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04 octubre 2020

Las contradicciones del Irán moderno



por Thierry Meyssan
Red Voltaire


I parte
De país imperialista, Irán pasa a ser ‎antimperialista‎
La historia del Irán de los siglos XX y XXI no corresponde a la imagen que se tiene de ‎ese país en el mundo occidental. Pero tampoco corresponde a la imagen que transmiten ‎los discursos oficiales de los dirigentes iraníes. Históricamente vinculado a China, pero ‎fascinado por Estados Unidos desde hace dos siglos, Irán se debate hoy entre el ‎recuerdo de su pasado imperial y el sueño liberador del imam Khomeini. Khomeini veía ‎en el chiismo algo más que una religión. Lo consideraba también un arma política y ‎militar y vaciló entre proclamarse protector de los chiitas o libertador de los oprimidos.


En 1925, Londres se las arregla para derrocar la dinastía Qayar, que ejercía el poder en Persia, ‎y poner un oficial del ejército británico a la cabeza del país con el título de shah. Durante la ‎Segunda Guerra Mundial, ya bajo el nombre de Reza Pahlevi, aquel elegido de los británicos ‎resulta ser un ferviente germanófilo y Londres lo sustituye por su hijo, Mohammad Reza ‎Pahlevi. En 1971, tratando de alcanzar la estatura de personalidad internacional, el nuevo shah ‎convoca un encuentro de reyes, jefes de Estado y jefes de gobierno de todo el planeta para ‎celebrar los 2.500 años del imperio persa. Inquietos ante aquella muestra de megalomanía, ‎Estados Unidos y el Reino Unido sacan del poder al shah Mohammad Reza Pahlevi para ‎poner en su lugar al ayatola Roullah Khomeini.

Los persas conformaron vastos imperios, pero no lo hicieron conquistando los territorios de ‎los pueblos vecinos sino federándolos. Comerciantes más que guerreros, los persas impusieron ‎su lengua a toda Asia durante todo un milenio, a todo lo largo de las rutas chinas de la seda. ‎El farsi, lengua que hoy se habla únicamente en Irán, ocupaba entonces un lugar sólo ‎comparable al inglés actual. En el siglo XVI, el soberano persa decidió convertir su pueblo al ‎chiismo para unificarlo y aportarle una identidad particular en el seno del mundo musulmán. Ese ‎particularismo religioso sirvió de basamento al imperio safávida. ‎


En 1951, el primer ministro iraní, Mohammad Mossadegh (sentado a la ‎derecha) hace uso de la palabra ante el Consejo de Seguridad de la ONU.‎

A principios del siglo XX, Persia se ve enfrentada a las ambiciones de los imperios británico, ‎otomano y ruso. Como consecuencia de una terrible hambruna deliberadamente provocada por ‎los británicos –que deja 6 millones de muertos–, Teherán pierde su imperio y, en 1925, Londres ‎impone a Persia una dinastía de opereta –la dinastía Pahlevi– para acaparar la explotación de los ‎yacimientos petroleros únicamente en beneficio del imperio británico. ‎

Pero en 1951 un nuevo primer ministro iraní, Mohammad Mossadegh, nacionaliza la Anglo-Persian ‎Oil Company. Furiosos, el Reino Unido y Estados Unidos derrocan a Mossadegh y mantienen en ‎el poder al shah Mohammad Reza Pahlevi. Para contrarrestar la influencia de los nacionalistas ‎iraníes, Washington y Londres convierten el régimen del shah en una feroz dictadura, liberando al ‎ex general nazi Fazlollah Zahedi e imponiéndolo como primer ministro. Este individuo crea una ‎policía política, la SAVAK, cuyos cuadros son ex oficiales de la Gestapo nazi, reciclados por ‎Washington y Londres y reagrupados en las redes denominadas stay behind.‎

El derrocamiento del primer ministro Mossadegg llama la atención del Tercer Mundo hacia la ‎explotación económica de la que está siendo objeto. El colonialismo francés era un colonialismo ‎tendiente a instalar pobladores franceses en las naciones que colonizaba mientras que el ‎colonialismo británico es sólo una forma de saqueo organizado. Antes del gobierno de ‎Mossadegh, las compañías petroleras británicas no revertían más de un 10% a los pueblos cuyos ‎recursos explotaban. Inicialmente, Estados Unidos se pone del lado de Mossadegh y propone que ‎se revierta la mitad. Impulsado por Irán, la tendencia a ese reequilibrio se mantendra en todo ‎el mundo durante todo el siglo XX. ‎


Amigo de los intelectuales franceses Frantz Fanon y Jean-Paul Sartre, ‎el iraní Alí Shariati reinterpreta el islam como una herramienta de liberación. Según sus ‎palabras: “Si no estás en el campo de batalla, da igual que estés‎ en la mezquita o en un bar”.

Poco a poco van surgiendo dos principales movimientos de oposición en el seno de la burguesía ‎iraní: en primer lugar, los comunistas, respaldados por la Unión Soviética, y después los ‎tercermundistas, reunidos alrededor del filósofo Alí Shariati. Pero será un clérigo, el ayatola ‎Roullah Khomeni quien logrará finalmente despertar la conciencia de los más desfavorecidos. ‎Khomeini estima que más que llorar por el martirio del profeta Hussein lo más importante sería ‎seguir su ejemplo luchando contra la injusticia. Debido a esa posición, Khomeini será ‎estigmatizado como hereje por el resto del clero chiita. Al cabo de 14 años de exilio en Irak, ‎Khomeini se instala en Francia, donde sus ideas impresionan a numerosos intelectuales de ‎izquierda, como Jean-Paul Sartre y Michel Foucault.‎

Mientras tanto, Occidente convierte al shah Mohammad Reza Pahlevi en el «gendarme del Medio ‎Oriente». El shah se ocupa personalmente de aplastar los movimientos nacionalistas y sueña ‎con recuperar el esplendor de otros tiempos, tanto que llega incluso a celebrar con fastuosidad ‎hollywoodense el aniversario 2.500 del imperio persa, montando toda una ciudad tradicional en ‎Persépolis. ‎

Durante el “shock” petrolero de 1973, el shah Mohammad Reza Pahlevi se da cuenta ‎bruscamente del poderío que tiene en sus manos, se plantea la posibilidad de restaurar un ‎verdadero imperio y solicita la cooperación de la dinastía real de Arabia Saudita. Esta última ‎informa de inmediato a su amo estadounidense, quien decide entonces deshacerse de un aliado ‎al que ahora considera demasiado ambicioso, sustituyéndolo por el ya anciano ayatola Khomeini ‎‎–de 77 años en aquel momento– a quien, por supuesto, rodeará con sus agentes. Pero, primero ‎que todo, el MI6 británico procede a “limpiar el terreno”: los comunistas iraníes son ‎encarcelados; el «imam de los pobres», Moussa Sadr, de nacionalidad libanesa, desaparece para ‎siempre durante una visita en Libia; y el filósofo iraní Alí Shariati es asesinado en Londres. Solo ‎entonces, las potencias occidentales invitan al shah Mohammad Reza Pahlevi a salir de Irán por ‎varias semanas para recibir “tratamiento médico”. 

