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20 febrero 2023

Hezbolá: ¿Resistencia Libanesa o Terrorismo Islámico?

  


Verdades y mentiras sobre "El Partido de Dios"


VER la Segunda Parte AQUÍ

por Tito Andino


Hezbolá o Hezbollah significa "Partido de Dios" en árabe, sus miembros a menudo se denominan como "La Resistencia". Es un partido político, a la vez que se constituye en el movimiento de resistencia musulmán chií de el Líbano, forjado en medio de la guerra civil libanesa (1975-1989), cuenta con su propio cuerpo armado al mismo nivel o hasta superior que el ejército libanés, ejerciendo un significativo poder en el país. 



Una corta historia y política de Hezbolá 

 

   Hassan Nasrallah, Secretario General de Hezbolá.


El liderazgo del Hezbolá lo ejerce Hassan Nasrallah como secretario general desde 1992, tras el asesinato por manos israelíes del cofundador, Abbas Al-Musawi. Hassan Nasrallah supervisa el Consejo Shura de siete miembros con sus cinco subconsejos: la asamblea política, la asamblea de la yihad, la asamblea parlamentaria, la asamblea ejecutiva y la asamblea judicial.

Explicar en detalle sobre el origen de Hezbolá y la guerra civil libanesa daría no solo para otro artículo (no lo abordaremos aquí). La ocupación militar de Israel en 1982 provocó que un grupo de chiíes se alce en armas contra el invasor (Hezbolá es una escisión del Movimiento Amal). La ideología de Hezbolá se basa en las enseñanzas del ayatolá Ruhollah Jomeini. 

Hezbolá en su Carta Abierta de 1985 anunció oficialmente su formación en que identifica a Estados Unidos y la Unión Soviética como los principales enemigos del Islam y llama a la "destrucción" de Israel por ocupar tierras musulmanas. La Carta Abierta declara su obediencia a "un líder sabio y justo", el Wali al-Faqih, es decir, el partido y el liderazgo, así como las decisiones sobre la guerra y la paz (entre otras cosas) están en manos del Wali al-Faqih.

Al compararla con la teoría política tradicional de los juristas sunitas, la doctrina del califato, las características principales de la doctrina de Wali al-Faqih constituye el eje del pensamiento político chiíta contemporáneo, aboga por un sistema político basado en la tutela, que depende de un jurista justo y capaz (faqih) de asumir el liderazgo del gobierno en ausencia de un imán infalible. La tutela de un erudito religioso de alto rango se acepta universalmente entre todas las teorías de gobierno chiítas, los desacuerdos se centran en detalles como el papel del jurista y el alcance de su autoridad. Es un concepto de liderazgo.

Lo que parecería ser un proxy fabricado por Irán dista de la realidad, Hezbolá no es una marioneta manejada desde el Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica de Irán. Su origen es exclusivo de la invasión israelí de 1982. La relación entre Irán y Hezbolá es una visión política compartida (Wali al-Faqih) que luchan contra toda influencia epistemológica occidental en la región. Esa adhesión, no implica necesariamente una subordinación del grupo a un proyecto nacional porque "Irán no se ve en términos de estado-nación, sino como hogar político de los musulmanes. Pretende ser un modelo Islámico político-revolucionario que no tiene sentido dentro de unos marcos nacionales... Wali al-Faqih no es visto como el líder de Irán, sino como el líder islámico que representa la posibilidad de construir una identidad política musulmana autónoma. Posibilidad abierta gracias a la Revolución de 1979".

 
Milicia libanesa del Hezbolá


A través de un proceso masivo de movilización de líneas familiares y clanes del valle de Bekaa y del sur de el Líbano se logró que millares de jóvenes chiíes aceptaran gustosos unirse a la naciente resistencia. Irán y el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (IRGC) les brindó entrenamiento, proveyó buena parte de las armas y apoyó las finanzas de una desconocida milicia que pasó a denominarse Hezbolá (El Partido de Dios). Se cree, según el Departamento de Estado (EEUU) que Hezbolá recibe alrededor de 700 millones de dólares al año de Irán (datos del 2020); además, suele decirse que Hezbolá ingresa cientos de millones de dólares de una combinación de negocios legales, de la diáspora libanesa y de actividades criminales de índole transnacional (tráfico de drogas y armas).

Se aprecia la doctrina de Hezbolá como antagónica de Israel y de las potencias occidentales de la OTAN que operan en el Medio Oriente (es el mismo sentimiento de otros países en la región). Hezbolá que en teoría debería su lealtad al líder supremo de Irán, mantiene una posición islamista moderada, siempre ha demostrado ese carácter de autodeterminación religiosa al no inmiscuirse en la libertad del pueblo libanés en sus distintas creencias de fe.

Hezbolá practica lo que denomina la "yihad defensiva" -que en nada se asemeja a la "yihad" (guerra santa) que proclaman las organizaciones sunníes, es decir crear un Califato mediante la guerra-. La doctrina chií del Hezbolá confiere no solo el derecho sino la obligación de los musulmanes a defender sus tierras y comunidades de la agresión y la ocupación

"La campaña de resistencia de Hezbolá contra la ocupación israelí en el sur de el Líbano y su confrontación militar posterior a 2000 con Israel se llevaron a cabo bajo la rúbrica de "yihad defensiva" sancionada por Jomeini en su papel de Wali al-Faqih, y luego respaldada por su sucesor, el ayatolá Ali Khamenei. En consecuencia, los combatientes de Hezbolá cuando se enfrentan a las tropas israelíes en las colinas y valles pedregosos del sur de el Líbano, no solo están resistiendo la ocupación, sino también cumpliendo con la obligación religiosa más profunda de perseguir la yihad".


Desfile de las tropas de Hezbolá (foto archivo)

Sin duda el vínculo y apoyo de Irán le ha valido ingresar en el "selecto club" de "organizaciones terroristas" del mundo. Designado grupo terrorista por los Estados Unidos desde 1997, varios miembros individuales como Hassan Nasrallah, "son considerados terroristas globales especialmente designados, lo que los somete a sanciones estadounidenses". 

EEUU ha intentado brindar ayuda al ejército libanés para socavar la credibilidad de Hezbolá. Mas, han sido los esfuerzos conjuntos de Hezbolá y el ejército los que defendieron la frontera siria de la penetración del Estado Islámico y de militantes afiliados a al-Qaeda, hecho que entristeció a Washington (EEUU generalmente suele ser el artífice del  terrorismo que luego atribuye a Irán, Hezbolá, Siria, Yemen, etc,). Otros países como el Reino Unido calificaron a todo Hezbolá como grupo terrorista en 2019, el gobierno alemán, en 2020, adoptó igual medida.

Por ejemplo, suele apreciarse que la política exterior de la Unión Europea y el mandato de la FPNUL (Fuerzas de Paz de la ONU en el Líbano) no perciben la misma realidad en ese país. Aún en estos momentos, la UE sigue manteniendo un criterio menos agresivo con Hezbolá a pesar de designar en 2013 -a su brazo militar- grupo terrorista por el hecho de respaldar militarmente al gobierno de Siria. Esas acusaciones no son percibidas de igual manera en el propio Líbano y en otros países de la región, a excepción de Israel y las monarquías sunníes del Golfo, aliados de Estados Unidos y la OTAN (Arabia Saudí y EEUU desde 2017 intentan detener los recursos que fluyen de Irán al Líbano).


