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20 enero 2017

El dilema turco: ¿De qué lado está realmente Erdogan? (2)





Por: Tito Andino U.


Comencemos aclarando que el siguiente reportaje viene a ser un complemento a las ponencias del post anterior editado por el mejor experto en Oriente Medio, el internacionalista francés Thierry Meyssan. En esta ocasión intentaremos recapitular los hechos desde una personal perspectiva basada en todos los análisis hechos sobre el tema. La bibliografía de respaldo la podrá encontrar en las notas a píe de página.


El dilema turco no pasa indiferente ante el espectador de los acontecimientos internacionales y, sobre todo, para quienes analizan la situación de los conflictos regionales en el Oriente Medio. 

Deberíamos iniciar este ensayo preguntándonos: ¿Realmente nos encontramos ante un acontecimiento trascendental? o, ¿nos encontramos ante una jugada de estrategia de la diplomacia turca?

Turquía realizó a lo largo de los últimos años múltiples peticiones al gobierno norteamericano para imponer una zona de exclusión aérea en el norte de Siria, esa esperanza se ha desvanecido, no porque Turquía ya no lo quiera, sino porque la administración Obama le dijo no.

Otra decepción de los turcos, que han tenido que beber tragos amargos de resentimiento, finalmente ha explotado, reprochando a Washington su decidido apoyo a los kurdos, más concretamente, a esa invención de la CIA que se denomina “Fuerzas Democráticas Sirias”, tras conseguir algo que todos pensábamos imposible, dividir a las YPG kurdo-sirias. Ankara tiene motivos para sospechar que esa agrupación apadrinada por los Estados Unidos intenta controlar toda la franja fronteriza del norte sirio y dadas las siempre aventuristas pretensiones independistas kurdas afecte a su territorio con los activos combatientes del PKK turco. 

Por otro lado, que Turquía cambie de bando implicaría rediseñar los mapas del control geopolítico de la región, las zonas de influencia de las grandes potencias hipotéticamente cambiarían. Algo que sin duda el todopoderoso Imperio norteamericano y sus vasallos de la Unión Europea no están dispuestos a permitir.

El diario londinense “The Times” prendía las alarmas en la alianza atlántica al informar los últimos días del 2016 que: ”Turquía nombra a militares pro-rusos para cargos en la OTAN”, como titulaba una de sus última crónicas. Según ese medio, el gobierno turco continua en el proceso de reemplazar a sus delegados militares pro-atlantistas dentro de la OTAN por militares pro-rusos y pro-iranies.

Cambios profundos en la ecuación geo estratégica regional, sin duda, ya se están produciendo. Irán aparece hoy como una gran potencia no solo militar sino de influencia política y económica (a pesar de las terribles sanciones que ha soportado durante décadas). Irán ha hecho sentir (además de la intervención rusa) su peso en Siria, Irak, Líbano, Yemen y en otros escenarios sin necesidad de intervenir directamente en los conflictos.


La visión política de Turquía.

"Para un turco no existe más amigo que 
otro turco"



Una cosa que debe quedar clara desde ya. Erdogan y, en general, los turcos irán a la guerra contra cualquier nación o estado que intente revisar sus fronteras. Sus enemigos siguen siendo los mismos de siempre, aquellos que intentan debilitar su posición como unidad nacional, es decir, sus propios ciudadanos kurdos-turcos y aquellos que habitan tras las fronteras  con Siria e Irak, mejor dicho aquellos kurdos-turcos obligados a huir de la persecución turca.

Si los kurdos van a ser apoyados por los Estados Unidos u otras potencias, debe quedar sentado que estos últimos también serán los enemigos de Turquía. No hay otra variante posible.

Según la política exterior turca, manejada conforme las conveniencias del momento, las alianzas son temporales, según el estado de necesidad. La hipotética coyuntura actual con Rusia no es más que una estrategia momentánea. Si la OTAN está dispuesta apoyar a los kurdos en su lucha contra el gobierno sirio y contra los terroristas yihadistas, significa que Turquía corre el riesgo de ver crecer a su enemigo con respaldo militar y político internacional, una afrenta para todos los turcos ya de por si devotos nacionalistas.

La realidad sobre el terreno es que Turquía sigue manteniendo el doble discurso. Un buen ejemplo del doble juego turco es que éstos continúan operando en la retaguardia junto a grupos yihadistas que luchan contra las tropas de Damasco. En una interesante nota de prensa (1) se afirma que en las operaciones de bombardeo (entre el 11 y 12 de enero del año en curso) aviones sirios y rusos eliminaron a varios comandantes terroristas en la ciudad siria de Idleb que participaban en una reunión de jefes de diversas agrupaciones. “En el encuentro también participaban un número de oficiales turcos y líderes religiosos saudíes”, afirma la información. No hace falta decir que suponemos que un pacto entre Rusia y Turquía está operativo. Entonces, ¿qué hacían oficiales turcos junto a jefes terroristas?

Así como Turquía ha estado del bando atlantista durante décadas, no solo como miembro sino respaldando la guerra yihadista contra Siria e Irak, del mismo modo hoy puede colocarse contra la OTAN y en favor de conservar la integridad territorial de Siria. De la misma forma, puede también acordar y concluir tratados con Rusia.



