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22 noviembre 2023

JFK: Eterno debate sobre un asesinato. ¿Cortina de humo para ocultar la verdad?


John F. Kennedy, ilustración de Michael Hogue (Staff Photographer) de The Dallas Morning News.


por Tito Andino


 Rememorando los 60 años del asesinato del presidente John F. Kennedy


Existe una inmensa literatura sobre el asesinato del presidente John F. Kennedy el 22 de noviembre de 1963, si acabaron con Kennedy significa que cualquier otro presidente o persona puede ser destruida si se atreviese a desafiar ese poder, una lección que jamás será olvidada por los posteriores inquilinos de la Casa Blanca. Es presumible que la evidencia seguirá siendo desviada a través de la desinformación y propaganda que proviene de indistintas agencias del gobierno estadounidense e incluso del extranjero. 

Es probable que debido al transcurso inexorable del tiempo mucha gente joven desconoce la historia del crimen, la inmensa mayoría de personas ni siquiera habíamos nacido cuando ocurrió y, de saberla, creeremos a rajatabla en la versión oficial que nos imparten en las escuelas y que bombardean los medios comerciales con cierta periodicidad. El engaño persiste, a la vez que nuevas generaciones tienen la oportunidad de encontrar vasta evidencia documental para aseverar que fue el estado de seguridad nacional de los Estados Unidos (incluye varias agencias), probablemente bajo complicidad foránea, quien perpetró el asesinato de JFK.

No tenemos intención de entrar aquí en ningún otro análisis o debate sobre el caso. Seleccionamos tres artículos publicados previamente en los que se habla de una trama secreta que implica a Israel, casi todos los datos concuerdan, hasta diría que encajan en el puzle, y existen más (publicamos dos artículos de Laurent Guyénot, quien también escribiera en 2013 un ensayo titulado "Who killed Kennedy: CIA, LBJ, or the Truly "Unspeakable"?" (¿Quién mató a Kennedy: la CIA, LBJ o lo verdaderamente "indecible"?). 

La "mala" noticia es que todo seguirá siendo una hipótesis, ¿quién conoce cien por cien la verdad absoluta?... los verdaderos responsables seguramente habrán ya fallecido y lo más previsible es que esas evidencias documentales -que nunca llegaron a ser desclasificadas- hayan desaparecido para siempre. 



SE BUSCA POR TRAICIÓN. Panfleto anónimo que circulaba el 21 de noviembre de 1963 en Dallas, un día antes del asesinato de Kennedy, ahí podemos apreciar otros "cargos" como traición contra los EEUU y la Constitución; por "comunista" y "anticristiano", etc. 

¿Qué enemistó al verdadero poder con JFK para que lo asesinaran? Resulta difícil encontrar una causa fundamental para el crimen. En sus discursos JFK brindaba esperanza a las masas, es digno de mención el recordado discurso en la Universidad Americana (junio de 1963) en que expuso una nueva y pacífica política exterior estadounidense, de hecho, esa es una buena hipótesis para derrocarlo. Se debe prestar atención a la política estadounidense de esos días, se percibía una creciente hostilidad de gente cercana al poder; según los rivales políticos de JFK éste era un presidente débil y "permisivo" con el comunismo, lo acusaron de promover el anticolonialismo, de intentar normalizar las relaciones con Cuba, la distensión con los soviéticos mediante la carrera espacial en armonía. Esos son algunos eventos significativos que enfurecieron a los halcones dentro y fuera de casa. Otros son más graves, como proponer frenar la carrera armamentística, firmar el Tratado de Prohibición de Pruebas Nucleares, negociar para poner fin a la Guerra Fría, fiscalizar el proyecto nuclear israelí, Kennedy estaba decidido a evitar que Israel adquiera armas nucleares... En casa los Kennedy preparaban el relevo del vicepresidente Lyndon Johnson por deslealtad política e investigaciones por corrupción...


John Fitzgerald Kennedy pronuncia el Discurso por la Paz en la Universidad Americana de Washington, el 10 de junio de 1963. El discurso fue tan sorpresivo que no lo conocían en el Departamento de Estado ni en la CIA. Anunció una reunión con Nikita Kruschev para dialogar como poner fin a la carrera armamentista. Meses después fue ultimado en Dallas (Foto: Arnie Sachs/CNP/Getty Images). Un extracto del discurso: "... ¿Qué tipo de paz quiero evocar? ¿Qué tipo de paz buscamos? No una Pax Americana impuesta al mundo por las armas de guerra estadounidenses; no la paz de la tumba o la seguridad del esclavo. Estoy hablando de una paz genuina, el tipo de paz que hace que valga la pena vivir la vida en la tierra; el tipo de paz que permite a los hombres y las naciones crecer, tener esperanza y construir una vida mejor para sus hijos; no solo paz para los estadounidenses, sino paz para todos los hombres, no solo paz en nuestro tiempo, sino paz en todas las épocas...". (El discurso completo puede ser consultado en internet).


Tampoco debemos santificar a JFK, fue él quien autorizó la invasión de Bahía de Cochinos, su gobierno se implicó en la crisis de los misiles y, aunque suele decirse lo contrario, Kennedy aceptó la retirada de tropas estadounidenses de Vietnam solo en el caso de una rápida y contundente victoria militar (que no sucedería).

Razones para una conspiración que culminó con el magnicidio del presidente Kennedy hubo y sobradas. Imposible será determinar nombres, no sabremos nunca cuántas personas se hallaban involucradas o cuántas agencias conocían, participaron o encubrieron los hechos

Citemos de memoria algunas distintivas teorías (hay tantas hasta el punto que suele volverse difícil recopilarlas)La insatisfacción del "Estado Profundo"; los servicios secretos; la Reserva Federal (teoría de la impresión de billetes "legales" aparte de los emitidos por la Reserva Federal); la conexión nazi con el asesinato; Richard Nixon; el Pentágono; la conexión texana (Lyndon B. Johnson-Billie Sol Estes); Lyndon B. Johnson y ex convictos francotiradores; Lyndon B. Johnson e Israel; Lyndon B. Johnson y su abogado Edward Clark, a quien Reader's Digest lo calificaba como el "jefe político secreto de Texas". Clark se habría jactado en privado de su participación en el asesinato de JFK; los grupos de la derecha cristiana; la CIA; la CIA junto a exiliados cubanos; la CIA y el crimen organizado; la CIA y agentes israelíes; la KGB; la Mafia y el FBI (J. Edgar Hoover); las aparentes alianzas o hasta rivalidades entre la mafia y anticastristas; Jacob Rubenstein y los judíos; Fidel Castro; una conspiración mafiosa por sí sola; la conspiración israelí; organizaciones soviéticas; etc., etc. Y, olvídese, no vamos a pasar a la conspiranoia pura de los reptilianos y otros extraterrestres o de los muy "populares" Illuminatis, o hasta el espíritu de Marilyn... 

Ahhh! me olvidaba de otras dos teorías; una dice que "la propia Jackie Kennedy disparó el tiro letal con una pequeña pistola debajo de la barbilla" porque "sus movimientos fueron definitivamente ANORMALES justo antes y después del disparo. Ella extrañamente agarra su cabeza y debajo de su barbilla justo antes del disparo ... (el film de Zapruder muestra una bocanada de humo blanco alrededor de su cabeza justo después del disparo, y luego ella está ARRASTRÁNDOSE en la parte trasera de la limusina mientras el tipo del servicio secreto señala puntos en el maletero trasero y ella los está limpiando, o agarrando casquillos de bala..."; al parecer Jackie ya "pensaba" irse con el magnate Aristóteles Onassis. La otra "teoría" nos da la opción de recurrir a los psíquicos, basta con decir que el caso puede ser resuelto de esa manera... si así requiriere la justicia.


Volviendo a lo serio, la muerte de JFK seguirá manteniendo el estatus moral de crimen sin resolver, lo que comúnmente suele denominarse "teoría de la conspiración". No debemos ridiculizar ciertas hipótesis planteadas en experticias investigaciones. Las denominadas "teorías de la conspiración" (fundadas o infundadas) no pueden confundirse con la difusión conocida popularmente como "conspiranoia", estimulada incluso por el Poder, cuyo obscuro propósito es evidente, causar revuelo y desinformar.

Es normal que quienes disfrutan de la comodidad de ser "informados" por las grandes corporaciones de noticias y gustan "salvar" sus pensamientos, alejándose del razonamiento crítico, por sí mismos o influenciados por las comerciales news, vociferarán "¡ OTRA TEORÍA DE LA CONSPIRACIÓN!". Alguien sabiamente escribió que la frase "teoría de la conspiración" es una iniciativa (creación) de los estamentos de poder a través de lo que denominamos "estado de seguridad". Por lógica el término consigue su propósito, que no es otra cosa que menoscabar la evidente realidad, lo incuestionable, incontrovertible. En el caso JFK, es palmario de que más de un tirador estuvo implicado. Hay otro aspecto a destacar, la teoría de la conspiración podría -aún- ser comprobada, las investigaciones legítimas realizadas por autoridades competentes fueron menospreciadas y descartadas por la Comisión Warren; y, tanto la CIA, el FBI y otros aparatos del estado de seguridad nacional se han encargado de ir desapareciéndolas.

Una destacable figura jurídica en el derecho anglosajón (Common Law) es "Conspiracy" (conspiración). La explicación es simple, las leyes federales de los Estados Unidos establecen que dos o más personas involucradas en la planificación, ejecución, encubrimiento de un crimen lo convierte en una conspiración. En el caso de JFK, ¿por qué prevaleció la teoría de un solo asesino? Ahora entiende usted el por qué los medios de desinformación intensiva recalcan siempre, como una cuestión de fe, la versión oficial o historia del tirador solitario (Comisión Warren), muy a pesar de la falta de indicios probados. Y, si usted no está de acuerdo con la ortodoxia estatal, de malas... es un conspiranoico. En la Facultad de Jurisprudencia donde estudie solía un maestro de Derecho Penal "recordarnos" que, si no quieren que la verdad reluzca, forme una "Comisión de Investigación".


