por Tito Andino U.
Primera
parte
El
fin de la causa palestina está en marcha
La decisión de Mr. Trump
de trasladar la embajada estadounidense de Tel Aviv hacia al Quds (Jerusalén)
ha provocado gran conmoción en la nación palestina, pero no en todos los
gobiernos árabes. Tal acto equivale a reconocer Jerusalén como la capital
eterna del estado de Israel, creado en 1948, en detrimento de Palestina. Casi
todas los pueblos árabes y los creyentes musulmanes han condenado tal
declaración.
¿Qué se oculta tras la declaración del
mandatario estadounidense?
Un gran sector de la
opinión pública y analistas internacionales pasan por alto que la decisión
tiene otra motivación. Esa medida es
esencial para anunciar la alianza entre el estado de Israel y la Arabia de los
Saud (oficialmente conocida como Arabia Saudí).
Tiene un propósito secreto: Hacer frente a la notable y fuerte influencia
que está ejerciendo la República Islámica de Irán en la región, directamente
y a través de Siria y el movimiento libanés Hezbolá.
Está previsto que para marzo
del 2018 se celebre una cumbre en Riad, posiblemente alguna monarquía
absolutista del Golfo se adhiera a esa reunión, allí se podría formalizar,
mediante una declaración conjunta, la reconciliación
histórica entre Arabia Saudí e Israel, que allanaría el camino para una
posible ampliación de alianzas entre árabes e israelíes (en teoría).
Es evidente que una
alianza saudí-israelí, defacto, ya viene operando desde hace mucho tiempo en
detrimento de la unidad del mundo árabe y sus instituciones. Israel orquesta
junto a sus socios de la OTAN las guerras internas en los países árabes y los
saudíes lo financian.
Una probable consecuencia
de la futura cumbre de Riad (marzo 2018) traerá graves secuelas a los
palestinos: Si los socios quieren
formalizar su relación tendrán que declarar que la causa Palestina representa
un obstáculo en el camino de esa alianza. Deberán afirmar que Palestina
y al Quds son instrumentos de chantaje utilizados políticamente por quienes se
oponen a la paz. Una “paz” humillante como siempre ha propuesto Israel y a la
que se oponen países como Siria, Irak, Irán, Argelia, Líbano y otros.
Es
inevitable para los Estados Unidos y sus aliados árabes que, si quieren
cristalizar esa alianza con Israel, el proyecto debe contemplar la LIQUIDACIÓN
de la causa Palestina. El proceso ha sido largo, algunas naciones
árabes han sido engañadas, como Egipto y Jordania. Solo recordemos el camino
que siguieron algunos estados árabes desde los Acuerdos de “Camp David” de 1978
(acuerdo de paz israelí-egipcio bajo auspicio estadounidense) hasta el
presente.
La
pregunta debe ser, ¿por qué ahora los Estados Unidos tiene alto interés en establecer no solo una paz, sino intentar una alianza entre árabes e israelíes?
Una supuesta alianza que marginará la causa Palestina. Cada etapa, desde “Camp
David”, dejó secuelas de dolor, sangre y destrucción de los pueblos árabes,
entre los que se incluye en primer término Palestina.
Hay un referente central en
todo esto, y es algo que en ocasiones me disgusta en lo personal, no tanto por
los actores, sino por la ignorancia de la gente, de aquellos ridículos
conspiranoicos que ven todo como obra de una gran conspiración judía. La
única realidad es que en Próximo Oriente, Israel fue establecido para dividir a
los árabes, la entidad sionista, calificativo muy difundido en la región, no es
solo un país como cualquier otro, Israel es una prolongación ideológica,
estratégica y política de los Estados Unidos, el Imperio Británico y Francia,
aún más, de todo el mundo Occidental, en general. Las potencias europeas –el
Imperialismo Occidental- ha velado por su existencia no por una imposición de
una “mesa de sabios judíos que controlan el mundo” sino como su caballo de
Troya en la región árabe para controlar los recursos energéticos y
geoestratégicos (vías marítimas y terrestres).
Es cierto que el proyecto
sionista está basado en la tradición que recoge la Torah, al crearse tal ente estatal
se requiere que el territorio se mantenga íntegramente bajo exclusivo control
israelí y no de fuerzas extrañas de control (como sería una fuerza de paz
permanente en una Jerusalén con estatus de ciudad internacional y multiconfesional).
