que ahora considera demasiado ambicioso, sustituyéndolo por el ya anciano ayatola Khomeini ‎‎–de 77 años en aquel momento– a quien, por supuesto, rodeará con sus agentes. Pero, primero ‎que todo, el MI6 británico procede a “limpiar el terreno”: los comunistas iraníes son ‎encarcelados; el «imam de los pobres», Moussa Sadr, de nacionalidad libanesa, desaparece para ‎siempre durante una visita en Libia; y el filósofo iraní Alí Shariati es asesinado en Londres. Solo ‎entonces, las potencias occidentales invitan al shah Mohammad Reza Pahlevi a salir de Irán por ‎varias semanas para recibir “tratamiento médico”. 

El 1º de febrero de 1979, el ayatola Khomeini regresa de su largo exilio. ‎Desde el aeropuerto de Teherán, va directamente al cementerio de Behesht-e Zahra (ver foto), donde pronuncia una alocución llamando el ejército a unirse a la tarea de liberar Irán ‎de los anglosajones. La CIA descubre entonces que el hombre al que había tomado por un ‎predicador senil es un verdadero tribuno capaz de movilizar multitudes y de comunicar a cada ‎iraní la convicción de que puede ayudar a cambiar el mundo.

El ayatola Khomeini regresa triunfalmente de su exilio el 1º de febrero de 1979. Desde de la pista ‎de aterrizaje del aeropuerto internacional de Teherán, un helicóptero lo traslada de inmediato ‎hasta el cementerio de la ciudad, donde acaban de ser sepultados 600 manifestantes abatidos ‎cuando participaban en una protesta contra el régimen del shah. Khomeini pronuncia entonces un ‎encendido discurso donde, para sorpresa de todos, no arremete contra la monarquía sino contra ‎el imperialismo. El ayatola se dirige directamente al ejército, exhortándolo a ponerse del lado ‎del pueblo iraní, en vez de seguir al servicio de Occidente. El «cambio de régimen» organizado ‎por las potencias occidentales se convierte instantáneamente en una verdadera revolución. ‎

Khomeini instaura un régimen político no vinculado al islam, denominado Velayat-e faqih e ‎inspirado en la República de Platón, cuyas obras el ayatola conoce a fondo: el gobierno ‎se hallará bajo la autoridad de un sabio, en aquel momento el propio Khomeini. El ayatola ‎aparta uno a uno a todos los políticos prooccidentales. Washington reacciona organizando ‎primero varios intentos de golpes de estado militares y después una campaña de terrorismo ‎a través de elementos ex comunistas, los denominados “Muyahidines del Pueblo”. ‎

Estados Unidos acabará pagando –a través de Kuwait– al gobierno iraquí del presidente Saddam ‎Hussein para utilizarlo como fuerza contrarrevolucionaria frente a Irán. Washington orquesta así ‎una sangrienta guerra entre Irak e Irán, conflicto que se extenderá desde septiembre de 1980 ‎hasta agosto de 1988 y a lo largo del cual las potencias occidentales apoyarán cínicamente a los ‎dos bandos. Irán no vacila entonces en comprar armamento estadounidense a través de Israel, ‎lo cual dará lugar al escándalo conocido como «Irángate» o «Irán-Contras». Mientras tanto, ‎el imam Khomeni transforma la sociedad iraní, desarrolla entre su pueblo el homenaje a los ‎mártires y un verdadero sentido del sacrificio. Cuando Irak agrede indiscriminadamente a los ‎civiles iraníes lanzando misiles a diestra y siniestra sobre las ciudades, Khomeini prohíbe al ejército ‎iraní responder haciendo lo mismo y anuncia que las armas de destrucción masiva contradicen su ‎visión del islam, lo cual prolongará un poco más el conflicto. ‎

Cuando las víctimas de la guerra se elevan a un millón de muertos, el presidente iraquí Saddam ‎Hussein y el imam Khomeini se dan cuenta de que están siendo manipulados por las potencias ‎occidentales y la guerra se detiene como había comenzado, sin razón alguna. Khomeini fallecerá ‎poco despues dejando como sucesor al ayatola Alí Khamenei. Los 16 años siguientes estarán ‎dedicados a la reconstrucción del país. Pero Irán se ha desangrado y la revolución ya no es más ‎que un eslogan vacío. Durante las plegarias de los viernes, los creyentes siguen clamando ‎‎«¡Abajo Estados Unidos!», pero el «Gran Satán» yanqui y el «régimen sionista» se han ‎convertido en socios privilegiados. Los sucesivos presidentes iraníes Hachemi Rafsanyani y ‎Mohammad Khatami organizan la economía del país alrededor de la renta petrolera. La sociedad ‎iraní se relaja y las grandes desigualdades sociales comienzan a reaparecer. ‎

Hachemi Rafsanyani (a la izquierda) se convierte en el hombre más rico de Irán. Pero ‎no será vendiendo pistachos sino gracias al tráfico de armamento ‎a través de Israel. Cuando finalmente llega a ocupar la presidencia de la República Islámica, ‎Rafsanyani envía los Guardianes de la Revolución a luchar en Bosnia-Herzegovina… bajo las ‎órdenes de generales estadounidenses.

Rafsanyani, quien se ha enriquecido gracias al tráfico de armas revelado en el escándalo Irán-‎Contras, convence al ayatola Alí Khameini para enviar los Guardianes de la Revolución a luchar en ‎Bosnia-Herzegovina, junto a los sauditas y bajo las órdenes de la OTAN. Por su parte, ‎Mohammad Khatami establece relaciones personales con el especulador estadounidense George ‎Soros.‎


‎Parte II
Y después de haber sido antimperialista, ‎Irán vuelve a ser imperialista
En su estudio sobre el Irán contemporáneo, Thierry Meyssan ‎muestra cómo Teherán volvió a abandonar el ideal antimperialista de la revolución ‎de 1979 para regresar a una política imperial, presenta numerosos elementos desconocidos. Además, termina planteando una ‎sorprendente hipótesis.

Ante la Asamblea General de la ONU, el presidente iraní Mahmud Ahmadineyad solicita que ‎se abra una investigación internacional sobre los hechos del 11 de septiembre de 2001. ‎Su intervención desata una ola de pánico en Washington donde el presidente Barack Obama levanta bandera blanca ante los ireníes.‎

La juventud iraní que había luchado por su país en la guerra impuesta su país alcanza la madurez. A ‎los 51 años, un ex oficial de los Guardianes de la Revolución, Mahmud Ahmadineyad, es electo ‎presidente de la República Islámica. Como el imam Khomeini, Ahmadineyad no comulga con los ‎dignatarios clericales chiitas, que se las arreglaron para que sus hijos no fueran a la guerra. ‎El objetivo de Ahmadineyad es reiniciar la lucha contra la injusticia y modernizar el país. Ingeniero ‎de formación y profesor de tecnología, Ahmadineyad dota el país de una industria verdadera, ‎emprende un programa de construcción de viviendas y, en materia de la relaciones ‎internacionales, se alía al presidente de Venezuela –Hugo Chávez– y al presidente sirio –Bachar al-‎Assad– frente al imperialismo estadounidense. Irán, Venezuela y Siria se convierten así en centro ‎del juego diplomático internacional, con un discreto apoyo de la Santa Sede. ‎

A pesar del doloroso recuerdo de la guerra que Irak impuso a Irán, Mahmud Ahmadineyad ayuda a ‎la resistencia iraquí frente a la agresión estadounidensesin establecer diferencias entre sunnitas ‎y chiitas. Más tarde también ayudará a Siria frente a los yihadistas. Pero entra en conflicto con ciertos círculos ‎iraníes, debido a la ayuda que aporta a los sunnitas iraquíes y a los laicos sirios, en ‎primer lugar, pero también porque considera más importante el ejemplo del Irán de la Antigüedad ‎que el de la era islámica e incluso trata de autorizar que los hombres no porten barba y el uso ‎facultativo del velo entre las mujeres

La cúpula de la iglesia chiita lo considera entonces una ‎amenaza para su propio poder y para el predominio del Guía de la Revolución, el ayatola Alí ‎Khamenei. Cuando Ahmadineyad resulta reelecto presidente de la República, el ex presidente ‎Khatami y un hijo del también ex presidente Rafsanyani organizan con la CIA un levantamiento de ‎la burguesía en Teherán y en Ispahan. Pero las clases más modestas de la sociedad iraní salen a las ‎calles en defensa del presidente Ahmadineyad y hacen fracasar la «revolución verde» ‎orquestada por la reacción interna y la CIA. ‎

Según sus enemigos externos, el presidente Ahmadineyad es un dictador antisemita que pretende ‎borrar Israel del mapa. Por su parte, sus enemigos internos lo insultan y ridiculizan su misticismo. En realidad, ‎Ahmadineyad denuncia el enorme poder del Guía y llega a ponerse “en huelga” como presidente. ‎
En su calidad de ayatola, Alí Khamenei es una alta personalidad jurídica y ‎espiritual del islam chiita. Como Guía de la Revolución, es el jefe militar y político de la República Islámica.

En marzo de 2013, el Guía de la Revolución, Alí Khamenei, envía a Omán una delegación ‎encargada de conversar en secreto con Estados Unidos. El presidente demócrata Barack Obama ‎sigue adelante con la aplicación de la estrategia Rumsfeld/Cebrowski de destrucción de las ‎estructuras mismas de los Estados en el «Gran Medio Oriente» o «Medio Oriente ampliado» ‎‎ (1)‎, pero no quiere enredar indefinidamente a las tropas estadounidenses en ese enorme ‎lodazal, como hizo su predecesor republicano George W. Bush al emprender la ocupación de Irak. ‎Obama es más bien favorable a la idea de dividir a los musulmanes alimentando las diferencias ‎entre sunnitas y chiitas. Sus diplomáticos aseguran entonces a los enviados del Guía Khamenei ‎que Estados Unidos está dispuesto a permitirle organizar una «media luna chiita» y rivalizar con ‎los sauditas sunnitas. Alí Akbar Velayati, representante del Guía en esa conversación secreta, ve ‎en ello la posibilidad de restaurar el antiguo imperio safávida. A espaldas de otros miembros de la ‎delegación iraní, Velayati se compromete a lograr que los seguidores de Ahmadineyad sean ‎apartados de la próxima elección presidencial y a favorecer la candidatura del jeque Hassan ‎Rohani, quien fue el primer contacto de Israel y Estados Unidos en Irán cuando se montó la ‎operación de tráfico de armas que daría lugar al escándalo conocido como «Irángate» o «Irán-‎Contras». ‎