La Comisión Warren, su nombre oficial es "Comisión Presidencial sobre el Asesinato del Presidente Kennedy". La comisión fue establecida por el presidente Lyndon B. Johnson el 29 de noviembre de 1963 y estuvo dirigida por el Presidente de la Corte Suprema de los Estados Unidos, Earl Warren. El comité se conformó con siete miembros, contaba con el asesoramiento del Consejo del Comité compuesto por 15 abogados, el Consejero general era J. Lee Rankin. En la foto están los miembros, Gerald Ford, Hale Boggs, Richard Russell Jr., Earl Warren, John Sherman Cooper, John J. McCloy, Allen Welsh Dulles, y el consejero general J. Lee Rankin.

El "Tribunal Ad-hoc" -Comisión Warren- fue constituido por rivales y enemigos de JFK, su decisión final ordena conformarnos con su fallo. Establecieron que Lee Harvey Oswald actuó solo (el asesino solitario), no existió conspiración alguna sea nacional o extranjera. La Comisión afirmó que Oswald disparó la llamada "bala mágica" (Prueba 399 de la Comisión)  que entró en la espalda de JFK y salió de su cuello y luego entró en la parte trasera del gobernador John Connally, que estaba sentado en el asiento delantero, zigzagueando en múltiples direcciones, causándole cinco heridas y luego emergiendo en perfectas condiciones. 

Muchas hipótesis surgieron durante la investigación e Informe final de la Comisión Warren de 1964, ahora en los archivos del Gobierno Federal, algunas han sido señaladas como teorías de la conspiración junto con las contradictorias historias sobre Oswald. 


Los miembros de la Comisión Warren presentan oficialmente su informe sobre el asesinato del presidente John F. Kennedy al presidente Lyndon B. Johnson, 24 de septiembre de 1964. De izquierda a derecha: John McCloy (sin cargo público), J. Lee Rankin (consejero jurídico), el senador Richard Russell, el congresista Gerald Ford, el presidente del Tribunal Supremo Earl Warren, el presidente Lyndon B. Johnson, Allen Dulles (ex director de la CIA), el senador John Sherman Cooper y el congresista Hale Boggs. (Sala del Gabinete, Casa Blanca, Washington DC. Foto de la Casa Blanca de Cecil Stoughton, vía Biblioteca LBJ). El Informe Final consta de 888 páginas, pero toda la investigación consta de 26 volúmenes de testimonios y anexos (26.000 páginas): Informe general, lista de conclusiones; audiencias y pruebas de la Comisión; sesiones ejecutivas de la Comisión; reuniones del personal de la Comisión; documentos de la Comisión. Se recibieron un total de 50.000 documentos de la CIA, FBI, Servicio Secreto, Departamento de Asuntos Internos, Departamento de Policía de Dallas, hallazgos de balística de la Comisión, etc. La conclusión de la Comisión Warren es: se dispararon tres balas durante el asesinato y Lee Harvey Oswald había disparado las tres desde el Depósito de Libros Escolares de Texas. (Como curiosidad, si alguien está interesado tenemos un artículo en este blog sobre John McCoy el libertador de los asesinos de despacho nazis)


Insistiremos que existe suficiente evidencia para determinar que hubo una conspiración, más allá de toda duda razonableSin caer victimas de una elaborada desinformación, como simples mortales, luego de engullir "toneladas" de material, los indicios y presunciones son inequívocos, se trató de un GOLPE de ESTADO a secas. El presidente Kennedy fue asesinado en un complot o conspiración del más alto nivel en que pudieron implicarse tanto miembros de la máquina imperial del complejo militar como una o diversas agencias representativas del estado de seguridad nacional, sin descartar una confabulación, o influencia directa, o complicidad de entidades extranjeras (como se expone en las tres ponencias anteriores). Muchos querían a Kennedy fuera de acción, probablemente el método sería lo discordante

Vincent Salandria (fallecido en 2020), brillante abogado de Filadelfia, le denominó "un falso misterio", como autor del libro "False Mystery: Essays on the Assassination of JFK" (2004):


"Después de más de medio siglo, la verdad histórica del asesinato del presidente John F. Kennedy finalmente se ha establecido más allá de la disputa racional. El asesinato de Kennedy es un falso misterio. Fue concebido por los conspiradores como un falso misterio que fue diseñado para causar un debate interminable. El propósito del prolongado debate era oscurecer lo que era clara y llanamente un golpe de Estado. En pocas palabras, el presidente Kennedy fue asesinado por nuestro estado de seguridad nacional de los Estados Unidos para abortar sus esfuerzos por llevar la Guerra Fría a una conclusión pacífica".


Esto es lo único que debería ser debatido, lo único que debería preocuparnos. JFK no murió por los presuntos tres disparos realizados por Lee Harvey Oswald desde el depósito de libros. Las evidencias están allí, menos para el gobierno. Por sentado, esto será una hipótesis porque un tribunal ad-hoc (Comisión Warren) determinó que hubo solo un asesino solitario (convenientemente silenciado) y el caso cerrado. No obstante, nada sobre la "versión oficial" tiene sentido ni con sesenta años de narrativas cuidadosamente elaboradas que han sido rebatidas en este largo trayecto

Se vuelve innecesario repasar tantas historias sobre lo mismo (salvo que sea trascendental, anotamos dos en los siguientes párrafos). En diferentes estilos y formatos se ha escrito y publicado interminables análisis. Lo común de casi toda esa narrativa propagandística es la repetición de "la gran mentira" una y otra y otra vez: La culpa es exclusividad de Lee Harvey Oswald, él le disparó al presidente en la espalda y en la cabeza desde el Depósito de Libros Escolares de Texas. 


John F. Kennedy, Discurso por la Paz en la Universidad Americana de Washington, 10 de junio de 1963. (Arnie Sachs/CNP/Getty Images)


Es preciso señalar que nadie tiene el "monopolio" de la verdad, ni siquiera los aparatos de seguridad estadounidenses (peor quien escribe estas líneas. Quién sabe, algún día recibimos una buena reprimenda y jalón de orejas por "conspiranoicos" y nos sorprendan iluminándonos con la verdad absoluta...) Solo intuimos que parte de esa verdad, con fuentes reales, creíbles y demostrables, puede encontrarse, por ejemplo en:

La versión larga del documental JFK Revisited: Through the Looking Glass (2021), (JFK revisitado: a través del espejo) de Oliver Stone (cuatro horas de película), es solo la parte visible de la investigación, para conseguirlo se evaluaron y reevaluaron documentos, transcripciones y entrevistas de respaldo. El documental que se presentó al público dura dos horas, algunos de sus exponentes son John M. Newman (de JFK y Vietnam y Oswald y la CIA), David Talbot (autor de El tablero de ajedrez del diablo), Robert F. Kennedy Jr., James K. Galbraith, el Dr. Cyril Wecht y el Dr. Henry Lee. Una conclusión del documental es que el Pentágono y la comunidad de Inteligencia tenían en acción agendas diferentes al presidente, la CIA se adelantó a Kennedy y lo eliminó. 

Es necesario hacer una objetiva aclaración, la primera película de Oliver Stone, "JFK" de 1991 fue producido por Arnon Milchan que resultó ser "un importante agente encubierto de la inteligencia israelí", conforme demuestra Laurent Guyénot en anteriores ensayos, lo que pone en cuarentena al film, agentes israelíes y de la CIA metieron mano en el guión. Lo valioso de JFK de Stone (1991) es que, de todas formas, el establishment se alarmó e intentó desacreditarlo y como un bumerán ante la obstrucción a la transparencia tuvieron que aprobar la Ley de Recopilación de Registros del Asesinato del Presidente John F. Kennedy en 1992.

El documental JFK Revisited (2021) complementa otras valiosas investigaciones, como "JFK and the Unspeakable" (JFK y lo indecible) de James W. Douglass; "Case Closed" (Caso Cerrado) de Gerald Posner; "Crossfire" (Fuego Cruzado) de Jim Marrs; "Brothers: The Hidden History of the Kennedy Years" (Hermanos: la historia oculta de los años Kennedy) de David Talbot; "Last Word: My Indictment of the CIA in the Murder of JFK" (Última palabra: Mi acusación a la CIA por el asesinato de JFK) de Mark Lane.

Otro excepcional documento es el ya nombrado libro de James Douglass, "JFK and the Unspeakable: Why He Died and Why It Matters" (Orbis Books, 2008) (JFK y lo indecible: por qué murió y por qué es importante). Es una convincente investigación que concluye que Kennedy fue asesinado por fuerzas "indescriptibles o indecibles" dentro del estado de seguridad nacional de Estados Unidos por su "conversión" a un hombre de paz. Señala el autor que JFK era una gran amenaza para el complejo militar-industrial, afirmando que la conspiración fue dirigida por la CIA (Laurent Guyénot critica el libro de Douglass -ver anteriores artículos- en el sentido que, pese a las evidencias, no menciona para nada a Israel).

Por si solo, un análisis profundo del libro de Douglass, amerita una nueva entrada, pero no queremos abrumar al lector con tanta información, la mejor opción es recomendar una de las mejores reseñas del libro de James Douglass, escrita por Edward Curtin, con el mismo título (Ver notas de referencia, más abajo citaremos a Curtin en otra de sus publicaciones).

 

Nuevas "evidencias" y pseudo debates

Existió, existe y continuará por siempre el encubrimiento oficial. La desinformación y pseudo debates que aparecen últimamente demuestran cierta desesperación por enredarnos cada vez más con nuevas historias, versiones y declaraciones de gente senil, en pleno ocaso de sus vidas. ¿Más pistas falsas?, sin duda. Así es como se revive periódicamente la polémica, pero cuya esencia trascendental es ocultar furtivamente lo importante: ¿Quién mismo asesinó a JFK?.

