por Schwerpunkt
Foro IIGM
Título original: El gran fiasco: Explotación económica alemana de la URSS.
* Todo el material gráfico y sus notas a pie de foto corresponden al editor de este blog.
El caos organizado
El estilo de gobernar de Adolf Hitler dejaría su impronta en el gobierno y administración de las regiones ocupadas. Sorprende que para la administración de lo que se suponía iba a ser el futuro económico del Reich Alemán las personalidades escogidas fueran tan mediocres y la estructura tan caótica al formarse estructuras administrativas enfrentadas con el empeño de que sus virreyes no tuvieran demasiado poder y estuvieran perpetuamente enfrentados entre sí. Poca delineación de responsabilidades y el recurso de tomar decisiones sobre la marcha.
"De gira desde Alemania `Circo Hitler and Company´", Kukryniksy. Ventana TASS No. 468, 1942. Texto: Hitler el maestro de ceremonias y su colección de cohortes. 1. El súbdito fascista Jockey Dr. Ley / Toma su pedido, cobra su paga. / Como un jockey, parece estar cabalgando duro sobre Alemania. / 2. Malabarista Himmler / Himmler el asesino / Hacha en el aire / Hace malabarismos con habilidad / pero sin cuidado. / 3. El entrenado cerdo Goering, / el codicioso cerdo devorador de hombres, / come hasta saciarse y pide más, / aumentando su circunferencia con un gruñido de cerdo / para exhibir las medallas en su frente. / 4. El mago Goebbels / Goebbels el escritor, un espectáculo secundario / Garabatea con las manos, la cola y los pies / Alza la voz en un grito desesperado / Gritando que todos los Goebbels mienten. / La tinta que fluye de su pluma despiadada / es suficiente para ahogar a una división de hombres. / 5. Hitler Campeón de ladrones / Tambalear sobre una esvástica es muy, muy tonto, / especialmente porque Hitler / no tiene equilibrio. / 6. Perro Antonescu, / Antonescu, con astuta picardía / Vendió a sus compatriotas como esclavos. / No le importa un bledo la pérdida de Rumania / mientras mueve la cola ante su jefe alemán. / 7. Jinete Mussolini / Sin nada que ganar / Y sin cola que mover, / Mussolini simplemente galopa / Como un rocín aterrorizado. / 8. Mannerheim - Sword Swallower, / solo un mendigo hambriento, / reflexiona sobre tus pecados / Engulle esta simpática espada larga / Está llena de vitaminas. / 9. El Payaso en la historia, / Laval pasa a la historia / como un tonto payaso sucio.
Los nazis habían bosquejado diversos mecanismos de administración de los países ocupados. El estilo de Hitler era nombrar comisarios todopoderosos provenientes del partido. Su completa desconfianza de los funcionarios de carrera así como su desprecio por la organización administrativa y burocrática llevaron a que, en general, cada país tuviera un régimen administrativo diferente, el estilo variaba enormemente de un territorio al otro. En pocas palabras la Europa ocupada por los alemanes era un mosaico de satrapías. Así, en Francia la administración militar alemana mantuvo a todo el aparato burocrático francés y su policía. Francia administrada por franceses bajo una supervisión alemana relativamente laxa y sorprendentemente con muy pocos funcionarios alemanes (alrededor de 1.200). El contraste con Polonia no podía ser más marcado, donde se había destruido por completo las estructuras estatales para imponer un control y terror total. Los alemanes necesitaron a finales de 1939 nada menos que 80.000 funcionarios para gobernar un territorio mucho más pequeño y menos poblado.
Claramente el estilo descentralizado y apoyado en los aparatos burocráticos locales era mucho más “barato” y efectivo. El intento de administrar territorios sin apoyarse en la población local era muy complicado y además requería de una gran masa de personal alemán en momentos en que los recursos humanos estaban estirados al máximo. A pesar de que este estilo de gobernar era propugnado por funcionarios alemanes y de algunos altos oficiales del partido como Werner Best e incluso militares como Otto von Stülpnagel en Francia, la decisión había sido tomada por Hitler y su camarilla más íntima como Himmler. Se aniquilaría por completo el aparato burocrático soviético y a las élites locales y se administraría por completo los nuevos territorios con alemanes pues no se quería la menor colaboración con la población soviética en contraposición a otros territorios donde, en diversos grados, se toleraba una cierta participación (Mark Mazower: Hitler´s Empire: How the Nazis ruled Europe (pág. 226-248) Penguin Books 2008).
