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26 noviembre 2025

El cómo Occidente ha planeado destruir Rusia desde hace siglos (9)


       Piotr Krivonógov. ‘La victoria’ (1948)     


por Tito Andino

Resumen de artículos recopilados de
este blog y de fuentes de actualidad.




Historia y no propaganda

Parte IX

 ¿Qué puede esperar Rusia de Occidente en la guerra de Ucrania?

Como hemos expresado en varias entradas sobre esta serie de Occidente contra Rusia, la tarea básica que realizamos es recopilar y resumir decenas de artículos de expertos internacionales. Insistiremos hasta el cansancio que las fuentes de consulta provienen desde medios de la derecha tradicional y otros desde la “izquierda radical” (medios alternativos), por lo que no hay apasionamiento político alguno sobre el tema, son hechos históricos y contemporáneos contrastables. Es la realidad del momento que, obviamente, no escucharemos en los telediarios. Sin más, buena lectura.

 

"El objetivo occidental es debilitar, dividir y, en última instancia, destruir nuestra nación. Afirman abiertamente que, dado que lograron desintegrar la Unión Soviética en 1991, ahora es hora de dividir Rusia en muchas regiones separadas que estarán enfrentándose entre sí".  Vladimir Putin, presidente de la Federación de Rusia.

Parecería lógico que lo que Rusia busca es recuperar (o conquistar conforme la tesis contraria) ancestrales territorios que antaño pertenecieron al Imperio Ruso y que fueron cedidos a Ucrania en tiempos de la Unión Soviética. Dos más claros y evidentes casos son Novorossiya y Crimea. Sobre el tema ya hemos abordado en anteriores ponencias. Pero si valdría la pena recordar algo evidente sobre Crimea.

Por curiosidad deberíamos repasar los mapas sobre los cambios territoriales de los últimos siglos en Europa. Hasta mediados del siglo XX Crimea se mantenía señalado como territorio ruso (siempre lo fue), menos durante la larga dominación del Imperio Otomano. La historia nos dice que en 1783 el Imperio Ruso logró vencer en las guerras contra los otomanos e incorporó Crimea a su territorio. La posición estratégica de Crimea ha sido la causa de diversos conflictos como la actual guerra ruso-ucraniana/OTAN. Otro ejemplo es la Guerra de Crimea de 1854 contra los británicos. Luego de la Revolución Rusa de 1917 aparecieron regímenes de corta duración proclamando una Crimea soberana. Los bolcheviques retomaron Crimea como parte de Rusia y Crimea se convirtió en una república soviética autónoma dentro de Rusia. En la segunda guerra mundial Crimea cayó bajo poder alemán, luego de la guerra Crimea se degradó de República Soviética Rusa a Oblast ruso (demarcación administrativa equivalente a una región)

La transferencia del oblast de Crimea a Ucrania fue una acción administrativa del Presidium del Soviet Supremo, descrito por muchos historiadores como un "gesto simbólico" al conmemorarse el 300ª aniversario de la unión de Ucrania con Rusia por el Tratado de Pereyaslav como se conocía en la Unión Soviética. Por ese acto, el 19 de febrero de 1954, se cedió el gobierno de Crimea de la RSS de Rusia a la RSS de Ucrania, atribuido al primer secretario del Partido Comunista, Nikita Khrushchev (ucraniano) sobre la base del "carácter integral de la economía, la proximidad territorial y los estrechos lazos económicos y culturales entre la provincia de Crimea y la RSS de Ucrania...".

Volvamos al presente. A pesar de toda la charla de '¿Qué quiere Putin?', no puede ser más claro lo que Rusia quiere. La lista de demandas presentadas a los Estados Unidos en 2021 fue clara: 

No hay membresía de la OTAN para Ucrania y una retirada de la OTAN de los estados bálticos y Europa del Este. Rusia con toda la evidencia del caso ha demostrado que la presencia de la OTAN en sus fronteras es agresiva al instalar bases de misiles apuntando a... sí, a Rusia; y, también se puede contestar con otra pregunta: ¿Toleraría Estados Unidos que Rusia instale bases de misiles en Cuba, al igual que aconteció entre 1961-1962?

