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07 noviembre 2024

El transhumanismo y la filosofía de las élites

 



Introducción por el editor del blog

Recuerde que la serie de artículos referentes al mundo distópico de Aldous Huxley son, de cierta forma, una preparación mental a los postulados del transhumanismo del siglo XXI que, por supuesto, tuvo su origen en la anterior centuria (ver enlace al final).

Existen muchos estudios críticos sobre el TRANSHUMANISMO que pueden citarse como referencias. Pensé en hacer un artículo sobre el tema; sin embargo, una ponencia destaca -en mi percepción- como suficientemente esclarecedora, siendo la mejor opción transcribirla, con ciertos comentarios y notas aclaratorias como prólogo. 

Como cualquier postulado que se plantea en aras del "bienestar" de la vida humana tenemos dos o más caras de la misma moneda. El transhumanismo viene imponiéndose disimuladamente en todas las esferas de la sociedad occidental (por el momento) mediante la propaganda masiva en los medios de "información" (¿o serán de desinformación?) y, por sentado, tiene sus partidarios en la sociedad.  

¿Qué plantea el transhumanismo?

Las elites que desarrollan el futuro mediante el transhumanismo creen y quieren la evolución de la especie humana haciendo uso de todos los medios tecnológicos existentes y los que están en fase de desarrollo. Sin embargo, sigue siendo una corriente de pensamiento elitista, nunca se ha planteado a los miles de millones de seres humanos el derecho a pronunciarse. "El transhumanismo es el intento de transformar sustancialmente a los seres humanos mediante la aplicación directa de la tecnología", señala Antonio Diéguez en su libro "Transhumanismo".

Lo que nos dibuja la propaganda de las gigantescas corporaciones (desde donde se propaga) a través de las cadenas de información (¿o desinformación?) y de la clase política asociada es el clásico spot comercial, con velados mensajes. Quieren convencernos (evitando una dura oposición) que "el transhumanismo es una fascinante corriente del pensamiento que busca la mejora y trascendencia de las capacidades humanas a través de la tecnología y la ciencia", desafiando la visión que la humanidad tiene acerca del futuro. Es "una invitación a cuestionar las concepciones tradicionales sobre la naturaleza humana y lleva a explorar nuevas posibilidades para mejorar las capacidades físicas, mentales y emocionales".

El catedrático transhumanista, Antonio Diéguez, señala que "Gracias a la biología sintética, en suma, no solo se espera la creación de nuevos organismos o de organismos rediseñados que utilizaremos para la mejor satisfacción de necesidades básicas, como la obtención de alimento y de energía, sino lo que el transhumanismo más anhela: la manipulación de nuestro acervo genético para eliminar enfermedades y deficiencias, pero sobre todo para mejorar las cualidades que han caracterizado a nuestra especie para añadir otras nuevas que puedan ser deseadas. La medicina de mejoramiento, y especialmente la mejora genética, promete ser en el futuro la forma central de la medicina". ¿Eugenesia?...

Como planteaba Huxley en la novela (ficción) "Un mundo feliz", en el futuro los humanos superarán las limitaciones biológicas alcanzando el estado de "bienestar" y "evolución". Y, ¿cuál es ese prodigioso método en busca de la "perfección"? El uso ético y responsable de la tecnología en el que la humanidad y las máquinas se fusionarán de manera inverosímil. Es cierto que las leyes del cosmos señalan la inevitabilidad del fin de nuestro planeta en cientos o miles de años (nadie puede saberlo en la actualidad) y, que uno de los fines del transhumanismo es perpetuar la especie humana o los rezagos que quede de ella cuando llegue el momento de perderse en los confines del universo en búsqueda de un nuevo "hogar".

Pero, en nuestra línea de tiempo, futurista solamente a unas cuantas generaciones, los propagandistas del transhumanismo jamás mencionarán que son esas mismas corporaciones que hoy dominan la economía global, que imponen un orden mundial basado en reglas (las suyas), que fomentan las guerras y la industria armamentística, que piensan que su desarrollo y bienestar se consigue subyugando y destruyendo naciones contrarias a sus postulados, etc., son las mismas que impulsan e invierten en el futurista transhumanismo. 

Siempre he pensado que la verdadera inmortalidad es nuestra herencia genética, heredada de nuestros padres retrocediendo a la más remota medianoche de los tiempos. Más, la propaganda consumista del transhumanismo, muy bonita, despierta pasiones en mentes débiles, hasta es deseada! Nos inundan con algunas célebres frases, por ejemplo, Marvin Minsky decía: "Algún día seremos capaces de alcanzar la inmortalidad. Haremos copias de nuestros cerebros. Puede que los creemos en un laboratorio o que, simplemente, descarguemos su contenido en un ordenador. ¿Heredarán los robots la Tierra? Sí, pero serán nuestros hijos".

O quizás frases "filosóficas" como: "Si pudiéramos transformarnos en algo mejor que los humanos, ¿por qué iba a ser bueno permanecer siendo humanos?" (Antonio Diéguez); o esta de Mark O’Connell: "No hay nada más humano que el deseo de no ser humano".

Bien, pasemos al contraataque. Silvia Guerini en "Del cuerpo 'neutro' al cyborg posthumano: una crítica a la ideología de género" (2023) expresa que: "Se está llevando a cabo una demolición total de las formas anteriores de existencia: cómo se llega al mundo, el sexo biológico, la educación, las relaciones, la familia, incluso la dieta que está a punto de convertirse en sintética". 

En "Ganancias repugnantes: los alimentos envenenados y la riqueza tóxica del sistema alimentario mundial" (Sickening Profits: The Global Food System’s Poisoned Food and Toxic Wealth), un libro electrónico de Global Research, escrito por Colin Todhunter, se establece que, entre otras corporaciones, la Fundación Bill y Melinda Gates, instituciones financieras como BlackRock y Vanguard, se han unido a tradicionales empresas agroindustriales como: Corteva, Bayer, Cargill y Syngenta, acelerando el control (un cambio) y consolidación de toda la cadena agroalimentaria mundial, tecnología agrícola basada en semillas genéticamente modificadas, productos creados en laboratorio semejantes a los alimentos, agricultura de "precisión", agricultura sin agricultores, dirigida desde monopolios de comercio electrónico mediante sistemas y algoritmos de inteligencia artificial. Para su respaldo, gigantes conglomerados como: Amazon, Microsoft, Facebook, Google, se unen a ese intento por imponer un modelo de alimentación y agricultura global. Estas y otras entidades buscan que las mega corporaciones agroalimentarias a través de la compra de grandes extensiones de tierras agrícolas, impulsen alimentos biosintéticos (falsos) y tecnologías de ingeniería genética; en general, facilitarán y financiarán el plan, señala Colin Todhunter (que también escribió recientemente el artículo: "Del agrarismo al transhumanismo: la larga marcha hacia la distopía", octubre 2024)

Nada de esto sucederá de la noche a la mañana, aquellos que están promoviendo este nuevo mundo feliz pasarán las próximas décadas tratando de imponer su visión. Pero, como decía Erich Fromm: "El peligro del pasado era que los hombres fueran esclavos. Pero el peligro del futuro es que los hombres se conviertan en robots".


Ilustración de una visionada fusión de elementos orgánicos y mecánicos en un humano, una de las metas del transhumanismo.

¿Cuál es el supuesto objetivo del transhumanismo?

Lo podemos intuir en las líneas anteriores. No obstante, "los intereses multimillonarios detrás de esto intentan presentar su tecno-solucionismo como una especie de esfuerzo humanitario: salvar el planeta con "soluciones amigables con el clima", "ayudar a los agricultores" o "alimentar al mundo". Pero de lo que realmente se trata es de reempaquetar y maquillar de verde las estrategias desposesivas del imperialismo. Las élites, a través de su complejo militar-digital-financiero (Pentágono/Silicon Valley/Grandes Finanzas) quieren usar sus tecnologías para remodelar el mundo y redefinir lo que significa ser humano. Consideran a los seres humanos, sus culturas y sus prácticas, como la naturaleza misma, como un problema y deficientes... Las culturas deben ser erradicadas, la humanidad debe estar completamente urbanizada, subordinada y desconectada del mundo natural". Lo que significa ser humano será transformado radicalmente. Será solo una anécdota decadente el recordar la relación del humano con la agricultura y la alimentación, su conexión con la tierra, la naturaleza y la comunidad que definieron por milenios lo que significa ser humano, razona Todhunter. "En la distopía fría, centralizada y tecnocrática que se planea, la conexión espiritual de la humanidad con el campo, la alimentación y la producción agraria va a ser arrojada al basurero de la historia".

Silvia Guerini señala que el pasado es algo que debe borrarse "para la transición hacia una nueva humanidad desarraigada, sin pasado, sin memoria... una nueva humanidad deshumanizada en su esencia, totalmente en manos de los manipuladores de la realidad y de la verdad". Esa es parte de una agenda más amplia del transhumanismo que también implica un mundo sin madres, tal como leímos en "Un mundo feliz" de Huxley. 


"La biotecnología, la eugenesia y la ingeniería genética, los cultivos transgénicos, los impulsores genéticos y la edición genética son ahora una realidad, pero el objetivo final es unir la inteligencia artificial, la bionanotecnología y la ingeniería genética para producir el transhumano de un solo mundo".


En el informe "Future of Food", Sainsburys, gigante supermercado inglés, celebra un futuro de microchips y cordones neuronales que tengan "el potencial de ver todos nuestros datos genéticos, de salud, registrados, almacenados y analizados por algoritmos que podrían determinar exactamente qué alimentos -entregados por drones- necesitaremos para mantenernos. Todo esto se vende como 'optimización personal'.

¿Cómo oponerse a estas políticas "humanitarias"?

Silvia Guerini es contundente en expresar que intereses poderosos utilizan demagógicamente el arco iris, la izquierda transgénica y las organizaciones LGBTQ+ para promover esa agenda de identidad sintética y nuevos derechos. Todo esto va más lejos, se trata de un ataque a la vida, a la naturaleza, a "lo que nace, en contraposición a lo artificial" porque, de lo que se trata, es cortar todos los lazos con el mundo real y natural.

"Todavía hay tiempo para educar, organizarse, resistir y agitar contra esta arrogancia, sobre todo desafiando a los gigantes industriales de la alimentación y al sistema que los sustenta y abogando y creando movimientos alimentarios de base y economías locales que fortalezcan la soberanía alimentaria" (Colin Todhunter).

Profundicemos el tema con un ensayo que debe ser compartido, publicado en junio del 2023 por la website PANDA (Science Sense Society), desarrollado por la investigadora Danica Thiessen. La base de datos y bibliografía consultada por la autora es extensa y puede ser revisada en el original en inglés (enlace al final del reportaje). El siguiente artículo es un documento de trabajo abierto a consultas y correcciones (panda@pandata.org)

Tito Andino


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El transhumanismo y la filosofía de las élites

por Danica Thiessen


En 2004, cuando Foreign Policy le pidió al eminente erudito Francis Fukuyama que escribiera un artículo que respondiera a la pregunta "¿Cuál es la idea más peligrosa del mundo?", respondió con un artículo titulado "Transhumanismo".


Fukuyama argumentó que el proyecto transhumanista utilizará la biotecnología para modificar la vida hasta que los humanos pierdan algo de su "esencia" o naturaleza fundamental. Hacerlo alterará la base misma de la ley natural sobre la que, según él, se fundan nuestras democracias liberales. Para Fukuyama, estas pérdidas yacen sin reconocer bajo una montaña de promesas para un futuro tecnocientífico de superación personal imaginativa.

En la actualidad, la Cuarta Revolución Industrial, en la que el transhumanismo desempeña un papel rector central, está dando forma a las políticas de las empresas globales y a la gobernanza política. Las tecnologías convergentes de esta revolución son la nanotecnología, la biotecnología, la tecnología de la información, las ciencias cognitivas (NBIC) y la inteligencia artificial.

La clase política y la élite de las nuevas tecnologías nos dicen habitualmente que "ha llegado la era de la IA". Al mismo tiempo, los humanos modernos también se han vuelto cada vez más dependientes de las tecnologías avanzadas y los sistemas complejos que lo permiten. Estos cambios han presentado nuevos desafíos a viejas preguntas, a saber: ¿qué significa ser humano? ¿Y qué futuro queremos para nosotros mismos?

Desde la exageración de la superinteligencia hasta la nanobiología auto-ensamblada, el mundo puede parecer cada vez más de ciencia ficción. La sociedad tecnológica contemporánea es "cada vez más difícil de comprender", está llena de "disrupciones... que se mueven cada vez más rápido", y nos enfrenta a "situaciones que parecen escandalosamente más allá del alcance de nuestra comprensión".

