Parte I
por Tito Andino
Reflexiones generales
Debemos iniciar puntualizando que no debe haber cabida para "glorificar" a Hitler y al nazismo por cuestiones de "higiene racial" debido a la campaña de oposición al consumo de tabaco ya que obedeció primordialmente a eso, causas raciales y no estrictamente a razones de salud pública. Por diversas causas tal fue el fracaso de ese impulso propagandístico que citaremos algunas:
- La propaganda antitabaco debía convencer a la población de lo insalubre que resultaba su consumo, hasta ahí bien; pero, entre otras cosas debía culpar a los judíos de ser los que introdujeron y fomentaron el vicio de fumar en Alemania, llegando a comparar ese hábito como algo común entre gente degenerada..., como los negros procedentes de África (según los nazis).
- Por experiencia humana, de poco suelen servir las prohibiciones, la Alemania nazi no fue la excepción. En la práctica, la gente estaba enganchada al tabaco, mientras más restricciones más aumentó el consumo. Los impuestos y el incremento de su precio no intimidaron al consumidor. Se habrán fijado en las películas ambientadas a la época de la República de Weimar como la totalidad de locales públicos, bares, restaurantes, discotecas, oficinas públicas, transporte eran una nube de humo provocada por el alto consumo de tabaco, y la gente ya era consciente del daño que producía.
- Los nazis no fueron el primer buen ejemplo para combatir el tabaquismo (cuyo "éxito" es más que dudoso). En los años de la "lucha por el poder", las Secciones de Asalto hitlerianas (SA) se financiaban, en parte, de la propaganda de las empresas tabacaleras alemanas.
Carteles de cigarrillos Trommler, la marca oficial de Sturmabteilung (SA), el brazo paramilitar del NSDAP. Los anuncios de estos productos eran elaborados por Sturm Cigarette Company de Dresde, fabricante de los cigarrillos Trommler, Alarm, Sturm y Fancy Neue Front. Después de la purga del Jefe de las SA Ernst Röhm en junio de 1934, el fabricante de Trommler and Sturmzigaretten, Dressler, perdió el favor y bajo su nuevo liderazgo, la SA firmó un acuerdo de comercialización con la firma Reemtsma, que comenzó a producir SA-Zigaretten en 1935, por el cual pagó a la SA 250.000 RM anuales.
- El efecto nocivo del consumo del tabaco ya era conocido desde la década de 1910, como las campañas del movimiento de reforma de vida en el estado industrial de Sajonia, "los opositores al tabaco intentaron frenar el tabaquismo o eliminarlo por completo. La prueba más antigua de los efectos del consumo de tabaco en el organismo humano se encontró en la fundación del Museo Alemán de Higiene y en la sede de la Asociación de Oponentes Alemanes del Tabaco. En la "Primera Exposición Internacional de Higiene", Dresde, 1911.
- Paradójicamente, en la Alemania nazi hubo restricciones a la publicidad del tabaco, podía anunciarse el producto, pero no fumar en sí mismo. Puede ser que la campaña antitabaco tuvo algún resultado positivo, pero, en general no fue tan bien recibida como se esperaba, gran parte de la población siguió fumando a escondidas al verse obligados a adquirir el tabaco de forma ilegal.
- Por sentado, no existió prohibición por razones de salud pública (restricciones), más bien eran recomendaciones de índole "higiénico racial" -para "arios", para germánicos puros-. No era nada raro encontrarse en restaurantes con carteles: "¡Las mujeres alemanas no fuman!"; o, "¡Se ruega a las mujeres que no fumen!". En teoría se "combatió" el fumar en el Tercer Reich.
- Joseph Goebbels, ministro de propaganda, cultura, etc., siempre reconoció que el consumo de tabaco (y café) era bueno para el estado de ánimo de la gente. Y, a pesar de los deseos de Hitler no existió un control rígido en lo político y de bienestar social referente a una "prohibición" del tabaco. Cuando la economía alemana mejoró, el régimen nazi permitió el consumo de diversos tipos de tabaco de mejor calidad.
