Esto provocará un dolor de cabeza, un tema altamente polémico, ni las fuentes historiográficas, ni connotados historiadores, mucho menos teorías de la conspiración han logrado llegar a un consenso definitivo. La verdadera historia de la Revolución Rusa de 1917 sigue teniendo muchos cabos sueltos por atar.
Este post no tiene por objetivo atar esos cabos, mucho menos llegar a la "verdad" absoluta que no estamos seguros pueda ser definitivamente esclarecida ni siquiera por las fuentes de primera mano que se conservan en los archivos rusos de la época soviética debido a que la dictadura estalinista se encargó de suprimir (eliminar) de la historia mucha información trascendental.
También se debe analizar con lupa y clara objetividad las acciones de Occidente en el ascenso de los bolcheviques al poder. Tómese en cuenta que esto ocurrió en pleno transcurso de la Gran Guerra donde se jugaban los intereses imperiales de los bandos en conflicto. ¿A quién benefició la revolución rusa, al imperio alemán y sus socios imperiales austro-húngaros y otomanos; o, a las mayores potencias coloniales de la época, los imperios británico y francés y el naciente imperialismo estadounidense?, sin olvidarnos del Imperio japonés...
Sería terriblemente cansino detallar esos episodios, por fortuna, el lector puede recurrir a la información necesaria en nuestros archivos: Tratado Brest-Litovsk; la dictadura de Ludendorff en Europa, Colonialismo alemán en Europa central y oriental, "desmembración" del Imperio Ruso tras la revolución de 1917, La Guerra Civil Rusa terminó hace 100 años, Wall Street, etc., siendo de un inmenso valor los libros del Dr. Anthony Sutton en especial "Wall Street y la revolución bolchevique"; o, usted puede buscar sus fuentes de preferencia.
Entremos en los temas de debate.
Parte I
Lenin o Trotsky, ¿quién dirigió realmente la Revolución Rusa?
Si "La Revolución Rusa no fue realmente dirigida por Lenin. ¿Pero entonces, por quién?" es un tema que analiza (simplificado) Sofía Polyakova de la red "Russia Beyond" (diciembre de 2022). Señala la autora que "gracias a esta persona, los bolcheviques no sólo tomaron el poder en Rusia, sino que también ganaron la guerra civil. Y, sin embargo, no hay casi nada sobre León Trotsky en los libros de historia soviéticos. ¿Por qué?"
En el artículo de Polyakova se señala que "León Trotsky fue uno de los defensores más dedicados de la Revolución Rusa. Tuvo que pasar por muchas cosas: exilios y detenciones, una dura competencia dentro de las filas del partido y altos cargos, pero, al final, también expulsión, muerte y olvido". Participó en actividades revolucionarias desde temprana edad. En 1902 Trotsky se reunió con Lenin y otros revolucionarios en Londres, impresionando con su elocuencia y educación para un hombre joven. Orador y redactor para periódicos revolucionarios como "Iskra" y "Pravda". Durante la revolución consiguió reclutar al bando bolchevique a diversas unidades militares. "Solo la influencia y la autoridad de Lenin impidieron el crecimiento de la popularidad de Trotsky", "fue apodado el "bastón" de Lenin, insinuando el hecho de que el primero solo estaba haciendo lo que Lenin quería"; con el paso del tiempo, comenzó a criticar a Lenin.
"Debido a los mitos creados por las autoridades soviéticas, la mención de la Revolución de Octubre suele invocar la imagen de Lenin en un vehículo blindado. Sin embargo, en el momento en que sucedió, Lenin estaba lejos de Rusia. Se encontraba en el extranjero y participaba en la toma de decisiones desde allí, aunque en realidad no la dirigía en el sentido propio de la palabra. Fue Trotsky quien lo hizo. El 9 de octubre de 1917 (según el calendario juliano), inició la creación del Comité Militar Revolucionario, que se convirtió en la fuerza impulsora del golpe". Es decir, Trotsky fue el líder del golpe de estado armado, convenció a los militares para dirigir la toma del poder y el 25 de octubre (7 de noviembre, calendario gregoriano) el gobierno provisional (dirigido por Alexander Kerensky) cayó.
(Entre octubre y noviembre de 1917 en Petrogrado, luego Leningrado, hoy San Petersburgo, había dos poderes: el Gobierno Provisional de Alexander Kerensky con sede en el Palacio de Invierno, y el Comité Militar-Revolucionario de Petrogrado dirigido por León Trotsky, con sede en el Instituto Smolny. El Comité Militar Revolucionario denunció al Gobierno Provisional, los bolcheviques tomaron el control el 8 de noviembre de 1917 arrestando al Gobierno Provisional).
Trotsky posteriormente dijo:
"Si no hubiera estado en Petrogrado en 1917, la Revolución de Octubre habría tenido lugar de todos modos, siempre que hubiera estado Lenin y su dirección. Pero, si ni yo ni Lenin hubiéramos estado en Petrogrado en ese momento, la Revolución de Octubre nunca habría ocurrido". (Lenin arribó la noche del 25 de octubre cuando el Palacio de Invierno, sede del ya destituido gobierno provisional había sido tomada).
El congreso de los Soviets resolvió cuestiones de importancia para la creación del nuevo estado. "Lenin sugirió que Trotsky encabezara el nuevo cuerpo ejecutivo, el Consejo de Comisarios del Pueblo, pero este último se negó, cediendo la dirección a Lenin, mientras que él mismo asumió el cargo de Comisario de Relaciones Internacionales", puesto que él mismo abandonó por las siguientes razones:
- No pudo conseguir que los imperios occidentales (incluido EEUU) garantizaran unos términos paz que beneficie a Rusia.
- No logró que esos mismos estados reconocieran al nuevo estado ruso.