Así sucederá, el Consejo de los Guardianes de la Constitución declara que Esfandiar Rahim ‎Mashaie, candidato de los seguidores de Ahmadineyad, es un «mal musulmán» y le prohíbe ‎participar en la elección presidencial. El Guía, Alí Khamenei, favorece a varios candidatos –cuya ‎participación en la elección dispersa los votos de los revolucionarios– mientras que los ‎prooccidentales presentan como único candidato a Rohani, quien saldrá electo y designará como ‎ministro de Exteriores a Mohammad Javad Zarif, un hombre que ha pasado la parte más importante de su vida en Estados Unidos

John Kerry y Mohammad Javad Zarif establecen los términos de un ‎preacuerdo en Omán. Resucitan así la idea, concebida por Bernard Lewis y Zbigniew Brzezinski, ‎de sembrar la división entre los pueblos musulmanes del Medio Oriente utilizando las diferencias entre sunnitas y chiitas.‎

El nuevo equipo gobernante iraní negocia públicamente la solución de la llamada «cuestión ‎nuclear iraní» con los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU y ‎Alemania. El shah Mohammad Reza Pahlevi había iniciado –con apoyo de las potencias ‎occidentales– un programa militar de investigación nuclear, programa que la República Islámica ‎prosiguió durante la guerra que le fue impuesta por Irak, pero que abandonó cuando el imam ‎Khomeini prohibió las armas de exterminio masivo. Al llegar a la presidencia de la República, ‎Mahmud Ahmadineyad había reactivado parcialmente la investigación nuclear pero limitándola a ‎su uso civil. Israel emprendió entonces una campaña internacional de propaganda tendiente a ‎hacer creer que Irán buscaba la manera de exterminar a los judíos –para imponer esa idea, los ‎propagandistas israelíes no vacilan en falsificar la traducción de los discursos del presidente iraní. ‎Pero las potencias occidentales saben que todo eso es falso y rápidamente se llega en Ginebra a ‎un acuerdo que servirá de fachada, pero que no se firma de inmediato ya que, durante todo un ‎año, el ministro iraní de Exteriores, Mohammad Javad Zarif, y el secretario de Estado ‎estadounidense, John Kerry, van a negociar en secreto una repartición del Medio Oriente. Solo ‎después de la firma de ese acuerdo bilateral secreto, en 2015, los otros países participantes en las ‎negociaciones de Ginebra serán invitados a aceptar formalmente, en Lausana, el acuerdo ‎alcanzado en público y finalmente a firmarlo en Viena. Se desbloquean entonces los litigios entre ‎Washington y Teherán. Comienza un proceso de levantamiento de las sanciones impuestas a Irán, ‎ambas partes proceden a la liberación de prisioneros y una primera entrega de 1.300 millones de ‎dólares en efectivo es discretamente enviada a Irán por vía aérea. ‎

Pero en Irán, mientras las familias de los miembros del equipo del presidente Rohani se dan la ‎gran vida, la situación económica del pueblo iraní es cada vez peor. Las sanciones económicas ‎occidentales obstaculizan el desarrollo del país, pero eso no explica totalmente la situación ‎ya que Irán se ha convertido en un experto en comercio internacional, desarrollando alrededor de ‎Dubai un extenso sistema de intermediarios que le permite disimular el origen y el destino de sus ‎productos. Para Estados Unidos resulta imposible controlar las fronteras terrestres de Irán con ‎‎8 países y sus fronteras marítimas. ‎

Después de haber sido vicepresidente bajo el mandato del presidente ‎Ahmadineyad, Hamid Baghaie, quien planeaba crear una internacional contra la injusticia, fue ‎condenado a 15 años de cárcel durante un juicio secreto.

En 2017, el Consejo de los Guardianes de la Constitución declara al nuevo candidato de los ‎seguidores de Ahmadineyad, Hamid Baghaie, «mal musulmán» y le prohíbe participar en la ‎elección presidencial. El jeque Hassan Rohani es reelecto para un segundo mandato presidencial ‎pero el ex presidente Mahmud Ahmadineyad revela las malversaciones cometidas a favor del ‎gobierno y del Guía. Las autoridades iraníes ponen al ex presidente Ahmadineyad bajo arresto ‎domiciliario y arrestan, uno por uno, a todos los miembros de su entorno. Esfandiar Rahim ‎Mashaei, quien había representado a los seguidores de Ahmadineyad con vista a la elección ‎presidencial de 2017, es condenado a 15 años de cárcel al cabo de un juicio secreto sobre el cual ‎se ignoran incluso los cargos presentados contra el dirigente condenado. ‎

El gobierno iraní publica entonces un documento donde se propone la creación de una federación ‎chiita que abarcaría el Líbano, Siria, Irak, Irán y Azerbaiyán, bajo la autoridad del Guía de la ‎Revolución, el ayatola Alí Khamenei. En realidad se trata de restablecer el imperio safávida. ‎Los Guardianes de la Revolución presentes en Siria abandonan la defensa del país y se dedican ‎ahora únicamente a la protección de las poblaciones chiitas. ‎

En cuestión de años, el Irán antimperialista se ha transformado en una nueva potencia ‎imperialista. Sus aliados, estupefactos, no saben cómo salir de la trampa en la que ahora ‎se sienten atrapados. ‎

Las acciones actuales de Irán no corresponden a los discursos de sus dirigentes, que solo ‎disimulan su estrategia. En Occidente se cree que Irán es un país violentamente ‎antiestadounidense, lo cual es absolutamente falso ya que los gobiernos del shah Mohammad ‎Reza Pahlevi, de los presidentes Rafsanyani, Khatami y del actual presidente Rohani estaban ‎enteramente alineados con Washington

El asunto de los “rehenes” estadounidenses retenidos en ‎la embajada (1979-81) es una fábula total: no eran rehenes sino diplomáticos sorprendidos en ‎flagrante delito de espionaje. Por cierto, es muy significativo el hecho que Estados Unidos ‎nunca llegara a exigir compensaciones invocando la Convención de Viena sobre el personal ‎diplomático. En cuanto al campo antimperialista, sus miembros se definen por su posición ante el ‎imperialismo, no contra Estados Unidos. El ex presidente iraní Ahmadineyad llegó a escribirle a ‎Donald Trump para animarlo a “limpiar” la administración estadounidense, como había prometido ‎hacerlo durante su campaña electoral. ‎

Irán no es que está tampoco en contra de los judíos. Existe ciertamente un antisemitismo real en una ‎fracción de su población, pero fue el emperador Ciro II quien liberó a los judíos de su cautiverio en ‎Babilonia y desde aquella época los judíos siempre estuvieron protegidos en tierras persas. Irán e ‎Israel se insultan públicamente y sabotean mutuamente sus sistemas informáticos… pero nunca se ‎han enfrentado en el campo de batalla –hoy en día incluso explotan juntos el oleoducto Ascalón-‎Haifa, en pleno corazón del Estado hebreo, una realidad prohibida que nadie puede mencionar en ‎la prensa israelí sin exponerse a 15 años de cárcel. ‎

Personalidad militar, pero al mismo tiempo política y espiritual, el general ‎Qassem Suleimani era el principal rival potencial del jeque-presidente Hassan Rohani. Pero fue ‎‎“oportunamente” asesinado por Estados Unidos sin que hayan llegado a concretarse las ‎grandilocuentes amenazas de represalias emitidas desde Teherán. Más bien ha sucedido ‎lo contrario ya que el presidente Rohani aceptó que uno de sus asesinos se convirtiera en ‎primer ministro de Irak.

Desorientado por el fracaso de Hillary Clinton en la elección presidencial estadounidense de 2017, ‎el presidente iraní Rohani cuenta con una rápida destitución del ganador, Donald Trump, y ‎se niega a conversar con el nuevo inquilino de la Casa Blanca. Contrario a la estrategia ‎Rumsfeld/Cebrowski, Donald Trump intima el bando sunnita –en su discurso de Riad – a poner fin ‎al apoyo que aporta al terrorismo yihadista y saca a Estados Unidos del acuerdo firmado ‎en Viena con el bando chiita. Los sauditas se adaptan al nuevo inquilino de la Casa Blanca, pero ‎en Irán el equipo gubernamental persiste en ignorarlo. La única posibilidad de que el Irán de ‎Rohani llegue a un acuerdo satisfactorio para los dos actores estadounidenses –la Casa Blanca y ‎el Pentágono– sería acabar con los Guardianes de la Revolución iraníes, con el Hezbollah libanés y ‎con cualquier otra forma de oposición al predominio de Occidente, así como aceptar la división ‎de la comunidad musulmana en dos facciones –sunnitas y chiitas– como medio de garantizar que ‎no se produzca un resurgimiento de la revolución. ‎

Finalmente, Donald Trump reafirma su autoridad en la región asesinando, con pocas semanas de ‎intervalo, al principal jefe militar sunnita –el “califa” Abu Bakr al-Baghdadi– y al principal jefe ‎militar chiita –el general iraní Qassem Suleimani.‎

Sólo entonces el presidente iraní Rohani se decide a negociar con Donald Trump. En marzo ‎de 2020, coordina la acción de las milicias huthis con la de las fuerzas emiratíes en contra de las ‎tropas sauditas en Yemen; en mayo acepta que Mustafá al-Khadimi, uno de los asesinos del ‎general Suleimani, se convierta en primer ministro de Irak; en junio, envía Guardianes de la ‎Revolución a Libia, del lado de la OTAN, como ya había hecho su mentor, Hachemi Rafsanyani, ‎enviando Guardianes de la Revolución a Bosnia-Herzegovina. ‎

Al mismo tiempo, Rohani acepta la proposición china de comprar el petróleo iraní al 70% del ‎precio del mercado internacional, con lo cual garantiza nuevamente la renta petrolera… pero ‎hace peligrar su alianza con la India. Esa alianza preveía hacer transitar el comercio indio hacia ‎Afganistán por el puerto iraní de Chabahar, evitando así el territorio de Pakistán. Sin embargo, lo ‎lógico sería que Irán se integrara al proyecto chino de restablecimiento de la ruta de la seda, de ‎la que ya fue parte durante la Antigüedad y en la Edad Media, lo cual exigiría una alianza entre ‎Irán y Pakistán. ‎

La historia del Irán contemporáneo se resume en un ir y venir entre dos visiones ‎políticas opuestas: la del esplendor de un imperio basado en el legado del profeta Mahoma y la de ‎la lucha por la justicia basada en el ejemplo de los profetas Alí y Hussein. Sorprendentemente, ‎quienes optan por el esplendor imperial son designados en la prensa occidental como ‎‎«moderados» mientras que a los partidarios de la lucha por la justicia se les llama ‎‎«conservadores». ‎

Hipótesis
Lo que expondré de aquí en adelante en este artículo debe, por supuesto, ser visto con mucha ‎prudencia ya que sólo es una hipótesis. Se trata, no obstante, de una hipótesis que merece ‎reflexión. ‎

Todo indica que la muerte del general Qassem Suleimani, comandante de las fuerzas especiales de ‎los Guardianes de la Revolución, llegó como anillo al dedo para el presidente Hassan Rohani. Y ya ‎hemos visto que no solo ese asesinato no recibió una respuesta de valor equivalente sino que ‎además uno de los asesinos se convirtió en primer ministro de Irak, con el apoyo de Rohani. ‎Al nombrar a un ilustre desconocido como sucesor del general Suleimani, el poder iraní ha ‎neutralizado de hecho a los Guardianes de la Revolución. Lógicamente, la próxima personalidad ‎por eliminar sería el secretario general del Hezbollah, el líder libanés Hassan Nasrallah. ‎

El 23 de julio de 2019, el embajador israelí Danny Danon presenta al ‎Consejo de Seguridad de la ONU lo que califica como violaciones de la resolución 1559 ‎cometidas por el Hezbollah… y afirma que esa organización de resistencia dispone de ‎instalaciones permanentes en el puerto de Beirut.