Desde hace unos meses estamos aturdidos y abrumados ante esas nuevas "evidencias" y pseudo "debates" televisivos y otros formatos que los medios alineados con el estado profundo y el estado de seguridad nacional estadounidense nos obligan a consumir. Aparecieron recientemente otros reportes, "evidencias" que surgen tras las declaraciones de ex agentes del servicio secreto que formaron parte del equipo de seguridad de JFK en Dallas - Texas, el día del crimen (22 de noviembre de 1963), esto es aprovechado por las grandes corporaciones de noticias, son esos medios quienes se prestan a brindar shows televisivos y "debates" entre hombres "sabios". Este tipo de tertulias tiene el morbo de romper la cabeza al interesado por la historia del magnicidio, mientras hacen eso se aseguran de infiltrar una serie de falsedades que refuerzan la tesis del gobierno.




¿Han prestado atención al incesante río de publicaciones previo al sexagésimo aniversario del asesinato de JFK?, (la crisis Israel-Palestina amainó mucho su difusión). Son pistas falsas. Insistamos, estamos frente a una programada desinformación a través de pseudo debates. De lo último en aparecer (que merecen ser citados) están las publicaciones de The New York Times y Vanity Fair que recogen las palabras de otro ex agente del Servicio Secreto y miembro de la seguridad del presidente Kennedy en Dallas, Paul Landis (hoy un anciano) quien se describe como la persona que encontró la famosa "bala mágica", ahora dice que él la colocó en la camilla de Kennedy en el Hospital Parkland, no lo dijo a nadie durante todas estas décadas. Con este acto Landis pone en duda la afirmación de la "bala mágica" de la Comisión Warren. 

New York Times y Washington Post durante mucho tiempo vienen siendo los portavoces de la CIA. Un artículo del New York Times, de Peter Baker (corresponsal jefe de la Casa Blanca y ex miembro del Washington Post) titula "JFK Murder Witness Breaks His Silence and Raise New Questions" (Testigo del asesinato de JFK rompe su silencio y plantea nuevas preguntas). El artículo de Vanity Fair está escrito por James Robenalt, colega de John Dean (caso Watergate) se titula "A New JFK Assassination Revelation Could Upend the Long-Held ´Lone Gunman´ Theory" (Nueva revelación del asesinato de JFK podría poner patas arriba la teoría del ´pistolero solitario´ de larga data).

Esos títulos inducen al escepticismo, señala Edward Curtin, autor del artículo "Another Magical JFK Assassination Pseudo-Debate and Limited Hangout" (Otro pseudo-debate mágico sobre el asesinato de JFK y un lugar de reunión limitado), septiembre 2023 para Off-Guardian.Org. "¿`Nuevas preguntas´? ¿No tenemos ya las respuestas que necesitamos? ¿Podría poner patas arriba la teoría del 'pistolero solitario' de larga data? Así que debemos seguir debatiendo e investigando lo obvio. ¿Por qué? Para proteger a la CIA". "Balas fantasmas y mucha magia entran en la creación y destrucción de este cuento contado para camuflar la culpa de la CIA en el asesinato del presidente Kennedy. Si crees en la magia y el misterio, Peter Baker de The New York Times tiene estas palabras para ti, si puedes entenderlas".

Fomentar los pseudo-debates y la confusión es una estrategia utilizada por las agencias de inteligencia con el fin de desviar la atención de los hechos centrales de un caso que están desesperados por ocultar. El ejemplo práctico es la "bala mágica" de la Comisión Warren, a la que el morbo actual le pone una pisca de duda. ¿Por qué? simplemente porque es absurda, "posiblemente incorrecta", la gente hace valer sus funciones cerebrales y se da cuenta que esa parte de la historia es propaganda. Pero, ¿cuál es el juego? "Los artistas del encubrimiento están dispuestos a sugerir que podría estar mal para continuar debatiendo asuntos sin sentido basados en premisas falsas para solidificar sus mentiras centrales" (Curtin)

Sin contradecirnos, repasemos brevemente otras versiones de la CIA (más arriba hablamos de Paul Landis). Richard Helms de la CIA mintió a la Comisión Warren en marzo de 1964 con un memorándum conocido como el Documento 692 (Comisión Warren), el llamado "Dossier Oficial Oswald de la CIA", desclasificado en 1973. Helms escribió: "Se adjunta una reproducción exacta del expediente oficial de la Agencia sobre Lee Harvey OSWALD que comienza con la hoja de apertura fechada el 9 de diciembre de 1960". Peter Dale Scott deduce que la redacción cuidadosamente ideada de las mentiras de Helms sirvió para ocultar lo que la CIA necesitaba encubrir: "Que la CIA había lanzado recientemente una operación encubierta con el nombre de Lee Harvey Oswald (y quizás el propio Oswald), solo cinco semanas antes de que el presidente Kennedy fuera asesinado". 




"Otra evidencia del complot para el asesinato son las copias falsificadas de documentos sobre Oswald, especialmente del Departamento de Estado, habían sido utilizadas como parte de una caza de topos por el jefe de CIA James Angleton desde el momento de la "deserción" de Oswald en 1959 a Rusia. Sin embargo, los cables de la CIA sobre Oswald en octubre de 1963 no tenían precedentes: la primera vez que la CIA inició información falsa sobre Oswald y la compartió con otras agencias.

Todo esto puede haber sido autorizado como parte de una operación de contrainteligencia. Pero después del asesinato, el ocultamiento de Helms de la existencia de esta operación a la Comisión Warren fue un asunto diferente".

En otras palabras, la "operación Oswald" se convirtió en el punto focal del consiguiente encubrimiento de la CIA y del perjurio de Helms", detalla Peter Dale Scott. Dice el referido investigador en su libro "Dallas '63: The First Revolt of the Deep State Against the White House", que hubo mentiras culpables y encubrimiento de muchos otros en altos cargos, incluidos individuos en el FBI, el Servicio Secreto, ONI y probablemente aún más agencias de inteligencia militar. Es decir, la CIA y el FBI no estaban solos en las falsificaciones sobre Oswald, posteriores al asesinato.

No cabe duda, el encubrimiento posterior al magnicidio fue generalizado al más alto nivel. "Las mentiras de la CIA difieren de las de otras agencias en dos aspectos importantes. Primero, la CIA estaba mintiendo sobre Oswald antes del asesinato, así como después. Específicamente, la CIA mintió sobre Oswald el 10 de octubre de 1963, en dos importantes y largos cables salientes... En segundo lugar, las mentiras de la CIA también han continuado con el tiempo, y pueden interpretarse como una obstrucción continua de la justicia". 

También es interesante recordar las "aventuras" del agente del Servicio Secreto, Clint Hill, que viajaba en la parte trasera de la limusina presidencial, que bajaba y subía del vehículo presidencial para ir al vehículo de seguridad del servicio secreto. En el testimonio ante la Comisión Warren, Clint Hill dijo que lo hizo cuatro veces preocupado por la seguridad de Jackie Kennedy. 

Eso deja la pregunta: ¿cuándo volvió a montar por cuarta vez? ¿cuándo volvió a desmontar?, ¿en dónde? Las películas caseras de Jeffries y de Amipa muestran detalles importantes. 


¿Qué nos tiene que contar la medicina forense?

Repasemos algo de medicina legal o práctica forense en el mundo jurídico. El veterano patólogo forense y profesor de la Universidad Duquesne en Pittsburgh, Dr. Cyril Wecht (con experiencia en más de 21.000 autopsias y autoridad consultada sobre miles de otras muertes), es profundo conocedor del tema y autor del libro, "The JFK Assassination Dissected". Su hipótesis: un grupo reducido de agentes militares y de poder de la CIA, estuvieron detrás del asesinato. "Son personas que vieron a Estados Unidos ir al infierno en una canasta y estaban viendo cinco años más de John Kennedy, probablemente seguidos de ocho años de Robert Kennedy. Trece años es toda una vida en el desarrollo sociopolítico de un país. No había manera de que pudieran derrotar a los Kennedy en las urnas, de ninguna manera podrían haber tratado con él, solo había una manera de lidiar con eso y salvar a Estados Unidos como lo veían, en su celo super patriótico, y eso era eliminarlo".

Wecht no tiene pelos en la lengua: "El informe de la Comisión Warren es pura mierda", cree poder probar exhaustivamente que hubo un segundo tirador basado en pruebas técnicas específicas, "uno desde la parte trasera y otro desde el frente, disparos simultáneos y no solo uno desde atrás".

Parte de su prueba es proporcionada por un estudio acústico, gracias a un oficial de motocicleta de la policía que cometió un error involuntario: "Estaba saliendo del neumático trasero izquierdo de la limusina presidencial y estaba salpicado de sangre, cerebro y tejido, tanto que pensó que le habían disparado. Tenía su radio de motocicleta en la transmisión en lugar del modo de recepción que debería haber tenido, y fue una suerte ya que los sonidos en Dealey Plaza ese día fueron grabados ya que fueron transmitidos desde su radio. Ese estudio acústico fue realizado por los expertos acústicos de primer nivel aquí en los Estados Unidos y muestran de manera concluyente que hubo tomas desde la parte trasera y delantera, hubo cuatro tomas, si no cinco, bastante diferentes de lo que la Comisión Warren ha retratado".




La geometría de la "bala mágica" molesta a Wecht (prueba 399), explica cómo tuvo que cambiar de ángulo y dirección en varias ocasiones mientras atravesaba a dos personas (Kennedy y el Gobernador de Texas, John Connally).