- La orden de Lenin para aceptar las condiciones del Tratado de Brest-Litovsk concluido con Alemania para que Rusia se retirara de la guerra no fue aceptada por Trotsky.
Sin embargo, Trotsky fue nombrado Comisario Militar y de Marina. "Bajo su liderazgo, el entonces desorganizado Ejército Rojo se convirtió en una eficaz maquinaria militar y cambió el curso de la Guerra Civil". Muchos biógrafos resaltan la rudeza y hasta inhumana actitud de Trotsky hacia las tropas, las represalias por abandono eran cruentas, "no se puede construir un ejército sin represiones", expresaba Trotsky.
La enfermedad de Lenin se reflejó en las filas del partido, la rivalidad por el poder entre Trotsky y Stalin (entonces secretario general del Partido) era evidente, Stalin triunfó con las componendas que apoyaron sus decisiones, los trotskistas fueron marginados, Trotsky y los suyos fueron desacreditados y responsabilizados de todos los errores pasados. En 1927, el líder de la Revolución de Octubre, el colaborador más cercano de Lenin fue expulsado del Partido, en 1929 fue enviado al exilio como "enemigo del pueblo". En 1940 Trotsky fue asesinado por orden de Stalin en México.
Ahora bien, ¿Si no fue Lenin quién gobernó formalmente la Rusia soviética, quién lo hizo?
Georgy Manaev, en mayo de 2023 para Russia Beyond, escribió el artículo "Lenin no gobernó formalmente la Rusia soviética". Explica el autor: "Cuando los bolcheviques llegaron al poder en Rusia en 1917, Vladimir Lenin no se convirtió en el líder de pleno derecho del nuevo estado soviético. En su lugar, eligió una posición menos conspicua. Como líder experimentado y revolucionario clandestino, Lenin dejó cuidadosamente el lugar de líder formal del estado soviético a otros. ¿Entonces, qué cargo ocupaba? Para entender este tema, es importante observar cómo la Revolución de Octubre cambió radicalmente el sistema estatal de Rusia".
Tras la detención del Gobierno Provisional, "Lenin propuso que el Congreso eligiera el Comité Ejecutivo Central de toda Rusia, el órgano gubernamental supremo del país, y también formara un gobierno provisional de obreros y campesinos, el Consejo de Comisarios del Pueblo".
Surgió un nuevo estado que remplazaba al Imperio Ruso, la Rusia Soviética que entre 1917 a 1922 se denominó República Socialista Federativa Soviética de Rusia. "El II Congreso Panruso de los Soviets de Diputados Obreros y Soldados fue su primer órgano representativo que eligió a los miembros de los dos principales órganos del Estado. El Comité Ejecutivo Central de toda Rusia era el órgano supremo del nuevo Estado. Se le asignaron funciones legislativas y administrativas, y al principio fue dirigido por Lev Kamenev, luego por Yakov Sverdlov (1917-1919) y, a partir del 30 de marzo de 1919, Mikhail Kalinin. Hasta su muerte en 1946, Kalinin fue formalmente el jefe de Estado".
"El Consejo de Comisarios del Pueblo (Sovet Narodnykh Komissarov, abreviado SNK) era el segundo órgano estatal más importante que ostentaba el poder ejecutivo. Era efectivamente el gobierno de la Rusia soviética, y Vladimir Lenin era el presidente del Consejo de Comisarios del Pueblo, lo que significaba que ocupó el cargo de primer ministro en la Rusia soviética y la URSS hasta su muerte el 21 de enero de 1924".
En definitiva, el artículo de Georgy Manaev aclara esta ambigüedad del naciente imperio soviético que perduró tres cuartos de siglo:
"En sentido estricto, Lenin nunca fue jefe de Estado en la Rusia soviética y en la URSS ocupaba el cargo menor de "primer ministro" que le permitía saltarse todas las funciones representativas y administrativas que el jefe de Estado estaba obligado a realizar... En cambio, Lenin podía dedicar su tiempo a desempeñar importantes funciones de toma de decisiones como jefe del poder ejecutivo del Estado soviético".
"Esta tendencia continuó en la URSS. Iósif Stalin y Nikita Jruschov nunca ocuparon los dos cargos de jefe formal del Estado soviético: presidente del Comité Ejecutivo Central de toda Rusia (antes de 1938) y presidente del Presidium del Soviet Supremo (1938-1989). Leonid Brezhnev fue el primer jefe formal y fáctico de la URSS, ya que era simultáneamente el líder del Partido Comunista de la Unión Soviética y el presidente del Presidium del Soviet Supremo". (Manaev).
Seguramente existen buenos estudios sobre esta compleja y confusa división administrativa de los soviets.
Hasta aquí el interesante aporte histórico de un moderno medio ruso (Russia Beyond) ya muy alejado de los tiempos soviéticos y defensor de los valores que promulga la actual Federación Rusa como ente soberano. (Los textos originales de Russia Beyond pueden ser revisados en los vínculos constantes a pie de página)
II parte
La revolución bolchevique de color de 1917. Trotsky, Russell y la guerra contra la civilización
Si la primera parte os resultó hilarante en algún sentido, esta segunda parte puede resultar no solo confusa sino ridícula para muchos (según algunos comentarios a la versión original que es la que se reproduce en las siguientes líneas). Desde ya aclaramos que el autor brinda información sobre Trotsky muy útil para sus detractores. Básicamente la investigación destaca el valor histórico y no político, incluso cuando refiere que Stalin "afortunadamente derrocó a Trotsky con fuerzas más sensatas que lo rodeaban". Como redactor y editor de este blog, también he mantenido una posición objetiva respecto a la historia; y, sí, he expresado anteriormente que no me agrada Stalin, pero que es imposible poder disociar a Stalin de la historia de Rusia, mucho menos de su liderazgo en la segunda guerra mundial.
