Cartel de propaganda de la República Eslovaca (bajo mandato de la Alemania
nazi). El texto dice "Cruzados de una nueva Europa contra la
locura bolchevique" (también conocido como judeo-bolchevismo o el
comunismo judío).
Enlace directo a la segunda entrega
Desmontando a los “revisionistas” de lengua castellana
Introducción
Muchos críticos están convencidos que no es un trabajo original escrito por el, en ese entonces, poco conocido, líder derechista (autoproclamado "socialista") Adolf Hitler. Varios
expertos ven la mano oculta de un geoestratega de esos tiempos, Karl Haushofer (sin
duda uno de los mentores de Hitler) y de otros visitantes asiduos a la prisión
(no será debatido esto en la presente ponencia).
La edición crítica ha sido largamente estudiada por el equipo de
investigadores del Instituto de Historia Contemporánea de Munich-Berlín (IfZ), al
mando del historiador Christian Hartmann. “La edición desenmascara las mentiras
de Hitler y denuncia sus verdades a medias, que buscaban un efecto
propagandístico”, afirma el director del IfZ, Andreas Wirsching. Este estudio va deshaciendo las
inconfundibles tesis demagógicas del nazismo que entremezcló mentiras, mitos
germanos, leyendas urbanas, verdades a medias y hechos históricos reales.
Edición crítica del Mein Kampf. (2016). Instituto de Historia Contemporánea
de Munich (IfZ).
Un trabajo concienzudo que ha demandado casi dos mil páginas para refutar las falsedades del 'Mein Kampf'. Aun así, C. Hartmann de forma modesta señala que es “un intento de desmontar la argumentación de Hitler a partir de un examen minucioso de sus afirmaciones”. El texto de la edición crítica está diseñado de tal forma que en las páginas de la derecha consta el texto de “Mein Kampf”, edición original, y en la izquierda, “los comentarios que cuestionan y contextualizan a Hitler”.
¿Por qué se hace?. Desde hace mucho tiempo estamos ante el
resurgir de movimientos de ultraderecha que pregonan el retorno del fascismo
como solución a los problemas del mundo contemporáneo. La guerra fría murió
hace más de veinte años y en su tiempo era posible hacerse de la vista gorda
ante la incalculable difusión de textos que hablaban de una conspiración
judeo-masónica-comunista. A potencias como los Estados Unidos eso le sentaba muy
bien, de maravilla, porque se vilipendiaba groseramente a sus archienemigos
soviéticos. Nada “anormal” para ese periodo, al fin y al cabo la propaganda,
aun la mentirosa extrema, suele dar frutos. Algo que sin duda copiaron del propagandista nazi por excelencia, Joseph Goebbles.
Ese tipo de alusiones denigran de igual forma a los judíos, es decir, los socios de Norteamérica en Medio Oriente, detalle sin importancia para los políticos estadounidenses, ni los lobbies pro israelíes, mucho menos para el Estado de Israel. El fin mayor lo justificaba.
Ese tipo de alusiones denigran de igual forma a los judíos, es decir, los socios de Norteamérica en Medio Oriente, detalle sin importancia para los políticos estadounidenses, ni los lobbies pro israelíes, mucho menos para el Estado de Israel. El fin mayor lo justificaba.
Hoy en día, tras la caída del muro de Berlín y el aparente fin de la
guerra fría, es necesario volver a satanizar un “enemigo”, en el ámbito
global ese monstruo al que teme la “democracia“ occidental apadrinada por los
Estados Unidos es la Federación Rusa. Por tanto, que mejor forma de
desnaturalizar al país de los ex bolcheviques sino con el retorno de la vieja
propaganda nazi.
Nadie debe dudar, ni tomarlo a la ligera, los Estados Unidos han anunciado que debe rescribirse la historia de la segunda guerra mundial con el objetivo de minimizar el papel protagónico en la victoria contra el fascismo de la Rusia soviética. Ucrania es el ejemplo más palpable, estamos ante el retorno de lo incomprensible, el nazismo en su esencia pura, donde se exalta a los líderes colaboracionistas del nazismo al nivel de héroes nacionales, pretendiendo borrar la historia reciente en aras de perversos planes.
Nadie debe dudar, ni tomarlo a la ligera, los Estados Unidos han anunciado que debe rescribirse la historia de la segunda guerra mundial con el objetivo de minimizar el papel protagónico en la victoria contra el fascismo de la Rusia soviética. Ucrania es el ejemplo más palpable, estamos ante el retorno de lo incomprensible, el nazismo en su esencia pura, donde se exalta a los líderes colaboracionistas del nazismo al nivel de héroes nacionales, pretendiendo borrar la historia reciente en aras de perversos planes.
En fin, hemos invocado como ejemplo el libro adoración de la extrema derecha mundial (Mein Kampf) en referencia a la vieja y caduca propaganda del “revisionismo histórico”, que tuvo y sigue manteniendo amplia difusión, sobre todo en millares de
incautos adeptos.
Estudios como la edición crítica del Instituto de Historia Contemporánea de Munich ya surgieron en el pasado para desmitificar fraudes monumentales como los ultra-conocidos y muy envenenados panfletos denominados “Protocolos de los Sabios de Sión”, una burda copia y alteración de una sátira francesa del siglo XIX (1864), “Dialogo en el Infierno entre Maquiavelo y Montesquieu” escrito por Maurice Joly para mofarse de Napoleón III.
El tema central de lo que leerán a continuación es precisamente una
investigación que desenmascara para siempre otro fraudulento e inmenso engaño y daño
causado a la juventud hispano-americana que se creyó (en la época de la guerra
fría) un disparate monumental: “La Gran Conspiración Judeo-Masónica-Comunista”,
escrito bajo los principios ideológicos del nazismo y que hoy se disfraza de
antisionismo para seguir difundiendo un material obsoleto por el paso inexorable
del tiempo.
(Todas las fotografías de propaganda nazi son agregadas al artículo original por el editor de este blog).
(Todas las fotografías de propaganda nazi son agregadas al artículo original por el editor de este blog).
ADVERTENCIA: La siguiente investigación no pretende avalar las políticas segregacionistas del actual estado de Israel, ni sus crímenes contra la nación Palestina, hechos que no pueden ser justificados y que deberán responder ante un Tribunal Internacional por Crímenes contra la Humanidad. Los tiempos cambian, las víctimas y victimarios suelen variar en un giro inesperado de la historia. Como decía Graham Greene:
“El escritor debe estar listo para cambiar de bando en cualquier momento. Su misión es defender a las víctimas y las víctimas cambian”.
Tito Andino U.
*****
TRAIAN ROMANESCU
Un rumano que nunca existió
CURRICULUM.- "TRAIAN VASILIU
ROMANESCU (1914-2007)
Un
currículum impresionante, ¿verdad?
Bueno,
lo sería, excepto que es un currículum falso.
La fotografía del individuo no es de ningún
rumano llamado Traian Romanescu. De hecho, es la fotografía de un tipo nacido
en la región de Bohemia, un individuo cuyo nombre real es Víctor Lustig, uno de
los más grandes estafadores de todos los tiempos, conocido también como “el rey
de los estafadores”. Se trata ni más ni menos del hombre que vendió la
torre Eiffel. Esta ficción no es muy diferente a la de la película soviética 'El
teniente Kijé' (en la cual se inspiró el inigualable compositor ruso Sergei
Prokofiev cuando escribió una obra con el mismo título, su opus 60) que trata
acerca de un Teniente Kijé que nunca existió, el cual fue solamente una quimera
del Zar, el resultado de una equivocación al leer un informe militar. Como
nadie se atreviera a señalarle esta equivocación al Zar (el Zar nunca se
equivoca, y ay de aquél que ose señalarle que se ha equivocado!), se tuvo que
inventar un militar rodeado de parientes, esposa, una carrera y, finalmente, un
entierro para deshacerse de él.
Y, por último, el otro apellido del “Traian
Romanescu”, Vasiliu, sí es un apellido rumano legítimo, excepto que dicho
apellido fue tomado “prestado” del excepcional poeta rumano George Vasiliu.
Quienes están familiarizados con los libros publicados en México de “Traian
Romanescu” saben de sobra que tal personaje jamás tuvo dos apellidos rumanos, y
si los tuvo jamás los usó en sus libros.
Esta jugarreta sobre los desprevenidos lectores
debería servir como alerta y antecedente
para evitar ser engañados con los falsos Traian Romenescus que la ultraderecha
neo-nazi les quiera presentar como tales a sus también desprevenidos lectores.
*****
Cartel antisoviético en holandés de las SS alemanas. Dice que Europa ha
tomado partido contra el bolchevismo.
En México, alguna vez hubo un “Traian Romanescu” cuya obra prolífica fue decisiva para inducir a las sociedades clandestinas de la ultraderecha a centenares de jóvenes deslumbrados con su sapiencia antisemítica haciéndolas florecer como nunca antes. Así se hacía llamar, “Traian Romanescu”. Como Víctor Lustig, el hombre que vendió la torre Eiffel, tipos como Salvador Borrego, Traian Romanescu, Joaquin Bochaca y David Irving son también grandes estafadores, maestros del engaño. Sin embargo, si algo se puede decir de Víctor Lustig, es que sus estafas no movieron a nadie al odio, ni al crimen ni al asesinato. En comparación con los ponzoñosos historiadores revisionistas de la ultraderecha de hoy, Víctor Lustig era un santo.
Exceptuando
a Salvador Borrego, ningún otro propagandista de la extrema derecha le ha hecho
más daño con sus obras a las juventudes de Hispanoamérica, perturbando
mentalmente a millares de jóvenes e inclusive a adultos inexpertos que deberían
saber mejor, que ese escritor fascista neo-nazi conocido como Traian Romanescu,
el hombre que introdujo en América Latina “la
gran revelación” acerca de “la gran conspiración judía”, precisamente el
título de su más importante y conocida obra.
La Organización Nacional del Yunque que aun asola México es una consecuencia directa de los escritos
de pseudo-historiadores revisionistas como Traian Romanescu que mucho hicieron
para crearle al continente americano su peor amenaza. Quienquiera que quiera
hacer frente a esta grave amenaza que hoy se cierne, debe tratar de saber todo
lo que sea posible acerca de esta gente, lo cual requiere familiarizarse con el
tipo de literatura con el cual los nuevos reclutas están siendo inducidos
dentro del movimiento que ellos mal llaman “nacionalista”.
Precisamente en su libro “La Gran Conspiración Judía” publicado en la Ciudad de México en
1961, Traian Romanescu se describió a sí mismo como un académico procedente de
la Universidad de Bucarest de Rumania, y también en dicho libro se describió
como “ACTUALMENTE REFUGIADO EN OCCIDENTE”.
Rumania no solo es el país en donde el novelista
inglés Bram Stoker hizo nacer y crecer la leyenda de Drácula. También es el
país en el que durante la Segunda Guerra Mundial nació y creció la terrible
Guardia de Hierro con sus militantes ultraderechistas hasta la locura por la propaganda
nazi, muy similar a la propaganda extremista elaborada años después en México
por Traian Romanescu, los cuales bajo el liderazgo de Horia Sima y convertidos
en dráculas a su manera terminaron de modo excesivamente cruel con las vidas de
todos los desafortunados judíos rumanos que cayeron en sus manos, disfrutando
el martirio de sus víctimas con un bestialismo sádico digno de Vlad Tepes el
Empalador. Esto continuó hasta que Rumania cayó bajo la órbita del dictador soviético Stalin en 1944, fecha en la cual, si el rumano Traian Romanescu realmente
conocía todo lo que decía conocer, debió de haber huido de su país hacia
Occidente.
La Universidad de Bucarest, o Universitatea din bucuresti en la lengua rumana:
Supuesta Alma Mater del “rumano” Romanescu que ciertamente hablaba y escribía en idioma español a la perfección y que además era (supuestamente) todo un experto académico en Historia Mundial y Política, ha graduado académicos europeos notables. Sin embargo, esta universidad jamás tuvo entre su profesorado a ningún Traian Romanescu que publicara en dicho país libro alguno denunciando una "gran conspiración judía".
Es más, ninguno
de los libros que Traian Romanescu se atribuye fueron publicados en Rumania
ni antes, ni durante la Segunda Guerra Mundial y,
ciertamente nunca después de concluida, cuando hubiera
sido imposible hacer tal cosa al estar el país bajo la órbita de Stalin quien tenía pocas simpatías para con quienes simpatizaran con
las ideas propias del fascismo.
Quien se traslade hasta la Universidad de
Bucarest buscando allí al mundialmente famoso Traian Romanescu autor de libros
antisemitas va a salir con las manos vacías, porque ni va a encontrar allí a
tal personaje ni a ninguno que haya sido familiar suyo. Buscar en la
Universidad de Bucarest al “profesor” Traian Romanescu es buscar a un personaje
que nunca existió allí. Por lo menos no en la Universidad de Bucarest, por lo menos
no en Rumania.
Cabe aclarar que la palabra “Traian” sí es un
nombre propio usado en Rumania (Traian Basescu fue el Presidente de Rumania
hasta el 2007). Y el patronímico “escu” sufijado a una palabra se
puede tomar como “hijo de” sí es usado también en Rumania para formar un
apellido.
Sin embargo, el apellido Romanescu si se trata
de un seudónimo, se trata de un personaje al que se le quiso dar un origen
rumano, puede ser visto como indicativo de una falta absoluta de imaginación, o
como una artimaña para convencer a los demás de que efectivamente con un
apellido así se trata de un rumano, algo así como llamarse a uno mismo 'Petrovich Russinsky' para convencer a los demás de tener una procedencia rusa.
¿Quién lo pondrá en tela de duda, con un nombre y un apellido así?
Sea como sea, si Traian Romanescu es un nombre
inventado, debemos suponer que quien haya usado tal ficción es una persona dada
al uso de los seudónimos para esconder su verdadero rostro al igual que como
acostumbran hacerlo los militantes de las sociedades secretas de la
ultraderecha mexicana, lo cual es sumamente criticable porque en este caso se
trata de un tipo que en uno de sus libros se dedica en un capítulo a estarle
achacando a los judíos la supuesta costumbre de estarse escondiendo bajo
seudónimos, costumbre muy común en los círculos internos de la ultraderecha
clandestina.
Agotadas las posibilidades de poder ubicar a
Traian Romanescu en la Universidad de Bucarest, el siguiente paso lógico
consiste en concederle el beneficio de la duda y tomarle la palabra cuando nos
afirma que estaba “refugiado en Occidente”. Pero... ¿en qué parte de Occidente?
En las universidades de Inglaterra no conocen a
ningún académico de nombre Traian Romanescu que haya publicado obras en inglés
de corte antisemita, como tampoco hay rastro de él en Francia, en Alemania, o
en otras ciudades de Europa. Si aceptamos que este sujeto poseía un dominio
casi perfecto del español, y que además era un ardiente simpatizante del
fascismo antisemita, entonces lo lógico es que se hubiera refugiado en España,
país que bajo la dictadura de Francisco Franco se convirtió en el refugio
predilecto de nazis tan renombrados como León Degrelle e inclusive su
compatriota rumano Horia Sima. Allí se hubiera sentido como en su propia casa
en la compañía de gente como Joaquín Bochaca, y no habría tenido dificultad
alguna para obtener una posición académica en cualquier universidad española
con Francisco Franco intercediendo personalmente en su favor.
Pero aquí tenemos otro hecho extraño. Si el
Traian Romanescu que estamos buscando se hubiera refugiado en España, entonces
todos sus libros se habrían publicado en España. Sin embargo, sus libros fueron
publicados no en Europa, sino en el continente americano. El Traian Romanescu
que estamos buscando tampoco se encontraba en España.
Es aquí cuando volteamos nuestra búsqueda hacia
el continente americano. En los Estados Unidos y en Canadá, miles de europeos
anticomunistas encontraron asilo antes, durante, y después de concluida la
Segunda Guerra Mundial. Pero Traian Romanescu no fue uno de ellos.
Cartel propagandístico serbio, bajo ocupación alemana, dice “esto es
Inglaterra”, para un mejor entendedor la alianza judeo-masónica-comunista.
Quien lleve a cabo una búsqueda exhaustiva en los registros públicos tanto de las universidades norteamericanas como de las oficinas públicas buscando al tal Traian Romanescu saldrá con las manos vacías. Además, si se hubiera asilado en Norteamérica, es lógico suponer que sus libros se habrían escrito y publicado primero en el idioma inglés, con un mercado potencial de lectores mucho más amplio y mucho más importante, con la traducción al español relegada a segundo término. Pero ninguno de sus libros había aparecido publicado en el idioma inglés cuando salieron a la luz en México.
En Sudamérica, también miles de europeos
anticomunistas e inclusive criminales de guerra nazis (Adolf Eichmann en
Argentina, Josef Mengele en Brasil, etc.) también encontraron asilo, pero
Traian Romanescu tampoco fue uno de ellos. Si Traian Romanescu se describió a
sí mismo como “ACTUALMENTE REFUGIADO EN OCCIDENTE” pero no se encontraba
refugiado ni en Europa ni en Norteamérica ni en Sudamérica, entonces... ¿a
dónde podría haber ido? En sus libros nunca lo aclaró, y mucho menos puso
domicilio alguno en el que se le pudiera contactar. Obviamente, era alguien que
no quería dar la cara, que no quería mostrar su verdadero rostro ante nadie,
quería vivir en la más completa secrecía, en el más completo anonimato.
Así, nuestra búsqueda de Traian Romenescu parece
llegar a un callejón sin salida. Sin embargo, queda un último recurso. Si todos
sus libros aparecieron publicados por primera vez en México, entonces tenemos
que buscarlo en México. Aquí es donde seguramente lo encontraremos; y si no
lo podemos encontrar aquí entonces de seguro no lo podremos encontrar en
ninguna otra parte. La búsqueda se dificulta porque no tenemos ninguna
fotografía suya, esto porque jamás apareció fotografía suya en ninguno de sus
libros, ni tenemos ningún domicilio en donde haya vivido, lo único que tenemos
es un nombre y un apellido, aunque tenemos en nuestras manos su amplia
producción literaria.
En el interior de su obra “cumbre” “La Gran Conspiración Judía”, aparece
entre paréntesis el texto “Traducción
del rumano por el autor”. Si el supuesto rumano Traian Romanescu tradujo él
mismo sus libros del rumano al español (no se conoce edición rumana alguna de
su obra), entonces debería haber sido un rumano con un dominio extraordinario del
idioma español, el mejor de todos, ya que utiliza metáforas y expresiones
figurativas del lenguaje que no utilizan inclusive muchísimos hispanoparlantes.
Lo cual puede empezar a llevar a varios lectores a sospechar que posiblemente
hasta se trate no de un rumano sino de un español o inclusive de un mexicano.
Esto explicaría el hecho del por qué inmediatamente después de que estuvieron
apareciendo las obras de Traian Romanescu en México publicadas en español no
aparecieron los ejemplares correspondientes en rumano: Un español o un mexicano
sin el dominio del rumano, una lengua romance utilizada por una población
relativamente pequeña de Europa, tendría dificultades enormes en traducir los
materiales del español al rumano. Y aunque hay en México unos cuantos
habitantes que dominan tanto el español como el rumano, Traian Romanescu no fue
uno de ellos.
Un cartel de propaganda alemán, en ruso, simbolizando la supuesta cadena de
mando en la URSS
Si Traian Romanescu no quería ser localizado y mucho menos ser identificado por nadie, entonces la Ciudad de México no sería el lugar en donde empezaríamos a buscarlo, ya que se abstendría deliberadamente de dar en sus libros cualquier pista de su lugar de residencia, y al aparecer la Ciudad de México como el lugar de publicación de sus obras obviamente era porque no vivía en la Ciudad de México. Esto nos lleva a la segunda ciudad más importante de México, la ciudad de Guadalajara. Aunque ni la palabra “Guadalajara” ni la palabra “Jalisco” aparecen mencionadas en ninguna parte de los libros de Traian Romanescu, esta es la primera ciudad a la que iríamos precisamente por ser una de las ciudades más grandes de México, en segundo orden de importancia después de la Ciudad de México. E iríamos a ella precisamente porque “Traian Romanescu” se abstiene de nombrarla por completo (de no encontrarlo allí, la búsqueda tendría que ser ampliada a otras ciudades de México que tampoco aparecen mencionadas en los libros de “Romanescu”, como León en Guanajuato, Monterrey en Nuevo León, y Tijuana en Baja California).
Resulta que es precisamente en la ciudad de Guadalajara en donde encontramos leyendas de algo que parece ser un secreto a voces en dicha ciudad, un secreto muy mal guardado por cierto, según el cual Traian Romanescu nunca existió porque fue tan solo un seudónimo. Y junto con este dato, nos llega otro dato interesante, el dato de que si queremos saber algo más acerca de “Traian Romanescu”, debemos indagar todo lo que podamos acerca de uno de los fundadores de la Universidad Autónoma de Guadalajara, un Licenciado de nombre Carlos Cuesta Gallardo.
No hay muchas fotografías públicas disponibles de
Carlos Cuesta Gallardo. Esto es debido a que este sujeto no se dejaba
fotografiar por nadie, y cuando había algún fotógrafo cercano en alguna fiesta
o en alguna ceremonia Cuesta Gallardo invariablemente volteaba su cara hacia
otro lado o inclusive se levantaba de la mesa en la que estaba sentado y
buscaba perderse entre la multitud. Varios de los que tuvieron trato personal
con él lo describen como un ser taciturno, de aspecto amargado, en ocasiones de
mirada dura dejando traslucir un carácter hosco, duro, e inclusive despiadado.
Hacía lo posible por pasar desapercibido, ocultándose de cualquier forma en que
pudiera como si estuviese huyendo de la ley, manifestando con tal actitud los
terribles delirios de persecución rayanos en la paranoia que lo consumieron
toda su vida.
Hubiera sido un interesantísimo caso clínico para
cualquier psicólogo o psiquiatra, de no haber sido porque era un individuo
sumamente secretico que no confesaba sus verdaderas intenciones y temores
íntimos a nadie, lo cual le imposibilitaba el buscar ayuda médica o inclusive
ayuda espiritual dentro de la Iglesia Católica habido el hecho de que el
verdadero católico creyente debe revelarle todo a su sacerdote confesor antes
de obtener la absolución a sus pecados.
Lo único que le podía soltar la lengua ante gente
cercana a él era el ponerse a hablar por períodos prolongados de tiempo acerca
de “la gran conspiración judía masónica
comunista”, de la cual presumía saber muchísimo considerándose a sí mismo una
verdadera autoridad. Y de hecho, lo que sabía acerca de “la gran
conspiración judía masónica comunista” coincidía plenamente con lo que estaba
apareciendo publicado en los libros de aquél desconocido profesor rumano
“Traian Romanescu”, al cual casi podía recitarlo de memoria. Quien creyera a
pie juntillas en todas las exóticas fantasías construidas en torno a “la gran
conspiración judía masónica comunista” podía considerarse a sí mismo como un
gran amigo de Carlos Cuesta Gallardo, y quien pusiera en tela de duda
cualquiera de las afirmaciones hechas por “Traian Romanescu” podía considerarse
tomado por Carlos Cuesta Gallardo como un enemigo de por vida.
Como ya se mencionó, hay pocas fotografías
públicas disponibles de Carlos Cuesta Gallardo por su renuencia a ser
fotografiado. Sin embargo, la imagen con la cual se le recuerda y se le
“venera” dentro de la Universidad Autónoma de Guadalajara es la siguiente:
Retrato del Licenciado Carlos Cuesta Gallardo en la Universidad Autónoma
de Guadalajara – Jalisco - México
Carlos Cuesta Gallardo no solo fue uno de los
fundadores de la Universidad Autónoma de Guadalajara y de la sociedad secreta
de ultraderecha 'Tecos'. Es un hecho
histórico y no anecdótico que Carlos Cuesta Gallardo se trasladó hasta la
Alemania Nazi para establecer contacto con el Nacionalsocialismo Alemán. Y todo
permite suponer que fue atendido con especial consideración dada la importancia
que Hitler le concedía a México por su vecindad inmediata con los Estados
Unidos de Norteamérica.
Ciertamente, ayudó mucho que tuviera un aspecto
“ario”, lo cual seguramente ha de haber sido del mayor agrado de sus
anfitriones. Posiblemente si les hubiera llegado un mexicano más “típico” de
piel morena obscura y chaparro, sus racistas anfitriones le habrían dado el
trato que podía esperar de los nazis alemanes un mexicano “racialmente
inferior”. Pero estaba predestinado que sería este sujeto, precisamente uno de
los más endurecidos conservadores de la sociedad jalisciense, el que llegaría a
la Alemania Nazi iluminando los ojos de sus contactos que posiblemente forjaron
muchos planes con él, planes que quedaron truncos con la derrota contundente de
la Alemania Nazi en 1945.
Veamos lo que nos dice el formidable equipo Alianza Estudiantil Prometeo de la
Universidad Iberoamericana acerca de Carlos Cuesta Gallardo en su ya
célebre trabajo “La Ultraderecha
Mexicana: Complot contra México”:
Traian Romanescu es un seudónimo bajo el cual se esconde un mexicano de la peor ralea, el cual en su juventud se trasladó en persona hasta la Alemania Nazi para recibir “luces”.
“Traian Romanescu” se presenta a sí mismo en los prólogos de sus libros como un exiliado rumano ex-profesor de la Universidad de Bucarest quien huyó hacia el continente americano después de que tras la derrota de la Alemania Nazi en la Segunda Guerra Mundial Rumania cayó bajo la órbita comunista; escapando al mundo libre con todas las pruebas en la mano que documentaban la realidad de la gran conspiración judía. Sin embargo, nadie llegó a ver jamás al profesor Traian Romanescu (quien con un apellido tal nadie dudaría que efectivamente es un rumano). Nadie sabe dónde se podía encontrarlo para llevar a cabo una entrevista, nadie sabe de qué vivía o en qué trabajaba, y aunque muchos fanáticos de la ultraderecha desearían haber tenido el honor de poder estrechar su mano, nunca existió dirección alguna en donde se le pudiera localizar. De hecho, nadie lo habría podido localizar jamás, porque como ya se dijo, Traian Romanescu no existe, nunca existió. Traian Romanescu es, de hecho, un seudónimo, el seudónimo de un mexicano, el seudónimo de uno de los principales fundadores de la Universidad Autónoma de Guadalajara.
Podemos intentar rechazar la tesis de que Carlos
Cuesta Gallardo haya sido el hombre detrás de la máscara “Traian Romanescu”,
pese a su conocida ideología extremista y su acendrado antisemitismo, pese a
haber sido uno de los fundadores de la ultraderechista Universidad Autónoma de
Guadalajara y por lo tanto también de la sociedad ultraderechista secreta
Tecos, pese a ser un admirador reconocido de Adolfo Hitler, pese a que parecía
conocer casi de memoria todos los libros de “Traian Romanescu” cuando apenas
estaban apareciendo a la venta en las librerías de México. Pero ello nos
dejaría con un problema: tendríamos que aceptar que todos los libros
propagandísticos de “Traian Romanescu” se escribieron solos, o mejor dicho, que
fueron escritos por un rumano que nunca existió, una vez agotadas todas las
demás posibilidades.
Sin embargo, en este caso todas las flechas en la ciudad de Guadalajara apuntan hacia él. Y
es el único en todo México al cual apuntan de manera unívoca. En todo México,
no hay nadie más que mejor encaje en la descripción de lo que esperaríamos de
un sujeto como “Traian Romanescu”. Y aquí podemos aplicar el refrán que dice
“si grazna como un pato, camina como un pato, nada como un pato, y tiene el
aspecto de un pato, lo más probable es que sea un pato“.
“Traian Romanescu” desapareció tan misteriosamente como apareció a principios de la década de los sesenta en el escenario mundial en México, justo al mismo tiempo en que Carlos Cuesta Gallardo dejó de existir.
Tras la muerte del Licenciado Cuesta Gallardo, no volvió a aparecer ningún libro de “Romanescu”. No existe lugar al cual los admiradores de “Traian Romanescu” le puedan llevar flores a su tumba en ocasión del aniversario de su fallecimiento, porque no hay ninguna lápida en México que ostente el nombre de “Traian Romanescu”, al menos no del rumano que además de hablar en perfecto español se haya adjudicado en vida la autoría de la más importante propaganda ultraderechista que se haya publicado en Latinoamérica, y mucho menos hay una fecha de fallecimiento que se le pueda asignar porque nadie sabe exactamente cuándo falleció.
Sin embargo, se sabe exactamente la fecha de
fallecimiento de Carlos Cuesta Gallardo, y se sabe del lugar en el que se
encuentran sus restos mortales. El paso de Carlos Cuesta Gallardo por este
mundo fue poco menos que nefasto con su sello personal puesto en la creación de
la sociedad secreta “Tecos” creada para liquidar a todos los supuestos
perpetradores de “la gran conspiración judía masónica comunista”.
Este hombre no merece ser recordado por nadie en
el aniversario de su fallecimiento (un fallecimiento en el cual, dicho sea de
paso, hubo algunas circunstancias extrañas motivadas quizá por la enorme
codicia y ambición que seguramente despertaron los cada vez más fuertes
ingresos monetarios que estaba produciendo ya la Universidad Autónoma de
Guadalajara; la oportuna muerte de Carlos Cuesta Gallardo les dio a los que se
quedaron en su lugar una oportunidad dorada para acaparar la codiciada
“herencia”); ni merece flores en el lugar en donde reposan sus restos ni merece
recordatorios o memoriales especiales. No merece nada, excepto lo que tal vez
le esté sucediendo en el más allá en retribución por haber apartado a muchos
jóvenes del verdadero camino que conduce hacia el Supremo Creador. Que le
lleven flores a su tumba todos aquellos que fueron sus compinches en vida, a
quienes se les está acercando también la hora en la que habrán de hacerle
compañía a Carlos Cuesta Gallardo en dondequiera que hoy se encuentre, posiblemente
algún lugar en donde hoy deambulan los espectros de individuos tales como Adolf
Hitler, Julius Streicher, Adolf Eichmann, Josef Mengele, Klaus Barbie y Horia
Sima. ¿A qué otro lugar más podría ir, sino al lugar en donde seguramente
terminaron cayendo éstos héroes suyos?
La punta de lanza
En todas las tramas de fanatización e
indoctrinamiento, siempre hay dos bandos: los que saben perfectamente bien que
están mintiendo cuando están elaborando volúmenes enciclopédicos en
los cuales se dan rienda suelta a su imaginación inventando falsedades
confiados en que no habrá nadie que tenga el tiempo ni la enorme paciencia
requerida para desenmascarar y desmentir en su totalidad la enorme pirámide de
patrañas, y aquellos que consumen la literatura propagandística y que creen
ciegamente, de buena fé, que lo que les están diciendo es la verdad. Los
primeros son gente esencialmente mala, y los segundos son gente esencialmente
ingenua (por no decir, estúpida). Los primeros siempre representan casi siempre
menos del 1% de los que están en cualquiera de los movimientos
afiliados a la extrema derecha, mientras que los segundos representan casi
siempre más del 99%. Lo único que ambos tienen en común es que en
algún momento de sus vidas decidieron venderle el alma al Diablo.
El libro más conocido, más vendido, más
reproducido, más “venerado” de “Traian Romanescu”, es sin lugar a dudas “La Gran Conspiración Judía”.
Este libro es extenso. En el editor de documentos
Word de Microsoft, ocupa un total de 335 páginas. Al final del mismo aparece la
leyenda que comprueba su publicación en México:
Acabose de imprimir el día 31 de
Mayo de 1961, en los talleres de
La Editorial Jus, S.A plaza de
Abasolo 14, Col, Guerrero
México 3, D.F
El tiro fue de 3000 ejemplares.
Hasta la fecha, no se conoce copia alguna en idioma rumano del libro, por lo cual la aserción de que éste era el libro de un académico de la Universidad de Bucarest traducido al español por el mismo autor carece de credibilidad.
Al leerlo, hay que tomar en cuenta que la tesis central del libro, el
argumento de que el comunismo es una
invención judaica para apoderarse del mundo y que para evitar tal destino tiene
que ser liquidado (lo cual implica el exterminio total de sus supuestos
creadores, los judíos, siendo esta la justificante utilizada por los nazis para
matar a más de seis millones de hombres, mujeres, ancianos y niños), es un argumento completamente obsoleto hoy en día,
porque tras la histórica caída del Muro de Berlín el comunismo soviético dejó
de existir, y los acontecimientos históricos se dieron de modo tal que la
desaparición de este sistema socio-económico no produjo las cientos de miles de
muertes que los propagandistas del neo-nazismo habían vaticinado. Es bajo esta
perspectiva como este libro tiene que ser leído, es bajo esta óptica como
tienen que ser evaluadas las mentiras y falsedades con las que fue formulado.
El núcleo central del libro está colocado al
principio en el Capítulo III titulado
“El Plan Secreto de la Actual Conspiración Mundial y las 24 Directivas Secretas
del Primer Gran Congreso Mundial (Sionista)”, de lo cual “Traian Romanescu”
dice:
Para cortar a los conspiradores judíos cualquier posibilidad de negar las verdades reveladas en este libro, voy a incluir en forma íntegra el contenido de las 24 directivas secretas del Primer Congreso Mundial Judío, que tuvo lugar en Basilea, Suiza, en 1897. Estas directivas constituyen el programa secreto aplicado hoy por la judería mundial y sus instrumentos masónicos, socialistas, comunistas, liberales, etc. Debo llamar la atención de los lectores sobre que el comunismo real, así como es aplicado en todos los países sojuzgados y en todos sus aspectos, se basa precisamente en los “consejos” comprendidos en estas directivas, que pueden considerarse como un verdadero “evangelio” del comunismo. Son además una prueba irrefutable de la existencia de la Conspiración Mundial Judaica, con sus fines precisos y sus métodos claramente expuestos.
Este
gran “plan secreto de la actual conspiración mundial” en realidad no es otra
cosa más que Los Protocolos de los Sabios de Sión, los cuales han sido
expuestos como uno de los fraudes literarios más grandes de todos los tiempos, hecho aceptado
incuestionablemente por numerosos académicos e historiadores de renombre. No
los reproduciremos aquí, aunque hay una amplia cantidad de referencias en internet
en donde pueden ser obtenidos así como enlaces en donde los orígenes del fraude
literario son revisados a fondo.
De cualquier modo, el haber recurrido a algo que
con décadas de anticipación a la elaboración del libro “La Gran Conspiración
Judía” ya se sabía que era el producto de un vil fraude literario nos habla
mucho sobre la deshonestidad de “Traian Romanescu” y su propensión a mentir y a
recurrir a las mentiras de otros para lograr convencer a sus desprevenidos
lectores en la “veracidad” de sus fantasías bizarras. “Traian Romanescu” hace
referencia específica a este fraude literario (sin identificarlo en momento
alguno como fraude) en el capítulo XXII
de su libro (El Pueblo Elegido a Través de la Historia) cuando trata de
hilar al Antiguo Testamento de la misma Biblia con el tema de “la gran
conspiración judía” con el siguiente texto:
“Leyendo las escrituras de Isaías en el Antiguo Testamento y comparándolas con los Protocolos de los Sabios de Sión, se verá como han adaptado esas ideas para fines políticos.”
Dentro de este mismo capítulo, “Romanescu” incurre en el revisionismo
histórico propio de todos los neo-nazis al tratar de invalidar la magnitud del holocausto
llevado a cabo por órdenes de Hitler (con todo y que el mismo “Romanescu”
propone la liquidación de todos los judíos del mundo para lograr la “pax
nacional-socialista”):
El libro en su introducción (los símbolos de
interrogación entre paréntesis son puestos por el autor de la investigación):
Nace este libro venciendo obstáculos enormes. (¿?)
Nace impulsado por la profunda angustia de palpar el peligro terrible que amenaza a la Civilización Cristiana, es decir, al mundo occidental (o sea, la "gran conspiración judía masónica comunista").
El autor es un hombre que ha vivido en carne propia la agonía de su Patria tras la cortina de hierro. Pero además de esa experiencia terriblemente dolorosa,
dispone de un enorme caudal de revelaciones documentadas que recogió en el reverbero de la segunda guerra mundial. (¿?)
Al advertir las primeras huellas de “La Gran Conspiración Judía”, el autor también se encogió de hombros y también dijo: “¡Puras fantasías!”... Fue luego un torrente de pruebas (¿?) y un desbordamiento de lava bolchevique lo que disipó sus dudas. Fue el crepúsculo de la Civilización Cristiana, vivido por su Patria al entrar en las tinieblas de la “civilización marxista”, lo que encendió en su ánimo el anhelo de lanzar un grito de “¡Alerta!”
Esta voz va en particular dirigida a todos los cristianos. El que cree en Cristo no pone en duda el advenimiento del Anticristo.
Este tipo de gente siempre se ostenta como cristiana,
aunque no tiene absolutamente nada en sus convicciones ni en sus creencias de
la santidad y la humildad cristiana que con tanta nobleza distinguió a los
primeros Apóstoles de Jesús, como tampoco tenían nada de cristianos los
verdugos nazis que administraron los campos de concentración durante la Segunda
Guerra Mundial.
¿Cuál es el camino que salvará a la Civilización Cristiana del más grande peligro que la ha amenazado en sus dos mil años de historia?
Esta introducción está precedida por un índice,
el cual sirve para preparar el terreno para las “grandes revelaciones” que le
serán dadas al lector incauto que está siendo inducido al mundo de la
ultraderecha, lo cual dará los resultados deseados siempre y cuando el lector sea un ignorante de la historia
contemporánea (lo cual lamentablemente es el caso de muchos de los que leen
esta literatura).
Cartel propagandístico antisemita divulgado por los nazis en idioma ruso.
“El judío un pueblo de contagio”. En otras palabras el mensaje es claro el
judío es malo y el nazi es bueno, así de sencillo.
El índice de los capítulos del libro empieza con un primer capítulo titulado “Los enemigos de la Humanidad”, y los “enemigos de la humanidad” son, de acuerdo a las doctrinas neo-nazis pregonadas por “Traian Romanescu”, los judíos (de hecho, para este tipo de gente, no solo los judíos son “los enemigos de la humanidad”, también lo son los medios-judíos descendientes de un padre o una madre judía, como también lo son todos aquellos que tengan un abuelo o una abuela que sea o haya sido un judío o una judía, como también lo son todos aquellos que tengan un bisabuelo o una bisabuela que haya sido un judío o una judía, como también lo son todos aquellos que tengan un tatarabuelo o una tatarabuela que haya sido un judío o una judía, y así sigue la cosa ad infinitum).
“Romanescu”
hace algo más que citar los fraudulentos 'Protocolos de los Sabios de Sión'.
Los reproduce en su totalidad al principio de su libro, lo cual contribuye a
engrosar generosamente el número de páginas haciéndolo más “docto”. Ahora bien,
estos “Protocolos” fueron fabricados en una época en la que las monarquías eran
el sistema usual de gobierno en Europa, y no es de asombrar que para la
culminación de “la gran conspiración judía” los “Protocolos” mencionen en forma
repetida la imposición de un “rey del mundo” judío rigiendo al planeta. Sobre
esto, “Traian Romanescu” nos “revela” lo siguiente en su libro sin aclararnos
jamás cómo o en dónde fue que obtuvo tan extraordinaria “iluminación”:
Era necesario que la judería se apoderase del gobierno de Rusia para formar el primer estado nacional dentro del estado soviético y esperar después otros 20 años para que, como consecuencia de la primera y segunda guerras mundiales, organizadas en todos sus detalles por el judaísmo internacional, se les ofreciera a los israelitas la posibilidad de crear el Estado de Israel, en su “tierra de promisión”. Ese Estado, conforme a los planes secretos, debe albergar en un futuro próximo al “rey mundial” de la estirpe de David.
En última instancia, el correr del tiempo mismo es lo que se encarga de desenmascarar a los charlatanes. Preguntémonos una cosa: ¿Hay un rey mundial “de la estirpe de
David” dirigiendo actualmente los destinos del Estado de Israel, ya no se diga
del mundo entero? ¿Existen las condiciones actuales en Israel para la
imposición de un sistema monárquico mandando al traste el sistema democrático
parlamentario que tanto trabajo les costó construir? Históricamente, ni
siquiera el mismo Moisés permitió que los judíos a quienes liberó de Egipto lo
coronaran rey. Entonces, ¿por qué esa obsesión con un gobierno mundial
monárquico, una idea que en estos tiempos suena más que descabellada?
Pero “Traian
Romanescu” no solo “profetizó”, en base a “fuentes de información” desconocidas,
las características del futuro “rey del mundo”, sino que fue mucho más lejos; señaló con su dedo índice quién iba a ser
ese futuro “rey del mundo”. Esto lo tenemos en la siguiente afirmación que debe
ser una de las más osadas y temerarias que se hayan formulado jamás en
propaganda alguna de la ultraderecha:
Este futuro Rey de la sangre de Sión, existe ya. Se llama Emmanuel Samuel Sholnik Abrabanel. Es hijo de un dentista judío de Polonia, actualmente habitante de Canadá, del que se pretende que sería el “descendiente directo del Rey David”, que vivió hace unos tres mil años.
Podemos
considerar que esta “revelación” se hizo pública el 31 de mayo de 1961, fecha
en la que “La Gran Conspiración Judía” se terminó de imprimir en México con un tiraje de 3
mil ejemplares (sigue siendo un misterio de dónde sacó “Traian Romanescu” el
dinero para financiar esta costosa empresa). Ha transcurrido ya medio siglo desde el año en el que se hizo esta
profecía. El tal Emmanuel Samuel Sholnik Abrabanel, si es que existe,
posiblemente está enterrado en algún cementerio ignorado por completo hasta por
sus propios familiares, sin aparecer mencionado o recordado en ninguna
publicación judía y sin haber recibido jamás reconocimiento alguno que valga la
pena capturar en la enciclopédica base de datos de la red de redes internet,
algo indigno para quien supuestamente estaba “predestinado” a ser el “rey del
mundo”.
Esta
“profecía” del “rey del mundo” debe ser quizá uno de los peores descalabros en
que haya incurrido jamás un pseudo-historiador revisionista de la extrema
derecha, y de vivir ahora y de haberse identificado plenamente en lugar de andar
escondiéndose seguramente muchos de los desilusionados seguidores de “Traian
Romanescu” e inclusive un buen número de judíos que se pudieran haber tragado
la propaganda con mucha razón le preguntarían: ¿Por qué nos mentiste? Dicho sea
de paso, el nombre Abarbanel (y sus variantes Abravanal, Abravanel) es popular
entre los judíos sefarditas procedentes de España, no de Polonia, como lo puede
confirmar una búsqueda llevada a cabo en internet; siendo Shkolnik (y su
variante Skolnik) un nombre de origen eslavo.
La gran tesis del revisionismo neonazi actual hace eco total de la
propaganda alemana de la segunda guerra mundial. El complot judío contra
Europa.
El libro
de “Traian Romanescu” está pletórico de afirmaciones como la anterior, las
cuales nunca se tomó la molestia de probar ni decirnos cómo fue que obtuvo tan
extraordinaria información de la cual inclusive los mismos judíos alrededor del
mundo no parecen estar enterados.
El libro de “Romanescu” atribuye el triunfo del
comunismo en la Rusia Zarista de principios del siglo XX a una “gran
conspiración judaica”. Pero se abstiene de mencionar por completo (al igual que
como lo hizo el ideólogo ultrafascista Salvador Borrego en su libro Derrota
Mundial) el papel central y nefasto que tuvo el “monje loco de Rusia” Rasputín
en la caída de la monarquía zarista; a grado tal que Rasputín no aparece
mencionado en ninguna de las páginas del libro porque tal cosa no conviene para
los fines propagandísticos del autor del libro. Tampoco menciona el enorme daño
que el mismo Zar Nicolás II se causó a sí mismo y a su país al meter por
decisión suya a Rusia dentro de la Primera Guerra Mundial, algo que a fin de
cuentas fue decisión única y exclusiva del Zar que ejercía una autoridad
autocrática en Rusia que nadie se atrevía a cuestionar, y no de movimiento
judío conspiratorio alguno (el asesinato del Archiduque Francisco Fernando de
Austria es citado como el detonante de la Primera Guerra Mundial, aunque la
entrada de Rusia supuestamente era un evento obligado por un pacto que
comprometía a Rusia a entrar en apoyo militar de Serbia en caso de ser
amenazada militarmente, pero la decisión final de honrar tal pacto o
desentenderse del compromiso con el fin de evitar el choque militar con
Alemania fue del Zar).
Y al igual que Rasputín, la decisión del inepto
Zar Nicolás II de meter a su país en una guerra que no podía ganar contra una
Alemania mucho más industrializada tampoco aparece mencionada para nada en este
libro de “Romanescu” porque tal cosa tampoco conviene a los fines
propagandísticos del libro. Y de hecho, no son las únicas omisiones de
importancia en las que incurre “Traian Romanescu”, hay muchísimas otras.
Esto
debe empezar a darnos una idea de que el libro fue elaborado no para educar
sino para fanatizar, no para iluminar sino para confundir y desviar. A estas importantes
omisiones, el autor agrega numerosas falsedades y tergiversaciones históricas,
así como una casi inacabable judaización en la que re-bautiza a muchos
personajes históricos como cripto-judíos que él -gracias a sus privilegiadas
dotes detectivescas que nadie más posee- ha descubierto como tales. Pero en
ningún momento nos dice cómo fue que descubrió que tal o cual personaje
histórico era un judío, eso solo lo sabe él mismo, y tenemos que creerle
ciegamente, porque así es la naturaleza de la propaganda fanatizante, tiene que
ser aceptada sin cuestionamientos. Jamás presenta copia de documento alguno en
donde por lo menos en un solo caso nos demuestre que, como él lo afirma, el
gobierno del Presidente norteamericano John F. Kennedy “estuvo integrado en más
del 90% por judíos y masones y comunistas conocidos” (esto lo hace en
el capítulo XXIV de su libro, “La
Conspiración Avanza Rápidamente”), y la procedencia de estas estadísticas
sin la debida justificación de las mismas tiene que ser aceptada como un acto
de fé del “rumano” que nos está haciendo tan excelsas “revelaciones”.
A
continuación analizaremos algunas otras de las “verdades” publicadas en La Gran
Conspiración Judía que han sido tomadas como verdaderas por todos los que han
abrazado el fascismo en alguna de sus variedades convirtiéndose en feroces
antisemitas.
En múltiples ocasiones, “Traian Romanescu” llega al extremo de considerar a sus lectores como
unos verdaderos idiotas, unos imbéciles más ingenuos y más ignorantes que un
recién nacido. Esto lo vemos claramente en párrafos como el siguiente:
En los planes del Kremlin para apoderarse del mundo árabe, en caso de guerra, Israel con sus 300 mil soldados armados hasta los dientes, con material soviético, tiene el papel principal.
Es de sobra sabido que quienes han estado
apoyando con armamento al Estado de Israel desde los tiempos de la guerra fría (término
acuñado por el empresario Bernard Baruch, a quien los círculos de la
ultraderecha señalan como uno de los “Sabios de Sión”) entre los Estados Unidos
y la Unión Soviética e inclusive hasta los tiempos actuales han sido los
Estados Unidos, no los rusos ni de ayer ni de hoy. De hecho, uno de los temores
mantenidos por la clase política norteamericana y muchos judíos prominentes de
aquel entonces era que los estados árabes terminasen cayendo bajo la órbita
soviética constituyéndose en un peligro para la existencia del Estado de
Israel.
En el capítulo XVI (La Masonería, Instrumento Secreto del Judaísmo) tenemos la
siguiente afirmación categórica formulada por “Traian Romanescu”, según la cual
“La O.N.U. es un instrumento de la Masonería”:
Este organismo judío-masónico dirige al mundo libre hacia la catástrofe final: dominio judío universal con ayuda del comunismo soviético.
Cartel nazi que simboliza la supuesta alianza europea contra el bolchevismo
judío representado por la URSS.
Con un trabajo metódico y riguroso de investigación bibliográfica consultando las fuentes originales, el libro “La Gran Conspiración Judía” puede ser demolido, puede ser reducido a escombros, que a su vez pueden quedar reducidos a polvo como polvo es hoy todo lo que queda del “rumano” tapatío “Traian Romanescu”.
Desafortunadamente, para desmentir cada falsedad
que puede tomar tan solo unas diez palabras en ser enunciada, se requieren por
lo menos unas treinta o cuarenta palabras para dar las razones documentadas
para invalidar tal falsedad.
Es mucho más fácil y mucho más breve decir una
mentira que exponerla.
Obviamente, no es fácil llevar a cabo la
refutación completa del libro “La Gran Conspiración Judía”. Pero sí podemos
seleccionar algunas partes relevantes de dicho libro con el fin de demostrar
que el libro contiene por lo menos esas omisiones, falsedades, tergiversaciones
e invenciones, y hecho esto no hay razón alguna para darle credibilidad al
resto. Es posible llegar tan atrás en el tiempo y encontrar los documentos
históricos originales, es un largo y costoso trabajo que puede llevar varios
meses o inclusive años, es necesario proporcionar la información completa y
detallada para llevar a cabo la confirmación o la refutación en forma debida.
En un libro que consume un total de 335 páginas bajo el editor de documentos
Word de Microsoft, la refutación completa del libro requeriría en cuatro tantos
de extensión un total de unas mil doscientas páginas, y todo ello para una obra
laboriosa que posiblemente no generaría una ganancia económica que justifique
la enorme inversión de tiempo y dinero para elaborarla.
Como era de esperarse, dentro del libro se le
rinde culto excelso a Adolf Hitler, el
dictador “salvador” del pueblo alemán y del mundo entero, del cual
encontramos varias citas puestas aquí y allá dentro del libro como las
siguientes:
Así parece que (los judíos) han paralizado (¿?) la actividad de la Orden Jesuíta, la columna de la Iglesia, y han conseguido que muchos católicos se constituyan de buena fe en defensores del judaísmo, pero en el fondo, el peor enemigo de la Iglesia Católica, y de todas las iglesias cristianas es claramente el Judaísmo Internacional. Mientras tanto, el peor enemigo del judaísmo ha sido Hitler con sus nacionalsocialistas…Cuando la judería mundial llegó a la conclusión de que con Hitler no se jugaba, y que su programa expuesto en “Mi Lucha” lo realizaba por medio del régimen nacional socialista, comenzó las maquinaciones secretas para derribarlo. Como tenía en sus manos la prensa de casi todos los pueblos “democráticos” y temiendo que Hitler se lanzara contra Rusia judaizada, la judería occidental manejó los asuntos de tal manera que Alemania tuviera que entrar de nuevo en guerra con los países dirigidos por la masonería, es decir, con los países cristianos de Occidente, movidos secretamente por los hebreos, escondidos tras ía máscara de la “democracia”.
Esto último es una de las más burdas falsedades
históricas en que se pueda incurrir. La Segunda Guerra Mundial no comenzó con
“una provocación judía”. “Traian Romanescu” no menciona aquí en lo absoluto
nada acerca del pacto Molotov-Ribbentrop con el cual, antes de la invasión a
Polonia, Hitler se repartió con el dictador Joseph Stalin el territorio polaco.
Para
“Traian Romanescu” solo hay dos versiones de la Historia: la suya y la de todos los demás, incluidos historiadores
profesionales, doctores, académicos, etc. La suya es toda la Historia reinterpretada
y vuelta a escribir de principio a fin bajo la óptica de “la gran conspiración
judía masónica comunista”, la suya es "revisionismo
histórico" puro. Lo que no haya sido interpretado “correctamente” por él
necesariamente es algo que adolece de falsedad. Solo él es el poseedor de
la verdad. A él hay que acudir para saber lo que “realmente” ocurrió. Bueno, a él, y a otros que piensan igual
que él. La interpretación “Traianista” de la Historia no abarca únicamente la
Historia reciente; se remonta inclusive hasta los tiempos de la Antigüedad.
Nos habla su visión de los tiempos de Jesucristo en el capítulo XXII de su libro (El “Pueblo Elegido” a Través de la Historia).
En el capítulo
IV (La Judería Internacional, Madre de la Revolución Comunista de Rusia),
“Traian Romanescu” jura tener las pruebas de que el dictador Stalin era un judío
(algo que si “demuestra”):
El mismo origen judío estaba demostrado por la fisonomía de este asesino. (¿?) Los georgianos son generalmente hombres altos y bien desarrollados de físico, mientras que Stalin media apenas 1.60cm de estatura, hecho que lo obligaba a subir en una silla “invisible” detrás de los muros del Mausoleo de Lenín para lucir más imponente frente a las masas, durante los interminables desfiles de la Plaza Roja de Moscú.(El Ministro de Propaganda nazi de Hitler, Joseph Goebbels, era un "chaparro", (nombre de origen judío) y no por ello era un judío, de lo cual podía dar fe el mismo Hitler.)
Propaganda alemana en idioma serbio. Stalin
La fisonomía de la cara de Stalin era típicamente judía (¿?) y quizás por eso, para esconder sus visibles rasgos, todas las fotografías de Stalin publicadas eran previamente retocadas. (¿?). La familia, o mejor dicho las familias de Stalin, han sido puramente judías. (¿?)
El nombre real de Stalin fue Iosif David Vissarion Djugashvilli, llamado también Kochba. Los nombres Iosif (José) y Vissarion, o sea el de Stalin y su padre, no son utilizados por la población ortodoxa de Caucasia, y generalmente, al ser bautizados, los ortodoxos no reciben nombres de origen judío como Iosif, Benjamín, Salomón, Daniel, Miriam, etc., sino más bien nombres de origen latino, griego y eslavo, excepto los locales. Por consiguiente el nombre de Stalin indica desde el principio que es de origen judío.
(José es un nombre judío, y ello no implica en lo
absoluto que haya sido un judío, como tampoco lo son los cientos de millares de
mexicanos con nombres bíblicos judíos tales como David, Daniel, Abraham, Isaac,
Jacobo, Israel, Isaías, etc.)
El segundo hijo de Stalin, es decir, Vassily Iosiphovich Djugashvilli actualmente General de Aviación, llamado el “Halcón de la URSS” mientras vivía su padre, tiene una de las más típicas caras de judío que se puedan imaginar: pelo rojo, cara llena de pecas, orejas largas y labios gruesos. (¿?)
Su apellido “Djugashvilli” traducido del
georgiano significa: “hijo del judío”, según “Romanescu”, Djuga significa judío
y la otra parte del apellido de Stalin, o sea “villi” significa: “hijo”. (De todas las falsedades metidas
deliberadamente por "Traian Romanescu" en su libro, ésta quizá sea la
peor de todas. El apellido se deriva de una palabra aún utilizada en la región
de Osetia, la palabra djuga o dzhuga. Cualquiera que pase unas cuantas semanas
en dicha región se dará cuenta de que djuga no significa "judío".
A continuación, haremos un brevísimo resumen
acerca de la etimología de la palabra Djuga, ya que la duda puede persistir en
el lector de que la palabra Djugashvilli efectivamente pueda significar “hijo
de judío”. En relación al posible origen etimológico de esta palabra, existen
dos posibilidades. La palabra puede tener un origen Georgiano o puede tener un
origen más provincial, osético. (Osetia es una región situada dentro de
Georgia, en las altas regiones montañosas del Cáucaso.) Si la palabra deriva de
la región Osética de Georgia entonces lo que tenemos es la raíz djogique
significa “rebaño”. Y si la palabra tiene una derivación más general
(Georgiana), entonces esta segunda posibilidad se traduce en el significado
“hijo de Dzhuga” (o “Djuga”). Y la palabra Dzhuga no tiene significado alguno
(así como las palabras Pérez o Facundo no tienen significado en español).
Muchos osetianos adoptaron la costumbre de
cambiar la terminación osética “ev” reemplazándola por “shvili” con lo cual la
palabra osetiana Dzhugayev quedaba substituída por la más Georgiana palabra
Dzhugashvili (sobre esto consúltese el libro “The Children of Arbat” de Anatoly
Rybakov), de lo cual el prestigioso académico Ivane Dzhavakhishvili reconoce
incluso que algunas palabras bajo la influencia del idioma ruso sufrieron
modificaciones y que como resultado de la destrucción por acción del tiempo de
archivos antiquísimos no hay posibilidad de poder establecer confiablemente el
origen y la etimología de muchas palabras usadas en Georgia. De cualquier
manera, se sabe a ciencia cierta que el padre de Stalin no era un judío por
haber nacido en el seno de una familia cristiana campesina perteneciente a la
Iglesia Ortodoxa, en la villa de Didi-Lilo en Georgia. A su vez, el padre de
éste (el abuelo de Stalin) de nombre Vano, era un cuidador de los viñedos del
Príncipe Georgiano Badur Machabeli en la villa de Didi Lilo cerca de Tiflis
(hoy Tbilisi). Para otra confirmación de la procedencia etimológica del
apellido dizque “judío” de Stalin, se recomienda consultar más a fondo
referencias tales como al eminente lingüista Boris Ottokar Unbegaun
(1898-1973), filólogo, estudioso de la cultura eslávica, y Profesor de la
Universidad de Oxford, co-autor del famoso “Oxford Russian Dictionary”,
específicamente su libro “Russian Surnames derived from aphetic baptismal names
(Melbourne Slavonic Studies)”, publicado en Londres en 1972.
En última instancia, existe una prueba infalible
para verificar la falsedad rotunda de la afirmación de que la palabra
“Djugashvilli” traducida del georgiano significa “hijo de judío”, y esta
consiste en tomar un boleto de avión para trasladarse en persona hasta Georgia
para preguntárselo directamente a los etimólogos y lingüistas de la Universidad
Estatal de Tbilisi (la cual graduó a un filólogo de la talla de Ilia Abuladze y
a un lingüista de la talla de Arnold Chikobava) o la Universidad Estatal Ilia
Chavchavadze. O mejor aún, sin necesidad de incurrir en tanto gasto, pueden
remitir un correo electrónico a los expertos georgianos en la etimología de la
lengua eslava para salir de dudas. En estos lugares tienen muy buenos
académicos de fama mundial, todo lo contrario a pseudo-académicos fantoches como “Traian Romanescu” que solo sirven
como objeto de estudio principalmente a psicólogos y psiquiatras.
Y ultimadamente, la mejor prueba de que Stalin no
era judío nos la dejaron el mismo Hitler y los nazis. Si cualquiera de los
argumentos expuestos arriba por “Traian Romanescu” hubiera tenido alguna
validez, los nazis que tenían a su disposición el enorme poderío investigativo
de sus servicios de inteligencia así como a académicos con nivel de Doctorado
laborando en las mejores universidades ya lo habrían descubierto ellos mismos,
y habrían explotado propagandísticamente cualquiera de los “datos” anteriores
que pudieran confirmar remarcando: “He aquí la prueba contundente de lo que
afirmamos; Stalin es un judío que se ha apoderado de Rusia, y por ello la gran
conspiración judía-comunista es un hecho fuera de toda duda”, lo cual nunca hicieron,
y no solo no lo hicieron sino que el
mismo Hitler jamás se refirió a Stalin identificándolo como un judío. “Traian
Romanescu” podría responder a esto diciendo “es que en Alemania jamás tuvieron
a nadie tan inteligente, tan sagaz, tan astuto, tan buen detective, como yo.
¿Quién mejor que yo?”.
Sin embargo, ello no detuvo a “Traian Romanescu”
de arriesgarse a judaizar a Stalin exponiéndose a quedar en el ridículo como ha
quedado aquí. Y si hizo esto con un personaje tan conocido, ¿qué habría de
impedirle continuar con este mismo proceso con otros personajes menos conocidos
en los cuales sería más difícil exhibirle a “Romanescu” sus mentiras? Esto sale
a colación porque en su libro "Romanescu" señala como judíos a muchos
otros personajes. Sin presentar pruebas documentales de sus señalamientos,
claro está, porque él está para “revelar” situado desde un plano muy superior
al resto de los mortales, y los demás están para desmentirlo si es que cuentan
con los recursos para hacerlo. Todos los demás incluyendo académicos e
historiadores y sociólogos de renombre tenían que probar rigurosamente cada línea
e inclusive cada palabra de lo que afirmaban, menos “Traian Romanescu”.
Atreverse a cuestionarlo era anatema.
En el capítulo XVII (La Tragedia del Pueblo Norteamericano), al igual que como lo hace en otros capítulos de su libro, “Traian Romanescu” se da rienda suelta judaizando o señalando como comunistas encubiertos a una gran cantidad de personajes ampliamente conocidos en los Estados Unidos en la década de los sesenta relacionados con los sindicatos laborales más importantes de dicho país, y no porque fueran conocidos como judíos, ya que el “judaísmo” de estos personajes es algo que “Traian Romanescu” de ninguna manera nunca le reveló a nadie, lo descubrió mágicamente por cuenta propia sentado en el escritorio de su residencia en algún lugar de la ciudad de Guadalajara en México sin tener que salir a hurgar en los archivos de las oficinas del registro civil, sino porque era gente prominente que tenía que ser judaizada a toda costa para darle más credibilidad a la propuesta de “la gran conspiración judía masónica comunista”. Quien tenga a mano aquel libro encontrará la lista de “judíos”, se invita a los lectores a que a través de internet confirmen por cuenta propia cuáles de estos personajes realmente eran judíos o comunistas y cuáles no.
En el capítulo
XIII de “La Gran Conspiración Judía” (El Comunismo Judaico de América, La
Técnica de los Seudónimos) “Romanescu” nos habla acerca de esta “Técnica de
los Seudónimos”, según lo cual:
El judío conspirador busca siempre esconder su propio nombre o apellido hebreos, como el ladrón esconde la cara, pues sabe que los diversos pueblos en medio de los cuales ha vivido, aprendieron por experiencia que el judío es un individuo peligroso y por eso evitan tener relaciones con él. Para vencer esta dificultad, la judería internacional ha adoptado desde hace siglos la costumbre de recomendar a sus miembros que utilicen seudónimos.
Si en alguna parte podemos ver la impronta de “Traian
Romanescu” es precisamente aquí, en la práctica del uso de seudónimos como el
ladrón que esconde la cara. ¿Puede haber mayor cinismo, puede haber mayor
hipocresía que ésta?. Es precisamente dentro de este capítulo “Técnica de los
Seudónimos” en donde “Traian Romanescu” repite las fantasías ampliamente
divulgada en los círculos de la extrema derecha.