Wecht sostiene que los hilos fueron movidos desde arriba, se forjaron las condiciones para el encubrimiento ya que el cuerpo de Kennedy fue llevado rápidamente a Washington para una autopsia. "Para empezar, tienes el cuerpo del presidente sacado del Hospital Parkland en Dallas en violación de las leyes de ese condado y del estado de Texas. La autopsia debería haber sido realizada por el médico forense local, que era un patólogo forense certificado, experimentado y calificado. Resulta que lo conozco, nos conocimos cuando ambos estábamos en la Fuerza Aérea hace muchos años en diferentes bases y en conferencias nacionales".

Un par de médicos navales, J. Thornton Boswell y James Humes, en el Hospital Naval de Bethesda - Maryland, realizaron la autopsia. Wecht señala: "Eran personas navales de carrera que nunca habían hecho una sola autopsia de herida de bala en toda su carrera. ¿Te das cuenta de lo difícil que es tratar con alguien que tiene múltiples heridas de bala para diferenciar entre entrada y salida, ángulo, trayectoria, secuencia y en el caso de JFK tienes que correlacionar todas sus heridas, con las varias heridas en John Connally? Es una tarea formidable. La idea de tener dos patólogos que nunca habían hecho una autopsia de herida de bala en toda su carrera, que no tenían entrenamiento en patología forense, es deplorable y despreciable".

¿Qué le sucedió al cerebro de JFK?. No pudo examinarse de inmediato. Wecht explica cómo un cerebro no se puede diseccionar inmediatamente ya que es demasiado frágil, por lo que se utiliza un producto químico para endurecerlo: "Retrocedes en dos semanas y puedes cortarlo como un huevo duro, no quiero ser crudo, pero solo piensa en eso, cortando un huevo duro en parallel fashion, rebanada por rebanada. Lo haces con un cerebro".

El problema es que dos semanas después, todo el cerebro de JFK no estaba allí. "Está en el informe de la autopsia, las secciones del cerebro no se hacen para 'preservar la muestra'. ¿Preservar el espécimen? ¿Para quién? ¿Para la repisa de la chimenea de Jackie Kennedy?" (Estas citas del Dr. Wecht son parte de un artículo de Chris Sweeney, autor y columnista de The Times, Daily Express, The Sun y Daily Record y varias revistas internacionales: "America's most controversial pathologist dissects JFK's assassination in explosive new book". (El patólogo más controvertido de Estados Unidos disecciona el asesinato de JFK en un nuevo libro explosivo)


Fotografía de la cabeza de JFK después de la autopsia.


Volvamos con los pseudo debates

En resumen, el artículo de Edward Curtin (Another Magical JFK Assassination Pseudo-Debate and Limited Hangout) argumenta que en el caso del asesinato de JFK, al público se le permite pensar lo que quiera, pero no se le permite saber la verdad. Desde la conclusión de la Comisión Warren es evidente que "ninguna persona honesta podría aceptar la teoría de la bala única". Y ese es el objetivo de este tipo de pseudo-debates. "La mentira que estaba destinada a cubrir la verdad del asesinato fue la mentira de que el asesinato es un misterio, que no estamos seguros de lo que sucedió, pero siendo ciudadanos libres de una gran democracia podemos discutir y debatir lo que ha ocurrido. Podemos peticionar a nuestro gobierno y unirnos a él en la búsqueda de la solución a este misterio. Esta es la esencia del encubrimiento".

"La mentira es que hay un misterio que debatir. Y así tenemos pseudo-debates. Debates sobre disputas sin sentido, basadas en suposiciones que son obviamente falsas. Esta es la forma que ha tomado la detención del crimen de Orwell en el asunto del asesinato del presidente. Estoy hablando del pseudo-debate sobre si el Informe Warren es verdadero cuando es obvia e indiscutiblemente falso. Tal vez muchas personas piensan que participar en pseudo-debates es una actividad benigna. Simplemente significa que la gente está debatiendo algo que es irrelevante".

Un debate se basa en una premisa con la que los debatientes deben estar de acuerdo, o no hay debate. En este caso del pseudo-debate la premisa es una mentira, las partes acuerdan mentir al público, sutil y malignamente. Las personas desprevenidas testigos del pseudo-debate no entienden que se les trasmite mentiras, no somos conscientes que se está pasando una premisa como si fuera la realidad. Curtin es muy claro al afirmar: "Ahora no sólo están protegiendo al Estado, ahora se están protegiendo a sí mismos, porque exponer la obviedad del asesinato y el falso debate sería revelar el papel corrupto de todas estas instituciones. Y no hay duda de que estas instituciones son maestras en la autoprotección. Por lo tanto, cualquiera que intente confrontar el verdadero encubrimiento debe estar preparado para enfrentar virtualmente a toda la sociedad. Y al hacer esto, uno inevitablemente va a ser marginado".


El presidente John F. Kennedy y su esposa, Jacqueline, en la parte trasera de la limusina antes de llegar a Dealey Plaza en Dallas el día de su asesinato. Pueden percatarse como Kennedy está expuesto a cualquier evento, lo fácil que podía ser atentar contra él, la "seguridad" es una pantomima, por lo que hubo necesidad de montar un espectáculo de engaños durante seis décadas. (foto: Associated Press)


Algunas consideraciones legales 

En 1992, el Senado de los Estados Unidos aprobó "The President John F. Kennedy Assassination Records Collection Act" (Ley de Recopilación de Registros del Asesinato del Presidente John F. Kennedy) y la creación y financiamiento de la "The Assassination Records Review Board" (Junta de Revisión de Registros de Asesinatos), que son de libre acceso para el público en los Archivos Nacionales

La Ley JFK-1992 requiere que cada registro se divulgue públicamente en su totalidad y debe estar disponible en la colección a más tardar 25 años después de aprobada la ley. De acuerdo con las directrices del presidente Trump (26 octubre 2017), para el 26 de abril de 2018 los Archivos Nacionales publicaron 19.045 documentos clasificados sujetos a la mencionada ley. Los documentos publicados "fueron procesados por agencias de acuerdo con la instrucción del Presidente de que los jefes de las agencias sean extremadamente cautelosos al recomendar cualquier aplazamiento adicional". En la administración Biden (diciembre 2021, diciembre 2022 y entre abril y junio de 2023) se publicaron más de 2.600 documentos "clasificados", que han sido descartados por no contener ninguna información nueva. 

No todos los documentos relacionados con la muerte de Kennedy han sido publicados. Sin embargo, desde octubre de 2017, la CIA y el FBI están violando esta ley. "Agencias como esas nunca divulgarán evidencia real de su propia culpabilidad, incluso suponiendo que no haya sido triturada, quemada y enterrada junto a Jimmy Hoffa hace décadas". Se afirma que aún están pendientes de ser revisados y publicados más de 10.000 documentos, nadie los ha visto, excepto en la Casa Blanca por quienes tuvieron acceso al más alto nivel. 


Liberar esos documentos comprometería la seguridad nacional de los EEUU, es la única justificación (que tampoco la han dado). Entonces, ¿un caso judicial de 1963, cometido por una sola persona -según ellos- va a comprometer hoy la seguridad nacional?


En "JFK Assassination: 59 years of lies still haven’t buried the TRUTH" (Asesinato de JFK: 59 años de mentiras aún no han enterrado la VERDAD) Kit Knightly, concluye:


"¿Pero sabes qué? No importa. No necesitamos documentos oficiales para corroborar la evidencia de nuestros propios ojos, y no necesitamos permiso oficial antes de que podamos reconocer la verdad. Dejemos que los medios cuenten sus historias vacías a sus lectores menguantes, que sus mentiras envejecidas resuenen para siempre en titulares vacíos. Ninguno de nosotros les cree. Todos sabemos lo que realmente sucedió, y siempre lo hemos hecho".

 

En fin. Peter Dale Scott señala: uno no necesita ser un teórico de la conspiración para reconocer esto.


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Fuentes de consulta:

Del editor de este blog:

Meditaciones sobre la "verdad" del magnicidio de JFK

Archivos JFK: El encubrimiento del asesinato del presidente

Otras fuentes:

Another Magical JFK Assassination Pseudo-Debate and Limited Hangout

The JFK Assassination: Why CIA’s Richard Helms Lied About Oswald

JFK Assassination: 59 years of lies still haven’t buried the TRUTH

America's most controversial pathologist dissects JFK's assassination in explosive new book

US government boldly scrutinized: Oliver Stone's new JFK documentary is a must-watch

Who killed Kennedy: CIA, LBJ, or the Truly "Unspeakable"?

JFK and the Unspeakable: Why He Died and Why It Matters

Clint Hill riding at the back of the presidential limo

Secret Service agent who was with JFK on day of his assassination breaks silence - suggests there WAS more than one shooter

J.F.K. Assassination Witness Breaks His Silence and Raises New Questions

... Más otras notas de prensa internacional.

18 noviembre 2023

El enfrentamiento con John F. Kennedy casi hizo estallar el programa nuclear de Israel



 

Avner Cohen / William Burr

Haaretz (3 mayo de 2019)

Título original en inglés: "How a Standoff With the U.S. Almost Blew Up Israel's Nuclear Program"


 Rememorando los 60 años del asesinato del presidente John F. Kennedy


Introducción por el editor del blog

Este es un artículo de seguimiento de las entradas anteriores: Jack Ruby: La pistola humeante de Israel y ¿Mató Israel a los Kennedy?, ponencias del investigador francés Laurent Guyénot. Esta tercer entrega destaca en importancia debido a su publicación original, el reconocido periódico de Israel, "Haaretz", del 3 de mayo de 2019. Los autores del reportaje son Avner Cohen y William Burr. El primero dicta clases "de estudios de no proliferación" en The Middlebury Institute of International Studies, una escuela de posgrado de Middlebury College (Monterey - California), Cohen es autor del libro "Israel y la bomba". En cuanto a Burr, es analista sénior en el Archivo de Seguridad Nacional de la Universidad George Washington, dirige el Proyecto de Documentación Nuclear y es editor de su propia página web "The Nuclear Vault".

