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25 abril 2023

Los auténticos diarios falsos de Hitler, su historia


La televisora estatal de Alemania NDR anunciando que digitalizó los documentos falsos publicados por Stern ©Foto NDR
 

 

por Tito Andino

Recopilación y resumen de textos en alemán


Se cumple 40 años de un gran timo y escándalo editorial en Alemania, el 25 de abril de 1983, la reconocida revista Stern anunciaba, "el mayor descubrimiento periodístico del siglo", un "descubrimiento sensacional", según palabras de Gerd Heidemann, quien dijo a los periodistas que había encontrado los diarios de Adolf Hitler y quería publicarlos. La historia del Tercer Reich, anunció el entonces editor en jefe de Stern, Peter Koch, tendrá que ser parcialmente reescrita.


Stern presumió que publicaría 60 volúmenes "inéditos" de los diarios de Adolf Hitler. El anuncio causó estupefacción mundial. 

La revista semanal Stern junto al famoso periodista, Gerd Heidemann, declararon que los diarios sobrevivieron a un accidente aéreo a finales de abril de 1945, consideraron que los diarios "privados y políticos" de Adolf Hitler eran originales y por ellos pagaron tres millones y medio de euros (al cambio de hoy), cautivados por un supuesto comerciante de antigüedades que aseguró a Heidemann que los diarios estaban en posesión de funcionarios de la República Democrática Alemana (RDA) y que para obtener la totalidad de los volúmenes era necesario sobornar a oficiales y autoridades de la RDA.


El editor en jefe de Stern Peter Koch (derecha) durante la conferencia de prensa en Hamburgo el 25 de abril de 1983. Fuente: Picture Alliance - Cornelia Gus.


Pese al sensacionalismo, los cautos historiadores y expertos en descubrir fraudes de inmediato cuestionaron la autenticidad de los presuntos diarios de Hitler. Stern contra las cuerdas tuvo que aceptar que su "valioso" tesoro sea transferido a la Oficina de la Policía Criminal de la República Federal Alemana (RFA) para un detallado análisis de los volúmenes encuadernados. En menos de dos semanas, y con dos volúmenes ya publicados (el primer texto el 28 de abril de 1983), peritos especialistas de la policía criminal con ayuda del grafólogo estadounidense Charles Hamilton determinaron en su informe investigativo que los presuntos "Diarios de Hitler" eran  una burda falsificación, un grotesco y superficial fraude que pretendía cubrir el periodo de 1932 a 1945.

 

El Presidente de los Archivos Federales, Hans Booms (derecha) y Louis Ferdinand Werner de la BKA con copias de los supuestos diarios de Hitler en una conferencia de prensa en Coblenza (Koblenz) en 1983. Fuente: Picture-Alliance / dpa


A su vez, el Archivo Federal de Koblenz dictaminó que no podían ser auténticos porque el papel y los tipos de tinta eran posteriores. Las conclusiones revelaron que estaban redactados "sobre papel moderno y utilizando tinta moderna, fabricada mucho después de la muerte de Hitler". Además, "los expertos de la Policía Federal concluyeron que se detectaba fluorescencia en las tintas y poliéster en las costuras de los cuadernos, que no podían ser anteriores a 1953". Y, que decir del aporte histórico de los supuestos "Diarios", los cuadernos están llenos de información inexacta, repitiéndose errores del "libro de discursos" de Hitler que otros historiadores ya habían detectado y corregido anteriormente.

Y solo después de que el documento de los criminólogos se hiciera público apareció el nombre del falsificador: Konrad Kujau, un conocido de la policía por falsificación de arte y presunto comerciante de antigüedades, que para colmo era un devoto admirador del nazismo. Desenmascarado Kujau pudo conocerse que éste era un notorio individuo que frecuentaba los círculos de la extrema derecha y los neonazis alemanes de su tiempo. Konrad Kujau confesó haber escrito los más de 60 volúmenes y que su meticulosa trama pretendía engañar a un potencial cliente... y lo consiguió!

La desesperada carrera de Stern por hacerse con los diarios falsificados de Hitler y gozar de exclusividad de publicación -que significaría pingües ganancias- rebasó la sensatez del periodista de Stern Heidemann y de los directivos de la revista que no se dignaron en cuestionar el material. Stern empezó a publicar extractos de los diarios después de que a simple vista, el criminólogo suizo Max Frei-Sulzer y el documentólogo estadounidense Ordway Hilton, compararan la letra de los diarios con documentos escritos por Hitler del Archivo Federal de Alemania y afirmaran su autenticidad; el historiador Hugh Trevor-Roper también declaró su autenticidad (luego se retractó de su declaración); al mismo tiempo, reputados historiadores de la talla de Werner Maser, Eberhard Jaeckel y Kart Dietrich Bracher los consideraron falsos. 


Las dudas surgieron ya con la simple mirada de la portada de los supuestos volúmenes y después de la primera publicación. Por ejemplo, Rudolf Augstein, editor de "Spiegel", ya asumía que los supuestos diarios eran "peligrosas tonterías" sin un examen previo. No podemos explicarnos cómo "Stern" pudo caer en el engaño y ante las contradicciones iniciales ¿por qué no verificar su autenticidad? O, ¿quizá Gerd Heidemann no quería hacerlo expresamente?. 

Es increíble que "nadie" se percatara del fatal error del falsificador, en las tapas encuadernadas se aprecia las iniciales "FH", ¿y por qué no "AH"? El error puede ser explicado de forma simple. Es probable que el falsificador confundiera el alfabeto escrito en letras góticas mayúsculas. Imperdonable señor Kuaju, no me imagino como habrá pasado la mitad de su vida estudiando el nazismo, la política alemana de los años 30, la segunda guerra mundial, escribir 60 volúmenes imitando la caligrafía de Hitler... para que confunda la H y la A (como el reconoció más tarde); más bien pareciera que confundió en la tapa la F gótica con una A... Incluso le perdonaríamos si hubiese confundido la F con la H. ¿O será que Kuajo quiso tomarse la libertad literaria de que la FH signifique FÜHRER HITLER? (especulación mía).


Entre risas, Konrad Kujau muestra su propio trabajo sobre el escándalo, 1996. Fuente: Picture-Alliance / dpa


El trabajo del falsificador no deja de ser asombroso, Konrad Kujau engañó a simple vista a un criminólogo, a un documentólogo y a un consagrado historiador que apostaron por su autenticidad -quienes no realizaron un estudio científico-. Kujau aprendió a imitar la caligrafía de Hitler, incluso a escribir como lo haría Hitler en su estilo gramatical, ya podéis imaginar el tiempo que le habrá llevado tan "fausta" tarea y sobre todo el conocimiento de la historia de más de una década de la Alemania Nazi.

 

Konrad Kujau muestra una de las copias falsificadas de los diarios de Hitler durante un juicio en Hamburgo. (Norbert Foersterling / Picture Alliance /  AP)


Recientemente, la televisión estatal alemana NDR (23 de febrero 2023) culminó el proceso de digitalizar el material incautado, las copias provienen de varias fuentes, 60 volúmenes de falsificaciones, con la ayuda de la inteligencia artificial y con respaldo de un consejo asesor científico, que incluía al politólogo berlinés Hajo Funke y la historiadora Heike Görtemaker, entre otros, para su evaluación. Los ha puesto a disposición en el sitio web de NDR para cualquier interesado en su libre revisión (en alemán obviamente). 

La razón para documentar totalmente el fraude literario no está muy claro. NDR dice en su promoción que la historia del escándalo "Stern" debe ser reescrita, preguntando: "¿Qué es exactamente lo que está escrito en estos 'diarios de Hitler'? ¿Con qué historias debería reescribirse la historia? ¿Qué fue lo que estaba a punto de cambiar la visión de Hitler y el oscuro legado de los alemanes?"

Según la propia prensa alemana, reescribir toda una burda falsificación es ya exagerado, incluso si lo miramos benevolentemente, pero el asunto es que esto solo iba a beneficiar a quienes siguen deseando absolver a Hitler de los crímenes nazis. Kujau era un convencido de la ideología nazi, por lo que nada necesita ser reescrito, conforme explica Thoralf Cleven en su artículo "60 tomos repletos de disparates: la barriga hinchada de Adolf Hitler y la negligencia de Eva Braun", RDN - Redaktions Netzwerk Deutschland, febrero 2023)




El pasado 24 de febrero, März Verlag también publicó un libro, "The Real False 'Hitler Diaries'", documentando el escándalo mediático. También el mencionado politólogo e historiador, Hajo Funke y la historiadora Heike Görtemaker publicaron en días recientes el libro "Die echten falschen Hitler-Tagebücher" (Los auténticos diarios falsos de Hitler). Mas, uno de los trabajos prolijamente investigados lo encontramos ya en 2008, cuando seguía siendo considerado el hecho más vergonzoso en la historia de la prensa de Alemania Occidental, "Der Skandal um die Hitler-Tagebücher", de Michael Seufert (El escándalo de los diarios de Hitler). Todos los expertos concluyen -entre otros aspectos- que los "diarios" en diversos apartados niegan el Holocausto, su contenido intenta reinterpretarlo. Los diarios también sugieren que Hitler no sabía nada de la Kristallnacht. 

Los fraudulentos escritos aspiraban limpiar la imagen de un hombre que no es el Hitler histórico. "El Hitler de los diarios es alguien razonable, alguien banal y alguien, incluso, que nunca supo del asesinato de los judíos de Europa. Es un Hitler que nunca existió. Todo eso era mentira", declaró Funke, a NIUS (portal de noticias). Dejando en evidencia que los "viejos diarios" de Hitler, recién envejecidos por Kujau, pretendían exonerar -entre otras tantas cuestiones políticas, militares, etc.- al líder del nazismo

Según el documento falso de Kujau, Hitler habría expresado, por ejemplo: "Espero informes de la conferencia de la cuestión judía. Debemos encontrar un lugar en el este donde estos judíos puedan alimentarse". Sin duda se refiere a la Conferencia de Weensee en enero de 1942. Conforme afirma el historiador Funke (y muchos otros notables historiadores y académicos), Hitler jamás escribió tal cosa. Funke asevera que los "diarios" escondían en realidad una operación por la que "se menospreciaba lo que fue realmente el nacionalsocialismo"; explica que Kujau quería absolver a Hitler de los peores crímenes de los nazis. Por su lado, Görtemaker afirma que: "Kujau está inventando aquí una figura positiva de Hitler", la historiadora dice: "El Hitler ficticio no tiene nada que ver con los crímenes violentos nacionalsocialistas". 


Konrad Kujau exhibe su propia versión sobre el fraude  literario de su invención. Foto: Kaufhold Reinhard / Berliner Kurier / Picture Alliance.

"El conocimiento de la tormentosa lectura  de la obra de Kujau es notablemente baja. Por un lado, los acontecimientos históricos se citan y enumeran casi provocativamente delgados como si fueran de una enciclopedia, luego las diatribas pseudo-Hitler sobre la negligencia de Eva Braun, y los ataques inflados bien distribuidos y el insomnio del "Führer" aparecen una y otra vez. Se suponía que el hombre Hitler debía señalar eso. Oh sí, probablemente era un antisemita, pero no tan malo. En cualquier caso, el Kujau-Hitler no escribió una palabra sobre Auschwitz". (cita del periodista Thoralf Cleven, RDN). 

La revista alemana Stern nunca pudo recuperarse totalmente de este golpe a su credibilidad. Sin embargo, varias décadas después de tener la cabeza bajo tierra -sobre el caso de las falsificaciones- presentó una serie de esclarecedores Podcast titulado: "FAKING HITLER" (Fingiendo a Hitler). La presentación en 10 episodios de audio viene acompañado de otros materiales documentados y de una entradilla que señala: "La verdadera historia de los falsos diarios de Hitler. El 25 de abril de 1983 es uno de los días más oscuros en la historia de la prensa alemana. Stern presenta los diarios de Hitler. El peor de los casos: en lugar de una sensación mundial, los libros resultan ser falsos. 35 años después, el escándalo se reabre ahora, con grabaciones originales nunca antes escuchadas de los años 80 entre el periodista Gerd Heidemann y el falsificador Konrad Kujau. Una historia emocionante, grotesca y ridícula que conduce directamente a la ruina". (Por sentado, los podcast están en audio alemán, pero la parte documental puede ser traducida con las herramientas online disponibles en su dispositivo, y hoy son exactamente 40 años de aquel escándalo mundial).


Gerd Heidemann presenta en la conferencia de prensa de Stern, 25 de abril de 1983, los supuestos diarios de Hitler. Chris Pohlert / Picture Alliance.

Notas finales

- Derivado del fraude se plantearon varios procesos judiciales.

- La editorial Gruner & Jahr editora de la revista Stern (propiedad actual de RTL Deutschland) pagó a Gerd Heidemann 9,3 millones de marcos alemanes y éste a su vez a Kuaju.

- Konrad Kujau afirmó ante el tribunal que solo recibió 2,4 millones de marcos alemanes. Heidemann adujo tener grabaciones en cinta que no fueron aceptadas en el juicio por no tener autorización judicial para las escuchas telefónicas. No hay rastro de los millones ni después de la muerte de Kuaju.

- Tanto Kuaju y el periodista Heidemann debieron cumplir una sentencia mayor a cuatro años de prisión. 

- Liberado el "famoso" Kuaju, aceptó conceder entrevistas remuneradas.

- La editorial Gruner & Jahr (hoy propiedad de RTL Deutschland) depositó las "originales" falsificaciones en su archivo bajo llave, supuestamente para evitar más travesuras con los diarios falsos.

 - Konrad Kujau murió el 12 de septiembre del año 2000.

- Gerd Heidemann permanece en silencio durante el resto de su vida. 

- "Faking Hitler" fue el título de una serie de televisión sobre el increíble escándalo producido por la cadena televisiva alemana RTL+ con un enfoque satírico y grandes actores alemanes. El mayor escándalo mediático en la República Federal de Alemania se convirtió en una serie de seis capítulos. 


EPÍLOGO 

Si el lector está interesado por un verdadero estudio histórico-científico del libro de Hitler, "Mein Kampf", lo mejor disponible tras décadas de falsificaciones, ediciones pirateadas y alteradas, es el trabajo de 2016, del Instituto de Historia Contemporánea de Múnich-Berlín (ifZ) "Hitler, Mein Kampf. Eine kritische Edition" (Edición Crítica de Mein Kampf) (solo disponible en alemán). En este blog hemos realizado un intenso estudio sobre ese libro, desde el complejo análisis de la Edición Crítica (A manera de crítica a la "Edición Crítica de Mein Kampf"), hasta la historia de las repercusiones jurídicas por la edición del libro, un ejemplo es cuando el jefe nazi reclamó sus derechos de autor ante las leyes de los Estados Unidos ganó el juicio en junio de 1939 (“Houghton Mifflin Co. vs Stackpole Sons, Inc. et al”, Corte de Apelaciones de Connecticut), VER: Cuando Hitler demandó sus derechos de autor en los Estados Unidos.

 

Dejemos claro: Mein Kampf es un simple manifiesto de propaganda política que expone un programa racial, criminal y expansionista a costa de la guerra sin disimulo alguno. 

 

Las gráficas sobre "Faking Hitler", son tomadas de los multi-reportajes de la revista Stern descrito en las notas a pie de página

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Fuentes en alemán

* Algunas de las fuentes de prensa alemana son ediciones de pago.

La verdadera historia de los falsos diarios de Hitler

60 tomos repletos de disparates: la barriga hinchada de Adolf Hitler y la negligencia de Eva Braun. (NDR)

Así es como los "diarios" de Hitler fueron realmente expuestos (Welt - sobre la serie TV)

Serie sobre falsos diarios de Hitler: Sin coraje para la fealdad

John Goetz: "La RDA sabía que los diarios debían rehabilitar a Hitler"

1983 - Diarios falsos de Hitler



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19 abril 2023

Hitler vs. Roosevelt: Sobre la guerra y la paz, 1938-1939



por Tito Andino

Recopilación de múltiples fuentes 


Es interesante recordar un poco de analogía respecto al inicio de la segunda guerra mundial y la perturbadora crisis y amenazas veladas entre las principales superpotencias de hoy. Estados Unidos y Rusia se enfrentan ya disimuladamente en el campo de batalla conocido como Ucrania. Por algo muchos analistas comparten la tesis de que la IIGM continúa en el Donbass y que podría transformarse en la Tercera Guerra Mundial...

Como señala el título de esta entrada vamos a repasar un importante hecho histórico previo al estallido de la segunda guerra mundial, el debate Roosevelt vs. Hitler en cuestiones de política internacional.


Primer Acto

Vientos de guerra y Pax Hitleriana. 1938

El 27 de septiembre de 1938, antes que se celebrará la conferencia que culminó con la suscripción del Acuerdo de Múnich (30 septiembre 1938) el presidente Franklin Delano Roosevelt (FDR) escribió una carta a Hitler, instándolo a la paz, la crisis de los Sudetes cernía sobre Europa la amenaza de guerra.



Roosevelt pedía al líder nazi evitar el incalculable desastre que causaría en el mundo entero el estallido de otra guerra en Europa e inicia su misiva señalando: (extractos)

 

"La cuestión que el mundo tiene ante sí hoy, señor Canciller, no es la cuestión de los errores de juicio o de las injusticias cometidas en el pasado. Es la cuestión del destino del mundo hoy y mañana. El mundo nos pide a nosotros, quienes en este momento somos jefes de nación, la capacidad suprema de alcanzar los destinos de las naciones sin forzarles, como precio, la mutilación y muerte de millones de ciudadanos...

El recurso a la fuerza en la Gran Guerra no logró traer tranquilidad. La victoria y la derrota fueron igualmente estériles. Esa lección el mundo debería haber aprendido... Permítanme declarar mi convicción incondicional de que la historia, y las almas de cada hombre, mujer y niño cuyas vidas se perderán en la guerra amenazada, nos harán responsables a nosotros y a todos nosotros si omitimos cualquier apelación para su prevención.

El gobierno de los Estados Unidos no tiene ninguna participación política en Europa y no asumirá ninguna obligación en la conducción de las presentes negociaciones. Sin embargo, por derecho propio, reconocemos nuestras responsabilidades como parte de un mundo de vecinos.

La conciencia y el deseo imperioso del pueblo de mi país exigen que la voz de su gobierno se eleve una y otra vez para evitar y evitar la guerra".


Hitler respondió inmediatamente. La Conferencia de Múnich lo "apaciguó" por un breve lapso y tan pronto como pudo ordenó a sus fuerzas militares no solo ocupar los Sudetes (octubre 1938) sino que el 15 de marzo de 1939 invadió toda Checoslovaquia.


Foto archivo, Hitler en 1924

Respuesta de Hitler al mensaje de Roosevelt sobre la amenaza de guerra (transcripción textual)

 

27 de septiembre de 1938

Su Excelencia el Presidente de los Estados Unidos de América,

Sr. Franklin D. Roosevelt,

Washington.


En su telegrama recibido por mí el 26 de septiembre, Vuestra Excelencia me dirige un llamamiento en nombre del pueblo americano, en interés del mantenimiento de la paz, para que no rompa las negociaciones sobre la disputa que ha surgido en Europa y que luche por una solución pacífica, honorable y constructiva de esta cuestión.

Tenga la seguridad de que puedo apreciar plenamente la noble intención en la que se basan sus comentarios y que comparto en todos los aspectos su opinión sobre las consecuencias imprevisibles de una guerra europea. Precisamente por esta razón, sin embargo, puedo y debo rechazar toda responsabilidad del pueblo alemán y sus líderes, si el desarrollo posterior, en contra de todos mis esfuerzos hasta el presente, conduce realmente al estallido de las hostilidades. Para llegar a un juicio justo sobre el problema de los Sudetes-Alemania en discusión, es indispensable considerar los incidentes, en los cuales, en última instancia, el origen de este problema y sus peligros tiene su causa.

En 1918, el pueblo alemán depuso las armas, con la firme confianza de que al concertar la paz con sus enemigos de entonces se realizarían los principios e ideales anunciados solemnemente por el presidente Wilson y aceptados tan solemnemente como vinculante para todas las potencias beligerantes. Nunca en la historia la confianza de un pueblo ha sido más vergonzosamente traicionada que entonces. Las condiciones de paz impuestas a las naciones conquistadas en los tratados de los suburbios de París no han cumplido nada de lo prometido. Más bien han creado un régimen político en Europa que convirtió a las naciones conquistadas en parias sin derechos del mundo y que debe ser reconocido de antemano por toda persona perspicaz como insostenible.

Uno de los puntos en los que el carácter de los dictados de 1919 se reveló más abiertamente fue la fundación del estado checoslovaco y el establecimiento de sus fronteras sin ninguna consideración de historia y nacionalidad. También se incluía en ella la tierra de los Sudetes, aunque esta zona siempre había sido alemana, y aunque sus habitantes, tras la destrucción de la monarquía de los Habsburgo, habían declarado por unanimidad su deseo de anexión al Reich alemán. Así, el derecho a la autodeterminación, que había sido proclamado por el presidente Wilson como la base más importante de la vida nacional, fue simplemente negado a los alemanes de los Sudetes. Pero eso no fue suficiente. En los tratados de 1919, ciertas obligaciones, con respecto al pueblo alemán, que, según el texto, eran de largo alcance, fueron impuestas al estado checoslovaco. Estas obligaciones también fueron desatendidas desde el principio. La Sociedad de las Naciones ha fallado por completo en garantizar el cumplimiento de estas obligaciones en relación con la tarea que le ha sido asignada.

Desde entonces, la tierra de los Sudetes ha estado comprometida en la lucha más severa por el mantenimiento de su germanismo. Fue un desarrollo natural e inevitable que después de la recuperación de la fuerza del Reich alemán y después de la reunión de Austria con él, aumentó el impulso de los Sudetes alemanes por mantener su cultura y por una unión más estrecha con Alemania. A pesar de la actitud leal del partido alemán de los Sudetes y sus líderes, la diferencia con los checos se hizo cada vez más fuerte. Día tras día se hizo cada vez más claro que el Gobierno de Praga no estaba realmente dispuesto a considerar seriamente los derechos más elementales de los alemanes de los Sudetes. Más bien intentó, con métodos cada vez más violentos, checarizar la tierra de los Sudetes. Era inevitable que este procedimiento condujera a tensiones cada vez mayores y más graves.

El Gobierno alemán, al principio, no intervino de ninguna manera en este desarrollo de las cosas, y mantuvo su tranquila moderación, incluso cuando el Gobierno checoslovaco, en mayo de este año, procedió a una movilización de su ejército, bajo el pretexto puramente ficticio de las concentraciones de tropas alemanas. Sin embargo, la renuncia a las contramedidas militares en ese momento en Alemania solo sirvió para fortalecer la actitud intransigente del Gobierno de Praga. Así lo ha demostrado claramente el curso de las negociaciones del partido alemán de los Sudetes con el gobierno, en torno a un ajuste pacífico. Estas negociaciones produjeron la prueba concluyente de que el gobierno checoslovaco estaba lejos de comprender completamente el problema de los alemanes de los Sudetes y lograr una solución equitativa. En consecuencia, las condiciones en el estado checoslovaco.

La persecución política y la opresión económica han sumido a los alemanes de los Sudetes en una miseria extrema. Para caracterizar estas circunstancias basta referirse a lo siguiente. Hay en la actualidad 214.000 refugiados alemanes de los Sudetes que tuvieron que abandonar su casa y hogar en su país ancestral y huir a través de la frontera alemana, ya que vieron allí la última y única posibilidad de escapar del repugnante régimen checoslovaco de violencia y terror más sangriento. Innumerables muertos, miles de heridos, decenas de miles de personas detenidas y encarceladas, pueblos desolados son los testigos acusadores ante la opinión mundial de un estallido de hostilidades llevado a cabo durante mucho tiempo por el Gobierno de Praga que usted en su telegrama teme con razón.

Completamente al margen de la vida económica alemana en el territorio alemán de los Sudetes, durante 20 años destruido sistemáticamente por el Gobierno checo, que ya muestra todos los signos de ruina, que usted anticipa como resultado de un estallido de guerra, estos son los hechos que me obligaron en mi discurso de Núremberg del 13 de septiembre para afirmar ante todo el mundo que debe detenerse la privación de derechos de los tres millones y medio de alemanes en Checoslovaquia y que si estas personas no pueden encontrar justicia y ayuda por sí mismas, deben recibir tanto del Reich alemán. Sin embargo, para hacer un último intento, para alcanzar la meta de manera pacífica, hice propuestas concretas para la solución del problema en un memorando entregado el 23 de septiembre al Premier británico, que mientras tanto se ha hecho público.

Dado que el Gobierno checoslovaco había declarado previamente que ya estaba de acuerdo con los Gobiernos británico y francés en que la zona de asentamiento alemana de los Sudetes se separaría del Estado checoslovaco y se uniría al Reich alemán, las propuestas del memorándum alemán no contemplan otra cosa que lograr un cumplimiento rápido y equitativo de esa promesa checoslovaca.

Estoy convencido de que usted, Sr. Presidente, cuando se de cuenta de todo el desarrollo del problema alemán de los Sudetes desde su inicio hasta el día de hoy, reconocerá que al Gobierno alemán realmente no le ha faltado paciencia ni un deseo sincero de lograr una solución. entendimiento pacífico. Alemania no tiene la culpa de que haya ningún problema alemán de los Sudetes y de que las actuales circunstancias injustificables hayan surgido de él. La terrible suerte de las personas afectadas por el problema ya no admite más postergación de su solución. Las posibilidades de llegar a un arreglo justo por acuerdo se agotan, por lo tanto, con las propuestas del memorándum alemán.

No corresponde al gobierno alemán, sino solo al gobierno checoslovaco, decidir si quiere la paz o la guerra".

ADOLF HITLER


ACLARACIÓN: Hitler lo tenía ya decidido, había convocado en secreto a los mandos militares el 30 de mayo de 1938, allí les comunicó su "irrevocable decisión de acabar con Checoslovaquia en breve plazo"; y, ese plazo terminaba a fines de septiembre de ese año, debía cumplirse la directiva establecida en el plan "Grün". El general Beck protestó y dimitió el 18 de agosto de 1938 al no poder paralizar los planes de guerra de Hitler contra Checoslovaquia, calculaba que llevaría a una guerra con Gran Bretaña, Francia o la Unión Soviética, Beck era de la opinión que Alemania no podría ganar un conflicto de ese calado: "un ataque a Checoslovaquia nos conduciría muy probablemente a una segunda guerra mundial".

Para ese momento ya existía un movimiento de resistencia militar alemán antinazi organizado con apoyo de grupos civiles que deploraban el rumbo que iba dictando Hitler y convencidos que conduciría a Alemania al abismo. Urdieron planes para detener o asesinar a Hitler, única forma de derrocar a una férrea dictadura ya enquistada en el poder. Hans Oster tenía planes para asesinar a Hitler desde 1936, era Jefe de la Oficina de Inteligencia Militar en 1938 y protegido del Almirante Wilhelm Canaris, jefe de la Abwehr. El General Ludwing Beck, Jefe del Estado Mayor del Ejército y otros decidieron dar un inmediato golpe de estado  contra Hitler solo a ejecutarse en caso de iniciarse la guerra. No hubo guerra ese momento, los Acuerdos de Múnich no lo permitieron. Años más tarde, los mismos personajes: Oster, Beck, Canaris, Witzleben y otros implicados participarían nuevamente en otra intentona golpista, el atentado de Stauffenberg del 20 de julio de 1944. Esta historia sobre el plan de golpe de estado en septiembre de 1938 puede ser revisado en: ¿Y si Hitler hubiese sido asesinado en 1938?




Segundo Acto

Roosevelt interviene en nombre de la paz. 1939

Durante años, Estados Unidos practicó su aislamiento en política exterior. Tras la ocupación italiana de Albania, Roosevelt envía un mensaje a Hitler y Mussolini, provocador según algunos historiadores. En ese telegrama fechado el 14 de abril de 1939 exige a los dos líderes fascistas establecer un acuerdo de no agresión por 10 años con una lista de países que menciona y pide directamente garantías que no serán invadidos(Alemania ya se había anexado Austria, había invadido Checoslovaquia e intervenido junto a Italia en la guerra civil española).

Movimientos hostiles mantenían a Europa en constante tensión, la guerra era inminente. Es en medio de esa tensión política internacional que el presidente Franklin D. Roosevelt remitió el famoso telegrama al líder alemán y a Benito Mussolini en calidad de presidente del Consejo de Ministros de Italia ofreciendo sus buenos oficios como mediador y la diplomacia estadounidense para resolver controversias por la vía diplomática


El texto completo de Roosevelt:




“Su Excelencia Adolf Hitler,

Canciller del Reich Alemán,

Berlín, Alemania


Estoy seguro que usted puede darse cuenta, que en todo el mundo cientos de millones de seres humanos viven hoy con el temor constante de una nueva guerra, o incluso de una serie de guerras.

La existencia de este temor y la posibilidad de un conflicto son de interés sin ninguna duda para la población de los Estados Unidos en cuyo nombre hablo, aunque también debe ser para los pueblos de las otras naciones de todo el hemisferio occidental. Todos ellos saben que cualquier guerra importante, aún si estuviera limitada a otros continentes, tendrían un gran peso en el transcurso de su vida y también en la vida de las generaciones venideras.

Debido al hecho de que después de la aguda tensión en la que el mundo ha estado viviendo durante las últimas semanas, pareciera que hay por lo menos un relajamiento momentáneo, porque en la actualidad no hay movimientos de tropas, es por lo tanto, un momento oportuno para que le envíe este mensaje.

En una ocasión anterior me he dirigido a Usted en aras del apaciguamiento político, económico, y de los problemas sociales usando medios pacíficos y sin recurrir a las armas.

Pero la marea de los acontecimientos parece haber vuelto a la amenaza de las armas. Si continúan esas amenazas, parece inevitable que gran parte del mundo participe en la ruina común.  Todo el mundo, las naciones vencedoras, las naciones vencidas y las naciones neutrales, van a sufrir las consecuencias. Me niego a creer que el mundo es, por necesidad, como un prisionero de su destino. Por el contrario, es evidente que los dirigentes de las grandes naciones que tienen el poder para liberar a sus pueblos del desastre inminente. Es igualmente claro que en sus propias mentes y en sus propios corazones, los propios pueblos desean que sus temores terminen.

Es, sin embargo, infortunadamente necesario tomar conocimiento de los hechos recientes.

Tres naciones de Europa y una en África han visto su existencia independiente terminada. Un vasto territorio de otra nación independiente del Lejano Oriente ha sido ocupada por un Estado vecino.  Los informes, que espero que no sean ciertos, insisten en que se están contemplando nuevos actos de agresión en contra de otras naciones independientes. Claramente, el mundo se está moviendo hacia el momento en que esta situación terminará en una catástrofe, a menos que se encuentre una forma más racional de conducir los acontecimientos.

Usted ha afirmado reiteradamente, que usted y el pueblo alemán no tiene ningún deseo de ir a la guerra. Si esto es verdad no habrá necesidad de una guerra.

Nada puede convencer a los pueblos de la tierra que cualquier poder gobernante tiene el derecho o la necesidad de infligir por su cuenta las consecuencias de la guerra a cualquier otro pueblo, salvo debido a causas de evidente defensa propia.

Al hacer esta declaración, nosotros los estadounidenses no hablamos por egoísmo o por miedo o por debilidad. Si hablamos ahora es con la voz de la fuerza y por la amistad hacia la humanidad. Todavía está claro para mí, que los problemas internacionales se pueden resolver en la mesa del conferencias.

Por lo tanto, no hay respuesta al pedido de debate pacífico por una parte para pedir que a menos que se reciban seguridades, de antemano, de que el veredicto les será favorable, no dejarán de lado las armas. En las salas de conferencias, como en los tribunales, es necesario que ambas partes inicien la discusión de buena fe, asumiendo que la justicia sustancial beneficiará a ambas partes, y es habitual y necesario que dejen las armas fuera de la sala mientras conferencian.

Estoy convencido de que la causa de la paz mundial avanzaría grandemente si las naciones del mundo obtuvieran una declaración franca en relación con el presente y el futuro de la política de los gobiernos.

Debido a que los Estados Unidos, como una de las naciones del Hemisferio Occidental, no está involucrado en las controversias que han surgido hace poco en Europa, confío en que usted pueda estar dispuesto a hacerme, como jefe de una nación muy apartada de Europa, tal declaración de su política, con el fin de que yo, actuando sólo como un amigable intermediario, pueda comunicar esa declaración a otras naciones en estos momentos temerosas en cuanto al curso de la política que su Gobierno puede tomar.

¿Está dispuesto a ofrecer garantías de que sus fuerzas armadas no atacarán o invadirán el territorio o posesiones de las siguientes naciones independientes: Finlandia, Estonia, Letonia, Lituania, Suecia, Noruega, Dinamarca, Países Bajos, Bélgica, Gran Bretaña e Irlanda, Francia, Portugal, España, Suiza, Liechtenstein, Luxemburgo, Polonia, Hungría, Rumania, Yugoslavia, Rusia, Bulgaria, Grecia, Turquía, Irak, las Arabias, Siria, Palestina, Egipto e Irán.

Esta garantía debe aplicarse claramente no sólo para el día de hoy, sino también para un futuro lo suficientemente largo como para dar a cada uno la oportunidad de trabajar con métodos pacíficos para lograr una paz más permanente. Por lo tanto, sugerimos interpretar la palabra "futuro" para aplicarla a un período mínimo de seguridad de los años de no-agresión de por lo menos diez años hasta cuando menos un cuarto de siglo, si nos atrevemos a mirar tan lejos.

Si esta garantía fuera dada por su Gobierno, la que deberá remitirla inmediatamente a los gobiernos de las naciones que he nombrado, yo podría simultáneamente preguntarles si, como estoy razonablemente seguro será, cada uno de los países enumerados, a su vez den similares garantías para transmitírselas a usted.

Las garantías recíprocas, como las he señalado, traerán al mundo una medida de inmediato alivio.

Propongo que si se dan, dos problemas esenciales deberían ser rápidamente discutidos en las inmediaciones de la paz resultante, y en esos debates el Gobierno de los Estados Unidos estaría encantado de participar.

Las discusiones que tengo en mente se refieren a la manera más efectiva e inmediata a través del cual los pueblos del mundo pueden obtener alivio progresivo de la aplastante carga de armamento que está llevando cada día más de cerca al borde de la ruina económica. Simultáneamente, el Gobierno de los Estados Unidos estaría dispuesto a participar en los debates mirando hacia la forma más práctica de la apertura de avenidas para el comercio internacional a fin de que todas las Naciones de la tierra puedan ser activadas para poder comprar y vender en igualdad de condiciones en el mercado mundial, así como poseer seguros para obtener los materiales y productos para llevar una vida económica pacífica.

Al mismo tiempo, los otros Gobiernos además de los Estados Unidos y que están directamente interesados, podría emprender tales discusiones políticas según lo consideren necesario o conveniente.

Reconocemos los problemas complejos del mundo que afectan a toda la humanidad, pero sabemos que el estudio y discusión de los mismos debe realizarse en un ambiente de paz. Este ambiente de paz no puede existir si las negociaciones se ven eclipsadas por la amenaza de la fuerza o por el temor a la guerra.

Creo que usted no malinterpretará el espíritu de franqueza con el que envío este mensaje. Los Jefes de grandes gobiernos en esta hora crucial, son literalmente responsables del destino de la humanidad en los próximos años. Ellos no pueden dejar de oír las oraciones de sus pueblos a estar protegidos contra el caos previsible de la guerra. La historia los hará responsables por la vida y la felicidad de todos, incluso hasta de los más pequeños.

Espero que su respuesta será posible para que la humanidad pierda el miedo y recupere la seguridad por muchos años por venir.

Un mensaje similar está siendo dirigido al Jefe del Gobierno Italiano.

Franklin D. Roosevelt”


Hitler responde a Roosevelt desde el Reichstag, el 28 de abril de 1939, según el historiador William L. Shirer, aquel discurso fue "quizá el más brillante que jamás haya pronunciado". En la largo disertación ante el Reichstag Hitler ridiculizó a EE.UU., hubo momentos de risa entre los nazis presentes. Hitler afirmó que Ribbentrop, ministro de Relaciones Exteriores había consultado a los países de Europa, América y Asia mencionados por Roosevelt, parece que no fue el caso con Gran Bretaña, Francia y Polonia, si sus naciones ¿habían requerido la mediación de Roosevelt como portavoz de sus temores? o si ¿tal vez tenían la impresión que eran amenazados por Alemania? El Reichstag escuchó las palabras de Hitler asegurando que todos los gobiernos consultados lo negaron.


Apertura en la sesión del Reichstag, Berlín 28 abril 1939

Aquí un resumen del discurso:

"... El señor Roosevelt exige, en fin, la disposición de darle seguridades de que las fuerzas armadas alemanas no ocuparán las metrópolis o las colonias de las naciones independientes que se citan, ni procederán a un ataque contra ellas. En su relación figuran Finlandia, Letonia, Lituania, Estonia, Noruega, Suecia, Dinamarca, Holanda, Bélgica, Gran Bretaña, Irlanda, Francia, Portugal, España, Suiza, Liechtenstein, Luxemburgo, Polonia, Hungría, Rumanía, Yugoslavia, Rusia, Bulgaria, Turquía, Irak, Arabia, Siria, Palestina, Egipto e Irán.

Me he tomado la molestia de constatar en los estados aludidos, primero, si se sienten amenazados, y, segundo, si ante todo esta demanda que el señor Roosevelt nos ha formulado se apoya en una sugestión particular suya o, al menos, cuenta con la adhesión de los países interesados. La respuesta fue plenamente negativa y en ocasiones hasta brusca. Con todo, no hemos podido dirigir estas preguntas a algunas de las naciones que señala el presidente americano, puesto que están ocupadas por las tropas de los estados democráticos y con ello se les ha privado de sus derechos.

...Señor presidente Roosevelt: comprendo muy bien que la magnitud de su imperio y la inmensa riqueza de su país le permitan sentirse responsable  de los destinos del mundo entero y de los distintos pueblos, Yo, por mi parte, señor presidente Roosevelt, estoy situado en un marco mucho más modesto e insignificante. Los miles de millones ahorrados por los alemanes durante largos años de paz, en oro y divisas, nos han sido arrebatados. Hemos perdido nuestras colonias. En 1933 mi país tenía 7millones de desocupados y algunos millones sometidos a jornada reducida de trabajo. Millones de agricultores empobrecidos, una industria aniquilada, un comercio arruinado. En pocas palabras: reinaba un caos general.

Desde esta época, señor presidente Roosevelt, tan solo he podido realizar algunos logros. No puedo constituirme, por lo tanto, en responsable del destino de un mundo precisamente porque este mundo  no ha tomado parte en el desgraciado destino de mi pueblo. Me siento llamado por la única meta de servir a mi pueblo y redimirlo de una terrible penuria. He logrado superar el caos en Alemania, he conseguido restablecer el orden, elevar en todos los sectores la producción de nuestra economía nacional... He tenido éxito al reincorporar al proceso productivo a esos siete millones de desocupados  a quienes todos teníamos clavados en el corazón... He conseguido no solo unificar políticamente al pueblo alemán sino también armarlo, y me he esforzado en dejar sin efecto, página a página, aquel tratado que desarrolla en sus 448 artículos la más ruin de las violencias que jamás hayan padecido pueblos e individuos.

He devuelto al Reich las provincias que nos robaron en 1919, he reintegrado a la patria a millones de alemanes, hondamente desdichados por haber quedado separados de nosotros. He restaurado la unidad histórica milenaria del espacio vital  alemán, y me he esforzado, señor presidente, en hacer todo esto sin derramamiento de sangre y sin causar a mi pueblo ni a otros pueblos el horror de una nueva guerra.

He hecho todo esto, señor presidente, con mis propias fuerzas, cuando hace 21 años tan solo era un trabajador y un soldado desconocido de mi pueblo... usted, señor presidente, ha encontrado su camino infinitamente más fácil. En 1933, cuando yo me convertí en canciller del Reich, usted fue nombrado presidente de la Unión americana. Con ello era usted, desde el primer momento, figura principal de  uno de los estados más grandes y ricos del mundo...

Por eso dispone de tiempo y ocio, precisamente por la magnitud de sus condiciones, para preocuparse de problemas universales. Mi mundo, sin embargo, señor presidente Roosevelt, es mucho más reducido. Tan solo comprende mi pueblo. En consecuencia mi fe está puesta en que podremos aprovechar mejor lo que llevamos en el corazón: la justicia, el bienestar, el progreso y la paz de toda la comunidad humana". (Citado en la Enciclopedia El III Reich, Tomo  II, Anesa/Noguer. 1974. Artículo "La respuesta del "Fuhrer" a Roosevelt", pg. 115-117Un breve video con extractos de ese discurso puede ser observado AQUÍ)



El final de la Pax Hitleriana

El 1 de septiembre de 1939 la pacifista Alemania nazi invade Polonia, ya no hay más risas ni en el Reichstag ni en la Cancillería de Hitler, la segunda guerra mundial está servida muy a pesar del jefe nazi que seguía convencido que Gran Bretaña y Francia no le declararían la guerra, incumpliendo así su compromiso con la "insignificante" Polonia. El líder alemán confiaba en la política de hechos consumados.


La invasión de Polonia -en los cálculos de Hitler- no iba a desencadenar otra guerra europea, mantenía la fe que los Imperios Occidentales (Gran Bretaña y Francia) apoyarían de todas formas su sueño político: "espacio vital en el Este", guerra contra la Unión Soviética (Mein Kampf).

 

Notas esclarecedores sobre la cuestión polaca.

El 23 de mayo de 1939 Hitler fue muy claro, Danzig solo era el medio para atacar Polonia, las provocaciones eran constantes (introducía armas y hombres en la ciudad libre) y Polonia reaccionaba fuertemente, no se dejó intimidar. Alemania estaba decidida a atacar Polonia, la fecha de la invasión (26 de agosto) ya estaba fijada desde los primeros días de julio de 1939

Lo que se intenta hasta el 1 de septiembre es conseguir para Chamberlain un motivo para que abandone a su protegida Polonia, sin que sea mal visto por el resto de las naciones. Según Hitler Gran Bretaña debía aceptar las nuevas condiciones que obviamente Polonia las rechazará. Existen razones para confirmar que había muchas posibilidades de que el peligro de guerra pasará. El historiador alemán Wulf C. Schwarzwaller es del parecer que de hecho las proposiciones eran razonables, si Hitler jugaba limpio, ya que "únicamente" exige la devolución de Danzig y que el futuro del corredor se resuelva en un referéndum y que Polonia podía conservar el puerto, algo que era visto positivamente por Chamberlain y que él hubiese jugado en favor de Alemania. Era evidente que tanto Chamberlain como Lord Halifax habían decidido reconocer la reivindicación alemana sobre Danzig, incluso el embajador británico Henderson logró que Hitler le ratificara que con la reintegración de Danzig al Reich no tendría ninguna nueva exigencia sobre Polonia. Por otro lado, dentro de las élites británica y francesa estaba decidido cumplir el sueño de Hitler, espacio vital en el Este aplastando la Unión Soviética, por ello pusieron obstáculos al acuerdo de seguridad colectiva propuesto desde Moscú y que venía siendo negociado desde hace un buen tiempo. 

El 28 de agosto de 1939 Hitler lanza un ultimátum, exige que el negociador polaco se presente en el plazo de 24 horas, ese mismo día Hitler grita y ofende al embajador británico (sir Neville Henderson) quien, para asombro de Hitler, también grita al líder alemán. Ribbentrop, con desprecio, le dice más tarde a Henderson que la cuestión ha quedado superada al no presentarse el negociador polaco.

La realidad absoluta era que las proposiciones alemanas no pasaron de ser una ingeniosa táctica. Alemania tenía ya decidida la invasión de Polonia (26 de agosto), aplazada para el 1 de septiembre.




EPÍLOGO 

¿Quién ganó la disputa dialéctica. Hitler o Roosevelt? No siempre el que mejor habla vence. En discurso populista, por supuesto, Hitler era mejor que FDR, pero el tiempo daría la razón al estadounidense, en esos momentos nadie podía saber el grado de mentiras que vociferaba el alemán. Respecto al discurso de FDR, como decían en mi tierra, "no rima pero era cierto".


Hermann Goering durante el proceso de Nuremberg (1945-1946) hizo una interesante reflexión:


"... después de todo, son los líderes del país quienes determinan la política, y siempre es un asunto simple arrastrar a la gente, ya sea una democracia, una dictadura fascista, un parlamento o una dictadura comunista. Con voz o sin ella, siempre se puede llevar al pueblo a las órdenes de los líderes. Eso es fácil. Solo hay que decirles que están siendo atacados y denunciar a los pacifistas por falta de patriotismo y exponer al país al peligro. Funciona igual en cualquier país".

 

*****

Lecturas obligadas:

¿Y si Hitler hubiese sido asesinado en 1938? (I)

La "guerra" por encontrar al culpable del inicio de la segunda guerra mundial

La Segunda Guerra Mundial comenzó en octubre de 1938

07 marzo 2023

La "guerra" del Papa Pío XII


Procesión del Papa Pío XII al salir de la Ciudad del Vaticano en automóvil, fotografía de1939 de Peter Golderberg – Garzanti


por Tito Andino 

Revisión de libros y artículos 


Cuando un tema es muy conocido por la opinión pública suelo dejar sentado ese particular; pero, ¿por qué insistir en ello si la temática ya ha sido divulgada con holgura? Mi respuesta es que la investigación historiográfica cada vez se ve enriquecida con nuevas evidencias tras la lenta pero precisa desclasificación de archivos estatales.

Otra cosa, nunca dejará de ser polémica la relación diplomática entre la Alemania Nazi y el estado Vaticano, las relaciones políticas internacionales siempre han permanecido vigentes aun cuando se ha implantado un régimen dictatorial en una nación. El estado policiaco establecido por los nazis no afectó en nada sus relaciones con la comunidad global, a pesar de voces aisladas pero recurrentes de advertencia contra ese sistema. 

El poder mundial que ejerce el Vaticano -por lo menos en el hemisferio occidental- no fue la excepción, y desde el inicio mismo del Reich Hitleriano (1933) la Santa Sede firmaba con los nazis un Concordato. El "Reichskonkordat​" (Concordato entre la Santa Sede y el Reich alemán) del 20 de julio de 1933, estableciéndose condiciones de libertad religiosa para la Iglesia católica (que nunca respetaron los nazis y que el Vaticano tímidamente -en ocasiones- protestó). Franz von Papen, vicecanciller de Alemania, en representación del Presidente Paul von Hindenburg y del Canciller Adolf Hitler; y, por el lado Vaticano, el cardenal Eugenio Pacelli​ (futuro Pío XII​), en delegación del Papa Pío XI, fueron los suscriptores. Oficialmente ese Concordato permanece en vigencia.


Fotografía de la firma del Reichskonkordat en Roma, 20 de julio de 1933. De izquierda a derecha: el prelado alemán Ludwig Kaas, el vicecanciller Franz von Papen, el secretario de Asuntos Eclesiásticos Extraordinarios Giuseppe Pizzardo, el secretario de Estado del Vaticano Eugenio Pacelli (futuro Papa Pío XII), Alfredo Ottaviani, Rudolf Buttmann, miembro del Ministerio del Interior del Reich, entre otros (BundesarchivBild 183-R24391)

Tranquilos... he dicho que no insistiré en temas prolijamente estudiados y de fácil consulta. Dedicaremos las siguientes líneas  a revisar la última investigación aparecida en un libro que ya está causando críticas en la sociedad civil (y religiosa) así como congratulaciones en el ámbito académico. 

No obstante, iniciemos con ciertas puntualizaciones básicas sobre hechos políticos:

- Pío XI, predecesor de Pío XII, fue un real dolor de cabeza para Hitler ya que condenó tajante y públicamente la política y la ideología nazi. En 1937, emitió una carta oficial en la que se oponía a la persecución de la iglesia por parte de los nazis, declaró que no podía tolerar la glorificación de la esvástica pagana. En 1938, cuando Hitler visitó Roma, Pío XI abandonó la ciudad.

- Pío XI murió el 10 de febrero de 1939, justo después de terminar el discurso que esperaba pronunciar ante los obispos italianos en el décimo aniversario del Pacto de Letrán. Ese texto trataba con dureza al nazismo y al fascismo, pero estaba escrito en soledad. Fue el discurso que Mussolini temía y que el Papa no sobrevivió para pronunciarlo.


Eugenio Pacelli, antes de convertirse en Papa Pío XII, durante una visita a Berlín en 1929 como secretario de Estado del Vaticano, la fotografía lo captó saliendo del Palacio Presidencial, Berlín, 1928. (vía Getty Images)

- En 1940 se dio el encuentro entre Pío XII y Joachim von Ribbentrop. Existe evidencia que el ministro alemán de exteriores criticó al anterior Papa (Pío XI) por sus reclamaciones públicas y formales contra el gobierno de Hitler. Pío XII expresó que en sus discursos se cuidaba de no ofender a los alemanes. Y, se dice que le dijo al nazi que en su sermón de Navidad (1939), no se refería a Polonia como la "pequeña nación" sufrida e invadida, sino a Finlandia, atacada por la Unión Soviética.

- Tenemos otra versión de esa reunión (según Thomas J. Craughwell, "The Gentile Holocaust", Cultura Católica) se señala que el Papa era empático sobre una paz justa y que puso énfasis en una "base indispensable" para el fin de las hostilidades. Ribbentrop preguntó al Papa por qué se había puesto del lado de los aliados, Pío XII habría respondido con una lista de las recientes atrocidades y persecuciones religiosas nazis cometidas contra cristianos y judíos y que mantuvo la advertencia al Reich sobre los derechos de los judíos. El Pontífice habría hablado a Ribbentrop en favor de los perseguidos en Alemania y Polonia...    

 

Joachim von Ribbentrop, Ministro de Asuntos Exteriores del Reich llega en visita diplomática al Vaticano para reunirse en privado con el Papa, marzo 1940.

El Vaticano mantuvo negociaciones secretas con la Alemania nazi. Hay quienes aseguran que Hitler, a través de sus negociadores obtuvo del Vaticano un "régimen de silencio" del Papa ante las acciones de los nazis en Alemania y la Europa ocupada.

- En el transcurso de la guerra, Pío XII tampoco alzó en voz pública denunciando los crímenes del nazismo, nunca se refirió a ellos como criminales. La justificación, dicen, la iglesia no podía condenar abiertamente el Holocausto ya que se hubiese esperado una mayor represión nazi.

- En el sermón de Navidad de 1942, el Papa tímidamente dijo una corta oración: "cientos de miles de personas que fueron condenadas a la muerte o al exterminio sucesivo sin culpa alguna, y a veces solo por su nacionalidad o raza". 

- En general, El Vaticano se negó a condenar públicamente a Hitler y el Holocausto, eso es irrefutable. Sin embargo, la Santa Sede no escatimó en demostrar su oposición directa a la doctrina comunista, Pío XII nunca contuvo su boca al respecto.

- La indiferencia de Pío XII sobre el nazismo fue elocuente, suelen conocerlo como "el Papa de Hitler", dado por el historiador John Cornwell en su libro de 1999 con el mismo título. 


Dos libros de finales del siglo XX. Izquierda: "Pio XII, Hitler y Mussolini", de Giorgio Angelozzi Gariboldi, 1ª Edición, diciembre 1988, Editorial Acervo Barcelona, con prólogo de Giulio Andreotti, 404 pág. Trata ampliamente sobre las relaciones entre la Iglesia Católica, Italia y Alemania. Derecha: El controversial y rebatido "El Papa de Hitler. la verdadera historia de Pío XII", de John Cornwell, 1999, editorial Planeta, 465 pág. Cornwell señala en el prefacio de su libro que su investigación no conduce a la exoneración del Papa, al contrario, a una acusación grave contra su persona. Pío XII protagonizó un intento sin precedentes de reafirmar el poder papal conducido a la Iglesia a la complicidad con las fuerzas más oscuras de la época. Pacelli había mostrado siempre una innegable antipatía hacia los judíos, y su permanencia diplomática en Alemania en los años treinta le llevó a traicionar a las asociaciones políticas católicas que podrían haberse opuesto al régimen de Hitler e impedido la Solución Final. "Eugenio Pacelli no era un monstruo; su caso es mucho más complejo, más trágico. El interés de su biografía reside en la fatal combinación de elevadas aspiraciones espirituales en conflicto con su exagerada ambición de poder y control. El suyo no es un retrato del Mal, sino de una fatal fractura moral, una separación extrema entre la autoridad y el amor cristiano. Las consecuencias de esa escisión fueron la colusión con la tiranía, y en último término la complicidad con su violencia" 


- Es cierto que Pío XII no bendijo (de forma oficial) la invasión alemana de la URSS en 1941; pero, el Papa seguía condenando a los comunistas -hay registro de que lo hizo durante la guerra más de 150 veces- calificó a los soviéticos como "enemigos de Dios" y "prole del infierno". 

- De manera no oficial, también se comenta que en el círculo cercano de Pío XII, en charlas informales señalaba a los nazis "servidores del diablo" y que "Hitler se volvió loco". Al parecer hay el rumor de que Pío XII exorcizó  en dos ocasiones a Hitler, según uno de los secretarios del Papa, éste habría dicho: "el mal absoluto encarnado por el Führer no podía provenir de la naturaleza humana". (El rito de exorcismo de los demonios y otros seres extraordinarios en la persona poseída por ellos mediante la oración y ciertos rituales).

- La controversia siguió vigente durante décadas, sin responder a las preguntas sobre culpabilidad o inocencia de Pío XII, hasta que apareció el polémico libro de Cornwell, "El Papa de Hitler", duramente criticado por sectores católicos (algunas aseveraciones del autor han sido denegadas documentalmente) y antes que el Vaticano preparara su canonización como santo, un proceso que corre desde el 2000.

- Tampoco se debe obviar el sacrificio temerario de muchos sacerdotes católicos al proteger y salvar judíos durante la guerra. Solo en la Roma ocupada se salvaron al menos a seis mil judíos, se abrieron las residencias de la Iglesia para los fugitivos con una red de agentes encubiertos bajo las narices de los nazis. A finales de la guerra el Papa protestó por la deportación de judíos en Bulgaria y Hungría. 

- Sin embargo, por otro lado, la Iglesia colaboró conscientemente con la fuga de cientos de criminales nazis (suele hablarse de miles de nazis y colaboradores que se escabulleron de la justicia). Las "rutas de ratas", proporcionaron tarjetas de identificación emitidas por el Comité Internacional de la Cruz Roja. En su defensa suele invocarse el "amor cristiano al prójimo" que contradice a clérigos como el obispo Alois Hudal que brindó respaldo a las políticas nazis y que no se mordía la lengua para ocultar su antisemitismo. 

Bien, hasta aquí un resumen a grosso modo  de la posición "oficial" de la Iglesia respecto al nazismo.

 

Dos libros del siglo XXI. Izquierda: "Hitler, Mussolini y el Vaticano: el Papa Pío XI y el discurso que nunca se pronunció", de Emma Fattorini, Polity Press, septiembre 2011, 220 pág. Trata del discurso escrito por el Papa Pío XI en 1939 en el que tenía la intención de hablar en contra de Mussolini y los fascistas y condenar el antisemitismo. El discurso nunca se pronunció, su sucesor Pío XII, ordenó en secreto la destrucción del texto, eliminando así un obstáculo potencial en el establecimiento de una estrecha relación entre la Iglesia Católica y los fascistas. El libro contiene nuevas e importantes revelaciones sobre el tema complejo de la relación entre la Iglesia Católica en el ascenso del fascismo y el nazismo en Europa. Emma Fattorini, emplea documentación disponible e inédita del Archivo Secreto del Vaticano. Pío XI llegó a ver la década de 1930 como un 'conflicto de civilizaciones', una crisis que solo podía resolverse con un retorno a las raíces cristianas de Occidente. Defendió con fuerza a los judíos porque, a diferencia de otros elementos de la jerarquía católica, tenía la convicción teológica de que judíos y cristianos compartían un origen común: 'espiritualmente todos somos semitas'. Así escribió Pío XI en los últimos años de su vida mientras contemplaba la dirección en la que se dirigía el mundo y llegó a la conclusión de que el Vaticano podía detener el totalitarismo nazi y fascista. Derecha, en contrapartida, "Pío XII versus Hitler y Mussolini", de Carlos Ros Carvallar, Editorial Monte Carmelo, Madrid España; 1º edición (Octubre 2014) defiende a Pío XII, alegando que "No ha habido un papa del siglo XX más calumniado que Pío XII. Lo menos que se ha dicho de él es que fue el Papa del silencio, por no denunciar el Holocausto, y, quizás lo más, el clérigo más peligroso de la historia moderna (J. Cornwell). Puede que todo se deba al intento de muchos de descargar su mala conciencia por la connivencia con el monstruo de Hitler, buscando un chivo expiatorio, fuera de Alemania, en la figura de Pío XII, como el artífice del mal; si el Papa hubiera hablado, piensan, Hitler no hubiera hecho lo que hizo. De todo esto y del ambiente maléfico que se vivió en la II Guerra Mundial discurre el libro. Y por ello su título: "Pío XII versus Hitler y Mussolini".



Un pequeño recordatorio, en 2020, el Vaticano desclasificó millares de sus documentos referentes a la segunda guerra mundial. El trabajo de investigación se refleja ya en nuevos ensayos y libros realizados por reputados historiadores. Revisemos uno de ellos.


El Papa en guerra




El destacado historiador y científico social, David I. Kertzer, un erudito en temas sobre el Vaticano, ha escrito anteriormente "El Papa que pudo ser rey: El exilio de Pío IX y el surgimiento de la Europa moderna"; y, "El Papa y Mussolini: La historia secreta de Pío XI y el ascenso del fascismo en Europa". Kertzer es profesor de Ciencias Sociales de la Universidad Paul Dupee y profesor de antropología y estudios italianos en la Universidad de Brown. Su nuevo libro arroja más detalles sobre Pío XII durante los años de la guerra. "El Papa en guerra: La historia secreta de Pío XII, Mussolini y Hitler", una magnífica compilación producto del estudio de doce volúmenes del Vaticano, además de la revisión de archivos nacionales de Estados Unidos, Italia, Francia, Alemania y Gran Bretaña.

 

"EL PAPA EN GUERRA. LA HISTORIA SECRETA DE PÍO XII, MUSSOLINI Y HITLER", David I. Kertzer, Penguin Books, julio 2022, 484 pág. (aun no disponible en castellano)


Gracias a las grabaciones del Auditorio Robert H. Smith en la Sociedad Histórica de Nueva York, en una  conferencia (31 de octubre de 2022) de David I. Kertzer, conocimos la exposición de su trabajo. 

"Cuando el Papa Pío XII murió en 1958, sus documentos fueron sellados en los Archivos Secretos del Vaticano, dejando preguntas sin respuesta sobre lo que sabía e hizo durante la Segunda Guerra Mundial. Una vez que se abrieron esos archivos en 2020, miles de documentos internos finalmente se pusieron a disposición del público. ¿Qué esfuerzos, o la falta de ellos, se hicieron para proporcionar liderazgo moral frente al genocidio y el régimen autoritario? Es una discusión que examina las acciones del controvertido Papa entre 1939 y 1945 y que saca a la luz los planes para preservar el poder de la iglesia" (Sociedad Histórica de Nueva York)


El Embajador del Vaticano, Cesare Orsenigo (Nuncio Apostólico) en una audiencia con Hitler en Berlín, 1944.

Tenemos cinco puntos importantes de "El Papa en guerra", que resume Clemente Lisi, en un artículo para "ZengerNews", "PulitzerPrize- Winning Historian Details Pius XII’s Troubling Alliances With Mussolini, Hitler" (Historiador ganador del Premio Pulitzer detalla las preocupantes alianzas de Pío XII con Mussolini y Hitler). Textual:


1. La defensa del Papa solo se centró en los judíos que se habían convertido.

Kertzer describe cómo el Vaticano trabajó más duro para salvar a los judíos que se habían convertido al catolicismo o eran hijos de "matrimonios mixtos" entre católicos y judíos. Los documentos revelan que el Vaticano buscó certificados de bautismo y listas de los que se habían convertido, que fueron entregados al embajador alemán ante la Santa Sede en ese momento. (El Papa no intervino por otros judíos, a diferencia del arzobispo Andrei Count Sheptytsky, el jefe de la Iglesia greco-católica ucraniana, que desafió a los nazis y escondió a los judíos).


El embajador del Vaticano en Alemania (Nuncio Apostólico) Cesare Orsenigo con Adolf Hitler y Joachim von Ribbentrop, recepción de Nochevieja en Berlín, en la nueva Cancillería del Reich, 1939.

2. El Vaticano estaba interesado en permanecer neutral.

El Papa autoritario quería que la Santa Sede se mantuviera al margen de la guerra. Kertzer afirma que el Papa estaba motivado para proteger el Vaticano y los intereses católicos en Italia y en toda Europa cuando los nazis llegaron al poder. Kertzer dijo que el Papa temía las consecuencias de la guerra, preocupado de que los católicos sufrieran en los países ocupados por Alemania, seguido por el temor de que el comunismo se extendiera por toda Europa si las potencias del Eje perdían. Sin embargo, Pío XII se negó a condenar "el continuo exterminio de los judíos de Europa por parte de los nazis", incluso cuando los aliados acumularon victorias y la marea de la guerra cambió. "Como líder moral, Pío XII debe ser juzgado como un fracaso", dice Kertzer.


3. Se le dijo al periódico del Vaticano que no informara sobre las atrocidades nazis.

El Roman Observer, el periódico oficial del Vaticano, recibió la orden de la Santa Sede de suprimir las noticias sobre las atrocidades alemanas a lo largo de la década de 1940, aunque la evidencia era clara, y muchos lo instaron a hacerlo. El Vaticano mantuvo la paz con el dictador italiano Benito Mussolini, que se había aliado con Adolf Hitler. (En el libro ganador del Premio Pulitzer 2014 de Kertzer "El Papa y Mussolini: La historia secreta de Pío XI y el ascenso del fascismo en Europa", el autor dice que el Vaticano dio legitimidad al régimen fascista de Mussolini y desafía la noción de que Pío XII o su predecesor lucharon contra el fascismo).

El periódico no informó ni denunció las masacres nazis, incluso cuando unos 1.000 judíos fueron detenidos en Roma en 1943, justo fuera de los muros del Vaticano y enviados en tren a Auschwitz.


Cesare Orsenigo y Joachim von Ribbentrop, recepción de Nochevieja en Berlín, nueva Cancillería del Reich, 1939.

4. El Papa recibió ayuda de un príncipe para comunicarse con Hitler.

La decisión de Pío XII de evitar la crítica pública directa de Hitler o el Holocausto puede haber surgido de una negociación de 1939 entre el Vaticano y los alemanes. El intermediario era un príncipe alemán llamado Philipp von Hessen, yerno del rey italiano Víctor Manuel III.

El Papa, que hablaba alemán, se reunió con el enviado de Hitler por primera vez el 11 de mayo de ese año en Roma. Según las transcripciones incluidas en el libro, el Papa dijo: "He sido muy considerado, y la respuesta del Canciller del Reich fue muy amable. Pero la situación se ha deteriorado desde entonces", en una referencia a Hitler cerrando escuelas y seminarios católicos y recortando los fondos que benefician a las iglesias en Austria.

"Estoy seguro de que si se restaura la paz entre la Iglesia y el Estado, todos estarán contentos", agregó el Papa en ese momento. "El pueblo alemán está unido en su amor por la Patria. Una vez que tengamos paz, los católicos serán leales, más que nadie".


5. La versión vaticana del comportamiento del Papa XII no es compartida por otros.

Johan Ickx, quien se desempeña como archivista de la Secretaría de Estado del Vaticano, elogió a Pío XII por sus esfuerzos y fue citado en Vatican News diciendo: "Para los judíos era obvio y claro que Pío XII estaba de su lado y tanto él como su personal habrían hecho todo lo posible para salvarlos".

Este es el punto de vista del Vaticano. No es una opinión compartida por la comunidad judía u otros historiadores. La Iglesia Católica Romana se disculpó formalmente en mayo de 1998 por no tomar medidas más decisivas para desafiar al régimen nazi durante la Guerra Mundial, pero la disculpa fue vista como muy por debajo de las expectativas, particularmente en su negativa a responsabilizar a Pío XII por su silencio.


Adolf Hitler saluda a Cesare Orsenigo, en la nueva Cancillería del Reich, 1939. Orsenigo fue nuncio apostólico en Alemania de 1930 a 1945, durante el ascenso de la Alemania nazi y la Segunda Guerra Mundial. Junto al embajador alemán en el Vaticano, Diego von Bergen y posteriormente Ernst von Weizsäcker, Orsenigo fue el enlace diplomático directo entre el Papa Pío XI y el Papa Pío XII con el régimen nazi. Se reunió en varias ocasiones con Adolf Hitler y más frecuentemente con otros altos funcionarios y diplomáticos nazis. En noviembre de 1943, el nuncio Cesare Orsenigo, en nombre del Papa Pío XII, mantuvo una conversación con Hitler, habló sobre el estatus de los pueblos perseguidos en el Tercer Reich, aparentemente refiriéndose a los judíos, no tuvo éxito. Durante gran parte de la conversación, Hitler simplemente ignoró a Orsenigo; se acercó a la ventana y no escuchó.

El libro de Kertzer y el material de archivo revelan secretos, mentiras, equívocos y justificaciones que han perseguido al Vaticano los últimos 80 años. En última instancia, pinta un retrato de un legado mixto lleno de contradicciones.


Estas líneas de la historia vaticana durante la segunda guerra mundial puede ser complementada con el siguiente ensayo que ya pusimos anteriormente a vuestro conocimiento (haga click sobre el título):

Mito y realidad del plan nazi para secuestrar a Pío XII 

 

                                   The Atlantic
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