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08 marzo 2025

Condenados al fracaso: cómo Lenin y Stalin colocaron una bomba de relojería bajo la Unión Soviética


"Sin futuro" (1989), obra del artista soviético (nacido en Kiev) Boris Efimov. 


Alexander Nepogodin

RT


Curiosidades históricas soviéticas

Hoy posteamos dos interesantes artículos (combinados en uno) del periodista político Alexander Nepogodin nacido en Odessa, experto en Rusia y la antigua Unión Soviética, publicados el 15 de septiembre y 30 de diciembre de 2022 por Russia Today (en inglés, como sabemos RT se encuentra proscrita en Europa por lo que probablemente ha pasado por alto al lector interesado en la temática): "Doomed to fail: How Lenin and Stalin placed a ticking time bomb under the Soviet Union exactly 100 years ago" (reproducido por The Press United) y "From Brezhnev to Khrushchev: Ukraine had a huge influence on the Soviet Union, something Kiev now prefers to downplay", titulan los reportajes que debido a su interés histórico han sido reproducidos en varios idiomas para evitar la censura. 

En síntesis, un valioso material histórico que demuestra que el proyecto de la doctrina comunista fue un rotundo fracaso social, -entre otras razones- inaplicable pese a sus cercanos orígenes, pueblos con poca identidad nacional forzados a un proyecto inalcanzable, la gente no vive de doctrinas políticas y, como suelen decir, el comunismo enseño como "distribuir" la riqueza, pero no enseñó a crearla. Además, el "imperio" comunista pretendía confrontar a la propia naturaleza humana, proclamó una sola verdad y, contradictoriamente, al haber una sola "verdad" debía haber un solo líder (al menos Stalin lo vio así); no obstante, se habló de la "revolución mundial" del proletariado que conformaría un solo "imperio" para todo el mundo, que se constituiría en la única "verdad"... por eso se derrumbaron, porque no eran la única verdad. Esto aplica a todos los imperios que han existido en nuestra historia, esos imperios cayeron porque aspiraban a un solo líder, a un solo lugar hegemónico, a una sola "verdad", hoy lo seguimos llamando imperialismo y también está desmoronándose; entonces, será que la historia nos ha enseñado que las cosas suceden al revés? 

No hay sistemas ni soluciones mágicas, el mundo es una diversidad de naciones, culturas, etnias, etc., con su propia idiosincrasia, respetemos las diferencias de cada uno. Es imposible anular la armonía de la gente, es decir el individualismo de cada uno en aras del utópico comunismo; por supuesto que lo colectivo es necesario y ha funcionado sin anular lo individual, debe haber equilibrio, caso contrario no funciona. 

En segundo término, ha quedado expresado (y reforzado) en otras ponencias el extremismo del nacionalismo integral ucraniano, ya presente incluso en tiempos de la desintegración del imperio de los zares y una de las causas del actual conflicto ruso-ucraniano. Como única "defensa" de la extinta Unión Soviética podremos apreciar que Ucrania o muchos ucranianos manejaron férreamente el destino de ese extinto sistema.

Sin más, repasemos estas interesantes líneas de Alexander Nepogodin. (Salvo dos ilustraciones, el material gráfico ha sido interpuesto por el editor de este blog).

T. Andino 


Parte I

Condenados al fracaso: cómo Lenin y Stalin colocaron una bomba de relojería bajo la Unión Soviética

 

Póster de propaganda soviética de 1954, "¡GLORIA A LA PATRIA DE OCTUBRE!!"

 

La promoción de las identidades nacionales por parte de la URSS la dejó condenada desde el primer momento: hace exactamente 103 años, el 30 de diciembre de 1922, se creó el país más grande de la historia mundial. En el Primer Congreso de los Soviets de toda la Unión, los representantes de la República Socialista Federativa Soviética de Rusia (RSFSR), la República Socialista Soviética de Ucrania (RSS) y la RSS de Bielorrusia, así como la Federación Transcaucásica, firmaron la Declaración y el Tratado sobre la Formación de la URSS.

El enorme país dejó un legado ambiguo, y la mayoría de las promesas de los bolcheviques nunca se cumplieron. Sin embargo, a pesar de su colapso en 1991, hasta el día de hoy la historia de la Unión Soviética sigue siendo relevante para los residentes de Rusia y las antiguas repúblicas soviéticas. De hecho, fue el inicio del gobierno bolchevique el que marcó el resurgimiento nacional de las minorías y la creación de repúblicas que recibieron no solo autonomía, sino también el derecho a separarse.

Este reportaje recuerda cómo se tomó la decisión de crear la URSS y por qué su estructura estuvo determinada por una disputa entre los "jefes rojos": Vladimir Lenin y Joseph Stalin.

De acuerdo con el plan original de Lenin, la URSS no estaba realmente destinada a ser un "Estado" desde el punto de vista de la "estructura estatal". Se suponía que era una confederación libre de estados independientes (repúblicas), cada uno con casi plena soberanía. De ahí surgió la frase "autodeterminación hasta la secesión". La unidad de esta formación no estaba garantizada por mecanismos "estatales" o "supranacionales", sino por un solo partido comunista gobernante.

Tal modelo suponía la posibilidad de una expansión ilimitada de la URSS, hasta una escala global. Cualquier país podía simplemente reconocer al Partido Comunista como una "fuerza dominante y guía" e integrarse en la Unión Soviética como una nueva república. Por eso, la fórmula de la autodeterminación hasta la secesión no preocupaba especialmente al líder del proletariado mundial, Vladímir Lenin. Después de todo, si el comunismo conquistara al mundo entero, ¿dónde y por qué razón se separarían sus repúblicas? "Todavía tenemos que conquistar las cinco sextas partes de la masa terrestre para tener la URSS en todo el mundo", proclamó el presidente del V Congreso de la Comintern, Grigori Zinoviev, en junio de 1924.

Esta lógica se aplicó no solo en la década de 1920, sino también después del final de la Segunda Guerra Mundial, cuando la República Socialista Soviética de Bielorrusia y la República Socialista Soviética de Ucrania se convirtieron en cofundadoras de la ONU, con sus propios departamentos de política exterior. Cuando el modelo de "crecimiento global" se transformó durante la perestroika, se hizo evidente que las repúblicas soviéticas se mantenían unidas dentro de la Unión Soviética solo por un sistema de gestión burocrático. El concepto de un espacio único estaba condenado al fracaso. En su conjunto, la URSS sólo podía existir en el marco de su misión histórica, "la construcción del comunismo".

¿Autonomía o federalización?

En junio de 1919, la RSFSR, la RSR de Bielorrusia y la RSS de Ucrania unieron oficialmente sus fuerzas armadas, economía, finanzas, transporte y servicios de correo. El papel de las autoridades nacionales fue asignado a los comisariados del pueblo ruso, análogos de los ministerios. Los partidos comunistas republicanos se unieron al Partido Comunista Ruso-Bolchevique, o "PCR(b)" como organizaciones territoriales. Surgió entonces una paradoja: todo el territorio controlado por los bolcheviques se gobernaba como un solo Estado, mientras que las repúblicas seguían siendo formalmente independientes.


Izq. Un boceto de 1918 dibujado en Kiev, retrata a beligerantes de todo tipo. Derecha, los nuevos Comisarios Políticos, obra de 1919. (Boris Efimov)

Para los bolcheviques, esto significaba poco: el Partido Comunista tenía el monopolio de la política y la toma de decisiones de todos modos. Sin embargo, tras el final de la fase aguda de la Guerra Civil, surgió el problema de la representación exterior. En vísperas del debut internacional del nuevo gobierno, en la Conferencia de Génova en abril-mayo de 1922, se decidió que una delegación de la RSFSR hablaría en nombre de todas las repúblicas. Pero en el futuro, los socios extranjeros querían ver claramente con quién estaban tratando. Además, la propia población del país tenía que entender dónde vivía.

Iósif Stalin era el especialista del partido en las relaciones interétnicas (aunque, según los rumores, Nikolái Bujarin podría haber participado en la redacción de su obra principal "El marxismo y la cuestión nacional"). Como Comisario del Pueblo para Asuntos de la Nacionalidad de la RSFSR responsable de resolver el problema, propuso incluir a las repúblicas restantes en la RSFSR como entidades autónomas. En la autonomización, Stalin vio un medio de resolver varios problemas a la vez. En primer lugar, podría fortalecer un espacio nacional único y crear una rígida alineación vertical del poder. Y en segundo lugar, debilitaría a los nacionalistas locales y a los "social-independientes" que abogaban por la plena soberanía de las repúblicas soviéticas y estaban molestos por la injerencia del gobierno central en sus asuntos. Al mismo tiempo, el poder central y la legislación de toda Rusia se extenderían a nuevos territorios. Esencialmente, el plan no preveía la unificación y formación de un nuevo estado, sino una absorción de las repúblicas soviéticas nacionales por parte de la RSFSR.

En septiembre de 1922, Iósif Stalin envió su proyecto a Vladímir Lenin y pronto presentó el programa de la "autonomización" ante la comisión preparatoria del Pleno del Comité Central sobre las relaciones entre la RSFSR y las otras repúblicas soviéticas. La comisión, presidida por Viacheslav Mólotov, se reunió el 23 y 24 de septiembre de 1922 y logró aprobar el plan desarrollado por Stalin. Ahora debía ser aprobado en el pleno del Comité Central, que estaba previsto para el 5 de octubre. Sin embargo, Lenin, que en ese momento se encontraba en una situación inestable debido al deterioro de su salud, se negó a aceptar el proyecto y exigió la creación de la URSS según el modelo de máxima federalización, es decir, con repúblicas de la Unión semiindependientes.

Su propuesta no sólo crearía tensión dentro del partido, sino que también mostraría al mundo un ejemplo de una "solución fundamentalmente nueva a la cuestión nacional". Lenin insistió en la creación de tratados iguales entre las repúblicas con la posibilidad de que otros países no capitalistas de todo el mundo se unieran a la Unión Soviética en el futuro. Esto incluyó la creación de una nueva constitución y la formación de autoridades federales con representantes de todas las repúblicas. La Unión Soviética fue concebida por sus ideólogos como un proyecto comunista global, abierto, entre otras cosas, a la adhesión de aquellos países que nunca formaron parte del desintegrado Imperio Ruso. Este fue un argumento serio para aquellos que criticaban el plan de autonomización de Stalin. Después de todo, centrándose en la revolución mundial como un proyecto global, la federación fue vista como la estructura más conveniente del estado, ya que sería más fácil incluir nuevos sujetos.

Al mismo tiempo, el apaciguamiento de algunos de los bolcheviques de orientación nacional también era un tema importante. Algunos comunistas nacionales influyentes, que eran especialmente fuertes en la RSS de Ucrania y en la RSFS de Transcaucasia (especialmente entre los georgianos), optaron por la perspectiva de la confederación ya que querían un mayor grado de libertad.

Esto se evidencia más claramente en el llamado "incidente georgiano". El 20 de octubre de 1922, en una reunión del Comité Regional Transcaucásico del PCR(b), surgió una disputa entre Grigory (Sergo) Ordzhonikidze y los bolcheviques georgianos sobre si Georgia debía ingresar a la URSS como parte de la RSFS de Transcaucasia o de forma independiente. Cuando Ordzhonikidze llamó a sus oponentes "podredumbre chovinista", uno de ellos, Akaki Kabakhidze, llamó a Ordzhonikidze "el burro de Stalin", y Ordzhonikidze lo golpeó en la cara.

El poder central tuvo que intervenir, y una comisión del Comité Central encabezada por Félix Dzerzhinsky se dirigió a Transcaucasia. Sin siquiera hablar con la otra parte, sus representantes se pusieron del lado de Ordzhonikidze. Lenin, sin embargo, apoyó no menos fuertemente a los bolcheviques georgianos y exigió que Ordzhonikidze fuera expulsado del partido por asalto. Al mismo tiempo, tanto Stalin como Lenin comprendieron que el incidente, impulsado por sentimientos de nacionalismo, era un problema grave que podía tener consecuencias para el futuro del estado.

Una bomba de tiempo 

Las discusiones sobre la autonomización y la federalización duraron todo el otoño de 1922 y terminaron con la victoria del proyecto de Lenin. Poco antes de la firma del tratado, Lenin convocó a Stalin a su residencia de Gorki, cerca de Moscú, y le exigió que cambiara el primer párrafo. Pronto, escribió la nota "Sobre la formación de la URSS" a los miembros del politburó en la que expresaba la opinión de que la RSFSR debía reconocerse como igual a otras repúblicas y entrar en la unión "juntos y en pie de igualdad con ellas". Lenin hizo concesiones y compromisos tanto políticos como territoriales.


"Enemigos del Plan Quinquenal". Arte de Viktor Deni, 1929. Poema de Demyan Bedny que ridiculiza duramente a los miembros del “viejo orden”, los describe como “perros que aún no han sido enjaulados”. Se condena al grupo por “declarar la guerra” al Plan Quinquenal, “entienden que provocará su destrucción final”: "El terrateniente mira como un perro guardián feroz. El kulak (campesino rico) resopla por su nariz bulbosa. El borracho habitual ahoga sus penas. El sacerdote (del pueblo) grita y se lamenta frenéticamente. El periodista corrupto escupe y silba. El capitalista afila sus colmillos. El menchevique se enfurece como un loco. El Soldado Blanco jode y ciega. Estos perros que no han sido arrojados a la cárcel - Todo el mundo defiende las viejas y malas costumbres. Ponen una maldición maligna sobre el Plan Quinquenal y declararle la guerra. Amenazan con interrumpirlo, al darse cuenta. Esto significa su ruina total.


Esto fue motivado por el temor de que un solo aparato administrativo llevaría a los burócratas a discriminar a los pueblos en las partes remotas de la unión.

"Es necesario distinguir entre el nacionalismo de una nación opresiva y el nacionalismo de una nación oprimida, el nacionalismo de una nación grande y el nacionalismo de una nación pequeña. En relación con este último nacionalismo, casi siempre en la práctica histórica, nosotros, los nacionales de una gran nación, nos encontramos culpables de una cantidad infinita de violencia. Además, cometemos una cantidad infinita de violencia e insultos sin darnos cuenta", escribió.

Stalin, sin embargo, mantuvo su opinión y en una nota a los miembros del politburó llamó a la posición de Lenin "liberalismo nacional". No obstante, la autoridad del dirigente del proletariado mundial, a pesar de su grave enfermedad, seguía siendo incuestionable.

La mañana del 29 de diciembre de 1922 fue animada fuera del Teatro Bolshói de Moscú. Figuras con abrigos, uniformes de cuero de comisario y trajes nacionales flotaban entre la niebla helada. Los delegados del Primer Congreso de los Soviets de toda la Unión se reunían para establecer un nuevo Estado. El mismo día, las delegaciones de la RSFSR, la RSS de Ucrania y la RSS de Bielorrusia, así como la RSFS de Transcaucasia, firmaron un Acuerdo sobre la formación de la URSS. Un día después, se aprobó, y el 30 de diciembre se convirtió en el día de la formación de la Unión Soviética, que existió durante casi 69 años.

A excepción de las cuestiones relativas a la política exterior y al comercio exterior, las finanzas, la defensa y las comunicaciones, que se transfirieron a las autoridades de la Unión, cada república tenía jurisdicción sobre todas las áreas restantes. El Congreso de los Soviets de toda la Unión se convirtió en el órgano supremo del país. Entre sus convocatorias, se estableció el Comité Ejecutivo Central de la URSS, que constaba de dos cámaras: el Consejo de la Unión y el Consejo de las Nacionalidades.


Cartel soviético "La URSS es un nuevo tipo de Estado", Artista V. Viktorov. 1954 (tomado del original RT)


La declaración adoptada esbozó las razones, principios y objetivos para la unificación de las repúblicas soviéticas. El principio más importante es el derecho de los pueblos a la libre determinación, y el objetivo final es la creación de una Unión Mundial de Repúblicas Comunistas.

"El acceso a la Unión está abierto a todas las repúblicas socialistas soviéticas, tanto las existentes como las futuras. El nuevo Estado de la Unión servirá como un baluarte contra el capitalismo mundial y un paso decisivo hacia la unión de los trabajadores de todos los países en una República Socialista Soviética Mundial", decía la primera Constitución de la URSS, adoptada el 31 de enero de 1924.

Al nuevo Estado se le dio deliberadamente un carácter supranacional, de modo que en el futuro cualquier "república socialista soviética" pudiera ser aceptada en él. Abogando por la liquidación del Estado como tal, los bolcheviques sólo veían una solución temporal en tal estructura estatal. Inicialmente, Lenin incluso propuso llamar al estado la "Unión de Repúblicas Soviéticas de Europa y Asia", pero finalmente se decidió evitar las referencias geográficas. El escudo de armas de la URSS es el único ejemplo de este tipo en el que se representa todo el globo terráqueo, pero las fronteras estatales no están marcadas de ninguna manera.




Un proyecto fracasado 

Sin embargo, las esperanzas de los "viejos bolcheviques" de una revolución mundial no se cumplieron, y el sistema creado con esta perspectiva en mente no pudo resistir la embestida de nuevas realidades. La tesis de la "coexistencia pacífica" con el mundo capitalista se estableció poco después de la Segunda Guerra Mundial, a mediados de la década de 1950, aunque Vyacheslav Molotov la encontró "desorientadora" hasta el final de su larga vida. Esto no fue casual, ya que Molotov vio a la URSS entrar en otra carrera con los Estados Unidos, además de la "carrera armamentista" -la carrera por la "calidad de vida"- también perdida por el sistema soviético. Resultó que, fuera de la tarea de difundir el comunismo en el mundo, la Unión Soviética, en su conjunto, era una imposibilidad.

En última instancia, el cumplimiento práctico del derecho de las naciones a la libre determinación se convirtió en una broma cruel. Poco después de la creación de la URSS, se inició un proceso de construcción nacional en las nuevas repúblicas soviéticas. Las 185 nacionalidades de la Unión Soviética fueron divididas en repúblicas de unión directamente subordinadas a la autoridad central. Estos incluían repúblicas autónomas dentro de las repúblicas de la Unión, regiones autónomas dentro de los territorios y distritos nacionales. Al mismo tiempo, se determinó cuáles de los sujetos debían tener derechos y privilegios, y cuáles no. Por ejemplo, cada república nacional tenía su propio Partido Comunista y academia de ciencias, pero a los rusos no se les permitía tenerlos. Tras la fundación de la URSS, la RSFSR fue completamente esterilizada de la infraestructura estatal.

Las nuevas fronteras entre las repúblicas, trazadas en gran medida teniendo en cuenta las necesidades económicas y la racionalidad comunista, también causaron descontento. Por ejemplo, los abjasios y los osetios no querían formar parte de la República Socialista Soviética de Georgia, y los rusos que vivían en Donbass no querían ser gobernados por la República Socialista Soviética de Ucrania. Algunas regiones mayoritariamente tayikas pasaron a formar parte de la República Socialista Soviética de Uzbekistán, y Nagorno-Karabaj, con una población predominantemente armenia, fue incluida en la República Socialista Soviética de Azerbaiyán.

Posteriormente, todas estas cuestiones provocaron el agravamiento de los conflictos interétnicos y la aplicación del derecho de secesión de las repúblicas, preservado en todas las constituciones de la Unión. Este derecho fue invocado por primera vez en 1990 por las RSS de Estonia, Letonia, Lituania y Georgia. Su ejemplo fue seguido por casi todas las demás repúblicas, de las cuales había quince en la composición "clásica" de la URSS. El intento realizado en 1991 por el primer y último presidente de la URSS, Mijaíl Gorbachov, de preparar y acordar una nueva versión del Tratado de la Unión no sólo que no tuvo éxito debido al intento de golpe de Estado de parte de la dirección en agosto, sino también debido a los desacuerdos cardinales sobre la división de poderes entre la autoridad central y las repúblicas. incluida la cuestión presupuestaria.

En diciembre de 1991, los Soviets Supremos de Ucrania, Bielorrusia y Rusia anunciaron la denuncia del Tratado de Formación de la URSS. La Duma Estatal de Rusia anuló la resolución correspondiente del Soviet Supremo de la RSFSR en marzo de 1996, pero los diputados aclararon que su decisión no afectaba a la soberanía de Rusia y otras ex repúblicas soviéticas.


Parte II

De Brezhnev a Jruschov: Ucrania tuvo una enorme influencia en la Unión Soviética, algo que Kiev ahora prefiere minimizar

 

Postal de Ucrania del 1 de mayo de 1958, escrito en ucraniano dice: "Honra el 1 de mayo" (postal del Día de los Trabajadores de la era soviética) (artista no identificado) (Tomado del original RT)


Breve nota del editor del blog.

Hay un craso error cuando pretendemos valorar a la URSS como si de un sistema colonial tradicional se tratara. Dice un excelente comentario que "más bien, se trataba de un sistema de infección patocrática, donde el sistema patológico se recreaba de nuevo en cada república o Democracia Popular" (este último término es redundante; decir "democracia popular" es igual -comparativamente- a que digamos incorrectamente "hemorragia de sangre"). Sin embargo, la URSS seguía siendo una patocracia, una de las peores de la historia.

Se utiliza la definición de "patocracia" como la influencia en el avance de la injusticia social y el cómo psicópatas (o personalidades psicopáticas) se abren camino al poder. También la patocracia se caracteriza por la desigualdad extrema; la concentración de los medios controlados o dominados por la propaganda; la corrupción generalizada; la supresión del individualismo para alinearse a los intereses del poder; la ideología fanática; la intolerancia contra cualquier persona que no esté de acuerdo con el estado, etc. En fin, nos referimos al control centralizado del estado.

Alexander Nepogodin explora qué influencia tuvieron los ucranianos en el desarrollo de la Unión Soviética y cómo Kiev logró forjarse un alto grado de independencia, contrariando a los actuales críticos de la historia. Demasiada gente que procedían de Ucrania estaban registrados como "rusos" o simplemente como "soviéticos", razón por lo que resulta tan difícil evaluar el alcance total de la influencia política que tuvieron los ucranianos en el proceso de toma de decisiones en la Unión Soviética. Aquí sus reflexiones:


Muchas páginas de la historia de la Unión Soviética siguen siendo un misterio. Uno de ellos se refiere a la composición étnica de los dirigentes del país. De hecho, fueron los soviéticos ucranianos quienes implementaron las políticas desastrosas que exacerbaron las hambrunas de la era de Stalin y que más tarde se convirtieron en el "Holodomor" de la mitología ucraniana.

En los primeros años de existencia de la Unión Soviética, los bolcheviques ucranianos desempeñaron un papel importante en la construcción de lo que se convirtió en el estado más grande del mundo. Y fueron las propias personas de Ucrania las que se dedicaron a la "ucranización" que pretendía sustituir a la lengua y la cultura rusas durante los años de Stalin. Aunque este proceso se interrumpió oficialmente a finales de la década de 1930, continuó por inercia durante muchos años más.

Como resultado, la política soviética permitió que la RSS de Ucrania se convirtiera en una entidad bastante independiente con su propia élite nacional e intelectual, lo que abrió el camino hacia la independencia. Además, muchos funcionarios del Partido de Ucrania ocuparon puestos clave en la URSS hasta su colapso.


Yuliy Abramovich Ganf, artista nacido en Poltava - Ucrania en "CIENCIA BURGUESA", 1969

Páginas secretas 

Aunque nació en el centro de Ucrania, Leonid Brezhnev prefirió no hablar de su nacionalidad. Iósif Stalin lo consideraba moldavo. Hasta la década de 1950, se había hecho pasar por ucraniano y, después de eso, por ruso, según los documentos. Sin embargo, el ex presidente francés Valery Giscard d'Estaing, en sus memorias "Poder y vida", escribió que su amigo Edward Gierek, gobernante de facto de Polonia durante una década, le había dicho que la madre de Brezhnev era polaca. Gierek era amigo personal de Brezhnev, dijo que la madre de Brezhnev era polaca, que el polaco era su lengua materna, y a menudo hablaba polaco con Gierek por teléfono.

Dicha información no fue publicada por el Comité Central del Partido hasta 1989, y las biografías de los miembros de los órganos de gobierno durante todo el período soviético no se publicaron hasta 1990, justo antes de la disolución de la URSS. Todos estos documentos confirmaron que muchos de sus estadistas, políticos, diplomáticos, así como oficiales militares y de inteligencia, habían nacido en Ucrania. Sin embargo, a menudo se omitía información sobre su origen étnico. 

Es cierto que los ucranianos contribuyeron mucho a la construcción del socialismo. Si los reunimos a todos, vemos que siempre ha habido un gran número de personas de Ucrania en los niveles más altos del poder.

Dos de ellos, Nikita Jruschov y Leonid Brezhnev, gobernaron el país como secretarios generales del Comité Central del Partido Comunista. El último gobernante del país, Mijaíl Gorbachov, era descendiente de campesinos ucranianos que se habían trasladado a Stávropol.

Kliment Voroshilov y Nikolai Podgorny fueron dos ucranianos que se desempeñaron como presidentes del Presidium del Soviet Supremo de la URSS, mientras que un buen número de ucranianos se desempeñaron en varias ocasiones como vicepresidentes, incluidos Demyan Korotchenko, Mikhail Grechukha, Ivan Grushetsky, Alexey Vatchenko y Valentina Shevchenko. Docenas de secretarios del Comité Central y miembros del Politburó, así como miembros del gobierno de toda la Unión, también eran ucranianos. También había ucranianos al frente de la KGB, por ejemplo, Vladimir Semichastny, que coorganizó el exitoso golpe de Estado contra Jruschov en octubre de 1964.

Un estado dentro de un estado

La República Socialista Soviética de Ucrania fue administrada por élites locales, lo que está completamente en desacuerdo con el mito moderno de que Ucrania había sido una "nación oprimida" en la Unión Soviética. Además, tantos ucranianos ocupaban puestos clave en el gobierno soviético que cualquier acusación hecha por las autoridades ucranianas actuales sobre la RSS de Ucrania luchando bajo el yugo de la RSFS rusa y siendo de facto la colonia soviética de Rusia simplemente no tiene una pata en la que apoyarse.

Por el contrario, en la década de 1950, la República Socialista Soviética de Ucrania se había convertido en un pequeño estado de pleno derecho que tenía su propia constitución y bandera e incluso parlamento. De hecho, su estructura reflejaba la del propio gobierno de la Unión Soviética. La política de Ucrania fue determinada por el Partido Comunista de Ucrania, siendo el Politburó su máximo órgano de poder; su poder legislativo estaba representado por el Consejo Supremo (que más tarde se convirtió en la Rada Suprema); y el poder ejecutivo era ejercido por el Consejo de Ministros.


"¡Las fuerzas de paz con la Unión Soviética a la cabeza son invencibles!" Museo: Biblioteca Estatal Rusa, Moscú, del artista soviético ucraniano Boris Yefimovich Yefimov o Boris Efimov,1950


La verdad es que la propia Rusia soviética no tenía ninguno de los privilegios mencionados anteriormente. El gobierno de toda la Unión permitió que otras repúblicas tuvieran sus ramas nacionales del Partido Comunista y las Academias nacionales de Ciencias, pero no lo permitió para Rusia. La República Socialista Federativa Soviética de Rusia no tenía gobierno propio. Iósif Stalin se aseguró de que nunca lo hiciera por temor a que una Rusia empoderada pudiera crecer para desafiar al gobierno de toda la Unión. Esta política fue tan severa que en 1949 varios altos funcionarios de Leningrado fueron ejecutados, exiliados o encarcelados bajo cargos falsos de traición por su intención de crear el Partido Comunista de Rusia. Esto se conoció como el Asunto de Leningrado.

Por lo tanto, los intentos de tergiversar a la Rusia soviética como una potencia colonial a cargo de las otras repúblicas de la URSS son muy equivocados. Otras repúblicas incluso gozaron de más autonomía. Por ejemplo, la República Socialista Soviética de Bielorrusia y la República Socialista Soviética de Ucrania tenían sus propias agencias de política exterior y sus propias misiones en las Naciones Unidas desde 1945, mientras que Rusia no. Este es un nivel de autonomía sin precedentes para una república que es parte de un estado más grande. Por ejemplo, no es algo que el Reino Unido conceda a Escocia.

De hecho, no muchos de los actuales Estados nacionales de Europa pueden jactarse de haber sido realmente cofundadores de la ONU.

Cada República Socialista Soviética, incluida Ucrania, tenía su idioma nacional reconocido como oficial, por ejemplo, los billetes de moneda soviética declaraban su valor en todos los idiomas nacionales. Más importante aún, las repúblicas estaban gobernadas por los lugareños. Fue a través de la colaboración de las élites locales y el gobierno de toda la Unión que se promovió una política de indigenización, o nativización, a partir de la década de 1920. En el caso de Ucrania, fue el proyecto de 'Ucrania'.

La idea era matar dos pájaros de un tiro: promover la ideología comunista y adelantarse a cualquier posible movimiento nacionalista en las repúblicas otorgándoles privilegios y poderes. Dado que los nacionalistas locales eran inevitablemente parte de los gobiernos de las repúblicas, la nativización fue percibida por los comunistas como una solución viable para ganarlos y alentarlos a cooperar. Otra amenaza seria era el movimiento blanco.

En 1926, la población de Odessa estaba formada por 160.000 rusos y 73.000 ucranianos. Járkov, que en ese momento era la capital de la República Socialista Soviética de Ucrania, tenía 154.000 rusos y 160.000 ucranianos. En aquel entonces, los criterios para establecer la nacionalidad eran bastante laxos: a veces, bastaba con decir dónde se encontraba el hogar de una persona, mientras que el idioma nativo podría haber sido ignorado.

Con el fin de construir un nuevo estado socialista, los bolcheviques decidieron cortar de raíz cualquier resistencia potencial apoyando la cultura de Ucrania y minimizando la de Rusia. En esa época, muchos campesinos emigraban a las ciudades en busca de una vida mejor. Dado que no tenían raíces allí, eran un objetivo adecuado para el programa de nativización de los bolcheviques.

Para promover esta agenda, proclamaron oficialmente una política de indigenización diseñada para eliminar los "vestigios de nacionalismo" en el XII Congreso del Partido Comunista Ruso en abril de 1923. Una política implicaba de promoción de las lenguas y culturas locales, así como la formación de élites nacionales.

El objetivo principal de la campaña era reemplazar la cultura y el idioma rusos en las repúblicas soviéticas con culturas e idiomas locales, lo que se promocionó como una lucha contra el "chovinismo ruso" heredado del pasado imperial de Rusia.


Cómo se templó el acero 


Cartel del artista soviético Viktor Deni (Viktor Nikolaevich Denisov "Cada golpe de martillo sobre el yunque es un golpe contra el enemigo". Trabajadores de todos los países unios" (1920)


Los bolcheviques afirmaron efectivamente la necesidad de remediar las consecuencias de las políticas de "rusificación" llevadas a cabo por el Imperio ruso para facilitar el proceso de construcción del socialismo. Para ello, nutrieron a las élites locales, dieron estatus oficial a sus lenguas y financiaron la difusión de la cultura y los medios impresos en estas lenguas. Así, los bielorrusos y los "pequeños rusos" (ucranianos), dos etnias que habían estado en el centro de la nación rusa, comenzaron a transformarse en naciones "independientes" que perseguían sus propias ideologías dentro de fronteras que nunca antes habían existido. (NdelE. se refiere a las fronteras dentro del imperio ruso, incluso las no definidas fronteras de Ucrania en su efímero estado tras el colapso del imperio ruso)

La política de "ucranización" fue supervisada por las autoridades locales. En 1924, el principal ideólogo y cerebro de la "nación ucraniana", el historiador Mijaíl Grushevky, regresó a Kiev con el permiso de los bolcheviques. Ideó e implementó un método de promoción generalizada del idioma ucraniano a través del sistema de educación secundaria. Al mismo tiempo, se encargó a los lingüistas que desarrollaran un forma literaria de la lengua ucraniana. El proyecto fue implementado por los bolcheviques ucranianos Nikolai Skripnik y Stanislav Kosior.

"Nosotros, los comunistas rusos, debemos hacer concesiones cuando hay diferencias con los comunistas bolcheviques ucranianos sobre la independencia estatal de Ucrania, las formas de su alianza con Rusia y la cuestión nacional en general", escribió Lenin en 1920.

Los resultados no se hicieron esperar. Se introdujeron clases de ucraniano en todas las instituciones en las que se formaba a trabajadores de la educación y docentes en toda la República Socialista Soviética de Ucrania, así como en escuelas en las que la enseñanza se impartía en otro idioma. Como resultado, la proporción de trabajadores industriales que comenzaron a identificarse cada vez más como ucranianos creció del 41% al 53% entre 1926 y 1932.

Sin embargo, el proceso de "ucranización" fue impuesto en gran medida desde arriba, impuesto a la población urbana de habla rusa, que en su mayoría estaba insatisfecha con las políticas. Se oponían particularmente al requisito de usar el ucraniano en eventos y ocasiones formales. La desrusificación se combinó con campañas de propaganda lanzadas en los periódicos soviéticos, mientras que las publicaciones en ucraniano crecían rápidamente.

Este éxito domesticó un poco el ardor de los bolcheviques ucranianos, pero la campaña ya había cobrado fuerza hasta el punto de que era extremadamente difícil detenerla y el Kremlin se vio obligado a acomodar el ansia de independencia de las élites locales durante muchos años más. No fue hasta finales de la década de 1930 que el proyecto de ucranización fue finalmente desechado debido a los temores de que pudiera revivir el movimiento nacionalista ucraniano. También había otra razón detrás de esa decisión: los graduados de la escuela secundaria a menudo no hablaban ruso y, por lo tanto, tenían dificultades en las universidades donde la enseñanza todavía se realizaba en ese idioma.

La "ucranización" perseguida por el liderazgo soviético hasta finales de la década de 1930 sentó bases sólidas para el desarrollo y crecimiento de la nación ucraniana y su cultura. Incluso después de que el proyecto fue abandonado, la oleada de sentimiento nacionalista que había desencadenado persistió durante muchos años más por inercia. Las políticas soviéticas convirtieron a la República Socialista Soviética de Ucrania en una entidad territorial autosuficiente dentro de la Unión Soviética, con su propia élite nacional y una clase de intelectuales creativos, lo que allanó el camino para la eventual independencia de Ucrania.

El momento de la verdad

La República Soviética de Ucrania de la posguerra fue en la dirección opuesta y comenzó a promover el idioma y la cultura rusos. Esto ocurrió después de que Nikita Jruschov criticara a académicos y científicos sociales en agosto de 1946 en la sesión plenaria del Comité Central del Partido Comunista de Ucrania por errores en sus interpretaciones de la historia.

Los desafió a cultivar "tolerancia cero para cualquier manifestación de nacionalismo burgués" entre los ciudadanos ucranianos. Y la lealtad de los ucranianos al régimen soviético fue asegurada por Lazar Kaganovich, un prominente político a cargo del proyecto de "ucranización" en la década de 1920. Aun así, las humanidades ucranianas continuaron desarrollándose después de la Segunda Guerra Mundial a pesar de la incesante supervisión del partido. Algunos institutos de investigación se centraban en los estudios ucranianos. Todo eso cambió después de que Stalin muriera en 1953 y su culto a la personalidad fuera denunciado en el XX Congreso del Partido por Nikita Khrushchev, que se había criado en el este de Ucrania. El uso del idioma ucraniano también experimentó muchos cambios. Se compilaron diccionarios del idioma ucraniano y la mayoría de las universidades cambiaron al ucraniano como idioma de instrucción. 


"Bueno, ¿quién más querría venir a la URSS?", Boris Efimov, 1938

Además, la República Socialista Soviética Autónoma de Crimea, donde prevalecía el ruso, fue transferida de la República Soviética rusa a la República Soviética de Ucrania por un decreto de Jruschov. "La victoria en la Gran Revolución Socialista de Octubre y la política de Lenin sobre las nacionalidades permitieron al pueblo ucraniano crear su primer Estado nación", dijo el primer secretario del Comité Central del Partido Comunista de Ucrania, Pyotr Shelest, en 1970, refiriéndose al deshielo de Jruschov, entre otras cosas. Y tenía razón: los altos mandos del partido nacional disfrutaban de un estatus especial en Ucrania, tanto en el partido como en las estructuras gubernamentales. Cabe destacar que este estatus se reforzó bajo Leonid Brezhnev, cuando Vladimir Shcherbitsky asumió el cargo de primer secretario del Comité Central. Entre 1965 y 1977, Nikolai Podgorny, de nacionalidad ucraniana, fue el presidente del Presidium del Soviet Supremo de la URSS y Nikolai Tikhonov, nacido en Járkov, cuya carrera comenzó en Dnepropetrovsk, fue presidente del Consejo de Ministros de 1980 a 1985. Varios miembros del Comité Central en ese momento tenían vínculos con la región de Dnepropetrovsk. Entre ellos estaban Andrei Kirilenko, Pyotr Shelest, Vladimir Shcherbitsky, Andrei Grechko y Dmitry Polyansky. En la década de 1980, cuando el Partido Comunista de Ucrania estaba encabezado por Shcherbitsky, la República Socialista Soviética de Ucrania fue llamada el último bastión del comunismo

Pero la historia no quería saber nada de eso. Y me viene a la mente una frase fatídica del presidente de la Ucrania independiente Leonid Kravchuk a este respecto: "Ucrania puede estar orgullosa de ser el Estado que ha destrozado a la Unión Soviética". De hecho, a pesar de que Ucrania se encuentra entre las principales economías de la URSS y entre las diez naciones europeas más desarrolladas, fue el liderazgo ucraniano el que desempeñó un papel clave en el colapso de la Unión Soviética, un país multinacional en el que el pueblo ucraniano había ocupado una posición especial. 


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05 febrero 2025

La Conferencia de Yalta 1945, el nuevo orden mundial de posguerra

 


Artículo ampliado y actualizado.
Publicado originalmente en febrero 2020 como "La Conferencia de Yalta, ¿por qué es importante en la historia?"


Primera Parte

Reflexiones sobre Yalta

por Tito Andino


Hace 80 años, del 4 al 11 de febrero de 1945 tuvo lugar la trascendental "Conferencia de Yalta", en Crimea (URSS), que moldeó el mapa político de Europa durante la ´Guerra Fría´ y cuyas secuelas siguen vigentes en el continente europeo y el Lejano Oriente. Usualmente creemos que Roosevelt, Stalin y Churchill forjaron en Yalta sus zonas de influencia en Europa (otros autores niegan que se hayan establecido dichas zonas como consecuencia de las sesiones de trabajo). Otros califican a Yalta como la base del nuevo orden mundial de posguerra; o, simplemente como los nuevos límites territoriales en Europa.
 
En todo caso, los "Tres Grandes" venían negociando el asunto, el caso se trató en la "Conferencia de Teherán" (noviembre 1943) y culminaría en la "Conferencia de Potsdam" (julio/agosto 1945). 

Sin discusiones, los tres Aliados tenían sus propios intereses. Reino Unido había trazado el mapa tras la primera guerra mundial (Acuerdo Sykes-Picot) y se repartió con Francia las zonas de influencia en Medio Oriente (causa de los presentes conflictos en esa región). Para la URSS, Yalta significaba algo más, poner fin a los imperios europeos, dando lugar a las naciones estado y logrando definir sus límites fronterizos. No obstante, el nuevo rol de Estados Unidos, Reino Unido, Francia y otros estados europeos occidentales significó la consolidación del predominio de la industria en reemplazo de la clase política en el gobierno.

Varios países se beneficiaron territorialmente de Yalta, Polonia es un ejemplo, tuvo que aceptar ceder territorios al este pero se benefició enormemente con la desarticulación político-territorial del estado federado de Prusia (Alemania) y amplió sus fronteras marítimas. Yugoslavia fue otra beneficiada de la Conferencia de Yalta, unificando las repúblicas eslavas del sur en un solo estado federado. La cumbre abordó el difícil problema territorial del Lejano Oriente ante la inminente derrota del Japón. Mongolia obtuvo el estatus de Estado independiente. Se discutió la recuperación de antiguos territorios que Japón debía ceder a la URSS, por el cual Stalin debía entrar en guerra contra los nipones tras la capitulación de la Alemania nazi, pero las rivalidades entre los Aliados occidentales-URSS y el uso del arma atómica detuvieron la intervención soviética a gran escala. Se acordó, por ejemplo, el retorno de las islas Kuriles a jurisdicción soviética ya que formaba parte de Rusia hasta inicios del siglo XX. La cesión de la región de Konigsberg, que  formó parte de Prusia Oriental, como nuevo enclave soberano soviético, Kaliningrado (ubicado entre Polonia y Lituania) hoy territorio de Rusia, fue discutido y acordado entre los Aliados en Yalta y principalmente en Potsdam (1945),  la región se integró a las repúblicas soviéticas; y, desde 1991 Kaliningrado es un oblast de la Federación Rusa. Hoy esta región rusa es fuente de amargas discusiones en Europa.


                   Sellos postales conmemorativos "Conferencia de Yalta"


Además, La Conferencia de Yalta estableció:

- Una coordinación política entre los Estados Unidos, la Unión Soviética y el Reino Unido en cuanto a la Alemania de posguerra.
- La ocupación militar de Alemania mediante las Fuerzas Armadas Aliadas y la instalación zonas de influencia en el país (se invitó a Francia a participar). 
- Creación del Consejo Aliado de Control con sede en Berlín para administrar los territorios de Alemania y Austria, dirigido por los comandantes en jefe de las tres potencias para el control de la economía y política del estado.  
- Determinó la ilegalización del nazismo, el juzgamiento de los criminales nazis y el fin del militarismo alemán mediante el desarme.  
- Acordó una política de compensaciones, obligando a Alemania a reparar los daños ocasionados "en la medida máxima posible", preferentemente con la entrega de suministros naturales.
- Emitió la "Declaración sobre la Europa Liberada", que aspiraba coordinación para resolver cuestiones políticas y económicas de Europa. 
- Instituyó la Organización de las Naciones Unidas (ONU), con un Consejo de Seguridad como órgano permanente. 
- Suscribió acuerdos para regular el caso de los prisioneros de guerra y de civiles extranjeros en Alemania para su repatriación. 
- Creó un órgano permanente de consultas entre los ministros de Asuntos Exteriores de las tres potencias, etc.

Sin embargo, la historia nos demostró que algunos de esos acuerdos concertados entre los Aliados en la Conferencia de Yalta y profundizados en la Conferencia de Potsdam (1945) no llegaron a cristalizarse debido a la naciente 'Guerra Fría'.

El Dr. Valentín Falin, a quien ya hemos citado anteriormente, señalaba que "la fidelidad a los Acuerdos de Crimea (Conferencia de Yalta) ofrecía una oportunidad que no fue aprovechada, debía representar una oportunidad para el mundo, lamentablemente no supimos aprovecharla, y la responsabilidad principal recae sobre Washington". Yalta ocupa un lugar poco común, pero hay muchas alteraciones con relación a ella desde 1945. En el presente se pretende excluir, anular lo que pasó en Yalta, incluso reescribir la historia, y eso proviene esencialmente de fuentes estadounidenses.
 
El secretario de Estado de Roosevelt, Edward Stettinius, testigo y participante inmediato de la Conferencia de Yalta expresó que Yalta fue el punto culminante de la cooperación entre EEUU y la URSS, y en menor grado, Gran Bretaña. Falin reconoce que la mayoría de las decisiones adoptadas en Yalta tenían como base proyectos estadounidenses, hasta el comunicado final fue un proyecto puramente estadounidense. La URSS no hizo ninguna enmienda. Afirmaciones de que "Stalin podía más que Roosevelt" o que "se había aprovechado de la enfermedad de este último" no tienen nada que ver con la verdad.

Roosevelt deseaba se realizara el encuentro de Crimea, retomando las ideas expuestas a Molotov en junio de 1942 en Washington, veía un mundo de postguerra sin armas, planteaba que "una economía mundial saludable y carrera armamentista son incompatibles". FDR no era un político ingenuo, había sido viceministro de las fuerzas navales de Estados Unidos durante la Primera Guerra Mundial. Roosevelt comprendía muy bien quién era Stalin, creía que era un pragmático convencido, le prometió un crédito de 4.500 millones de dólares para la recuperación del país en la posguerra, condiciones excepcionales para las inversiones, que analizaba la idea de una economía de mercado en la URSS.


        Palacio de Livadia, sede de la Conferencia de Yalta 1945


Durante la "guerra de invierno" entre la URSS y Finlandia, Roosevelt consideró romper las relaciones diplomáticas con la URSS, de retirar su reconocimiento y hasta consideró reconocer un gobierno ruso en el exilio (negociaciones con Kerenski). Roosevelt meditó formar, a inicios de 1940, un frente antisoviético del cual formarían parte la Alemania nazi, la Italia fascista y todas las democracias occidentales con el pretexto de ayudar a Finlandia. El proyecto fracasó porque los alemanes decidieron atacar Francia.

EEUU que había empezado a consolidar las finanzas y el comercio mundial, quería controlar los principales yacimientos de materias fisibles y de otro tipo. Si no entendemos eso, no entenderemos nada de lo que pasó después -señala el Dr. Falin-, esa era la visión que tenían los estadounidenses en  la guerra. Para Roosevelt, la unión con Stalin no era en ningún sentido fruto del azar.

Yalta, febrero de 1945, los estadounidenses tienen presente la casi derrota que los alemanes provocan a su ejército en las Ardenas y que fue Stalin quien los ayudó lanzando antes de tiempo, a solicitud de Washington, una ofensiva en el este, obligando a los nazis a retirar del oeste un tercio de sus fuerzas comprometidas en esa operación.

En la Conferencia de Yalta, la idea de crear la Organización de Naciones Unidas pertenece a Roosevelt, fue mencionada por primera vez en Teherán y tomó forma en Yalta; fue Stalin el que insistió que la sede de la organización fuera Nueva York. Hubo críticas, principalmente desde Londres, Churchill exigía el cese de la cooperación con la Unión Soviética, decían que "la URSS había desempeñado su papel y ya no era necesaria", preconizando el dominio de Estados Unidos en el mundo.
 
Churchill, el 23 de febrero de 1945, envió un mensaje de felicitación con motivo del Día del Ejército Rojo; a la vez, ordenaba recoger las armas alemanas y almacenarlas por si estallaba un conflicto con la Unión Soviética. En marzo de 1945, ordenó a sus jefes de estado mayor preparar una operación contra la URSS ("Operación Impensable") con la participación de las fuerzas de Gran Bretaña, Estados Unidos, Canadá, el cuerpo expedicionario polaco y... alemanes. (El inicio de la nueva guerra estaba fijado para el 1 de julio de 1945). Mucho antes, Churchill consideraba que "cuanto más al este detengamos a los bárbaros rusos, mejor será". Tenía en mente el "Plan Rankin", un plan secreto que debía abandonar "Overlord" (apertura del segundo frente). El plan Rankin establecía que los anglosajones, con el apoyo de los alemanes, debían tomar el control no sólo de Berlín y de Hamburgo, sino también de Varsovia, Praga, Budapest, Viena, Bucarest, Sofía y Belgrado.

El 25 de marzo de 1945, en su último mensaje al Congreso, Roosevelt expresó: "Para las generaciones futuras, el destino de Estados Unidos y del mundo entero depende de la aplicación concienzuda de los acuerdos concluidos entre los aliados en Teherán y en Yalta... los norteamericanos no pueden contentarse con una solución intermedia. Debemos aceptar la responsabilidad de la cooperación internacional, pues de otra forma tendremos que asumir la de un nuevo conflicto mundial".

Harry Truman, llegó al poder el 23 de abril de 1945, sin saber que los estadounidenses desarrollaban la bomba atómica, declaró: "Se acabó la cooperación con los rusos, llegó el momento de pasar a una nueva etapa". Se fijó como objetivo "borrar a Yalta". El general Patton no aceptaba detenerse en las líneas de demarcación concertadas entre Washington, Moscú y Londres, quería lanzarse sobre Stalingrado. ¡No para terminar con los comunistas o la Unión Soviética, sino para acabar con los "descendientes de Gengis Kan"! 


Mapa manuscrito, 1945, Churchill, Roosevelt y Stalin intentaron llegar a acuerdos para el mundo de posguerra, especialmente en lo que respecta a Europa del Este, Europa Central y el futuro de las Naciones Unidas. Este mapa dibujado a mano estaba destinado a utilizarse para establecer zonas de ocupación en Alemania. Documento de W. Averell Harriman, División de Manuscritos, Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos.


"Eso dicen los documentos y no podemos cambiarlos", reflexiona el Dr. Falin, los Aliados occidentales no alcanzaron sus objetivos porque las fuerzas armadas soviéticas lo impidieron. También aclara ante la pregunta: "¿Quién propuso dividir al mundo de posguerra en zonas de influencia a la largo de la línea Curzon, algo que los polacos y los países bálticos no han dejado hasta hoy de reprocharle a Stalin?"

El Dr. Falin respondió: "No hubo zonas de influencia. La idea de la línea Curzon se remonta a 1919, en el marco de una conferencia en la que participaron Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos. «Entre ellos tres», esos países trazaron la línea al partir del principio étnico, compartiendo los territorios donde la población era esencialmente ucraniana, bielorrusa o polaca. Esta línea no delimitaba esferas de influencia sino esferas de intereses entre Stalin y Hitler en septiembre de 1939". (Nota del editor: En la práctica viene a ser lo mismo, ¿o me equivoco?)

Stalin, al negociar con Roosevelt con relación a la línea Curzon quería básicamente que Polonia no se convierta -otra vez- en un puesto de avanzada para golpear a Rusia, como ocurrió en la época de Napoleón y durante la primera y la segunda guerra mundial.

En Yalta también se discutió sobre la situación de los países bálticos, cuya adhesión a la URSS jamás fue reconocida por Estados Unidos, estos países fueron ocupados por los alemanes en la primera guerra mundial y permanecieron como protectorado alemán, las cosas cambiaron con la revolución de 1917 que expulsaron a las tropas alemanas estacionadas en los países bálticos. Pero, en el Tratado de Versalles, a pesar que se acordó que las tropas alemanas debían retirarse de los territorios que no formaban parte del Imperio Alemán, los aliados obligaron a los alemanes a dejar sus tropas en Finlandia, Lituania, Letonia y Estonia como garantía, esos países no debían caer en manos de la "chusma" (soviéticos).

Estados Unidos nunca aceptó que Lituania, Letonia y Estonia fueran incorporadas a la URSS después de la guerra. Este asunto no fue mencionado en la Conferencia de Yalta. Las promesas de Roosevelt a Stalin no se ejecutaron, porque Truman al regresar a Estados Unidos -tras la Conferencia de Postdam- ordenó a Eisenhower preparar el Plan "Totality", guerra nuclear contra la Unión Soviética (estuvo listo en diciembre de 1945), luego vinieron otros planes, el nuevo objetivodesmembrar a la Unión Soviética en doce Estados, incapaces por sí mismos de alcanzar solos sus objetivos económicos y de defensa.


1945, mapa de la división de Alemania en las cuatro zonas de ocupación
 

Otro soñador, James F. Byrnes, secretario de Estado de Truman, en diciembre de 1945, mantuvo negociaciones con Stalin (Conferencia de Ministros de Relaciones Exteriores de Moscú), Byrnes señaló que tras las negociaciones con Stalin había comprendido que la paz equitativa, tal como la concibieron sus antecesores en el cargo, era posible. El 5 de enero de 1946 Truman dirigió una carta a Byrnes, decía: "Lo que dijo es deliranteNo necesitamos ningún compromiso con la Unión Soviética. Lo que necesitamos es la Pax Americana, conforme en un 80% con nuestros ideales".

Revisemos un capítulo del fabuloso libro del destacado historiador y politólogo, Dr. Jacques R. Pauwels: "El mito de la guerra buena: Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial(Capítulo 12), edición revisada, marzo de 2015. 


Segunda Parte

La Conferencia de Yalta




Dr. Jacques R. Pauwels


Los acontecimientos de los años 1943 y 1944 en países como Italia, Grecia y Francia (liberados por los estadounidenses, británicos y canadienses) habían demostrado con toda claridad que fueron los libertadores los que determinaron cómo los fascistas locales serían castigados o perdonados, cómo se restablecería la democracia, cuánto aporte se permitiría a los movimientos de resistencia antifascistas y a la población local en general en la reconstrucción de su propio país, y si se introducirían o no reformas políticas, sociales y económicas.

La conducta sutil de los aliados occidentales (neutralizando a la resistencia comunista y de otra resistencia de izquierda y no consultando con el aliado soviético) implícitamente dio a Stalin carta blanca para proceder de manera similar en países liberados por el Ejército Rojo.

Sin embargo, esta simetría estaba lejos de ser perfecta. Primero, hasta el verano de 1944, los soviéticos continuaron luchando casi exclusivamente en su propio país. Fue solo en el otoño de ese mismo año que liberaron países vecinos como Rumania y Bulgaria, estados que difícilmente podrían rivalizar con Italia y Francia. En segundo lugar, la fórmula de la esfera de influencia acordada entre Stalin y Churchill proporcionó a los aliados occidentales un porcentaje pequeño pero posiblemente importante de aportes en algunos países de Europa del Este, que los soviéticos no disfrutaron en ninguna parte de Europa occidental.

Después de Market Garden, se hizo evidente que la guerra en Europa estaba lejos de terminar. Una parte considerable del continente aún esperaba la liberación, y la propia Alemania nazi aún no había sido conquistada. Mientras tanto, era evidente que Polonia sería liberada en su totalidad por los soviéticos, una perspectiva que alarmó a muchos polacos, en particular al conservador y fuertemente antisoviético gobierno polaco en el exilio en Londres. Este gobierno, por cierto, no estaba formado por demócratas devotos, como se da por sentado con demasiada frecuencia, sino que representaba al régimen autocrático polaco del período anterior a la guerra, un régimen que se había confabulado con el propio Hitler y que con motivo del Pacto de Múnich había seguido su ejemplo al embolsarse un pedazo de Checoslovaquia.

El avance de los británicos-estadounidenses en dirección a la capital alemana se verificó por primera vez en los Países Bajos en el momento de Market Garden y se vio fuertemente obstaculizado nuevamente entre diciembre de 1944 y enero de 1945 por la inesperada contraofensiva del mariscal de campo von Rundstedt en las Ardenas. El último episodio estaba destinado a entrar en la conciencia colectiva estadounidense, así como en los libros de historia estadounidenses como un choque gigantesco y heroico, la Batalla de las Ardenas, y se celebró a su debido tiempo en una producción homónima de Hollywood. En realidad, sin embargo, la confrontación en las Ardenas representó un serio revés para los estadounidenses. La contraofensiva de Von Rundstedt finalmente terminó en fracaso, pero inicialmente la presión alemana fue considerable. Los estadounidenses lucharon heroicamente en muchas ocasiones, por ejemplo en Bastogne.

En respuesta a una solicitud estadounidense urgente, el Ejército Rojo desató una gran ofensiva en Polonia el 12 de enero de 1945, una semana antes de lo planeado originalmente. Forzada a enfrentar una nueva amenaza en el este, la Wehrmacht tuvo que desviar recursos de su proyecto en las Ardenas, aliviando así la presión sobre los estadounidenses. Pero en el frente oriental, los alemanes no pudieron detener la apisonadora soviética, que avanzó tan rápido que en unas pocas semanas llegó a las orillas del Oder. A principios de febrero, los soviéticos llegaron a Frankfurt-on-the-Oder, una ciudad situada a menos de cien kilómetros de la capital alemana. Los estadounidenses tenían motivos para estar agradecidos por el favor militar prestado por Moscú, pero estaban lejos de estar contentos de que en la carrera no declarada entre aliados a Berlín, los soviéticos habían tomado una gran ventaja sobre sus socios occidentales.

Ya después del fracaso de Market Garden, se hizo evidente para los líderes estadounidenses y británicos que perderían la carrera hacia Berlín y que el Ejército Rojo eventualmente controlaría la mayor parte del territorio alemán, de modo que de acuerdo con los precedentes establecidos por los libertadores. En Italia y en otros lugares, los soviéticos podrían imponer su voluntad a la Alemania de la posguerra

 

"En la Conferencia de Crimea", pintura del artista D.A. Nalbandyan, 1945. Fuente Museo Virtual Ruso


Esto produjo mucho pesimismo, y los agoreros como el general MacArthur, quien opinó en noviembre de 1944 que toda Europa inevitablemente caería bajo la hegemonía soviética, sin duda ganó credibilidad adicional en el momento del revés sufrido en la Batalla de las Ardenas. Era cierto que si los desarrollos militares solo permitieran determinar las cosas, el resultado final sería muy desfavorable para los aliados occidentales. 


Sin embargo, el resultado final podría ser diferente si se pudiera convencer a los soviéticos de acuerdos que serían vinculantes independientemente de los desarrollos militares. 

Precisamente esto es lo que los británicos y los estadounidenses esperaban lograr en una serie de reuniones con representantes soviéticos en Londres en el otoño de 1944. Propusieron dividir a Alemania en tres zonas de ocupación más o menos iguales, independientemente de la posición del ejército de cada aliado al final de las hostilidades. (Una cuarta zona de ocupación se asignaría a los franceses mucho más tarde). Este acuerdo era claramente en interés de los "anglosajones", pero Stalin aceptó la propuesta occidental. Fue un gran éxito para los británico-estadounidenses, que deben haber aturdido a los pesimistas como MacArthur, escribe el historiador estadounidense Gabriel Kolko.

Una ventaja adicional inesperada para los aliados occidentales resultó ser el hecho de que los soviéticos también acordaron que la capital, Berlín, como Alemania en su conjunto, se dividiría en tres zonas de ocupación, aunque era obvio que el Ejército Rojo tomaría la ciudad y que Berlín estaría situada en lo profundo de la zona de ocupación asignada a la URSS. Que un "Berlín occidental" podría existir más tarde en el corazón de Alemania Oriental se debió a la actitud complaciente mostrada por Stalin en el otoño de 1944 y nuevamente durante el invierno de 1944-45. Acuerdos de Londres sobre las futuras zonas de ocupación en Alemania y los acuerdos alcanzados por los Tres Grandes (Roosevelt, Churchill y Stalin) en la Conferencia de Yalta entre el 4 y el 11 de febrero de 1945.

A menudo se ha dicho que en el complejo de Yalta (Crimea), el astuto Stalin logró engañar a sus colegas occidentales y, sobre todo, al presidente Roosevelt, que ya estaba muy enfermo en ese momento. Nada mas lejos de la verdad. En primer lugar, fueron los británicos y los estadounidenses quienes no tenían nada que perder, y mucho que ganar, de tal reunión. Lo contrario se aplica a los soviéticos, quienes posiblemente podrían haber estado mejor sin esta conferencia

De hecho, el espectacular avance del Ejército Rojo en lo profundo del corazón de Alemania puso cada vez más triunfos en las manos de Stalin. En la víspera de la conferencia, el general Zhukov se paró a orillas del río Oder, a tiro de piedra de Berlín.



Monumento conmemorativo a la Conferencia de Yalta, erigido en el lugar de la celebración de las conversaciones de los Aliados. Palacio Livadia (Yalta - Crimea - Rusia).


Es por eso que Washington y Londres, y no Moscú, insistieron en una reunión de los líderes aliados. Precisamente porque estaban tan desesperados por encontrarse con Stalin para llegar a acuerdos vinculantes, Roosevelt y Churchill también demostraron estar dispuestos a aceptar su condición previa para una conferencia, a saber, que se celebrara en la URSS. Los líderes estadounidenses y británicos tuvieron que emprender un viaje inconvenientemente largo, permitiendo a los soviéticos una especie de "ventaja de juego en casa" durante el tira y afloja que la conferencia prometió ser. Pero estas fueron imperfecciones menores en comparación con las ventajas que una conferencia podría traer y en comparación con las enormes desventajas que seguramente se asociarán con la ocupación anticipada de la mayor parte de Alemania por el Ejército Rojo. Stalin no había necesitado ni deseado una reunión de los Tres Grandes en esta etapa de la guerra. 

Los acuerdos que eventualmente resultaron de la Conferencia de Yalta fueron de hecho favorables para los Aliados occidentales. El secretario de estado de Roosevelt, Edward Stettinius, quien estuvo presente en el complejo de Crimea, escribió más tarde que en esta conferencia "la Unión Soviética hizo más concesiones al (oeste) de las que se hicieron a la Unión Soviética". Y la historiadora estadounidense Carolyn Woods Eisenberg enfatiza en un libro relativamente reciente que la delegación de los Estados Unidos dejó Yalta "con un espíritu exultante", convencido de que gracias a la razonabilidad de los soviéticos, no solo los estadounidenses sino la humanidad en su conjunto habían "ganado la primera gran victoria de la paz". Con respecto a Alemania, los Tres Grandes confirmaron oficialmente los Acuerdos de Londres en Yalta. Como se mencionó, la división de Alemania en zonas de ocupación fue ventajosa para los estadounidenses y los británicos.

A los británicos y estadounidenses se les asignó la parte occidental más grande y rica de Alemania; habrá que decir más sobre esto más adelante. También se acordó en principio en la península de Crimea que, después de la guerra, Alemania tendría que hacer pagos de reparación, como había sido el caso después de la Primera Guerra Mundial. Tanto Roosevelt como Churchill consideraron justificado y razonable que la mitad de estos pagos, luego estimados aproximadamente en 20 mil millones de dólares, irían a la Unión Soviética, donde los vándalos nazis se habían comportado de una manera particularmente bárbara y destructora. (La cantidad de 10 mil millones de dólares asignados a la URSS ha sido considerada por algunos como demasiado alta. En realidad fue "muy moderada", como lo expresó el historiador alemán Wilfried Loth. Algunos años después de la Conferencia de Yalta, en 1947, el daño de guerra total sufrido por la Unión Soviética se calculó de manera conservadora en no menos de 128 mil millones de dólares). Para Stalin, el tema de los pagos de reparación era de vital importancia. Es muy probable que se revelara tan complaciente con sus socios occidentales con respecto a la división de Alemania en zonas de ocupación porque ansiaba su cooperación en materia de reparaciones.

Por el contrario, para obtener la ratificación del líder soviético de la división de Alemania en zonas de ocupación y su aceptación de otros acuerdos que fueron ventajosos para ellos, los estadounidenses y los británicos también se complacieron con Stalin en algunos aspectos. A cambio del renovado compromiso de Stalin de declarar finalmente la guerra a Japón, por ejemplo, Roosevelt ofreció el consentimiento estadounidense a la recuperación soviética de los territorios del Lejano Oriente que la Rusia zarista había perdido como resultado de la Guerra Ruso-Japonesa de 1904-05. No se tomaron decisiones definitivas para el futuro de Alemania en Yalta, aunque particularmente los estadounidenses, y en cierta medida también los soviéticos, mostraron cierto interés en el momento en el plan ampliamente publicitado por el secretario del tesoro estadounidense, Henry Morgenthau. Según los informes, Morgenthau propuso resolver el "problema alemán" simplemente desmantelando la industria del país, transformando así Alemania en un estado agrario atrasado, pobre y por lo tanto inofensivo. En realidad, este plan no equivalía a mucho más que una serie de propuestas bastante vagas e incoherentes, mucho menos draconiana de lo que afirmaban sus oponentes y a muchos alemanes todavía les gusta creer. Lo que no se realizó adecuadamente en ese momento, ni en Washington ni en Moscú, fue que no solo se podían plantear objeciones morales importantes sino también prácticas contra el Plan Morgenthau. Por ejemplo, el plan difícilmente podría conciliarse con la expectativa de que Alemania pagaría enormes reparaciones; esto presuponía una cierta medida de riqueza, y para tal riqueza no había lugar en el escenario para Morgenthau. "La inferencia lógica del Plan Morgenthau, escribe categóricamente el historiador alemán Jörg Fisch, era que no podía haber ninguna cuestión de pagos de reparación". Además, como señala la historiadora estadounidense Carolyn Woods Eisenberg, los planes de Morgenthau para una "pastoralización de Alemania estaban totalmente fuera de sintonía con los más importantes pensamientos políticos de los Estados Unidos, que tenían buenas razones para favorecer la opción alternativa, la reconstrucción económica de Alemania". Ciertos políticos estadounidenses temían que el Plan llevara a Alemania a los brazos de la anarquía, el caos y posiblemente el bolchevismo. Los empresarios se dieron cuenta de que uno no podría hacer negocios rentables con una Alemania pobre. Y los estadounidenses influyentes se preocuparon por las posibles implicaciones extremadamente negativas del Plan Morgenthau con respecto al destino de Opel y otras filiales alemanas de las corporaciones estadounidenses. No fue una coincidencia que, precisamente, los representantes de empresas con grandes inversiones en Alemania, como Alfred P. Sloan, el influyente presidente de la junta directiva de GM, la empresa matriz de Opel, se opusieran categóricamente al Plan Morgenthau. (El embajador soviético en los EE. UU., Andrei Gromyko, no estaba lejos de la realidad cuando comentó que la oposición contra el Plan Morgenthau estaba encabezada por los "círculos imperialistas" de Estados Unidos). El Plan desaparecería gradual y silenciosamente de la escena durante la meses que siguieron a la Conferencia de Yalta. Morgenthau, un buen amigo de Roosevelt, sería despedido de su alto cargo en el gobierno el 5 de julio de 1945 por el nuevo presidente, Truman. 


Desde la perspectiva de los aliados occidentales, los acuerdos a veces vagamente formulados en Yalta con respecto a Alemania eran importantes y ventajosos. Además, Stalin estaba preparado para discutir el futuro de los países de Europa del Este liberados por el Ejército Rojo, como Polonia, a pesar de que los Tres Grandes nunca habían discutido el destino de la posguerra en países de Europa occidental como Francia, Italia y Bélgica


Palacio de Livadia, Yalta - Crimea (URSS, actual Rusia) lugar de la celebración de la Conferencia de Yalta, 4-11 febrero 1945


Stalin no se hizo ilusiones con respecto a Europa occidental, y no quería poner en peligro la relación con sus aliados británicos y estadounidenses por el bien de los países que estaban muy lejos de las fronteras de la Unión Soviética, la "patria socialista" cuya supervivencia y seguridad lo habían obsesionado desde el comienzo de su carrera. Con respecto a Europa del Este en general, sin embargo, y con Polonia en particular, la situación era muy diferente. La Unión Soviética estaba muy interesada en la composición de la posguerra de los países vecinos cuyos gobiernos anteriormente habían sido hostiles y, a veces, totalmente hostiles a la URSS, y cuyos territorios marcaron el tradicional camino de invasión a Moscú. En cuanto a la reorganización de la posguerra de Polonia y otros países de Europa del Este, Stalin tenía buenas razones para la presencia del Ejército Rojo en estos países, medio efectivo de la Unión Soviética para exigir, al menos, el mismo tipo de aporte que los estadounidenses y británicos se habían permitido en Europa occidental. Stalin no había desafiado el modus operandi de los aliados occidentales en Europa occidental; puede suponerse que sintió que ahora le tocaba a sus socios occidentales darle una mano libre en Europa del Este. 

A pesar de esto, sin embargo, en Yalta, Stalin estaba preparado para discutir el destino de Polonia y el resto de Europa del Este, a pesar de que el tema de Europa occidental permaneció sin mencionarseLas demandas soviéticas reales resultaron ser mínimas y lejos de ser irrazonables, como Churchill y Roosevelt apenas podían negar: la llamada Línea Curzon debería formar la frontera entre Polonia y la Unión Soviética (por lo que Polonia recibiría una compensación en el forma de territorio alemán al este de una línea formada por los ríos Oder y Neisse) y ningún régimen antisoviético sería tolerado en Polonia y otros estados vecinos. A cambio de su acuerdo con estas demandas, los estadounidenses y los británicos recibieron de Stalin lo que querían en los países liberados de Europa del Este, a saber, no habría cambios sociales y económicos según las líneas comunistas, elecciones libres y aportes continuos para ellos mismos, junto con la URSS, por supuesto, en los asuntos futuros de estos países. Este tipo de fórmula estaba lejos de ser realista, sus variaciones debían implementarse con éxito después de la guerra en Finlandia y Austria. 


Los Acuerdos de Yalta, entonces, no otorgaron a la Unión Soviética el monopolio de influencia en Europa del Este, es decir, el tipo de influencia exclusiva que los estadounidenses y los británicos ya disfrutaban, con la aprobación silenciosa de Stalin, en Europa Occidental, a pesar de que asignaron "influencia y control" en Europa del Este a la URSS, sus variaciones debían implementarse con éxito después de la guerra en Finlandia y Austria. 

Los acuerdos de Yalta representaron así un éxito considerable para los aliados occidentales. A menudo se ha dicho de Churchill que tenía serias dudas sobre las "concesiones" que Roosevelt presuntamente había hecho en el complejo de Crimea. En realidad, estaba totalmente eufórico cuando terminó la conferencia, y con buena razón, ya que a los británicos y estadounidenses les había ido mucho mejor en Yalta de lo que se habrían atrevido a esperar cuando comenzó. Por lo tanto, la afirmación de que en el complejo de Crimea el astuto Stalin obtuvo todo tipo de concesiones de sus colegas occidentales es totalmente falsa. Es cierto que después los Acuerdos de Yalta no se implementaron adecuadamente, por ejemplo, respecto a Polonia y el resto de Europa del Este. Esto tuvo mucho que ver con la reacción de Stalin a la "diplomacia atómica" estadounidense del verano de 1945, que se analizará más adelante, pero también con la actitud antisoviética irreconciliable y totalmente irrealista del gobierno polaco en el exilio en Londres. Los polacos de Londres ni siquiera querían reconocer la Línea Curzon como la futura frontera oriental de su país, que Roosevelt y Churchill habían reconocido como justa e inevitable, y que había sido oficialmente aceptada en Yalta. Debido a la intratabilidad de los polacos de Londres, Stalin jugó cada vez más la carta de un gobierno polaco comunista y pro-soviético en el exilio, los "polacos de Lublin", y esto eventualmente llevaría a la instalación de un régimen exclusivamente comunista en Varsovia. Los estadounidenses, como los británicos, se quejarían en voz alta de esto.





Stalin era realista
. Con motivo de los Acuerdos de Londres y la Conferencia de Yalta, demostró ser complaciente frente a Churchill y Roosevelt no porque quisiera serlo, sino porque calculó correctamente que difícilmente podría permitirse no serlo. 


La URSS había sufrido gravemente la guerra, apenas había escapado de la destrucción total y aún no había terminado. La situación militar de los soviéticos a principios de 1945 fue excelente, por supuesto, pero aún podían ocurrir todo tipo de cosas desagradables. A medida que se acercaba el final del Tercer Reich, por ejemplo, la máquina de propaganda de Goebbels persiguió agresivamente un último escenario de rescate para el estado nazi, a saber, el proyecto de un armisticio separado entre Alemania y los aliados occidentales, seguido de una cruzada común contra la Unión Soviética y el bolchevismo. 

Este plan no era tan ingenuo y poco realista como se podría suponer, porque Goebbels sabía muy bien que líderes de los círculos británicos y prácticamente de todas partes del mundo occidental habían considerado el bolchevismo como el enemigo "natural", y simultáneamente vieron a la Alemania nazi como la punta de lanza en la próxima cruzada antisoviética. El ministro de propaganda nazi también era muy consciente de que durante la guerra, algunos líderes occidentales encontraron a los soviéticos un aliado útil, pero continuaron despreciando al estado comunista y estaban decididos a eliminarlo tarde o temprano.

En cuanto a la URSS, todo esto significó que después de años de esfuerzos sobrehumanos y enormes pérdidas, cuando la victoria parecía tentadoramente cercana, el orden del día seguía siendo la supervivencia: la supervivencia del país y la supervivencia del socialismo que siempre había sido la gran obsesión de Stalin. El líder soviético estaba preocupado por el escenario de Goebbels, y no sin razón. En el campo de los aliados occidentales, una serie de personalidades destacadas, generales y estadistas, encontraron este escenario bastante atractivo. Después de la guerra, algunos de ellos expresarían abiertamente su pesar por el hecho de que los ejércitos estadounidense y británico no habían seguido marchando hacia el este en 1945, preferiblemente hasta Moscú. Churchill mismo coqueteó con la idea de este tipo de iniciativa, que se conocía como la "alternativa alemana" o la "opción alemana". 

Stalin no albergaba ilusiones con respecto a los verdaderos sentimientos occidentales por la Unión Soviética. Sus diplomáticos y espías lo mantuvieron bien informado sobre opiniones y acontecimientos en Londres, Washington y otros lugares. Para el líder soviético, que recordaba el precedente histórico de la intervención aliada en la Guerra Civil Rusa, la posibilidad de una reversión de alianzas, una empresa combinada germano-occidental contra la Unión Soviética, fue una verdadera pesadilla. Trató de exorcizarlo al no dar a Churchill y Roosevelt la menor excusa para emprender algo contra la URSS. Por lo tanto, es posible entender por qué se abstuvo de criticar su conducta en Europa occidental y en Grecia, y por qué se reveló tan complaciente en Yalta

Dr. Jacques R. Pauwels





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5 febrero 2025
RT

Serguéi Lavrov: La política de Trump de “Estados Unidos primero” busca destruir el sistema posterior a la Segunda Guerra Mundial

El gobierno del presidente Donald Trump considera que el sistema internacional basado en la ONU y el llamado "orden basado en reglas" son obsoletos e indeseables a los intereses estadounidenses y, probablemente, pondrá a prueba los límites y la durabilidad de ambos, dijo el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov.

Estados Unidos y sus aliados nunca han seguido los principios de igualdad de los Estados de la Carta de la ONU, creyendo que los acuerdos de Yalta-Potsdam van en contra de sus intereses. Los acuerdos fueron firmados por los líderes de los aliados victoriosos de la Segunda Guerra Mundial en 1945: Unión Soviética, Estados Unidos, Reino Unido, dando forma al mundo de la posguerra.

"Es evidente que Occidente se adhirió a estos principios con segundas intenciones y luego los violó groseramente en Yugoslavia, Irak, Libia y Ucrania. Sin embargo, no se debe abandonar la Carta de las Naciones Unidas, para que el mundo no pierda sus valores rectores comunes. A pesar de todos sus defectos y virtudes, el orden de Yalta-Potsdam ha proporcionado el marco normativo y jurídico del sistema internacional durante ocho décadas. El orden mundial basado en las Naciones Unidas cumple su principal tarea: proteger a todos contra una nueva guerra mundial".

"En otras palabras, no sólo el orden de Yalta-Potsdam es indeseable; también lo es el 'orden basado en reglas' que parecía encarnar el egoísmo y la arrogancia del Occidente liderado por Estados Unidos después de la Guerra Fría. Mientras el mundo avanza hacia la multipolaridad, es probable que Estados Unidos ponga a prueba el orden de posguerra en los próximos años". (Lavrov)

En enero (2025), el Secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, comentó: "El orden mundial de posguerra no sólo está obsoleto, sino que ahora es un arma que se utiliza contra nosotros. Los dictadores siembran el caos y se esconden tras su poder de veto en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas."

El derecho de veto del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (miembros permanentes: Estados Unidos, Rusia, China, Reino Unido y Francia) es una responsabilidad y no un privilegio.
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