por: Tito Andino U.
"Los hombres nunca hacen el mal tan a conciencia y alegremente como cuando lo hacen por convicción religiosa”. Pascal.
Ante la arremetida Occidental pro alineada a los intereses norteamericanos – OTAN, hay que recordar, una vez más, que hay un objetivo claro: dividir profundamente a los estados árabes, basándose en una falsa premisa de lucha entre shiitas y sunnitas, esa acción es instrumentalizada especialmente contra aquellos estados árabes que han optado por el sendero del laicismo, sin que por ello hayan dejado de ser sociedades creyentes, simplemente han buscado con afán el desarrollo que sus pueblos carecían; por tanto, es condenable la posición de ciertos sectores islámicos (wahabíes principlamente) de condenar el progreso, que no es solamente un símbolo sino un derecho natural.
La arraigada fe del musulmán no tiene por que
estar en contradicción con el adelanto científico, la educación, la cultura y
la convivencia pacífica. El Líbano y Siria fueron ejemplos, antes de que
Occidente les declare la guerra por medio de intermediarios, del cotidiano
convivir multi confesional pacífico. Le gente puede llevarse bien, sin
importarle su credo religioso y eso, lamentablemente, no gusta a los radicales
musulmanes que, en una no muy clara posición política, aceptan concientemente
ser manipulados por entornos sociales, culturales, económicos y políticos ajenos a la tergiversada creencia de profesan.
Inclusive, la tradición religiosa del wahabismo,
que encasilla a todo el Islam como ”perverso”, no debería ser obstáculo para
algo que es evidente, las monarquías árabes del Golfo Pérsico pueden
desarrollarse y hasta “evolucionar” junto a Occidente, basados en la
cooperación económica derivada de su riqueza petrolera.
Sin embargo, una fuerte presencia de fanatismo e intolerancia en sus decisiones políticas cotidianas aflora exclusivamente para su población, no para el liderazgo, imponiendo de forma absolutista (solo para el pueblo llano) una arcaica tradición no compatible con los tiempos, que contradice (tergiversa) la interpretación auténtica y no literal del Islam que enseñan los verdaderos doctos de la ley coránica. El Islam, al igual que la Biblia cristiana, está basado en metáforas para que la gente pueda interpretar su mensaje.
Sin embargo, una fuerte presencia de fanatismo e intolerancia en sus decisiones políticas cotidianas aflora exclusivamente para su población, no para el liderazgo, imponiendo de forma absolutista (solo para el pueblo llano) una arcaica tradición no compatible con los tiempos, que contradice (tergiversa) la interpretación auténtica y no literal del Islam que enseñan los verdaderos doctos de la ley coránica. El Islam, al igual que la Biblia cristiana, está basado en metáforas para que la gente pueda interpretar su mensaje.
El fanatismo es retrogrado.
Mientras otras sociedades progresistas árabes optan por el avance científico, acorde a los tiempos, manteniendo el respeto a la identidad cultural y tradicional de la nación, es algo moralmente aceptado. La República Islámica de Irán es el ejemplo de esa combinación, extraña para los occidentales, de modernismo, desarrollo tecnológico y tradicionalismo en la Ley Islámica.
Una simple manera de diferenciar entre el shiísmo
o chiísmo y el sunnísmo (por ser las más grandes corrientes islámicas), en el
ámbito político, es la siguiente:
El sunnísmo político siempre ha pretendido tener
protagonismo mundial, se ha caracterizado por su ímpetu expansionista, el
ejemplo más claro fue el Imperio Turco Otomano hasta finalizada la primera
guerra mundial. No lo es solamente en el sentido de conquista territorial,
pretende ampliarse, difundir su corriente no solo en todo el Medio Oriente sino
en el mundo. Pero, su mensaje se ha ido tergiversado por la aparición del
wahabismo y sus grupos takfires y por la corriente salafista, que imponen una
práctica rigurosa y literal del Islam a todos los musulmanes, si es necesario,
inclusive, mediante la práctica de la yihad, es decir, la guerra contra los
musulmanes que no aceptan sus dogmas.
