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19 diciembre 2022

Tráfico de drogas: ¿Libertad de expresión en los Estados Unidos?



Un homenaje al periodista Gary Webb


El 10 de diciembre de 2004 el periodista estadounidense Gary Webb fue encontrado muerto en su casa, en Sacramento - California. Causa de la muerte: aparente suicidio. Webb murió de una herida de bala en la cabeza, "herida de bala autoinfligida en la cabeza hace dos días", reportó la oficina del forense del condado de Sacramento. Trabajadores de una empresa de mudanzas llamaron a las autoridades al encontrar una nota en la puerta de la casa del periodista, decía: "Por favor, no entre. Llame al 911 y pida una ambulancia”.


Gary Webb, realizó sonados reportajes sobre la CIA y el tráfico de drogas en 1996  publicados en el San Jose Mercury News, Webb demostró que la CIA vendía la cocaína de los traficantes sudamericanos en suelo estadounidense (Los Ángeles-California) y que los réditos obtenidos servían para financiar a la Contra Nicaragüense, allá por los años de 1980. 

Kurt Nimmo (investigador) apuntó a George Bush padre como responsable del suicidio de Gary Webb, y fue tajante en afirmar que otros biógrafos de Bush: Mark Lombardi, J.H. Hatfield, Danny Casalaro (al que se une Gary Webb), se “suicidaron”. "¿Cuáles son las probabilidades de que todas estas personas realmente se suiciden?", reflexionaba, "ahora que Bush tiene su “mandato”, probablemente veremos a otros críticos caer víctimas de accidentes y suicidios". "Asesinato político en Estados Unidos: ¿la CIA mató a Gary Webb?", es el título del artículo de Nimmo en diciembre de 2004, lanzando un dardo mortal: "Las familias criminales suelen tratar con dureza a sus enemigos, al igual que la CIA". (cita reproducida en Investigación Global, 10 diciembre 2022)

Gary Webb, el reportero del San Jose Mercury News obtuvo el Premio Pulitzer en 1990 por su cobertura del terremoto de Loma Prieta. En 1996, estremeció Estados Unidos al demostrar, con pruebas, la participación directa de la CIA en el narcotráfico a través de operaciones encubiertas y la consecuente negación oficial sobre las conexiones entre la CIA y los narcotraficantes. Agentes del DEA habían informado al respecto (participación directa de la CIA en el tráfico de  drogas desde Honduras y El Salvador en la década de 1980), los grandes jefes guardaron silencio. La serie de reportajes se denominaron "Dark Alliance". 

No suele mencionarse la reivindicación del nombre de Gary Webb por parte de los dos informes del Inspector General de la CIA  (1997-1998) y las investigaciones del Congreso. (el crack devastó Los Ángeles en la década de 1980). Medios como L.A. Times (Los Ángeles) intentaron acabar con la memoria y legado de Webb.


En 1998, apareció en libro la investigación de Gary Webb: "Dark Alliance". Y, en 2014 se estrenó la película "Kill the Messenger".


Podríamos explayarnos con esta historia de la relación drogas - CIA - Contras - Irangate - Pablo Escobar, Manuel Noriega, etc., pero son temas que lo hemos analizado anteriormente en este blog.  Por favor, si tiene interés en ello, revise los links de enlaces al final, el tema de hoy se centra en Gary Webb, sus reportajes y supuesto suicidio.

 Tito Andino


*****

La Contra - Tráfico de cocaína: la deuda de Estados Unidos con el periodista Gary Webb. 

 

Gary Webb en 1997, murió en 2004 (presunto suicidio) Foto: Randy Pench

por Robert Parry +

Consortium News

Título original en inglés:  

"The Contra-Cocaine Drug Trade: America’s Debt to Journalist Gary Webb"


El reportero de investigación Robert Parry, fotografía sin fecha. Su trabajo sobre el escándalo Irán-contra de la década de 1980 le valió el premio George Polk. Foto: Diane Duston,  AP.


Robert Parry, fallecido periodista (publicó este artículo por primera vez el 13 de diciembre de 2004 en Consortium NewsEl Consorcio para el Periodismo Independiente). Robert Parry trabajó para de Associated Press (AP) ganó el Premio George Polk por reportaje nacional en 1984, revelando que la CIA proporcionó un manual de asesinato a los Contras nicaragüenses que buscaban derrocar al gobierno Sandinista. Con el mismo reportaje, fue finalista del Premio Pulitzer de 1985 (participación del teniente coronel Oliver L. North, subdirector del Consejo de Seguridad Nacional, en la operación encubierta para apoyar a los Contras con ganancias de la venta clandestina de armas a Irán). Robert Parry publicó muchas de las historias de Irán-Contra en la década de 1980 para Associated Press y Newsweek. Sus libros, "Secrecy & Privilege: Rise of the Bush Dynasty from Watergate to Iraq" y "Lost History: Contras, Cocaine, the Press & 'Project Truth' " (1999).

 

En 1996, el periodista Gary Webb escribió una serie de artículos que forzaron una investigación largamente esperada de un capítulo muy oscuro de la reciente política exterior estadounidense: La protección de la administración Reagan-Bush a los traficantes de cocaína que operaban bajo la tapadera de la guerra de los contras nicaragüenses en 1980.

Por su valiente reportaje en el San Jose Mercury News, Webb pagó un alto precio. Fue atacado por colegas periodistas del New York Times, el Washington Post, Los Angeles Times, American Journalism Review e incluso la revista Nation. Bajo esta presión de los medios, su editor Jerry Ceppos vendió la historia y degradó a Webb, lo que provocó que renunciara a Mercury News. Incluso el matrimonio de Webb se rompió.


El presidente Ronald Reagan (1981-1989) inició y autorizó la guerra de los Contras que duró 8 años y fue su principal defensor público, refiriéndose cariñosamente a los Contras como “luchadores por la libertad”. (Foto y cita tomada del artículo "Crimen Estadounidense Caso #29: Guerra Contra el Terror en Nicaragua 1979-1989", sitio web "Revolution".


El viernes 10 de diciembre (2004), Gary Webb, de 49 años, murió de un aparente suicidio, una herida de bala en la cabeza. Cualesquiera que sean los detalles de la muerte de Webb, la historia estadounidense tiene una gran deuda con él.

Aunque denigrado por gran parte de los medios de comunicación nacionales, la serie contra la cocaína de Webb provocó investigaciones internas por parte de la Agencia Central de Inteligencia y el Departamento de Justicia, investigaciones que confirmaron que decenas de unidades Contra e individuos con conexiones con la Contra estaban implicados en el tráfico de drogas. Las investigaciones también mostraron que la administración Reagan-Bush frustró las investigaciones de esos crímenes por razones geopolíticas.

Medios fallidos

Sin querer, Webb también expuso la cobardía y el comportamiento poco profesional que se habían convertido en las nuevas marcas registradas de los principales medios de comunicación estadounidenses a mediados de la década de 1990. Los grandes medios de comunicación siempre estaban tras la pista de algún escándalo excitante —el caso de O.J. Simpson o el escándalo de Monica Lewinsky—, pero los principales medios ya no podían lidiar con los graves crímenes de Estado.

