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28 septiembre 2019

¿Y si Hitler hubiese sido asesinado en 1938? (II)






coloquio 

Hablan eruditos y escritores alemanes

Conforme analizamos en la entrega anterior, los planes militares de 1938 para detener y ejecutar a Hitler nunca se llevaron a cabo, por lo que también es válido preguntarnos por el atentado de Elser de 1939, que si tuvo lugar. ¿Y si Hitler hubiese muerto en el atentado de 1939? El objetivo (Hitler), como lo demostraría el destino en actos posteriores, tenía el "don" de librarse por los pelos.


Las reflexiones que plasman a continuación varias personalidades alemanas de los años 70 del siglo pasado sobre los planes golpistas e ideas de eliminar a Hitler en 1938 son un aporte histórico fundamental, en su mayoría vivieron las trivulaciones de la guerra. Sus puntos de vista pueden bien ser aplicables igualmente al caso de Georg Elser de 1939.

t. andino


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Quien pretenda especular sobre la historia debe andarse con cuidado. Porque con los "de haber", "tenía que" y "si se hubiese", no se puede corregir el pasado. Esto es válido también para las hipótesis que contiene la biografía de Hitler escrita por Joachim Fest sobre cómo hubiera calificado el mundo a Hitler de haber tenido éxito el atentado de 1938. En todo caso las respuestas son tan interesantes como las tesis que las provocan. Rolf-Steinberg se entrevistó en 1974 con una serie de personalidades. He aquí el resultado.



Joachim C. Fest: " Hitler", Editorial Noguer, Barcelona 1974, I, 16.

"De haber sucumbido Hitler en el atentado de finales de 1938, muy pocos dudarían en señalarlo como uno de los más grandes hombres de Estado alemanes, e incluso, quizá, como el consumador de la historia germánica. Los discursos agresivos y Mi Lucha, el antisemitismo, y el concepto de hegemonía universal habrían caído en el olvido, y se atribuirían a unas ideas fantasiosas de la juventud de Hitler, que solo desenterrarían los críticos de una nación descontenta, con el fin de despertar conciencias. Seis años y medio cambiaron esta versión de la historia. Es seguro que solo un final violento le hubiese procurado semejante fama -y a punto estuvo de lograrla- porque su forma de ser se basaba en la destrucción y no se perdonaba ni a sí mismo. ¿Puede decirse de él que fue "grande"?


Klaus Reiner Röhl
editor de "das-da" (nacido en 1928)

La pregunta está mal formulada. Los lectores de la literatura más humilde de ciencia ficción saben que el tiempo no se enmienda ni se corrige. !Pobre del viajero que quiera resolver semejante paradoja de tiempo!. En vez de esto voy a hacer otra pregunta:

¿Por qué no se coronó con éxito el atentado de 1938? ¿Por qué no continuaron? ¿Por qué no se organizó una resistencia auténtica? ¿Por qué no existe sobre la única resistencia digna de este nombre -la resistencia de los obreros-, apenas literatura en la República Federal?. Un atentado como acción única estaba llamado a fracasar porque depende siempre de una serie de casualidades. Lo trágico o la falta de la situación política de los años 30 fue que la clase trabajadora estaba profundamente dividida, tanto por culpa de la socialdemocracia orientada hacia la derecha, como la del Partido Comunista de Thälmann, orientado completamente al estalinismo, de manera que el nacionalsocialismo pudo fácilmente terminar con ella. El asesinato de Hitler no hubiera aportado realmente un verdadero cambio político. En 1938 no existían fuerzas políticas capaces de llenar ese vacío.


Sebastian Haffner
periodista, escritor e historiador (nacido en 1907)

Cierto que posiblemente se hubiera podido evitar la guerra de 1939. Göring, sucesor de Hitler por aquel tiempo, no la deseaba de ninguna manera; los jefes militares, que antes de Munich habían considerado la posibilidad de una rebelión, mucho menos. Pero, cómo hubiesen hecho frente Göring y los generales a Himmler, a las SS y al Partido? Y cómo se hubiera podido enderezar una economía exclusivamente  dirigida a una guerra de conquista?

Lo que Fest pasa por alto en su experimento especulativo es que la Gran Alemania de Hitler, desde el punto de vista de la política exterior, era prácticamente inatacable después de Munich, pero de puertas adentro el Estado no se encontraba seguro, ni estable, ni sano. 

La obra destructiva de Hitler, que de fronteras afuera empezó para Europa en 1939, había comenzado para Alemania en 1933, y en 1938 se encontraba bastante adelantada.

Alemania carecía de Constitución, no era un Estado de derecho; sus instituciones: partido, Wehrmacht, SS, Frente del Trabajo, eran verdaderos Estados dentro del Estado y se enfrentaban entre sí, encontrándose unidos solamente en la cumbre, en la persona de Hitler. Al faltar esta persona en la cumbre, el edificio se hubiera venido abajo y en vez de la guerra para la que había sido preparada, Alemania hubiera conocido en 1938 una guerra civil. Desde el punto de vista tanto moral como económico, el gran Reich se encontraba ya deshecho en 1938; la descomposición moral pudo apreciarse en noviembre de 1938 con la "Noche de los Cristales". Los sucesores en el poder, a los que la desaparición de Hitler hubiese abierto el camino, no habrían tenido la menor consideración, ni sentido el más mínimo escrúpulo. Quizás se hubiera sostenido en la Alemania propagandística de entonces, durante un tiempo, una leyenda de traición a Hitler, de la puñalada por la espalda. "Si al Führer no lo hubieran asesinado -diría alguno- no pasarían estas cosas". Y no habrían pasado las que real y verdaderamente han sucedido: la guerra y la derrota. En todo caso, de una manera o de otra, la obra de Hitler estaba dirigida desde el principio a la destrucción. La mala semilla tenía que dar mal fruto. Y únicamente un historiador ciego no sería capaz de dar con ello. A la larga se hubiese impuesto el juicio de Thomas Mann, quien se refirió a Hitler en 1938, cuando el Führer se encontraba en la cumbre de sus triunfos, con estas palabras: "Verdaderamente, el mozo es una catástrofe".




Will Tremper 
escritor ( nacido en 1928)

Se hubiera convertido en un nuevo Napoleón. Hoy no se hablaría ya de las víctimas de Hitler como no se habla en Francia de los que murieron por culpa de Napoleón. Estoy por decir que seguiría existiendo el III Reich en buena amistad con el resto de las naciones. Seguro que se hubiera consolidado después de un atentado de esa naturaleza. Quizás se hubiese coronado como sucesor a Göring o nombrado un triunvirato. Tampoco consideraba nadie posible que la Unión Soviética pudiera seguir existiendo en la misma forma una vez que Stalin desapareciera. Lástima, de verdad, lástima que Hitler no fuera asesinado en aquella ocasión. Podríamos circular libremente por Berlín y el biógrafo de Hitler, Fest, defendería la tesis de que si Hitler se hubiera salvado en 1938, seguro que la guerra hubiese sido un hecho.