En términos generales, es demostrable que Estados Unidos e Israel mantuvieron una tensa relación diplomática en el gobierno de John F. Kennedy. Por muy curioso que parezca, los registros oficiales anteriores a esa "amistad inamovible" casi que han desaparecido desde el asesinato de JFK en noviembre de 1963. Pero, ¿qué exactamente ha sido borrado de los archivos? La audaz decisión de Kennedy de intentar evitar que Israel obtenga armas nucleares, esto fue un gran secreto durante medio medio siglo. Curiosamente ha sido un medio israelí (no es el único que lo hecho, otras publicaciones anteriores pasaron desapercibidas) quien destapó el interés mundial por esta historia.

No sabemos si Cohen y Burr, conscientes o no, desvelaron con su reportaje pistas que bien puede relacionarse o conducirnos a un "leitmotiv" para el asesinato de JFK. Ellos señalan que, en efecto, una dura disputa entre Estados Unidos e Israel por las armas nucleares tuvo lugar, la grave crisis pudo haber sido también el detonante para la renuncia de Ben-Gurión, el "padre de Israel", precisamente en junio de 1963, aunque aquello más bien prolongó la tan esperada respuesta oficial del gobierno de Israel a un "ultimátum" de Estados Unidos porque el nuevo gobierno necesitaba tiempo para "estudiar" el caso. El nombrado primer ministro Levi Eshkol aceptó finalmente una inspección secreta estadounidense a Dimona (mediados de enero de 1964), los hechos son confusos, los inspectores informaron que la visita fue "tan completa y exhaustiva como el tiempo lo permitió" (visita incompleta de pocas horas), señalaron no haber encontrado evidencia de actividades relacionadas con armas nucleares. Curiosamente los inspectores demostraron asombro y se preguntarían ¿para qué tanto trasto en un pequeño país, dado que "no pasó nada"? Habrán "concluido" que Israel quiere producir exceso de energía para brindarles a sus vecinos árabes... 

Israel tuvo que reconocer un buen tiempo más tarde que el reactor de Dimona funcionaba desde 1963. Las evidencias demuestran que Israel robó uranio de Estados Unidos (cientos de kilos de uranio altamente enriquecido U-235 a través de la empresa estadounidense NUMEC que producía combustible nuclear para la Marina de los Estados Unidos. Esa empresa tenía relaciones directas con la ´Oficina de Relaciones Científicas´ de Israel, acrónimo del servicio secreto israelí LAKAM). Francia proveyó el agua pesada e inicialmente entregó uranio, con eso se fabricaron las primeras bombas atómicas de Israel. Charles De Gaulle fue nombrado presidente de Francia en 1958, se dice que entendía que la cooperación nuclear con Israel tenía fines pacíficos (energía nuclear para uso civil). De Gaulle y Kennedy se percatarían que el asunto iba por la vía militar.

De todo esto, sagaces investigadores intuyen que Israel, a través de James Angleton, agente doble dentro de la unidad de contrainteligencia de la CIA, tuvo los medios para desarrollar una trama que culminó con el magnicidio de Kennedy. ¿Cabría esa posibilidad?

Tras el asesinato de JFK el nuevo presidente Lyndon B. Johnson inició la "altruista" tarea de apoyar económicamente a Israel, además de brindarle todo tipo de armamento; en otras palabras, Johnson autorizó a Israel construir sin restricciones su propio arsenal nuclear.

El artículo  original de Cohen y Burr (Haaretz) ha sido reproducido por otros sitios -principalmente en inglés-. Por ejemplo, la conocida SOTT lo publicó íntegramente bajo el título: "Declassified after 56 years: JFK was engaged in 'existential' battle with Israel over its nuclear weapons program" (Desclasificado después de 56 años: JFK estaba involucrado en una batalla "existencial" con Israel por su programa de armas nucleares). 

Pero, si usted está más interesado en saber Cómo Israel construyó un programa nuclear justo delante de las narices de los estadounidenses (haga click en el subrayado), Avner Cohen y William Burr presentaron en Haaretz (17 de enero de 2021) una versión más prolija del tema nuclear (en esta ponencia se enfoca más la oposición del presidente Kennedy al desarrollo nuclear con fines militares de Israel).

No prologuemos más, dejemos que Cohen y Burr nos relaten su propia investigación.

T. Andino


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El ultimátum de Kennedy, la respuesta "enfermiza" de Ben Gurión y una inspección nuclear "fiasco": documentos recientemente desclasificados arrojan luz sobre la crisis diplomática que algunos temían que pudiera conducir a una redada estadounidense en la planta israelí de Dimona.


A lo largo de la primavera y el verano de 1963, los líderes de Estados Unidos e Israel –el presidente John F. Kennedy y los primeros ministros David Ben-Gurion y Levi Eshkol– se enzarzaron en una batalla de voluntades de alto riesgo sobre el programa nuclear de Israel. Las tensiones eran invisibles para la opinión pública de ambos países, y sólo unos pocos altos funcionarios, a ambos lados del océano, eran conscientes de la gravedad de la situación.

En Israel, los que sabían vieron la situación como una crisis real, como un ex asesor científico de alto nivel, el profesor Yuval Ne'eman, le dijo a uno de nosotros (Avner Cohen) hace 25 años. Ne'eman recordó que Eshkol, el sucesor de Ben-Gurión, y sus asociados vieron a Kennedy como un verdadero ultimátum para Israel. Incluso hubo un alto funcionario israelí, me dijo Ne'eman, el ex comandante de la Fuerza Aérea de Israel, el mayor general Dan Tolkowsky, que seriamente albergaba el temor de que Kennedy pudiera enviar tropas aerotransportadas estadounidenses a Dimona, el hogar del complejo nuclear de Israel.

Lo que estaba en juego era el futuro del programa nuclear de Israel. Kennedy, con un compromiso excepcionalmente fuerte con la no proliferación nuclear, estaba decidido a hacer todo lo posible para evitar que Israel produjera armas nucleares. Ben-Gurion (y más tarde Eshkol) estaban igualmente decididos a completar el proyecto de Dimona. Para ellos, la capacidad nuclear era una póliza de seguro indispensable contra las amenazas existenciales a Israel. El intercambio entre el presidente estadounidense y los dos primeros ministros ilustra tanto la tenacidad de Kennedy como la obstinación de los líderes israelíes.

A principios de esta semana (mayo 2019), publicamos -en el sitio web del Archivo de Seguridad Nacional- una colección de casi 50 documentos estadounidenses de los archivos estadounidenses que iluminan por primera vez el alcance total de esta confrontación secreta estadounidense-israelí. La colección incluye no sólo todo el intercambio de mensajes entre los líderes -Kennedy, Ben-Gurion y Eshkol-, sino también muchos documentos estadounidenses relacionados, algunos de los cuales fueron desclasificados y sólo estuvieron disponibles en los últimos meses.

Estos incluyen un informe completo de los inspectores estadounidenses que visitaron Dimona en 1964; memorandos en los que altos funcionarios de la Casa Blanca deliberaban sobre cómo tratar con el primer ministro; y evaluaciones de inteligencia que habían analizado si el reactor nuclear de Israel estaba, como insistían los israelíes, realmente destinado a un uso pacífico.


(Notas y fotografía incorporadas por el editor del blog) El Presidente Kennedy firma el Tratado de prohibición parcial de ensayos nucleares en la Sala de Tratados de la Casa Blanca. (Fotografía de Robert Knudsen, en la Biblioteca y Museo Presidencial John F. Kennedy, Boston. 7 de octubre de 1963). El Tratado de prohibición parcial de ensayos nucleares en la atmósfera, en el espacio exterior y bajo el agua es un tratado internacional que prohíbe todas las pruebas de detonaciones de armas nucleares, salvo las realizadas en el subsuelo. Fue elaborado para detener la carrera armamentística y para combatir la contaminación atmosférica de residuos nucleares ocasionada por tales ensayos. Fue ratificado el 5 de agosto de 1963 y entró en vigencia el 10 de octubre de 1963. Contradictoriamente, el desarme y la cooperación global, impulsados por la "Doctrina Kennedy", chocaba con una premisa dominante durante los años de Kennedy, la necesidad de contener el comunismo a toda costa (Vietnam, Laos, Cuba...). En ese ambiente de Guerra Fría la llamada de Kennedy a "la unión y a la fuerza militar unidas en la lucha contra el comunismo" fue una prerrogativa.  


Kennedy, la no proliferación e Israel


Más que cualquier otro país, fueron sus tratos con Israel los que impresionaron al presidente Kennedy tanto en la complejidad como en la dificultad de detener la proliferación nuclear.


En el otoño de 1960, poco después de la elección de Kennedy, la administración saliente de Eisenhower se enteró por primera vez del reactor Dimona que Israel y Francia habían comenzado a construir en secreto durante 1958.

La CIA emitió una Estimación Especial de Inteligencia Nacional (SNIE, por sus siglas en inglés) que determinó que "la producción de plutonio para armas es al menos uno de los principales propósitos de este esfuerzo". Además, la estimación predijo que si el mundo árabe creyera que Israel estaba adquiriendo una capacidad de armas nucleares, causaría "consternación" y se culparía a Estados Unidos y Francia por su presunto apoyo al proyecto.

En una sesión informativa en la Casa Blanca el 19 de enero de 1961, la víspera de su toma de posesión, Kennedy preguntó qué países estaban buscando la bomba. "Israel e India", le dijo el secretario de Estado saliente, Christian Herter, y agregó que el reactor de Dimona, entonces recién descubierto, sería capaz de producir 90 kilogramos de plutonio apto para armas en 1963, suficiente para 10 a 15 armas nucleares. Herter instó a Kennedy a presionar para que se inspeccionara Dimona antes de que Israel introdujera tales armas en Oriente Medio.

Aunque Kennedy tuvo que abordar una variedad de temas difíciles desde el principio, que iban desde los planes de la CIA para una invasión de Cuba hasta una crisis sobre Laos, a los pocos días de asumir el cargo comenzó a instar a Ben-Gurion a aceptar una visita de Estados Unidos a Dimona, insistiendo en que una visita era una condición para las buenas relaciones diplomáticas. Al responder, Ben-Gurión se demoró, citando una crisis de gabinete que tenía que ser resuelta.

En abril de 1961, momento en el que Ben-Gurion, que había dimitido como primer ministro el 31 de enero, en protesta por la conducta de sus colegas con respecto al asunto Lavon, encabezaba un gobierno provisional, el embajador israelí en Washington, Avraham Harman, dijo a la administración que Israel había aceptado una visita a Dimona por parte de funcionarios estadounidenses. El 20 de mayo, dos científicos de la Comisión de Energía Atómica, U. M. Staebler y J. W. Croach, Jr., visitaron el sitio. Su equipo directivo explicó que la justificación tecnológica del proyecto era adquirir experiencia en la construcción y explotación de reactores nucleares que pudieran utilizarse en el futuro para la generación de energía con fines pacíficos.

A partir de documentos estadounidenses, sabemos que el equipo de AEC estaba "satisfecho de que no se les ocultó nada y de que el reactor tiene el alcance y el carácter pacífico descritos anteriormente". Esta visita sentó las bases para una reunión entre Ben-Gurión y Kennedy en Nueva York, el 31 de mayo de 1961.


Kennedy y Ben-Gurion, en mayo de 1961, posteriormente mantuvieron una tensa comunicación respecto a las armas nucleares de Israel (© DPA / AFP)


La justificación que Ben-Gurion presentó a Kennedy durante esa reunión, celebrada en el Hotel Waldorf Astoria, era coherente con lo que el equipo directivo de Dimona había dicho a los científicos estadounidenses: el proyecto nuclear era de naturaleza pacífica; Se trataba de energía y desarrollo. Sin embargo, la narrativa del líder israelí también dejó un pequeño margen de maniobra para un futuro cambio de rumbo. Su advertencia se redujo a unas pocas palabras: "Por el momento, los únicos propósitos son la paz. ... Pero veremos qué pasa en Oriente Medio. No depende de nosotros" (cursivas añadidas).


La segunda visita 'espontánea'

La reunión con Ben-Gurion ayudó a despejar las cosas durante algún tiempo, pero no eliminó las dudas y sospechas estadounidenses sobre las intenciones nucleares de Israel. A partir de junio de 1962, los estadounidenses comenzaron a tratar de organizar una segunda visita a Dimona, pero no lograron avanzar. No fue sino hasta el 26 de septiembre de 1962, después de frecuentes solicitudes durante varios meses, finalmente se realizó una visita de este tipo.

Hasta hace poco, poco se sabía de los documentos estadounidenses sobre esa segunda visita a Dimona, excepto que el embajador de Estados Unidos en Israel, Walworth Barbour, se refirió a ella como "indebidamente restringida a no más de 45 minutos". Documentos recientemente desclasificados arrojan nueva luz sobre la visita. El documento clave es un memorándum, escrito el 27 de diciembre de 1962 por el subdirector de la Oficina de Asuntos del Cercano Oriente, Rodger Davies, al secretario adjunto Philip Talbot, en el que se detalla la historia de la segunda visita.

Después de que los dos científicos visitantes de AEC, Thomas Haycock y Ulysses Staebler, inspeccionaran el pequeño reactor suministrado por Estados Unidos en Nahal Sorek, inesperadamente se les ofreció un recorrido turístico por el Mar Muerto. Más tarde, mientras los conducían de regreso a su hotel, su anfitrión les dijo que estaban cerca del reactor de Dimona y que se podía organizar una reunión con el director. El director no estaba allí, pero se reunieron y fueron informados por el ingeniero principal, quien les dio un recorrido de 40 minutos por las instalaciones. La frase final del informe afirma que "los inspectores no estaban seguros de si eran invitados de sus anfitriones científicos o estaban en una inspección. Aunque no han tenido tiempo de ver toda la instalación, y aunque hubo algunos edificios en los que no entraron, pudieron confirmar el carácter investigador de la instalación".

La naturaleza poco convencional de la visita despertó sospechas en Washington, especialmente en la comunidad de inteligencia. Durante una reunión interinstitucional, se citó a un experto en inteligencia de alto nivel, probablemente el subdirector de inteligencia Ray Cline, diciendo que "los objetivos inmediatos de la visita pueden haber sido satisfechos, (pero) ciertos requisitos básicos de inteligencia no lo fueron". También se observó que "había ciertas incoherencias entre el primer y el segundo informe de inspección".

Cualesquiera que fueran las dudas sobre el valor final de la inteligencia obtenidas de la segunda visita, el Departamento de Estado transmitió sus conclusiones a otros países. Unas semanas después de la segunda visita, justo cuando se desarrollaba la crisis de los misiles cubanos de octubre de 1962, el Departamento de Estado comenzó a informar discretamente a los gobiernos seleccionados que Dimona era un proyecto nuclear pacífico.


Principios de 1963: Estados Unidos renueva el interés

Sin embargo, a principios de 1963, resurgieron las preocupaciones sobre Dimona. A finales de enero, Kennedy había recibido una nueva Estimación de Inteligencia Nacional, titulada "El problema árabe-israelí", que destacaba el potencial armamentístico del reactor de Dimona. Sobre el potencial nuclear de Israel, el NIE llegó a la conclusión de que la instalación entraría en funcionamiento a finales de ese año y que para el año siguiente, 1964, "si se operaba a su máxima capacidad para la producción de plutonio apto para armas, el reactor podría producir suficiente plutonio para una o dos armas al año".

Para producir plutonio, Israel necesitaría una instalación para separarlo del combustible gastado del reactor, y el NIE reconoció que en ese momento la inteligencia estadounidense no tenía "ninguna evidencia para confirmar o negar la existencia de una instalación de separación". El NIE señaló que los israelíes habían hecho declaraciones contradictorias sobre una planta de reprocesamiento, incluidas declaraciones en 1961 (durante la reunión Ben-Gurion-Kennedy) de que planeaban construir una planta piloto, y en 1962 (aparentemente durante la segunda visita de Dimona) de que no tenían tales planes. Como indica nuestra colección, los israelíes dijeron a los inspectores estadounidenses en enero de 1964 que habían retrasado la construcción de una planta piloto para el reprocesamiento.

En reacción a la estimación de inteligencia, el funcionario del Consejo de Seguridad Nacional, Robert Komer, sugirió que Israel "intentará producir un arma en algún momento de los próximos años y podría tener una capacidad muy limitada para 67-68". En retrospectiva, y basándonos en publicaciones anteriores sobre este tema, podemos decir que esa evaluación resultó ser acertada. Komer informó al presidente que "estamos planeando una mejor mirada (a Dimona) en el próximo mes más o menos".


El reactor de Nahal Sorek. Después de que dos científicos visitantes de la Comisión de Energía Atómica inspeccionaran esta pequeña instalación suministrada por Estados Unidos, inesperadamente se les ofreció un recorrido turístico, que terminó con una parada en Dimona. (© Alon Ron)


A principios de febrero, los funcionarios estadounidenses caracterizaron la segunda visita a Dimona como un "fiasco" e instaron a nuevas ideas dentro de la AEC, el Departamento de Estado y probablemente la Casa Blanca sobre cómo Estados Unidos podría monitorear el reactor de manera efectiva y sistemática. Una de las conclusiones fue que un régimen de inspección eficaz exigiría visitas semestrales. La razón de la frecuencia propuesta era puramente técnica: para rastrear la extracción de plutonio apto para armas, debe haber dos visitas anuales, porque los reactores de producción operan en un horario mucho más corto que los reactores de investigación.

Semanas más tarde, a principios de marzo, Kent Sherman, director de la Oficina de Estimaciones Nacionales, que preparó las NIE, firmó una estimación de inteligencia en la que detallaba las graves consecuencias de la nuclearización israelí. "La política de Israel hacia sus vecinos se volvería más dura, en lugar de menos... Sería ... tratar de explotar las ventajas psicológicas de su capacidad nuclear para intimidar a los árabes y evitar que causen problemas en las fronteras". Además, al tratar con los Estados Unidos, Israel "utilizaría todos los medios a su alcance para persuadirlos de que aceptaran e incluso apoyaran su posesión de capacidad nuclear".

El 25 de marzo de 1963, el presidente Kennedy y el director de la CIA, John A. McCone, discutieron sobre el programa nuclear israelí. Según McCone, Kennedy planteó la "cuestión de que Israel adquiera capacidad nuclear", y McCone proporcionó a Kennedy la estimación de Kent de las consecuencias negativas anticipadas de la nuclearización israelí. Según McCone, Kennedy instruyó entonces al asesor de Seguridad Nacional McGeorge Bundy para que guiara al secretario de Estado Dean Rusk, en colaboración con el director de la CIA y el presidente de la AEC, para que presentara una propuesta "sobre cómo podría instituirse alguna forma de salvaguardias internacionales o bilaterales de Estados Unidos para protegerse contra la contingencia mencionada". Eso también significaba que la "próxima inspección informal del complejo de reactores israelí (debe)... se emprenderá con prontitud y... ser lo más minucioso posible".

