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08 noviembre 2015

Geopolítica del poder: La Ruta de la Seda (II)


              Un viejo grabado que representa las caravanas de la antigua Ruta de la Seda 




Continuamos con la entrega de este magnífico trabajo. Por cuestiones de espacio y, sobre todo, didáctica, la segunda entrega del artículo original, lo dividiremos en dos partes (II y III), dado el volumen y la calidad de información. Esto tiene una lógica, la información recopilada es profusa y no es intención del editor del blog abrumar al lector con sobreabundancia de datos que pueden fácilmente ser olvidados. Al contrario, deseamos que el repaso del tema se vuelva más ameno y digerible para aquellos que, incluso, no disponen del suficiente tiempo para dedicar a la lectura.

En esta segunda entrega podremos comprender las razones de los inacabables conflictos de toda índole en países inmensamente poblados como la India y Pakistán, las disputas por dominar posiciones geoestratégicas favorables para el comercio y la defensa, así como las injerencias permanentes de las grandes potencias imperialistas.

Comprender como funciona la geopolítica es conocer la verdad de las crisis internacionales y la manipulación de las relaciones humanas con fines netamente económicos y de poder total.   

Como ya lo señalamos, el título original de la siguiente publicación es: “La ruta de la Seda, el Collar de Perlas y la competición por el Índico”, II parte. Buena lectura.

 T. Andino



                                                    *****


INDIA Y PAKISTAN


Quienquiera que alcance supremacía marítima en el Océano Índico, será un jugador prominente en la escena internacional.
(Alfred Thayer Mahan, geoestratega de la US Navy, 1840-1914).





En la primera parte de este artículo, vimos cómo las rutas comerciales han tenido un papel destacadísimo desde la antigüedad, puesto que el comercio es la base de las relaciones internacionales y, por tanto, de toda globalización ―ya sea embrionaria o plenamente desarrollada. Hoy en día, las mercancías más importantes ya no son la seda o las especias, sino el petróleo y el gas natural, por lo que las rutas más importantes son los oleoductos, los gasoductos y las vías marítimas por donde transitan los petroleros y los transportadores de gas natural licuado (LNG). Por ello, cada vez que nace un conflicto donde antes había paz, es bueno preguntarse inmediatamente qué "mercancías" posee la zona, qué "rutas comerciales" transitan por ella, qué potencias se las disputan, qué potencias se benefician de la estabilidad de dichas rutas y cuáles se benefician de su inestabilidad.

Los pueblos europeos alimentamos con nuestro sudor y nuestra sangre las primeras etapas del capitalismo: el capitalismo industrial y el capitalismo comercial. Ahora, en la época del capitalismo financiero, la consigna es reducir y externalizar costes, dumping social, derrumbar cualquier frontera, acabar con cualquier particularismo territorial y lograr un planeta homogéneo, y los europeos nos hemos convertido en un obstáculo para la globalización total. Por ende, se nos quiere arrebatar el poder y el prestigio que conquistamos en el pasado, e incluso podría parecer que los geoestrategas de la globalización están decididos a acabar físicamente con los europeos étnicos, empleando medidas socio-económicas y mediático-culturales tendentes a la disgenesia, la esterilización de generaciones enteras, el mestizaje, la feminización social y la limpieza étnica. Todavía estamos acostumbrados a pensar que Europa, "Occidente", es el centro del mundo, pero la realidad es que el centro ha gravitado ahora hacia la macro-región del Indopacífico.



Durante mucho tiempo, los mapamundis han sido casi siempre del modelo eurocéntrico (Estados Unidos ha manejado mapas americano-céntricos). Ese modelo ya no representa la realidad del mundo. Los mapamundis modernos deberían ser de tipo pacífico-céntricos como éste.

Para comprender en buena medida por qué el centro de gravedad del mundo está basculando desde el Atlántico al Pacífico y por qué las compañías multinacionales están irguiendo sus torres de marfil en ciudades como Shanghai (que ya en 2005 tenía 4.000 rascacielos, el doble que Nueva York), Mumbai, Hong Kong o Bangalore, sólo es necesario tomar parte en uno de los pasatiempos más importantes y pseudo-rituales de nuestra civilización: ir de compras. La mayor parte de las chucherías compradas en centros comerciales europeos y norteamericanos están fabricados en las sweatshops de China, India, Pakistán, Sri Lanka, Bangladesh, Tailandia, Camboya, Vietnam, Malasia, Indonesia, etc., fabricados con mano de obra cuasi-esclava ―hacinada en barcos situados fuera de aguas territoriales chinas para evitar controles fiscales y aduaneros―, están manufacturados en los dragones asiáticos ―eufemismo de "paraísos esclavistas"― del Asia-Pacífico.



El auge de Estasia (Asia Oriental) y de China como superpotencia, es consecuencia directa de la globalización y de la religión consumista y materialista instaurada en las nuevas catedrales de Occidente: los centros comerciales. Responsables: las castas financieras de Londres, Nueva York y Frankfurt, y sus testaferros en el resto del mundo.

