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17 noviembre 2018

Geopolítica del poder: La Ruta de la Seda (IX)





Introducción del redactor del blog

Una nueva entrega de esta serie de artículos referentes a la moderna "Ruta de la Seda" que en términos geopolíticos han constituido a lo largo del siglo XX y del presente una estrategia para consolidar el dominio de las grandes potencias en el comercio global. 

El papel de China no es indiferente para las élites occidentales y de Rusia. China cada vez da pasos más grandes para imponer (exportar) su gigantesca producción industrial al mundo; así  mismo, invierte miles de millones de dólares cada año con ese propósito, al firmar convenios con diversos países, de diferente ideología y religión, China lanza el mensaje que la era de las diferencias político, económico o religiosas son cosas del pasado - al menos para los chinos-. 

La República Popular China, comunista, en teoría, es hoy por hoy, con el perdón de los Estados Unidos, la mayor potencia industrial del mundo. A pesar que el mercado está inundado de productos de manufacturación china de pésima calidad (generalmente burdas falsificaciones) el original producto chino es altamente competitivo con cualquier otro producido en otras naciones superdesarrolladas.

Lo que no está claro, aun, es en que va a terminar aquella disputa y "guerra verbal" entre los Estados Unidos y China, sobre todo por la materia industrial y aranceles, así como la soberanía de las aguas territoriales del Mar de la China Meridional, aguas en las que estas y otras potencias han fijado sus intereses, sin olvidarnos de otras regiones del Índico y del Próximo Oriente, sin descartar la incursión china en la zona "natural" de influencia norteamericana (latinoamérica). Analistas internacionales preven un gran conflicto bélico entre China y los EEUU que podría terminar en el hipotético uso de armas nucleares. Se ha dicho -y con toda razón- que China constituye en este momento un mayor peligro para los intereses estadounidenses que la propia Rusia

Toda la actividad bélica de los Estados Unidos en Medio Oriente y el África desde finales del siglo XX hasta el presente han sido encaminadas a destruir las infraestructuras chinas en diversos países, sobre todo en el área petrolera, haciendo tambalear la economía mundial. Esa ha sido la forma de oponerse a la "infiltración" china, una confrontación armada no directa, planificada a través de otros actores. 

Evitar que el proyecto de la renacida "Ruta de la Seda" llegue a consolidarse es fundamental para la supervivencia de los estadounidenses y británicos (y sus aliados europeos). La razón? Si llegara a abrirse las antiguas rutas comerciales terrestres por Irak, Irán, Siria, Líbano, el Cáucaso, sería el final del predominio de las rutas comerciales marítimas, controladas por la Gran Bretaña y los EEUU. En este contexto debemos entender el por qué de la perpetua zozobra en que viven las regiones enunciadas, la "Ruta de la Seda" que une Oriente con Occidente es obstruida por innumerables e inacabables conflictos armados que surgen "espontáneamente" por medio del 'yihadismo', 'primaveras' y 'revoluciones'. 

Ya hemos abordado esto en otros artículos, en lo referente al siguiente análisis que daremos lectura, nos queda algunas interrogantes: Cuál es la verdadera posición de los EEUU sobre los acuerdos a los que han llegado chinos e israelíes? Y sobre todo, qué sucederá, en adelante, con verdaderos grupos de resistencia nacional ante el acuerdo comercial chino israelí?. Para ser más concretos, si Israel ataca al Líbano, sin duda Hezbolá responderá, pero atacará las infraestructuras israelíes que pronto podrán ser controladas por los chinos?. China ha mantenido una excelente relación con la resistencia libanesa, seguirá siéndolo en un futuro mediato?. Podría tratarse de una estrategia estadounidense para lograr lo que no pudieron décadas de guerra, es decir, terminar con el eje de la resistencia, a través del ahogamiento económico y privándoles del respaldo político de uno de los grandes protagonistas mundiales (China)?...

Esta parte de la historia todavía está por escribirse en un futuro mediato. En las notas a píes de página podrá encontrar tres enlaces de artículos relacionados, desde diferentes perspectivas: la prensa rusa, la prensa británica y una publicación judía en español. La diversidad de opiniones es fundamental para llegar a conclusiones lógicas. Este es un mundo de intereses económicos y geopolíticos estratégicos, no una teoría conspiranoica (sionista) como ya he leído en algunas publicaciones sensacionalistas.

Thierry Meyssan y la Red Voltaire nos traen los siguientes análisis.

Buena lectura

tito andino  



La «ruta de la seda» e Israel

por Thierry Meyssan

China sigue adelante con su proyecto de «Nueva Ruta de la Seda». El vicepresidente chino, Wang Qishan, inició una gira por el Medio Oriente, con una estancia de 4 días en Israel. Según los acuerdos ya firmados, de aquí a 2 años China controlará la mayor parte del mercado agroalimentario israelí, así como la alta tecnología y los intercambios internacionales de Israel. El paso siguiente debería ser la conclusión de un acuerdo de libre comercio. Todo eso modificará radicalmente la geopolítica regional.

La gira del vicepresidente chino Wang Qishan por Israel, Palestina, Egipto y los Emiratos Árabes Unidos apunta a desarrollar la «Nueva Ruta de la Seda».

En el otoño de 2013, China hizo público su proyecto de creación de vías de comunicación marítimas y principalmente terrestres a través del mundo. Asignó a ese proyecto sumas colosales y comenzó a concretarlo a toda velocidad. Los principales ejes pasan por Asia o por Rusia hacia el oeste de Europa. Pero China prevé también la creación de rutas de transporte a través de África y Latinoamérica.

Los obstáculos a la «Nueva Ruta de la Seda»

El proyecto chino tiene ante sí dos obstáculos: uno es de índole económica y el otro de carácter estratégico.

Desde el punto de vista chino, el objetivo de este proyecto es exportar los productos chinos siguiendo el modelo de la «Ruta de la Seda» que, desde el siglo II hasta el siglo XV, conectó China con Europa a través del valle de Ferganá –en Uzbekistán– y de territorios de Irán y Siria. En aquellos tiempos, los productos se transportaban de ciudad en ciudad y en cada etapa se intercambiaban unos productos por otros, según las necesidades de los comerciantes locales. Hoy en día la intención de China es vender sus productos directamente en Europa y en el resto del mundo.

Pero ya no se trata de productos exóticos (sedas, especias, etc.) sino de productos idénticos a los que fabrican los europeos y a menudo de superior calidad. La ruta comercial se convierte así en autopista. Marco Polo se enamoró de las variedades de seda que descubrió en el Extremo Oriente, incomparablemente superiores a las que podía encontrar en Italia, pero hoy Angela Merkel tiembla de temor ante la posibilidad de ver la industria automovilística alemana aplastada por sus competidores chinos. O sea, los países desarrollados van a tener que comerciar con China y, al mismo tiempo, tratar de proteger sus propias industrias del impacto económico.

Al exportar masivamente su producción, China ocupará en el comercio mundial el lugar que el Reino Unido ocupó, inicialmente en solitario y más tarde junto a Estados Unidos, desde la época de la Revolución Industrial
Fue precisamente para conservar esa supremacía que Winston Churchill y Franklin D. Roosevelt firmaron la Carta del Atlántico y que Estados Unidos se incorporó a la Segunda Guerra Mundial. Por consiguiente, es probable que los anglosajones no vacilen en recurrir a la fuerza militar para obstaculizar el proyecto chino [1], como ya lo hicieron en el pasado ante los proyectos de alemanes y japoneses.

En todo caso, el Pentágono publicó en 2013 el plan Wright, que preveía la creación de un nuevo Estado en territorios de Irak y Siria para bloquear la ruta de la seda entre Bagdad y Damasco. Esa era la misión encomendada al Emirato Islámico (Daesh), así que China ha modificado el trazado de su ruta. Pekín ha decidido finalmente hacerla pasar por Egipto y, para hacerlo posible, invirtió en la ampliación que multiplicó por dos la capacidad de tránsito a través del Canal de Suez y en la creación de una gran zona industrial a 120 kilómetros de El Cairo [2]

Para garantizar el bloqueo del proyecto chino, el Pentágono organizó también una «revolución de color» en Ucrania, como modo de cortar el tramo europeo de la ruta, y ha venido estimulando desórdenes en Nicaragua para impedir la construcción a través de ese país de un nuevo canal interoceánico que comunicaría las aguas del Pacífico con las del Atlántico.

A pesar del volumen sin precedente de las inversiones chinas en la Nueva Ruta de la Seda, es importante recordar que, en el siglo XV, China llegó a crear una gigantesca flota para garantizar la seguridad de sus rutas marítimas. El almirante chino Zheng He, conocido como «el eunuco de las Tres Joyas», combatió a los piratas de Sry Lanka, construyó pagodas en Etiopía e hizo personalmente el peregrinaje a La Meca. Sin embargo, cuando Zheng He regresó a China, el emperador canceló el proyecto y ordenó quemar la flota. China se replegó entonces sobre sí misma, precedente que indica que no se debe considerar que, desde el punto de vista chino, el éxito del proyecto pueda darse por sentado.

En el pasado reciente, China se implicó en el Medio Oriente sólo con la intención de adquirir el petróleo que necesitaba. En Irak, China construyó refinerías, destruidas por los yihadistas del Emirato Islámico (Daesh) y por las tropas de las potencias occidentales que simulaban luchar contra esos terroristas. Pekín se convirtió también en el principal comprador del petróleo de Arabia Saudita, donde construyó el gigantesco complejo petrolero de Yasref-Yanbu, a un costo de 10 000 millones de dólares.

Firma de la concesión del puerto israelí de Haifa al Shanghai International Port Group

Israel y la Nueva Ruta de la Seda

Los vínculos entre Israel y China datan del mandato del primer ministro israelí Ehud Olmert, cuyos padres se instalaron en Shanghai luego de haber huido de los nazis. Olmert, predecesor de Benyamin Netanyahu en el cargo de primer ministro, había tratado de establecer fuertes relaciones con Pekín. Pero sus esfuerzos se vieron neutralizados por su propio empeño en respaldar a uno de los grupos de piratas somalíes a los que Estados Unidos había confiado la tarea de obstaculizar el tráfico marítimo de los cargueros rusos y chinos a la salida del Mar Rojo [3]. Aquello estuvo a punto de provocar un gravísimo escándalo. Finalmente, China fue autorizada a abrir una base naval en Yibuti y Ehud Olmert fue separado de la vida política.


Estratégica base naval china en Yibuti, el pequeño país ubicado en el Cuerno de África, también existen bases de los Estados Unidos, Francia, Italia y Japón.

Desde 2016, China venía negociando con Israel un tratado de libre comercio. En ese contexto, el Shanghai International Port Group compró la concesión de explotación de los puertos de Haifa y Ashdod. Eso implica que, en 2021, China controlará el 90% del intercambio comercial de Israel. La transnacional china Bright Food ya adquirió el 56% de la cooperativa Tnuva, que agrupa a los productores de los kibutz, y podría incluso aumentar su participación en ella, de manera que China controlará gran parte del mercado agrícola israelí. Por otra parte, Jack Ma, el célebre fundador del sitio de ventas online Alibaba, estuvo en Tel Aviv como miembro de la delegación oficial china y no ocultó su intención de comprar numerosas startup israelíes para obtener acceso a su alta tecnología.

El sector del armamento ha sido el único ámbito de la economía israelí en mantenerse fuera del alcance del apetito chino. En septiembre, el profesor israelí Shaul Horev organizó en la universidad de Haifa –con ayuda del Hudson Institute estadounidense– una conferencia para alertar a los generales del Pentágono sobre las consecuencias de las inversiones chinas. Los expositores señalaron sobre todo que esos contratos exponen el país a un espionaje intensivo, dificultan el uso de los puertos israelíes por parte de los submarinos estadounidenses capaces de lanzar misiles nucleares y los vínculos de Israel con la Sexta Flota de Estados Unidos.

El ex director del Mossad, Ephraim Halevy, cuya vinculación con Estados Unidos es harto conocida, subrayó que el Consejo de Seguridad Nacional nunca deliberó sobre esas inversiones, decididas únicamente en función de aprovechar una oportunidad comercial. La interrogante que habría que plantearse es si Washington autorizó o no ese acercamiento entre Tel Aviv y Pekín.

No debemos equivocarnos sobre las razones que permitieron a China abrir una base militar en Yibuti y parece poco probable que Pekín haya concluido con Washington algún acuerdo secreto sobre esta nueva trayectoria de la ruta de la seda. Por supuesto, a Estados Unidos no le importa que se produzca un derrumbe económico de la Unión Europea. Pero, a largo plazo, China y Rusia van a verse obligadas a ponerse de acuerdo para protegerse de las potencias occidentales. La Historia ha demostrado fehacientemente que estas últimas han hecho todo lo posible –y siguen haciéndolo– por desmantelar a los dos gigantes. Por consiguiente, aunque una alianza entre China y Estados Unidos sería en lo inmediato favorable a Pekín, a la larga acabaría conduciendo a la eliminación sucesiva de Rusia y de la propia China.

Los acuerdos entre China e Israel hacen pensar más bien que, como dijera Lenin, «los capitalistas han vendido la cuerda que servirá para colgarlos».

La «ruta de la seda» pasará por Jordania, Egipto e Israel

Luego del asalto del Emirato Islámico (Daesh) contra la ciudad siria de Palmira, China renunció al trayecto histórico de la «ruta de la seda» (Bagdad-Palmira-Damasco-Tiro). Se planteó entonces la posibilidad de recurrir a un trazado alternativo que ya no pasaría por Siria sino por Turquía.

En la Antigüedad existió también un trayecto secundario que pasaba por Petra, en Jordania, y Alejandría, en Egipto. Finalmente, la nueva ruta de la seda debería pasar por Jordania y bifurcar después hacia Egipto e Israel.

El paso a través de Egipto ya contaba con el aval de la administración Obama, que autorizó la ampliación del Canal de Suez al doble de su capacidad –trabajo ya realizado– y la creación de una gran zona industrial –hoy en vías de realización.

Al parecer, la administración Trump ya autorizó el paso por Israel. En todo caso, el Shanghai International Port Group acaba de adquirir una concesión para operar los puertos de Haifa y Asdod. China construirá además el túnel del Monte Carmelo para multiplicar por dos el acceso al puerto de Haifa.

Por consiguiente, para el año 2021 el 90% del comercio internacional de Israel estará en manos de China, lo cual significa que la República Popular China se convertirá –junto a Estados Unidos– en coprotector de Israel, perspectiva que ya encuentra rechazo en los círculos militares israelo-estadounidenses.

Esta modificación del recorrido de la nueva ruta de la seda cambiaría radicalmente la geopolítica regional. China ha sido hasta ahora un socio comercial para Israel –exceptuando el sector del armamento– y un aliado político para el Hamas –que incluso dispone de una representación en Pekín. Al mismo tiempo, China proporcionaba misiles al Hezbollah libanés. En lo adelante, el Hamas y el Hezbollah tendrían que abstenerse de atacar objetivos vinculados al transporte por carretera, por tren o los puertos israelíes para no entrar en conflicto con los intereses chinos. No está de más recordar que el secretario general del Hezbollah, Hassan Nasrallah, explicaba que ante una agresión israelí contra el Líbano, Hezbollah podía bombardear el material nuclear almacenado en el puerto israelí de Haifa.

Pero el nuevo trazado modifica incluso la geopolítica mundial. El acuerdo entre China e Israel supone una autorización previa de Washington. La estrategia comercial china ignora una serie de condiciones políticas ya que modifica profundamente el sentido de la Asociación de la Eurasia Ampliada, pactada entre China y Rusia y que hoy sirve de base a la alianza entre estos dos últimos países.

Por lo pronto, el anuncio de este nuevo trazado revela la existencia de un acuerdo secreto entre Pekín y Washington, a pesar de la escalada bilateral en materia de gravámenes aduanales.

Si el proyecto chino llega a concretarse, todos los países del Medio Oriente tendrán que reposicionarse y todos los países del mundo tendrán adaptarse después a la nueva situación.

El proyecto israelí de ferrocarril del Mediterráneo al Golfo Pérsico



El ministro israelí de Transportes e Inteligencia, Israel Katz, presentó el 5 de noviembre de 2018 ‎su proyecto de ferrocarril entre el Mediterráneo y el Golfo Pérsico. Se trata de construir una vía ‎férrea que pasaría a través de Jordania, Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos y el sultanato ‎de Omán.

Israel Katz ya había mencionado ese proyecto en abril de 2017. Pero esta vez lo presentó en el ‎congreso mundial de la Unión Internacional del Transporte por Carretera (IRU, siglas en inglés), ‎realizado en Omán. La IRU no es una agencia especializada de la ONU para el transporte ‎ferroviario sino sólo un sindicato de transportistas por carretera (camiones y autobuses) que ‎se ocupa de negociar las condiciones de circulación a través de las fronteras. ‎

El anuncio del ministro israelí, que no se justificaba en el marco del congreso mundial de la URI, ‎puede estar vinculado a la maniobra israelí de acercamiento diplomático a las monarquías ‎del Golfo, maniobra cuyos principales pasos han sido hasta ahora el reciente viaje del primer ‎ministro israelí Benyamin Netanyahu al sultanato de Omán y la visita de la ministro israelí de ‎Cultura y Deportes a la mezquita Jeque Zayed, en los Emiratos Árabes Unidos. ‎

El «Ferrocarril de la Paz», como lo ha llamado Israel, partiría del puerto israelí de Haifa (cuya ‎explotación acaba de ser cedida al Shanghai International Port Group), atravesaría Arabia Saudita ‎‎(el príncipe Mohamed ben Salman, heredero del trono saudita y ministro de Defensa, visitó ‎en secreto Israel hace un año), y terminaría en Omán, donde el sultán Qabus –en plena crisis de ‎Alzheimer– fingió recibir a Netanyahu.‎

El enviado de Estados Unidos para el Medio Oriente, Jason Greenblatt, afirmó en Twitter que ‎‎«esos esfuerzos respaldan los nuestros», sugiriendo así que el proyecto ferrocarrilero de Israel ‎está vinculado al «Acuerdo del Siglo» anunciado por el presidente estadounidense Donald Trump. ‎

Notas:

[1] “The Geopolitics of American Global Decline”, Alfred McCoy, Tom Dispatch (Estados Unidos), Voltaire Network, 22 de junio de 2015.
[2] «China se despliega en el Medio Oriente», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 25 de enero de 2016.
[3] «Piratas, corsarios y filibusteros del siglo XXI», por Thierry Meyssan, Оdnako (Rusia), Red Voltaire, 1º de junio de 2010.

Fuente original:

La «ruta de la seda» e Israel
La «ruta de la seda» pasará por Jordania, Egipto e Israel
El proyecto israelí de ferrocarril del Mediterráneo al Golfo Pérsico

10 noviembre 2018

Nazismo y Monarquía (III): Monarquistas y Príncipes prusianos en la Wehrmacht


Retratos del Kaiser Guillermo II y Adolf Hitler.


Breve nota del editor del blog

Esta es la tercera y final entrega sobre nazismo y monarquía. Revisaremos algunos casos de los viejos oficiales pro monárquicos y de príncipes que sirvieron en la Wehrmacht (y algunas excepciones que se enrolaron en las filas del nazismo, como el caso de August Wilhelm, el cuarto hijo del Kaiser). A estas alturas ya tenemos claro que los nazis consiguieron usufructuar la debilidad política de posguerra del sector monárquico y de la misma nobleza alemana para alzarse con el poder absoluto. 

Sin embargo, fueron los nobles y los no tan nobles veteranos de la primera guerra mundial -opuestos al nazismo- quienes llevaron el peso de la guerra hitleriana en los primeros años de la contienda. Muchos aspiraban ver restablecida la Monarquía; otros más pragmáticos, desde el inicio, se opusieron al nazismo y conspiraron contra Hitler; mas, las fuerzas irresistibles del destino les tenía reservado otro desenlace. Los monárquicos eran excelentes soldados, mantenían su código de honor de respeto y obediencia a la autoridad y, aunque eran antinazis, lucharon con gallardía por Alemania; en un último acto de arrojo quisieron frenar el infierno al que los había conducido Hitler (con su complicidad), fracasaron.

Existieron centenares de nobles y aristocráticos alemanes que laboraron para el Tercer Reich, muchos eran profesionales que servían en la administración pública desde hace mucho tiempo, la mayoría funcionarios de alto rango en los Ministerios de Estado, como en el Ministerio de Relaciones Exteriores. Algunos abrazaron la fe nazi, pero una gran parte conservó su posición como meros empleados de la burocracia estatal. Naturalmente, existieron -dada su función- entidades que emanaban órdenes de dudosa legalidad, como el Ministerio del Interior, lo que implicó cierto grado de responsabilidad a sus funcionarios después de la guerra.  

"The Mad Monarchist", nuestra fuente de información, nos relata la historia de monarquistas y de príncipes prusianos en el ejército alemán durante la segunda guerra mundial. 

Los textos originales fueron redactados en inglés, han sido traducidos por el editor de este blog, el contenido original y el pensamiento de su autor son respetados. Ya lo hemos aclarado, el autor de estos artículos es un pro monárquico; sin embargo, su excelente contenido se ajusta a los requerimientos de una moderna historiografía.

Buena lectura.


*****

Monarquistas en el ejército alemán de la Segunda Guerra Mundial.




Después de la victoriosa guerra relámpago alemana de 1940, Adolf Hitler se indignó con el exiliado Kaiser alemán, Wilhelm II, éste último se refirió a las triunfantes tropas como suyas. Esto, generalmente, se entiende como una referencia del ex-Kaiser al hecho que el liderazgo militar alemán de la Segunda Guerra Mundial había sido conformado con los oficiales subalternos y cadetes en la Primera Guerra Mundial; habían aprendido su oficio en la Alemania del Kaiser. 

Sin embargo, hubo una verdad más literal en la declaración del Kaiser de lo que muchas personas se dieron cuenta. El ejército de la Alemania nazi no estaba lleno de nazis incondicionales, aunque algunos ciertamente se inclinaron en esa dirección. Muchos eran hombres apolíticos que consideraban que los asuntos de gobierno no eran de su incumbencia y no era el tipo de cosas por las que los militares profesionales se preocuparan; también estaban aquellos que eran monárquicos y muy conscientes de la distinción que luchaban por su patria alemana y no por Adolf Hitler o el partido nazi. 

Puede que haya habido más monárquicos de los que se puede saber con seguridad, ya que muchos consideraron que expresar sus opiniones políticas era indecoroso debido a que, después de la conquista de los nazis del poder, expresar cualquier apoyo a cualquier otra forma de gobierno hubiera significado la ruina. para ellos y sus familias.




Incluso antes que los nazis llegaran al poder, ser abiertamente demasiado monárquico podría ser desastroso para un oficial militar alemán, inclusive en la República de Weimar. El comandante del ejército, coronel general Hans von Seeckt, concluyó su carrera militar cuando invitó al príncipe Wilhelm, nieto de Kaiser, a las maniobras del ejército en el otoño de 1926. 


Korvettenkapitan Hermann Ehrhardt


También hubo una reacción violenta después de un intento de golpe de estado anterior contra la república en la que participaron muchos monárquicos. El capitán de la Armada Imperial Hermann Ehrhardt, líder de una de las mejores unidades de Freikorps en el caótico período posterior a la Gran Guerra en Alemania, tuvo que huir del país después de participar en el Putsch de Kapp, pero luego regresó y se opuso al primer intento de los nazis de tomar el poder en Baviera, apuntado para ser asesinado durante la "Noche de los cuchillos largos", logró escapar a Austria y eludió al régimen nazi durante la segunda guerra mundial.

El mariscal de campo general Erwin von Witzleben, que provenía de la nobleza prusiana, fue asumiendo la mayoría de simpatías monárquicas, se enfrentó a los nazis y fue retirado del servicio en la segunda guerra mundial, más tarde sería ejecutado por su participación en el fallido complot para asesinar a Hitler. El mayor general Ferdinand von Bredow, un monárquico y jefe de inteligencia militar, no escapó y fue asesinado tempranamente en la "Noche de los Cuchillos Largos".


Mariscal de Campo Karl Rudolf Gerd von Rundstedt 


El oficial alemán de mayor rango conocido como monárquico fue el mariscal de campo general Gerd von Rundstedt. Venía de una familia aristocrática prusiana con una historia de servicio militar que se remonta al venerado ejército de Federico el Grande. Fue oficial del estado mayor en la primera guerra mundial y más tarde, tras su retiro, fue nombrado Jefe Honorario del Decimoctavo Regimiento. Se destaca en las fotografías por su preferencia de usar el encaje de cuello de su regimiento en lugar de la insignia habitual de collar para los oficiales generales. Llamado en 1939 al servicio activo para planificar la campaña polaca y reconocido como un brillante comandante, un maestro respecto a la planificación general. Cuando las unidades de la SS, detrás de las líneas, comenzaron a masacrar a los judíos, las expulsó de su área de operaciones. Fue comandante del Grupo de Ejércitos A en la "blitzkrieg" en Europa Occidental y comandante del Grupo de Ejércitos del Sur en la invasión a la Unión Soviética, liderando la conquista de Ucrania.

Durante estos años, fue contactado por miembros de la resistencia contra los nazis que trataron de alistarlo en su causa pero, aunque simpatizó con ellos, se negó a participar, por temor al caos que seguiría al derrocamiento violento del régimen. Cesado tras enfrentarse con Hitler y nuevamente reintegrado como Comandante del Frente Occidental, donde no estuvo de acuerdo con su subordinado, el mariscal de campo Rommel, sobre la mejor manera de repeler la invasión aliada que se produjo en junio de 1944 en Normandía. Después de la derrota en Normandía, tras expresar que Alemania debía hacer las paces, fue despedido nuevamente, luego sería llamado otra vez para comandar el frente occidental y derrotar la invasión aliada en los Países Bajos (Operación Market Garden). Todavía era el comandante del frente occidental cuando se lanzó la ofensiva de las Ardenas, luego supervisó una nueva línea defensiva a lo largo del Rin. Sin embargo, Hitler tan errático como siempre volvió a destituir a von Rundstedt, por última vez, en marzo de 1945, reemplazado por el Mariscal Albert Kesselring de la Luftwaffe.


Mariscal de Campo Fedor von Bock


Otra figura militar de alto rango conocida como monárquico, y miembro de una familia militar prusiana de larga data fue el mariscal de campo Fedor von Bock, provenía de la aristocracia alemana y rusa, nacido en lo que hoy es Polonia, era sobrino del Coronel General Erich von Falkenhayn, cerebro de la ofensiva de Verdún en la primera guerra mundial. Se desempeñó como oficial subalterno en ese conflicto a las órdenes del príncipe Rupprecht, de la corona bavara, con quien se hizo amigo, fue dinstinguido con la codiciada Pour le Merite Imperial Alemana (Blue Max). Era un firme opositor de las restricciones aliadas impuestas al ejército alemán por el Tratado de Versalles y, como tal, aprobó algunas políticas nazis con respecto al rearme y la reafirmación de la independencia alemana; sin embargo, no sentía amor por el régimen nazi en sí. Fue un monárquico incondicional y continuó visitando regularmente al exiliado Kaiser Wilhelm II en los Países Bajos. A Hitler le hubiera gustado deshacerse de él, pero era simplemente demasiado valioso como líder militar. Dirigió las fuerzas alemanas a Viena después de la unión con Austria y a Checoslovaquia después de que ese país fue desmembrado y ocupado.

Durante la segunda guerra mundial, von Bock dirigió al Grupo de Ejércitos del Norte en la conquista de Polonia y el Grupo de Ejércitos B en la invasión de Francia y los Países Bajos. Cuando llegó la invasión de la Unión Soviética en 1941, formaba parte de un bloque de comandantes monárquicos alemanes en el frente oriental. Dirigió el Grupo de Ejércitos Centro mientras que en sus flancos se encontraba el Grupo de Ejércitos del Norte comandado por el mariscal de campo monárquico Wilhelm Ritter von Leeb y el Grupo de Ejércitos del Sur comandado por el mariscal de campo monárquico Gerd von Rundstedt. 

Von Bock no estaba de acuerdo con la intromisión de Hitler en la campaña, él prefería seguir presionando a Moscú lo más rápido posible con sus divisiones panzer, dejando que los ejércitos rusos fueran barridos lentamente por la infantería en lugar de tomarse el tiempo para rodear y eliminar a cada fuerza enemiga. El orden constante de desviar sus fuerzas blindadas hacia el norte o el sur advirtió en el mando el desperdició de recursos y ralentización de la campaña. Cuando sus fuerzas recibieron el rol clave en el avance sobre Moscú (Operación Tifón), se demostró que las apreciaciones de von Bock habían sido correctas todo el tiempo. Las demoras habían permitido a los rusos reforzar sus posiciones, el Alto Mando Alemán le ordenó que enviara sus fuerzas blindadas bajo el famoso general panzer Heinz Guderian hacia Bryansk para rodear a más fuerzas del Ejército Rojo en lugar de seguir adelante. Una combinación de la dura resistencia rusa, las desviaciones de recursos y el cada vez más mal tiempo detuvieron finalmente la ofensiva justo por debajo de Moscú.

El mariscal de campo von Bock fue despedido después de los continuos desacuerdos sobre el manejo del Fuhrer de la campaña rusa. Von Bock también se sintió frustrado por el trato a los civiles rusos y la oposición de Hitler a reclutar a rusos anticomunistas en la causa del Eje (el Ejército de Liberación Ruso del General Andrei Vlasov). Como un conocido monárquico que se oponía al régimen nazi, fue abordado naturalmente por miembros de la resistencia que estaban tramando el asesinato de Hitler. Al igual que von Rundstedt, von Bock simpatizó pero se negó a involucrarse. Estaba convencido que las SS eran demasiado poderosas y que Himmler, Jefe de las SS, impediría que cualquier golpe fuera exitoso, incluso si lograban matar a Hitler. Permaneció retirado hasta 1945, cuando el almirante Karl Doenitz asumió el liderazgo del Reich después del suicidio de Hitler. Von Bock se dispuso a reunirse con el nuevo Führer, probablemente para asumir un nuevo puesto militar, pero su automóvil fue atacado en el camino a Kiel por un avión británico. Fedor von Bock se convirtió así en el único mariscal de campo alemán de la Segunda Guerra Mundial que murió por fuego hostil.


Mariscal de campo Wilhelm Ritter von Leeb 

El mencionado mariscal de campo Wilhelm Ritter von Leeb fue otro monárquico que se destacó en el ejército alemán en la segunda guerra mundial. Era un bávaro con un largo historial de servicio a su país, sirvió en China durante la rebelión de los bóxers como oficial de artillería, sirvió como oficial de personal en la primera guerra mundial, predominantemente en el frente oriental. En 1915 obtuvo la Cruz de Caballeros de la Orden Militar de Max Joseph, una muy prestigiosa condecoración bávara, fue elevado al rango de caballero (ritter) de la nobleza menor, Wilhelm Leeb se convirtió en Wilhelm Ritter von Leeb. Manteniéndose en el ejército, Ritter von Leeb fue quien ordenó a las tropas que reprimieran el primer intento nazi de tomar el poder en el "putsh de la Cervecería" de Munich de 1923. No hace falta decir que Hitler despreciaba al realista bávaro, después de llegar al poder, von Leeb fue rápidamente promovido a coronel general y pasó a retiro. Sin embargo, los oficiales talentosos de tal experiencia como Ritter von Leeb eran raros y Hitler tuvo que tolerarlo cuando fue necesario. Fue llamado para la ocupación de Checoslovaquia, se le concedió el mando de un ejército, pero luego retirado rápidamente al no haber respuesta de los Aliados.

Cuando estalló la segunda guerra mundial, Ritter von Leeb nuevamente fue llamado al servicio militar para el blitzkrieg en el oeste, recibió el comando del Grupo de Ejércitos C. Molestó a Hitler de nuevo al objetar las violaciones de la neutralidad holandesa y belga que Alemania había prometido respetar. Era un hombre de honor e integridad, esos valores no siempre eran apreciados por el nuevo liderazgo en Berlín. En el servicio demostró su experto liderazgo y, por su contribución a la victoria sobre los Aliados en el oeste, recibió la Cruz de Caballero y promovido a Mariscal de Campo. Para la invasión de la Unión Soviética, Hitler decidió que no podía prescindir de él, le otorgó a Ritter von Leeb el mando del Grupo de Ejércitos Norte. Sus fuerzas se desempeñaron magníficamente, aplastando la resistencia soviética y moviéndose rápidamente para rodear la histórica y clave ciudad de Leningrado. Podría haberla tomado, pero en ese momento crucial, se le ordenó desviar fuerzas de su comando hacia el sur. Leningrado nunca sería tomada, se volvería el escenario del asedio más largo de la historia militar moderna. Cuando Ritter von Leeb aconsejó mantenerse a la defensiva para que el Grupo de Ejércitos del Centro pudiera ser reforzado y empujado hacia Moscú, Hitler lo acusó de timidez y culpó a su catolicismo, diciendo que von Leeb preferiría rezar que luchar. Ritter von Leeb estaba igual de disgustado con la microgestión de la guerra por parte de Hitler y pidió ser relevado del mando. Hitler rápidamente concedió su solicitud y nunca volvió al servicio activo.

Existieron, probablemente, muchos más monárquicos sirviendo en el ejército alemán de la segunda guerra mundial, pero la situación política, así como las sensibilidades y tradiciones prevalecientes del cuerpo de oficiales impidieron que la mayoría de ellos hicieran conocer explícitamente sus sentimientos monárquicos. No obstante, algunos lograron enviar señales que parecían ser un mensaje claro en cuanto a sus verdaderas opiniones políticas. 


Hans Wilhelm Langsdorff (Rügen, 20 de marzo de 1894 – Buenos Aires, 20 de diciembre de 1939)


Por último, veremos el caso de un famoso oficial naval alemán en la segunda guerra mundial. Antes del conflicto, en parte debido a las restricciones del tratado y en parte debido a una estrategia naval intencional, Alemania construyó una serie de buques conocidos como "acorazados de bolsillo", diseñados para ser más ligeros y más rápidos que la mayoría de los otros buques de guerra. De estos, probablemente el más famoso fue el Almirante Graf Spee comandado por el Capitán Hans Langsdorff. El capitán Langsdorff había servido en la flota de alta mar en la primera guerra mundial, ganando la Cruz de Hierro por sus acciones en la Batalla de Jutlandia y continuó avanzando en su carrera en los años de entreguerras. En 1938 se le dio el mando del Almirante Graf Spee y al año siguiente, con el estallido de la guerra, se dispuso hacer todo el daño posible en las rutas marítimas británicas del Atlántico Sur, los buques mercantes serían sus objetivos principales.

El capitán Langsdorff cumplió con su deber de manera brillante, hundiendo nueve barcos británicos, un total de 50,000 toneladas de envíos perdidos. El Almirantazgo británico se vio presa del pánico, se desviaron recursos de todas partes para cazar y hundir al Graf Spee. Sin embargo, el capitán Langsdorff no era un pirata, sino un verdadero oficial y un caballero. Siguió todas las reglas apropiadas para la guerra en el mar y nadie de ninguno de los barcos que hundió murió. El acorazado de bolsillo pronto se llenó de prisioneros británicos y ellos fueron unánimes en dar fe de lo bien que los trató el capitán alemán. Sin embargo, la breve y brillante carrera del Graf Spee pronto terminaría a medida que más buques de guerra británicos se mudaron al área. 

Finalmente, el acorazado de bolsillo fue arrinconado en Montevideo, Uruguay por la Royal Navy. Después de una breve batalla en el Río de la Plata, se ordenó al capitán Langsdorff que hundiera su barco en lugar de verlo capturado por las autoridades uruguayas. Lo hizo y después de supervisar el bienestar de su tripulación, el capitán Hans Langsdorff, vestido con su mejor uniforme, se envolvió en una insignia naval alemana y se disparó en la cabeza. Fue un final trágico y noble para un oficial naval prometedor. En su muerte, también envió un mensaje que sugiere firmemente que el capitán Langsdorff era simpatizante de la bandera monarquista en la que se envolvió antes de quitarse la vida. No era la swástica de la Alemania nazi, sino la bandera de la antigua armada imperial alemana, al servicio del rey de Prusia y del Kaiser alemán con quien había iniciado su carrera. En la muerte, le había mostrado al mundo cuáles eran sus verdaderas lealtades.



PRÍNCIPES PRUSIANOS EN LA IIGM


Algunos representantes de diversas Casas Monárquicas y de la nobleza alemana en la IIGM. Arriba: De izquierda a derecha: Príncipe Josias zu Waldeck und Pyrmont (SS), Duque Karl Eduard Herzog von Sachsen-Coburg und Gotha (SA); Barón Otto Gustav von Wächter (SS). En el medio: de izquierda a derecha: Príncipe Heinrich Reuss zu Köstritz; Príncipe August Wilhelm von Preußen (SA, cuarto hijo del Kaiser Wilhelm II); Príncipe Karl zu Salm-Horstmar. Abajo: de izquierda a derecha: Príncipe Heinrich Sayn-Wittgenstein; Príncipe Egmond Lippe-Weissenfeld; Príncipe Wilhelm von Schönburg-Waldenburg.

Durante los años de la dictadura nazi en Alemania, algunos miembros de la realeza abrazaron el nuevo régimen, mientras que otros se opusieron. Los que se unieron a los nazis eran en su mayoría de familias menores que sentían que no tenían nada que perder al hacerlo y que habrían ganado poco si se hubiera restablecido el antiguo sistema monárquico. 

Fueron los miembros de la realeza prusiana quienes más se centraron en sondear al nazismo, anteriormente no solo habían sido la Familia Real de Prusia sino la Familia Imperial de toda Alemania. De ellos, es importante señalar que solo un hijo del ex Kaiser, el Príncipe Augusto Guillermo (August Wilhelm) asumió la causa nazi. Su padre, el Kaiser Guillermo II, prácticamente lo repudió por hacerlo, ya que se negó a tener algo que ver con cualquier gobierno en Alemania que no fuera la antigua monarquía. Algunos pensaron que el príncipe Augusto Guillermo abrigaba ambiciones para obtener el trono imperial para él o para su hijo, pero, por supuesto, eso es algo que los nazis nunca habrían permitido. Al final, Hitler se volvería contra él, mientras enardecía contra todos los miembros de la realeza alemana cuando ya no podían serle de utilidad.


Hitler junto al duque Karl Eduard Herzog von Sachsen-Coburg und Gotha


Nota interpuesta por el editor del blog
Un hecho interesante que ha pasado por alto, durante la era hitleriana, un recluta de las SA, Karl Eduard de Sajonia-Coburgo-Gotha (Duque Karl Eduard Herzog von Sachsen-Coburg und Gotha) fue el cuarto y último duque de Sajonia-Coburgo y Gotha, dos ducados en Alemania. También era nieto de la reina Victoria y del príncipe Alberto en línea paterna, por lo que también fue príncipe del Reino Unido y ostentaba el título de duque de Albany (su padre era Leopoldo de Albany). Karl Eduard (o Carlos Eduardo) de Sajonia-Coburgo-Gotha contrajo matrimonio (convenido con su tío el kaiser Guillermo II) con la nieta del kaiser, la princesa Victoria Adelaida de Schleswig-Holstein-Sonderburg-Glücksburg.
El duque Karl Eduard participó en la Gran Guerra como oficial alemán, reino al que prestó fidelidad, fue privado en 1919 de sus títulos de duque de Albany y de príncipe del Reino Unido y del tratamiento de Alteza Real y demás honores británicos. En 1918 se le obligó a abdicar el trono del Ducado de Sajonia-Coburgo-Gotha. Amargado por tales desplantes formó parte de organizaciones paramilitares y derechistas alemanas relacionadas con los nazis, finalmente se afilió al partido nazi en 1935, se enroló en las SA con el rango de Obergruppenführer, miembro del Reichstag (1937-1945), presidente de la Cruz Roja Alemana (1933-1945). La Cruz Roja Alemana fue parte del partido nazi, perdiendo cualquier vínculo con la neutral Cruz Roja Internacional. Hitler lo delegó como presidente de la Sociedad de Amistad Anglo-Germana en 1936, quizá fue Carlos Eduardo quien influyó en Hitler sobre un presunto y sólido sentimiento pro alemán de la aristocracia británica. Fue el anfitrión de Eduardo VIII (duque de Windsor), tras su abdicación al trono británico, durante su viaje privado a Alemania en 1937.  Al finalizar la guerra, el Gobierno militar americano en Baviera, por orden del general George S. Patton, puso en arresto domiciliario al duque Karl Eduard, luego encarcelado junto a otros oficiales nazis. En 1946 fue sentenciado por un tribunal de desnazificación. Sajonia-Coburgo-Gotha fue dividida por los aliados, los soviéticos confiscaron una gran parte de sus propiedades en su zona de ocupación. Murió en 1954, siendo el mayor de los sobrevivientes varones de la reina Victoria.


Secuencias fotográficas del duque Karl Eduard Herzog von Sachsen-Coburg und Gotha


Numerosos príncipes prusianos, mientras rechazaban al partido nazi, se unieron a la Wehrmacht (fuerzas armadas alemanas) y lucharon en la guerra, desde el principio. Es importante entender quiénes eran estos hombres y por qué sirvieron, considerando que los nazis y todo lo relacionado con ellos han sido vilipendiados hasta el punto de aparecer como caricaturas casi ficticias de maldad pura, hechos reales de la situación a menudo son ignorados. 

No todos los alemanes eran nazis, y ni siquiera todos los nazis lo hacían porque querían estar en el "equipo" más perverso del mundo. Muchos hombres lucharon por Alemania en la segunda guerra mundial, no eran miembros del partido nazi y, por otro lado, hubo ejemplos como el famoso caso de Oscar Schindler, que era un miembro del partido nazi, que se sentía honrado con lo que hizo. 

El problema que asolaba a la familia real alemana era el mismo que han enfrentado muchos miembros de la realeza de todo el mundo cuyos países han abolido sus monarquías; ya sea para ponerse en oposición a su país, debido a su gobierno o para defender su patria independientemente de la situación política.


El príncipe Heredero Wilhelm de Prusia; en la derecha junto al canciller Adolf Hitler en Potsdam, 21 marzo 1933 


En ausencia del Kaiser, exiliado en los Países Bajos, el rey de mayor rango en Alemania fue el Príncipe Heredero Prusiano, Wilhelm (Guillermo). De sus hijos, todos los que pudieron, sirvieron en el ejército alemán durante la segunda guerra mundial de alguna manera, al menos por un tiempo. El único que no lo hizo fue su hijo menor, el príncipe Friedrich de Prusia, que estudiaba en Inglaterra cuando estalló la guerra, siendo arrestado por las autoridades británicas como "enemigo" y ubicado en un campo de internamiento en Inglaterra, luego se mudaría a Canadá. En ambos campos, sus compañeros de prisión lo eligieron su líder y se convirtió en ciudadano británico después de la guerra, en 1947. El primero y el tercer hijo del príncipe Heredero Guillermo sirvieron en el ejército alemán, mientras que el segundo sirvió en la Luftwaffe. 

El príncipe heredero Guillermo, a veces, es representado como miembro o partidario del partido nazi, eso no es cierto. Veterano de la primera guerra mundial y comandante de un grupo de ejércitos en el frente occidental, el Príncipe heredero se opuso al Tratado de Versalles como lo hizo cualquier alemán patriótico, se opuso a la República de Weimar y apoyó a Alemania. Sin embargo, nunca fue miembro o partidario del nazismo. Suposiciones en contrario surgen principalmente del hecho que se pueden encontrar numerosas fotos del Príncipe Heredero con lo que parece ser el uniforme estándar de los camisas marrones nazis (SA). 


Príncipe Heredero Wilhelm von Preußen 


A pesar de las apariencias, el príncipe heredero no era un camisa marrón, sino que pertenecía al National Socialist Motor Corps (NSKK), organización subsidiaria para los entusiastas de los automóviles y las motocicletas. Era un hecho en la vida de Alemania, bajo el régimen nazi que, todas las organizaciones debían adoptar, de forma casi obligatoria, uniformes de estilo nazi, incluidas las ubicuas camisas marrones y los brazaletes con la esvástica. Sin embargo, no había nada siniestro en el propio NSKK. Ahí se capacitaba a los conductores, ayudaba a los automovilistas y realizaban mítines, de manera similar a organizaciones como AAA en Estados Unidos o la Asociación Británica de Automóviles

El príncipe heredero Guillermo nunca fue miembro del Partido Nazi y nunca respaldó a Adolf Hitler ni a su movimiento. El liderazgo nazi ciertamente nunca vio al Príncipe heredero como un aliado, sino todo lo contrario, sus sentimientos en ese sentido se volverían muy claros durante el curso de la segunda guerra mundial. Desde el principio, los nazis intentaron reclutar miembros de la realeza para decorar su partido, a la vez que se mostraban paranoicos ante cualquier simpatía por la antigua monarquía, tomando medidas contra los miembros de la realeza, incluso si estaban sirviendo en uniforme con las fuerzas armadas alemanas. 


Príncipe Guillermo von Preußen, hijo del Príncipe Heredero Guillermo, murió en combate en Francia 1940


El hijo mayor del príncipe heredero Guillermo, también llamado como su padre y abuelo Guillermo (Wilhelm) nació con la expectativa de convertirse algún día en Kaiser alemán. Todo eso cambió con la revolución alemana en 1918, por supuesto. Sin embargo, cuando llegó a la edad adulta, el romance le impidió continuar el camino a su esperado liderazgo en la Casa Hohenzollern. En 1933, contra los deseos de su abuelo, el príncipe Guillermo se casó con Dorothea von Salviati, a quien había conocido mientras estaba en la escuela en Bonn. Debido a las reglas dinásticas, tuvo que renunciar a su derecho al trono y a los derechos de sucesión de futuros hijos por casarse con la mujer que tenía su corazón. Al hacerlo, el futuro de la Casa de Hohenzollern se convirtió en responsabilidad de su hermano menor, el Príncipe Louis Ferdinand (Luis Fernando), quien había estado lejos de Alemania durante mucho tiempo, habiéndose establecido en los Estados Unidos y tomado un trabajo en Detroit, Michigan, donde Henry Ford se lo había llevado. Al presidente Roosevelt también le gustaba el joven. 


Príncipe Louis Ferdinand von Preußen, hijo del Príncipe Heredero Guillermo.


Cuando las acciones de su hermano lo llevaron de regreso a Alemania, en 1934, aparecía como un hombre extraño, se susurraba que estaba demasiado impresionado con las ideas estadounidenses sobre la democracia y no era bien visto como potencial monarca prusiano. El príncipe Louis Ferdinand no estaba contento con el matrimonio de su hermano y con la forma en que había sido empujado a la posición de futuro líder de la familia, pero sería su línea la que continuaría con el legado de Hohenzollern hasta el día de hoy. El príncipe Louis Ferdinand tomó un trabajo en la industria de la aviación en Alemania y más tarde se unió a la Luftwaffe como oficial de entrenamiento. Sus hermanos mayores y menores, el príncipe Guillermo (Wilhelm) y el príncipe Hubertus (Huberto), se unieron al ejército. 


Príncipe Hubertus von Preußen. 


El Príncipe Hubertus iba a prestar servicio en el Octavo Regimiento, Tercera División de Infantería (que luego fue transferido a la Luftwaffe). El príncipe Guillermo se convirtió en un oficial del Primer Regimiento de la Primera División, y llegó a comandar la 11ª Compañía en 1938. Cuando estalló la guerra, el príncipe Guillermo y el príncipe Hubertus vieron acción en la invasión alemana de Polonia. 

Otro prusiano real en el frente era el príncipe Oskar Wilhelm (Oscar Guillermo), que era un oficial de reserva. Cayó en acción en Widawka, Polonia, el 5 de septiembre de 1939. Los nazis se dieron cuenta de esto pero no tomaron ninguna acción inmediata. Más tarde, sin embargo, el príncipe Guillermo (hijo del príncipe heredero Guillermo) luchó en el frente durante la invasión de Francia y fue herido de muerte en Valenciennes y murió unos días después en Nivelles el 26 de mayo de 1940. 


Dos príncipes prusianos muertos en el frente perturbaron a la dirección nazi, no querían que la realeza tenga ninguna parte de la gloria. Sin embargo, estarían más perturbados con lo que sucedería después.


Príncipe Oskar Wilhelm y su hijo el príncipe 
Wilhelm Karl.


Cuando las noticias de la muerte del príncipe Oskar y el príncipe Wilhelm (Guillermo) llegaron a Alemania, hubo una gran simpatía hacia la familia real prusiana. El funeral por el Príncipe Wilhelm se realizó en la Iglesia de la Paz, más de 50.000 alemanes se presentaron para mostrar su apoyo a la Casa de Hohenzollern. La cantidad de dolientes provocó que los líderes nazis entraran en pánico e inmediatamente promulgaron el llamado "Decreto del Príncipe" que prohibía el servicio militar a todos los miembros de la realeza prusiana. El Príncipe Hubertus fue sacado de la línea y forzado a terminar su carrera militar, mientras que el Príncipe Louis Ferdinand en la Luftwaffe no pudo ver acción alguna vez. 


Príncipe Alexander Ferdinand von Preußen.


El único príncipe prusiano al que se le permitió permanecer en su puesto fue el Príncipe Alexander Ferdinand, hijo del Príncipe August Wilhelm y, como su padre, miembro del partido nazi y originalmente miembro de las SA. Cuando se emitió el decreto, coincidió con una represión nazi contra la familia real y los monárquicos en general. Cualquier simulación de simpatizar con la antigua monarquía fue eliminada e incluso los pocos miembros de la realeza realmente pro-nazis de Alemania fueron dejados de lado y quedaron sujetos al escrutinio estatal. El príncipe Alexander Ferdinand, quien una vez había albergado esperanzas de convertirse en el sucesor de Hitler, fue marginado y su política pro nazi también hizo que su familia lo rechazara. Cuando se casó en 1938, ninguna de sus relaciones con los Hohenzollern asistieron a la boda.

La mayor parte de la familia real prusiana tenía vínculos más estrechos con el movimiento clandestino anti-nazi que con el partido gobernante. El Príncipe Heredero Wilhelm (Guillermo), a quien algunas personas consideraron demasiado amistoso con los nazis, mostró sus verdaderos colores de manera sutil para no poner en peligro a su familia, como el regalo habitual de cigarros que envió al monarquista anti-nazi Reinhold Wulle, quien fue enviado a un campo de concentración por organizar un partido de oposición monárquica. Hoy en día, la mayoría tiende a pensar que el Príncipe heredero no tuvo prácticamente nada que ver con el movimiento contra los nazis, pero los propios nazis ciertamente no lo creían, mantuvieron al príncipe heredero bajo estrecha vigilancia durante toda la guerra y después del intento de asesinato de Hitler. En 1944 se ordenó a la Gestapo que lo siguieran en todo momento.

El grupo de resistencia alemán que orquestó ese intento de asesinato tenía numerosos vínculos con la Familia Real de Prusia. El hombre que hubiera sido canciller de Alemania si el plan de la bomba y el golpe hubieran tenido éxito, Carl Friedrich Goerdeler, era un monárquico y la mayor parte de la atención estaba en el Príncipe Louis Ferdinand como un potencial Kaiser alemán en el futuro. Muchos de los conspiradores también eran miembros de la rama alemana de los Caballeros de San Juan, presidida por el Príncipe Oskar de Prusia y cuyo hijo (y sucesor en esa posición) más tarde escribió una historia del movimiento de resistencia alemán.

Aunque no estuvo personalmente involucrado en el complot de asesinato, las conexiones entre la resistencia y el príncipe Louis Ferdinand eran lo suficientemente conocidas como para que el Príncipe fuera arrestado, interrogado por la Gestapo y luego encarcelado en el campo de concentración de Dachau. 

El mismo Adolf Hitler declaró que "el Príncipe Heredero es el verdadero instigador" del atentado contra su vida. El ministro de propaganda Goebbels dijo sobre la realeza alemana y los aristócratas: "...Debemos exterminar esta inmundicia", y el jefe de las SS, Heinrich Himmler, dijo: "No habrá más príncipes. Hitler me dio la orden de acabar con todos los príncipes alemanes y hacerlo de inmediato". Aunque eso no sucedió, la represión contra la realeza fue tan generalizada que incluso el pro nazi príncipe Philip de Hesse y su esposa, la princesa Mafalda de Italia, fueron arrestados y puestos en campos de concentración (separados). La princesa Mafalda murió allí por las heridas sufridas cuando los aliados bombardearon una fábrica de municiones en el campamento donde estaba detenida. 


Selección fotográfica de algunos partícipes en el golpe de estado contra Hitler (20 julio 1944). La gran mayoría de conspiradores eran pro monárquicos, incluido Claus von Stauffenberg. Arriba: Almirante Wilhelm Canaris; Coronel General Ludwing Beck; General Henning von Tresckow; Mayor General Carl Heinrich von Stülpnagel. En el medio: Mariscal de Campo Erwin von Witzleben; Mariscal de Campo Günther von Kluge; Carl Friedrich Goerdeler; Helmuth James Graf von Moltke. Abajo: Berthold Schenk Graf von Stauffenberg; Claus Schenk Graf von Stauffenberg; Teniente Coronel Caesar von Hofacker; Teniente Werner Karl von Haeften.

Se estima entre cinco y seis mil miembros de la realeza y aristocracia víctimas de las purgas después de la trama de la bomba. Hitler quería que todos los príncipes alemanes desfilaran por Berlín y que fueran escupidos antes de ser asesinados, sus propiedades confiscadas y redistribuidas a los nazis leales.

Parece extraño que algunos historiadores modernos se salgan del camino, en un esfuerzo desesperado por vincular a la realeza con los nazis (desacreditándolos por supuesto) cuando los propios nazis estaban absolutamente seguros que en la realeza estaba el corazón y centro de oposición interna más peligrosa. 


Aquellos prusianos y otros príncipes reales que lucharon en las fuerzas armadas alemanas, casi sin excepción, lo hicieron simplemente por su devoción a Alemania y al pueblo alemán y no por ninguna simpatía con el régimen nazi. Los príncipes y aristócratas que estaban verdaderamente dedicados a la causa nazi eran muy pocos y se vieron traicionados por el partido al que servían y repudiados por el resto de su clase y, a menudo, por sus propias familias. 

El puñado contra el que el partido no se volvió, como el Príncipe Josias zu Waldeck und Pyrmont, un notorio general de las SS, se enfrentó a las represalias de los Aliados cuando terminó la guerra. En la Casa de Hohenzollern, el Príncipe Heredero fue detenido bajo arresto domiciliario, algunos consideraron procesarlo por "crímenes de guerra" durante la primera guerra mundial, claramente absurdo, tras su muerte en 1951, el liderazgo de la familia pasó a manos más capacitadas, el príncipe Louis Ferdinand, un hombre con lazos amistosos con los aliados y un firme oponente del régimen nazi durante toda su vida.


Perfil real: el príncipe Augusto Guillermo de Prusia


Príncipe Augusto Guillermo de Prusia (August Wilhelm), hijo del Kaiser Guillermo II. Cuarto en la línea sucesoria. En las fotografías luce el uniforme de General de las SA (Obergruppenfuhrer SA, desde el 31 de junio de 1939). El 8 de mayo de 1945, Augusto Guillermo fue detenido por soldados estadounidenses. En 1948, en pleno interrogatorio ante un tribunal se le preguntó si repudiaba el nacionalsocialismo, respondió con otra pregunta: "¿Tengo que mendigar su perdón?". Fue sentenciado a dos años y medio de trabajos forzados, como había estado confinamiento desde 1945 en un campo de internamiento su sentencia fue conmutada por tiempo cumplido. Se instauraron otros procesos en su contra, pero debido a su enfermedad no fue arrestado, falleció en 1949 en un hospital de Stuttgart a la edad de 63 años.

De todos los hijos del último Kaiser alemán, probablemente ninguno sea más controvertido que su cuarto hijo, el príncipe August Wilhelm (Augusto Guillermo). Hoy en día, los pocos que lo recuerdan, generalmente lo descartan como "el nazi" entre los hijos del Kaiser. Las decisiones que tomó en el transcurso de su vida terminaron alejándolo de su padre y, de su país en general, cuando la causa política que abrazó se convirtió en algo extremadamente impopular después de 1945. 


Nació en Potsdam el 29 de enero. 1887, el cuarto de los que serían siete hijos de Kaiser Wilhelm II (seis niños y una niña). Creció en el Palacio Nuevo de Potsdam. Asistió a la universidad en Bonn, Berlín y Estrasburgo, pero no fue un estudiante excepcional. No obstante, aprobó y obtuvo un doctorado en ciencias políticas en 1907. En octubre del año siguiente se casó con su prima, la princesa Alexandra Victoria de Schleswig-Holsetein-Sonderburg-Gluecksburg, en Berlín. Como gran parte de su vida, el matrimonio del príncipe August Wilhelm no fue feliz y no fue hasta 1912 que la princesa dio a luz a su único hijo, el príncipe Alexander Ferdinand de Prusia.



Irónicamente, dada su imagen política posterior, el príncipe Augusto Guillermo no era parte de la facción militarista de la derecha de la política alemana. Se hallaba terriblemente incómodo en el ambiente militar y prefería actividades más pacíficas. Su hogar, Villa Liegnitz, era un lugar donde artistas, músicos, intelectuales y similares tendían a reunirse. Estaba muy lejos, por ejemplo, del círculo al que se mudó su hermano mayor, el Príncipe Heredero, rodeado de oficiales de caballería y entusiastas de los deportes. Mientras que la mayoría de sus hermanos encontraron empleo en el ejército, el príncipe Augusto Guillermo permaneció en la esfera civil. Cuando estalló la Primera Guerra Mundial, el Príncipe Heredero tomó el mando del Quinto Ejército, el Príncipe Eitel Fritz marchó al frente como coronel de la Primera Guardia Prusiana, el Príncipe Adalbert se fue al mar con la marina, el Príncipe Oskar ordenó un regimiento de granaderos y el Príncipe Joachim se desempeñó como oficial subalterno en otro regimiento de granadero. El príncipe August Wilhelm (Augusto Guillermo), por otro lado, fue el único hermano que no sirvió en el frente, tenía solo rango de funcionario en cargos menores, su mejor posición fue el puesto de administrador del distrito.



Durante este tiempo, empezaron a surgir rumores de una relación inadecuada entre el príncipe Augusto Gillermo y su ayudante Hans Georg von Mackensen. Según los chismes, fue la causa que arruinó su matrimonio. Cuánto de eso es verdad, quién puede decir? Los dos habían sido amigos desde la infancia y no sería la primera vez una amistad íntima fuera de proporción. Por otro lado, las acusaciones de relaciones homosexuales no fueron infrecuentes en ese momento y lugar. Se hicieron acusaciones similares sobre el príncipe Joaquín e incluso del propio Kaiser durante su juventud, lo que era realmente ridículo, al menos en lo que respecta a Guillermo II y su conducta. 

En cuanto al fracaso del matrimonio del príncipe Augusto Guillermo, otros en su momento lo atribuyeron simplemente a ser incompatible con la pérdida de estatus para la Casa de Hohenzollern luego de la derrota alemana en 1918. Cualquiera sea la causa, levantó sospechas. El príncipe Augusto Guillermo y la princesa Alexandra se separaron tan pronto como terminó la guerra y, para decepción del Kaiser, se divorciaron en 1920. También es digno de mención que la princesa se volvió a casar dentro de tres años, pero más tarde también se divorció de ese marido.



Después de la guerra, el príncipe August Wilhelm (o "Auwi" como lo conocía su familia) al principio vivió una existencia bastante solitaria en Potsdam. Habiendo sido custodiado por su hijo, el príncipe Alexander Ferdinand, tenía pocos amigos cercanos o visitantes regulares y se empleaba como artista. La guerra, o quizás más la derrota, parece haber provocado un nuevo tipo de motivación en la vida del príncipe Augusto Guillermo. Después de un tiempo de aislamiento relativamente melancólico, comenzó a involucrarse en asuntos políticos, de veteranos y asociarse con elementos más militaristas que (como la mayoría) deseaban que el Tratado de Versalles se reajustara drásticamente o se sacudiera por completo y que Alemania volviera a levantarse como una potencia. Hacia ese fin, se unió a la Liga de Soldados de Primera Línea, mejor conocido como "Stahlhelm", que era una organización paramilitar estrechamente asociada con el conservador 'Partido Nacional del Pueblo' (originalmente tenía un elemento monárquico muy fuerte).

Al igual que muchos miembros de "Stahlhelm", no terminó allí, muchos tenían esperanza en el creciente futuro poder del Partido Nacional Socialista Alemán de los Trabajadores (NSDAP) o los nazis. Finalmente, a medida que los nazis llegaron a dominar la escena política, "Stahlhelm" fue absorbido por las SA, la tropa de asalto del Partido Nazi. 

A pesar de que indignó a su padre, el príncipe Augusto Guillermo se unió al Partido Nazi el 1 de abril de 1930 y debido a su estatus fue recompensado con el prestigioso número de membresía 24. En ese momento, un número bajo de membresía se consideraba impresionante, ya que implicaba que alguien era un "verdadero creyente", un nazi desde el principio y no alguien que se unió al partido más tarde solo para beneficiarse o hacerse la vida más fácil. Obviamente, este no fue el caso con el Príncipe Augusto Guillermo. 


El líder nazi Adolf Hitler pretendía utilizar al Príncipe como un símbolo para ganar el apoyo de los monárquicos y de los conservadores más tradicionales que podían sentirse tranquilos sobre el Partido Nazi al ver a uno de los hijos de su amado Kaiser con la camisa marrón. Se hicieron esfuerzos similares para ganar el apoyo del Príncipe Heredero y del propio Kaiser, pero fue en vano.



El ex as de la aviación, Herman Goering, había tomado la iniciativa de tratar de ganarse al exiliado Kaiser, dando la impresión que los nazis restaurarían el antiguo Imperio alemán cuando fuera el momento adecuado. Por un solo momento pareció que la táctica podría haber estado funcionando, pero el Kaiser, un veterano de muchos engaños e intrigas políticas, no fue tan fácil de engañar. Se tomó el tiempo suficiente para determinar que los nazis no estaban siendo genuinos, no se podía confiar en ellos y les cerró la puerta con firmeza (Nota del editor del blog: Sin embargo, como repasamos en artículos anteriores, el kaiser siguió esperando vanamente que Hitler lo llamara y restituyera la Corona a los Hohenzellern). Como tal, el Kaiser, se indignó bastante cuando el príncipe Augusto Guillermo desafió sus deseos y se unió al partido nazi. Eso alejó al príncipe de su padre y, de hecho, a partir de ese momento, el viejo Kaiser no tuvo prácticamente nada que ver con su cuarto hijo. El Kaiser estaba completamente ofendido, no solo por la membresía del Príncipe "Auwi" en el partido nazi, sino también por su prominente posición e incluso su disposición para hacer campaña por ellos e interpretar la devota obediencia al ex cabo Adolf Hitler. Una cosa era simplemente ser miembro del NSDAP como ciudadano privado, hacer campaña abierta por los nazis, aceptar su rango; y, al mismo tiempo, ser tratado como un príncipe prusiano, eso era algo completamente distinto.

En 1931, el príncipe "Auwi" se unió a las camisas marrones, se convirtió en un coronel en las SA y, a su debido tiempo, fue ascendido al equivalente de un general importante de la organización. Viajó por Alemania pronunciando discursos, a menudo junto a Hitler, a veces presentándolo. Todo esto fue parte del esfuerzo de los nazis por ganar el apoyo de los conservadores tradicionales o por lo menos convencerlos de que no se opongan a los nazis en su ascenso al poder. En 1932 se presentó como candidato del partido nazi en las elecciones para el Landtag de Prusia y más tarde, en 1933, se le otorgó una posición en el gobierno de Prusia y un escaño en el Reichstag

No todos en la jerarquía nazi estaban contentos con la presencia del Príncipe. Joseph Goebbels, que provenía del extremo izquierdo del partido, fue sin duda el menos amistoso con la realeza de cualquier tipo y el mismo Hitler los toleró solo mientras les sirviera. Cualquier esperanza que el Príncipe "Auwi" mantuviera que él o su hijo podrían haber sido elevados al trono por un partido nazi victorioso pronto se vio frustrada.

Una vez que Hitler decidió que ya no necesitaba del Príncipe, Augusto Guillermo fue dejado de lado rápidamente. Para 1934 se lo mantenía alejado de Hitler y después de la purga de las SA y que las SS la eclipsara, no había duda de que el príncipe Augusto Guillermo ya no contaba con el favor de las elites nazis.



¿Cómo pudo haber ocurrido esto, especialmente si el Kaiser se oponía a cualquier política no monárquica en Alemania cuando la mayoría de los principales nazis tendían a ser antirrealistas? La situación se ve aún más confusa por el hecho que la hermana del príncipe "Auwi", la princesa Viktoria Luise, sostuvo que su hermano siempre se había opuesto a las políticas raciales del partido nazi y el mismo príncipe "Auwi" dijo que varios de sus mejores amigos eran judíos. Si eso fuera cierto, debe considerarse que estaba totalmente en desacuerdo con cualquier esperanza que pudiera tener de que Hitler lo elevara al trono de un Imperio alemán restaurado. Puede que; tal vez, haya sido resultado que el príncipe August Wilhelm, incluso antes de unirse al partido, ya se sentía algo alejado de su familia, mientras que muchos de sus amigos tenían relaciones con los nazis. Su amigo de toda la vida Hans Georg von Mackensen, por ejemplo, estuvo casado con la hija del líder nazi Konstantin von Neurath. Su ex cuñada, la princesa Helena (que se casó con la familia real danesa) era nazi y el rey la exilió a ella y a su esposo por ese hecho, después de la guerra. Otra cuñada, la princesa Viktoria Adelaide, estaba casada con el duque de Saxe-Coburg-Gotha, que también era miembro del partido nazi. En cualquier caso, sería difícil argumentar que el Príncipe simplemente había sido engañado, incluso después que Hitler comenzó a despreciarlo, el Príncipe nunca abandonó el partido y en 1939 se le dio un ascenso equivalente a Teniente General (Obergruppenfuher SA), el segundo rango más alto, en el entonces ceremonioso SA.

Continuó como antes con el estallido de la segunda guerra mundial, pero sus antiguos amigos políticos pronto se volvieron contra él. Cuando se supo en 1942 que había hablado en privado contra el Dr. Goebbels, el Príncipe "Auwi" fue oficialmente denunciado y se le prohibió hablar en público. Huyó en 1944 con su cuñada, la princesa heredera Cecilie, del Ejército Rojo que se aproximaba y más tarde fue arrestado por el Ejército de los Estados Unidos. Fue juzgado como un nazi "no redimido", condenado a tiempo cumplido y puesto en libertad. El príncipe Augusto Guillermo murió en Stuttgart en 1949 a la edad de 62 años. 

Sus decisiones habían causado una gran cantidad de sentimientos amargos entre su familia, su padre lo rechazó y finalmente fue incluido en la lista negra de sus antiguos amigos nazis solo para que la guerra terminara en su derrota y con la ruina de Alemania, eso causó que su propia gente lo viera con desprecio. Ciertamente no fue el único que hizo exactamente lo mismo y no fueron señalados, hubo tantos en esos días, pero el hecho es que no hubo nada bueno en su incursión en la política.


Fuente original en inglés:

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