Miembros de Hezbolá en diversos desfiles (fotos de archivo) 

Dado el gran tamaño de Hezbolá, sea como partido político, milicia armada y aparato de seguridad, puede dirigir una amplia red de servicios sociales en todo el Líbano con sus propias escuelas, instalaciones de atención médica, programas juveniles, clubes deportivos y otras infraestructuras fundamentales para obtener el apoyo de libaneses chiíes y no chiíes por igual. Por supuesto, esto puede ser utilizado como forma de controlar la sociedad, no obstante, los servicios que brinda Hezbolá, para ser justos, el gobierno libanés rara vez los proporciona. La comunidad internacional no puede acusar a los chiíes de el Líbano por aceptar los servicios prestados por Hezbolá.

Un informe de 2014 del Pew Research Center encontró que el 31% de los cristianos y el 9% de los musulmanes sunníes tenían opiniones positivas del grupo. Por ello, Hezbolá ha recibido la calificación de "un estado dentro de otro estado". 

Hezbolá es parte del gobierno libanés desde fines del siglo XX, tanto en el gabinete presidencial como en elección directa al Parlamento donde nunca ha sido mayoría sino a través de alianzas partidistas (en 2022, Hezbolá obtuvo 13 escaños de 128). Sus opositores en el interior de el Líbano -la derecha cristiana y grupos políticos sunníes- aprovechan el descontento de la población con el gobierno y la actual economía del país para oponerse a la influencia de Hezbolá. 

La lucha de el Líbano, por intermedio de sus fuerzas armadas y Hezbolá, contra el terrorismo yihadista goza de total legitimidad, la evidencia lo demuestra. Sin Hezbolá el Líbano estaría al borde del colapso, la población cristiana libanesa ve en Hezbolá su protector (junto a las fuerzas armadas) y, a los grupos takfires, salafistas, al Qaeda, Estado Islámico y otros extremistas como sus potenciales victimarios. Se debe insistir que los cristianos libaneses -hablamos de los simples ciudadanos, no de los políticos- aprecian sinceramente la seguridad que les brinda Hezbolá, con el perdón de los milicianos cristianos de la Falange Libanesa que se halla reactivándose con el padrinazgo de Israel (mal presagio para el país). 


Miembros de Hezbolá del Líbano participan en conmemoración de Ashura en un suburbio del sur de Beirut. (Anwar Amro AFP Getty Images. Foto archivo)

Hezbolá hace esfuerzos para conservar la aceptación en su frente interno. Por sentado, muchos libaneses desconfían del grupo por su presunta negligencia en las explosiones del puerto de Beirut de 2020, las investigaciones judiciales provocaron incidentes violentos entre partidarios de Hezbolá y militantes cristianos rivales.


Post Addendum: 23 febrero 2023Noticia oficial. El fallo del Tribunal Superior de Justicia de Londres dictamina que la empresa comercial de productos químicos registrada en Londres, Savaro Ltd., es la responsable de haber entregado el nitrato de amonio causante de las explosiones en el puerto de Beirut. Los documentos judiciales señalan que Savaro fletó un enorme cargamento de nitrato de amonio en 2013 que terminó en la zona portuaria de Beirut. El fallo indica que Savaro tendrá que pagar compensaciones a las víctimas de la enorme explosión del 4 de agosto de 2020, que dejó más de 200 muertos y más de 6000 heridos, dañando una gran parte de la ciudad capitalina (Según los documentos, los funcionarios estaban al tanto de la sustancia química altamente inflamable atracada en el puerto durante años, pero no tomaron medidas decisivas para eliminarla). La catástrofe sumió al país en su peor crisis económica en décadas, los precios se han disparado desde entonces y más de la mitad de la población vive ahora por debajo del umbral de la pobreza.


Otro reciente golpe contra la credibilidad nacional de Hezbolá es la crisis política que impide el establecimiento de un gobierno nacional de coalición; y, en materia judicial, Hezbolá quedó duramente marcado en agosto de 2020, un tribunal respaldado por la ONU encontró a un afiliado de Hezbolá culpable del asesinato en 2005 del ex primer ministro libanés Rafiq Hariri, otros militantes de Hezbolá fueron absueltos. (Sobre este punto leer en este blog: El extraño caso del asesinato de Rafik Hariri. ¿Quién mismo lo mató?)

No obstante que el sistema militar de Hezbolá se fortalece periódicamente, su pérdida de popularidad se siente en Medio Oriente y en el Líbano por las continuas crisis político-económicas. La gente también se harta de vivir en constante estado de guerra e ingobernabilidad.


Partidarios del líder libanés de Hezbolá, Sayyed Hassan Nasrallah, sostienen banderas durante un mitin electoral en Tiro, Líbano, el 9 de mayo de 2022. (REUTERS Aziz Taher. Foto de archivo)


Hezbolá como organización armada

En el Acuerdo de Taif (1989), negociado por Arabia Saudita y Siria que puso fin a la guerra civil de el Líbano, Hezbolá fue la única milicia autorizada a mantener sus armas. Hezbolá controla las áreas de mayoría chiíta del Líbano (partes de Beirut, sur del Líbano, la región oriental del valle de Bekaa). La Fuerza de las Naciones Unidas en el Líbano (FPNUL) sigue en el país, inicialmente llegaron para restaurar la autoridad del gobierno central. 

Suele discutirse sobre el potencial bélico del Hezbolá, se habla de un ejército de hasta 100.000 hombres. Un informe de 2018 del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales calificó a Hezbolá como "el actor no estatal más fuertemente armado del mundo", a decir de sus críticos, la existencia de Hezbolá es una violación de la Resolución 1559 de 2004 del Consejo de Seguridad de la ONU, que pide el desarme y disolución de todas las milicias libanesas. 

Hezbolá es considerado una organización terrorista y enemigo mortal de Estados Unidos al haber volado en el Líbano -en 1983- un cuartel del US Navy que mató a 241 soldados estadounidenses. Agencias de seguridad extranjeras afirman tener evidencia de operaciones de Hezbolá en África, América y Asia.

Las acusaciones de terrorismo internacional contra Hezbolá -muchas de ellas sin fundamento- tienen motivaciones ideológicas y estratégicas. "Israel es el principal enemigo de Hezbolá, que se remonta a la ocupación israelí del sur de el Líbano en 1978. La organización fue acusada de planear y perpetrar actos de terrorismo contra objetivos israelíes y judíos en el extranjero incluidos los atentados con coche bomba de 1994 contra un centro comunitario judío en Argentina, que mataron a ochenta y cinco personas, y los atentados contra la Embajada de Israel en Buenos Aires. Incluso después de que Israel se retiró oficialmente del sur de el Líbano en 2000, continúa chocando con Hezbolá. El conflicto periódico entre Hezbolá y las fuerzas israelíes se convirtió en una guerra de un mes en 2006, durante la cual Hezbolá lanzó miles de cohetes contra territorio israelí". La disuasión armada de Hezbolá parece ser un buen método preventivo para frenar nuevas ofensivas terrestres israelíes en el Líbano, eso tampoco garantiza la permanencia de una frágil "paz".




En julio del 2022, una investigación interna del Mossad, citada por The New York Times señala que Irán no estuvo vinculado con los atentados en la década de 1990 contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) y la embajada de Israel en Argentina, contradiciendo a Israel, Estados Unidos y Argentina de que Teherán tuvo un papel operativo sobre el terreno en los ataques. No obstante, el Mossad acusó, sin brindar pruebas, al Hezbolá de llevar a cabo los atentados a través de una unidad secreta, en venganza por las operaciones israelíes en su contra en el Líbano.

Hezbolá intervino con parte de sus milicias en apoyo del gobierno legítimo de Siria, dicen que a cambio de ese apoyo Damasco facilita la transferencia de armas de Irán a la milicia libanesa y que ello puede ser la razón de los frecuentes raids aéreos israelíes a territorio sirio.

La experiencia militar obtenida de los combates en la invasión yihadista a Siria -respaldada por EEUU/OTAN/Israel/Monarquías del Golfo- y décadas de enfrentamientos con Israel han hecho de Hezbolá una poderosa fuerza militar. Su presencia luchando contra organizaciones yihadistas sunníes viene desde 2013 y miles de sus combatientes van rotándose y ganando experiencia en una guerra irregular por sus características. Desde 2019 ha ido disminuyendo el número de tropas del Hezbolá en Siria tras el éxito militar del gobierno legítimo del presidente Assad en gran parte de la República Árabe Siria.

 

Tropas y armamento de Hezbolá (fotos de archivo)

El CSIS (think tank de EEUU) publicó un interesante artículo en octubre 2017, "The Lebanese Armed Forces, Hezbollah, and Military Legitimacy" (Las Fuerzas Armadas Libanesas, Hezbolá y la legitimidad militar). En resumen, sus conclusiones respecto al intento del Frente al Nusra y del Estado Islámico (ISIS), organizaciones terroristas (sunníes /wahabíes respaldadas por EEUU, Israel y  Monarquías del Golfo) para establecer bases de militantes en el Líbano (frontera sirio-libanés, región de Arsal) dice que Hezbolá puso en marcha un plan para desalojar a los militantes de Jabhat al-Nusra (JAN) de el Líbano de forma independiente a las Fuerzas Armadas Libanesas (LAF). Está por demás asegurar que la acción militar de Hezbolá fue tan eficaz que puso en tela de duda la capacidad operativa de las Fuerzas Armadas Libanesas y del gobierno de el Líbano que ejecutaron una campaña contra ISIS/EI en el lado libanés de la frontera sirio-libanesa (agosto 2017), al mismo instante que Hezbolá y el Ejército Árabe Sirio realizaban sus propios operativos contra ISIS y al-Nusra en el lado sirio de la frontera. 

El "daño" al LAF es de otro tipo, la crítica internacional (y de ciertos círculos internos) es acusarles de colaborar con Hezbolá sobre el terreno ("servir" según el informe original en inglés). "Los Estados Unidos y el Reino Unido han declarado claramente que, como miembros de la coalición anti-ISIS liderada por los EE.UU., estaban dispuestos a ayudar a las Fuerzas Armadas de el Líbano, en caso de que el Líbano y las Fuerzas Armadas de el Líbano lo solicitaran". Pues nada, hemos sido testigos de ese tipo de "colaboración" estadounidense para "combatir" a grupos radicales sunníes en Siria e Irak... ¿"Colaboración"? o ¿cooperación con el enemigo?.

Para el CSIS, estadounidenses y británicos se sienten cómodos afirmando que la campaña se llevó a cabo exitosamente sin cooperación o coordinación entre las LAF y Hezbolá. "Las Fuerzas Armadas de el Líbano y los libaneses necesitan que países como Estados Unidos y otros donantes y socios mantengan el impulso actual de la asistencia militar, especialmente a medida que las Fuerzas Armadas de el Líbano se reorientan y establecen su misión después de derrotar a ISIS en el Líbano. Dentro de eso, hay formas prácticas para que Estados Unidos desempeñe un papel de apoyo crítico y para garantizar que las LAF dominen el campo de batalla. El gobierno de los Estados Unidos necesita validar y calificar cómo mantendrá niveles adecuados de asistencia militar a las Fuerzas Armadas de el Líbano... apoyar a las Fuerzas Armadas de el Líbano y al Gobierno de el Líbano son las únicas formas creíbles de dar forma a los resultados preferidos de los Estados Unidos en el Líbano". Sin comentarios. Injerencia extranjera sin duda, a eso súmele los miles de millones de dólares que ofrecía Arabia Saudí para modernizar el ejército libanés... a cambio de lo que es obvio.


Un soldado de Hezbolá junto a una lanzadera de misiles en las Granjas de Shebaa (frontera entre los Altos del Golán y el sur del Líbano (foto archivo)


El arsenal de Hezbolá

Según el famoso CSIS -Center for Strategic and International Studies- (think tank con sede en Washington, D.C.) en un informe publicado en julio de 2018, dice que el arsenal de Hezbolá estaba compuesto básicamente de pequeños cohetes de artillería no guiados (sin precisión), pero su gran número los convierte en efectivas armas. Fuentes israelíes afirman que Hezbolá tenía alrededor de 15.000 cohetes y misiles en vísperas de la Guerra del Líbano de 2006 y desde entonces esa fuerza de cohetes se ha ampliado, estimándose en 130.000 en 2018. En 2022 ese arsenal no solo que se incrementó en número sino que su sistema de precisión ha sido -en parte- modernizado con nuevas tecnologías aportadas por Irán.

Hezbolá recalca que su armamento (misiles) son una fuerza de disuasión y represalia contra Israel en caso de conflicto. El Secretario General de Hezbolá, Hassan Nasrallah, afirma desde hace mucho que "el propósito de nuestros cohetes es disuadir a Israel de atacar a civiles libaneses..." 

Precisamente es esa transferencia de armas más sofisticadas, de mayor alcance y precisión lo que estaría provocando los continuos ataques aéreos israelíes sobre bases compartidas de Hezbolá-Irán en territorio sirio. Tampoco es de extrañar que esa tecnología y conocimientos técnicos de misiles hayan sido transferidos a las fuerzas hutíes de Yemen; lo mismo puede decirse para  las fuerzas de movilización popular iraquíes y otras milicias chiíes. 

La siguiente es una compilación resumida del arsenal de misiles y cohetes de Hezbolá. Está limitado por la disponibilidad de información de fuentes públicas y no cubre ciertos temas como estrategias de cohetes, evolución o ubicaciones de almacenamiento. Este resumen se centra en el historial de adquisición, capacidad y uso de esta fuerza. (Actualización del CSIS, agosto 2021)


       Infograma del CSIS (agosto 2021)


Misiles de ataque terrestre y cohetes como: Cohetes 'Katyusha' de 107 y 122 mm - Fajr-1 / Cohetes chinos de 107 mm -  Fajr-3 y Fajr-5 - Cohetes tipo Uragan Raad-2 y Raad-3 / 220 mm - Khaibar-1 / M-302 / B-302 - Zelzal-1 y Zelzal-2 - Fateh-110 / M-600 - Scud-B/C/D

Misiles antibuque (ASM) 

Misiles antitanque (ATMs) como: RPG-29 Vampiro - Malyutka (OTAN: AT-3 Sagger) - Fagot (OTAN: AT-4 Spigot) - Konkurs (OTAN: AT-5 Spandrel) - Kornet-E (OTAN: AT-14 Spriggan)

Misiles antiaéreos (AAMs). La mayoría de los sistemas de misiles antiaéreos de Hezbolá ofrecen solo un área de protección relativamente pequeña. Sin embargo, obligan a los aviones israelíes a volar a mayores altitudes, reduciendo la capacidad de Israel para atacar con precisión objetivos terrestres. Oficiales militares han reiterado sus preocupaciones sobre la adquisición de defensas aéreas más sofisticadas de la Siria de Bashar al-Assad. Algunos ejemplos: Strela-2 (OTAN: SA-7 Grial) - Osa (OTAN: SA-8 Gecko) - Strela-3 (OTAN: SA-14 Gremlin) - Igla-1 (OTAN: SA-16 Gimlet) - Igla (OTAN: SA-18 Grouse) - Buk-M2 (OTAN: SA-17 Grizzly) - Pantsyr-S1 (OTAN: SA-22 Greyhound).


Hasta aquí hemos revisado y resumido prensa internacional (casi todos son medios occidentales detractores de Hezbolá), las fuentes de consulta en inglés están disponibles en las notas de  referencia. 

