I parte
por Tito Andino U.
Este artículo va previo a la publicación de una serie de ensayos que vendrán sobre la historia de Sudáfrica.
Iniciamos desde el presente como recordatorio que no se puede justificar el apartheid bajo ningún concepto. La historia de Sudáfrica no puede priorizarse -según algunos- en la sangre derramada por la colonización de los bóeres sobre un territorio hostil por naturaleza y de tribus autóctonas.
Recordemos que Sudáfrica ocupó Namibia (ex colonia alemana conocida como África del Sudoeste Alemana) donde tuvo lugar el primer genocidio del siglo XX. Alemania perdió la Gran Guerra y sus colonias, la Sociedad de Naciones mediante mandato dispuso que Namibia sea administrada temporalmente por Sudáfrica. Posteriormente la ONU y la Corte Internacional de Justicia se pronunciaron por la continua e ilegal ocupación sudafricana.
El Apartheid no se impuso solo en Sudáfrica también lo llevaron a Namibia, a Rhodesia y se pretendió expandirla a otras naciones, desde la segunda mitad del siglo XX la segregación racial operaba a toda máquina.
Sudáfrica se aprovechó de la posición geográfica de Namibia para atacar otros países, Angola es el más claro ejemplo. En 1975 de la ocupada Namibia partieron las tropas y tanques del apartheid que ingresaron en Angola, el gobierno angoleño solicitó ayuda a las tropas cubanas (y material de guerra soviético), desatándose grandes batallas estratégicas que desgastaron e inmovilizaron las tropas del apartheid hasta que plantear la negociación que pondría fin a la aventura imperialista y racista de Sudáfrica en el continente. Fueron muchos años de guerra y de presión internacional por las que el régimen del Apartheid convino abandonar Angola y Namibia. En 1989 se dio la transición a la independencia de Namibia.
Tras bastidores había otro gran problema, lo recuerda Fidel Castro Ruz, el Comandante cubano, "los racistas sudafricanos poseían, según nuestros cálculos, entre 10 y 12 armas nucleares. Habían realizado pruebas incluso en los mares o en las áreas congeladas del Sur. El presidente Ronald Reagan lo había autorizado, y entre los equipos entregados por Israel estaba el dispositivo necesario para hacer estallar la carga nuclear. Nuestra respuesta fue organizar el personal en grupos de combate de no más de 1 000 —mil— hombres, que debían marchar de noche en una amplia extensión de terreno y dotados de carros de combate antiaéreo. Las armas nucleares de Sudáfrica, según informes fidedignos, no podían ser cargadas por aviones Mirage, necesitaban bombarderos pesados tipo Canberra. Pero en cualquier caso la defensa antiaérea de nuestras fuerzas disponía de numerosos tipos de cohetes que podían golpear y destruir objetivos aéreos incluso a decenas de kilómetros de nuestras tropas".
La carrera nuclear de Sudáfrica
La aventura data de 1969, el proyecto -por supuesto- era secreto (luego se adujo que conllevaba fines pacíficos), solamente fue denunciado tras la advertencia de varios países que Sudáfrica estaba enriqueciendo uranio. En agosto de 1977 un satélite soviético detectó una zona de pruebas en el desierto de Kalahari e informaron a los Estados Unidos. En esos días Israel y el Gobierno sudafricano mantenían férreos vínculos, documentos secretos sudafricanos demuestran que Israel incluso ofreció vender armas nucleares a Sudáfrica.
No había duda que esa tecnología provenía de Israel. El 22 de septiembre de 1979 se detectó en el Atlático Sur una posible prueba nuclear no identificada (conocido como el "Incidente Vela" o "Flash del Atlántico Sur". Reportado por el satélite del Proyecto Vela de los EEUU). Durante décadas no existió una versión oficial, la información se mantuvo clasificada hasta 2016 en que la página web del Centro de Investigación sobre Seguridad Nacional de la Universidad de Georgetown en Washington mostrara el archivo que la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA) conocía que Tel Aviv realizó con la ayuda del gobierno del apartheid un ensayo nuclear en las aguas del sur del océano Atlántico (1979), concretamente sobre una plataforma oceánica al norte de la Antártida. Otro documento de la CIA de 1990 reconocía que Sudáfrica producía armas nucleares.