Fabián von Schlabrendorff
juez federal, autor de "Offiiziere gegen Hitler" (nacido en 1907).

Solo un político y no un historiador puede plantearse la pregunta de que hubiera pasado en tal o cual caso. El atentado no es ningún medio político eficazmente recomendable, salvo que uno se encuentre en una situación en la que no haya otro remedio. Antes de empezar la Segunda Guerra Mundial no existía tal situación de urgencia.

El argumento de que un atentado en 1938 no hubiera contado con la aprobación del pueblo alemán sino que por el contrario hubiese servido para glorificar posteriormente a Hitler, es falso. Lo que la masa piensa y siente no es un criterio que detenga a gente resueltamente decidida a actuar. 

Para quien desea de verdad llevar algo a cabo, no representa nada la opinión o el eco que provoque en la masa. Lo único decisivo es si el plan trazado se considera o no indispensable. En 1938 las cartas del acontecer mundial eran diferentes a las de 1943 o 1944. Una demostración de la marina inglesa en la zona conveniente hubiera afectado más a la historia del mundo que un atentado.


Franz Baake
director de cine y televisión (nacido en 1931)

Fest tiene razón; sin ninguna duda hubiera pasado entonces Hitler a la historia como uno de los grandes hombres de todos los tiempos. porque no es de esperar que en un futuro próximo se cambie el sistema de medidas por las que la gente califica de "grandes" a sus iguales. El igualmente antipático Federico II sigue siendo "el Grande", pese a que para nosotros y el mundo entero hubiera sido mejor que la emperatriz María Teresa le hubiese vencido y llevado a los tribunales. Federico a Voltaire: "El deseo de hacer hablar de mi y la satisfacción por la aventura vencieron, y la guerra fue cosa concluida".

En tanto los americanos sigan peregrinando a la tumba de ese monstruo parecido a Hitler que fue Napoleón, en tanto ese poseso del poder, esa bestia asesina siga siendo objeto de cualquier culto, en tanto -por citar un ejemplo- el descubridor de la penicilina (quién se acuerda de su nombre?) no esté enterrado en un templo y sea objeto de veneración, en tanto la humanidad solo se incline reverenciosa ante los gánsters políticos, responsables por millones de muertes y olviden a los que deberían ser objeto de millones de bendiciones, en tanto suceda esto, no se podrá corregir el resultado que apunta Fest a su especulativo y teórico experimento. 

¿No se dice para señalar a alguien que ejerce violentamente poder sobre otros que se ha convertido en ´una fiera´?... ¿Y no son por lo general fieras las que figuran en los escudos de armas de los pueblos?.

No. quien niegue las conclusiones de Fest no podrá seguir adelante. Fuera de que para millones de personas en 1938 no hacía falta ningún atentado. Para éstos sigue siendo el Führer uno de los más grandes hombres de Estado. Quizá la mayor ayuda podrían proporcionarla nuestros historiadores y profesores de historia, formando un sistema intelectual que permitiera establecer la verdadera grandeza histórica.




Dr. Robert Kempner
abogado y antiguo sustituto del fiscal norteamericano en el proceso de Nuremberg (nacido en 1899)

Allí hubiera terminado el peor de los fantasmas del III Reich. Un atentado con éxito contra Hitler en las postrimerías de 1938 hubiese significado en mi opinión el principio del fin. Porque Hitler era el único que mantenía unida toda la sociedad parda. A mi entender no fue el gran mariscal, pero si el gran jefe de personal de todos los tiempos.

De ahí que supiera colocar a cada hombre en su sitio, de los funcionarios a los ministros, pasando por los guardas de los campos de concentración. Sin embargo, la lucha entre sus ayudantes era continua. Por eso, en el caso de haber desaparecido Hitler, se hubiera producido una división interna en innumerables grupos. Tampoco creo que su sucesor hubiera gozado en el pueblo de un "mito Hitler", como indica Fest en su especulación. Cuando un jefe de este tipo se va, desaparece por completo. lo hemos podido ver en 1953 con la muerte de Stalin y aun después en la RDA con la desaparición de Walter Ulbricht. Sus sucesores se han cuidado de acabar  con su prestigio o al menos de amortiguarlo.


Claus Heinrich Meyer 
redactor del "Süddeutsche Zeitung" (nacido en 1931)

Es una hipótesis que solo puedo aceptar si se detiene la historia en 1938. Efectivamente, hasta ese año los alemanes no habían entendido nada de política, ni de democracia, ni de pluralismo, y racionalismo y reflexión no estaban indudablemente considerados como virtudes germanas. Hitler explicaba a sus contemporáneos el complicado mundo a su manera. 

No exigía autonomía de pensamiento sino al contrario, y eso era del agrado de la mayoría. Sabían que los grandes hombres hacen historia y que todos los que hacen historia son grandes hombres. Por otra parte, y a esto me quiero referir, existía en las democracias occidentales una fuerza antifascista consciente, ya en 1938. Esta fuerza no estaba en absoluto convencida de la grandeza de Hitler. Esta fuerza se hubiera dejado sentir cada vez más aun dentro de Alemania. Estoy convencido de que una Alemania nazi, después de la eliminación de Hitler por la violencia, al principio su imagen se hubiera puesto por todo lo alto, pero luego poco a poco se hubiera retocado. Tengo que añadir que esta discusión, por teórica, la encuentro un tanto absurda.

Hitler no desapareció en 1938. Hoy poseemos todas las informaciones y datos sobre los hechos. No es ningún problema, por tanto, convencerse de que Hitler no fue grande ni como persona ni como personaje histórico; ni en el momento verdadero de su muerte, ni aun considerando que hubiera podido desaparecer en 1938.


Wilfried Martini 
publicista (nacido en 1905)

Si hubiera desaparecido Hitler en el atentado que le prepararon los militares en 1938, sus sucesores no hubieran recibido herencia fácil. Hitler se encontraba en el punto culminante de su popularidad. De haber muerto en 1938 de muerte natural -pese al horror de los campos de concentración, a la difamación y vejación de los judíos- hubiera ocupado otro lugar en la historia al que ocupa hoy, debido, sobre todo, a su política exterior, audaz pero coronada por el éxito.