La política de globalización (intervenciones militares en teatros bélicos alejados, deslocalización empresarial e industrial, inmigración masiva, fomento del consumismo, el individualismo, el nihilismo, el hedonismo y la vulgarización de los pueblos) en el mundo entero puede desestabilizarse y convertirse en un inmenso "Globalistán" tercermundista, donde los pueblos se amontonarán en vastas villas-miseria y descenderán a los abismos del caos y de la atrocidad mientras su sudor y sus recursos son explotados por élites financieras, atrincheradas en núcleos de lujo fuertemente tecnologizados, manejando milicias privadas y controlando a sus esclavos con servicios de Inteligencia de una omnisciencia total. Promueven carnicerías de la peor clase para derrocar a los gobiernos que no les agradan, como están haciendo en Siria. Los aristócratas del dinero esperan ser libres pronto para construir, sin obstáculos y sin oposición por parte de pueblos libres o gobiernos independientes, un único gobierno mundial, un banco mundial, una moneda mundial, una religión mundial y un rebaño mundial de mano de obra dócil.

Si se pretende evitar el advenimiento de “Globalistán”, es preciso entender los entramados de la globalización. Mientras la economía de las naciones esté basada en el comercio internacional, el eje del mundo serán las rutas que conectan el Gran Occidente con el Gran Oriente, tanto por tierra (Ruta de la Seda) como por mar (Ruta de las Especias). En este artículo repasaremos la situación de algunos de los Estados más importantes del Océano Índico, un espacio marítimo que destaca por su elevadísimo tráfico petrolero, y que las potencias oceánicas utilizan como aspiradora económica, para evitar que el comercio Oriente-Occidente se vuelque por tierra, como sería lo lógico. Dedicar atención por separado a estos países nos permitirá comprender en buena medida los pormenores de la nueva ruta de las especias y los increíbles obstáculos de la nueva ruta de la seda.



Un vistazo rápido a las ZEE (Zonas Económicas Exclusivas) del Índico muestra algunas sorpresas, como el protagonismo francés, australiano, británico y sudafricano, o la importancia relativamente desproporcionada de Estados-paraísos fiscales como las Islas Comores, Seychelles o Mauricio. No vienen representadas reivindicaciones sobre plataformas continentales, ni disputas marítimas ―como la que existe entre India y Pakistán en torno a la ZEE de Sir Creek, una desembocadura fluvial. Tampoco vienen representados los territorios índicos de Antártida (pertenecientes a Australia, Noruega y Francia). Puede resultar bastante instructivo comparar este mapa con el mapa sobre rutas y puntos estratégicos del Índico que hemos visto en el anterior artículo sobre este tema.

INDIA

India, con su enorme población, vasto territorio y forma de cuña, es el Estado mejor situado para dominar el Índico. Sin embargo tiene tres vecinas que ejercen contra ella una influencia geobloqueante: Pakistán, Bangladesh y Sri Lanka. La independencia de estos tres Estados fue una diabólica obra maestra de las intrigas británicas, cuya idea era cortar los lazos tradicionales de India con Oriente Medio y Asia Central, evitar que se convirtiese en un país claramente hegemónico en el sur de Asia, arrebatarle el río que le da nombre (el Indos) y poder aliarse con sus rivales regionales en caso de que India se volviese respondona.

También tenía por objetivo evitar que la orilla norte del Índico se vertebrase, configurándose como un bloque independiente y no-necesitado de la intervención o las alianzas extranjeras para sobrevivir por sí mismo. Otros Estados-tapones que alivian un poco la tensión en su frontera con China son Nepal y Bhután, países con los que India mantiene buenas relaciones, en detrimento de China.

India tiene también una situación buena para recibir los hidrocarburos tanto de Asia Central como de Oriente Medio y África. Su extraordinaria situación geográfica, unida a su extensión y enorme población, la convirtió en la "joya de la corona" del Imperio Británico. Después de la Segunda Guerra Mundial, la consigna era la des-europeización del mundo, e India se independizó en 1947 en el medio de sanguinarios conflictos entre hinduistas y musulmanes. Durante la Guerra Fría, el país cayó bajo la órbita soviética y se convirtió en un aliado de la URSS contra China y Pakistán, que se encontraban bajo la influencia de EEUU. India luchó una guerra contra China en 1962, y tuvo conflictos con Pakistán en 1947, 1965, 1971 y 1999.


Densidad de población en Asia Central y meridional. La tendencia del arco hindú fuertemente superpoblado es subir por el norte, amontonarse al borde de las cadenas montañosas, conectar con centros de población dispersa en Asia Central y occidental y rodear a China.

Después de la caída del telón de acero en 1991, Nueva Delhi liberalizó muchas de sus políticas económicas, lo cual resultó en el auge de unas enormes clases altas y medias urbanas. Actualmente hace todo lo que puede para "atraer inversiones", lo que la ha llenado de multinacionales extranjeras. A la sombra de esta bonanza, han prosperado centros de la alta tecnología. Hoy, salvo excepciones, India es un paraíso del capitalismo salvaje y esclavista. La clave: abaratar costes. El país sudasiático también se ha convertido en un importante centro de la finanza y la especulación merced a la National Exchange of India (Mumbai), fuertemente relacionada con la City de Londres.