Incluso después de que el inspector general de la CIA publicara sus hallazgos en 1998, los principales periódicos no pudieron reunir el talento ni el coraje para explicar esas extraordinarias admisiones del gobierno al pueblo estadounidense. Los grandes periódicos tampoco se disculparon por su trato injusto hacia Gary Webb. Presagiando la incompetencia de los medios de comunicación que no lograron desafiar el caso de George W. Bush a favor de la guerra con Irak cinco años después, las principales organizaciones de noticias efectivamente ocultaron la confesión de la CIA al pueblo estadounidense.

El New York Times y el Washington Post nunca superaron el “resumen ejecutivo” de la CIA, que trató de darle el mejor giro a los hallazgos del inspector general Frederick Hitz. Los Angeles Times ni siquiera escribió una historia después de que se publicó el volumen final del informe de la CIA, aunque la historia inicial de Webb se había centrado en envíos de cocaína de la Contra conectados al centro-sur de Los Ángeles.

El encubrimiento de Los Angeles Times ahora ha continuado después de la muerte de Webb. En un duro obituario sobre Webb, el reportero del Times, que me llamó para entrevistarme, ignoró mis comentarios sobre la deuda que la nación tenía con Webb y la importancia de los hallazgos del inspector general de la CIA. En lugar de usar la muerte de Webb como una oportunidad para finalmente aclarar la historia, el Times actuó como si nunca hubiera habido una investigación oficial que confirmara muchas de las acusaciones de Webb. (Los Ángeles Times, 12 de diciembre de 2004).




Al mantener el encubrimiento de la cocaína Contra, incluso después de que la CIA admitió los hechos, los grandes periódicos parecían haber entendido que podían evitar cualquier consecuencia por su comportamiento atroz en la década de 1990 o por su negligencia hacia el tema contra la cocaína cuando apareció por primera vez en la década de 1980. Después de todo, los medios de comunicación conservadores, el principal competidor de la prensa convencional, no van a exigir que se vuelvan a examinar los crímenes de los años de Reagan y Bush.

Eso significa que solo unos pocos medios de comunicación menores, como nuestro propio Consortiumnews.com, revisarán los hechos ahora, al igual que solo unos pocos de nosotros abordamos la importancia de las admisiones del gobierno a fines de la década de 1990. Compilé y expliqué los hallazgos de las investigaciones de la CIA/Justicia en mi libro de 1999, "Lost History: Contras, Cocaine, the Press & “Project Truth”.


"Lost History: Contras, Cocaine, the Press & “Project Truth", Robert Parry, 1999.

Caso Contra-Cocaína

Lost History, que tomó su nombre de una serie en este sitio web, también describe cómo la historia Contra - cocaína llegó al público por primera vez en una historia que Brian Barger y yo escribimos para Associated Press en diciembre de 1985. Aunque los grandes periódicos se burlaron con despreció de nuestro descubrimiento, el Senador John Kerry siguió nuestra historia con su propia investigación innovadora. Por sus esfuerzos, Kerry también se encontró con el ridículo de los medios. Newsweek calificó al senador de Massachusetts como un “aficionado a las conspiraciones lujuriosas”. 

Entonces, cuando Gary Webb revivió el tema de la Contra-cocaína en agosto de 1996 con una serie de tres partes de 20.000 palabras titulada "Dark Alliance", los editores de los principales periódicos ya tenían un poderoso interés propio para abofetear una historia que habían menospreciado por la década pasada.

El desafío a sus juicios anteriores fue doblemente doloroso porque el sofisticado sitio web del Mercury-News aseguró que la serie de Webb causara un gran revuelo en Internet, que estaba emergiendo como una amenaza para los medios de comunicación tradicionales. Además, la comunidad afroamericana estaba furiosa ante la posibilidad de que las políticas del gobierno de EE. UU. hubieran contribuido a la epidemia de crack y cocaína.

En otras palabras, los editores masculinos, en su mayoría blancos, de los principales periódicos vieron su preeminencia cuestionadas al juzgar las noticias por un periódico regional advenedizo, por Internet y ciudadanos estadounidenses comunes que también eran negros. Entonces, aunque la CIA estaba preparada para llevar a cabo una investigación relativamente exhaustiva y honesta, los principales periódicos parecían más ansiosos por proteger su reputación y su territorio.

Sin duda, la serie de Webb tuvo sus limitaciones. Rastreó principalmente una red de Contra-traficantes de cocaína en la costa oeste desde principios hasta mediados de la década de 1980. Webb relacionó esa cocaína con una red de producción de “crack” temprana que abastecía a las pandillas callejeras de Los Ángeles, los Crips y los Bloods, lo que llevó a la conclusión de Webb de que la Contra-cocaína alimentó la epidemia de crack que devastó Los Ángeles y otras ciudades de EE. UU.


Gary Webb, fotografía de Foto Scott J. Ferrell (Congressional Quarterly Getty Images)

Contraataque

Cuando los líderes negros comenzaron a exigir una investigación completa de estos cargos, los medios de Washington se unieron al establecimiento político para dar vueltas a los vagones. Le tocó al Washington Times derechista del reverendo Sun Myung Moon comenzar el contraataque contra la serie de Webb. The Washington Times recurrió a algunos ex funcionarios de la CIA, que participaron en la guerra de los Contras, para refutar los cargos de drogas.

Pero, en un patrón que se repetiría en otros temas en los años siguientes, el Washington Post y otros periódicos principales rápidamente se alinearon detrás de los medios de comunicación conservadores. El 4 de octubre de 1996, el Washington Post publicó un artículo de primera plana derribando la historia de Webb.

El enfoque del Post fue doble: primero, presentó las acusaciones contra la cocaína como noticias viejas —“incluso el personal de la CIA testificó ante el Congreso que sabían que esas operaciones encubiertas involucraban a traficantes de drogas”, informó el Post— y segundo, el Post minimizó la importancia de el único canal de contrabando que Webb había destacado, que no había “jugado un papel importante en el surgimiento del crack”. Un artículo de la barra lateral del Post descartó a los afroamericanos como propensos a los "temor de conspiración".

Pronto, el New York Times y Los Angeles Times se sumaron a la acumulación de Gary Webb. Los grandes periódicos dieron gran importancia a las revisiones internas de la CIA en 1987 y 1988 que supuestamente absolvieron a la agencia de espionaje de cualquier papel en el contrabando de cocaína.

Pero el encubrimiento de una década de la CIA comenzó a resquebrajarse el 24 de octubre de 1996, cuando el inspector general Hitz de la CIA admitió ante el Comité de Inteligencia del Senado que la primera investigación de la CIA había durado solo 12 días, la segunda solo tres días. Prometió una revisión más exhaustiva.

Burlándose de Webb

Mientras tanto, sin embargo, Gary Webb se convirtió en el blanco de las burlas de los medios. El influyente crítico de medios del Post, Howard Kurtz, se burló de Webb por decir en una propuesta de libro que exploraría la posibilidad de que la guerra de los Contras fuera principalmente un negocio para sus participantes. (“Oliver Stone, revisa tu correo de voz”, se rió Kurtz. Washington Post, 28 de octubre de 1996)

Sin embargo, la sospecha de Webb no era infundada. De hecho, el emisario del asistente de la Casa Blanca, Oliver North, Rob Owen, había señalado lo mismo una década antes, en un mensaje del 17 de marzo de 1986 sobre el liderazgo de la Contra. “Pocos de los llamados líderes del movimiento... realmente se preocupan por los muchachos en el campo”, escribió Owen: “ESTA GUERRA SE HA CONVERTIDO EN UN NEGOCIO PARA MUCHOS DE ELLOS”. (Mayúsculas en el original).