Recomendamos las FICHAS TÉCNICAS sobre Hezbolá. Haga click aquí.


Algunos ejemplares de libros en inglés sobre Hezbolá, desde 2012-2019

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Fuentes:

What Is Hezbollah?

What is Wilayat al-Faqih?

¿Es Hezbolá un proxy de Irán como afirman en Occidente?

El extraño caso del asesinato de Rafik Hariri. ¿Quién mismo lo mató?

Profile: Lebanon's Hezbollah movement

Joining Hezbollah

About Hezbollah

Missiles and Rockets of Hezbollah

The Lebanese Armed Forces, Hezbollah, and Military Legitimacy

Why Lebanon’s Iran-backed Hezbollah is unlikely to disarm voluntarily

What the rising power of Hezbollah means for the Middle East

‘Europa en het monster dat Hezbollah heet’ – Analyse door Brigitte Wielheesen

U.S. hits Hezbollah accountants in Lebanon with terrorism sanctions

Yellow Hands on the Blue Line: Hezbollah’s Military Deployment along the Border Area Increases the Risks of Escalation

11 octubre 2022

¿Por qué Estados Unidos necesita la guerra?

 


Por Dr. Jacques R. Pauwels

Investigación Global

* Todo el material gráfico es añadido por el editor de este blog


Este artículo originalmente fue publicado en Indy Media Bélgica y Global Research el 30 de abril de 2003, inmediatamente concluida la invasión y ocupación militar estadounidense de Irak (Segunda Guerra del Golfo, 2003-2011), enfoca principalmente los aspectos de la economía de guerra y sobre la presidencia de George W. Bush.

En una anterior entrada, El EJE (Axis) en la propaganda satírica estadounidense ensayamos una breve visión desde un punto de vista favorable a la relación gobierno - empresa en los EEUU durante la segunda guerra mundial, lo que tampoco es falso, pero solo recoge el lado "amable", hasta positivo de esa relación simbiótica entre gobierno y complejo industrial. En esta investigación el Dr. Jacques R. Pauwels reconoce la verdadera naturaleza de la penetración y dominio total del Complejo Militar Industrial en el alma del supuesto símbolo mundial de la democracia.

Por medio de una nota editorial de Michel Chossudovsky (Global Research), 5 junio 2022, se volvió a publicar, casi 20 años después, esa ponencia del destacado historiador y politólogo Dr. Pauwels. El profesor Chossudovsky, plantea una oportuna pregunta de actualidad: ¿Por qué la administración Biden necesita la guerra, incluido  un programa de armas nucleares de 1,2 billones de dólares?

Aquí sus reflexiones:

"La guerra contra Rusia y China está actualmente en el tablero de dibujo del Pentágono.

Numerosas guerras dirigidas por Estados Unidos desde el final de lo que eufemísticamente se llama la era de la posguerra:

Corea, Vietnam, Camboya, Irak, Libia, Siria, Yemen…  

¿Es lo que el Proyecto para el Nuevo Siglo Americano (PNAC) llama la Guerra Larga de Estados Unidos?  


Diseño gráfico de 0´20 Airsoft Magazine (020mag.com -  USA). EEUU en guerra durante 222 años de 239 años de historia de su fundación en 1776, es decir, el 93% de su tiempo desde que existe. Solo 21 años fueron pacíficos.


Lo que se describe en el documento del PNAC es lo siguiente, que refleja lo que hoy se está desarrollando ante nuestros propios ojos en Ucrania:

Establecer cuatro misiones principales para las fuerzas militares estadounidenses:

- Defender la patria americana;

- Luchar y ganar decisivamente múltiples y simultáneas grandes guerras teatrales;

- Realizar los deberes de "policía" asociados con la configuración del entorno de seguridad en regiones críticas;

- Transformar las fuerzas estadounidenses para explotar la “revolución en asuntos militares”.


Para llevar a cabo estas misiones centrales, necesitamos proporcionar suficiente fuerza y ​​asignaciones presupuestarias. En particular, Estados Unidos debe:

- Mantener la superioridad estratégica nuclear...

- Aprovechar la “Revolución en los asuntos militares”…

- Aumentar el gasto en defensa…


La agenda militar de la Administración Biden es consistente con los lineamientos del PNAC: Una operación que consiste en la destrucción deliberada de países soberanos resultando en millones de muertos.

¿Y por qué los estadounidenses apoyan esta agenda militar?" 


* * * * *

       Foto: Ronald Martínez  / Getty Images

Las guerras son un terrible desperdicio de vidas y recursos, y por esa razón la mayoría de la gente se opone en principio a las guerras. El presidente estadounidense, por otro lado, parece amar la guerra. ¿Por qué? 


Muchos comentaristas han buscado la respuesta en factores psicológicos. Algunos opinaron que George W. Bush consideraba su deber terminar el trabajo iniciado, pero no completado por alguna oscura razón, por su padre en el momento de la Guerra del Golfo; otros creen que Bush hijo esperaba una guerra corta y triunfal que le garantizara un segundo mandato en la Casa Blanca.

Creo que debemos buscar en otra parte la explicación de la actitud del presidente estadounidense.


El hecho de que Bush esté interesado en la guerra tiene poco o nada que ver con su psique, pero mucho con el sistema económico estadounidense


Este sistema, el tipo de capitalismo de Estados Unidos, funciona ante todo para hacer que los estadounidenses extremadamente ricos como la “dinastía del dinero” de Bush sean aún más ricos. Sin guerras cálidas o frías, sin embargo, este sistema ya no puede producir el resultado esperado en la forma de ganancias cada vez mayores que los adinerados y poderosos de Estados Unidos consideran como su derecho de nacimiento.

La gran fortaleza del capitalismo estadounidense es también su gran debilidad, a saber, su altísima productividad. En el desarrollo histórico del sistema económico internacional que llamamos capitalismo, una serie de factores han producido enormes incrementos en la productividad, por ejemplo, la mecanización del proceso productivo que se inició en Inglaterra ya en el siglo XVIII. Entonces, a principios del siglo XX, los industriales estadounidenses hicieron una contribución crucial en forma de automatización del trabajo por medio de nuevas técnicas como la línea de montaje. Esta última fue una innovación introducida por Henry Ford y, por lo tanto, esas técnicas se conocen colectivamente como "fordismo". La productividad de las grandes empresas americanas aumentó espectacularmente.

Por ejemplo, ya en la década de 1920, innumerables vehículos salían todos los días de las cadenas de montaje de las fábricas de automóviles de Michigan. Pero, ¿quién se suponía que compraría todos esos autos? La mayoría de los estadounidenses en ese momento no tenían libros de bolsillo lo suficientemente sólidos para tal compra. Otros productos industriales inundaron el mercado de manera similar, y el resultado fue la aparición de una desarmonía crónica entre la oferta económica en constante aumento y la demanda rezagada. Así surgió la crisis económica conocida generalmente como la Gran Depresión. Fue esencialmente una crisis de sobreproducción. Los almacenes estaban repletos de productos sin vender, las fábricas despidieron a los trabajadores, el desempleo explotó y, por lo tanto, el poder adquisitivo del pueblo estadounidense se redujo aún más, lo que empeoró aún más la crisis.