Matthew Ehret, periodista canadiense, conferenciante y fundador de Canadian Patriot Review, miembro principal de la Universidad Americana de Moscú y director de "Rising Tide Foundation" Montreal, Quebec; autor de la serie de tres volúmenes "Historia no contada de Canadá" (2019) y del segundo volumen "Choque de las dos Américas" (2021); presentador del programa semanal "Great Game" en Rogue News y articulista para Strategic Culture, Washington Times y The Cradle.
Ehret sorprendió a muchos con el artículo publicado originalmente en el sitio web "The Last American Vagabond" bajo el título "The Bolshevik Color Revolution Of 1917 And Prighozin’s 2023 Gambit: Trotsky, Russell, And The War On Civilization", en junio del 2023 (La Revolución Bolchevique de Color de 1917 y el Gambito de Prighozin en 2023: Trotsky, Russell y la Guerra Contra La Civilización). Nótese con atención el hecho de que, interpretando unas declaraciones del presidente Vladimir Putin, Ehret califica a la revolución rusa como equivalente a las "revoluciones de color" de fines del siglo XX e inicios del XXI mismas que deben ser señaladas como guerras contra la civilización.
Portada del artículo de Matthew Ehret
Matthew Ehret inicia su ponencia con el supuesto intento golpista del líder del Grupo Wagner de Rusia, Yevgeny Prigozhin, una operación insurgente dirigida desde el extranjero "con paralelismos trazados con la caótica revolución de 1917", conforme declaró con firmeza Putin. En 1917, "la nación estaba en guerra con un enemigo al borde de la derrota, y al igual que en 1917, las manipulaciones extranjeras utilizando quintacolumnistas dieron como resultado que la nación entrara en una guerra civil". "Exactamente este golpe se dio en 1917 cuando el país estaba en la Primera Guerra Mundial, pero su victoria fue robada. Las intrigas y discusiones a espaldas del ejército resultaron ser la mayor catástrofe, destrucción del ejército y del Estado, pérdida de enormes territorios, lo que resultó en una tragedia y una guerra civil... Los rusos mataban a los rusos, los hermanos mataban a los hermanos. Pero los beneficiarios fueron varios caballeros políticos de fortuna y potencias extranjeras que dividieron el país y lo rompieron en partes. No permitiremos que esto suceda".
Al parecer "hay procesos históricos en juego que muy pocos reconocen y que el presidente Putin entiende muy bien", señala Ehret. "Algunos podrían pensar que la comparación de Putin con la revolución de 1917 es una hipérbole o una falta de respeto por la gloriosa revolución soviética. Se equivocan".
No es la primera vez que Vladimir Putin expuso un ataque completo a la Revolución Bolchevique de 1917 como una revolución de color dirigida desde el extranjero, lo hizo en 2021 durante la reunión del Club Valdai (foro de debate de un grupo de expertos con sede en Moscú, creado en 2011 por el Consejo de Política Exterior y de Defensa, el Consejo Ruso de Asuntos Internacionales, el Instituto Estatal de Relaciones Internacionales de Moscú y la Escuela Superior de Economía). En el discurso de apertura (2021), Putin "denunció a los ingenieros sociales disfrazados de revolucionarios y reformadores sociales que hoy impulsan un paralelismo con la ideología destructiva de los bolcheviques de 1917".
Putin dijo (textual):
"Los defensores del llamado 'progreso social' creen que están introduciendo a la humanidad a algún tipo de conciencia nueva y mejor. Buena suerte, iza las banderas como decimos, adelante. Lo único que quiero decir ahora es que sus recetas no son nuevas en absoluto. Puede ser una sorpresa para algunas personas, pero Rusia ya ha estado allí. Después de la revolución de 1917, los bolcheviques, apoyándose en los dogmas de Marx y Engels, también dijeron que cambiarían las formas y costumbres existentes y no solo las políticas y económicas, sino la noción misma de la moralidad humana y los fundamentos de una sociedad sana. La destrucción de los valores ancestrales, de la religión y de las relaciones entre las personas, hasta el rechazo total de la familia (eso también lo teníamos), el estímulo a informar sobre los seres queridos, todo esto fue un progreso proclamado y, por cierto, fue ampliamente apoyado en todo el mundo en ese entonces y estaba bastante de moda, al igual que hoy. Por cierto, los bolcheviques eran absolutamente intolerantes con otras opiniones que no fueran las suyas".
Después de esto, ¿la extrema derecha seguirá calificando de "comunista" al presidente de Rusia y a la Federación Rusa?
Demos lectura al resto del referido artículo de Matthew Ehret.
Abortar un sistema de cooperación beneficiosa para todos
La triste realidad es que ni los bolcheviques ni los mencheviques, que aparecieron en el escenario de la historia a principios del siglo XX, fueron "movimientos populares" que surgieron orgánicamente.
Tras un análisis más profundo realizado por historiadores como Anthony Sutton, Kerry Bolton y Robert Cowley, ambas organizaciones que finalmente se fusionaron en una fuerza singular, disfrutaron de un vasto patrocinio financiero de potencias imperiales occidentales como Paul Warburg, Jacob Schiff (jefe de Kuhn, Loeb y compañía) e incluso Lord Alfred Milner, jefe del recién formado Movimiento de la Mesa Redonda.
Estos personajes financiaron gran parte del movimiento bolchevique ya en 1905 con el fin de destruir un proceso verdaderamente revolucionario que se estaba extendiendo por gran parte del mundo a raíz de la Guerra Civil.