Incluso aquellos que se mantuvieron a distancia o en la oposición al nacionalsocialismo, se admiraron de la rapidez con que Hitler consiguió hacer de una masa amorfa y desesperada una nación llena de vitalidad, aun cuando no se les ocultara que para Hitler aquella vitalidad era condición indispensable para poder ir a la guerra. Bajo Göring, el sucesor designado, no hubiera vuelto Alemania a la democracia. Pero la estructura del Tercer Reich hubiera sufrido un cambio positivo: Göring era por naturaleza tolerante y no carecía de humor. Muchas medidas dictadas por sugerencia de Hitler hubiesen desaparecido. Con toda seguridad no habría ido a la guerra. Hubiese disminuido el terror y los judíos habrían gozado de mayor libertad. Himmler no tenía por entonces la fuerza y el poder de que gozó más tarde. Para Göring hubiera podido resultar peligroso Heydrich, ambicioso e intelectualmente superior a él. En el Tercer Reich Heydrich fue la gran incógnita. 




Horst Krüger
escritor (nacido en 1919)

Un pensamiento terrorífico para mi equivalente a una pesadilla. Se hubiera puesto en movimiento una nueva leyenda de la puñalada por la espalda. Todavía nos estarían gobernando los descendientes políticos de Hitler. Quizá se hubiese establecido en Alemania un fascismo moderado, parecido al español, sin elementos católicos, por supuesto. El III Reich hubiera tenido grandes posibilidades de sobrevivir, si bien no en la forma hitleriana. La persecución a los judíos, ataques como el de la Noche de los Cristales, posiblemente no se hubieran repetido en el régimen de los sucesores.

Personalmente no consideré ni siquiera en 1938 a Hitler como el más grande de los alemanes, porque no había olvidado lo pasado desde 1933. Nos libramos de Hitler porque se decidió a pasar el Rubicón de su propia locura. Empezó en 1939 con la ocupación de Praga y terminó en 1941 con la invasión de Rusia.


Walter Dirks 
publicista y coeditor de "Frankfurter Hefte" (nacido en 1901)

Me temo que Fest tenga razón. En lo que a mí se refiere mi opinión por aquel entonces sobre el nacionalsocialismo estuvo en función de sus teorías políticas, cuyas raíces debían buscarse parte en el cristianismo, parte en el marxismo. Por lo tanto me encontraba en cierto modo inmune contra los aspectos tanto positivos como negativos que se sucedieron en los primeros años después de la toma del poder. Los negativos los registraba cuidadosamente porque venían en apoyo de mi teoría. Los positivos no me lograban engañar. Pero yo formaba entonces parte de una minoría crítica. Esto no es válido, pues, para la gran masa del pueblo en el año 1938. Por otra parte, sería bueno saber si cuando Fest se refiere a finales de 1938 debe entenderse antes o después de la Noche de los Cristales. Porque el número de los críticos aumentó considerablemente después del choque que supuso esa noche. Sin olvidar que el descontento generalizado al iniciarse la guerra, en 1939, demuestra que la admiración por Hitler en 1938 no era tan profunda.


Eugen Kogon 
profesor de Politología y recopilador del libro "Der SS-Staat" (nacido en 1903)

Por entonces, pasado 1933, eran muy pocos los alemanes que no coincidieran en algún punto con los nacionalsocialistas o que no estuvieran conformes con parte de su actividad, o al menos no la consideraran positiva. Igualmente, fuera del partido, no existían menos alemanes dispuestos a criticar esta actividad. Pero prácticamente ninguno, ni dentro ni fuera del partido, se hubiera atrevido a asegurar que aquél era el buen camino político para el futuro alemán. En el caso de que Hitler hubiera muerto en el atentado y en consecuencia desaparecido el régimen, la mayor parte de los alemanes lo hubieran considerado como una liberación, siempre que no hubiera supuesto volver a la situación anterior a 1933 y que la restablecida democracia hubiese hecho suya "la parte positiva del nacionalsocialismo". Liberación del despotismo de los ´faisanes dorados´ hasta Göring, del control ejercido a todos los niveles, de casa, frente del trabajo, policía secreta; liberación de los gritos apasionados de Goebbles y del afán de aventura de Hitler. Así las cosas, para los alemanes hubiera supuesto el nacionalsocialismo un entreacto, no exento de cosas positivas pero acompañado de signos nada simpáticos y hasta horribles.


Fritjof Meyer 
redactor del "Spiegel" (nacido en 1932)

Ninguno de los problemas solucionados en 1945 hubieran podido serlo en 1938. Cualquiera que hubiera sido el sucesor de Hitler en el mismo partido, pero con menos personalidad -una especie de Jruschov del nacionalsocialismo- se hubiera dejado inducir a un arreglo del problema de Danzig sin Polonia, a desafiar la concurrencia de Gran Bretaña y a vengarse de Francia. El gran Reich alemán hubiera puesto en peligro el equilibrio europeo y con ello atraído al escenario político internacional a Norteamérica y la Unión Soviética.

La pequeña burguesía triunfante en 1938, después de haber satisfecho sus ambiciones sociales y nacionales, hubiese exigido "espacio vital" y colonias, y permanecido lejos de las exigencias de una sociedad industrial para encerrarse en un idilio feudal. Se hubiera continuado persiguiendo al contrapeso de la balanza: a los judíos liberales, a los cristianos practicantes, a los funcionarios del movimiento obrero. Para todo esto también hubiera sido válido el mito del Führer muerto. Para el fracaso, sin embargo, no hubiese podido servir de cabeza de turco. De todas maneras, en algún momento los alemanes se hubieran dado cuenta de la realidad y aprendido la lección e incluso reconocido con dolor, que hasta un Hitler al que los acontecimientos no habían derrotado, traicionó con sus ideas a su propio pueblo alemán.


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Una foto autografiada de A. Hitler, tomada por el fotógrafo Heinrich Hoffmann


Bien, hasta aquí el coloquio de personalidades alemanas en el campo de la historia y otras ciencias afines, ahora revisemos otro PUNTO DE VISTA más actual sobre el tema, la tesis es planteada por los célebres investigadores, ya fallecidos, Michael Baigent y Richard Leigh. Sus apreciaciones se encuentran inmersas en el capítulo "La Resistencia Alemana" de su libro "Secret Germany":


Michael Baigent
escritor y psicólogo (nacido en 1948). 
Richard Leigh 
escritor (nacido en 1943)

Muchos conspiradores en 1938 solo pretendían detener a Hitler y someterlo a juicio, lo que habría impedido convertirlo en mártir, así como las acusaciones de que le habían asestado una "puñalada por la espalda". Desde 1933 uno de los conspiradores había reunido y cotejado secretamente material para un proceso legal. También se habló de que un grupo de médicos declarase oficialmente demente al Führer. Pese a diversas objeciones, desarrollaron un plan de contingencia para asesinarlo, partiendo de la base de que "el tiranicidio siempre se ha considerado un mandamiento moral". 

Obviamente, resulta fácil recapacitar sobre la historia, si bien cuesta imaginar un momento de indecisión y de irresolución con consecuencias más trágicas


Con frecuencia se sostiene que Hitler habría retrocedido si Chamberlain se hubiese mostrado firme en Munich. En realidad, Hitler NO habría retrocedido, pero, al dejar de hacerlo, casi con certeza lo habrían destituido y probablemente eliminado, lo que habría resultado más beneficioso para la humanidad y para la historia del siglo XX.

De todos los complots contra Hitler, probablemente el de 1938 tuvo las mayores posibilidades de éxito y estuvo más próximo a su realización. También fue la última ocasión en la que militares de elevada graduación del alto mando, incluido el jefe del Estado Mayor, mostraron la voluntad, la unanimidad y la disposición a actuar de forma tan concertada.


Anotaciones del editor del blog:



Es interesante observar que ninguno de los participantes en el coloquio llega a reflexionar sobre cómo hubiese sido un gobierno posterior a Hitler, sin nazis de por medio, a breves rasgos se menciona la posibilidad de un triunvirato militar al ser ellos quienes depusiesen a Hitler. La mayoría habla de una continuidad del régimen nacionalsocialista pero más "blando" y buscando otras formas de entablar verdaderas relaciones internacionales dentro de un aparente marco legal. También es cierto que muchos conspiradores militares eran pro-monárquicos y deseaban restaurar el trono con una monarquía parlamentaria. Tampoco se debe pasar por alto que este coloquio de personalidades tuvo lugar en 1974, hace 45 años, en plena guerra fría, con una Alemania dividida y una poderosa Unión Soviética que garantizaba a los Estados Unidos la destrucción mutua asegurada en caso de un conflicto nuclear. 



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Nota final:

*Aclaración sobre el verbo condicional "habría"

Dado que he recibido algunas críticas respecto a los temas en que se utiliza el verbo condicional "habría" en los artículos de nuestro amigo Nick Ottens del portal Never Was Magazine, cuyo lema es: Explorando un pasado que nunca fue ("Exploring a past that never was"), donde se presentan ponencias planteadas como hipótesis, que, lógicamente, no sucedieron. No obstante, ofrecen una plausible explicación porque en un tiempo y bajo circunstancias determinadas pudo ser posible. 

Gramaticalmente, sobre el uso del condicional "habría"  existe la siguiente explicación para su uso:

El condicional compuesto del modo indicativo "habría" alterna con el pretérito pluscuamperfecto del subjuntivo (hubiera / hubiese) en la mayor parte de los contextos. Así por ejemplo en "Yo lo habría hecho de otro modo" equivale a decir "Yo lo hubiera hecho de otro modo" o "Yo lo hubiese hecho de otro modo". 

Esto es posible porque en ambos casos denota una situación irreal, posible, probable. Esta alternancia no se da en oraciones como la siguiente "Lamentó que a su jefe no le hubiera gustado (o hubiese gustado) la presentación del evento". No es posible decir "Lamentó que a su jefe no le habría gustado la presentación del evento". Aquí no es posible porque aparece el verbo factivo emotivo "lamentar" que exige solo el modo subjuntivo, nunca el indicativo, como también pasa con el verbo asombrar: "Se asombró de que hubiera llegado (o hubiese llegado) tan alegre", pero no "se asombró de que habría llegado tan alegre". 

(* Esta explicación sobre el condicional no pertenece al editor del blog)

Fuente básica de consulta:

COLOQUIO: "Habría surgido una nueva leyenda de la puñalada". Recopilación de Rolf-Steinberg. Enciclopedia el III Reich, Tomo II, Editorial Noguer S.A. Barcelona España 1974 

23 septiembre 2019

¿Y si Hitler hubiese sido asesinado en 1938? (I)




Por Tito Andino U.

Algunos autores han ensayado el tema qué hubiese pasado si la bomba de Stauffenberg (20 julio 1944) cegaba la vida de un ya enloquecido Adolf Hitler? Posiblemente la guerra habría terminado y quizá millones de soldados y civiles no habrían muerto, o millares de judíos no habrían sido deportados desde Hungría hacia Auschwitz, o probablemente ciudades alemanas como Dresde no habrían sido arrasadas por las bombas. Las mismas interrogantes surgen si retrocedemos más en el tiempo, a 1939, más precisamente al 8 de noviembre de 1939, fecha en la que Alemania estaba ya en guerra (al menos declarada) contra Francia e Inglaterra, en esos instantes el carpintero y electricista alemán, Georg Elser, estuvo a punto de eliminar a Hitler, algo que los generales no se atrevieron hacer en 1938.

 


I parte

El film alemán "Elser - Er hätte die Welt verändert", cuya traducción literal es: "Elser - Habría cambiado el mundo"(presentada en versión castellana como "13 minutos para matar a Hitler") estrenado en 2015 es la historia del atentado contra Adolf Hitler del 8 de noviembre de 1939 perpetrado por Georg Elser, valga resaltar uno de los pocos intentos de asesinato del jefe nazi a punto de coronarse con éxito (de los muchos que se planificaron). A pesar que Elser actuó solo, es destacable su valiente actitud al no mencionar a sus amigos militantes comunistas durante las horrendas torturas. En Alemania, décadas más tarde se reconoció a Georg Elser como héroe de la resistencia antinazi.

Como sabemos no fue el único intento de eliminar al dictador alemán, se tiene conocimiento de la existencia de 42 planes (otras fuentes amplían a 46), muy pocos fueron llevados a la práctica

Desde la perspectiva histórica los atentados que se ejecutaron y pudieron haber cambiado el curso de la historia, al ser los que más se acercaron a cumplir el objetivo son: 

El de Elser (8 noviembre 1939); la bomba que no detonó en el avión que trasladó a Hitler de regreso de Smolensk a la Guarida del Lobo -Wolfsschanze- (13 marzo 1943), fallido intento de la resistencia militar, misma que volverá actuar el año siguiente, en la más conocida intentona, que no solo debía eliminar físicamente a Hitler sino que tenía que culminar con un bien elaborado golpe de estado que terminaría proponiendo la paz a los Aliados, hablamos, claro está, de la bomba de Claus von Stauffenberg, el 20 de julio de 1944. 


Sección en homenaje de Georg Elser en el "Gedenkstätte Deutscher Widerstand" - en inglés: "German Resistance Memorial Center"; en castellano se lo conoce como "Monumento a la Resistencia Alemana", ubicado en Berlín en el ex Cuartel General del Ejército, en la calle que hoy se llama Stauffenbergstrasse (antes Bendlerstrasse). Este Centro es a la vez Museo y Monumento conmemorativo. 


El juicio contra Hitler por el putsch de 1923

Un hecho trascendental en la historia contemporánea de Alemania hubiera cambiando el curso del futuro mediato de la época si solo se aplicaba la ley penal alemana vigente en esos momentos. 


¿Y si Hitler hubiese sido condenado a muerte en el Tribunal que lo juzgó por el putsch de Munich en 1923? El 1 de abril de 1924, Hitler fue declarado culpable y sentenciado por un delito de alta traición. La pregunta es lógica, ¿qué pasó entonces para que recobre tan pronto la libertad?. 

Los cargos por los que fue juzgado eran graves, había incluso cuatro policías muertos. La ley penal alemana (Código Penal) castigaba este hecho con penas que iban desde la cadena perpetua hasta la pena capital. A Hitler se le aplicó circunstancias atenuantes, una rebuscada pena mínima de cinco años de prisión, a los pocos meses el hombre estaba libre. Lo que parecía sería el final de la carrera política de Hitler, su condena al olvido, se transformó en la plataforma de su programa a nivel nacional.




Un imprescindible libro para entender este capítulo de la historia del nazismo lo encontramos en la reciente publicación (2019) del historiador estadounidense David King, "El juicio de Adolf Hitler" (Seix Barral). Muchos en su tiempo calificaron ese proceso como un circo, una parodia judicial, una burla al derecho. Dice King en su obra que


"En primer lugar, el tribunal federal de Leipzig, según la legislación alemana, era el competente para juzgar a los cabecillas del putsch. Solo por el asesinato de cuatro policías, Hitler podría haber sido condenado a muerte —bien fuese en la guillotina o en el paredón de fusilamiento—, lo que sin duda habría sido un golpetazo gigantesco para el devenir de la historia del siglo XX". 

Al presidente del tribunal, George Neithardt, le simpatizaba la causa nazi, de los múltiples cargos contra Hitler solo prestó atención a unos cuantos. Los cargos de la acusación iban desde "detención ilegal de miembros del Gobierno, concejales del ayuntamiento y ciudadanos judíos; intimidación a las personas detenidas en la cervecería; atraco a las imprentas de papel de moneda; hurtos y destrozos en la sede del periódico rival e incitación a cometer actos vandálicos, asesinato de policías". El juez adujo que Hitler y los sublevados habían actuado "con un ánimo puramente patriótico... y por los motivos más nobles y desinteresados". 

¿Y si Hitler hubiese sido expulsado de Alemania en 1924?. El libro de King profundiza el análisis de la ley alemana de la época, estaba claro que Hitler (austriaco) era un extranjero acusado de traición y que debía ordenarse su deportación una vez cumplida la sentencia. Neithardt ignoró deliberadamente la ley (no era solo su simpatía con la causa, fue evidente que alguien más estaba tras la decisión del tribunal presidido por éste juez). En el fallo se anotan puntos de vista subjetivos y no de índole legal, por ejemplo, se señala que Hitler es un "austriaco de origen alemán", que "piensa y siente como un alemán", se cita su "valentía" en las filas del ejército germano durante la Gran Guerra, entre otros argumentos fuera de contexto.


De esa forma Hitler se libró del patíbulo en 1924 o de una segura cadena perpetua; o, por lo menos, de una larga pena de prisión, dada la magnitud de los cargos imputados en su contra. 


II parte

A continuación revelamos interesantes puntos de las intrigas contra Hitler en el seno de la Wehrmacht en 1938 que de haber sido ejecutadas hubieran cambiado el curso de la historia. 

   Deutscher Widerstand
              La Resistencia Alemana en 1938




La resistencia alemana antinazi clandestina y organizada, pero no unificada, existió desde antes que los nazis asuman el poder, se conformaba por grupos de civiles y militares que deploraron el rumbo que iba a tomar la nación, convencidos que Hitler conduciría a Alemania al abismo. Se urdieron varias conspiraciones para capturarlo o asesinarlo, única forma de derrocar a una férrea dictadura ya enquistada en todos los ámbitos del poder. 

El Teniente Coronel Hans Oster (futuro General) tenía planes para asesinar a Hitler desde 1936. En el verano de 1938 existía ya una estructurada célula civil-militar dispuesta a llevar a cabo el magnicidio. Oster era Jefe de la Oficina de Inteligencia Militar en 1938 y protegido por el Almirante Wilhelm Canaris, jefe de la Abwehr.

En ese peligroso ambiente nació el primer golpe de estado planificado contra Hitler y los nazis. Su misión, como se ha dicho, era derrocar al régimen nazi y matar a Hitler. El complot encabezado por Oster contaba con la anuencia de varios de los principales jefes militares, de la policía de Berlín, comandantes de tropas locales, autoridades civiles, diplomáticos, líderes religiosos, hombres de letras e intelectuales. Muchos de esos nombres de la resistencia han quedado olvidados de las páginas de la historia.

Oster y su grupo motivaron al general Ludwing Beck -en ese entonces Jefe del Estado Mayor del Ejército- para llevar a cabo un inmediato golpe de estado contra Hitler. Beck planificó el arresto de Hitler, contrario al criterio de otros oficiales, para que se ejecutará solo en caso de iniciarse la guerra. El plan no se cristalizaría nunca, aunque estuvo a un paso de cumplirse, casualidades históricas de última hora e indecisiones en los mandos militares paralizaron el golpe. Años más tarde, los mismos personajes: Oster, Beck, Canaris, Witzleben y otros implicados participarían nuevamente en el atentado de Stauffenberg del 20 de julio de 1944. 


El libro "The Oster Conspiracy of 1938: The Unknown Story of the Military Plot to Kill Hitler & Avert World War II" (2004) (La conspiración de Oster de 1938: la historia desconocida del complot militar para matar a Hitler y evitar la Segunda Guerra Mundial), del historiador estadounidense Terry M. Parssinen. La obra describe como Hitler en septiembre de 1938 tenía su mirada puesta en Checoslovaquia. Basado en investigaciones de fuentes británicas y alemanas, así como documentos previamente desconocidos en el Instituto de Historia Militar de la Escuela de Guerra del Ejército de los Estados Unidos.


Hans Oster (1887– 1945) General de la Wehrmacht, miembro de los servicios secretos (Abwehr), colaborador del Almirante Wilhelm Canaris y conocido como uno de los primeros opositores de Hitler. Su participación en la Resistencia Alemana está bien documentada. Desde 1935 laboró en el Abwehr, participando en reuniones de la oposición tanto civil como militar. Tenía diseñado un plan para matar a Hitler en 1936 y participó activamente en el complot de 1938 junto a Beck y otros. Durante la guerra mantuvo contacto con miembros del Alto Mando del Ejército opuestos a los planes guerreristas de Hitler. En 1942 ascendió a general, su posición frente al nazismo y Hitler permaneció inalterable. Fue arrestado el 21 de julio de 1944. Oster tuvo un proceso sumario ante un tribunal militar el 8 de abril de 1945, junto a Dietrich Bonhoeffer, Wilhelm Canaris y otros, es condenado a muerte. El 9 de abril, en Flossenbürg fueron ejecutados en la horca.

Hitler había convocado en secreto a los mandos militares el 30 de mayo de 1938, allí les comunicó su "irrevocable decisión de acabar con Checoslovaquia en breve plazo".

Ese plazo terminaba a fines de septiembre de ese año, debiendo cumplirse la directiva establecida en el plan "Grün". El general Beck, luego de protestar contra esos preparativos dimitió el 18 de agosto de 1938, hizo lo imposible por paralizar los planes de guerra de Hitler contra Checoslovaquia, dejando sentada su protesta ante el Comandante General del Ejército, Walther von Brauchitsch, por esa política militar agresiva, inmoral e imprudente, advirtiendo que ello solo conduciría a la catástrofe ya que se calculaba que llevaría a una guerra con Gran Bretaña, Francia o la Unión Soviética, Beck era de la opinión que Alemania no podría ganar un conflicto de ese calado. "Un ataque a Checoslovaquia nos conduciría muy probablemente a una segunda guerra mundial" reflexionaba Beck. De igual opinión eran en la Marina de Guerra Alemana -Kriegsmarine-, según sus cálculos no estaban preparadas para enfrentarse en el mar a Inglaterra. La duda seguía siendo la Luftwaffe comandada por Goering.


General Ludwing Beck 

Memorándum de Ludwing Beck al Comandante Supremo del Ejército, von Brauchitsch, el 16 de julio de 1938

"Constituye una falta de personalidad y sentido del deber, el hecho de que un soldado desempeñando una alta función, considere en estos tiempos el cumplimiento de su misión sólo dentro del cuadro de sus deberes militares, sin darse cuenta de la responsabilidad que le incumbe frente a todo el pueblo. Tiempos inhabituales exigen medidas extraordinarias
El Führer considera al parecer que la solución del problema de los sudetes alemanes pasa por la invasión de Checoslovaquia. Elementos irresponsables y radicales de su círculo de inmediatos colaboradores, le ratifican en su opinión. Existen dudas sobre el comportamiento de Göring. Unos creen que se da cuenta de la gravedad de la situación y procura calmar al Führer, mientras otros están seguros de que, como en los casos de Blomberg y Fritsch, está entregado a un doble juego y da la razón a Hitler cuando se encuentra ante él.
Para este fin son convocados los altos jefes de la Wehrmacht en primera línea, porque la Wehrmacht es el instrumento del Estado para el desarrollo de una guerra.
Está en juego la existencia de la nación. La historia cargará a este Führer con la culpa de un delito de sangre si no actúa de acuerdo con su saber y conciencia. La obediencia del soldado tiene un límite: aquél en que el cumplimiento de una orden es incompatible con el saber, la conciencia y el sentido de la responsabilidad personal".


Beck y los suyos concluyeron que solo podía obtenerse el respaldo de la oficialidad del ejército si demostraban que Hitler dirigía a la nación hacia una guerra abierta. Es necesario resaltar que uno de los resquemores  iniciales de Beck y de la Wehrmacht era que Alemania no estaba lista para ir a una guerra de grandes dimensiones e insoldables consecuencias. Luego, juzgaron el cinismo de Hitler y de los nazis, era lógico cuestionarse moralmente sobre los sentimientos de culpabilidad que recaería sobre Alemania, era ya más una cuestión de honor y deber.    

Hitler llegó a enterarse sobre las reuniones de Beck y los altos mandos alemanes (1938), las conclusiones del líder alemán fueron sorprendentes: "Los señores no harán nada"

Hitler acertó, a la vez él no actuó en contra de ellos, salvo aceptar la renuncia de Beck y consentir el nombramiento del general Franz Halder (otro conspirador) como sustituto del renunciante. Halder era un notorio detractor de Hitler al que calificaba de "delincuente", "loco" y "sanguijuela", continuó con la organización del golpe y el aporte de nuevos voluntarios (incluido Beck).


Franz Halder (1884-1972). Jefe del Estado Mayor del Alto Mando del Ejército Alemán desde 1938 hasta 1942. Declarado opositor a Hitler, participó activamente en las primeras conspiraciones militares contra el jefe nazi. La ´Conferencia de Munich´ paralizó un serio y planificado golpe de estado contra Hitler. Tras la reunión del 14 de agosto de 1939 Hitler ordenó la invasión definitiva de Polonia. Desde aquel día Halder registró en un diario todas sus observaciones sobre el manejo de los primeros años de la guerra, la última entrada data del 24 de septiembre de 1942. Halder como Jefe del Estado Mayor del Ejército fue responsable de las estrategias de guerra para la invasión de Polonia, Francia e Inglaterra. El 23 de julio de 1942, Hitler emitió la Directiva N.º 45, es decir, la orden de la ocupación del Cáucaso y Stalingrado. Halder se opuso y lo hizo saber a Hitler, su argumento era que Alemania no disponía de tropas suficientes y el enemigo estaba lejos de ser derrotado. En septiembre de 1942 Hitler lo relevó del mando, Kurt Zeitzler ocupó su puesto, Halder pasó al Ejército de Reserva. Franz Halder fue detenido por la Gestapo tras el atentado del 20 de julio de 1944, pese a que no participó directamente, trasladado a Flossenbürg (campo de concentración) y luego a Dachau. A fines de abril de 1945 Halder es enviado  a Niederdorf, en el Tirol del Sur, donde tendría que ser ejecutado junto a importantes prisioneros políticos (Kurt Schuschnigg, Léon Blum, Hjalmar Schacht, Fabian von Schlabrendorff, entre otros). El 5 de mayo tropas estadounidenses capturaron el campo impidiendo las ejecuciones.

Los planes para efectivizar el golpe de estado (putsch de 1938) fueron discutidos largamente, incluso se llegó a contactar con países extranjeros, se enviaron mensajeros a París y Londres para sondear reacciones y apoyos, sobre todo para denunciar las maniobras de Hitler y como deberían los políticos occidentales oponerse a sus demandas.

Sin embargo, los conspiradores dubitaban, qué harían con Hitler cuando el ejército consuma el golpe de estado?. Grandes discusiones, la mayoría de los oficiales participantes en la intriga convinieron que si se les liberaba del juramento de lealtad a Hitler, aceptarían que éste sea asesinado. El golpe de Estado debía producirse cuando Hitler diese el evidente paso hacia la guerra. Y ese paso evidente era la invasión de Checoeslovaquia.  Si Hitler ordenaba la invasión, el ejército tenía que movilizarse... pero no rumbo a Praga, sino a la Cancillería del Reich, derrocar al régimen y asumir el poder.



El 15 de septiembre el primer ministro británico Neville Chamberlain arribó al "nido del aguila" en Berchtesgaden para mediar con Hitler por la crisis checa, el Führer se negó a ceder en sus pretensiones, los conspiradores tenían un motivo para actuar... Un entrometido Mussolini alteró los planes de Hitler... y de los golpistas... la invasión fue paralizada a última hora al convocar el Duce a la ´Conferencia de Munich´ el 29-30 de septiembre de 1938 (según algunos, la última esperanza para la paz), sin consultar con un rabioso Hitler que solo deseaba la guerra.

Ese acto obró un cambio en el sino de Alemania y de Hitler, la ejecución del golpe de estado tuvo que paralizarse en aras de la política de "apaciguamiento" europea. Una "paz" a costa de los Sudetes, evidentemente.

Por supuesto, Hitler no se "apaciguó", a los pocos meses (marzo 1939) Alemania invadía el resto de Checoeslovaquia e iniciaba la crisis polaca. Los golpistas alemanes -militares y civiles- quedaron en estado de shock ante los sucesos, las muestras de simpatía de la ciudadanía germana hacia el régimen, obra de la propaganda de Goebbels funcionaba a maravillas!

Volvamos a fines de septiembre de 1938. Halder es informado que parte de las tropas designadas para el ataque a Checoslovaquia, los Cuerpos de Ejército II y VIII, bajo el mando de von Bock y von Rundstedt han sido movilizadas el 27 de septiembre y debían ocupar las posiciones asignadas en el plan "Grün". Fecha de ataque: 30 de septiembre de 1938.

El 28 de septiembre la tensión alcanzó su punto máximo. ¿Debía estallar la rebelión ese mismo día? o, ¿se debía esperar al 30?. "Halder se había decidido por el 28 de septiembre, de pronto aparece en escena el general Brauchitsch a decirle que Hitler había aceptado un ofrecimiento de mediación por parte de Mussolini. Con ello desaparecía el motivo de la rebelión, con ello desaparecía para la masa el temor de la guerra, el medio psicológico con el que pensaban operar los conjurados. Parece que Halder comentó: "Qué podemos hacer?. Le sale todo a pedir de boca?" Los conspiradores quedaron efectivamente confundidos y consternados con la "paz hitleriana"; la amenaza de guerra desaparecía, sin ella la fuerza para validar el golpe dejaba a los conspiradores sin justificación para actuar.

Puede ser que las palabras de Halder suenen más a pretexto que los deseos de buena parte de los mandos de la Wehrmacht. Halder afirmó posteriormente que se volvió a planear un golpe en 1939 con la esperanza de neutralizar a Hitler antes de que se inicien los combates con Francia y los británicos, la guerra relámpago sobre Polonia impediría la adhesión de mayores apoyos en la Wehrmacht, pero seguía contando con el respaldo mayoritario de la gente de 1938. Esta vez se planeaba no solo detener y asesinar a Hitler sino también a la mayoría de la jerarquía nazi.

Los aristocráticos generales alemanes tenían poder y disponían de oficiales decididos a dar el golpe de estado, no obstante, no se ejecutó el plan. En los juicios de Nuremberg el general Halder fue preguntado: "¿En el caso de que Chamberlain no hubiese ido a Munich, el plan se habría ejecutado y habrían detenido a Hitler?". Respondió que sin lugar a dudas el plan se habría llevado a cabo.


General Walther von Brauchitsch (1881-1948) Comandante en jefe del Ejército en los primeros años de la IIGM: 1938-1941. Su posición frente a las conspiraciones de 1938 contra Hitler lo mostraron dubitativo, conocedor del complot no quizo asumir el liderazgo del golpe, solo prometió "no hacer nada, ni impedir que otros actúen". Posteriormente von Brauchitsch ignoró cualquier otra pretención de los conspiradores, pero si accedió en noviembre de 1939, a instancias de Franz Halder y los conspiradores, a solicitar audiencia con Hitler, intentó persuadirle que Alemania no podría ganar una larga guerra en Europa e intentó convencer a Hitler que descarte su plan de invadir las naciones eslavas. Pese a las negativas del Führer se mantuvo en su cargo, fue nombrado mariscal de campo en 1940, pieza clave en la blitzkrieg en el oeste. Dirigió las campañas de Polonia, Francia y los Balcanes. Pero el fracaso para tomar Moscú en 1941 marcó su caída, enfermó (sufrió un ataque cardiaco), declarándose su incapacidad para dirigir la comandancia, presentó su renuncia y relevado el 19 de diciembre de 1941. Ese acto supuso que Hitler asumiera para sí mismo el cargo de comandante en jefe del Ejército. Von Brauchitsch fue detenido y juzgado en los Procesos de Nuremberg por crímenes de guerra siendo deportado a un campo para prisioneros de guerra en Gales del Sur. En 1948 fue trasladado a Alemania para un nuevo proceso ante un tribunal británico, no fue condenado ya que falleció en octubre de 1948 en el Hospital de Hamburgo.

El probable asesinato de Hitler en septiembre de 1938 estaba previsto de la siguiente forma. 

Mariscal de campo Erwin von Witzleben (1881-1944), destacado conspirador contra Hitler desde los inicios del nazismo. En 1938 participó en la tentativa de golpe de estado de Olster, Beck, Halder y otros. Su rol era esencial, él debía arrestar a Hitler en la Cancillería una vez que Hitler ordenara la invasión de Checoslovaquia (1938), como sabemos el golpe se paralizó por la convocatoria a la Conferencia de Munich (29-30 septiembre 1938), fue forzado a abandonar el servicio activo aquel año. Fue llamado a servicio al iniciarse la IIGM, puesto al mando del I Ejército en 1939, participó en la invasión de Francia (mayo 1940), nombrado comandante en jefe del Grupo de Ejércitos D, encargado del teatro de operaciones en el Frente Occidental. Tras el fracaso de la Operación Barbarroja, los conspiradores volvieron a ponerse activos en 1942, Hitler lo destituyó por sospechar de él. von Witzleben mantuvo contacto con el círculo de conspiradores de la Wehrmacht, participando de forma activa en la ´Operación Valquiria´, del 20 de julio de 1944. Witzleben habría sido nombrado Comandante en Jefe de la Wehrmacht de tener éxito el golpe de Estado y la muerte de Hitler. Se presentó en el cuartel general del Ejército para asumir el mando de las fuerzas golpistas, allí permaneció hasta su arresto. Juzgado por el Volksgerichtshof (Tribunal del pueblo) del siniestro juez nazi Roland Freisler, el 8 de agosto de 1944, sentenciado a pena de muerte y ahorcado desnudo con una cuerda de piano ese mismo día, en la prisión de Plötzensee en Berlín.

El historiador Walter Görlitz detalla que el día X cuando Hitler diera la orden de llevar a cabo la operación "Grün", el general Witzleben -después que la 23 división de Potsdam ocupe el barrio gubernamental- debía presentarse en la Cancillería acompañado de su Estado Mayor y oficiales de confianza para detener al Führer

"¿Y después?... el después es borroso. En un principio se había pensado en una dictadura militar o en un directorio político presidido por Beck". Se esperaba que la Marina permanezca neutral, no era clara la posición de la Luftwaffe comandada por Goering y designado sucesor del Führer. Franz Halder, sin mando directo sobre las tropas, dejó en manos del general Witzleben el desarrollo de la acción, concentrándose en los objetivos complementarios: detención de Hitler, alejar el peligro de una guerra civil dasarticulando a las SS y las instalaciones del Partido en Berín (de hecho, el pretexto para el golpe sería detener un presunto complot de las SS para usurpar el control del país).

Según el comandante Wilhelm Heinz


"los jóvenes oficiales del servicio de información habían preparado un plan suplementario. De acuerdo con él, debería acompañar al general Witzleben un destacamento de soldados encargados de fusilar a Hitler inmediatamente".
  
Otra fuente (Secret Germany) afirma que se conformó un ´grupo de asalto´ con oficiales armados que se prepararon y reunieron en diferentes apartamentos de Berlín, al iniciarse el golpe, el ´grupo de asalto´ entraría en la Cancillería, presuntamente para detener a Hitler. Se había planeado "medidas más drásticas: ´el grupo de asalto´ estaba empeñado en provocar un incidente y, en el proceso, disparar contra Hitler. A continuación formarían el nuevo gobierno alemán, establecerían la monarquía constitucional democrática y otorgarían la corona a uno de los dos nietos del antiguo Kaiser Guillermo II".


Razones del fracaso

Dada la formación cultural del alemán, con fuerte influencia de los principios prusianos del respeto a la autoridad, la ley y el orden, aun provenga de un régimen innoble, llevó a muchos militares antinazis a rechazar cualquier idea de socavar el orden público mediante actos de traición a su juramento de lealtad (obligados a jurar por Hitler antes que por Alemania en 1934) o participar en acciones de carácter ilegal como un golpe de estado contra un gobierno aparentemente legal. Muchos conjurados temían el reproche público, al estigma de ser señalados como antipatriotas o asesinos, o la ignominiosa acusación de alta traición, por cuanto Alemania estaba, de hecho, en guerra tras la declaratoria de las potencias occidentales.

- Inicialmente existían diferentes grupos, sin un mando unificado, opuestos a Hitler dentro de la Wehrmacht, no obstante, aquello era suficiente. Faltó determinación en los momentos claves antes de la guerra. Con el tiempo, en plena conflagración mundial, esos círculos fueron organizando una sólida red clandestina.

- Lo mismo aconteció con la oposición civil, no existía unidad de ideas y objetivos en la resistencia. Cuando se logró reunir a civiles y militares surgieron más problemas. Unos querían eliminar físicamente a Hitler; otros aspiraban volver a los valores democráticos con un sistema parlamentario plural; otros eran abiertamente promonárquicos; otros autoritarios, pero nada de nazis de por medio; otros deseaban la restauración de la familia Hohenzollern en el trono del Imperio alemán; y, hasta hubo algunos ilusos que creían poder enderezar a Hitler mediante el dialogo y los acuerdos...

- Como señalábamos, las diferencias de criterios también reinaban en el círculo de oficiales complotados de la Wehrmacht, había de todo, nacionalistas, conservadores, monárquicos, varios apoyaron el ascenso de Hitler como un mal necesario para potenciar a unas debilitadas y desprestigiadas fuerzas armadas, pero se oponían a la irrevocable y temeraria decisión de Hitler de apostar por una nueva guerra que podría culminar en un conflicto mundial.

- Por otro lado, los nazis no eran ningunos aficionados, mostraron al pueblo alemán y al exterior -mediante la propaganda- la "cara amable" del régimen. Y también gozaban de respaldo en las fuerzas armadas, muchos oficiales apoyaban la doctrina hitleriana, incluso el abierto anti semitismo y la formación de unidades paramilitares ultranacionalistas.

- Los éxitos en la política exterior (Renania, Anschluss, Sudetes, el rearme, los juegos olímpicos, la blitzkrieg en Polonia) fueron grandes triunfos para el régimen. La oposición admitía que esos factores jugaban en su contra. Una abierta resistencia política civil en esos momentos se volvió impensable, no tanto por la represión nazi a los opositores, sino debido a la popularidad de Hitler.

- La providencial oferta de mediación de Mussolini entre ingleses, franceses y alemanes que culminó con el "Acuerdo de Munich" contuvo la invasión y supuso el fin del golpe de estado.

- Para Hans Oster y sus colegas conjurados, tras el Tratado de Munich se perdió la última esperanza de paz. Acólitos de Hitler, como el general Alfred Jodl, anotó en su diario: "El genio del Führer y su resolución de no temer una guerra han aportado, sin recurrir a la violencia, la victoria. Es de creer que los incrédulos, los débiles y los desesperados se conviertan y permanezcan fieles a su conversión".

- En 1939 un hecho no previsto entre los conspiradores de la Wehrmacht entró en escena. El 8 de noviembre la bomba de Georg Elser en la cervecería de Munich provocó que hasta los mismos militares tengan acceso restringido a explosivos. Las medidas de seguridad en torno a Hitler se duplicaron. Von Brauchitsch, comandante en jefe del Ejército, intimidado por el jefe nazi dejó de prestar apoyo a los conspiradores. Halder lleno de pánico suspendió el planificado golpe de estado y ordenó la destrucción de los archivos.

- Todos los conjurados volverían a la acción en 1943 (Smolensk). En 1944, esta vez bajo la coordinación del coronel Claus von Stauffenberg, que pese a su inferior rango militar era el líder indiscutible de la trama. Si antes (1938) Hitler no actuó en contra de Beck, Oster, von Witzleben, Canaris y otros, tras el atentado con bomba del 20 de julio de 1944, desató su sed de venganza contra la oficialidad, sobre todo con la aristocrática de la Wehrmacht. 

La historia ha juzgado a quienes estaban realmente comprometidos con la paz en esos momentos, buscando evitar la guerra desde antes de 1939. Quien decidió entrar en acción e intentar detener los horrores del conflicto que iba a desencadenarse después de la invasión a Polonia fue un sencillo carpintero que sin necesidad de contar con los estrategas militares estuvo a 13 minutos de matar a Hitler. 

Recopilando información sobre este episodio de la historia, me viene a la memoria un olvidado (por el tiempo) coloquio entre varias personalidades alemanes que compartieron sus opiniones sobre el intento de atentado esbosado por altos mandos de la Wehrmacht en septiembre de 1938. Tema que será repasado en la siguiente entrada.


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Fuentes de consulta:


Walter Görlitz, "No habrá pronunciamiento - Fracasan los planes". Enciclopedia el III Reich, Tomo II, Editorial Noguer S.A. Barcelona España 1974
Michael Baigent - Richard Leigh, "Germany Secret". Ediciones Martínez Roca, Madrid Espania (2009)
Terry M. Parssinen, "The Oster Conspiracy of 1938: The Unknown Story of the Military Plot to Kill Hitler & Avert World War II", publicado por Random House (2012)  (La primera edición data del 2001)

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