El 1º de febrero de 1979, el ayatola Khomeini regresa de su largo exilio. ‎Desde el aeropuerto de Teherán, va directamente al cementerio de Behesht-e Zahra (ver foto), donde pronuncia una alocución llamando el ejército a unirse a la tarea de liberar Irán ‎de los anglosajones. La CIA descubre entonces que el hombre al que había tomado por un ‎predicador senil es un verdadero tribuno capaz de movilizar multitudes y de comunicar a cada ‎iraní la convicción de que puede ayudar a cambiar el mundo.

El ayatola Khomeini regresa triunfalmente de su exilio el 1º de febrero de 1979. Desde de la pista ‎de aterrizaje del aeropuerto internacional de Teherán, un helicóptero lo traslada de inmediato ‎hasta el cementerio de la ciudad, donde acaban de ser sepultados 600 manifestantes abatidos ‎cuando participaban en una protesta contra el régimen del shah. Khomeini pronuncia entonces un ‎encendido discurso donde, para sorpresa de todos, no arremete contra la monarquía sino contra ‎el imperialismo. El ayatola se dirige directamente al ejército, exhortándolo a ponerse del lado ‎del pueblo iraní, en vez de seguir al servicio de Occidente. El «cambio de régimen» organizado ‎por las potencias occidentales se convierte instantáneamente en una verdadera revolución. ‎

Khomeini instaura un régimen político no vinculado al islam, denominado Velayat-e faqih e ‎inspirado en la República de Platón, cuyas obras el ayatola conoce a fondo: el gobierno ‎se hallará bajo la autoridad de un sabio, en aquel momento el propio Khomeini. El ayatola ‎aparta uno a uno a todos los políticos prooccidentales. Washington reacciona organizando ‎primero varios intentos de golpes de estado militares y después una campaña de terrorismo ‎a través de elementos ex comunistas, los denominados “Muyahidines del Pueblo”. ‎

Estados Unidos acabará pagando –a través de Kuwait– al gobierno iraquí del presidente Saddam ‎Hussein para utilizarlo como fuerza contrarrevolucionaria frente a Irán. Washington orquesta así ‎una sangrienta guerra entre Irak e Irán, conflicto que se extenderá desde septiembre de 1980 ‎hasta agosto de 1988 y a lo largo del cual las potencias occidentales apoyarán cínicamente a los ‎dos bandos. Irán no vacila entonces en comprar armamento estadounidense a través de Israel, ‎lo cual dará lugar al escándalo conocido como «Irángate» o «Irán-Contras». Mientras tanto, ‎el imam Khomeni transforma la sociedad iraní, desarrolla entre su pueblo el homenaje a los ‎mártires y un verdadero sentido del sacrificio. Cuando Irak agrede indiscriminadamente a los ‎civiles iraníes lanzando misiles a diestra y siniestra sobre las ciudades, Khomeini prohíbe al ejército ‎iraní responder haciendo lo mismo y anuncia que las armas de destrucción masiva contradicen su ‎visión del islam, lo cual prolongará un poco más el conflicto. ‎

Cuando las víctimas de la guerra se elevan a un millón de muertos, el presidente iraquí Saddam ‎Hussein y el imam Khomeini se dan cuenta de que están siendo manipulados por las potencias ‎occidentales y la guerra se detiene como había comenzado, sin razón alguna. Khomeini fallecerá ‎poco despues dejando como sucesor al ayatola Alí Khamenei. Los 16 años siguientes estarán ‎dedicados a la reconstrucción del país. Pero Irán se ha desangrado y la revolución ya no es más ‎que un eslogan vacío. Durante las plegarias de los viernes, los creyentes siguen clamando ‎‎«¡Abajo Estados Unidos!», pero el «Gran Satán» yanqui y el «régimen sionista» se han ‎convertido en socios privilegiados. Los sucesivos presidentes iraníes Hachemi Rafsanyani y ‎Mohammad Khatami organizan la economía del país alrededor de la renta petrolera. La sociedad ‎iraní se relaja y las grandes desigualdades sociales comienzan a reaparecer. ‎

Hachemi Rafsanyani (a la izquierda) se convierte en el hombre más rico de Irán. Pero ‎no será vendiendo pistachos sino gracias al tráfico de armamento ‎a través de Israel. Cuando finalmente llega a ocupar la presidencia de la República Islámica, ‎Rafsanyani envía los Guardianes de la Revolución a luchar en Bosnia-Herzegovina… bajo las ‎órdenes de generales estadounidenses.

Rafsanyani, quien se ha enriquecido gracias al tráfico de armas revelado en el escándalo Irán-‎Contras, convence al ayatola Alí Khameini para enviar los Guardianes de la Revolución a luchar en ‎Bosnia-Herzegovina, junto a los sauditas y bajo las órdenes de la OTAN. Por su parte, ‎Mohammad Khatami establece relaciones personales con el especulador estadounidense George ‎Soros.‎


‎Parte II
Y después de haber sido antimperialista, ‎Irán vuelve a ser imperialista
En su estudio sobre el Irán contemporáneo, Thierry Meyssan ‎muestra cómo Teherán volvió a abandonar el ideal antimperialista de la revolución ‎de 1979 para regresar a una política imperial, presenta numerosos elementos desconocidos. Además, termina planteando una ‎sorprendente hipótesis.

Ante la Asamblea General de la ONU, el presidente iraní Mahmud Ahmadineyad solicita que ‎se abra una investigación internacional sobre los hechos del 11 de septiembre de 2001. ‎Su intervención desata una ola de pánico en Washington donde el presidente Barack Obama levanta bandera blanca ante los ireníes.‎

La juventud iraní que había luchado por su país en la guerra impuesta su país alcanza la madurez. A ‎los 51 años, un ex oficial de los Guardianes de la Revolución, Mahmud Ahmadineyad, es electo ‎presidente de la República Islámica. Como el imam Khomeini, Ahmadineyad no comulga con los ‎dignatarios clericales chiitas, que se las arreglaron para que sus hijos no fueran a la guerra. ‎El objetivo de Ahmadineyad es reiniciar la lucha contra la injusticia y modernizar el país. Ingeniero ‎de formación y profesor de tecnología, Ahmadineyad dota el país de una industria verdadera, ‎emprende un programa de construcción de viviendas y, en materia de la relaciones ‎internacionales, se alía al presidente de Venezuela –Hugo Chávez– y al presidente sirio –Bachar al-‎Assad– frente al imperialismo estadounidense. Irán, Venezuela y Siria se convierten así en centro ‎del juego diplomático internacional, con un discreto apoyo de la Santa Sede. ‎

A pesar del doloroso recuerdo de la guerra que Irak impuso a Irán, Mahmud Ahmadineyad ayuda a ‎la resistencia iraquí frente a la agresión estadounidensesin establecer diferencias entre sunnitas ‎y chiitas. Más tarde también ayudará a Siria frente a los yihadistas. Pero entra en conflicto con ciertos círculos ‎iraníes, debido a la ayuda que aporta a los sunnitas iraquíes y a los laicos sirios, en ‎primer lugar, pero también porque considera más importante el ejemplo del Irán de la Antigüedad ‎que el de la era islámica e incluso trata de autorizar que los hombres no porten barba y el uso ‎facultativo del velo entre las mujeres

