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26 octubre 2017

Sudán, el fracaso del separatismo (1)


Soldados del ejército de Sudán del Sur leales al presidente Salva Kiir, en lucha contra otras facciones opuestas. (la fotografía corresponde a diciembre del 2013) Photo: Samir Bol/AFP




La cruda realidad detrás de una promesa de futuro


por: Tito Andino U. 
(Recopilación y resumen de textos de Daniel Estulin)


Con este artículo iniciamos una serie de ensayos dedicados al África y la existencia de un complejo entramado internacional para explotar los recursos del continente “pobre”. El lector podrá encontrar en el espacio virtual abundante material relacionado con los episodios bélicos, por lo que no vamos a detenernos en aquel aspecto. Este blog busca el origen “espontáneo” de esos estallidos sociales, aparentemente sin sentido, pero que ocultan una siniestra planificación de quienes manejan los destinos de la humanidad.

Por qué iniciamos la saga de artículos dedicados al África con SUDÁN?, la que fuera una de las naciones más grandes de África, cuya superficie casi equivalía a toda la de Europa Occidental, continúa en un proceso de desmembración. Un largo periodo de inestabilidad forjado desde Europa y los Estados Unidos culminó en un referéndum separatista de enero del 2011.

Lo hemos analizado en el post anterior, con el caso de la política  separatista de Cataluña y casos anteriores como la extinta Yugoeslavia, ejemplo vivo de los nacionalismos extremos, impulsados desde otros lados (el caso de Cataluña aparenta no tener intromisión extranjera -pero la tiene-, manejándose en las bases como una auténtica y fervorosa llamarada nacionalista, no por ello exenta de un falso referente histórico y jurídico). El caso del Kurdistán es otro laborioso esfuerzo internacional por dividir a las naciones por intereses meramente materiales.

Forjando un aparente marco de legalidad, los referéndums independentistas o separatistas –que es el término correcto – lo único que consiguen es destruir una nación. Yo pregunto, qué país que integraba Yugoslavia ha conseguido progresar o crecer económicamente? Ninguno será más grande, ni desarrollado como fueron dentro de aquella unidad llamada Yugoslavia; convirtiéndose en pequeños estados satélites, manipulables, sin agendas ni propósitos nacionales propios, dependientes de las grandes economías extranjeras, en títeres coloniales de la OTAN/UE y fieles cumplidores de los dictados emanados tanto de Washington como de Bruselas.

Ese es el camino que le depara a un supuesto Kurdistán y a todos aquellos que quieren desoír y cegar la realidad histórica. NADIE HA GANADO NADA DESPUÉS DE UNA DESINTEGRACIÓN TERRITORIAL, AL CONTRARIO, ES COMÚN QUE PIERDAN SU VERDADERA IDENTIDAD.


Entremos al caso de Sudán.



A la izquierda, Mapa de Sudán hasta el 2011. A la derecha, Sudán dividido en 2011. Al norte: La República de Sudán; al sur: Sudán del Sur. Los continuos conflictos internos en Sudán del Sur prevé una nueva división en la joven nación, así como en la República de Sudán con la guerra en la región de Darfur. Muchas voces, especialmente en Norteamérica claman por la independencia de Darfur. “Salvemos Darfur” es una popular campaña  emprendida utilizando a conocidos artistas desde hace muchos años. 


Sudán está dividido desde el 2011, por el momento en dos (República de Sudán y Sudán del Sur –ésta última flamante nación se bautizó al poco con una nueva guerra civil), grandes intereses corporativos internacionales manejan la estrategia de continuar dividiéndola, además del gran negocio con la venta de armas, lo consiguen provocando nuevos conflictos armados entre diversas tribus que terminan con la alarmante y recurrente “limpieza étnica”.

El “proyecto” original contempla dividir el otrora Sudán unitario en varios estados más, cuatro, para ser más precisos. Las forjadas crisis políticas internas, las rivalidades tribales garantizan la vigencia permanente de hostilidades por lo que debemos entender que el seccionamiento territorial todavía está operativo. Generalmente son proyectos a largo plazo, desmembrar una nación no se consigue de la noche a la mañana, es todo un proceso metódico.