- Nicole Petrick-Felber en su libro "Kriegswichtiger Genuss. Tabak und Kaffee im Dritten Reich" (Disfrute de la guerra. Tabaco y café en el 'Tercer Reich') observó que la política de menos café y menos cigarrillos se hacía realidad entre los alemanes... por efecto de la guerra, las importaciones y la calidad del tabaco cayeron abruptamente y los cigarrillos se repartían de forma desigual, las fuerzas armadas tenían prioridad y, productos como el café solo se podía encontrar en la Wehrmacht.
- Para muchos opositores al nazismo el fumar fue un verdadero reto antifascista, ya que Hitler y Himmler eran confesos no fumadores. Un valioso artículo del medio español "La Vanguardia", "La cruzada nazi contra el tabaco", señala que la principal figura de la campaña era Hitler: “Nuestro Führer no fuma”. Se distribuyeron panfletos con el mensaje: “Hermano nacionalsocialista, ¿Sabes que tu Führer está en contra del hábito de fumar y piensa que cada alemán es responsable de sus actos y misiones frente a todas las personas, y que no tiene el derecho de dañar su cuerpo con drogas?”. Hitler era un buen ejemplo para dejar el cigarrillo, él lo había hecho durante su juventud, llegó a afirmar "que el nazismo podría no haber triunfado si no hubiera dejado de fumar".
- Pero, la triste realidad es que Hitler, a pesar de rechazar el tabaco, se transformó en un contumaz consumidor de otras drogas preparadas en "cocteles" del famoso Dr. Theo Morell (médico de cabecera de Hitler). Y, por otro lado, la metanfetamina Pervitin era repartida masivamente a las tropas de la Werhmacht.
“Hitler era antitabaco y solía decir que los nazis ganarían la guerra porque Hitler, Franco y Mussolini no fumaban mientras que Roosevelt, Churchill y Stalin eran grandes fumadores. Pensaba que el liderazgo de las potencias aliadas se debilitaría y permitiría a las potencias del Eje salir victoriosas”, apunta Robert Proctor, profesor de la Universidad de Stanford y autor de los libros "The Nazi War on Cancer" y "Golden Holocaust: Origins of the Cigarette Catastrophe and the Case for Abolition" (citado en La Vanguardia) De ahí la preocupación para que los militares dejaran de fumar. “Los militares no debían fumar. Hitler en un momento dado dice que pueden perder la guerra por no impedir que los militares fumen”, expresa Proctor.
- Y es que los militares (y civiles) eran incorregibles. La campaña antitabaco de 1933 a 1937 fue un fracaso; al contrario, el consumo de tabaco en Alemania tuvo un rápido incremento, la tasa de fumadores en Alemania aumentó más rápido que en la vecina Francia, por ejemplo. Las empresas fabricantes de cigarrillos en Alemania no bailaban el mismo son que el führer, los industriales, muy a pesar de Hitler y algunos de sus secuaces, sabotearon la campaña antitabaco y calificaron al movimiento antitabaco como "fanático" y "no científico" (Robert Proctor). Desafiantes al führer la industria tabacalera utilizó a mujeres como modelos en sus avisos publicitarios, las regulaciones gubernamentales parecían importarles poco. (Daunton y Hilton, 2001, p. 169, citados por Proctor)
- Las mismas SS fueron otro ejemplo del fracaso nazi para "educar" a sus reclutas en las leyes de "higiene racial". Heinrich Himmler se disilucionó muy temprano al observar repetidamente que sus jóvenes "arios" SS preferían la cerveza en grandes cantidades que la recomendación de beber agua mineral que enseñaban en las napolas y centros de formación de la élite SS.
- La misma orden personal de Hitler de prohibir fumar en las oficinas del NSDAP fue pasada por alto. Si un "camarada" adulto sano quería fumar o no, en última instancia dependía de él. ¿Por qué el pueblo debería practicar la renuncia mientras el fumador Joseph Goebbels y su mujer, el morfinómano Hermann Goering y el "borracho imperial" Robert Ley, jefe del Frente del Trabajo Alemán, se entregaban a sus conocidos vicios?
Hasta aquí algunas reflexiones sobre el tema. Demos paso al interesante artículo de Tracy Brown Hamilton.
Parte II
La olvidada campaña antitabaco de los nazis
El Tercer Reich veía el tabaco como una amenaza para la salud del "pueblo elegido".
por Tracy Brown Hamilton
Periodista con base en Amsterdam.
La conocida obsesión de la Alemania nazi por crear una raza aria superior condujo a muchas atrocidades. Pero de estos mismos motivos siniestros surgieron investigaciones que pueden haber tenido beneficios para la salud del pueblo alemán durante la Segunda Guerra Mundial: estudios sobre los peligros de fumar que llevaron a la campaña antitabaco más avanzada de su tiempo. Desafortunadamente, la campaña solo se preocupó por proteger la salud de los alemanes arios.
"La Alemania nazi estaba gobernada por una élite política consciente de la salud empeñada en la conquista europea y el exterminio genocida", escribe el investigador de Stanford Robert Proctor en su libro, The Nazi War on Cancer (La guerra nazi contra el cáncer), "y el tabaco en ese momento era visto como una de las muchas 'amenazas' para la salud de la gente elegida".
En 1939, el científico alemán Franz Müller presentó el primer estudio epidemiológico que vinculaba el consumo de tabaco y el cáncer. En 1943, un artículo preparado por los científicos alemanes Eberhard Schairer y Erich Schöniger en la Universidad de Jena confirmó ese estudio y estableció convincentemente por primera vez que fumar cigarrillos es una causa directa de cáncer de pulmón.
La investigación realizada por médicos alemanes también sacó a la luz los efectos nocivos del humo de segunda mano por primera vez, y acuñó el término "tabaquismo pasivo". Pero Proctor dice que los hallazgos no pueden separarse del contexto en el que se realizaron.
Según Proctor, el artículo de Schairer y Schöniger debe ser visto como "un documento político, un producto del enfoque ideológico nazi en el tabaco como una fuerza corruptora cuya eliminación serviría a la causa de la 'higiene racial'". La agenda nazi se centró en la idea de establecer y mantener una raza superior aria alemana que estuviera libre de enfermedades o impurezas, y el tabaco era solo una de las muchas influencias que podrían debilitar al llamado Übermensch.
"El nazismo era un movimiento de jóvenes musculosos y conscientes de la salud preocupados por cosas como la influencia de los judíos en la cultura alemana y los males del comunismo", dice Proctor, "pero también por los efectos perjudiciales del pan blanco, el asbesto y los colorantes alimentarios artificiales".
Según un artículo en Toxicological Sciences, antes de 1900, el cáncer de pulmón era extremadamente raro en todo el mundo, pero los incidentes de la enfermedad aumentaron dramáticamente en la década de 1930. Esto coincidió con la creciente popularidad del tabaquismo a partir de finales de la década de 1920, pero nunca se identificó un vínculo entre el cáncer de pulmón y el tabaquismo hasta que los científicos de la era nazi hicieron la conexión.
La investigación sobre los efectos nocivos del tabaco fue financiada por el Instituto para la Lucha contra el Tabaco, que fue establecido en 1941 y financiado por la Cancillería del Reich de Hitler. El Instituto fue dirigido por Karl Astel, un médico, oficial de alto rango de las SS y ferviente antisemita, según Proctor.
Entre otras cosas, el instituto de Astel financió y distribuyó folletos y artículos sobre los efectos nocivos del tabaco, incluida una colección de opiniones de Goethe sobre el tema. El instituto realizó una investigación sobre el daño potencial o las mutaciones que la nicotina podría causar al material genético de la raza superior.
Astel y sus científicos realizaron experimentos en humanos y animales, y entrevistaron a las familias de los fumadores que murieron de cáncer de pulmón. Pero las medidas antitabaco no se limitaron a universidades y laboratorios de investigación.
Bajo el dominio nazi, Alemania lanzó la primera y más amplia campaña antitabaco de los tiempos modernos. Se desalentó fumar en el lugar de trabajo y se prohibió en los cines y en las escuelas. Los policías y militares no podían fumar en uniforme, y no estaba permitido vender cigarrillos a las mujeres en cafés y otros lugares públicos. La publicidad de los productos de tabaco estaba restringida.