La carrera por firmar
acuerdos de “paz” entre árabes e israelíes está controlado totalmente por la
diplomacia estadounidense, ya sucedió con Egipto y Jordania,
ahora todo indica que se ha doblegado a la conservadora facción del wahabismo
saudí -a pesar que estos últimos han
tenido excelentes lazos con Israel para desestabilizar el Próximo Oriente-.
El
reino de los Saud encabeza, hoy por hoy, la iniciativa de la “paz” con Israel y
la única forma de conseguir ese objetivo es minando la voluntad palestina. Los
saudíes ansían y seguirán buscando una forma de forzar a la autoridad palestina
para que acepte la anexión incondicional de Jerusalén Este a Israel que será
proclamada capital “eterna” de Israel; pero eso no es todo, las condiciones israelíes tampoco prevén el
surgimiento de un estado palestino independiente en Cisjordania y Gaza. Y, esto
está en funcionamiento, la construcción de más viviendas y la creación de
nuevos asentamientos de colonos judíos en Cisjordania es la evidencia.
Por sentado que aquello sepulta
las aspiraciones del pueblo palestino y desagrada a las naciones árabes que no
se alinean a la política estadounidense-israelí. Las predicciones políticas basadas
en esa intencionalidad solo auguran un gran estallido de hostilidades
regionales, preámbulo bélico que ya está en curso vía fundamentalismo islámico en
países como Siria, Irak, Líbano, Yemen (opuestos a esos planes desde siempre
junto a Irán, al que parece sumarse el siempre inestable presidente de Turquía,
Erdogan).
El
príncipe heredero del Reino de los Saud, Mohammed bin Salman, intentó intimidar
a Mahmud Abbas, presidente de la Autoridad Palestina. Se le exigía que aceptara
que Jerusalén sea reconocida como capital de Israel.
También ha pasado por
desapercibido un acto trascendental en búsqueda de esa alianza israelí-saudí. El príncipe heredero saudí, Mohammed bin
Salem propuso al presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, que la
ciudad de Abu Dis (o Abu Dees o Abu Deis) se convierta en la capital del estado
palestino. Estratégicamente es ingeniosa la jugada… Abu Dis se encuentra dentro de la Gobernación de Jerusalén, en la
región que fuera ocupada por Israel en Cisjordania (Palestina). A raíz de los “Acuerdos
de Oslo” (1995), Abu Dis está bajo mandato administrativo de la Autoridad
Palestina pero bajo control militar israelí (es conocida como la Zona “B”).
Gran parte de las oficinas de la Autoridad Nacional Palestina, responsable de
los asuntos de Jerusalén se encuentran en Abu Dis.
Luego del encuentro entre
el heredero saudí y Abbas, al parecer el palestino informó a los demás líderes
palestinos sobre la imposibilidad de instaurar un estado palestino
independiente; habría asegurado que a lo más se puede aspirar a conservar un
autogobierno.
El objetivo final de los
Estados Unidos, aparte de apoyar a Israel en sus peticiones sobre Jerusalén y
la alianza saudí-israelí, es obtener algo más grande, una alianza árabe – israelí en Próximo Oriente. En teoría esa
alianza (que se la aprecia utópica por las circunstancias actuales y la
polaridad de fuerzas regionales) debería
integrar al mundo árabe en torno a Israel (no veo cómo Israel podría
integrarse en la región árabe). El sueño norteamericano no termina ahí, esa supuesta alianza árabe – israelí sería
el perfecto obstáculo contra la fuerte influencia de Irán en la región y
sus deseos de llegar al este del Mar Mediterráneo, lo que significa paralizar
la apertura de la nueva “Ruta de la Seda” que es auspiciada por China.
La
ilusión tiene sus límites. El proyecto, de por sí, tiene
inmensas dificultades de plasmarse en realidad, puede y de hecho es seguro que
la primera etapa del plan se lleve a cabo, la alianza israelí-saudí (la firma
sobre el papel, porque de hecho ya opera). Los cálculos políticos en esta nueva
geo-estrategia estadounidense conducirá a mantener la región en constante
guerra. Irán es, en grandes rasgos,
quien deberá ser derrotado para seguir con tan alucinante proyecto (¿recuerdan
la reciente fallida “primavera” iraní?).