En principio el gobierno estadounidense hizo caso omiso de las pruebas e inicio una campaña para negarlo, la Casa Blanca ignoró los informes de la CIA, señaló que no fue un ensayo nuclear para evitar sancionar a Israel por violar el "Tratado de Prohibición Parcial de Ensayos Nucleares" (TPPEN del 5 de agosto de 1963). Los documentos desclasificados contradicen la versión del informe elaborado por una comisión de investigación designada por el presidente Jimmy Carter, que "concluía" que la explosión tuvo otro origen. El régimen del apartheid nunca brindó una versión oficial mucho menos Israel pese a que desde esos días la comunidad internacional lo denunciaba.
En 1993, de Klerk comunicaba la decisión de su país de desmantelar sus seis armas nucleares y una séptima en etapa de armado. En 1995 la IAEA (Agencia Internacional de Energía Atómica) expresó su satisfacción al declarar que Sudáfrica había desmantelado y eliminado oficialmente su programa nuclear. Es evidente que esto se consiguió también gracias a la figura cautiva del símbolo sudafricano, Nelson Mandela, un hombre íntegro, revolucionario, que había soportado casi tres décadas de confinamiento solitario.
Tras el deceso de Mandela, ni los propios africanos "derramaron" tantas lágrimas como los personajes occidentales, olvidándose que en un pasado reciente calificaron a los independentistas sudafricanos antiapartheid de "terribles terroristas". Por todo el mundo se escuchó el pesar de la prensa y políticos. Quizá como dicen algunos,
El aparteheid no terminó declarando su fin y la apertura a elecciones libres, en agosto del 2012 se volvió a sentir aquellos rezagos con la masacre de los mineros en Marikana (Sudáfrica), que trabajaban para la empresa inglesa Lonmin, se habían declarado en huelga, la policía intervino matando a 34 trabajadores e hiriendo a más de setenta y arrestando a más de dos centenares de mineros siendo torturados; existe evidencia que diecisiete mineros fueron asesinados cuando estaban retenidos tras los alambres de espino. Los forenses determinaron que la mayoría fue perseguida y ejecutada a sangre fría.
Otra evidencia documental e histórica demuestra que los supremacistas del apartheid también recibieron con agrado a las grandes potencias occidentales para convertir a la nación y a la población negra en "conejillos de indias". Un incidente comprobado fue el uso de armas químicas por parte de la hoy inexistente República de Rodhesia (en honor a Cecil Rhodes) encabezada -por supuesto- por supremacistas blancos, generalmente originarios del régimen del apartheid sudafricano, contra tropas de Mozambique el 8 de junio de 1977. También usaron armas biológicas dentro de una estrategia que causó un indeterminado número de muertes. En el libro de Glenn Cross "Guerra Sucia: Rhodesia y la guerra química - biológica 1975-1980", argumenta que en su intento de defender al gobierno blanco, los agentes de los colonos (blancos) de Rhodesia mataron de 1 000 a 2 500 personas con armas químicas y biológicas. Se debe incluir cientos o más en Mozambique, más de dos mil, según el libro "The Fallen Heroes of Zimbabwe" (publicado en 1983 por el gobierno de Zimbabwe). Solo recordar que Rhodesia se transformó en Zimbabwe (en el sur) y en la actual Zambia (en el norte).
Volviendo a Sudáfrica, el caso del doctor Wouter Basson y el programa secreto de investigación biológica y química conocido como Project Coast lo demuestra el siguiente estudio.
Iniciamos desde el presente como recordatorio que no se puede justificar el apartheid bajo ningún concepto. La historia de Sudáfrica no puede priorizarse -según algunos- en la sangre derramada por la colonización de los bóeres sobre un territorio hostil por naturaleza y de tribus autóctonas.