Al parecer hay más que suficientes recursos naturales (petróleo, oro, diamantes, coltán y otros minerales) que las potencias occidentales pueden darse el lujo de crear otros estados en la ya dividida Sudán, tremendo botín!

No nos cansaremos recordar que tras las labores “humanitarias” patrocinadas por la ONU, los Estados Unidos o alguna otra potencia colonial, se esconde, entre bambalinas, tenebrosos poderes y ambiciones. Curiosamente las acciones “humanitarias” (sin desdeñar el trabajo fervoroso que hacen miles de voluntarios de buena fe) solo se presentan en países africanos con increíbles reservas estratégicas, pero pobres en estabilidad política (provocadas intencionalmente por los “humanitaristas”).


Estamos viviendo la Edad del Capitalismo Salvaje.

Las potencias occidentales únicamente miran donde explotar los recursos naturales en África. El ser humano que habita en esas regiones es un escollo – hay que eliminarlos – y la mejor forma de infiltrarse en esas sociedades tribales es aplicando el “humanitarismo”. La ética y la moral no cuentan, los modos de obtener los recursos materiales y financieros es lo de menos.

La única incertidumbre, dentro de este panorama, es saber cuál de estas grandes potencias – o sus transnacionales – se quedará con el control y explotación de los  vastos recursos. La historia lo dirá.

En febrero 2011 (días después del referéndum separatista del Sudán del Sur), nuestro amigo, el investigador Daniel Estulin, escribía un reportaje, cuyo título lo hemos reproducido aquí como subtítulo. Él nos informaba que la división de Sudán, por el momento, en dos estados: Sudán y Sudán del Sur es la aplicación de una vieja táctica muy conocida en África y el Medio Oriente, es la aplicación de la “superioridad” racial del hombre blanco empecinado no solo en explotar los recursos naturales sino por deshacerse de una raza “molesta” para las élites.


Campos de refugiados en Chad a pocos kilómetros de la frontera con Darfur, Sudán.



Para el blanco occidental las cosas ya no resultan tan fáciles, tiene una dura competencia, CHINA.

Si los lectores y analistas internacionales no se han percato, potencias occidentales como Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos, básicamente, y otros países de la UE/OTAN están en GUERRA ECONÓMICA con China en ÁFRICA; y, todo indica que esa lucha por acaparar los mercados va volviéndose global. La presencia rusa también vuelve a sentirse, así como la aparición en estas regiones de los intereses iraníes, israelíes y otros actores.

No es que exista unanimidad entre los países europeos que conforman la Unión Europea y los Estados Unidos, cada potencia maneja sus propias estrategias por apoderarse de las riquezas africanas, compiten entre ellas, se espían, sabotean la infiltración en sus “dominios” económicos, sino pregúntenle a la señora Angela Merkel y a los franceses por qué los Estados Unidos los espían?. Por supuesto que es más fácil ocultar esa rivalidad y achacarle la guerra económica exclusivamente a los chinos.
  
“África es la frontera final de esa batalla de supervivencia. Estados Unidos, China y Francia están metidos hasta las cejas en operaciones secretas en el Sahara Occidental, Sudán, Ruanda, el Congo, Burundi, Angola, el Chad, Etiopía, Somalia y Eritrea”, afirmaba Estulin hace más de seis años.



















Si colocamos superpuestos los mapas de los conflictos bélicos con los mapas de las reservas naturales estratégicas del continente africano, se acoplan divinamente. Coincidencia?. Los países africanos son ricos en recursos naturales, Sudán posee las mayores reservas de recursos inexplotados. A nadie debe asombrarle por qué Sudán se transformó en el foco de atención de las ONG patrocinadas en los EEUU y se haya convertido “en el epicentro de la guerra sin cuartel en el continente oscuro”.