El Teniente Coronel Oliver North, En julio de 1987 tuvo que testificar ante un comité de investigación del Congreso de los Estados Unidos, en el interrogatorio admitió haber mentido al Congreso. Defendió sus acciones diciendo que creía poder ayudar a la Contra nicaragüense, a quienes veía como luchadores por la libertad, y que pensaba que la operación ilegal era una "buena idea".


Sin embargo, la picota de Gary Webb estaba en serio. El ridículo también tuvo un efecto predecible en los ejecutivos de Mercury-News. A principios de 1997, el editor ejecutivo Jerry Ceppos estaba en retirada.

El 11 de mayo de 1997, Ceppos publicó una columna de primera plana que decía que la serie "no cumplió con mis estándares". Criticó las historias porque "implicaban fuertemente el conocimiento de la CIA" de las conexiones de los Contras con los traficantes de drogas estadounidenses que fabricaban crack-cocaína. “No teníamos pruebas de que altos funcionarios de la CIA supieran de la relación”.

Los grandes periódicos celebraron la retirada de Ceppos como una reivindicación de su propio rechazo a las historias contra la cocaína. Luego, Ceppos desconectó la continua investigación contra la cocaína del Mercury-News y reasignó a Webb a una pequeña oficina en Cupertino, California, lejos de su familia. Webb renunció al periódico en desgracia.

Por socavar a Webb y a los otros reporteros que trabajaban en la investigación de los Contras, Ceppos fue elogiado por la American Journalism Review y recibió el premio nacional de ética en el periodismo de 1997 de la Sociedad de Periodistas Profesionales. Mientras Ceppos ganaba elogios, Webb vio colapsar su carrera y romper su matrimonio.

Avance de sondas

Aun así, Gary Webb había puesto en marcha investigaciones internas del gobierno que sacarían a la superficie hechos largamente ocultos sobre cómo la administración Reagan-Bush había llevado a cabo la guerra de los Contras. La línea defensiva de la CIA contra las acusaciones contra la cocaína comenzó a romperse cuando la agencia de espionaje publicó el Volumen Uno de los hallazgos de Hitz, el 29 de enero de 1998.

A pesar de un comunicado de prensa en gran parte exculpatorio, el Volumen Uno de Hitz admitió que muchas de las acusaciones de Webb no solo eran ciertas, sino que en realidad subestimó la gravedad de los delitos contra las drogas y el conocimiento de la CIA. Hitz reconoció que los contrabandistas de cocaína desempeñaron un papel inicial significativo en el movimiento contrarrevolucionario nicaragüense y que la CIA intervino para bloquear una investigación federal de 1984 que amenazaba la imagen sobre una red de narcotraficantes con sede en San Francisco con presuntos vínculos con los contrarrevolucionarios. (consulte Lost History: Contras, Cocaine, the Press & “Project Truth” de Robert Parry)

El 7 de mayo de 1998, otra revelación de la investigación del gobierno sacudió las debilitadas defensas de la CIA. La representante Maxine Waters, demócrata de California, introdujo en el Registro del Congreso una carta de entendimiento del 11 de febrero de 1982 entre la CIA y el Departamento de Justicia. La carta, que había sido solicitada por el director de la CIA, William Casey, liberó a la CIA de los requisitos legales de que debe informar el contrabando de drogas por parte de los activos de la CIA, una disposición que cubría tanto a los contras nicaragüenses como a los rebeldes afganos que luchaban contra un régimen apoyado por los soviéticos en Afganistán. 


Jefes de la CONTRA-Nicaragüense, izquierda Adolfo Calero Portocarrero, hombre de negocios y político. En el medio Enrique Bermúdez Varela, un ex militar conocido como "Comandante 3-80" (un tipo despiadado). A la derecha, un comandante que usa un parche de las tropas aerotransportadas del US Army.


Informe de Justicia

Se abrió otra grieta en el muro defensivo cuando el Departamento de Justicia publicó un informe de su inspector general, Michael Bromwich. Dado el clima hostil que rodea la serie de Webb, el informe de Bromwich comenzó con críticas a Webb. Pero, al igual que el Volumen Uno de la CIA, el contenido reveló nuevos detalles sobre las irregularidades del gobierno.

Según la evidencia citada por el informe, la administración Reagan-Bush sabía casi desde el comienzo de la guerra de la Contra que los traficantes de cocaína permeaban la operación paramilitar. La administración tampoco hizo casi nada para exponer o detener las actividades delictivas. El informe reveló ejemplo tras ejemplo de pistas no seguidas, testigos corroborados menospreciados, investigaciones oficiales de las fuerzas del orden público saboteadas e incluso la CIA facilitando el trabajo de los narcotraficantes.

El informe Bromwich mostró que los contras y sus partidarios realizaron varias operaciones paralelas de contrabando de drogas, no solo la que está en el centro de la serie de Webb. El informe también encontró que la CIA compartió poca información sobre las drogas de los contras con las agencias policiales y en tres ocasiones interrumpió las investigaciones de tráfico de cocaína que amenazaban a los contras.

Aunque representa una operación antidrogas más extendida de lo que Webb había entendido, el informe de la Justicia también proporcionó una corroboración importante sobre un narcotraficante nicaragüense, Norwin Meneses, quien fue una figura clave en la serie de Webb. Bromwich citó a informantes del gobierno estadounidense que proporcionaron información detallada sobre la operación de Meneses y su ayuda financiera a los contras.

Por ejemplo, Renato Peña, un mensajero de dinero y drogas de Meneses, dijo que a principios de la década de 1980, la CIA permitió que los contras trajeran drogas a Estados Unidos, las vendieran y se quedaran con las ganancias. Peña, quien también fue el representante del norte de California para el ejército contrarrevolucionario FDN respaldado por la CIA, dijo que el narcotráfico fue impuesto a los contrarrevolucionarios debido a los niveles inadecuados de asistencia del gobierno estadounidense.

El informe de la Justicia también reveló ejemplos repetidos de la CIA y las embajadas de EE. UU. en América Central desalentando las investigaciones de la DEA, incluida una sobre presuntos envíos de Contra-cocaína que se movían a través del aeropuerto de El Salvador. En una conclusión discreta, el inspector general Bromwich escribió: “No tenemos ninguna duda de que la CIA y la embajada de EE. UU. no estaban ansiosas por que la DEA siguiera con su investigación en el aeropuerto”.



Volumen dos de la CIA

A pesar de las notables admisiones en el cuerpo de estos informes, los grandes periódicos no mostraron inclinación a leer más allá de los comunicados de prensa y los resúmenes ejecutivos. Para el otoño de 1998, el Washington Post estaba obsesionado con el escándalo sexual de Monica Lewinsky, lo que facilitó ignorar revelaciones aún más sorprendentes en el Volumen Dos de la CIA.