La política exterior hindú tiene varias vertientes. Una se dirige hacia Asia Central y está representada por Farkhor, una base aérea hindú en Tayikistán, en pleno corazón de Asia Central. El objetivo inicial de la base era proporcionar apoyo logístico a grupos anti-talibán (y por tanto anti-pakistaníes). Naturalmente, la verdadera estrategia es proyectar el poder hindú en Asia Central y rodear a Pakistán. Rusia está en contra de cualquier presencia militar extranjera en Asia Central salvo la suya propia. Existe otra base aérea Tayica, Ayni, que India ha ayudado a desarrollar pero no ha ocupado de momento, probablemente debido a la inquietud de Moscú. India también mantiene una presencia en Afganistán, en forma de miles de millones de dólares en inversiones, y tropas dedicadas al entrenamiento del ANA (el Ejército afgano). Estos movimientos pueden considerarse parte del Cinturón de Hielo (un anillo geográfico que tiende a contener la expansión de la influencia china hacia Occidente).




Otra tendencia de India es proyectarse hacia Oriente Medio, concretamente, ya que por tierra se encuentra geobloqueada por Pakistán, el Golfo Pérsico, de donde saca la mayor parte de su petróleo (su mayor suministrador es Arabia Saudí, seguida de cerca por Irán). Un nuevo enclave hindú representa esta tendencia: el puerto de Chabahar, situado en la estratégica provincia iraní de Sistán y Baluchistán, al este del país. Este puerto tiene características interesantes, como estar fuera del Golfo Pérsico y del estrecho de Hormuz.

A pesar de la presión internacional, India ha seguido comprando petróleo iraní y sigue siendo de los mayores socios comerciales de Irán. No hay que olvidar que, cuando triunfó la Revolución Islámica en Irán en 1979, Teherán decidió cortar lazos con todos los países aliados de EEUU, lo cual incluía a Pakistán. Esto, automáticamente, convirtió a Irán en amigo de India. El puerto de Chabahar también está abierto a comerciantes afganos. Los proyectos de gasoductos TAPI (Turkmenistán-Afganistán-Pakistán-India) e IPI (Irán-Pakistán-India) son otras dos manifestaciones de la atracción que ejerce India sobre el Oeste.



El gasoducto IPI (rojo) ayudaría mucho a estabilizar la zona y a vertebrar relaciones sanas entre los países involucrados. El primer interesado en que esta estabilidad no se materialice es el atlantismo, que hace todo lo que puede para desestabilizar Baluchistán y envenenar las relaciones diplomáticas, especialmente echando mano del radicalismo islámico arraigado en Pakistán. Al atlantismo le convendría un Baluchistán independiente y marioneta, y un gasoducto TAPI (verde) que tienda a alejar el gas natural centroasiático de rutas controladas por Rusia, pasar por un país bajo ocupación militar estadounidense (Afganistán) y evitar el flujo de gas natural iraní hacia el Este, por tanto, forzando el alejamiento de Irán e India y acentuando la tendencia de India a inmiscuirse en Asia Central, tradicional esfera de influencia rusa. El IPI (llamado "gasoducto de la paz") está apoyado por socios reveladores, como la NIOC (National Iranian Oil Corporation), el gigante gasífero estatal ruso Gazprom y hasta la italiana Eni. El coste del IPI se estima en 1.200 millones de dólares y cuenta con participación rusa, mientras que el coste del TAPI, promovido por Hillary Clinton y el Grupo Merhav de Israel (dirigido por el agente del Mossad Yosef Maiman), ronda los 8.000 millones.

Hacia el Oeste, la influencia hindú está cortada por Pakistán. Sin embargo, a raíz de recientes acuerdos de defensa entre EEUU e India, la CIA, el Mossad y el RAW (servicios de Inteligencia hindúes) han estado apoyando diversos actos subversivos en la provincia pakistaní de Baluchistán, en la iraní de Sistán-Baluchistán… y también en Tíbet y Xinjiang. Realmente, tanto Afganistán como Pakistán no son más que tapones para evitar que India se conecte con Irán como sería lo "lógico" (la influencia persa en toda la región es inmensa, e incluso el famoso Taj Mahal fue construido por una dinastía de origen iraní).

El empuje de India hacia el Este ha sufrido muchas contenciones. China es la primera interesada en que Indochina no bascule más hacia la primera mitad de su nombre, y durante mucho tiempo, Myanmar hizo de Estado-tapón en contra de India, incluso albergando a movimientos insurgentes anti-hindúes y guerrillas naxalitas maoístas. Desde 1993, debido a intereses económicos, las relaciones entre India y Myanmar han mejorado. Myanmar tiene petróleo y gas natural, e India ha mostrado mucho interés en construir vías de comunicación (oleoductos, gasoductos, autopistas, carreteras, ferrocarriles). En Febrero de 2007, India anunció un plan para desarrollar el puerto de Sittwe, que le proporcionarían a las aisladas provincias del noreste de China, una salida al mar, a través del río Kaladan. Esta presencia hindú está en contradicción con la potencia dominante en Myanmar, China, que ha invertido enormes sumas de dinero en el país y que mantiene un puerto en Kyaukpyu.

No obstante, de momento, el 90% del comercio hindú y el 100% de sus importaciones petrolíferas, le llegan a India por mar. Por ende, la tendencia más importante de India es marítima, hacia el océano que lleva su nombre. India no se ha sustraído al hecho de que la inmensa mayor parte del tráfico mundial petrolero y comercial pasa delante de sus narices, y ha tomado posiciones para afianzar su control sobre las rutas marítimas. La primera medida ha sido comenzar un vasto proyecto para sembrar de radares y centros de Inteligencia y monitorización de tráfico marítimo en su propia costa, estableciendo una red de seguridad marítima. La segunda medida ha sido dar el salto más allá de sus costas.