Para analistas
internacionales la nueva estrategia de los
Estados Unidos radica en contener a la emergente Eurasia, paralizar la “Ruta de la Seda” china, impedir
que se consolide la expansión china en las rutas marítimas, porque ese sería el
final del Imperio Británico y su socio estadounidense (estos últimos
controlan mayoritariamente el tráfico marítimo mundial). Solamente estas
razones pueden revelarnos los motivos de la eterna desestabilización política
en Próximo Oriente, en el sur del Mar de la China Meridional, en el Golfo
Pérsico, en el Mar Amarillo, en el Báltico, Ucrania, Pakistán, Myanmar, etc.
En
conclusión, los Estados Unidos ven a China como su principal
rival por el control de la soberanía mundial, no son los rusos, ni ningún otro. ¿Cómo parar a la China?, lo hemos dicho aquí, también en anteriores
artículos; y, una de las formas para evitar una confrontación militar directa
es suprimiendo los intereses e inversiones chinas en Medio Oriente, en África y
en cualquier región del mundo. ¿Cómo lo están logrando?, con las guerras
de Medio Oriente y África. Ahora la prioridad es establecer esas alianzas que
hemos detallado en la presente ponencia. Solo esas nuevas alianzas podrían
garantizar fidelidad de ciertos países árabes.
No obstante, es probable que ese juego geo-estratégico
no pueda culminar con éxito. Ni
China, ni Rusia ni Irán, ni siquiera el pequeño y débil gobierno palestino se
quedarán quietos ante los rediseños de la política regional proveniente de
lejanas tierras (no todos en Norteamérica están de acuerdo con Trump, ahora
hay divergencias con el señor Tillerson –secretario de Estado- por lo que se
espera su renuncia). (1)
La consecuencia no puede
ser otra que una nueva guerra con los mismos actores a la cual se incorporarán
otros.
Segunda
parte
La
pregunta del millón. ¿Palestina
o Israel?
¿Quién tiene más derecho?
Empezaré por el final.
Parece lógico que una verdadera negociación y una mutua cesión, desistiendo irrealizables pretensiones, para los dos
bandos, es la única solución al conflicto. No encuentro otro camino que
retornar a la Resolución 181, de 29 de
noviembre de 1947… LOS DOS ESTADOS.
Si alguien tiene otra salida realista, que no sea un nuevo genocidio judío o la
continuación del actual genocidio palestino, que nos lo explique.
No hay que llegar al
extremismo de negar la historia. Palestina desde más de mil años
antes de la era cristiana y posteriores dos siglos con el Imperio Romano fue
innegablemente la tierra de los judíos. Muchos desquiciados, por desgracia,
negarán que las legiones romanas expulsaron a los judíos de Palestina hace dos
milenios por atreverse a sublevarse contra la
ocupación, de allí nació la diáspora judía. (Roma devastó el Templo de
Jerusalén y aplastó las revueltas judías del 66-73 de nuestra era y del 132-135
de nuestra era y expulsaron a los judíos de esas tierras).
Esto no es fábula, no es invento, es parte de la historia (y muy documentada). Los pueblos que han ido
asentándose en Palestina durante este largo periodo histórico tampoco conformaron
una unidad sólida, sea por vínculos sanguíneos o de nacionalidad. Esas tierras
han sido permanentemente ocupadas, saqueadas, las poblaciones han sido exterminadas
o desplazadas, entremezcladas, otras culturas y pueblos se han asentado en ese mismo lugar,
pero una gran masa de judíos a lo largo de esos siglos, a pesar de todo, permanecieron
allí. Las últimas ocupaciones o conquistas territoriales que se registran son
las del Imperio Otomano que gobernó la región por 500 años hasta nuestra época
contemporánea con el Mandato del Imperio Británico. Palestina nunca llegó a ser
una nación independiente.
A finales del siglo XIX nació el sionismo, movimiento político predominantemente judío que
promovió el retorno a Palestina, y aquello no fue producto de una conspiración
mundial judía. Ya casi nadie quiere recordar que una de las motivaciones
(aparte de sus pretensiones históricas y religiosas) fueron las continuas
persecuciones o progroms contra los judíos
en Rusia y el centro de Europa, a más del bullado caso de fines del siglo XiX,
el “Affaire Dreyfus” (El caso Dreyfus,
sentencia judicial de espionaje y de corte antisemita). Los judíos iniciaron
una lenta emigración hacia Palestina que era parte del dominio otomano, las
estadísticas registradas demuestran que para 1881 vivían en Palestina alrededor
de 20.000 judíos, el doble de cristianos y alrededor de medio millón de
árabes. La emigración judía nunca llegó a igualarse con los habitantes árabes,
pero ocurrió el fenómeno que los recién
llegados compraban las tierras a los árabes. Está claro que el sionismo tenía
como objetivo que los migrantes fueran comprando el territorio para luego
forzar a los árabes abandonar esas tierras.