Uno de los principales defensores de este proceso revolucionario fue el gobernador de Colorado, William Gilpin (designado por Abraham Lincoln) que imaginó un mundo de estados nacionales soberanos unidos por líneas ferroviarias que se extendieran a través del estrecho de Bering y llevaran a todos los continentes y culturas a una coexistencia armoniosa. ('Ferrocarril Cosmopolita', 1890). Gilpin describió la obvia hermandad de Rusia y los Estados Unidos al encabezar este proyecto, Gilpin escribió: "...Las naciones que pueden gastar en la guerra sus miles de vidas, las vidas de los mejores y más valientes de sus hijos y ciudadanos, seguramente pueden permitirse un poco de su riqueza y energía excedentes para una obra como esta".
Gilpin representó a una red de estadistas repartidos por todo el mundo que reconocían que la única manera de romper el ciclo interminable de guerras, usura y corrupción, que las estructuras hobbesianas del Imperio Británico mantenían a nivel mundial, era a través de la adopción de un sistema anti-libre comercio conocido como "El Sistema Americano de Economía Política". Este era un concepto muy diferente de "América" que la "Pax Americana" que ha sido pisoteada en el mundo desde la Segunda Guerra Mundial.
En Rusia encontró su paladín en la figura de Sergei Witte (ministro de Finanzas y ministro de Transportes de 1892 a 1903), quien encabezó una facción de la intelectualidad rusa en una lucha por el progreso y la cooperación tanto interna como con las naciones aliadas contra poderosas fuerzas comprometidas con el feudalismo tanto dentro de la oligarquía rusa como externamente. Las fuerzas regresivas con las que Witte tuvo que lidiar incluían poderosas fuerzas tradicionalistas reaccionarias que añoraban los buenos viejos tiempos antes de que el zar Alejandro II liberara a los siervos y, en el otro extremo, el surgimiento de vastos grupos de movimientos anarquistas que amenazaban con incendiar el estado en una réplica del frenesí jacobino de la Revolución Francesa.
Como Martin Sieff ha demostrado a través de sus muchos escritos sobre el príncipe Kropotkin, muchas de estas redes anarquistas disfrutaban del patrocinio de fuerzas poderosas a las que les importaba poco la difícil situación de la clase trabajadora.
La expansión internacional del Sistema Americano entre 1876 y 1905 tomó la forma de industrialización a gran escala y ferrocarriles. El mecanismo de financiación se ubicó en una práctica que ha caído en desgracia en Occidente (aunque ha regresado con fuerza en China en los últimos años) llamada "dirigismo", la emisión de crédito productivo de los bancos estatales.
Fue Witte quien encabezó la construcción del Ferrocarril Transiberiano entre 1890 y 1905, con planes para extender las líneas ferroviarias a China y más allá, utilizando capital dirigido por el Estado y una mezcla de empresas privadas.
Al Imperio Británico, que siempre se apoyó en mantener a las naciones divididas, subdesarrolladas y dependientes del uso de la navegación marítima, no le hizo ninguna gracia.
Al controlar los cuellos de botella marítimos internacionales, la pequeña isla pudo ejercer su influencia en todo el mundo. A través de la vigorosa aplicación de las doctrinas del laissez-faire del libre comercio, las naciones se vieron impedidas de protegerse de la guerra financiera lanzada por la ciudad de Londres contra los estados víctimas (volatilidad especulativa, usura, dumping barato, cultivos comerciales y tráfico de drogas). Cualquiera que desee participar en la planificación a largo plazo en la construcción de corredores de transporte terrestre a través del ferrocarril, las carreteras y la industria sería fácilmente saboteado si el sistema británico estuviera dando forma a su mundo.
El movimiento internacional para romper este sistema del mal fue el único proceso revolucionario real que animó al mundo durante este tiempo.
La contrarrevolución bolchevique: un fraude angloamericano
En 1905, el financiero de Wall Street Jacob Schiff había dado 200 millones de dólares a los japoneses para ayudarlos en su victoria contra los rusos durante la guerra ruso-japonesa de 1904-1905. Esta generosidad le valió al banquero la Medalla del Sol Naciente en el Palacio Meiji en 1907.
Después de paralizar el estado y el ejército rusos (su armada fue aniquilada durante la guerra), Schiff centró su atención en la financiación de actividades revolucionarias dentro de la propia Rusia. Cómo gastó el dinero Schiff fue difícil de decir hasta 1949, cuando el nieto de Schiff, John Schiff, se jactó ante el New York Journal de que su abuelo había dado 20 millones de dólares "por el triunfo del comunismo en Rusia".
El periodista estadounidense George Kennan, activo de Schiff, desempeñó un papel fundamental como gestor de la percepción de la revolución y se jactó de haber convertido a 52.000 soldados rusos encarcelados en Japón en revolucionarios bolcheviques. Una entrevista del 24 de marzo de 1917 publicada en The New York Times celebrando la revolución, decía:
"El señor Kennan habló de la labor de los Amigos de la Libertad Rusa en la revolución. Dijo que durante la guerra ruso-japonesa estuvo en Tokio, y que se le permitió hacer visitas entre los 12.000 prisioneros rusos en manos japonesas al final del primer año de la guerra. Había concebido la idea de poner la propaganda revolucionaria en manos del ejército ruso.
Las autoridades japonesas lo favorecieron y le dieron permiso. Después de lo cual envió a América a buscar toda la literatura revolucionaria rusa...
"El movimiento fue financiado por un banquero neoyorquino que todos ustedes conocen y aman", dijo, refiriéndose al Sr. Schiff, "y pronto recibimos una tonelada y media de propaganda revolucionaria rusa. Al final de la guerra, 50.000 oficiales y soldados rusos regresaron a su país como ardientes revolucionarios. Los Amigos de la Libertad Rusa habían sembrado 50.000 semillas de libertad en 100 regimientos rusos. No sé cuántos de estos oficiales y soldados estaban en la fortaleza de Petrogrado la semana pasada, pero sí sabemos qué parte del ejército tomó la revolución".
