Qué demonios pasa con Libia?
Mare Nostrum o Nostrum Mare, es el nombre que dieron los Romanos Imperiales al Mar Mediterráneo. Literalmente "mare nostrum" significa "mar nuestro" en latín. También es usual utilizar el término Internum Mare (Mar Interno o Interior).
La primavera árabe en general y la Guerra de Libia en particular, son los acontecimientos estelares del 2011, junto con los movimientos de protesta supuestamente espontáneos que están teniendo lugar en todo Occidente. A diferencia de Iraq, con Libia no se han visto a las masas populares gritando "No a la guerra".
Existen varios motivos. Uno de los más importantes es que la Guerra de Libia no ataca a los intereses de la oligarquía capitalista de Francia, sino que los defiende. El otro es la desinformación: según nuestros medios de comunicación, el mundo árabe ha decidido perrofláuticamente que quiere ser demócrata como sus "admirados" prohombres de Occidente, y Gadafi era simplemente un "sátrapa" que había que derribar. Pero ¿acaso no lo era Saddam Hussein? ¿Y no lo siguen siendo Mohamed VI (la familia real acumula el 75% del PIB de Marruecos) y el rey saudí Abdulá? ¿Y qué pasa con las dictaduras de Qatar, Kuwait, Emiratos Árabes Unidos y Bahréin? ¿Por qué ha atacado la OTAN a Libia y por qué se ha armado, en tiempo récord, un extraño movimiento "rebelde", que en buena parte no es ni siquiera libio?
Para ver el origen de los problemas actuales, es
necesario retroceder en el tiempo. Toda la orilla sur del Mediterráneo fue,
durante la Antigüedad, de influencia fuertemente europea. Desde los bereberes
del Rif hasta los faraones egipcios, los norafricanos eran de orígenes más
europeos que africanos. Los fenicios (fundadores de Tripoli), cartagineses,
griegos (fundadores de Cirene), macedonios y romanos, batallaron y conquistaron
la orilla sur del Mare Nostrum. Durante el Imperio Romano, toda la costa norte
de África era de cultura genuinamente europea-clásica, y florecieron ciudades
que aun hoy dejan translucir su esplendor pasado. Fue con la caída del Imperio
Romano que el norte de África —la mitad del Mediterráneo— se perdió para
Europa. Y aunque los bizantinos, españoles, venecianos y genoveses mantuvieron
muchas plazas, el Islam, la entrada de la cultura árabe y finalmente el Imperio
Otomano, haría que el Magreb se alejase definitivamente de Europa hasta la
época colonial. En el Siglo XIX, con la revolución industrial y el progresivo
retroceso del Imperio Otomano, Europa vuelve a ganar protagonismo en Noráfrica.
PROYECTOS COLONIALES EN ÁFRICA: ITALIA Y RUSIA
Durante la Conferencia de Berlín de 1884, las potencias europeas, tirando de escuadra y cartabón, se reparten el mapa de África como un inmenso pastel. Los países más influyentes ―Gran Bretaña y Francia―, se quedan con las partes más jugosas del pastel, y los menos influyentes se conforman con las migajas. Así, mientras que a los españoles se nos adjudicaba la minúscula Guinea Ecuatorial, los franceses y británicos se quedaron con vastos territorios, llenos de materias primas y de enorme valor estratégico. Estados Unidos, que seguiría siendo una potencia continental hasta la guerra contra España en 1898, fue el gran ausente del reparto. Italia, un país recién constituido 23 años atrás, tendrá que esperar aun años para reclamar su parte.
La conferencia de Berlín, que supuestamente
buscaba un reparto sensato, no supuso ni la paz ni el orden en el continente
negro: al contrario, los problemas acababan de empezar. Por un lado, aunque se
habían designado esferas de influencia, estas esferas no se hacían efectivas
hasta la toma de posesión formal, y por otro lado, todavía quedaban territorios
independientes (Liberia y Abisinia) y territorios que aun pertenecían al
Imperio Otomano (entre ellos, Libia).
Italia, que se había quedado sin colonias, miró
hacia un espacio que no estaba en el punto de mira de ninguna potencia europea:
Abisina (actual Etiopía). El emperador local, Menelik II, había pactado en 1890
que los italianos controlarían Eritrea, es decir, la costa. En 1893, alegó que
la versión etíope del pacto difería de la versión italiana y lo repudió,
supuestamente para obtener una salida fiable al Mar Rojo. Los italianos
cruzaron militarmente la frontera entre Etiopía y Eritrea, prendiendo la mecha
de la Primera Guerra Italo-Abisinia.
Aunque Italia poseía superioridad tecnológica y
armamentística, la victoria no pintaba tan fácil. Por un lado, los italianos
eran pocos y carecían de una tradición militar sólida, y por otro, los etíopes
no estaban solos: les apoyaba el Imperio Ruso. Alejandro III había concebido en
1888-89 un proyecto para establecer una "Nueva Moscú" a orillas del
Mar Rojo, en lo que hoy es Yibuti. Al hacerlo, estaba entrando automáticamente
en conflicto con franceses, italianos y británicos. El Zar incluso consiguió
establecer contacto con las fuerzas del Mahdi (un líder rebelde que luchaba en
Sudán contra los ingleses), mandando a un coronel cosaco, Nikolai Ivanovich
Ashinov. Ashinov pretendía colaborar con Francia para utilizar a Etiopía como
Estado-tapón ante el avance británico e italiano en el cuerno de África. Con
ese objetivo lideró una expedición religioso-militar de 150 personas, que
incluían un obispo, diez sacerdotes, veinte oficiales militares, y mujeres y
niños. Pactó con una tribu local, se negó a entregar las armas a las
autoridades francesas y estableció una colonia en Sagallo, Somalilandia
Francesa (actual Yibuti). Rusia pretendía que esta colonia, en pleno estrecho
de Bab el-Mandeb (bisagra entre el Mar Rojo y el Índico), se convirtiese en la
"Somalia Rusa" y sirviese para ejercer de contrapeso al control
británico de Suez, al control francés de Mandeb y al control turco del Bósforo,
así como hacer de base para extender su influencia por todo el Cuerno de
África, cerca de las codiciadas Indias. Sin embargo, los franceses despacharon
dos barcos a la zona, dieron un ultimátum y bombardearon el asentamiento,
matando a varios colonos (dos niños, cuatro mujeres y un hombre) y sofocando
por tanto el sueño ruso cuando aun estaba en su cuna. Las colonias ultramarinas
nunca se le dieron bien a la ultra-continental telurocracia rusa... pero Moscú
no cejó en su empeño de penetrar en África a través del Mar Rojo.
Localización de Sagallo (colonia rusa) y Adua (batalla entre Italia y
Etiopía).
El Negus (emperador) etíope, atacado por los italianos, mandó una delegación diplomática (sus príncipes y su obispo) a San Petersburgo en 1895. Rusia respondió con asesores, armamento y algunos voluntarios, incluyendo un equipo de cincuenta soldados a las órdenes de un oficial cosaco del Kubán, el capitán Nikolai S. Leontiev. También mandaría a Alexander K. Bulatovich, una curiosa combinación de oficial militar de caballería, monje ortodoxo, geógrafo, escritor y explorador. Este hombre acabaría haciéndose asesor y confidente del emperador etíope. El Zar consideraba a Etiopía de alto valor estratégico debido a que poseía las fuentes del Nilo Azul, vitales para Egipto ―que ya estaba empezando a caer en la órbita británica. Además, el cristianismo herético practicado en Abisinia interesaba estratégicamente a los patriarcas ortodoxos rusos (igual que les sigue interesando a día de hoy todas las variedades cristianas de Grecia, Próximo Oriente e India).
Los italianos acabaron confiándose demasiado, y
sufrieron una derrota humillante en la Batalla de Adua (1896): 7.000 muertos,
1.500 heridos y 3.000 prisioneros. A 800 combatientes askari (etnia eritrea
considerada "traidora" y colaboracionista con Italia), se les mutiló,
amputándoles la mano derecha y el pie izquierdo. La tasa de muertes sufrida por
el Ejército italiano en Adua fue mayor que la de cualquier batalla europea del
Siglo XIX, si todos los imperios han tenido sus desastres (Roma en Teutoburger,
Gran Bretaña en Khyber, España en Annual, Francia en Dien Bien Phu, etc.), el
de Adua fue sin duda el desastre italiano por excelencia. Hubo graves
disturbios en las ciudades italianas y el gobierno del primer ministro Crispi
se derrumbó. El Tratado de Adis-Abeba estableció claramente la frontera
etíope-eritrea y obligó a Italia a reconocer a Etiopía como Estado soberano e
independiente. Este desastre, a diferencia del español de 1898, fue un desastre
a medias: Eritrea se convertiría en una próspera colonia italiana, donde se
desarrollaría la agricultura, la industria, la arquitectura y el ferrocarril,
mientras que Etiopía se veía privada de su salida al Mar Rojo.
En 1911, mismo año en el que empezaría la guerra
de España en el Rif, la prensa italiana, representando los intereses de las
oligarquías nacionales, empezó a pedir una invasión a Libia, pintándola como
una tierra rica en minerales y asegurando que se trataría de un paseo militar,
con una población nativa hostil a los otomanos y sólo 4.000 soldados turcos
defendiendo la plaza. Además, Turquía ya estaba lidiando con una revuelta en
Yemen, y la mecha estaba a punto de prender también en los Balcanes. El Partido
Socialista, que tenía mucha influencia sobre la opinión pública italiana,
adoptó una postura ambigua; Benito Mussolini, que por aquel entonces militaba
en sus filas, se opuso a la guerra.
Tripoli, Tobruk, Derna y Al-Khums cayeron
rápidamente en manos italianas, pero una plaza estratégica turca fue más
complicada de tomar: Bengasi. En las filas del Imperio Otomano luchaba un joven
oficial llamado Mustafa Kemal Ataturk, posterior líder nacionalista turco. Los
italianos también aniquilaron preventivamente las fuerzas turcas en Beirut
(Líbano).
Esta guerra fue precursora de la Primera Guerra
Mundial y del desmembramiento del Imperio Otomano. Por primera vez, se vería el
empleo militar de la aviación: la primera misión de reconocimiento aéreo y la
primera bomba lanzada desde un avión. Italia fue pionera en la militarización
del aire, en parte gracias a las teorías del general Giulio Douhet, que
revolucionó la geopolítica afirmando que el espacio aéreo añadía una tercera
dimensión a las tradicionales dos dimensiones de la guerra, que la supremacía
aérea sería crucial en las guerras del futuro y que los bombardeos sobre
infraestructuras civiles podían decidir un conflicto bélico. Douhet fue el gurú
de los ataques aeroquímicos: consideraba que la aviación debía emplear primero
bombas explosivas para destruir los objetivos, luego incendiarias para
incendiar las estructuras dañadas y luego gas venenoso para impedir la acción
de los bomberos y equipos de rescate. Estas tácticas brutales se enmarcaban en
el novedoso concepto de la "guerra total". Irónicamente, serían los
angloamericanos los que, tres décadas después, llevarían estos principios a sus
últimas consecuencias, en sus bombardeos masivos sobre Alemania y Japón.
Ataturk (izquierda) con un oficial otomano y tropas beduinas locales.
Como resultado de la Guerra Italo-Turca, Roma
obtuvo las provincias otomanas de Tripolitania, Fezzan, Cirenaica (que componen
la actual Libia) y las islas del Dodecaneso (actual Grecia).
La Segunda Guerra Italo-Abisinia estalló en 1935,
durante el régimen fascista. Los problemas fronterizos entre la Somalia
Italiana y Abisinia, fueron la excusa de Italia para volver a invadir lo que
hoy es Etiopía y derrocar al emperador absolutista Haile Selassie. Mussolini
autorizó el uso de lanzallamas, armas químicas, la ejecución de prisioneros,
las represalias y el terror hacia la población en general.
Este proyecto italiano, mucho más ambicioso que
los anteriores, tenía por objetivo establecer un puente entre el Mediterráneo y
el Índico —sin pasar por el canal de Suez— y a la vez atenazar al canal. En
España, Franco pensaba entrar en la guerra a favor del Eje, pero sólo si
tomaban Suez, en cuyo caso España tomaría Gibraltar y el Mediterráneo quedaría
asegurado como Mare Nostrum de nuevo; ése era el objetivo de toda la campaña
del Norte de África y de las luchas de Rommel y Montgomery en Tobruk y otros
lugares.
Del mismo modo que los portugueses intentaban
unir Angola (Atlántico) y Mozambique (Índico), y los alemanes Namibia
(Atlántico) y Tanzania (Índico), para no depender del Cabo de Buena Esperanza
ni de Suez o Gibraltar, los italianos pretendían conseguir una continuidad
territorial entre Libia y la Somalia Italiana. Sudán, en manos del Imperio
Británico, frustraba esta posibilidad.
Proyecto geopolítico de Italia (1940-41). Rojo: imperio italiano. Rosa:
territorios ocupados. La idea de Italia era unir su colonia libia con sus
posesiones en el Cuerno de África, o al menos establecer un puente de
transporte. Ello le habría permitido a Roma obtener una continuidad territorial
desde la costa mediterránea hasta la costa del Índico, emancipándose de su
dependencia de Gibraltar, Suez, el Mar Rojo y Yibuti, y acercándose
peligrosamente a Iraq e Irán (donde habrían podido enlazar con efectivos
alemanes procedentes del Cáucaso). Al III Reich, que compartía frontera con
Italia, esta salida al Índico le interesaba también. Como venía siendo habitual,
el Imperio Británico ya había cortado de tajo por anticipado cualquier intento
de burlar su control de Suez: los ingleses habían ocupado una franja continua
de terreno que iba desde Egipto hasta Sudáfrica, y Sudán dividía el proyecto
italiano. De un modo parecido, la colonia británica de Zambia frustraba las
ambiciones de los alemanes (Namibia y Tanzania) y/o de los portugueses (Angola
y Mozambique) de obtener una continuidad territorial desde el Atlántico hasta
el Índico. La mayor parte de las bisagras oceánicas estuvieron siempre en manos
del Imperio Británico. La versión moderna del sueño italiano, gestionada esta
vez por Gadafi, tenía una traducción sencilla e inaceptable para el atlantismo:
China obtendría un puente desde el Índico hasta el Mediterráneo, pudiendo
comerciar con Europa sin tener que pasar por Bab-el Mandeb (Yibuti, Yemen,
Golfo de Adén, Mar Rojo) y el canal de Suez.
El sueño africano de Italia en el cuerno de África finalizó en 1941 con la caída de Eritrea en manos británicas, al final de la campaña de África Oriental. El emperador etíope Haile Selassie, que se había exiliado a Reino Unido, volvió al poder, y en 1952, la ONU reconocería la unión de Etiopía y Eritrea. En 1974, un golpe de Estado socialista derrocó a Selassie y convirtió Etiopía en un aliado del bloque comunista, en cierto modo coronando las antiguas ambiciones zaristas. Tras la caída del Telón de Acero, Etiopía y Eritrea se enzarzarían en cruentísimas guerras, que resultarían en su separación y en un tremendo caos en el Cuerno de África y en Yemen.
En tiempos más recientes, Gadafi había heredado
el proyecto geopolítico italiano, lanzando un gasoducto hacia Italia (el Green
Stream), involucránose en Sudán, entrando en el Cuerno de África y acercándose
peligrosamente al Índico, al Atlántico, al Mar Rojo, y también al Congo. La
respuesta del eje atlantista ha sido, entre otras cosas, independizar Sudán del
Sur (banderas israelíes a destajo en la fiesta de independencia), apoyar al
gobierno de facto somalilandés… y aniquilar Libia.
Los países-bisagra, a caballo entre dos o más
mares (como España, Egipto, Israel, Arabia Saudí, Sudáfrica, Singapur, Yemen,
Turquía, Panamá, etc.), son de una enorme importancia estratégica. En África,
la única bisagra directa entre el Atlántico y el Índico es Sudáfrica, y es un
país que queda lejos de los principales mercados (Europa Occidental,
Norteamérica y Asia Oriental) y fuentes de materias primas (Golfo Pérsico y
Caspio), interesándose más por Brasil e India, por lo que la opción marítima más
común para Europa y China es tomar la ruta Gibraltar-Suez-Yibuti. Sin embargo,
Gadafi estaba intentando fortalecer otras dos opciones. La primera era
estabilizar, mediante pactos con las tribus locales, la franja (el Sahel) que
va desde el Sahara Occidental hasta la costa de Sudán y Somalia. La segunda,
intentar consolidar Sudán (en lugar del Atlántico) como la salida de las
materias primas del Congo (la independencia de Sudán del Sur ha bloqueado el
contacto de Sudán con las fronteras del Congo). China habría sido la gran
beneficiada de esta política, ya que habría obtenido una salida al Mediterráneo
y otra al Atlántico, sin tener que pasar por Bab el-Mandeb, Suez o Gibraltar.
EL REY IDRIS Y LA REVOLUCIÓN VERDE
Idris era un jefe local que en 1920 fue reconocido
por el Imperio Británico como emir de Cirenaica, estableciéndose en la ciudad
de Bengasi. Dos años después, fue también reconocido como emir de Tripolitania.
Ese mismo año, que coincidió con las campañas militares italianas, Idris se
exilió a Egipto, desde donde dirigió la guerra de guerrillas contra Italia.
Durante la Segunda Guerra Mundial, luchó junto con el Imperio Británico en
contra del Eje. Libia saldría de la Segunda Guerra Mundial como uno de los
países más pobres del mundo, Idris volvería a establecerse como emir de
Cirenaica y Tripolitania, y en 1951, con apoyo británico, se erigió como rey de
Libia. Durante la época del panarabismo y los nacionalismos árabes, Idris
mantuvo fuertes lazos con Reino Unido y Estados Unidos, albergando una base
aérea estadounidense cerca de Trípoli y por tanto dándoles claramente la
espalda a los movimientos árabes socialistas. Su política fuertemente
pro-occidental le fue granjeando la enemistad de la mayor parte de su pueblo,
especialmente después de la Guerra de los Seis Días (1967), en la que las
principales potencias panarabistas se enfrentaron a Israel.
En 1969, por motivos de salud, el rey Idris
abdicó en su sobrino. En Septiembre de ese año, mientras recibía tratamiento
militar en el extranjero, su gobierno fue derrocado por un golpe de Estado
encabezado por Muammar el-Gaddafi, un abogado y oficial militar de 27 años que
inmediatamente estrechó lazos con el líder egipcio Nasser, propuso un frente
común para luchar contra Israel y comenzó a liquidar a sus opositores políticos
dentro de Libia. Además, nacionalizó el petróleo, expulsó las bases militares
extranjeras, y se colocó, aunque no incondicionalmente, bajo el paraguas de la
URSS.
Gadafi en su época de ascenso político.
En 1977, Gadafi proclamó la Yamahiriya (Estado de las masas, o autoridad de la multitud), por la cual dejaba de ser dictador, delegando su poder en asambleas locales y tribales, aunque siguió controlando el Ejército y la política exterior. El pensamiento político de Gadafi es esencialmente social-tribal. Consideraba que la democracia representativa parlamentaria era una institución corrupta diseñada para dividir al pueblo y permitir la infiltración de entidades comerciales y financieras en los aparatos estatales. Defendía un partido único y una democracia directa y participativa, plagada de referéndums, no muy diferente a lo que muchos movimientos de tipo 15-M han pedido a lo largo de 2011.
La ideología de Gadafi se resume en el Libro
Verde, a su vez dividido en tres libretos:
La solución del problema de la democracia (Yamahiriya), La solución del problema económico
(Socialismo) y La base social de la
tercera teoría universal, títulos esenciales para comprender el régimen
libio de entre 1969 y 2011.
PODEROSO CABALLERO ES DON PETRÓLEO.
POLÍTICA PETROLERA DE GADAFI
Libia tiene en común con otros países árabes que
es pobre y desértico… pero con petróleo a raudales. Se trata del país africano
con más petróleo y gas natural, un crudo de alta calidad y bajo coste de
extracción. El 95% de los ingresos de exportación del país procedía del oro
negro; sin él, Libia habría sido una especie de Yemen mediterránea. Obviamente,
esta enorme riqueza requiere un modelo político, económico y social estable
para administrarla. El modelo de la mayor parte de petro-regímenes árabes
(Arabia Saudí, Emiratos Árabes, Qatar, Kuwait, Bahrein, etc.) es sencillo: una
minúscula e impresentable oligarquía de familias reales, emires y jeques da
manos libres a las multinacionales petroleras occidentales (destacando British
Petroleum, Exxon Mobil ―Esso en Europa―, Chevron-Texaco, Royal Dutch Shell,
etc.), y a cambio, éstas suministran a las oligarquías (fuertemente
relacionadas con los servicios de Inteligencia de Reino Unido, Estados Unidos e
Israel) una corriente ininterrumpida de dólares recién impresos y sin ningún
tipo de respaldo. En Washington, la Reserva Federal imprime dólares y es como
si imprimiese petróleo ―es el sencillo e inmoral negocio del petrodólar, que ya
desencadenó en 1973 la Guerra del Yom Kippur. Estos petrodólares tienen, por lo
general, dos salidas:
1-
Financiar los caprichos de los jeques, por ejemplo: colecciones enteras de Rolls-Royce
(uno de cada color del arco-iris), rifles de caza con dos cierres, centros
mundiales del lujo como Burj-Dubai, palacios decorados con pieles de felinos,
playas privadas, fiestas orgiásticas, propinas millonarias, camiones de talla
mastodóntica, mansiones en el extranjero, cuentas en paraísos fiscales, pagar
los destrozos de una fiesta en un hotel de cinco estrellas y cualquier vicio
imaginable. Los típicos lujos de nuevo rico, propios de una casta sin
tradición, que acaba de salir del tercermundismo más absoluto y que no tiene ni
idea de qué hacer con tanto dinero, de modo que cae en manos del consumismo más
atroz.
2-
Financiar el radicalismo islámico sunnita, especialmente de la rama
salafista. A través de redes comerciales, financieras y de Inteligencia, el
dinero va a parar a las mezquitas, madrasas y células terroristas de Europa, el
Magreb, Chechenia, Asia Central, India, Nepal, Bangla-Desh y especialmente
Pakistán (donde engendró el movimiento talibán). Con esto se persiguen muchos
objetivos: contener la expansión de la influencia chiíta (que es un gravísimo
problema para el atlantismo, especialmente en el Golfo Pérsico),
cristiana-oriental (muy relacionada con Rusia) o en su día de la expansión
soviética, tener una excusa para intervenir militarmente en el continente
eurasiático, desestabilizar y balcanizar espacios enteros haciendo inviables
las rutas comerciales continentales, derrocar regímenes hostiles, etc.
Por tanto, puede decirse que el dinero de la
mayor parte del petróleo árabe no va precisamente a mejorar las condiciones de
vida de los pueblos árabes. Dicho pueblos viven en dictaduras fundamentalistas
donde está prohibido cantar, bailar, beber alcohol o escuchar música, donde las
mujeres deben ir tapadas y no pueden conducir o salir a la calle solas, y donde
la homosexualidad se pena con la muerte ―mientras que las petro-élites poseen
playas privadas con prostitutas en bikini y se montan orgías homosexuales con
drogas, música occidental, alcohol a mansalva, etc. Éste es el tipo de régimen
político árabe opresivo, despótico, aliado del atlantismo y que nunca será
bombardeado por la OTAN.
La Libia del rey Idris caminaba hacia este
sistema, hasta que en la década de los 70, Gadafi comenzó a nacionalizar las
compañías petroleras al estilo socialista. De este proceso surgiría la empresa
estatal conocida en el ámbito internacional como National Oil Corporation
(NOC), que antes de la guerra producía alrededor del 50% del petróleo libio.
Gadafi era bien consciente de que su país, pobre y con una población de menos
de 7 millones, debía jugar bien la carta del petróleo si quería tener un peso
en el panorama internacional, o al menos para no ser arrollado por el
imperialismo de otras potencias y poder dedicar sus beneficios a la
construcción de escuelas, universidades, hospitales e infraestructuras diversas
(carreteras, puentes, ferrocarril, acueductos, una planta de acero en la ciudad
de Misrata, etc.). Muchos beneficios petroleros incluso eran ingresados
directamente en la cuenta corriente de cada ciudadano libio. Con razón diría la
revista "African Executive" en 2007 que los libios "a diferencia
de otros países productores de petróleo como Nigeria, utilizan los beneficios
del petróleo para desarrollar su país".
Logo de la National Oil Corporation (NOC) de Libia.
En 2003, Gadafi condenó la Guerra de Iraq y provocó la ira de Arabia Saudí al decir que la Kaaba de La Meca estaba "bajo el yugo de una ocupación americana", pero cuando cayó Baghdad, se dio cuenta de que tenía que cambiar su política exterior y dejar de ser un Saddam Hussein del Mediterráneo, so pena de acabar como el susodicho y con su país arrasado y ocupado. Jugó la única carta que tenía: la del petróleo, abriendo las puertas de Libia a las compañías extranjeras. Enseguida, Occidente abolió las sanciones contra Trípoli, y las petroleras occidentales acudieron con grandes expectativas. Es la época del amigueo entre Occidente y Libia, es la época de las relaciones diplomáticas, del levantamiento de sanciones, de las disculpas, de las famosas fotos de Gadafi con los mismos dirigentes internacionales que años después promoverían su derrocamiento o lo dejarían caer.
Sin embargo, las compañías occidentales quedarían
decepcionadas por esta imagen aperturista. Bajo el sistema de contratos
"Epsa-4", el Gobierno libio concedía licencias de explotación
petrolífera sólo a las compañías que le otorgaban a la petrolera estatal NOC la
mayor parte del petróleo (en ocasiones, hasta el 90%). El ex-presidente de
ConocoPhillips en Libia (1), Bob Fryklund, dijo específicamente que "A
escala mundial, los contratos Epsa-4 eran los que contenían las condiciones más
duras para las compañías petroleras". La traducción de esto es que Gadafi
quería asegurar que la mayor parte de beneficios de la explotación del petróleo
revirtiesen en su país, y que si una compañía extranjera quería beneficiarse
del petróleo libio, pagase por ello.
El destino de las exportaciones petroleras de Libia. Los porcentajes no son
exactos y variaron con el tiempo, pero dan una idea. Nótese el papel de Italia
y Alemania. Antes de estallar la guerra, aproximadamente el 85% del petróleo
libio exportado iba para la Unión Europea.
Por tanto, Gadafi permitía que las compañías occidentales obtuviesen beneficios, pero no los suficientes: buena parte iba para el Estado libio. En 2009 se empezó a rumorear que era inminente una nueva ronda de nacionalización del petróleo y subida de precios, y además Gadafi estaba a punto de sellar pactos privilegiados con dos nuevos protagonistas emergentes que empezaban a asomar tímidamente sus tentáculos por el Mediterráneo: China y Rusia.
Los intereses petroleros de China en Libia no
eran especialmente fuertes, Libia destinaba el 10% de sus exportaciones
petroleras a China, que obtenía de allí sólo el 3% de su petróleo importado.
Los intereses chinos en Libia estaban más orientados a la construcción de
infraestructuras: durante los últimos 4 años anteriores a la guerra, la China
State Construction Engineering Corporation (CSCEC) había firmado contratos por
valor de más de 2,67 mil millones de dólares. Sólo en el 2008, las compañías
chinas habían invertido más de 100 mil millones de dólares (para hacernos una
idea de cuánto significa esta cifra, pensemos que el total de capital
estadounidense invertido en China es de 50 mil millones) en 180 proyectos de
construcción (ferroviarios, de telecomunicaciones y otros), la mayor parte en
la provincia de Cirenaica, posterior epicentro de la insurrección
andi-gadafista. En estos proyectos, trabajaban unos 36.000 chinos de diversas
cualificaciones, que tuvieron que ser evacuados apresuradamente. Cabe especular
que, si China estaba tan involucrada en un país rico en petróleo como Libia,
era porque esperaba obtener una ampliación de sus concesiones petrolíferas.
Rusia era otro país cuyos intereses no eran tanto
petroleros como, en este caso, armamentísticos, navales (estaba a punto de construir
una base naval en Bengazi y/o Trípoli) y de construcción de infraestructuras
(terminales de gas natural licuado, ferrocarril, plantas eléctricas). Aquí
estaba activamente involucrado el gigante estatal gasífero ruso Gazprom, que
también mantenía conversaciones con el gobierno nigeriano para patrocinar un
gasoducto trans-sahariano que, a través de Níger y Argelia, suministrase gas a
la Unión Europea. En octubre de 2008, buques de guerra rusos hicieron escala en
Trípoli en su camino a Venezuela, y al mes siguiente, Gadafi hizo su primera
visita oficial a Rusia desde la era soviética, debatiendo con Putin y Medvedev
la posibilidad de formar una especie de "OPEP del gas", cártel
gasífero que incluiría a Rusia (que posee las mayores reservas de gas del mundo),
Irán (las segundas), Argelia, Libia y varios países centroasiáticos
(especialmente Turkmenistán). Qatar (el tercer país en reservas de gas) quedaba
excluido de este club elitista, y a cambio sería babosamente cortejado por
Occidente. Aunque los medios de comunicación rusos han sido mucho más sinceros
que los occidentales, y aunque ha habido muestras de apoyo a Libia desde Rusia,
Moscú se ha abstenido de intervenir militarmente.
El 14 de Marzo de 2011, cuando ya había serios
problemas con los rebeldes y la mayoría de compañías occidentales se habían
marchado apresuradamente, Gadafi intentó meterse en el bolsillo a China, Rusia,
India y Alemania (a Italia ya la tenía, aunque Washington la hizo meter el rabo
entre las piernas), pero ya era demasiado tarde. Tanto China como Rusia han
salido claramente perjudicadas por la Guerra de Libia, por una parte debido a
la cancelación de sus contratos privilegiados (la empresa Agoco, en manos de
los rebeldes, amenazó a ambos países con retirarles los contratos por no haber
apoyado la insurrección anti-gadafista) y por otra parte a la irrupción de las
multinacionales extranjeras. Por lo pronto, la China National Petroleum
Corporation ha cancelado seis proyectos de exploración en Libia y Níger, y
actualmente está intentando llegar a acuerdos con el nuevo gobierno rebelde.
Quizás la gran perdedora de la Guerra de Libia
haya sido Italia. La geografía manda: Italia tiene relaciones con el norte de
África, para bien y para mal, desde la época de Cartago y el mito de Eneas y
Dido. La petrolera Eni, que en el 2007 pagó mil millones de dólares para
asegurar sus concesiones petroleras hasta el año 2042, controlaba antes de la
guerra el 30% de las exportaciones libias. En los últimos tiempos, Italia ha
hecho una política cada vez más desligada del eje atlantista. Se ha acercado a
Rusia (en parte gracias al futuro gasoducto South Stream) y a Libia (mediante
contratos petroleros, un tratado de no-agresión y el gasoducto Green Stream,
que fue inaugurado en 2004 por Gadafi y Berlusconi, y que conecta Libia con
Italia). Casi daba la impresión de que cada vez que Berlusconi escandalizaba al
mundo con sus excesos y sus bunga-bunga, era únicamente para extender una
cortina de humo sobre sus turbias maniobras geopolíticas. Este acercamiento
italo-ruso preocupaba a Estados Unidos (ver aquí). Italia y Libia tenían muchos
intereses comunes, y durante los posteriores bombardeos, Gadafi llamaría a
Berlusconi todos los días para que intentase presionar a los angloamericanos y
franceses, en vano: Berlusconi era el primero que estaba a su vez presionado
por estos mismos países, a pesar de que sabía perfectamente que la guerra de
Libia era inauditamente perjudicial para los intereses italianos, que como
hemos visto antes, vienen de muy antiguo.
Triángulo de gasoductos Nigeria-España-Italia. El gasoducto
trans-sahariano, en rojo, no está completado, y el GALSI, en naranja, tampoco.
El Medgaz (azul) fue inaugurado en Marzo de 2011, en plena primavera árabe. Son
especialmente importantes el gasoducto trans-mediterráneo (gasoducto Enrico
Mattei) en el contexto de las revueltas en Túnez, y el gasoducto Green Stream
en el contexto de la Guerra de Libia. La situación de España con Argelia es muy
similar a la de Italia con Libia: existe un gasoducto directo (el Medgaz) y uno
que pasa por un país intermediario (el Maghreb-Europe), que en este caso es
Marruecos. Cuando se complete el gasoducto trans-sahariano (si se completa),
toda esta infraestructura se conectará, a través del Sahara, con los
yacimientos gasíferos del delta nigeriano, donde chocan los intereses del
atlantismo con los de China, Irán, Rusia y, hasta hace poco, Libia y la Unión
Africana. Se comprenden mejor los intereses de Gadafi, Francia y el atlantismo
en el país-bisagra Níger (país que, además, tiene importantes yacimientos de
uranio y donde los chinos buscan petróleo...).
Alemania ha sido otro Estado notable por su ambigüedad en torno a la Guerra de Libia, no en vano recibía en torno al 20% de las exportaciones petroleras de ese país y entre 2005 y 2007 supuestamente contribuyó en el entrenamiento de las fuerzas de seguridad libias. Berlín va dándose cuenta de que tiene muchos más intereses en común con Moscú que con Washington: el 18 de Febrero de 2011, Alemania votó a favor de una resolución de la ONU condenando como ilegales los asentamientos judíos en Cisjordania, y una semana después, Angela Merkel se permitía recriminarle al Primer Ministro israelí Benjamin Netanyahu que no hubiese dado pasos para obtener la paz con los palestinos; este gesto diplomático es muy fuerte para un país tan acomplejado y delicado en el tema israelí como Alemania. El 8 de Noviembre de 2011, se inauguró un gasoducto (el Nord Stream) que le proporciona a Alemania gas ruso a través del Báltico, y Berlín está empezando a desmarcarse inquietantemente de la política atlantista.
En la cumbre del G8 el 15 de Marzo de 2011, la
canciller alemana se negó a ser presionada por Reino Unido y Francia, y bloqueó
la propuesta atlantista de establecer una zona de exclusión aérea sobre Libia
―pero al día siguiente, un repentino y oportuno "problema" con su
helicóptero la hizo cambiar de opinión. El 17 de Marzo, se abstuvo (junto con
Brasil, Rusia, India y China) de votar la resolución del Consejo de Seguridad
de la ONU decretando la zona de exclusión aérea y, si bien declaró pasivamente
que dicha resolución debía aprobarse, se negó a mandar tropas a Libia. Esto
cambió en Agosto, cuando, reaccionando a las presiones extranjeras, envió
unidades de operaciones especiales a combatir en Libia, contraviniendo la
resolución 1973 de la ONU. Por ahora, Estados Unidos ha conseguido que Alemania
vuelva, a regañadientes, al redil atlantista, pero se trata de un éxito efímero
que no hace más que retrasar lo inevitable: la ruptura entre la Europa
continental y el atlantismo, agudizada por el acercamiento de Europa a Rusia y
de EEUU al Asia-Pacífico.
Libia era el segundo suministrador de crudo de
España (el primero es Irán), y a lo largo de 2010, España había aumentado un
33% el suministro de petróleo libio. En 2008, la petrolera Repsol (que se
preciaba de ser "la verdadera embajada de España en Libia") había
firmado una prolongación de su contrato hasta 2032, y en 2009, había realizado
importantes descubrimientos, consolidándose como la primera petrolera privada
de Libia y produciendo 360.000 barriles al día. A esta compañía, que siempre se
ha vanagloriado de tener mejor información que el mismísimo CNI, los conflictos
le cogieron totalmente por sorpresa, y tuvo que evacuar desordenadamente a sus empleados
cuando estalló el conflicto. En Octubre de 2011, Repsol volvió a reanudar su
producción en Libia... con sólo 30.000 barriles al día.
Cuando comenzó la zona de exclusión aérea y los
"bombardeos humanitarios", los primeros objetivos de la OTAN fueron
asegurar los pozos petrolíferos, refinerías, oleoductos, puertos y otras
infraestructuras petroleras ―no en vano la rebelión había comenzado en
Cirenaica. Con el derrocamiento de Gadafi y el reconocimiento apresurado del
Consejo Nacional de Transición libio, Washington, Londres y París han creado
una nueva empresa petrolera, la Libyan Oil Company, totalmente desregulada y
con las puertas abiertas para los inversores occidentales, con lo cual es
previsible que buena parte de sus beneficios acabe en paraísos fiscales y, en
todo caso, que el pueblo libio no los vea ni en pintura. La OTAN ha previsto
privatizar también la NOC.
Entre tanto jaleo, el mundo ha podido asistir
perplejo al bochornoso espectáculo de cómo una larga lista de petroleras
occidentales (especialmente la británica British Petroleum y la francesa
Total), así como las variopintas facciones de "los rebeldes libios",
se disputan como buitres los contratos y los derechos de explotación del crudo.
Para estos señores codiciosos, arrasar un país próspero, sumir a su pueblo en
la miseria y mandar a la muerte a docenas, puede que cientos, de soldados de
operaciones especiales ―la flor y nata de la Civilización Occidental― habrá
valido la pena si logran hacerse con un trozo del pastel.
Continuaremos en la siguiente entrega.
Próximo capítulo
LIBIA: Tragedia en el Mare Nostrum (II)
Anterior tema de INTRODUCCIÓN
El final de Libia como Estado
Notas:
(1) Compañía que, junto con ExxonMobil (Esso),
Occidental, Marathon, Hess, ChevronTexaco, Morgan Stanley, Petro-Canada,
British Petroleum y otras angloamericanas, se retiró oportunamente de Libia
antes de los problemas.
PUBLICACION ORIGINAL
EUROPA SOBERANA
Tragedia en el Mare Nostrum - qué domonios pasa con Libia
http://europasoberana.blogspot.nl/2013/05/tragedia-en-el-mare-nostrum-que.html