La organización que regiría la economía de los territorios ocupados sería el Wirtschaftsstab Ost o Estado Mayor Económico del Este creado en marzo de 1941. Este era un ente bajo la batuta de Hermann Goering con el concurso de Georg Thomas, jefe de la Oficina de Armamentos, Paul Körner, mano derecha de Goering, Herbert Backe, representante del Ministerio de Alimentación y Agricultura y otros representantes ministeriales. El mando nominal lo tendría un militar de marcado carácter político, Wilhelm Schubert, aunque no tendría apenas mando ejecutivo.
Bajo este paraguas administrativo habría numerosos departamentos que por no hacer interminable la descripción, resumiremos en cinco inspectorías económicas (Wirtschaftsinspektionen), 23 grupos de trabajo (Wirtschaftskommandos) y otras instituciones. Alrededor de esta organización matriz orbitaban sociedades creadas por Goering un año antes para dominar la explotación petrolífera europea (Kontinentale Öl AG), el trust industrial IG Farben, la corporación agrícola (Zentralhandelsgesellschaft Ost für landwirtschaftlichen Absatz und Bedarf GmbH) creada a las pocas semanas de la invasión. Estas empresas aunque teóricamente dependían del Wirtschaftsstab Ost tenían sus propios consejos de administración. Como podemos ver Goering a la par que contemplaba la explotación de los recursos económicos de la URSS para el Reich no perdía de vista el engrandecimiento de su imperio económico personal (Dietrich Eichholtz: Geschichte der deutschen Kriegswirtschaft 1939-1945 (pág. 233-237) volumen I. K. G. Saur Verlag GmbH 2003).
Alfred Rosenberg - Paul Körner - Herbert Backe. Fuente: Bundesarchiv.
La administración militar de las zonas contiguas al frente de guerra era vista como coyuntural ya que se pensaba en una rápida victoria sobre la URSS. La administración de los Territorios Ocupados del Este estarían bajo el mando de comisarios nazis y liderazgo nominal de Alfred Rosenberg, un alemán oriundo del Báltico y con conocimientos de Rusia pero de escaso peso político en el partido. Rosenberg preconizaba la creación de estados marioneta en las naciones bálticas y Ucrania, aprovechando esas fuerzas para desintegrar el imperio bolchevique; el resto de los territorios del este serían administrados y colonizados por alemanes. Dentro de los planes figuraba como objetivo de primer orden la represión y destrucción de cualquier atisbo de resistencia rusa. La Rusia soviética sería desmembrada y destruida como estado y sus restos serían explotados por los alemanes.
Debían crearse cinco Comisariados del Reich (Ostland, Ucrania, Moscovia, Cáucaso y Turquestán) dependientes del Ministerio del Reich para los Territorios Ocupados del Este (Roseberg). Debido a las vicisitudes de la campaña militar solo los dos primeros fueron establecidos y al Ministerio se le privaría de autoridad y contenido dentro de la política de reinos de taifas hitleriana. Los comisarios del Reich serían en el caso de Ostland, Hinrich Lohse, gauleiter de Schlewig-Holstein y el brutal Erich Koch, gauleiter de Prusia Oriental para Ucrania.
Alfred Rosenberg era un pésimo organizador, su autoridad que ya era bastante nebulosa sufrió una gran dentellada cuando Hermann Goering quiso expandir su imperio personal y se hizo con el control de los asuntos económicos. En la práctica Rosenberg y su Ministerio sería una entidad aislada y desprovista de poder real ya que Hitler no quería crear estados satélites en el Este, diluyó la autoridad del Ministerio hasta hacerlo inoperante. Los comisariados no dependerían de Rosenberg mas que de una manera superficial e inefectiva. El propio Hitler lo dejó muy claro en el otoño de 1941 a Rosenberg por sus disputas con Koch al instruirle a “no inmiscuirse en la administración de los comisariados del Reich y a concentrarse en directivas generales previamente acordadas con el propio Hitler”.