El propio Schiff declaró jubilosamente al New York Times, el 18 de marzo de 1917:
"Permítanme, a través de sus columnas, expresar mi alegría de que la nación rusa, un pueblo grande y bueno, haya logrado por fin su liberación de siglos de opresión autocrática y, a través de una revolución casi incruenta, haya llegado a ser la suya. ¡Alabado sea Dios en las alturas!"
El historiador Kerry Bolton escribió sobre el director de la Reserva Federal de Nueva York, William Boyce Thompson, quien había sido instalado como jefe de la Cruz Roja Americana durante la revolución de 1917 y fue ampliamente reconocido como el verdadero embajador de Estados Unidos ante el gobierno, diciendo:
"Thompson se estableció a la manera real en Petrogrado, reportando directamente al presidente Wilson y pasando por alto al embajador Francis de los Estados Unidos. Thompson proporcionó fondos de su propio dinero, primero a los socialrevolucionarios, a los que dio un millón de rublos, y poco después 1.000.000 de dólares a los bolcheviques para difundir su propaganda en Alemania y Austria".
En 1962, el historiador Arsene de Goulevitch, que vivió de primera mano los acontecimientos de 1917, escribió:
"En entrevistas privadas, me han dicho que Lord Alfred Milner gastó más de 21 millones de rublos en financiar la Revolución Rusa... El financiero que acabamos de mencionar no era el único entre los británicos que apoyaba la revolución rusa con grandes donaciones financieras (Zarismo y revolución, publicado por Omni Publications en Hawthorne, edición francesa de 1962, pp. 224, 230)
Según sus propios relatos, durante los cuatro meses que León Trotsky pasó en Nueva York en 1917, gran parte del tiempo lo pasó codeándose con la clase alta de Wall Street y siendo conducido en limusinas (León Trotsky: Mi vida, editorial de Nueva York: Scribner's, 1930, p. 277)
También es digno de mención que después de que Trotsky fuera arrestado por las autoridades canadienses mientras se dirigía de regreso a Rusia con decenas de miles de dólares de dinero de Wall Street, no era otro que Claude Dansey (¡discípulo de Cecil Rhodes, subjefe del nuevo MI6 y fundador de la inteligencia militar estadounidense en 1917!) que intervino directamente para liberar a Trotsky y compañía.
La traición inmortal de León Trotsky
León Trotsky, a quien Lord Milner, Schiff, Paul Warburg, etc., siempre pretendieron ver como el líder del movimiento que tomaría el control de los cadáveres de los Romanov, fue afortunadamente derrocado por las fuerzas más sensatas que rodeaban a Iósif Stalin en 1927.
Como documenta magistralmente el historiador Grover Furr utilizando material recientemente desclasificado, testimonios y otras pruebas de archivos de Estados Unidos y Rusia, León Trotsky hizo varios intentos de volver al poder en Rusia después de su expulsión. Sin embargo, no lo hizo solo, sino en gran medida con la ayuda de las fuerzas fascistas en Gran Bretaña, Japón, Ucrania y Alemania hasta el momento en que encontró su prematuro final en 1940. (Uno de los mejores y más recientes escritos pioneros de Furr sobre este tema se puede encontrar en su New Evidence of Trotsky's Conspiracy, Erythos Press, 2020. El sitio web de Furr también es un recurso invaluable).
A pesar de todos los muchos problemas de Lenin, difería de Trotsky en dos puntos interconectados: 1) una creencia general en el voluntarismo y, 2) un rechazo de la teoría de la revolución permanente.
Mientras que Lenin creía que el trabajo productivo podía ser canalizado hacia el mejoramiento de las fuerzas productivas de la sociedad, Trotsky creía que cualquier esfuerzo de mejora productiva pacífica sólo conduciría a la decadencia. Por lo tanto, se necesitaba una revolución permanente para evitar que los trabajadores cayeran en la pereza en medio de la eterna lucha global de clases. En 1914, un frustrado Lenin habló del fetiche de Trotsky diciendo: "él (Trotsky) abandonó a los mencheviques y ocupó una posición vacilante, ora cooperando con Martynov (el economista), ora proclamando su absurdamente izquierdista teoría de la 'revolución permanente' ".
Otro punto de conflicto entre Lenin, por un lado, y Trotsky, por el otro, se centraba en si Rusia debía o no seguir participando en la Primera Guerra Mundial.
Mientras que Lenin quería sacar a Rusia del conflicto demencial en los primeros momentos de su golpe de estado en 1917, Trotsky y su estrecho aliado Bujarin exigieron que Rusia permaneciera en la guerra con el objetivo de convertirla en una revolución paneuropea total (y en última instancia global). El compromiso de Trotsky con la revolución socialista global frente al compromiso de Stalin con el "socialismo en un solo país" estuvo en el centro de una división insalvable entre los dos revolucionarios a lo largo de los años.
Al hacerse cargo de la economía rusa, Trotsky y Lenin desataron una ola destructiva de reformas económicas titulada "La Nueva Política Económica" (NEP) que vio una vasta liberalización de todo el estado con poderes corporativos occidentales que irrumpieron para comprar los antiguos servicios públicos nacionales por centavos de dólar. La figura más poderosa de los magnates occidentales a los que se les concedió pleno acceso para comprar Rusia bajo esta nueva política fue Armand Hammer (1898-1990), de Occidental Petroleum, que sólo se vio obligado a abandonar Rusia en el momento en que Trotsky fue expulsado (y volvió a dominar en las semanas posteriores a la muerte de Stalin en 1953).