La cúpula de la iglesia chiita lo considera entonces una ‎amenaza para su propio poder y para el predominio del Guía de la Revolución, el ayatola Alí ‎Khamenei. Cuando Ahmadineyad resulta reelecto presidente de la República, el ex presidente ‎Khatami y un hijo del también ex presidente Rafsanyani organizan con la CIA un levantamiento de ‎la burguesía en Teherán y en Ispahan. Pero las clases más modestas de la sociedad iraní salen a las ‎calles en defensa del presidente Ahmadineyad y hacen fracasar la «revolución verde» ‎orquestada por la reacción interna y la CIA. ‎

Según sus enemigos externos, el presidente Ahmadineyad es un dictador antisemita que pretende ‎borrar Israel del mapa. Por su parte, sus enemigos internos lo insultan y ridiculizan su misticismo. En realidad, ‎Ahmadineyad denuncia el enorme poder del Guía y llega a ponerse “en huelga” como presidente. ‎
En su calidad de ayatola, Alí Khamenei es una alta personalidad jurídica y ‎espiritual del islam chiita. Como Guía de la Revolución, es el jefe militar y político de la República Islámica.

En marzo de 2013, el Guía de la Revolución, Alí Khamenei, envía a Omán una delegación ‎encargada de conversar en secreto con Estados Unidos. El presidente demócrata Barack Obama ‎sigue adelante con la aplicación de la estrategia Rumsfeld/Cebrowski de destrucción de las ‎estructuras mismas de los Estados en el «Gran Medio Oriente» o «Medio Oriente ampliado» ‎‎ (1)‎, pero no quiere enredar indefinidamente a las tropas estadounidenses en ese enorme ‎lodazal, como hizo su predecesor republicano George W. Bush al emprender la ocupación de Irak. ‎Obama es más bien favorable a la idea de dividir a los musulmanes alimentando las diferencias ‎entre sunnitas y chiitas. Sus diplomáticos aseguran entonces a los enviados del Guía Khamenei ‎que Estados Unidos está dispuesto a permitirle organizar una «media luna chiita» y rivalizar con ‎los sauditas sunnitas. Alí Akbar Velayati, representante del Guía en esa conversación secreta, ve ‎en ello la posibilidad de restaurar el antiguo imperio safávida. A espaldas de otros miembros de la ‎delegación iraní, Velayati se compromete a lograr que los seguidores de Ahmadineyad sean ‎apartados de la próxima elección presidencial y a favorecer la candidatura del jeque Hassan ‎Rohani, quien fue el primer contacto de Israel y Estados Unidos en Irán cuando se montó la ‎operación de tráfico de armas que daría lugar al escándalo conocido como «Irángate» o «Irán-‎Contras». ‎

Así sucederá, el Consejo de los Guardianes de la Constitución declara que Esfandiar Rahim ‎Mashaie, candidato de los seguidores de Ahmadineyad, es un «mal musulmán» y le prohíbe ‎participar en la elección presidencial. El Guía, Alí Khamenei, favorece a varios candidatos –cuya ‎participación en la elección dispersa los votos de los revolucionarios– mientras que los ‎prooccidentales presentan como único candidato a Rohani, quien saldrá electo y designará como ‎ministro de Exteriores a Mohammad Javad Zarif, un hombre que ha pasado la parte más importante de su vida en Estados Unidos

John Kerry y Mohammad Javad Zarif establecen los términos de un ‎preacuerdo en Omán. Resucitan así la idea, concebida por Bernard Lewis y Zbigniew Brzezinski, ‎de sembrar la división entre los pueblos musulmanes del Medio Oriente utilizando las diferencias entre sunnitas y chiitas.‎

El nuevo equipo gobernante iraní negocia públicamente la solución de la llamada «cuestión ‎nuclear iraní» con los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU y ‎Alemania. El shah Mohammad Reza Pahlevi había iniciado –con apoyo de las potencias ‎occidentales– un programa militar de investigación nuclear, programa que la República Islámica ‎prosiguió durante la guerra que le fue impuesta por Irak, pero que abandonó cuando el imam ‎Khomeini prohibió las armas de exterminio masivo. Al llegar a la presidencia de la República, ‎Mahmud Ahmadineyad había reactivado parcialmente la investigación nuclear pero limitándola a ‎su uso civil. Israel emprendió entonces una campaña internacional de propaganda tendiente a ‎hacer creer que Irán buscaba la manera de exterminar a los judíos –para imponer esa idea, los ‎propagandistas israelíes no vacilan en falsificar la traducción de los discursos del presidente iraní. ‎Pero las potencias occidentales saben que todo eso es falso y rápidamente se llega en Ginebra a ‎un acuerdo que servirá de fachada, pero que no se firma de inmediato ya que, durante todo un ‎año, el ministro iraní de Exteriores, Mohammad Javad Zarif, y el secretario de Estado ‎estadounidense, John Kerry, van a negociar en secreto una repartición del Medio Oriente. Solo ‎después de la firma de ese acuerdo bilateral secreto, en 2015, los otros países participantes en las ‎negociaciones de Ginebra serán invitados a aceptar formalmente, en Lausana, el acuerdo ‎alcanzado en público y finalmente a firmarlo en Viena. Se desbloquean entonces los litigios entre ‎Washington y Teherán. Comienza un proceso de levantamiento de las sanciones impuestas a Irán, ‎ambas partes proceden a la liberación de prisioneros y una primera entrega de 1.300 millones de ‎dólares en efectivo es discretamente enviada a Irán por vía aérea. ‎

Pero en Irán, mientras las familias de los miembros del equipo del presidente Rohani se dan la ‎gran vida, la situación económica del pueblo iraní es cada vez peor. Las sanciones económicas ‎occidentales obstaculizan el desarrollo del país, pero eso no explica totalmente la situación ‎ya que Irán se ha convertido en un experto en comercio internacional, desarrollando alrededor de ‎Dubai un extenso sistema de intermediarios que le permite disimular el origen y el destino de sus ‎productos. Para Estados Unidos resulta imposible controlar las fronteras terrestres de Irán con ‎‎8 países y sus fronteras marítimas. ‎

Después de haber sido vicepresidente bajo el mandato del presidente ‎Ahmadineyad, Hamid Baghaie, quien planeaba crear una internacional contra la injusticia, fue ‎condenado a 15 años de cárcel durante un juicio secreto.