Hitler estaba convencido que no haría falta el concurso de las nacionalidades no rusas para derribar a la Unión Soviética y que las fuerzas alemanas bastarían. Esto tuvo un efecto tremendo en la política alemana regional que en la práctica apartó cualquier pensamiento de colaboración y cooperación con las poblaciones locales. (Alex J. Kay: Exploitation, Resettlement, Mass Murder: Political and Economic Planning for German Ocupation Policy in the Soviet Union 1940-1941. (Pág. 87) Berghahn Books 2006).
¿Y qué hay de la administración militar que era otro de los actores en este juego? Las autoridades militares estaban en general más inclinadas a colaborar con la población local y a conseguir réditos de las rivalidades entre rusos y otras nacionalidades. A ello contribuía el hecho de que algunos de los oficiales más antiguos las habían explotado durante la breve ocupación alemana en 1917-1918. También había oficiales de la línea dura nacionalsocialista que chocarían con los primeros y que causaron desavenencias importantes. No obstante la autoridad militar sería relevante mientras la zona estuviera situada en la retaguardia de la línea de combate y en principio se veía como una autoridad interina. (Mark Mazower: Hitler´s Empire: How the Nazis ruled Europe (pág. 144-157) Penguin Books 2008).
El papel de los industriales alemanes es más complejo y complicado de discernir. Por un lado, estaban favorablemente dispuestos a hacerse con oportunidades nuevas de negocio e instalaciones productivas; pero, por otro lado, veían con profunda desconfianza la situación en la Unión Soviética a la que juzgaban muy retrasada y su población poco de fiar. En realidad compartían la ignorancia sufrida por gran parte del liderazgo nazi, pero, con carácter pragmático no querían verse involucrados en una serie de adquisiciones que les forzarían a una serie de costosas inversiones. En general había mucho más interés por las recientes adquisiciones en Europa Occidental que por hipotéticas inversiones en el Este y preferían esperar a que la situación política y militar se aclarara antes de comprometerse. Al estado de indecisión de los grandes industriales no ayudaba la falta de definición sobre la propiedad de las nuevas instalaciones ni de cómo se haría la transferencia de propiedad. Desde el punto de vista práctico esta situación no ayudaría a poner en marcha las instalaciones productivas una vez fueran conquistadas. Recordemos que en el ideario de Hitler no había espacio para la utilización de la capacidad industrial, si no una mera explotación de materias primas y productos agrícolas. El uso de la industria capturada sería una racionalización posterior ante la prolongación de la guerra. (Rolf-Dieter Müller & Gerd Ueberschär: Hitler's War in the East, 1941-1945: A Critical Assessment (pág. 300-304) Berghahn Books 2002).