En recientes días nos enterábamos que el presidente Erdogan afirma tener pruebas que la coalición internacional encabezada por los Estados Unidos apoya al Estado Islámico (con evidencia fotográfica y videos) (2). Hechos que han sido comprobados, no solo por los turcos, sino desde buen tiempo atrás por medios independientes (al igual que se demostró que Turquía también apoya o apoyó a las bandas mercenarias terroristas). El tiro de gracia de esa denuncia ha sido proporcionado con las filtraciones de las conversaciones de John Kerry. (3)

También en semanas pasadas Erdogan se quejaba amargamente que sus socios de Occidente han incumplido sus promesas de luchar contra el terrorismo en Siria. Es decir, la visión de lo que él pensaba era el terrorismo: las milicias kurdas del PKK. El presidente turco se ha visto forzado agregar a su lista de terroristas a sus antiguos ex socios del Estado Islámico y, seguramente, la lista de terroristas se incrementará con otros grupos que no tendrán más opción que huir de Siria rumbo a territorio turco.

En un intento de lavarse las manos ante la prensa Erdogan expresaba, entre otras cosas, que "nos acusaban de apoyar al Estado Islámico" y que la coalición "ahora apoyan a grupos terroristas como el EI, las Unidades de Protección Popular, el Partido de Unión Democrática".


Tanques turcos en territorio sirio


Su protesta también surgió por la falta de apoyo de la OTAN a su operación “Escudo del Éufrates” en territorio sirio. Las unidades turcas se han visto sorprendidas por los feroces ataques del Estado Islámico que les ha ocasionado severas bajas. Hecho que no sucedió en otro lugar cercano Yarabulus, donde el EI no combatió y se retiró dejando la zona en poder turco; en ese y otros casos anteriores, el EI de forma mágica se transformó en Ejército Sirio Libre apoyando a las tropas turcas. 


¿Quién y por qué ha ordenado al Estado Islámico combatir ahora a sus ex socios turcos?. Piensen un momento, un poco de sentido común les dará la respuesta. 

Como no podía ser de otra manera, el Departamento de Estado de los USA tildó de "ridículas"  y sin “ninguna base” las acusaciones del jefe de estado turco y que los Estados Unidos luchan contra el terrorismo en Siria y en otros países. Para demostrar su “lucha” desde Washington se ofreció el tan cacareado apoyo aéreo a las fuerzas turcas desplegadas en Siria. 

De manera insólita los turcos declinaron esa oferta y solicitaron cobertura aérea rusa cuestionando abiertamente, el gabinete de Erdogan, el uso de los Estados Unidos de la base aérea turca de Incirlik. “Si nos nos apoyáis en la operación más significativa, entonces ¿por qué estáis situados en la base aérea de Incirlik?”, expresó el ministro turco de exteriores, Mevlut Cavusoglu (4-5).

De todo este entramado político internacional, las conjeturas e hipótesis parecen guiarnos en un sentido sobre el asesinato del embajador de Rusia en Ankara, Andrei Karlov, en diciembre pasado y sobre la masacre en Estambul de Año Nuevo. Sin duda es un claro episodio de intimidación y chantaje político contra el régimen turco y su desviación de la hoja de ruta trazado por la OTAN y sus aliados regionales. Al decir del presidente ruso, Vladimir Putin, el crimen del diplomático ruso fue una “provocación destinada a hacer fracasar la normalización de las relaciones entre Rusia y Turquía y a poner en peligro el proceso de paz que promueven Turquía, Rusia e Irán, entre otros países”.

Conclusión: El gobierno de Turquía se cansó de esperar que Washington acepte y ponga en marcha sus propuestas y consciente que el gobierno de Obama no quiere saber nada de Al Assad, jugaron a la mejor opción del momento: Rusia, de quien esperan obtener un acuerdo que garantice su estabilidad en las fronteras. En ese sentido, Ankara ha preferido aliarse con Moscú –aunque lo que opinen los rusos sobre la persecución de los kurdos sigue siendo especulativo-. La actual y transitoria decisión turca se basa en los hechos consumados, es decir, perdieron la batalla de Alepo y tenían que rescatar a su gente acorralada en la ciudad y obtener cierto protagonismo que limpie su nombre, esa oportunidad vino con la propuesta rusa de negociar la paz entre los grupos opositores sirios y Damasco.

Resumamos hasta aquí:


¿Qué llevó a Turquía buscar nuevas y transitorias amistades?



Putin y Erdogan, en una de sus varias reuniones.


Sin alargar el tema, solo mencionaremos reseñas puntuales, el público podrá leer en los diferentes enlaces de este ensayo todas las fuentes de los datos recopilados.


- Turquía afronta una crisis interna concerniente a la actividad política y su imparable caza de brujas –persecución de los opositores- que ya ha causado malestar en la sociedad civil. A ello sumemos  las protestas y peleas dentro y fuera del parlamento turco por el debate del nuevo modelo presidencialista con plenos poderes para Erdogan.

- Los atentados terroristas llegan a casa, cortesía de su ex socio (Estado Islámico) por un lado y; por otro, el incremento de las actividades del PKK kurdo.

- Deterioro de la economía desde su intervención en la invasión a Siria, esto ha conllevado a una severa caída de la lira turca.

- El cambio de curso de la guerra en Siria constituye un duro golpe a las pretensiones fantasiosas del señor Erdogan, la intervención rusa y la decidida posición iraní lo han hecho despertar de un sueño quimérico de un mundo neo-otomano.

- Continuas desavenencias con sus socios de la OTAN, en especial con el mando estadounidense por su apoyo a las milicias kurdas.

- El latente peligro a la seguridad turca que nace de los miles de yihadistas que aún se mantienen en suelo turco y de los miles que han cruzado la frontera hacia Siria. Ante el avance del Ejército Árabe Sirio estas fuerzas irregulares no tienen otra opción que retornar a su punto de origen… Turquía, con la consecuente inseguridad pública y atentados que empieza a sentirse. (6)

Hagamos todavía otra retro perspectiva del líder turco.