Este artículo tiene como objetivo profundizar nuestro compromiso crítico con una ideología que está emergiendo en sectores influyentes de la sociedad. Con este objetivo en mente, expondré tres argumentos esenciales:


Izq. Pintura de Bertrand Lamouroux. Derecha: Transhumanismo cyberpunk del artista MasterOgon

1. El transhumanismo es un movimiento basado en un sistema de creencias tecnocientífico que se esfuerza por la mejora tecnológica de la biología y, en este sentido, promueve conscientemente la ingeniería biosocial.

2. Las tecnologías del transhumanismo tienen el potencial de aportar enormes beneficios financieros y políticos a las empresas y los gobiernos que no están incentivados para buscar o abordar sus peligros potenciales.

3. El descontento hacia el transhumanismo es diverso y proviene principalmente de la amenaza a los valores tradicionales, las formas de vida basadas en la naturaleza, la libertad, la igualdad y la pérdida de autonomía corporal ante la voluntad de quienes operan estos poderosos sistemas.


Gran parte de la erudición actual sobre el transhumanismo se centra en la contribución intelectual del movimiento, con un trabajo mínimo que evalúe los impactos sociopolíticos. Este descuido es preocupante ya que, dentro de la realidad del capitalismo global, el transhumanismo puede estar motivado principalmente por fuerzas económicas y políticas como por ideología. Además, tal vez solo una minoría de seres humanos pueda acceder a ciertas tecnologías NBIC o utilizarlas con fines de lucro. Por supuesto, las ramificaciones socioeconómicas pueden ser cultural y políticamente disruptivas de maneras imprevistas. Es esta relación exagerada -del transhumanismo, la economía global, la ciencia rentable, la naturaleza humana y los sistemas de creencias tradicionales- la que exige un examen crítico más profundo.


Schwab y otras élites comprenden las implicaciones sociales y políticas de su ideología tecnológica y las reglas de la economía de mercado en la que "el ganador se lo lleva todo" que seguirá consolidando las ganancias de las tecnologías disruptivas.




Transhumanismo: una breve historia

El transhumanismo es un movimiento predominantemente angloamericano que ha florecido desde la década de 1980 en "círculos estadounidenses de aficionados a la ciencia ficción" y con "expertos en informática y tecno-geeks". Hoy en día, el Silicon Valley de California, con su cultura de optimismo tecnológico y emprendimiento imaginativo, es el centro del pensamiento transhumanista y la innovación. Aunque los estudiosos han señalado que no existe una definición única de transhumanismo, la esencia de la ideología transhumanista es utilizar la ciencia y la tecnología para rediseñar y remodelar la condición humana alejándola de la aleatoriedad, la imperfección y la decadencia, acercándola al orden, la perfectibilidad y el control.

Esta ideología surgió a principios del siglo XX en Gran Bretaña. Existe una clara continuidad de ideas entre los actuales defensores del transhumanismo y los que escribían antes de la Segunda Guerra Mundial sobre el potencial de la ciencia para dar forma a la trayectoria de la naturaleza, al tiempo que fomenta la cooperación y la gobernanza internacionales. Entre ellos se encontraban científicos y pensadores británicos como Julian Huxley (al que se le atribuye el primer uso de la palabra transhumanismo en la década de 1950), su hermano Aldous y su abuelo Thomas Huxley, así como sus colegas J.B.S. Haldane, H.G. Wells, J.D. Bernal y Bertrand Russell.

Estos influyentes pensadores e internacionalistas escribieron y trabajaron en la promoción de perspectivas políticas y científicas que formarían la base de un siglo de pensamiento científico transhumanista. Los temas que exploraron siguen atrayendo a los transhumanistas hoy en día: el condicionamiento conductual, el control genético, el aumento tecnológico, los alimentos y úteros artificiales, los viajes espaciales, la extensión de la vida y el control total de enfermedades. Estos y otros temas giran en torno a la afirmación de que la naturaleza, incluida la naturaleza humana, funciona de manera óptima bajo un ajuste y una gestión científicos.

Los primeros transhumanistas (o proto-transhumanistas) veían el avance tecnocientífico como una cura para la naturaleza humana "primitiva" (ira, violencia, exceso de fertilidad), las limitaciones físicas (enfermedad y posiblemente la muerte), la ignorancia política y los conflictos internacionales. Fue el ideal de la Ilustración de dominio sobre la naturaleza, incluidas las poblaciones humanas, lo que Aldous Huxley demostró tan acertadamente en su novela distópica, "Un mundo feliz". La novela de Huxley, escrita en 1931, ilustra una distopía científica en la que los objetivos transhumanistas (ingeniería genética, intervenciones antienvejecimiento, biotecnología y medicamentos de mejora) se utilizan para gestionar la sociedad implícitamente a través del placer en lugar de explícitamente a través de la fuerza.

Las representaciones de Huxley se basaron menos en sus habilidades proféticas y más en su conocimiento íntimo de las posibilidades de la ingeniería social, tal como la discutieron y promovieron las mentes científicas con las que se mezcló. Su ensayo posterior, Sobrepoblación, conjetura que las proyecciones de su novela estaban "haciéndose realidad mucho antes de lo que se esperaba" (Huxley, 1960).

En particular, el hermano de Aldous, Julian Huxley, también escribió sobre los males de la superpoblación global al tiempo que promovía el control genético ('mejora') de las poblaciones a través de la eugenesia. Su ensayo de 1957, "Transhumanismo", afirmaba que el hombre era el "director gerente" de la "evolución en esta tierra".

Estuvo muy involucrado con la Sociedad Eugenésica de Gran Bretaña durante más de tres décadas, sirviendo como vicepresidente y luego presidente, además de apoyar "campañas para la esterilización voluntaria... y por las medidas eugenésicas negativas contra las personas que portan el estigma científico de 'defecto mental' ". Julian Huxley fue el primer director general de la UNESCO y fundador del Fondo Mundial para la Naturaleza. En este cargo, promovió la ideología de un estado de bienestar internacional y científicamente fundado para promover su objetivo de liberar "el concepto de Dios de la personalidad" porque "las religiones, como todas las actividades humanas, son siempre una obra inacabada". La obra y los escritos de Julian Huxley vislumbraron un proyecto internacional de ingeniería social basado en una gestión científica racional que prometía elevar a la humanidad hacia la paz global.




Transhumanismo filosófico y espiritual: hacia una utopía tecnológica

El transhumanismo tiene una amplia variedad de interpretaciones, de manera similar a cómo se expresa una religión principal con una divergencia de compromiso, creencias y motivaciones. De hecho, muchos estudiosos consideran que el transhumanismo es una religión novedosa y emergente con importantes paralelismos con la escatología cristiana. La gran mayoría de los transhumanistas no aceptan un "Dios" monoteísta o las restricciones morales de las religiones tradicionales, sino que dotan a la "tecnología de un significado religioso", lo que lleva a los estudiosos a definirla como "una fe secularista".

Si bien no todos los transhumanistas comparten puntos de vista tecno-espirituales, los transhumanistas esencialmente ven la tecnología como la redención de la biología falible. Para algunos, estas perspectivas se inspiraron en la obra filosófica de Pierre Teilhard de Chardin (1881-1955) quien fue un paleontólogo y jesuita que creía que se tejería una "red mundial entre todos los hombres de la tierra" y que se formaría una "entidad similar a Dios" a partir de una futura "mente consciente, colectiva y omnisciente: el Punto Omega". El concepto de "trascendencia" tecnológica ha seguido siendo central para el transhumanismo en las conversaciones sobre la red mundial, el Internet de los cuerpos, la inteligencia artificial y la "Singularidad", que es la creencia de que la inteligencia humano-máquina crecerá exponencialmente y alcanzará un punto en el que la humanidad será empujada a una era posthumana. La creencia de que los humanos (o más bien los posthumanos) pueden llegar a ser inmortales y "divinos" en una futura era dominada por las máquinas, con viajes astrales y comunicación telepática digital, es la razón por la que, en su forma filosófica, muchos estudiosos entienden el transhumanismo como un movimiento religioso tecnomaterialista.

En un intento por consolidar un movimiento tan complejo, el filósofo transhumanista Nick Bostrom -actual director del Instituto del Futuro de la Humanidad en la Universidad de Oxford, y el académico más legítimo del transhumanismo- cofundó la Asociación Transhumanista Mundial en 1998. A partir de este trabajo, se redactó la Declaración Transhumanista. Consiste en afirmaciones audaces como: La humanidad cambiará radicalmente por la tecnología en el futuro. Prevemos la factibilidad de rediseñar la condición humana. La Declaración concluye con: El transhumanismo aboga por el bienestar de toda la sensibilidad, ya sea en intelectos artificiales, humanos, posthumanos o mamíferos no humanos. La Declaración deja claro que el transhumanismo es un proyecto de ingeniería social sin precedentes que promueve la conveniencia de utilizar "la tecnología para ampliar los límites de lo que significa ser humano y trascender nuestra condición biológica", tal como lo describe Mark O'Connell, autor de To Be a Machine.

Dos filósofos transhumanistas estadounidenses que han trabajado, desde la década de 1980, para difundir ideas transhumanistas, son Max More y Natasha Vita-More. Son empresarios de la industria criónica, que congela cadáveres humanos (llamados «pacientes») con el objetivo de un futuro renacimiento. Vita-More, en una entrevista reciente, enfatizó que la esencia del transhumanismo es "una transición de ser humano-animal a ser más mecanizado utilizando diferentes dispositivos y tecnologías para mejorar a los humanos en lo que sienten que son". Esta promesa muy californiana de convertirte en "lo que quieras ser" podría resultar en una versión más mecanizada o aumentada de ti. Ya vemos el surgimiento de esta nueva fraseología de "conviértete en quien quieras" en la aceptación popular de los productos químicos de mejora, la biotecnología y los videojuegos. Un panteón de nuevas tecnologías está en el horizonte: exoesqueletos, realidad virtual, robótica, productos farmacéuticos que cambian el cuerpo, nanotecnología a control remoto, alimentos artificiales, implantes cerebrales y órganos sintéticos. La adopción de estas tecnologías es parte de lo que Max More describe como convertirse en el Superhumano, también conocido como el Posthumano: si eres Transhumano, eres esencialmente un humano de transición.

En "El superhombre en lo transhumano", More atribuye actitudes en el transhumanismo a la filosofía de Nietzsche, argumentando que lo sobrehumano es el concepto "dador de significado" destinado a "reemplazar la visión del mundo básicamente cristiano" de la época de Nietzsche (y, en menor medida, de nuestros tiempos). More sostiene que la actual "relevancia de lo posthumano" es que, en última instancia, da sentido a las personas con mentalidad científica". En este influyente artículo, More pide al lector que "tome en serio la determinación de Nietzche de emprender 'una revalorización de todos los valores' ". 

Dado que una actualización sobrehumana moderna dependerá de que la edición genética humana y otras aplicaciones biotecnológicas (como Neuralink de Elon Musk) estén disponibles legalmente, el llamado de More a "reevaluar los valores" es comprensible. Las cuestiones planteadas en ambos lados del debate académico se refieren a qué valores y rasgos se elegirían genéticamente, y hasta qué punto el mejoramiento humano será voluntario.




Mientras que los eugenistas angloamericanos anteriores argumentaban a favor de la eliminación de los genes antisociales mediante la esterilización, algunos defensores transhumanistas modernos han argumentado que la biomejora moral, a través de la edición selectiva de genes, debería ser obligatoria. Muchos transhumanistas notables argumentan a favor de la biomejora procreativa de la descendencia por parte de los padres. Los defensores del transhumanismo Ingmar Persson y Julian Savulescu creen que la mejora moral debería ser obligatoria como "la educación y la fluoración del agua", ya que "aquellos que deberían tomarlas son menos propensos a estar inclinados". El transhumanista Niel Levy argumenta que "la mejora cognitiva podría ser necesaria", al igual que las vacunas actualmente. La académica Susan Levin escribe que permitir que una visión transhumanista tecnocientífica dé forma a la "forma que adopta la sociedad" puede prestarse a "requisitos sociopolíticos que chocaría con... democracia liberal". También argumenta que cuando los transhumanistas utilizan "analogías y razonamientos de salud pública" para "justificar una mejora vigorosa", están poniendo en serio duda su compromiso con la autonomía. De esta manera, los mandatos coercitivos de vacunación utilizados durante la pandemia de Covid-19 pueden interpretarse como una señal de alerta temprana sobre cómo es probable que las futuras biomejoras vayan acompañadas de contundentes argumentos moralistas y utilitarios.

Ingmar Person, Julian Savulescu y Niel Levy son destacados especialistas en ética de la Universidad de Oxford; los tres abogan por la mejora genética obligatoria a pesar del rastro de trauma del siglo XX forjado por grandiosos proyectos de ingeniería social y eugenésica. ¿Sugiere esto que un marco moral basado en argumentos utilitaristas y metafísica defectuosa permanece fundamentalmente sin cambios en la gobernanza de la salud pública desde el siglo pasado?