Izquierda: Vladimir Vasilevich Lebedev. "Un retiro criminal", TASS No. 696, 1943. Texto: La radio de Berlín ha anunciado: "Durante su retirada de Viazma, las tropas alemanas retiraron de la ciudad todos los objetos de valor histórico”. Pero el ladrón no tiene por costumbre decir toda la verdad. De hecho, los bandidos fascistas robaron no solo objetos de valor histórico, sino que también vaciaron literalmente todos los apartamentos civiles. (De los diarios) Poema: El ladrón alemán, en un arrebato de honestidad, / Inmodestamente transmitió por la radio / Que dejando a Viazma, escondido en su abrigo, / Se llevó tesoros históricos. / Que los tesoros han sido robados / No lo discutimos; los ladrones fascistas se los llevaron. / Pero, ¿qué tipo de tesoros históricos / son las cucharas de plata y la ropa de cama? Medio: Vladimir Vasilevich Lebedev. "Saqueo total", TASS No. 768, 1943. Uno de los métodos extremos empleados por el ejército de Hitler son las campañas de recogida de ropa y calzado de la población en general. (De los periódicos). Poema: Los emisarios de Hitler aparecieron / Y los despertaron de su sueño. / Le dejaron solo su ropa interior / A ella le dejaron solo una cortina de ventana. / La pobre pareja no dejó escapar un chillido / y los dos jóvenes y apuestos soldados de asalto / gritaron alegremente: "¡Heil Hitler!" / Y salieron corriendo con dos sacos. / Se fueron. Robaron todo, / desde sedas hasta ropa de cama. / ¿Quiénes eran: nuestras propias tropas o merodeadores? / Preguntó la esposa en un susurro. / "¿Quieres terminar en la Gestapo?" / Respondió el esposo en un susurro. / "Son tanto nuestros como merodeadores... / ¡Como bien sabes, amiga mía!". Derecha: Vladimir Vasilevich Lebedev. "La Fuerza del Hábito", TASS No. 1132, 1945. Poema: "Fritz ha regresado del extranjero / a su familia nativa. / Le ha robado a su padre y a sus hermanas, / también le ha robado a su madre. / El soldado de asalto alemán no /puede ser más que un ladrón. / Él dice: "En el extranjero me acostumbré". / “¡Mi Fritz!” - dice su padre / "¡Mi Fritz!" - suspira su mamá. / “¡Qué chico tan talentoso eres! / ¡Incluso puedes robar!” / El padre dice: “¡Qué saqueo, / es un robo a plena luz del día! / ¡Te has parecido al Führer, / a tu madre y a mí! (Donación de la Sociedad de Relaciones Culturales con Países Extranjeros de la URSS, 2010.123)
Apoyados por Hitler la planificación económica tenía una visión a corto plazo, lanzarse al pillaje y requisa de todo cuanto tuviera valor monetario, independiente de las consecuencias políticas y la alienación de la población ocupada. Hitler, con la pésima situación militar en 1943 seguía rechazando cualquier posibilidad de colaborar y otorgar limitadas concesiones de autogobierno a la población local, todo por no hipotecar la futura explotación y colonización alemana.
La administración militar fue en sus objetivos una mezcla de ambas: Los altos mandos preconizaban la requisa para sostener a las tropas en campaña ante las dificultades en los suministros pero por otra parte se intentó utilizar las estructuras productivas en provecho de las necesidades militares inmediatas. Para ello había que asegurar la colaboración de la población local. Sin embargo, en cuanto el frente se desplazaba al este y la administración militar era reemplazada por la civil, ocurría lo opuesto.
Diversos artistas soviéticos de la época reflejaron la "administración" alemana de los Territorios Ocupados del Este.
Por si no fuera bastante caótica esta estructura había otros actores en todo este entramado: Himmler y su imperio personal de las SS. Por un lado ya había divisiones enteras de las Waffen SS combatiendo en el frente ruso y unidades policiales y de limpieza étnica ocupadas en el asesinato de judíos. Las tareas policiales chocaban con algunas de las supuestas atribuciones de Rosenberg que al verse privado de la administración económica y policial se vio privado de cualquier pretensión de poder real. Himmler se veía a si mismo como el encargado de conformar el nuevo espacio vital en el Este para el nuevo imperio colonial alemán diezmando a la población eslava, realizando experimentos de repoblación y expulsión racial.
Esa era la política hitleriana, dividir el poder entre sus acólitos, el precio fue la inoperancia administrativa y el caos organizativo. En la URSS ocupada, Hitler seguiría su política de impedir un gobierno y administración único al igual que en el resto de su imperio. La diferencia fundamental con el Reich y los territorios ocupados es que se iba a realizar un experimento social basado en el delirante ideario racial nazi que desafiaba por su alcance lo nunca visto.