Ya muy tarde los árabes se
percataron de las intenciones sionistas, hecho que originó el aparecimiento del nacionalismo
árabe y la dura oposición a esas pretensiones, crear un hogar nacional (tierra
prometida) en Palestina no sería cosa practicable por la presencia de la
población árabe. Se barajaron otras soluciones, la búsqueda de otro lugar (como
Argentina) fue descartada y se concluyó que para aglutinar a los judíos en
Palestina no tendría otra opción, la creación de Israel solo era posible
mediante la guerra o con la violencia armada en contra de los árabes y las
potencias ocupantes.
No es tanto que el Imperio Británico se decantara por la causa sionista en contra de los árabes, aquello fue surgiendo con el paso de los años y tras analizar las consecuencias, los británicos necesitaban el petróleo de los árabes y tenían necesidad de conservar las rutas comerciales; pero, a la vez, controlaban el poder del capital judío y los nacientes lobbies en el ámbito internacional, así que jugaron a los dos bandos… En 1947, las Naciones Unidas deciden por la partición de Palestina en dos Estados, uno judío y otro árabe. El resto es ya historia conocida y ampliamente documentada.
Hay sectores en el mundo,
palestinos incluidos, que quieren explicar la pérdida de sus tierras, desde una
sola posición (nacida de la posguerra mundial), afirman que los europeos mataron
a millones de judíos, pero, por qué los árabes tienen que pagar las
consecuencias?; no se oponen que los judíos tengan su estado… lejos de
Palestina, hay quienes sugieren en los Estados Unidos, por citar un caso. Es
común que los ciudadanos árabes mantengan y divulguen su criterio a modo de
ejemplos, uno que me ha llamado la atención es aquel que encontré hace muchos
años en internet y lo cito:
“Tú eres
español. Imagínate que un día los árabes vamos a Andalucía y decimos que
nosotros pasamos varios siglos allí y que ahora será nuestro otra vez. Los
argumentos son de peso. Sin embargo, no es exacto. Hoy Andalucía forma parte de
España y los árabes que vivieron aquí tuvieron un arraigo menor (Córdoba no era
La Meca para los musulmanes; Jerusalén sí que lo es para los judíos) y siempre
dispusieron de otro lugar en el que vivir según sus creencias. Además,
Palestina siempre ha formado parte de imperios. Cuando los judíos empezaron a
emigrar allí en masa ocuparon las tierras donde vivía un pueblo, no conquistaron
una parte de un país”.
Volvamos a la realidad, Israel no ha dado muestras de indulgencia a
la causa palestina, es cierto, pero también recordemos que hubo y hay quienes
claman por la convivencia (fruto de ello fue asesinado Isaac Rabin, al ofrecer
entregar territorios a cambio de la paz).
Extremistas los hay en todas
partes, así como los hay en el lado palestino y el mundo árabe. Pero, también
tenemos a judíos y palestinos partidarios que la única solución es la mutua convivencia y lo aceptan. Muchos israelíes defienden a los palestinos, muchos judíos
que viven en otros confines rechazan las políticas extremas del estado israelí;
sin embargo, es casi difícil encontrar árabes que de forma abierta defiendan la
posición israelí de vivir allí como un estado. Una gran comunidad árabe vive en
Israel y Palestina (es decir, viven en dos estados, los árabes en Israel tienen
nacionalidad y pasaporte israelí), no obstante, suele decirse que los judíos
solo aspiran a vivir en un estado…
Los palestinos fueron traicionados
por las potencias occidentales, se consintió que sus tierras fueran usurpadas, por
ello no admiten la convivencia; pero, eso está cambiando, las posiciones van
alterándose, la férrea oposición árabe anti israelí se está desmoronando desde
hace un buen tiempo. La vieja oposición del mundo árabe de no
permitir que los palestinos acepten una “paz deshonrosa” está sucumbiendo. Los
mismos árabes van aceptando –por la razón que sea- el reconocimiento del estado
de Israel, ya lo hicieron Egipto y Jordania; y, como lo hemos visto, al inicio
de esta ponencia, las consecuencias de una posible alianza de Arabia Saudí con
Israel son visibles.