En su reciente libro "God and Gaia: Science, Religion and Ethics on a Living Planet", el académico Michael Northcott argumenta que una creciente "agenda post-humana" se ha vuelto central para las políticas en torno a la salud pública, conocida como "bioseguridad", que tiene muy poco que ver con la auténtica "salud humana o salud del medio ambiente". Las consecuencias de esta ideología se hicieron evidentes durante la reciente obligatoriedad de las vacunas experimentales que alteran los genes, y podrían representar lo que Northcott denomina "automatismo". Es entonces cuando culturalmente estamos obligados a "utilizar las nuevas tecnologías sin importar las posibles consecuencias" debido a una ética utilitarista del "objetivo gerencial de la eficiencia". Subestimar el sufrimiento causado por las medidas de salud pública de talla única es una erudición inadecuada, sin embargo, a pesar de esto, solo una minoría de académicos ha cuestionado abiertamente el uso de la terapia genética coercitiva durante la pandemia de Covid-19.

Un choque entre los derechos individuales y un movimiento que tiene como objetivo "rediseñar la condición humana" parece inevitable. En palabras del erudito transhumanista Nick Bostrom, "la naturaleza humana es un trabajo en progreso, un comienzo a medias que podemos aprender a remodelar de maneras deseables". Como dijo el cofundador de la Asociación Transhumanista Mundial, David Pearce:

"... Si queremos vivir en el paraíso, tendremos que ingeniárnoslo nosotros mismos. Si queremos la vida eterna, entonces tendremos que reescribir nuestro código plagado de errores y convertirnos en dioses... Sólo las soluciones de alta tecnología pueden erradicar el sufrimiento del mundo de los vivos".

Es la naturaleza humana la que a menudo entra en conflicto directo con los grandes proyectos de ingeniería social. Entender el transhumanismo como un proyecto de ingeniería biosocial de una escala sin precedentes es una perspectiva útil en el sentido de que centra los conflictos potenciales como basados en valores e ideológicos más que como resultado directo de avances científicos específicos. Además, el término "ingeniería social" es en sí mismo inadecuado, en el sentido de que una utopía que pretende eliminar gradualmente al Homo sapiens, al tiempo que da paso al nuevo y mejorado posthumano, no tiene precedentes históricos, y es posiblemente una forma enérgica de nihilismo o una expresión de "perderse a sí mismo" en una intoxicación con el poder de la máquina, inspirada en lo que los estudiosos identifican como "fetichismo de la máquina". Sin embargo, la sorprendente voluntad de martirizar el propio yo físico para alcanzar el paraíso siempre ha sido particular de nuestra especie.



Transhumanismo corporativo: la búsqueda de la riqueza y el poder

En congruencia con el trabajo académico disponible, me he centrado en las ideas de los transhumanistas filosóficos y académicos, pero el transhumanismo es una ideología que va mucho más allá del discurso. Aunque poco discutido en la literatura académica, el movimiento es promovido por transhumanistas corporativos y políticos, y científicos transhumanistas. La inversión masiva de las empresas y los Estados en tecnologías NBIC se basa en científicos especializados que trabajan en el ejército, las universidades de élite y los laboratorios corporativos para ampliar las fronteras de la realidad con la robótica, la inteligencia artificial y la biotecnología.

Estos científicos están diseñando tecnologías con tal potencial que los actores más poderosos del mundo, como el Partido Comunista Chino y el Departamento de Defensa de los Estados Unidos (DOD), están profundamente involucrados. En enero de 2023, el estimado químico de la Universidad de Harvard, Charles Leiber, fue juzgado por mentir al Departamento de Defensa sobre su participación en la Universidad Tecnológica de Wuhan por su trabajo en "nanomateriales revolucionarios". En sus laboratorios de Harvard, Leiber y sus asistentes han creado cables a nanoescala que pueden registrar las señales eléctricas de las neuronas. Los implantes cerebrales de nanocables fueron diseñados por Leiber para "espiar y estimular las neuronas individuales". En una época en la que la neurotecnología y las interfaces mente-máquina están cambiando la naturaleza de la guerra, el controvertido potencial de poder de la tecnociencia transhumanista se hace evidente rápidamente.

La visión transhumanista del futuro no debe verse fuera de la "carrera armamentista tecnológica" o de una mentalidad competitiva y utilitaria que informa los negocios, la guerra y nuestra estima cultural de la investigación científica. Esto sugiere que una mayor investigación que comprenda a los transhumanistas corporativos y políticos es fundamental para analizar cómo este grupo está activamente involucrado en la determinación del futuro de la humanidad. Los líderes políticos con un agudo sentido del poder entienden que la inteligencia y la mejora de las máquinas pueden determinar los ganadores y perdedores del mundo.

Como dice Vladimir Putin: "La Inteligencia Artificial es el futuro, no solo para Rusia, sino para toda la humanidad. Viene con oportunidades colosales, pero también con amenazas que son difíciles de predecir. Quien se convierta en el líder en esta esfera se convertirá en el gobernante del mundo".

La fascinación de la élite por las tecnologías transhumanistas se refiere al poder potencial inherente a la tecnología en sí misma, y a quién la crea y controla. El influyente historiador y orador, Yuval Noah Harari, expresó esta opinión en su presentación en la Cumbre de Davos de 2021, donde dijo que la tecnología "podría permitir a las élites humanas hacer algo aún más radical que simplemente construir dictaduras digitales. Al hackear organismos, las élites pueden obtener el poder de rediseñar el futuro de la vida misma. Porque una vez que hackeas algo, por lo general puedes hacer geoingeniería".

Harari es un orador frecuente en el Foro Económico Mundial (WEF) y eventos asociados. El WEF es reconocido actualmente como uno de los "estudios de caso más significativos de la autoridad privada con impacto global". Criticado como un "club de élite transnacional, con alta visibilidad mediática" y un "poder de fijación de agendas" neoliberal, el WEF puede entenderse como un "instrumento de dominación geopolítica global". Como mínimo, es un foro en el que se alienta a los jefes de Estado, directores ejecutivos de empresas multimillonarias y académicos que promueven inteligentemente valores estratégicos a colaborar y dar forma al futuro global. En el WEF y otras plataformas de colaboración de medios, Harari argumenta elocuentemente para que la humanidad "salga de los reinos orgánicos al reino inorgánico" con la creación de un nuevo tipo de humano máquina mucho más sofisticado que nosotros que nuestra forma actual será más drásticamente diferente de ella de lo que los "neandertales" o los "chimpancés" son de nosotros hoy. Tal vez esta visión histórica sea recibida con beneplácito en el WEF porque afirma audazmente una distopía futura para aquellos que eligen ignorar esta revolución de alta tecnología. Puede actuar como una advertencia motivacional para "aculturarse" o "desaparecer".

El académico Kasper Schiølin (2020) cree que el establecimiento de la agenda del WEF se logra a través del marketing político y corporativo estratégico y el discurso del "esencialismo del futuro", donde la "fabricación de poder" y de un destino global inevitable se ve reforzada por "imaginarios sociotécnicos" y "epochalismo". El esencialismo del futuro es la construcción de narrativas que utilizan "el análisis histórico... estimaciones especulativas... y estadísticas duras" para difundir una idea de un "sistema fijo y guionizado... futuro" que puede ser "deseable si se aprovecha" pero también "peligroso si la humanidad falla" en aceptar la visión. "Epocholismo" es un intento de capturar "El Espíritu de la Época" y promover un sentimiento de que los tiempos actuales son de una importancia histórica insuperable. Estas estrategias, argumenta de manera convincente Schiølin, son la forma en que el "WEF produce un universo moral-político en torno a la Cuarta Revolución Industrial (4RI)". ¿Es posible que estas técnicas puedan crear una narrativa de urgencia, significado y oportunidad global que pueda persuadirnos a nosotros (o a nuestros líderes) a participar en un futuro transnacional y transhumanista?

Klaus Schwab es el fundador del WEF y el responsable de conceptualizar e impulsar esta revolución, que se anunció en su libro de 2016 "La cuarta revolución industrial". Schwab describe la 4RI como un reajuste social (llamado el 'Gran Reinicio') habilitado por "una serie de nuevas tecnologías que están fusionando los mundos físico, digital y biológico, impactando en todas las disciplinas, economías e industrias, e incluso desafiando las ideas sobre lo que significa ser humano". Los análisis de la 4RI concluyen que se supone que el ritmo del cambio tecnológico se "acelerará" y será "exponencial", abarcando el Internet de las Cosas (IoT), la IA, la automatización, la ingeniería genética de los seres humanos y la biología natural, la nanomedicina, las ciudades inteligentes (donde los sensores están integrados en todo el entorno), un ejército habilitado para la ciencia ficción y los algoritmos con agencia política.




El politólogo Klaus-Gerd Giesen argumenta de manera convincente que el transhumanismo es la "ideología dominante" de la 4RI, que se ha convertido en una "gran narrativa" para los políticos al tiempo que "promueve los intereses de los gigantes tecnológicos multinacionales". Giesen ve esta revolución como una "ruptura significativa en la evolución del capitalismo", así como en la tradición del humanismo, argumentando que el "maquinismo transhumanista" es "fundamentalmente antihumano, sobre todo porque la máquina es, por definición, inhumana". Con las redes 5G globales, el Internet de las Cosas y de los Cuerpos, y la convergencia de las tecnologías NBIC, el "cuerpo como mercado", o lo que Céline Lafontaine define como el corps-marché, se completa. La gran masa de consumo aumentará exponencialmente con productos "inteligentes" comercializables: "tecnología portátil, vehículos autónomos, biochips, biosensores" y otros materiales nuevos. Se trata de un futuro centrado en lo material, en el que las actualizaciones de los consumidores están integradas en el sistema, por lo que no es de extrañar que monopolios corporativos como Amazon, Apple, Facebook, Google y Microsoft, los "nuevos reyes industriales", estén promoviendo activamente esta revolución.

¿Es posible que el florecimiento humano sea alentado por la antigua lucha con las limitaciones de nuestra propia naturaleza animal, en lugar de conformarnos a las construcciones de la tecnología compleja? Con el transhumanismo, ¿quién tiene el control y quién se beneficia?

En su libro, "Falter: Has the Human Game Started to Play Itself Out?", el ecologista Bill McKibben escribe que "los magnates de Silicon Valley son posiblemente las personas más poderosas de la tierra". Los visionarios transhumanistas de la costa oeste norteamericana son una comunidad vanguardista de tecnólogos, empresarios e inventores ultra ricos que son idolatrados por los medios de comunicación y que colaboran ampliamente con el Estado de los EE.UU. para avanzar en sus objetivos. Eric Schmidt ilustra la colaboración común entre los órganos de defensa del Estado estadounidense, la academia y las grandes corporaciones tecnológicas. Con un patrimonio neto de 23.000 millones de dólares, Schmidt fue presidente ejecutivo de Google y ahora es el actual presidente de la Comisión de Seguridad Nacional sobre Inteligencia Artificial (NSCAI) del Departamento de Defensa de Estados Unidos, donde aconsejó al presidente Biden que rechazara la prohibición de las armas autónomas impulsadas por IA. Schmidt cree que la inteligencia artificial "gobernará la sociedad" y será "perfectamente racional", superando e inutilizando la intuición y el conocimiento humanos. Al igual que la mayoría de los multimillonarios tecnológicos, Schmidt ha creado una organización benéfica privada, Schmidt Futures, y hasta ahora ha donado mil millones de dólares para sus objetivos educativos de IA. Si bien admite que no diseñó a Google para regular la "desinformación" de manera más efectiva, la censura está aumentando con las capacidades aceleradas de la IA (que trabaja con humanos) para moderar y eliminar contenido en Internet.

Muchas de nuestras tecnologías más influyentes provienen de programas de la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa de EEUU (DARPA). DARPA financia la investigación de la tecnología del "cielo azul" y se le atribuye la invención de Internet, el GPS, la realidad virtual y los drones. La agencia ahora está decidida a avanzar en el aumento humano tanto dentro como fuera del campo de batalla, con el objetivo de dominar las interfaces neuronales cerebro-computadora.

Arati Prabhakar es la exdirectora de DARPA y asesora científica principal del presidente Biden. Prabhakar, al igual que la anterior jefa de DARPA, Regina Dugan, se mueve entre trabajar con empresas de tecnología en Silicon Valley y el Departamento de Defensa de Estados Unidos. Como la mayoría, está entusiasmada con un futuro transhumanista de aumento, y aboga por esto como una cuestión de seguridad nacional. Y, sin embargo, también admite que esto "traerá sorpresas que quizás no nos gusten.