Una limitación de importancia para las diversas agencias administrativas alemanas era la falta de personal. Para administrar vastos territorios con más de 60 millones de personas los alemanes no disponían de más que de unos pocos millares de administradores y con el inconveniente fatal de no contar con ninguna estructura local en que apoyarse. Tengamos en cuenta que el territorio era en extensión unas dos veces el Reich. Se disponía de muy poco personal que hablara ruso y que tuviera el menor conocimiento del territorio que iban a gobernar. Para desgracia alemana gran parte de los individuos llegados al Este eran aventureros en busca de promoción o embrutecidos militantes nazis sin la formación necesaria para tan gran reto. (Rolf-Dieter Müller: Die deutsche Wirtschaftspolitik in den besetzten sowjetischen Gebieten 1941–1943 (pág. 2) Harald Boldt Verlag 1991).
La administración alemana en el Este debía constituir tres zonas:
- Zona de combate dependiente del comandante militar del sector: raramente tenía una profundidad de más de 20 km.
- Zona de administración militar y que agrupaba la zona de retaguardia de los Grupos de ejércitos. Era una zona de varios cientos de kilómetros. En la práctica dado el estancamiento de las operaciones militares casi la mitad del territorio ocupado de la URSS estaría bajo administración militar toda la guerra.
- Zona de administración civil (Comisariados del Reich) (Alex J. Kay: Exploitation, Resettlement, Mass Murder: Political and Economic Planning for German Ocupation Policy in the Soviet Union 1940-1941. (Pág. 1-2) Berghahn Books 2006).
Los comisariados del Reich tendrían varios comisarios generales (Generalkommissar) dependientes, varios de los cuales eran también antiguos gauleiters y en cualquier caso hombres de confianza del partido. Ostland contaría con cuatro y Ucrania con seis. (Alex J. Kay: Exploitation, Resettlement, Mass Murder: Political and Economic Planning for German Ocupation Policy in the Soviet Union 1940-1941. (Pág. 83) Berghahn Books 2006).
Varios de los personajes designados para los más altos cargos como el comisario del Reich Erich Koch para Ucrania eran fanáticos nazis, pésimos e incompetentes gestores. La política de Koch se resumía en un odio terrible hacia los ucranianos y eslavos en general y la decisión de destruir la industria y desurbanizar las ciudades según propia declaración. Gran parte del escaso tiempo dedicado a su nuevo dominio fue dedicado a reprimir cualquier asomo de nacionalismo ucraniano y la persecución de supuestos opositores políticos. Su ideario se basaba en una famosa afirmación: “Si hay algún ucraniano digno de sentarse a mi mesa tengo que hacerlo fusilar”. (Karel C. Berkhoff: Harvest of Despair: Life and Death in Ukraine under Nazi Rule. (pág. 35-36) Harvard University Press 2004).
Hinrich Lohse parece haberse comportado por cuestiones de pragmatismo económico a la par que ideológicas. Cuestionó, por ejemplo, el genocidio judío en Ostland en el otoño de 1941 ante las repercusiones económicas que tendría y parece ser que tuvo algunos enfrentamientos con los mandos encargados del asesinato masivo de judíos. Al ser informado que se practicaría la “solución al problema judío” independientemente de las consecuencias económicas volvió a alinearse ideológica y administrativamente con el régimen. (Escrito de Otto Bräutigam a Hinrich Lohse de 18 de diciembre de 1941. Publicación del Gedenk- und Bildungsstätte "Haus der Wannsee-Konferenz")
La política de desurbanización forzada y destrucción de ciudades (Leningrado, Moscú o diezmar Kiev, Kharkov) serían practicadas mediante el sencillo expediente de no suministrarlas alimentos. Cientos de miles de personas se lanzarían al campo a intentar buscar comida. También se subrayó la necesidad de la explotación económica entendida como saqueo puro y duro. Esto se decidió en la reunión del 16 de julio de 1941 en la Guarida del Lobo entre Hitler, Rosenberg, el mariscal Keitel como representante militar, Goering como plenipotenciario económico, Lammers y Bormann en representación del partido. El consenso general era que la Unión Soviética estaba acabada y que en cuestión de semanas se podría contar con la victoria final. A la reunión no acudió Himmler, pero se fijaron las líneas maestras de la explotación y colonización. Solamente a finales de 1942 y principios de 1943 se asistiría a una regresión parcial sobre esta política. Himmler, nada más comenzada la guerra volcaría toda su actividad al exterminio de los judíos y sus delirantes experimentos de colonización con alemanes étnicos en tierras de las que sus moradores fueron expulsados. (Alex J. Kay, Ob. Cit.,pág. 179-186)
Modificaciones administrativas al prolongarse la guerra.
Tras fracasar en el empeño de derrotar a la URSS, aunque desde el punto de vista formal no cambió apenas la estructura administrativa, se comenzó un lento proceso de cambiar algunas políticas a partir de 1942. Estos cambios fueron lentos y sutiles y a niveles inferiores, el liderazgo político supremo, Hitler, seguía sin cambiar de opinión.
Muchos de los altos cargos "comenzaban" a darse cuenta de que la política emprendida en el Este de represión, asesinato a gran escala y esclavización de la población local no era conveniente para los intereses alemanes a medida que se eternizaba la campaña militar. Ganarse a la población local era un requisito indispensable para la victoria final. Para Hitler cualquier mención a la colaboración con eslavos era poco menos que alta traición. El general Richard Gehlen, jefe de la Inteligencia, en noviembre de 1942 advertía que sería imposible mantener la capacidad de combate del Ostheer sin una masiva inyección de auxiliares rusos. Aunque sobre el terreno los responsables militares y económicos tomaran decisiones prácticas que dulcificaran las durísimas condiciones de la población ocupada, la gran estrategia política no cambió en lo esencial. (Germany and the Second World War: Organization and Mobilization in the German Sphere of Power: War Administration, Economy and Manpower Resources 1942-1944/45 (pág. 69-75) Oxford University Press 2003).
La administración militar que se preveía provisional en realidad permanecería en casi la mitad del territorio ocupado soviético hasta finales de 1943. La administración militar en general tendió a aprovisionarse sobre el terreno y a no comprometerse en proyectos económicos que no tuvieran un rendimiento inmediato. Se realizó una reconstrucción bastante grande de las comunicaciones sobre todo ferroviarias e incluso se ejecutaron trabajos de tendido de líneas ferroviarias de campaña. Aunque estos trabajos beneficiaran a la explotación económica de esos territorios y en menor grado a la población, tuvieron una dimensión puramente militar en función de las necesidades logísticas militares.
La prolongación de la guerra tuvo otro efecto sobre la política industrial: además de la explotación en el corto plazo de los recursos mineros, se convino en explotar en la medida de lo posible los recursos industriales sobre el terreno. Dado el nivel de destrucción que había sufrido la industria en la zona y la escasez de recursos alemanes se decidieron una serie de prioridades. Para explotar y administrar esos recursos hacía falta personal, comunicaciones, carbón, energía eléctrica por lo que se abandonó, al menos de momento, las directivas más radicales para intentar aprovechar esos recursos.
Con los reveses militares se retomó algún plan de devolver al campesinado al menos parte de las propiedades de los koljoses que los planificadores económicos habían rechazado en 1941. Estos planes se publicitaron con gran fanfarria pero debido a que solo se iniciaron en 1943 y las propiedades se fueron otorgando con gran lentitud, en la práctica el avance soviético paralizó estos tímidos y tardíos intentos de ganarse al campesinado y a la población ocupada.