En
estos días, la causa Palestina va perdiendo la partida y hubiese colapsado hace
rato si no fuera por el incondicional apoyo de Siria y de Irán, el sacrificio
sirio no puede ser comprendido por muchos, no han asimilado el hecho que Siria
ha sido atacada y destruida, precisamente, por defender la causa palestina, por
oponerse a Israel.
Una
perspectiva de Jerusalén Este
¿Quién
tiene más derecho sobre esas tierras?, ¿israelíes o palestinos?, seguirá siendo una
pregunta difícil de responder con objetividad. Como hemos dicho, los más psicóticos siguen
clamado por su eliminación, que se finiquite la tarea emprendida por Hitler
dicen; otros gritan que los judíos sean recibidos en los Estados Unidos donde hay
suficiente territorio para crear un estado judío o en cualquier parte del mundo
(menos en su país). Por el otro lado, con diferentes ideas, se plantea que los palestinos sean expulsados
hacia el Reino Hachemita (Jordania) o, a Siria, Irak o a cualquier estado que
los quiera recibir; o, simplemente asimilarlos en el mundo árabe.
Ensayando
una conclusión sobre este punto.
No quiero que se perciba
alguna contradicción, porque no la hay, en lo que vengo analizando, solo
intento ser objetivo y considero relevante ver los dos lados de la moneda. No
soy anti nada. Ni estoy a favor del estado de Israel (entidad sionista como
suelen calificarlo en Próximo Oriente) ni estoy en contra de los palestinos. No
creo en conspiraciones sionistas divulgadas mayoritariamente, en el presente, por
corrientes de la extrema derecha occidental muy ligadas a experiencias
totalitaristas del pasado. Tampoco me permito descerebrarme con el
fundamentalismo islámico que dice –aunque es falso- desvelarse por la causa palestina, clamando
por la destrucción de Israel (los extremistas islámicos hace mucho tiempo que
están infiltrados por los servicios secretos occidentales y son ellos los que llevan
la guerra sucia para dividir la causa árabe).
Creo
en el orden legal, aunque imperfecto. Es la única alternativa viable,
juzgo que el establecimiento de los dos estados tal como está contemplado en
la Resolución 181, de 29 de noviembre de 1947, de la Asamblea General de las
Naciones Unidas, resolverá el conflicto árabe-israelí. Palestina, bajo
administración británica, conoció el plan que propone dividir la parte
occidental en dos Estados, uno judío y otro árabe-palestino; que Jerusalén y
Belén, permanecerían bajo control internacional (como sabemos, Belén es en la
actualidad regida totalmente por la Autoridad Palestina y Jerusalén seguirá
siendo la piedra en el zapato).
Los británicos se negaron cumplir la resolución, pero los países árabes también expresaron su negativa. La consecuencia inmediata fue la guerra civil en el territorio del Mandato, la declaración de independencia de Israel del 14 de mayo 1948 y la consecuente guerra árabe-israelí, la posterior guerra de los seis días, la guerra del Yom Kipur, etc. La crisis se mantiene imperturbable.
Creo en la Resolución 194,
de 11 de diciembre de 1948, de las Naciones Unidas,
consecuencia de la expulsión forzada de centenares de miles de árabes por los
israelíes
"hay lugar para permitir a
los refugiados que lo deseen, regresar a sus hogares lo más pronto posible y
vivir en paz con sus vecinos, y que se deben pagar indemnizaciones a título de
compensación por los bienes de aquellos que decidan no regresar a sus hogares y
por todos los bienes que hayan sido perdidos o dañado, en virtud de los
principios del derecho internacional o en equidad, esta pérdida o este daño
debe ser reparado por los gobiernos o autoridades responsables”.
Creo en la Resolución de
las Naciones Unidas, de 22 de noviembre de 1967,
(luego de la Guerra de los Seis Días).
“La
instauración de una paz justa y perdurable en Oriente Medio… la retirada del
ejército israelí de territorios ocupados durante el conflicto… respeto y
reconocimiento de la soberanía y la integridad territorial y la independencia
política de cada Estado de la región, y su derecho a vivir en paz en el
interior de fronteras reconocidas y seguras, al abrigo de amenazas y actos de
fuerza”.
Israel
ha ignorado aquellas resoluciones y hace todo en contrario, no
porque sean los dueños del mundo, sino porque cumplen el cometido
geo-estratégico de las potencias occidentales.