Si queremos las pruebas de que “Traian Romanescu”
estaba totalmente a favor de la discriminación racial y totalmente en contra de
la democracia, solo tenemos que leer un párrafo como el siguiente (Capítulo XVI, “La Masonería, Instrumento
Secreto del Judaísmo”):
En Sudáfrica el judaísmo masónico trabaja por intermedio del llamado “United Party” (Partido Unido, dirigido por el judío (¿?) Jacobus Gedeón Nel Straus), que utiliza el conocido método judaico de levantar a los pueblos de color contra los blancos (¿?). El régimen nacionalista del doctor Malan es calificado por las agencias noticiosas judío-masónicas de todo el mundo como “régimen de dictadura” y el doctor Malan de “racista” y “nazi”. El espíritu cristiano de la población blanca de ese país impide a los judío-masones obtener el poder por medio de elecciones y toda la propaganda que se hace en favor del derecho de voto de los negros tiene el fin de utilizar a esa masa de votantes de color para obtener el control del gobierno “legalmente”.
Aquí estamos hablando de una época gris en la que
en Sudáfrica una minoría blanca dominaba a una gran mayoría negra negándole su
derecho de voto (¡negros discriminados en tierra de negros!), algo que en la
ultraderecha es propio y justo sobre la creencia en la “superioridad de las
razas” entronizada a grado de dogma por la Alemania Nazi. La extrema derecha
jamás ha sido simpatizante de la democracia, a la cual detesta, y es por esto
que no tiene problema alguno con el hecho de que sátrapas como Hitler y Franco
hayan sido dictadores vitalicios. En los círculos de la ultraderecha la palabra
“nacionalista” es interpretada como “nacional-socialista”, algo afín a las
creencias enarboladas por los nazis alemanes, el Partido Nacional de Sudáfrica
pese a su nombre jamás fue un partido con ideología fascista. Sin embargo, sí
fue un partido conservador, y sobre todo, racista, ganando con ello las
simpatías de “Traian Romanescu” y sus seguidores.
De esa forma el revisionista “Traian Romanescu” pretendió
demostrar al mundo entero que, al decir de él y otros como él, el Holocausto nazi
nunca ocurrió, lo cual hace en el capítulo
XXII (El “Pueblo Elegido” a Través de la Historia).
EPILOGO
Cartel de la Noruega ocupada por los nazis. En la clásica retórica de un inexistente Frente contra la conspiración judeo-masónico-comunista. A estas alturas el lector ya se habrá hecho una idea general. Todo fue propaganda nazi para ocultar, con una supuesta lucha antibolchevique, sus objetivos imperialistas. Los neonazis de hoy, así como los de la guerra fría, han camuflado hábilmente su verdadera ideología dentro de un aparente manto de antisionismo contemporáneo, pero siguen usando la misma basura propagandística para divulgar sus insólitas teorías intentando rescribir la historia.
Si lo deseamos, podemos seguir perforando más agujeros en el libro 'La Gran Conspiración Judía', pero ello nos tomaría aquí un espacio considerable. Podemos adoptar dos posturas: la primera consiste en que si el libro fue forjado con, digamos, unas 2105 mentiras y falsedades sumadas a 487 citas tomadas deliberadamente fuera de contexto, además de las omisiones de que adolece, la tesis central de “Traian Romanescu” sigue siendo válida mientras no se hayan expuesto en su totalidad todas esas mentiras, falsedades, citas fuera de contexto, y omisiones. Esta es la postura que adoptan quienes se aferran obstinadamente a las “revelaciones” del desconocido “profesor rumano”.
La segunda postura consiste en que es suficiente con lo que ya hemos visto para desechar todo el libro como vil basura, habido el hecho de que en el mundo académico no es el lector el que está obligado a demostrarle al autor que está mintiendo sino es el autor el que está obligado a comprobarle a su lector que está hablando con la verdad. Adoptaremos aquí la segunda postura, porque a fin de cuentas esta basura literaria no merece que se le conceda tanta importancia como para que nos siga robando ni siquiera un minuto más de nuestro tiempo.
Si pese a lo que se acaba de ver todavía hay alguien que insista en ofrendar su vida a causa de algún movimiento inspirado en esta basura, esto ya será responsabilidad suya.
Cuando “Traian Romanescu” escribió su libro, no
existía internet, y la gran mayoría de las librerías en México e inclusive de
Latinoamérica entera estaban pobremente equipadas; simple y sencillamente no
había forma de poder verificar la veracidad o la falsedad de las miles de
afirmaciones hechas por “Traian Romanescu” en su libro. Pero si hubiera sabido
entonces que llegaría a haber algo como internet, poniendo a la disposición
pública del mundo entero incluyendo los poblados más apartados de la tierra un
amplio repositorio de información al alcance en cuestión de segundos, “Traian
Romanescu” posiblemente habría sido mucho más cuidadoso en la invención de sus
falsedades y distorsiones históricas. Posiblemente ni siquiera habría escrito
su “obra cumbre”, ya que desprovista de todas las falsedades, citas fuera de
contexto, falsificación de testimonios y documentos, invenciones propias del
autor y afirmaciones con mero valor propagandístico pero con valor histórico
nulo, no habría habido mucho material para escribir. En realidad, internet es la invención del hombre que
vino a poner los clavos en el féretro que la Historia ha reservado para los
escritos de “Traian Romanescu”.
Al leer cualquiera de los libros de “Traian
Romanescu”, el lector que no quiera ser engullido al igual que como han caído
muchos incautos tiene que adoptar una posición sumamente crítica cada vez que
“Traian Romanescu” afirma que tal o cual persona es un judío o una judía, y
formularse a sí mismo las siguientes preguntas: ¿Realmente este personaje es un
judío? ¿De dónde sacó este dato? ¿Está probando el autor dentro de su libro con
algún documento o con alguna referencia histórica comprobada que efectivamente
tal personaje es un judío? ¿Cómo puedo estar absolutamente seguro de que tal
dato no fue inventado? Formulándose
estas preguntas desde un principio, el lector de los libros de “Romanescu” se
irá dando cuenta de que, conforme avanza en su lectura, la obra de “Romanescu”
empieza a desmoronarse ante sus ojos como un castillo de arena.
Quizá los párrafos más importantes y reveladores
de todos los párrafos que aparecen en el libro La Gran Conspiración Judía son
unos párrafos que están puestos en el penúltimo capítulo del libro, el capítulo XXIII, titulado “El Único Camino”,
en donde se lee:
Cualquiera no judío podría preguntarse: ¿A dónde llegaremos? La respuesta no es difícil. Si el mundo no judío continúa impasible y no organiza su defensa, acabaremos todos en un gigantesco infierno comunista. (¿?) Esta no es una profecía, sino una realidad que ya existe en Asia y en media Europa.
Sólo hay un camino para salvar al mundo de ese negro destino: paralizar totalmente y sin vacilaciones la acción política judía.
Se trata de LIQUIDAR para siempre una conspiración internacional que ha venido siendo realizada por una “insignificante minoría” que no representa ni el 1% de la población del mundo. O realizamos esta tarea o nos convertiremos en prisioneros de esa minoría.
En el momento en que la acción política de los cristianos se organice en todo el mundo, el judaísmo político y la masonería y el bolchevismo serán dominados. Y el elemento de la cristiandad que puede y debe asumir esta tarea es el sector estudiantil, apoyado por los verdaderos intelectuales.
En estos párrafos, “Traian Romanescu”, o mejor
dicho, Carlos Cuesta Gallardo, está delineando claramente el plan de acción
para liquidar de manera definitiva a “la
gran conspiración judía masónica comunista”, ya sabemos del tipo de
liquidación a la que se está refiriendo; allí están los campos de exterminio nazis
repartidos por toda Europa para probarlo, a pesar de que los mismos dementes
que hoy abogan por estas medidas tan radicales insisten en seguir negando que
el Holocausto nazi haya tenido lugar.
Naturalmente, los promotores de la conjura
ultraderechista basada en Guadalajara han estado reclamando para sí lo que
ellos consideran su muy merecida recompensa por estar dirigiendo el movimiento
con el cual dizque van a salvar al mundo entero de “la gran conspiración judía
masónica comunista”. La “salvación” que ofrecen les ha permitido convertirse en
multimillonarios, acumulando a manos llenas inmensas fortunas a la vez que han
estado empapando sus manos con la sangre de muchos cuyas vidas han destruido.
En esto, no son muy diferentes a los nazis corruptos que se estuvieron
embolsando todo cuanto pudieron de los bienes materiales que les estuvieron
robando a los judíos que encausaban a los campos de exterminio de Auschwitz, lo
cual incluía quedarse hasta con las piezas dentales de oro de aquellos seres
infortunados.
¿Quién dijo que el crimen no paga?.
TEXTO ORIGINAL
SPECTATOR
TRAIN ROMANESCU. Un rumano que
nunca existió
México – 3 septiembre 2008
Alianza Estudiantil Prometeo.-
Universidad Iberoamericana “La Ultraderecha Mexicana: Complot contra México”.