Un antecedente que hace dudar de las reales pretensiones del régimen turco: 

Una visión de la personalidad del presidente Erdogan


El presidente turco, Recep Erdogan y la clásica señal que identifica a la “Hermandad Musulmana”


El actual dilema turco sigue siendo su presidente, Recep Tayyip Erdogan, personaje altamente variable en política. Mas, él no ha cambiado un ápice de su particularísima visión del mundo y que comparten muchos islamistas radicalescomo él:


- El jefe de estado de Turquía no ha renunciado para nada (aunque lo niegue o no acepte ser preguntado al respecto) a su membresía de la siniestra "Hermandad Musulmana", fuente de todo el terrorismo en el mundo árabe

- Esa vigencia encubierta como miembro de la  cofradía de los “Hermanos Musulmanes“ ha pasado desapercibida para muchos analistas internacionales. En Estambul tuvo lugar una reunión de parlamentarios turcos miembros de ese grupo (29 de noviembre de 2016), aprovechando la organización del “Foro Interparlamentario por Al-Qouds (Jerusalén)”. Nada menos y nada más que ahí participó el presidente turco Recep Tayyip Erdogan. Entre otras cosas el jefe de estado turco manifestó: “¡Dios está con nosotros!”, como justificación de la invasión turca a territorio sirio, supuestamente planificada para apoyar a los “rebeldes moderados”, pero que escondía el propósito de mantener a los mercenarios en su lucha por conservar el control de la ciudad de Alepo. (7).

- Aunque los turcos no son árabes, éstos aspiran (o aspiraban) a liderar esta parte del mundo. Hoy sus ilusiones de recrear el viejo Imperio Otomano y Erdogan como su máxima expresión tendrán que guardar reposo, él nunca dejará de soñar con ello. 

















- A simple vista parecería que Recep Tayyip Erdogan es un hombre singular, único y carismático, un auténtico líder que aglutina a todos los turcos a su alrededor al estilo de un gran caudillo indiscutible; pero NO, lo contrario, es un personaje banal.

- El discurso del presidente turco radica en el típico comercio de ofertas demagógicas a un segmento de la población sin la suficiente preparación cultural (la mayoría). 

- Erdogan no tiene nada de persuasivo, intenta - aunque no sabemos si lo hace deliberadamente - imitar la retórica hitleriana, es decir, un discurso repetitivo, desprovisto de esencia y hasta infantil, con el aditamento del toque al llamado religioso con el que enturbia la mente de los creyentes musulmanes.

- Un sagaz observador habrá percatado que Erdogan en sus arengas - después de la intentona golpista del 2016 - aglutina obligatoriamente a millares de personas en una especie de ceremonia rodeada de cientos de banderas turcas, achacando a la gente con el discurso nacionalista, transformando el mitin en un espectáculo de grandes proporciones que, al decir de los psicólogos, despierta en las masas la histeria colectiva, matizada con clamorosos mensajes de tipo religioso. Sin duda Erdogan o sus asesores de "imagen" han sabido bien emular al fuhrer de los nazis. 

- Erdogan sigue manteniendo su ultra posición extremista en cuanto a la libertad de cultos en Turquía (un país que todavía podríamos en teoría decir que es laico). Fue gente del gobierno del actual presidente turco quienes promovieron durante todo diciembre del 2016 campañas en contra de las celebraciones de las fiestas de navidad y año nuevo. Públicamente se colgaron carteles publicitarios y se colocaron anuncios en internet incentivando a la población ejercer violencia contra las festividades cristianas (un buen número de turcos son cristianos), lo que podría haber sido una causa indirecta de la reciente matanza en Estambul (Club Reina). Las autoridades expresaron que “el Año Nuevo es ilegítimo y no es parte de la tradición turca” y que los cristianos deben “respetar 1.000 años de la religión del Islam y no celebrar ningún tipo de actividad religiosa de Navidad”.

- En la actualidad el cristianismo está en vías de extinción, en Turquía encontramos, en porcentaje, menos cristianos que en los países vecinos como Siria, Irak e Irán. Desde su incorporación a la OTAN y su anhelo de ingresar a la Unión Europea se concedió cierta tolerancia a las celebraciones navideñas y de año nuevo, incluso en los medios de comunicación con gente famosa del espectáculo y como moda de la gente rica. Estas festividades fueron implantándose en las clases sociales altas de Turquía, pero con Erdogan la cosa está cambiando. Ankara quiere el retorno de las prácticas otomanas más rigurosas y tolerancia cero a todo lo que no sea Islam (aunque contradictoriamente los antiguos otomanos fueron más tolerantes con la práctica religiosa no musulmana que el señor Erdogan).

El siguiente material gráfico lo demuestra:



“Somos musulmanes. No al Año Nuevo y a las celebraciones de Navidad”


Esto son solamente un par de ejemplos de lo que se podía encontrar por muchos lugares o imágenes colgadas en Facebook, como la de jóvenes apuntando con una pistola a la cabeza de un Papa Noel.



Noel Baba’nın başına silah dayadılar  (Ellos pusieron una pistola en la cabeza de Santa Claus)


Quiero recordar al lector quién es y lo que se espera del señor presidente de Turquía. Usted podrá leer estos artículo de mi autoría, aquí en el blog:



Tras este paréntesis, volvamos al mundo internacional y al conflicto sirio. 


Reunión Tripartita para poner fin a la guerra en Siria (Rusia,Irán, Turquía) 



La reunión de los ministros de relaciones exteriores de Turquía, Irán y Rusia celebrada en Moscú para resolver la crisis siria, celebrada el 20 de diciembre de 2016, fue un duro golpe para la OTAN y sus aliados regionales, pero en especial para los Estados Unidos. Sin duda es una evidencia rotunda del cambio de bando temporal turco.