       Animación de Pixabay ilustraciones

No se puede negar que en Estados Unidos la Gran Depresión solo terminó durante y debido a la Segunda Guerra Mundial. (Incluso los más grandes admiradores del presidente Roosevelt admiten que sus políticas New Deal tan publicitadas trajeron poco o ningún alivio). La demanda económica aumentó espectacularmente cuando la guerra que había comenzado en Europa, y en la que los propios EE. UU. no participaron activamente antes de 1942, permitió a la industria estadounidense producir cantidades ilimitadas de equipo de guerra. Entre 1940 y 1945, el estado estadounidense gastaría no menos de 185 mil millones de dólares en dicho equipo, y la participación de los gastos militares en el PNB aumentó así entre 1939 y 1945 de un insignificante 1,5 % a aproximadamente el 40%. Además, la industria estadounidense también suministró enormes cantidades de equipos a los británicos e incluso a los soviéticos a través de Lend-Lease. (En Alemania, mientras tanto, las subsidiarias de corporaciones estadounidenses como Ford, GM e ITT produjeron todo tipo de aviones y tanques y otros juguetes marciales para los nazis, también después de Pearl Harbor, pero esa es una historia diferente).

 

El problema clave de la Gran Depresión –el desequilibrio entre oferta y demanda– se resolvió así porque el Estado “preparó la bomba” de la demanda económica mediante grandes pedidos de carácter militar.

 

En lo que respecta a los estadounidenses comunes y corrientes, la orgía de gastos militares de Washington trajo no solo prácticamente el pleno empleo sino también salarios mucho más altos que nunca; fue durante la Segunda Guerra Mundial que la miseria generalizada asociada con la Gran Depresión llegó a su fin y que la mayoría del pueblo estadounidense alcanzó un grado de prosperidad sin precedentes. Sin embargo, los mayores beneficiarios, con mucho, del auge económico de la guerra fueron los empresarios y corporaciones del país, que obtuvieron beneficios extraordinarios. Entre 1942 y 1945, escribe el historiador Stuart D. Brandes, las ganancias netas de las 2.000 empresas más grandes de Estados Unidos fueron un 40% más altas que durante el período 1936-1939. Tal "boom de ganancias" fue posible, explica, porque el estado ordenó miles de millones de dólares en equipo militar, fracasó en instituir controles de precios y gravaba las ganancias poco o nada. Esta generosidad benefició al mundo empresarial estadounidense en general, pero en particular a esa élite relativamente restringida de grandes corporaciones conocida como "grandes negocios" o "Corporate America". Durante la guerra, un total de menos de 60 empresas obtuvieron el 75% de todas las lucrativas órdenes militares y estatales. Las grandes corporaciones – Ford, IBM, etc. – se revelaron como los “cerdos de la guerra”, (war hogs) escribe Brandes, que se zamparon con la abundancia de los gastos militares del estado. IBM, por ejemplo, aumentó sus ventas anuales entre 1940 y 1945 de 46 a 140 millones de dólares gracias a pedidos relacionados con la guerra, y sus ganancias se dispararon en consecuencia. 

Las grandes corporaciones estadounidenses explotaron al máximo su experiencia fordista para impulsar la producción, pero ni siquiera eso fue suficiente para satisfacer las necesidades del estado estadounidense en tiempos de guerra. Se necesitaba mucho más equipo, y para producirlo, Estados Unidos necesitaba nuevas fábricas y una tecnología aún más eficiente. Estos nuevos activos fueron debidamente arrancados de la tierra, y debido a esto el valor total de todas las instalaciones productivas de la nación aumentó entre 1939 y 1945 de 40 a 66 mil millones de dólares. Sin embargo, no fue el sector privado el que emprendió todas estas nuevas inversiones; Debido a sus desagradables experiencias con la sobreproducción durante los años treinta, los empresarios estadounidenses encontraron esta tarea demasiado arriesgada. Así que el estado hizo el trabajo invirtiendo 17 mil millones de dólares en más de 2000 proyectos relacionados con la defensa. A cambio de una tarifa nominal, se permitió a las corporaciones de propiedad privada alquilar estas nuevas fábricas para producir... y ganar dinero vendiendo la producción al estado. Además, cuando terminó la guerra y Washington decidió despojarse de estas inversiones, las grandes corporaciones de la nación las compraron por la mitad, y en muchos casos solo un tercio, del valor real.


Franklin Delano Roosevelt en una fotografía de 1932 durante los Juegos Olímpicos de Los Ángeles. 


¿Cómo financió Estados Unidos la guerra, cómo pagó Washington las elevadas facturas presentadas por GM, ITT y los demás proveedores corporativos de equipos de guerra? La respuesta es: en parte a través de impuestos, alrededor del 45%, pero mucho más a través de préstamos, aproximadamente el 55%. Debido a esto, la deuda pública aumentó dramáticamente, es decir, de 3 mil millones de dólares en 1939 a no menos de 45 mil millones de dólares en 1945. En teoría, esta deuda debería haberse reducido, o eliminado por completo, mediante la recaudación de impuestos sobre la enorme ganancias embolsadas durante la guerra por las grandes corporaciones estadounidenses, pero la realidad era diferente. Como ya se señaló, el estado estadounidense no logró gravar significativamente las ganancias inesperadas de las corporaciones estadounidenses, permitió que la deuda pública se multiplicara y pagó sus cuentas y los intereses de sus préstamos con sus ingresos generales, es decir, mediante los ingresos generados por los impuestos directos e indirectos. Particularmente debido a la regresiva Ley de Ingresos introducida en octubre de 1942, estos impuestos fueron pagados cada vez más por los trabajadores y otros estadounidenses de bajos ingresos, en lugar de por los súper ricos y las corporaciones de las cuales estos últimos eran propietarios, accionistas principales y/o o altos directivos. “La carga de financiar la guerra”, observa el historiador estadounidense Sean Dennis Cashman, “(fue) recaída firmemente sobre los hombros de los miembros más pobres de la sociedad”.


BONOS de GUERRA, El General Dwight "Ike" Eisenhower apoya la compra de bonos de guerra, campaña de la empresa The Timken Roller Bearing Company, 1944

Sin embargo, el público estadounidense, preocupado por la guerra y cegado por el sol brillante del pleno empleo y los altos salarios, no se dio cuenta de esto. Los estadounidenses adinerados, por otro lado, eran muy conscientes de la forma maravillosa en que la guerra generó dinero para ellos y para sus corporaciones. Por cierto, también fue de los ricos empresarios, banqueros, aseguradores y otros grandes inversionistas que Washington tomó prestado el dinero necesario para financiar la guerra; la América corporativa también se benefició de la guerra al embolsarse la mayor parte de los intereses generados por la compra de los famosos bonos de guerra


En teoría, al menos, los ricos y poderosos de Estados Unidos son los grandes campeones de la llamada libre empresa y se oponen a cualquier forma de intervención estatal en la economía. Durante la guerra, sin embargo, nunca pusieron objeciones a la forma en que el estado estadounidense manejó y financió la economía, porque sin esta violación a gran escala de las reglas de la libre empresa, su riqueza colectiva nunca podría haber proliferado como lo hizo. durante esos años.


Durante la Segunda Guerra Mundial, los ricos propietarios y altos directivos de las grandes corporaciones aprendieron una lección muy importante: durante una guerra se puede ganar dinero, mucho dinero. En otras palabras, la ardua tarea de maximizar las ganancias, la actividad clave dentro de la economía capitalista estadounidense, puede absolverse de manera mucho más eficiente a través de la guerra que a través de la paz; sin embargo, se requiere la cooperación benévola del estado. Desde la Segunda Guerra Mundial, los ricos y poderosos de Estados Unidos se han mantenido muy conscientes de esto. También lo es su hombre en la Casa Blanca hoy (2003, es decir, George W. Bush), el vástago de una "dinastía del dinero" que fue lanzado en paracaídas a la Casa Blanca para promover los intereses de sus familiares, amigos y asociados adinerados en la América corporativa, los intereses del dinero, el privilegio y el poder.