En 2017, el Consejo de los Guardianes de la Constitución declara al nuevo candidato de los ‎seguidores de Ahmadineyad, Hamid Baghaie, «mal musulmán» y le prohíbe participar en la ‎elección presidencial. El jeque Hassan Rohani es reelecto para un segundo mandato presidencial ‎pero el ex presidente Mahmud Ahmadineyad revela las malversaciones cometidas a favor del ‎gobierno y del Guía. Las autoridades iraníes ponen al ex presidente Ahmadineyad bajo arresto ‎domiciliario y arrestan, uno por uno, a todos los miembros de su entorno. Esfandiar Rahim ‎Mashaei, quien había representado a los seguidores de Ahmadineyad con vista a la elección ‎presidencial de 2017, es condenado a 15 años de cárcel al cabo de un juicio secreto sobre el cual ‎se ignoran incluso los cargos presentados contra el dirigente condenado. ‎

El gobierno iraní publica entonces un documento donde se propone la creación de una federación ‎chiita que abarcaría el Líbano, Siria, Irak, Irán y Azerbaiyán, bajo la autoridad del Guía de la ‎Revolución, el ayatola Alí Khamenei. En realidad se trata de restablecer el imperio safávida. ‎Los Guardianes de la Revolución presentes en Siria abandonan la defensa del país y se dedican ‎ahora únicamente a la protección de las poblaciones chiitas. ‎

En cuestión de años, el Irán antimperialista se ha transformado en una nueva potencia ‎imperialista. Sus aliados, estupefactos, no saben cómo salir de la trampa en la que ahora ‎se sienten atrapados. ‎

Las acciones actuales de Irán no corresponden a los discursos de sus dirigentes, que solo ‎disimulan su estrategia. En Occidente se cree que Irán es un país violentamente ‎antiestadounidense, lo cual es absolutamente falso ya que los gobiernos del shah Mohammad ‎Reza Pahlevi, de los presidentes Rafsanyani, Khatami y del actual presidente Rohani estaban ‎enteramente alineados con Washington

El asunto de los “rehenes” estadounidenses retenidos en ‎la embajada (1979-81) es una fábula total: no eran rehenes sino diplomáticos sorprendidos en ‎flagrante delito de espionaje. Por cierto, es muy significativo el hecho que Estados Unidos ‎nunca llegara a exigir compensaciones invocando la Convención de Viena sobre el personal ‎diplomático. En cuanto al campo antimperialista, sus miembros se definen por su posición ante el ‎imperialismo, no contra Estados Unidos. El ex presidente iraní Ahmadineyad llegó a escribirle a ‎Donald Trump para animarlo a “limpiar” la administración estadounidense, como había prometido ‎hacerlo durante su campaña electoral. ‎

Irán no es que está tampoco en contra de los judíos. Existe ciertamente un antisemitismo real en una ‎fracción de su población, pero fue el emperador Ciro II quien liberó a los judíos de su cautiverio en ‎Babilonia y desde aquella época los judíos siempre estuvieron protegidos en tierras persas. Irán e ‎Israel se insultan públicamente y sabotean mutuamente sus sistemas informáticos… pero nunca se ‎han enfrentado en el campo de batalla –hoy en día incluso explotan juntos el oleoducto Ascalón-‎Haifa, en pleno corazón del Estado hebreo, una realidad prohibida que nadie puede mencionar en ‎la prensa israelí sin exponerse a 15 años de cárcel. ‎

Personalidad militar, pero al mismo tiempo política y espiritual, el general ‎Qassem Suleimani era el principal rival potencial del jeque-presidente Hassan Rohani. Pero fue ‎‎“oportunamente” asesinado por Estados Unidos sin que hayan llegado a concretarse las ‎grandilocuentes amenazas de represalias emitidas desde Teherán. Más bien ha sucedido ‎lo contrario ya que el presidente Rohani aceptó que uno de sus asesinos se convirtiera en ‎primer ministro de Irak.

Desorientado por el fracaso de Hillary Clinton en la elección presidencial estadounidense de 2017, ‎el presidente iraní Rohani cuenta con una rápida destitución del ganador, Donald Trump, y ‎se niega a conversar con el nuevo inquilino de la Casa Blanca. Contrario a la estrategia ‎Rumsfeld/Cebrowski, Donald Trump intima el bando sunnita –en su discurso de Riad – a poner fin ‎al apoyo que aporta al terrorismo yihadista y saca a Estados Unidos del acuerdo firmado ‎en Viena con el bando chiita. Los sauditas se adaptan al nuevo inquilino de la Casa Blanca, pero ‎en Irán el equipo gubernamental persiste en ignorarlo. La única posibilidad de que el Irán de ‎Rohani llegue a un acuerdo satisfactorio para los dos actores estadounidenses –la Casa Blanca y ‎el Pentágono– sería acabar con los Guardianes de la Revolución iraníes, con el Hezbollah libanés y ‎con cualquier otra forma de oposición al predominio de Occidente, así como aceptar la división ‎de la comunidad musulmana en dos facciones –sunnitas y chiitas– como medio de garantizar que ‎no se produzca un resurgimiento de la revolución. ‎

Finalmente, Donald Trump reafirma su autoridad en la región asesinando, con pocas semanas de ‎intervalo, al principal jefe militar sunnita –el “califa” Abu Bakr al-Baghdadi– y al principal jefe ‎militar chiita –el general iraní Qassem Suleimani.‎

Sólo entonces el presidente iraní Rohani se decide a negociar con Donald Trump. En marzo ‎de 2020, coordina la acción de las milicias huthis con la de las fuerzas emiratíes en contra de las ‎tropas sauditas en Yemen; en mayo acepta que Mustafá al-Khadimi, uno de los asesinos del ‎general Suleimani, se convierta en primer ministro de Irak; en junio, envía Guardianes de la ‎Revolución a Libia, del lado de la OTAN, como ya había hecho su mentor, Hachemi Rafsanyani, ‎enviando Guardianes de la Revolución a Bosnia-Herzegovina. ‎

Al mismo tiempo, Rohani acepta la proposición china de comprar el petróleo iraní al 70% del ‎precio del mercado internacional, con lo cual garantiza nuevamente la renta petrolera… pero ‎hace peligrar su alianza con la India. Esa alianza preveía hacer transitar el comercio indio hacia ‎Afganistán por el puerto iraní de Chabahar, evitando así el territorio de Pakistán. Sin embargo, lo ‎lógico sería que Irán se integrara al proyecto chino de restablecimiento de la ruta de la seda, de ‎la que ya fue parte durante la Antigüedad y en la Edad Media, lo cual exigiría una alianza entre ‎Irán y Pakistán. ‎

La historia del Irán contemporáneo se resume en un ir y venir entre dos visiones ‎políticas opuestas: la del esplendor de un imperio basado en el legado del profeta Mahoma y la de ‎la lucha por la justicia basada en el ejemplo de los profetas Alí y Hussein. Sorprendentemente, ‎quienes optan por el esplendor imperial son designados en la prensa occidental como ‎‎«moderados» mientras que a los partidarios de la lucha por la justicia se les llama ‎‎«conservadores». ‎

Hipótesis
Lo que expondré de aquí en adelante en este artículo debe, por supuesto, ser visto con mucha ‎prudencia ya que sólo es una hipótesis. Se trata, no obstante, de una hipótesis que merece ‎reflexión. ‎

Todo indica que la muerte del general Qassem Suleimani, comandante de las fuerzas especiales de ‎los Guardianes de la Revolución, llegó como anillo al dedo para el presidente Hassan Rohani. Y ya ‎hemos visto que no solo ese asesinato no recibió una respuesta de valor equivalente sino que ‎además uno de los asesinos se convirtió en primer ministro de Irak, con el apoyo de Rohani. ‎Al nombrar a un ilustre desconocido como sucesor del general Suleimani, el poder iraní ha ‎neutralizado de hecho a los Guardianes de la Revolución. Lógicamente, la próxima personalidad ‎por eliminar sería el secretario general del Hezbollah, el líder libanés Hassan Nasrallah. ‎

El 23 de julio de 2019, el embajador israelí Danny Danon presenta al ‎Consejo de Seguridad de la ONU lo que califica como violaciones de la resolución 1559 ‎cometidas por el Hezbollah… y afirma que esa organización de resistencia dispone de ‎instalaciones permanentes en el puerto de Beirut.

Pero no es eso lo que acabamos de ver en Beirut. Lo que vimos fue un depósito de descarga del ‎Hezbollah alcanzado por un arma nueva que provocó una enorme explosión. Esa operación arroja ‎un saldo de 150 muertos y al menos 5.000 heridos. Sólo voces provenientes de Israel, como ‎la del diputado Moshe Feiglin, y de Irán afirmaban al día siguiente que toda desgracia trae algo bueno. ‎Para la prensa oficial de Teherán, la destrucción del puerto de Beirut intensificará la actividad de la ‎ruta terrestre Teherán-Bagdad-Damasco-Beirut y, por ende, el proyecto de federación chiita. ‎

El 6 de agosto, el presidente francés Emmanuel Macron llegaba a Beirut. Según sus interlocutores, ‎Macron dio a los dirigentes libaneses un plazo de 3 semanas para concretar la aplicación de la ‎segunda parte de la resolución 1551: el desarme de la resistencia libanesa (2). El 7 de agosto, Hassan Nasrallah ‎aparecía en la televisora al-Manar, y pudo vérsele turbado, incómodo, incluso deprimido. ‎Durante su intervención, negó en 4 ocasiones toda presencia del Hezbollah en el puerto de Beirut. ‎

El hecho es que ya la máquina está en marcha. La primera parte de la resolución 1551 preveía ‎sacar del Líbano la fuerza siria de paz que había puesto fin a la guerra civil libanesa. Esa retirada ‎de la fuerza siria de paz se concretó en 2005, a raíz del asesinato del ex primer ministro libanés ‎Rafic Hariri –atribuido entonces al presidente sirio– y de la subsiguiente «revolución del cedro». ‎La segunda parte –el desarme del Hezbollahse inicia ahora, en 2020, con la destrucción de la mitad de Beirut y con una nueva revolución de color. Precisamente todo lo que conviene a ‎Benyamin Netanyahu y a Hassan Rohani, viejos cómplices en el tráfico de armas que dio origen al ‎escándalo conocido como Irángate o Irán-Contras. ‎


Thierry Meyssan

[1] ‎«El proyecto militar de Estados Unidos para el ‎mundo», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 22 ‎de ‎agosto ‎‎de 2017.‎
[2] L’Effroyable ‎imposture, Tomo 2, por Thierry Meyssan, éditions Demi-Lune.

16 junio 2020

La revolución de color finalmente está en casa



     Foto cortesía de Miami Diario

Introducción del editor del blog.
Selección de varios artículos


Antes de dar revista al punto central de esta entrega, es necesario un análisis previo y resumido del tema de actualidad, las protestas en los Estados Unidos contra el racismo. 

Ha llamado la atención internacional una declaración del actual presidente de Irak, Barham Salih, de origen kurdo y político miembro del partido Unión Patriótica del Kurdistán. Hace algunos días en una conferencia de prensa, con mucha ironía, expresó: “Vamos a llevar la democracia a Estados Unidos”, dejando en claro que sería una “intervención pacífica” de la tierra dirigida por el presidente Trump. "Hay que liberar a ese pueblo, no podemos quedarnos impasibles”, insistió Salih ante la sonrisa de los asistentes, "invadir Estados Unidos es lo que haría Estados Unidos". Fuera de las irónicas expresiones manifestó estar horrorizado por las “terribles imágenes de violencia y brutalidad policial” en Estados Unidos y que han sido conocidas en su país a través de las redes sociales.

Por otro lado, citando al internacionalista francés Thierry Meyssan, "Ya no se trata de luchar por la igualdad de derechos para todos, ni de ‎cuestionar los prejuicios de ciertos policías sino de reabrir un verdadero conflicto ‎cultural, lo cual implica el riesgo de hacer estallar una nueva Guerra de Secesión".‎

Se aprecia no solo manifestaciones dirigidas contra el racismo, también contra los ‎símbolos de la historia del país (La Guardia Nacional se movilizó para proteger ‎monumentos), esto ha traspasado fronteras. 

En los Estados Unidos se aprecia claramente un reagrupamiento geográfico conforme la afinidad cultural, un fenómeno percibido desde varias décadas, eso es una mala señal. "La ‎integridad de Estados Unidos estaría en peligro cuando otras minorías, aparte de los negros, ‎se unieran al movimiento de protesta.‎ Eso es precisamente lo que hoy estamos viendo. El conflicto ya no es de blancos contra negros ‎ya que los blancos se han hecho mayoritarios en ciertas manifestaciones antirracistas y visto ‎el hecho que hispanos y asiáticos se han unido a las marchas y que el Partido Demócrata ahora ‎se implica en ellas". ‎

Trump ganó la presidencia al ofrecer una vía alternativa, bajo ‎el lema "America First!", que no es nada nueva, el "sueño americano", es decir, la vía del ‎empresariado contrario al mundo de las altas finanzas, repatriar las  grandes ‎transnacionales al país para fortalecer el empleo en casa. Detractores de Trump, como el general James Mattis, ex secretario de Defensa, afirman que la política de ‎Trump agrava la división en vez de unir.
 ‎
Históricamente no es tan cierto que la "Guerra de Secesión" (1861-1865), ‎usada como referencia por los manifestantes de hoy, haya sido un enfrentamiento del sur esclavista y el norte humanista. La actual protesta inicia de un acto racista –el linchamiento de George Floyd por un policía blanco en ‎Minneapolis– está dando lugar a la destrucción de estatuas de generales sudistas, como Robert ‎Lee, y eso también ha ocurrido en otros países, pero en los Estados Unidos tiene mayor importancia por la participación de varios gobernadores del Partido ‎Demócrata. 

Ralph Northam, gobernador de Virginia por el Partido Demócrata, "anunció el ‎desmantelamiento de una célebre estatua del general sudista Robert Lee, a pedido de ‎manifestantes blancos. Ya no se trata de luchar contra el racismo sino de destruir los símbolos ‎de la unidad del país" (Nota de la red Voltaire).
 ‎
Hay que dejar aclarado que en la "Guerra de Secesión" los dos bandos ‎eran esclavistas y los dos bandos terminaron siendo antiesclavistas. "El fin del esclavismo no fue un ‎logro de los abolicionistas. Simplemente, ambos bandos necesitaban más soldados para enviarlos ‎al frente". ‎

Conforme estudia el caso, Meyssan concuerda que la guerra de secesión enfrentó al sur agrícola, católico y rico contra el norte industrial, ‎protestante y ansioso de riqueza. El conflicto se cristalizó alrededor de la cuestión de los ‎derechos de aduana –los sudistas estimaban que cada Estado debía establecer sus derechos de ‎aduana pero los nordistas querían abolirlos entre los Estados y dejar su control en manos del ‎gobierno federal. 
Hoy, la eliminación de símbolos sudistas, vistos como restos del esclavismo provoca que, ‎en realidad, se rechace la visión sudista de la Unión. "Es particularmente injusto ‎arremeter contra la memoria del general Robert Lee, quien puso fin a la Guerra de Secesión ‎al rechazar la adopción de una táctica de acciones de guerrillas para proseguir el conflicto desde ‎las montañas y optó por la unidad nacional".
  ‎
"Hoy en día, las antiguas nociones estadounidenses de norte y sur ya no corresponden a ‎realidades geográficas. Sería más apropiado hablar de Dallas contra Nueva York y Los Angeles. ‎No es posible escoger sólo los aspectos considerados positivos en la historias de un país y destruir ‎todo lo que se considera “malo” sin cuestionar todo lo construido".
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Richard Nixon, en las elecciones de 1968, tuvo un eslogan: "Law and Order" (Ley y Orden), y al invocarlo "Trump no predica el odio racista, como afirman numerosos ‎comentaristas, sino que vuelve al pensamiento del autor de ese eslogan. Trump no está interesado en provocar la disgregación de Estados Unidos sino en hacer ‎volver el país al pensamiento de Andrew Jackson, contrario al predominio del mundo de la ‎finanza". 
Muy pocos como Thierry Meyssan reflexionan sobre los siguiente: 

"Donald Trump se ve en la situación que vivió el soviético Mijaíl Gorbachov a ‎finales de los años 1980. La economía de su país –no la finanza– está en evidente declive desde hace ‎décadas, pero sus conciudadanos se niegan a reconocer las consecuencias de ese declive. Estados Unidos sólo puede sobrevivir si se fija nuevos objetivos. Pero ‎ese tipo de cambio se hace especialmente difícil en periodo de recesión. ‎El problema de la URSS era diferente, pero la situación es la misma. Gorbachov fracasó y la URSS ‎se derrumbó. Sería sorprendente que el próximo presidente de Estados Unidos, sea quien sea, ‎lograra preservar la unidad nacional. 



Las manifestaciones en Estados Unidos ya no están dirigidas contra el racismo sino contra los ‎símbolos de la historia del país. La Guardia Nacional fue desplegada para proteger ‎monumentos. Aquí la vemos, el 2 de junio de 2020, en el Lincoln Memorial de Washington (Nota de la red Voltaire). 


Paradójicamente, Donald Trump se aferra al ´American Dream´, el célebre ´Sueño ‎Americano´, la posibilidad de “hacer fortuna”, en una sociedad estadounidense estancada, donde ‎la clase media está en vías de desaparición y en momentos en que los nuevos inmigrantes ya ‎no son europeos. Frente a él, sus opositores –la Fed, Wall Street y Silicon Valley– proponen un ‎nuevo modelo, pero en detrimento de las masas". ‎


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Es momento de leer un punto de vista diferente, una visión, hasta cierto punto "real", del como ciertos sectores europeos miran en perspectiva la crisis identataria de la Unión Americana. Desde Serbia, Dragana Trifković nos presenta un interesante artículo: "Драгана Трифковић: Обојена револуција се вратила кући", traducido al inglés para el sitio web Sott como "The Color Revolution is Finally Home" (La revolución del color finalmente está en casa), de ésta última website (versión en inglés) hemos traducido al castellano.

Dragana Trifković, autora del siguiente artículo, es Directora del Centro de Estudios Geoestratégicos en Belgrado, Serbia.


Protestas en la Casa Blanca tras el asesinato del ciudadano afroamericano George Floyd.

La revolución del color finalmente está en casa

por Dragana Trifković
stanjestvari com / Sott net


Cuando los liberales pro-occidentales piensan en Occidente, generalmente piensan en democracia, libertad de expresión y derechos humanos. Oriente, por otro lado, les hace pensar en la dictadura y la represión. Generan conceptos erróneos sobre la base de informes y propaganda de los medios que han sido difundidos por los medios mundiales durante décadas. Si les preguntas qué piensan acerca de la aplicación de la democracia por las bombas, no tendrán una respuesta a esa pregunta.

Su tema favorito son los gulags soviéticos, aunque saben poco sobre ellos. El símbolo de la dictadura comunista es Stalin, y si les preguntas sobre el sangriento Lenin, solo escucharás cosas buenas sobre él.



Prensa occidental sobre Vladimir Putin


No pueden soportar a Putin e inmediatamente tienen un colapso nervioso cuando se menciona su nombre. Es muy difícil hablar con ellos, especialmente si son demasiado celosos, y en la mayoría de los casos lo son.

Son particularmente intolerantes con los argumentos directos. La democracia estadounidense es su modelo indiscutible y debe implementarse en todas partes. Sin embargo, ya nada va bien allí, ya que la democracia acaba de explotar en Estados Unidos. En el sentido literal de la palabra. Eso no me hace feliz en absoluto. Sé que el establecimiento estadounidense, además de bombardear la mitad del mundo, incluido mi país, ha destruido su propio estado. Y todo esto bajo el lema de la llamada lucha por los derechos humanos.

Pero la doctrina es una cosa, las estadísticas otra muy distinta...

Estados Unidos ha gastado mucho dinero en guerras en las últimas décadas. Todos los contribuyentes estadounidenses han contribuido para que el ejército estadounidense pueda lanzar bombas en algún lugar del mundo. La cantidad en cuestión no es fácil de determinar, pero según una investigación realizada por el Instituto Watson para Asuntos Internacionales y Públicos de la Universidad de Brown, Estados Unidos ha gastado $ 6,4 billones solo para financiar guerras desde el 11 de septiembre de 2001 y la declaración de la guerra contra el terrorismo. Su conclusión es que las guerras han estado acompañadas de violaciones de los derechos humanos y las libertades civiles, tanto en los Estados Unidos como en el extranjero.

Julian Assange también ha informado al mundo acerca de esto, publicando archivos completos de varios documentos oficiales y comunicaciones en su sitio web Wikileaks. Bueno, por mostrarle al mundo la verdad sobre el asesinato de civiles y periodistas en Afganistán e Irak, recibió el Premio Nobel de la Paz. Oh no, espera, el Premio Nobel de la Paz fue otorgado a Obama, quien continuó las viejas guerras y comenzó otras nuevas en el Medio Oriente. Y, por cierto, él también es conocido por matar personas con drones. ¿Quizás es por eso que recibió el Premio Nobel de la Paz? Pero, ¿por qué se le llama "premio de la paz"? Estoy haciendo preguntas estúpidas de nuevo.


Premio Nobel de la paz para Obama (2015)
Un premio Nobel de la paz antes de ver qué acciones militares tomaría o no. ¿Acción afirmativa?


Y Ed Snowden fue quien reveló al mundo que los servicios de inteligencia estadounidenses escuchaban a sus ciudadanos y recopilaban datos sobre ellos sin autorización. Además de eso, están encarcelando rutinariamente a denunciantes sin juicio ni evidencia. Bueno, este es realmente el epítome de la democracia. Snowden fue promovido para tal divulgación. Oh no, espera, Snowden tuvo que huir de los Estados Unidos. ¿Y sabes dónde? ¡Huyó al país del dictador Putin!

Algo me dice que las cosas no están muy claras. En el pasado, los disidentes solían huir de Oriente a Occidente, ¿y ahora están haciendo exactamente lo contrario? Parecen no tener ninguna comprensión de la democracia en absoluto.

Al mismo tiempo, nadie les pidió a Assange y Snowden que revelaran secretos tan inquietantes al mundo y que molestaran a los liberales con los hechos concretos e irrefutables sobre la democracia estadounidense. ¿Quién les dio ese derecho? Pero espera un minuto, se supone que todos tienen esos derechos en una democracia, ¿verdad? ¿Y todos tienen derecho a saber la verdad? Quizás no, si la verdad "no es lo suficientemente buena" para escuchar.



Edward Snowden.


Volvamos a esos gulags soviéticos, las prisiones rusas y chinas. Quizás podamos aprender de ellos. Muy a menudo vemos en la televisión a esos enormes tipos de OMON (Unidades especiales de la policía rusa) tirando manifestantes en camionetas. Para los liberales, esta es la principal prueba de que la represión gobierna en Rusia. Traté de explicarle a un amigo liberal que los manifestantes están violando la ley porque a menudo no han pedido autorización para las manifestaciones, y en Rusia no está permitido violar la ley. Me dijo que yo era un agente del Kremlin y que él no escucharía mi propaganda. Solo me reí, lo que hizo que me odiara aún más.

Pero todavía tenía una conciencia culpable porque no lo había molestado lo suficiente. Entonces me fui a casa y me puse a trabajar. Encontré un sitio en Internet que publica análisis del número de prisioneros en diferentes países. Para no ponerlo en la posición de acusarme de difundir propaganda pro-rusa, encontré datos de investigación publicado por el Instituto de Investigación de Política Criminal de la Universidad de Londres. ¿Y adivina qué país tiene más prisioneros, per cápita, en el mundo? Sí, lo has adivinado, ese bastión de la democracia: los Estados Unidos. Hay más de dos millones, doscientas mil personas (2.200,000) en las cárceles estadounidenses. ¿Y sabes cuántos hay en el 'gulag' en Rusia? ¡Más de cuatro veces menos! Por supuesto, Estados Unidos tiene más habitantes, por lo que, en términos porcentuales, Estados Unidos tiene el doble de prisioneros per cápita que Rusia.

Video

Prison Overcrowding in the United States Documentary


Grabé debidamente todos los datos, copié los enlaces y envié un mensaje a este amigo liberal diciéndole que lamentaba tratar de convencerlo con propaganda rusa ordinaria, así que me sentí obligado a proporcionarle datos más precisos de fuentes occidentales. El nunca me respondió.

Por la dignidad

Sucede que, el mismo día, comenzaron las protestas en los Estados Unidos. Vi ese video aterrador de un policía sosteniendo una rodilla en el cuello de un hombre que gime porque no puede respirar. Ni siquiera se resistió al arresto; en el video me pareció que estaba en un estado alcohólico y apenas podía moverse, arrastrando las piernas detrás de él. El oficial de policía lo tiró al suelo y le puso la rodilla en el cuello. Perdió el conocimiento y murió poco después. Brutal.

Este evento desencadenó una serie de protestas en más de 150 ciudades de los Estados Unidos.

La razón fue la represión policial excesiva, que no es nueva en los Estados Unidos. A modo de comparación, en 2015, cuando el presidente de Estados Unidos fue Barack Obama, de acuerdo con los británicos The Guardian 's análisis, en los primeros 24 días de 2015, más personas fueron asesinadas por la policía americana (59) que en el Reino Unido durante 24 años (54). El movimiento Black Lives Matter, que lidera las protestas actuales en muchas ciudades estadounidenses, surgió por primera vez en 2012, momento en el que Barack Obama estaba al mando de los Estados Unidos, tras el asesinato de un adolescente afroamericano (Trayvon Martin) y un aumento de las tensiones raciales. El asesinato ocurrió cuando un estadounidense armado, George Zimmerman, un "coordinador de vigilancia vecinal" para una comunidad residencial cerrada, sospechó que el adolescente estaba involucrado en actividades delictivas, lo confrontó y luego le disparó fatalmente. La "guardia civil" de la que formó parte Zimmerman está compuesta por miembros de comunidades locales que se organizan para proteger a su comunidad contra robos.

Estos hechos indican varias cosas. La primera es que la seguridad de los ciudadanos estadounidenses no está en un nivel satisfactorio si los ciudadanos tienen que organizarse en patrullas. La segunda cosa a tener en cuenta es que esta es una sociedad en la que hay un alto nivel de tensión y, posiblemente, intolerancia racial. Lo tercero es que el sistema de justicia estadounidense no cumple con las expectativas de los ciudadanos, como lo demostró el epílogo judicial del caso (Zimmerman fue declarado no culpable de asesinato sobre la base de que mató a Martin en defensa propia), pero hay muchos Otros ejemplos. El cuarto y último punto es el énfasis en el uso excesivo de la fuerza por parte de la policía estadounidense. Todos pueden estar de acuerdo en que, para un país que se supone que es considerado como EL modelo de democracia, un modelo deseado para todo el mundo y un país que se ha declarado como el árbitro de la justicia en todo el mundo, llamado a proteger el los derechos humanos de toda la humanidad, etc., sus ciudadanos, actuando a título oficial o de otra manera, simplemente usan demasiada fuerza. Resulta que este país ni siquiera está en condiciones de 'proteger los derechos humanos' en su propio suelo.


Mural de George Floyd. Black Lives Matter cree que los negros en los Estados Unidos son discriminados y que el 'racismo sistémico' se perpetúa en ese país.


La insatisfacción de los ciudadanos estadounidenses se ha convertido en una violencia aún peor, con las protestas actuales que toman la forma de guerras callejeras reales en algunas ciudades. En lugar de mostrar dignidad buscando justicia por el asesinato de George Floyd, muchos aprovecharon el momento para romper los escaparates, robar bolsos Louis Vuitton, relojes Rolex, zapatillas Nike y nuevos chándales. Al hacerlo, generaron dudas sobre sus intenciones y profundizaron los problemas que enfrenta la sociedad.

El problema en la sociedad estadounidense es el uso del estereotipo de los afroamericanos, que se basa en motivos racistas. En los Estados Unidos, hay un sitio web que se especializa en estadísticas sobre el riesgo de muerte durante las intervenciones policiales. Según los datos en ese sitio web, de 2012 a 2018, la policía mató a un promedio de 2.8 personas por día. Los negros están en mayor riesgo y, según las estadísticas de ese período, fueron asesinados 2.4 afroamericanos, 1.2 hispanos y 0.7 blancos.
(Nota / Comentario: La autora ha descuidado contextualizar esos datos dentro de datos más amplios sobre la tasa de encuentros policiales, que es proporcionalmente mayor para los negros. Un error comprensible, dada la racialización del problema real, correctamente definido por la autora como "represión policial excesiva", por BLM y los medios de comunicación - Nota de Sott en inglés).

A las acciones de protesta en los Estados Unidos se unieron miembros de la organización extremista ANTIFA, que causó disturbios y conflictos en algunas ciudades. Además del conflicto con la policía, muchos negocios fueron destruidos y saqueados, se causaron grandes daños materiales y se provocaron incendios en algunas ciudades. Tales eventos han agravado aún más la situación económica, que ya había sufrido un duro golpe como resultado de las medidas de emergencia implementadas debido a la pandemia de coronavirus. El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, ha declarado que iniciará un procedimiento para incluir ANTIFA en la lista oficial de organizaciones terroristas de los Estados Unidos.

Es obvio que existe una grieta profunda y grave en la sociedad estadounidense y que las dos partes opuestas están entrando en un conflicto creciente, utilizando todos los medios posibles a su disposición. Las elecciones presidenciales en los Estados Unidos se celebrarán a principios de noviembre de este año, en las que el actual presidente Donald Trump luchará por un nuevo mandato. Esta es la razón principal por la cual ANTIFA, que está comprometida con las estructuras del 'Estado Profundo', ha organizado provocaciones con el objetivo de desatar la mayor cantidad de disturbios posible en los Estados Unidos.
(Nota / Comentario: No del todo. Antifa y los extremistas aliados del SJW quieren una 'revolución total', una revisión sistémica de 'desgarrar y reconstruir desde las cenizas' al estilo de 1917. Las figuras del Establecimiento del Partido Demócrata, los medios y la 'comunidad de inteligencia' piensan que pueden usar a esos idiotas para expulsar a Trump y / o alejar a los votantes de él en noviembre. * SJW son las iniciales de "Social Justice Warrior", se utiliza en sentido peyorativo para toda persona que promueve la defensa de todo aquello que se puede considerar como posturas socialmente catalogadas como progresistas. Nota de Sott en inglés y del editor de este blog)

Maidan para Donald

Detrás de los titulares, se está produciendo un conflicto aún mayor entre, por un lado, las estructuras liberales basadas en la adhesión al sistema estadounidense del Estado Profundo (políticos liberales de ambos partidos, la mayoría de la élite de Hollywood, los principales medios de comunicación, banqueros, etc.), y por otro lado, las estructuras conservadoras y patrióticas (políticos conservadores de ambos partidos, el sector de seguridad militar, empresarios, personas orientadas a la familia, etc.). Esta lucha ha estado en curso desde que Donald Trump asumió como presidente de los Estados Unidos, y durante los últimos cuatro años, dependiendo de su perspectiva, ha estado tratando de cambiar el sistema o evitar que siga cambiando.

El 'pantano' estadounidense no pudo ser drenado en un solo término, por lo que él y sus partidarios argumentarían que su trabajo acaba de comenzar. Sin embargo, la reelección de Trump sería un gran peligro para el orden liberal, y es por eso que lo que está sucediendo actualmente en los Estados Unidos es un claro ejemplo de la organización de un golpe de estado contra políticos indeseables que no encajan en la agenda de las estructuras liberales.

Por otro lado, el uso excesivo de la fuerza por parte de las estructuras de seguridad militar contra los manifestantes es precisamente el apalancamiento que usa Estados Unidos para interferir en los asuntos internos de otros países. ¿Podría Rusia ahora, por ejemplo, tomar medidas internacionales para proteger los derechos humanos de los manifestantes en los Estados Unidos? Probablemente sería apoyado por Venezuela, Siria, Irán, China y quién sabe cuántos otros países que Estados Unidos ha 'recompensado democráticamente' con bombas y caos revolucionario.

Además de las crisis políticas, sociales y de salud en los Estados Unidos, el mayor problema del país es la crisis económica. Trump dice que ha hecho más por los afroamericanos en los Estados Unidos que cualquier otro presidente desde Abraham Lincoln. Si observamos los indicadores económicos de los últimos cuatro años, se refiere al hecho de que ha reducido el desempleo en los Estados Unidos. La crisis económica que estalló en los Estados Unidos en 2008 amenazó a los grupos socialmente más vulnerables, incluidos los afroamericanos. Un gran número de personas negras también habían perdido sus empleos como resultado de la reubicación de la producción de los Estados Unidos en Asia.

La política de Trump tenía como objetivo resolver estos problemas, y de hecho ha tenido excelentes resultados. Sin embargo, como resultado de la pandemia de coronavirus, 40 millones de estadounidenses perdieron sus empleos. El desempleo era del 3.5%, pero ahora es de alrededor del 15%, lo que significa que uno de cada cuatro estadounidenses que pueden trabajar está desempleado. Esta situación pone en tela de juicio todos los resultados obtenidos anteriormente, y las manifestaciones están desestabilizando aún más la situación, y no a favor del actual presidente de los Estados Unidos. Por otro lado, el oponente de Trump es un político que está profundamente involucrado en la corrupción y contra quien ya se está llevando a cabo una investigación sobre el abuso de poder en Ucrania. La oponente de Trump en 2016, Hillary Clinton, también está bajo investigación por abuso de poder, corrupción, financiamiento del terrorismo, etc. Hay indicios de que también se puede iniciar una investigación contra Obama.

Con toda probabilidad, continuará después de las elecciones presidenciales, independientemente del resultado. Los países en los que Estados Unidos ha dado golpes de estado y revoluciones de color generalmente permanecen desestabilizados a largo plazo.

Mientras tanto, las protestas contra la represión policial y el racismo en los Estados Unidos se han convertido en actos de saqueo de bienes de consumo y confrontación con símbolos de la cultura y la historia estadounidenses. Estas también son cosas que ya hemos visto varias veces en los últimos años, en Irak, Siria, Ucrania, Libia ...

Si Trump necesita ayuda para restaurar el orden, estaremos muy contentos de enviarle soldados estadounidenses desde bases de ocupación en todo el mundo. Si eso no ayuda, siempre puede pedirle consejo a Rusia.

Es obvio que hay una grieta profunda y grave en la sociedad estadounidense, así como que las dos partes opuestas están entrando en un conflicto creciente, utilizando todos los medios posibles a su disposición. 


"...Cuando comiencen los robos, comenzarán los disparos": Twitter ocultó este mensaje de Trump porque "glorifica la violencia" (Fuente: Captura de pantalla / Twitter)

Dragana Trifković


Sobre la traducción al inglés

The Color Revolution is Finally Home
En la traducción al inglés se encuentran las fuentes de consulta del artículo original.

Artículo relacionado: 

America´s Own Color Revolution  F. William Engdahl

Otras consultas:


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