El lector podrá dar lectura al texto completo de la “Declaración Conjunta de los Ministros de Exteriores de Irán, Rusia y Turquía sobre las medidas acordadas para revitalizar el proceso político para poner fin al conflicto sirio”, en el enlace de la nota de píe de página (8)

Manejando de forma hábil las fichas en el tablero de ajedrez, Erdogan debió llegar a la conclusión que dada la situación actual imperante en Oriente Medio no podía confiar ni esperar el respaldo de los Estados Unidos, el  mejor movimiento de fichas era –aunque solo sea momentánea- acercarse al bando ruso.

En resumen, la declaración tripartita se basa en el respeto a la soberanía, la integridad territorial de Siria como estado pluriconfesional y pluriétnico, así como se reconoce el pluralismo político en Siria. Y, como tema prioritario, la lucha contra el verdadero terrorismo. 

Por medio de ese acto Turquía hizo lo que venía negando desde el inicio de la guerra, reconocer la legitimidad y permanencia de Bashar al Assad como presidente de la República Árabe Siria, hecho contrario a los postulados atlantistas y sus aliados regionales (Arabia de los Saud, Qatar, Israel y otros).

El lector, sin duda, se preguntará: ¿Qué pasa con el gobierno sirio?; ¿por qué no forman parte de esa declaración?

Los analistas políticos concuerdan en que a pesar del éxito del presidente Bashar al Assad en su programa de Reconciliación Nacional e indulto a los sirios que se alzaron en armas, eso no es suficiente ante la implicación de otros estados en el conflicto. El acuerdo tripartito tiene la fuerza de cortar o debilitar la sangrienta injerencia de Arabia Saudí y Qatar, que se oponen de todas las formas a una solución pacífica y, como sabemos, no son solo los financistas de los grupos terroristas, sino que, en gran parte, intervienen directamente en el conflicto dotando de armas a los radicales yihadistas y bandas mercenarias.

“Una firma de un acuerdo entre el Gobierno de Assad y la oposición sin la participación de la alianza tripartita no será capaz de establecer una sólida base para asegurar la protección de los intereses nacionales de Siria y la población del país” (9)

Nos hemos olvidado de que pasa mientras tanto en Washington. Saber cómo manejará el presidente Trump esta situación es una incógnita. Su discurso conciliador es clásico en todo político en campaña electoral o previa la toma de mando. No sabemos si Trump tendrá la capacidad de frenar las ambiciones de sus amigos personales, los Saud, o quizá seguirá apoyándolos discretamente. Lo mismo con Rusia, nada está dicho, los buenos gestos tienen grandes y profundos obstáculos con los halcones norteamericanos.

Por otro lado, saudíes y qataríes, ante la aparente deserción turca, no renuncian bajar la guardia, ellos desean fervientemente continuar la guerra, no ya como un programa político de injerencia y control político regional sino como venganza por la afrenta de haber sido humillados y derrotados. Aunque se dice que los saudíes están entrando en recesión económica, el dinero sigue abundando y un potencial aliado para seguir en el conflicto bien puede ser Jordania y hasta sus socios israelíes.


¿Descontento iraní-sirio hacía Rusia por apoyar a Turquía?



El ministro sirio de defensa Fahed Yasem al-Freiy y su homólogo iraní, Husein Dehqan, durante una reunión en Teherán, junio 2016.


Tras la exitosa campaña de liberación de las bandas yihadistas en la ciudad de Alepo, Turquía parecería aceptar la realidad: No es posible derrocar al gobierno legítimo de Siria apoyando a esos grupos terroristas, ni puede oponerse a una coordinación militar efectiva entre Rusia-Irán-Siria y el Hezbolá. Para salvar su reputación como país hegemónico regional, en un hábil juego diplomático, los turcos decidieron analizar su política exterior, sentarse a la mesa de negociaciones y firmar con los rusos e iraníes el documento que intenta garantizar un acuerdo de paz para Siria.


Pero, ¿son sinceros los arrepentimientos turcos? O, ¿se han visto obligados a ello tras su fracaso apoyando al terrorismo? Las circunstancias han obligado a los turcos a buscar entendimientos con los rusos, mientras esperan cautelosamente un pronunciamiento oficial del nuevo gobierno en los Estados Unidos. Es demasiado pronto para saber cuáles son las verdaderas pretensiones del régimen de Turquía y si realmente respetará lo firmado. Por otra parte, Norteamérica no va a poner en riesgo una de sus mejores piezas en el gran tablero de ajedrez mundial, Turquía es demasiado estratégica para darse el lujo de verla partir a brazos rusos.

En mi personal punto de vista, Turquía aplica la política de los hechos consumados y busca el mejor partido del momento. Los turcos no saldrán de la OTAN, ni los occidentales lo van a permitir sin hacer pagar caro tal atrevimiento. En general, pese a la retórica, no hay indicios que los turcos vayan a dejar la OTAN.

Las razones argumentadas arriba son los recelos que se expresan en el descontento iraní sobre el terreno. A pesar del acuerdo ruso-turco-iraní para resolver la crisis siria, iraníes y sirios seguirán manteniendo su desconfianza casi total sobre las reales y secretas pretensiones turcas.