A pesar de todo el resultado fue una casi total desafección de la población ocupada. Aunque hubiera segmentos considerables de población dispuestos a colaborar, obviamente muchos lo hacían por cuestiones elementales de supervivencia. Tardíos y, evidentemente, falaces intentos propagandísticos de aunar apoyo entre los ocupados, así como de explotar el nacionalismo báltico o ucraniano, pero la política alemana en lo esencial no cambió. La oposición de Hitler y los partidarios de la línea dura como Himmler o Koch a cualquier esfuerzo de colaboración minó y condenó de raíz esos tardíos, débiles y descoordinados esfuerzos para ganarse el apoyo de la población ocupada. Para el grueso de la población ocupada era evidente el desprecio por las vidas y destinos por parte de los nuevos señores y las proclamas de convertir las tierras del este en colonias no dejaron de oírse ni siquiera durante la retirada alemana (Karel C. Berkhoff, Ob. Cit., pág. 305-310)
Los estados bálticos (Lituania, Letonia y Estonia)
Los países bálticos eran un caso particular en las nuevas zonas ocupadas del Este. Letonia y Estonia eran países con una larguísima dependencia y relación con las ciudades hanseáticas (N.delE. La Liga Hanseática o Hansa fue el motor económico del norte de la Europa medieval. Exitosa alianza comercial que dominó el mar Báltico y el mar del Norte. Inició como asociación entre mercaderes germanos en el extranjero y llegó a extenderse desde el este de Inglaterra hasta el corazón de Rusia. Objetivo: apoyarse mutuamente en aspectos económicos y procurarse una mejor defensa de sus personas e intereses), con la burguesía alemana y contaban con una población que tras los excesos de la ocupación soviética de 1940-41 estaba dispuesta a colaborar con los alemanes. Lituania era un caso especial, un país económicamente atrasado y paradójicamente con más parecidos a Polonia que al resto de estado bálticos.
Con la excepción de Estonia que hasta agosto no fue conquistada por los alemanes estos países cayeron en manos alemanas en las dos primeras semanas de Barbarroja entre la alegría de las poblaciones locales tras la pesadilla de la ocupación soviética. Esto permitió comenzar la gestión política y económica desde los primeros días en contraposición a Ucrania que hasta finales de octubre no habría de ser conquistada. Nada más presentes los alemanes instituyeron servicios de reclutamiento de trabajadores, inicialmente voluntarios, pero, a medida que pasaba el tiempo los alemanes fueron apretando las tuercas. Las iniciales promesas de reprivatización de propiedades y empresas nacionalizadas o confiscadas por los soviéticos fueron retrasadas al máximo. Tan solo algunas de muy poca importancia fueron devueltas a sus dueños tras un laborioso proceso que incluía juramentos de fidelidad al poder alemán. Se fijaron tipos de cambio artificiales beneficiosos para los alemanes y se instituyó un sistema de cuotas en las granjas demasiado parecido al sistema soviético. Todas estas decepciones, promesas incumplidas y constatación del saqueo alemán de productos provocaron un cambio de ánimo en la población.
Dado que eran países sin recursos minerales, la industria, excepto en Letonia, tenía muy poca importancia, la explotación alemana se dirigió a la agricultura y captación de mano de obra ya fuera in situ o de preferencia hacia Alemania. El voluntariado no llenaba las cuotas de mano de obra establecidas ni de lejos, los alemanes se dedicaron al secuestro y deportación de manera cada vez más descarada. Miles de letones y estonios se encuadraron en unidades militares alemanas. Lituania, la más retrasada de los tres, sin industria y con una agricultura de pequeños propietarios de subsistencia, no tenía ninguna simpatía por los alemanes lo que acarreó movimientos de resistencia activa y pasiva.
En general, poco aprovechamiento de los recursos incluidos el reclutamiento de voluntarios para el Ostheer o mano de obra. La mano de obra desplazada al Reich en grandes cantidades a principios de 1943 fue forzada, casi sin excepción.(Romuald J. Misiunas, Rein Taagepera: The Baltic States, Years of Dependence, 1940-1980 (pág. 54-58) University of California Press 1983. / Rudolf Hillbrecht: Litauen im Reichskommisariat Ostland 1941-1943/44. Paralellen und Kontraste im übrigen Baltikum, vornehmlich Estland. / Romuald J. Misiunas, Rein Taagepera: The Baltic States, Years of Dependence, 1940-1980 (pág. 53-54) University of California Press 1983).
Próxima entrega: La industria soviética bajo ocupación alemana en la segunda guerra mundial
-----
*Este artículo es continuación de: El gran fiasco de la explotación económica alemana de la URSS
Fuente para el presente artículo: