por Tito Andino
Importantes y esclarecedores reportajes sobre las "relaciones" chino-estadounidenses no son cosa del presente, mucho menos la guerra "arancelara" de Mr. Trump contra el "mundo", en particular contra China, esos son asuntos de vieja data e iniciaron no solamente con China sino con la denominada "raza amarilla" en general, un viejo ejemplo de racismo colonial euro-estadounidense que aun perdura en las regiones continental e insulares del Asia.
¿Recuerdan por qué inició el conflicto del Pacífico entre Japón y Estados Unidos en 1941?... Por supuesto, Japón demostró una política expansionista que amenazó los intereses económicos y territoriales occidentales en Asia, pero las duras sanciones económicas, restricciones comerciales, embargo petrolero, etc. dejó al Imperio del Japón sin alternativas, o se sometían a las exigencias de Estados Unidos o debían expandirse y apoderarse del Sudeste Asiático en previsión al agotamiento de sus reservas estratégicas, optaron por la segunda alternativa, es decir, la guerra.
En la actualidad, en honor a la verdad y a la historia, no deberíamos desatar nuestra ira solamente en Trump, él solo cumple el sueño de los multimillonarios y las élites industriales estadounidenses que no se atrevieron en otros gobiernos a implantar las medidas que asume Trump, no como políticas innegociables, sino como medio de presión para sentar a gobiernos del mundo entero a “negociar” sobre aranceles, tratados de “libre” comercio, etc, que solamente benefician a la mayor potencia mundial (o ex potencia económica mundial).
Breves
antecedentes
Antes de abordar el tema principal del presente hay que dar un repaso al como las potencias coloniales del siglo XIX y XX acabaron con el poderos estado chino que de a poco fue perdiendo soberanía en grandes regiones de su territorio. China brindaba muchas expectativas tanto para el comercio como para la explotación de la tierra debido a su debilidad, en la práctica dejó de ser un estado independiente, repartido por zonas de influencia de las potencias extranjeras.
Quienes más
empeño pusieron fueron los británicos, deseaban dominar la economía china,
explotar sus recursos naturales, controlar el comercio, los ferrocarriles, etc.
Recordemos las guerras del opio implementadas por el Imperio británico para
sojuzgar a la población china desde 1839, el Tratado de Nanking de 1842, otorgó
a los británicos el enclave de Hong Kong y una decena de puertos para el
comercio exterior. Luego vendría más intereses europeos, entre otros de Francia,
que decidieron arrebatar los territorios que habían pretendido en la zona, a
eso añadimos el interés japonés, ruso, etc.
El
nacionalismo chino reaccionó, a inicios del siglo XX (la rebelión de los boxers,1900-1901); en 1911 una revolución
terminó con el imperio e instauró la República de China (La Revolución Xinhai o
Revolución Hsinhai, puso fin a la última dinastía imperial de China, la
dinastía Qing), las nuevas autoridades buscaron liberar a China de las injerencias
extranjeras, además de reconstruir el país, pero bajo la “intermediación” de
potencias extranjeras (Reino Unido, Estados Unidos, Alemania, Rusia, Japón y
Francia).
La
naciente República de China como luego la República Popular China apreciaron a
la Revolución de 1911 de manera bastante diferente. “Ambas Chinas reconocen a
Sun Yat-sen como el Padre de la Nación, pero en Taiwán, significa "Padre
de la República de China". En la China continental, Sun Yat-sen es visto
como el hombre que ayudó a derrocar a la dinastía Qing, una condición previa
para el estado comunista fundado en 1949. La República Popular China ve la obra
de Sun como el primer paso hacia la verdadera revolución en 1949, cuando los
comunistas establecieron un estado verdaderamente independiente que expulsó a
los extranjeros y construyó una potencia militar e industrial. El padre de la
Nueva China es visto como Mao Zedong” (cita Wikipedia, entrada Revolución 1911)
Algo
de historia de las relaciones chino-estadounidenses.
Muchos
han lanzado la pregunta del ¿por qué Estados Unidos no luchó abiertamente
contra los japoneses en China durante la segunda guerra mundial y así pudo
haber mantenido cierta influencia en ese territorio?