Sudán era antes del 2011 el mayor país de África, con  una superficie de 2,5 millones de kilómetros cuadrados, con una población estimada en ese tiempo de 35 millones de habitantes y una diversidad étnica asombrosa, alrededor de 400 grupos étnicos con sus dialectos, el idioma árabe era su vínculo (pretexto perfecto para dividirla). Su posicionamiento geo- estratégico junto al Mar Rojo, lo convirtió en una zona natural a ser desestabilizada, además de compartir fronteras con otros países –curiosamente con alto grado de inestabilidad política- Egipto, Libia, Etiopía, Eritrea, Uganda, Chad, República Democrática del Congo, República Centroafricana.

El Referéndum de enero 2011 fue el final de Sudán como entidad territorial unitaria, declarando la independencia en junio de ese mismo año. De que ha servido?, para nada, las guerras se perpetúan, transformándose en una amenaza global para toda África.



       Campos de refugiados en Chad a pocos kilómetros de la frontera con Darfur, Sudán.


La política de las potencias imperialistas ha sido siempre dividir países.
“La razón es fácil de entender – eliminar la soberanía nacional y la identidad nacional. «Divide y vencerás» es una de las estrategias de amplio alcance utilizada también por Israel, otro país con sumo interés en África. Israel adoptó hace mucho tiempo una estrategia que ellos llaman «tirar de las extremidades para después cortarlas». Esta política consiste en tender puentes a grupos minoritarios en varios países, sacarles del contexto nacionalista y «animarles» a independizarse”.

Y, es que los hechos son evidentes, tras el separatismo, Sudán del Sur, con el pretexto de otra guerra civil, empezó albergar “fuerzas de paz” de la ONU, pero también acoge, hoy, una base de misiles israelíes de largo alcance apuntando principalmente a Irán. Sudán del Sur, es aliado de Israel, efectúa las exportaciones de su petróleo, única fuente de ingresos de la nueva república, con la que paga las compras de armas israelíes… Irán, en contramedida apoya a Sudán y hace presencia en Port Sudan.

Otra “coincidencia” es que Sudán está en la “honrosa” lista de países que fomentan el “terrorismo internacional”.


       Campos de refugiados en Chad a pocos kilómetros de la frontera con Darfur, Sudán.


Veamos otro detalle de interés que nos narra Estulin.

“Las semillas del conflicto actual en Sudán se plantaron en el siglo XIX como consecuencia de la política colonial británica. Esa política se basaba en un país atacando otro país contra su propio interés. Un ejemplo perfecto de esa política es Darfur, donde estamos viendo como han dividido regiones en tribus de micro-identidad, basados en diferencias étnicas, religiones y geografías. Otros ejemplos de esa política genocida son Ruanda, Nigeria y Kenya.
El juego impuesto por los británicos es puramente psicológico: defender a todo coste su pseudo cultura basada en la supuesta etnicidad tribal. De esa forma, loa pueblos Africanos se auto-destruyen desde dentro. Cuando a una masa social se les trata como a unos animales, que es el caso de África Sub Sahariana, la gente lucha simplemente para sobrevivir en condiciones sub-humanas de un genocidio impuesto desde fuera, resulta mucho más fácil manipularles que reconocer la cara del verdadero enemigo. A eso juega el Imperio”.

 


       Campos de refugiados en Chad a pocos kilómetros de la frontera con Darfur, Sudán.


El Imperio Británico nunca ha respetado la soberanía de ningún país africano porque no ven a los africanos como seres humanos. El trato es básicamente igual al que se da a un animal en el zoológico; y, con la ayuda de los medios de embrutecimiento masivo (comunicación?), las campañas publicitarias de “Salvemos Darfur”, a través de la CNN, BBC, Fox, etc. son fáciles de digerir y promover, acota Daniel Estulin.