Israel ha humillado, ha
expulsado y ha matado al pueblo palestino. Es la época de la Nakba
o Catástrofe, el inicio del genocidio palestino. Las resoluciones de
las Naciones Unidas han sido los únicos intentos válidos de garantía para el
mantenimiento de una relativa paz. Paz?, se preguntarán, Israel no cederá,
tampoco los palestinos abandonaran su causa, aunque otras naciones árabes le
den la espalda o como otros países árabes que optarán por la paz separada con
Israel (Egipto, Jordania) bajo influencia de los Estados Unidos.
Que soy muy idealista me
criticarán, tienen razón, no podrá haber paz cuando la guerra, la venta de
armas y la táctica de despoblación mundial por ese medio siga siendo el mejor
negocio del mundo.
Graham Greene solía decir:
“El escritor debe estar listo para
cambiar de bando en cualquier momento. Su misión es defender a las víctimas y
las víctimas cambian”.
Es precisamente lo que está pasando con el estado de
Israel, descendiente de las víctimas europeas del genocidio, hoy revierte la historia, las medidas políticas y represivas que ejercen las autoridades
israelíes en contra de la población palestina no puede ser justificada, ni como
defensa de una causa…
La historia no termina de enseñarnos.
Tercera
parte
¿Existe
un plan “B” de Israel en caso que fracase la declaración de Jerusalén como
capital de Israel?
Una
vista aérea de una zona de la Patagonia chilena
¿Es
el “Plan Andinia” un nuevo recurso del sionismo para apoderarse de la Patagonia
argentina y chilena?; ¿es otra teoría conspiranoica?; o, ¿es una nueva estrategia para explotar los recursos naturales de la Patagonia?
Se conoce desde hace décadas
sobre la aparición de un plan judío para colonizar la Patagonia
argentina-chilena valiéndose de personas y empresas a las que suele ligarse como
parte del “sionismo internacional”. Muchos investigadores en el mundo lo han
denunciado, en Latinoamérica y, en especial, en Argentina y Chile existen
verdaderos críticos sobre el tema, quizá el más conocido es Adrián Salbuchi.
¿Conspiración judía o típica
teoría conspiranoica que abunda por internet?. Hay que saber leer con cautela
la incesante información, lamentablemente hay mucho fraude en el ciberespacio,
pero en sí, a rasgos generales el proyecto existe, es real y es tan viejo como
muchas aspiraciones judías que han sido abandonadas o rechazadas por
irrealizables.
Hay
una gran verdad en eso de la Patagonía, miles de hectáreas han sido compradas
por personajes y
empresas internacionales. Conocidos actores de los Estados Unidos, como
Richard Gere y Matt Damon, millonarios como Ted Turner, Benetton, Douglas
Tompkins y de otras nacionalidades, como el británico Joe Lewis, etc., la lista
de personajes es larga, han comprado tierras. Para esas adquisiciones se aprovechan
de varios factores: frágiles leyes, facilidad de corromper autoridades y, sobre
todo, el bajo precio de la tierra.
Es indiscutible que la
mayor parte de estas personas no son judías, sin dejar de anotar que
millonarios judíos constan en la lista de adquirentes. Generalmente, mejor dicho, popularmente, suele asociarse a toda persona
que se precie de ser millonario o cercano a los círculos del poder en Estados
Unidos o de la Gran Bretaña como sionistas o pro sionistas, es decir
partidarios del estado de Israel y sus políticas, entidad a la que,
presuntamente, brindan su apoyo incondicional por alguna razón que no se
menciona y a través de los poderosos lobbies sionistas en los Estados Unidos.
Respecto a la Patagonia es
una tierra muy poco colonizada, a la vez, muy rica en recursos naturales y con grandes
reservas de agua dulce del planeta, suele omitirse que entraña enorme
dificultad para presuntos y masivos asentamientos humanos en las regiones
australes debido a las inclemencias climáticas y obstáculos geográficos.
En las últimas décadas
existe presencia de empresas mineras (la mayoría canadienses), se aprecia una
explotación irracional de los recursos naturales de Argentina, bajo
consentimiento oficial se han construido aeropuertos de gran calado. En
cuanto a la emigración, hasta el momento no se ha constatado una reciente y
agresiva inmigración judía, sigue siendo igual a la italiana, a la española y
de otros estados europeos que han ido asentándose en el sur argentino y chileno
desde hace mucho tiempo.