Durante generaciones hemos pensado en tecnologías que cambian nuestras herramientas, pero se trata de tecnología que nos cambia a nosotros". Ya tenemos amplia evidencia de que nuestras tecnologías actuales, particularmente los dispositivos inalámbricos y los productos químicos, están cambiando físicamente nuestra biología humana (y planetaria), pero los objetivos de DARPA y el Departamento de Defensa son más ambiciosos y giran en torno al dominio completo de la evolución (incluido el genoma humano) y los sistemas naturales (incluida la población humana) utilizando la tecnología. Esto se ejemplifica en la reciente y de gran alcance Orden Ejecutiva de los Estados Unidos para el Avance de la Biotecnología, que establece que "necesitamos desarrollar tecnologías de ingeniería genética" para "escribir circuitos para células y, como era de esperar, programar la biología de la misma manera en que escribimos software y programamos computadoras". La orden establece que esto es para "ayudarnos a lograr nuestros objetivos sociales". Estos objetivos sociales son fundamentales para lo que la Casa Blanca identifica como la "bioeconomía", en la que "las herramientas informáticas y la inteligencia artificial" nos ayudarán a "desbloquear el poder de los datos biológicos", aumentar la producción y reducir los "obstáculos para la comercialización".

En marzo de 2022, en la Cumbre Mundial de Gobiernos, Elon Musk, que se identifica como transhumanista y la persona más rica del mundo, habló sin rodeos desde el podio. Anunció que ve el próximo apocalipsis de la IA como un evento de extinción humana. ¿Cuál es la solución? "Todos debemos convertirnos en cyborgs si queremos sobrevivir al inevitable levantamiento de los robots".

Esto puede ser marketing, ya que Neuralink de Musk está a punto de iniciar ensayos en humanos de chips implantables para el cerebro". Musk predice que una cognición humana radicalmente mejorada debería contrarrestar los peligros que plantean las máquinas superinteligentes. Si el hombre más rico de la tierra profetizó un evento de exterminio masivo de IA y un inevitable futuro posthumano desde la plataforma de la Cumbre Mundial de Gobiernos, ¿deberíamos descartarlo como otra estrategia comercial tecnológica?

En su análisis de la 4RI, Birgit Mahnkopf escribe que un "sistema de tecnologías físicas a digitales incorporadas en máquinas y equipos... permitiría la detección, el seguimiento y el control de toda la economía". Esto ocurre en un contexto de creciente desigualdad global y centralización de la riqueza. Se estima que ocho hombres poseen hasta la mitad de la riqueza monetaria de los otros ocho mil millones de seres humanos (The New York Times, 2017). Schwab y otras élites comprenden las implicaciones sociales y políticas de su ideología tecnológica y las reglas de la economía de mercado en la que "el ganador se lo lleva todo" que seguirá consolidando las ganancias de las tecnologías disruptivas. Los sistemas de renta básica universal y crédito social (con una economía basada en recursos y monedas digitales de bancos centrales, o CBDC) se presentan como soluciones para gestionar la resistencia popular y el malestar social.

El WEF representa la fusión de objetivos transhumanistas dentro de la gobernanza global. Como señala Schwab, la organización ha sido muy eficaz a la hora de "penetrar en los gabinetes" de los gobiernos nacionales. Como observa astutamente el académico de Harvard Kasper Schiølin, la "4RI se justifica como los reyes y emperadores justificaron una vez su autoridad como divina y natural en tiempos inciertos". Por lo tanto, puede ser que los problemas potenciales de las ideologías transhumanistas provengan, no tanto de la perspectiva de una toma de control de la IA, sino del uso de la cultura y las tecnologías del transhumanismo por parte de las élites. Puede ser que estos riesgos abrumen a las democracias liberales mucho antes de que lo haga la IA sensible.




Los descontentos

Pocos intelectuales notan la oposición al transhumanismo mejor que los propios transhumanistas. Nick Bostrom escribe que la resistencia proviene de:


"Antiguas nociones de tabú; el concepto griego de arrogancia; la visión romántica de la naturaleza; ciertas interpretaciones religiosas del concepto de dignidad humana y de un orden natural dado por Dios; el análisis de Karl Marx sobre la tecnología bajo el capitalismo; la crítica de varios filósofos continentales a la tecnología, la tecnocracia y la mentalidad racionalista que acompaña a la tecnociencia moderna; enemigos del complejo industrial militar y de las corporaciones multinacionales; y los que se oponen a la carrera de ratas consumista".

El resumen de Bostrom es un panorama de la expresión humana, la literatura, miles de años de cultura, religión, filosofía y construcción de significado humano. La literatura moderna sobre filosofía, cultura y tecnología, desde Jacques Ellul, Jerry Mander, Neil Postman y Wendell Berry hasta Jürgan Habermas y Martin Heidegger, ofrece críticas conmovedoras que son relevantes para oponerse a las visiones transhumanistas del futuro, y nos recuerdan el valor de la comunidad, la sabiduría encarnada y las tradiciones, y los efectos de los sistemas tecnológicos. La diferencia en los estilos de escritura es notable: mientras que la escritura pro-transhumanista tiende a ser utilitaria y tiene un tono de autoridad científica, los "bioconservadores" a menudo usan narrativas, símbolos y un estilo de escritura considerado tradicionalmente hermoso en la cultura humana.

Lo que llama la atención es que la oposición al transhumanismo es amplia, mal definida y diversa. Nick Bostrom señala que "los conservadores de derecha, los ecologistas de izquierda y los antiglobalistas" están luchando contra los objetivos transhumanistas centrales

En primer lugar, están los oponentes intelectuales y académicos bien publicados que se involucran en un fuerte debate académico con el transhumanismo sobre temas como la biotecnología, las amenazas a la democracia liberal y el materialismo científico, y los costos ambientales y sociales del transhumanismo. También son notables los bioéticos, George Annas, Lori Andrews y Rosario Isasi, que han aconsejado hacer de "la modificación genética heredable en humanos un 'crimen contra la humanidad' ". Estos eruditos temen el potencial posthumano para la desigualdad y la guerra, advirtiendo que "la nueva especie, o 'posthumano', probablemente verá a los viejos humanos 'normales' como inferiores, incluso salvajes, y aptos para la esclavitud o la matanza... es el potencial predecible para el genocidio". El factor común entre estos académicos es que creen que la ingeniería biológica (de los humanos) sería perjudicial para los valores, los derechos y la igualdad, y amenazaría la democracia liberal misma. Estos hombres han sido etiquetados como bioconservadores o, más despectivamente, neoluditas, por rechazar la legitimidad de un futuro posthumano.

El segundo grupo que está emergiendo como anti-transhumanista son los ecologistas, los inconformistas, los primitivistas y los anarquistas comprometidos con la Naturaleza Salvaje con fuertes sentimientos antiindustriales. En América del Norte, esto incluye elementos del Movimiento Verde Profundo, representado por varios escritores, artistas, activistas, ecologistas, agricultores orgánicos, herbolarios y curanderos, habitantes de los bosques y cazadores/recolectores, espiritistas y varias personas alternativas, fuera de la red o nómadas, que se niegan a vivir dentro de un sistema mecanizado e industrial y pueden intentar sabotearlo intencionalmente. Como grupo ecléctico, tienen una influencia significativa sobre áreas geográficas específicas, tienden a identificarse con los valores indígenas locales tradicionales y resienten profundamente la cultura consumista occidental, la guerra, las corporaciones globales, la contaminación y la infraestructura industrial. En particular, algunas ecofeministas han escrito que la biotecnología es una peligrosa "extensión de la explotación patriarcal tradicional de las mujeres" al promover la remodelación de los cuerpos humanos naturales.




El tercer grupo que ha desarrollado rápidamente una oposición cada vez mayor al transhumanismo son los grupos religiosos. Además de las comunidades menonitas y amish, que mantienen estilos de vida del "viejo mundo" en secciones significativas de los Estados Unidos, hay un creciente sentimiento anti-transhumanista y un creciente fervor religioso entre algunos cristianos evangélicos en toda América del Norte. El New York Times informó sobre la creciente politización de las congregaciones evangélicas, con desafiantes canciones unificadoras que repetían "No cumpliremos" en el coro. El lenguaje que utilizan estos grupos para describir el transhumanismo es a menudo simbólico, arquetípico y apocalíptico, y se entiende como una batalla épica entre la luz y la oscuridad. Por ejemplo, el orador y escritor Thomas Horn ha estado predicando sobre los peligros del transhumanismo a las congregaciones cristianas durante más de una década. Sus libros tienen títulos como Pandemonium's Engine: How the End of the Church Age, the Rise of the Transhumanism, and the Coming of the Übermensch (Overman) Herald Imminent and Final Assault From Satans on the Creation of God. Las sospechas de "tecnología satánica" y los sentimientos antitranshumanistas pueden haber sido parte de la razón por la que los cristianos evangélicos eran el grupo demográfico con menos probabilidades de cooperar con los mandatos de vacunación contra el Covid en los Estados Unidos.

La trágica situación en Ucrania sugiere que las guerras impulsadas por la ideología pueden aumentar con la creciente animosidad entre las visiones del mundo religiosas y transhumanistas, o que esto puede utilizarse en la propaganda de guerra. La Iglesia Ortodoxa Rusa, con más de cien millones de miembros, considera la invasión de Ucrania como una batalla de luz y oscuridad, en la que la "Santa Rusia" lucha contra una alianza impía de la OTAN. El patriarca de la Iglesia, Kirill de Moscú, ha adoptado una posición firme contra la biotecnología -incluida la "terapia génica", la "clonación" y la "extensión artificial de la vida"- y considera que la Iglesia ortodoxa rusa defiende a la familia tradicional contra el liberalismo de Occidente. Dirigiéndose a los líderes de Rusia en el reciente 24º Consejo Popular Ruso Mundial, el creyente ortodoxo y filósofo Alexander Dugin proclamó: "esta guerra no es sólo una guerra de ejércitos, de hombres... es una guerra del Cielo contra el Infierno... el Arcángel Miguel contra el diablo... El enemigo vino a nosotros... frente al transhumanismo LGBT, esa civilización abiertamente satánica y antihumana con la que estamos en guerra hoy". Puede ser que un número influyente de rusos religiosos crean que no están luchando contra Ucrania en absoluto, sino más bien rescatándola del dominio satánico del Occidente transhumanista.

El cuarto grupo principal que está exhibiendo abrumadores sentimientos anti-establishment hacia lo que se percibe como las "élites" y su "agenda transhumanista" son las clases trabajadoras política y económicamente marginadas y los agricultores desplazados. Conocidos en los círculos académicos como "populistas", este grupo ha mostrado recientemente un importante enfado por los "confinamientos" prolongados; perder la libertad de viajar y de acceder a una atención médica decente (en los EEUU); y experimentar el desempleo y la pobreza. Su comportamiento físicamente incumplidor, visto en manifestaciones masivas, especialmente en toda Europa y con los camioneros canadienses, ha sido respondido con violencia discursiva y física por parte de líderes políticos y corporaciones mediáticas cada vez más irritados. Estos "populistas" a menudo rechazan el transhumanismo como una ideología elitista que temen que conduzca a una mayor pérdida de autonomía corporal, una mayor vigilancia, desempoderamiento político y una reducción del empleo digno a los robots y la automatización. Estos temores no son del todo infundados, ya que, según el FEM, se propone que la 4RI conduzca a pérdidas significativas de puestos de trabajo en todo el mundo, tal vez hasta el 70%. Steven Bannon, el "populista" instrumental de la fuerza electoral de Trump en 2016, utiliza las polémicas religiosas para reunir resistencia contra lo que él ve como una creciente agenda globalista transhumana. Su popular programa, War Room, presenta programas como Descent into Hell: Transhumansim and the New Human Race. No se puede subestimar la indignación de este grupo hacia las transformaciones de la 4RI y el transhumanismo: dentro de los EE. UU., muchas familias de la clase trabajadora, aunque no todas, también tienen valores de propiedad igualitaria de armas, y su discurso exuda una voluntad de participar en una confrontación violenta por las amenazas a la autonomía corporal.

El anti-transhumanista/anti-tecnólogo más infame de los Estados Unidos provino, no de los círculos religiosos, sino del movimiento ecologista radical y de la academia. Theodore Kazcynski, genio matemático y profesor de la Universidad de California en Berkeley, llevó a cabo una campaña terrorista contra la tecnología que duró 17 años, matando a tres personas e hiriendo a 23. Chantajeó al FBI para que publicara su tesis de 35.000 palabras titulada La sociedad industrial y su futuro en el Washington Post y el New York Times, lo que llevó a su captura. Desde que pasó 25 años en confinamiento solitario, ha publicado volúmenes sobre cómo llevar a cabo una revolución contra la élite científica. En un volumen, The Anti-Tech Revolution: Why and How, escribe:


"Los propios técnicos insisten en que las máquinas pronto superarán la inteligencia humana y que la selección natural favorecerá los sistemas que las eliminen (a los humanos), si no abruptamente, sí en una serie de etapas para que se elimine el riesgo de rebelión".



Kazcynski reaccionó con terrorismo a lo que consideraba una amenaza existencial que representaba la tecnología para los humanos y su mayor amor, la naturaleza salvaje. Su miedo era la pérdida de la libertad y de la naturaleza humana masculina, así como la transformación de la sociedad en un Mundo Feliz controlado, algo que consideraba inevitable sin una revolución. De hecho, se puede argumentar que Estados Unidos ya era demasiado similar al Mundo Feliz para Kazcynski, ya que describe la "lucha contra la sociedad industrial" como "estructuralmente similar a escapar de un campo de concentración".

