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29 octubre 2025

Mitos y verdades del Acuerdo Sykes-Picot (1916)




Es interesante recordar que después de más de un siglo seguimos teniendo una percepción, aunque no fraudulenta, si errada del secreto Acuerdo Sykes-Picot de 16 de mayo de 1916, entre británicos y franceses. A decir de refutados estudiosos culpar exclusivamente a Sykes-Picot de la división de Medio Oriente es un engaño histórico peligroso.

No solemos ser conscientes (quienes sentimos pasión por la historia) que hemos caído en una interpretación errada de que Sykes-Picot fue el punto determinante que diseñó nuevas líneas geografías imaginarias contra natura, es decir, que tanto ingleses como franceses diseñaron a su capricho un mapa de Medio Oriente basado en sus intereses estratégicos, políticos y económicos, que nunca tomaron en cuenta las barreras que separaban a un crisol de pueblos, tribus, etnias, incluso sobre una diversidad religiosa, siendo “condenadas a agruparse en disímiles espacios, obligados a construir naciones con conceptos absolutamente occidentales”.

Como se irá explicando, lo dicho arriba no es necesariamente falso, pero si es una mala interpretación de la historia, simplemente porque Sykes-Picot no constituye el único antecedente; ni fue, ni debería seguir siendo un forzado documento histórico al que se aferran muchos investigadores; y, una de las razones es porque Sykes-Picot NUNCA entró en rigor, nunca se efectivizó sobre el terreno. Fue uno más de algunos importantes documentos que se plasmaron sobre la mesa del diseño del Medio Oriente. Evidentemente se trató de un arbitrario trazado, a dedo, de fronteras, un reto tanto a la geografía y al componente étnico y al sentido común, una característica que distinguía, sin duda, a los imperios coloniales del siglo XIX y del XX.

A groso modo, veamos un par de apreciaciones sobre el Acuerdo Sykes-Picot.

Paul Mason, redactor de New Statesman, 9 de mayo de 2016 (en el centenario del Acuerdo), presentó una ponencia titulada “Sykes-Picot: how an arbitrary set of borders created the modern Middle East” (Sykes-Picot: cómo un conjunto arbitrario de fronteras creó el Medio Oriente moderno), afirmando que Gran Bretaña y Francia se repartieron lo que se convertiría en Siria, Irak e Israel y que esa mentalidad imperial perdura con las cicatrices dejadas en la región. Hace énfasis en una “torcedura” de las líneas trazadas en la que se establecería Israel.


          (Foto de Flickr  PROPaolo Porsia)


"¿Qué tipo de acuerdo le gustaría tener con los franceses?" preguntó Arthur Balfour, Secretario de Relaciones Exteriores, al coronel Sir Mark Sykes, quien respondió: "Me gustaría trazar una línea desde la 'e' en Acre hasta la última 'k' en Kirkuk".

No era el primer desafortunado “deseo” de Sykes, ya en enero de 1915, en una carta, le urgía a Winston Churchill a apoderarse de Constantinopla (Estambul, desembarcando tropas en Gallipoli) para acabar tanto con los otomanos y fulminar con la influencia alemana en el este, según él, esa posibilidad abriría paso a invadir Alemania a través de los Balcanes (40.000 soldados británicos murieron tratando de demostrar que Sykes tenía razón en Gallipoli, y no la tuvo).

¿Qué más podemos decir del tristemente “celebre” esbozo a dedo de Sykes? Quien estaba, luego, fascinado con la declaración de Balfour de 1917 para la constitución de un estado judío en Palestina. Él conocía el mundo árabe de la época, el panarabismo y su organización; aún así, ¿cómo pudo alguien tan bien informado equivocarse tanto?, se pregunta Mason.

“Leer los escritos de Sykes hoy es observar la tragedia de un intelecto encadenado por delirios de superioridad. Sykes trabajó sobre la suposición, central para todos los imperialismos: que los pueblos sometidos se comportan solo de acuerdo con sus "características" étnicas o nacionales, mientras que las naciones blancas poderosas tienen capacidad de acción”. Sykes creía que se podía aglutinar a las dos ramas del Islam, al cristianismo y tolerar a los judíos. “El imperialismo los convirtió en unos imbéciles ciegos que creían que, trazando límites, podían controlar la historia”.

Turquía desarrolló una “conciencia nacional, moderna y secular, entonces la apuesta unidireccional contra el Imperio Otomano durante la Primera Guerra Mundial resultó inútil. El nacionalismo secular turco daría forma a la región tanto como el panarabismo en los próximos 100 años”. Sykes y los demás veían a la religión islámica como algo aparte de las etnias árabes, idioma y tradición. Se negaron a pensar que una oposición a ellos podría provocar el surgimiento del antiimperialismo forjado mediante la educación de la gente. No midieron la posibilidad de que estallarían revoluciones como la rusa en oposición a su sistema de capitalismo colonial explotador.

Una lección fácil de aprender de Sykes-Picot es que: “no dibujes líneas arbitrarias en el mapa. Los pueblos y las naciones deben tener derecho a la libre determinación”. Pero, realmente ¿fueron arbitrarios esos trazos a dedo sobre el mapa? El presidente Woodrow Wilson impulsó la autodeterminación -aunque sea en el discurso- contradiciendo el postulado del Imperio Británico y ese fue uno de sus puntos para entrar en la guerra, por lo que los gobiernos británico y francés ocultaron a EEUU la existencia del mapa de Sykes.


Por su lado, otro importante autor, John Hilary, en “The Sykes-Picot legacy, 100 years on” (El legado de Sykes Picot, 100 años después), en mayo de 2016 (War on want) establece que ese Acuerdo secreto entre Francia y Gran Bretaña que sumió a Oriente Medio en un siglo de derramamiento de sangre.

Recalca que dos negociadores coloniales: Mark Sykes (británico) y François Georges-Picot (francés) decidieron planear como repartirse Oriente Medio (tal cual como “Pinky” y “Cerebro” planean cada noche como conquistar el mundo), tras hacer colapsar al Imperio Otomano en plena guerra mundial. El autor profundiza en las promesas de autodeterminación que los británicos hicieron a los pueblos árabes, lo que garantizó su apoyo para derrotar a las fuerzas de ocupación turcas. Logrado el objetivo, esas promesas fueron olvidadas, solo cambió de liderazgo imperial.

Una declaración anglo-francesa de noviembre de 1918, a los pueblos árabes, prometía "la liberación completa y definitiva de los pueblos que durante tanto tiempo han sido oprimidos por los turcos, y el establecimiento de gobiernos y administraciones nacionales que derivarán su autoridad del libre ejercicio de la iniciativa y elección de las poblaciones indígenas". El gobierno británico planeaba excluir a Palestina en la declaración y la orden de su publicación en Jerusalén fue un “lamentable” error.




Pero esa traición no fue diseñada exclusivamente en el Acuerdo Sykes-Picot. Francia y Gran Bretaña decidieron en otros acuerdos dividirse Oriente Medio “por medio de una ‘línea en la arena’ dibujada en el mapa entre Acre en la costa mediterránea y Kirkuk en el norte de Irak. Todo lo que está al norte de esa línea sería controlado por los franceses, y todo lo que está al sur por los británicos. Francia obtendría Siria y Líbano, mientras que Gran Bretaña tendría Irak y Transjordania… Un pacto descaradamente egoísta".

La cuestión de quién gobernaría Palestina no tuvo respuesta en el Sykes-Picot, los británicos recurrieron “a otra estratagema para asegurarse de que Gran Bretaña, no Francia, asegurara ese mandato al final de la Primera Guerra Mundial. A través de una serie de garantías a las principales figuras del floreciente movimiento sionista, el gobierno británico pudo asegurar el respaldo internacional para su control de Palestina con el pretexto de algo más que el interés propio imperial”. Precisamente esa estrategia produjo la ‘Declaración Balfour’ de 1917, el apoyo británico para "establecer en Palestina un hogar nacional para el pueblo judío". Balfour tuvo que admitir que se negaron hablar sobre el principio de autodeterminación.

Intereses geoestratégicos hicieron posible este tipo de acuerdos, Palestina originalmente fue vista como zona de amortiguación que protegería el Canal de Suez; luego se “descubriría” las inmensas reservas de petróleo en Mesopotamia que terminaría sembrando de caos y sangre la historia de Irak, Siria, Líbano y Palestina hasta el día de hoy.




Muchos se preguntarán, ¿qué pasa con el Kurdistán, por qué no se habla aquí de ello? Existe mucha confusión con Sykes-Picot y otros tratados y mapas de la época, la cuestión kurda tiene más que ver exclusivamente con el territorio que heredaría la naciente Turquía de su ancestro otomano. Para quienes estén interesados en los mapas del Kurdistán, por favor repasar nuestro artículo: KURDISTÁN: Los mapas de la discordia


Parte II

Hechos y ficción
La historia de “Sykes-Picot”

Adán Garfinkle
The American Interest

Lección de historia: Sykes-Picot no estableció -repito, no estableció- las fronteras del Medio Oriente moderno.

El 16 de mayo de 2016, se cumplió el centenario de Sykes-Picot, y las inanidades y estupideces al respecto surgen de los medios a una velocidad que me cuesta seguirles el ritmo. Vayamos al grano: Sykes-Picot no estableció -repito, no estableció- las fronteras del Oriente Medio moderno. Esto debería dificultar culpar a Sykes-Picot, ya que nunca entró en vigor. Y lo que se está desmoronando hoy no es el sistema interestatal Sykes-Picot, sino cada vez más las propias unidades; el sangriento ruido interestatal que vemos no es la fuente del problema central de la región, sino un síntoma del mismo. Hay muchas cosas en que pueden equivocarse, y sin duda es un asunto repugnante para compartir con la gente sin educación, como si fueran aperitivos de sabor extraño para la hora del cóctel.

Bien, entonces ¿por qué Robin Wright en The Atlantic, David Ignatius en el Washington Post, Daniel Pipes en su blog y, según el último recuento, unas seis docenas de personas más publicaron recientemente insistiendo en que Sykes-Picot hizo lo que seguramente no hizo?

Solo hay dos explicaciones posibles.

Una es que un autor sabe que la historia es mucho más compleja que dos tipos sentados en un salón imperial lleno de humo con un mapa en blanco y un lápiz grueso, pero usa el conocido eslogan “Sykes-Picot” como abreviatura para resumir lo que realmente sucedió. La otra es que el autor en cuestión en realidad no tiene ni idea de lo que está hablando. Ignatius y Pipes, estoy bastante seguro, usan abreviaturas. Robin Wright y muchos otros, no estoy tan seguro. Pero el resultado es el mismo: engañar a otros crédulos sobre lo que realmente sucedió durante y justo después de la Primera Guerra Mundial para moldear los contornos de Oriente Medio. Entonces, en resumen, ¿qué sucedió?

No hubo solo un cónclave secreto durante la guerra entre los Aliados, sino cuatro.

El primero, y con diferencia el más importante, el Acuerdo de Constantinopla del 18 de marzo de 1915, otorgó Estambul a Rusia, el control de los Dardanelos, Tracia y una parte del noreste de Anatolia; además, otorgó a Gran Bretaña y Francia amplias esferas adicionales sobre el patrimonio árabe del Imperio Otomano.

En segundo lugar, el Tratado de Londres, firmado el 26 de abril de 1915, puede describirse con justicia como el soborno aliado a Italia para que se uniera a la guerra, y prometía a los italianos beneficios inmobiliarios específicos a expensas de los otomanos. Este Tratado abrevió el primer esbozo de la distribución geográfica de la posguerra.