Un interesante informe (2)
indica que no existe oposición a que empresas o personas extranjeras adquieran
tierras, el problema radica cuando los límites son sobrepasados, un marco legal
regulador que restringa esas ventas es casi inexistente, es decir, Argentina
y Chile carecen (o carecían) de leyes que protejan sus intereses nacionales y
se ha entregado alrededor del 10% del territorio nacional a extranjeros, a
cambio de nada.
Los forasteros no solo
compran las tierras para edificar una casa vacacional o producir alimentos, también
hay quienes tienen objetivos estratégicos,
se señalan casos de adquisiciones financiadas por organismos internacionales o países
con interés en los recursos naturales.
Ahora bien, nos preocupa
saber si esa masiva compra de tierras es realmente parte de una conspiración sionista. Tanto en Chile
como Argentina ya existe una honda inquietud por el tema. Uno de los hechos que
más llama la atención de las autoridades es la presencia en la Patagonia por motivos “vacacionales” de miles de
soldados israelíes (otras fuentes afirman se trata de reclutas licenciados
del servicio militar obligatorio) en las propiedades del millonario británico
Joe Lewis (judío), con propiedades en Argentina y Chile (tierras que son más
grandes que todo el estado de Israel). Lewis al igual que su amigo George Soros
se dedica a la especulación financiera. Según describe la Red Voltaire, “esas tierras
se hallan en el extremo sur del continente, en la Tierra del Fuego. Incluso
rodean el Lago Escondido, impidiendo el acceso al lago a pesar de una decisión
de la justicia argentina”. (son propiedad privada).
La
pista privada en las tierras de Joe Lewis
Tampoco
es secreto que Lewis ha construido en la región un gran aeropuerto privado, con
capacidad de recibir aviones de transporte civiles como militares, “desde el fin de la guerra de las Malvinas,
el ejército de Israel organiza para sus soldados «campamentos de vacaciones» en
la Patagonia. Cada año, entre 8.000 y 10.000 soldados israelíes pasan dos semanas
de “vacaciones” en las tierras del multimillonario Joe Lewis”.
El
mito del “Plan Andinia” parece no serlo, el propio ejército
argentino señala que ya para la década de los 70 del siglo pasado, existían 25.000
alojamientos construidos pero vacíos, una publicación tan seria como Red Voltaire afirma que ahora se habrían
incrementado muchas más. Lo curioso, a decir de la referida fuente, es que no
puede verificarse in situ, porque las
edificaciones se encuentran en tierras privadas y el uso de la tecnología como “Google Earth” neutraliza las imágenes
satelitales de esa zona, procediendo así exactamente como lo hace con las
instalaciones militares de la OTAN.
En Chile se afirma que el
gobierno ha cedido a Israel parte de una base militar en la Patagonia
(no se especifica el lugar exacto), en el sitio se habrían construido túneles que
facilitarían la vida ante los rigores del durísimo clima polar (eso hace
sospechar que se trataría de alguna base en la Tierra de Fuego).
Sin embargo, todo esto es tan inquietante como discordante.
Existe un asombroso hecho que ha dejado
pasmado a los amantes de la conspiración. El suceso es un ejemplo de que no
todos los que adquieren tierras en la Patagonia son “agentes sionistas” o que
trabajan para ejecutar el “Plan Andinia”, veamos el siguiente caso.
La historia real es muy reciente,
enero del 2016, el fallecido
multimillonario estadounidense Douglas Tompkins había prometido la donación
de 407.625 hectáreas de tierra al gobierno de Chile para la creación de áreas
protegidas (Tompkins fue un activo ecologista y adquirió enormes extensiones de
tierra para preservarla no solo en Chile, también en la Argentina. Los Tompkins
ya habían donado anteriormente el Parque Pumalín al gobierno, creado por ellos).
Douglas
Tompkins en la Patagonia
La viuda del señor
Tompkins, Kristine McDivitt y la presidenta de Chile, Michelle Bachelet
firmaron el acta de entrega de esa inmensa cantidad de tierra con la
estipulación expresa que constituirán una futura Red de Parques Nacionales de la Patagonia, a la que el gobierno
chileno sumó 949.000 hectáreas de tierra. Según expertos, constituye la
mayor donación privada de tierras de la historia. (se crearán tres parques
nacionales: Pumalín, Melimoyu y Patagonia, según la Presidencia de Chile, y se
ampliarán otros tres parques existentes: Hornopirén, Corcovado e Isla Magdalena,
todos integrarán los 17 parques de la Red de Parques Nacionales de la Patagonia).