Hemos señalado anteriormente que esto no es Hollywood, existe una posibilidad real de que se produzca un error de cálculo y de que estalle una guerra entre Rusia y Occidente, y quien está provocando tal histérica posibilidad al aumentar las tensiones no es Rusia, son las acciones de la OTAN.

El Dr. Vladislav B. Sotirovic, ex profesor universitario en Vilnius, Lituania publicó en abril de 2024 “Los ‘catorce puntos’ de Rusia para una política de seguridad europea: ¿por qué se rechazó la propuesta de Moscú de 2009?”

En efecto, en 2009, el presidente en Rusia era Dimitri Medvédev (2008-2012) quien propuso una nueva política europea de seguridad conocida como los "Catorce Puntos", es decir, un nuevo tratado de seguridad para mantener la seguridad europea y la capacidad de los estados y sociedades para conservar su identidad independiente e integridad funcional (la propuesta fue pública y se publicó originalmente en la página web de la Presidencia el 29 de noviembre de 2009. En realidad no tiene exactamente 14 puntos y más oficialmente es recordado como el Plan Medvédev-Sarkozy dentro de la propuesta de paz para terminar con el conflicto ruso-georgiano en Osetia del Sur). 

La propuesta de tratado fue trasladada a los líderes de la OTAN, la UE, la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), la Comunidad de Estados Independientes (CEI) y la Organización de Cooperación en Materia de Seguridad en Europa (OSCE). Rusia señalaba estar abierta a cualquier propuesta democrática relativa a la seguridad continental, esperando una respuesta positiva de los “socios” occidentales de Rusia.

La iniciativa, la más significativa en las Relaciones Internacionales por parte de Rusia desde la desaparición de la URSS en 1991, pudo haber salvado la integridad territorial ucraniana, fue rechazada debido a la actitud rusófoba de Washington que temía que Europa se sentara a discutirla.


          Wikimedia Commons / Editado


El programa de Medvédev tenía cierta similitud al presentado por el presidente Woodrow Wilson (8 enero 1918). Ambos programas tienen dos cosas en común: Defensa del multilateralismo en el ámbito de la seguridad amparado en el derecho internacional; y, presentaba las herramientas necesarias para su implementación (que fueron tildadas de idealistas, en los dos casos).

Sería tedioso explicar los 14 puntos de Medvédev, pero insistamos que se proponía a las partes cooperar sobre la base de unos principios de seguridad indivisible, igualitario e irrompible, bajo “las normas existentes del derecho internacional de la seguridad según la Carta de la ONU, la Declaración sobre los Principios del Derecho Internacional (1970) y el Acta Final de Helsinki de la Conferencia para la Seguridad y la Cooperación en Europa (1975), seguida por la Declaración de Manila sobre la Solución Pacífica de Disputas Internacionales (1982) y la Carta de Seguridad Europea (1999)”.

Rusia proponía el tratado como una reafirmación de los principios que guían las relaciones de seguridad entre los Estados, pero sobre todo el respeto a la independencia, la integridad territorial, la soberanía dentro de las fronteras de los Estados-nación y la política de no usar la fuerza ni la amenaza de su uso en las relaciones internacionales.

Uno de los puntos fundamentales señala que “Una Parte en el tratado no permitirá el uso de su territorio y no utilizará el territorio de ninguna otra parte para preparar o llevar a cabo un ataque armado contra cualquier otra parte o partes en el tratado o cualquier otra acción que afecte significativamente la seguridad de cualquier otra parte o partes en el tratado”. La propuesta establecía el mecanismo para abordar cuestiones relacionadas con la implementación, resolución de diferencias o disputas, interpretación o aplicación. El tratado estaría abierto a la firma de todos los estados del espacio euroatlántico y euroasiático y organizaciones internacionales como la UE, OSCE, OTSC, OTAN y la CEI.

Además: Rusia propuso a Washington y Bruselas tres condiciones que, si eran aceptadas por la OTAN, podrían haber hecho posible la ampliación de la OTAN: 

1) Prohibición de estacionar armamento nuclear en el territorio de nuevos miembros de la OTAN; 
2) Toma de decisiones conjunta entre la OTAN y Rusia en cuestiones de seguridad europea si se trataba del uso de la fuerza militar; y, 
3) Un tratado jurídicamente vinculante.