A los pocos días, esta petición presidencial se tradujo en acciones diplomáticas. El 2 de abril, el embajador Barbour se reunió con el primer ministro Ben-Gurion y le presentó la solicitud estadounidense de su "consentimiento para visitas semestrales a Dimona (entre ellas los estadounidenses se referían a ellas como 'visitas de inspección') tal vez en mayo y noviembre, con pleno acceso a todas las piezas e instrumentos de la instalación, por parte de científicos estadounidenses calificados". Ben-Gurión, aparentemente tomado por sorpresa, respondió diciendo que el tema tendría que posponerse hasta después de la Pascua, que ese año terminó el 15 de abril. Para resaltar aún más el punto, dos días después, el subsecretario Talbot convocó al embajador israelí Harman al Departamento de Estado y le presentó una gestión diplomática sobre las inspecciones. Este mensaje a Ben-Gurion fue la primera salva en lo que se convertiría en la confrontación más dura entre Estados Unidos e Israel sobre el programa nuclear israelí.


El intercambio Kennedy-Ben Gurión

Se esperaba que Ben-Gurion respondiera a la solicitud de Estados Unidos sobre Dimona en su próxima reunión con el embajador Barbour, después de Pesaj (la pascua judía). El primer ministro israelí no estaba preparado, ni política ni psicológicamente, para enfrentarse a un presidente estadounidense decidido. Tampoco, sin embargo, podía aceptar visitas semestrales, lo que habría sido un golpe mortal para Dimona. En cierto sentido, Ben-Gurion se encontró atrapado por su promesa original de "propósito pacífico" que tenía como objetivo evitar una confrontación con los Estados Unidos.

Ben-Gurion decidió tratar de evitar la confrontación y evadir la cuestión nuclear tratando de persuadir a Kennedy para que pensara en la situación general de seguridad de Israel. El primer ministro necesitaba cambiar el tema de la conversación de la demanda específica de Kennedy de visitas estadounidenses dos veces al año a Dimona a una discusión más amplia y urgente sobre la situación estratégica general de Israel. Pero, ¿cómo podía hacer eso? ¿Cómo podría evadir la demanda de Kennedy?

Ben-Gurión pronto tuvo la oportunidad de cambiar de tema. El 17 de abril de 1963, Egipto, Siria e Irak firmaron la Proclamación de la Federación Árabe, en la que llamaban a una unión militar para lograr "la liberación de Palestina". Tal retórica no era nueva en ese momento y no está claro si Ben-Gurion realmente vio la proclamación como una amenaza existencial para Israel. Sin embargo, le dio una oportunidad de oro para argumentar que Israel se enfrentaba precisamente a eso y, por lo tanto, por implicación tácita, que Israel estaba justificado en sus esfuerzos por generar una "póliza de seguro".

El 26 de abril, más de tres semanas después de la demanda original de Estados Unidos sobre Dimona, Ben-Gurion respondió a Kennedy con una carta de siete páginas que se centraba en cuestiones generales de seguridad israelí y estabilidad regional. Afirmando que Israel se enfrentaba a una amenaza sin precedentes, Ben-Gurión invocó el espectro de "otro Holocausto" e insistió en que la seguridad de Israel debía estar protegida por garantías de seguridad externas conjuntas, que serían extendidas por Estados Unidos y la Unión Soviética. ¿Por qué Ben-Gurión hizo esta propuesta fantástica y poco realista en este momento? Probablemente estaba tratando de proporcionar a los EE.UU. una justificación tácita para el verdadero propósito de Dimona, sin declararlo explícitamente y sin contrarrestar o rechazar directamente las demandas de Kennedy.

Kennedy, sin embargo, estaba decidido a no permitir que Ben-Gurion cambiara de tema. El 4 de mayo, respondió al primer ministro, asegurándole que mientras "estamos observando de cerca los acontecimientos actuales en el mundo árabe", la alarma del líder israelí sobre la Proclamación de la Federación Árabe fue exagerada. En cuanto a la propuesta de Ben-Gurión de una declaración conjunta de superpotencias, Kennedy desestimó tanto su practicidad como su sabiduría política. Kennedy estaba mucho menos preocupado por un "ataque árabe temprano" que por "un desarrollo exitoso de sistemas ofensivos avanzados que, como usted dice, no podría ser abordado por los medios disponibles en ese momento".

Junto con la carta, el embajador Barbour se reunió con Ben-Gurion para aclarar aún más la solicitud estadounidense de visitas semestrales a Dimona. Aunque los registros de esta reunión siguen siendo clasificados, Kennedy y sus asesores sospechaban que Ben-Gurion estaba iniciando un proceso de negociación sobre las visitas a Dimona, es decir, vinculando las visitas a otros posibles objetivos israelíes, como la obtención de una garantía de seguridad. Barbour recibió instrucciones de recordarle al líder israelí que él y otros altos funcionarios ya habían aprobado las inspecciones incondicionalmente.


Una fotografía  de marzo de 2014 muestra una vista parcial de la planta nuclear de Dimona en el desierto del Negev, sur de Israel (Jack Guezafp, vía Getty Images)

La respuesta desdeñosa de Kennedy no disuadió a Ben-Gurión. En otra larga y emotiva respuesta a la carta de Kennedy del 4 de mayo, Ben-Gurion continuó su esfuerzo anterior por cambiar la conversación al mismo tiempo que explicaba indirectamente el verdadero propósito de Dimona. Cuando el alto funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores, Gideon Rafael, vio el borrador, aconsejó no enviarlo, argumentando que la carta "parece enferma" (holani, en el hebreo original), y que "el primer ministro no debe hablar de algo que parece enfermo". Ben-Gurion generalmente rechazaba el consejo editorial y, fiel a su estilo, insistía en mantener tanto su tono como su longitud.

A primera vista, la carta parece ignorar por completo a Dimona, como si el primer ministro hubiera pasado por alto o descartado por completo la carta de Kennedy y las recientes solicitudes de visitas de Estados Unidos. En cambio, en el tono de un viejo estadista que lo había visto todo, Ben-Gurión escribió sobre sus impresiones sobre el presidente egipcio Gamal Abdel Nasser y su panarabismo, trazando una analogía entre el egipcio, junto con otros líderes árabes contemporáneos, y Hitler:

"Conociéndolos estoy convencido de que son capaces de seguir el ejemplo nazi. De hecho, Nasser está adoptando la ideología nacionalsocialista de los nazis. Durante muchos años, el mundo civilizado no tomó en serio la declaración de Hitler de que uno de sus objetivos era el exterminio mundial del pueblo judío. No tengo ninguna duda de que algo similar podría suceder a los judíos en Israel si Nasser lograra derrotar a nuestro ejército".

Reconociendo el punto de vista de Kennedy de que una garantía de seguridad conjunta entre Estados Unidos y la Unión Soviética era políticamente imposible, Ben-Gurión sugirió ahora un amplio acuerdo bilateral de seguridad entre Estados Unidos e Israel que incluiría lo siguiente: un suministro de armas estadounidenses equivalente a lo que los árabes recibían de la Unión Soviética, la transformación de Cisjordania en una zona desmilitarizada, y "un plan de desarme general entre Israel y los estados árabes bajo un sistema de inspección internacional mutua y de control".

Esta fue una larga lista de ideas y propuestas poco realistas. Una vez más, Ben-Gurión pudo haber tenido la intención de transmitir a Kennedy su justificación para el proyecto Dimona, evitando expresarla explícitamente. Al recordarle a Kennedy que otro Holocausto era posible y sugerir (indirectamente) que Israel no podía obtener una garantía de seguridad externa creíble, estaba señalando efectivamente al presidente por qué Israel quería una disuasión nuclear en primer lugar.

En su nueva y monumental biografía del primer primer ministro de Israel, Ben-Gurion: A State at Any Cost, que se publicara en inglés (2019), el historiador israelí Tom Segev lee esta carta como si Ben-Gurion estuviera considerando renunciar a Dimona a cambio de algún tipo de garantía de seguridad. No creemos que Ben-Gurión haya considerado seriamente abandonar el proyecto nuclear. Sí, Ben-Gurion estaba presionando para obtener garantías de seguridad, pero siendo realistas, debe haber sabido que ese objetivo no estaba en las cartas, siempre y cuando los vecinos de Israel no la reconocieran. Desde la perspectiva de Kennedy, proporcionar a Israel garantías de seguridad habría sido una clara señal de favoritismo hacia ella, y habría socavado las relaciones de Estados Unidos con los estados árabes.

Kennedy, sin embargo, no cedió ante Dimona, y los desacuerdos se convirtieron en un "dolor de cabeza" para él, como escribió Robert Komer más tarde. La confrontación con Israel se intensificó cuando el Departamento de Estado transmitió la última carta de Kennedy a la embajada de Tel Aviv el 15 de junio para que el embajador Barbour la entregara inmediatamente a Ben-Gurion. En la carta, Kennedy desarrollaba su insistencia en las visitas semestrales con un conjunto de condiciones técnicas detalladas. La carta era similar a un ultimátum: si el gobierno de Estados Unidos no podía obtener "información confiable" sobre el estado del proyecto Dimona, el "compromiso y apoyo de Washington" podría estar "seriamente comprometido".

Pero la carta nunca fue entregada a Ben-Gurión. El telegrama con la carta de Kennedy llegó a Tel Aviv el sábado 15 de junio, un día antes del anuncio de la renuncia de Ben-Gurión, una decisión que sorprendió a su país y al mundo. Ben-Gurion nunca explicó, por escrito u oralmente, lo que lo llevó a renunciar, más allá de citar "razones personales". Negó que su movimiento estuviera relacionado con cuestiones políticas específicas, pero la cuestión de hasta qué punto la presión de Kennedy sobre Dimona jugó un papel sigue abierta a la especulación hasta el día de hoy.