Campaña por la compra de BONOS de GUERRA. Izquierda, el General George Marshall; a la derecha, el Almirante Harold Stark (The Timken Roller Bearing Company)

En la primavera de 1945 era evidente que la guerra, fuente de fabulosos beneficios, pronto terminaría. ¿Qué pasaría entonces? Entre los economistas, muchas Cassandras evocaron escenarios que se vislumbraban extremadamente desagradables para los líderes políticos e industriales de Estados Unidos. Durante la guerra, las compras de equipo militar de Washington, y nada más, restauraron la demanda económica y así hicieron posible no solo el pleno empleo sino también ganancias sin precedentes. Con el regreso de la paz, el fantasma de la falta de armonía entre la oferta y la demanda amenazó con volver a acechar a los Estados Unidos, y la crisis resultante bien podría ser incluso más aguda que la Gran Depresión de los "sucios años treinta", porque durante los años de la guerra la productividad, la capacidad de la nación había aumentado considerablemente, como hemos visto. Los trabajadores tendrían que ser despedidos precisamente en el momento en que millones de veteranos de guerra volverían a casa en busca de un trabajo civil, y el desempleo resultante y la disminución del poder adquisitivo agravarían el déficit de demanda. Visto desde la perspectiva de los ricos y poderosos de Estados Unidos, el desempleo que se avecinaba no era un problema; lo que importaba era que la edad de oro de las ganancias gigantescas llegaría a su fin. Tal catástrofe tenía que ser prevenida, pero ¿cómo?


Campaña por la compra de BONOS de GUERRA. el General Douglas MacArthur también participó con su imagen. "No defraude al general MacArthur compre bonos de guerra" 1943 (The Timken Roller Bearing Company)


Nota del editor de este blog: En anteriores entradas revisamos que el Complejo Militar - Industrial es una de las mayores fuentes de riqueza -y quizá la favorita- de los EEUU, gran parte de la economía norteamericana es una economía basada en la guerra, aún en tiempos de paz. Según expertos constituye la principal fuente de ingresos y de empleo para el país más poderoso del mundo manejando enormes presupuestos y trabajadores bien remunerados. El Pentágono es el ejemplo de una gran burocracia extensa bien pagada que de no ser así estaría desempleada causando conflictos sociales. 

En EE.UU la construcción y mantenimiento de buques de guerra, portaaviones, tanques, aviones supersónicos de quinta generación, satélites espías, submarinos atómicos, sistemas de misiles, drones asesinos, armamento ligero y municiones, entre muchas otras cosas, aseguran el empleo bien remunerado de decenas de miles de obreros, ingenieros, técnicos especialistas, diseñadores, contables, consultores, etc. 

"¿Qué sería de la economía norteamericana si en cierto momento decidiera prescindir de toda su industria militar, abandonando cualquier pretensión de sostenerse como la primera potencia bélica del planeta? Eso sería tanto como preguntarse: ¿qué se va a hacer con todos esos ingenieros, obreros, diseñadores, contadores, técnicos especializados, consultores, soldados, oficiales de alto rango, con empleos muy bien remunerados en dólares? Respuesta: EEUU no está preparado, al menos en economía, para prescindir de su industria bélica". (Spectator)

EEUU no está preparado para una paz a largo plazo, su economía se desestabiliza sin conflictos armados en el mundo; el armamento que produce tiene que usarse para poder mantener las fábricas de armamento funcionando y las fuentes de empleo seguras. Convertir una economía basada en el belicismo en una economía basada en el pacifismo resulta suicida (en lo económico).


Campaña por la compra de BONOS de GUERRA. los Almirantes Chester Nimitz (cuenta con tí) y William Halsey (está contando contigo!) (The Timken Roller Bearing Company)
 


Los gastos del estado militar fueron la fuente de grandes ganancias. Para que las ganancias siguieran brotando generosamente, se necesitaban urgentemente nuevos enemigos y nuevas amenazas de guerra ahora que Alemania y Japón habían sido derrotados. Qué suerte que existiera la Unión Soviética, un país que durante la guerra había sido un socio particularmente útil que había sacado las castañas del fuego para los Aliados en Stalingrado y en otros lugares, pero también un socio cuyas ideas y prácticas comunistas le permitieron ser fácilmente transformado en el nuevo hombre del saco de los Estados Unidos. La mayoría de los historiadores estadounidenses ahora admiten que en 1945 la Unión Soviética, un país que había sufrido enormemente durante la guerra, no constituía una amenaza en absoluto para los EE. UU. económica y militarmente muy superiores, y que Washington mismo no percibía a los soviéticos como una amenaza.


Campaña por la compra de BONOS de GUERRA. "¡Ayuda al General Patch a hacer el trabajo! Compra bonos de guerra(The Timken Roller Bearing Company) 1945; y, un recorte de periódico con el general George Patton "Compra más bonos y acaba con los japs" (japoneses) (The McGraw Hill Book Company) 


De hecho, Moscú no tenía nada que ganar y mucho que perder con un conflicto con la superpotencia estadounidense, que rebosaba confianza gracias a su monopolio de la bomba atómica. Sin embargo, Estados Unidos, el Estados Unidos corporativo, el Estados Unidos de los superricos, necesitaba urgentemente un nuevo enemigo para justificar los gastos titánicos de "defensa" que se necesitaban para mantener las ruedas de la economía de la nación girando a toda velocidad también después del final de la guerra, manteniendo así los márgenes de beneficio en los niveles exigidos -o mejor dicho, deseados- elevados, o incluso aumentados. Es por ello que la Guerra Fría se desató en 1945, no por los soviéticos sino por el complejo “militar-industrial” estadounidense, como llamaría el presidente Eisenhower a esa élite de individuos y corporaciones adineradas que supieron sacar provecho de la “economía de guerra”.


Caricaturas soviéticas en la GUERRA FRÍA. Izq.  F. Nelubin, "ESTADOS UNIDOS" (1970); derecha, E. Osipov, "No veo ningún camino para el desarme" (1987)

En este sentido, la Guerra Fría superó sus mejores expectativas. Se tuvo que fabricar más y más equipo marcial, porque los aliados dentro del llamado "mundo libre", que en realidad incluía muchas dictaduras desagradables, tenían que estar armados hasta los dientes con equipo estadounidense. Además, las propias fuerzas armadas de Estados Unidos nunca dejaron de exigir tanques, aviones, cohetes y, sí, armas químicas y bacteriológicas y otras armas de destrucción masiva más grandes, mejores y más sofisticadas. Por estos bienes, el Pentágono siempre estuvo dispuesto a pagar grandes sumas sin hacer preguntas difíciles. Como había sido el caso durante la Segunda Guerra Mundial, nuevamente fueron principalmente las grandes corporaciones las que pudieron cumplir con los pedidos. La Guerra Fría generó ganancias sin precedentes, y fluyeron hacia las arcas de aquellas personas extremadamente ricas que resultaron ser los propietarios, los altos directivos y/o los principales accionistas de estas corporaciones. (¿Sorprende que en los Estados Unidos los generales recién retirados del Pentágono reciban rutinariamente ofertas de trabajo como consultores de grandes corporaciones involucradas en la producción militar, y que los empresarios vinculados con esas corporaciones sean designados regularmente como funcionarios de alto rango del Departamento de Defensa?, como asesores del Presidente, etc.?)