Ninguna de estas condiciones propuestas para la cooperación de seguridad OTAN-Rusia en Europa fue aceptada. En consecuencia, Rusia implementó una nueva doctrina militar en 2010 basada en que la “seguridad internacional” existente no ofrece las mismas garantías para todos los estados ("seguridad asimétrica"). Estaba claro que la OTAN desea convertirse en el actor global supremo y expandirse militarmente hacia las fronteras rusas, eso se convierte en una amenaza militar externa hacia Rusia.

Desde Estados Unidos quedó claro que no participaría en los esfuerzos multilaterales para abordar los problemas de seguridad tanto europeos como mundiales, la agenda rusa propuesta a debate para un nuevo concepto de seguridad europea fue vista desde Occidente como un intento de socavar a la OTAN y su política expansionista hacia el este desde 1991.


                                    Mapa Ampliación de la OTAN


A pesar de que ya lo hemos abordado en posteos anteriores, la información que se recopila sobre los antiguos planes tanto de Estados Unidos y de Europa para dividir a Rusia es impresionante. Volvemos a dar una corta revisión de la inmensa cantidad de investigaciones al respecto, y no, una vez más recalquemos, no es propaganda rusa, las fuentes preferentemente son de destacados analistas occidentales.

Descolonizar Rusia”, es una de las declaraciones más radicales y, por supuesto, un reconocimiento tácito de las verdaderas intenciones contra Rusia. Escrito por Casey Michel, en mayo del 2022 “Decolonize Russia” para The Atlantic, inicia con un mensaje: “Para evitar más derramamiento de sangre sin sentido, el Kremlin debe perder el imperio que aún conserva”.

Afirma, éste hombre, que Rusia seguirá siendo una amalgama desordenada de regiones y naciones con historias, culturas e idiomas muy variados y que el Kremlin continuará gobernando posesiones coloniales en lugares como Chechenia, Tatarstán, Siberia y el Ártico. Dice que la historia de Rusia es una de expansión y colonización casi incesantes, y que es el último imperio europeo en resistirse a la descolonización, a otorgar autonomía a las poblaciones sometidas y señalar a los líderes que deben dirigir esas “colonias”. Sobre Ucrania piensa que Rusia está dispuesta a recurrir a la guerra para reconquistar regiones que considera sus legítimas posesiones, pero va más allá, dice que Estados Unidos permitió todo esto tras la caída de la Unión Soviética para no humillar más a Moscú; y, ahora, el revanchismo revive la posibilidad de un conflicto nuclear al ser la responsable de la peor crisis de seguridad que el mundo ha visto en décadas…

No se si suena a contradicción, pero Casey Michel señala que el ex vicepresidente (recientemente fallecido), Dick Cheney “quería ver el desmantelamiento no solo de la Unión Soviética y el Imperio Ruso, sino de Rusia misma, para que nunca más pudiera ser una amenaza para el resto del mundo”. Por lo mismo, Occidente debe completar el proyecto que comenzó en 1991 y “hasta que el imperio de Moscú sea derrocado, la región -y el mundo- no estarán seguros..."

Basándonos en esa "lógica", ¿alguna vez los genios diseñadores de mapas de EEUU y de la OTAN habrán dedicado un minuto a reflexionar -hipotéticamente- qué pasaría si alguna potencia foránea decidiera rediseñar mapas y reasignar territorios de los Estados Unidos de América a nuevas naciones que decidieran independizarse del "yugo" estadounidense porque consideran -a su entender que son “una amalgama desordenada de regiones y naciones con historias, culturas e idiomas muy variados”? Como ejemplo, los pueblos autóctonos, los pueblos que originalmente pertenecieron a México, o aquellos que tienen otro tipo de identidad social y religiosa como el país de los mormones (Utha), etc., y otros que se consideran han sido víctimas de expansión y colonización incesante por parte de un gobierno federado que no les presta la atención que merecen. No deseamos hacer comparaciones entre la historia muy vieja de Rusia -más susceptible de haberse forjado en cientos de años a través de guerras- con la expansión y colonización de los Estados Unidos. Estados Unidos es una “democracia” en el papel, sus estados federados tienen sus propias leyes, pero se subordinan al interés financiero, que en muchos casos ni siquiera es estadounidense. Pensemos por un momento, que Rusia, o China, o Irán, o cualquier otro como México fomentarán una guerra civil para que muchos pueblos de Estados Unidos pudieran resistirse a la “colonización”, para otorgar verdadera “autonomía” a las poblaciones sometidas y elegir sus propios líderes en un tipo de elecciones muy diferente al que impera actualmente en la Unión Americana… ¿Cómo reaccionarían desde la Casa Blanca y Wall Street?