Bill Joy, fundador de Sun Technologies, escribió un influyente ensayo en los albores del siglo XXI. "Por qué el futuro no nos necesita, abogando por la renuncia al desarrollo de la IA, la nanotecnología y la genética debido a los riesgos" (2000). Curiosamente, Joy argumenta a favor de la legitimidad de la lógica de Kazcynski sobre las amenazas de las tecnologías avanzadas, a pesar de que Kazcynski había "herido gravemente" a uno de sus amigos, un informático, con una bomba. Las partes de los escritos de Kazcynski que cambiaron los puntos de vista de Joy incluyeron las siguientes:

"La raza humana podría permitirse fácilmente caer en una posición de tal dependencia de las máquinas que no tendría más remedio que aceptar todas las decisiones de las máquinas. A medida que la sociedad y los problemas a los que se enfrenta se vuelven cada vez más complejos y las máquinas se vuelven cada vez más inteligentes, las personas dejarán que las máquinas tomen más de sus decisiones por ellos. Con el tiempo, se puede llegar a una etapa en la que las decisiones necesarias para mantener el sistema en funcionamiento serán tan complejas que los seres humanos serán incapaces de tomarlas de manera inteligente. En esa etapa, las máquinas tendrán efectivamente el control. La gente no podrá simplemente apagar las máquinas, porque dependerán tanto de ellas que apagarlas equivaldría a un suicidio".




Este escenario no es demasiado difícil de imaginar, ya que se está convirtiendo rápidamente en nuestra situación moderna. Existe un consenso implícito y explícito en gran parte del pensamiento transhumanista y anti-transhumanista, de Musk, Kazcynski, Joy y muchos otros, de que este fenómeno está conduciendo, y continuará, a este fin lógico. El otro escenario que Bill Joy citó en su ensayo, de nuevo de Kazcynski, fue:

"Por otro lado, es posible que se mantenga el control humano sobre las máquinas. En ese caso, el hombre promedio puede tener control sobre ciertas máquinas privadas de su propiedad. Pero el control de los grandes sistemas de máquinas estará en manos de una pequeña élite, tal como lo está hoy, pero con dos diferencias. Debido a la mejora de las técnicas, la élite tendrá un mayor control sobre las masas; Y como el trabajo humano ya no será necesario, las masas serán "superfluas", una carga inútil para el sistema. Si la élite es despiadada, es posible que simplemente decidan exterminar a la masa de la humanidad. O, si son humanos, pueden usar la propaganda u otras técnicas psicológicas o biológicas para reducir la tasa de natalidad hasta que la masa de la humanidad se extinga, dejando el mundo a las élites".

Curiosamente, los escenarios no parecen mutuamente excluyentes, al menos por un tiempo.

El académico Ole Martin Moen ha señalado similitudes entre Kazycinski, Nick Bostrom y Julian Savulescu en sus proyecciones de una crisis futura. Al igual que Kazcinski, Bostrom ha argumentado que las tecnologías transhumanistas exponen a la humanidad a un riesgo significativo de erradicación. Savulescu, también al igual que Kazcyinski, argumenta en "Unfit for the Future: The need for moralupgrade" (No apto para el futuro: La necesidad de mejora moral), que la naturaleza humana evolucionada combinada con tecnologías transhumanistas conducirá a consecuencias catastróficas. Kazcinski, que creía que estos resultados eran lógicos, reaccionó con violencia porque su ética más elevada era la de la libertad auténtica e incontrolada. Su vida es una advertencia de que algunas naturalezas humanas pueden ser totalmente incompatibles con un futuro tecnocientífico. De hecho, la visión transhumanista de la extinción humana y de un futuro "posthumano" puede promover la ansiedad y la violencia en algunos seres humanos.



Conclusión

Martin Heidegger ha advertido que aquellos que buscan utilizar la influencia de la tecnología sin darse cuenta del inmenso poder que la tecnología tiene sobre ellos, están atrapados en convertirse en extensiones de las máquinas en lugar de actores libres. Están "enmarcados como hombres con dispositivos computacionales avanzados para ver toda la realidad como información computacional". Durante miles de años, la existencia humana y la creación de significado se han acumulado desde "el nacimiento y la muerte, el diluvio y el fuego, el sueño y la vigilia, los movimientos de los vientos, los ciclos de las estrellas, el brote y la caída de las hojas, el flujo y reflujo de las mareas", y parece apropiado preguntarse si nuestros tejidos y 'naturalezas' humanos altamente evolucionados se ven fortalecidos o socavados por la tecnología avanzada. ¿Es posible que el florecimiento humano sea alentado por la antigua lucha con las limitaciones de nuestra propia naturaleza animal, en lugar de conformarse a las construcciones de la tecnología compleja? Con el transhumanismo, ¿quién tiene el control y quién se beneficia?

Puede ser justo decir que el transhumanismo es un proyecto de ingeniería biosocial que, en última instancia, concentra el poder en las máquinas y en los seres humanos que se comportan con características similares a las de las máquinas

Grandes sectores de la población de la Tierra, como varios grupos religiosos, la clase trabajadora, los pueblos indígenas y otros seres humanos basados en la naturaleza, pueden resentir los anuncios antidemocráticos de foros como el WEF de que, con la 4RI, la industrialización se está acelerando hacia la ingeniería genética, la automatización robótica y la vida virtual. Además, podemos correr el riesgo de promover una crisis existencial y reacciones extremas en aquellos a quienes no les gusta que les digan que el futuro pertenece a los posthumanos en lugar de a ellos mismos y a su descendencia. Es un futuro disputado y que no está escrito en absoluto.


Danica Thiessen


Una lectura recomendada después de esta publicación, de Off-Guardian.org: Transhumanism, the Death of God, and Eternal War

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por Tito Andino

Resumen y compilación de textos

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                  ¿Por qué vale la pena leer a George Orwell?


En dos entradas anteriores analizamos a profundidad la obra de George Orwell, no será necesario insistir en ello. Es momento de repasar brevemente "Un mundo feliz" (1932), el original titula "Brave New World", novela distópica de otro inglés, sobre ciencia ficción social, Aldous Huxley, escrito a la sombra del ascenso del fascismo. No ensayaremos aquí una biografía de Aldous Leonard Huxley, éste escritor -vale resaltar- tenía interés en temas como la espiritualidad, el misticismo filosófico, la parasicología; entre otras cosas Huxley estaba interesado en la eugenesia, que en su tiempo se concibió de forma infame por las más oscuras y peligrosas ideas del siglo XX. Huxley pensaba que la modernidad podría mejorar a la gente, que la ciencia pudiera curar el dolor y las dificultades del ser humano.


El autor de 'Un mundo feliz', Aldous Huxley, en 1958 © Philippe Halsman  Magnum Photo

Su escenario de "Un mundo feliz" refleja un estado mundial del futuro dirigido desde un edificio gris de 34 pisos. En la entrada principal: "CENTRAL LONDON HATCHERY AND CONDITIONING CENTRE" y un escudo con el lema del Estado Mundial: COMUNIDAD, IDENTIDAD, ESTABILIDAD.

Ambientada en el siglo XXVI (2540) en Londres (el año 632 después de Ford). En general, críticos señalan que el autor trazó un "panorama sombrío de una utopía científicamente organizada". Respecto a Henry Ford, se advierte que la sociedad de Huxley inicia en 1908, año en que el primer automotor Ford -el modelo “T”- fue fabricado y la consecuente fabricación en serie; el símil es ese, la creación de seres en masa por incubación. En la novela Ford sería como un dios, las fechas de la historia son antes de Ford y después de Ford ( a.F - d.F)


Una de las tantas ediciones de "Un mundo feliz". A la derecha Huxley en 1960

El feliz nuevo mundo de Huxley empieza con una disyuntiva. ¿La guerra puede terminar con la civilización? o, ¿puede brindarse garantías de seguridad por medio del control sociológico? El mundo se decanta por un eficiente estado autoritario y centralizado que logra la paz a través del consumo y el placer (incubadoras en lugar de madres, centros de acondicionamiento en lugar de padres, muchas salas de cine y campos de golf, libertad sexual, etc.) El pensamiento científico, la experimentación y hasta la mayoría de la literatura están prohibidos como subversivos.

Los habitantes se clasifican en una jerarquía social que se impone según su inteligencia genéticamente condicionada, por lo mismo se trata de una sociedad desigual, clasista (castas), donde el adoctrinamiento social y el anestesiamiento con fármacos es la norma. "Pasivamente" se logra el control de un orden autoritario a costa de la libertad individual. En el trasfondo, la oculta influencia de las élites es otra advertencia para el mundo real en camino hacia un mañana. 

Entre otros tópicos Huxley "vaticina" la prosperidad científica sobre todo en el área humana, pero con una conciencia de clase donde prima la sociedad ante el individuo, esa es la base de su civilización que se acopla a una sociedad distópica de "hipnopedia" o aprendizaje a través del sueño (sutiles formas de manipular psicológicamente), la medicina con sus productos farmacéuticos, la afamada tecnología reproductiva, cultivos humanos, entre otras particularidades en las que destaca el "condicionamiento social", que en el mundo real no es ninguna novedad dentro de una sociedad manipulada: se basa en el entretenimiento de masas y el arte de la persuasión, es decir, anulando el pensamiento crítico, una educación inferior y aplicando ciertos tabúes sociales. Por ende, expresiones como la individualidad, independencia y moralidad son desalentadas por ser "anormales" y "vulgares". 


Otra edición de "Un mundo feliz"; a la derecha, retrato de Huxley por Jonathan Long

En "Un mundo feliz" la sociedad se divide en castas: Alfa, Beta, Gama, Delta y Epsilones. Todos son creados en probetas, en un "ideal" de felicidad, nadie se queda sin "condicionamiento genético", nacen sin posibilidad de elegir su destino, pero siempre estarán felices, sin aspirar a otra casta distinta a la suya. Todos trabajan, son parte del engranaje y la estabilidad de la sociedad, pero debido a la "predestinación social", que parte desde la incubación, se conceden ciertos privilegios y responsabilidades, la libertad está supeditada a la forma de pensar, actuar, y relacionarse.

Los Alfas son los líderes, dedicados a la ciencia y la administración de la sociedad por ser los más inteligentes, en realidad se convierten en los únicos libres de la sociedad, ellos redactan las normas que condicionan la existencia social; otra característica es su mejor "condicionamiento" físico (apariencia). Su color identificativo es el color gris. Los Beta son menos inteligentes, pero son confortados al no trabajar tanto como los Alfa, se visten con el color vinotinto. Los Gamma son los que más desempeñan labores operativas, cuidan de los nuevos embriones, bebes y niños. Su color característico es el verde. Los Delta son buenos en crear cosas, pero no gustan de los libros, ni de las flores, su vestimenta es de color beige. Los Epsilones tienen un desarrollo intelectual limitado, muy obedientes al estar destinados para realizar las labores o sembrar los campos, son bajos de estatura, su uniforme es de color negro.

Todas las castas, terminada sus jornadas de trabajo, reciben su respetiva dosis de soma, droga que les mantiene tranquilos, evaden la realidad y los "problemas", sin ningún tipo de efecto secundario. El soma tiene “todas las ventajas del cristianismo y del alcohol; y ninguno de sus inconvenientes. Uno puede tomarse unas vacaciones de la realidad siempre que se le antoje, y volver de las mismas sin siquiera un dolor de cabeza o una mitología....”. Existen espacios de esparcimiento como el sensorama (realidad virtual y sensorial). No hay enfermedades, angustias existenciales o temor a la muerte, la libertad sexual es la norma -“todos pertenecen a todos”-, es un precepto de sabiduría hipnopédica. 


Aldous Huxley y otra edición de "Un mundo feliz"

"Un mundo feliz" es una sociedad perfecta donde no hay enfermedad, locura y problemas por desequilibrio emocional, la ignorancia se encuentran comúnmente en sociedades menos evolucionadas, representada por la "reserva salvaje".

Los protagonistas de la novela tienen sugestivos nombres... Marx, Lenin(a)... son Bernard Marx y Lenina Crowne (y otros personajes), pero solo Bernard desafía a esta sociedad, Lenina es la perfecta ciudadana feliz, conforme con su comportamiento, ignora como ejercer su libertad de pensamiento. Bernard se dirige a Lenina: "¿No te gustaría ser libre, Lenina?", le pregunta. -No sé a qué te refieres. Soy libre, libre para pasar el tiempo más maravilloso. Hoy en día todo el mundo está contento". - Él ríe: "Sí, 'Todo el mundo está feliz hoy en día'. Les hemos estado dando eso a los niños. Pero, ¿no te gustaría ser libre para ser feliz de alguna otra manera, Lenina? A tu manera, por ejemplo; no en el camino de todos los demás". -No sé a qué te refieres- repitió ella.

Bernard Marx es un alfa, con mayor capacidad intelectual que el promedio de su clase, lee, no responda al condicionamiento, siente los problemas sociales, se ha convertido en un inadaptado social, rechaza tomar soma y prefiere ser infeliz expresando su inconformismo, lo que acarrea inconvenientes con su jefe el director del Laboratorio de incubación y acondicionamiento. Marx consigue un permiso para visitar la Reserva Salvaje, donde lleva a Lenina... Cuando Savage se da cuenta de que Mustapha Mond también conoce versos de Shakespeare, se comprende que es Mond quien hace las leyes y, por lo tanto, puede violarlas como le plazca. Es Mond quien envía a Bernard a las islas "afortunadas" porque, de lo contrario, las personas que quisieran hacer cosas como pensar y leer a Shakespeare tendrían que ser enviadas a la cámara letal...

Dejemos el resto para los interesados en leer la novela.

"Un mundo feliz" fue prohibido y cuestionado en muchas ocasiones, probablemente eso influyó para que en 1958 Huxley escribiera "Brave New World Revisited" (en castellano, "Nueva visita a un mundo feliz"), allí puntualiza diversos problemas socioeconómicos que alentó el nacimiento de la futurista novela y recoge ensayos anteriores, analizando el contenido de su novela y brindando una apreciación de la civilización occidental con sus equívocos y aciertos, así como anota amplias referencias a 1984 de Orwell. 




Nuestra intención en este posteo no es profundizar exclusivamente en la novela de Aldous Huxley, sino comparar su obra con 1984 de George Orwell. Existiendo brillantes análisis que confrontan estas dos novelas distópicas, nos limitaremos a resumirlas lo más explicativo que sea posible (no hay necesidad de ahondar en algo que ha sido estudiado a profundidad por expertos en la materia y, por supuesto, colocándolas en nuestro línea de tiempo real).


¿Dos ficciones convertidas en realidad?



Antes de equiparar a los dos literatos británicos, de pasada merece recordar que los autores no son exclusivos en esta temática. Además tenemos las ficciones de Yevgeny Zamyatin, Margaret Atwood, Philip K. Dick y hasta Frank Kafka, que encarnan en el presente "un manual de operaciones para el estado de vigilancia moderno". ¿Kafka?, sí, en su novela "El Castillo", plantea un mundo donde realmente no se hace nada, plagado de una burocracia ruidosa que "labora" en el Castillo, inaccesible al igual que su líder. El mundo de abajo, el campesinado realiza trabajos serviles de mala paga, discuten entre sí, difunden rencores y especulan vanamente sobre conspiraciones de las autoridades del Castillo.

Pero, las dos grandes visiones de una distopía futura serán siempre "1984" de George Orwell y "Un mundo feliz" de Aldous Huxley. Huxley contempló la primera etapa de nuestra esclavitud, Orwell la segunda etapa (se explicará más adelante).


Orwell vs Huxley

Similitudes y diferencias


Huxley, fotografía de 1957 de la  revista Time; Orwell (vía Ulstein Bild Getty images)

Muchos creen que los dos novelistas ofrecen "profecías" distintas, pero se puede encontrar muchos detalles en común, como tantas diferencias, las dos narrativas anti utopías conjeturan un sombrío futuro en lugar de uno descollante para la humanidad, una posteridad moldeada por armas de destrucción masiva, la guerra nuclear en Orwell, en Huxley las armas biológicas y químicas. Ambas retratan el triunfo del totalitarismo en un mundo sin valores.

A pesar de toda la superposición, generalmente se los considera versiones contradictorias y conflictivas del futuro. La distopía de Huxley es otra expresión de ficción especulativa, distinta a la novela de Orwell, Huxley no profundiza en el "presente" como Orwell (en su línea de tiempo real), traza, proyecta tendencias hacia el futuro. 

Orwell tenía razón en muchas cosas, Huxley también; sin embargo, el marco de Huxley se diferencia en que es más científico y filosófico, Orwell está políticamente comprometido. Las dos novelas coincidieron en el peligro de una perpetua estratificación social, la humanidad dividida en categorías determinadas por clases tradicionales combinadas con sistemas de lealtad totalitarios (Orwell) o la ingeniería biológica y el condicionamiento psicológico (Huxley). Los dos autores pensaron que el futuro estaría dominado por Estados Unidos y que los gobiernos dedicarían esfuerzos para incitar el consumo económico; ambos imaginaron sociedades futuras obsesionadas con el sexo, aunque de maneras diametralmente opuestas: represión estatal y celibato en el caso de Orwell; promiscuidad deliberada y narcotizante en el caso de Huxley.

Los dos novelistas escribieron advertencias. Orwell dijo que la humanidad afronta un estado permanente de guerra y control mental totalitario. Huxley señala que la humanidad se enfrenta a un mundo futuro tranquilizado por el placer, las drogas y las distracciones voluntarias de la “infantilización civilizada”.


George Orwell en 1946; Aldous Huxley en 1960
 

En el artículo ¿Mil novecientos ochenta y cuatro o "Un mundo feliz"?, el profesor Ruel F. Pepa aprecia que "hay dos modelos diferentes de una sola intención: la manipulación de la personalidad a través de la ingeniería humana, tanto psicológica como fisiológica, para llevar a cabo la formación de un orden social en el que los habitantes ya no aspiran a un estatus de vida más alto, ya que su condición actual es satisfactoria según los estándares de seguridad material medidos en términos de estabilidad económica. Según su parecer, el autor expresa: "En estrecha comparación con la sociedad de Orwell, el "mundo feliz" de Huxley es el mejor modelo. Es más sofisticado, con todos los adornos de la ciencia y la tecnología modernas, y el aire de satisfacción impregna la atmósfera social. Sus habitantes son más civilizados y cultos en un ambiente donde no hay odio, envidia e inseguridad". 

En Orwell, todos se sienten miserables; en Huxley, todos están eufóricos. En Orwell, la avenencia se consigue con el dolor; en Huxley, el placer se obtiene por medio de la sumisión. En Orwell los sucesos pueden acontecer en solo una generación; en Huxley se espera que suceda seis siglos después. En Orwell se tiene miedo a los sensores de libros; en Huxley no se teme a los sensores porque nadie esté dispuesto a leer libros. En Orwell se teme a quienes esconden la información; en Huxley nos saturan al punto que no se da más cabida a la información. En Orwell se tiene miedo de que nos oculten la verdad; en Huxley la verdad se vuelve irrelevante. En Orwell se teme a la cultura cautiva; en Huxley a una cultura banal.

En Orwell, el "Gran Hermano" (hoy el gobierno y sus socios corporativos) espían, vigilan cada uno de nuestros movimientos. En Huxley se produce una sociedad a la que se le priva sus libertades, pero en ambos casos están distraídos de cualquier deseo de rebelarse gracias a la propaganda o el lavado de cerebro y hasta lo disfrutan. En Orwell, la regla general es seguir la línea del Gran Hermano y todo estará bien, el control omnipotente es el miedo de cada ciudadano. En Huxley, el miedo, junto con el resto de las tendencias emocionales humanas, es generalmente inexistente en los peldaños inferiores del sistema de castas. En Orwell, el libre albedrío humano es un componente peligroso de la personalidad humana, tiene que ser frenado, controlado, amortiguado y finalmente sometido a la maquinaria estatal. En Huxley, no hay libre albedrío en absoluto, cada ser humano es un cautivo absoluto de su constitución fisicoquímica, configuración genética y condicionamiento ambiental.




Interrogantes planteadas por mentes críticas 

En "The Dystopian Nightmares of Orwell’s 1984 and Huxley’s Brave New World", ensayo de Arthur Hunt (2021), se presentan interrogantes que ya corrían en las mentes de la gente e intelectuales de la década de 1930, las dos distopías abordan controversias ampliamente debatidas que, salvando algunos detalles, hoy son más pertinentes que antes:

"¿Cuáles serían las implicaciones sociales de Darwin y Freud? ¿Qué ideología eclipsaría al cristianismo? ¿Se adoptarían las nuevas ciencias sociales con tanta pasión como las ciencias duras? ¿Qué pasaría si la ciencia gerencial se llevara al extremo? ¿Cuáles serían los efectos a largo plazo de la publicidad moderna en tiempos de paz? o ¿de la propaganda en tiempos de guerra? ¿Qué pasaría con la familia tradicional? ¿Cómo se resolverían las divisiones de clases? ¿Cómo darían forma al futuro las nuevas tecnologías?" 

En "Mil novecientos ochenta y cuatro" o en "Un mundo feliz", el profesor Ruel F. Pepa cuestiona seriamente la cordura de una mente pensante en esas sociedades basadas en la deshumanización institucionalizada. "Las llamamos sociedades, pero, ¿podemos todavía adjuntar el término "humano" para modificarlas? En última instancia, cuestionamos la humanidad de una sociedad en la que la libertad humana es inexistente, ya que esa libertad es la única garantía que otorga dignidad a la humanidad".

La persona "¿es un ser autónomo, es decir, un "ser-para-sí" dotado de libre albedrío y del poder inherente de organizar y, por lo tanto, determinar su futuro? ¿O es únicamente un "objeto" fisicomecánico cuyas ideas, pensamientos, sentimientos y decisiones son sólo subproductos de su constitución fisicoquímica, configuración genética y condicionamiento ambiental? ¿De dónde saca el sentido de su vida? O, tal vez la pregunta más fundamental es: ¿Tiene sentido su vida? ¿Está el futuro de la humanidad predeterminado por las limitaciones materiales en un sistema cerrado de realidad o depende de las elecciones y decisiones de cada uno en una realidad que está abierta a la operación sin trabas de su libre albedrío? O, dado que existe el libre albedrío humano, ¿podría el problema estar en la condición de que la mayoría de los seres humanos conduzcan sus vidas como ovejas en un rebaño cuyo curso es agitado, regulado y determinado por la minoría fuerte, dura y poderosa entre ellos? ¿Son la manipulación y el control una dinámica inherente para hacer que la sociedad sea ordenada y organizada, bien coordinada, bien administrada y gobernada adecuadamente?"

El profesor Pepa también reflexiona sobre los aspectos fundamentales del Estado dirigido por el Gran Hermano de Orwell y el "mundo feliz" de Huxley y plantea otras preguntas básicas: 

"¿Permitiría la dinámica de la humanidad la posibilidad de las sociedades de Orwell y Huxley? ¿No está la historia continua de la civilización humana repleta de desafíos y luchas, destrucciones y violencia, sacrificios y muertes, que son puras muestras agresivas de la disposición asertiva de la humanidad cuando se desafían y provocan tanto en contextos a pequeña escala como a gran escala? Considerar seriamente estas cuestiones nos lleva a dudar de la fundamentación realista de las presuposiciones de Orwell y Huxley. La siguiente pregunta que surge de esa duda es: ¿Crees que los ciudadanos de una nación dejarían que las personas en el poder formaran una sociedad orwelliana o un "mundo feliz" huxleyano sin oponer una lucha razonable?"

No todas las interrogantes planteadas pueden ser explicadas a cabalidad, otras explícitamente hallan respuesta por la lógica desarrollada por los autores citados en este ensayo. Simplemente debemos valorar el conjunto de ideas aquí plasmadas (y tampoco podemos extendernos de manera que aburramos y/o provoquemos confusión en el lector)



Otras características de las novelas paralelas a nuestro tiempo.

* (Este segmento es un resumen  del artículo de Arthur Hunt)


- La guerra y el ascenso del totalitarismo

En 1984, el establecimiento de estados totalitarios se debe a una guerra nuclear a la que sigue la guerra civil con un partido despótico que asume el poder. Los tres superestados autoritarios de Oceanía, Eurasia y Asia Oriental participan en una guerra perpetua, que proporciona material político constante para manipular a las masas.

En "Un mundo feliz" se habla de la relevancia de los padres biológicos, o de lo que “Nuestro Ford” llama “los terribles peligros de la vida familiar”. La vida se interrumpe por la guerra, la novela menciona un armamento capaz de crear un “enorme agujero en el suelo”, las reservas de agua envenenadas y bombas silenciosas de ántrax. Una Guerra de Nueve Años seguida de un gran colapso económico.

- El pasado borrado de la memoria pública 

Un lema de 1984 es “Quien controla el pasado controla el futuro. Quien controla el presente controla el pasado". El Partido controla el pasado y se ha encarga de eliminar los registros históricos contrarios a su ideológica visión del mundo. El pasado es irrelevante, pero el odio continúa como antes.

En "Un mundo feliz" todos desprecian el pasado al ser declarado bárbaro. Después de la guerra a los niños no se les enseña historia, la sabiduría de la nueva era señala que “la historia es una tontería”.