En
primer lugar, el Lejano Oriente era casi competencia “privativa” de los
imperios coloniales europeos. Fue a raíz de que el Imperio del Japón les arrebatara importantes
territorios en Asia y en el Pacífico, por ejemplo, Filipinas, la isla de Guam y
de Wake (en aquel entonces territorios estadounidenses), las Islas Orientales
Neerlandesas (Indonesia), los territorios británicos de Hong Kong, Myanmar
(Birmania), Malasia, Singapur, y otras numerosas islas y territorios
importantes como las Islas Salomón, Nueva Guinea, Formosa (hoy Taiwán) etc.,
por lo que Estados Unidos y sus ahora Aliados entraron en acción, pudiendo solo
recuperarse de aquel golpe a mediados de 1942 al demostrar su superioridad
industrial en el campo bélico.
Hoy
solemos ignorar que Estados Unidos y China fueron aliados durante esa guerra y
aunque no hubo una intervención militar masiva estadounidense en territorio
chino, decenas de miles de tropas del US Army combatieron en el eje de campo de
batalla conocido como "China-Birmania-India". Tras la invasión
japonesa, el gobierno nacionalista chino de Chiang Kai-shek optó por la
resistencia en el interior, negándose a la rendición. La resistencia china
conllevó a que se unieran a los Aliados en la guerra contra Japón. China, en su
esfuerzo de guerra pudo retener en su territorio a un gran número de tropas
japonesas indispensables en otros frentes.
Contingentes importantes de los ejércitos de Gran Bretaña, Mongolia y la Unión Soviética, así como tropas de los Estados Unidos (fuerza aérea secreta -los Tigres Voladores-) y de la Mancomunidad de Naciones se involucraron. Debe destacarse el rol de las tropas del Partido Comunista Chino (Mao) en el enfrentamiento contra los japoneses en el norte de China, ayudando a expulsarlos.
Tras Hiroshima y Nagasaki, en agosto de 1945 el Ejército Rojo atacó a los japoneses en Manchuria. El avance soviético fue incontenible, en septiembre, los soviéticos se detuvieron en la entrada a Corea, ese mismo día (8 de septiembre), tropas estadounidenses desembarcaron en Inchon (Corea), era el primer aviso de la futura división de Corea.
Japón
se rindió el 9 de septiembre, China recuperó Manchuria, Taiwán y las islas
Pescadores, como había sido acordado en la Conferencia de El Cairo en 1943. El
Kuomintang (gobierno nacionalista chino de Chiang Kai-shek) fue reconocido por
las Naciones Unidas, pero Mao Zedong y el Partido Comunista de China tenían
mucho que decir, gracias a la Unión Soviética, incluso gracias a la anterior
ayuda militar estadounidense. La guerra civil china se reactivó, los
nacionalistas chinos huyeron a Taiwán en 1949 y la República Popular China
obtuvo el puesto en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
En el
presente
Para no hacer esta una interminable historia, retrocedamos solamente a la anterior administración estadounidense de Joe Biden. El destacado politólogo francés Thierry Meyssan destacaba en 2023 que el gobierno de Biden volvía a recordar el “peligro amarillo”, esta vez dentro del contexto económico (y no racista imperial como a fines del siglo XIX y todo el siglo XX), decía el decrépito mandatario:
“China robaría nuestras patentes, promovería la corrupción y
destruiría el medio ambiente antes de imponer su régimen totalitario por la
fuerza. Afortunadamente, Estados Unidos y la OTAN protegerían las democracias y
la paz…” (China: ¿el “peligro amarillo” en serio?, 7 diciembre 2021)
Lo único cierto es que el nuevo proyecto de la “Ruta de la Seda” promovido por China es un logro absoluto, consecuencia del trabajo chino, no obstante los problemas y obstáculos que afrontan los países con que negocia, esas naciones si que han visto un progreso. ¿Qué opinan en Estados Unidos y en la UE luego de décadas de imposición de su inviable sistema de intercambio comercial? La reacción, sobre todo estadounidense es protestar y denunciar ante el mundo el retorno del “peligro amarillo” (el éxito chino). Para ahondar más la acusación contra el "peligro amarillo", que no es nueva, se lanza la alarma de una aparente alianza económica entre Chima y Rusia que intentará destruir la civilización cristiana, al menos esa variante de la historia corre desde 1910.