Casos como Sudán siguen un patrón común, muy visto.
 “¿Cómo se articula la campaña de propaganda en los medios de comunicación? Fácil: Saturación de reportajes desde una región en crisis; llamadas de emergencia para ayudar a la retransmisión en los medios de comunicación electrónicos; fotografías de refugiados mostradas en televisión; testimonios espeluznantes de violaciones “en masa”, que seguramente están pensados tanto para provocar como para generar ira; evocaciones de reproche del genocidio de Ruanda; exigencias de que deben tomarse medidas (“¿Cómo nos podemos quedar de brazos cruzados?”, etcétera); artículos en los principales medios de comunicación que exijan el retorno de la época del benévolo imperialismo, y finalmente, el anuncio de que se está planificando una intervención”.

 


       Campos de refugiados en Chad a pocos kilómetros de la frontera con Darfur, Sudán.


El escenario de la intervención se copia y pega fácilmente a partir de hechos históricos del pasado. Huelga decir que todo se hace de “buen espíritu”, gracias a ese gran y “bondadoso” corazón que tiene Estados Unidos.

1) Crear inestabilidad y caos, dando la impresión que los árabes se enfrentan a los africanos
2) Promover campañas desinformativas mediáticas enfatizando el incremento de la inestabilidad.

3) Incitar y desatar la ira en la opinión pública de la gente en Occidente, ya perversamente manipulada y que se cree todo.
4) Dogmatizar con el cuento que “el diablo aparece montado a caballo”, en el caso de Sudán, el diablo era la milicia Janjaweed. La clásica lucha entre el bien y el mal.

5) Transformar a ese demonio en el “enemigo” (en nuestro caso de investigación sobre Sudán, serían los árabes y sus socios: las empresas petroleras chinas y los servicios secretos rusos.
6) Movilizar a los ejércitos cristianos y sus servicios “humanitarios”.
7) Desgastar la credibilidad y poder del enemigo.
 8) Una vez ganado el apoyo moral de los preocupados ciudadanos occidentales, se procede a deponer  a las fuerzas del “mal”, instalando “un  gobierno benévolo, pacífico y a favor de la democracia”.
9) Conseguido el objetivo, se terminan las sanciones y se facilita el “desarrollo” del pueblo liberado.
Y ahí está: otra misión “civilizadora” para conquistar a esas hordas de árabes bárbaros y a esos africanos tribales, enfermos de SIDA, analfabetos e indefensos que se mueren de hambre.

 


       Campos de refugiados en Chad a pocos kilómetros de la frontera con Darfur, Sudán.


EPITAFIO

Daniel Estulin reflexiona sobre la realidad del conflicto de Sudán, se concibió hace un siglo, cuando los ingleses dictaron leyes segregacionistas entre 1922 y 1925, por ejemplo “Passport & Ordinance Act” que prohibía la integración entre el Norte y el Sur de Sudán, es decir, si alguien del norte de Sudán viajaba al sur del país, era considerado como un acto criminal.

La tácita formación de dos Sudanes, por los británicos, fue la razón directa del referéndum de enero del 2011. Una de las prioridades era apartar del gobierno sudanés al presidente Omar al-Bashir, además,
“las verdaderas intenciones de esa pandilla de degenerados es balcanizar el país, un Sudán con recursos naturales de gran valor como petróleo y coltán, en proceso creando cuatro países pequeños y absolutamente dependientes de las potencias externas como la ONU, EEUU, OTAN y los ONGs, todos controlados por naciones occidentales: Sudán del sur, Darfur independiente y dos estados lindando con Eritrea y Etiopia. Las consecuencias de la Balcanización de Sudán nos llevaría a una nueva guerra en el cuerno de África entre Sudán, Eritrea, Etiopía, Kenya, Uganda, Chad, Congo, Zaire”.

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*NOTA: El presente artículo está inspirado en una ponencia de Daniel Estulin “La cruda realidad detrás de una promesa de futuro”. (1 febrero 2011), de allí el subtítulo de la presente entrada. El artículo ha sido revisado y complementado con sucesos actuales por el redactor del blog. La página web de Daniel Estulin ya no está disponible en internet. Las fotografías de los campos de refugiados en el Chad corresponden a Daniel Estulin.

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