Las islas Maldivas son un importante socio estratégico de India desde la Operación Cactus (1988) en la que los militares hindúes repelieron a mercenarios tamiles. Actualmente, India busca integrar a las Maldivas en su arquitectura de seguridad marítima, estableciendo helicópteros, unidades de la Guardia Costera y radares en los 26 atolones del país insular, que se conectarán con el sistema costero hindú. A cambio, las autoridades de Maldivas tienen derecho a observar cómo manejan los hindúes la seguridad en las islas Andamán y Nicobar, dos archipiélagos hindúes críticos que se encuentran debajo de Myanmar, a sólo 150 km de la estratégica provincia indonesia de Aceh y en una situación altamente dominante del tráfico que se dirige al estrecho de Malaca. Los hindúes no son los únicos que cortejan a Maldivas: China está llevando al cabo exploraciones marinas e intenta negociar la instalación de una base militar.

Otro país isleño cortejado por India es Mauricio, situado cerca de Madagascar. Ambos países negocian la posibilidad de que India se quede con las dos islas gemelas de Agalega, con vistas a que India desarrolle allí el turismo. El turismo, claro está, es una excusa para llenar la zona de colonos, espías, instalaciones logísticas y de monitorización, aeropuertos, infraestructuras de uso dual (tanto civil como militar), empresas-tapadera, oficinas y probablemente proyectos agrícolas. En todo el mundo, tanto el turismo como los proyectos medioambientales, etnológicos, zoológicos, geológicos, empresariales, etc., a menudo no son más que un cuento chino para proyectar influencia sobre una región [1].

India tiene instalaciones de radar y monitorización de comunicaciones marítimas tanto en el norte de Madagascar como en las islas Seychelles. El objetivo es supuestamente interceptar actividades piratas y terroristas, pero también es un puntal para tener a raya a la creciente influencia de la Armada china en la región. Si a esto le añadimos los acuerdos marítimos alcanzados con Mozambique (cuyas costas son patrulladas rutinariamente por la Armada hindú) y con Omán (que le permite a India atracar barcos en su costa), vemos que la Armada hindú está velando por el mantenimiento del eje IBSA (India-Brasil-Sudáfrica) y por sus rutas hacia el Golfo Pérsico. India también está activamente involucrada en Kenia, Somalia, Etiopía, Uganda, Tanzania, Malawi, Zambia, Sudáfrica y posiblemente el nuevo Estado de Sudán del Sur.



Este mapa, que ya vimos en la anterior entrega, ayuda a dar una idea de la extensión del actual "imperio hindú" y de hasta qué punto se encuentra en contradicción con el despliegue de fichas chinas en el tablero marítimo indopacífico.

El auge del poder chino y el viraje de Pakistán ―que ha basculado claramente desde EEUU hasta China― ha tendido a acercar a India al bloque atlantista. En Octubre de 2010, India firmó con Washington un importantísimo contrato armamentístico, en detrimento de Rusia, la tradicional suministradora de armas a Nueva Delhi. Poco después, Obama comenzaría a apoyar el ingreso de India en el Consejo de Seguridad de la ONU (organismo donde sólo vienen incluidos EEUU, Rusia, China, Reino Unido y Francia). Más tarde, Washington ofrecería a las Fuerzas Armadas de India la posibilidad de llevar al cabo maniobras militares en Alaska, en terreno montañoso y condiciones de frío extremo, presumiblemente como preparación para posibles conflictos en el Himalaya, el Karakoram y el Hindu Kush. Los supuestos enemigos: China y Pakistán.

El gran escollo en las relaciones de India con EEUU y la Unión Europea es que India depende de los hidrocarburos iraníes y no está dispuesta a apoyar las sanciones anti-iraníes en la ONU. Esto se traduce en que EEUU debe impedir a toda costa que India se conecte con Irán mediante gasoductos, oleoductos o corredores comerciales. De ahí la desestabilización de Pakistán y la provincia de Baluchistán. Puede que como resultado de las recientes giras diplomáticas de Washington en India, Nueva Delhi ha apoyado al Consejo de Cooperación del Golfo, la Liga Árabe y la OTAN en las sanciones contra Siria.

Rusia ―cuyas buenas relaciones con Nueva Delhi se remontan a la Guerra Fría― sigue colaborando activamente con India en el campo de la tecnología y la defensa en diversos proyectos muy avanzados, y también apoya su ingreso en el Consejo de Seguridad de la ONU. Además, Moscú quiere que India entre en la OCS (Organización de Cooperación de Shanghai, SCO por sus siglas inglesas, concebida como una contrapartida eurasiática de la OTAN) (Nota del editor del blog: Es posible que India se incorpore de pleno al OCS en 2016, así como cabe la posibilidad que Pakistán lo haga ese mismo año e Irán participa actualmente como estado observador).

Geopolíticamente hablando, Rusia es el aliado "lógico" tanto de India como de Irán. Las antiguas invasiones indo-iranias, que forjaron las civilizaciones védica y persa, procedían de las estepas del sur de Rusia y fueron canalizadas naturalmente hacia India por la configuración geográfica del territorio. Incluso si nos remontamos a la genética, hay una importante presencia de linajes paternos R1a (relacionado con los pueblos eslavos e indo-iranios) tanto en India como en Irán.