El objetivo es proteger 4.5 millones de
hectáreas de biodiversidad, según la ex mandataria chilena, Michelle
Bachelet.
Como en todo teoría
conspirativa, los chilenos calificaban a Tompkins como el “gringo” que se
apoderó de los recursos naturales de la Patagonia chilena y argentina, incluso
temían que llegaran a poseer tierras desde la costa hasta la frontera argentina,
dividiendo el país en dos. Tompkins, a más de sus gestos filantrópicos fue un
creyente ecologista, vivió las últimas décadas en la Patagonia chilena, para
salvar el “paraíso” afirmaba, y allí falleció en 2015 en un accidente de kayak.
Quizá
no sea el único caso, los Tompkins cumplieron su promesa cuando llegaron a
Chile: comprar las tierras para su preservación y devolverlas en otro momento para
su uso público. (3)
Parque
Nacional Pumalín en la Patagonia chilena.
Bien hasta aquí esta impresionante
historia, pero volvamos a la actualidad.
La hipótesis de que el
“Plan Andinia” o algo parecido a aquello, se encuentra en ejecución tiene un buen
porcentaje de credibilidad. El intrigante caso continuará, quien
sabe por cuánto tiempo más. Este tipo de información no se maneja de forma
pública, solo a través de medios serios podemos apreciar que algo se maneja
tras bastidores.
Nadie –excepto los
israelíes y, lógicamente sus mecenas internacionales en los Estados Unidos y la
Gran Bretaña- conocen los pormenores; y, al decir del experto Thierry Meyssan:
”por el
momento, es imposible determinar si Israel está implicado en un programa de
explotación del continente antártico o si está construyendo una base para el
repliegue en caso de derrota en Palestina”.
Esta última cita es la
clave de todo este enigma.
¿Qué
pasaría si el estado conocido como Israel sucumbe?;
o, ¿si a pesar de todo el apoyo de las grandes potencias occidentales (por el
momento solo Estados Unidos) se declara
fallida la declaración de Jerusalén como capital eterna de Israel?. En esta
segunda hipótesis, Israel va a permanecer donde está y Jerusalén seguirá siendo
la piedra de la discordia, el punto de inflexión entre las concesiones de uno y
otro bando (Israel-Palestina), Jerusalén siempre fue el gran obstáculo para que
los dos estados pudieran existir y convivir, a su manera.
¿Será
entonces el “Plan Andinia” el Plan “B” de Israel?.
Ya se barajó en el pasado
la posibilidad de establecer Israel no solo en Argentina, Uganda también fue
una opción, los nazis ofrecieron Marruecos aprovechando la ocupación de Francia
y otros sitios. Por supuesto que los judíos rechazaron las ofertas, para ellos
solo es posible su “tierra prometida” en Palestina. Argentina desde fines del
siglo XIX y en el siglo XX se ha convertido, como otros lugares del mundo, en
tierra de asilo de los judíos que huían de los pogromos en Europa.
El artículo de Thierry
Meyssan es de lo más clarificador para explicar parte de esta historia, no
podría entenderse la totalidad de la presente ponencia sin su lectura. Allí se
explica las consecuencias de la Guerra de las Malvinas como punto de acceso a
las riquezas del continente antártico, una de las cuales, prácticamente, obliga
a Argentina entregar el control del espacio aéreo en el sur del territorio en
beneficio británico.
Esas imposiciones tendrían
un colofón: el Reino Unido e Israel estarían empeñados en llevar a cabo un nuevo proyecto en la Patagonia, que no
puede ser otra cosa que la
explotación del continente antártico, concluye Meyssan. (4)
Argentina
sigue siendo el país que más instalaciones científicas permanentes mantiene en
la Antártida. Lo sigue Chile. 55 países del mundo han mantenido interés en la
Antártida para llevar a cabo investigaciones científicas, de ellos, 29 estados
tienen una presencia permanente. Desde 1959, el Tratado Antártico garantiza al
continente como zona de paz (no está permitido armamento ni ningún tipo de
actividad militar); consagrado, exclusivamente, a la investigación de proyectos
científicos.
Una anterior entrega sobre
el tema puede ser consultado en este blog:
NOTAS: