Una corta reseña histórica del conflicto en la Península Coreana como introducción al candente tema de actualidad.
La Guerra de Corea (1950-1953) fue el primer conflicto relevante durante la denominada Guerra Fría. Sobre ella se han escrito importantes obras que narran su desarrollo, por lo que priorizamos entender el origen de la misma, algo que ha descuidado la historiografía occidental.
Para los norcoreanos,
la guerra fue provocada por Corea del Sur en connivencia con sus aliados
norteamericanos. Esta postura se mantuvo en el resto del mundo socialista hasta
la Perestroika (1985), cuando el
líder soviético Mijail Gorbachov
afirmó públicamente que el conflicto había sido iniciado por Corea del Norte.
Naturalmente que existen
varios antecedentes. La ocupación del Imperio japonés de la Península de Corea antes
y durante la segunda guerra mundial, muchas facciones coreanas de la
resistencia anti-nipona fueron entrenadas y armadas por la Unión Soviética, su
teatro de operaciones fue prioritariamente la región de Manchuria en donde surgió
el mítico Kim Il Sung, quien
constituirá posteriormente la República Popular Democrática de Corea.
Como sabemos, la
guerra del Pacífico de los estadounidenses contra Japón terminó con la rendición
del Imperio del Sol Naciente. Las fuerzas de Estados Unidos ocuparon el sur de
la península de Corea, la parte norte se mantuvo todavía un tiempo bajo
ocupación japonesa que fue cediendo su presencia a las tropas de la Unión
Soviética. El paralelo 38 fue establecido por los EEUU. Kim Il Sung rechazó esa
tácita división de la península, él manifestó: “Los imperialistas estadounidenses están maniobrando para convertir el
paralelo 38 en una frontera permanente que divide nuestro territorio en dos
partes y así, dividir nuestra nación”.
El llamado a elecciones generales organizado por el Comité Popular Provisional determinó que Kim II Sung, del Partido del Trabajo de Corea (PTC), sea elegido presidente (20 octubre 1945, las elecciones fueron solo en el Norte) sin que estuviere prevista la posibilidad de establecer un estado independiente en el sur. A su vez, los Estados Unidos apoyaron en el sur a Syngman Rhee, un político exiliado que estableció un gobierno militar represivo contra las organizaciones que clamaban la unidad de toda Corea.
Harry S. Truman instaura
la “Doctrina Truman” (1947) con la finalidad
de “redimir” al mundo de la “amenaza comunista”. Desde entonces, Corea es vital
geopolíticamente para los Estados Unidos, ya que le puso a las puertas de China
y de la extinta Unión Soviética (hoy frontera rusa). Oficialmente, el 17 de
julio de 1948, se crea la República de Corea (Sur), contando con el apoyo de
fuerzas militares japonesas, los norteamericanos forman el Ejército de Corea
del Sur (ROK Army). En contramedida, el 9 de septiembre de 1948, se erige la República
Popular Democrática de Corea (Norte).
Es difícil encontrar
material historiográfico que no sea pro norteamericano, normalmente se acepta
que los norcoreanos se hallaban motivados por el triunfo comunista en China
(1949) y la fortaleza de la URSS con la bomba atómica, razón que, presuntamente,
estimuló que el 25 de junio de 1950 cruzaran el paralelo 38 rumbo a Seúl. Corea
del Norte siempre ha argumentado que en el sur, gobernado por Syngman Rhee, se reprimía
duramente a los coreanos que en un gran porcentaje apoyaban al Norte, también el Norte era sometido a periódicos ataques de bandas paramilitares auspiciados por los EEUU
y sudcoreanos.
Se discute también el
papel de la URSS, a pesar de su apoyo militar al Norte, muchos expertos en la
materia afirman que el líder soviético (Stalin) no tenía intenciones que se
desatará una guerra entre las Coreas. El papel chino también es fundamental,
una vez que los EEUU cruzaron el paralelo 38, Mao Tsé Tung envió tropas en
apoyo del Norte.
El rol de los
surcoreanos, apoyados por los estadounidenses, también fue una política
agresiva de sus dirigentes, Syngman Rhee anhelaba atacar, estaban convencidos
que podrían tomar Pyongyang en un solo día, además, como hemos dicho, las provocaciones
abiertas de grupos paramilitares surcoreanos en territorio del norte estaban a
la orden del día, mucho antes del estallido del conflicto abierto.
Kim Il Sung era
consiente que su inferioridad en material y en hombres, ante ese hecho recurrió
a la URSS y a China para salvar estas carencias.
El 25 de junio de
1950, las tropas norcoreanas intervienen en Corea del Sur y rápidamente llegan
a Seúl, los EEUU convocan al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas,
responsabiliza a Norcorea del estallido de la guerra y solicita el cese
la agresión. A los pocos días se aprueba la Resolución que condena el ataque y que aprueba defender Corea del Sur.
Este último acto
político de la ONU solo pudo ser realizable a través de una hábil maniobra
diplomática. China no estaba representada por el embajador de la República
Popular China de Mao Tsé Tung, sino por un delegado chino exiliado en Taiwán,
la URSS protestó y se retiró de la deliberación. No había más que discutir, las
puertas de la intervención armada de los Estados Unidos y de algunos países, en
nombre de la Naciones Unidas se hacía efectiva, desatándose una cruenta guerra.
Preguntas:
Qué hubiese pasado si el delegado de Stalin se mantenía presente en el Consejo de Seguridad, los soviéticos tenían derecho al veto e impedido, al menos, que se utilice el nombre de las Naciones Unidas para desencadenar el conflicto. Fue intencional esa reacción de Stalin? Temía que la vigente Guerra Fría enfrentara directamente en territorio coreano a las grandes potencias nucleares?.
El resto es ya
historia documentada…
Algo que si debe
quedar puntualizado es que los Estados Unidos han pretendido, siempre, instalarse
en la frontera china. La guerra económica de los Estados contra China está ya
vigente, en todo el Lejano Oriente y en el Próximo Oriente el objetivo es destruir los intereses económicos chinos. Es cuestión de tiempo para una gran confrontación armada entre
estos dos grandes colosos.
t. andino
(editor del blog)
A continuación ponemos a su disposición las siempre interesantes ponencias de actualidad del politólogo italiano Manlio Dinucci, los artículos originales corresponden al diario “Il Manifesto” (Italia), reproducidos y traducidos por Red Voltaire.
*****
Tecnología estadounidense en la bomba norcoreana
Mientras el mundo se inquieta por los ensayos nucleares de Corea del Norte, Manlio Dinucci nos recuerda que la tecnología que posee Pyongyang proviene en parte de Estados Unidos. Se la vendió, como hombre de negocios, el ex secretario de Defensa Donald Rumsfeld, especializado –como político– en atacar países a los que acusa de haber comprado armamento sensible.
Después de que
Pyongyang anunciara haber realizado una explosión subterránea de ensayo de una
bomba de hidrógeno, el presidente estadounidense Barack Obama, aunque poniendo
en duda que en verdad se trate de una bomba de hidrógeno, pide «una respuesta
internacional fuerte y unida ante el comportamiento inconsciente de Corea del
Norte».
Pero “olvida” que fue
precisamente Estados Unidos quien proporcionó a Corea del Norte las tecnologías
más importantes para la producción de armas nucleares. Nosotros mismos
documentamos esto hace 13 años [1].
La historia comienza
cuando, después de haber sido secretario de Defensa de la administración Ford
en los años 1970 y –en los años 1980– consejero del presidente Reagan para los
sistemas estratégicos nucleares, Donald Rumsfeld entra, en 1996, en el consejo
de administración de la firma ABB (Asea Brown Boveri), grupo líder en
tecnologías para la generación de energía. Rumsfeld recurre de inmediato a su
influencia para lograr que Washington autorice esa empresa a proporcionar
tecnología nuclear a Corea del Norte, a pesar de que ya se sabía que ese país
tenía un programa nuclear de carácter militar.
Menos de 3 meses más
tarde, el 16 de mayo de 1996, el Departamento de Energía de Estados Unidos
anuncia haber «autorizado ABB Combustion Engineering Nuclear Systems, empresa
enteramente controlada por ABB, a proporcionar una vasta gama de tecnologías,
equipos y servicios para la proyección, construcción, manejo operativo y
mantenimiento de dos reactores en Corea del Norte». El Departamento de
Energía de Estados Unidos –responsable no sólo de la industria nuclear civil
sino también de la producción de armamento nuclear– sabía que aquellos reactores podían ser utilizados
con fines militares y que los conocimientos y tecnologías entregados también
podían ser utilizados para el desarrollo de un programa nuclear de carácter
militar.
Así
pudo ABB firmar con Corea del Norte, en el año
2000, dos grandes contratos para la «entrega de componentes nucleares».
En aquel momento, Donald Rumsfeld todavía era miembro del consejo de
administración de ABB, del que siguió siendo miembro hasta enero de 2001,
cuando se convirtió en secretario de Defensa de la administración Bush.
En
2003, Corea del Norte anuncia que se retira del Tratado de No Proliferación
(TPN), al que había entrado en 1985. Se iniciaron
entonces las «conversaciones entre Seis» (Estados Unidos, Rusia, China, Japón,
Corea del Norte y Corea del Sur), que se interrumpieron en 2006, cuando Corea
del Norte realiza el primero de sus 4 ensayos nucleares. Las conversaciones
fueron retomadas después, pero se interrumpieron nuevamente en 2009. Pero
Pyongyang no fue el único responsable de esa interrupción. Ante el hecho que
Estados Unidos sigue violando el Tratado de No Proliferación, a pesar de ser su
primer firmante, en Pyongyang
llegaron simplemente a la conclusión de que más vale tener armas nucleares que
no tenerlas.
El Tratado de No Proliferación obliga a los Estados dotados de armas nucleares a no transferirlas a otros Estados (Artículo 1) y también obliga a los Estados no poseedores de armas nucleares a no recibirlas (Artículo 2). Al mismo tiempo, también obliga a todos los Estados firmantes, comenzando con los poseedores de armas nucleares, a adoptar «medidas eficaces a favor del cese de la carrera armamentista nuclear y del desarme nuclear» hasta que exista «un Tratado que establezca el desarme general y completo» (Artículo 6). Y también obliga a todos los Estados firmantes a «renunciar, en sus relaciones internacionales, al uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier otro Estado» (Preámbulo del TPN).
¿Es Estados Unidos un
ejemplo sobre cómo operar en materia de desarme nuclear? A un costo de 1 000
millones de dólares, Estados Unidos ha iniciado un plan para reforzar sus
fuerzas nucleares con otros nuevos 12 submarinos de ataque –armados cada uno
con 200 ojivas nucleares– y 100 bombarderos estratégicos más –con más de 20
ojivas nucleares cada uno. Simultáneamente, violando el Tratado de No
Proliferación, Estados Unidos está a punto de almacenar en 5 países de la OTAN
–cuatro Estados europeos y Turquía, que por consiguiente también violan así el
Tratado de No Proliferación– unas 200 nuevas bombas nucleares del tipo B61-12.
Setenta de esas bombas nucleares estadounidenses, con una potencia equivalente
a 300 bombas como la de Hiroshima, irán a Italia. Mientras tanto, las fuerzas
nucleares de Estados Unidos y la OTAN, incluyendo las de Francia y Reino Unido,
disponen en total de unas 8 000 ojivas nucleares, de las cuales 2 370 están
listas para ser utilizadas en cualquier momento. Si sumamos las que poseen China,
Pakistán, la India, Israel y Corea del Norte, resulta un estimado total de 16
300 ojivas nucleares, 4 350 de las cuales están listas para ser utilizadas. Pero
la carrera armamentista sigue adelante, sobre todo con la modernización de los
arsenales.
Con la primera guerra contra Irak, en 1991; la guerra
contra Yugoslavia, en 1999, la invasión de Afganistán, en 2001; la invasión de
Irak, en 2003; la guerra contra Libia, en 2011 y la guerra desatada contra
Siria desde 2013, Estados Unidos y la OTAN nos ofrecen probablemente más
“ejemplos” de cómo «renunciar al uso de la fuerza contra la integridad
territorial o la independencia de todo Estado». Como también lo hicieron
seguramente con el golpe de Estado de Ucrania, que forma parte de la nueva
guerra fría y de la reactivación de la carrera armamentista nuclear.
Es así como la aguja
del llamado «Reloj del Apocalipsis», el índice simbólico del Bulletin of the Atomics Scientists que
indica a cuántos minutos nos encontramos actualmente de la funesta medianoche de
la guerra nuclear, se desplazó de las 12 menos 5 minutos, en 2012, a las 12
menos 3 minutos, en 2015 [2].
Pero la razón de ello
no es tanto el «comportamiento inconsciente» de Pyongyang como el
«comportamiento consciente» de Washington.
Corea del Norte en el gran juego nuclear
Manlio Dinucci señala que la crisis alrededor de Corea del Norte nos hace perder de vista el verdadero problema. El problema no es que Pyongyang tenga la bomba atómica sino las increíbles proporciones de los arsenales nucleares que poseen las grandes potencias, que otros 35 países estén a punto de adquirir armas atómicas y el hecho innegable que, ante la estrategia de Estados Unidos, los poseedores de armamento nuclear están realmente más protegidos que los demás.
Los proyectores político-mediáticos, enfocados en los ensayos nucleares y balísticos norcoreanos, dejan –como siempre– en la sombra el contexto general que rodea esos ensayos: el de una creciente carrera armamentística que, mientras que mantiene un arsenal nuclear capaz de borrar la especie humana de la faz del planeta, apuesta por el uso de ojivas y de vectores de alta tecnología cada vez más avanzados.
La Federación de
Científicos Estadounidenses estima que Corea del Norte ya tiene «materia
fisible suficiente para producir 10 o 20 ojivas nucleares, pero no hay pruebas
disponibles de que haya puesto en disposición operativa ojivas nucleares
susceptibles de ser transportadas mediante misiles balísticos».
También según la
Federación de Científicos Estadounidenses, Estados Unidos posee 6 800 ojivas
entre las que se cuentan 1 650 ojivas estratégicas y 150 no estratégicas ya
listas para ser utilizadas en cualquier momento.
Agregando las 300 de
Francia y las 215 del Reino Unido, las fuerzas nucleares de la OTAN disponen de
7 315 ojivas nucleares –entre ellas 2 200 ojivas listas para su lanzamiento–
ante las 7 000 de Rusia, de las que 1 950 están listas para el lanzamiento.
Según la Federación
de Científicos Estadounidenses, hay alrededor de 550 ojivas nucleares
estadounidenses, francesas y británicas desplegadas en Europa, próximas al
territorio de Rusia. Para ser más claros, es como si Rusia hubiese desplegado
en México cientos ojivas nucleares apuntando hacia Estados Unidos.
Agregando las ojivas
nucleares de China (270), Pakistán (entre 120 y 130), la India (entre 110 y
120) e Israel (80) el total de ojivas nucleares puede estimarse en alrededor de
15 000. Pero esos estimados son aproximativos, casi seguramente por defecto, y
la carrera armamentista prosigue con la constante modernización de ojivas y
vectores.
A la cabeza de esa
carrera está… Estados Unidos, país que efectúa constantemente ensayos con los
cohetes balísticos intercontinentales Minuteman III y se dispone a reemplazar
estos últimos por otros más modernos, con un costo aproximado de 85 000
millones de dólares. El Congreso estadounidense aprobó en 2015 un plan –con un
costo aproximado de 1 000 millones– destinado a potenciar las fuerzas nucleares
con 12 nuevos submarinos de ataque –a un costo de 7 000 millones cada uno– que
llevarán cada uno 20 cabezas nucleares. En ese mismo marco entra el reemplazo
de las bombas atómicas estadounidenses B61, almacenadas en Italia y en otros
países de Europa, por las nuevas B61-12, que son armas destinadas a asestar un
primer golpe. La modernización de las
fuerzas nucleares estadounidenses incluye además el supuesto «escudo
antimisiles» que neutralizaría la respuesta del enemigo ante un primer golpe
nuclear, como el que Estados Unidos ha instalado en Europa contra Rusia y en
Corea del Sur, no contra Corea del Norte sino en realidad contra China.
Rusia y China están
acelerando la modernización de sus fuerzas nucleares, para impedir que el otro
bando tome ventaja. En 2018, Rusia desplegará un nuevo misil balístico intercontinental,
el Sarmat, con un alcance de 18 000 kilómetros, capaz de transportar entre 10 y
15 ojivas nucleares y que, en el momento de su reentrada en la atmósfera –a
velocidad hipersónica (más de 10 veces la velocidad del sonido)– puede incluso
realizar maniobras evasivas para escapar a los misiles interceptores y penetrar
así el «escudo».
En esa situación, en que un círculo restringido de Estados monopoliza las armas nucleares y en que quien posee ese tipo de armamento amenaza al que no lo posee, es cada vez más probable que otros Estados traten de obtener armamento nuclear y que lo logren. Además de los 9 países que ya disponen de armas atómicas, hay alrededor de 35 más capaces de construirlas.
Pero los periódicos y la televisión no hablan de eso,
mientras que se dedican a sembrar la alarma sobre Corea del Norte,
país al que se denuncia como única fuente de una amenaza nuclear. Y tampoco se
habla de una lección que Pyongyang dice haber aprendido cuando recuerda que
Kadhafi renunció totalmente a cualquier forma de programa nuclear y autorizó
inspecciones de la CIA en territorio libio. Pero eso no salvó a Libia cuando
Estados Unidos y la OTAN decidieron destruirla. En Pyongyang estiman que si
Libia hubiese tenido armas nucleares, nadie se habría atrevido a atacarla. Y
otros pueden hacer ese mismo razonamiento y llegar a la conclusión de que,
en la actual situación mundial, más vale tener armas nucleares que no tenerlas.
Mientras que esa
lógica peligrosa hace crecer las probabilidades de proliferación nuclear, el
Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares que la gran mayoría de los
países miembros de la ONU adoptó en julio pasado está siendo ignorado por las
potencias nucleares, por los miembros de la OTAN y por los principales socios
de ese bloque militar (Arabia Saudita, Ucrania, Japón y Australia). Es
necesaria una gran movilización para que nuestro país [Italia] también se sume
al Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares y ordene, por
consiguiente, que las armas nucleares estadounidenses sean retiradas del suelo
italiano, donde su despliegue constituye de hecho una violación del Tratado de
No Proliferación Nuclear, ya ratificado por Italia.
A falta de conciencia
política, deberíamos confiar al menos en el instinto de conservación.
Manlio Dinucci
Il Manifesto
(Italia) / Red Voltaire
NOTAS:
[1] «Donald Rumsfeld a fourni de la technologie
nucléaire à la Corée du Nord », por Manlio Dinucci, Il Manifesto (Italia),
Réseau Voltaire, 5 de febrero de 2003.
[2] «A sólo 3 minutos de la medianoche», por
Manlio Dinucci, Il Manifesto (Italia) , Red Voltaire, 28 de enero de 2015.