El enemigo geopolítico de India es Pakistán. Ambos países son potencias nucleares y no suscritas al Tratado de No-Proliferación. Como veremos enseguida, India puede cortarle a Pakistán su acceso a China, lo cual sería una catástrofe para el país. Tanto Pakistán como Bangladesh, Sri Lanka y en menor medida Nepal y Bhután, le roban a India mucha energía estratégica y constituyen amortiguadores muy efectivos para la influencia hindú.


PAKISTÁN

Hablando en plata, Pakistán es uno de los polvorines más volátiles del planeta. La importancia de Pakistán salta a la vista con sólo mirar un mapa. Es el puente entre el Golfo Pérsico y los enormes mercados de India y China, y un eslabón entre Oriente Medio, el Indostán, Asia Central y el Índico. Pakistán tiene en común con Egipto que se trata de un país superpoblado (200 millones, el país islámico más poblado después de Indonesia), con villas-miseria insalubres e inmensas (Lahore y Karachi), que los habitantes están fuertemente concentrados alrededor de un río (en este caso el Indos) siendo el resto del país comparable a Afganistán, que la población es movediza y virulentamente anti-occidental, fácil de excitar con retóricas religiosas, que está al borde del estallido social y que tanto el Ejército como los servicios de Inteligencia y grupos radicales, tienen fuertes lazos con Reino Unido, EEUU, Arabia Saudí y las corrientes salafistas-wahhabitas del "yihadismo internacional".

Pero, a diferencia de Egipto, Pakistán es una potencia nuclear que comparte problemáticas e inestables fronteras con otras dos potencias nucleares: India y China. En particular, su frontera con India está superpoblada, carece de coherencia geográfica alguna y tiene capitales y ciudades grandes en su proximidad, ya que dicha frontera es más un eje natural que una línea divisoria natural. También a diferencia de Egipto, Pakistán tiene vastas regiones montañosas y un endiablado laberinto de valles recónditos que se prestan mucho al establecimiento de campos de entrenamiento de insurgentes y a la formación de autoridades (por ejemplo tribales, mafiosas, religiosas o todo junto) totalmente al margen del Gobierno.

En lo que será Pakistán, sólo tenía lugar un 17,5% de las actividades financieras del antiguo Raj colonial británico. Durante la Guerra Fría, Pakistán fue un socio privilegiado de Estados Unidos y de la OTAN (también de China), ya que el país cerraba la expansión soviética hacia el Sur. Utilizando a Pakistán como base, moviendo los hilos del ISI (servicio de Inteligencia pakistaní, dirigido por el general Akhtar Abdur Rahman) y regando las madrasas y mezquitas con petrodólares saudíes impresos a destajo en la Reserva Federal, el célebre geoestratega Zbigniew Brzezinski (consejero de seguridad nacional de la administración Carter), en colaboración con el general Zia Ul Haq (que dirigía el gobierno pakistaní en la época, enfocándolo en la tarea de islamizar el país) formó el movimiento talibán ―destinado a contener la influencia soviética en Afganistán primero y a justificar la presencia de tropas de la OTAN después.

También tuvieron un papel clave en este proceso las tupidas redes de información y agitación tejidas por el MI6 británico en la época del Imperio, y la infraestructura de madrasas, campos de entrenamiento y mezquitas fundamentalistas financiadas por Arabia Saudí. Islamabad y Washington temían que la URSS acabase invadiendo Pakistán en su búsqueda de puertos cálidos (Mar Arábigo) y para conectarse territorialmente con India. Si eso pasaba, el Rimland (la periferia del continente eurasiático, que rodea al Heartland) quedaría partido en dos, y se rompería el asedio oceánico al núcleo duro de Eurasia.



Este artículo del periódico británico "The Independent", del lunes 6 de diciembre de 1993, se titula "Guerrero anti-soviético pone a su ejército en la carretera hacia la paz". En el borde superior puede leerse "El hombre de negocios saudí que reclutó muyaidines ahora los emplea en proyectos de construcción a gran escala en Sudán". Bin Laden fue uno de los contactos clave de la Inteligencia saudí para hacer llegar dinero a los talibán, refugiados en Pakistán, donde obtenían apoyo logístico y económico, mantuvieron una larga resistencia contra la invasión soviética. Irónicamente, la película "Rambo III" representa a los talibán como los "buenos".

En tiempos recientes, Pakistán ha sufrido un deterioro espectacularmente rápido de sus relaciones con el eje anglo-americano, basculando hacia China y, por ende, hacia Irán y hacia Rusia. Hasta tal punto ha llegado esto que en 2010 Vladimir Putin apoyó a Islamabad para entrar en la OCS y se convertirá en el primer Presidente ruso de la historia en visitar Pakistán. Estos procesos a su vez han dado lugar a un incremento de intervencionismo militar estadounidense en suelo pakistaní (generalmente a cargo de drones y equipos de operaciones especiales), violando la soberanía de Islamabad innumerables veces [2] y dejando miles de civiles muertos.