La primera crisis de Eshkol

El 5 de julio, menos de diez días después de que Levi Eshkol sucediera a Ben-Gurion como primer ministro, el embajador Barbour le entregó una primera carta del presidente Kennedy dirigiéndose a él como el nuevo líder de Israel. La carta era prácticamente una copia de la carta no entregada del 15 de junio a Ben-Gurión, con solo unas pocas líneas de felicitación añadidas en la parte superior. Desde el mensaje del presidente Dwight Eisenhower a Ben-Gurión, durante la crisis de Suez en noviembre de 1956, exigiendo una retirada inmediata de Israel de la península, un presidente estadounidense no había sido tan directo en su demanda con un primer ministro israelí. Cuando Yuval Ne'eman lo presenció, fue inmediatamente evidente para Eshkol y sus asesores que las demandas de Kennedy eran similares a un ultimátum y, por lo tanto, constituían una crisis en ciernes.

Un atónito Eshkol, en su primera y provisional respuesta, el 17 de julio, pidió más tiempo para estudiar el tema y para consultas. Eshkol confió al embajador Barbour su "sorpresa" por la declaración de Kennedy de que el compromiso y el apoyo de Estados Unidos a Israel podrían estar "seriamente comprometidos". El primer ministro señaló que si bien esperaba que la amistad entre Estados Unidos e Israel creciera bajo su mandato, "Israel haría lo que tuviera que hacer por su seguridad nacional y para salvaguardar sus derechos soberanos". Barbour, aparentemente queriendo mitigar la franqueza de la carta, le aseguró a Eshkol que la declaración de Kennedy era "objetiva": los críticos de las fuertes relaciones entre Estados Unidos e Israel podrían complicar la relación diplomática si Dimona no era inspeccionada.


Foto de 1968, el presidente Johnson saluda a Levi Eshkol. A diferencia de Kennedy, Johson entregó a los israelíes todo lo que requerían y mucho más (© Lynn Pelham/The LIFE Picture Collection/Getty Images)


Más adelante en la discusión, nos enteramos por los documentos recién desclasificados, Eshkol hizo una pregunta contundente que Ben-Gurion nunca se había atrevido a hacer: ¿Cómo reaccionaría Washington a una propuesta israelí de "consultar de antemano" con Estados Unidos, "en el caso de que, en algún momento en el futuro distante", los acontecimientos en Oriente Medio hicieran necesario "embarcarse en un programa de armas nucleares?", Barbour, por supuesto, no estaba autorizado a responder a una pregunta tan hipotética, por lo que reafirmó la opinión de Estados Unidos de que la "introducción" de armas nucleares en Oriente Medio sería "especialmente grave". Sin duda, Barbour entendió el significado de la pregunta de Eshkol: estaba insinuando, abierta pero tentativamente, que había circunstancias concebibles bajo las cuales Israel podría "embarcarse en un programa de armas nucleares".

El 19 de agosto, después de seis semanas de consultas que generaron al menos ocho borradores diferentes, Eshkol entregó a Barbour su respuesta escrita a las demandas de Kennedy. Comenzó reiterando las garantías pasadas de Ben-Gurión de que el propósito de Dimona era pacífico. En cuanto a la solicitud de Kennedy, Eshkol escribió que, dada la relación especial entre los dos países, había decidido permitir visitas regulares de representantes estadounidenses al sitio de Dimona. Sobre el tema específico del cronograma, Eshkol sugirió, como lo había hecho Ben-Gurion en su última carta a Kennedy, que a finales de 1963 sería el momento de la primera visita: para entonces, escribió, "el grupo francés nos habrá entregado el reactor y llevará a cabo pruebas y mediciones generales de sus parámetros físicos a potencia cero".

Eshkol fue explícito en que la primera visita debería celebrarse antes de la fase de puesta en marcha, pero fue vago sobre la frecuencia propuesta de las visitas. Eshkol hizo caso omiso de la demanda de Kennedy de giras bianuales, al tiempo que evitó un desafío frontal a la solicitud de Kennedy. "Habiendo considerado esta solicitud, creo que podremos llegar a un acuerdo sobre el futuro calendario de visitas", escribió Eshkol. En resumen, el primer ministro dividió la diferencia: para poner fin a la confrontación, aceptó las "visitas regulares" de científicos estadounidenses, pero no aceptó la idea de la visita rápida que Kennedy quería y evitó hacer un compromiso explícito de inspecciones semestrales. La respuesta apreciativa de Kennedy no mencionó estas divergencias, sino que asumió un acuerdo básico sobre "visitas regulares".

Las ambigüedades de la respuesta de Eshkol se entendieron en Washington, pero se minimizaron. En un memorándum detallado que el secretario de Estado interino, George Ball, escribió a Kennedy, la evaluación general fue positiva: la respuesta de Eshkol, "aunque no es del todo lo que queríamos, probablemente representa lo máximo que podemos esperar". La vaguedad de Eshkol sobre la demanda más importante de Kennedy, las visitas dos veces al año a Dimona, fue bien reconocida, pero "preferimos darle (a Eshkol) el beneficio de la duda, confiando en nuestra interpretación, la declaración oral del primer ministro de que el futuro acuerdo 'no dará problemas'". Resultó que la insistencia de Kennedy en realizar visitas semestrales nunca fue aceptada, aunque permaneció en la agenda de Estados Unidos.

A raíz de la carta de Eshkol, la primera de las tan buscadas visitas regulares de inspección a Dimona tuvo lugar a mediados de enero de 1964, dos meses después del asesinato de Kennedy. Los israelíes dijeron a los visitantes estadounidenses que el reactor había entrado en estado crítico solo unas semanas antes, pero esa afirmación no era exacta. Israel reconoció años más tarde que el reactor de Dimona entró en funcionamiento a mediados de 1963, como había asumido originalmente la administración Kennedy.

Tanto Estados Unidos como los israelíes mantuvieron la visita en secreto, y las filtraciones a la prensa se contuvieron durante más de un año. La inspección se llevó a cabo en el transcurso de un solo día en lugar de los dos días solicitados por los inspectores. La reducción del tiempo hizo que no se vieran algunos edificios y partes de ellos, aunque los inspectores informaron de que la visita fue "tan completa y exhaustiva como el tiempo lo permitió". Sus hallazgos no levantaron sospechas de actividades relacionadas con las armas, pero fue "la impresión del equipo de que el sitio de Dimona y el equipo ubicado allí representaban un proyecto ambicioso para un país de las capacidades de Israel".

La cuestión del posible reprocesamiento por parte de Israel del combustible gastado para obtener plutonio continuó atormentando a la inteligencia estadounidense a lo largo de la década de 1960. Nadie estaba seguro de si Israel ya tenía un sitio secreto de reprocesamiento o si aún no había construido uno.


Mirando hacia atrás

Sin embargo, en retrospectiva, el intercambio de cartas de 1963 entre Kennedy y Ben-Gurion y Eshkol fue el clímax de la batalla que el líder estadounidense libró contra el proyecto nuclear israelí a lo largo de su presidencia. Para Kennedy, lo que estaba en juego era más importante que el estatus del programa nuclear de Israel. Lo que estaba en juego era el destino de su esfuerzo por detener la proliferación nuclear mundial. Israel fue el primer caso de este tipo que tuvo que enfrentar la administración Kennedy en el que tuvo alguna influencia política. Si Kennedy fracasó en detener las aspiraciones nucleares de Israel, ¿cómo podría detener a otros, como India?

Para Ben-Gurion, Dimona fue el proyecto más preciado en el que estuvo involucrado durante su última década en el cargo. El establecimiento del Centro de Investigación Nuclear del Néguev fue el resultado de las ansiedades más profundas del primer ministro sobre el futuro de Israel, los temores de un anciano que intentó compartir con Kennedy en su carta de finales de abril de 1963. El proyecto Dimona fue probablemente también el esfuerzo más divisivo, desafiante y ambicioso que se había atrevido a abordar como líder de Israel. Con razón o sin ella, Dimona, a los ojos de Ben-Gurión, era necesaria para asegurarse de que otro Holocausto nunca pudiera sucederle a Israel. Si Kennedy hubiera prevalecido en su demanda de inspecciones semestrales, ese objetivo nunca se habría logrado. Para Ben-Gurion, abandonar a Dimona habría arrojado una gran sombra sobre su legado.

Desde una perspectiva contemporánea, es difícil, tal vez imposible, entender cuán vulnerable e incierto era el futuro del proyecto Dimona durante la primavera y el verano de 1963. Si Estados Unidos hubiera estado realmente decidido a suspender su "compromiso y apoyo al bienestar de Israel" si Ben-Gurión no cumplía con las demandas de Kennedy, Israel probablemente no habría podido completar el proyecto Dimona como estaba planeado. La crisis fue también una crisis de confianza mutua: ambas partes estaban muy comprometidas con sus objetivos, pero ninguna quería romper la relación bilateral. Nunca sabremos cuán inquebrantable habría sido el presidente Kennedy en el tema de Dimona, si hubiera vivido para cumplir su mandato completo (o incluso dos mandatos) como presidente. Su determinación nunca fue puesta a prueba por completo, aunque podemos ver que estaba bastante decidido.

Resultó que la insistencia de Kennedy en las visitas semestrales a Dimona no se llevó a cabo. Los funcionarios del gobierno de los Estados Unidos seguían interesados en ese programa, y el presidente Lyndon B. Johnson planteó el tema a Eshkol, pero nunca presionó mucho sobre el tema de la manera en que lo había hecho Kennedy.

Al final, el enfrentamiento entre el presidente Kennedy y dos primeros ministros israelíes dio lugar a una serie de seis inspecciones estadounidenses del complejo nuclear de Dimona, una vez al año entre 1964 y 1969. Nunca se llevaron a cabo bajo las estrictas condiciones que Kennedy expuso en sus cartas.

Si bien el sucesor de Kennedy permaneció comprometido con la causa de la no proliferación nuclear y apoyó las visitas de inspección estadounidenses en Dimona, estaba mucho menos preocupado por obligar a los israelíes a cumplir con los términos de Kennedy. En retrospectiva, este cambio de actitud puede haber salvado el programa nuclear israelí.


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