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10 octubre 2025

El cómo Occidente ha planeado destruir Rusia desde hace siglos (5)



por Tito Andino





Historia y no propaganda

Parte V

Las guerras en la Rusia postcomunista

Reflexiones geopolíticas


Un polémico tema político, difícil de exponer y ser comprendido sin apasionamiento y dura crítica por quienes no repasan la historia y solo se "educan" a través de videos de YouTube o "leen" la prensa comercial. Los hechos históricos fundamentales que se desarrollan en esta ponencia está basada en amplia información mediatamente posterior a los acontecimientos que refleja una posición lo más objetiva posible, descartando artículos de la prensa alineada al atlantismo de hoy. Dato y no relato como suele decirse.

Pareceremos redundantes, pero es necesario dejar sentado el papel de EEUU/OTAN en la tarea de desestabilizar a la Rusia moderna del siglo XXI. El mundo “libre”, repleto de “medios de comunicación independientes”, monopoliza la información (desinforma) a nivel global. Y dentro de esa guerra de propaganda, la rusofobia y otro tipo de ataques “dialécticos” son la mejor arma del civilizado Occidente para demonizar a la Federación Rusa, a China, a Irán o a cualquier otro estado que se oponga a las medidas globalizadoras unipolares del bloque económico occidental y sus aliados.

En 1997, la URSS había desaparecido hace algunos años y los Estados Unidos constituían la única superpotencia. Ya se había desatado la primera guerra de Chechenia (1994-1996). Sin embargo, para Zbigniew Brzezinski en su libro (1997) “El gran tablero mundial: La supremacía estadounidense y sus imperativos geoestratégicos”, mantenía a Rusia como una amenaza para la imposición total de la globalización en el mundo.

Debemos entender que el juego mundial del tablero geopolítico de Brzezinski es arrojar fuera del Cáucaso a los rusos, y eso solo podía o puede conseguirse con un triunfo de los “independentistas” chechenos. Las consecuencias de un estado checheno -aparentemente libre- traería consigo otras fragmentaciones del territorio de la Federación de Rusia.

Por milésima vez, para todos estos gánsteres de la política y negocios internacionales el objetivo final es destruir Rusia. Hemos repasado que desde hace siglos Rusia representa una amenaza para los imperios occidentales. Los recursos naturales de Rusia son sinónimo de supervivencia para el futuro cercano y ¿cómo lo conseguirán?, haciéndose con ellos a la fuerza (nunca se han planteado ejercer lo que falsamente pregonan, “el libre comercio”). Por tanto, cualquier proyecto que enrumbe la necesidad de debilitar a Rusia, por no decir desmantelarla o destruirla sigue siendo una prioridad geopolítica de Estados Unidos y Europa Occidental en el siglo XXI. 

Respecto a la naciente Rusia postcomunista y sus “reservas vitales de energía”, que atormentaba a Brzezinski, éste escribía:

“La tarea a largo plazo es: cómo fomentar la transformación democrática de Rusia y su recuperación económica evitando la reaparición de un imperio euroasiático que pueda entorpecer el objetivo geoestratégico norteamericano… Es imperativo que no surja un desafío euroasiático (Rusia) capaz de dominar Eurasia y con ello desafiar a los Estados Unidos”.

Hablamos de geopolítica pura, una suma ventajosa de influencia estratégica, económica y política. En el caso de Chechenia comparte frontera con Georgia, que junto a Azerbaiyán siguen siendo potenciales futuros miembros de la alianza Atlántica (OTAN), en un intento de cercar al gigante ruso por todos lados. Nadie debe olvidar que para 2008 había cientos de tropas estadounidenses en territorio georgiano entrenando al ejército nacional y, evidentemente, se desplegaron para proteger el oleoducto construido por empresas estadounidenses que une Bakú-Tbilisi y Ceyhan. Es obvio que se buscó y seguirá buscando el momento propicio para que el empobrecido país de Georgia se aventure en una nueva guerra -auspiciada por la OTAN- que reivindique las regiones separatistas de Abjasia y Osetia del Sur.

Basados en las especulaciones de Brzezinski se repasaron infinidad de “predicciones sobre la inminente desintegración de Rusia, eran bastante populares en algunos círculos académicos occidentales a principios de la década del 2000. Por ejemplo, un informe de la CIA predijo que, si se mantenían las tendencias observadas durante la década de 1990, en 2015 la Federación Rusa estaría dividida en ocho Estados independientes”.

Profundizar en las teorías de Zbigniew Brzezinski no es posible en este post, en un futuro dedicaremos algún artículo especial al ex asesor de seguridad nacional y su teoría geopolítica que forma parte de la doctrina expansionista de los EEUU. También el conocido club “secreto” Bilderberg (reunión de representantes de la industria, finanzas, medios de comunicación de las élites europeas y norteamericanas y otros invitados) impuso como agenda un proyecto para dividir Rusia en diferentes zonas de control, en las que el centro y Siberia estarían bajo control estadounidense; el noroeste del país, bajo control alemán; el sur, bajo control turco, y las regiones del Volga y el Extremo Oriente, bajo la tutela japonesa”.

Otro aspecto fundamental no solo militar, sino económico es ¿cómo sacar a Rusia de los mercados internacionales?, Es evidente, provocando guerras con sus vecinos, fomentar el separatismo interno a través del terrorismo, imponer sanciones draconianas en lo económico, sancionar a terceros países y compañías que desarrollan proyectos conjuntos con Rusia en el sector energético porque entorpece el inmenso negocio de peligrosas pero conocidas transnacionales, etc., etc. Debido a la crisis europea del momento, nos percatamos que esto solo es posible a costa de la seguridad y el estado de bienestar que goza, al menos, parte de Europa Occidental.

Las potencias occidentales vieron llegar su momento, cumplir el sueño de acabar con Rusia, apoyando las actividades de los grupos separatistas en Chechenia. Vladímir Putin tuvo que aprobar una segunda guerra en Chechenia (1999-2009) para derrotar a los yihadistas en el Cáucaso. Putin entendió el rol crucial que jugaba Occidente en este y otros conflictos regionales, esos grupos “independentistas” eran manipulados para cumplir su anhelo oculto, debilitar, derrotar y desmembrar Rusia.

Así se fue forjando una serie de conflictos en el Cáucaso, de los cuales dedicaremos más abajo unas líneas a los tres más importantes.




“Críticos expertos” pretenden pasar por alto que Estados Unidos / OTAN han estado jugando a la guerra en las narices rusas desde hace mucho tiempo. Un ejemplo son los ejercicios anuales “Defender Europe” que se realizan cada año desde 2020 en las fronteras orientales. Son una provocación, una demostración de fuerza, de la que sin duda, hoy, muchas naciones participantes se arrepienten. La OTAN, bajo mando de EEUU, juega a defender Europa, movilizando decenas de miles de soldados a las fronteras de Rusia, a la vez que grupos de buques de guerra penetran en el Mar Negro y aviones de combate de última generación, incluida la aviación táctica nuclear, sobrevuelan a escasa distancia del espacio aéreo ruso.

Por si los mismos despistados de siempre creen que la OTAN siembra la paz, recordaré que EEUU/OTAN han venido entrenando y equipando a las fuerzas armadas regulares de Ucrania desde hace mucho, equipando parte de su arsenal (la otra parte lo conforma el inmenso arsenal heredado de la era soviética) y coordinándolos en las tácticas y doctrina militar de la OTAN. Nada novedoso, al fin y al cabo, ese es el rol de la Alianza Atlántica desde su creación, preparar un apocalipsis nuclear ante la amenaza soviética (ayer) y ruso (hoy).

Al mismo tiempo, las organizaciones paramilitares de neonazis ucranianos, milicias integrales de partidos políticos de la ultraderecha, con decenas de miles de militantes, emulan a las organizaciones de la Alemania nazi, han sido utilizadas desde hace décadas por la OTAN para prender el caldero en regiones como el Donbass. Estos radicales grupos ucranianos, por ley internacional (Resoluciones del Parlamento de Europa) deberían ser vetados y proscritos; sin embargo, son financiados, entrenados y equipados por la UE/OTAN/EEUU. Y esto viene sucediendo desde antes de la guerra contra Rusia (2022). Su propósito es, desde el principio, ser agentes provocadores forjando incidentes y midiendo la reacción rusa, la crisis en el Donbass desde 2014 es el mejor ejemplo de sus acciones, hoy son la base de lo que se denomina “Guardia Nacional” y “Defensa Territorial”, separadas de la clásica composición de las fuerzas armadas ucranianas.

¿Cuál ha sido la consecuencia, la respuesta rusa? Está a la vista, luego de años de cordura, paciencia, llamados al diálogo, al uso de la diplomacia, a la búsqueda de un Tratado de Seguridad Colectiva en Europa, incluso a pesar de afrontar guerras supuestamente “independentistas” o de aguantarse los ejercicios provocadores de la OTAN en el Este de Europa, Rusia se ha visto obligada a desplegar miles de tropas y tanques en el Donbass. Son movimientos de reacción lógica, instinto de supervivencia dirían los psicólogos, es el fruto de años de amenazas. 

¿Qué otra acción pudo haber asumido Rusia? Ante la provocación, dejó a todo el “mundo libre” desubicado, reivindicando la soberanía en territorios históricamente rusos y de mayoría ruso parlante por derecho y tradición (el Donbass y Novoróssiya - Nueva Rusia). En 2014, Rusia otorgó la nacionalidad a más de medio millón de personas de las proclamadas Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk y alrededor de dos millones y medio de habitantes de Crimea; así mismo, Rusia ha recibido a millones de ucranianos como refugiados. Por sentado, defender el Donbass es y será una operación sangrienta y peligrosa.

Este episodio de la llamada Operación Militar Especial en Ucrania -Guerra en Ucrania, sin eufemismos- no es la única, EEUU/OTAN ya lo manejaron en otros conflictos desde fines del siglo XX e inicios del XXI.

Pese a lo dicho, digamos lo que digamos -documentadamente- muy poco será atendido por la inmensa mayoría de la gente en el mundo occidental debido a la influencia y dominación total de los medios masivos de desinformación. Muchos medios alternativos de información constituyen la vanguardia de una verdad histórica que no ha podido surgir por la férrea censura de los representantes de la “paz” y de la “libertad de expresión”. El “mundo libre” se opone duramente a quienes le contradicen en su versión de la historia, si no están de acuerdo seremos tildados de la “izquierda radical”, en el mejor de los casos; lo más probable es que seamos acusados de “terroristas” y enemigos de la “democracia” o del clásico “teóricos de la conspiración”.

Es muy común encontrar en páginas webs atlantistas y pro-ucranianas cientos de artículos referentes a una supuesta consigna de dominación rusa (como antes lo fue la gran conspiración judeo-masónica-comunista) con la clásica cita orweliana de “la guerra es paz”. Se derrama tinta para hacernos “comprender” una inexistente y retorcida “visión social de Rusia sobre la guerra” y la imaginaria inmersión del imperialismo de Rusia en el mundo que, como consecuencia, ha sembrado miseria durante las últimas tres décadas a través de las modernas guerras de Rusia y su nueva cultura imperialista. ¿Alguien cuerdo puede creerse ese tipo de propaganda? Los titulares de ese tipo de webs, muy recurrentes también en los noticieros, seguirá dominando la desinformación global.

Lo hemos detallado lo más concreto y documentado posible, Rusia hace algo más de tres décadas dejó de ser competencia para los Estados Unidos y sus aliados europeos, estuvo a un paso de pasar a ser una colonia explotada de Occidente, y para evitar ser destruida y fragmentada por sus nuevos “socios” tuvo que recurrir a la guerra para defender su soberanía. Algo muy contrario a lo que publica la propaganda occidental (y Ucrania): "Rusia practica la glorificación de la guerra como parte de la cultura rusa de siglos". Se nos ha enumerado una cantidad de invasiones a otros países por mero “capricho” de “una sociedad imperial inestable”, se dice que la lista histórica de guerras rusas es increíble (sin embargo, las hemos detallado en la primera entrega de esta serie de artículos). Una página web ucraniana a la que no haré spoiler, se atreve a citar al ruso Alexander Pushkin, uno de los más grandes poetas de la literatura universal, para hacer propaganda en contra de la actual Federación de Rusia recordando episodios del imperio de los zares del siglo XIX. Esa actitud, a decir, de la página ucraniana, refiere a que “la fuerza es el mejor argumento”, ha persistido a lo largo de los siglos, independientemente del gobierno que estuviera en el poder: si era el zar Nicolás I, el dictador Stalin o el presidente Putin.

Así que no se sorprendan encontrar una inmensa cantidad de artículos o libros que tienen como tema “Las guerras de Putin” ya desde la mismísima década de 1990. ¿Era eso posible, tal como quieren hacernos “entender”, los ucranianos y Occidente, que una Rusia -económica, política y militarmente casi destruida- a fines del siglo XX e incapaz de reaccionar aún a inicios del siglo XXI, haya podido desatar un nuevo “imperialismo ruso” y un nuevo “culto” para glorificar la guerra, en esos mismos momentos de catástrofe nacional? ¿Puede imaginarse a los rusos jugando a “imperialistas”, conquistando naciones parar recrear un sistema colapsado hace apenas pocos meses?




Las Guerras en el Cáucaso ruso

No es necesario señalar que las semillas del conflicto en la región del sur del Cáucaso fueron sembradas tras al desmoronamiento de la URSS. Lo que si debe explicarse es que no fue solo por el ímpetu o clamor independentista de algunas de las ex repúblicas soviéticas, la mano de Occidente se apresuró en activar las brasas del incendio que se avecinaba. En esa trágica (para Rusia) década de 1990, los rusos -incluso Yeltsin- tuvieron que limitarse a intervenir en conflictos regionales, en varias ocasiones bajo consentimiento de las partes como un ente pacificador (fuerzas de “mantenimiento de paz” de la Comunidad de Estados Independientes (CEI).

En este blog hemos analizado profusamente los siguientes temas, el Conflicto armado en Transnistria (1990-1992), las “Guerras de Chechenia” (1994-1996) y (1999-2009); así como la “Guerra de los cinco días en Georgia” (2008), por lo que en este post los tocaremos brevemente (los enlaces al final le guiarán a una lectura más amplia sobre esos conflictos), a las que despectivamente se las etiqueta erróneamente como “Las Guerras de Putin”. Veamos.


Conflicto en Transnistria (1990-1992)

Comencemos con el presente. La situación táctica militar rusa se tornará difícil si la OTAN/Ucrania amplían el frente de guerra provocando enfrentamientos en Moldavia-Transnistria, esta última cubre la mayor parte de la estrecha franja de tierra entre el río Dniéster y la frontera entre Moldavia y Ucrania (la región suele denominarse también como Trans-Dniester o Transdniestria, adaptaciones del nombre coloquial rumano de la región, Transnistria, cuyo significado es "más allá del río Dniéster". No debe confundirse el río Dniéster con el río Dniéper, son dos diferentes sistemas fluviales).

La República de Transnistria, nombre oficial: República de Moldavia de Pridnestrovian, mayoritariamente habitada por una población de lengua rusa votó en 1991 y 1995 por la independencia de Moldavia. En 2006, votó por la "libre asociación con la Federación Rusa". Durante el proceso de disolución de la Unión Soviética, en agosto de 1991, los transnistrios aspiraban permanecer dentro de la URSS en el caso de que Moldavia buscara unificarse con Rumanía o ser un estado independiente, en esas fechas la URSS aún no había colapsado. En marzo de 1992 se inició un conflicto entre Moldavia y la separatista Transnistria. La crisis concluyó con un alto el fuego en julio de ese año, se proclamó la República de Moldavia de Pridnestrovian, Tiraspol como capital, república presidencial independiente, con su Constitución, parlamento, ejército, policía, bandera, himno nacional, etc., entidad que no tiene reconocimiento internacional. El acuerdo de alto el fuego, aún vigente, impuso una Comisión Conjunta de Control: Rusia, Moldavia, Transnistria. El status político de ese territorio sigue sin resolverse.

El politólogo francés Thierry Meyssan, redactó un esclarecedor reportaje: "En 1992, Estados Unidos trató de aplastar militarmente la Transnistria". El 28 de febrero de 1992, Estados Unidos hizo ingresar triunfalmente a la ONU ocho nuevos estados, Moldavia entre ellos, lo que permitía ejercer una operación militar en Transnistria para restablecer el orden ya que se opuso al reconocimiento de la Transnistria por parte de la ONU y ordenó aplastarla apoyando una invasión rumano-moldava a través del río Dniéster. El entonces secretario de Estado, James Baker III instaló el dispositivo: el embajador John R. Davis Jr., quien hiciese maravillas manipulando a “Solidaridad” en Polonia, dirigió las operaciones desde Bucarest, el jefe de la estación CIA fue Harold James Nicholson. En Chisinau (capital de Moldavia) se abre una representación diplomática estadounidense que servirá de centro de operaciones al coronel Howard Steers.

Pero, Moldavia todavía no disponía de un ejército, tuvo que reclutarse personal de baja reputación. Desde Bucarest se destina una cantidad de blindados en calidad de préstamo junto a oficiales rumanos. En cuanto a los soldados, se recurre al reclutamiento en las prisiones, dándoles amnistía para que acepten participar en los combates, no se les ofrece remuneración, pero están autorizados a obtener su “botín de guerra”, pudiendo incluso apoderarse de las casas de los transnistrios que maten.  Solo la resistencia de varios generales opositores a Boris Yeltsin, utilizaron unidades del 14º Ejército ruso, estacionado en la propia Transnistria, hicieron posible la victoria de la resistencia dirigida por el presidente transnistrio, Igor Smirnov, los legendarios cosacos se unieron "espontáneamente". En territorio transnistrio estaban acantonados 8.000 hombres del 14º Ejército, las familias de esos militares rusos constituyen la mitad de la población transnistria. 

Pero no fue fácil el asunto, el Estado Mayor ruso y Yeltsin, obligados a enfrentar otros muchos conflictos en ese mismo momento dentro del espacio ex soviético, se negaron a participar en Transnistria, se declaró la neutralidad. Una unidad del 14º Ejército ruso anunció no tener intenciones de quedarse cruzada de brazos ante la ofensiva moldava abriendo las puertas a la multitud que se apoderó de fusiles, balas y granadas para ponérselas en manos de los cosacos. Inicialmente un prudente retroceso permitió realizar negociaciones y el despliegue de observadores militares de la CEI, los cosacos fueron desmovilizados.


En este mapa político de Transnistria (tomado de Wikipedia) se aprecia las diferencias entre la República de Moldavia de Pridnestrovian de facto y el Territorio Autónomo de Dniéster de jure.


Yeltsin ordena la retirada total del 14º Ejército. El presidente moldavo Mircea Snegur y sus consejeros estadounidenses vieron en ese anuncio la luz verde esperada y se ponen directamente al mando de todas las fuerzas disponibles para "aplastar a los separatistas" haciendo un llamado a la ONU. Una multitud de mujeres rodea nuevamente el arsenal del 14º Ejército ruso. En Chisinau, los partidarios de la Gran Rumania organizan manifestaciones contra los "separatistas". El 20 de junio de 1992, Moldavia vuelve a atacar Transnistria, su objetivo es sembrar el terror entre la población para provocar un éxodo. Esta vez, desobedeciendo las órdenes de Moscú, los tanques del 14º Ejército ruso rompen filas y enfrentan la invasión. El presidente moldavo declara que "Rusia ha desencadenado una guerra no declarada contra Moldavia. El Dniéster es una zona ocupada por el 14º Ejército ruso", aviones rumanos participan en los combates.

La resistencia organizada y armada se impondrá ante un adversario que, a pesar de ser superior en número y en equipamiento, carece de motivación, actúan como una tropa mercenaria. Los combates se prolongan todavía durante tres días, pero la guerra ya ha terminado. El 29 de junio, el encargado de negocios estadounidense, coronel Howard Steers, presente en Bendery para coordinar las operaciones militares, escapa por muy poco margen a los disparos de francotiradores transnistrios.

Boris Yeltsin insiste en recuperar el control del 14º Ejército y lo pone a cargo del general Alexander Lebed. El 3 de julio, Yeltsin y Mircea Snegur firman en Moscú un acuerdo de cese del fuego. Desde entonces, la Transnistria (rebautizada como Pridnestrovia para hacer notar que ya no se limita a la margen oriental del Dniéster y que incluye también la ciudad de Bendery) vive en paz bajo la protección de los últimos soldados del 14º Ejército ruso. Este pequeño territorio de medio millón de habitantes sigue negándose a alinearse detrás de la OTAN y de la Unión Europea y, como represalia, se le sigue negando el reconocimiento internacional, concluye Thierry Meyssan.

La actual guerra en Ucrania pone a Transnistria en un caldero muy peligroso que puede estallar en cualquier momento. Ucrania y la política hostil de la OTAN siguen acosando a Moldavia para involucrarla en la guerra. Kiev ha intentado buscar apoyo para provocar un nuevo conflicto armado en Transnistria que necesariamente desviará recursos rusos, mientras se acusa a Rusia de planear un golpe de estado en Moldavia.


Las Guerras de Chechenia


31 de agosto de 1996, en Jasaviurt, se pactó el fin de las hostilidades la primera guerra de Chechenia. En la foto el entonces secretario del Consejo de Seguridad, el general Alexandr Lébed jugando al ajedrez con el comandante de campo checheneno, Shirvaní Basáyev, el 26 de agosto de 1996.


A estas alturas ya no resultará sorprendente visualizar en donde se programó la destrucción, primero de la extinta URSS y luego de la naciente Federación de Rusia, con la consigna de depredar sus recursos patrimoniales.

Para no hacer interminable esta serie de reportajes, presentamos una breve sinopsis de nuestros artículos titulados “Las Guerras de Chechenia”, los cuales pueden ser consultados por el lector en las notas a pie de página.

A pesar de los años, mucha gente sigue creyendo -lejos de la realidad- que los conflictos que asolaron la república rusa caucásica de Chechenia se debió a la intolerancia del gobierno central ruso. Los supuestos “independentistas” (al igual que en otros casos) fueron en su mayoría radicales yihadistas manipulados por las fuerzas de Occidente (OTAN) que iban forjando múltiples conflictos étnicos y territoriales con el afán de ampliar el camino de desestabilización político-económico de Rusia tras el colapso de la Unión Soviética.

Chechenia fue otra punta de lanza de ese objetivo principal, retroceder a Rusia a la edad de piedra. Una guerra cruel, sin frentes definidos, una guerra de guerrillas se desató en el Cáucaso ruso. Aquellos chechenos que aducían “luchar por la libertad” eran los mismos que años después irían a combatir en Libia y luego, esos mismos militantes extremistas, por miles, pelearon por la “independencia” de Siria. Aún hay más, pregúntense ¿qué hacían desde 2014 miles de “rebeldes” chechenos en Ucrania? Alrededor de tres batallones fueron trasladados desde Siria -¿por quién?- para luchar contra las fuerzas prorrusas del Donbass, muchos de esos “rebeldes chechenos” viajaron directamente de Siria a Ucrania. ¿Algo no está bien, verdad?

Bien hacen algunos comentaristas en calificar al conflicto de Ucrania como la Tercera Guerra de Chechenia, aún no es extraño observar a cientos de veteranos combatientes yihadistas de ese territorio peleando contra las fuerzas rusas bajo la bandera de la República de Ichkeria. Paradójicamente, son otras fuerzas chechenas, las leales a la Federación de Rusia las que han estado combatiendo duramente para liberar el Donbass y otras regiones.


El líder checheno Ramzán Kadyrov, preside la República de Chechenia, república autónoma de la Federación de Rusia, desde el 15 de febrero de 2007, es un hombre de confianza del presidente Vladimir Putin. Las tropas chechenas leales a Rusia han combatido tanto a los yihadistas chechenos dentro y fuera de Chechenia, así como han participado en acciones de combate en Siria y Ucrania. (Foto AP/MUSA SADULAYEV - Ramzan Kadyrov en Grozny, 2021)


Volviendo atrás en el tiempo, la prensa occidental, hasta el sol de hoy, sigue con la cantaleta de que Rusia emprendió una campaña de “terror”, destrucción y asesinato de miles de chechenos “independentistas”. Es cierto que la Primera Guerra de Chechenia (1994-1996) gozó de cierto apoyo popular (ello no se discute) y consiguió parcialmente el reconocimiento de sus demandas; pero, debe quedar claro, la Segunda Guerra de Chechenia (1999-2009) fue un conflicto extremista embanderado por al Qaeda - Emirato del Cáucaso, un grotesco guión que estos mismos “rebeldes” chechenos y otros yihadistas han imitado en otros teatros de operaciones auspiciados por EEUU/OTAN/Monarquías del Golfo e incluso Israel.

Las guerras de Chechenia se encuadran en la disputa encarnizada de las grandes potencias por ejercer el control de los recursos energéticos del Cáucaso y, evidentemente, controlar las redes de oleoductos en el Mar Caspio (no solo Estados Unidos y Rusia, además Francia, Reino Unido, Alemania, Turquía, Israel. Arabia Saudí, China, Irán y otros de la Unión Europea rivalizan por ejercer zonas de influencia en la región).

¿Qué posee Chechenia a más de una dudosa y sectaria aspiración de un grupo de radicales "independentistas"? Una red de oleoductos y algunas importantes refinerías (propiamente, reservas de petróleo, gas y otros minerales no son significativas en ese territorio). También Chechenia es pieza clave en uno de los más influyentes negocios del mundo, manejado en las sombras, apetecido por grandes transnacionales, amado por el sistema financiero internacional y mimado por potencias imperialistas que buscan capital sin control para financiar sus operaciones: DROGAS, producción, rutas, comercialización y lavado de miles de millones de dólares anuales que sostienen la economía mundial, el sistema del capitalismo.

Estos hechos no los encontraremos en textos de historia o en reportajes de la prensa comercial y de embrutecimiento masivo con sus románticas narraciones de la “heroica lucha de los independentistas chechenos” auspiciados por el gobierno de los Estados Unidos y la OTAN, además de corporaciones internacionales privadas y grupos terroristas en su "noble" tarea de llevar “democracia” e “independencia” a países o regiones con reservas estratégicas y con fuerte movimiento en el tráfico de drogas.


Guerra de Osetia del Sur, Abjasia y Georgia (1991-2008)

En 2008 tuvo lugar la conocida intervención rusa en Osetia del Sur y Abjasia para frenar el avance de las tropas de Georgia, auspiciadas por Israel y Estados Unidos. Curiosamente, con esa acción militar Rusia confrontó a Israel que manejaba un plan de ataque contra Irán. Lo que sucedió es que Rusia bombardeó dos aeropuertos que Israel había alquilado al gobierno de Georgia para emprender un ataque de la aviación israelí sobre Irán, sin quererlo (o conscientemente) Rusia evitó un conflicto de grandes proporciones.

Los antecedentes que provocaron los acontecimientos de agosto del 2008, la rápida reacción rusa contra la intervención militar de Georgia en Osetia del Sur fue y sigue siendo utilizado por la propaganda para denunciar el "peligro del expansionismo ruso", la prensa habló de ese hecho como agresión rusa. No obstante, a pesar de las explicaciones rigurosamente documentadas durante años, se sigue negando que Georgia, apoyada por Estados Unidos e Israel, provocaron un conflicto muy alejado a sus intereses nacionales o sentimientos de unidad patria o de sus problemas limítrofes o étnicos. La prensa occidental ocultó deliberadamente los hechos reales.

Se ha demostrado hasta la saciedad que Georgia inició una directa colaboración con Estados Unidos, Israel y la OTAN alrededor de 1994, al involucrarse el gobierno de Tiflis en el conocido programa 'Asociación para la Paz', dando paso luego a la estrategia diseñada denominada 'Revolución de las Rosas' en 2004.




Lo de siempre, una permanente infiltración de la OTAN, se desplegaron tropas estadounidenses en territorio georgiano, es decir, en las fronteras de Rusia. Se discutía abiertamente la forma en que Georgia sería asimilada en la OTAN, complementado con el reimpulso de la provocación para impedir la mejora de las relaciones de Georgia con sus antiguas autonomías, Osetia del Sur y Abjasia, que declararon la secesión de Georgia antes que la URSS se desintegrara. En aquellos años (2008) los líderes georgianos exigían adhesión a la OTAN, pero el plan fracasó, nuevas fechas se barajan desde entonces en Tiflis. ¿Les resulta algo familiar con la crisis ucraniana?

Tras la breve intervención rusa, los planes atlantistas de una guerra de desgaste constante en Georgia y las regiones en conflicto fracasaron, el supuesto poderoso ejército de Georgia, entrenado y armado por EEUU/OTAN solo resistió cinco días ante un ejército ruso que estaba adaptándose a una nueva doctrina militar. Rapidez y determinación fue la característica de la ofensiva rusa que paralizó a las tropas georgianas y concluyó el conflicto ante el pesar de los atlantistas.

Solamente recordaré que, respecto a esta "Guerra de los Cinco Días" (como también es conocida), publicamos una historia casi desconocida, sobre el rol que jugó Israel en el conflicto georgiano y cómo la ofensiva y bombardeo ruso frustró los planes israelíes de atacar a Irán utilizando como punto de partida las bases aéreas de Georgia (Puede dar lectura a ese episodio tomando nota de las referencias, abajo en el pie de página).

En el presente, y para variar, Rusia tiene que seguir soportando constantes provocaciones, a pesar de que ha restablecido buenas relaciones de vecindad con Georgia. Es la OTAN quien ha renovado su apoyo a políticos afines en Georgia, Estados Unidos no quiere cerrar la herida, solicita a los rusos la retirada de las tropas de Osetia del Sur y Abjasia a las anteriores posiciones del 2008. No obstante, tanto en Abjasia como en Osetia del Sur se ha vuelto a reiterar que son estados soberanos ya que así se proclamaron antes de la guerra y ratificados por voluntad popular en anteriores y posteriores elecciones.

Sobre el conflicto en Osetia del Sur, Abjasia y Georgia tenemos en este blog la información pertinente. Usted puede dar revista a los enlaces abajo interpuestos.


Continuaremos…..

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Lecturas de este blog consultadas:

26 septiembre 2025

El cómo Occidente ha planeado destruir Rusia desde hace siglos (4)




por Tito Andino 
Selección y resumen de artículos de este blog


Historia y no propaganda

IV

La caída del imperio de los soviets 

Destruyendo Rusia desde 1990

Ya hemos repasado que la ilusión de querer aplastar al gigante ruso es una historia de larga data con historias y discursos retóricos que se agudizaron en los tiempos de la Unión Soviética calificada de el "Imperio del Mal", de la que Ucrania y otros miembros del Pacto de Varsovia en Europa del Este y otras repúblicas del Asia Central se liberaron para unirse al Libre Mercado Mundial alrededor de 1990.

La verdad es que Rusia ha constituido y, seguramente seguirá siendo, por siempre, un baluarte contra la expansión del imperialismo occidental, cuya última intentona “pacífica” es conocida como globalización económica, en la que quieren imponer sus propias directrices para el comercio mundial bajo el tutelaje de EEUU/Unión Europea. Nuevamente se intenta derrotar a Rusia a través de la coacción y chantaje económico, aspiran un cambio en el control del poder en Moscú (como en la época de Yeltsin) para que el mundo sea absolutamente una colonia mercantil en la cual Estados Unidos y sus socios de la Unión Europea impongan las reglas de juego.

Vivimos en un mundo basado en “reglas” dictadas por las élites globalizadoras cuya letra pequeña es aterradora, si no estás de acuerdo con las "reglas" del concepto unipolar te harás merecedor de una buena dosis de “democracia” made in USA/OTAN. Algunas naciones víctimas ya han percibido lo que es recibir la pax americana.

Los mayores obstáculos en la globalización del globo constituyen Rusia y China, siendo incuestionable que desde hace mucho tiempo sigue pretendiéndose obstaculizar e impedir el libre desarrollo de esas naciones, hacerlos retroceder en sus avances, devolverlos a tiempos medievales o lo que llamamos en la actualidad naciones tercermundistas, incapaces de oponerse a los dictados de los EEUU/UE/OTAN.

Por ejemplo, las guerras del Medio Oriente nunca fueron conflictos para destruir a naciones rebeldes como Siria, Líbano, Yemen, Irak o Irán, ellas solo constituyen un obstáculo para un objetivo más grande: RUSIA, el gigante euroasiático, ha sido siempre el objetivo final (China se ha sumado a ese objetivo).

Los medios occidentales hablan de ‘agresión’ rusa, del retorno del ‘expansionismo’ y el ‘peligro’ que representan los rusos para Europa y el mundo (así como China represente el "peligro amarillo"). La pregunta del millón es, ¿por qué los Estados Unidos y la OTAN se empeñan, no hoy, sino desde hace décadas, en rodear a Rusia con bases militares por todos lados de sus fronteras?; ¿por qué la OTAN y sus aliados regionales en el Medio Oriente (Israel y las Monarquías del Golfo) desataron su proyecto yihadista en el Cáucaso? La respuesta salta a la vista, destruir a Rusia y sus áreas de influencia. Es evidente que el terrorismo islamista tendrá que volver ha ser utilizado contra de Rusia.

Hace casi una década presentamos el artículo “RUSIA, el caos poscomunista” en el que preguntamos si ¿alguien recuerda cómo destruyeron la Unión Soviética? Como complemento tenemos la sangría económica que representó mantener la disuasión nuclear ante Occidente y que llevó a una virtual bancarrota del sistema soviético.

Resumiendo.


Gorbachov fue el último dirigente de la Unión Soviética hasta su caída en 1991 (Reuters)


Recordemos que Estados Unidos y sus aliados manejaron y manipularon los mercados financieros, abarataron el precio del petróleo, con la complicidad de las monarquías del Golfo, forzaron a la intervención militar en Afganistán para combatir a sus agentes (Bin Laden y compañía), entre otras causas.

Naturalmente, no debemos dejar de mencionar que el sistema totalitario comunista resultó un rotundo fracaso social, demostró a lo largo de los años su incapacidad de satisfacer las necesidades internas de la población (y no nos referimos solamente a lo material, sino también a otro tipo de valores).

Ahora, viviendo en la segunda década del siglo XXI, esas viejas tácticas aplicadas a la extinta URSS siguen repitiéndose en contra de la Federación de Rusia, desatando la guerra de Ucrania y la imposición de sanciones económicas en un intento de aislarla del resto del mundo, está vez fracasó. Solo Europa sigue añorando esa vieja y caduca idea de dominación imperial para destruir y conquistar Rusia mediante una guerra de desgaste total (utilizando a Ucrania y probablemente a otros pequeños estados de la región).

Queriendo imitar el colapso soviético de la década de 1990, ahora, desde 2022, se pretende –entre otros medios- doblegar a Rusia destruyendo el precio del petróleo, se ha intentado inundar los mercados con hidrocarburos por todos lados y abaratar los precios, pero no ha dado el efecto deseado porque muchos se han negado. Sin embargo, la economía rusa entró en una nueva recesión en 2008 tras la caída del rublo en el mercado internacional (más no en los parámetros que se preveía). Todo eso a expensas de destruir, no solamente la economía rusa, sino provocando una recesión global (a través de la crisis inmobiliaria). El bloqueo comercial y draconianas sanciones financieras fueron modalidades utilizadas contra la URSS y hoy, aprovechándose de la situación en Ucrania se aplica a Rusia, incluso a título personal.

Al dominar los medios de comunicación global, EEUU/UE han logrado aplicar el poderoso recurso propagandístico para demostrar la “amenaza rusa”. Nos citan como ejemplos más recientes la intervención rusa en la guerra siria, cuando los acontecimientos se forjaron con la descarada injerencia de las potencias coloniales europeas y sus aliados del Medio Oriente incitando la invasión yihadista de Siria. Rusia no tuvo otra opción, proteger sus flancos, y Siria constituye un flanco. Rusia apoyó directamente a las fuerzas sirias del ahora derrocado gobierno de Bashar al-Assad. En otras circunstancias y con otros actores, lo lógico hubiese sido que el mundo occidental intervenga a través de la clásica “Guerra Humanitaria”, o “intervención en defensa de los derechos humanos”, o el legendario “deber de proteger” y otra terminología elegante que inventan para justificar sus guerras de agresión, Rusia estuvo de por medio, por lo que no pudieron llevar la "democracia" en forma directa a Siria.

La consecuencia de la movilización militar rusa en Siria y hoy en Ucrania, sirve para que, a su vez, Occidente “justifique” el desplazamiento de tropas y bases militares, el pretexto es denunciar el intervencionismo ruso. Además, no olvidemos, es quizá la mejor manera de golpear la economía rusa. Lo hemos repetido infinidad de veces, una guerra convencional no solo se gana con soldados, ni en el campo de batalla, sino con la capacidad económica para resistir una tarea de tal magnitud. Por ello, ante los fracasos de la alianza atlántica, se intentará apoyar a la “causa” con la reactivación de la amenaza yihadista dentro de las repúblicas del Cáucaso de la Federación de Rusia.

A ciencia cierta, no sabemos la capacidad a largo plazo de resistencia de la economía rusa con este tipo de embestidas, resultando evidente que la Unión Europa no quiere terminar la guerra de Ucrania, siguen contemplando nuevos tipos de sanciones, no van a detenerse en aplicarlas (aunque sean los principales afectados); posibles nuevos teatros de operaciones se perfilan peligrosamente, usando a naciones tan precarias como Moldavia o Georgia, o a la misma Polonia, o a los países bálticos. Nunca dan la cara directamente. Hasta el momento, los hechos demuestran que Putin hizo bien en prevenir esas contingencias respaldando su sistema financiero. Si algo sucediere en un futuro a Rusia no será nada parecido al rotundo golpe que se le dio a la URSS. Rusia viene asegurándose con la acumulación de grandes reservas de oro y otros metales valiosos.

Es cierto que luego de la caída del telón de acero en 1989, todo el mundo tenía el convencimiento que la sociedad civil se había impuesto con su racionalidad, aplicando el derecho natural y el sentimiento del estado-nación contra la forzada aplicación del autoritarismo comunista representado por la URSS (porque lo hubo). Pero, solo fue ilusión, no fue más que el inicio de una nueva confrontación por el control supremacista del mundo.




Rusia, tras la caída del totalitarismo soviético, estuvo en un K.O. técnico, caos, hambre, pobreza. Sin embargo, detrás de esta calamidad estaban:

"Las instituciones económicas más poderosas, trabajando de la mano con elementos criminales, la mafia, respetables organizaciones filantrópicas, comités de expertos de prestigio internacional, organizaciones no gubernamentales, servicios de inteligencia y las principales entidades bancarias occidentales, iniciaron la empresa de destruir Rusia deliberada y meticulosamente. Los recursos rusos son sinónimo de supervivencia, por lo que desestabilizar Rusia se ha convertido en la clave de la supervivencia futura”, escribió, con todo argumento, el investigador Daniel Estulin, en su obra ‘Los Señores de las Sombras’.

La URSS colapsó en diciembre de 1991, inmediatamente hubo un brote de nuevos “amigos” de Rusia, Estados Unidos a la cabeza, emprendiendo la tarea de apoyar al extinto sistema para llevarle a una transición democrática rumbo al capitalismo. Rusia, en un lapso un poco mayor a una década, dejó de ser un rival o una amenaza a los intereses estadounidenses, no tenía medios para oponerse a Estados Unidos que logró el control del petróleo y gas del Asia Central.


El inicio del mayor robo a los recursos de una nación

Entonces, se inició quizá el mayor saqueo de los recursos de una nación, casi olvidado en la actualidad o muy poco divulgado por los medios occidentales, Putin y quienes dirigen la Federación de Rusia no lo olvidaron. La extinta URSS manejaba, sin duda, la mayor riqueza mineral del mundo, petróleo, níquel, platino, oro y otros minerales valiosos, incluso su material bélico.

El juego con la manipulación del mercado fue tremendo, se realizaron operaciones colosales de subasta de rublos por cientos de miles de millones a cargo del crimen organizado, dinero que salió de Rusia. Todo iba a ser desmantelado en una operación combinada, pero clandestina, codo a codo entre los servicios de inteligencia occidentales, especuladores financieros e importantes bancos, la Mafia de Estados Unidos y la italiana (Cosa Nostra), más el aporte de los criminales rusos surgidos con el fin de la URSS, es decir, la mafia rusa “Vorovskoi Mir” (Mundo de Ladrones) en alianza con viejos oficiales del KGB, ex veteranos de Afganistán y oficiales del ejército retirados. Según Estulin, estos grupos combinados crearon alianzas de conveniencia para impulsar la malversación económica a niveles increíbles, de esa forma (y de otras) apoyaron el desplome de la URSS y la insolvencia de Rusia.

Del libro ‘Gangster’s Paradise’, del británico D. Gayatt, tomamos algo importante: “…poco a poco se hizo evidente que las enormes cantidades de rublos exportados no eran simple papel de colores. Sin perder tiempo, la mafia, ahora rica en rublos, se dispuso a saquear los abundantes tesoros naturales de Rusia. Platino, piedras preciosas, petróleo, madera, materias primas estratégicas, cobalto, cobre, bronce, titanio y todo tipo de valiosa maquinaria, fueron a parar a subastas fraudulentas. Casi sin valor en el mercado internacional, fueron repatriados a través de unos 260 bancos controlados por la mafia que surgieron por doquier en el país”.

No debemos olvidar algo, el Partido Comunista estaba metido también en el rollo, al igual que los grupos descritos arriba, el Partido encargó al KGB actuar en igual sentido: robo masivo de propiedades y recursos naturales del Estado, inundar el mercado extranjero de rublos, vender ilegalmente materias primas y blanquear las ganancias en Occidente. Daniel Estulin es categórico cuando señaló: “Sobre esta base, a todos los niveles de la jerarquía del partido, se produjo una creación masiva de bancos del partido, empresas conjuntas y sociedades anónimas en 1990 y 1991”. Sin duda, el Comité Central del Partido dispuso la ocultación de sus propiedades en la naciente economía de mercado rusa. El presidente Yeltsin se negó a tomar medidas.

El objetivo secreto de todo esto (claro que esta parte lo desconocían todos los grupos criminales y políticos rusos en ese entonces) era permitir que los gánsteres financieros norteamericanos y otros socios se apoderen y controlen las reservas de gas y petróleo de Asia Central, básicamente Azerbaiyán. Con la inexistente resistencia a las operaciones militares del US Army, Rusia fue expulsada de su área natural de influencia a fin de garantizar el suministro de petróleo y gas natural a Occidente.

De una manera brillante, silenciosa, se destruyó la base económica de Rusia, a decir de expertos, se pretendía regresar a Rusia a los tiempos de un país tercermundista. Según el propio Yeltsin, Rusia se convirtió en una “superpotencia del crimen, en una mafiocracia” (la Rusia de Yeltsin, por supuesto).

El siguiente paso, con la connivencia de Yeltsin, fue crear reformas democráticas y un ligero impulso económico, pero evitando que Rusia resurja como competencia a nivel mundial contra los Estados Unidos. Se permitió que los estadounidenses empiecen a desarmar los proyectos nucleares rusos in situ. La “tarea” del FMI y la era Clinton fue la de “apoyar’ a la nueva economía de la democrática Rusia de Yeltsin.


Los nuevos amigos de Rusia, según Boris Yeltsin, en la década de 1990


Yeltsin hizo lo habitual en estos casos, aceptar préstamos internacionales (la imposición de ‘ayudas’) a cambio de emitir obligaciones (deuda). Si no pagas pierdes la garantía subsidiaria (que garantiza el préstamo). Las garantías rusas, no está demás decirlo, eran las acciones de las principales industrias estatales. En otras palabras: Préstamos por acciones. Así, si el gobierno ruso no podía rembolsar los préstamos, los bancos tenían derecho a subastar acciones en áreas energéticas, recursos naturales, industrias, etc.

La destrucción de Rusia en la década de 1990 nos recuerda hasta que punto se puede derrotar a un poderoso enemigo dotado de armas nucleares sin disparar ni un solo tiro. Se hizo a través de una combinación de presión militar y económica, Organizaciones No Gubernamentales (ONG), guerra de información psicológica e individuos de la quinta columna, y ejecutores a través de aliados dentro del mismo seno del gobierno ruso. En esa década, Estados Unidos gozó de la supremacía mundial, controló los mercados rusos, Rusia en ese lapso dejó de funcionar como un estado, se vio en graves aprietos para alimentar a su población y su capacidad militar disuasiva se vino a pique...

Entonces, surgió Putin. Los problemas llegaron, no para los rusos ni para Rusia, sino para los Estados Unidos, para los buitres financieros, para los nuevos oligarcas rusos y para la mafia ruso-israelí.


La asunción al poder de Putin transformó todos los planes, tanto de los Estados Unidos como de las potencias coloniales europeas. No fueron los únicos desilusionados, los nuevos oligarcas rusos, sedientos por continuar el saqueo de los recursos públicos y naturales de la nación en complicidad con la mafia rusa, organizaciones internacionales y firmas fachada, también se sintieron afligidas con la llegada de Putin al poder.

"Hay una serie de individuos, organismo y países que se beneficiarían enormemente de la salida de Putin: las grandes empresas petroleras occidentales a las que ha impedido el acceso ilimitado a las reservas energéticas rusas; antiguos oligarcas, ya fallecidos, exiliados o encarcelados, como Berezovski, Khodorkovsky y Leonid Nevzlin, que saquearon la economía rusa y escondieron en el extranjero los miles de millones robados; los "guerreros de la libertad" chechenos..." y un largo etc. (D. Estulin)

En la Rusia posterior a 1991, la quinta columna se tornó en Oligarquía. Una Nueva Rusia de superclase capitalista creó sus propias fuerzas de financiación de manera privada de una forma que no tiene comparación en ninguna otra parte del mundo. Con dinero, compraron los servicios y la lealtad de los más altos niveles de la burocracia de la ex URSS.


La fiesta continua con el gobierno de Yeltsin se terminó cuando V. Putin asumió el mando de Rusia


Muy pocos recuerdan al señor Mijail Khodorkovsky y la “hazaña” que casi le lleva a ser presidente de Rusia, valiéndose de los miles de millones de dólares de su ex empresa petrolera ‘Yukos’, naturalmente bajo el auspicio del mundo libre “comercial” de Occidente. Él fue la pieza clave de un premeditado golpe de estado respaldado por Estados Unidos con el objetivo de hacerse con la presidencia de Rusia en 2004.

Khodorkovsky iba a utilizar su enorme riqueza para comprar suficientes escaños en las elecciones a la Duma y así poder cambiar las leyes de Rusia respecto a la propiedad de terrenos petrolíferos y gasoductos para su transporte. Planeaba desafiar directamente a Putin y convertirse en presidente. Debería de haber sabido que el nuevo FSB (Servicio Federal de Seguridad, principal sucesor del KGB de la era soviética) nunca dejaría pasar este tipo de traición. Khodorkovsky estaba dispuesto a una guerra nuclear interna, si era el caso para cumplir su objetivo. Un golpe de estado sin precedentes estuvo organizado por quinta columnistas y subversivos clandestinos dentro de la propia Rusia. (Este es un tema muy amplio que podemos abordarlo en otro momento).

Daniel Estulin detalla una lista de compañías privadas mercenarias, tanto del ámbito de la Inteligencia como militar, que formaba parte de esta conspiración: “Diligence LLC, KBR, y New Bridge Strategies para la CIA y la DIA, “Erinys International” y “Meteoric Tactical International”, Aegis Defence Services para el MI6 y el Servicio de Inteligencia de Defensa (Reino Unido). Desde Arabia Saudita, también el Servicio General de Inteligencia, representada por el príncipe Rasheed, Presidente de Far West, un pariente del príncipe Turki al Faisal, y la familia de Adnan Khashoggi. El Estado Mayor turco y los Lobos Grises están representados por la Oficina de inteligencia de Estambul, o el Servicio de Información del Ministerio de Defensa de la República Chechena de Ichkeria, bajo el mando del Brigada General Saidov Ruslan y Nukhaev Khozh, buscados por la Fiscalía General de Rusia por el asesinato de Anna Politkovskaya y Paul Khlebnkov de la revista Forbes. La inteligencia militar de Ucrania (GUR) está representada por los generales Vladimir Filin y Alexei Likhvintsev. La KGB de Bielorrusia, por el general Valery Lunev y el vice-presidente, Viktor Sheiman. La inteligencia militar Lituana por Audrius Butkevicius y Rolandas Paksas”. (Los nombres corresponden a los responsables del sabotaje que dirigían las operaciones en 2010).

De igual forma enumera a los principales socios de Occidente y Oriente Medio y conexiones con el Lejano Oeste Americano, etc. (Nota: Puede dar lectura al artículo completo: Caos poscomunista 2). Ya en la década de 1940, la OSS (precursor de la CIA), evaluando al continente europeo, señalaba a un cártel anglo-sajón y franco-alemán de financieros y empresarios internacionales, que se erigiría en una poderosa facción de financiación y control del eje nazi-fascista, y que estaría dirigiendo los gobiernos europeos a través de agentes con poca o ninguna lealtad a sus naciones.


La guerra secreta contra la Rusia de Putin

Tomó forma durante el periodo 2003 - 2004. Después de Irak, vino el asunto Yukos y la expulsión de Voloshin y Kasianov de los círculos de poder ruso. Estados Unidos se embarcó de nuevo en la carrera de una Guerra Fría para derrotar de una vez por todas a Rusia, esta vez Rusia debía quedar como un socio menor de los Estados Unidos con las materias primas del país incluidas en un paquete de acuerdo global, a cambio de la “estabilización” del país.

El método empleado en la Rusia de Yeltsin en la década de 1990 se hizo a base de acuerdos entre las élites de Estados Unidos, “La Familia” y empleados de Yeltsin y sus compinches en el ejército ruso, pero eso sería un auténtico fracaso con Putin en la sede presidencial.

Es incuestionable que el actual presidente ruso, que puso en su sitio a los oligarcas rusos y a los políticos afines a Yeltsin, mantuvo en sus inicios una discreta política de contención, tolerando la imparable expansión de los Estados Unidos y de la OTAN en las ex repúblicas soviéticas. Luego, con el paso del tiempo, sus progresivas acciones para defender los intereses rusos han sido calificadas de exageradas e intolerables por las potencias occidentales, por tanto, Putin es una amenaza a los objetivos económicos de Occidente.

El último intento para desalojar a Putin y cambiar la base de poder al control de los políticos occidentales siguiendo el “patrón Yeltsin” se llevó a cabo en el verano de 2003, se pedía la retirada gradual de las tropas rusas de Tayikistán, vinieron golpes militares “naranjas” en Georgia, Adjaria, Ucrania, Abjasia y Kirguistán.

Actos terroristas también fueron el denominador común: Beslán, la guerra de guerrillas, el caso de Igor Sechin, no olvidemos las guerras de Chechenia (sobre Chechenia en la próxima entrega). Sin embargo, Estados Unidos y Gran Bretaña cayeron en cuenta de que ni sus espantosas operaciones terroristas, ni revoluciones naranjas, ni las guerrillas en el Cáucaso del Norte desalojarían a Putin. Era necesario encontrar una nueva dirección y herramientas a aplicar con el fin de subyugar a Rusia. Se planeó eliminar a Putin (Caso Igor Sechin. ex agente de la KGB, un amigo y conservador consejero de Putin. Ver: Caos Poscomunista)


         kremlin.ru


Se utilizó, entre otros medios al ex presidente ucraniano Viktor Yushchenko, quien firmó un “Acuerdo de Asociación Estratégica” con Bush, una colaboración entre los servicios secretos ucranianos y americanos contra los intereses de la Federación de Rusia, tanto en el interior como en el extranjero. Al parecer se pretendía llevar a cabo una conspiración conservadora transatlántica que buscaba “sacar a la luz los trapos sucios de Putin y de las personas cercanas a su esfera de influencia”. ¿Por qué? ¿Tenían en mente chantajear a los dirigentes rusos para la rendición de Rusia y la entrega de sus riquezas naturales a las élites occidentales en el poder?

Al final, Putin fue capaz de derrotar estos planes jugando el viejo juego del “policía bueno” (Dimitri Medvedev, presidente ruso en 2008) frente al “policía malo” (Sergei Ivanov). Poco después, Sechin fue degradado a un puesto de vice-primer ministro que puso fin a los planes de guerra en el Lejano Oeste para derrocar a Putin a través de Sechin.

Casi de inmediato vino la tarea asignada al régimen “naranja” de Saakashvili en Georgia para la guerra secreta contra Rusia. Georgia, mejor dicho, su gobierno, debería provocar una crisis militar con Rusia que convencería a la “vieja Europa” de la inevitable nueva Guerra Fría con Rusia, alinearla con Estados Unidos y eliminar cualquier objeción en una rápida integración de Georgia y Ucrania en la OTAN. Por “mera coincidencia”, representantes del centro clandestino Banderovite en la Dirección General de Inteligencia Militar del Ministerio de Defensa de Ucrania participaron en la conspiración georgiana. Aquel plan fracasó estrepitosamente. (Sobre la guerra en Georgia ver la próxima entrega)

“Operación Campo Despejado”, la invasión de Osetia estaba servida. Querían que los rusos entraran a Georgia. El objetivo estratégico era provocar y mantener a Rusia en una guerra prolongada, agotadora y sangrienta como fuera posible, con grandes pérdidas de vida entre la población civil y un caos que se extendiera por todo el Cáucaso y más allá, en el interior de Rusia. Pero el ejército georgiano apenas resistió cinco días. (Daniel Estulin).

Y, en otra “curiosidad” de la geopolítica mundial, igual escenario fue diseñándose para Ucrania con las mismas pretensiones: guerra prolongada, sangrienta y de desgaste, quería (aún lo desean) ver a Rusia en “acción” bombardeando y asesinando a la población civil ucraniana para pedir la intervención de la comunidad internacional (OTAN), nada de eso ha sido posible.

Para cerrar este capítulo, el investigador Daniel Estulin se pregunta:

“¿Qué tienen en común los neoconservadores pro israelíes y los islamistas radicales?” El mismo nos da la respuesta: ”El odio a Putin y al nacionalismo ruso. A Putin lo detestan las élites occidentales no porque aspire a ser un dictador, sino porque las desafía. Putin acabó con el poder de los oligarcas rusos y con la corrupción y el robo descarado que estaban acabando con el país”.

Brzezinski, en su gran juego de tablero del ajedrez mundial, expresaba que una Rusia independiente es un estorbo para los planes de los Estados Unidos en la hegemonía global, que en su doctrina señala que todo lo que se cruza en sus caminos debe ser eliminado y la Rusia de Putin se atraviesa en esos caminos. Por una década Yeltsin complació esa tesis, mantuvo a Rusia sumida en el caos. Sin embargo, la Rusia de Putin se erigió como la mayor amenaza al futuro de las ambiciones geoestratégicas estadounidenses, se ha opuesto a ese mundo unipolar.


Continuaremos….

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Nota Referencial: Este artículo tiene como base principal el libro de Daniel Estulin, "Los Señores de las Sombras", (2007), editorial Del Bronce, Madrid. El libro de D. Estulin ha sido analizado en diferentes artículos de este blog, de donde obtenemos la información. Las ilustraciones de este post son responsabilidad del editor del blog.

15 septiembre 2025

El cómo Occidente ha planeado destruir Rusia desde hace siglos (3)




por Tito Andino


Viene de la Parte II


Historia y no Propaganda

III

Diseñando la posguerra y la inmediata Guerra Fría


Después de la batalla de Kursk de 1943, que culminó con la derrota de la Wehrmacht, se reunieron en Québec - Canadá (20 de agosto 1943) los jefes de los Estados Mayores de EE.UU y Gran Bretaña, así como Churchill y Roosevelt. En el orden del día estaba el tema de un eventual abandono por Estados Unidos y Gran Bretaña de la coalición antihitleriana y la formación de una alianza con los generales nazis con el fin de librar una guerra conjunta contra la Unión Soviética.

Según la ideología de Churchill y quienes la compartían en Washington, había que detener a los “bárbaros rusos” en el Este, lo más lejos posible, y si no derrotar a la Unión Soviética, por lo menos debilitarla al máximo. Hacerlo, antes que nada, por las manos de los alemanes, era un viejo plan de Churchill de 1919 (planteado al general ruso Kutepov durante la guerra civil rusa). Así se formuló la tarea en momentos en que estadounidenses, ingleses y franceses estaban sufriendo un revés y no podrían aplastar a la Rusia soviética. Churchill decía que quería -y en parte así fue- que de eso se encargaran los japoneses y alemanes.

En 1930, Churchill había explicado la misma tarea en clave a Bismarck, primer secretario de la Embajada de Alemania en Londres. Los alemanes se comportaron durante la Primera Guerra Mundial como unos necios, dijo Churchill. En vez de reconcentrarse en infligir la derrota a Rusia, empezaron a librar la guerra en dos frentes. Si ellos se hubieran ocupado sólo de Rusia, Inglaterra habría neutralizado a Francia. Parece que Churchill percibía esto no tanto como una lucha contra los bolcheviques cuanto como una continuación de la guerra de Crimea de 1853-1856.




El historiador ruso, Valentín Falin, señala que dentro de la coalición antihitleriana, las relaciones de aliados semejaban ser, por no decir que eran unos besos de Judas. Se hacían promesas, sin asumir compromisos, o -aún peor- para inducir a error a la parte soviética. Esta directriz formulada en el despacho de Chamberlain es elocuente: “Si Londres no puede evitar pactar con la Unión Soviética, la firma británica que se ponga al pie del documento no debe significar que en caso de agredir los alemanes contra la URSS los ingleses le acudan en ayuda a la víctima de la agresión, declarando guerra a Alemania. Debemos reservarnos la posibilidad de manifestar que Gran Bretaña y la Unión Soviética interpretan los hechos de distintos modos”.

Los aliados occidentales pretendían que una guerra de desgaste entre soviets y nazis hiciera sucumbir finalmente a la URSS. Pensaban que hacia la primavera de 1944 el potencial ofensivo de la Unión Soviética se vería agotado por completo, sin reservas humanas no podría asestar a la Wehrmacht un golpe comparable a las batallas de Moscú, Stalingrado y Kursk. Solo entonces, pensaban en Occidente, los soviéticos cederían la iniciativa estratégica a EE.UU e Inglaterra en las fechas propuestas para el desembarco de Normandía.

Y con el desembarco aliado en el continente se hizo coincidir un complot tramado contra Hitler. Los generales alemanes debían tomar el poder, disolver el Frente Occidental y abrir paso a los estadounidenses e ingleses para que éstos ocuparan Alemania y “liberaran” a Polonia, Checoeslovaquia, Hungría, Rumania, Bulgaria, Yugoslavia y Austria... Se pretendía hacer parar al Ejército Rojo en las fronteras del año 1939.

A los estadounidenses no les resultó fácil recorrer Alemania en marcha alegre bajo el son de la música marcial, se vieron obligados a entrar en combates, a veces pesados. Cuando las tropas de EE.UU se acercaron a París estalló una sublevación, los estadounidenses se detuvieron a treinta kilómetros de la capital, esperando a que los alemanes acabasen con los rebeldes, porque se trataba de la resistencia comunista, pero los sublevados lograron imponerse, entonces los estadounidenses tomaron París. Algo análogo sucedió en la parte Sur de Francia.

Ya en 1941 Occidente esperaba ansiosa la fecha en que Moscú caiga. En 1942, Turquía, Japón y EE.UU estaban aguardando la caída de Stalingrado, para luego empezar a revisar su política. Los “aliados” no compartieron con la URSS los datos obtenidos por sus servicios de inteligencia, los planes de los alemanes para desarrollar la ofensiva del Don al Volga y después hacia el Cáucaso, los estadounidenses, aunque conocían muchos detalles, días y horas, por ejemplo, respecto a los preparativos de la operación “Ciudadela” en el Arco de Kursk, no informaron de nada.




Al contrario, los “aliados” occidentales preparaban ya el plan “Rankin”. El plan principal no fue el “Overlord”, sino “Rankin” para establecer el control anglo-americano sobre toda Alemania y todos los Estados de Europa del Este, impidiendo el paso de los ejércitos soviéticos. Eisenhower, recibió la directriz: ir preparando “Overlord”, pero siempre tener en cuenta “Rankin”. La cosa era que si se presentaban las condiciones propicias para realizar el “Rankin”, “Overlord” quedaría de lado. El levantamiento en Varsovia fue organizado con ese objetivo.

Reiteramos, en 1944 el plan fundamental consistía en lograr detener en lo posible a la Unión Soviética, lo dijo Churchill abiertamente en octubre de 1942 (antes la contraofensiva en Stalingrado), “tenemos que hacer parar a esos bárbaros en el Este, lo más lejos posible”, se refería a los rusos como “monos salvajes”. En 1945 el general George S. Patton exigía histéricamente no detenerse en el Elba y mover las tropas norteamericanas a través de Polonia y Ucrania hacia Stalingrado para terminar la guerra en el mismo lugar donde Hitler había sufrido una derrota, igual criterio manejaban otros generales estadounidenses que expresaban que hay que “detener a los descendientes de Genghis Khan”. La "teoría de los infrahombres" no era un monopolio alemán.

Churchill se sentía libre de cualquier compromiso ante la Unión Soviética y hasta intentó, en vísperas de la cumbre de Yalta, orientar al presidente Roosevelt hacia una confrontación con Moscú. Fracasó. En esas fechas Churchill ordenó almacenar las armas de trofeo alemanas con vistas a su eventual uso contra la URSS e internar en el sur de Dinamarca y en la tierra de Schleswig-Holstein, a las divisiones de soldados y oficiales de la Wehrmacht que se rendían a las tropas británicas. El Frente Occidental ya no existía, solo había la confrontación germano-soviética en el Frente Este. Churchill anhelaba que las tropas americanas y británicas pudieran relevar a las unidades de la Wehrmacht o fusionarse con los alemanes en la tarea de contrarrestar la “amenaza soviética”.

Para Churchill era necesario deshacerse de los rusos porque habían cumplido ya su misión, pero eso era imposible mientras viva Roosevelt.

Para la Conferencia de Potsdam, Churchill se opuso a formalizar la victoria rindiendo el tributo a la aportación hecha por la Unión Soviética. Churchill creía que era la oportunidad de Occidente, aprovechar un momento en que la URSS tenía recursos prácticamente agotados, retaguardia demasiado extensa, tropas cansadas de la guerra y equipos desgastados. Era necesario lanzarle un reto a Moscú y obligarla, ante la alternativa de otra guerra penosa, a plegarse al dictado de los anglosajones.

No es una especulación, ni tampoco una hipótesis, sino la constatación de un hecho con nombre propio. A principios de abril, según otros datos, a finales de marzo de 1945, Churchill ordenó que se procediera con la máxima urgencia a los preparativos de la Operación “Impensable”.

Una nueva guerra tenía que empezar el 1 de julio de 1945 en la cual deberían participar las tropas estadounidenses, británicas, canadienses, el cuerpo expedicionario polaco y diez o doce divisiones alemanas, aquellas que se mantenían sin disolver en la tierra de Schleswig-Holstein y en el sur de Dinamarca. El presidente Truman se abstuvo de apoyar aquella idea, la opinión pública en Estados Unidos no estaba dispuesta a aceptar una traición tan cínica a la causa de las Naciones Unidas. Pero no era ésta, probablemente, la causa principal. (Algo más sobre la “Operation Unthinkable” (Operación Impensable, más adelante)

Los generales norteamericanos defendieron la necesidad de mantener la cooperación con la URSS hasta que capitulara Japón. Además, ellos suponían, al igual que los militares británicos, que era más fácil desatar una guerra contra la Unión Soviética que terminarla con éxito. El riesgo les parecía demasiado grande.

La muerte de Roosevelt provocó un cambio casi relámpago en las directrices de la política norteamericana. En su última alocución al Congreso de EE.UU, el 25 de marzo de 1945, el presidente advertía que la nación estadounidense debía asumir la responsabilidad por la cooperación internacional o, de lo contrario, sería responsable de un nuevo conflicto a escala mundial. Bien puede señalarse que la toma de Berlín por los soviéticos frenó a Londres y a Washington de la tentación de empezar la III Guerra Mundial.

Truman anunció en una reunión del 23 de abril en la Casa Blanca, su propia línea, la capitulación de Alemania era una cuestión de varios días, a partir de lo cual las trayectorias de la URSS y EE.UU. iban a divergir radicalmente. El equilibrio de los intereses era una tarea para flojos y en adelante primaría la Pax Americana. Truman estaba a un paso de declarar sin más dilaciones, a bombos y platillos, el término de la cooperación con Moscú. Y lo habría hecho si no fuera por la oposición de los militares estadounidenses. De haberse producido una ruptura con la URSS, Washington habría tenido que acabar con Japón por cuenta propia, lo cual le habría costado según las estimaciones del Pentágono entre uno y dos millones de vidas. Así que los militares de EE.UU, guiándose por razones propias, impidieron en abril de 1945 una avalancha política. Pero no fue por mucho tiempo.

La actitud de Occidente en relación a Rusia en la segunda guerra mundial fue de un cinismo total, pasaba de ser "amiga" a "enemiga" de la noche a la mañana, de "nuestro increíble aliado" pasó a ser el "nuevo Hitler", no obstante que las esferas de influencia en Europa fueron discutidas a fondo y acordadas por las potencias aliadas en las Conferencias de Yalta y Potsdam.

Algo parecido sucedió en la Gran Guerra, Rusia era el aliado de Occidente con la coalición de la "Triple Entente" (junto a Gran Bretaña y Francia) para terminar transformándose en la "amenaza bolchevique". La historia quiere ocultar un hecho trascendental, la Rusia de los bolcheviques fue una criatura nacida de los intereses financieros de Occidente como bien lo explicó el estudioso Anthony Sutton en “Wall Street y la Revolución Bolchevique”.


Conferencia de Potsdam, 17 de julio a 2 de agosto de 1945, En la foto se aprecia a Stalin junto a Harry S. Truman, que reemplazó al fallecido F.D. Roosevelt, mientras Winston Churchill aún compareció en las primeras jornadas de la Conferencia, pero al poco sería reemplazado por Clement Attlee tras la victoria de su partido (Laborista) en las elecciones del 26 de julio 1945


La Guerra Fría

Durante la Guerra Fría la disuasión nuclear soviética fue la que contuvo las nuevas aventuras del Occidente civilizado, pero en un principio no fue así. Tanto británicos como estadounidenses se arrepentirán por siempre no haber liquidado a los soviéticos en la inmediata posguerra e inicio de la Guerra Fría, tuvieron un margen de cuatro años, hasta 1949 y aún más tiempo, porque recién los soviéticos probaban su primer arma atómica.

En esta época se presentaron episodios de trascendencia como la crisis de los misiles en Cuba 1962, en respuesta al despliegue de sistemas de misiles de la OTAN en Turquía. Las guerras de Corea y de Vietnam fue otro campo de enfrentamiento entre los soviéticos y EEUU/OTAN, guerras de liberación o independencia en el África y países del Asia, represión militar a los gobiernos de izquierda en Latinoamérica, etc.

Por lo mismo, no solo podemos acusar a Occidente de sembraba caos, la URSS y los países de su órbita fomentaron lo que se denomina “lucha popular” de grupos generalmente conocidos como “Movimientos de Liberación Nacional”; para contrarrestarlo, la OTAN creó los grupos "Stay Behind" y la “Operación Gladio” que alteraron el orden en naciones europeas, en muchas ocasiones con falsos ataques atribuidos a la izquierda “terrorista”, una verdadera guerra sucia que como secuela costó la vida de cientos de inocentes. Es lo que muchos expertos calificaron como “La estrategia de la tensión. El terrorismo no reconocido de la OTAN” 

En este largo periodo, hasta el descalabro del bloque soviético, se debe destacar un par de acontecimientos, que los esbozamos resumidamente.

El sabotaje de la OTAN dentro de los países satélites del Pacto de Varsovia y en la misma URSS era cotidiano, apoyaron, por ejemplo, el separatismo a través de “Radio Europa Libre/Radio Libertad” y “Voz de América” (VOA). Se buscaba a través de la propaganda sembrar la discordia entre grupos nacionales de las repúblicas soviéticas que buscaban autonomía, independencia política y económica, así como la preservación de su identidad nacional. 

Los intereses occidentales explotaron el derecho de secesión instaurado en la Constitución soviética de 1977, lo que proporcionó un marco legal para los movimientos separatistas siempre seducidos y auspiciados desde el exterior.

El caso de Ucrania siempre tuvo fuertes connotaciones, a pesar de los líderes soviéticos ucranianos fueron quienes destacaron políticamente en la mayoría de decisiones centrales de la URSS. Existían movimientos separatistas armados que luchaban contra el sistema soviético desde antes de la segunda guerra mundial, en especial en ciertas zonas del oeste de Ucrania, donde operaba el Ejército Insurgente Ucraniano (UPA), colaboracionistas del nazismo, hasta la década de 1950 Stepan Bandera era uno de sus símbolos.

Pero, el acto más trascendental -sin duda- constituyó, ni bien terminaba la segunda guerra mundial, el plan de guerra británico "Operation Unthinkable" (Impensable) y el plan estadounidense "Operation Dropshot", una guerra terrestre en Europa, parcialmente apoyada por armas atómicas en contra de la URSS.

Operación Impensable (Operation Unthinkable), enunciada más arriba, nació cuando Churchill le escribió a Anthony Eden, su secretario de Relaciones Exteriores, el 4 de mayo de 1945, decía que solo "un enfrentamiento temprano y rápido" con la Unión Soviética podría cambiar el rumbo de los acontecimientos. Argumentó que la alternativa era dejar a Francia y al resto de Europa occidental vulnerables a una invasión soviética

Churchill ordenó al general Hastings Ismay, quien luego se desempeñaría como primer secretario general de la OTAN, planear el ataque sorpresa en las posiciones del Ejército Rojo en Europa Central y Oriental (Operación Impensable). La idea era atacar en medio de las líneas soviéticas, alrededor de Dresde, con 47 divisiones estadounidenses y británicas, aproximadamente la mitad de lo que los aliados occidentales tenían disponibles en ese momento. Unos 100.000 soldados de la Wehrmacht debían participar. El objetivo inmediato era liberar a Polonia, que era, después de todo, la razón por la que Gran Bretaña había ido a la guerra en 1939. Ismay consideró el plan inviable (impensable, dirían muchos) y advirtió que, lejos de hacer retroceder al Ejército Rojo, podría provocar que la Unión Soviética lance una guerra total en Europa para defenderse. La única forma de hacer que el plan funcione era usando armas nucleares. Stalin, estaba informado por sus espías del plan británico y tomó contramedidas.


Operation Unthinkable plan británico preparado para el 1 de julio de 1945  y  Operation Dropshot (la fotografía de la derecha corresponde la prueba nuclear "Shot Apple-2"), el Plan Estadounidense para la Tercera Guerra Mundial Contra la Unión Soviética» en 1957

 

La “Operación Dropshot” fue el primer plan de Estados Unidos para la guerra nuclear, elaborado en 1949, desclasificado en 1977, preveía que la Guerra Fría se calentaría en 1957. El plan proponía utilizar 300 bombas nucleares y 29.000 explosivos de alto rendimiento, lanzados desde bases en Alaska, Okinawa, el Golfo Pérsico, el Reino Unido y el territorio continental de los Estados Unidos, contra sitios estratégicos, ciudades e instalaciones soviéticas que eliminarían el 85% de la capacidad industrial de la Unión Soviética. La inicial ola de ataques sería seguida por operaciones aéreas contra objetivos navales, con énfasis en la reducción de las capacidades submarinas soviéticas y lograr un bloqueo marítimo de la Unión Soviética. Si los soviéticos no capitulaban, el plan requería una ofensiva terrestre importante en Europa.

Por sentado los soviéticos no esperarían de brazos cruzados, en principio Stalin no planeaba usar armas atómicas en una guerra con Occidente, probablemente debido a la superioridad nuclear masiva de Estados Unidos en ese momento. El Pacto de Varsovia mantuvo una postura casi totalmente defensiva durante la década de 1950, lo que le distinguía de la planificación de guerra de la OTAN. Eso cambió en la década de 1960, cuando las dos superpotencias se aproximaron a la paridad y se previó por primera vez el uso ofensivo de las armas nucleares.

La URSS y el Pacto de Varsovia desarrollaron planes de contingencia, algunos se han desclasificado después de la Guerra Fría por los gobiernos de la República Checa y Polonia, respectivamente, planes de guerra de 1964 y 1979, el Pacto de Varsovia preveía un uso generoso de armas nucleares para despejar el camino en una invasión por tierra.


Continuaremos

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Referencias: 

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