"Los funcionarios nazis se movieron agresivamente en una campaña total contra el tabaquismo en la que el tabaco fue proclamado "un enemigo del pueblo", según Proctor. Hitler señaló con frecuencia que había dejado de fumar en 1919, y que sus compañeros fascistas Mussolini y Franco también eran no fumadores, a diferencia de los enemigos aliados Churchill, Stalin y Roosevelt.
De manera verdaderamente fascista, las advertencias contra fumar a menudo presentaban al propio Hitler, según Proctor, con declaraciones como:
"Hermano nacionalsocialista, ¿sabe que su Führer está en contra de fumar y piensa que cada alemán es responsable ante todo el pueblo por todos sus actos y omisiones, y no tiene derecho a dañar su cuerpo con drogas?" Según Proctor, la campaña también incluyó "asesoramiento psicológico, chicles de nicotina, métodos para hacer que los cigarrillos sean desagradables con enjuague bucal de nitrato de plata e inyecciones (de un químico) que se unió con compuestos en el tabaco para producir una sensación desagradable".
Al mismo tiempo, el tabaco nunca fue prohibido en la Alemania nazi. Era una fuente de ingresos demasiado importante. Según Proctor, en 1941 los impuestos al tabaco constituían la friolera de una doceava parte de los ingresos del gobierno. En tiempos de guerra, esta fue una financiación importante.
La campaña contra el tabaco terminó con la derrota del Tercer Reich, y la investigación que vinculaba el tabaquismo con el cáncer se agrupó con las atrocidades de la Alemania nazi. En 1945, Astel se suicidó, temiendo que sus crímenes de guerra lo alcanzaran. (Según Proctor, Astel ayudó a organizar el programa de eutanasia que asesinó a 200.000 personas, además de participar en la "Solución final a la cuestión judía").
El Instituto para la Lucha contra el Tabaco fue cerrado después de la muerte de su fundador. Fumar en Alemania aumentó significativamente al final de la guerra, con cigarrillos estadounidenses y suizos inundando el mercado negro. Estados Unidos incluso envió cigarrillos a Alemania como parte del Plan Marshall.
Pero según Proctor, la prohibición nazi logró hacer algo bueno para un subconjunto de la población: las mujeres alemanas. Proctor estima que unas 20.000 mujeres alemanas evitaron las muertes por cáncer de pulmón, gracias al "paternalismo nazi, que desalentó a las mujeres a fumar, a menudo con la fuerza policial".
Según la investigación de Proctor, el documento preparado por Schairer y Schöniger fue ignorado en su mayoría por los científicos de la posguerra. Fue citado solo un puñado de veces en los años posteriores a la guerra. Incluso en Alemania, escribe Proctor, el documento era en gran parte desconocido.
Pasó casi una década después del final de la Segunda Guerra Mundial antes de que la Sociedad Americana del Cáncer publicara estudios que confirmaran el vínculo entre el cáncer de pulmón y el tabaquismo, y el riesgo de humo de segunda mano. En 1971, el epidemiólogo británico Sir Richard Doll fue acreditado y nombrado caballero por su investigación haciendo descubrimientos similares sobre el cáncer y el consumo de tabaco.
Aunque investigaciones posteriores indican que hubo alguna práctica válida en la ciencia nazi del tabaco, Proctor se apresura a decir que no pretende argumentar que debería celebrarse de ninguna manera. "El temor puede ser que al reconocer tal trabajo, uno podría de alguna manera dar crédito a los ideales o políticas nazis", dice: "Mi intención no es argumentar que los esfuerzos antitabaco de hoy tienen raíces fascistas, o que las medidas de salud pública son en principio totalitarias". Sin embargo, concluye que "la campaña nazi contra el tabaco fue tan fascista como las estrellas amarillas y los campos de exterminio".
NOTA del editor: Siempre será interesante profundizar en el escamoso tema del tabaco, por esa razón, apartándonos del contexto básico de este blog, propongo al lector continuar la lectura con un reflexivo análisis que topa desde aspectos científicos hasta cultura ancestral y misticismo. "La corrupción del espíritu del tabaco" es un aspecto conocido pero pocas veces discutido a cabalidad (en la siguiente entrega).