Muchos de estos ataques son claras maniobras de provocación y tensión por parte de Washington. El show montado en torno a la supuesta liquidación de Bin Laden el 2 de mayo de 2011, así como el incidente del misilazo el 26 de noviembre del mismo año ―que les costó la vida a 24 soldados pakistaníes― fueron pretextos de Washington para justificar su alejamiento de Islamabad, así como probablemente para dar más peso a Uzbekistán y Tayikistán como vías de suministro para las tropas de ocupación en Afganistán. También supone una excusa para trasladar sus bases de drones (aviones no-tripulados) a las repúblicas ex-soviéticas de Asia Central, pero de momento, dichos países se han negado. Las autoridades pakistaníes bloquearon el paso de suministros de la OTAN por el paso de Khyber y desalojaron a los estadounidenses de su base de drones en Shamsi (Baluchistán). Reveladoramente, el general William Fraser, máximo responsable del transporte militar, informó al senado el 28 de febrero de 2012 de que las rutas bloqueadas por Pakistán eran esenciales para completar la supuesta retirada de tropas estadounidenses de Afganistán en 2014.

Según él (General Fraser), las rutas de la llamada Northern Distribution Network (que pasan por Asia Central y sólo permiten transportar suministros no-letales) son insuficientes para manejar el inmenso tráfico de convoyes necesario para evacuar a EEUU de Afganistán. Por tanto, si Pakistán cierra sus rutas, EEUU tendrá que posponer su retirada… o prolongar su ocupación, según se mire. Esto último quizás era lo que tenían en mente los estrategas del Pentágono, ya que, a pesar de haber asegurado docenas de veces que para 2014 ya no tendrían tropas en el país, Washington se ha dedicado a construir nuevas bases, expandir y actualizar las ya existentes y convertir su embajada en Kabul y otras instalaciones en auténticas fortalezas y centros de Inteligencia y tecnología. Lo cierto es que si EEUU se indispone con los países del entorno afgano, puede encontrarse conque no podrá retirar la mayor parte de material militar que ha desplegado en Afganistán y sus efectivos quedarán aislados bajo asedio efectivo. El Secretario de Defensa estadounidense, Leon Panetta, ha declarado que continuaría llevando al cabo ataques de drones contra los refugios "que Pakistán ofrece a los insurgentes afganos". Islamabad ha afirmado que derribará los drones estadounidenses que violen su espacio aéreo.

Otra esfera con la que Pakistán está rompiendo relaciones es la petro-árabe, representada por el Consejo de Cooperación del Golfo (GCC por sus siglas inglesas), una unión de Estados petroleros (Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Qatar, Omán y Bahrein). Esto se evidenció en noviembre de 2011, cuando las autoridades aduaneras pakistaníes confiscaron 80 halcones pertenecientes al emir de Qatar. No hay que olvidar tampoco que el estratégico puerto pakistaní de Gwadar, actualmente una perla del collar chino, perteneció en el pasado a Omán, un país que cultiva buenas relaciones con India. Si miramos el mapa de las Zonas Exclusivas del Índico de más arriba, veremos que India y Omán tienden a estrangular el espacio marítimo pakistaní y su salida a aguas internacionales.

La desestabilización de Pakistán significa que el país alberga cada vez más movimientos insurgentes y fundamentalistas (esencialmente de signo salafista y talibán), que operan, no sólo en Afganistán, sino también en India, en Nepal, en las ex-repúblicas soviéticas de Asia Central y en la provincia china de Xinjiang. Estos grupos, oportunamente, crean una inestabilidad regional que, junto con la endiablada orografía del terreno, hace inviable mantener rutas comerciales.

Puede decirse que sólo las provincias de Punyab, Sindh e Islamabad son Pakistán "propiamente dicho" y que el resto son el patio trasero del país. Sin embargo, hay tres provincias pakistaníes con una tremenda importancia en el puzzle asiático:

Gilgit-Baltistán (Cachemira del Norte) tiene la desgracia de ser la región donde coinciden Afganistán, China, Pakistán e India. El corredor afgano de Wakhan ―una de las regiones-amortiguadoras más importantes del planeta desde que fue creada por los británicos en el Siglo XIX para evitar que el Imperio Británico y el Imperio Ruso compartiesen fronteras― separa a Pakistán del espacio ex-soviético… por 16 km. Rusia ha fichado el corredor para construir una carretera y una vía férrea que unirá a Tayikistán con Pakistán en el caso de que Washington se retire de Afganistán.

Cachemira es también una región sensible porque, a través de ella, India puede cortarle a Pakistán su comunicación con China (la autopista del Karakoram, por la que China sale al Índico). Hay una región de Cachemira administrada por India y reclamada por Pakistán, una región de Cachemira administrada por Pakistán y reclamada por India. Lo que toda Cachemira tiene en común es que la religión mayoritaria es la musulmana. Esto significa que su pakistanización y talibanización es cuestión de saber accionar los resortes adecuados.


"Cachemira pakistaní". Señalado en el mapa lo que los hindúes llaman PoK (Pakistan occupied Kashmir), que se corresponde con las provincias pakistaníes de Gilgit-Baltistán (rojo oscuro) y Azad Kashmir (rojo claro).