Nota del editor del blog: Curiosamente parecida historia tuvo lugar en Rusia en los primeros años de la década de 1990. En "Rusia, el caos poscomunista", mencionamos que tras la caída del totalitarismo soviético, en diciembre de 1991, las instituciones económicas más poderosas trabajando de la mano con elementos criminales, la mafia, organizaciones filantrópicas, comités de expertos de prestigio internacional, organizaciones no gubernamentales, servicios de inteligencia y las principales entidades bancarias occidentales, juntas iniciaron la empresa de destruir Rusia. Los nuevos “amigos” de Rusia (EEUU) emprendieron la "tarea" de llevarle a una transición democrática y rumbo al capitalismo. Rusia dejó de ser un rival o una amenaza a los intereses de Estados Unidos que logró el control del petróleo y gas del Asia Central.
De forma brillante, silenciosa, destruyeron la base económica de Rusia, se pretendía regresar a Rusia a los tiempos de un país tercermundista. Según el presidente Yeltsin, que se negó a tomar medidas, Rusia se convirtió en una “superpotencia del crimen, en una mafiocracia” (la Rusia de Yeltsin). Se inició el mayor saqueo de los recursos de una nación con la manipulación de los mercados. La extinta URSS manejaba, sin duda, la mayor riqueza mineral del mundo, petróleo, níquel, platino, oro y otros minerales valiosos, incluso su material bélico. Todo iba a ser desmantelado en una operación combinada, pero clandestina, codo a codo entre los servicios de inteligencia occidentales, especuladores financieros e importantes bancos, la Mafia de Estados Unidos y la italiana (Cosa Nostra), más el aporte de los Criminales rusos surgidos con el fin de la URSS, es decir, la mafia rusa “Vorovskoi Mir” (Mundo de Ladrones) en alianza con viejos oficiales del KGB, ex veteranos de Afganistán y oficiales del ejército retirados y hasta el Partido Comunista: robo masivo de propiedades y recursos naturales del Estado, inundar el mercado extranjero de rublos, vender ilegalmente materias primas y blanquear las ganancias en Occidente.
El siguiente paso, con la venia de Yeltsin, fue crear reformas democráticas y un ligero impulso económico, evitando que Rusia resurja como competencia a nivel mundial contra los Estados Unidos. Empezó la tarea del FMI y la era Clinton para “apoyar’ a la nueva economía y democrática Rusia... La historia de esa negra etapa de la historia rusa se vuelve interminable, con todos estos episodios que más asemejan al guión de una obra cinematográfica, pero que fue real, tan real que parece ficción.
Más adelante en su vida, Hammer describió cómo Lenin le dijo: "No necesitamos médicos, necesitamos hombres de negocios... el comunismo no está funcionando y debemos cambiar a una Nueva Política Económica".
Trabajando en estrecha colaboración con Lenin y especialmente con Trotsky, Hammer se convirtió en el principal moderador de casi todos los acuerdos comerciales realizados entre el gobierno soviético y las corporaciones occidentales durante la década de 1920, que vieron a Rusia hundirse en una brutal esclavitud económica a las potencias extranjeras a un ritmo que no se volvería a ver durante más de 60 años.
La vasta liberalización de la economía rusa durante la oscura década de 1920 fue muy paralela al programa de libre comercio/privatización de la Perestroika de la década de 1990 y no es coincidencia que George Bush padre llamara a este programa de saqueo balcanizado de Rusia "Operación Martillo".
Si uno viera a un proto-George Soros en la figura de Armand Hammer, no estaría muy lejos.
Parvus y la Unión Paneuropea
La estrecha asociación de Trotsky con Alexander Israel Helphand (alias Parvus) a lo largo de la revolución de 1905 y más allá también es sospechosa y debe considerarse en el contexto de una estrategia geopolítica imperial mucho más amplia.
La asociación de Parvus con la Unión Paneuropea, fundada por el conde Richard von Coudenhove-Kalergi en 1923, es otra anomalía relevante que nos adentra en las estructuras de poder más profundas que acechan bajo las ondas superficiales de la historia (La asociación de Parvus con la Unión Paneuropea y las operaciones fascistas más amplias en Turquía y Oriente Medio se expone en el informe de Jeffrey Steinberg de 2005 "Cheney revive la locura de guerra permanente de Parvus").
Otros miembros de la institución de Coudenhove-Kalergi incluían a Benito Mussolini, Walter Lippman, el ministro de finanzas nazi Hjalmar Schacht y el geopolítico nazi Karl Haushofer, mientras que los financieros Max Warburg y Louis de Rothschild financiaban abiertamente la organización.
En 1932, Kalergi pronunció un discurso celebrando la gran restauración del orden que surgiría en el esfuerzo paneuropeo unificado para acabar con el anarquismo bolchevique, diciendo: "Esta guerra eterna sólo puede terminar con la constitución de una república mundial... El único camino que queda para salvar la paz parece ser una política de fuerza pacífica, según el modelo del Imperio Romano, que logró tener el período de paz más largo de Occidente gracias a la supremacía de sus legiones".
Este grupo desempeñó un papel mucho más importante en la historia de lo que muchos creen y sentó las bases para la Unión Europea. La estrecha asociación de Parvus y Trotsky con Vladimir Jabotinsky (ucraniano) preparó el escenario para que surgieran los elementos más fascistas del sionismo a raíz de la Segunda Guerra Mundial, y el trabajo de Parvus como propagandista y traficante de armas para el liderazgo del movimiento de los Jóvenes Turcos (desplegado para incendiar un debilitado Imperio Otomano y provocar lo que se convirtió en las Guerras de los Balcanes de 1912-13) todavía se puede sentir en todo el mundo turco hasta el día de hoy. (Nota del editor del blog: Jabotinsky nació en Odesa, Imperio ruso (actual Ucrania), fue un líder sionista fundador de la Legión Judía durante la Primera Guerra Mundial y del movimiento juvenil sionista Betar. Fue el principal ideólogo de la corriente sionista revisionista muy de moda en los grupos radicales del actual gobierno de Israel y admirado en Ucrania).