Carteles sovieticos de J. Efimovsky: "Superganancias" (1976) y "Reducción de armamentos" (1976)


También durante la Guerra Fría, el Estado estadounidense financió sus disparados gastos militares mediante préstamos, lo que provocó que la deuda pública se elevara a niveles vertiginosos. En 1945 la deuda pública era de “solo” 258 mil millones de dólares, pero en 1990 – cuando la Guerra Fría tocaba a su fin – ¡ascendía a nada menos que 3,2 billones de dólares! Este fue un aumento estupendo, también cuando se tiene en cuenta la tasa de inflación, y provocó que el estado estadounidense se convirtiera en el mayor deudor del mundo. (Dicho sea de paso, en julio de 2002 la deuda pública estadounidense había alcanzado los 6,1 billones de dólares). Washington podría y debería haber cubierto el costo de la Guerra Fría gravando las enormes ganancias obtenidas por las corporaciones involucradas en la orgía armamentista, pero nunca hubo ninguna duda. de tal cosa. En 1945, cuando la Segunda Guerra Mundial llegó a su fin y la Guerra Fría tomó el relevo, las corporaciones todavía pagaban el 50% de todos los impuestos, pero durante el curso de la Guerra Fría esta proporción se redujo constantemente, y hoy solo asciende a aproximadamente al 1%.


El artista soviético M. Abramov, "Inflando el presupuesto militar", (1976)


Esto fue posible porque las grandes corporaciones de la nación determinan en gran medida lo que el gobierno de Washington puede o no hacer, también en el campo de la política fiscal. Además, la reducción de la carga fiscal de las empresas se hizo más fácil porque después de la Segunda Guerra Mundial estas empresas se transformaron en multinacionales, “en casa, en todas partes y en ninguna”, como ha escrito un autor estadounidense en relación con ITT, y por lo tanto les resulta fácil evite pagar impuestos significativos en cualquier lugar. En Estados Unidos, donde se embolsan las mayores ganancias, el 37% de todas las multinacionales estadounidenses -y más del 70% de todas las multinacionales extranjeras- no pagaron un solo dólar de impuestos en 1991, mientras que las multinacionales restantes remitieron menos del 1% de sus ganancias en impuestos.

Los costos altísimos de la Guerra Fría, por lo tanto, no fueron soportados por quienes se beneficiaron de ella y quienes, dicho sea de paso, también continuaron embolsándose la parte del león de los dividendos pagados por los bonos del gobierno, sino por los trabajadores estadounidenses y la clase media estadounidense. Estos estadounidenses de bajos y medianos ingresos no recibieron un centavo de las ganancias tan profusamente arrojadas por la Guerra Fría, pero sí recibieron su parte de la enorme deuda pública de la que ese conflicto fue en gran parte responsable. Son ellos, por lo tanto, quienes cargaron realmente con los costos de la Guerra Fría, y son ellos quienes continúan pagando con sus impuestos una parte desproporcionada de la carga de la deuda pública.


Cartel soviético de M. Mazrucho, "Impuestos" (1974)


En otras palabras, mientras las ganancias generadas por la Guerra Fría fueron privatizadas en beneficio de una élite extremadamente rica, sus costos fueron socializados sin piedad en gran detrimento de todos los demás estadounidenses. Durante la Guerra Fría, la economía estadounidense degeneró en una gigantesca estafa, en una perversa redistribución de la riqueza de la nación en beneficio de los ricos y en perjuicio no solo de los pobres y de la clase trabajadora, sino también de la clase media, cuyos miembros tienden a suscribirse al mito de que el sistema capitalista estadounidense sirve a sus intereses. De hecho, mientras los ricos y poderosos de Estados Unidos acumulaban riquezas cada vez mayores, la prosperidad lograda por muchos otros estadounidenses durante la Segunda Guerra Mundial se fue erosionando gradualmente y el nivel de vida general declinó lenta pero constantemente.

Durante la Segunda Guerra Mundial, América había sido testigo de una modesta redistribución de la riqueza colectiva de la nación en beneficio de los miembros menos privilegiados de la sociedad. Sin embargo, durante la Guerra Fría, los estadounidenses ricos se hicieron más ricos, mientras que los no ricos, y ciertamente no solo los pobres, se empobrecieron más. En 1989, el año en que terminó la Guerra Fría, más del 13% de todos los estadounidenses (aproximadamente 31 millones de personas) eran pobres según los criterios oficiales de pobreza, que definitivamente subestiman el problema. Por el contrario, hoy el 1% de todos los estadounidenses posee no menos del 34% de la riqueza total de la nación. En ningún país “occidental” importante la riqueza se distribuye de manera más desigual.


J. Efimovsky, "Desembolso" (1976)


El minúsculo porcentaje de estadounidenses super ricos encontró este desarrollo extremadamente satisfactorio. Les encantaba la idea de acumular más y más riquezas, de engrandecer sus ya enormes bienes, a expensas de los menos privilegiados. Querían mantener las cosas así o, si era posible, hacer que este esquema sublime fuera aún más eficiente. Sin embargo, todo lo bueno debe llegar a su fin, y en 1989/90 terminó la abundancia de la Guerra Fría. Eso presentó un problema serio. Los estadounidenses comunes, que sabían que habían asumido los costos de esta guerra, esperaban un “dividendo de paz”.

Pensaron que el dinero que el estado había gastado en gastos militares ahora podría usarse para producir beneficios para ellos, por ejemplo, en forma de un seguro nacional de salud y otros beneficios sociales que los estadounidenses, a diferencia de la mayoría de los europeos, nunca han disfrutado. En 1992, Bill Clinton ganaría las elecciones presidenciales dejando entrever la perspectiva de un plan nacional de salud, que por supuesto nunca se materializó. Un “dividendo de la paz” no interesaba en absoluto a la élite adinerada de la nación, porque la prestación de servicios sociales por parte del estado no genera ganancias para los empresarios y las corporaciones, y ciertamente no genera las elevadas ganancias generadas por los gastos militares del estado. Había que hacer algo, y había que hacerlo rápido, para evitar la implosión amenazadora del gasto militar del Estado.

Estados Unidos, o más bien, el Estados Unidos corporativo, quedó huérfano de su útil enemigo soviético y necesitaba con urgencia conjurar nuevos enemigos y nuevas amenazas para justificar un alto nivel de gasto militar. Es en este contexto que en 1990 Saddam Hussein apareció en escena como una especie de deus ex machina. Este dictador de hojalata había sido previamente percibido y tratado por los estadounidenses como un buen amigo, y lo habían armado hasta los dientes para que pudiera librar una guerra desagradable contra Irán; fueron los EE. UU., y aliados como Alemania, quienes originalmente le suministraron todo tipo de armas. Sin embargo, Washington necesitaba desesperadamente un nuevo enemigo, y de repente lo señaló como un “nuevo Hitler” terriblemente peligroso, contra quien era necesario librar una guerra con urgencia, a pesar de que estaba claro que un arreglo negociado de la cuestión de la ocupación de Irak de Kuwait no estaba descartado.


M. Abramov, "La amenaza soviética" (1974)


George Bush padre fue el agente de reparto que descubrió a este nuevo y útil némesis de Estados Unidos y que desató la Guerra del Golfo, durante la cual Bagdad fue bombardeada y los desventurados reclutas de Saddam fueron masacrados en el desierto. El camino a la capital iraquí estaba abierto de par en par, pero la entrada triunfal de los infantes de marina en Bagdad fue repentinamente desechada. Saddam Hussein quedó en el poder para que la amenaza que se suponía que debía formar pudiera invocarse nuevamente para justificar mantener a Estados Unidos en armas. Después de todo, el repentino colapso de la Unión Soviética había demostrado lo inconveniente que puede ser cuando uno pierde a un enemigo útil.