Pero no es eso lo que acabamos de ver en Beirut. Lo que vimos fue un depósito de descarga del ‎Hezbollah alcanzado por un arma nueva que provocó una enorme explosión. Esa operación arroja ‎un saldo de 150 muertos y al menos 5.000 heridos. Sólo voces provenientes de Israel, como ‎la del diputado Moshe Feiglin, y de Irán afirmaban al día siguiente que toda desgracia trae algo bueno. ‎Para la prensa oficial de Teherán, la destrucción del puerto de Beirut intensificará la actividad de la ‎ruta terrestre Teherán-Bagdad-Damasco-Beirut y, por ende, el proyecto de federación chiita. ‎

El 6 de agosto, el presidente francés Emmanuel Macron llegaba a Beirut. Según sus interlocutores, ‎Macron dio a los dirigentes libaneses un plazo de 3 semanas para concretar la aplicación de la ‎segunda parte de la resolución 1551: el desarme de la resistencia libanesa (2). El 7 de agosto, Hassan Nasrallah ‎aparecía en la televisora al-Manar, y pudo vérsele turbado, incómodo, incluso deprimido. ‎Durante su intervención, negó en 4 ocasiones toda presencia del Hezbollah en el puerto de Beirut. ‎

El hecho es que ya la máquina está en marcha. La primera parte de la resolución 1551 preveía ‎sacar del Líbano la fuerza siria de paz que había puesto fin a la guerra civil libanesa. Esa retirada ‎de la fuerza siria de paz se concretó en 2005, a raíz del asesinato del ex primer ministro libanés ‎Rafic Hariri –atribuido entonces al presidente sirio– y de la subsiguiente «revolución del cedro». ‎La segunda parte –el desarme del Hezbollahse inicia ahora, en 2020, con la destrucción de la mitad de Beirut y con una nueva revolución de color. Precisamente todo lo que conviene a ‎Benyamin Netanyahu y a Hassan Rohani, viejos cómplices en el tráfico de armas que dio origen al ‎escándalo conocido como Irángate o Irán-Contras. ‎


Thierry Meyssan

[1] ‎«El proyecto militar de Estados Unidos para el ‎mundo», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 22 ‎de ‎agosto ‎‎de 2017.‎
[2] L’Effroyable ‎imposture, Tomo 2, por Thierry Meyssan, éditions Demi-Lune.

21 febrero 2020

ARGELIA: la historia no tan secreta del colonialismo francés (2)




Neocolonialismo francés, "Argelia Libre", los "años de sangre", la nueva dictadura, la amenaza islamista.


Ir a la primera parte



Introducción por el redactor del blog.

Para quienes se interesan por la historia del colonialismo europeo en África, sin duda, Argelia tiene un significado especial. Durante el periodo de independencia, precisamente Argelia experimentó uno de los procesos más violentos en el continente, el grado de represión llegó a límites insospechados. Francia se negó a concederles independencia, los EEUU y la OTAN se alinearon con París, temían por el advenimiento de un régimen de corte comunista. Pero tras la proclamación de independencia en 1962, nada cambió, Francia siguió manejando los hilos del destino del país magrebí a través de los testaferros de la política, la clase militar y usando una de las armas favoritas de la OTAN, la violencia islamista.

Argelia se "liberó" en 1962, pero en la práctica nunca han experimentado una verdadera democracia, mucho menos libertad, otras fuerzas coaccionadas con la Metrópolis francesa formaron una nueva casta de poder, una dictadura (a veces civil,  a veces militar) que ha sembrado lo mismo de la etapa independentista, un "baño de sangre", pero esta vez con la irrupción en el escenario de grupos yihadistas.

Y eso sucedió no solo en Argelia, la mayor parte del Sahel (norte y centro de África) sigue siendo llamado la "Francáfrica", donde antes y ahora se mantiene -con las excepcionalidades de la época- el colonialismo imperial francés. Francia nunca ha dejado de manejar el destino de la región, es la "autoridad" a la que se consulta en caso de disputas en la zona. Aquí entra en juego un aliado valioso para los intereses de París, el yihadismo, el terrorismo islámico garantiza que Francia despliegue miles de efectivos militares en la región para "contener" a los radicales. Sensacionalistas notas de prensa, por ejemplo: "Francia arma un muro de contención al terrorismo islámico del norte de África" (Infobae, 9 feb. 2020) coadyuban al objetivo único: controlar económica, política y militarmente el Sahel por encontrarse bajo "amenaza del ISIS y otras fuerzas yihadistas". Como un acto de "bondad", el gobierno francés (Macron) "asume un incómodo liderazgo en sus ex colonias". El pretexto del gobierno galo es evitar la expansión del yihadismo en el Sahel; defender sus antiguas colonias de ultramar y la frontera sur de Europa; velar por su seguridad interna porque en el Sahel "está el origen de algunos de los terroristas que atentaron en Francia en los últimos años". Son más de cinco mil los militares desplegados en la zona, como centro de operaciones está Mali. Qué tan cierto son esas afirmaciones del estado francés que la prensa atlantista hace eco?. Lo comprenderemos a continuación. 

En una notable ENTREVISTA el historiador y periodista francés Lounis Aggoun (nacido en Argelia), autor del libro "La Colonie française en Algérie. 200 ans d’inavouable" (Argelia, colonia francesa. 200 años de algo inconfesable; editorial Demi Lune, 2010), denuncia "las nefastas implicaciones de personalidades mediáticas y políticas francesas en los asuntos argelinos, su apoyo a las facciones que boicotearon el proceso democrático en Argelia, con todas las violencias y sufrimientos que ha generado". Aggoun es coautor, junto a Jean-Baptiste Rivoire de Françalgérie, del libro "Crimes et mensonges d’États, La Découverte" (2004) que relata los pormenores de la guerra sucia en Argelia. 

Bien cabe recordar a nuestros lectores, las ponencias y entrevistas que publicamos en este blog sobre las investigaciones de Daniele Ganser, el paralelismo es el mismo; mejor dicho, la Guerra Secreta de Francia en Argelia era parte de la estrategia de la tensión, de la lucha de los ejércitos secretos de la OTAN contra un enemigo invisible -el comunismo-. Era la época de la "Guerra Fría" y la caza de brujas estaba en pleno auge.

Silvia Cattori, de quien también hemos publicado algunos de sus trabajos, entrevistó a Lounis Aggoun. He intentado realizar un compendio, preciso y sustancial de aquella larga entrevista realizada en 2010, ya que el material es amplio respecto a esa dura etapa histórica para lograr la independencia de Argelia y la posterior "guerra" contra el yihadismo.  

La entrevista original, conforme su formato, fue presentada en dos partes tituladas: "Argelia, los años de sangre y las complicidades de Francia"; y, "Argelia, los años de sangre y el papel de los agentes de influencia". Evidentemente el francés fue el idioma de las publicaciones, la entrevista fue traducida al castellano en octubre de 2010 por Beatriz Morales Bastos. También es necesario señalar que prestigiosas redes alternativas de noticias acogieron este esclarecedor documento: Rebelión, Red Voltaire, Global Research, Webislam, entre otras. 

Entonces, el lector se preguntará para qué reeditarla nuevamente? La respuesta es sencilla, ha transcurrido una década de la aparición del libro de Aggoun, sin que hayamos tenido la suerte de tenerla en castellano; y, sobre todo, porque Francia (y la UE) decidieron volver al ataque para "reconquistar" sus ex colonias africanas, tal como lo analizamos en "La Unión Europea, África y el neocolonialismo". 

En realidad,  la imposición colonial bajo la denominación común de "neocolonialismo" nunca ha dejado de estar vigente en África. El último proceso electoral en Argelia lo demuestra, Francia se inmiscuyó tratando de evitar que Abdel Mayid Tebbún sea electo presidente de Argelia en diciembre 2019 (tal como dejamos sentado en el artículo anterior). 

Respecto a la entrevista, tomamos las notas de presentación de Red Voltaire (2010) que resume esta entrevista: 

La independencia no permitió a Argelia salir de la violencia, lejos de eso. No se devolvió el poder al pueblo, sino que un grupo inicialmente elegido por Francia para proteger sus intereses lo acaparó. Para mantenerse, este grupo no dudó en manipular a unos islamistas y en sumir al país en un nuevo ciclo de violencia. En una documentada obra, «Argelia, colonia francesa. 200 años de algo inconfesable», Lounis Aggoun denuncia un sistema elaborado por unos argelinos con el apoyo de Francia y después de Estados Unidos en detrimento de todo un pueblo (Argelia, los años de sangre y las complicidades de Francia)

Los crímenes cometidos por el régimen militar que gobierna Argelia han sido tapados bajo la etiqueta de lucha contra el terrorismo, crímenes que han sido blanqueados o ignorados en la prensa internacional por los agentes de influencia. En el corazón de este dispositivo podemos distinguir quiénes son esos marionetistas (Jacques Attali, Bernard-Henry Lévy, etc.) y sus espadones mayordomos menos escrupulosos (Yasmina Khadra, Daniel Leconte, Xavier Raufer, Mohamed Sifaoui etc.). (Argelia, los años de sangre y el papel de los agentes de influencia)

T. Andino



Entrevista con Lounis Aggoun
por Silvia  Cattori

"Argelia, los años de sangre y las complicidades de Francia"

Lounis Aggoun y su libro

➤  Sivia Cattori: "Argelia, colonia francesa. 200 años de algo inconfesable" es impresionante. 600 páginas densas y cautivantes que se basan en una amplia documentación y que hablan con empatía de un pueblo maltratado, al que se ha puesto de rodilllas. Se comprende que es el relato de un hombre herido por el sufrimiento de su pueblo y decidido a enfrentarse a esta realidad brutal, a la realidad. ¿Es así como lo vive usted?