También es digno de mención que nada menos que el propio Otto von Habsburg había dirigido esta organización durante más de 30 años y también creó una organización hermana llamada Dignitae Humanae Institute para "unir el derecho del mundo" bajo un barniz católico gnóstico con un cambio de nombre de "Choque de Civilizaciones" para la derecha alternativa. A medida que la disolución ultraliberalizada de la sociedad avanza a buen ritmo bajo la papilla moral de la palabrería LBGT, el culto pagano a Gaia y la teoría crítica de la raza, es obvio que se acelerará un salto instintivo hacia el conservadurismo radical. Por lo tanto, se ha lanzado una red para capturar peces conservadores.
Ubicada en un monasterio de 800 años de antigüedad en Trisulti, la organización de Otto Habsburg ha encontrado un testaferro útil en la forma de un sacerdote jesuítico fascista de derecha, de la derecha alternativa estadounidense con el nombre de... Steve Bannon. (Este hecho da un nuevo significado a la autocaracterización de Bannon como leninista. En un artículo del Daily Beast del 22 de agosto de 2016, el periodista Ronald Radosh describió una conversación que tuvo con Bannon dos años antes, diciendo que "tuvimos una larga charla sobre su enfoque de la política. Nunca se llamó a sí mismo un "populista" o un "nacionalista estadounidense", como muchos piensan hoy de él. "Soy leninista", proclamó Bannon con orgullo. Sorprendido, le pregunté a qué se refería. "Lenin", respondió, "quería destruir el Estado, y ese es también mi objetivo. Quiero que todo se derrumbe y destruya todo el establishment actual").
Los trotskistas mutan en neoconservadores
Digo esto aquí y ahora sólo para trazar un paralelo en la mente del lector con la extraña transfiguración que los líderes trotskistas tomaron en los EE.UU. una vez que la vida de su líder se extinguió en 1940. El cuerpo de Trotsky ni siquiera estaba frío antes de que devotos como James Burnham, Sidney Hook, Max Schachtman, Albert Wohlsetter e Irving Kristol abandonaran el socialismo trotskista y adoptaran un nuevo paradigma rabiosamente derechista, que llegó a conocerse como "neoconservadurismo".
Este movimiento venenoso creció rápidamente a lo largo de la Guerra Fría y se apoderó de los EE.UU. sobre los cadáveres de JFK y su hermano, al tiempo que desató una nueva lógica de desorden global de "choque de civilizaciones" entre todos en el mundo bajo la vigilancia de la Comisión Trilateral de Kissinger, Brzezinski y David Rockefeller.
Creo que podemos insinuar lo que Trotsky vio en última instancia como el destino final de sus objetivos de una revolución global de las masas, y la voluntad de colaborar con los nazis para lograr sus fines, considerando los escritos del ex trotskista James Burnham.
Como señaló Cynthia Chung en su reciente artículo sobre el tema, Burnham, (el ex asistente personal de Trotsky y un hombre conocido por muchos como el padre de los neoconservadores), vio la resolución del problema maniqueo de la lucha de clases y la Guerra Fría en un gobierno fascista mundial. Justo antes de la muerte de Trotsky en 1940, Burnham escribió un ensayo renunciando al materialismo dialéctico en favor de la filosofía superior de Bertrand Russell como se describe en los Principia Scientifica de 1913, y por lo tanto su renacimiento como neoconservador estaba asegurado (En su "Ciencia y estilo" de febrero de 1940, Burnham escribió: "¿Desea usted que prepare una lista de lecturas, camarada Trotsky? Sería largo, desde el trabajo de los brillantes matemáticos y lógicos de mediados del siglo pasado hasta un clímax en los monumentales Principia Mathematica de Russell y Whitehead (el punto de inflexión histórico en la lógica moderna), y luego extenderse en muchas direcciones, una de las más fructíferas representadas por los científicos, matemáticos y lógicos que ahora cooperan en la nueva Enciclopedia de la Ciencia Unificada").
La pregunta ahora se encuentra ante nosotros: ¿Fue la conversión de Burnham a la visión del mundo de Russell inconsistente con los objetivos reales y la misión de León Trotsky?
Con demasiada frecuencia se olvida que León Trotsky, actuando como presidente del consejo técnico y científico de la industria, controló literalmente toda la política científica de Rusia desde 1924-25. Durante este tiempo, escribió un panfleto en 1924 en el que esbozaba su visión pro-eugenésica del futuro orden global que nacería a través de las fuerzas de la selección natural darwiniana, diciendo:
"La especie humana entrará una vez más en un estado de transformación radical y, en sus propias manos, se convertirá en objeto de los métodos más complicados de selección artificial y entrenamiento psicofísico de masas. Esto está totalmente de acuerdo con la evolución... El hombre se propondrá dominar sus propios sentimientos, elevar sus instintos a una conciencia superior... para crear un tipo biológico social superior, o si se quiere, un superhombre".
Ya sea que consideremos los incansables esfuerzos de Trotsky para integrar el darwinismo con el materialismo dialéctico marxista o el compromiso neoconservador con una ética darwiniana de supervivencia del más apto fusionada con una doctrina cristiana gnóstica del fin de los tiempos, los efectos son en gran medida idénticos: caos global con un supuesto punto de éxtasis/síntesis para resolver el caos del mundo material. Llegar a este destino, en el que iba a surgir un nuevo orden y un nuevo ser humano nietzscheano, requería simplemente una experiencia de limpieza.
En este sentido, Trotsky podría compararse con una versión rusa de su contemporáneo jesuita Pierre Teilhard de Chardin.
