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11 enero 2023

La Alemania Nazi como sustitutivo de la fe





RESUMEN DE LA OBRA ORIGINAL:
EL LEGADO MESIÁNICO
AUTORES: MICHAEL BAIGENT, RICHARD LEIGH y HENRY LINCOLN

ACLARACIÓN: La totalidad de las fotos han sido agregadas al presente documento por el redactor del blog (Detectives de Guerra), por tanto, no corresponden a las fotografías constantes en el texto original.


En el estado de incertidumbre y desesperanza es más susceptible despertar el impulso religioso. Es en un vacío semejante donde con mayor eficacia puede introducirse la religión, que brinda un sentido y una coherencia nuevos. El período inmediatamente posterior a la primera guerra mundial pedía a gritos gente que lo interpretase. La humanidad experimentaba el vivo deseo de saber «para qué había sido todo», «qué había significado». Pero la religión organizada no hizo ningún intento serio de afrontar el problema ni de responder a las necesidades de la época. Sencillamente, hizo como si nada hubiera pasado e intentó seguir siendo lo que era desde hacía siglos: una institución cultural, política y social en lugar de un intérprete que confiriese un nuevo sentido. A causa de ello, en el decenio de 1920, la religión organizada se encontró desacreditada en su mayor parte, se encontró con que la consideraban incapaz de llenar el vacío que se había producido en la sociedad occidental.
Y es comprensible que la sociedad, al ver que la religión organizada no podía ofrecer ninguna solución a la crisis de sentido, se volviese hacia otra parte. El resultado de ello fue la aparición de dos principios nuevos que empezaron a suplantar a la religión como institución capaz de abarcarlo todo. De hecho, estos dos principios se convertirían en las religiones -o, cuando menos, las religiones sucedáneas- del decenio de 1930.


Viene de la Parte I 

La Rusia Soviética como sustitutivo de la fe


Parte II

Adolf Hitler como sumo sacerdote




La segunda religión primaria o sucedánea del decenio de 1930 fue el espectro de movimientos totalitarios a los que ahora se da el nombre colectivo de fascismo. En Italia, la versión original del fascismo, tal como la promulgaba Mussolini, en realidad nunca llegó a ser una religión y, quizá más aún que el marxismo leninismo, no pasó de ser una filosofía política, una ideología. El papel tradicional de la religión se dejó, en su mayor parte, a la Iglesia. El resultado parcial fue que el fascismo italiano, sobre todo si lo comparamos con los fenómenos habidos en otros lugares, fue un fenómeno relativamente hueco.

En España, la variante del fascismo defendida por Franco hizo cuanto pudo por alinearse íntimamente con la Iglesia y, por ende, se arrogó una forma de mandato divino. En consecuencia, poseía una energía mucho mayor, un dinamismo mucho mayor, que su equivalente italiano, así como la singular crueldad de la que solo el fanatismo religioso es capaz. En muchos aspectos, al menos desde la distancia de casi medio siglo, hay algo que resulta casi risible en Mussolini. Franco, con el dominio que instauró sobre España y el pueblo español, es, en conjunto, una figura más siniestra.

Con todo, el ejemplo supremo de totalitarismo derechista convertido en religión es la Alemania nazi. A diferencia del fascismo italiano, el nazismo no era sencillamente una filosofía o una ideología. A diferencia de la variante española del fascismo, el nazismo no se alineó con intereses creados de índole religiosa. Al contrario, se propuso, de modo bastante sistemático, suplantar a todos esos intereses y erigirse en religión, una religión totalmente nueva.






Ya han transcurrido cuarenta años desde el final de la segunda guerra mundial (a la fecha de la publicación del libro, 1986). Durante estos años no han cesado los comentarios históricos, los intentos de exposición y explicación del fenómeno de Adolf Hitler, el Partido Nazi y el Tercer Reich. Y, pese a ello, los interrogantes aún no han encontrado respuesta; los misterios siguen sin aclararse. ¿Cómo es posible que un pueblo civilizado y culto –un pueblo que dio al mundo figuras como Goethe y Beethoven, Kant y Hegel, Bach y Heine- siguiera a un embaucador tan perverso y se sumiera en masa en una orgía de destrucción tan monstruosa, tan demoniaca?

Los escritores han procurado dar respuesta a esta pregunta de diversas maneras. El nazismo ha sido explicado como fenómeno social, como fenómeno cultural, como fenómeno político, como fenómeno económico. La culpa de su existencia se ha atribuido al Tratado de Versalles, a la depresión, a la inflación galopante, a la pérdida del amor propio por parte de la nación alemana, al auge del comunismo, al derrumbamiento de la clase media, a otras muchas cosas.

Verdaderamente, todos estos factores y muchos más tuvieron un papel de vital importancia; también es cierto que todos ellos se hallaban interrelacionados. Pero el elemento crucial para entender el nazismo es la medida en que, deliberadamente, activó el impulso religioso del pueblo alemán. Obtuvo una respuesta a la vez emotiva y cerebral que unía, de un modo propio y depravado, tanto los corazones como los cerebros. Se transformó en una religión con todas las de la ley y, como tal, redimió a la Alemania de la primera posguerra del purgatorio de la falta de sentido.

Fue la dimensión religiosa del nazismo la que inspiró el dinamismo, el fanatismo histérico, la energía y la ferocidad demoníacas que tanto trascendían de los movimientos totalitarios paralelos que había en Italia y en España. Cabría argüir que el Tercer Reich fue el primer estado de la historia de Occidente, desde la antigua Roma, que se basó fundamentalmente, no en principios políticos, económicos o sociales, sino en principios religiosos, en principios mágicos. Y más que un político, más incluso que un demagogo, el que se proclamaba su líder era un hechicero.

La ascensión del Tercer Reich no «sucedió» sencillamente, de forma más o menos fortuita, como resultado del carisma maligno de un solo hombre. Al contrario, fue preparada y orquestada cuidadosamente, con meticulosidad. Con un grado aterrador de conocimiento de sí mismo y de sutileza psicológica, el Partido Nazi se propuso activar y manipular el impulso religioso de los alemanes, abordar la cuestión del sentido en su aspecto religioso. La Alemania nazi ofrecía una cosmología, además de una filosofía y una ideología. Apelaba al corazón, al sistema nervioso, al inconsciente, además de a la inteligencia. Con este fin, empleaba muchas de las técnicas más antiguas de la religión: ceremonial complicado, cánticos, repetición rítmica, retórica mágica, color y luz. Las tristemente célebres concentraciones de Nuremberg no eran mítines políticos como los que se dan actualmente en Occidente, sino actos teatrales, astutamente escenificados, del tipo que, por ejemplo, formaba parte integrante de los festivales religiosos de Grecia.
























Todo estaba calculado con precisión: los colores de los uniformes y las banderas, la colocación de los espectadores, la celebración nocturna, el empleo de focos y reflectores, la sincronización. En los reportajes cinematográficos de la época vemos a la gente embriagándose, cantando hasta sumirse en un estado de arrebato y éxtasis utilizando el mantra «Sieg Heil!» y embobándose ante el Führer como si se tratara de una deidad. En los rostros de los asistentes se pinta una beatitud insensata, una estupefacción vacua, embelesada, que es perfectamente intercambiable con las expresiones que aparecen en los rostros de las personas que asisten a reuniones de alguna iglesia revivalista.

No es una cuestión de retórica persuasiva. De hecho, la retórica de Hitler no tiene nada de persuasiva. Las más de las veces, es banal, infantil, repetitiva, desprovista de sustancia. Pero su modo de pronunciarla tiene una energía maligna, un pulso rítmico que resulta tan hipnótico como un toque de tambor. Y esto, unido al contagio de la emoción en masa, unido a la presión de millares de seres apretujados en un recinto cerrado, unido a un ceremonial y un espectáculo deliberadamente eclesiásticos e hinchados hasta adquirir proporciones wagnerianas, produce una histeria de masas, un fervor que es, en esencia, religioso. Lo que presenciamos en las concentraciones hitlerianas es una «alteración de la conciencia» como la que los psicólogos acostumbran a asociar con una experiencia mística.

Y el mismo Hitler se convierte en un Mesías negro que actúa como receptáculo de la energía religiosa que él ha evocado. Como dice un comentarista:

«No transcurrió mucho tiempo antes de que el pueblo alemán empezara a ver a Hitler como un Mesías de Alemania. Los mítines públicos -especialmente la concentración de Nuremberg- adquirieron una atmósfera religiosa. Todas las escenificaciones tenían por finalidad crear una atmósfera sobrenatural y religiosa» (5).