Y así, Marte podría seguir siendo el santo patrón de la economía estadounidense o, más exactamente, el padrino de la mafia corporativa que manipula esta economía impulsada por la guerra y cosecha sus enormes ganancias sin asumir sus costos. El despreciado proyecto de un dividendo de paz podría ser enterrado sin contemplaciones, y los gastos militares podrían seguir siendo el dínamo de la economía y la fuente de ganancias suficientemente altas. Esos gastos aumentaron implacablemente durante la década de 1990. En 1996, por ejemplo, ascendían a nada menos que 265.000 millones de dólares, pero si se suman los gastos militares no oficiales y/o indirectos, como los intereses pagados por préstamos utilizados para financiar guerras pasadas, el total de 1996 ascendía a unos 494.000 millones de dólares, lo que representa un desembolso de 1.300 millones de dólares por día! Sin embargo, con solo un Saddam considerablemente castigado como coco, Washington encontró conveniente también buscar en otros lugares nuevos enemigos y amenazas. Somalia parecía prometedora temporalmente, pero a su debido tiempo se identificó otro “nuevo Hitler” en la Península Balcánica en la persona del líder serbio, Milosevic. Durante gran parte de los noventa, entonces, los conflictos en la ex Yugoslavia proporcionaron los pretextos necesarios para las intervenciones militares, los bombardeos a gran escala y la compra de más y más nuevas armas.

La “economía de guerra” podría continuar funcionando a toda máquina también después de la Guerra del Golfo. Sin embargo, en vista de la presión pública ocasional, como la demanda de un dividendo de paz, no es fácil mantener este sistema en funcionamiento. (Los medios de comunicación no presentan ningún problema, ya que los periódicos, revistas, estaciones de televisión, etc. son propiedad de grandes corporaciones o dependen de ellas para obtener ingresos publicitarios). Como se mencionó anteriormente, el estado tiene que cooperar, por lo que en Washington se necesitan hombres y mujeres con los que se pueda contar, preferiblemente con individuos de las propias filas corporativas, individuos totalmente comprometidos a utilizar el instrumento de los gastos militares para proporcionar las altas ganancias que se necesitan para enriquecer aún más a los muy ricos de América. A este respecto, Bill Clinton no cumplió con las expectativas, y las corporaciones estadounidenses nunca pudieron perdonar su pecado original, a saber, que había logrado ser elegido prometiendo al pueblo estadounidense un "dividendo de paz" en forma de un sistema de seguro de salud.


V. Zhelobinski, "La amenaza soviética" (1980)


Debido a esto, en 2000 se dispuso que el clon de Clinton, Al Gore, no se mudara a la Casa Blanca, sino un equipo de militaristas de línea dura, prácticamente sin excepción, representantes de los ricos y corporativos estadounidenses, como Cheney, Rumsfeld y Rice, y por supuesto el propio George W. Bush, hijo del hombre que había demostrado con su Guerra del Golfo cómo se podía hacer; el Pentágono también estuvo directamente representado en el gabinete de Bush en la persona del supuestamente amante de la paz Powell, en realidad otro ángel de la muerte. Rambo se mudó a la Casa Blanca y los resultados no tardaron en verse.


Después de que Bush Junior fuera catapultado a la presidencia, durante algún tiempo pareció que iba a proclamar a China como la nueva némesis de Estados Unidos. Sin embargo, un conflicto con ese gigante se vislumbraba algo arriesgado; además, demasiadas grandes corporaciones ganan buen dinero comerciando con la República Popular. Se requería otra amenaza, preferiblemente menos peligrosa y más creíble, para mantener los gastos militares en un nivel suficientemente alto. A tal fin, Bush, Rumsfeld y compañía no podrían haber deseado nada más conveniente que los hechos del 11 de septiembre de 2001; es muy probable que estuvieran al tanto de los preparativos para estos monstruosos ataques, pero que no hicieran nada para prevenirlos porque sabían que podrían beneficiarse de ellos. En cualquier evento, aprovecharon al máximo esta oportunidad para militarizar a Estados Unidos más que nunca antes, arrojar bombas sobre personas que no tenían nada que ver con el 11 de septiembre, hacer la guerra a su antojo y, por lo tanto, para las corporaciones que hacen negocios con el Pentágono para registrar ventas sin precedentes. Bush declaró la guerra no a un país sino al terrorismo, un concepto abstracto contra el cual no se puede realmente hacer la guerra y contra el cual nunca se puede lograr una victoria definitiva. Sin embargo, en la práctica el lema “guerra contra el terrorismo” significó que Washington ahora se reserva el derecho de hacer la guerra en todo el mundo y de forma permanente contra quien la Casa Blanca defina como terrorista

Y así se resolvió definitivamente el problema del final de la Guerra Fría, ya que en adelante se justificaba un gasto militar cada vez mayor. Las estadísticas hablan por sí solas. El total de 265 mil millones de dólares en gastos militares en 1996 ya había sido astronómico, pero gracias a Bush hijo el Pentágono pudo gastar 350 mil millones en 2002, y para 2003 el presidente ha prometido aproximadamente 390 mil millones; sin embargo, ahora es prácticamente seguro que la capa de 400 mil millones de dólares se redondeará este año. (Para financiar esta orgía de gastos militares, se debe ahorrar dinero en otros lugares, por ejemplo, cancelando los almuerzos gratuitos para los niños pobres; todo ayuda). No es de extrañar que George W. se pavonee radiante de felicidad y orgullo, ya que él, esencialmente un niño rico mimado de talento e intelecto muy limitados, ha superado las expectativas más audaces no solo de su familia y amigos ricos, sino de la América corporativa en su conjunto, a la que debe su trabajo.


Cartel soviético "Pentágono" (autor y año ilegibles)


El 11 de septiembre le dio a Bush carta blanca para hacer la guerra donde y contra quien quisiera, y como este ensayo ha pretendido dejar en claro, no importa mucho quién sea señalado como enemigo del momento. El año pasado (2003), Bush lanzó una lluvia de bombas sobre Afganistán, presumiblemente porque los líderes de ese país dieron cobijo a Bin Laden, pero recientemente este último pasó de moda y fue una vez más Saddam Hussein quien supuestamente amenazó a Estados Unidos. No podemos tratar aquí en detalle las razones específicas por las que los Estados Unidos de Bush querían absolutamente la guerra con el Irak de Saddam Hussein y no con, digamos, Corea del Norte. Una de las principales razones para pelear esta guerra en particular fue que las grandes reservas de petróleo de Irak son codiciadas por los fideicomisos petroleros de Estados Unidos con los que los propios Bush –y bushistas como Cheney y Rice, de quienes se nombra un petrolero– están tan íntimamente vinculados. La guerra en Irak también es útil como lección para otros países del Tercer Mundo que no logran bailar al son de Washington, y como instrumento para castrar a la oposición interna e imponer el programa de extrema derecha de un presidente no electo en las gargantas de los propios estadounidenses.

La América de la riqueza y el privilegio está enganchada a la guerra, sin dosis regulares y cada vez más fuertes de guerra ya no puede funcionar correctamente, es decir, producir las ganancias deseadas. En este momento, esta adicción, este anhelo está siendo satisfecho por medio de un conflicto contra Irak, que también es querido por los corazones de los magnates del petróleo. Sin embargo, ¿alguien cree que el belicismo se detendrá una vez que el cuero cabelludo de Saddam se una a los turbantes talibanes en la vitrina de trofeos de George W. Bush? El presidente ya ha señalado con el dedo a aquellos cuyo turno pronto llegará, a saber, los países del “eje del mal”: Libia, Siria, Somalia, Irán, Corea del Norte y, por supuesto, esa vieja espina en el costado de Estados Unidos, Cuba. ¡Bienvenidos al siglo XXI, bienvenidos a la valiente nueva era de guerra permanente de George W. Bush!


Fondo de pantalla de Call of Duty Black Ops Cold War

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