¿Por qué los proyectos y programas de “prosperidad” promovidos por Occidente para todo el globo no han rendido los supuestos frutos deseados? Las acciones para el "desarrollo" del Tercer Mundo a través de la AID desde hace más de medio siglo (tras la “descolonización”) han sido patéticos e intencionados fracasos socio económicos y políticos. Respuesta: A EEUU y la “democrática” Europa (UE) no les conviene el progreso y desarrollo de las naciones (neocolonialismo).
La
administración Biden, opuesta a su predecesor -Donald Trump- declaró que
Estados Unidos “competirá” contra China, logró que el G7 se uniera a la lucha
de las "democracias" para mantenerse por delante del sistema
"totalitario" chino, y la Unión Europea gustosa impuso su
contraproyecto “Global Gateway”.
Biden
dirigió la “Cumbre Mundial sobre la Democracia”, a la cual -por supuesto- fue
invitada Taiwán, “para dar sustancia ideológica a este enfrentamiento”; pero
promover la democracia a toda costa tiene sus límites. El Gobierno
estadounidense decidió acoger las primeras Cumbres por la Democracia debido a
las dificultades a las que se enfrenta el mundo “libre” o la “democracia”
mundial, como queramos llamarla.
En
noviembre de 2022, desde la Casa Blanca se informó que Estados Unidos y más de
cien gobiernos afines en el mundo tomaron medidas significativas para construir
democracias más resilientes, combatir la corrupción y defender los derechos
humanos… dicen trabajar juntos para resistir la agresión autoritaria, incluida
la guerra no provocada e injustificada de Rusia contra Ucrania. Insisten en
señalar el deseo “universal de una gobernanza responsable, transparente y
respetuosa de los derechos”. La Cumbre apoyó a los medios “libres e
independientes” a través de la Agencia para el Desarrollo Internacional de EE.
UU. (USAID)…, protege a los periodistas física, digital y legalmente. USAID
costeó la defensa de periodistas, activistas de la sociedad civil y sus
organizaciones de difamación que lanzan calumnias para silenciar los informes
de sus detractores, inclusive mediante demandas destinadas a silenciarlos.
También se habló de la lucha contra la corrupción (Anticorrupción Global) para
“garantizar” que los países cumplan con sus compromisos y obligaciones
internacionales) …
Las
Cumbres fueron más allá, exigieron y siguen exigiendo que Rusia rinda cuentas.
En respuesta a la intervención militar en Ucrania por parte de Rusia, “Estados
Unidos, en coordinación con aliados y colaboradores, lanzó en marzo el acuerdo
multilateral Grupo de trabajo sobre Élites, Apoderados y Oligarcas de Rusia
(REPO) para que los responsables y beneficiarios de la maquinaria de guerra de
Rusia sean responsabilizados…”. Estados Unidos y sus colaboradores se
comprometieron “impulsar el trabajo de los activistas y otros reformadores que
trabajan en la primera línea de la renovación democrática”. Además, implementó
la “Tecnología avanzada para la democracia”, Biden destinó recursos para
“detener la ola de autoritarismo digital, promover una visión positiva para
Internet y las tecnologías emergentes, y conectar a miles de millones en todo
el mundo con tecnologías digitales e infraestructura respetuosas de los
derechos e impulsadas por los valores”, avances tecnológicos que reafirman la
democracia en países afines en África y Europa, etc. etc. (citas tomadas de
“Hoja informativa: Cumbre por la Democracia: Avances en el Año de Acción”, US
Department of State, 29 noviembre 2022).
Como
se aprecia del discurso, salvando las diferencias, es un retorno oficializado a
una nueva Guerra Fría, no solo en Europa sino en el mundo.
Decía
Meyssan en su artículo mencionado, “en nuestra imaginación, la Guerra Fría fue
entre la URSS atea y el Occidente religioso, o entre el comunismo y el
capitalismo. En realidad, el objetivo era impedir que un bloque con una cultura
de la solidaridad ejerciera influencia económica en el bloque dominado por los
anglosajones, con una cultura individualista. Esta vez ya no se trataría de
defender el derecho a la práctica religiosa y la libre empresa, sino de
defender la democracia. En el fondo, se trata todavía de pintar una imagen
caricaturesca de una potencia capaz de competir económicamente con los
anglosajones, ayer la URSS, hoy China”. (Quiero dejar sentado, una vez más, que
el sistema social implantado en la URSS fue un gran fracaso social).
El
periodista Lothrop Stoddard acuñó la palabra "untermenschen"
utilizada por los nazis, condenando una vieja alianza de chinos y japoneses
contra el hombre blanco. Los anglosajones describieron ese momento político
como la Caída de Tucídides, en referencia al antiguo historiador que escribió
la historia de las Guerras del Peloponeso. En 2017, un famoso politólogo
estadounidense, el profesor Graham Allison, explicó: “Lo que hizo que la guerra
fuera inevitable fue el crecimiento del poder ateniense y el miedo resultante
en Esparta”. De la misma manera, el desarrollo de China está provocando pánico
en el "Imperio estadounidense", que se está preparando para la
guerra. No importa que este razonamiento ignore las diferencias culturales y
aplique un concepto griego a China. Washington está convencido de ello. Sabe
que está amenazada por Pekín. (Destinados a la guerra: ¿Podrán Estados Unidos y
China escapar de la trampa de Tucídides? , Graham T. Allison, Houghton Mifflin
Harcourt (2017), citado por T. Meyssan)
Si el
profesor Allison no hubiera sido uno de los asesores de Caspar Weinberger en el
Pentágono en la década de 1980, y si hubiera tenido mejor formación, habría
comprendido que los chinos no razonan en absoluto como los estadounidenses.
Habría escuchado a Beijing protestar contra cualquier proyecto competidor y
defender acuerdos en los que todos ganen. No habría entendido esta fórmula en
el sentido anglosajón, sino en el chino, para asegurar el éxito de uno sin
perjudicar al otro. En el pasado, cuando el Emperador tomaba una decisión, solo
podía hacerla cumplir en sus provincias si se aseguraba de que todos vieran en
ella algo que fuera beneficioso para él. Como algunos de sus decretos no tenían
ningún efecto en esta o aquella provincia, tuvo incluso que crear algo que
fuera en interés de esa provincia. El poder del emperador sólo podía mantenerse
si no marginaba a nadie, ni siquiera al más pequeño.
Ahora, cada vez que Washington habla de “competencia” con Pekín, China responde que no puede haber tal cosa, que no acepta ni la rivalidad ni la guerra, sino que busca la armonía entre todos a través de relaciones de beneficio mutuo.
A
continuación, repasemos el resto del importantísimo artículo de Thierry
Meyssan, “China: ¿el “peligro amarillo” en serio?” (2021)
"En Chine Le gâteau des Rois et... des Empereurs" ("China - la tarta de reyes y... de emperadores"). Caricatura política francesa de 1898, en el suplemento del "Le Petit Journal", de 16 de enero de 1898. Esta ilustración es una reproducción de la Bibliothèque Nationale de France. representa los deseos imperialistas hacia China. El pastel representa a China, dividido entre la reina Victoria del Reino Unido, Guillermo II de Alemania que discute con la reina Victoria por un trozo de tierra mientras clava un cuchillo en la tarta en protesta, Nicolás II de Rusia, mira un trozo en particular, la francesa Marianne, se muestra diplomática como si no participara en el reparto, se la representa cercana a Nicolás II, recordando una vieja alianza zarista franco-rusa, el samurái representa a Meiji Tennó (Mutsuhito), emperador del Japón, contemplando cuidadosamente qué trozos tomar. Un funcionario estereotipado de la dinastía Qing levanta las manos para tratar de detenerlos, pero no puede hacer nada.
El 'engaño' chino
Se
podría pensar que Occidente entró en pánico por el repentino desarrollo
económico de China. El acuerdo entre Deng Xiaoping y las multinacionales
estadounidenses ha beneficiado a los salarios más bajos y ha provocado una
deslocalización a gran escala de fábricas occidentales en China. La clase media
está desapareciendo en Occidente, mientras que ha crecido en China y ahora en
la mayor parte de Asia. La Comisión Europea, que saludó este fenómeno hace
veinte años, comenzó a criticar la organización de la economía china en 2009.
De hecho, estas críticas ya existían antes, pero lo que cambió en 2009 fue que,
según el Tratado de Lisboa, pasó a ser competencia de Bruselas. Se trata, en
cada caso, de robo de patentes, de incumplimiento de normas medioambientales o
de nacionalismo económico chino.
Para
Pekín es perfectamente aceptable adquirir conocimientos occidentales. Las
patentes son una práctica relativamente nueva en el mundo. Fueron inventados en
Europa hace dos siglos. Hasta entonces se asumía que nadie era dueño de un
invento, que esto debería beneficiar a todos. Los chinos todavía piensan así.
Sin querer robarle a nadie, firman acuerdos comerciales con transferencia de
tecnología. Luego lo conservan y lo desarrollan.
En los
últimos años, Occidente ha trasladado sus industrias contaminantes a China.
Ahora les ofende que China tenga estándares ambientales más bajos que ellos,
pero no tienen intención de traer industrias contaminantes a casa. El malentendido
cultural alcanzó su punto máximo durante la reciente COP26 en Glasgow.
Occidente pide descarbonizar la economía global, mientras que China quiere
luchar contra la contaminación. Por ello, Pekín firmó una declaración conjunta
con Washington para demostrar que no quería ofender a Estados Unidos. El
comunicado asegura que los dos países están en la misma página, sin aclarar
nada y sin hacer ni el más mínimo compromiso concreto. Ningún diplomático chino
ha dicho nunca no a nadie, y esa palabra no existe en su idioma. Desde el punto
de vista chino, esta declaración conjunta es un "no" diplomático;
desde el punto de vista estadounidense, es una prueba de que todo el mundo cree
en el calentamiento global provocado por el hombre. (“Declaración conjunta de Glasgow
de Estados Unidos y China sobre el fortalecimiento de la acción climática en la
década de 2020”, Red Voltaire, 10 de noviembre de 2021).
En cuanto a las acusaciones de nacionalismo económico, los chinos nunca han ocultado que son nacionalistas y que todavía no han superado el colonialismo del que fueron víctimas. Aunque se han convertido al capitalismo en el comercio internacional, siguen siendo nacionalistas en su producción.
Nunca
hubo engaño alguno, ni siquiera deseo alguno de ello, por parte de los chinos,
sólo la complacencia de Estados Unidos y sus socios de creer que todo el mundo
piensa como ellos e ignorar las discretas advertencias de Pekín.
El
'imperialismo' chino
Documento de entrenamiento de la década de 1950 para oficiales del Pentágono
El
principal error se refiere al desarrollo militar de China. En menos de una
década, Beijing ha lanzado la producción en masa de armas muy avanzadas. El
ejército popular, que en el pasado era principalmente un servicio a la
comunidad, es ahora un cuerpo de élite. El servicio militar es obligatorio para
todos, pero sólo los mejores entre los mejores pueden aspirar a realizarlo y
disfrutar de los beneficios que conlleva. Hace unos años, China sólo era tan
buena en lo militar como lo era en número; hoy posee la armada más grande del
mundo y es capaz de ensordecer y cegar a los ejércitos de la OTAN pulverizando
sus satélites.
¿Pero para qué puede utilizar este refuerzo de hombres y armas? China ha invertido cantidades astronómicas de dinero en la construcción de Rutas de la Seda en el extranjero. Debe garantizar la seguridad de su personal y de sus inversiones en países lejanos. Además, como en la época antigua y medieval, deberá garantizar la seguridad en estas rutas en todo momento. Sus bases militares en el exterior están destinadas únicamente a estos dos fines y no a competir con Estados Unidos ni a invadir el mundo. Por ejemplo, su base en Yibuti le ha permitido proteger sus suministros marítimos de los piratas somalíes. Cabe señalar que Pekín y Moscú lo lograron rápidamente, mientras que la OTAN, que se había propuesto la misma tarea, fracasó por completo (o no quiere hacerlo por cuestiones geoestratégicas) (“Piratas, corsarios y filibusteros del siglo XXI”, Thierry Meyssan, Red Voltaire, 25 de junio de 2010)
Pekín
no tiene intención de revivir su desintegración a través de los tratados
desiguales que llevaron a que China fuera ocupada y saqueada por ocho potencias
extranjeras (Austria-Hungría, Bélgica, Francia, Alemania, Italia, Japón, Rusia,
Gran Bretaña y Estados Unidos). Es pues perfectamente legítimo que se arme para
adaptarse a lo que se han convertido esos poderes. Esto no significa que ella
planee comportarse como ellos, sino que quiere protegerse de ellos.
Continuaremos con una serie de artículos sobre el “peligro amarillo” en nuestros días y la política de Donald Trump, que en el fondo es lo que siempre anhelaron las élites estadounidenses que hoy dicen estar “alarmadas” por las acciones de Trump.
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