Lounis Aggoun: No quiero mezclar mis escritos con el desbordante raudal de contrasentidos y controversias en los que consisten las obras sobre Argelia. ¿Cómo no sentirse herido cuando se es testigo permanente del espectáculo de su pueblo martirizado? ¿Cómo no sentirse indignado después de ver al tirano investirse de virtud y presentarse como el garante de la libertad, de ver al violador, al ladrón, al canalla, en suma, todo lo que hace el Estado argelino, venir cotidianamente a asestarnos lecciones de moral? En el drama argelino no hay término medio. Por una parte está el territorio de los colonos (los nuevos, se entiende) y por otro el de los colonizados, que viven una realidad espantosa. ¿Podemos dedicarnos simplemente a nuestras obligaciones una vez que se ha tomado conciencia de esto? Por más que lo intento no lo logro.

➤ Silvia Cattori : Usted afirma en el libro que la historia reciente de Argelia, de sus relaciones con Francia, es muestra de una permanente mentira. Al querer preservar a cualquier precio sus intereses estratégicos en Argelia, ¿verdaderamente obró Francia de manera que después de 1962 Argelia no pudiera acceder a la plena posesión de su soberanía? ¿Para Francia, Argelia valía más que otras ex-colonias?

Lounis Aggoun : Las cosas no se presentan de una manera tan maniquea. Dicho esto, es conocida la obra falsamente liberadora del general de Gaulle en África. ¿Cómo creer que haya concebido en Argelia el proyecto contrario al que era el suyo en el resto del continente? Esto no quiere decir que les deseara el mal a los argelinos, lejos de eso. Pero entre su proyecto de una Argelia independiente pero en manos de un poder garante de los intereses franceses (sus propias palabras dan testimonio de ello) y la concretización de ello (una abominable dictadura que exacerbó todas las ignominias de la ex-colonia) hay un margen y un río de sangre. Los argelinos son responsables de los abusos del gobierno tras el alto el fuego del 19 de marzo de 1962 (sean cuales sean las influencias externas, que son reales). Pero la mentira original (que difunden los mismos que pretenden militar por la verdad y la historia) consiste, medio siglo después, en negar que en el punto de partida está la voluntad por parte del poder francés de infiltrarse en la administración argelina. Después es trivial afirmar que el aprendiz de brujo perdió el control de su diabólica criatura.

Los creadores de opinión podrán seguir pretendiendo (no me hago ilusiones) que Francia no tienen nada que ver en el desastre argelino tras la independencia y que quienes afirman lo contrario no son sino unos excitados inmaduros; los hechos son abrumadores y prevalecerá la demostración.

➤ Silvia Cattori : ¿ La afirmación de que la Independencia vino seguida «de una primera década de eliminación de las elites y de infiltración» deja en mal lugar la visión romántica que vigente durante las décadas de 1960 y 1970 de una Argelia socialista triunfante, admirable, completamente comprometida con los movimientos de liberación, dotada de brillantes diplomáticos, avalada por una destacable política exterior? ¿Era una visión completamente equivocada? ¿Puede explicitarlo?

Lounis Aggoun : En la escena internacional y la realidad que se imponía al pueblo argelino hay una diferencia como de la noche al día. Y como en toda ilusión, la desilusión es tanto más dolorosa cuanto más hermoso es el sueño. Por lo que se refiere a los brillantes diplomáticos (y no se trata de decir que no los hubo), sólo sirvieron de apoyo a unos políticos que estarían implicados en crímenes contra la humanidad si la justicia internacional pudiera estudiar la cuestión. Por lo demás, la respuesta a su pregunta es simple: se puede medir fácilmente la calidad de esta administración con el hecho de que uno de sus miembros más eminentes, Abdelaziz Buteflika, se convirtió en presidente en 1999, casi cuarenta años después de abonar el terreno para la dictadura argelina y que en este mismo momento prosigue su obra devastadora. Siempre hay que desconfiar de las historias románticas. La vocación de la elite es no sumirse en ellas. Ahora bien, observadores y comentaristas de todo tipo siguen propalando las sandeces que justifican el mantenimiento en el poder del que pretende ser la oposición.

➤ Silvia Cattori : Sin duda usted tiene razones que le permiten asociar a Ahmed Ben Bella con Boumédiène y Bouteflika. Ben Bella, invitado a la tribuna principal y muy aplaudido, como pude constatar en el Foro Social Europeo (FSE) en Florencia, Italia, en noviembre de 2002, sigue siendo muy apreciado. ¿Qué tiene en común con ellos?

Lounis Aggoun : Ben Bella es el hombre que confiscó a los argelinos la libertad. A ese título, asume la mayor responsabilidad en la desgracia de su pueblo. No recuerdo haber oído de su boca un inicio de autocrítica desde que fue destituido, al contrario, cada vez que interviene es para agobiar a los mejores cuadros políticos de la revolución y para justificar la suerte que les ha sido reservada (con frecuencia sus asesinatos). Son muchos en la esfera de influencia comunista quienes tras haber sido engañados apoyando a Stalin (antes de resituarse en la Resistencia) después de 1956 votaron a favor de otorgar poderes especiales al ejército (para actuar en Argelia, de la misma manera apoyarán otra guerra sucia en 1992 pretendiendo querer salvar a los argelinos de sí mismos y tomando el relevo de una política completamente genocida, llamada sin complejos "erradicación"), creyeron rehacerse una virginidad apoyando al poder totalitario que se instalaba en Argelia. Convirtieron este apoyo en la obra positiva de sus vidas. Por mucho que ahora se les ponga en evidencia, prefieren mirar a otra parte.

Su pregunta merece ser ampliada. Cuando se descubren los horrores del actual poder, en comparación los crímenes del anterior parecen veniales (los 200.000 muertos de la década de 1990 son un crimen de masas imborrable, pero las vías destructivas en funcionamiento en aquel momento tendrán a largo plazo las más graves consecuencias). A fin de cuentas, viendo la década de 1990, considerada en perspectiva la de 1980 con Chadli parece bastante suave. Y si se tienen en cuenta los horrores de la década de 1980 de Chadli, el reino de Bumedian parece ser muestra de la edad de oro de la independencia argelina. Por lo tanto, conociendo las abominaciones del régimen de Bumedian, la era de Ben Bella (en la que, sin embargo, se fundó la dictadura) parece ser muestra de una época de ensueño. Además de que el tiempo calma los horrores engendrados por los sucesivos poderes, esto traduce el inexorable descenso a los infiernos de los argelinos



Ex gobernantes argelinos, de izquierda a derecha: Ahmed Ben Bella, el primer presidente de la República Argelina Democrática y Popular tras su independencia en 1962 (al final del gobierno provisional de Ferhat Abbas), el 15 de septiembre de 1963 - depuesto por un golpe de estado el 19 de junio de 1965. Houari Boumédiène, su nombre real es Mohamed Ben Brahim Bou Kharouba, en castellano lo conocemos como Houari Boumedian. Presidente de Argelia entre 1965-1978. Chadli Bendjedid, Presidente entre el 9 de febrero de 1979 y el 11 de enero de 1992. Fue oficial del Ejército francés, desertó para unirse al FNL (Frente Nacional de Liberación), guerra de independencia. Fue Ministro de Defensa de Boumedian entre noviembre de 1978 a febrero de 1979, nombrado Presidente del país a la muerte de Houari Boumedian.


➤ Silvia Cattori : Todos los capítulos de su libro son apasionantes y merecen ser debatidos. En particular me gustaría hablar con usted de estos acontecimientos que usted describe con precisión y que desde 1988 preparan lo peor. Creo que pocas personas saben lo que ocurrió verdaderamente durante estos «años de sangre». Todo esto es extremadamente abrumador. ¿Hasta qué punto el rosto de Argelia ha quedado trastornado para siempre? ¿Cuando se podrá decir que todo esto pertenece al pasado?

Lounis Aggoun : Un pueblo enjaulado, eso es lo que son los argelinos hoy. Para escapar, hombres y mujeres liquidan todos sus bienes para poder comprar un hipotético pasaje a Europa en barcos destartalados que se hunden en alta mar o en barcos en los que corren el riesgo de ser arrojados por la borda por unas tripulaciones que no desean tener problemas con los servicios de inmigración de los países en los que atracan. Si el alma del pueblo argelino se desvive por escapar de la furia, el paisaje en el que evoluciona la población ha sido totalmente destruido.

Los argelinos deseaban la libertad, se les ha sumido en la dictadura. Quisieron imponer la democracia en 1988 y se les sumió en el horror. Hoy sólo conocen enemigos: quienes se pelean a las puertas de su casa para acaparar las riquezas (petróleo, gas, minerales …) que oculta su subsuelo. Hay también quienes venden armas al régimen que los asesina. Quienes querrían salvarles de su supuesta propensión a la barbarie y que experimentan con ellos el arsenal del terror. Quienes les acusan de todas las desgracias del mundo y que en nombre de ello se arrogan el derecho a machacarlos. No olvidemos a los medios de comunicación y a las elites occidentales que desinforman al respecto cuando hablan sobre ellos y que se volatilizan cuando se vuelve imperativo defenderles.

En diez años se descubrirá que las operaciones que se llevan a cabo hoy (por parte de un gobierno al que se recibe con gran pompa en los salones occidentales) son muestra de crímenes contra la humanidad. Y entonces se asistirá no a la condena de estos crímenes sino a la elaboración de nuevos crímenes aún más abominables que impedirán a la opinión pública occidental abordar en detalle los de hoy. Y, por consiguiente, hoy en día, naturalmente, para evitar que se traten los crímenes de la década de 1990, el poder está tratando de corromper a la población en lo que ésta tiene de más íntimo, sus engranajes sociales. Y en las columnas de los medios de comunicación franceses se retrata a este país que le estoy describiendo como El dorado económico, un ejemplo de democracia.

➤ Silvia Cattori : Hoy ha quedado claro que el Grupo Islámico Armado (GIA) era una emanación de los servicios de seguridad argelinos, una «organización tapadera». ¿Estaba claro para usted en la década de 1990?

Lounis Aggoun : Estaba claro para quienes habían escapado de las masacres desde el mismo momento en que enterraban a sus allegados. Pero, ¿qué vale la palabra de un torturado cuando nadie consiente en escucharlo, ni siquiera en entenderlo? Basta con no perder lo que es propio del ser humano, la facultad de razonar, para saber que si ciertos atentados eran, efectivamente, obra de islamistas radicales, los más emblemáticos, los que tuvieron mayor repercusión en Occidente, eran demasiado beneficiosos para el régimen y sólo para él como para no ser sospechosos: era esencial que no se hicieran preguntas sobre la identidad de quienes verdaderamente los habían ordenado. Pero, para qué sirve saber, para qué sirve incluso que todo el mundo lo sepa si las únicas palabras que se oyen en los medios de comunicación franceses hoy, diez o veinte años después de los hechos, repiten la misma cantinela falsa. Quienes hace quince años afirmaban ya que los emires más sanguinarios, por ejemplo, Djamel Zitouni y Ali Touchent, eran agentes del DRS (siglas en francés de Departamento de Información y de Seguridad) son algunos de los grandes responsables de los servicios de seguridad franceses. Es un secreto a voces. Esto no impide a los medios de comunicación hacer como si nadie lo supiera y soltar contrasentidos en todo el periódico.

➤ Silvia Cattori : Quienes están al corriente de estas prácticas secretas que son muestra de la «estrategia de la tensión» que utilizan los Estados a espaldas de sus ciudadanos saben o pueden comprender inmediatamente que todo lo que usted describe y que parece pertenecer a lo inimaginable, por desgracia es muy real, a saber, que un puñado de generales argelinos sumieron deliberadamente a su propio país en el caos con el objetivo de acusar al Frente Islámico de Salvación (FIS) y que la «guerra de erradicación» contra los islamistas tenía unos móviles ocultos. Pero, ¿cómo podría imaginar el gran público, que está desinformado e ignora todo de estas maquivélicas estrategias, que los culpables no son islamistas sino los generales que los manipulan? ¿Sabe el pueblo argelino lo que verdaderamente se trama?

Lounis Aggoun : En primer lugar, para que una gran mentira sea viable debe basarse en una parte de verdad. En Argelia siempre ha habido y hay islamistas radicales. Hay islamistas que desean sumir al país en el terror. Hay islamistas que desearían reeditar las «hazañas» de la generación de 1954 contra el colono interior. Pero, como en toda sociedad, son una ínfima minoría a la que los resortes democráticos existentes habrían podido confinar en esta dimensión marginal. El poder, cuyas detestables intenciones se han confirmado, planificó (se trata de una premeditación y no de algo descontrolado) injertarse en esta minoría, a la que hizo crecer con sus propios efectivos, para empujar a los islamistas no a la moderación sino al radicalismo. A título de ejemplo, el " majliss echoura " del FIS, su instancia dirigente, pasó a estar en un momento dado bajo el control absoluto del DRS; algunos de sus dirigentes son hoy ministros de Buteflika o diputados y ofrecen el país al saqueo internacional. De todos los dirigentes de primera fila sólo Ali Benhadj era sin lugar a dudas un hombre sincero.

¿Cómo escapar a esta desinformación? Los argelinos lo saben y no se dejan engañar. Evidentemente, no hablo de los argelinos que frecuentan los periodistas u hombres de negocios franceses en los bares de Alleti o Aurassi y para los que la vida es bella. Hablo de la Argelia profunda, de la Argelia de tercera fila. Por lo que se refiere a los europeos que desean librarse de la ceguera saben que hay que leer y escuchar. Yo añadiría que «los franceses de la Francia profunda» padecen hoy los mismos ataques por parte del Estado francés y son víctimas al mismo título que los argelinos. Por ello, decir la verdad, toda la verdad, cuando se la conoce y siempre que se presente la ocasión es una operación de higiene pública que supera el marco de Argelia. 

Pero hay que examinar su pregunta con más perspectiva. En una manipulación no haya que confundir manipulador y manipulado(s), lo mismo que hay que distinguir al desinformador de las personas a las que engaña. No hay que caer en este defecto argelino que consiste en acusar a la víctima de ser víctima. No creo que al pueblo le guste que le mientan. La mayoría de los «guardianes de las líneas editoriales» que me han llamado para escribir se han apresurado a ponerme salvaguardas. Me han reprochado decir demasiado, describir una verdad demasiado cruda. En definitiva, me piden maquillar la verdad para, según creen ellos, no asustar al lector. ¿Acaso ignoran que la menor brecha en una verdad la envenena y mata?


Logos de El Grupo Islámico Armado (GIA) y del Frente Islámico de Salvación (FIS). El GIA se formó tras el golpe militar de 1992 e internamiento de miles de funcionarios del FIS, luego que ganara las elecciones parlamentarias en diciembre de 1991. El GIA fue dirigido por diferentes emires que iban siendo arrestados o asesinados uno tras otro. El GIA perseguía desestabilizar al gobierno y su lema era: "sin acuerdo, sin tregua, sin diálogo". El grupo creó la inseguridad general mediante secuestros, asesinatos y bombas contra  fuerzas de seguridad y civiles. Hizo presencia fuera de Argelia (Francia, Bélgica, Gran Bretaña, Italia, Estados Unidos). El Frente Islámico de Salvación FIS fue un partido político islamista argelino, con dos líderes principales. Abbassi Madani y Ali Belhadj. En las elecciones de gobierno locales (1990) obtuvo más de la mitad de los votos válidos. Cuando parecía ser el ganador de las elecciones generales en enero de 1992, un golpe militar desmanteló al partido e internaba a miles de sus funcionarios en el Sahara. Algunos líderes del FIS querían establecer un Estado Islámico y eliminar la lengua y la cultura francesa. Por un lado, Madani condenaba la violencia "de donde sea que viniera", partidario de la democracia y respeto de las minorías. Belhadj, por su parte, expresaba: "No hay democracia en el Islam"  y "Si la gente vota en contra de la Ley de Dios ... esto no es otra cosa que blasfemia. El ulama ordenará la muerte de los delincuentes que han sustituido su autoridad por eso". Aclarando que en la actualidad Argelia cuenta con otras organizaciones yihadistas como el al "Qaeda en el Magreb Islámico" (AQMI)


➤ Silvia Cattori : Durante estos años de represión salvaje François Mitterrand estaba en el poder en Francia. No parece que usted haya apreciado las implicaciones de su gobierno en este asunto. ¿Favoreció este gobierno la política de estos generales argelinos que multiplicaban las operaciones sangrientas contra su pueblo? ¿Las consideró realmente "la muralla defensiva contra el islamismo radical del FIS"?

Lounis Aggoun : La coartada de la "muralla defensiva contra el terrorismo" es cómoda. Es una burda artimaña para enmascarar secuestros a gran escala. La responsabilidad de François Mitterrand es monumental. Lo he demostrado. Pero Mitterrand es un hombre y la política es obra colegiada. Presidió gobiernos de izquierda y de derecha: de todos los políticos que le han rodeado no son muchos los que pueden jactarse de haber mostrado un sentido del honor concerniente a las relaciones con Argelia. Si la responsabilidad es compartida, la de François Mitterrand rebasa todos los límites en el sentido de que él tenía el poder de actuar en un sentido noble y sistemáticamente actuó de forma detestable. 

Dicho esto, no hay que minimizar los peligros del islamismo radical. Y muchos de los ex-dirigentes del FIS (aquellos que aspiraban a devolver al pueblo argelino su dignidad) tienen una enorme responsabilidad por haber contribuido, por descuido, a sumir al país en el caos. Pero, veinte años después de los hechos se siguen parapetando en el silencio y se niegan a aportar el testimonio que podría ayudar a los observadores a comprender mejor la historia reciente de su país. En otras palabras, se niegan deliberadamente a ayudar a su pueblo a conocer la verdad que les permitiría librarse de los tiranos que padece. Ejemplo entre otros, es más que evidente que su jefe, Abassi Madani, trabajaba hombro con hombro con el DRS

 Silvia Cattori : El Eliseo no podía ignorar que los atentados que causaban miles de muertos estaban controlados por los servicios secretos argelinos. ¿Qué interés tenía Francia en acabar con el proceso de democratización en Argelia y en utilizar la instrumentalización de la amenaza islamista?

Lounis Aggoun : La respuesta a su pregunta daría para escribir un libro, es el que acabo de publicar. El interés de Francia y de François Mitterrand no es algo a lo que se pueda responder puntualmente por medio de una afirmación o una negación. Es cuestión de dinámicas, de engranajes, de realpolitik, de depredaciones económicas, de chantajes, de prejuicios, de un espíritu de revancha mal consumido, a veces de miedo, etc. Además, no hay que confundir el interés de Francia con el de sus gobernantes. Cada día que pasa se demuestra que son incluso antinómicos.

➤ Silvia Cattori : Por consiguiente, ¿las potencias occidentales permitieron a los generales argelinos abrir las puertas del infierno por no haber aceptado que prosiguiera el proceso democrático en Argelia y haber aprobado la irrupción por la fuerza del acceso al poder del Frente Islámico de Salvación (FIS)?

Lounis Aggoun : Una vez más, las dinámicas y los engranajes en funcionamiento se extienden durante años, durante décadas. Si se hubiera explicado a los dirigentes franceses que la interrupción de la democracia en Argelia en 1991 engendraría la década mórbida que se produjo después, sin lugar a dudas se lo habrían pensado dos veces. Pero el arte de un manipulador es hacer que las decisiones y los actos que pide ratificar o apoyar oculten las consecuencias que se desprenderían de ellos. Una vez que se revelan las consecuencias es demasiado tarde, hay que arreglárselas con la realidad y evitar que las cosas empeoren y, por consiguiente, apoyar a una dictadura a la que basta con presentar como una muralla defensiva contra lo peor.

Desde hace 20 años se pretende que la democracia en Argelia va a llevar a los islamistas al poder. Nada es más falso. Cuando su movilización era más fuerte, es decir, en el momento en que el régimen neutralizó a todas las fuerzas democráticas y ayudó al FIS a estructurarse, la popularidad que gozaban los islamistas no superaba el 30 %. En junio de 1991 unas elecciones legislativas deberían haber llevado al poder a una coalición democrática. Los generales argelinos simularon una guerra civil que duró una noche para acabar con el proceso democrático y eliminar al único gobierno que había actuado en interés del pueblo argelino, el gobierno Hamrouche. En cuanto se interrumpió el proceso democrático (con la aprobación del poder francés), el DRS designó un gobierno que tenía el objetivo de lanzar otro proceso electoral con el fin de que ganara el FIS y justificar el final de la democracia que no merecía el pueblo. Después de seis meses de una manipulación gigantesca el general Larbi Belkheir, artífice de esta operación, anuncia esta victoria cuidadosamente planificada de los islamistas. Sabemos lo que ocurrió después.

➤ Silvia Cattori : Después de la desaparición de Larbi Belkheir y Smaïn Lamari, ¿qué ocurrió con las relaciones entre el régimen de Buteflika y el Eliseo? ¿Y con las actas que se han atribuido a Al-Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI)? ¿Qué se oculta tras este nombre?

Lounis Aggoun : La respuesta a su pregunta se reduce a una frase: el AQMI y el DRS son una misma organización y todo lo demás es literatura. Los sinsabores de Francia con el poder argelino provienen de que sus agentes más fieles (Larbi Belkheir y Smaïn Lamari) murieran respectivamente en 2010 y en 2007. Por lo tanto, Francia se encuentra con un interlocutor que no tiene la misma disposición respecto a ella. El actual amo del régimen, Tufik Mediene, prefiere jugar otras bazas, estadounidense, china, etc. Esta guerra subterránea es lo que en el terreno se traduce en secuestros y en las continuas humillaciones infligidas por el AQMI (el DRS) a Francia. Lo peor es que ni los políticos ni los periodistas, que han practicado permanentemente la mentira, pueden explicar los verdaderos entresijos. Y lo que encontramos en todos los platós de televisión es a los expertos-impostores de siempre, manipuladores para los que la vida de los rehenes tiene un valor ínfimo.


ARRIBA: Logo del DRS (Département du Renseignement et de la Sécurité) Departamento de Inteligencia y Seguridad de Argelia. Su existencia data desde la lucha por la independencia. En 2016 fue disuelto por el presidente Abdelaziz Bouteflika y reemplazado por la Dirección de Servicios de Seguridad. Vendría a ser el equivalente francés de la Dirección General de la ‎Seguridad Externa (DGSE - Direction Générale de la Sécurité Extérieure; o de la Dirección General de Seguridad Interna (DGSI - Direction Générale de la Sécurité Intérieure). El AQMI o Al-Qaeda en el Magreb Islámico es una organización islamista de Argelia (filial de al -Qaeda ) su objetivo es luchar contra el gobierno argelino e instituir un estado islámico. Tuvo su origen como Grupo Salafista de Predicación y Combate (GSPC). Sus actividades se han expandido a países fronterizos con Argelia. ABAJOLarbi Belkheir, Mayor General del ejército y político argelino, colaborador del presidente Chadli Bendjedid del cual fue Jefe del Consejo Superior de Seguridad, Secretario General de la Presidencia y Jefe del Gabinete, entre octubre de 1991 a julio de 1992 fue Ministro del Interior. En 1992 ayudó a liderar el golpe militar que depuso a Chadli Bendjedid, iniciándose la Guerra Civil. En 1999, ayudó a Bouteflika a convertirse en presidente, en octubre de 2000 fue designado Jefe de Gabinete (murió el 28 de enero de 2010); Mayor General Smain Lamari, fue jefe del servicio de inteligencia argelino, del Departamento de Contraespionaje y Seguridad Interna. (Smain Lamari murió en 2007).  Los generales Mohamed Lamari, Khaled Nezzar, Larbi Belkheir, Smain Lamari y "Tufik" Mediene fueron los generales argelinos más influyentes en la política argelina, junto a otros militares han sido llamados la "Mafia de los generales argelinos". 

➤ Silvia Cattori : En muchas ocasiones usted vuelve sobre el papel de Jack Lang, Hubert Védrine, Jean-Louis Bianco, Jacques Attali. ¿Por qué son particularmente censurables estos personajes, tan presentes todavía hoy en los medios de comunicación?

Lounis Aggoun : Algunos de estos hombres son buenos consejeros del poder en la sombra en Argelia, en torno a Larbi Belkheir. Por lo tanto, en diferentes grados son los arquitectos de la obra de este hombre: la destrucción de Argelia y de que se haya devuelto a su pueblo a los tormentos de una colonización peor que la colonización y que no osa decir lo que es…


"Argelia, los años de sangre y el papel de los agentes de influencia".


Al Qaida en el Magreb Islámico (AQMI), es un seudo grupo islámico controlado por el DRS argelino, es decir los servicios de inteligencia de Argelia y que sirve a justificar la guerra al terrorismo y conceder una razón de existir y ejercer plenos poderes al régimen militar argelino.
➤ Silvia Cattori : En 1999 los telespectadores francófonos pudieron ver horrorizados “Bentalha, autopsia de una masacre”; este reportaje mostraba que la noche del 22 al 23 de septiembre de 1997 el ejército argelino mató salvajemente a unos doscientos habitantes del pueblo. Leyendo su libro se comprende que estas revelaciones no lograran entonces desvelar los crímenes de Estado, sobre todo a causa de “la influencia de Bernard-Henri Lévy y de una banda de intelectuales negativos (André Glucksmann, Denis Jeambar, Daniel Leconte, etc.), bien secundados por políticos influyentes”, entre ellos Jack Lang y Hubert Védrine. ¿Puede explicitar cómo se manifestó esta “influencia”?

Lounis Aggoun : En primer lugar, hay que saludar a la redacción de France 2 que tuvo el valor de presentar este documento; en aquel momento estaban Paul Nahon y Bernard Benyamin. No se han atrevido a repetir la experiencia, sobre todo desde que se nombró directora a Arlette Chabot y desde que la cultura de la mentira alcanzó su apogeo.

Por lo que se refiere a Bernard-Henri Lévy (apodado BHL), es conocido su papel habitual en la galaxia mediática y la nefasta influencia que ejerció en 1998 publicando en Le Monde (tras una visita de dos días a Argelia con escolta militar) un texto en el que exoneraba a los generales argelinos de todos sus crímenes, excepto quizá, decía él, el de incompetencia. Bernard-Henri Lévy, este pensador mediocre al que se presenta en todas partes como un intelectual, este ensayista comprometido con los poderosos (en este caso con criminales de masas) logró ocultar un movimiento de opinión naciente en Francia, favorable al pueblo argelino.

Esto ocurría unos meses antes de la masacre de Bentalha en la que, recordémoslo, los militares a los que él exoneraba de toda responsabilidad habían planificado y ejecutado (dirigiendo unos escuadrones de la muerte formados por terroristas “islamistas” que estaban a sueldo de ellos) la masacre indecible de mil personas en unas horas de la noche, en un sector cuidadosamente balizado por el ejército, el cual por toda actuación se limitó a impedir a la población de los pueblos vecinos ayudar a quienes estaban asediados y a cerrar el paso a las víctimas para obligarlas a volver al escenario de la masacre.

El día en que los medios de comunicación admitan esta verdad, que sólo discuten estos “agentes” de la desinformación, aparecerá el verdadero rostro de Bernard-Henri Lévy: el de un cómplice de muchos crímenes de masas, de muchos crímenes contra la humanidad y el encubridor de muchos crímenes que se desprenden de ello. Mientras, se le considera el filósofo contemporáneo con más talento del mundo.

La verdad, las elucubraciones de Bernard-Henri Lévy sólo hacen ilusión en el microcosmos mediático-político francés que contra toda evidencia y de manera deliberada trata de imponer una visión binaria del mundo en la que hay por un lado los buenos demócratas, ellos, el Bien, y por otro los “islamoterroristas” y sus cómplices, es decir, todos aquellos que no toman lo que ellos profesan por dinero en efectivo, el Mal. Y si Bernard-Henri Lévy tiene esta influencia es porque puede contar con sólidos apoyos en los medios.


Bernard-Henri Lévy, magnate y neoconservador francés. Controla con una mano de hierro el contenido ideológico de una gran parte de los medios de comunicación y de la edición en Francia.

En Arte, una cadena de televisión en la que, sin embargo, no faltan expertos, periodistas e historiadores íntegros, Daniel Leconte hace estragos como un déspota y parece tener un poder exorbitante. También es copropietario (con Bernard-Henri Lévy) de una productora, Docs en stock, en la que hace películas muy discutibles desde el punto de vista de la deontología y el rigor. BHL y Daniel Leconte juegan sobre seguro, Arte organizó un programa Thema en el que BHL y Leconte escupieron su hiel en el plató a través de reportajes en los que la imparcialidad era el menor de sus defectos. A continuación el bombardeo mediático hizo su trabajo ya que el dogma que defendía esta maléfica cohorte era el siguiente: ¡los asesinos que actuaron en Argelia eran, de manera evidente, únicamente fanáticos islamistas como afirmaban los generales en el poder! Decretados así inocentes por esencia, los verdaderos criminales, esencialmente agentes del DRS, escuadrones de la muerte, ninjas y milicias, pudieron seguir su obra con total impunidad. Y si había que deplorar algunos deslices, según él eran perfectamente excusables porque tenían como misión pionera cerrar el paso a la “barbarie islamista” que amenazaba a Francia y Occidente.



Bernard- Henri Lévy y Daniel Leconte


Hacer pasar a los generales genocidas por salvadores del mundo, ésta fue la obra en Argelia de Bernard-Henri Lévy, este “Mickey Mouse” del pensamiento intelectual (la comparación es de Emir Kusturica, con ocasión del conflicto de los Balcanes en el que Tartarin-BHL había tenido compromisos similares). Es conocido su compromiso a favor de la política israelí contra el pueblo palestino, su ensañamiento con Irán, con la Venezuela de Chávez y no me detengo más en ello.

El efecto inmediato fue detener de golpe el naciente movimiento de opinión, lo cual no dejó de tener consecuencias para el pueblo argelino que continuó sufriendo asesinatos masivos sin que ninguna persona en el mundo pudiera protestar so pena de ser acusada de apoyar al fanatismo islámico. Concretamente el régimen, que estaba a punto de ser denunciado a escala mundial, salió de ello blanqueado, reforzado y legitimado para proseguir con su acción asesina.

Bernard-Henri Lévy y Daniel Leconte, como ángeles del terror, tienen una enorme responsabilidad en la muerte violenta de decenas de miles de inocentes masacrados después de su intervención, ya que el ejército gozaba de una impunidad adquirida gracias a esta carta blanca.

Si Argelia fuera hoy independiente, estaría capacitada para llevarlos ante los tribunales internacionales por complicidad en crímenes contra la humanidad. En vez de ello, Bernard-Henri Lévy sigue siendo el embajador de la postura francesa en el mundo y Daniel Leconte sigue arrojando en la televisión su veneno sobre los magrebíes y los inmigrantes musulmanes, ya que ve bárbaros en todos los banlieues desfavorecidos que rodean París.



Mohamed Sifaoui, periodista argelino neo-conservador.

➤ Silvia Cattori : ¡Es asombroso todo esto! La “banda” de personalidades a las que usted incrimina en su libro se amplia al hilo de las páginas: Jack Lang, Hubert Védrine, Jean-Louis Bianco, Jacques Attali, Jean-Louis Bruguière, Antoine Sfeir, Daniel Leconte, Franz-Olivier Giesbert, Guillaume Durand, Yves Calvi, Mohamed Sifaoui, Yasmina Khadra. ¿Qué tienen en común estas personas a las que usted agrupa? ¿Tienen la misma responsabiliad en la colaboración con “este simulacro de Estado” argelino, en el curso de estos “años de sangre” y de esta “guerra sucia” que ha causado más de 200.000 muertos? Según usted, ¿qué lugar ocupan precisamente Mohamed Sifaoui y Yasmina Khadra ?

Lounis Aggoun : Mohamed Sifaoui es un hombre dispuesto a “erradicar” a un pueblo si esto puede aportarle un minuto de “gloria” en la televisión. Es una bendición para un medio al que hacía falta un “moro de turno”. Tiene un perfil ideal para profesar el odio al musulmán, el odio al joven de la banlieue que, según la dialéctica de Sifaoui, sueña con aterrorizar a Francia; el odio de los argelinos, que desde su punto de vista son indignos de la democracia y lo único que saben hacer es elegir a terroristas para que los dirijan; el odio de los emigrantes que, según él, no pararán hasta que no hayan islamizado Francia. Si se comporta de este modo no es en absoluto por convicción sino porque en este momento lo que paga es la isalmofobia; profesaría el mismo odio al francés si estuviera en Argelia, el odio al Satán judeo-estadounidense si estuviera en Irán, odio que se preocupa de verter ante sus invitados elegidos, cuidadosamente seleccionados y tan encarnizados como él. Los medios franceses y hombres como Jean-François Kahn o Paul Amar promueven a un Mohamed Sifaoui que, si llegara al poder, los enviaría a la hoguera sin la menor duda.


Mohammed Moulessehoul (alias Yasmina Khadra), oficial argelino encargado de la represión contra los islamistas en la región de Orán (Oeste de Argelia). Se retira repentinamente del ejército argelino. escribe novelas y encarna una falsa oposición al régimen militar en el país.

El caso de Yasmina Khadra (pseudónimo de Mohammed Moulessehoul) pretende ser más sutil. Habiendo aniquilado a la oposición, los generales argelinos necesitaban a alguien que los encarnara en los medios franceses y de ahí la pseudo-retirada del ejército de este hombre para personificar una oposición en un universo en el que está prohibido cualquier desvío de la versión oficial. Un supuesto oponente, cuyo papel es subestimar la amenaza o negarla cuando existe, e inventarla cuando no existe. Un “intelectual” al que le sopla una brigada de redactores del DRS. 

Pero la ambición de Moulessehoul (Khadra) tropieza contra una realidad ineludible: no sabe expresarse, lo que obliga a restringir sus intervenciones en la televisión a las operaciones de promoción de “sus” obras donde un discurso pobre viene a contradecir sistemáticamente la supuesta erudición de los textos que firma. Sifaoui y Khadra son enemigos del pueblo argelino, enemigos de la democracia, aliados del terrorismo internacional, aliados de las estrategias de tensión, en resumen, todo lo que constituye un buen agente del DRS.

➤ Silvia Cattori : Un pasaje de su libro (página 535) también me parece que aclara las manipulaciones que ha rodeado la guerra contra el pueblo de Afganistán y siguen alimentando la propaganda contra Irán, propagada bajo mano por Israel: “Quienes han apoyado deliberadamente un programa que proclama abiertamente la erradicación de una parte de la población, aquéllos que han ofrecido su ayuda a una tiranía a punto de ser desenmascarada y han asegurado el relevo de su propaganda a un régimen mafioso no son simples espectadores sino cómplices. El periodista, el experto mediático y el político pueden bloquear esta máquina y, sin embargo, han contribuido a engrasar sus mecanismos. Se trata del estadio supremo de la complicidad. (…) Esta innoble tarea es la que en 1998 cumplieron fríamente Bernard-Henri Lévy y André Glucksmann, bien secundados por Daniel Leconte y algunos otros líderes de opinión. (…) No contentos con no hacer nada en beneficio de las víctimas, han militado activamente para impedir que se organice la movilización para frenar a los verdugos…”. Este pasaje produce inquietud acerca de las complicidades que contribuyen a asegurar una audiencia a estos personajes maquiavélicos. Con lo que se sabe hoy de su alineamiento con Israel y los neoconservadores ¡se deduce que no han llegado ahí por casualidad, por error! ¿Están vinculados a semejante aparato?

Lounis Aggoun : Me guardo de enunciar cosas sobre las que no sé nada y me esfuerzo por no escribir nada que no sea capaz de defender ante un tribunal. Me contento con dar por cierto lo que sé y esto es ya suficientemente abrumador para esta comunidad de parásitos. Sin embargo, las redes financieras, industriales, mediáticas, intelectuales, etc., están bien documentadas por muchas obras publicadas en los últimos años y los delitos que Bernard-Henri Lévy atribuye al pueblo argelino son lo suficientemente graves para que sea inútil añadir más. Cada una de sus intervenciones ha sido un atentado contra la simple razón, un atentado contra la humanidad.

 Silvia Cattori : “Resulta penoso escuchar a los medios tratar temas concernientes a los argelinos”, escribe usted al final del libro. ¿En qué son especialmente censurables las cadenas de televisión TF1 y France 2, que usted pide que no se vean? ¿Cree que su redacciones sabían que las masacres atribuidas al Frente Islámico de Salvación (FIS) o al Grupo Islámico Armado (GIA) formaban parte de una “estrategia de la tensión” mantenida por las grandes potencias, entre ellas Francia? ¿Siguen solicitando, para sofocar lo “inconfesable”, a Alain Bauer y Xavier Raufer, que según usted pertenecen a una “nueva clase de expertos, de agentes de influencia que han hecho carrera en los servicios”?

Lounis Aggoun : Cuando se ha comprendido que TF1 fabrica mentiras, que su telediario no hace información sino propaganda machacona hay que ser lógico con uno mismo y no contribuir a engordar las audiencias que legitiman sus agresiones a la verdad. Siendo así, TF1 es una empresa privada que no tiene vocación de informar sino de ayudar a su jefe a ganar contratos para llenar el mundo de hormigón y, a fin de cuentas, lo hace bien. El caso de France 2 es mucho más grave porque su ambición declarada es informar y porque tiene una misión de servicio público que le debería prohibir jugar con la verdad. Ahora bien, su redacción hace el tour de force de hacerlo peor que TF1


Christian de Bongain (alias Xavier Raufer), periodista y criminólogo francés. Ha trabajado y rendido servicio a diversas coberturas de la CIA, especialmente a la National Strategy Information Center de Bush padre.

➤ Silvia Cattori : ¿Nos llevó esta “segunda” guerra de Argelia al clima de desconfianza y de rechazo que hoy conocen los árabes musulmanes, sobre todo en Francia? ¿Y al hecho de que ahí donde se encuentren los argelinos tienen razones para estar inquientos? En resumen, ¿todo se desarrolló como querían los estrategas del Estado?

Lounis Aggoun : La estrategia del miedo no es nueva. Los generales argelinos querían conservar el poder, aún a riesgo de “eliminar a dos millones de argelinos”. Y se ha hecho.

➤ Silvia Cattori : En Argelia la verdad es peligrosa para aquellos dirigentes que no tienen la conciencia tranquila, pero, ¿es también el caso de Francia?

Lounis Aggoun : El hecho de que la verdad sea peligrosa no impide que los argelinos la reclamen, poniendo en peligro sus vidas. El valor de las familias de las víctimas del terrorismo y de sus comités de defensa es infinitamente más meritorio que todos los libros que se pueden publicar al abrigo de la represión inmediata. Los medios de comunicación franceses ocultan sistemáticamente los incesantes esfuerzos de los argelinos para recuperar un poco de dignidad y de soberanía de su propia tierra. Por desgracia, una gran parte del drama argelino se vive en Francia. Pero los medios franceses han llegado a tal grado de compromiso que practican la omerta en una medida aún más importante que en Argelia. 

➤ Silvia Cattori : Hay personas que tienen una exigencia de verdad, pero el gran público casi nunca tiene acceso a esas personas, no es a ellas a quienes se suele invitar a expresarse. Usted les hace honor en su libro. Pienso en este importante testimonio de la connivencia franco-argelina: Lucile Schmid. ¿Existe una autoridad que se le oponga?

Lounis Aggoun : Todo el mundo puede constatar a diario, hasta el punto de que resulta caricaturesco, que cada vez que alguien está dispuesto a denigrar al pueblo argelino y a elogiar los méritos del poder militar es acogido entre cumplidos en todos los platós de televisión. Por el contrario, cualquiera que adopte la defensa del pueblo y critique al régimen se le prohibe en seguida. Anne Dissez estaba presente en las oficinas del FIS en diciembre de 1991 y cuando se anunciaron los resultados de las elecciones fue testigo directa de cómo empalideció el entonces dirigente del FIS, Abdelkader Hachani (un intelectual, vinculado a la democracia y al interés de su país, y no menos islamista), que no deseaba en absoluto la victoria. Después el DRS asesinó a Hachani porque no cuadraba bien con la imagen del islamista degollador de bebés que querían presentar los generales... podría citarle una larga lista de periodistas capaces de hablar inteligentemente de Argelia y a los que no se puede acusar de ser fanáticos del Islam. 

La exterminación mediática de todos los intelectuales argelinos del paísaje audiovisual francés ha sustituido al genocidio físico. Para nadie es un secreto que el poder francés, los medios franceses, están bajo la influencia directa de los servicios secretos argelinos. De hecho, en el estado actual de cosas no hay nada que el poder argelino no pueda permitirse en Francia. Puede hacer estallar bombas, asesinar, sembrar el terror y los medios y politicos franceses vendrán en su ayuda para proclamar que está libre de toda sospecha. El poder que ejerce Argel sobre París es exorbitante. Los generales compraron a cualquiera que detentara un poder o una influencia en el año 2003, hermosamente bautizado “año de Argelia en Francia”; por su parte, se fue apartando gradualmente a los refractarios. Durante todo un año se dieron millones a todos aquellos que se declaraban dispuestos a promover al régimen, a “colaborar” con Argelia, como repetía entoces el representante de Bouteflika, Cheb Mami. El escándalo Khalifa y sus 7.000 millones de euros de fondos dilapidados (que no son sino la parte emergente de la espoliación) no es un asunto entre argelinos, es casi un asunto entre franceses; lo único que ha hecho Argelia, como siempre, es poner la pasta.

➤ Silvia Cattori : Me gustaría volver sobre las relaciones entre el régimen de Bouteflika y el Eliseo, y sobre las acciones que se atribuyen a al-Qaeda en el Magreb islámico (AQMI) evocadas durante la anterior entrevista. En efecto, la entrevista provocó muchos correos de los lectores que, para mi sorpresa, parecían convencidos de que los actos atribuidos por los diversos poderes al AQMI están manipulados por el Estado argelino con la complicidad, sobre todo, de los servicios de inteligencia franceses.

Lounis Aggoun : Se lo decía anteriormente, el AQMI, es el DRS. Dése usted cuenta de que en un momento en que el mundo occidental proclama unánimemente que el terrorismo es el azote promordial que hay que combatir, los interesados se conceden como condición previa a sus investigaciones el excluir de la lista de sospechosos al principal culpable. Por más que el DRS firmara sus actos terroristas, los jueces, los políticos y los medios franceses concernidos organizan unas mascaradas para disculparle y para tratar de identificar a un culpable por esencia imposible de confundir porque, por decreto, estaba libre de toda sospecha. Quedan los subalternos, quienes tienen los pies atrapados en la red, aceptan como los perfectos chivos expiatorios para eliminar el problema creándose buena conciencia, mientras que quienes han ordenado estos actos son recibidos fastuosamenbte en el Eliseo para organizar el saqueo de los recursos de Argelia.


Amari Saïfi (alias Abderazak el Para o Abou Haydara), llamado «el Bin Laden del Sahara», líder del GSPC. Este «terrorista islámico» es en realidad un antiguo comandante de la guardia del Ministerio de la Defensa de Argelia y un agente del Departamento de la Inteligencia y la Seguridad Estatal argelina (antigua Seguridad Militar).

AQMI tiene ante sí una buena época. Pero el nombre de esta organización es en sí mismo una obra maestra de la manipulación. En dos palabras, se les margina de la humanidad, sin otra justificación que la de ver estas palabras así unidas, el Islam y todos los pueblos del Magreb, uniéndolos a al-Qaeda y Osama Ben Laden. En una declaración se pretende que al-Qaeda apoya a la organización y la financian países y organizaciones muy ricos, y en la misma frase que necesita secuestrar a europeos para financiarse. En un momento se afirma que está sobreequipada (sin que nunca, nunca jamás, se pongan en peligro los intereses del régimen argelino contra el que se supone que lucha) y en el siguiente que es un ejército de mendigos. Se otorga a la organización el propósito de llevar a cabo una guerra total contra los invasores y los occidentales, y todo el mundo encuentra normal que nunca haya atentado contra sus intereses (y, sobre todo, contra los estadounidenses que pululan por la zona) cuando el desierto, en el que se supone que vive “como pez en el agua”, oculta miles de kilómetros de oleoductos que sería muy fácil hacer estallar.

Se afirma que la organización está decimada y sin transición que el medio millar de sus soldados controla un territorio tan grande como Europa del este, en un terreno que es de los más hostiles del planeta, donde, sin embargo, se concentran las fuerzas armadas de cuatro países que oficialmente las acosan con el apoyo de las fuerzas especiales de Francia, de la OTAN, de Estados Unidos, etc. Se proclama que estos terrorista pueden atacar donde quieran, cuando quieran y cada vez que atacan es con una finalidad turbia aunque tarde o temprano se descubre que sirve a objetivos puramente crapulosos que, en todo caso, en absoluto tienen nada que ver con ningún móvil religioso. Se pretende que estos hombres son irreductibles y regularmente se difunden sus avisos contra tal o cual país que no se conforma a sus exigencias, como por ejemplo, abrogar la ley sobre el burka en Francia. ¿Quiere esto decir que si Francia se plegara a esta exigencia el AQMI aceptaría dejarla saquear los recursos de los países del Sahel?


Combatientes de Al-Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI)


¿Cómo conciliar esto con el propósito incial de al-Qaeda, que es llevar a cabo una guerra total contra los occidentales? Nunca el AQMI (y antes de él el GSPC (Grupo Salafista para la Predicación y el Combate) o siquiera el GIA) ha cometido en 20 años de existencia un acto que haya contribuido a debilitar al régimen y a servir al pueblo. Se puede probar fácilmente que cada una de sus acciones de envergadura ha ocurrido en un momento clave que ha tenido como consecuencia perjudicar al pueblo argelino y reforzar al régimen.

En las abundantes obras sobre el AQMI, ¿quién recuerda que Amara Saïfi, alias Abderazak El-Para, alias “el Bin Laden del Sahara”, vive apaciblemente en el Club de los Pinos de Argel tras haber sido presentado como la persona que llevó a la adhesión del GSPC a al-Qaeda? Todo esto podría ser alucinante, pero “expertos”, “especialistas”, “directores de institutos”, de “centros de investigación”, de “observatorios” se turnan en los platós de televisión para contarnos, sin reirse, una patraña que sólo se mantiene porque la dicen sin que nadie la contradiga, unos individuos que tiene dificultades para ocultar su afiliación a los servicios secretos. Por ello se impone la prohibición de cualquier palabra que se desmarque de la historia oficial.

La lucha antiterrorista a escala mundial es un fracaso evidente. No tiene como consecuencia difundir la democracia ahí donde no existe sino que la ha destruido ahí donde existía. Es exactamente el objetivo de los terroristas. La única respuesta concreta de los poderes occidentales consiste en proponer medidas de fichaje de la población, la multiplicación de los sistemas de vigilancia, de biometría y, por consiguiente, aniquilar todo lo que las democracias tienen de democrático. ¿Y con qué resultado “pragmático”?

A la larga la presencia de franceses en el Sahel corre el riesgo de ser indefendible. Sin embargo, si se aborda la cuestión desde el punto de vista puramente cínico del interés francés, el interés estratégico es vital. Roland Jacquard, Xavier Raufer, Antoine Sfeir, Louis Caprioli, Jean-Louis Bruguière, Mohamed Sifaoui, estos son los enemigos de Francia porque son los cómplices directos del terrorismo internacional ya que su discurso se articula para disculpar a los verdaderos responsables y echarles la culpa de todo a los subalternos.

Entonces, el AQMI es el DRS.  Quienes pretenden lo contrario son peligrosos falsificadores.  Desafío a cualquiera de todos aquellos que detentan estos poderes (medios, policía, justicia, política, investigación de todo tipo) a aportarme el menor elemento que no sea un chisme inverificable, supuestos atentados desbaratados, confidencias de agentes secretos que no aportan el menor esbozo de prueba.

Desafío a todos estos “expertos” juntos a presentar un solo elemento tangible de lo que ellos afirman sobre el AQMI, si no mensajes virturales enviados por terroristas virtuales que sostienen unas tesis grotescas, que se desarrollan según unos escenarios rocambolescos y se enuncian ante periodistas que parece tener por pliego de condiciones solo tragarse tanto más encantados la mentira cuanto mayores sea, no tienen ambición de acabar con el terrorismo, favorecen la diseminacióm y legitiman la instauración de la dictadura en las sociedades occidentales.

A finales de noviembre de 2010 Nicolas Sarkozy participa en una reunión de la Unión por el Mediterráneo. Cuando se vea en la televisión a los jefes de Estado así reunidos podemos estar seguros de tener ante nosotros a algunos de los claros responsables y organizadores del terrorismo internacional y a sus cómplices, así como a los encubridores de sus acciones. Así es como un puñado de depredadores ejercen su férula sobre la casi totalidad de la humanidad, atribuyéndole las fechorías de las que ellos son instigadores y luego imponiéndole aportar la prueba de su inocencia tras haberle quitado todos los medios que le permitían reunirla.

Es el momento de que esto acabe. Se puede hacer no permitiendo más que pase la mentira, poniendo ante la evidencia a los propagandistas, ahí donde se expresan, en un plató de la televisión o en un bar: ellos son los cómplices indiscutibles del terrorismo. Tendrían muchas dificultades para demostrarles a ustedes lo contrario a pesar de los poderes y de los infinitos medios de los que disponen. 

 Silvia Cattori : Los grandes medios ocultaron su anterior libro, que tuvo una amplia acogida. ¿Cree usted que éste tiene posibilidades de ser mejor acogido mediáticamente?

Lounis Aggoun : Cuando se pretende alinear la crónica insostenible de doscientos años de hechos incofesables no se puede esperar ver a los intermediarios de la mentira permanente promover una obra que describe su propio fracaso...   La “guerra sucia” empezó en 1999, salpicó incluso a Francia y continúa hoy a pesar de las apariencias es la consecuencia directa de esta obsesión argelina de François Mitterrand. 

Cuando se publicó Françalgérie, crimes et mensonges d’Etats, simplemente hemos demostrado por A+B que es patente la mano del DRS a propósito de varias cuestiones sobre las que circulan tesis mentirosas. Nunca se ha hecho el menor desmentido de ninguna de las acusaciones muy graves y con el nombre de los culpables que hay en el libro; la historia nos ha dado la razón sobre muchas cuestiones. Con todo, perdura la mentira y la verdad oficial que harán de los argelinos un pueblo de terroristas en potencia y de los generales asesinos los guardianes de la libertad, los parangones de la democracia.

En resumen, cuando la verdad histórica no es una mentira debe ser calibrada para ser “comercializable”. La historia se ha convertido en un fondo de comercio que gestionan con erudición sus propietarios “legítimos”. A cuenta gotas conceden una verdad molesta, a ese ritmo haría falta un siglo de éxitos de ventas para esperar ver emerger finalemente toda la verdad recontruida a base de retazos. Mientras tanto un pueblo se muere. Es consentir un sacrificio demasiado grande para no cometer un crimen de lesa-autoridad mediática.


Jacques Attali, francés, economista y escritor de ensayos políticos, nacido en la ciudad de Orán (Argelia). Fue escriba del ex presidente François Mitterrand, juega un rol central en las relaciones franco-argelinas y el desarrollo del poder militar.

 Silvia Cattori : En conclusión, ¿qué perspectivas tiene Argelia?

Lounis Aggoun : El problema de Argelia no se resolverá mientras Francia esté bajo influencia argelina y viceversa. El problema principal es de orden mediático, vinculado directamente a la información. No es casual que quien ayudó a Larbi Belkheir y a su gobierno negro a apropiarse de Argelia en la década de 1980, el arquitecto de la descomposición del país, quien concibió el liberalismo salvaje y bárbaro (la forma moderna de tiranía) que arruinó a Argelia sea la misma persona a la que Nicolas Sarkozy confia la tarea de hacer la lista de las “reformas” que hay que llevar a cabo en Francia, el arsenal de la expoliación del pueblo por parte de los poderosos: Jacques Attali, un hombre omnipresente en los medios franceses.

He respondido que hacía falta una revolución y que ésta consiste en no caer en la trampa de la violencia (de la que sólo se benefician los poderosos, los dictadores, las fuerzas ocultas, los aprendices de brujo, los traficantes de armas, los depredadores de toda calaña, los manipuladores, los garantes de la mentira oficial y los terroristas), sino simplemente en exigir la verdad. La revolución pude ser tan simple como una postal enviada asiduamente, una vez al mes (a coste de un sello y hasta que se restablezca la equidad) a la redacción de France 2, a David Pujadas, a Arlette Chabot, para recordarles su misión de informar; a un diputado, a un presidente, a todos aquellos que han traicionado para hacerles saber que no se les votará la próxima vez, ¡y mantener la promesa!


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Silvia Cattori
Lounis Aggoun

Traducción del francés para Rebelión:
Beatriz Morales Bastos (15.11.2010)

Enlaces originales:
Rebelión

Parte de las fotografías y notas a pie de foto de la entrevista corresponde a Red Voltaire (2010); otras son adiciones del editor del blog.

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