A los alemanes de entonces tampoco se les escapaba la dimensión religiosa de lo que hacía Hitler. Al contrario, no solo eran conscientes de esa dimensión, sino que en algunos casos incluso la recibieron con agrado. Así consta en las crónicas que el alcalde de Hamburgo dijo en cierta ocasión:

«No necesitamos sacerdotes. Podemos comunicarnos directamente con Dios a través de Adolf Hitler» (6). 

Y en abril de 1937 un cónclave de cristianos alemanes declaró:

«La palabra de Hitler es la ley de Dios, los decretos y las leyes que la representan poseen autoridad divina» (7).

Una de las fuentes de información más valiosas sobre el pensamiento de Hitler es un hombre llamado Herman Rauschning, que fue uno de los primeros seguidores del Partido Nazi, al que se afilió en 1926. Rauschning no tardó en convertirse en uno de los colegas y confidentes que mayor confianza merecían de Hitler y, en 1933, fue nombrado presidente del senado de Danzig. En 1935, sin embargo, ya empezaba a sentirse verdaderamente alarmado ante lo que ocurría en Alemania, y huyó, primero a Suiza, luego a los Estados Unidos. Considerando que era esencial prevenir al mundo sobre el Tercer Reich, poco antes de la guerra publicó dos libros en los que reproducía muchas conversaciones del propio Hitler. A juzgar por numerosos extractos que se encuentran en los libros de Rauschning, resulta evidente que Hitler sabía muy bien lo que se hacía, y que la activación del impulso religioso del pueblo alemán formaba parte de un plan meticulosamente calculado.

Parafraseando a Hitler, Rauschning dice:

«Había convertido las masas en fanáticos, explicó, con el fin de transformarlas en instrumentos de su política. Había despertado a las masas. Las había sacado de sí mismas y les había dado sentido y una función» (8).

Acto seguido, cita directamente a Hitler:

En un mitin de masas..., el pensamiento es eliminado. Y porque éste es el estado de ánimo que requiero, porque me garantiza la mejor caja de resonancia para mis discursos, ordeno a todo el mundo que asista a los mítines, donde se convierten en parte de la masa tanto si les gusta como si no, «intelectuales» y burgueses además de trabajadores. Yo mezclo al pueblo. Le hablo sólo como a una masa (9).

Y, además, como el propio Hitler escribe en Mein Kampf (Mi lucha):

En todos estos casos uno se enfrenta con el problema de influir en la libertad de la voluntad humana. Y esto ocurre especialmente en los mítines donde hay hombres cuya voluntad se opone al orador y a los que hay que inducir a pensar de una forma nueva. Por la mañana y durante el día parece que el poder de la voluntad humana se rebela con su mayor energía contra cualquier intento de imponerle la voluntad o la opinión de otro. En cambio, al caer la noche sucumbe fácilmente ante la dominación de una voluntad más fuerte... La penumbra misteriosa, artificial, de las iglesias católicas también sirve este propósito, las velas encendidas, el incienso... (10)

Hitler reconocía que empleaba técnicas religiosas. También reconocía, por lo menos en parte, dónde las había adquirido. «Aprendí sobre todo de los jesuitas. Lo mismo hizo Lenin, para el caso, si la memoria no me falla.» (11). Y, después de uno de sus ataques característicos contra la francmasonería, añade:

[Su] organización jerárquica y la iniciación mediante ritos simbólicos, esto es, sin molestar al cerebro, sino trabajando la imaginación por medio de la magia y los símbolos de un culto..., todo esto constituye el elemento peligroso y el elemento que he adoptado. ¿No veis que nuestro partido debe tener este carácter? Una Orden, eso es lo que tiene que ser..., una Orden, la Orden jerárquica de un sacerdocio secular (12).

El nazismo no se limitó a adoptar los avíos de una religión, sino que también, en su sustancia, se convirtió literalmente en una religión. Una parte de esa sustancia se derivaba de Richard Wagner que, en el siglo XIX, había ensalzado el carácter singularmente sagrado de la sangre germánica y, como dice un comentarista, «creía apasionadamente en el teatro como templo del arte germánico donde ritos místicos podrían redimir» al pueblo y al alma alemanes.

Pero Wagner era solo una de las varias influencias que convergieron para formar la visión del nacionalsocialismo. Hitler también se inspiró en el filósofo Friedrich Nietzsche, y se apropió indebidamente de gran parte de su pensamiento, divorciándolo de su verdadero contexto y tergiversándolo para que se ajustara a sus propios fines. Nietzsche ya había muerto, por lo que no podía protestar. Cuando la jerarquía nazi se propuso entrar también en las obras del poeta Stefan George, éste, que seguía vivo, sí protestó, y lo hizo con dureza y vehemencia. Como gesto de repudio y de desprecio, no tardó en exiliarse en Suiza, pero no sin antes plantar las semillas de la resistencia contra Hitler en uno de sus discípulos más allegados, el joven conde Claus von Stauffenberg que, más adelante, maquinaría el atentado con bomba que el Führer sufrió en 1944. (Ver: Stauffenberg y la “Alemania Secreta”)

Hitler y sus seguidores recibieron también la influencia de varios grupos ocultistas y sociedades secretas -la llamada orden de los Nuevos Templarios, por ejemplo, la Germanenorden u Orden Germánica, y la Thulegesellschaft o Sociedad Tule- que desplegaron sus actividades entre las postrimerías del decenio de 1870 y el período que siguió a la primera guerra mundial (13). En las enseñanzas de estos grupos se advierte una agresiva hostilidad contra el cristianismo y la insistencia en el antiguo paganismo germánico.





Nunca se ha comprobado de modo definitivo la medida en que el propio Hitler estuvo asociado personalmente con grupos ocultistas, y es poco probable que llegue a demostrarse alguna vez. Pero no hay duda de que sí conocía a gente que estaba asociada con tales grupos, y la pertenencia a ellos coincide una y otra vez con la afiliación al Partido Nazi de los primeros tiempos. Se sabe que Rudolph Hess y Alfred Rosenberg, por ejemplo, tuvieron que ver con la Thulegesellschaft. Mein Kampf va dedicada a Dietrich Eckart, poeta loco y de poca importancia que era una de las figuras destacadas, no solo de la Thulegesellschaft, sino también de otras organizaciones parecidas.

Entonces, ¿cuál era la naturaleza de la nueva religión de Hitler? ¿Cómo se las ingenió para reconquistar los corazones y los cerebros que la Iglesia tradicional había perdido? Según un comentarista de las postrimerías del decenio de 1930, «La Weltanschauung nacionalsocialista y totalitaria es una fe pagana que no puede sino considerar al cristianismo extraño y antagónico» (14).

En 1938, el doctor Arthur Frey, jefe del Servicio Suizo de Prensa Evangélica, publicó un libro que todavía es uno de los estudios más profundos del nacionalsocialismo como religión. Desde luego, es cierto que Frey, como cristiano, tenía sus propios intereses creados que proteger y su propio interés personal en el asunto, pero no por ello sus observaciones son menos pertinentes. Según Frey, el Tercer Reich pretendía ser 

«no solo un estado, sino también una comunidad religiosa, es decir, una iglesia» (15). Y «El führer no es solo un kaiser secular que lleva a cabo, en el estado, la tarea de gobernar; es, al mismo tiempo, el Mesías capaz de anunciar un reino milenario» (16).

Esta valoración no es exagerada. De hecho, se hace eco de ella, casi al pie de la letra, Baldur von Schirach, el director de la Juventud Hitleriana y hombre encargado de educar a una generación de alemanes jóvenes:

«... el servicio a Alemania se nos aparece como servicio genuino y sincero a Dios; la bandera del Tercer Reich se nos aparece como Su bandera; y el Führer del pueblo es el salvador que El ha enviado a rescatarnos» (17). 

En cuanto al cristianismo en Alemania, el propio Hitler dijo:
¿Qué podemos hacer? Justamente lo que hizo la Iglesia católica cuando obligó a los paganos a aceptar sus creencias: preservar lo que pueda preservarse, y cambiar su sentido. Desharemos el camino: la Pascua ya no es la resurrección, sino la renovación eterna de nuestro pueblo. La Navidad es el nacimiento de nuestro salvador... ¿Creéis que estos sacerdotes liberales, que ya no tienen una creencia, sino solo un cargo, se negarán a predicar a nuestro Dios en sus iglesias? (18).