- La unidad familiar tradicional destruida

Orwell traza una sociedad en la que la lealtad del niño al estado predomina a cualquier devoción a sus padres. Sin duda, Orwell lo tomó de la doctrina de las Juventudes Hitlerianas y los Jóvenes Pioneros soviéticos. Los propios hijos delatan a los padres ante el Gran Hermano. Gran parte de los niños se forman en campos de huérfanos, la sexualidad es decadente, una condición considerada normal según los estándares del Partido.

En Huxley la familia biológica no existe, cualquier afecto familiar se considera grave. El desarrollo prenatal se controla en los criaderos gubernamentales con el uso de productos químicos. Los bebés no nacen, se decantan (sólo el personaje llamado Savage ha nacido de forma natural). Los niños están condicionados a ser consumidores y activos sexualmente. Todos son de todos. 


Estas ilustraciones corresponden a una nueva edición de "Un mundo feliz" de 2022 por Cup Publishing (Londres), Isaac Spellman es el artista ilustrador

- Pensamiento racional erradicado

En 1984, “la guerra es paz”, “la libertad es esclavitud” y “la ignorancia es fuerza”. El doble pensamiento es la capacidad de sostener simultáneamente dos opiniones que se anulan entre sí. En 1984 no se necesita pensar para estar despierto e inconsciente al mismo tiempo. Se limita y se altera el lenguaje y la cultura. El protagonista (Winston Smith) piensa demasiado, se dedica (por su trabajo) a borrar la verdad de la memoria pública, pero en la noche solo piensa como descubrir la verdad real. Termina perdiendo su capacidad de razonar por medio de "terapias"  que le inducen a amar al Gran Hermano.

En "Un mundo feliz" el protagonista Bernard Marx piensa demasiado (dicen que su cerebro recibió demasiado alcohol cuando era feto); por su lado, Lenina Crowne es una chica material, sus afectos residen en las máquinas de masaje, la ropa nueva, la música sintética, la televisión, volar y la droga soma. Lenina recita frases trilladas (gubernamentales) como: “Nunca dejes para mañana la diversión que puedes tener hoy”. "Bernard intenta que Lenina piense en cosas como la libertad individual, pero ella no acepta, responde: "No entiendo". Los personajes que más piensan, Bernard y Savage, acaban siendo aislados del resto de la sociedad por ser inadaptados.

- Inclinaciones religiosas reencauzadas

En 1984 el Gran Hermano es omnipresente. Su imagen se encuentra en monedas, sellos, libros, pancartas, carteles y paquetes de cigarrillos. Hay un cierto fervor religioso en los rituales obligatorios de los "Dos Minutos de Odio" y "La Semana del Odio" (Orwell lo tomó de las concentraciones nazis de Nuremberg), una especie de servicio religioso secular en el que se critica al diablo (Goldstein) y se adora a Dios (Gran Hermano).

En "Un Mundo Feliz", la parte superior de todas las cruces de las iglesias se ha cortado para formar la letra T (de Tecnología). El ritual se encuentra en los Servicios Solidarios y en Orgía-porgía. Al inicio de cada Servicio Solidario, el líder hace la señal de la T, enciende la música sintética y pasa la copa de comunión de soma. A medida que continúa el servicio, la música se vuelve más fuerte y el redoble de tambores más pronunciado. La congregación canta: "Ford, Ford, Ford". Todos bailan alrededor de la sala en un círculo vinculado hasta que la asamblea cae en un libertinaje de estilo pagano.


Estas ilustraciones corresponden a una nueva edición de "Un mundo feliz" de 2022 por Cup Publishing (Londres), Isaac Spellman es el artista ilustrador.


- Tecnología utilizada como medio de control

En 1984 existen telepantallas bidireccionales, helicópteros espías y micrófonos ocultos para vigilar a la gente. En  "Un mundo feliz", la tecnología en forma de criaderos, “feelies”, anticonceptivos y soma se utiliza como herramienta de acondicionamiento. En Orwell el control total es posible gracias a los avances tecnológicos. En Huxley, la sociedad se ha rendido ante el dios de la tecnología, la tecnología con T mayúscula.

- Una élite de la clase dominante controla a las masas

En 1984, el Partido Interior (el 2% de la población), ejerce el poder absoluto. El 13% son técnicos capacitados y el resto, los proles, son trabajadores esclavos. El Partido Interior toma y mantiene el poder únicamente por el poder: O'Brien le dice a Winston mientras lo tortura: “El Partido busca el poder enteramente por sí mismo. No nos interesa el bien de los demás; lo único que nos interesa es el poder”. “Si quieres tener una imagen del futuro, imagina una bota pisando un rostro humano... para siempre”.

En "Un mundo feliz" hay que crear clases (Alfas, Betas, Deltas, Gammas, Epsilones) para realizar las diversas tareas dentro de la sociedad. Nadie se opone porque todos han sido condicionados a pensar que su clase particular es la más feliz. Sin embargo, el mundo de Huxley es tan autoritario como el de Orwell, incluso si el condicionamiento se lleva a cabo a través de "sugerencias" repetidas durante la "enseñanza del sueño".

- Orwell y Huxley en la actualidad 

Se dice que Estados Unidos se asemeja más a la realización de la profecía de Huxley que a la de Orwell. Es posible que cualquier tiranía de rostro feliz se convierta rápidamente en una autocracia de rostro triste. Orwell creía que el mundo de Huxley era inverosímil, sostenía que las sociedades hedonistas no perduran y que Huxley no había creado una clase dominante convincente. Los "condicionadores" (término de C. S. Lewis) están hoy entre nosotros a medida que somos testigos de una mayor intrusión en nuestras vidas por parte del gobierno y percibimos una influencia más amplia sobre nuestra toma de decisiones por parte de las entidades corporativas.

"Los mundos de Orwell y Huxley son ficticios, pero en el momento de su publicación, ambas novelas eran especulaciones razonables de hombres talentosos basadas en condiciones ya existentes en el siglo XX. El paso de tres generaciones más no ha eliminado estas condiciones; más bien, sólo los ha agudizado. Las sociedades actuales ven su libertad cada vez más amenazada por desafíos como tener que vivir con armas de destrucción masiva, demencia histórica, el colapso de la unidad familiar tradicional, la irracionalidad, la pérdida del espíritu cristiano, la rendición de la cultura al dios de la tecnología y la concentración del poder en manos de unos pocos". 

* Arthur Hunt en "The Dystopian Nightmares of Orwell’s 1984 and Huxley’s Brave New World". (Another City, 2021)

 

Ilustración del artista Isaac Spellman, en la nueva edición de "Un mundo feliz"(2022) por Cup Publishing (Londres).


¿Quién predijo mejor el futuro, Orwell o Huxley?

¿En qué distopía vivimos actualmente? Varios analistas señalan que el mundo moderno parece una distopía en una versión oscura en la línea de tiempo. El morbo de los investigadores y lectores siempre estará en determinar, ¿quién tiene razón? o ¿quién predijo mejor el futuro? ¿Orwell o Huxley?. Existe prolijos análisis sobre ello, hay que leer mucho para tener una posición, aún así es difícil plantearlo de esa manera y vuélvese interminable explicarlo; de hecho, el solo resumir un cierto número de ensayos y acoplarlos a esta investigación se ha vuelto inacabable. 

Hay varios enfoques que satisface al menos nuestra curiosidad inicial. Lo siguiente son extractos y resúmenes de diferentes investigaciones.


Compendio de varios análisis

John Lanchester explica que Huxley esbozó conjeturas sobre hacia dónde se dirigía la sociedad (se han explicado), como resultado -a decir de la siguiente cita- puede afirmarse que fue Huxley y no Orwell, "quien hizo un mejor trabajo al predecir la vida moderna en el mundo desarrollado. El cambio en la actitud hacia el sexo, no es algo que mucha gente previó en 1932, pero Huxley sí lo hizo: la separación entre sexo y reproducción es completa en `Un mundo feliz´, como es casi completa en la vida moderna. Adivinó correctamente sobre el desarrollo de nuevas tecnologías en materia de anticoncepción y sexualidad, acertó en sus consecuencias. La promiscuidad no sólo es normal, se fomenta activamente. El sexo es una distracción y una fuente de entretenimiento, casi una droga. Huxley habría visionado nuestro mundo de aplicaciones de citas y entretenimiento masivo sexualizado. Los placeres y entretenimientos poco exigentes son fundamentales para el funcionamiento de la sociedad. Las fuentes de entretenimiento masivo juegan un papel vital, tienen como objetivo escapar del yo. El soma, fármaco sin efectos secundarios, garantiza la felicidad disociada. Huxley observa el uso moderno de antidepresivos, ansiolíticos y sedantes. En cambio Orwell vio un futuro en el que el Estado desaconsejaría el sexo. En este sentido estaba completamente equivocado y Huxley tenía la razón, había acertado".




Orwell también tiene lo suyo, se aprecia que varios dirigentes mundiales pretenden reescribir la historia e ignorar la verdad (EEUU y sus aliados), se observa un creciente énfasis en los crímenes basados ​​en el pensamiento. No tenemos un “Dos Minutos de Odio” oficial, como lo tiene el estado de Oceanía de Orwell, pero nuestros equivalentes en las redes sociales se acercan bastante. La idea de una guerra permanente de baja intensidad como nueva norma se parece mucho a nuestra guerra global contra el terrorismo; de hecho, encajaría muy bien en el mundo de acrónimos y neolengua de Orwell. 

"Una sociedad globalmente dominante gobernada por un partido y un líder fuerte, una sociedad que utiliza todos los métodos posibles de vigilancia y recopilación de datos para monitorear y controlar a sus ciudadanos, una sociedad que también disfruta de un aumento récord en prosperidad y abundancia, y que utiliza nuevas tecnologías sin precedentes, técnicas en ciencia y genética, esa sociedad se parecería mucho a una mezcla de las visiones de Orwell y Huxley. También se parecería mucho a la China actual". 

"Orwell y Huxley escribieron sus libros para intentar evitar que sus distopías se hicieran realidad. Su éxito en la profecía es también su fracaso, porque cuanto más en lo cierto están, más sus proyectos no hicieron lo que se suponía que debían hacer. Ninguno de los dos hubiera pensado que esa fuera una razón para perder la esperanza. Sus advertencias siguen siendo válidas. Todavía podemos cambiar de dirección". (John Lanchester: "Orwell v Huxley: whose dystopia are we living in today?". The Financial Times Limited 2019)




- John W. Whitehead, en un buen investigado artículo, señala: "Para ser un individuo hoy en día, para no conformarse, para tener incluso una pizca de privacidad, y para vivir fuera del alcance de los ojos errantes del gobierno y de los espías tecnológicos, uno no solo debe ser un rebelde, sino un rebelde. Incluso cuando te rebelas y tomas tu posición, rara vez te espera un final feliz. Te has convertido en un proscrito. Entonces, ¿cómo sobrevivir en el estado de vigilancia estadounidense? Nos estamos quedando sin opciones.

Sin embargo, como reconoció Aldous Huxley en Un mundo feliz revisitado: "Sólo los vigilantes pueden mantener sus libertades, y sólo aquellos que están constante e inteligentemente en el lugar pueden esperar gobernarse a sí mismos eficazmente mediante procedimientos democráticos. Una sociedad, la mayoría de cuyos miembros pasan una gran parte de su tiempo, no en el lugar, no aquí y ahora y en su futuro calculable, sino en otro lugar, en los otros mundos irrelevantes del deporte y la telenovela, de la mitología y la fantasía metafísica, encontrará difícil resistir las invasiones de aquellos que la manipulan y controlan". (John W. Whitehead "The Omnipresent Surveillance State: Orwell’s 1984 Is No Longer Fiction", The Rutherford Institute 2019)




- Por su parte, Charles Hugh Smith es del parecer que, por razones evidentes, las visiones ficticias de Orwell y Huxley resuenan como mapas del mal estado actual. El totalitarismo tecnológico, el dominio del capitalismo de vigilancia de las grandes empresas tecnológicas y de los gobiernos que impulsa la coerción. La visión de una población dopada, dependiente de los medicamentos, adictas al entretenimiento, que ama su servidumbre es un mapeo del futuro (presente). Hoy amamos nuestra servidumbre por nuestras interminables adicciones y dependencias de todo, los trastornos se aceptan como "normales", desde deudas hasta comida chatarra y analgésicos, nuestra servidumbre se ha normalizado tanto que ni siquiera reconocemos la servidumbre que sustenta la "vida normal".