En el Volumen Dos, publicado el 8 de octubre de 1998, el Inspector General de la CIA Hitz identificó a más de 50 contras y entidades relacionadas con contras implicadas en el tráfico de drogas. También detalló cómo la administración Reagan-Bush había protegido estas operaciones de drogas y frustrado las investigaciones federales, que habían amenazado con exponer los crímenes a mediados de la década de 1980. Hitz incluso publicó evidencia de que el tráfico de drogas y el lavado de dinero se rastrearon hasta el Consejo de Seguridad Nacional de Reagan, donde Oliver North supervisó las operaciones de la Contra.

Hitz también reveló que la CIA colocó a un reconocido lavador de dinero de las drogas a cargo de los contras del Frente Sur en Costa Rica. Además, según la evidencia de Hitz, el segundo al mando de la contra en el Frente Norte de Honduras se habría fugado de una cárcel colombiana donde cumplía condena por narcotráfico.

En el volumen dos, la defensa de la CIA contra la serie de Webb se había reducido a una diminuta hoja de parra: que la CIA no conspiró con los contras para recaudar dinero a través del tráfico de cocaína. Pero Hitz dejó en claro que la guerra de los contras tenía prioridad sobre la aplicación de la ley y que la CIA ocultó evidencia de los crímenes de la Contra al Departamento de Justicia, al Congreso e incluso a la propia división analítica de la CIA.

Hitz encontró en los archivos de la CIA evidencia de que la agencia de espionaje sabía desde los primeros días de la guerra Contra que sus nuevos clientes estaban involucrados en el tráfico de cocaína. Según un cable de septiembre de 1981 a la sede de la CIA, uno de los primeros grupos de la Contra, conocido como ADREN, había decidido utilizar el narcotráfico como mecanismo de financiación. Dos miembros de ADREN hicieron la primera entrega de drogas a Miami en julio de 1981, informó el cable de la CIA.

Los líderes de ADREN incluían a Enrique Bermúdez, quien emergió como el máximo comandante militar de la Contra en la década de 1980. La serie de Webb había identificado a Bermúdez como quien dio luz verde a la recaudación de fondos del narcotraficante Meneses. El informe de Hitz agregó que la CIA tenía otro testigo nicaragüense que implicaron a Bermúdez en el narcotráfico en 1988.


Dos magistrales caricaturas del artista estadounidense Robert "Robbie" Conal, datan de 1988, Conal es conocido por sus representaciones grotescas y retorcidas de figuras políticas estadounidenses, suele distribuir su arte en carteles durante la noche usando su "ejército de carteles guerrilleros voluntarios" (cita de Wiki)


Prioridades

Además de rastrear la evidencia del narcotráfico a lo largo de la década de guerra de la Contra, el inspector general entrevistó a altos funcionarios de la CIA que reconocieron que estaban al tanto del problema de las drogas, pero que no querían que su exposición socavara la lucha de la organización para derrocar al  gobierno sandinista de izquierda.

Según Hitz, la CIA tenía “una prioridad primordial: derrocar al gobierno sandinista. … (Los oficiales de la CIA) estaban decididos a que las diversas dificultades que encontraron no impidieran la implementación efectiva del programa Contra”. Un oficial de campo de la CIA explicó: “El objetivo era hacer el trabajo, obtener el apoyo y ganar la guerra”.

Hitz también relató las quejas de los analistas de la CIA de que los oficiales de operaciones de la CIA que manejaban la guerra de la Contra ocultaron evidencia de la Contra en el tráfico de drogas incluso a la división analítica de la CIA. Debido a la evidencia oculta, los analistas de la CIA concluyeron incorrectamente a mediados de la década de 1980 que “solo un puñado de contras podría haber estado involucrado en el tráfico de drogas”. Esa evaluación falsa se transmitió al Congreso y a las principales organizaciones de noticias, lo que sirvió como base importante para denunciar a Gary Webb y su serie en 1996.


Aunque el informe de Hitz fue una extraordinaria admisión de culpabilidad institucional por parte de la CIA, pasó casi desapercibido para los grandes periódicos.


Dos días después de que se publicara el informe de Hitz en el sitio de Internet de la CIA, el New York Times publicó un breve artículo en el que continuaba ridiculizando el trabajo de Webb, aunque reconocía que el problema de las drogas de hecho podría haber sido peor de lo que se pensaba anteriormente. Varias semanas después, el Washington Post intervino con un artículo igualmente superficial. Los Angeles Times nunca publicó una historia sobre el lanzamiento del Volumen Dos de la CIA.

Consecuencias

Hasta el día de hoy, ningún editor o reportero que se haya perdido la historia contra las drogas ha sido castigado por su negligencia. De hecho, muchos de ellos ahora son altos ejecutivos en sus organizaciones de noticias. Por otro lado, la carrera de Gary Webb nunca se recuperó.

Sin embargo, a la muerte de Webb, cabe señalar que su gran regalo a la historia estadounidense fue que él, junto con ciudadanos afroamericanos enojados, obligaron al gobierno a admitir algunos de los peores crímenes jamás tolerados por cualquier administración estadounidense: la protección de las drogas, el contrabando a los Estados Unidos como parte de una guerra encubierta contra un país, Nicaragua, que no representaba una amenaza real para los estadounidenses.

La verdad fue fea. Ciertamente, las principales organizaciones de noticias habrían sido objeto de críticas si hubieran hecho su trabajo y presentado esta preocupante historia al pueblo estadounidense. Los defensores conservadores de Ronald Reagan y George H.W. Bush seguramente habrían aullado en señal de protesta.

Pero la verdadera tragedia del regalo histórico de Webb, y de su vida truncada, es que debido a la insensibilidad y la cobardía de los principales medios de comunicación, este oscuro capítulo de la era Reagan-Bush sigue siendo en gran parte desconocido para el pueblo estadounidense.


Robert Parry 

Consortium News

También reproducido por Global Research Canadá (dic/2022)


* Nota final adicionada por el editor del blog:

The New York Times, en su edición del 2 de octubre de 2014 publicó el artículo: "Resurrección de un reportero deshonrado" (Resurrecting a Disgraced Reporter, original en inglés). Afirma que Webb, en desgracia, fue expulsado del periodismo y se suicidó en 2004, aunque el NYT intenta rehabilitar el nombre del perseguido periodista, insiste en que su investigación, "Dark Alliance", era "profundamente defectuosa". La nota de prensa del NYT se centra en la película "Kill the Messenger” estrenada el 10 de octubre de 2014, cuya trama obviamente trata sobre las denuncias de Gary Webb. Dice el NYT que Webb "escribió más allá de lo que sabía, pero la película sugiere que dijo una verdad que otros no estaban dispuestos a decir. A veces, cuando David se enfrenta a Goliat, es David quien acaba siendo derrotado"...

 

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30 junio 2018

El retorno del Tío Sam y el cómo convertir un revolucionario en burgués





Primera Parte

El Tío Sam retorna con fuerza a Latinoamérica


por Tito Andino U.