  


El doctor Frey resume el credo del nacionalsocialismo de la forma siguiente:

«Para la fe alemana la "sangre" es sagrada... En el transcurso de los siglos..., el secreto creativo de la sangre heredada se da a sí mismo la forma de la raza» (19)

De la importancia de la sangre un ejemplo es la ceremonia nazi que, según el escritor francés Michel Tournier, equivale a «una inseminación de banderas». En esta ceremonia, la bandera original de los nazis -manchada por la sangre de los que marcharon bajo ella la primera vez que Hitler intentó hacerse con el poder en 1923- era preservada y presentada ritualmente. Otras banderas, estas nuevas, eran acercadas a ella hasta tocarla para que pudiera transmitirles -como por medio de una grotesca magia sexual- una proporción de su carácter sagrado. En el pasaje siguiente, uno de los personajes de Tournier describe la ceremonia:

Ya sabéis lo que ocurrió: la descarga cerrada, que mató a dieciséis de los acompañantes de Hitler; Goering herido de gravedad; Hitler arrastrado al suelo por el moribundo Scheubner-Richter y escapando con un hombro dislocado. Luego, el encarcelamiento del Führer en la fortaleza de Landsberg donde escribió Mein Kampf. Pero todo eso es poco importante. En lo que a Alemania se refería, el hombre careció de importancia a partir de aquel momento. Lo único que contaba aquel día en Munich, el 9 de noviembre de 1923, era la bandera con la esvástica de los conspiradores que cayó entre los dieciseis cadáveres y fue manchada y consagrada por su sangre. En lo sucesivo, la bandera de sangre -die Blutfahne- fue la reliquia más sagrada del Partido Nazi. Desde 1933 ha sido exhibida dos veces al año: una el 9 de noviembre, fecha en que se reconstruye la marcha en la Feldherrnhalle de Munich como en un drama medieval de la Pasión; pero, sobre todo, en septiembre, en la concentración anual del partido en Nuremberg que señala el momento culminante del ritual nazi. Entonces a la Blutfahne, como un semental que fertilizara a una infinidad de hembras, se la hace entrar en contacto con estandartes nuevos que buscan la inseminación. Yo he estado presente... y os puedo decir que cuando ejecuta el rito nupcial de las banderas, el Führer hace el mismo movimiento que ejecuta el criador de ganado cuando guía el pene del toro hacia el interior de la vagina de la vaca con su propia mano. Luego, desfilan ejércitos enteros en los que cada hombre es un abanderado y que son sencillamente ejércitos de banderas: un vasto mar, agitándose y ondeando al viento, un mar de estandartes, enseñas, banderas, emblemas y oriflamas. De noche, las antorchas completan la apoteosis, pues su luz ilumina los mástiles de las banderas, las banderas colgadas a guisa de adornos y las estatuas de bronce, y relega hacia las tinieblas de la tierra a la gran masa de hombres, condenados a la oscuridad. Finalmente, cuando el Führer pisa el altar monumental, ciento cincuenta reflectores se encienden de pronto, elevando por encima de la Zeppelinwiese una catedral de columnas de trescientos metros de altura que atestiguan la significación sideral del misterio que se está celebrando (20).
  
Imágenes de los espectáculos de Nurenberg. “La Catedral de la Luz” proyectada por Albert Speer para el festival del Partido Nazi.



Esta ceremonia de «inseminación de las banderas» no era más que una de las diversas fiestas, festivales y conmemoraciones de que se valieron los nazis para revisar y adaptar el calendario cristiano a sus propios fines, que eran específicamente paganos: «... celebramos festivales del sol, del año, del crecimiento, de la cosecha, donde éstos no han sido destruidos por una religión que es ajena al mundo, hostil a la tierra» (21). Un ejemplo importantísimo de esta clase de ritos era un antiguo festival indogermánico del joven dios Sol. En academias especiales donde se entrenaba a los jóvenes, y que eran dirigidas por las SS, la Navidad no se celebraba como el nacimiento de Cristo, sino como el momento en que el «Niño Sol» resurgía de sus cenizas en el solsticio de invierno. No hay necesidad de extenderse en el carácter religioso o específicamente pagano de estos rituales. Lo que representan es, en esencia, una variante en el siglo XX del antiguo culto al Sol Invictus que Constantino suscribiera unos 1.600 años antes. La única diferencia real era que, para el nacionalsocialismo, incluso hasta el Sol, de alguna forma imposible de cuantificar, era singularmente germánico.




Fotografías alemanas de la época del Tercer Reich, los atuendos, los emblemas, abiertamente evocan un aire espiritual. Estábamos ante el nacimiento de una nueva religión o quizá el retorno a la etapa mística del antiguo paganismo. Las fotos corresponden a las celebraciones del Día del Arte Alemán, en Munich entre los años 1937-1938.


Si Hitler era el Mesías de una nueva religión, sus sacerdotes eran la élite vestida de negro: Las Schutzstaffel o SS. 


A Heinrich Himmler, comandante en jefe de las SS, Hitler lo llamaba «mi Ignacio de Loyola», con lo que, implícitamente, trazaba un paralelismo entre las SS y los jesuitas. Y, efectivamente, en muchos aspectos el modelo de las SS eran los jesuitas; además, las SS utilizaban premeditadamente técnicas jesuíticas en esferas tales como el condicionamiento psicológico y la educación. Pero los propios jesuitas habían sacado gran parte de su estructura y de su organización de las órdenes todavía más antiguas, de las órdenes militares-religiosas de caballería como los templarios y los caballeros teutónicos (Deutschritter). El mismísimo Himmler concebía las SS como una orden justamente en este sentido y las veía, de modo muy específico, como una reconstitución de los Deutschritter: el equivalente moderno de los caballeros de manto blanco y cruces negras que setecientos años antes habían encabezado un anterior Drang nach Osten («avance hacia el Este») germánico hacia el interior de Rusia.

Las primeras SS, las de antes de la guerra, verdaderamente eran un cuerpo que se reclutaba, organizaba y ritualizaba tan estrictamente como los Deutschritter medievales. La compleja y mística ceremonia de inducción tenía por fin recordar la investidura de los caballeros andantes. Los aspirantes a entrar en el cuerpo tenían que presentar un árbol genealógico que mostrara sangre «aria» pura desde hacía, como mínimo, dos siglos y medio, o, en el caso de los que aspiraban a oficial, tres siglos. Cada aspirante tenía que pasar por un noviciado de índole religiosa antes de ser aceptado en la orden. De la francmasonería, las SS aprendieron la importancia de las insignias rituales, razón por la cual los anillos y las dagas jerárquicas figuraban en un lugar prominente. También a las runas se les concedía una especial significación. En las mangas de todas las guerreras de las SS había una inscripción rúnica bordada con hilo de plata. Y el emblema de la propia organización, las eses gemelas en forma de dos rayos mellados, recibía el nombre de runa «Sig», esto es, la «runa del poder» que, supuestamente, utilizaban las antiguas tribus germánicas para denotar el rayo del dios de las tempestades: Tor o Donar según algunas crónicas, Odín o Wotan según otras.

Himmler introdujo en la organización dimensiones cada vez mayores de chifladura. Las bodas de los miembros de las SS tenían menos cosas en común con los esponsales cristianos que con las fiestas nupciales de los paganos. Según Himmler, los hijos concebidos en un cementerio estaban imbuidos del espíritu de los muertos que yacían allí. Por consiguiente, se alentaba al personal de las SS a engendrar su descendencia sobre lápidas sepulcrales (de «arios» nobles, huelga decirlo). Eran debidamente recomendados los cementerios en los que, según habían demostrado los investigadores, reposaban los huesos de tipos nórdicos apropiados, y el periódico oficial de las SS publicaba con regularidad listas de esos cementerios (22).

Himmler pensaba montar a su alrededor un cuadro interno de sumos sacerdotes, un cónclave formado por doce Obergruppenführer de las SS (el equivalente en las SS de un teniente general), que constituirían sus propios y personales «caballeros de la Tabla Redonda». Este círculo casi místico integrado por trece miembros –el número recordaba deliberadamente los cónclaves ocultistas, así como, por supuesto, a Jesús y sus discípulos- tendría su cuartel general en la pequeña ciudad de Wewelsburg, cerca de Paderborn, en lo que actualmente es la Alemania Occidental. Aunque las obras de construcción no terminaron antes de acabar la guerra, Wewelsburg tenía que ser la capital oficial de las SS, el centro de su culto. La llamaban «Mittelpunkt der Welt»: el «centro del mundo» (23).