Una historia o una breve historia de Sudáfrica tampoco puede ocultar el régimen del moderno apartheid, al fin y al cabo es el legado que dejaron los bóeres. No obstante, el trasfondo va más allá, no solo fue fruto de los colonos que poblaron esas tierras, es consecuencia de un metódico esfuerzo colonial europeo. Nadie menciona en estos días el papel trascendental que jugó el Reino Unido para la conversión del país africano en el apartheid del siglo XX o en una potencia nuclear comandada por Israel y los Estados Unidos.
Recordemos que Sudáfrica ocupó Namibia (ex colonia alemana conocida como África del Sudoeste Alemana) donde tuvo lugar el primer genocidio del siglo XX. Alemania perdió la Gran Guerra y sus colonias, la Sociedad de Naciones mediante mandato dispuso que Namibia sea administrada temporalmente por Sudáfrica. Posteriormente la ONU y la Corte Internacional de Justicia se pronunciaron por la continua e ilegal ocupación sudafricana.
El Apartheid no se impuso solo en Sudáfrica también lo llevaron a Namibia, a Rhodesia y se pretendió expandirla a otras naciones, desde la segunda mitad del siglo XX la segregación racial operaba a toda máquina.
Sudáfrica se aprovechó de la posición geográfica de Namibia para atacar otros países, Angola es el más claro ejemplo. En 1975 de la ocupada Namibia partieron las tropas y tanques del apartheid que ingresaron en Angola, el gobierno angoleño solicitó ayuda a las tropas cubanas (y material de guerra soviético), desatándose grandes batallas estratégicas que desgastaron e inmovilizaron las tropas del apartheid hasta que plantear la negociación que pondría fin a la aventura imperialista y racista de Sudáfrica en el continente. Fueron muchos años de guerra y de presión internacional por las que el régimen del Apartheid convino abandonar Angola y Namibia. En 1989 se dio la transición a la independencia de Namibia.
Tras bastidores había otro gran problema, lo recuerda Fidel Castro Ruz, el Comandante cubano, "los racistas sudafricanos poseían, según nuestros cálculos, entre 10 y 12 armas nucleares. Habían realizado pruebas incluso en los mares o en las áreas congeladas del Sur. El presidente Ronald Reagan lo había autorizado, y entre los equipos entregados por Israel estaba el dispositivo necesario para hacer estallar la carga nuclear. Nuestra respuesta fue organizar el personal en grupos de combate de no más de 1 000 —mil— hombres, que debían marchar de noche en una amplia extensión de terreno y dotados de carros de combate antiaéreo. Las armas nucleares de Sudáfrica, según informes fidedignos, no podían ser cargadas por aviones Mirage, necesitaban bombarderos pesados tipo Canberra. Pero en cualquier caso la defensa antiaérea de nuestras fuerzas disponía de numerosos tipos de cohetes que podían golpear y destruir objetivos aéreos incluso a decenas de kilómetros de nuestras tropas".
La carrera nuclear de Sudáfrica
La foto corresponde al armazón básico de la bomba atómica diseñada por Sudáfrica.
La aventura data de 1969, el proyecto -por supuesto- era secreto (luego se adujo que conllevaba fines pacíficos), solamente fue denunciado tras la advertencia de varios países que Sudáfrica estaba enriqueciendo uranio. En agosto de 1977 un satélite soviético detectó una zona de pruebas en el desierto de Kalahari e informaron a los Estados Unidos. En esos días Israel y el Gobierno sudafricano mantenían férreos vínculos, documentos secretos sudafricanos demuestran que Israel incluso ofreció vender armas nucleares a Sudáfrica.
Reunión del 11 de abril de 1975 en la residencia del primer ministro de Israel en Jerusalén. Desde la izquierda: Eschel Roodie, director sudafricano de Propaganda; Yitzhak Rabin, primer ministro de Israel; Henrik van den Bergh, director de los servicios secretos sudafricanos, y Shimon Peres, ministro de Defensa de Israel.
No había duda que esa tecnología provenía de Israel. El 22 de septiembre de 1979 se detectó en el Atlático Sur una posible prueba nuclear no identificada (conocido como el "Incidente Vela" o "Flash del Atlántico Sur". Reportado por el satélite del Proyecto Vela de los EEUU). Durante décadas no existió una versión oficial, la información se mantuvo clasificada hasta 2016 en que la página web del Centro de Investigación sobre Seguridad Nacional de la Universidad de Georgetown en Washington mostrara el archivo que la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA) conocía que Tel Aviv realizó con la ayuda del gobierno del apartheid un ensayo nuclear en las aguas del sur del océano Atlántico (1979), concretamente sobre una plataforma oceánica al norte de la Antártida. Otro documento de la CIA de 1990 reconocía que Sudáfrica producía armas nucleares.
En principio el gobierno estadounidense hizo caso omiso de las pruebas e inicio una campaña para negarlo, la Casa Blanca ignoró los informes de la CIA, señaló que no fue un ensayo nuclear para evitar sancionar a Israel por violar el "Tratado de Prohibición Parcial de Ensayos Nucleares" (TPPEN del 5 de agosto de 1963). Los documentos desclasificados contradicen la versión del informe elaborado por una comisión de investigación designada por el presidente Jimmy Carter, que "concluía" que la explosión tuvo otro origen. El régimen del apartheid nunca brindó una versión oficial mucho menos Israel pese a que desde esos días la comunidad internacional lo denunciaba.
Bajo presión internacional para que Sudáfrica abandone su programa nuclear, que ya no podía seguir ocultando, el gobierno del apartheid anunció en 1990, en el mandato de F. W. de Klerk, que su país había fabricado su primera bomba atómica.
En 1993, de Klerk comunicaba la decisión de su país de desmantelar sus seis armas nucleares y una séptima en etapa de armado. En 1995 la IAEA (Agencia Internacional de Energía Atómica) expresó su satisfacción al declarar que Sudáfrica había desmantelado y eliminado oficialmente su programa nuclear. Es evidente que esto se consiguió también gracias a la figura cautiva del símbolo sudafricano, Nelson Mandela, un hombre íntegro, revolucionario, que había soportado casi tres décadas de confinamiento solitario.
Tras el deceso de Mandela, ni los propios africanos "derramaron" tantas lágrimas como los personajes occidentales, olvidándose que en un pasado reciente calificaron a los independentistas sudafricanos antiapartheid de "terribles terroristas". Por todo el mundo se escuchó el pesar de la prensa y políticos. Quizá como dicen algunos,
"un ruidoso duelo es una forma de tratar de compensar hoy la práctica de la ideología colonial que tanto han defendido y los crímenes a los que dio lugar. Pero resulta incomprensible que en medio de esa gran ola de homenajes nadie mencione el hecho que aún subsiste en nuestros días un Estado racista, históricamente basado –al igual que la Sudáfrica del apartheid– en la visión del mundo de Cecil Rhodes, el teórico del imperialismo germánico".
El aparteheid no terminó declarando su fin y la apertura a elecciones libres, en agosto del 2012 se volvió a sentir aquellos rezagos con la masacre de los mineros en Marikana (Sudáfrica), que trabajaban para la empresa inglesa Lonmin, se habían declarado en huelga, la policía intervino matando a 34 trabajadores e hiriendo a más de setenta y arrestando a más de dos centenares de mineros siendo torturados; existe evidencia que diecisiete mineros fueron asesinados cuando estaban retenidos tras los alambres de espino. Los forenses determinaron que la mayoría fue perseguida y ejecutada a sangre fría.
Una forma de apartheid económico y político subsiste, no solo en Sudáfrica o en el continente africano, el problema es global, es resultado de la explotación impuesta a los pueblos del Tercer Mundo.
Sudáfrica, era del Apartheid, década de 1980. El Dr. Wouter Basson trabajó en el proyecto secreto de armas biológicas denominado "Proyect Coast". Objetivo: desarrollar agentes químicos y biológicos con la intención de matar o esterilizar a la población negra y eventualmente eliminar a los adversarios políticos. Entre los agentes desarrollados destacan los virus Ébola y Marburg.
Otra evidencia documental e histórica demuestra que los supremacistas del apartheid también recibieron con agrado a las grandes potencias occidentales para convertir a la nación y a la población negra en "conejillos de indias". Un incidente comprobado fue el uso de armas químicas por parte de la hoy inexistente República de Rodhesia (en honor a Cecil Rhodes) encabezada -por supuesto- por supremacistas blancos, generalmente originarios del régimen del apartheid sudafricano, contra tropas de Mozambique el 8 de junio de 1977. También usaron armas biológicas dentro de una estrategia que causó un indeterminado número de muertes. En el libro de Glenn Cross "Guerra Sucia: Rhodesia y la guerra química - biológica 1975-1980", argumenta que en su intento de defender al gobierno blanco, los agentes de los colonos (blancos) de Rhodesia mataron de 1 000 a 2 500 personas con armas químicas y biológicas. Se debe incluir cientos o más en Mozambique, más de dos mil, según el libro "The Fallen Heroes of Zimbabwe" (publicado en 1983 por el gobierno de Zimbabwe). Solo recordar que Rhodesia se transformó en Zimbabwe (en el sur) y en la actual Zambia (en el norte).
Volviendo a Sudáfrica, el caso del doctor Wouter Basson y el programa secreto de investigación biológica y química conocido como Project Coast lo demuestra el siguiente estudio.
II parte
Sudáfrica, antiguo laboratorio secreto de terrorismo biológico de algunos países «democráticos»
EL CASO DR. WOUTER BASSON
En los años 80, el sistema de apartheid estaba amenazado en Sudáfrica. El régimen lanzó un programa secreto de investigación biológica y química llamado Project Coast. Su objetivo era la producción de sustancias mortales, que pudieran ser étnicamente selectivas y destructivas, que permitieran reducir la población negra.
Se ignora el número de personas que murieron en esas experiencias: se afirma que varios miles. El director del proyecto, el doctor Wouter Basson, fue liberado el 12 de abril de 2002 tras un extraño proceso.
En la actualidad, el escándalo compromete a Suiza que habría colaborado en las investigaciones del «doctor Muerte». En efecto, parece que para evitar los tratados de no proliferación de armas de destrucción masiva, el régimen del apartheid subcontrató a varias democracias para realizar sus investigaciones.
El Dr. Wouter Basson (primero de la izquierda) en la Corte de Justicia de la ciudad de Pretoria (África del Sur), el 24 de enero 2000, junto a su abogado (centro) y un agente de los servicios secretos sudafricanos. Foto Tristan Mendes France.
Algunos lo llaman «doctor Muerte» y el calificativo no es demasiado fuerte. A los 52 años de edad, ese hijo de cantante, brillante químico y ardiente patriota, trabaja en uno de los proyectos político-militares más temibles que haya conocido la posguerra.
Estamos en 1984 y el gobierno racista del apartheid, en una guerra larvada con sus vecinos y sobre todo con Angola, no logra que su propaganda anticomunista le traiga apoyos internacionales. Con el pretexto de temer a un ataque químico biológico, las autoridades militares establecidas deciden desarrollar una unidad especial encargada del Chemical and Biological Warfare (CBW). Nombre de código: Project Coast.
El en ese entonces presidente del Freedom Front, general Viljoen, parlamentario cercano al político racista francés de extrema derecha Le Pen, a quien impregnó con la llama frondista, todavía se vanagloriaba de haber ratificado políticamente el proyecto cuando dirigía la Defensa sudafricana en los años 80. Este general es quien encargó al doctor sudafricano Wouter Basson, quien recibirá el nombre de «doctor Muerte», tras desarrollar este proyecto.
Johannes Chaka, último paciente del Dr Wouter Basson en el hospital público de Pretoria. 27 de enero 2000. Foto TMF.
Los años 80 anuncian la llegada de Mandela y de su democracia; las autoridades políticas se dan cuenta de lo nada favorable que resulta para ellos la demografía y, que ante la consigna de una voz un voto, la comunidad afrikánder (blancos descendientes de europeos, generalmente ingleses o holandeses) muy pronto no tendrá más peso político.
Esa constatación llevará al doctor Basson a hacer un simple análisis: mientras menos negros haya menos votos negros habrá.
Pero la ecuación cuesta dinero. De esa forma, el gobierno racista que utilizaba la política del apartheid otorgó millones de francos poco antes de los años 90 para crear un laboratorio militar tecnológicamente muy bien equipado en las afueras de Pretoria en Roodeplaat.
A partir de ese momento se llevaron a cabo intensas investigaciones a fin de desarrollar una molécula mortal, sensible a la melanina que pigmenta la piel de los negros. En otras palabras, un arma de exterminio étnicamente selectiva.
Asimismo, el laboratorio militar del doctor Basson estudia, basándose en muestras, la posibilidad de propagar graves epidemias entre las poblaciones africanas. También otra sección del Project Coast se interesa en el método científico más adecuado para esterilizar en masa a las mujeres negras.
Las esferas militares extranjeras especializadas en la guerra químico-biológica van a contribuir de buen grado a ese esfuerzo de investigación: Inglaterra, Estados Unidos, Suiza, Francia, pero también Irak o Libia figuran entre los colaboradores generosos u ocasionales.
Y todo ello pese a la firma de numerosos tratados de no proliferación químico-biológica o a pesar del embargo internacional decretado por las Naciones Unidas al régimen de apartheid...
Cartones conteniendo los informes y documentos de la investigación de la Comisión de la Verdad y Reconciliación sobre los experimentos biológicos y químicos del "Doctor Muerte". Foto TMF.
El laboratorio llamado Roodeplaat se había convertido en una verdadera farmacia macabra: botulinum, talio, ántrax, sida, cólera, en cantidades alucinantes... Una tecnología mortal bajo la autoridad de un hombre, el doctor Basson, con un único objetivo: la población negra.
Las actividades de ese doctor sólo se revelaron en 1998 durante las muy especiales audiencias de la Comisión Verdad y Reconciliación sudafricana (CVR). Pero ya hace muchos años que se considera un hombre libre, tras la fianza simbólica, ante el Alto Tribunal de Justicia de Pretoria. La causa principal de porque se le llevó ante la justicia fue por fraude al fisco y la producción masiva de drogas, y sólo se ha acusado de forma muy secundaria por los sesenta asesinatos o tentativas de ello, entre los que se encuentran muy altas personalidades como el ex presidente Mandela, el reverendo Franck Chikane (actual asesor del presidente Mbeki).
Dicho esto, las audiciones de la Comisión Verdad y Reconciliación demostraron que era razonable pensar que varios miles de negros habían desaparecido en las experiencias o los asesinatos políticos dirigidos por los laboratorios bajo su mando. Hoy día, el doctor Basson vive en un barrio señorial de Pretoria. Como cardiólogo, cuenta incluso con un cargo en el Hospital Docente de la ciudad, lo que no constituye una seguridad para su clientela, en su mayoría negra.
Eso también significa que sigue siendo empleado por el Estado sudafricano, a lo que se añade el hecho de que Basson también es actualmente miembro del ejército sudafricano. Esa situación por lo menos sorprendente es muy denunciada por magistrados de la Comisión Verdad y Reconciliación quienes demandan la creación de un tribunal internacional, para que al fin se juzguen los crímenes de lesa humanidad perpetrados por Basson y los suyos.
El proceso que se entabló contra él a comienzos de 1999 no develó todas sus actividades criminales, más aún cuando el muy conservador y extremadamente controvertido juez Willie Hartzenberg (hermano del presidente del Partido Conservador sudafricano y nombrado durante el apartheid), se mostró muy parcial, reduciendo a polvo las acusaciones en cada audiencia.
Durante el procedimiento de investigación incluso desaparecieron los tres CD del doctor, compilación que se hizo a todo correr antes de su arresto y que reagrupa todos los resultados de los diversos experimentos.
El proceso terminó el 12 de abril de 2002 con la absolución del doctor Basson. En el momento en que se creaba el Tribunal Penal Internacional... Inmediatamente, el fiscal anunció que apelaría y el respetado y reconocido religioso Monseñor Desmond Tute, en un mensaje dirigido a la opinión pública, habló «de un día sombrío para Sudáfrica».
Muchas interrogantes y pocas respuestas, pero algunas certezas: el arsenal químico desarrollado no se perdió para todo el mundo, y su principal instigador es todavía un militar que depende del ministerio de Defensa, pagado por el contribuyente sudafricano.
Otra verdad: los tratados de no proliferación químico-biológicos firmados por los países occidentales no han impedido el comercio de ese siniestro conocimiento y no es inverosímil que sin nuestra colaboración, el «doctor Muerte» nunca hubiera existido.
En el momento del terrorismo químico biológico, urge crear una comisión internacional independiente a fin de identificar a todos los que han colaborado con el programa Coast, y localizar la reserva de armas químico-biológicas.
***
La colaboración suiza en las experiencias del doctor Basson A inicios de junio de 2002, se crea una delegación parlamentaria suiza (llamada Comisiones de Gestión o Del CdG) a fin de examinar en qué medida Suiza y sus servicios colaboraron con el programa de guerra biológica y química sudafricana, el Project Coast, dirigido por el Doctor Wouter Basson.
Pero el trabajo de la Del CdG, que debería presentar su informe oficialmente en la primavera de 2003, parece haberse interrumpido. Mientras tanto, el DDPS (Departamento Federal de la Defensa) tomó la iniciativa de interrogar a Wouter Basson directamente en Pretoria en forma de cuestionario por escrito en papel con timbre oficial de la administración suiza. La iniciativa del DDPS corresponde a un acto oficial para un ciudadano extranjero residente en el extranjero, lo que prohíbe formalmente la Convención de Ginebra sin el visto bueno expreso del país interesado, en este caso Sudáfrica, que descubrió el caso ante los medios de comunicación.
Esta molesta forma de pasar por encima de lo establecido fue revelada por el periódico suizo WeltWoche de la semana del 20 de octubre de 2002. La Del CdG entonces se dignó a hacer una nota informativa el 24 de octubre de 2002. Hace recaer su responsabilidad en el DDPS precisando que no se pronunciará sobre sus actividades hasta la presentación de su informe. En cuanto al DDPS, admite haber cometido un «error» en sus transmisiones y declara a su vez que «la Del CdG es responsable de sus actos ante el Parlamento».
Sucede que Suiza se encuentra ahora en una situación delicada respecto de Sudáfrica que puede no seguir colaborando con la investigación. Una forma original de enterrar un tema que molesta.
Libros y documentales
- Dr la Muerte, Investigación sobre el terrorismo biológico de Estado en Sudáfrica por Tristan Mendès-France
- Passé sous silence - Docteur La Mort Documental escrito por Tristan Mendès-France y realizado por Jean Pierre Prévost. Francia 3, jueves 31 de octubre de 2002, 23:55 (50 min) Informes
- La maîtrise des armements chimiques et biologiques, informe de la Asamblea Parlamentaria de la Unión de Europa Occidental (UEO), 5 de diciembre de 2001. Ver sobre todo la introducción del informe y el capítulo «Les difficultés d’application de la CAB»
- Les rapports entretenus par les services de renseignements suisses avec l’Afrique du Sud, informe de la Delegación de las Comisiones de Gestión de las Cámaras Federales sobre el papel de los servicios de información suizos en el marco de las relaciones entre Suiza y Sudáfrica. Ver sobre todo, en el capítulo 2, la parte «Pretendida participación del Laboratorio AC de Spiez en los proyectos sudafricanos de desarrollo de armas biológicas y químicas».
Fuentes:
Sobre la segunda parte del artículo
Otras fuentes:
Del 'apartheid' al Brexit: por qué la auténtica 'leyenda negra' es la del Reino Unido Mandela e Israel
Sale a la luz ensayo nuclear de Israel de hace 37 años
¿Por qué ocultar la verdad sobre el apartheid?