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31 octubre 2017

Sudán, el genocidio silencioso (2)

Facciones rebeldes en Darfur –JEM- que también dicen aspirar a la independencia.



Un breve prólogo del redactor del blog


La presente ponencia tiene más de 20 años de haberse publicado. NADA, absolutamente nada ha cambiado desde entonces, salvo la desmembración del otrora inmenso país de Sudán, (Sudán, Sudán del Sur, y tácitamente Darfur, se habla en medios occidentales de un Darfur del Norte).

Las crisis en el continente “pobre” se agudizan más, África es un terrible experimento social, “un laboratorio de la muerte” establecido por las grandes potencias civilizadas de Occidente. Uganda, Chad, Sudán, Kenia, Liberia, Zimbabwe, Ruanda, el Congo, República Centroafricana, Egipto, Argelia, Angola, etc.

Las labores “humanitarias” patrocinadas por la ONU, los Estados Unidos y otras potencias coloniales encubren el verdadero objetivo: apoderarse del inmenso botín que representan los recursos naturales estratégicos a costa de la muerte de millones de africanos.

Todavía está presente en la mente de muchas personas la campaña norteamericana “Salvemos Dalfur”, muy difundida por televisión y encabezada por el famoso actor George Clooney, no tengo claro si es parte de la misma organización denominada “The Save Darfur Coalition”, una asociación de casi 200 organizaciones religiosas, de derechos humanos y otras, que contaban con más de un millón de activistas y grupos comprometidos con la paz, la protección y la rendición de cuentas en Darfur y en todo Sudán, según sus declaraciones. Tras el aparente “humanitarismo”, quién podría dudar de aquellos gestos de alta responsabilidad moral con los seres humanos víctimas de los sátrapas tiranos, los señores de la guerra africanos?

Dado que la intensidad de las campañas de “salvamento” se ha desvanecido, ni el actor George Clooney encabeza más los esfuerzos internacionales como embajador de la ONU, todavía siguen produciéndose oleadas de refugiados, inestabilidad política, desplazamientos internos, hambruna, desnutrición e insalubridad.














Lejos de esas intensas campañas, con alto contenido político, que busca el intervencionismo militar estadounidense y de la OTAN con fuerzas de “pacificadores” para imponer el orden y administrar la nación mediante programas de ayuda económica y reconstrucción, es decir compra-venta de una nación soberana, existen programas de emergencia y contribuciones de organizaciones internacionales que funcionan relativamente bien como la OIM, la Cruz Roja Internacional, la OMS. “Salvemos a la generación futura en Darfur” fue proclamaba en 2007 por la Organización Mundial de la Salud (OMS)

En fin… El siguiente reportaje sigue su curso como si hubiese sido redactado hoy mismo. En que se ha alterado la situación? Afrontemos los hechos como son, la realidad sobrepasa toda ficción. El hombre blanco, “civilizado” quiere acabar con la raza africana en su tierra o en el peor de los casos mantenerlos en perpetuo caos, enfrentándolos, como el caso de Sudán entre árabes del norte y africanos nativos del sur, utilizándolos a su capricho, armando a uno u otro bando, explotándolos, esclavizándolos y sometiéndolos a experimentos médicos para desarrollar nuevas pandemias y sus antídotos que costarán miles de millones de dólares a los contribuyentes de los países que emprenden esas acciones. Negocios y más negocios a costa de la muerte.

José María Arenzana, más conocido como Peoe Arenzana, escribió sus vivencias en Sudán allá por 1995, su trabajo original titulaba “EL INFIERNO SILENCIOSO. Un viaje al horror de la guerra y el hambre en Sudán”. Conocí un resumen de este reportaje en la web de nuestro amigo Daniel Estulin bajo el título “El genocidio silencioso, Darfur – Sudán”, reproducido por julio del 2007. El mismo Pepe Arenzana ha presentado este trabajo en su web en octubre del 2013 bajo el título “El genocidio silencioso”. (enlaces a estas publicaciones en las notas de referencia a pie de página).

Demos lectura a tan interesante artículo.

                                                                                                   t. andino



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EL GENOCIDIO SILENCIOSO




Foto: OMS  Programa de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Ministerio de Salud de Sudán - Atención Integrada a las Enfermedades Prevalentes de la Infancia- (AIEPI) ha sido una prioridad desde 1996. Su aplicación en centros médicos de Darfur del Norte contribuyó a mejorar la salud de los niños.



por José María Arenzana
1995


¿Por qué ni una sola imagen de Sudán? ¿Dónde están los muertos? ¿Dónde los niños consumidos por el hambre, con sus huesos como cañas amenazadoras y sus barrigas infladas por los parásitos y la desnutrición? ¿Dónde las fotos de los moribundos? ¿Dónde los rostros anónimos de seres humanos agotados y un destello último de vida en la mirada? ¿Por qué nadie nos ilustra con las imágenes de esa barbarie para hacernos tomar conciencia de la tragedia remota y oculta que vive el pueblo sudanés desde hace más de veinte años, desde que llegaron al poder los islamistas radicales e impusieron su ominosa SharÍa que alienta al sometimiento o al exterminio sin contemplaciones de casi el 60 por ciento de la población de raza negra?

En las últimas semanas llegan escuetos cables a las redacciones que hablan de una tragedia prevista y previsible de la que nadie en las calles de Europa sabe (tal vez ni quiere saber) una sola palabra. Las agencias de Naciones Unidas y las ONG hablan con sordina de un genocidio que está a punto de superar al de Ruanda. Pero, ¿dónde están las imágenes de los muertos…? ¿Y de los agonizantes? ¿Y de los refugiados?

No pueden pasar desapercibidos para los satélites, así, de cualquier modo, más de dos millones de seres humanos puestos en movimiento de repente, huyendo del hambre y de la guerra, en fuga masiva y desesperada, a través de los pantanales y del desierto. Ni cruzar la frontera del Chad sin que sea advertido por las autoridades de un país de acogida ya exangüe donde se ha generado en pocos días una catástrofe de dimensiones bíblicas.

Tampoco lo desconocen, porque además no es nuevo, los distintos departamentos de la ONU ni de Cruz Roja Internacional (a quienes se supone siempre limpieza y honestidad en sus actuaciones), ni las agencias de ayuda humanitaria, que llevan gastados en los últimos años en la zona cientos de millones de dólares de los contribuyentes.



Foto: OMS Campamento de salud de Al Salaam. Las enfermedades infantiles más comunes son infecciones respiratorias agudas, paludismo y diarrea.


Lo saben también todos los gobiernos, porque desde hace más de una década Sudán figura cada año en los primeros puestos de la lista del Departamento de Estado norteamericano de los países que acogen y sostienen al terrorismo internacional. Y desde hace más de diez años, el informe anual de Médicos Sin Fronteras recoge la catástrofe sudanesa como la más terrible de cuantas se viven en el planeta. Sólo el año de la tragedia ruandesa (1994) pasó al segundo lugar de dicha lista.

Son demasiados años ya, demasiadas muertes, demasiado horror, demasiada crueldad, demasiada intolerancia, como para que nadie, o casi nadie en Occidente, salvo eventualmente, quiera escuchar el crujido demoníaco del tormento de millones de personas pisoteadas, esclavizadas y masacradas bajo la planificación minuciosa de un régimen atroz que dirige desde hace 25 años, con el Corán en una mano y la metralleta en la otra, un canalla llamado Omar-Al-Bashir, convertido ahora no sólo en jefe de Gobierno, sino también en jefe del Estado, tras relevar en este último cargo a otro cabrón con pintas, el clérigo musulmán Hassan-El-Turabi, con el que hasta hace poco compartía la cúspide del oprobio sudanés.

Para colmo de todos sus males, este país, donde se compran y se venden esclavos por cuatro peras, donde se tortura y se mata a capricho del fanatismo islámico, donde las milicias árabes violan a las mujeres negras en una campaña sistemática para depurar la raza, donde las autoridades utilizan a su antojo la ayuda humanitaria que se les envía ante la mirada sumisa y complaciente de todos los organismos internacionales que actúan en la región, plagado de campos de concentración y de reeducación musulmana en los que se hacinan los negros del sur en condiciones infrahumanas, este país, digo, para colmo, hace sólo unas semanas que ha pasado a integrar la comisión permanente de Derechos Humanos de la ONU. Difícilmente se pueda llegar a más en la historia de la infamia universal. Y sin embargo… ¿dónde están las fotos que nos inunden de ese escalofrío tenebroso que en cambio nos llega cada día desde Irak? ¿Por qué no nos alcanza toda esa ignominia? ¿Qué clase de recuento de víctimas tan diferente nos aplican de uno y otro drama?




Foto: OMS Dispensario médico en El Fasher, capital del estado de Darfur del Norte, en el Sudán.


¿Cómo desatascar todo ese silencio que nos ha dejado sordos ante la barbarie? ¿Cómo desenredar esa maraña de intereses abyectos que han llevado a la ONU y a Cruz Roja Internacional, a aceptar la distribución de la ayuda humanitaria sólo allí donde les autorice y les indique el Gobierno de Jartum? ¿Por qué seguimos, desde hace más de una década, enviando toneladas de alimentos y apoyo de urgencia desde Lokichokio, en la frontera con Kenia, dentro de la mayor y más cara operación de socorro conocida en la Historia, si todos saben que las autoridades arabo-sudanesas utilizan a su capricho dicha ayuda como un arma letal del genocidio contra los rebeldes negros del sur?

Primero fue el exterminio del pueblo Nuba, en las montañas centrales de la región de Kordofán, la más fértil y rica del país, donde los fedayyines incendiaron cosechas y poblados, sometieron a la esclavitud a la población negra, violaron a las niñas y mujeres, deportaron o ejecutaron a los rebeldes y, finalmente, expropiaron por la fuerza todas sus propiedades para entregárselas a los señores feudales de raza árabe. Durante años, ningún occidental, que se sepa, ha logrado poner un pie en aquellas montañas. Y si alguien lo hizo (se tienen noticias de algunos integrantes de ONG y de algún periodista que lo intentaron y yo mismo quise llegar allí), nada se ha vuelto a saber de él.

Luego continuó la guerra en el sur (aún sigue) contra unas facciones rebeldes enfrentadas a su vez entre sí en las provincias de Equatoria, Bhar-El-Ghazal y Upper Nile. Hace unos años recorrí la zona gracias a los aviones y avionetas de “Operation Lifeline Sudan” que partían diariamente desde Lokichokio. Visité aldeas y vi masas de refugiados enormes que huían exhaustas de la muerte, incapaces de comprender que la muerte viajaba con ellos en forma de hambrunas, guerra y enfermedades terroríficas que diezmaban diariamente a la población. ¿Qué otra cosa podían hacer sino huir hacia ninguna parte? ¿Cómo oponerse a los designios de la clase humanitaria que los reunía como a ratones en una ratonera para alimentarlos en puntos designados por los canallas de Jartum y que a continuación serían bombardeados por la aviación asesina de los curas musulmanes? La historia se repite, ahora en la región de Darfur, en el oeste, y varios millones de personas huyen despavoridas y cruzan la frontera con el Chad, ante las denuncias con sordina de las organizaciones humanitarias.



Foto: OMS. Campamento de Al Salaam. La OMS mantiene evaluaciones periódicas sobre la calidad del agua, esencial para prevenir la propagación de enfermedades.


En la base de Lokichokio, el despliegue de efectivos humanitarios es descomunal. Aquello se asemeja bastante a un bonito lodge de vacaciones, aislado por una cerca de los peligros de la sabana africana. Hay amplias tiendas con camas y mosquiteras, agua caliente en las duchas, oficinas con aire acondicionado, bar y restaurante de campaña para los pilotos y los miembros de la base. Una inmensa flota de vehículos, más de medio centenar de furgonetas, camiones y todoterrenos y una docena de aviones Buffalo, Hércules y avionetas, se encuentran disponibles, mientras la compañía Caltex suministra puntualmente el combustible.

Trevor Howard, un ex militar inglés cruzado de tatuajes, era en aquel momento el responsable de seguridad de Lokichokio y el encargado de autorizar o no los vuelos diarios que transportaban al personal y la ayuda humanitaria al interior de Sudán. Al atardecer, Pat Culpam, norteamericano, jefe de la logística de Lokichokio, paseaba cada día con un radio-transmisor en una mano y con la otra rodeaba el cuello de su esposa haciéndose carantoñas bajo un cielo incendiado de colores violetas mientras un ejército de camareros negros servían costillas con miel y romero. A esa hora, una chica de MSF me dicta al oído: “Esto es un derroche completamente innecesario. Actúan como niños que estuvieran jugando a la guerra”. Y un piloto sudafricano contratado por la ONU para estos vuelos especiales afirma: “Si los donantes vieran lo que se hace con su dinero, esto se cerraría en dos días”. Cinco kilómetros al norte, del otro lado de las montañas que separan Kenia de Sudán, los muertos se pudren y las jovencitas dinkas, nuer o torit se hacen hermosas pulseras de metal dorado fundiendo las balas que mataron horas antes a sus hermanos.


Jose María Arenzana


ANEXO:


Daniel Estulin reprodujo en su web, el 3 de septiembre del 2007, el siguiente reportaje relacionado con el tema tratado.



Foto: OMS. Hospital Docente de El Fasher, uno de los pabellones pediátricos. Desde 2004, la OMS patrocina este hospital, lo abastece de medicamentos y otros suministros médicos, gratuitos para los pacientes, imparte capacitación y aporta financiación.


José María Arenzana es uno de los mejores periodistas de España. Desde hace años escribe para el ABC Sevilla. Además, es de las personas que más ha viajado por África y de los que mejor la conoce. Él estuvo en la sede para el reparto de ayuda humanitaria al sur de Sudán (OSS), en Lokichokio, en el extremo nor-noroeste de Kenya, muy cerca del Lago Turkana. Aquello, según las palabras de Pepe, “era un nido de 'espías' políticos manejando a un cuartel entero de miembros de ONGs dispuestos a alimentar a una facción del Ejército rebelde, pero también a la vez haciéndole el juego al propio Gobierno de Jartum”. De hecho, allí, en dicha base, conoció a un enviado del Gobierno de Jartum, un agente del Gobierno de los entonces todopoderosos Hassan Al-Turabi y de Omar Al-Bashir. Después de leer mí nuevo manuscrito me comentó como anécdota que disponía de los visados de las dos facciones guerrilleras – la facción de John Garang (el SPLM) y la de Riek Machar (que primero se llamó SPLM-U, y luego SPLA: o sea Soudan People Liberation Movement-United y Soudan People Liberation Army, respectivamente). Los cuales le obligaron a solicitar en sendas oficinas de Nairobi antes de trasladarse a Lokichokio. Esto es su email a mí (redactado sin las partes personales):



Foto: OMS

“Excuso decirte lo complicado que era en un control cualquiera adivinar cuál de los dos salvoconductos debíamos mostrar a los reclutas. Equivocarse era jugárselo a cara o cruz porque, de todos modos, nunca sabíamos si la tropa que nos daba el alto pertenecía a una facción rebelde o a la otra. De modo que, sí, nos la jugamos varias veces y, como es obvio, siempre tuvimos suerte, puesto que salimos vivos de allí a pesar del perverso jueguecito. Yo llevaba cada salvoconducto en un lado distinto de mi chaqueta multibolsillos y los revisaba cada mañana durante los trayectos hasta aprenderme de memoria en qué lado estaba cada uno de ellos por la sencilla técnica de repetirme mil veces las siglas de cada facción ("¡SPLM, bolsillo izquierdo; SPLM-U, bolsillo derecho…!!", y así miles de veces), lo cual, como digo, no solucionaba el problema, ya que primero debíamos intuir a quién pertenecía aquella tropa andrajosa o descalza que nos daba el alto.
       
También te conté al respecto que asistimos el fotógrafo y yo casi casualmente a una reunión de la entonces directora de USAID y Riek Machar en un punto innominado de los pantanales sudaneses. Y digo casualmente porque esos cabrones nos dejaron, como recordarás, completamente tirados en aquel punto de la selva. El jefe de seguridad de la base de Lokichokio era un coronel (o algo así) de un cuerpo de élite británico (no recuerdo cuál); el jefe de Logística un americano llamado Pat Culpam con el aspecto más común de lo que yo hubiera identificado entonces con un típico agente de la CIA de las películas, etc.