Un solo ejemplo será suficiente para explicarlo:

A manera de una copia perfecta de los ataques de la aviación norteamericana, la fuerza aérea turca es tremendamente eficaz para atacar y destruir objetivos enemigos del PKK, YPG (kurdos) en territorio turco, sirio e iraquí. Mas, asombrosamente muestran una falta de impericia y una “novatada” general cuando se trata de atacar a sus hoy enemigos en tierra –los yihadistas del Estado Islámico -, sus ex socios, si debemos creer los pronósticos generales del cambio de bando.

Los daños colaterales, el fuego amistoso sigue siendo terriblemente alto – en otra emulada – a los raids aéreos de la supuesta coalición internacional anti terrorista en Siria e Irak, que se “equivocan”, una y otra vez, atacando por “error” a las tropas sirias e iraquíes; o, peor aún, atacando y destruyendo poblados civiles con un numeroso saldo de víctimas inocentes.

Los turcos hacen lo mismo en Siria –son incapaces de atacar con su aviación al Estado Islámico-, no los “encuentran por ningún lado”, por lo que han solicitado apoyo aéreo a Rusia y no a la OTAN. Curiosamente la fuerza aérea turca es muy eficiente para bombardear y matar a los civiles sirios y kurdos en el norte sirio. ¿Coincidencia?   

Hacen bien los sirios e iraníes en desconfiar de Turquía.

El general Qasem Soleimani, líder de la fuerza iraní de élite Quds, de la Guardia Revolucionaria, afirmó que la lucha de su país en Siria contra los extremistas asegura también la protección al Líbano del Estado Islámico. Según medios oficiales iraníes, Soleimani aseguró “si no fuera por la firmeza de la República islámica de Irán en su combate contra los takfiris (grupos yihadistas radicales suníes implicados en la guerra en Siria) durante los últimos cuatro años, Daesh habría formado ya un gobierno en Siria y los cristianos, suníes y chiíes en Líbano se habrían visto afectados por la situación en Damasco”.


Representantes de Irán y Siria continúan mantienen reuniones de alto nivel de forma permanente para analizar la marcha de los acontecimientos. Entre los temas tratados está la revisión del procedimiento a seguir después del alto al fuego tras la liberación de Alepo. Se han escuchado críticas por la facilidad que otorgó Rusia para que Turquía salga bien librada de Alepo, lo que sin duda ha causado malestar en Damasco y Teherán (todo ello a pesar de la participación iraní en las negociaciones tripartitas).

“La posición iraní ha demostrado en Damasco que el acuerdo de Alepo, en el que los rusos se precipitaron haciendo que los grupos armados abordaran los autobuses verdes en el este de la ciudad, sigue siendo una gran decepción para los iraníes y para los sirios, ya que quedó en evidencia que los rusos ofrecieron a los turcos concesiones significativas e injustificadas, en medio de las victorias del ejército sirio y de sus aliados en el campo de batalla; concesiones hechas con el fin de lograr que el acuerdo tenga éxito y para librarse de la presiones occidentales y de los medios de comunicación” (10)

Los rusos y los iraníes mantienen discrepancias sobre la presencia turca en territorio sirio y, por supuesto, que esa desavenencia es fundada. La operación turca en Siria no es primordial para luchar contra los terroristas del Estado Islámico (reitero ex socios de Turquía), el pretexto del “Escudo del Eufrates” es combatir duramente a los independistas kurdos y seguir apoyando a los “rebeldes moderados”(?). Al parecer esas concesiones rusas a Ankara incluyeron cobertura aérea  de combate a las tropas turcas en tierra que ingresaron en la ciudad siria de Al Bab. La queja también se refleja en el descuido total del frente de Alepo, muy activo en las afueras de la ciudad liberada, aún bajo ocupación de miles de terroristas de Al Nusra y otras bandas, las distancias con la ciudad son muy cortas.

La mayor preocupación iraní–siria para la prevista conferencia de Astana es que se margine a la resistencia anti terrorista (Irán, Siria, Hezbolá) con una solución política que complazca a los políticos internacionales y no las necesidades de seguridad regional. De allí que Irán –presuntamente- vaya a participar en ese dialogo como mero observador. La prioridad siria-iraní es fortalecer la capacidad de combate y defensa de las tropas porque los reales peligros para Siria no son los grupos insurrectos que participarán en la Conferencia de Astana.


La guerra continuará conforme afirman los líderes de Al Nusra, Frente Islámico, Estado Islámico y otras organizaciones terroristas internacionales financiadas y armadas por la OTAN y las "democráticas" monarquías del Golfo; esa es la única realidad… más guerra.


Notas:
ARTÍCULOS DE LECTURA RECOMDADA:

12 enero 2017

El dilema turco: El cambio de bando de Turquía (1)





por Thierry Meyssan



El cambio de bando de Turquía


El presidente ruso Vladimir Putin anunció la proclamación de un alto al fuego en Siria, acordado con Turquía, país que hasta ahora había sido el principal respaldo operativo de los yihadistas. ¿Cómo se explica este giro inesperado? ¿Logrará el presidente turco Erdogan mover su país de la esfera influencia de Estados Unidos a la de Rusia? ¿Cuáles son las causas y consecuencias de este importante cambio de bando?

Turquía es un país miembro de la OTAN, aliado de Arabia Saudita, amo del yihadismo internacional desde que el príncipe saudita Bandar ben Sultán tuvo que ser hospitalizado –en 2012– y padrino de la Hermandad Musulmana desde el derrocamiento de Mohamed Morsi en Egipto y la discrepancia entre Doha y Riad, en 2013 y 2014. En noviembre de 2015, Turquía llegó incluso a atacar a Rusia, derribando un Sukhoi-24 y provocando con ello una ruptura de relaciones diplomáticas con Moscú.