• Baluchistán es una región estratégica del sur de Asia que incluye a la provincia pakistaní de Baluchistán (conforma la mayor parte de su territorio), la iraní de Sistán y Baluchistán y la franja más meridional de Afganistán.  La región es montañosa, árida, inhóspita y de baja densidad de población (a pesar de su enorme extensión, contiene sólo el 4% de la población de Pakistán), pero es rica en gas natural, petróleo, uranio, cobre y oro. Además, en su costa se encuentra Gwadar, un puerto que une el comercio chino y centroasiático con el Índico y por tanto con el resto del mundo, y donde China recibe enormes cantidades de petróleo iraní, sudanés, nigeriano, etc. El comercio terrestre en la macro-región del sur de Asia es imposible sin un Baluchistán estable y fuerte… y eso es lo que el atlantismo intenta impedir.



Después de la revolución islámica en Irán, tanto EEUU como Iraq forjaron grupos separatistas baluchíes para luchar contra Irán. Esos lazos han pervivido en el tiempo, y hoy son varios los grupos que sirven, directa o indirectamente, a los intereses del atlantismo en la región, destacando dos. Uno es el BLA (Ejército de Liberación Baluchí por sus siglas inglesas), un grupo terrorista que tiene lazos con el MI6 desde la época de la independencia de Pakistán. Islamabad conoce de sobra todos estos lazos, y el mismo ex-presidente pakitaní Musharraf declaró que el BLA estaba apoyado desde el extranjero [3].

Entre otras cosas, el BLA ha atacado a trabajadores chinos destacados en la región y ha llevado al cabo limpieza étnica contra no-baluchíes en general. Otro grupo es Jundallah o Yundolá ("soldados de Alá"), cuyas acciones van especialmente dirigidas contra Irán. Este grupo controla el narcotráfico de la zona (la adicción a la heroína ha hecho graves estragos en Irán), ha llevado al cabo secuestros y asesinatos de científicos iraníes, atentados terroristas contra infraestructuras críticas y combate contra las autoridades de Teherán. El resultado ha sido una guerra civil de baja intensidad en la frontera de Irán-Pakistán, en la que Irán pierde muchos soldados y policías. La revista Foreign Policy ha reconocido abiertamente que tanto la CIA como el Mossad compiten para controlar Jundallah, y recientemente, la embajada estadounidense en Islamabad ha pedido la apertura de un consulado en Baluchistán.

La desestabilización de la maltrecha provincia no sólo está a cargo de narcotraficantes, islamistas radicales, terroristas, espías, confidentes, agitadores e infiltrados de servicios de Inteligencia de EEUU, Israel, Reino Unido e India, sino también de iniciativas que parten del mismo Congreso de los Estados Unidos, como la encabezada por Dana Rohrabacher, un político con antiguos lazos con muyahidines de Al-Qaeda (una simple fachada para las operaciones negras de la CIA) y que dirige el turbio ‘House of Foreign Affairs Subcommittee on Oversight and Investigations’.

La idea: Pakistán es un Estado terrorista que ofrece "refugio" a terroristas y EEUU debe hacer todo lo que puede para intervenir en Pakistán y "liberar" Baluchistán. De nuevo, este tipo de retóricas no son más que una tapadera hipócrita por el temor que China obtenga una salida fiable al Índico. India también ha entrado en el juego, dejándose convencer por Kabul para dar dinero a movimientos insurgentes de Baluchistán y utilizar a la policía indo-tibetana para proporcionar seguridad en la Ring Road afgana. En caso de que Baluchistán se independizase bajo paraguas de Washington, EEUU obtendría desde Afganistán una salida marítima que le libraría de su dependencia de las rutas de suministro de la Northern Distribution Network, que pasan por Pakistán y el espacio ex-soviético.


China mantiene un importantísimo puerto en el enclave costero de Gwadar, y proyecta establecer un gasoducto y un corredor comercial para unirlo con territorio chino. El principal problema: Baluchistán, FATA, Cachemira y Xingjiang, por donde pasaría el corredor, están plagados de turbulencias geopolíticas. Pakistán desea que Gwadar se convierta en un puerto comercial de primera categoría, compitiendo con el iraní de Chabahar (a sólo 160 km de distancia), donde la presencia extranjera predominante es la hindú. Se dice que, en caso de que Baluchistán se independizase, EEUU querría que Gwadar se convirtiese en "la próxima Dubai": un centro financiero y petrolero, además de importante hub logístico para alimentar su influencia geopolítica en Asia Central y el Caspio, y para salvarlos de su excesiva dependencia de pasos estratégicos montañosos como el de Khyber. La independencia de Baluchistán sería un desastre para China, que se vería privada de su salida al Índico.

FATA (Areas Tribales Administradas Federalmente, por sus siglas inglesas; incluyen la región de Waziristán) y KPK (Khyber Pakhtunkwa, antes llamada Provincia de la Frontera del Noroeste, NWFP por sus siglas inglesas) son las provincias más talibanizadas, pobres, desindustrializadas e ingobernables de Pakistán, fuente de problemas en la frontera AFPAK (Afganistán-Pakistán) y cuna del mismo movimiento talibán, así como de la Red Haqqani (nutrida por la CIA y el ISI pakistaní durante la Guerra Fría), una organización que ―a diferencia de Al-Qaeda, que es supuestamente "global"― ha sido señalada por Washington como vinculada específicamente al Estado pakistaní y al ISI. Si Al-Qaeda fue la excusa para atacar Afganistán, la Red Haqqani viene a ser la excusa para actuar en Pakistán.

En FATA también hay campos de entrenamiento del Movimiento del Turquestán Oriental, un grupo radical islámico que actúa en la provincia china de Xingjiang (también llamada Turquestán Oriental o Uiguristán) y que tiene lazos con (no podía faltar) Al-Qaeda. Pakistán es, en general, una cantera para islamistas radicales y mercenarios dispuestos a actuar por el salafismo (por ejemplo, en Siria), bajo hilos movidos por los servicios de Inteligencia atlantistas. Lo mismo puede decirse de Arabia Saudí, Libia, Kosovo, Chechenia y los barrios "multiculturales" de muchas ciudades europeas, especialmente de Reino Unido y Francia.

El epicentro del caos es el distrito de Waziristán, cuyos habitantes tienen fama de magníficos guerreros, aprovechándose de lo complicado de su terreno y dándole muchos problemas al Imperio Británico entre 1860 y 1945. Los nativos de esta región son de la etnia pashtún, muy vinculada con el conservadurismo y el tribalismo. Debido lo montañoso del terreno y a la existencia de valles aislados, existen también etnias muy interesantes, como los kalash o los hunza.

A través de las porosas fronteras de FATA con Afganistán, se filtran insurgentes, contrabando, tráfico de opio y armas. Los militares occidentales sienten que los "terroristas" se aprovechan de la inseguridad de Pakistán, que Islamabad no hace suficiente y que hasta lo promueve, y que la única manera de acabar con los ataques de la insurgencia talibán es llevando la guerra a territorio pakistaní, cosa que ya se ha hecho con drones y equipos de Operaciones Especiales, pero de momento no con una presencia permamente. En realidad, el estado actual de Pakistán hace pensar que la ocupación de Afganistán fue una excusa para desestabilizar Pakistán (amén de Asia Central y todo el sur de Asia) con el objetivo de bloquear los tentáculos geopolíticos chinos en la zona. La TV estatal rusa ya acusó a EEUU de ello en 2009.


Señaladas en el mapa las provincias pakistaníes FATA y NWFP (también llamada KPK). En Waziristán hay oro, diamante, cobre y manganeso

• Mención aparte merece el caso de, Sir Creek una franja de agua de 96 km disputada entre India y Pakistán en un estuario costero, y muy representativa de los absurdos a los que llega la geopolítica a veces. Y es que la posesión de esta franja pantanosa implica, por extensión, dominar una Zona Económica Exclusiva marítima de más de 8.000 kilómetros cuadrados. La disputa, aparentemente ridícula, encuentra sentido en la presencia de importantes cantidades de petróleo y gas natural que se encuentran bajo el lecho marino, y que incrementarían enormemente el potencial energético del país que se adueñe de ellos. También hay en juego un importante potencial pesquero.



Línea verde: frontera reclamada por Pakistán. Línea roja: frontera reclamada por India. Esta frontera, prolongada 200 millas mar adentro, decide a quién pertenece una ZEE de miles de kilómetros cuadrados y rica en gas natural, petróleo y bancos de pesca.

Otro problema de Pakistán que causa gran alarma internacional es que se trata del único Estado musulmán armado con cabezas nucleares. Si el Estado pakistaní falla, una o varias cabezas nucleares pueden acabar "fortuitamente" en manos de alguna facción musulmana radical. Estas cabezas nucleares podrían "desaparecer del registro" durante algún tiempo, hasta que reapareciesen en el momento más oportuno, quizás en manos de alguna organización terrorista, por ejemplo para lanzar un ultimátum, o bien siendo detonadas en atentados de falsa bandera que podrían dar otro empujón a la geoestrategia de las potencias atlantistas. Por ello, las cabezas nucleares pakistaníes causan honda preocupación en el mundo.



Fuente original:
La Ruta de la Seda, el Collar de Perlas y la competición por el Índico (II de III)
NOTAS:
[1] Al respecto, ver aquí una desternillante noticia sobre Nepal ―un satélite hindú que forma parte de la estrategia del Cinturón de Hielo, y donde ya hay madrasas y mezquitas salafistas relacionadas con redes de origen pakistaní y saudí, así como grupos tibetanos que agitan contra China. Otra noticia que evidencia hasta qué punto los gobiernos le toman el pelo a la opinión pública desinformada puede verse aquí y aquí: al parecer, la oportuna presencia de una flamante especie de mono en la ultra-rica cuenca minera del este de Congo-Kinshasa, precisa de la protección de desinteresados y altruistas organismos internacionales, que aspiran a poner sus manos sobre docenas de miles de kilómetros cuadrados de terreno y hasta a cruzar la frontera con Ruanda. En todo el mundo, cientos de especies desaparecen cada día, pero a la globalización sólo le importan las que se encuentran en lugares estratégicos. Estas noticias serían muy divertidas si no fuese por la gravedad de sus implicaciones: que los asuntos medioambientales (incluyendo parques naturales, que tienen enormes implicaciones geopolíticas), también son susceptibles de ser privatizados, globalizados y/o empleados como excusa para la globalización y el control de la finanza internacional.
[2] Más información:
http://www.globalresearch.ca/drone-banditry-america-s-undeclared-war-on-pakistan/
http://www.globalresearch.ca/drone-warfare-the-brutal-reality/
[3] CIA using Afghan refugees to destabilize Balochistan.
http://www.thenewstribe.com/2012/03/24/cia-using-afghan-refugees-to-destabilize-balochistan/#.UExyDrJlQxA

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