Dice Smith, analizando la novela póstuma de Kafka ("El Castillo", 1926) que las sociedades pueden volverse muy disfuncionales, sin la autoridad que sugieren sus títulos oficiales, una burocracia inalcanzable e invisible, una población empobrecida dedicada al chisme y rumores, despojada de servicios básicos, recurre a pedir prestado para consumir, siendo una descripción justa de nuestra situación actual. "Todo es inquietante, son los locos años 20 de nuevo (no importa cómo terminó la década de 1920), la IA va a hacer que las corporaciones obtengan billones de dólares en ganancias al empobrecer aún más a la población, quiero decir en "mejorar la productividad"; nuestras incansables autoridades están trabajando arduamente para "resolver" todos nuestros problemas, ¿no escuchan el zumbido de las imprentas de "dinero" que funcionan las 24 horas del día, los siete días de la semana?" (Charles Hugh Smith "What Orwell and Huxley got wrong and Kafka got right". Oftwominds.com 2024) 




- Chris Hedges, en otro estudio crítico de estas obras, establece que: "Poco a poco hemos sido desempoderados por un Estado corporativo que, como previó Huxley, nos sedujo y manipuló a través de la gratificación sensual, los bienes baratos producidos en masa, el crédito ilimitado, el teatro político y la diversión. Mientras estábamos entretenidos, las regulaciones que una vez mantuvieron bajo control el poder corporativo depredador fueron desmanteladas, las leyes que una vez nos protegieron fueron reescritas y nos empobrecimos. Ahora que el crédito se está agotando, los buenos empleos para la clase trabajadora han desaparecido para siempre y los bienes producidos en masa son inasequibles, nos encontramos transportados de "Un mundo feliz" a "1984". El Estado, paralizado por déficits masivos, guerras interminables y malversaciones corporativas, se está deslizando hacia la bancarrota. Es hora de que el Gran Hermano tome el relevo de los feelies de Huxley, la orgía-pargo y el perrito centrífugo. Estamos pasando de una sociedad en la que somos hábilmente manipulados por mentiras e ilusiones a una en la que estamos abiertamente controlados". (Chris Hedges, "2011: A Brave New Dystopia". Ttruthdig.com 2010)


Aldous Huxley (Foto de Reg Innell/Toronto Star vía Getty Images

- Una valiosa explicación la encontramos en un video comentario (YouTube) "¿Quién tenía razón? 1984 vs. Un Mundo Feliz | Orwell vs. Huxley". Aquí se dice que "controlar a la población a través del condicionamiento, la premiación de la ignorancia y el consumismo siempre será más fácil que controlarla con la violencia y la prohibición". Huxley señaló a Orwell (le envió correspondencia) que "tenían que tener en cuenta la hipnosis y los barbitúricos en la configuración de una sociedad dócil que dependa más de la zanahoria que del palo, un método de control menos tangible pero mucho más efectivo... La eficacia de la ley radica en su disimulación, en su ocultamiento como ley, porque cuando el poder se hace visible el sujeto se hace consciente del dominio y por consiguiente presentará resistencia". 

En el capitalismo los sujetos están convencidos de que actúan por iniciativa propia, en realidad responden a los estímulos moldeados en la sociedad. "El capitalismo es represivo cuando quiere ser represivo pero también es el primer sistema de la historia de la humanidad que consiguió el control social a partir de efectos alegres. Es un sistema especializado en evitar esta visibilidad de las relaciones de fuerzas de poder, es un especialista en la construcción de la subjetividad, no por nada dios es Ford en el libro. La gran discrepancia entre la distopía que plantea Huxley con la realidad que vivimos es que en los tiempos en los que se escribió la novela todavía los medios de comunicación y la tecnología no ocupaban el lugar que ocuparon sólo unos años después, por eso se centra más en las drogas y en la hipnosis".


George Orwell fotografiado por su amigo Vernon Richards en 1946. Orwell (Archive University College, London)

Aplicando los procedimientos psicológicos (de Huxley) a través de los medios, el consumo es el instrumento que forja el deseo de los sujetos y los colma de dicha, "y si el objeto no puede cumplir nuestros sueños el problema no es el objeto, son nuestros sueños". El capitalismo del siglo XXI convierte a los sujetos en su propia empresa subjetiva en búsqueda del éxito social.

Como conclusión, este interesante video pregunta: ¿Quién tenía razón? "Lo más doloroso de esto es que con sus obras crearon un tercer tipo de público, el conspiranoico, el que piensa que todo es una conspiración o que les mienten hasta que la mentira se convierte en verdad

Tanto Orwell como Huxley escribieron sus libros para evitar que su distopía se vuelvan realidad y mientras más predicciones aciertan más fracasan en sus proyectos de evitar estos futuros. El sistema capitalista nos hace creer que somos libres, en realidad desconocemos las fuerzas que nos impulsan, llegamos al punto en el que el sujeto actúa fruto de su propia decisión de manera libre y racional, sin saber que todo fue programado. La crítica sigue apuntando en la misma dirección, la represión".


Una edición de 1984, abajo el mapa mundial imaginado en la novela.

- Charles Hugh Smith aporta algo más. "Orwell y Huxley se equivocaron en los límites de estos sistemas de control de pesadilla y efectividad. El totalitarismo tecnológico de espectro completo ciertamente puede imponer el cumplimiento de los comportamientos deseados y las expresiones de consentimiento. Estas estructuras imponen lo que no está permitido y el cumplimiento superficial, pero no pueden forzar lo que realmente hace que una sociedad funcione, no puede obligar a los individuos a no tener ambición o creatividad, convicciones, esperanzas y valores que inspiran a las personas a casarse por amor, formar una familia, tener hijos, o poseer valores o creencias más allá de la sincronización superficial del cumplimiento -más importante que la libertad individual- buscando la autoexpresión a través del logro. Lo que realmente sucede en las sociedades controladas por el Estado y el Capitalismo de Vigilancia es una estructura coercitiva decadente, sucedáneas, huecas, que exigen una apariencia de consentimiento completamente artificial y fácilmente falsificable que imita la devoción a los principios y narrativas que se imponen a la población". (Charles Hugh Smith) 

- El profesor Ruel F. Pepa considera que 1984 es una exposición de cómo funciona la sociedad bajo la mano de hierro de un régimen totalitario, el nuevo poder que expulsa a la religión tradicional con su(s) dios(es) de la esfera del sistema político de la sociedad sin deshacerse de la dinámica del miedo, que es siempre un factor preeminente en la mayoría de las religiones (método de manipulación, la presuposición arquetípica de Jung, la teoría del inconsciente colectivo). El impulso religioso primitivo de la especie humana sigue vigente, el miedo a lo desconocido es el factor primario de perturbación. 1984 es una exposición de cómo el llamado miedo religioso es tomado políticamente, preparara una sociedad pacífica y ordenada, habitada por ciudadanos obedientes leales al Estado y a los poderes detrás de él.




Dice el profesor Pepa que en 1984, se inaugura un nuevo "dios" mucho más poderoso que el nebuloso "dios(es) en el cielo" de las religiones tradicionales, se conoce como "Gran Hermano", el "director de orquesta" de una sinfonía de miedo que caracteriza al nuevo orden social con leyes inflexibles e inquebrantables, una sociedad condicionada por el miedo en todas las áreas de la vida, un estado de continua aprensión y terror todo el tiempo. Los movimientos y actividades de los ciudadanos, tanto en público como en privado, son monitoreados constantemente por cámaras omnipresentes 

Esta situación en la actualidad es una realidad, aunque no se trata exactamente de un entorno político totalitario, ni las condiciones son tan duras como en el tiránico ambiente de la ficción de Orwell. En la "Era de la Información" -nuestro tiempo- se puede acceder al flujo constante de información a través del monitoreo en línea. "En otras palabras, nosotros, los habitantes del mundo posmoderno, estamos generalmente sometidos de una forma u otra a la vigilancia constante de los poderes fácticos, tanto en el panorama global como en el nacional. Es posible que en este momento no haya un castigo proporcional para cada fechoría y mala conducta que comete la gente, pero la rápida evolución de la tecnología de la información que hemos tenido en la realidad posmoderna podría tarde o temprano ser utilizada por regímenes despóticos y autoritarios como una herramienta concreta para efectuar medidas opresivas y onerosas contra sus propios ciudadanos". 

Un mundo feliz de Huxley es un escenario diferente, manipulación humana, control social, "ingeniería social". A diferencia de 1984, no hay libre albedrío en absoluto, cada ser humano es un cautivo absoluto de su constitución fisicoquímica, configuración genética y condicionamiento ambiental. Por lo tanto, un "mundo feliz" es la creación de predeterminados habitantes funcionales y productivos; se aplica la manipulación psicológica y el condicionamiento mental, condiciones para la formación exitosa de individuos físicamente sanos para el mantenimiento de una sociedad fuerte, bien equilibrada y bien estructurada, todo esto es absolutamente necesario. (Ruel F. Pepa, "Nineteen Eighty-Four or “Brave New World”?", 2020)




- Finalmente, Chris Hedges se enfoca en el Estado Corporativo. Señala que las actuales y sofisticadas tecnologías de control corporativo, intimidación y manipulación de masas superan con creces las empleadas por los estados totalitarios anteriores, están enmascaradas por el brillo, el ruido y la abundancia de una sociedad de consumo. Las libertades civiles sin orden judicial están siendo eliminadas, la educación pública, la atención sanitaria se han entregado a las empresas para explotarlas lucrativamente, los empleos bien remunerados no van a volver. Los que alzan la voz disidente contra las corporaciones son ridiculizados por el establishment corporativo como bichos raros.

El Estado corporativo se esconde detrás de la cortina de humo de la industria de las relaciones públicas, la industria del entretenimiento y el materialismo de mal gusto de una sociedad de consumo, nos devora de adentro hacia afuera. No nos debe lealtad ni a nosotros ni a la nación. El Estado corporativo no encuentra su expresión en un líder demagogo o carismático. Se define por el anonimato y la falta de rostro de la corporación. Nos ocupamos comprando productos que prometen cambiar nuestras vidas, hacernos más seguros o exitosos a medida que nos despojan constantemente de derechos, dinero e influencia. Nos fascinan con los "continuos avances tecnológicos", una cultura cargada de sueños de control y posibilidades en constante expansión, cuyos habitantes son propensos a las fantasías porque la gran mayoría tiene imaginación pero poco conocimiento científico".




En algún momento tendremos que enfrentarnos a algunas verdades muy desagradables. La fachada se está desmoronando. Y a medida que más y más personas se den cuenta de que han sido usadas y robadas, pasaremos rápidamente de "Un mundo feliz" de Huxley a "1984" de Orwell. Vivimos cada vez más en la Oceanía de Orwell, no en El Estado Mundial de Huxley. Todos los excesos están justificados. Todo presagia el cambio de Huxley a Orwell. Los mayores déficits en la historia de la humanidad significan que estamos atrapados en un sistema de servidumbre por deudas que será utilizado por el Estado corporativo para erradicar los últimos vestigios de protección social para los ciudadanos, incluida la Seguridad Social. El Estado ha pasado de una democracia capitalista a un neofeudalismo. 

Y cuando estas verdades se hagan evidentes, la ira reemplazará a la alegre conformidad impuesta por las corporaciones porque el totalitarismo invertido ya no funcionará. La era de la diversión está siendo reemplazada por la era de la represión. Somos la ciudadanía más vigilada y espiada en la historia de la humanidad, captada por miles de cámaras de seguridad. Nuestras inclinaciones, nuestros perfiles y hábitos se registran electrónicamente. El enemigo está en todas partes. Aquellos que no cumplen con los dictados de la guerra contra el terrorismo, una guerra que, como señaló Orwell, no tiene fin, serán brutalmente silenciados.


George Orwell en la BBC

"¿Comienzas a ver, entonces, qué clase de mundo estamos creando?" Orwell escribió: "Es exactamente lo contrario de las estúpidas utopías hedonistas que imaginaban los viejos reformadores. Un mundo de miedo, traición y tormento, un mundo de pisotear y ser pisoteado, un mundo que crecerá no menos, sino más despiadado a medida que se refine". (Chris Hedges, "2011: A Brave New Dystopia". Truthdig.com)


Quiero terminar este ensayo - recopilación con una interesante frase de Robert J. Burrowes: "Nuestra identidad como Homo Sapiens está amenazada por la biología sintética, los humanos juguetean mientras la humanidad arde, ¿será una muerte cercana o una esclavitud transhumana?" Ante un ataque multidimensional y altamente coordinado contra nuestra humanidad la mayoría de los seres humanos se repliega con miedo. En ese estado, las personas son incapaces de resistirse".


Huxley

La tecnocracia avanza rápida y amenazadoramente, hay amenazas menos conocidas planteadas por la geoingeniería, la biología sintética, la inteligencia artificial, el transhumanismo, el medio ambiente se ha convertido en un arma mediante productos químicos, electromagnetismo y nanotecnología. Se dice que la IA (Inteligencia Artificial) exterminará a los humanos mediante la biología sintética. ¿Es el “gran reinicio” de la élite, que está aplastándonos política, económica, médica y tecnológicamente, una adaptación de Huxley?

¿Se está acabado el tiempo? ¿Se puede aún actuar de manera efectiva y detener lo peor de lo que ya está sucediendo?. Ciertamente habría sido mucho mejor si hubiésemos actuado antes.



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Fuentes de consulta:








Wikipedia y otras notas de prensa. 

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