El castillo de Wewelsburg planeada cono futuro centro del mundo y capital oficial de las SS.



«Mittelpunkt der Welt», el «centro del mundo» Mapa de la ubicación del castillo de Wewelsburg



En el centro de Wewelsburg había un castillo y existía el proyecto de que cada uno de los trece altos dignatarios tuviera una habitación en él, que sería decorada al estilo de un período histórico concreto: el que, según la mayoría de los comentaristas, correspondía a su propia, supuesta y previa encarnación. En la gran Torre del Norte, los trece «caballeros» se reunirían a intervalos ritualizados. En el centro exacto de la cripta que quedaba debajo de la citada torre, ardería un fuego sagrado, al que se llegaría por medio de tres escalones, y junto a las paredes se alzaban doce pedestales de piedra; se ignora qué función se pensaba asignar a esos pedestales. Estos números, el tres y el doce, se repiten constantemente en la arquitectura del proyecto de reedificación. El simbolismo era importantísimo: alrededor del castillo, y con la cripta como centro, la ciudad que se pensaba construir formaría un radio hacia fuera constituido por círculos concéntricos meticulosamente proyectados.


La cripta o como otros denominan el Walhalla en el Castillo de Wewelsburg




El propio Himmler acostumbraba a hablar de geomancia, la «magia de la tierra», y de las supuestas líneas de sendas prehistóricas, y le gustaba fantasear sobre Wewelsburg como «centro de poder» oculto parecido (según él se imaginaba) a Stonehenge. La revista oficial de las Ahnenerbe -la «oficina de investigación», por así decirlo, de las SS- publicaba con frecuencia artículos que hablaban de cosas como esas.

Es interesante observar que ninguno de los aspectos «ocultistas» de la Alemania nazi llegó a formar parte de las copiosas pruebas y la documentación que se emplearon en los procesos de Nuremberg. ¿Por qué? ¿Sería porque los fiscales aliados desconocían su existencia en aquellos momentos? ¿Las descartaron por juzgar que no venían al caso o eran detalles circunstanciales? La verdad es que ni una cosa ni otra. Los fiscales conocían sobradamente la existencia de tales aspectos. Y, lejos de menospreciarlos, en realidad temían su potencia, temían las consecuencias psicológicas y espirituales que tendría para Occidente que se hiciese público que un estado del siglo XX se había instaurado y había conquistado el poder basándose en semejantes principios. Según el malogrado Airey Neave, uno de los fiscales de Nuremberg, los aspectos rituales y ocultistas del Tercer Reich fueron calificados deliberadamente de pruebas inadmisibles por temor a dichas consecuencias (24).

El razonamiento lógico en que se basó esta decisión fue que un abogado defensor inteligente, apelando a la racionalidad occidental, quizá podría alegar responsabilidad disminuida a causa de la locura en nombre de los criminales de guerra representados por él.


La Sala de los Obergruppenfuhrer de las SS en el Castillo de Wewelsburg. Nótese en el piso el diseño que representa el sol negro.



Hemos dedicado tanto espacio a examinar los aspectos religiosos de la Alemania de Hitler porque son precisamente esos aspectos los que mayor relación tienen con la actual búsqueda de sentido. La cultura occidental de la posguerra se ha acostumbrado a pensar en el nacionalsocialismo sencillamente como si hubiera sido un partido político extremista, así como a considerar que el Tercer Reich fue un estado gobernado por un reducido cónclave de locos. Puede que, en efecto, estuvieran locos, pero eso no es lo que importa. Lo importante es que lograron transmitir su locura y transmutarla en una forma de energía mesiánica.

El nazismo, como dijimos antes, no era una mera filosofía o ideología política que «engatusó» al pueblo alemán. Era una religión que, si ejerció tanta influencia, fue justamente porque cumplió la tradicional función religiosa de impartir sentido y coherencia a un mundo en el que, al parecer, no existían estos factores esenciales. Es en este sentido que el Tercer Reich ofrece, quizá, la lección objetiva más importante para nuestro tiempo, además de lanzar la advertencia más horrenda.

Actualmente, muchas personas, desilusionadas con el materialismo, abogan por un estado que se base fundamentalmente en principios espirituales. En teoría, es un objetivo válido y no serían demasiadas las personas con cierta responsabilidad dispuestas a discutirlo.

Pero el Tercer Reich demuestra que un estado basado en principios espirituales no es, por ello, necesariamente laudable o deseable. Si los principios «espirituales» se tergiversan, el potencial para la destrucción es, en todo caso, mayor que el del materialismo. El «espíritu», cuando se desmanda, es mucho más peligroso que la simple materia. La «guerra santa» puede ser la menos santa de todas las guerras, tanto si la hacen fundamentalistas islámicos en el Oriente Medio, como si la emprenden fundamentalistas cristianos en Norteamérica.


Epílogo 
La crisis de la posguerra y la desesperanza social

Hitler ataviado de Caballero del Grial. Estos carteles se publicaron en otoño de 1936 y fueron retirados poco después.



Hitler, de una forma propia y perversa, dio al pueblo alemán una nueva percepción de sentido, le confirió una religión nueva y, con ello, lo redimió de la incertidumbre, de la «relatividad de la perspectiva rayana en el pánico epistemológico». Y, aunque parezca irónico y paradójico, con ello dio una nueva percepción de sentido también al resto del mundo. A causa de Hitler y del Tercer Reich, el mundo tuvo sentido, aunque solo fuera durante un tiempo.

La primera guerra mundial había sido una guerra insensata. Lo que la hizo especialmente terrible fue que la locura era a la vez violenta y tan difusa y generalizada como una nube de gas asfixiante. No hubo en ella ni buenos ni malos de verdad. Todo el mundo tuvo la culpa y nadie la tuvo; todo el mundo la quiso y nadie la quiso; y, una vez hubo estallado, el asunto siguió su propio y siniestro curso, sin que nadie pudiera controlarlo. La locura de la primera guerra mundial fue esencialmente informe, y es imposible oponerse a lo que carece de forma. La única solución posible era el desgaste y el agotamiento.

En cambio, la segunda guerra mundial tuvo sentido. No solo fue una guerra sensata; quizá fue la más sensata de todas las guerras de la historia moderna. Fue una guerra sensata en lo que se refiere a las potencias aliadas, precisamente porque Alemania encarnaba, a todos los efectos, la locura colectiva de la humanidad. Al echar sobre sus hombros la capacidad humana para el horror, el ultraje, la atrocidad, la bestialidad, Alemania, paradójicamente, redimió al resto del mundo occidental, le devolvió la cordura. Hicieron falta Auschwitz y Belsen para que aprendiéramos el significado de la maldad, no como abstracta proposición teológica, sino como realidad concreta. Hicieron falta Auschwitz y Belsen para que viéramos las cosas que éramos capaces de hacer y sintiéramos el deseo de repudiarlas.

A diferencia de la contienda de 1914-1918, la guerra contra el Tercer Reich se convirtió en una cruzada legítima, en nombre de la decencia, de la humanidad y de la civilización.

En esta medida, Alemania confirió una renovada percepción de sentido, no solo a su  propio y engañado pueblo, sino, lo que es más válido, también al resto del mundo occidental. No había duda alguna sobre dónde estaba la maldad. Y era maldad, no simple estupidez, ni siquiera una tiranía convencional como la que podía asociarse con el kaiser, Napoleón o incluso Stalin. En pocas palabras, la locura colectiva del mundo adquirió forma al encarnarse en un pueblo concreto; y una vez estuvo dotada de forma, fue posible oponerse a ella. La oposición a esta locura restauró una jerarquía de valores que había desaparecido.

Desgraciadamente, Occidente no sacó de la experiencia las lecciones que habría podido sacar. Al descartar el Tercer Reich como fenómeno social, político y económico, los historiadores no supieron reconocer o admitir las necesidades psicológicas que lo habían engendrado al ser explotadas por Hitler y su camarilla. Y Occidente ha seguido sin percatarse de la realidad y la importancia de esas necesidades.

Nunca se ha hecho un intento de afrontar el problema con verdadera honradez. En consecuencia, sigue acechando en un segundo plano, en el umbral de la conciencia, de una forma subliminal. La Alemania nazi parecía ejemplo de lo irracional. Como resultado de ello, la sociedad occidental desconfió de lo irracional, repudió todas sus manifestaciones, excepción hecha de las pocas horas, circunscritas y contenidas de forma rigurosa, que se dedican a la iglesia los domingos. Incluso se intentó, por medio de versiones sencillas y puestas al día del devocionario y la Biblia, desmitificar el oficio que se celebra en los templos.

Como Hitler había demostrado ser un falso profeta, la sociedad occidental empezó a desconfiar de todos los profetas. Como el Tercer Reich había promulgado sus propios y pervertidos absolutos, la sociedad occidental decidió desconfiar de todos los absolutos. Al final, la desconfianza en los absolutos culminaría, una vez más, con una relatividad generalizada de la perspectiva.

El fenómeno no se hizo visible en seguida. En los años que siguieron a 1945, todavía era posible aferrarse a los valores que habían predominado durante la cruzada: la decencia, la humanidad y la civilización. Terminado el conflicto, los mismos valores aparecían alineados junto a una nueva fe en el progreso material. Después de todo, la derrota de Hitler había sido obra de recursos materiales y, por ende, estos recursos podían percibirse como fuerzas de la «bondad». En conjunción con la decencia, la humanidad y la civilización parecían representar algo en lo que se podía creer sinceramente. Así, en las postrimerías del decenio de 1940, la bomba atómica era considerada como un instrumento de paz, en lugar de como una amenaza en potencia…


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NOTAS

OBRA ORIGINAL: EL LEGADO MESIÁNICO
AUTORES: MICHAEL BAIGENT, RICHARD LEIGH y HENRY LINCOLN
Publicado originalmente en el Reino Unido por Jonathan Cape Ltd., en 1986. “The Messianic Legacy”. 2005, Ediciones Martínez Roca, S.A. Madrid – España.    

TRANSCRIPCIÓN de los capítulos:
CAPÍTULO 12: Sustitutivos de la fe: la Rusia soviética y la Alemania nazi.
CAPÍTULO 13: La crisis de la posguerra y la desesperanza social.

NOTAS a pie de página:

5. Langer, The mind of Adolf Hitler, pp. 55-56.
6. Ibíd., p. 56.
7. Ibíd.
8. Rauschning, Hitler speaks, p. 209.
9. Ibíd., pp. 209-210.
10. Hitler, Mein Kampf, p. 395.
11. Rausehning, Hitler speaks, p. 236.
12. Ibíd., p. 237.
13. Para la exploración definitiva de estas influencias ocultistas en Hitler, véase Goodrick-Clarke, The occult roots of Nazism. Las ideas de Hitler sobre la raza, la política, el exterminio de los no arios y la fundación de un milenio germánico se derivaban principalmente de la revista Ostara de Lanz von Liebenfels, fundador en 1907 de la orden de los Nuevos Templarios, cuya bandera llevaba una esvástica; véanse pp. 194-195. Véase también Phelps, «Before Hitler came ... ».
14. Frey, Cross and swastika, p. 5.
15. Ibíd., p. 79.
16. Ibíd., p. 78.
17. Manifestado por Baldur von Schirach durante su proceso, Nuremberg, 1946. Véase Trial of the major war criminals..., vol. xiv (mayo, 1946), p. 481.
18. Rauschning, Hitler speaks, p. 58.
19. Frey, Cross and swastika, pp. 85-86.
20. Tournier, trad. Bray, The Erl-King, pp. 261-262.
21. Frey, Cross and swastika, pp. 92-93.
22. Wykes, Himmler, pp. 121-122.
23. La obra definitiva sobre Wewelsburg es Hüser, Wewelsburg 1933 bis 1945
24. Comunicado a Michael Bentine y repetido a nosotros. Véase Bentine, The door marked summer, p.291.

17 noviembre 2022

¿Quiénes son los nacionalistas ucranianos?

 

     (RIA, foto archivo)

por Thierry Meyssan

RED VOLTAIRE / noviembre 2022


Nota del editor del blog

Puede ser que este tema ya está suficientemente desarrollado en el ciberespacio; sin embargo, debemos reconocer que una rigurosa investigación histórica como la que nos presenta el politólogo francés Thierry Meyssan no ha sido planteada. La vida del extremismo nacionalista ucraniano no es una novedad, empezó a revelarse con fuerza incluso antes del Maidán 2014 (golpe de estado contra el legítimo gobierno de Ucrania) que ha desencadenado el separatismo del Donbass y la actual guerra rusa- ucraniana/OTAN.

No es exageración, Ucrania Occidental -desde que se separó de la extinta URSS-  glorifica su pasado nazi, llegado a constituir una parte esencial de la cultura política de Kiev y nadie puede rebatir esta verdad. Es cierto que nadie -tampoco- puede negar el derecho de Ucrania de armarse y luchar contra Rusia, incuestionable. Pero, nuevamente, repitámonos la pregunta del millón: ¿Por qué Rusia invadió Ucrania? 

Además, como quedó sentado en el artículo anterior (ONU: A EEUU le "preocupa" la libertad de expresión, por eso vota por el nazismo) debemos ser contundentes en afirmar que las apelaciones políticas en contra de la invasión rusa no deben mezclarse con los principios del Derecho Internacional que condenan el racismo y otras expresiones intolerantes, entre ellas la ideología nazi y a los actuales neonazis.

Hemos sido muy claros, Ucrania, desde hace mucho que vota contra toda resolución de las Naciones Unidas que condena el racismo, el nazismo y otras formas de discriminación, eso tiene un nombre: afinidad con la ideología nazi, es tan simple como eso. Kiev emula el nazismo jurídicamente al emitir leyes raciales y discriminatorias que originaron la rebelión de la región rusa hablante del Donbass. 

Estados Unidos justifica ese accionar en la ONU alegando que está profundamente "preocupado" por la libertad de expresión... es que es el paladín mundial de la justicia y la democracia...

Demos paso a la ponencia del señor Meyssan.


*****

¿Quién conoce la historia de los “nacionalistas integrales” ucranianos?, los “nazis” según la terminología del Kremlin. Comienza durante la Primera Guerra Mundial, continúa durante la Segunda, la Guerra Fría y continúa hoy en día en la Ucrania moderna. Muchos documentos fueron destruidos y la Ucrania moderna prohíbe bajo pena de prisión evocar sus crímenes. Queda el hecho de que este pueblo masacró al menos a cuatro millones de sus compatriotas y diseñó la arquitectura de la solución final, es decir, el asesinato de millones de personas en razón de su pertenencia real o supuesta a las comunidades judía o gitana de Europa.


El agente alemán, pensador del “nacionalismo integral” ucraniano y criminal de lesa humanidad, Dmytro Dontsov (Metipol 1883 - Montreal 1973).


Como la mayoría de los analistas y comentaristas políticos occidentales, desconocía la existencia de los neonazis ucranianos hasta 2014. Cuando el presidente electo fue derrocado, yo vivía en Siria, creía que eran pequeños grupos violentos que habían irrumpido en la escena pública para echar una mano a los elementos europeístas. Sin embargo, desde la intervención militar rusa, he ido descubriendo una cantidad de documentos e información sobre este movimiento político que, en 2021, representaba un tercio de las fuerzas armadas ucranianas. Este artículo presenta un resumen.

Al comienzo mismo de esta historia, es decir, antes de la Primera Guerra Mundial, Ucrania era una gran llanura que siempre se había visto sacudida entre influencias alemanas y rusas. No era un estado independiente, sino una provincia del imperio zarista. Estaba poblada por alemanes, búlgaros, griegos, polacos, rumanos, rusos, checos, tártaros y una minoría judía muy grande que se creía descendía del antiguo pueblo jázaro.

Un joven poeta, Dmytro Dontsov, era un apasionado de las vanguardias artísticas, considerando que lograrían sacar a su país del atraso social. Estando inmóvil el imperio zarista desde la muerte de Catalina la Grande mientras el imperio alemán era el centro científico de Occidente, Dontsov eligió Berlín frente a Moscú.

Cuando estalló la Gran Guerra, se convirtió en un agente del servicio secreto alemán. Emigró a Suiza donde publicó, en nombre de sus amos, el Boletín de las nacionalidades rusas en varios idiomas llamando al levantamiento de las minorías étnicas del imperio zarista para lograr su derrota. Es este modelo el elegido por los servicios secretos occidentales para organizar el “Foro de los pueblos libres de Rusia”, este verano en Praga. (1. "Estrategia occidental para desmantelar la Federación Rusa”, Thierry Meyssan, Red Voltaire, 16 de agosto de 2022).

En 1917, la revolución bolchevique revirtió el trato. Los amigos de Dontsov asumieron la causa de la revolución rusa, pero él siguió siendo pro-alemán. En la anarquía que siguió, Ucrania quedó dividida de facto por tres regímenes diferentes: los nacionalistas de Symon Petliura (que prevalecieron en el área que ahora ocupa la administración de Zelensky), los anarquistas de Nestor Makhno (que se organizaron en Novorossia, la tierra que había sido desarrollado por el príncipe Potemkin y que nunca había conocido la servidumbre), y los bolcheviques (especialmente en el Donbass). El grito de batalla de los partidarios de Petliura fue "¡Muerte a judíos y bolcheviques!" Ellos perpetraron muchos pogromos mortales.

Dmytro Dontsov regresó a Ucrania antes de la derrota alemana y se convirtió en el protegido de Symon Petlyura. Participó brevemente en la Conferencia de Paz de París pero, por alguna razón desconocida, no permaneció en su delegación. En Ucrania, ayudó a Petliura a aliarse con Polonia para aplastar a los anarquistas y bolcheviques. Tras la toma de Kiev por los bolcheviques, Petliura y Dontsov negociaron el Tratado de Varsovia (22 de abril de 1920): el ejército polaco se comprometía a repeler a los bolcheviques y liberar Ucrania a cambio de Galicia y Volhynia (al igual que la administración Zelensky negocia hoy la de Polonia la entrada en guerra contra Rusia por las mismas tierras). Esta nueva guerra fue un fiasco. (2. “Polonia y Ucrania”, por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 14 de junio de 2022).


Vladimir Jabotinsky, nacido en Odessa, pensador del sionismo revisionista. Para él Israel era una tierra sin pueblo, para un Pueblo sin tierra.


Para fortalecer su campo, Petlyura negoció en secreto con el fundador de los batallones judíos del ejército británico (la "Legión judía") con el administrador de la Organización Sionista Mundial (WSO), Vladimir Jabotinsky. En septiembre de 1921, los dos hombres acordaron unirse contra los bolcheviques a cambio del compromiso de Petliura de prohibir que sus tropas continuaran con sus pogromos. La Legión Judía se convertiría en la “Gendarmería Judía”. Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos, Petliura no logró pacificar a sus tropas, especialmente porque su socio cercano Dontsov aún alentaba la masacre de judíos. Al final, habiéndose revelado el acuerdo, la Organización Sionista Mundial se rebeló contra el régimen de Petliura. El 17 de enero de 1923, la OSM creó una comisión de investigación sobre las actividades de Jabotinsky.


Simon Petliura se hizo cargo del norte de Ucrania. Protector de los nacionalistas integrales, sacrificó Galicia y Volhynia para luchar contra los rusos.


Petlioura huyó a Polonia, luego a Francia, donde fue asesinado por un judío anarquista de Besarabia (ahora Transnistria). Durante el juicio, este último asumió su crimen y abogó por haber vengado a los cientos de miles de judíos asesinados por las tropas de Petliura y Dontsov. El juicio tuvo un gran impacto. El tribunal absolvió al asesino. Fue en esta ocasión que se fundó la Liga Contra los Pogromos, futura Licra (Liga Internacional Contra el Racismo y el Antisemitismo).

No solo fueron derrotados los nacionalistas, sino también los anarquistas. En todas partes los bolcheviques triunfaron y eligieron, no sin debate, unirse a la Unión Soviética.

Dmytro Dontsov editaba revistas literarias que fascinaban a los jóvenes. Continuó promoviendo una Europa Central dominada por los alemanes y se acercó más al nazismo a medida que crecía. Pronto se refirió a su doctrina como “nacionalismo integral” ucraniano. Al hacerlo, se refería al poeta francés Charles Maurras. De hecho, al principio la lógica de los dos hombres era idéntica: buscaban en su propia cultura los medios para afirmar un nacionalismo moderno. Sin embargo, Maurras era germanofóbico, mientras que Dontsov era germanófilo


La expresión “nacionalismo integral” todavía es reivindicada hoy por los seguidores de Dontsov, quienes se cuidan, tras la caída del Tercer Reich, de refutar el término “nazismo” con el que los rusos lo califican, no sin razón.


Según Dontsov, el “nacionalismo ucraniano” se caracteriza por:

- "La afirmación de la voluntad de vivir, de poder, de expansión" (promueve "El derecho de las razas fuertes a organizar pueblos y naciones para fortalecer la cultura y la civilización existentes")

- "Las ganas de luchar y la conciencia de su extremismo" (elogia la "violencia creadora de la iniciativa minoritaria")

Sus cualidades son: El "fanatismo"; y, la "inmoralidad".

Al final, dando la espalda a su pasado, Dontsov se convirtió en un admirador incondicional del Führer, Adolf Hitler. Sus discípulos habían fundado, en 1929, la Organización de Nacionalistas Ucranianos (OUN) en torno al coronel Yevhen Konovalets. Este último calificó a Dontsov como "dictador espiritual de la juventud de Galitzia". Sin embargo, una riña opuso a Dontsov a otro intelectual por su extremismo que lo llevó a la guerra contra todos, cuando de repente Konovalets fue asesinado. La OUN, financiada por los servicios secretos alemanes, se dividió en dos. Los "nacionalistas integrales" reservaron la OUN-B para sí mismos del nombre del discípulo predilecto de Dontsov, Stepan Bandera.

Durante los años 1932-33, los comisarios políticos bolcheviques, en su mayoría judíos, impusieron un impuesto a las cosechas, como en otras regiones de la Unión Soviética. Combinada con peligros climáticos significativos e impredecibles, esta política provocó una hambruna gigantesca en varias regiones de la URSS, incluida Ucrania. Es conocido como el "Holodomor". Al contrario de lo que dice el historiador nacionalista integral Lev Dobrianski, no se trataba de un plan de exterminio de los ucranianos por parte de los rusos como sufrían otras regiones soviéticas, sino de una gestión inadecuada de los recursos públicos en tiempos de cambio climático. La hija de Lev Dobrianski, Paula Dobrianski, se convirtió en una de las asistentes del presidente George W. Bush (3. “El Holodomor, nuevo avatar del anticomunismo 'europeo'”. Extracto de "La elección de la derrota", Annie Lacroix-Riz (2010). Hambruna y Transformación Agrícola en la URSS, Mark Tauger, Delga (2017).

En 1934, Bandera, como miembro del servicio secreto nazi y jefe de la OUN-B, organizó el asesinato del ministro del Interior polaco, Bronisław Pieracki.

A partir de 1939, los miembros de la OUN-B, formaron una organización militar, la UPA, fueron entrenados en Alemania por el ejército alemán y por sus aliados japoneses. Stepan Bandera le ofreció a Dmytro Dontsov que se convirtiera en el jefe de su organización, pero el intelectual se negó y prefirió desempeñar un papel de liderazgo en lugar de un comandante operativo.

Los "nacionalistas integrales" celebraron la invasión de Polonia, en aplicación del pacto germano-soviético, como demostró Henry Kissinger, quien no puede ser sospechoso de ser prosoviético. Para la URSS no se trataba de anexar Polonia, sino de neutralizar parte de ella para preparar el enfrentamiento con el Reich. Por el contrario, para el canciller Hitler se trataba de iniciar la conquista de un “espacio vital” en Europa Central.


Desde el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, bajo la dirección de Dmytro Dontsov, la OUN-B luchó junto a los ejércitos nazis contra los judíos y los soviéticos.


La colaboración entre los "nacionalistas integrales" ucranianos y los nazis continuó con masacres permanentes de la mayoría de la población ucraniana, acusada de ser judía o comunista, hasta la "liberación" de Ucrania por el Tercer Reich en el verano de 1941 al grito de “¡Slava Ukraїni! (Gloria a Ucrania), el grito de batalla usado hoy por la administración Zelensky y los demócratas estadounidenses. En ese momento, los "nacionalistas integrales" proclamaron la "independencia" de la Unión Soviética en presencia de representantes nazis y del clero ortodoxo griego, no en Kyiv, sino en Lviv, siguiendo el modelo de la Guardia Hlinka en Eslovaquia y Ustashas en Croacia. Formaron un gobierno bajo el liderazgo del Providnyk (guía) Stepan Bandera cuyo amigo Yaroslav Stetsko fue primer ministro. Se estima que 1,5 millones de personas los apoyan en Ucrania. Es decir que los "nacionalistas integrales" siempre han sido muy minoritarios.


Celebración de la independencia de Ucrania con dignatarios nazis. Detrás de los altavoces, los tres retratos expuestos son los de Stepan Bandera, Adolf Hitler y Yevhen Konovalets.


Los nazis estaban divididos entre, por un lado, el Comisario del Reich para Ucrania, Erich Koch, para quien los ucranianos eran infrahumanos, y, por otro, el Ministro para los Territorios Ocupados del Este, Alfred Rosenberg, para quien el "los nacionalistas integrales" eran verdaderos aliados. Finalmente, el 5 de julio de 1941, Bandera fue deportado a Berlín y colocado en ehrenhaft (cautiverio honorable), es decir, bajo arresto domiciliario como una alta personalidad. Sin embargo, habiendo asesinado los miembros de la OUN-B a los líderes de la facción rival, la OUN-M, los nazis sancionaron a Stepan Bandera y su organización el 13 de septiembre de 1941. 48 de sus líderes fueron deportados a un campo de prisioneros, en Auschwitz (que no era en ese tiempo un campo de exterminio, solo una prisión). La OUN-B se reorganizó bajo el mando alemán. Fue entonces cuando todos los nacionalistas ucranianos hicieron el siguiente juramento:


"Hijo fiel de mi Patria, me uno voluntariamente a las filas del Ejército de Liberación de Ucrania, y con alegría juro que lucharé fielmente contra el bolchevismo por el honor del pueblo. Estamos librando esta lucha junto a Alemania y sus aliados contra un enemigo común. Con lealtad y sumisión incondicional, creo en Adolf Hitler como líder y comandante supremo del Ejército Libertador. En cualquier momento, estoy dispuesto a dar mi vida por la verdad".


Juramento de lealtad de los miembros de la OUN al Führer Adolf Hitler.


Los nazis anunciaron que se habían descubierto muchos cuerpos en las cárceles, víctimas de "judíos bolcheviques". Asimismo, los "nacionalistas integrales" celebraron su "independencia" asesinando a más de 30.000 judíos y participando activamente en la conducción de los judíos de Kiev a Babi Yar, donde 33.771 de ellos fueron fusilados en dos días, el 29 y 30 de septiembre de 1941 por los Einsatzgruppen de las SS de Reinhard Heydrich.

En este tumulto, Dmytro Dontsov desapareció. En realidad, había ido a Praga y se había puesto al servicio del artífice de la solución final, Reinard Heydrich, que acababa de ser nombrado vicegobernador de Bohemia-Moravia. Heydrich organizó la Conferencia de Wannsee que planeó la "solución final de las cuestiones judía y gitana". Luego, creó el Instituto Reinard Heydrich en Praga para coordinar el exterminio sistemático de todas estas poblaciones en Europa. El ucraniano Dontsov, que ahora residía en Praga con gran lujo, se convirtió inmediatamente en su administrador. Es por tanto uno de los principales artífices de la mayor matanza de la historia. Heydrich fue asesinado en junio de 1942, pero Dontsov conservó su cargo y sus privilegios. (4. “La Conferencia de Wannsee en 1942 y la distopía del espacio vital nacionalsocialista”, Gerhard Wolf, Journal of Genocide Research, Vol 17 N°2 (2015). 


Reinhard Heydrich hablando en el Castillo de Praga. Estuvo a cargo de la gestión de Bohemia-Moravia. Sin embargo, su función real era la de coordinar la "solución final" de las cuestiones judías y gitanas. Dmytro Dontsov se unió a su equipo en 1942 y supervisó las masacres en toda Europa hasta la caída del Reich. El Castillo de Praga fue el escenario de la reunión de la Comunidad Política Europea contra Rusia el pasado mes de octubre.


Stepan Bandera y su lugarteniente Yaroslav Stetsko fueron puestos bajo arresto domiciliario en la sede de la Inspección General de Campos de Concentración, en Oranienburg-Sachsenhausen (a 30 kilómetros de Berlín). Dirigían cartas a sus partidarios y a los líderes del Reich con total libertad y sin sufrir privaciones. En septiembre de 1944, cuando el ejército del Reich se retiró y los partidarios de Bandera comenzaron a rebelarse contra él, los nazis liberaron a los dos líderes y los restauraron en sus posiciones anteriores. Bandera y Stetsko reanudaron la lucha armada, entre los nazis, contra los judíos y los bolcheviques.

Pero ya era demasiado tarde. El Reich se derrumbó. Los anglosajones recuperaron a Dontsov, Bandera y Stetsko. El teórico del nacionalismo integral fue trasladado a Canadá, mientras que los dos practicantes de la masacre fueron trasladados a Alemania. El MI6 y la OSS (antecesora de la CIA) reescribieron sus biografías, eliminando su implicación nazi y su responsabilidad en la “Solución Final”.


Stepan Bandera durante su exilio, celebrando la memoria de Yevhen Konovalets.


Bandera y Stetsko se instalaron en Munich para organizar las redes de apoyo anglosajonas en la Unión Soviética. A partir de 1950 tenían una importante emisora ​​de radio, Radio Free Europe, que compartían con la Hermandad Musulmana de Said Ramadan (padre de Tariq Ramadan). La radio fue financiada por el Comité Nacional para una Europa Libre, una rama de la CIA de la que era miembro su director Alan Dulles, así como el futuro presidente Dwight Eisenhower, el magnate de la prensa Henry Luce y el director Cecil B. DeMilles. El especialista en guerra psicológica y futuro protector de los straussianos, Charles D. Jackson, era el presidente.

Vladimir Jabotinsky, por su parte, tras vivir en Palestina se refugió en Nueva York. A él se unió Benzion Netanyahu (el padre del actual Primer Ministro israelí). Los dos hombres escribieron los textos doctrinales del "sionismo revisionista" y la Enciclopedia Judía.

Bandera y Stetsko se movían mucho. Organizaron operaciones de sabotaje en toda la Unión Soviética, y particularmente en Ucrania, así como lanzamientos aéreos de folletos. Para ello, crearon el Bloque de Naciones Antibolcheviques (ABN) que reunió a sus homólogos centroeuropeos  (5. Los boletines del Bloque de Naciones Antibolcheviques están disponibles en la Biblioteca de la Red Voltaire. ABN Korrespondenz (auf Deutsch), ABN Correspondencia (en inglés).

El agente doble británico, Kim Philby, informó a los soviéticos con anticipación de las acciones de los banderistas. Bandera se reunió con Dontsov en Canadá para pedirle que tomara la delantera en la pelea. Una vez más, el intelectual se negó, prefiriendo dedicarse a sus escritos. Luego se sumió en un delirio místico inspirado en los mitos vikingos de Varangian. Anunció la lucha final de los caballeros ucranianos contra el dragón ruso. Bandera, por su parte, se alió con el líder chino Chiang Kai-Shek a quien conoció en 1958, pero fue asesinado al año siguiente por la KGB en Munich.


Funeral del criminal de Lesa Humanidad, Stepan Bandera.

Chiang Kai-Shek y Yaroslav Stetsko en la fundación de la Liga Mundial Anticomunista.


Yaroslav Stetsko continuó la lucha a través de Radio Free Europe y ABN. Fue a los Estados Unidos para testificar ante el Comité de Actividades Antiamericanas del Senador Joseph MacCarthy. En 1967, fundó con Chiang Kai-Shek, la Liga Mundial Anticomunista (6. “La Liga Anticomunista Mundial, una Internacional del Crimen”, por Thierry Meyssan, Red Voltaire , 12 de mayo de 2004)

La Liga incluía a muchos dictadores pro estadounidenses de todo el mundo y dos escuelas de tortura, en Panamá y Taiwán. Klaus Barbie, quien asesinó a Jean Moulin en Francia y luego al Che Guevara en Bolivia, fue uno de ellos. En 1983, Stetsko fue recibido en la Casa Blanca por el presidente Ronald Reagan y participó, con el vicepresidente George Bush padre, en las ceremonias de las "Naciones cautivas" (es decir, pueblos ocupados por los soviéticos) de Lev Dobriansky. Finalmente murió en 1986.

Pero la historia no termina allí. Su esposa, Slava Stetsko, asumió la dirección de estas organizaciones. Ella también viajó por el mundo para apoyar cualquier lucha contra los "comunistas", o más bien, si uno se refiere a los escritos de Dontsov, contra los rusos y los chinos. Cuando se disolvió la URSS, la señora Stetsko, viuda, se contentó con cambiar el título de la Liga por el de Liga Mundial por la Libertad y la Democracia, el nombre que todavía tiene hoy. Luego se dedicó a recuperar su equilibrio en Ucrania.

Slava Stetsko se presentó a las primeras elecciones de la Ucrania independiente, en 1994. Fue elegida miembro de la Verjovna Rada, pero al haber sido despojada de su nacionalidad por los soviéticos, no pudo hacerlo. No importa, convocó al presidente ucraniano, Leonid Kuchma, a las instalaciones de la CIA en Munich y le dictó pasajes de la nueva Constitución. Incluso hoy, estipula en su artículo 16: “La preservación del patrimonio genético del pueblo ucraniano es responsabilidad del Estado”. Por lo tanto, la Ucrania moderna todavía proclama la discriminación racial nazi como en los peores momentos de la Segunda Guerra Mundial.


Slava Stetsko inaugurando la sesión de 2002 de la Verjovna Rada.


Slava Stetsko fue reelegido en los dos períodos siguientes. Presidió solemnemente las sesiones de apertura del 19 de marzo de 1998 y 14 de mayo de 2002.

En 2000, Lev Dobriansky organizó una gran conferencia en Washington con muchos funcionarios ucranianos. Allí invitó al straussiano Paul Wolfowitz (antiguo colaborador de Charles D. Jackson) Durante este encuentro, los “nacionalistas integrales” se pusieron al servicio de los straussianos para destruir Rusia  (7. “Ucrania: la Segunda Guerra Mundial nunca terminó”, por Thierry Meyssan, Red Voltaire , 26 de abril de 2022).


Dmitro Yarosh al fundar el Frente Antiimperialista contra Rusia con los yihadistas. Ahora es asesor especial del jefe de los ejércitos ucranianos.


El 8 de mayo de 2007, en Ternopol, por iniciativa de la CIA, los "nacionalistas integrales" de las Autodefensas Populares de Ucrania y los islamistas crearon un "Frente Antiimperialista" anti-ruso bajo la presidencia conjunta del Emir de Ichkérie, Dokka Umarov y Dmytro Yarosh (el actual asesor especial del jefe de los ejércitos ucranianos). En este encuentro participaron organizaciones de Lituania, Polonia, Ucrania y Rusia, incluidos separatistas islamistas de Crimea, Adygea, Daguestán, Ingushetia, Kabardino-Balkaria, Karachayevo-Cherkessia, Osetia, Chechenia. Al no poder ir allí debido a las sanciones internacionales, Dokka Umarov hizo leer su contribución allí. En retrospectiva, los tártaros de Crimea no explican su presencia en esta reunión, aparte de su pasado al servicio de la CIA contra los soviéticos.

El presidente proestadounidense, Viktor Yushchenko, creó un Instituto Dmytro Dontsov, siguiendo la “revolución naranja”. Yushchenko es un ejemplo de blanqueamiento anglosajón. Siempre afirmó no tener conexión con los nacionalistas, pero su padre, Andrei, era guardia en un campo de exterminio nazi  (8. Андрей Ющенко: "Персонаж и легенда" , Юрий Вильнер, Yuri Vilner (2007). El Instituto Dmytro Dontsov se cerró en 2010 y luego se reabrió después del golpe de Estado de 2014.

El presidente Viktor Yushchenko, poco antes de finalizar su mandato, elevó al criminal de lesa humanidad Stepan Bandera al título de “Héroe de la Nación”.

En 2011, los “nacionalistas integrales” lograron aprobar una ley que prohibía la conmemoración del fin de la Segunda Guerra Mundial porque había sido ganada por los soviéticos y perdida por los banderistas. Pero el presidente Viktor Yanukovych se negó a promulgarlo. Furiosos, los "nacionalistas integrales" atacaron la procesión de veteranos del Ejército Rojo, golpeando a los ancianos. Dos años después, las ciudades de Lviv e Ivano-Frankivsk abolieron las Ceremonias de la Victoria y prohibieron todas las manifestaciones de alegría.

En 2014, los ucranianos de Crimea y Donbass se negaron a reconocer al gobierno golpista. Crimea, que se había declarado independiente antes que el resto de Ucrania, lo reafirmó por segunda vez y se unió a la Federación Rusa. El Donbass buscó un compromiso. Los "nacionalistas ucranianos", encabezados por el presidente Petro Poroshenko, dejaron de mantener allí los servicios públicos y bombardearon a su población. En ocho años, asesinaron al menos a 16.000 de sus conciudadanos ante la indiferencia general.

Es también, a partir del golpe de 2014, que las milicias nacionalistas integrales se incorporaron a las Fuerzas Armadas de Ucrania. En sus reglas de procedimiento, ordenan a cada combatiente que lea las obras de Dmytro Dontsov, en particular su libro maestro, Націоналізм (Nacionalismo).

En abril de 2015, la Verjovna Rada declaró a los miembros de la Organización de Nacionalistas Ucranianos (OUN) “combatientes por la independencia”. La ley fue promulgada en diciembre de 2018 por el presidente Poroshenko. Los ex Waffen SS tenían derecho retrospectivamente a una pensión de jubilación y todo tipo de beneficios. La misma ley criminalizó cualquier afirmación de que los activistas de la OUN y los combatientes de la UPA colaboraron con los nazis y practicaron la limpieza étnica de judíos y polacos. (Publicando en Ucrania este artículo me enviarían a prisión por escribirlo y  a usted por leerlo).



Inauguración de una placa conmemorativa del criminal de Lesa Humanidad Dmytro Dontsov en la fachada de la agencia estatal de noticias Ukrinform. Durante la ceremonia, el director general de Ukrinform aseguró que Dontsov había fundado, en 1918, la primera agencia de prensa ucraniana, UTA, de la que Ukrinform es sucesora.


El 1 de julio de 2021, el presidente Volodymyr Zelensky promulgó la Ley de Pueblos Indígenas de Ucrania que los coloca bajo la protección de los derechos humanos. Por defecto, los ciudadanos de origen ruso ya no pueden invocarlos ante los tribunales.

En febrero de 2022, las milicias “nacionalistas integrales”, que formaban un tercio de las Fuerzas Armadas del país, planearon una invasión coordinada de Crimea y Donbass. Fueron detenidos por la operación militar rusa destinada a aplicar la resolución 2202 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para acortar el calvario de las poblaciones del Donbass.


La viceprimera ministra canadiense, Chrystia Freeland, demuestra su apoyo al presidente Zelensky con miembros de la rama canadiense de la OUN. Hoy, la Sra. Freeland es candidata a la Secretaría General de la OTAN.


En marzo de 2022, el primer ministro israelí, Nafatali Bennett, rompiendo con el “sionismo revisionista” de Benjamin Netanyahu (hijo del secretario de Jabotinsky), sugirió al presidente Volodymyr Zelensky que suscribiera las demandas rusas y desnazifique su país (9. “Israel aturdido por neonazis ucranianos”, por Thierry Meyssan, Red Voltaire , 8 de marzo de 2022). Ante las reacciones de indignación de sus aliados, desmintió sus palabras. Envalentonado por este apoyo inesperado, el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov, se atrevió a sacar a relucir el caso del presidente judío de Ucrania y dijo: 

El pueblo judío en su sabiduría ha dicho que los antisemitas más ardientes suelen ser judíos. Cada familia tiene su oveja negra, como dicen. Fue demasiado para los israelíes que siempre se preocupan cuando tratamos de dividirlos. Su homólogo de entonces, Yaïr Lapid, recordó que los propios judíos nunca organizaron el holocausto del que fueron víctimas. Atrapado entre su conciencia y sus alianzas, el estado judío apoyó repetidamente a Ucrania, pero se negó a enviarle la más mínima arma. Finalmente, el Estado Mayor decidió y el Ministro de Defensa, Benny Gantz cerró cualquier posibilidad de apoyo a los sucesores de los masacradores de judíos". (NdelE del blog: No obstante hay constancia documental de presencia de vehículos blindados y personal israelí entrenando a miembros de las fuerzas armadas ucranianas)

 

Los ucranianos son los únicos nacionalistas que no luchan por su pueblo, ni por su tierra, sino por una sola idea: aniquilar a los judíos y a los rusos.

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Documento adjunto (video)

Según el informe IERES de la Universidad George Washington (2021), la Orden Centuria ya ha penetrado en los ejércitos de Alemania, Canadá, Francia, Polonia, Reino Unido y Estados Unidos.

VIDEO  (Haga click)


Fuentes principales:

El nacionalismo ucraniano en la era de los extremos. Una biografía intelectual de Dmytro Dontsov, Trevor Erlacher, Harvard University Press (2021).

Stepan Bandera, La vida y el más allá de un nacionalista ucraniano. Fascismo, genocidio y culto, Grzegorz Rossoliński-Liebe, Ibidem (2014).

Thierry Meyssan

Red Voltaire

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