Las negociaciones mantenidas entre la jefa de USAID, una pecosa rubia madurita y canija, con el propio Riek Machar en aquel lugar no las conocí porque nos apartaron al fotógrafo y a mí para que no escuchásemos las conversaciones mantenidas bajo un frondoso árbol en medio de los pantanales, con los guerrilleros de aquella tribu sentados alrededor. Lo que sí supimos es que Riek Machar y su novia de entonces, una británica que había trabajado para una ONG de Educación en la zona a la que entrevisté, se trasladaban por la zona en las avionetas y aviones de ayuda humanitaria que se controlaban desde Lokichokio.

En la base, en Lokichokio, lo que está claro es que no había problema alguno de suministros, en especial de combustible. La Compañía Caltex era la que principalmente suministraba el continuo despegue de aviones que procedían en general de Nairobi o de cualquier otro punto camino de cualquier parte, pero en especial hacia el interior del sur de Sudán, cargados de sacos de comida y quién sabe de qué otras cosas.

La sede central desde la que se administra toda esa ayuda humanitaria está en las Gigiri Hills, una auténtica ciudadela de la ONU en pleno centro de Nairobi, rodeada de espléndidos jardines y cuyos edificios (caracolas o cabañas) rebosan de aire acondicionado.

Bueno, en parte, quizá, todo eso sea anecdótico. La cuestión de fondo del petróleo no creo que sea muy discutible. Tal vez sí lo sea tu tesis sobre el impulso secreto que los USA otorgan a dichas 'crisis humanitarias', aunque a mí, personalmente, me resultan muy creíbles. A saber: el Gobierno de Jartum, hasta donde yo pude averiguar, controla o intenta controlar la ayuda humanitaria que se introduce en el sur de Sudán. Es decir, la ONU y todas esas ONG que defienden el derecho de injerencia humanitaria a nivel global, se someten dócilmente a los permisos que otorgan los islamistas asesinos de Jartum para poder ayudar a las poblaciones civiles en peligro. Siendo así, ¿a qué derecho de injerencia apelan esas ONG? Cuando la ONU, en algunas ocasiones y por presión de las ONG sobre el terreno, han introducido un convoy de alimentos sin el adecuado permiso de Jartum, los aviones del Gobierno los han bombardeado de manera inmisericorde y los han destruido. Quizá, por qué no, es que dicho convoy transportaba algo más que ayuda humanitaria. O vaya usted a saber. Es posible. O quizá es que todo consiste en un plan donde los malos no son sólo unos u otros, sino todos, que es, a mi juicio, lo más probable: incluidos los chinos, los islamistas, los franceses y etc.



A todo esto, de otra cosa de la que no hay duda es de que los radicales de Jartum han asesinado y esclavizado a millares de negros en el centro y el sur de Sudán, animistas o cristianos. El genocidio ha sido durante años atroz y silencioso. Yo mismo fracasé en mi intento de penetrar en las montañas centrales de Sudán, que era mi objetivo en aquel viaje. A lo máximo que llegué, como sabes, es a viajar a muy diversos puntos del sur, alrededor de la cordillera del genocidio, donde, efectivamente, operaba la guerrilla y donde se distribuía la ayuda humanitaria y donde la masacre era tremenda, sí, pero no en la zona más silenciada y oculta a la información occidental que es la zona central del Sudán. De aquello no se sabe casi nada. Y nadie, que se sepa, de los que han logrado entrar, logró salir con vida de allí para contarlo. Sólo se conocen datos por referencia de los refugiados que se unieron al sur a lo largo de los años. Esa masacre, en principio, sólo es atribuible a los asesinos islamistas.  


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El genocidio silencioso. José María Arenzana

“El genocidio silencioso, Darfur – Sudán”. Web de Daniel Estulin, julio del 2007

"Guerrilleros. Las Historias de Sudán". Web de Daniel Estulin, 03 septiembre 2007

* La website de Daniel Estulin ya no se encuentra operando en internet. (los artículos son de los archivos del redactor del blog)

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