Salvo casos excepcionales de gran trascendencia como la revolución cubana, la revolución sandinista, el terrorismo de estado orquestado desde el Pentágono conocido como "Plan Cóndor" para frenar los movimientos de izquierda en los años 70 del siglo pasado, la guerra de las Malvinas (a más de otros hechos) nada fuera de lo usual ocurre en estos territorios. Ni siquiera la crisis actual que afecta a Venezuela, otrora gran productora de petróleo, llega a las dimensiones de las crisis energéticas que se desatan, por ejemplo, en caso de conflictos como Irak y zonas aledañas. Un solo traspié de los wahabíes saudíes hace tambalear los mercados mundiales; en ese contexto Venezuela no representa casi nada en el mundo de la energía, de allí que Estados Unidos durante mucho tiempo (incluida la era chavista y su sucesor actual) no haya dado "importancia" al tema, dejando la tarea de desestabilizar al gobierno a la oposición política.

Pero los tiempos cambian, la fuerte presencia rusa al impedir que la OTAN siga desplegándose en sus zonas limítrofes y de influencia, así como la asistencia militar a sus aliados, ha provocado un giro fundamental en el gran juego geopolítico mundial. No solo Rusia, también China quiere un rol más activo en Latinoamérica, muchos gobiernos mostraron los dientes y alzaron la voz contra el Imperio. La consigna nacida desde fines de la administración Obama es que tales actos deberán cesar.

La llamarada de la izquierda progresista latinoamericana va esfumándose lentamente, estamos ante el retorno de la clásica hegemonía de la burguesía criolla, aliada incondicional hasta la muerte de los Estados Unidos y no han tenido que hacer nada más que ganar las elecciones!, nada de golpes de estado, ni destituciones, ni violencia  incontenible. 

Argentina, Chile, Brasil, Paraguay, Uruguay, Perú, Ecuador, El Salvador, etc. han culminado aquellos "procesos" de "izquierda", en algunos casos denominados "socialismo del siglo XXI". En el fondo no representaron gran cosa, una prometida reforma estructural del sistema que hubiese desafiado al Poder Imperial no existió. Solamente Venezuela (con ciertas reservas por su corrupción y falta de apertura democrática) y Bolivia resisten en Sudamérica, por lo que la etapa de desestabilización venezolana continúa adelante en sus fases iniciales, es decir, el trabajo de calle de grupúsculos violentos antigubernamentales que han llegado al asesinato de protestantes para incendiar más los ánimos, el desabastecimiento de alimentos en supermercados y tiendas populares forzado por los grandes distribuidores; incluso se ha probado el método de incitar la deserción de miembros de la fuerza pública intentando provocar una rebelión.


Desde la década de 1950, numerosas intervenciones de los Estados Unidos han desestabilizado la región, el provocar cambios de gobierno significa que las empresas privadas, con apoyo USA financien y lleven campañas que tienen como único objetivo el apoderarse de los recursos naturales, la guerra civil se aplica si es necesario.


Los Estados Unidos han querido dejar sentado, mediante mensajes muy claros que un viraje en el 'statu quo' regional no será más tolerado. El fin de la izquierda latinoamericana en el poder ha llegado a su fin. Largo tiempo los USA descuidaron su patio trasero al dejar de temer una incursión "comunista" en el hemisferio, afortunadamente fueron años de tranquilidad, sin violencia armada, aunque movimientos sociales se mantuvieron activos y, como hemos dicho, algunos consiguieron el poder pero nunca intentaron perturbar el sistema. 

La política de  "abandono" se terminó y, de ser el caso, Estados Unidos podría utilizar la fuerza para revertir la situación con algunos intransigentes todavía "sueltos" (Bolivia, Venezuela, Nicaragua). El llamado al orden a los gobiernos "insolentes" está planificado y listo para entrar en acción.

Barack Obama firmó el 9 de marzo de 2015 un decreto presidencial declarando el estado de emergencia ante "la extraordinaria amenaza que la situación en Venezuela representa para Estados Unidos" (al firmar un decreto el ejecutivo no se obliga a rendir cuentas al poder legislativo). Pese a las crítica en la región y las excusas de Obama no se anuló el decreto. En otras palabras se prepara, para el caso de ser necesario, una serie de pseudo revoluciones en Latinoamérica. 




La política de la intimidación y chantaje económico ha dado sus frutos, incluso se ha hablado de intervencionismo directo de parte del gigante del Norte, por ejemplo, se hizo temblar a un otrora "comunista", el actual presidente ecuatoriano (Lenin Moreno) cuyo movimiento político, al que es afiliado, representa al proscrito Partido Comunista Marxista Leninista del Ecuador -PCMLE-, se suponía que el señor Moreno continuaría la política más confrontante de Rafael Correa (del cual fue por años su vicepresidente), pero no, todo lo contrario. 

Por el momento, antes que se aplique el plan estadounidense, basta al Imperio recordarnos y restregarnos en la cara el ejemplo cubano de los últimos 50 años, Cuba vive en crisis económica perpetua, carencia energética y estancamiento de cualquier posibilidad de desarrollo industrial, debido a los cruentos bloqueos y sanciones ordenados por el país del Norte. Los Estados Unidos dejaron de intentar destruir por la fuerza a Cuba, la han aplastado con la economía. Ese es el mensaje para toda Latinoamérica. 

Esa advertencia es explotada con éxito por la derecha latinoamericana para la retoma del poder. La derecha en Colombia es fiel reflejo de lo que Estados Unidos quiere de los gobiernos de la región: sumisión total, "libre comercio", instalación de bases militares norteamericanas, etc. Hoy, el país cafetero (y cocalero, con el visto bueno de EEUU), solicita su ingreso en la OTAN, que será -sin duda- la punta de lanza para dar una bofetada a cualquier intento de volver a subvertir el orden establecido. Más claro, ni el agua. 

Muchos politólogos y analistas internacionales concuerdan sobre los actuales objetivos de los Estados Unidos y sus socios europeos, incluso se ha escuchado una emulación de las "primaveras árabes", dicha "primavera latina" ya está en curso, lo hemos anotado, la reconquista pacífica de la derecha política del control político regional. Se ha recurrido a los métodos señalados y a otros aspectos propios de la identidad local. Para el internacionalista Thierry Meyssan "el objetivo seguirá siendo el mismo: no se trata de reemplazar un gobierno por otro sino de destruir los Estados para eliminar así toda posibilidad de resistencia nacional frente al imperialismo".


Según este mapa, extraído de un Powerpoint que Thomas P. M. Barnett presentó en 2003 durante una conferencia impartida en el Pentágono, los Estados de todos los países incluidos en la zona rosada deben ser destruidos. Ese proyecto no tiene nada que ver con la lucha de clases en el plano nacional, ni con la explotación de los recursos naturales. Después de destruir el Medio Oriente ampliado, los estrategas estadounidenses se preparan para acabar con los Estados en los países del noroeste de Latinoamérica. (Nota tomada de Red Voltaire)


En su más reciente libro: "Los crímenes del Estado profundo", Thierry Meyssan establece que después de las “primaveras árabes”, el mundo será testigo de las “primaveras latinoamericanas”, es decir, la aplicación de golpes de estado y  “revoluciones” contra países que intentan salirse de su órbita de influencia. Contradictoriamente, señala el autor, pocos parecen percatarse de la lucha interna por el poder en los EEUU, Trump se opone férreamente al 'Estado Profundo' Norteamericano y, pese a sus excentricidades y "locuras" como la crisis provocadas por sus decretos respecto a los migrantes ilegales, Trump mantiene su palabra de poner fin a la tradicional política exterior imperialista, paralizando y no sustentando al terrorismo internacional. Mas, en cuestiones de preservar el statu quo de su "zona natural de influencia" no cederá ante pretensiones de unos cuantos "revoltosos".

A veces nos preguntamos, ¿qué preferirá la gente, guerra civil fomentada por los Estados Unidos y las burguesías criollas o seguir conservando el sistema pero buscando mayores reivindicaciones sociales?

VIDEO 


Thierry Meyssan: El plan de Estados Unidos contra America Latina. 
En mayo de 2017, Thierry Meyssan explicaba en Russia Today que dividir el mundo en dos zonas: una estable para sus aliados y otra inmersa en el caos de una guerra sin fin, que parece algo absurdo, es la estrategia de EE.UU. para dominar el mundo. Ahora le toca el turno a Venezuela, afirma, cuando EE.UU. lo desee va a comenzar la guerra. ¿Se puede resistir esa situación? La respuesta es sí. Las élites sudamericanas están cometiendo un grave error ante el imperialismo estadounidense. En esta entrevista, Meyssan insiste en el cambio de paradigma de los conflictos armados actuales y subraya la necesidad de un radical replanteo sobre la manera de defender la patria (texto del pie de página del video corresponde a la Red Voltaire).
 


Los casos de Venezuela y Nicaragua

Antes se denominaba "Imperialismo" a lo que hoy llamamos "Globalización". 

Quién podría poner en duda que el caso de Venezuela guarda estrecha similitud a la situación que se vive en Nicaragua? El guion es el mismo, ampararse en justas protestas populares para desatar el caos.

Los hechos históricos han demostrado algo evidente, a los Halcones del Pentágono no les interesa quien ejerce el poder en la Casa Blanca, ellos manejan su propia agenda global de conquista. 




A estas alturas, la mayoría desconoce que el Pentágono, a través del SouthCom (Comando Sur) tiene ya preparado una operación militar contra Venezuela, el cuándo se aplique está condicionado a lo que vaya marcando los acontecimientos en el frente interno venezolano. Lo penoso son las implicaciones en la trama de gobiernos como Colombia -que por algo pide su inclusión en la OTAN!-, de las "reconquistadas" Argentina (Macri), Brasil (Temer), la Guyana y hasta se dice que Panamá apoyan tales acciones.

No es solo Venezuela la que corre peligro, es toda Latinoamérica con el retorno del Tío Sam a su patio trasero. (pormenores de este plan del "Comando Sur" podrá ser analizado en las notas a pie de página). 

Tampoco es un intervencionismo derivado exclusivamente por asuntos de petróleo, la producción de petróleo de Venezuela y Latinoamérica, si bien abastecen el mercado internacional, no representa mucha cosa en el concierto mundial (salvo por las reservas no explotadas), así que la cuestión básica -por el momento- no es el petróleo, es por orgullo imperial

Las heridas causadas a los intereses norteamericanos por la incursión económica de China en Latinoamérica y la nueva estrategia de Rusia para fortalecer relaciones con la región, así como la "altanería" que demostraron muchos países en la década pasada, obliga a EEUU a replantear el escenario hacia el área  militar  -no contra China o Rusia-, sino contra los gobiernos que no aceptan la voluntad de Washington. Tampoco debemos pensar que va desatarse una guerra a gran escala -el mismo Trump se opone a esos planes del Pentágono-.

El caso latinoamericano es diferente, por ejemplo, a las crisis de Medio Oriente, donde la guerra ya no se dirige contra un solo país sino contra toda la región, esa "epidemia de violencia" difícilmente podría repetirse en el Hemisferio Sur, sin embargo, los recuerdos de la "Operación Cóndor" en los años 70 del siglo pasado son una advertencia de lo que podría renacer como medida represiva. 

El fracaso, traspié o rendición de la izquierda latinoamericana y la recuperación del poder por la derecha burguesa, eterna aliada del Norte, es consecuencia del pánico sembrado por el 'Comando Sur', vía intermediarios. Las "rebeldes" Venezuela, Nicaragua y Bolivia (esta última aun sin grandes alborotos) estarán el tiempo que sea necesario bajo coacción diplomática y económica y, solo en caso excepcional, se optará por una intervención militar directa, seguramente será alguna "urgente crisis humanitaria" en Venezuela o la "responsabilidad de proteger" a los civiles de alguna "loca" tiranía criolla. 

Población en zozobra, delincuencia armada y organizada, acciones de carácter terrorista en varios lugares, saqueos, vandalismo, incendios, agresiones a transeúntes, daños a la propiedad pública y privada se ha vuelto cotidiano en Nicaragua y Venezuela. El bloqueo de vías conlleva un tremendo efecto para las economías nacionales ya que se impide la libre circulación de alimentos y combustible, no hay comercio, se priva el derecho a acceder a sus fuentes laborales, a las escuelas, a la salud, ello significa una terrible carga financiera para los gobiernos, son cientos de millones de dólares que se pierden en diversas áreas y causa irremediablemente el desempleo, en consecuencia provoca malestar de la población contra el gobierno.

Los gobiernos denuncian una conspiración internacional bajo complicidad de grupos opositores que financian y fomentan la violencia para subvertir el orden y la Constitución nacional; por su parte, la oposición arremete culpando de la violencia a los gobiernos. Se utiliza los medios de comunicación para los propósitos propagandísticos de los bandos en disputa. Está claro que los opositores buscan una solución inmediata, que no puede ser más que un golpe de estado y los gobiernos apuestan al diálogo, a la paz y a la justicia, a la búsqueda de mediadores internacionales para conseguir una salida a las crisis.

Diálogo nacional, una salida negociada, cambios constitucionales, renuncias, cese de cargos, son solo algunas expectativas que se plantean para retornar la estabilidad a estos países.


uso masivo de armas de fabricación casera en las protestas callejeras de Nicaragua, conocidas como "morteros" y "chopos", empleadas para usar tornillos, tuercas, esferas y otros objetos metálicos como proyectiles.


Entre otras cosas, también molestó al Norte que Nicaragua quisiera desafiar su poderío con el intento de construir el canal interoceánico bajo financiación china (Tratado Ortega-Wang), que rivalizaría con el Canal de Panamá. Parecía que el asunto iba en serio, en diciembre de 2014 el inversionista chino Wang Jing inauguró junto al gobierno de Nicaragua las primeras obras del mentado canal interoceánico. Sin embargo, algo sucedió.

El 17 de noviembre de 2017, el líder chino Xi Jinping y el presidente de Panamá, Juan Carlos Varela, firman 19 acuerdos en Pekín, allí se anuncia que Panamá se adhiere a la iniciativa china de la “Ruta de la Seda”, con un corredor económico entre Oriente y Occidente. Entonces, ¿en que quedó el canal nicaragüense? Al ser un convenio entre Ortega y el empresario privado chino Wang Jing, -como bien se comenta- equivale al Tratado Chamorro-Bryan, es decir, conceder derechos de patente para una hipotética construcción y que nadie más lo pueda hacer. Los expertos concuerdan que los acuerdos entre China y Panamá causaron la inviabilidad del canal nicaragüense, además, nunca fue una iniciativa oficial del Gobierno de China. En fin, tener dos canales relativamente cerca no es un buen negocio para nadie. 

No podría terminar este apartado señalando una interesante lectura para quienes defienden la construcción del Gran Canal Interoceánico de Nicaragua, por supuesto que su opinión también cuenta (Por favor, ver enlaces en las notas a pie de página).



Segunda Parte 

Cómo convertir un revolucionario
 en burgués


1979. Humberto Ortega, Luis Carrión y Daniel Ortega (foto de Pedro Meyer).


El caso de Nicaragua es una situación única, digno de dedicarle un segmento aparte. Desde niño admiré la revolución sandinista, mis favoritos fueron Edén Pastora -El Comandante Cero- y Ernesto Cardenal, el viejo poeta sacerdote... Sentimientos encontrados me invaden.. mas, mi visión es histórica y no política. 

Si, es evidente que los Estados Unidos quiere derrocar a Ortega, pero no se confundan, Daniel Ortega es insignificante, él no es nada, ni nadie, ni representa ningún peligro para el Imperio. 

No tengo la menor duda que muchos lectores de la izquierda latinoamericana se indignarán conmigo por lo que viene. Solo mediten, si una página tan afamada y crítica de los Estados Unidos, como es GlobalResearch, dirigida por el economista canadiense Michel Chossudovsky, fundador y director del Centro de Investigación sobre la Globalización (activista antiglobalización, en otras palabras, anti imperialista) ha tomado en serio el asunto Ortega al reproducir las siguientes críticas contra el mandatario nicaragüense, significa que no debemos ocultar una cruda realidad.

Existe una evidente traición del gobierno de Ortega (y del sandinismo) al ideal patriótico que motivó la revolución. La otrora revolución sandinista mutó hasta convertirse en una perversa burguesía que azota con palo los justos reclamos populares. Si, tampoco debemos escudarnos en el pretexto que todos los males regionales son provocados por los Estados Unidos. Existen gobiernos desleales a los principios que los encumbraron al poder, pervirtiendo las causas justas. El ideal sandinista dejó de existir hace mucho y lo digo convencido. 

Daniel Ortega transformó una revolución auténtica en un sistema opresivo y corrupto, como fue la era Somoza; pudieron y tuvieron mucho tiempo para realizar cambios trascendentales en el sistema nacional, no lo hicieron. Muchos líderes quedaron eclipsados y "desterrados" a cargos insignificantes en los últimos rincones del país. 

Una historia triste, pero verídica. Comparativamente, igual que el gobierno venezolano de Maduro (que parece ir por el mismo sendero de corruptela), pero con una eterna crisis económica impuesta desde fuera y que nos recuerda al bloqueo cubano, deberían marcharse, antes que estalle una nueva guerra civil, los gobiernos de Ortega y su círculo íntimo en Nicaragua, al igual que su amigo venezolano deben dar paso. En el caso nicaragüense, no se puede esconder la podredumbre de un hombre que convirtió su país en una propiedad privada emulando la dictadura somocista a la que combatió.

Demos paso a los siguientes análisis sobre Daniel Ortega y al caos que él ha llevado a su país (y no solo Estados Unidos).


Nicaragua: La locura del poder




por Raúl Zibechi / La Jornada, 22 de junio 2018
Derechos de autor © Raúl Zibechi, La Jornada, 2018


La insurrección popular en Nicaragua, que exige la salida del poder de la pareja Daniel Ortega-Rosario Murillo, es una buena oportunidad para reflexionar sobre las opciones estratégicas de las fuerzas revolucionarias. En particular, para repensar las causas de esta deriva autoritaria y criminal, ya que la masacre de jóvenes nicaragüenses muestra la peor faceta de un régimen que se dice sandinista.

Dos cuestiones llaman la atención. Algunos intelectuales de la izquierda latinoamericana han orillado hasta el momento cualquier pronunciamiento sobre lo que sucede en Nicaragua. Se comprende, aunque no comparto, el silencio de varios gobiernos, ya que las alturas del poder tienen sus lógicas. Mucho menos aceptable es que intelectuales que van y vienen con sus opiniones sobre los más diversos temas, rehúyan una opinión contundente sobre la brutal represión.

La otra es que, afortunadamente, muy pocas personas atribuyen los sucesos a la mano negra del imperialismo. No tengo la menor duda de que Washington desea la caída de Ortega-Murillo y trabaja para ello, pero el argumento según el cual todo lo que perjudica a la izquierda es obra del imperio, está en franca decadencia.

Lo que viene sucediendo en Nicaragua puede contribuir a una reflexión de fondo sobre las revoluciones y sobre la administración del aparato estatal por fuerzas políticas de izquierda.

La primera es que las causas de la deriva genocida no pueden atribuirse al clan Ortega-Murillo, del mismo modo que el estalinismo no fue cuestión sólo de Stalin. En este punto debemos ser claros y precisos: Daniel Ortega es un genocida que profesa un caudillismo sediento de protagonismo y poder, como señala Mónica Baltodano, con rasgos de locura por el poder.

Sin embargo, la cuestión no puede ni debe reducirse a Ortega y a Murillo. Hay algo más. Podemos perder todo menos el poder, decía el comandante Tomás Borge, citado también por Baltodano. Salvo el poder todo es ilusión, proclamaba Abimael Guzmán, presidente del Partido Comunista del Perú-Sendero Luminoso, el grupo revolucionario más criminal de la región.

Por más poderosos que sean los individuos, son ejecutores de fuerzas históricas y sociales que los empujan en cierta dirección. El estalinismo es un fenómeno político que no puede explicarse en términos de una excentricidad individual, escribió el historiador Edward Hallet Carr en su obra De Napoleón a Stalin (Crítica, 1983, p. 122).

Stalin fue el músculo de la modernización acelerada de Rusia, pasando por encima de cualquier resistencia, aún al precio de aniquilar la dirección histórica de su propio partido. “Stalin fue el déspota más despiadado que Rusia había conocido desde tiempos de Pedro (El Grande), y fue también un gran occidentalizador”, añade Carr en La Revolución Rusa de Lenin a Stalin (Alianza, 1979, p. 221).


El apoyo clave a Daniel Ortega - Rosario Murillo es el sector empresarial de la nueva burguesía sandinista, el centro de todo es su propia familia que ha formado un grupo de empresas vinculadas a la distribución y comercialización del petróleo y gasolina, a la prensa, exportación de granos y hasta empresas de moda (N.del E.)

Ortega representa a una nueva burguesía nicaragüense que se forjó mediante la acumulación por despojo de capital, desde la piñata (apropiación masiva de bienes públicos por la cúpula al abandonar el gobierno en 1990) hasta los acuerdos petroleros con Venezuela, que le permitieron a un sector del FSLN ascender económicamente en alianza con la Iglesia y sectores de la vieja burguesía.