Volvamos al mundo real, al presente. En un artículo que recoge parte del pensamiento de Michel, Mike Whitney profundiza “el plan de larga data de Washington para desarticular Rusia” (octubre de 2022, original en inglés ‘Washington's long-standing plan to break up Russia’) y recuerda que EEUU en 1918 bajo órdenes de Woodrow Wilson desplegó más de 7.000 soldados en el Lejano Oriente ruso (Vladivostock) como parte del esfuerzo aliado para revertir los avances de la Revolución Bolchevique.


Una parte de la abundante literatura de Brzezinski, y no deben confundir con "literatura" simple, era y sigue siendo parte de la doctrina estadounidense para mantener la hegemonía mundial


En épocas más cercanas, Zbigniew Brzezinski, en un artículo de Foreign Affairs, "Una geoestrategia para Eurasia", 1997, expresaba ese viejo anhelo de dividir a Rusia dado su tamaño y diversidad para liberar el potencial creativo del pueblo ruso y sus vastos recursos naturales. “Una Rusia vagamente confederada -compuesta por una Rusia europea, una República Siberiana y una República del Lejano Oriente- también encontraría más fácil cultivar relaciones económicas más estrechas con sus vecinos… Una Rusia descentralizada sería menos susceptible a la movilización imperial". 

Pero esa "Rusia vagamente confederada" de Brzezinski, debía ser una nación dependiente incapaz de defender sus propias fronteras o soberanía, no podría evitar que países más poderosos invadan, ocupen y establezcan bases militares en su suelo, incapaz de unificar a su gente bajo una sola bandera o perseguir una visión "unificada" para el futuro del país. Esa fragmentación permitiría a Estados Unidos mantener su papel dominante en la región sin amenaza de desafío o interferencia. Precisamente ese era el verdadero objetivo de Brzezinski que lo reflejó en su clásico “El gran tablero de ajedrez”: "Para América, el principal premio geopolítico es Eurasia... y la primacía global de Estados Unidos depende directamente de cuánto tiempo y de qué tan eficazmente se mantenga su preponderancia en el continente euroasiático".

Sobre Brzezinski mejor es tratarlo en un ensayo aparte (en el futuro), en resumen su pensamiento no es otro que la mismísima política exterior de los Estados Unidos, es decir, el deseo abierto de Washington es establecer su primacía en la región más próspera y poblada del mundo, Eurasia. Para que ese objetivo se pueda cumplir, Rusia debe ser diezmada y repartida, sus vastos recursos deben ser transferidos al control de las transnacionales globales que podrán mantener la prosperidad de Occidente. Nadie que haya gobernado en los EEUU ha tenido otro plan, ni siquiera el “amigo” de Rusia, Donald Trump.

El objetivo final de Estados Unidos y la OTAN es dividir al país más grande del mundo, la Federación Rusa, e incluso establecer un manto de desorden perpetuo sobre su vasto territorio o, como mínimo, sobre una parte de Rusia y el espacio postsoviético. El objetivo final de Estados Unidos es evitar que surjan alternativas en Europa y Eurasia a la integración euroatlántica. Es por eso que la destrucción de Rusia es uno de sus objetivos estratégicos”.

Redibujar Eurasia a través de los mapas de Washington que muestran una Rusia destruida y dividida solo podría ser posible con una Tercera Guerra Mundial… concluye el análisis de Whitney (puede dar lectura al largo artículo de Whitney en el enlace de las notas a pie de página).

Digamos una verdad que pocos analizan. Salvo las rivalidades políticas e ideológicas durante la Guerra Fría y la carrera armamentística que terminó siendo ganada por el poder económico de Occidente, Rusia no ha hecho daño a Estados Unidos, todo lo contrario desde la Casa Blanca se ha estado planeando destruir Rusia desde inicios del siglo XX y con mayor empeño desde el final de la segunda guerra mundial; y, como todos se deben haber percatado, su última acción -dentro de ese plan- se llama UCRANIA que ha costado tiempo, dinero y esfuerzo solo para instalar un gobierno antirruso en Kiev.