En tercer lugar, más de un año después (el 16 de mayo de 1916), se produjo el Acuerdo Sykes-Picot, mucho después de que los aliados hubieran acordado y firmado el acuerdo básico. Representó principalmente un ajuste y un conjunto más específico de acuerdos únicamente entre Gran Bretaña y Francia sobre sus posibles adquisiciones. Esto fue necesario por varias razones: ambigüedades en el plan original; la evolución de las realidades del campo de batalla; y el hecho de que Gran Bretaña había abierto y desarrollado desde entonces otra vía de negociaciones secretas, esta vez con el jerife Hussein de La Meca en la ahora famosa correspondencia Hussein-McMahon.

Sykes-Picot llegó con un mapa coloreado en cinco partes: zonas británicas y francesas directas e indirectas, y una zona internacional que abarcaba Jerusalén y una ruta hacia el oeste hasta la costa de Haifa. Las esferas de influencia indirectas británicas y francesas debían ser dominio de un “estado árabe independiente”, y esas mismas palabras aparecen en el mapa original. (más adelante se abordará lo que esto implica).

En cuarto lugar, llegó los Acuerdos de Saint Jean de Maurienne el 17 de abril de 1917, lo que amplió la participación italiana, pero dependía de la aceptación rusa. Esta aceptación nunca se produjo debido a la Revolución Rusa.




De hecho, ninguna de las fronteras previstas en estos acuerdos, ni por separado ni en conjunto, llegó a concretarse. La Revolución rusa invalidó el Acuerdo de Constantinopla, y el avance de los ejércitos del general Edmund Allenby en 1917 también invalidó gran parte del mapa Sykes-Picot. La Declaración Balfour de noviembre de 1917, que no incluía ningún mapa, y la intervención del ejecutivo sionista como elemento político en el proceso de toma de decisiones de la posguerra complicaron aún más la cuestión de la frontera entre el posible mandato británico para Palestina y el mandato francés para Siria.

Tras Versalles en 1919, se convocó una importante conferencia en San Remo en abril de 1920 para definir definitivamente las fronteras en previsión del depósito de los mandatos ante la Sociedad de Naciones. Pero ni siquiera San Remo resolvió el asunto definitivamente.

El Tratado de Sèvres, firmado en agosto de 1920, impuso un acuerdo muy draconiano al Imperio Otomano, pero cabe destacar que no insistió en el fin del imperio como tal, ni en su posesión del califato del Islam. En cualquier caso, pronto el gobierno griego de Venizelos aprovechó la debilidad de la Turquía otomana para invadir Anatolia, con apoyo británico. Esta fue una decisión fatídica y muy estúpida. Tuvo el efecto, junto con otras causas, de fortalecer y centrar considerablemente una incipiente guerra turca de liberación de una invasión multifacética en las principales tierras turcas de Anatolia. Antes de que terminara, unos 18 meses después, las armas turcas habían aplastado a los griegos. Este resultado, junto con el resurgimiento de la idea de un estado armenio independiente, convirtió a Sèvres, junto con lo poco que quedaba del mapa Sykes-Picot, en letra muerta. Ninguna de las fronteras trazadas en San Remo en relación con los límites de los mandatos con Turquía tenía sentido.

Durante el esfuerzo turco por resistirse a los términos del Tratado de Sèvres, Mustafá Kemal (Ataturk) tomó el control militar del gobierno turco. Ataturk y sus colegas nacionalistas acabaron con el imperio, separaron el califato de él y, finalmente, en 1924, lo abolieron por completo. Así pues, no fueron los Aliados quienes destruyeron formalmente lo que quedaba del Imperio Otomano y el califato, sino los propios turcos en nombre de la nueva República de Turquía.


El General (Pasha) Mustafá Kemal, luego Mustafá Kemal Atatürk, padre fundador de la actual Turquía


Fue el Tratado de Lausana, firmado en 1923, el que determinó las fronteras entre Turquía y los mandatos para Siria e Irak. Sin embargo, nunca se gestó ningún mandato para Armenia, ya que Turquía y la joven Unión Soviética invadieron conjuntamente el naciente estado armenio y aniquilaron su independencia. La URSS puso fin, por aquel entonces, a las tres nuevas repúblicas soberanas del Cáucaso que se habían separado de Moscú durante la guerra civil rusa de 1920-21. Ninguna entidad kurda se desarrolló fuera de la zona autónoma, ya que Mustafá Kemal logró persuadir a sus correligionarios kurdos musulmanes para que se unieran a él contra adversarios cristianos comunes: los griegos y los armenios, junto con sus grandes potencias aliadas.

La Comisión anglo-francesa Newcombe-Paulet finalmente detalló la frontera entre Palestina y Siria en 1923. El surgimiento del “gran” Líbano -las fronteras del Líbano actual- a partir del Monte Líbano y el mandato sirio en 1924 es una historia tan compleja que me cuesta resumirla aquí. Y, como Secretario Colonial, Winston Churchill creó el Emirato Hachemita de Transjordania una mañana de domingo de 1921 en Jerusalén, “entre puros y brandy”, en condiciones también demasiado complejas para resumirlas aquí. Cabe destacar que, en este caso, se crearon fronteras para una entidad que nadie, ni en su imaginación más descabellada, concibió siquiera que existiera en mayo de 1916.

Y, por supuesto, trazar las fronteras de Transjordania significó trazar una frontera occidental para lo que se convirtió en Irak. Si alguien hoy en día nunca ha oído hablar, por ejemplo, del problema del “capítulo árabe”, significa que nunca ha descifrado los archivos, que depende completamente de literatura secundaria defectuosa y que realmente no tiene ni idea de lo que dice cuando habla de Irak en la configuración territorial que asumió en 1920. Por si fuera poco, posteriores ajustes entre la Siria francesa y la Mesopotamia británica (posteriormente llamada Irak) trasladaron Mosul de la zona francesa a la británica a cambio de concesiones francesas en la industria petrolera local.

Mientras tanto, el Reino de Nejd, nunca colonizado, invadió el Hiyaz en 1924, expulsando a los hachemitas, lo que finalmente condujo a la adopción del término Reino de Arabia Saudita en 1932. Dos años después, Arabia Saudita atacó Yemen y se anexionó las provincias de Asir y Najran. Las fronteras entre Siria y Transjordania, y entre Transjordania y Arabia Saudita, no se definieron hasta mediados de la década de 1930. En 1938, una provincia del norte de Siria -Hatay, o lo que antes se conocía como Sandjak de Alejandreta y luego Cilicia- fue cedida a Turquía por Francia, con el consentimiento británico, en un acuerdo diseñado para evitar el apoyo turco a Alemania en la inminente guerra.

Se podría profundizar en la descripción de cómo se trazaron las fronteras del Oriente Medio "moderno", incluyendo la creación de los jeques del Golfo Pérsico, el último de los cuales (los Emiratos Árabes Unidos) no se creó hasta 1971. En otras palabras, ¡"Fronteras Sykes-Picot"! ¡Ni hablar! La insinuación de que alguna vez existieron es pura y simple mentira.

Mucho sobre cómo se trazaron y cómo no se trazaron las fronteras. Pero ¿por qué sucedió así? Las preguntas de "por qué" suelen ser mucho más difíciles de responder que las de "cómo", pero un breve intento quizás sea útil porque arroja algo de luz sobre lo que los observadores contemporáneos afirman que Sykes-Picot significa para nosotros, o debería significar para nosotros, un siglo después. 

Si existe alguna lección, esta debería extenderse más allá de Oriente Medio, pues los Aliados no solo arrebataron al sultán el control de las provincias árabes del Imperio Otomano, sino que también desmembraron los imperios de los Habsburgo y los Hohenzollern. El Imperio Romanov, mientras tanto, al final de la guerra, se encontraba en proceso de desmembrarse (temporalmente).

 

Un mapa detallado que muestra el Imperio otomano y sus dependencias, incluyendo sus divisiones administrativas (valiatos, sanjacados, kazas), en el año 1899



Pero centrémonos por ahora en el desmembramiento del Imperio Otomano. ¿Cuáles fueron las razones?

Razones -en plural- es la forma correcta de plantear la pregunta, porque rara vez una sola razón agota la realidad. Tres parecen ser las más importantes.

Una razón se relacionaba con la prudencia geoestratégica. La rescisión del Imperio Otomano, a lo largo de muchos años, había creado vacíos que fomentaron la competencia entre otras potencias y provocaron crisis y guerras, entre ellas las guerras de los Balcanes a principios del siglo XX y, en la mente de los estadistas de la época, la propia Guerra Mundial. Por lo tanto, un desmembramiento ordenado, alcanzado de mutuo acuerdo, debería hacer que el sistema en su conjunto fuera menos propenso a crisis y guerras en el futuro. El mismo razonamiento se aplicó tanto al desmembramiento previsto del derrotado Imperio de los Habsburgo como al del Imperio Otomano.

Una segunda razón se refería a la competencia imperial en general. La carrera por las colonias entre algunas potencias europeas -principalmente Gran Bretaña, Francia y Alemania- se había acelerado con la capacidad tecnológica para apoderarse y administrar imperios de ultramar. Una conferencia de Berlín en 1888 había dividido el África subsahariana. Posteriormente, la competencia se trasladó en parte al Pacífico Sur. Para 1914, quedaban pocos bienes raíces lucrativos en el planeta, salvo los que poseían los otomanos y que podían ser confiscados como resultado de la guerra. La competencia geoestratégica por los bienes raíces se había vuelto completamente global en la mente de los estadistas de las grandes potencias europeas por primera vez, y había asumido el carácter de una competencia posicional: cada potencia temía quedar en desventaja competitiva si este o aquel territorio caía en manos de un imperio rival. Muchos observadores a lo largo de los años han argumentado que esta competencia era sobre todo de carácter comercial; otros, que también estaba asociada con la grandeza nacional y el ego colectivo. Por muy ciertos que esos motivos pudieran haber sido en la mayoría de los casos, el motivo dominante para la mayoría de las potencias parecía provenir de esta competencia posicional, similar a un juego, que se manifiesta en muchas formas de comportamiento humano. (Los estadounidenses quizás puedan comprender esto mejor en el contexto de la adquisición de Hawái por parte de Estados Unidos. Sin duda, se cometieron algunas acciones ruines en esa saga expansionista; pero en aquel momento parecía obvio que si Estados Unidos no se presentaba, Alemania, Japón o Gran Bretaña lo harían, lo que le crearía una desventaja estratégica).

Una tercera razón, que no fue la más importante en 1914-1916, pero que cobró mucha más influencia en 1918-1919, fue de un tipo completamente diferente. Se trató de un cambio normativo que sostenía que el principio imperial de legitimidad debía ceder ante el principio moralmente superior de la autodeterminación nacional. Esto explica por qué, al final de la guerra, cuando los Aliados comenzaron a repartirse el territorio del Imperio Otomano, no pudieron simplemente tomarlo como botín de guerra imperial, como en tiempos pasados. En su lugar, crearon la idea de los mandatos, asociados con la creación de la nueva Sociedad de Naciones, en virtud de los cuales los territorios de la Turquía otomana y Alemania debían, al menos en teoría, ser guiados hacia la independencia soberana a su debido tiempo. ¿Cómo sucedió esto?

No hay suficiente espacio aquí para abordar plenamente esta cuestión. Baste decir que la base moral de la gobernanza ha evolucionado a lo largo del tiempo, pero lo ha hecho a distintas velocidades y de distintas maneras en distintas zonas de civilización. En la Primera Guerra Mundial, una zona de civilización que avanzaba a una velocidad (Europa Occidental) chocó con otra (Oriente Medio) que avanzaba a otra velocidad. En Europa Occidental, especialmente en Gran Bretaña, Francia y Países Bajos, las sensibilidades religiosas democratizadas habían invadido la política durante aproximadamente el siglo anterior, dando lugar, entre otras cosas, a la campaña para abolir la trata de esclavos. Pero las cruzadas, una vez lanzadas, son difíciles de controlar o anticipar, por lo que no nos sorprenderá saber que el elevado idealismo secularizado de Wilberforce sentó las bases para la colonización del África subsahariana por Gran Bretaña, Francia, Alemania, Portugal y Bélgica.

Nadie ve esto hoy en términos moralmente positivos, pero en ese momento la "carga del hombre blanco" y, en Francia, la misión civilizadora, eran extensiones secularizadas naturales de los elementos evangélicos del pensamiento cristiano, la "mundanización" de las categorías escatológicas. Ciertamente, intereses imperialistas más bajos estaban en juego, pero muchos pensaban sinceramente que el colonialismo era benigno y progresista. Y el crescendo de popularidad del que disfrutó el movimiento abolicionista fue un elemento que dio forma a la doctrina nacionalista de la autodeterminación. Siendo la mente humana promiscuamente asociativa, era solo cuestión de tiempo antes de que la proposición de que ningún hombre debería poseer o tener dominio sobre otro hombre se transformara en la proposición de que ninguna nación debería poseer o tener dominio sobre otra nación.

Por supuesto, el auge del nacionalismo en la Europa del siglo XIX también tuvo otras causas. Pero, sea cual fuere su origen, la fuerza moral de la autodeterminación nacional se unió en la Segunda Guerra Mundial a los otros dos motivos principales para desposeer a los otomanos, mencionados anteriormente. El avance de este nuevo ideal fue impulsado por moralistas armados -los neoconservadores de la época, en efecto-, personificados sobre todo por el presidente estadounidense Woodrow Wilson, quien rechazó cualquier mandato para Estados Unidos.

Las potencias aliadas, en cierto sentido, quedaron atrapadas en este cambio normativo que se alejaba de la legitimidad del principio imperial y se acercaba al nuevo ideal del "estado-nación", donde la comunidad etnolingüística se alineaba con la soberanía política legítima y la constituía como base de la misma. 

Cuando se reunieron en secreto a partir de 1915 para repartirse las tierras otomanas, los señores imperiales de las grandes potencias aliadas jamás imaginaron un sistema de mandatos ni una Sociedad de Naciones. Sin embargo, al finalizar la guerra y a punto de comenzar la conferencia de paz de Versalles en 1919, parecía imposible que otra idea pudiera competir, y mucho menos prevalecer. 

Así pues, cuando se plantea la pregunta: "¿Se concibieron los mandatos como instituciones de transición sinceras hacia una independencia real, o fueron meras tapaderas para la expansión de los imperios francés y británico?", la respuesta no es tan clara como podrían pensar los cínicos; de lo contrario, la frase "estado árabe independiente" nunca se habría inscrito en el mapa original de Sykes-Picot. En verdad, fue un poco de ambas cosas.

Ahora bien, por eso, cuando hoy se dice que la lección de Sykes-Picot es que las grandes potencias no deberían ir por ahí trazando las fronteras de otros -incluidas, de nuevo, las de Oriente Medio-, se genera un gran aplauso en algunos sectores. Incluso puede ser un buen consejo; para los extranjeros, redibujar las fronteras de la región hoy en día implica asumir la responsabilidad de hacerlas cumplir, y nadie en su sano juicio debería entusiasmarse con ello. Pero el consejo, independientemente de la opinión que se tenga, simplemente no se ajusta a la realidad histórica. Una vez que los Aliados decidieron despojar a los otomanos de sus posesiones imperiales y repartirlas, tras la victoria en la guerra, alguien tuvo que trazar algunas fronteras en algún lugar

¿Cuál era la alternativa? ¿Dejar intacto el sistema turco de millet y permitir que los cantones religiosos transterritoriales las sustituyeran como fronteras en una región gobernada por estados europeos con límites territoriales convencionales entre ellos? Incluso si los europeos hubieran imaginado tal solución, habría sido impráctica, casi ridícula. Y ciertamente los lugareños no estaban entonces en posición de trazar sus propias fronteras porque no tenían manera de hacer cumplir lo que hubieran decidido.

En cuanto a la supuesta "artificialidad" de las fronteras creadas en la región, la cual suele ser la alusión inmediata al proclamado pecado imperial de Sykes-Picot, esto también es bastante absurdo. Oriente Medio en 1919, no menos que en 1519, era un mosaico muy heterogéneo de etnias y afiliaciones sectarias, y el Levante más que la mayor parte del resto de la región. Cualquier frontera trazada allí habría sido "artificial" si por lo contrario de artificial se entienden fronteras históricas preotomanas entendidas y legítimas o fronteras que crearon estados-nación homogéneos. Ninguna de las dos existía ni era posible. Y las que se trazaron generalmente se apoyaban en alguna justificación histórica o etnosectaria ("El Hipo de Winston" al trazar la frontera de Transjordania con Arabia Saudita es un ejemplo claro); no eran tan artificiales como parece. (Nota del editor: El "Hipo de Winston" o el "Estornudo de Churchill" es el enorme zigzag en la frontera oriental de Jordania con Arabia Saudí, supuestamente porque Winston Churchill trazó la frontera de Transjordania después de un generoso y largo almuerzo).





Si las semillas de los actuales problemas en Oriente Medio se sembraron entre 1914 y 1918, no provienen de fronteras supuestamente artificiales trazadas por edictos imperiales, de los cuales Sykes-Picot fue una parte de mediana importancia

Provienen, en cambio, del intento de imponer el concepto occidental de Estado territorial secular y weberiano en una parte del mundo donde no existían precedentes. El motivo fue, al menos en cierta medida, benigno: hacer esta parte del mundo más moderna, más “progresista”, en el lenguaje de la época. Sin embargo, el resultado fue la creación, en última instancia, de una serie de estados independientes débiles, cada uno con una vida media diferente, pero no, históricamente hablando, muy larga. Su decadencia nos acecha ahora en un momento en que las tensiones que sienten todos los estados han aumentado notablemente. No es sorprendente que los más débiles sean los primeros en convertirse en polvo.

Y la ironía de todo esto es casi demasiado agria para soportarla. Los fuertes estados occidentales del período de la Primera Guerra Mundial, sin darse cuenta, causaron un sinfín de problemas a los pueblos y sociedades del Medio Oriente al incubar una arquitectura política que el suelo de sus tierras no podía soportar. Y ahora estos estados se están desmoronando, esparciendo demonios por todas partes en forma de Al-Qaeda, ISIS/Estado Islámico y quién sabe qué vendrá después, causando un sinfín de problemas a los pueblos y sociedades de Occidente en un momento en que la capacidad incluso de los estados relativamente fuertes para lidiar con tales problemas ha disminuido significativamente. Llámenlo "venganza" si quieren, no que sea conscientemente forjado o remotamente intencional en el sentido que acabamos de describir; es decir, los estados de la región que explotan como bombas suicidas simbólicas diseñadas para matar a enemigos extranjeros seleccionados. Sin embargo, una cosa es segura: la venganza no siempre es dulce.

Sykes-Picot cumple más de cien años, y lo que para la mayoría de la gente parece significar -a juzgar por lo que se ofrece- no solo se basa en diversos tipos de error, sino que trivializa profundamente la verdadera historia. La verdadera historia, una vez que uno la conoce realmente, no trata sobre imperialismo ni política de poder, ni sobre victimarios ni víctimas. La verdadera historia trata sobre cuán frágiles e interconectadas somos las criaturas humanas, sobre lo poco que comprendemos y podemos prever, y, sobre todo, sobre la inquietante rapidez con la que culpamos a otros de nuestros propios problemas y los de los demás.


Adán Garflinke

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Fuentes: 

13 agosto 2024

Breve biografía de Boris Johnson en caricaturas

 


Resumen - recopilación de textos e

ilustraciones por el editor del blog.


Este artículo tiene un morbo particular, mientras investigaba las implicaciones del gobierno británico en la guerra de Ucrania, período de Boris Johnson y el actual giro en el mando político de Londres determinado por las elecciones que terminó con el poder de los conservadores y la caída del primer ministro Rishi Sunak para dar paso al laborista Keir Starmer, recurrentemente me encontraba con magníficas caricaturas de un gran artista -Bob Moran- muy conocido en los medios ingleses. 

De allí surgió la posibilidad de ilustrar un post con los diseños del periodista, señalando que la temática resume varias fuentes en inglés y viene profusamente ilustrada con dibujos satíricos del reconocido ex columnista de The Telegraph y de otros medios de la prensa inglesa, excepto la siguiente caricatura de Boris Johnson.


Ben Jennings, 31 agosto 2019 (Newspaper)
 

Aunque persistía la duda de si un tema delicado debería estar acompañado de caricaturas satíricas, la propia experiencia me ha dicho que sí. Con anterioridad he publicado temas de la segunda guerra mundial en caricaturas y ha tenido excelente acogida por el lector. 

Por esta razón, un tema serio de la política inglesa ha tenido que ser completamente modificado, dejándolo en una síntesis de la polémica vida política del ex primer ministro Boris Johnson, en particular de éste dirigente conservador, porque corrieron ciertos rumores que él sería una posible carta del Partido Conservador para una retoma del gobierno dados los recurrentes disturbios provocados por la extrema derecha británica (inglesa para ser más precisos) y el descontento generalizado de los ciudadanos con el actual gobierno. Sin duda, Boris Johnson espera tras bambalinas una nueva oportunidad. El tiempo lo dirá.

Los collages gráficos en esa publicación son construidos por el editor del blog.




Corta biografía de Boris Johnson 

"Es un sándwich Marmite: o te encanta o no te gusta nada" -dice la biógrafa de Johnson, Sonia Purnell- revela que el cabello desordenado también es parte de la imagen de Johnson, se pasa las manos por el pelo con regularidad cuando hay una cámara cerca.


En 2019, Boris Johnson sucede a Theresa May como líder del Partido Conservador, dicen que por su inteligencia y gran humor.



Alumno de Estudios Clásicos en Oxford ingresa a la carrera de periodismo, fue aprendiz en el periódico The Times, despedido al poco por falsificar una cita, eso no es obstáculo para Johnson quien consigue empleo en el derechista The Daily Telegraph, se convierte en corresponsal de la UE en Bruselas entre 1989 y 1994, siendo reconocido por la prensa y el público de derechas, el mismo Johnson acepta que en su época de editor dirigía los artículos en un ámbito sensacionalista y no todas sus historias eran veraces.



Una fuente en neerlandés afirma "Había un gran público que también estaba dispuesto a aceptar mentiras sobre la unificación europea. A menudo son estas historias inventadas sobre la Unión Europea las que gustan a los lectores. Por ejemplo, la UE ajustaría las normas sobre preservativos. O el parlamento prohibiría la producción de plátanos torcidos o del 'cóctel de camarones' con sabor a patatas fritas favorito de los británicos. Cuando se encuentra amianto en uno de los edificios de la UE, Johnson inventa la historia de que hay que volar el edificio.

 


Johnson no es muy apreciado por sus colegas. A menudo caen en sus historias falsas y critican su forma de conseguir la primicia en el café donde muchos políticos toman una copa después del trabajo", afirma Tess de Bruijn, "Wie is Boris Johnson?" (NPO)

En 1994, Johnson retorna a Gran Bretaña, es un fenómeno mediático como editor jefe de la revista conservadora Spectator. Sus columnas políticas causan controversia y alboroto por lo que es invitado regular de la BBC. En 2015 sorprende con su libro "The Churchill Factor. How One Man Made History", personaje en el que quiso inspirarse para su infiltración en el mundo de la política.



Johnson mantenía un acuerdo con Spectator, no entrará a la política mientras sea su editor jefe, pero el hombre del pelo alborotado rompe el compromiso y en el 2001 ingresa a la Cámara de los Comunes por el Partido Conservador. Decide dar un paso al frente en 2008 y disputa la alcaldía de Londres a Ken Livingstone (laborista), Johnson triunfa por su especialidad, es sin duda un experto para hacer campañas. Se vende como hombre del pueblo a pesar de su origen elitista. "El encantador sabe cómo hacer reír a todos". "Es un Houdini político". No todos están felices con la política de Johnson, es perezoso y desprevenido dicen sus opositores.

 


En 2015,  como alcalde de Londres, obtuvo un escaño en la Cámara de los Comunes. Johnson manipulador contumaz se opone al líder de su partido, el primer ministro David Cameron,  tras lograr un acuerdo con la UE sobre la soberanía del Reino Unido dentro de la Unión, Johnson no está de acuerdo. 

2015 es un año importante, Cameron sugiere un referéndum sobre el Brexit y Johnson no siempre estuvo de acuerdo con abandonar la UE, escribe dos artículos a favor y en contra de abandonar la UE, los argumentos a favor del Brexit son decisivos. "Boris Johnson decide luchar para que el Reino Unido abandone la UE. ¿Es esta una declaración oportunista?"




Johnson hace campaña a favor del Brexit, a pesar de que expresa falsedades, se vuelve popular entre los británicos quienes el 23 de junio de 2016 optan por abandonar la Unión Europea. con el 51,9%. Cameron dimite y Theresa May asume el mando y nombra a Johnson como ministro de Asuntos Exteriores. (May optó por la permanencia), pero Johnson con frecuencia contradice públicamente a May por lo que Johnson deja el gobierno el 9 de julio de 2018 al no estar de acuerdo con las condiciones que May alcanza con la UE para el Brexit. May dimite como Primera Ministra el 24 de mayo de 2019 al no conseguir que el Parlamento británico y su Partido Conservador apoyen el acuerdo del Brexit que ella negoció.



Los conservadores eligieron a Johnson como sucesor de May el 23 de julio de 2019 y afronta la tarea de negociar los acuerdos con la UE. "Johnson llega a un acuerdo con la UE el 17 de octubre, pero no logra que la Cámara de los Comunes lo apruebe antes del 31. Johnson, obligado entonces por la Cámara de los Comunes, solicita un aplazamiento hasta el 31 de enero de 2020. Una espina clavada para el político para quien el plazo del 31 de octubre es sacrosanto. Seguirán nuevas elecciones, en las que el Partido Conservador obtendrá la mayoría absoluta de escaños en la Cámara de los Comunes el 12 de diciembre de 2019. La nueva Cámara de los Comunes apoya su acuerdo Brexit. Esto hace definitiva la salida de los británicos el 31 de enero de 2020".



El Primer Ministro Johnson fue criticado por violar las reglas del coronavirus con "fiestas de encierro" en edificios gubernamentales. Después de una serie de escándalos los miembros del gabinete pierden la confianza en Johnson en 2022 y éste se ve forzado a dimitir, pero será miembro de la Cámara de los Comunes, conforme la ley, cargo del que se aparta en 2023 tras las investigaciones del 'partygate', las fiestas ilegales de encierro celebradas en la oficina y residencia oficial del entonces Primer Ministro británico.

"Se acabó la fiesta"
 

La guerra en Ucrania 

El 11 de febrero de 2022, con las alarmas encendidas por la crisis político-militar en el Donbass y a punto de conversaciones con Putin, Biden convoca al "Consejo de Guerra" de la OTAN y de la Unión Europea: el primer ministro británico Boris Johnson está presente, la OTAN-UE declaran que “si Rusia lleva a cabo una nueva invasión de Ucrania, Estados Unidos, junto con sus aliados y socios, responderán con decisión e impondrán costos inmediatos y severos a Rusia”.



La prensa británica cumplirá un papel especial a la hora de alimentar la histeria bélica, se amenaza grotescamente a Putin, los analistas asocian esa reacción con la debilitada posición política del primer ministro Boris Johnson que con su habilidad periodística dibuja una breve guerra victoriosa que pueda revertir las encuestas y encubrir los escándalos del gobierno conservador. "El asediado y avergonzado Primer Ministro de Gran Bretaña, Boris Johnson, repite como un loro amaestrado la política estadounidense, acusando a Rusia no sólo de prepararse para una "inminente invasión" de Ucrania, sino de violar el derecho internacional..." (Dave Lindorff). Pero fracasa tras la vergüenza internacional de la Ministra de Asuntos Exteriores del Reino Unido, Liz Truss. 




El Defender de la Royal Navy violó las aguas territoriales rusas en el Mar Negro, aviones rusos realizaron “maniobras inseguras” muy sobre el buque de guerra y hubo disparos de advertencia. Johnson no reconoció que la incursión naval en aguas territoriales de Rusia se realizó por su orden que pudo haber terminado en un enfrentamiento, dando a la OTAN un pretexto para iniciar una guerra.

Occidente -entre ellos Boris Johnson- trabajaron contra la paz en Ucrania, realmente se alarmaron -sobre todo el gobierno británico- por el progreso de las conversaciones de paz de marzo de 2022, indignó la iniciativa de Kiev de proponer importantes concesiones, afirmó The Times, prueba del papel desestabilizador desempeñado por el Reino Unido en el conflicto. Según The Times, "Gran Bretaña está “preocupada” de que Estados Unidos, Francia y Alemania presionen a Ucrania para que “se conforme” rápidamente y haga concesiones significativas durante las recientes conversaciones de paz con Rusia". 




Boris Johnson llama a Volodymir Zelensky y calificó a Vladimir Putin de “mentiroso y matón”, “alertó” de que el líder ruso intentaría desgastar al Gobierno ucraniano y obligarlo a hacer concesiones durante las conversaciones de paz de Ankara, que terminarán sin resultados. "El gobierno británico buscaba que Ucrania  refuerce sus medidas militares antes de buscar una solución diplomática, utilizando todo el poder contra las tropas rusas. Para Londres, lo que parece ser el peor escenario para los intereses occidentales es una retirada de Kiev en cuestiones territoriales. En este sentido, debería hacerse el máximo esfuerzo para llevar la resistencia militar hasta las últimas consecuencias, de modo que, además de las sanciones internacionales, Rusia se vea obligada a abandonar Ucrania, incluso desde Donbass y Crimea". Reino Unido anunció un acuerdo para vender buques de guerra a Kiev, aumentando las tensiones en el Mar Negro ("Boris Johnson habla con Zelensky: ¿El Reino Unido busca sabotear las negociaciones de paz entre Ucrania y Rusia?", Lucas Leiroz de Almeida, 2 abril 2022, Infobrics).




Liz Truss, Ministra de Asuntos Exteriores del Reino Unido, expresaba que las sanciones occidentales a Moscú sólo deberían levantarse en caso de una retirada completa de las tropas rusas del territorio ucraniano. Para el gobierno de Johnson la paz era lo menos importante, insistió en que aumentara la fuerza militar ucraniana e inició el envio de más armas, dinero y combatientes (mercenarios occidentales que luchan del lado de Kiev, entre ellos veteranos británicos y miembros de divisiones de élite). Se dice que "el Reino Unido al no ser miembro de la UE y estar libre de las presiones sociales estadounidenses, sigue siendo capaz de ocupar esta posición de “líder global antirruso”, razón por la cual ha actuado de manera tan desestabilizadora".



Liz Truss en la Secretaria de Asuntos Exteriores británica reconoció su apoyo a individuos que quieran ir a Ucrania para unirse a una fuerza internacional, argumentó que era una “batalla por la democracia”, que los ucranianos luchaban por la libertad, “no sólo para Ucrania sino para toda Europa”... y así Ucrania se consolidó como la carne de cañón de la OTAN.

Boris Johnson tenía más que demostrar, el 9 de abril, efectuó una visita clandestina de "solidaridad" a Kiev, ofreció más vehículos blindados y nuevos sistemas de misiles antiaéreos, garantizó cientos de millones de dólares adicionales en préstamos del Banco Mundial. Posa para las cámaras junto a Zelensky, Johnson no quiere quedarse relegado, su viaje lo realiza al día siguiente de la visita pública de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen y del jefe de asuntos exteriores, Josep Borrell a Zelensky en Kiev.




Pero en casa Johnson estaba cada vez más débil, aún así presionaba, entre otros, a Alemania, pidiendo más compromiso con la causa ucraniana, imprudentemente confesó información clasificada sobre el entrenamiento de tropas ucranianas en Polonia. 

Dejaremos, en esta oportunidad, de señalar las implicaciones de Boris Johnson en otros escenarios internacionales y sus famosos escándalos sexuales, borracheras y corrupción política.




Los Halcones de la Guerra a regañadientes anunciaron entre bastidores a Truss como la nueva Dama de Hierro, no por la política beligerante de Johnson sino por su escandaloso comportamiento, Johnson se negó a dimitir estaba decidido a aferrarse al cargo; afirmó sin sentido que tenía más seguidores que cuando fue elegido líder conservador, culpó a los medios, vinculó su suerte a la del presidente ucraniano Zelensky. Definitivamente perdió contacto con la realidad, pero no con los multimillonarios

 

"El primer ministro tiene aliados poderosos", recordaba Peter Oborne en su artículo "Boris Johnson: el idiota útil de los multimillonarios" (Middle East Eye, 7 de junio de 2022), citando problemas internos de la política británica denunciados en el Daily Mail. "Los grandes propietarios de periódicos -Murdoch, Rothermere y la familia Barclay- siguen siendo leales a Johnson. Es cierto que The Times y Telegraph son más duros de lo habitual con Johnson, pero lo más importante es que no hay llamados para que renuncie. Murdoch, Mail Newspapers y Barclays son parte de la base política central de Johnson. Todos lo respaldaron para ser líder conservador, todos lo respaldaron en las elecciones generales de 2019 y todos han protegido a Johnson durante los desgarradores escándalos políticos que han perseguido su mandato como primer ministro". Johnson confiaba en sobrevivir.



"La segunda mitad de la coalición que respalda a Johnson son los donantes multimillonarios conservadores, que financiaron el Brexit y ahora -en una mutación de la política democrática- poseen efectivamente el Partido Conservador de Johnson. En una intervención directa sin precedentes de los superricos en la vida pública británica, estos donantes se unieron en defensa de Johnson. Escribieron una significativa carta entregada como exclusiva al periódico Sun de Rupert Murdoch, otorgando su apoyo incondicional a Boris Johnson. Como destacó el Sun, esta carta fue firmada por algunos de los hombres más ricos de Gran Bretaña, entre ellos “el multimillonario jefe de JCB, Lord Bamford, el magnate inmobiliario Sir Tony Gallagher y el fundador de Carphone Warehouse, David Ross”. Otros nombres, informó el Sun, “incluyen al financiero multimillonario Howard Shore y al megarico Simon Reuben, que junto con su hermano David vale 16.000 millones de libras”.


Para buen entendimiento, los ultra-millonarios donantes del Partido Conservador querían decir que no apoyarían al partido con los millones de siempre si Johnson era destituido. "Desde el comienzo de su mandato, el ex periodista Johnson ha sido criatura de los grandes propietarios de medios de comunicación que actúan en alianza con el desarraigado capital financiero".


Peter Oborne desmenuza la trama. Boris Johnson pretendía estar del lado de los trabajadores comunes y corrientes, asegurándose su apoyo, un populista de derechas a todo regla, "por eso los superricos aman a Boris, el idiota útil del multimillonario". La clase multimillonaria puso a su hombre, Boris Johnson que hace lo que quieren sus amos. Johnson estuvo en la "cúspide de un sistema de gobierno que reparte contratos, otorga favores, recorta la regulación, ataca el estado de derecho, reduce los derechos de los trabajadores y favorece al mercado por encima del Estado".

La verdadera historia de "una figura política verdaderamente miserable y desacreditada", es saber como podrá sobrevivir; de hecho está apareciendo otra vez con su discurso de siempre, tratará de "revertir el sistema de gobierno en interés de los superricos que él ha llegado a representar", concluye Oborne.

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