No es la primera vez en la historia que se utiliza el aparato estatal para acumular riquezas. En Nicaragua este proceso parió lo que Baltodano denomina oligarquía chayo-orteguista (Chayo es el mote de Rosario Murillo) que necesita el poder estatal para reproducirse y sostenerse. Pero un ascenso tan vertiginoso requiere siempre de métodos corruptos y mafiosos, como ha sucedido en tantos procesos que se dicen revolucionarios pero, en realidad, han gestado una nueva clase opresora.

No resulta adecuado mentar traición, cuando la deriva actual de Ortega comenzó hace mucho tiempo, y se tornó inocultable en la década de 1990. Después de la piñata se produjo la reacción cínica de la izquierda nicaragüense y continental a la denuncia de Zoilamérica Narváez, en 1998, asegurando que su padrastro (Daniel Ortega) la abusaba desde los 11 años. Los hechos graves no nacen de golpe, crecen en la tolerancia ética y en los desvíos del poder.

La segunda cuestión es el tema del poder estatal. No pocos nicaragüenses aseguran que la represión de Ortega es peor incluso que la del dictador Anastasio Somoza. ¿Porqué se repite la historia? ¿Porqué Stalin fue comparado con el zar Pedro El Grande y los dirigentes comunistas chinos con los viejos mandarines del imperio?

Lo que no funciona es pretender cambiar el mundo desde arriba, desde el aparato estatal, e imponerle los cambios a las masas, como si fueran objetos sin voluntad propia (una de las peores frases que se escucha en la izquierda dice conquistar a las masas). Pretender cambiar el mundo como una totalidad, sustituyendo un todo por otro todo, es un camino que conduce al desastre autoritario, como lo enseña un siglo de revoluciones triunfantes.


Nicaragua – Una historia de traición




por Eric Nepomuceno / La Jornada, 17 de junio 2018
Derechos de autor © Eric Nepomuceno, La Jornada, 2018


El 24 de enero de 1980 fue un jueves. Ese día viajé por primera vez a la Nicaragua sandinista. La revolución que tumbó a Anastasio Somoza llevaba exactos seis meses y cinco días.

De la entonces Junta de Gobierno yo había tenido contacto con el único civil que la integraba, el escritor Sergio Ramírez, una amistad que permaneció intacta a lo largo de todos esos largos años.

Los otros cuatro venían de la guerrilla que había liquidado la dinastía que saqueaba y sofocaba aquel bello y ensangrentado país.

En los nueve años siguientes mis lazos con la revolución sandinista se fortalecieron más en cada visita, que fueron muchísimas. Eran mis años jóvenes, y nosotros, extranjeros que apoyábamos la revolución, tuvimos bastante contacto con varios de los integrantes del gobierno. Unos más expansivos, otros menos.

Daniel Ortega me parecía un hombre cerrado, de mirada desconfiada. Una vez, en 1986, me habló de su hermano Camilo, muerto en combate con las fuerzas del dictador Anastasio Somoza. También dijo que de los 15 a los 34 años jamás tuvo casa; vivió en la clandestinidad.

Al oírlo contar que había vivido clandestino más de la mitad de su vida hasta el triunfo de la revolución, por primera y única vez sentí algo de humano en aquella figura de piedra.

A mediados de 1991 me contaron de la piñata sandinista, un saqueo con ferocidad de buitres. La imagen de una piñata quedó grabada en mi memoria como un insulto a la revolución, a quienes murieron por ella, a quienes creyeron en ella. Dudé mucho en aceptar como verdad lo que verdad era.

Años después, supe más: que, en realidad, la piñata sandinista surgió cuando la revolución todavía existía y los nicaragüenses mantenían aquel fuego de esperanza, mientras su país era sofocado por Ronald Reagan desde afuera y por los traidores desde adentro.

Supe que el mítico Tomás Borge, último sobreviviente del quinteto que en 1961 fundó el Frente Sandinista, y en cuya casa me hospedé varias veces –a Tomás le gustaba ser amigo de escritores, y en la misma casa recibió a Eduardo Galeano, Jorge Enrique Adoum, Julio Cortázar y Mario Benedetti, entre otros– fue beneficiado por la citada piñata antes aún de la derrota electoral de 1990. Recordé las veces en que el comandante nos llevó a lo que decía ser mi asador, como digo yo cuando recibo amigos en Río y los llevo a mi restaurante. La diferencia es que aquel asador era efectivamente de Tomás, y de míos los restaurantes a que me gustaba ir en Río sólo tienen mi presencia…

Supe también que al incautar propiedades de somocistas y pasarlas al Estado, Daniel Ortega se reservó una sonante cantidad de inmuebles en Managua. Varias de las casas de protocolo en el barrio Las Colinas, antiguo reducto de ricos muy ricos, incautadas por la revolución y reservadas para hospedar a visitantes extranjeros, eran en realidad propiedades de Daniel. Y me puse a pensar que a lo mejor habíamos sido huéspedes de él y no del gobierno.

Aquella ha sido la última revolución de mi generación y, en su modelo, la última de la historia. En muchos momentos sentíamos que los nicaragüenses y su revolución sandinista llegarían a realizar sueños imposibles, a rozar el cielo con las manos.

Guardaré para siempre en lo mejor de mi memoria aquellos años de luminosidad absoluta, de la esperanza imponiéndose a la vida. Pero la revolución fue traicionada de manera vil, imperdonable.



Derrotó a la dinastía de los Somoza para ser sucedida por otra, igualmente perversa, abusadora: la dinastía de Daniel Ortega y su señora esposa, Rosario Murillo.

Por esos días se murió el cardenal Miguel Obando y Bravo, quien fue arzobispo de Managua y un enemigo feroz de aquel proceso, en clarísima alianza con los somocistas derrocados y los que se oponían a los sandinistas.

A cierta altura de la guerra abierta entre los sandinistas y los contra respaldados por Washington, Obando llegó a ser nombrado integrante del gobierno en el exilio. Al amparo de su púlpito, fue más eficaz vocero de la contra-revolución.

Pasado el tiempo, el mismo monseñor Obando se transformó en aliado fidelísimo del mismo Daniel que se instaló en el gobierno aliado con la derecha más feroz y el empresariado más avaro, y que desde 2006 se elige y relige en elecciones claramente manipuladas.

El Daniel que ahora encabeza una nueva dinastía, la dinastía de una pareja, que mata y trucida muchachos como lo era su hermano Camilo cuando fue asesinado por la dinastía anterior, la de los Somoza.

Desde abril centenares de jóvenes nicaragüenses, todos o casi todos, nacidos después del final de aquella revolución traicionada, son muertos por un gobierno aislado y que carece de legitimidad.

Un traidor es y siempre será un traidor.

Pero hay traidores de peor calaña.

José Daniel Ortega Saavedra pertenece, con méritos, a esa especie.


*****

NOTAS GENERALES

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Fuentes de la segunda parte

Nicaragua: La locura del poder
Nicaragua – Una historia de traición
Los dos artículos son reproducidos también por GlobalResearch.Ca

Lecturas recomendadas de la segunda parte

Desmoramiento del régimen Ortega-Murillo
Nicaragua en su laberinto
Por qué la revolución sandinista se fue al traste
Daniel Ortega, Murillo y la memoria de la dictadura

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