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08 noviembre 2019

La mitificación de Pablo Escobar. Manuel Noriega y la CIA.





por Tito Andino

Hace 30 años ya de la invasión estadounidense a Panamá, conocida como "Operación Causa Justa" (Operation Just Cause), hecho acontecido el 20 de diciembre de 1989 por orden de George H.W. Bush. El objetivo único de la invasión fue capturar al general panameño Manuel Antonio Noriega, Comandante en Jefe de las Fuerzas de Defensa de la República de Panamá y, de facto, gobernante del país, al ser requerido por la justicia de Estados Unidos bajo cargos de conspiración para traficar drogas y asesinato.

La realidad siempre es otra, se trataba de callar a uno de los principales vínculos de la CIA con el narcotráfico, algo muy común en la historia de los Estados Unidos que se vale de conflictos de "baja intensidad" como la "guerra contra las drogas" para imponer su visión unipolar del mundo.

Manuel Antonio Noriega era conocido desde la década de los 50 por la CIA, un agente a su servicio, se dio a conocer impidiendo un golpe de estado contra el general Omar Torrijos (diciembre 1969), como premio fue designado jefe del servicio de inteligencia; para 1983, dada su injerencia en la política, ya era Comandante en Jefe de la Guardia Nacional y de las Fuerzas de Defensa de la República de Panamá, consolidándose poco a poco como dictador.

Ya no es inédito afirmar que Noriega cumplía órdenes de la CIA y se alió con los capos de la droga colombiana para otras tareas, "luchar contra el comunismo en Latinoamérica"

Una de sus conocidas acciones fue enviar armas a la "Contra" en Nicaragua. Pero su "trabajo" no consistía solo en enviar armas, debía buscar la formar de ocultar la financiación del armamento porque los recursos provenían del tráfico de cocaína producida en Colombia. Un informe del senador John Kerry (13 de abril 1989) señala que miembros del Departamento de Estado "proporcionaron el apoyo a los contras y estuvieron implicados en el tráfico de drogas".  

Por lo dicho, la leyenda sobre Pablo Escobar es eso. Leyenda porque nos hemos acostumbrado a leer y observar en televisión narraciones de hechos magnificados, a veces imaginarios que los damos por reales; y, es mito porque se exalta actos criminales como si de acciones extraordinarias se tratasen, cuyo protagonista es un "héroe" popular -Pablo Escobar-.

Sobre Escobar hemos dedicado dos artículos en este blog: Pablo Escobar y la CIA? (1) y su segunda parte (haga click sobre estos enlaces).

Sobre todo en los años 80 del siglo XX (y lo sigue siendo en la actualidad, con otros métodos parecidos) el "negocio" es una típica triangulación: La CIA negociando a través de terceros el ingreso de cocaína a los Estados Unidos, Panamá era uno de los centros de tránsito en la ruta del ilegal transporte, los dividendos que obtenía la CIA servía para financiar a la "Contra" anti sandinista y otras operaciones encubiertas.

La historia se encuentra bien documentada, por lo que no vale la pena redundar. En las siguientes entregas anexaremos un excelente compendio realizado por el conocido investigador Daniel Estulin, evitándonos una larga y cansina lectura sobre esa famosa triangulación.

Bajo esta perspectiva se desmitifica a bandoleros como Pablo Escobar Gaviria, quien fue menos importante en la organización de Medellín (Cartel) que un Gonzalo Rodríguez Gacha, éste último proveía prácticamente casi toda la cocaína producida y contaba con un aparato paramilitar al servicio de la organización. Escobar era algo así como la cabeza visible, el negociador "político" del Cartel, mientras Rodríguez Gacha era el brazo ejecutivo de todo el andamiaje, sin él los niveles de producción de cocaína hubiesen sido inalcanzables para los otros socios.





- El mito Escobar radica en su fallido intento de querer codearse con la clase oligárquica de "señores" que han gobernado Colombia junto a políticos, burgueses y terratenientes. El capo al sentirse rechazado desató su rabia con una ola de pánico, asesinatos y bombas, se transformó en un asesino en serie, de esa forma quedó establecida su real personalidad psicopática criminal, desde el estricto punto de vista médico.

- El mito Escobar se derrumba tras su fracasada incursión política. Como dice un excelente análisis: "Había descubierto que su verdadera ventaja comparativa en la política estaría en el uso del poder de facto y no de jure. A partir de 1984 la influencia de Escobar en la política nacional se manifestaría a través del soborno o asesinato de ministros de estado, candidatos presidenciales, jueces, periodistas y policías. La doctrina era “plata o plomo”, precisamente los dos elementos fundamentales del poder político de facto. Pablo Escobar intentó acumular poder político de jure y de facto, pero sólo su poder de facto lo hizo verdaderamente poderoso. 

¿Por qué intenta un criminal como Escobar participar personalmente en la política nacional? Quizás fue ingenuidad. O quizás Escobar sobreestimó la capacidad que tendría de lograr públicamente la aceptación y legitimidad por parte de la élite nacional. O quizás el poder corruptor de los políticos fue aún mayor y lo llevaron a cometer uno de sus más grandes errores que lo llevaría intempestivamente a la clandestinidad".

- El mito Escobar también quedó en evidencia cuando Rodríguez Gacha cayó abatido en diciembre de 1989, por lo que los aparatos de seguridad y de producción de droga cayeron, aun más, de forma alarmante para el círculo sobreviviente.

- El mito Escobar deja de serlo porque él nunca fue el "Rey de la Cocaína", ni fue el primer gran capo de la droga. Hasta inicios de los 80, Bolivia producía el 90% de la cocaína mundial. El verdadero "Rey" vivía en Bolivia, se llamaba Roberto Suárez Gómez y "reinaba" cuando Escobar era un insignificante traficante. Y la "Reina" era otra boliviana, Sonia Atalá. Ellos le vendían la cocaína a Escobar; Alcalá fue mucho más importante que Escobar en la historia de la cocaína en América Latina. Los "reyes" bolivianos fueron mucho más poderosos en el mercado mundial de la droga.

- El mito Escobar nace luego de su muerte, en primer término por la exaltación que le brindaron sectores populares a los cuales Escobar sedujo con regalos y dinero. El "patrón" es propaganda comercial, una creación, no de colombianos, sino de los medios estadounidenses, Escobar es un producto del American Media, a través de libros, documentales y series de televisión y hasta en el comercio informal con la venta de prendas de vestir con su rostro estampado en camisetas y otros souvenirs.

- El mito Escobar termina cuando la verdadera historia está siendo escrita y nos conduce a la fehaciente demostración de sus vínculos con personajes como el General Manuel Noriega y el ex Gestapo-SS Klaus Barbie, nexos con la CIA

Serias investigaciones e informes del senado estadounidense (Comisión de Asuntos de Inteligencia) demuestran, que desde mediados de los 70 del siglo pasado la CIA utilizaba el servicio postal americano como fachada de sus actividades secretas. Había una en especial, que solía variar su razón social utilizando variantes del nombre "Pacific Corporation", quien controlaba las conocidas empresas aéreas de pantalla: "Air America" (conocida como la aerolínea de la CIA), "Intermountain Air" y "Southern Air Transport". 



Un C-123 de Air America 


Está demostrado que al finalizar los años 70, estas compañías vendieron decenas de aviones de gran calado a los florecientes "agricultores" colombianos. Sorpresa! iban a ser el transporte del producto de exportación conocido como cocaína desde Colombia a Estados Unidos, escala técnica en Panamá y/u otros países de Centroamérica.

No podemos seguir hablando del mito de un "genial" Pablo Escobar ya que él o los suyos no fueron quienes eludían los controles aeroespaciales, se ha responsabilizado a funcionarios de la CIA y otros organismos estadounidenses de ser quienes colocaban balizas radar para que las naves volaran a baja e indetectable altitud hacia su destino. Ya veremos más adelante que esas operaciones secretas tenían su nombre: AmadeusWatchtower Pegasus, al frente, un futuro presidente, en ese entonces, director de la CIA, George H.W. Bush. 


La desmitificación radica en que Escobar y los suyos no eran, en absoluto, ningunos genios de los negocios ilegales, ningunos estrategas para engañar a las autoridades de control y agencias estadounidenses... éstas les permitían hacer sus fechorías. En países corruptos, sobornar, comprar silencio y consciencias no resulta difícil e imponer métodos violentos no es sinónimo de "inteligencia". Incluso debemos meditar seriamente el hecho que fue la clase política quien inició el chantaje, corrompiendo a los narcotraficantes y no al contrario. 

Lo más audaz de Escobar fue que consiguió el apoyo de sectores marginales gracias a su política narco-populista. Y, luego, la ramificación del negocio, la banda Escobar y compañía (Cartel de Medellín), no se limitó a comerciar a través de las conexiones Noriega-CIA; los capos también usaron la conexión sandinista y cubana, al parecer éstos últimos querían hacer lo mismo que la CIA, permitir el tráfico de drogas, en este caso, para financiar a las guerrillas comunistas

Quién copió a quién el modelito "comercial"?

Y esto debería llevarnos a otra reflexión: 


Durante la ´Guerra Fría´, tanto los Estados Unidos en su "lucha" por traernos -a "nosotros" (el pueblo)- la ansiada "democracia"; y, en menor medida, los "comunistas", en su "lucha" por llevarnos al "paraíso de los obreros" (proletariado), no vieron inconveniente alguno de "luchar" contra el sistema antagónico financiándose con el tráfico de drogas. Es decir, envenenaron al "pueblo", al "proletariado" que decían proteger. Los simples mortales o -los consumidores (de droga)- deberían estar agradecidos con tan noble gesto de bondad humana y justicia social, y dejar de criticar el enorme esfuerzo que hacen por traernos paz y bienestar. Bandidos y autoridades deberían fundirse en un solemne abrazo. Al final negocio es negocio, lo demás es cuento.


1983, Pablo Escobar en la Cámara de Representantes del Congreso de la República de Colombia, Escobar era suplente de Jairo Ortega Ramírez quien renunció a su curul para dar paso al capo. Ortega presentó a Escobar como su candidato suplente con el siguiente discurso: "Apoyamos la candidatura de Pablo Escobar para la Cámara porque su juventud, su inteligencia y su amor por los desprotegidos lo hacen merecedor de la envidia de los políticos de cóctel. Porque lo apoyan todos los liberales y conservadores del Magdalena Medio, ya que ha sido El Mesías de esta región. Los que lo conocen saben de sus cualidades humanas e intelectuales" (10 febrero 1982)


El mito Escobar nació porque así lo requería el programa de los Estados Unidos en su lucha "contra el comunismo"A Escobar y su círculo les estaba permitido traficar drogas por cientos de toneladas, lo necesitaban para sus objetivos de guerra y nada más.

Pero, cuando las denuncias y los hechos empezaron a ser un terrible problema, los Escobar y compañía fueron perseguidos. Los ex socios debieron asumir solos las consecuencias. Es probable que algunos traficantes desconocieran el vínculo triangulante entre Escobar-Noriega-CIA y hasta ex nazis de por medio. El juego siempre ha sido así

Lo que debe quedar en claro es que la CIA, el DEA y otros organismos estadounidenses lo quería muerto al dejar de ser útil. En su tiempo fue una pieza clave (tampoco única) en la alianza para traficar cocaína hacia los Estados Unidos. Escobar terminará al igual que Noriega y otros tantos que van cayendo en desgracia al volverse demasiado notorios, mera materia humana prescindible y reemplazable.


Entonces, al menos entre 1982 - 1989, por órdenes de la CIA y, en ocasiones, con el visto bueno del FBI y del DEA, la cocaína pasaba por Panamá -  Costa Rica - Honduras - El Salvador y luego enviada vía aérea a los Estados Unidos con destino el aeropuerto de Mena - Arkansas (para su almacenamiento y distribución). 


Oliver North comparece ante el Congreso de los Estados Unidos, Washington DC, julio 1987 para declarar sobre el caso Irán-Contra.


Hay un punto histórico que, al parecer es el comienzo del fin de todo este entramado (al menos de este caso particular), la denuncia dentro de los Estados Unidos del caso IRÁN-CONTRAS (noviembre 1986), el fiscal especial, Lawrence Walsh, señaló más de 500 incidentes relacionados con el tráfico de drogas y operaciones especiales clandestinas en América Latina en las que se hallaba implicada la CIA. Muchos de los contactos de la CIA con Noriega fueron removidos, los trapos sucios y otras denuncias empezaban a salir a flote. Iniciaba el fin de Noriega y de la primera gran generación de carteles colombianos, empezaba el fin del mito del capo Escobar.

Para lavarse las manos, el gobierno estadounidense de Bush padre pidió la renuncia de Noriega y apoyó económicamente a sus opositores políticos; en cierto sentido es válida la tesis de que Washington en un inicio solo deseaba que Noriega entregara el poder, éste se negó, desconoció los resultados electorales, protestas, crisis, violencia, "Batallones de la Dignidad", manifestantes muertos en las calles... "Causa Justa" estaba servida en bandeja de plata.... Bush ordena la intervención militar y secuestro de Noriega para el 20 de diciembre de 1989, las acciones armadas causan la muerte de miles de panameños.

El antiguo socio de la CIA en el espionaje, en el contrabando de drogas y armas cae en desgracia, como muchos otros que a lo largo de la historia han pactado para causas nada justas. Alias "cara de piña" termina tras las rejas en una prisión estadounidense luego de abandonar el edificio del Nuncio Papal de la Ciudad de Panamá, donde había encontrado refugio (Noriega se entrega el 3 de enero de 1990).

El 4 de enero de 1990, bajo custodia de agentes del DEA, Noriega aborda un avión de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, es recluido en una prisión cercana a Miami a la espera de juicio. Procesado por conspiración para ingresar a los Estados Unidos cocaína y marihuana, a más de su condición de "prisionero de guerra" (tras la invasión y captura en Panamá). 




Respecto a las causas por tráfico de drogas, las audiencias tuvieron lugar en abril de 1992 (Miami-Florida) ante el Tribunal Federal de Distrito para el Distrito Sur de Florida. Noriega fue declarado culpable de ocho cargos por tráfico de drogas, crimen organizado, lavado de dinero y por crímenes contra la humanidad (asesinato de opositores políticos). La sentencia se dictó el 16 de septiembre de 1992a cuarenta años de prisión, pena revisada posteriormente que redujo la condena a 30 años.

Para conseguir las pruebas en contra de Noriega se tuvo en cuenta a un testigo "estrella": Carlos Lehder, el socio en el Cartel de Medellín de Pablo Escobar, Rodríguez Gacha y los hermanos Ochoa (testimonio que sirvió para reducir la condena de Lehder). El caso de Lehder es muy especial, algunas fuentes le atribuyen ser uno de los grandes contribuyentes del Partido Demócrata en los 80, en especial de Bill Clinton, en ese entonces gobernador de Arkansas. Michael C. Ruppert y su libro "Cruzando el Rubicón" (Crossing The Rubicon) es una fuente valiosa de estos episodios de la historia; Ruppert sostiene la tesis, por ejemplo, que el dúo Clinton-Gore mantenían conexiones con el Cartel de Cali y el general Noriega. Razón más que suficiente para que años después los Bush y Clinton desearan librarse de éste controversial personaje (Ledher) y sus socios. Según Ruppert, Manuel Noriega era un "empleado de Lehder". (Es imposible desglosar toda la información en un simple artículo, las fuentes de referencia, abajo constantes, contienen mucha información de respaldo).


Es interesante recordar la defensa de Noriega, alegó que los presuntos delitos los cometió bajo coordinación y en trabajo para el gobierno de los Estados Unidos, exigió que debía permitírsele señalar cuales fueron esos trabajos; también insistió que el gobierno de los EEUU le había pagado por esa tareas. 

El gobierno tuvo que admitir el pago de unos 320.000 dólares de la CIA y de la Navy (Armada); Noriega reiteró que esa cifra era falsa, que él había recibido como pago una cifra cercana a los diez millones de dólares. Como no podía ser de otra manera el gobierno solicitó que esa parte del juicio sea confidencial, ya que su divulgación iba en contra de los intereses nacionales; por otro lado, el tribunal desestimó las peticiones de Noriega al considerar que esa información "no era pertinente para su defensa" y que presentar pruebas sobre su vínculo con la CIA "confundía al jurado". 




El 27 de abril del 2010 Noriega fue extraditado a Francia y condenado el 7 de julio de 2010 a siete años de prisión por blanqueo de dinero proveniente del narcotráfico. En 2011 los Estados Unidos da su consentimiento para que Francia proceda, a su vez, a la extradición de Noriega a Panamá. En diciembre de 2011, el General retornaba a su tierra para enfrentarse otra vez a la justicia, esta vez la de su país por la desaparición y muerte de varios ciudadanos panameños. En 2017, dada su edad y enfermedades se acogió a la prisión domiciliaria, falleció a la edad de 83 años (29 mayo 2017). Y con él desapareció un testigo de primera mano en el negocio internacional de la droga




II

La CIA - Tráfico de drogas y armas

Si queremos ser rigurosos con las fuentes y con la veracidad histórica no existe otra alternativa que dejar sentadas algunas puntualizaciones. Existen diversas publicaciones, la mayoría de corte sensacionalista o llamadas teorías de la conspiración sobre el caso de la muerte de los ex directores de la CIA, William Colby y William Casey. Veamos unas notas sobre éstos personajes.



William Colby y William Casey, ex directores de la CIA.


William Colby, (1920-1996). Director de la CIA entre 1973 - 1976 con los gobiernos de Richard Nixon y Gerald Ford, Colby se formó desde la segunda guerra mundial en el espionaje. Falleció a la edad de 76 años.

La muerte de Colby atrajo a los teóricos de la conspiración, especulándose que se debió a un juego sucio, un crimen; hasta su hijo llegó a expresar que el ex director de la CIA sufría de culpa por sus acciones pasadas y por ello se suicidó, declaraciones que fueron rechazadas por los demás miembros de la familia por inconsistente con la dura personalidad de William Colby. 

El hecho es que desapareció el 27 de abril de 1996, se afirmó que salió sólo a practicar con su canoa en un río, la canoa fue encontrada al día siguiente en un banco de arena en el río Wicomico, afluente del Potomac, su cuerpo fue localizado el 6 de mayo, luego de la autopsia, se determinó una muerte accidental debido a un ataque cardíaco o accidente cerebrovascular por una "aterosclerosis calcificada grave". Dado su edad probablemente "sufrió una complicación de esta aterosclerosis que lo precipitó al agua fría en un estado debilitado y sucumbió a los efectos de la hipotermia y se ahogó", según los reportes médicos.

Wiliam Casey (1913-1987). Director de la CIA entre 1981-1987, durante el periodo de Ronald Reagan. Formado desde la segunda guerra mundial en la rama del espionaje. Falleció a los 74 años.

William Casey fue convocado a declarar el 16 diciembre 1986 ante una Comisión de Investigación del Senado de Estados Unidos al destaparse el caso Irán-Contra, en el que estaba directamente involucrado en su calidad de director de la CIA. Fue sometido a duras presiones e incluso sus detractores exigieron su renuncia. La verdad es que Casey si había comparecido a rendir declaraciones sobre este caso antes de una nueva citación del Senado para el 16 de diciembre de 1986. Se presentó en cuatro ocasiones anteriores ante los Comités de Inteligencia y Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes y el Senado.

Sin embargo, el 15 de diciembre, un día antes de la nueva comparecencia ante el Senado quedó incapacitado al sufrir un derrame cerebral, no volvió a recuperarse plenamente y fallecía el 6 de mayo de 1987 por causas derivadas al tumor cerebral por el que fue intervenido. Su deceso quizá es lo que salvó a Reagan quien logró conservar el cargo de presidente

Las teorías conspiranoicas y no tan conspirativas sobre la enfermedad y muerte de Casey han aparecido con frecuencia, pero todo gira en torno a un hecho destapado y reconocido por las propias autoridades de los Estados Unidos, el caso Irán-Contra

Un viejo artículo del New York Times (diciembre de 1986) citaba a un alto cargo del gobierno sin identificar explicando que William Casey había redactado un memorándum, al inicio de la venta de armas estadounidenses a Irán con el fin de intercambiar armas por rehenes, el documento era secreto, aclaraba que si el asunto se hacía público debería tratárselo como una apertura política hacia Irán del gobierno de Reagan. 

Es en este contexto que aparece una supuesta declaración escrita por el ex director de la CIA, William Casey. Un documento que habría firmado el 9 de diciembre de 1986. Se afirma que el documento estaba considerado secreto y que no fue de conocimiento hasta que muchos años después fuera desclasificado gracias a solicitudes planteadas a través del "Acta de Libertad de Información" (FOIA), de esto tampoco existe un documento o prueba que corrobore tal disposición del FOIA, de esa forma habría llegado a dominio público.

Por muchas razones, se ha puesto en duda la veracidad de la supuesta declaración personal y escrita de Casey. No está confirmada, no tiene carácter oficial, ni fue realizada ante autoridad pública o legal. Oficialmente fue declarada falsa. No obstante, la información allí constante dentro del marco histórico en que sucedieron han permitido confirmar la mayoría de hechos. William Casey murió pocos meses después de esa supuesta declaración escrita.

Leamos el documento no oficial que apareció en el libro de Eric Stacey (2006) "Bagman: la vida secreta del coronel Albert V. Carone", pág. 82-87.

Declaración Jurada de William Casey. (ex director general de la CIA, 9 de diciembre 1986)

Yo. William Casey, declaro que la libertad es un inapreciable valor que requiere una constante vigilancia para que pueda perdurar. 
Cuando me nombraron Director General de la CIA el 28 de enero de 1981, recibí instrucciones secretas de William Colby, mi antecesor en el cargo. Me informó de dos operaciones que aquellos mismo días se estaban llevando a cabo en latinoamérica. Ambas operaciones se estaban realizando sin el conocimiento y sin el consentimiento del Congreso ni del propio presidente Reagan; y ni siquiera las conocía el alto organismo de la inteligencia militar. Colby me dijo que el nombre en código de estas operaciones era A-6 (Red Mist) y A-7 (Project Sandman).
Se me informó también de que Colby había autorizado al personal relacionado con la A-6 y la A-7 a que traficase con narcóticos con el fin de financiar ambas operaciones. Colby hacía lo mismo que yo sabía que se había hecho en Vietnam con el mismo fin. 
Colby me informó con toda franqueza de que él había colocado más de un millón de libras de cocaína (500 toneladas aproximadamente) en Panamá entre diciembre de 1975 y abril de 1976, operación que se había hecho con la ayuda de nuestro gentil aliado el general Manuel Noriega. La cocaína fue posteriormente transportada a El Salvador, Costa Rica y Honduras entre 1976 y 1981. Y ahora tenía yo sentado frente a mí a Colby con el sombrero en la mano pidiéndome ayuda para introducir la cocaína en el mercado norteamericano. 
Se me dijo que Colby, en los asuntos de la A-6 y la A-7, usaba a un amigo mutuo, el coronel Albert Vincent Carone, de la inteligencia militar. Carone es un patriota carismático que nos fue presentado por el general Joseph W. Smith el año 1945. 
Además de las cualificaciones ordinarias, Carone aportó al esfuerzo anticomunista la conexión directa con su viejo amigo Vito Genovese. Genovese era el jefe de la mafia que controlaba los juegos ilegales y el narcotráfico en New York; una mafia de la que Carone había sido miembro... Colby me dijo que las ganancias de la cocaína serían lavadas por Al Carone, la mafia de New York y Robert Vesco y posteriormente usadas para la lucha antocomunista por el propio Colby... En 1984 toda la cocaína (que había estado inicialmente depositada en Panamá bajo la supervisión del general Noriega) estaba ya en el aeropuerto de Mena y además habíamos buscado otras fuentes para que nos suministrasen más cocaína...
En gran parte se debe el resultado feliz de toda la operación a los esfuerzos del personal de la Agencia Nacional de Inteligencia (NSA) y de la Agencia de Seguridad del Ejército (ASA). Los hombres y las mujeres de la NSA y de la ASA impidieron que los satélites y la red de radares pudieran detectar la llegada de los aviones de modo que estos pudieron aterrizar tranquilamente en Mena. La NSA y la ASA denominaron a estas operaciones Sea Spray y Jade Bridge.
Creo que la lucha por la democracia en Nicaragua y Latinoamérica está yendo en la dirección que nosotros queremos, pienso que este triunfo se debe a las operaciones A-6 y A-7 que Colby tuvo el acierto, la precisión y el valor de emprender. Tenga en cuenta los heroicos esfuerzos de Al Carone, Bill Clinton, Bill Weld, John Poindexter y Oliver North. Sin éstos hombres la A-6 y A-7 no hubiesen existido
La libertad es un bien de un valor incalculable. El grado de libertad que uno disfruta es el resultado del grado de vigilancia que uno ejerce. Mis acciones pueda que sean catalogadas como criminales al pensar en la enorme cantidad de norteamericanos que enganchamos a las drogas. pero no me importa. Todas las guerras tiene víctimas... En este caso el arma era la cocaína y la trampa era que el que usa drogas tiene libertad para usarlas o no usarlas. Y escogen usarlas. Yo escogí el hábito de estas personas para financiar la democracia que disfrutamos y para mantener a todos los norteamericanos a salvo de la amenaza comunista... Paradójicamente el drogadicto está ayudando a la sociedad.
Declaro bajo pena de perjurio que lo que aquí digo es la verdad tal como yo la veo y entiendo.
9 diciembre de 1993, en McLean, Virginia
firmado) William J. Casey.


Luego de analizar el documento (no oficial y declarado falso), se debe tener presente un hecho trascendental. William Casey, en 1982, presentó y negoció los términos de un “memorándum de entendimiento” con el Fiscal General, William French Smith, que estuvo en vigencia hasta 1995, allí se exoneraba a la CIA de toda responsabilidad relacionada con las operaciones de tráfico de drogas en que se implicaban sus agentes

Los dividendos del comercio ilegal de drogas (cocaína) para la CIA fueron blanqueados, principalmente en esos tiempos, a través de tres medios: 

BCCI (Bank of Credit and Commerce International). Este banco internacional estaba registrado en Luxemburgo y era producto de alianzas entre grandes familias árabes y paquistaníes.

- Bancos estadounidenses como el "Chase Manhattan Bank".

- La participación de diversas agencias del gobierno de los Estados Unidos, en nuestro caso particular, la "Agencia de Vivienda y Desarrollo Urbanístico" (H.U.D.)

Otra investigación que da credibilidad a la declaración -falsa o auténtica- de William Casey fue presentada por el analista Daniel Estulin. Respecto a la trama Irán-Contra escribe:

"Durante los años de Irán-Contra, la cocaína fue traída de Panamá a Costa Rica, Honduras y El Salvador. Desde allí, fue transportado a los Estados Unidos a su lugar de almacenaje secreto en Mena, Arkansas. Esto continuó de 1982-1989. El Gobernador del Arkansas en aquel tiempo era un muchacho desconocido y amante de las faldas, William Jefferson Clinton. Todo esto se hacía con el conocimiento de la CIA, DEA y el FBI. De Mena, bandas organizadas trasportaban la cocaína a Los Angeles - California que causó una epidemia de cocaína - crack en barrios pobres a mediados de los años 1980".

El Wall Street Journal relataba, en su edición del 29 de enero de 1997, que las actividades en el aeropuerto de MENA implicaban al entonces gobernador Bill Clinton con una operación secreta e ilegal de tráfico de drogas.

El tráfico de drogas en el aeropuerto de Mena (Arkansas) fue reconocido en el informe del Senado estadounidense: "Drogas. La Ejecución de la Ley y la Política Exterior" (S.Prt. 100-165; 98-845; diciembre de 1988, pp.120-121). Gary Eitel, ex piloto de la CIA desde Vietnam fue uno de los que destaparon el caso, él afirmó (ante el Senado) que no era únicamente el aeropuerto de Mena (Arkansas), también se utilizaban los de Tucson (Arizona) y Portland (Oregon).

Casey habría revelado que William Colby, le puso en conocimiento de ciertas operaciones encubiertas, como "Fenix" -planeada para asesinar a los miembros de la "estructura comunista" en América Latina- que se financiaba con el tráfico de drogas. 

De los hechos derivados de la investigación del caso Irán-Contra se desprende que el presidente Reagan, su sucesor, George H. W. Bush, auspiciaron al agente de la CIA en Panamá, Manuel Noriega, para vincularlo con los carteles colombianos de la droga y para el blanqueo de capitales de esa procedencia.  Con el tiempo - lo hemos explicado - Noriega y sus socios colombianos cayeron en desgracia; por tanto, tenían que ser eliminados de una u otra forma, el general fue detenido tras la invasión estadounidense a Panamá (20 de diciembre de 1989), los otros fueron eliminados por las fuerzas de seguridad o en el caso de Lehder silenciado con el arreglo  para testificar contra Noriega.

Otra fuente (Argenpress) afirma que "el 10 de diciembre de 1985, el director del Consejo de Seguridad Nacional, el vicealmirante John Poindexter, presionó a Noriega para que iniciara un ataque contra la Nicaragua sandinista; para que autorizara la presencia militar estadounidense después del 31 de diciembre de 1999 en Panamá y para que el país se sometiera a la política exterior de dicha potencia. El ataque a Nicaragua daría lugar a la invasión a ese país por parte de Estados Unidos "en defensa de Panamá". Pero Noriega rechazó las presiones y Poindexter amenazó al militar panameño advirtiéndole "que se atuviera a las consecuencias".

La conclusión de toda esta historia es que la CIA se ha valido, desde su fundación, del tráfico de drogas producidas en distintas localizaciones del mundo para financiar las mismas guerras que desata en su lucha "contra el comunismo". La ´Guerra Fría´ terminó hace algunas décadas, pero no parece que el modus operandi haya variado mucho en el presente.

En siguientes reportajes desglosaremos la trama oculta y su vínculo con Manuel Noriega. 

18 agosto 2018

¿Pablo Escobar y la CIA? (2)



Titular de una publicación en inglés sobre el presunto nexo Escobar-CIA


A manera de prólogo


por Tito Andino


Es casi imposible demostrar un nexo directo CIA-Escobar., a pesar que algunas fuentes norteamericanas afirman que la CIA tuvo una estrecha relación con Pablo Escobar y otros carteles colombianos. Para ese fin la CIA habría fundado "Air America Inc", con una flota de aviones que operaba desde el aeropuerto de Wilkes-Barre/Scranton, en Pennsylvania, lo que sin duda facilitaba el flujo de la droga. 

Como en cualquier operación clandestina, lo que menos se utiliza son documentos, mucho menos con firma y membrete oficial, es como querer encontrar una orden escrita en que Hitler ordene el genocidio judío, es lógico entender que esa orden jamás fue redactada, mucho menos para que circule como decreto-ley. Ese tipo de órdenes se imparten verbalmente a través de la cadena de mando, jamás quedará constancia documental, salvo asuntos relacionados de índole administrativa. 

Lo mismo sucede en la hipótesis de que Escobar colaboraba con la CIA, lo hemos repetido, es más que plausible que tal hecho pudo tener lugar. En los casos de narcotráfico son notorias las conexiones indirectas con alguna agencia especial estadounidense. Barbie y el General Noriega evidencian ser, al menos, unos nexos indirectos entre la CIA y Escobar. Tampoco debe descartarse -en el caso Escobar- que al sentirse perseguido, acorralado, delatara a sus socios o a su competencia en el negocio ("sapear" en el argot popular), como todo apunta a la captura de Carlos Ledher. Muchos narcotraficantes terminan convertidos en informantes para lograr negociar su libertad o una reducción de penas. En el hipotético caso del capo colombiano hay indicios de que se le permitió gozar de libertad de movimiento por un largo periodo, relativa "tranquilidad" en que quedaría al descubierto contactos de alto nivel como las conexiones cubanas, nicaragüenses, altos jefes militares y policiales, políticos, hombres de negocios, etc. 

Tampoco puede sorprender a nadie que mientras una agencia norteamericana -digamos- el DEA persigue a Escobar, otra organización como la CIA lo proteja, eso no es raro, al contrario, hay evidencia documental de varios casos. Dado el poder que adquirió Escobar, para la CIA era más útil libre -aun cometiendo atrocidades- que tras las rejas por un operativo del DEA. Al fin y al cabo, cuando ya no son necesarios pueden desembarazarse del "problema" utilizando los organismos y recursos legales.


Con Escobar si que encontramos un vínculo indirecto, aunque no concluyente, con la CIA. Sabemos que Manuel Noriega y Klaus Barbie (Altmann) en efecto colaboraron con la CIA, eso tampoco implica que estos personajes transmitieran algún tipo de orden superior a Escobar... la trama se vuelve sumamente compleja debido a la carencia de pruebas documentales y testimoniales. Solo el esfuerzo de investigadores sagaces, como el que leeremos a continuación puede ir atando cabos.  

Dejamos constancia que el reportaje que darán lectura a continuación pertenece a la autoría de Boris Miranda, originalmente publicado por la Revista "Nueva Sociedad" (Democracia y Política en América Latina) No. 257, mayo-junio de 2015 (ISSN: 0251-3552), esta versión digital es una fiel copia del publicado en la mencionada revista.  

*****

Boris Miranda: Periodista, investigador y docente. Actualmente se desempeña como productor multimedia en BBC Mundo y trainer de la Deutsche Welle Akademie. Es autor de dos libros de crónicas y ganador del Premio Nacional de Periodismo Digital 2012 (Bolivia) y de la Victory Medal a la Excelencia en Periodismo Político 2015 (Estados Unidos).
NOTA: Las fotografías de esta segunda parte (a excepción de la presentación), cursivassubrayados y negrillas, así como los comentarios a pie de foto, son agregados por el editor de este blog.


CRÓNICA
El Carnicero y el Patrón
La conexión oculta entre Pablo Escobar y Klaus Barbie



Pablo Escobar y Klaus Barbie fueron piezas claves para montar la «General Motors de la cocaína». Sus pactos propiciaron golpes de Estado, la organización de paramilitares anticomunistas, los negocios con el Vaticano y los corredores incontrolables de droga en todo el mundo. Beni, Santa Cruz, Ciudad de Panamá, Medellín o Miami son apenas algunos escenarios de esta conexión casi secreta. La que unió al viejo nazi y «el Patrón» fue una de las alianzas más siniestras de las últimas décadas del siglo XX.

Pablo Escobar y Klaus Barbie compartieron mucho más que una bandeja paisa en Medellín o unas copas de Dom Pérignon en la Amazonía boliviana. Juntos, el Patrón y el Carnicero de Lyon fueron dos de los principales engranajes de una máquina que controlaba casi 90% de la producción y distribución de cocaína en el mundo a través de una conexión que comenzaba en Bolivia, pasaba por las selvas colombianas y terminaba en las calles de Estados Unidos y Europa. Sellaron acuerdos con presidentes en Panamá, combinaron sus ejércitos personales de paramilitares, combatieron el sandinismo en Nicaragua y montaron negocios con el Banco del Vaticano. La droga fue la excusa para el encuentro entre el narcotraficante más famoso de la historia y el viejo nazi que, con ayuda de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), huyó de Europa cuando acabó la Segunda Guerra Mundial. 

Así fue cómo me enteré.

Yo quería contar la historia de un militar boliviano en retiro que vio muy de cerca cómo se montó el gigante negocio del narcotráfico y conoció en combate a muchos de sus protagonistas. Supe de él gracias a la amistad que tengo con uno de sus hijos. Esa conversación, sin embargo, nunca se pudo dar. «Mi papá cree que puede involucrar a demasiada gente», me dijo mi amigo a modo de disculpa, aunque de inmediato me soltó un dato que me pareció impresionante:


«No te imaginas los operativos de protección que se montaban acá cada vez que llegaba Pablo Escobar. Barbie en persona se encargaba de limpiarle el camino».
  
Decidí girar el enfoque y empecé a buscar los empolvados y ocultos hilos que conectaron al principal capo del Cartel de Medellín con el ex-comandante de la Gestapo que murió en Francia, condenado a cadena perpetua tras ser acusado por la deportación y muerte de millares de personas. La conexión está muy poco documentada, pero sobrevive en la memoria de aquellos que fueron parte de esos años vertiginosos de cocaína, golpes de Estado, millonarias excentricidades y alianzas siniestras entre mafiosos y criminales de guerra. Antes de hacer los contactos, intuyo que varios no querrán recordar aquellos episodios y preferirán mantener el bajo perfil con el que (sobre)vivieron las últimas décadas. No importa. Igual decido aventurarme y tocar la puerta de ex-paramilitares, familiares de auténticos 'drug lords' (como los llamaba la CIA), ex-ministros, generales retirados, viejos agentes antinarcóticos, amigos de confianza, ex-guerrilleros, abogados y, también, investigadores.

El abanico es amplio porque la historia que pretendo contar se da en el marco de una coyuntura marcada por las guerras globales fabricadas por EEUU contra las drogas y el comunismo. Es por eso que parte de la verdad puede encontrarse en una feria de Bogotá, en una oficina de Nueva York, en una hemeroteca de Lima o en un barrio popular extraviado en El Alto de Bolivia.

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Klaus Barbie comparece ante el Tribunal que lo juzgó en Lyon-Francia por crímenes contra la humanidad en 1987, fue condenado a cadena perpetua, falleció en prisión en 1991.

A finales de 2012, un libro le recordó a Bolivia que el tráfico de drogas pisaba tan fuerte hace tres décadas que podía disponer de la silla presidencial el rato que se le antojaba. Ayda Levy, la autora de "El rey de la cocaína. Mi vida con Roberto Suarez Gómez y el nacimiento del primer narcoestado" 1. En el mundo bautizaron aquel cuartelazo como «el golpe de la cocaína».

«El Rey», como le decían a Suárez, fue el primer motivo que juntó en un mismo salón al Carnicero de Lyon con el Patrón. El alemán y el colombiano se conocieron en una celebración por el cumpleaños de Roberto.

Gracias al contacto con uno de sus hijos, logré que Ayda Levy respondiera brevemente algunas de mis preguntas. «La relación entre Altmann-Barbie, Gonzalo Rodríguez Gacha (alias El Mexicano) y Escobar, aunque no está detallada en mi libro, comienza el 8 de enero del año 1981 en la fiesta de cumpleaños de Roberto en nuestra casa del barrio Equipetrol de la ciudad de Santa Cruz», rememora la autora de El rey de la cocaína.

Altmann es el apellido que Barbie recibió del Vaticano en los primeros años de la década de 1950. Derrotados los nazis, el Carnicero de Lyon comenzó a colaborar con la CIA para combatir al bloque socialista de Europa del Este. Sus contactos y «habilidades» le permitieron ser uno de los «reciclados» por los estadounidenses. Sin embargo, la incesante búsqueda montada por los franceses para que pagara por las muertes y los confinamientos masivos de los que fue responsable lo obligó a escapar a través una de las 'ratlines' habilitadas por el clero católico para ayudar a algunos seguidores de Adolf Hitler.

La División de Criminales del Ministerio de Justicia de EEUU elaboró un informe confidencial sobre Barbie en 1983 que revela los detalles de su llegada a Sudamérica. El documento fue liberado y está disponible en internet 2.

La relación de Barbie con la Casa Blanca comenzó en abril de 1947, cuando fue reclutado por un comando del Ejército estadounidense. Cooperó con esa unidad de inteligencia durante dos años en la construcción de una red de informantes de las actividades británicas, alemanas y soviéticas. En Lyon, mientras tanto, se lo juzgaba en ausencia y nadie dudaba de que el veredicto final fuera pena de muerte o prisión perpetua. En 1949, el gobierno francés ya estaba al tanto de sus actividades en Munich y solicitó la extradición de inmediato. Había llegado el momento de desaparecer. El 28 de abril de 1950, según el informe confidencial, el Comando de Inteligencia de EEUU en Europa decidió que Barbie «no debía ser puesto en manos de Francia».

Después de pasar unos meses en una casa de seguridad en Augsburgo, el Carnicero partió a Italia y, con un nuevo apellido, se embarcó en el buque Corrientes, que lo llevaría de Génova a Buenos Aires. Viajó acompañado por su esposa y sus dos pequeños hijos. El padre Krunoslav Draganovic, del clero vaticano, fue quien consiguió las visas para el ingreso de todos a Argentina y a Bolivia, además de pases de viajero como miembros de la Cruz Roja Internacional. Los «Altmann» arribaron a la capital porteña el 10 de abril de 1951. La relación de Klaus con la CIA y Roma estaba muy lejos de terminar. Un año después recibiría la pena capital en los juzgados franceses. Era demasiado tarde: el Carnicero había escapado.

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     Vista panorámica de la ciudad El Alto - Departamento de La Paz - Bolivia


Desde La Paz hay que tomar tres pequeños buses para llegar a un caminito de tierra en Senkata, uno de los barrios más grandes y caóticos de El Alto. En una casa modesta me espera uno de los paramilitares que actuó en el «golpe de la cocaína» y en los operativos posteriores a este. Vio a Barbie en una incontable cantidad de oportunidades en Cochabamba y La Paz.

Ahora tiene una vida mucho más sencilla. La democracia que llegó a Bolivia en 1982 desmontó la mayoría de los grupos armados irregulares y desde entonces él tuvo que remar a contracorriente para sobrevivir. Trabajó en peñas folclóricas, cuidó propiedades en el campo, a veces hizo de guardaespaldas e incluso tuvo encargos como detective. Nada comparado –él lo admite– con sus «días de gloria» de combate contra los subversivos. Algunos de sus ex-colegas de tropa se convirtieron en policías. Él no pudo seguir ese camino porque ya estaba muy expuesto.

Casi no le queda cabello pero mantiene el bigote, ahora completamente blanco, que llevó durante los meses que duró el «golpe de la cocaína». Cuando le propongo la posibilidad de entrevistarlo me desahucia con mucha facilidad. «Mira, yo tengo una condena y nunca la pagué. Prefiero que mi nombre no vuelva a sonar en ningún lado». No me miente. Antes de visitarlo, verifiqué que su nombre aparece entre un grupo de 14 personas que fueron condenadas por genocidio y masacre sangrienta en 1986.

«¿Usted estuvo en la fiesta con Pablo Escobar, Luis Arce Gómez y Klaus Barbie?», le pregunto al ex-paramilitar después de comprometerme a no divulgar jamás su nombre y guardar la grabadora. «Me contaron que Pablo Escobar venía algunas veces. Yo nunca lo vi. Creo que esa vez fue una parrillada, ¿no?», me responde impreciso y con un gesto de indisimulable incomodidad. 

Parece que no quiere hablar mucho del tema que le propongo; sin embargo, su dato era preciso. Aquella tarde de enero de 1981, el Rey de la Cocaína ofreció un churrasco a sus invitados. Entiendo que debo cambiar de estrategia y creo que acompañarlo en el repaso de sus «días de gloria» serviría. Veo un libro sobre la mesa que me sirve de perfecta excusa para tratar de entrar en confianza con él. «Es una excelente investigación, muy detallada y bien contada», le digo y apunto a la tapa roja de Teoponte, la otra guerrilla guevarista en Bolivia, de Gustavo Rodríguez Ostria 3.

Me pregunta si lo leí y le respondo que aún no lo he terminado. Se nota que hablar de su vieja guerra contra los «zurdos» le apasiona más. «Yo los conocí a toditos. Hasta a los cubanos que los ayudaban», me dice. Mientras hojea el libro, comienza por asegurar que al cantautor folclórico boliviano Benjo Cruz lo engañaron «los comunistas» para entrar en la guerrilla en 1970. «Él iba a triunfar al lado de Horacio Guaraní en Argentina, pero lo mandaron a Teoponte. Tenía una carrera prometedora porque Guaraní también era zurdo. Se metió al ELN [Ejército de Liberación Nacional] y se fue a la mierda. Incluso los elenos [miembros del ELN] le inventaron versos que él nunca escribió. Lo utilizaron».

Han pasado más de 40 años desde que este señor comenzó a combatir a las distintas fuerzas de izquierda que operaron en el país y todavía exhala bronca contra los elenos. Me asegura que a ese ejército guerrillero, fundado por Ernesto «Che» Guevara, le llegaba mucho dinero de Cuba y de la URSS y que varios de sus integrantes se quedaron con esos recursos. Con vehemencia me dijo: «Ellos robaban también», aunque aclaró de inmediato que no se refiere a todos los elenos. «Había gente de mucho honor ahí, aunque estaban en guerra con nosotros».

Sobre la masacre de la calle Harrington del 15 de enero de 1981, en la que ocho líderes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) fueron asesinados por paramilitares, asegura que hubo una delación que les permitió intervenir con facilidad y exterminar a los cuadros miristas. La reunión, según él, debía ser originalmente en una plaza en la zona de Tembladerani, pero a último momento fue trasladada a esa calle del barrio de Sopocachi. La información llegó puntual al Ministerio del Interior y de inmediato se instruyó el asalto.




Hugo Bánzer Suárez, militar y político boliviano, presidente de la República en 2 períodos: 1971-1978 (golpe de estado) y 1997-2001 (mediante elecciones). Banzer renunció a la presidencia en julio de 1978. Se cree que la razón principal fue la vergüenza de tener esos días a su yerno, a su sobrino, a su esposa y a su secretario privado, bajo arresto por sospecha de traficar cocaína en los EEUU y Canadá. Banzer intentó nombrar a su primo, Guillermo, cónsul en Miami pese a que estaba  señalado como integrante clave de la "Corporación" de Roberto Suárez. 

De a poco nos acercamos a lo que fui a buscar. Sin que se lo pregunte, comienza a contarme que en la dictadura del coronel Hugo Banzer (1971-1978) había una disputa feroz entre los militares por conseguir terrenos en el oriente de Bolivia y quedarse con el dinero que llegaba de los créditos internacionales que hicieron insostenible la deuda externa de Bolivia. Sospecha que ahí comenzó el narcotráfico; no de la mano de los paramilitares o criminales, sino desde las mismas Fuerzas Armadas y con los nuevos terratenientes cruceños que «se llenaron de dinero y títulos de propiedad gracias a Banzer». Al fin menciona a «Los Novios de la Muerte», el terrible grupo paramilitar organizado por Barbie para apoyar el golpe de Estado de julio de 1980 y que después sería puesto al servicio de la conexión boliviano-colombiana del narcotráfico. Lo que luego se conocería como la «General Motors de la Cocaína».

Ellos –me cuenta– se organizaron a finales de los años 70 y colaboraron en varios cuartelazos y acciones para eliminar o secuestrar a referentes de la izquierda local. Pasaron un tiempo en Centroamérica, donde adiestraron a los primeros contras que enfrentaron la revolución sandinista nicaragüense, y volvieron para actuar en el «golpe de la cocaína». Después, el dinero de Roberto Suárez y el Cartel de Medellín los puso a operar en el oriente boliviano, con la misión de limpiar el terreno para que solo los socios tuvieran la exclusividad de producir la pasta base que se vendería a los colombianos. Los narcos menores tenían dos opciones: convertirse en aliados y pagar «el impuesto», o ser delatados ante el Ministerio del Interior y expulsados del negocio.

Bastante se ha escrito sobre este grupo armado que sembró el terror en La Paz y Santa Cruz durante el gobierno de García Meza; sin embargo, hay un detalle que yo nunca había escuchado antes. El hombre del bigote blanco me revela que existía un brazo civil de «Los Novios de la Muerte» que se ocupaba de limpiar las huellas de las operaciones de los narcotraficantes. «Eran abogados casi todos. Ellos montaban los negocios con los que se lavaba el dinero de la droga que llegaba a Bolivia. Tenían mucha influencia sobre los gobiernos de Banzer y García Meza. Incluso uno de ellos llegó a ser contralor general de la República en aquellos años».

Casi al finalizar la conversación me cuenta una última anécdota de Barbie. Recuerda que cuando los «agentes de seguridad» se encontraban fuera de servicio en Cochabamba, pasaban las horas y los días en el desaparecido Café Continental, al lado de la catedral. De vez en cuando Klaus, que permanecía la mayor parte del año en esa ciudad a pesar de sus frecuentes viajes a La Paz y Santa Cruz, visitaba al grupo y se sentaba a tomar un café con ellos. Una tarde, él calcula que fue en 1979, una pareja de judíos se sentó en la mesa de atrás. El Carnicero de Lyon, tratando de maximizar su repulsión, dijo en claro español y muy fuerte: «Deberíamos volver a hacer jabón».


De izquierda a derecha: Luis García Meza y Luis Arce Gómez. Arce Gómez era primo hermano de Roberto Suárez Gómez, el "Rey" del narcotráfico boliviano, sin duda sin su primo no habría ganado ninguna notariedad en las dictaduras militares bolivianas. También le unía una férrea amistad con su maestro Klaus Barbie. Fue Ministro del Interior de la dictadura de Luis García Meza. Arce Gómez es más conocido por sus participaciones en golpes de estado, narcotráfico y persecución política. Estuvo en el golpe del general Barrientos, formó pare del golpe del general Ovando y claro, en el golpe de Luis García Meza. Fue extraditado a los EEUU por narcotráfico, a su retorno a Bolivia (2009) fue directamente a prisión y  sentenciado por varios delitos a 30 años de reclusión, continúa tras las rejas. En cuanto al General Luis García Meza encabezó un golpe militar que le llevó al poder el 17 de julio de 1980 hasta su renuncia el 4 de agosto de 1981 en que transfiere el poder a una Junta Militar. Su golpe fue orquestado para evitar que el ex presidente boliviano Hernán Siles Suazo tome posesión tras vencer en las elecciones presidenciales de 1980. El corto reinado de García Meza fue sangriento en compañía de su poderoso Ministro del Interior, Arce Gómez, por la represión a políticos y grupos de izquierda. García Meza fue sentenciado por varios delitos en 1993 a 30 años de prisión, se fugó al Brasil y  extraditado en 1995. murió recientemente (abril del 2018) en prisión por fallo respiratorio. En una histórica sentencia pronunciada el 17 de enero del 2017 un Tribunal de Roma condenó a cadena perpetua a Luis García Meza y Luis Arce Gómez (y otros), por crímenes de lesa humanidad, asesinato de una veintena de italo-latinoamericanos durante el Plan Cóndor (represión entre las décadas de 1970 y 1980), aunque éstos ya estaban purgando prisión en Bolivia.

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Michael Levine fue agente encubierto de la Administración para el Control de Drogas de EEUU (DEA) en Argentina durante algo más de tres años, entre 1978 y 1982. Desde ese puesto logró engañar a narcos bolivianos como Roberto Suárez, los esposos Atalá, Alfredo «Cutuchi» Gutiérrez, Marcelo Ibáñez y la familia Gasser –todos ellos cruceños–, al involucrarlos en la venta de más de 1.000 kilos de sulfato base de cocaína a cambio de nueve millones de dólares. El 24 de mayo de 1980, un viejo Convair cargado con la droga partió desde una pista escondida en la selva beniana rumbo a Florida. Al mismo tiempo, dos bolivianos eran arrestados en el interior del Kendall Bank de Miami después de recibir el pago por «coronar» la operación.

Mike, como le dicen todos al neoyorquino, creyó que su temerario operativo representaba el golpe al narcotráfico más grande en la historia. Al fin había logrado incriminar a los peces gordos bolivianos. Estaba muy equivocado. Su gobierno tapó el caso y liberó a los detenidos. Los capos del narco en Bolivia estaban muy lejos de perder su influencia en las agencias especiales estadounidenses.

A pesar de que Levine fue uno de los agentes encubiertos más importantes de las décadas pasadas y está en la «lista negra» de colombianos y mexicanos a los que ayudó a arrestar, conseguir su número de celular no es difícil. Además, él mismo responde el teléfono señalando su nombre: «Hi, this is Michael Levine…».


Michael Levine junto al avión incautado en Miami en mayo de 1980 con el mayor cargamento de cocaína en la historia de Estados Unidos hasta ese año. 500 kilos de cocaína (valorados en 100 millones de dólares), un par de meses después un golpe de estado llevaría al poder al General García Meza. 

Me sorprendo por la naturalidad con que me responde. Yo había imaginado que me tocaría sortear uno o dos filtros entre secretarias y subalternos antes de conversar directamente con él. Me presento como un periodista boliviano y él se entusiasma de inmediato con la idea que le propongo. Comienza a hablarme en español con naturalidad. En su acento ya no queda nada de sus años como agregado de la DEA en Buenos Aires, más bien percibo un tono bastante centroamericano en sus palabras.

Le explico que tengo la hipótesis de que la conexión entre Barbie, Escobar y los capos del cartel de Medellín es más fuerte de lo que se cree hasta ahora, y él me responde que todo se explica en la estructura que se monta alrededor del «golpe de la cocaína», en cuyo armado la CIA tiene un rol fundamental:

Mientras vivía en Buenos Aires me hacía pasar por un mafioso siciliano y así me encontré con la gente de Roberto Suárez y aprendí que más de 90% de la pasta base boliviana era vendida a los colombianos, para convertirla en cocaína. La CIA –continúa Levine– en ese momento [1980] no tenía idea de lo que estaba haciendo la DEA, ni le importaba. A su juicio, los agentes de la DEA éramos aficionados incompetentes. Ellos, mientras tanto, estaban fomentando el derrocamiento del gobierno de Lidia Gueiler. Su principal activo para el control de los militares bolivianos en ese momento era Klaus Barbie. Fue uno de los varios activos ex-nazis que tenían trabajando en América del Sur en ese momento.

Gueiler fue depuesta el 17 de julio de 1980, seis meses y 10 días después de que Escobar se conociera con el Carnicero de Lyon en esa parrillada en la que el Rey de la Cocaína comprometió cinco millones de dólares para financiar el cuartelazo. 

Concluye Levine:

"El resultado fue que, mientras la CIA estaba tratando de derrocar a Gueiler, yo estaba trabajando estrechamente con ese gobierno para destruir la organización de Suárez, que irónicamente era protegida por la misma CIA. Así que cuando Suárez nos hizo llegar el cargamento de cocaína más grande en la historia de EEUU (en aquel momento) y arrestamos a José Roberto Gasser y Alfredo Gutiérrez en Miami con nueve millones de dólares en efectivo en un banco de Miami, la CIA fue tomada por sorpresa".

Michael Levine y la portada de algunas de sus investigaciones denunciando las clandestinas acciones de la CIA contra la lucha al narcotráfico. Levine declaraba que sin el apoyo de la CIA a criminales de guerra nazis y narcotraficantes, nunca hubiera existido 'La Corporación' de Roberto Suárez en Bolivia y los Carteles de Sudamérica que terminaron en una epidemia de crack y cocaína en EEUU.

Sin embargo, Mike también fue tomado por sorpresa en aquel entonces. El no sospechaba que la conexión boliviano-colombiana de la droga tenía cobertura especial de parte de la agencia de inteligencia más importante de su país y jamás imaginó el poder que tenían dentro del gobierno de García Meza los peces gordos que él había incriminado. En 1994, años después de descubrirlo y ser retirado de su puesto en Buenos Aires, Michael publicó el best seller: "The Big White Lie: The Deep Cover Operation that Exposed the CIA Sabotage of the Drug War" 4 que en América del Sur fue editado en español con el título: "La guerra falsa. Fraude mortífero de la CIA en la guerra a las drogas". 5.

Su siguiente acto [de la CIA] iba a comenzar con el «golpe de la cocaína» de 1980 –prosigue Levine en la entrevista–. Además, como he escrito en el libro, Klaus Barbie fue clave en esa sangrienta acción como el brazo derecho de la CIA. Fue el nacimiento de la organización que llegó a ser conocida como «La Corporación», que yo tengo entendido sigue funcionando ahora mismo, que yo llamé «La General Motors de la cocaína». Esta, en mi opinión, es la verdadera historia de lo que ocurrió en Bolivia durante este tiempo, como lo vi y viví. 

Es la historia triste y real de una verdadera asociación entre el gobierno, los narcotraficantes, criminales de guerra nazis y la CIA, agencia cuya historia ha demostrado que es un organismo compuesto por incompetentes criminales.

Pasaron más de 35 años desde esa tarde en la que Levine celebró por el despegue del Convair desde una pista beniana creyendo que acababa de «coronar» el mayor golpe en la guerra contra las drogas en la historia y, ahora, desde su oficina de investigador privado en Nueva York, no se cansa de acusar a la CIA por voltear su operativo.


El presidente boliviano Evo Morales, foto del 3 de marzo de 2011, exhibe un ejemplar  del libro del ex agente del DEA, Michael Levine, “The big white lie” (La guerra falsa, versión en castellano). Levine denunció que son las propias organizaciones gubernamentales estadounidenses quienes sabotean la lucha contra el narcotráfico. En un discurso del 1 noviembre 2008 el presidente Morales anunció la decisión de expulsar al DEA de Bolivia, acusándolo de auspiciar un "golpe de estado civil" de la derecha boliviana en septiembre (2008), acto que causó la muerte de 19 personas. Michael Levine no es cualquier agente, es de los más condecorados en la historia de Estados Unidos, trabajó como agente encubierto del DEA durante 25 años en diversos países del mundo.

Su libro fue lectura obligada en círculos políticos de izquierda bolivianos durante décadas y seguro está en varias de las bibliotecas domésticas de actuales ministros y parlamentarios del partido de Evo Morales. Solo así se explica que, el 3 de marzo de 2011, Morales mostrara un ejemplar de La guerra falsa en un acto público para ratificar la decisión que tomó en 2008 de expulsar a la DEA de Bolivia. Aquel episodio no le gustó nada a Mike…

En 1995 yo conocí personalmente a Evo Morales. Le expliqué lo que yo puse en el libro. La DEA trabajaba con Lidia Gueiler para neutralizar a la mafia cruceña. Fue la CIA la que traicionó a los bolivianos. Por eso yo no me puedo explicar por qué Evo Morales expulsó a la DEA y no a la CIA. Es incomprensible para mí. Sin la protección y apoyo de la CIA a criminales de guerra nazis y narcotraficantes, nunca hubiera existido 'La Corporación' en Sudamérica y la resultante epidemia de crack y cocaína en EEUU.

El ex-agente encubierto conoció y fue parte activa de los procesos contra varios de los más famosos narcotraficantes colombianos, sobre los que ahora se escriben libros y se producen telenovelas y películas. Hoy no tiene dudas de que los peces gordos bolivianos a los que había implicado en 1980 eran mucho más poderosos y valiosos dentro del mercado mundial de las drogas.

Bolivia era responsable de la producción de 90% de la cocaína en el mundo. Pablo Escobar era uno de los traficantes de cocaína más importantes a los que Sonia Atalá vende cocaína. Él solía llamar a Sonia «la reina con la corona de nieve». Ella era mucho, mucho más importante en la historia de la cocaína en América del Sur que él. Escobar fue una creación del American Media (los medios estadounidenses).

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   Roberto Suárez Gómez


A pesar de las apreciaciones de Levine, es evidente que en Colombia muy pocos conocen de Barbie y prácticamente nadie escuchó hablar de Atalá o Suárez. En cambio, de Escobar y del «Mexicano» Rodríguez Gacha no se olvida nadie. Pasarán varias generaciones antes de que los colombianos olviden a los responsables de los coches bomba, el estallido de un avión en pleno vuelo, los bombazos en centros policiales o el asesinato de directores de periódicos, ministros y candidatos a la Presidencia.

De paso por Bogotá, donde asisto a un congreso sobre políticas públicas de drogas, me dicen que no vale la pena que me aventure hasta Medellín en busca de nuevas pistas. Allá todo el mundo tiene historias de todos los colores que supuestamente involucran a Diego Maradona, Chespirito, el Puma Rodríguez y hasta a los Rolling Stones, pero nunca se escuchó hablar de los peces gordos bolivianos o del Carnicero de Lyon. Además, en la capital de Antioquia casi todos los testigos cercanos al Cartel de Medellín cobran por contar cualquier tipo de detalle relacionado con la vida, obra y milagros del Patrón.

Comencé a buscar en librerías alguna publicación con nuevas pistas, pero los resultados no fueron muy alentadores. La mayoría de los libros están plastificados y no puedo hojearlos para ver su contenido. Además son carísimos. Me llevo un par que terminan siendo una gran decepción

La suerte asoma recién en mi último día en la capital colombiana. Descubrí una feria apenas a cinco cuadras del Palacio de Nariño donde había una abrumadora colección de textos con crónicas e investigaciones periodísticas sobre el narcotráfico, las guerrillas y el paramilitarismo. Cuando las vendedoras advirtieron que me interesaban las obras relacionadas con Escobar y el narcotráfico, hicieron aparecer otro fardo con más títulos sobre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), las Autodefensas, la historia del secuestro de Ingrid Betancourt y novelas relacionadas con el mundo de las drogas. "A usté le gustan los libros sobre bandidos", me dice riendo una de ellas mientras me alcanza un ejemplar original del histórico "Los Jinetes de la Cocaína" 6, de Fabio Castillo, que hace más de una década es imposible de encontrar en cualquier librería del mundo. 

El vínculo del Patrón con Bolivia se inicia en su primera detención como traficante.
El capo del cartel de Medellín afirmaba que la graduación de un bandido profesional era pasar unos meses en la cárcel, y a él le tocó titularse en 1976. John Jairo Velásquez, alias Popeye, el último jefe de sicarios vivo de Escobar, contó al periodista Mauricio Aranguren que su patrón narró este episodio fundacional con estas palabras:

Mis únicos antecedentes penales hasta hoy vienen de esa captura. El 16 de junio de 1976 venía de Pasto con mi primo Gustavo Gaviria. Traíamos 39 libras de pasta de coca dentro de la llanta de repuesto de un camión. El informe policial decía que era cocaína, pero en realidad era solo la base, pasta, que traíamos para procesarla en un laboratorio creado por nosotros en Envigado. En esa época no había una sola mata de coca sembrada en Colombia, la materia prima tocaba traerla de Perú y Bolivia. Los detectives del DAS [Departamento Administrativo de Seguridad] nos cayeron al lugar y no hubo tiempo de escaparnos, nunca supe cómo se enteraron, el hecho es que nos pescaron con la mercancía en la mano. Tratamos de sobornarlos, pero los muy honestos no quisieron plata. Nos llevaron a la cárcel de Pasto, la frontera con Ecuador, porque el camión tenía placas de allí. Recuerdo que a la hora de la reseña policial sonreí. Es una de las fotos que más quiero. ¿Sabes por qué? Todo bandido tiene que pasar un tiempo en prisión para tener la escuela completa. Podríamos decir que esa foto es la de mi graduación.




Aquella detención de 1976 fue recreada en la telenovela "El patrón del mal"; sin embargo, los peces gordos bolivianos, la mafia cruceña y Barbie no tienen una sola mención en los 127 capítulos de la exitosa producción de Caracol TV. La serie está inspirada en el libro "La parábola de Pablo" 7, del periodista y ex-alcalde de Medellín, Alonso Salazar Jaramillo, y allí sí aparece una referencia a la alianza de Escobar con el Carnicero de Lyon. Una escena tan descabellada que, sin el contexto necesario, parecería el cruce de dos grupos de viajeros del tiempo que se encuentran extraviados en la mitad de una jungla:

[Pablo] Decidió trabajar sin intermediarios y conquistar con colombianos la ruta del sur. (…) En la medida en que sus hombres viajaban se relacionaban con gendarmes, dictadores y gobernantes, y con viejas y nuevas mafias. En Bolivia se contactaron con militares y fugitivos nazis –como el Carnicero de Lyon, Klaus Barbie–, quienes manejaban el comercio de la base de coca en las selvas. Hombres de Pablo vieron allí cómo los seguidores de Hitler, 40 años después de la guerra mundial, en plena selva, seguían vistiendo sus uniformes y desfilando en honor del gran Führer.

Lo que sucede después de la detención del Patrón en 1976 también está relacionado con Bolivia y los peces gordos. La conexión es relatada por Luis Cañón en su libro "El Patrón. Vida y muerte de Pablo Escobar" 8


Luego de salir de la prisión, en 1976, Escobar viajó a Bolivia y se entrevistó con otro hombre que también se dedicaba a sentar las bases de su futuro imperio. Se trataba de Roberto Suárez, terrateniente y ganadero que ejercía un poder paralelo en toda la zona de la Sierra Baja. Los dos hombres acordaron unas condiciones de negociación y unas cantidades fijas. Brindaron por la prosperidad permanente de su relación y del negocio.

En los primeros años de la década de 1980, los responsables de controlar la seguridad de todas las operaciones que se realizaban en las pistas de Santa Cruz y Beni eran «Los Novios de la Muerte», contratados por el Rey. Barbie, como detallaremos más adelante, ya era el asesor de inteligencia, emisario ante el gobierno boliviano y proveedor de contactos de la «General Motors de la cocaína».

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La organización paramilitar "Los Novios de la Muerte" trabajaba para Roberto Suárez Gómez en la protección de los cargamentos de la droga y evitaban que los colombianos se vayan sin pagar el producto. También eran conocidos por la población como las "Águilas Negras". Hay que resaltar el origen étnico de esta organización, casi en su totalidad eran europeos de los países del eje que emigraron tras la segunda guerra mundial o descendientes de europeos, en todo caso representaban la ultraderecha internacional. Como bien titula un excelente artículo: "Criminales de guerra nazis, mercenarios provenientes de África, neofacistas italianos: Los Novios de la Muerte en Bolivia". 

El Bavaria era un restaurante y bar de dos ambientes ubicado en el centro de Santa Cruz de la Sierra. El primer ambiente no tenía ningún elemento llamativo más allá de algunas insignias y banderas alemanas; sin embargo, el segundo cuarto tenía una estatua de Hitler y una colección completa de emblemas nazis. Al menos así lo recuerda el general retirado Gary Prado, quien me contó en una entrevista telefónica que en 1981 lo intervino para desarticular a «Los Novios de la Muerte» por orden presidencial de García Meza. Menos de un año después de instalarse en el Palacio de Gobierno de La Paz, el régimen necesitaba lavarse la cara frente a EEUU. En todo el mundo se hablaba de la «narcodictadura boliviana», y el dictador no tuvo más opción que avanzar contra la maquinaria de la droga asentada en Santa Cruz para ganar oxígeno.

Cuando García Meza me manda a Santa Cruz como comandante de la VIII División del Ejército [1981] se produce un shock en el resto de los militares cercanos a él. Ellos manejaban esa división desde La Paz –dice el militar que también participó en la campaña contra el Che Guevara de 1967–. Yo le dije al general que iría a Santa Cruz a poner orden. Yo ya conocía que el grupo de los alemanes trabajaba con los militares en las tareas de represión y también trabajaba protegiendo a los narcotraficantes. Incluso había grupos civiles armados que patrullaban en la ciudad. Toda la ciudad estaba atemorizada. Fuimos al Bavaria –prosigue Prado–, que era el cuartel general de los nazis. Los capturamos a todos y los puse en la frontera. Los saqué a Brasil inmediatamente y eso causó un alboroto tremendo en Santa Cruz. Así empecé a poner orden. Tardé un mes en desarmar estos grupos. Sabíamos que tenían banderas nazis y una estatua de Hitler y que allí se hacían rituales. Sacamos todos esos símbolos. Cuando ingresamos ellos pensaron que veníamos a impartirles órdenes porque vieron que éramos militares.

La contraparte boliviana de los libros colombianos fue más difícil de conseguir, pero al fin hallo un indicio a través de esta conversación con el general Prado. El militar retirado me contó que se producía tanta pasta base en Bolivia que en cierto momento las arcas del Banco Central se llenaron por las incautaciones. Así fue como el gobierno tuvo que almacenar el resto de la droga en los cuarteles. «Toda la producción se iba en avionetas desde todas partes para los colombianos. Acá no había laboratorios de cristalización», asegura.

Fue Prado quien expulsó de Bolivia al famoso neonazi Joachim Fiebelkorn, un alemán desertor de su ejército, aficionado a coleccionar uniformes y artículos de las tropas de asalto de Hitler. Él era jefe del grupo de mercenarios que Barbie puso a disposición de Roberto Suárez y que vieron sorprendidos los hombres de Escobar en medio de la selva. 

Una vieja publicación de 1980 del instituto londinese Latin American Bureau, titulada "Narcotráfico y política. Militarismo y mafia en Bolívia" 9, permite completar la fotografía de la relación entre paramilitares colombianos y bolivianos. Allí se puede leer el relato de uno de los paramilitares que formaban parte de la mafia cruceña. El libro identifica al autor del testimonio como un mercenario alemán "ex-boxeador de peso mediano" quien reconoce a Barbie como uno de los que daban instrucciones al grupo. 

Suárez tenía 28 pequeños aviones con un águila negra sobre el fuselaje. Dos de nosotros acompañábamos al piloto: se aterrizaba en el territorio boscoso del Beni, cerca de la frontera brasileña, y se esperaba a los intermediarios colombianos. Los capos de la mafia boliviana se habían comprado amplios territorios en el Beni para ocultar sus negocios. Había una pequeña pista en medio de los árboles donde aterrizaban los aviones. Antes de nuestra intervención, sucedía con mucha frecuencia que los colombianos pagaran con paquetes ya preparados que contenían pocos dólares y mucho papel y escapaban lo más pronto posible mientras disparaban ráfagas de ametralladora. Pero Fiebelkorn hizo instalar dos puestos de bazooka en torno a la pista. Desde aquel día, los colombianos empezaron a pagar regularmente. Tenían miedo y rabia de nosotros, los alemanes.

Era lindo –prosigue el relato anónimo– hacer el viaje de regreso a Santa Cruz con el avión cargado de «verdes». Una vez tuve en mis manos cuatro millones de dólares. Suárez no nos hacía faltar nada y nos pagaba 5.000 dólares al mes, una gran suma para Bolivia. No sabíamos dónde gastarlos, porque en el Bavaria todo era gratis para nosotros. Había cinco chicas alemanas, más Gerlinde, la preferida de Joachim [Fiebelkorn]. Con las hermanas Marianna y Mara, dos ex-cabaretistas del Treff, en el Taunus Feldberg de Fráncfort, Gerlinde había protagonizado breves films pornográficos. Los proyectábamos para los coroneles bolivianos y ellos perdían la cabeza.


Un día vino a visitarnos Klaus Altmann [Barbie], entonces consejero de Seguridad del Ministerio del Interior boliviano. Nos dijo: "Llegó el momento. Es necesario hacer saltar este gobierno antes de que Bolívia se transforme en una gran Cuba". Así fue el «golpe de la cocaína».

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    Roberto Suárez Gómez

«Durante el año 1981, Barbie acompañó a mi marido en varios viajes que realizó a Medellín, Colombia, como su asesor en inteligencia. El 5 de enero del año 1982, Roberto se reunió en Panamá con Manuel Antonio Noriega y Pablo Escobar. Esa reunión con el general panameño fue concertada por Barbie, quien también estuvo presente», me responde con mucha precisión Ayda Levy.

Queda claro que el Carnicero no solo proveía seguridad para las operaciones de 'La Corporación' gracias a su influencia en las dictaduras bolivianas. También aprovechaba sus contactos para asegurar la expansión del negocio.

Los nexos de Barbie con la incipiente agencia de inteligencia estadounidense [CIA] se dan en un principio por la mediación de la red de extracción que había facilitado el Vaticano, después de la Segunda Guerra Mundial, principalmente para científicos y disidentes nazis. La antigua relación de Barbie con el Vaticano sirvió para que Roberto [Suárez] y Escobar iniciaran relaciones comerciales con Roberto Calvi, quien era presidente del Banco Ambrosiano –añade Levy–. Así fue como la cocaína de la «General Motors» inundó Europa, con la venia y participación de la Santa Sede en Roma.

Sin embargo, Klaus no llegó a ver los frutos de su última gestión a favor del Cartel de Medellín. Como revelación final, la ex-compañera del Rey de la Cocaína recuerda el último encuentro entre el Patrón y el Carnicero.

La última vez que Barbie tuvo contacto con Pablo Escobar y Gonzalo Rodríguez Gacha fue en nuestra hacienda San Vicente, el día del cumpleaños de mi hijo Roby, el 26 de diciembre de 1982. Los anteriores meses Barbie había contactado a Roberto y Escobar con Oliver North, pero no pudo participar del acuerdo final al que llegaron con el militar norteamericano en Panamá por su arresto en La Paz a inicios del año 1983.

Una reducción presupuestaria dictaminada en Washington había puesto en emergencia a los servicios especiales estadounidenses, que no tuvieron más opción que llegar a varios acuerdos con productores de cocaína, marihuana y crack en todo el mundo, además de vender armas en secreto, para financiar la guerra contra los revolucionarios en Nicaragua. El escándalo estalló en 1985 y fue bautizado como el caso Irán-Contras. Para ese entonces, sin embargo, Barbie ya estaba en una prisión en Francia.

Unos meses antes de ser extraditado, el Carnicero embarcó a sus socios de 'La Corporación' en aquel negocio propiciado por North (quien sería dado de baja de los Marines por la operación). Fue la última jugada del ex-comandante de la Gestapo en los albores de la democracia boliviana. Desprovisto del poder que le otorgaban las dictaduras y abatido por la muerte de su hijo y esposa en el mismo año, fue sorprendido por el gobierno izquierdista de la Unidad Democrática y Popular de Bolivia y, al fin, deportado a Francia. Lo último que le dejó al continente americano fue un millonario pacto que exhibió cuán flexible fue la moral de EEUU en el afán de derrotar a la naciente revolución sandinista. 

En 1984, con el acuerdo en marcha, en una habitación en Medellín, Escobar le dijo a su amante Virginia Vallejo que «con tal de matar comunistas, ¡Oliver North pactó hasta con el diablo!». Y el Patrón no se equivocaba, aunque Barbie ya estaba preso para entonces. La ex-presentadora de televisión y pareja eventual del colombiano lo contó en esas palabras en su libro "Amando a Pablo, odiando a Escobar". 10

Le pregunto a Manuel Cárdenas Mallo, quien fue ministro del Interior del primer gobierno democrático de Bolivia después de que se retiraron los militares (octubre de 1982), cómo les devolvieron el país. «Nos dejaron todo el problema. Ellos se dedicaron más a la lucha contra la izquierda y a perseguir a los comunistas. Era lo único que les importaba y por eso permitieron de todo y abandonaron el control de lo demás», me responde todavía indignado en referencia al negocio de la cocaínaLa democracia de Bolivia nació con el aparato del narcotráfico totalmente instalado y en marcha a todo vapor.

En 1983 todavía restaban 10 años para que el Patrón fuera abatido a balazos y ocho para que la leucemia acabara con el Carnicero de Lyon, pero sus caminos ya estaban separados. A Escobar le faltaba aterrorizar a todo un país antes de dejarse derrotar y liquidar el 3 de diciembre de 1993.

Dos años antes de aquello, la muerte alcanzó a un Barbie solo y débil, en una celda con la luz apagada y sin la mínima esperanza de volver a caminar impune por los pasillos del poder en La Paz o tomarse un expreso en el Café Continental de Cochabamba.

El legado de ambos se escribe por separado, mientras los que conocen la conexión de a poco arriaron las banderas. Los militares se alejaron del poder en Bolivia y el agente encubierto de la DEA inició una cruzada para denunciar la traición y patraña de la CIA en la lucha contra las drogas. Los paramilitares colombianos permanecen en la selva, en la cárcel o en la fosa, mientras que los mercenarios bolivianos fueron enjuiciados y tuvieron que buscar nuevas formas de ganarse la vida. El Cartel de Medellín perdió la guerra, pero el narcotráfico es un poder cada vez más incontrolable en América Latina. La conexión boliviano-colombiana fue reemplazada por México y Brasil. El hombre del bigote blanco lee sobre la guerrilla de Teoponte y así revive sus viejos combates. Reniega de la historia como se la cuenta ahora, pero tampoco piensa mover un dedo para cambiarla por su versión. Prefiere dedicarse a sus nietos.

35 años transcurrieron desde aquella fiesta en la residencia de Equipetrol. No es poca cosa. El tiempo no dejó de pasar para ninguno, pero la memoria de todos conserva frescas las imágenes de esos años de guerra, mafias y fiestas de lujo. Como esa parrillada de enero de 1980 en la que el Patrón y el Carnicero de Lyon brindaron con Dom Pérignon junto a los capos del Cartel de Medellín y los peces gordos bolivianos, mezclados entre militares y mercenarios neonazis.


NOTAS

1. Debate, Barcelona, 2012.

2. US Department of Justice, Criminal Division: «Klaus Barbie and the United States Government: Exhibits to the Report to the Attorney General of the United States», agosto de 1983, disponible en .
3. Kipus, Cochabamba, 2006.
4. Reed Business Information, Nueva York, 1994.
5. M. Levine y Laura Kavanau-Levine: La guerra falsa. Fraude mortífero de la cia en la guerra a las drogas, Acción Andina / Cedib, Cochabamba, 2001.
6. Documentos Periodísticos, Bogotá, 1987.
7. A. Salazar Jaramillo: La parábola de Pablo. Auge y caída de un gran capo del narcotráfico, Planeta, Bogotá, 2001.
8. Planeta, Bogotá, 1994.
9. Disponible en .
10. Grijalbo, México, 2007.
Este artículo es copia fiel del publicado en la revista Nueva Sociedad 257, Mayo - Junio 2015, ISSN: 0251-3552

CONSULTAS DE REFERENCIA del editor del blog


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Criminales de guerra nazis, mercenarios provenientes de África, neofacistas italianos: Los Novios de la Muerte en Bolivia
Según documentos desclasificados, la CIA financiaba el narcotráfico mundial
LIBRO: American Made: Who Killed Barry Seal? Pablo Escobar or George HW Bush.-  Shaun Attwood. Publisher: Gadfly Press. ISBN: 978-0-9930215-3-4 Published: September 14, 2016

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