Pero esa misma Turquía acaba de apadrinar el alto al fuego en Siria, diseñado por Rusia [1]. ¿Por qué?

Desde 2013, Washington ha dejado de ver a Recep Tayyip Erdogan como un aliado confiable. Debido a ello, la CIA realizó diversas operaciones no contra Turquía sino directamente contra Erdogan. En mayo-junio de 2013, la CIA organiza y respalda el movimiento de protesta del parque Taksim Gezi. Durante las elecciones legislativas turcas de junio de 2015, la agencia estadounidense financia y maneja el partido de las minorías HDP para limitar los poderes del presidente Erdogan. Recurre a esa misma táctica en las elección de noviembre de 2015, pero el poder turco logra “arreglarlas”. La CIA pasa entonces de la política a la acción secreta. Organiza 4 intentos de asesinato, de los que el más reciente –en julio de 2016– termina muy mal, cuando la agencia estadounidense empuja un grupo de oficiales kemalistas a tratar de dar un golpe de Estado sin ninguna preparación.

Recep Tayyip Erdogan se halla, por lo tanto, en la misma posición que el primer ministro italiano de los años 1970, Aldo Moro: está a la cabeza de un país miembro de la OTAN y enfrenta la hostilidad de Estados Unidos. A Aldo Moro, la OTAN logró eliminarlo manipulando un grupo de extrema izquierda [2]. Pero no ha logrado liquidar a Erdogan.

Por otro lado, para ganar las elecciones en noviembre de 2015, Erdogan tuvo que captar a los supremacistas turco-mongoles reactivando unilateralmente el conflicto con la minoría kurda. De hecho, a su base electoral islamista del AKP le agregó los supuestos «nacionalistas» del MHP. En cuestión de meses mató más de 3 000 ciudadanos turcos miembros de la etnia kurda y arrasó varias aldeas, incluso barrios de grandes ciudades.

Para terminar, al servir de intermediario para la entrega a al-Qaeda y al Emirato Islámico (Daesh) del armamento que enviaban Arabia Saudita, Qatar y la OTAN, Erdogan estableció una estrecha relación con las organizaciones yihadistas. No dudó en utilizar la guerra contra Siria para echarse dinero en el bolsillo, a título personal. Primero lo hizo apoderándose de las maquinarias de las fábricas de Alepo –desmontadas y trasladadas a Turquía– y luego traficando con el petróleo y las antigüedades robados por los yihadistas. Todo el clan Erdogan fue vinculándose paulatinamente a los yihadistas. Por ejemplo, su actual primer ministro, el mafioso Binali Yildirim, organizó talleres para la fabricación de artículos falsificados en los territorios que administra Daesh.

Pero la intervención del Hezbollah en la segunda guerra contra Siria –a partir de julio de 2012– y después la intervención de la Federación Rusa –en septiembre de 2015– imprimieron un giro al conflicto. La gigantesca coalición de los “Amigos de Siria” ha perdido gran parte del terreno que ocupaba y está encontrando cada vez más dificultades para reclutar nuevos mercenarios. Miles de yihadistas han abandonado el campo de batalla y ya se han replegado hacia Turquía.

Pero la mayoría de esos individuos son incompatibles con la civilización turca. El problema es que los yihadistas no fueron reclutados como un ejército coherente sino para reunir el mayor número posible de elementos armados. Llegaron a ser al menos 250 000, quizás incluso muchos más. Al principio eran delincuentes árabes bajo las órdenes de miembros de la Hermandad Musulmana. Progresivamente, fueron agregándose los sufistas naqchbandis del Cáucaso e Irak, e incluso jóvenes occidentales sedientos de revolución.

Esta increíble mezcolanza no puede mantenerse si se desplaza a Turquía. En primer lugar, porque los yihadistas ahora quieren tener su propio Estado, y parece imposible que puedan proclamar otra vez el Califato en Turquía. Y también por todo tipo de razones de orden cultural. Por ejemplo: los yihadistas árabes han adoptado el wahabismo de los donantes sauditas. Según esa ideología del desierto, la Historia no existe. Por eso han destruido numerosas ruinas antiguas, supuestamente porque el Corán prohíbe los ídolos. Si bien esa óptica no ha encontrado problemas en Ankara, nadie concibe que los dejen tocar el patrimonio turco-mongol.

De hecho, en este momento Erdogan tiene –además de Siria– otros 3 enemigos:

Estados Unidos y sus aliados turcos –el FETO, organización del islamista burgués Fethullah Gulen;
-  Los kurdos independentistas, sobre todo el PKK;
-  Las pretensiones de los yihadistas, principalmente los de Daesh, de crear un Estado sunnita.

El interés de Turquía sería aplacar prioritariamente sus conflictos internos con el PKK y con el FETO. Pero el interés personal de Erdogan es encontrar un nuevo aliado. Después de haber sido aliado de Estados Unidos, durante el ascenso estadounidense, ahora quiere convertirse en aliado de Rusia, que ya es la primera potencia militar del mundo en materia de guerra convencional.

Operar este cambio de bando parece particularmente difícil en la medida en que Turquía es miembro de la OTAN, organización de la que nadie ha logrado salir. Quizás pudiera, en un primer momento, salir del mando militar integrado, como hizo Francia en 1966. Y hay que recordar que en aquella época Charles De Gaulle tuvo enfrentar un intento de golpe de Estado y fue objeto de numerosos intentos de asesinato por parte de la OAS, organización financiada… por la CIA [3].

Suponiendo que Turquía lograse manejar ese cambio, todavía tendría que hacer frente a otros dos grandes problemas.

En primer lugar, aunque no se conoce con precisión la cantidad de yihadistas desplegados en Siria e Irak, es posible estimar que ya queden sólo entre 50 000 y 200 000. Sabiendo que esos mercenarios son masivamente irrecuperables, ¿qué se puede hacer con ellos? El acuerdo de alto al fuego, redactado de manera voluntariamente imprecisa, deja abierta la posibilidad de atacarlos en Idlib. Esa gobernación siria se halla bajo la ocupación de una serie de grupos armados, sin vínculos entre sí pero bajo la coordinación de la OTAN, desde el LandCom, instalado en Esmirna (Izmir) –precisamente en Turquía–, a través de ONGs «humanitarias». Contrariamente a Daesh, esos yihadistas no han sabido organizarse correctamente y siguen dependiendo de la ayuda de la OTAN. Esa ayuda les llega a través de la frontera turca, que podría cerrarse de un momento a otro. Sin embargo, si bien resulta fácil controlar los camiones que siguen rutas bien definidas, no es posible cortar el paso a los hombres que se mueven a campo traviesa. Miles, quizás decenas de miles de yihadistas, podrían huir próximamente hacia Turquía y desestabilizar ese país.

Turquía ya inició su cambio de retórica. El presidente Erdogan acusó a Estados Unidos de seguir apoyando a los yihadistas en general y a Daesh en particular, dando a entender que si él mismo lo hizo en el pasado fue bajo la mala influencia de Washington. Ankara espera ganar dinero poniendo la reconstrucción de Homs y Alepo en manos de su empresa constructora. Pero es difícil imaginar que, después de haber pagado a cientos de miles de sirios para que abandonaran su país, después de haber saqueado el norte de Siria y de haber respaldado a los yihadistas que han destruido el país y asesinado a cientos de miles de sirios, Turquía logre evadir todas sus responsabilidades.

El cambio de bando de Turquía –si se confirma en los próximos meses– traerá todo una cadena de consecuencias. Comenzando por el hecho que el presidente Erdogan se presenta ahora no sólo como aliado de Rusia sino también como socio del Hezbollah y de la República Islámica de Irán, o sea de los héroes del mundo chiita. Termina con ello el sueño de una Turquía líder del mundo sunnita, que lucha contra los «herejes» con el dinero de Arabia Saudita. Pero el conflicto artificial entre musulmanes, desatado por Washington, no terminará hasta que Arabia Saudita también renuncie a la ilusión.

El extraordinario giro de Turquía resulta probablemente difícil de entender para los occidentales, que creen que la política es siempre pública. Sin entrar a mencionar el arresto de varios oficiales turcos en un bunker de la OTAN en el este de Alepo, hace 2 semanas, es más fácil de interpretar para quienes recuerdan, por ejemplo, el papel personal de Recep Tayyip Erdogan durante la primera guerra de Chechenia, cuando él mismo dirigía la Milli Gorus, papel del que Moscú nunca habló pero que está ampliamente documentado en los archivos de los servicios de inteligencia de la Federación.

Vladimir Putin ha preferido convertir un enemigo en aliado, en vez de hacerlo caer y tener que seguir batallando contra el Estado que hoy dirige. El presidente Bachar al-Assad, sayyed Hassan Nasrallah y el ayatola Alí Khamenei han comprendido que es mejor hacer lo mismo.


Elementos a recordar:

Después de haberse ilusionado con la conquista de Siria, el presidente Erdogan ahora se halla en dificultades –únicamente por causa de su propia política– en 3 frentes a la vez: tiene problemas con Estados Unidos y con el FETO –la organización de Fethullah Gulen–; con los kurdos independentistas del PKK; y con Daesh.
A esos tres adversarios podría agregarse nuevamente Rusia, que posee abundante información sobre la trayectoria personal de Erdogan. Eso ha llevado al presidente Erdogan a optar por aliarse con Moscú y pudiera llegar a salir del mando integrado de la OTAN.


¿Puede Turquía ponerse del lado de Rusia?

Aunque Rusia tiene históricamente un pasado difícil en su relación con Turquía, y a pesar de que no olvida el papel que el actual presidente Erdogan desempeñó contra ella en la primera guerra de Chechenia, una posible salida de Ankara de la OTAN resulta muy interesante para Moscú. En el bando contrario, el Estado profundo estadounidense, que mantiene su ambición imperial a pesar de la elección de Donald Trump, está dispuesto a todo para mantener a Turquía en la alianza atlántica.

  Lo que John Kerry hace de día, Victoria Nuland lo deshace de noche.


Para garantizar su supervivencia personal, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan ha desatado una gran purga contra todos los elementos pro-estadounidenses de Turquía, purga que se suma a la lucha que ya había emprendido contra Siria, contra el PKK [1] y, ahora, contra los mercenarios de Daesh, anteriormente bajo sus órdenes.

La destrucción de la influencia de Estados Unidos en Turquía se inició primeramente con la erradicación del movimiento Hizmet de Fethullah Gulen, el predicador islamista que trabaja para la CIA desde su exilio estadounidense en Pensilvania. Y ahora prosigue con la destitución –y frecuente arresto– no sólo de todos los militares turcos vinculados a Estados Unidos, sino de los militares laicos en general. ¡La prudencia nunca está de más!

El resultado es que 450 de los 600 oficiales superiores turcos destacados en la OTAN recibieron desde Ankara órdenes de regresar a Turquía. Más de 100 de esos militares han preferido solicitar asilo político en Bélgica, país sede de la OTAN.

La primera consecuencia de esa purga anti-laica es que el ejército turco queda decapitado por un largo periodo. En 5 meses, un 44% de los generales turcos han sido separados de sus cargos. Pero anteriormente, el 70% de los oficiales superiores ya fueron destituidos, arrestados y encarcelados en el marco del escándalo Ergenekon. Sin oficiales superiores capaces de garantizar su dirección, la operación turca «Escudo del Éufrates» se ha estancado.

Eso implica que Erdogan se ve obligado a revisar sus ambiciones militares para los próximos años, renunciando incluso a buena parte de ellas, ya sea en Siria, en Irak o en Chipre –3 países donde actualmente ocupa territorios. Eso lo llevó a abandonar el este de Alepo, en Siria, aunque no Idlib, y ahora se dispone a retirar sus tropas de Bachiqa, en Irak.

Desde la perspectiva de Washington, la posibilidad de que Turquía salga de la OTAN, o al menos del Mando Integrado de la alianza atlántica, ya provoca sudores fríos a la facción imperialista del poder estadounidense. En cantidad de efectivos, el ejército turco es el segundo más grande de la OTAN, después del ejército de Estados Unidos.

Sin embargo, también en Washington, la eventual salida turca de la alianza atlántica suscita más bien alivio entre los miembros de la facción del presidente electo Donald Trump, quien estima que Turquía es un país a la deriva.

De ahí el forcejeo de los neoconservadores por traer a Turquía de regreso en el «sentido de la Historia», léase el del «Nuevo Siglo Americano». Para lograrlo, Victoria Nuland, secretaria de Estado adjunta, está tratando de ofrecer Chipre al presidente Erdogan, un proyecto que la propia señora Nuland concibió después de las elecciones de 2015, cuando el presidente Barack Obama ordenó la eliminación del presidente turco.

Chantajeando al presidente chipriota Nikos Anastasiadis, la señora Nuland lo “incitó” a aceptar su «plan de paz» para Chipre: según ese plan la isla sería reunificada y desmilitarizada –en otras palabras, Chipre se quedaría sin ejército– y la OTAN desplegaría allí sus propias tropas, concretamente… tropas turcas. O sea, el ejército turco completaría su conquista de Chipre sin disparar un tiro. Si se negara a aceptar ese absurdo arreglo, el presidente Anastasiadis se vería enjuiciado ante un tribunal de Nueva York por su implicación como abogado en los negocios de la firma Imperium de su amigo ruso Leonid Lebedev que pusieron en juego 2 000 millones de dólares.

Resumiendo, una ruptura con la OTAN le costaría a Turquía el noreste de Chipre, que actualmente ocupa, mientras que quedarse en la alianza atlántica le aportaría el control de toda la isla.

Por supuesto, dentro de unas semanas el futuro secretario de Estado Rex Tillerson, ya nominado por Trump, podría sacar a Victoria Nuland del Departamento de Estado. Pero eso no quiere decir que el grupo que ella representa perdería todo acceso al poder. La señora Nuland es miembro de la familia de los fundadores del «Proyecto para un Nuevo Siglo Americano», que participó en la planificación de los hechos del 11 de septiembre de 2001. Su suegro, Donald Kagan, del Hudson Institute, instruyó a los neoconservadores y a los discípulos de Leo Strauss en la historia militar de Esparta. Su cuñado, Frederick Kagan del American Entreprise Institute, se ocupó de las relaciones públicas de los generales David Petraeus y John R. Allen. Su cuñada, Kimberly Kagan, creó el Institute for the Study of War. Su marido, Robert Kagan, percibe actualmente un salario pagado por el ex emir de Qatar en la Brookings Institution. Cuatro individuos, 5 tanques pensantes… una sola ideología.

Victoria Nuland, por su parte, fue sucesivamente embajadora de Estados Unidos ante la OTAN, portavoz de Hillary Clinton y organizadora del golpe de Estado de Kiev, en febrero de 2014. Ayudó al hoy presidente de Ucrania Petro Porochenko y a Erdogan a crear oficialmente la «Brigada Islámica Internacional» que ha perpetrado importantes sabotajes en Rusia y todo indica que el Estado profundo estadounidense dará continuación a su acción contra la futura administración Trump.

Quien prosigue la guerra en Siria es el grupo que está detrás de los Kagan, y su único objetivo es ahora mantenerse en el poder. El presidente Barack Obama no sólo no logró sacarlos de su administración sino que además una personalidad como Victoria Nuland, considerada figura de proa de la administración Bush, no encontró obstáculo para escalar posiciones en la administración demócrata y organizar una ola de rusofobia. Después de haber trabajado en perfecta armonía con Hillary Clinton, la señora Nuland nunca dejó –junto a su amigo Jeffrey Feltman, el verdadero mandamás de la ONU– de sabotear la diplomacia del secretario de Estado John Kerry.

Conocedor del carácter voluble de Erdogan, personaje siempre capaz de cambiar bruscamente de estrategia, Moscú tendrá que arreglárselas para tranquilizar al angustiado presidente chipriota Anastasiadis, o para proponerle a Ankara algo más interesante y lograr que se mantenga a medio camino entre Estados Unidos y Rusia.



Notas:            
[1] «Los documentos del alto al fuego en Siria (completo)», “Resolution 2336 (Syrian Ceasefire, Astana Talks)”, Red Voltaire, 1º de enero de 2017.
[2] «La guerra secreta en Italia», por Daniele Ganser, Red Voltaire, 2 de marzo de 2010.
[3] «Cuando el stay-behind quiso derrocar a De Gaulle», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 28 de agosto de 2009.

Parte 2

[1] El PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán) es el partido de los kurdos de Turquía. Nota de la Red Voltaire.
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Los dos artículos de Thierry Meyssan son publicados originalmente en RED VOLTAIRE

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