Para ello, tratan siempre de tener en la
ignorancia a sus pueblos, la clase dirigente se ha alineado con Occidente y
éste le brinda la garantía de mantener su estatus regional y poder personal a
sus líderes a cambio del servilismo disimulado. De esta extraña alianza entre
el sunnismo político y las potencias coloniales occidentales surgió la
“Hermandad Musulmana”, perversa en sus entrañas, el motor de la profundización
de la enemistad de las sociedades islámicas.
Pero los sunníes, la gran mayoría de los musulmanes
practicantes, no son como su clase dirigencial, no. El musulmán sunní también
opta por el respeto y la convivencia pacífica, son personas normales de carne y
hueso como cualquier ser humano. Son las corrientes enunciadas, formadas como
plataformas ideológicas en el transcurso del tiempo, las que han tergiversado
la fe y “satanizado” al Islam.
El shiísmo o chiísmo (político), al contrario, no
es expansionista, ni siquiera para divulgar su mensaje, no pretende extender
sus fronteras (religiosas y territoriales), pero tampoco está dispuesto a ser
avasallado. Es lo que denominaríamos, en política, una poderosa fuerza
nacionalista, aferrada a su tradición y tierra. Al ser la minoría de los
musulmanes practicantes busca mantener la armonía confesional. De hecho, a lo
largo de la historia, contrario a lo que pasa con la corriente sunní, el
shiísmo, que también tiene sus derivaciones (drusos, alulíes, hutíes, etc.)
rara vez se han confrontado entre sí, la explicación ya se ha dicho, no
profesan la ideología de la guerra como instrumento de imposición y conquista.
Pero, férreamente combaten al ser atacados, eso es natural, es el sentido de
supervivencia, intrínseco en el ser humano. El antagonismo provocado por las
ideologías sunníes matizadas de fanatismo e intolerancia religiosa obliga,
imperiosamente, a los shiíes asumir su defensa.
La rivalidad entre las grandes escuelas del
Islam, nacida desde la muerte del Profeta, hoy es explotada por intereses de
tipo económico y geoestratégico. El Medio Oriente y los musulmanes siguen
siendo vistos por los poderosos de Occidente como su colonia inagotable de
fuentes energéticas.
Divide y reinarás, la divisa maquiavélica que
perdura por los tiempos, mantener al mundo árabe en constante guerra es vital
para las potencias europeas, Estados Unidos e Israel, quienes se enriquecen por
la industria bélica y mantienen el control hegemónico del petróleo.
Debemos condenar la corriente tergiversada del
wahabísmo y su brazo takfir y del salafismo, derivaciones horrorosas del sunnismo.
Estas ideologías están siendo combatidas por los mismos sunnitas. La supuesta
guerra entre sunníes y chiíes, a pesar de la violencia actual, tiene un
responsable: El muy “civilizado” y cristiano Occidente (cuando hablamos de
Occidente nos referimos a los Estados Unidos, Reino Unido, Francia y otros que
respaldan plenamente su política).
Ahora, la cuestión es reflexionar en algo que la
civilización occidental pretende silenciar. Acaso no ha pasado lo mismo con la
historia del cristianismo?. No existe división en el cristianismo?. No se han
dado guerras a lo largo de la historia
por meras disputas de carácter religioso?. No han existido “cruzadas” contra
cristianos ordenadas por el poder papal?. Las dos últimas guerras mundiales se
han desatado entre naciones “civilizadas” que profesan el cristianismo y que
enarbolan el estandarte del modernismo y progreso. Que eso es cosa del pasado
dirán algunos, falso. Las guerras de hoy siguen siendo estrategias preparadas,
fomentadas, financiadas y armadas por todopoderosas naciones “puritanas” de
Occidente que humillan a las católicas naciones “tercermundistas” de
Latinoamérica y del mundo. Lo que pasa en el mundo cristiano y en el mundo
islámico es lo mismo. La religión es solo un pretexto para disimular la verdad.
Pero hay objetivos finales más siniestros, aparte
de destruir la identidad del arabismo, provocar conflictos sin fin es una
estrategia. En las sombras se maneja el plan siniestro de eliminación de las
“bocas inútiles”. No hablamos de controlar la natalidad, hablamos de un
programa drástico y radical de despoblación mundial, “somos demasiados en la
tierra y los recursos se agotan” proclaman devotos “cristianos” en
Norteamérica. Esa es la meta trazada desde mucho tiempo atrás, es la consigna de
los “Intocables” que controlan los hilos de la política mundial, de los amos
del mundo. La guerra, la hambruna provocada, las pestes y enfermedades
incontrolables son el camino elegido.
David Rockefeller y Henry Kissinger, en alguna
ocasión llamaron “estómagos inservibles” a la planeada muerte de tres mil
millones de seres humanos (3.000.000.000) por el camino de la guerra y otras
pandemias. Ese objetivo debería establecerse máximo hasta el año 2050. Esta
información ya fue denunciada hace mucho tiempo por el destacado investigador
John Coleman en su libro el “Club de los 300” (Conspirators’ Hierarchy: The
Story of the Committee of 300), según Coleman el documento original fue
titulado “Global 2000 Report” y aparentemente aprobado por el Gobierno de los
Estados Unidos en la Presidencia de Carter (en otro momento dejaré un extracto
detallado del libro del señor Coleman). Entre las víctimas a ser eliminadas, ya
pueden suponerse que la lista la encabeza los “belicosos árabes”, el África
negra y otras “razas inferiores” (nazismo es su más pura esencia), el informe
va más lejos, destaca que la población estadounidense deberá establecerse en
alrededor de cien millones de habitantes hasta el 2050 (naturalmente que el
anglosajón no debería sentirse aludido).
Es probable que esta información no sea más que
una de las “teorías de la conspiración” que denuncian los gobiernos de turno de
los Estados Unidos; mas, sobre los hechos, lastimosa e inquietantemente, se van
cumpliendo. Estamos en 2015, “guerras sin fin” presagió George W. Bush, “guerra
de civilizaciones” declaman las élites del poder, “cruzada contra el terror”,
crisis energéticas, crecimiento industrial cero (no habéis fijado que la
desindustrialización es patente en Norteamérica, no solo por cuestiones de mano
de obra, mientras el predominio de la industria bélica está en auge. Los
Estados Unidos se está transformando y alimentando de la gigantesca industria
armamentista, para qué?).
Eduardo Galeano señalaba sabiamente: “Las guerras
siempre invocan nobles motivos; matan en nombre de la paz, en nombre de Dios,
en nombre de la civilización, en nombre del progreso, en nombre de la
democracia. Y si por las dudas tanta mentira no alcanzara, ahí están los
grandes medios de comunicación dispuestos a inventar enemigos imaginarios para
justificar la conversión del mundo en un gran manicomio y un inmenso matadero”.
Así que dejemos de satanizar el Islam, rechacemos
eso que suena tan feo: “Islamofobia”. Existen peores enemigos para la
civilización que los ignorantes e intransigentes yihadistas del Medio Oriente,
son otros quienes alientan a esos radicales y los manipulan a su antojo,
creando conflictos cuando lo necesitan. El yihadismo no es más que la
infantería de fanáticos fundamentalistas del Occidente rico, entre los que se
destacan el símil de la “Hermandad Musulmana”, su equivalente en Norteamérica
es la “Fellowship Foundation”, deberíamos temer más a estos lobos con piel de
cordero, auténticos extremistas del fundamentalismo cristiano con su exégesis
particular de la historia de la humanidad.
La “guerra de civilizaciones” es un embuste, la
única realidad es que la Fe está al servicio del Poder.
NOTA:
En la
barra lateral derecha de su ordenador se encuentra bajo el título “Islamofobia”
una recopilación de artículos que posiblemente llene los vacíos que podemos
tener sobre tan complejo tema. Es posible que ya los hayan leído en una
anterior ocasión, de todos modos os invito volver a revisar el tema. Podrán
encontrar escritos del Ayatolá Alí Jamenei, Jean-Michel Vernochet, Thierry
Meyssan