Ya ni siquiera deberíamos discutir que tras el golpe de estado en Ucrania se desató la carrera para admitir a Ucrania en la OTAN con la intención de colocar misiles nucleares estadounidenses en la frontera de Rusia, a escasos cinco minutos de vuelo en el lanzamiento de un misil nuclear contra Moscú. La idea es que, si el golpe se hace tan rápido, el mando y control ruso será destruido preventivamente antes de puedan lanzar armas de represalia… Todavía no puedo imaginar como se apoderarán de los vastos recursos rusos si la idea es un ataque nuclear... Especular que un solo golpe mortal contra Moscú desbaratará el mando ruso y eso permitirá que los recursos estén disponibles para la explotación por Occidente... Quién haya planteado tal plan es un imbécil de pies a cabeza.

El mundo “civilizado” (EEUU/UE) siguen soñando como Hitler (que aunque el pseudo alemán no lo supo, era su títere), ven a Rusia como un inmenso territorio a explotar sus recursos, y en eso sí podrían tener razón, los recursos naturales rusos son el futuro de la supervivencia económica. Es por eso que la Realpolitik indica que debe manejarse la combinación de guerra y desestabilización interna (desintegración de Rusia), ya no nos detendremos a explicar que esto está en fase operativa desde 1991 (a lo largo de la serie de estos artículos se ha venido detallado los pormenores).

Nos estamos olvidando del factor monetario, el patrón dólar con el que Estados Unidos consigue perpetuar su poder global al convertirlo en la moneda de reserva mundial, a pesar de sus colosales déficits fiscales, sigue siendo la moneda dominante en la mayoría de las transacciones internacionales (las principales materias primas como el petróleo, el gas, el oro, los metales básicos, los productos agrícolas se valoran y pagan en dólares a nivel internacional). Esto ha permitido al gobierno federal de Estados Unidos imprimir billones de dólares -creando dinero de la nada-, “pedir prestado sin límite y gastar sin reservas”… pero, el dominio del dólar está amenazado cuando China, Rusia y otras naciones desafían su hegemonía reducido drásticamente el uso del dólar.


Una caricatura de 1963 de la revista "Krokodil" No. 11 (URSS) sobre el dominio del dólar, titula "Tomados bajo su ala" 


Pues nada, los Estados Unidos y la OTAN están comprometidos en defender la "democracia" y oponerse a las "agresiones extranjeras". Ahora están defendiendo la santidad de la soberanía nacional de Ucrania contra esa "agresión foránea", como antes lo hicieron llevando "democracia" mediante el bombardeo/invasión de Panamá, Granada, Irak, Somalia, Bosnia, Sudán, Afganistán, Yugoslavia, Yemen, Pakistán, Libia, Siria, etc. Irónicamente son más de 80 años en los que Estados Unidos se ha dedicado a repartir democracia y libertad por el mundo.

Como se aprecia, “cualquier nación que no obedezca los edictos de Washington y se niegue a jugar el juego del dólar se encuentra con un golpe de estado, una revolución de color, una bandera falsa o una fuerza militar bruta. Vimos lo que hizo Washington en Irak, Libia y muchas otras naciones que rechazaron la hegemonía del dólar. Pero Estados Unidos no puede atacar directamente a Rusia. Entonces, esta guerra de poder en Ucrania, utilizando a los ucranianos como peones para ser sacrificados por miles” (Ver en la notas a pie de página: “El diabólico plan de Estados Unidos para subyugar y descomponer Rusia”).

La desdolarización ha tomado impulso desde la guerra en Ucrania que podría ocasionar el principio del fin del dólar como moneda de reserva mundial, de allí la amenaza de Mr. Trump al mundo con sanciones… la caída del dólar como moneda de reserva mundial, la desdolarización y la alianza Rusia-China preocupa profundamente a Estados Unidos.

Otro hecho que ha pasado desapercibido en el mundo “libre”, en los telediarios y en la prensa comercial, que solo gracias a los medios de "desinformación" de la “izquierda radical”, de las “fake niews”, medios alternativos en general, es que Estados Unidos ha venido trabajando incansablemente con los nacionalistas integrales ucranianos durante toda la Guerra Fría y que como otra estrategia se constituyó el Foro de las Naciones Libres Posrusas (el 8 de mayo de 2022) heredera del Foro de los Pueblos Libres de Rusia (desintegración de la URSS), para crear movimientos separatistas que proclaman la independencia de muchas regiones de Rusia.


Caricatura de la revista "Krokodil", No. 1 de 1962, representa a la CIA y a toda la Inteligencia estadounidense controlando incluso a "socialistas de derecha", todos en la nómina de la CIA, dibujo de Yu. Ganfa


Existen no cien, ¡miles de evidencias!, todas recopiladas con hechos y pruebas sobre las implicaciones de los estados occidentales coloniales a través de sus servicios de inteligencia para financiar las actividades antirrusas desde inicios del siglo XX; el hecho es que no termina solo con la financiación, se ha trabajado largamente en la radicalización de la sociedad rusa debido a su multiculturalidad y sentimiento religioso. Recordemos que en Rusia conviven las dos religiones más importantes del mundo (cristianismo e Islam), aumentémosle a eso la oposición política y un fenómeno que ha ido reduciéndose con los años, la intoxicación del cuerpo a través de las drogas que en la época soviética provenían de Afganistán y zonas aledañas, todas patrocinadas como un programa secreto de Occidente para destruir la sociedad rusa. En la era Putin ese tipo de actividades utilizados por estructuras extranjeras se encargan de desinformar, sembrar miedo y ansiedad entre los ciudadanos rusos que residen en otros países, lugares propicios para reclutar ciudadanos rusoparlantes (dentro y fuera de Rusia), que en ocasiones conforman pequeñas, pero activas células nacionalistas que intentan realizar actividades subversivas dentro del territorio ruso.

¿Habrá paz?

Nadie en su sano juicio va a esperar que Rusia continúe su ofensiva hacia Kiev. A estas alturas, pese a los lamentos de Occidente y los gritos de la “amenaza rusa”, todo el mundo ha entendido que los rusos nunca quisieron invadir Ucrania, peor aún tomar su capital. Estallado el conflicto se han dedicado operativamente a tomar el Donbás y ahora Novorossiya, Por cierto, estas regiones corresponden a la cultura rusa y la mayoría de sus habitantes prefieren dejar de ser ucranianos para convertirse en rusos de pleno derecho. No obstante, y con razón, Ucrania se opone, mientras los políticos y medios occidentales siguen denunciando y agitando las brasas contra los invasores.

Dadas las actuales realidades sobre el terreno y ante el imparable avance del ejército ruso, ahora -repentinamente- es “normal” en Estados Unidos (y en Europa con más recelo) hablar de caminos y soluciones que lleven a la “paz” entre Ucrania y Rusia.

Una de las mejores lecturas sobre el tema la encontrarán en palabras del profesor Pascal Lottaz (asociado a la Universidad de Kyoto), su  artículo “Occidente olvidó cómo hacer la paz. Cómo la paz se renombró como guerra”, describe la política occidental. La paz fue una vez un objetivo, dice, ahora es una palabra corrupta, rebautizada para solicitar más bombas, muerte y destrucción.

En el pasado, la idea de paz solía significar algo en la Unión Europea, al menos dentro del continente, porque sus viejas aspiraciones coloniales nunca murieron. “Hoy en día, "paz" es un eslogan, una condecoración para conferencias de guerra o, peor aún, una excusa para más armas”. La paz ha sido borrada silenciosamente de la política, los medios e incluso del ámbito académico -en Europa en particular, pero en todo el discurso occidental en general. A nadie parece importarle ya lo que realmente debería significar el concepto, razona, por otro lado, el experto en Estudios de Neutralidad, Dr. Jan Oberg, éste valiente investigador de la paz de toda la vida señala esas dolorosas verdades:

“Mientras los líderes occidentales hablan de "seguridad" y "libertad", en realidad lo que están haciendo es rearmarse para la próxima guerra. No preguntan cómo detener los conflictos, sino cómo ganarlos. No imaginan diálogos -preparan invasiones. Occidente no perdió la paz por accidente, la tiró activamente por la borda”.