Mientras que a Chardin se le encomendó la tarea de fusionar la teoría de la selección natural de Darwin con el cristianismo, a Trotsky se le encomendó la tarea de fusionar la teoría de Darwin con la religión estatal del materialismo dialéctico marxista en Rusia. El resultado final en ambos casos fue idéntico.
Wohlstetter y RAND Corporation
Albert Wohlstetter es otro trotskista devoto que se convirtió en un líder neoconservador y controlador detrás de RAND Corporation. Fue bajo la influencia de Wohlstetter que RAND Corp se convirtió en el principal conducto para la toma intelectual de todas las ramas de la política estadounidense a nivel militar, económico y cultural.
¿Cómo ocurrió esto? A través de un proceso conocido como Cibernética.
Creada por Norbert Wiener como la "aplicación práctica" de los "teóricos" Principia Mathematica de Lord Bertrand Russell de 1910-1913, la cibernética fue esencialmente una "ciencia de control" que se convirtió en el conducto utilizado para cambiar la marca de la eugenesia en ropa nueva después de la segunda guerra mundial.
Como describí en mi reciente ensayo "La venganza de los maltusianos y la ciencia de los límites", el lenguaje de la cibernética se llamaba "análisis de sistemas" y suponía que todos los sistemas podían describirse como unidades cerradas susceptibles de descripción matemática pura y, lo que es más importante... manipulación de una élite científica.
El autor Alex Abella describió el análisis de sistemas de RAND del Materialismo Dialéctico en los siguientes términos en su "Soldados de la Razón":
"El análisis de sistemas de RAND... se negó a ser constreñido por la realidad existente... El análisis de sistemas era la libertad de soñar y soñar en grande, de alejarse de la idea de que la realidad es un conjunto limitado de opciones, de esforzarse por doblegar el mundo a la voluntad de uno... El quid del análisis de sistemas radica en un examen cuidadoso de los supuestos que ciñen la llamada pregunta correcta, ya que el momento de mayor peligro en un proyecto es cuando los criterios no examinados definen las respuestas que queremos extraer. Lamentablemente, la mayoría de los analistas de RAND no percibieron este defecto inherente en su maravillosa construcción. No solo eso, la metodología del análisis de sistemas requería que todos los aspectos de un problema en particular se descompusieran en cantidades. Esas cosas que no se podían convertir en una fórmula matemática... quedaron fuera del análisis... Por extensión, si un tema no podía ser medido y clasificado, era de poca importancia en el análisis de sistemas, ya que no era racional. Los números lo eran todo: el factor humano era un mero complemento de lo empírico".
La clave que le da al Materialismo Dialéctico el mismo poder del mal que la herramienta mejorada de los Principia Scientifica de Bertrand Russell ensalzada por Burnham o el análisis de sistemas cibernéticos de Norbert Wiener se encuentra en el siguiente axioma:
"La cantidad debe gobernar siempre a la calidad".
Bajo la influencia de la RAND Corporation de Wohlsetter, los EE.UU. fueron conducidos a la locura a gran escala con una perspectiva militar impulsada por modelos informáticos que suponían que la guerra nuclear era un esfuerzo ganable que acercaba al mundo a un holocausto nuclear a gran escala. La fusión del darwinismo con las ciencias sociales creó la "eugenesia" que suponía que las propiedades cuantitativas como los códigos genéticos y el ADN daban lugar a atributos cualitativos como la "moralidad", la "sabiduría" o la "aptitud para gobernar o vivir".
Para que la sociedad acepte este nuevo paradigma de existencia sin alma, con una clase dominante invisible que gobierna a los esclavos despoblados desde arriba, se necesitaría una vasta terapia de choque.
La revolución global de la Escuela de Frankfurt
Esa experiencia purificadora tomaría la forma de un clímax ritual de violencia purgativa que marcaría el comienzo de un estado de desesperación total y, por lo tanto, un nuevo sacerdocio científico que administraría a los esclavos del otro bajo una forma renovada de feudalismo tecnocrático. Pero, ¿cómo se llevaría a la sociedad a tal estado de desesperación que las masas clamarían para que se les impusiera una nueva era en la forma de un gobierno tecnocrático mundial?
Cuando el cristianismo, el nacionalismo y el respeto por los valores familiares todavía gobernaban la sociedad, tal estado de desesperación nihilista requerido para alcanzar este punto de ruptura era más que un poco difícil de lograr.
Aquí el papel de los socios de Trotsky, Georg Lukacs y Willi Munzenberg, juega un papel importante.
Ambos hombres no solo eran bolcheviques radicales, sino también fundadores de una nueva organización creada en 1923 conocida como el Instituto de Investigación Social fundado en Frankfurt, Alemania, también conocido como "La Escuela de Frankfurt".
La Escuela de Frankfurt establecería un marco intelectual integral para una nueva revolución estética y científica global basada en el culto a la decadencia, la fealdad y la muerte dentro de una síntesis weberiana-freudiana-marxista. El sistema desarrollado por estos misántropos sacerdotes líderes del nuevo culto a la muerte justificaría la financiación por parte de la CIA del arte abstracto, la literatura posmodernista, la música atonal y otras basuras modernistas a lo largo de la Guerra Fría. El lanzamiento de este proyecto con toda su fuerza tomó la forma de una operación financiada por la CIA-MI6 en 1949 denominada "El Congreso por la Libertad Cultural". Entre los principales organizadores de este congreso se encontraban Lord Bertrand Russell y dos ex trotskistas: Sidney Hook y James Burnham.
Este grupo y su papel en la dirección de la educación y la cultura de masas durante el siglo siguiente será tema de un futuro informe.
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Notas de referencia:
The Russian Revolution was not actually led by Lenin. But by whom then?