Hay un mensaje encubierto en todo esto: si cuestionas la máquina de guerra, eres ingenuo, desleal o peligroso. Esto no es algo aislado, está sucediendo en todas partes, incluso en las universidades europeas otrora emblema del razonamiento y principios de no violencia, ya no preguntan si se pueden evitar las guerras, preguntan qué armas enviar. La famosa "prevención de conflictos" se ha convertido en un código para el aumento militar.

“Ahora vivimos en una cultura donde hablar de la verdadera paz es tabú. Si propones el fin de las entregas de armas, te acusan de apoyar dictadores o de ser 'el idiota útil de Putin'. Si preguntas a la OTAN, te etiquetan como traidor. ¿Quieres hablar con la otra parte? Buena suerte. El diálogo ha sido reemplazado por drones”.

La imagen es una ilustración que representa el Peace & Security Forum (Foro de Paz y Seguridad). La ilustración yuxtapone símbolos de paz y guerra para resaltar.


Mientras tanto, la verdadera construcción de paz, el trabajo lento y valiente de escuchar, comprometerse y sanar, es ridiculizada o ignorada. Los líderes ni siquiera fingen importarles. Vierten miles de millones en tanques mientras sus propios hospitales se derrumban y los de Palestina son volados por sus propias bombas. ¿Y el coste? Una generación a la que se le ha enseñado a temer en vez de pensar. Un público entrenado para corear consignas en lugar de hacer preguntas. Nos dicen que la guerra es necesaria, que la violencia es normal, que "los buenos" siempre deben luchar pero ¿y si nada de eso es cierto -que claramente no lo es?

“Un pequeño grupo de élites, respaldado por empresas armamentísticas, medios de comunicación y think tanks ha convencido a Occidente de que la guerra es la única respuesta. No tiene por qué ser así. No tenemos que seguir armando hasta que todo explote. Podemos elegir otro camino. Pero primero, tenemos que afrontar la realidad y decirlo en voz alta: Occidente tiene un problema. Ya no sabe cómo hablar de paz. Y si eso no cambia, el futuro no es seguridad, sino muerte y destrucción. Igual que las dos últimas veces que el continente intentó hacer una "guerra para acabar con todas las guerras". La verdadera paz no es ingenua, mis amigos. La guerra lo es”. (Jan Oberg)


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Lecturas consultadas

Los "catorce puntos" de Rusia para una política de seguridad europea: ¿por qué se rechazó la propuesta de Moscú de 2009?

Descolonizar Rusia

Washington's long-standing plan to break up Russia

Occidente sueña desde hace años la división de la Federación Rusa

Foro de las Naciones Libres Posrusas, la organización que habla de “desputinizar” Rusia

La estrategia occidental para desmantelar la Federación Rusa

El plan diabólico de Estados Unidos para subyugar y dividir a Rusia

Bajo la correa del Departamento de Estado de EE.UU. y el MI6: cómo las estructuras militares y de inteligencia occidentales financian y arman a la oposición rusa para fomentar el caos y el terror en el país

Occidente olvidó cómo hacer la paz. «Cómo la paz se convirtió en guerra»

Más otras lecturas de prensa diaria de actualidad.

10 noviembre 2025

El cómo Occidente ha planeado destruir Rusia desde hace siglos (8)


"Que verguenza para los provocadores", una caricatura de 1960 de O. M. Savostyuk y B.A. Uspensky, a la izquierda, el presidente ucraniano en 2022 inspeccionando el material antitanque entregado por la OTAN.

 

por Tito Andino

Resumen de artículos recopilados de
este blog y de fuentes de actualidad.




Historia y no propaganda

Parte VIII

 ... Y más perlas surrealistas de la OTAN hacia Rusia

Antes que nada, gracias por dar lectura a esta serie de artículos demasiado densos en ocasiones, dada la trascendencia del tema. Esto no es algo original del editor del blog (muchas reflexiones sí), básicamente es una recopilación y resumen de textos de expertos internacionales sobre el tema geopolítico del momento, la guerra de Ucrania. Como se apreciará en las notas a pie de página las fuentes “infinitas” van desde la derecha tradicional, medios como el New York Times, Wall Street Journal y otros hasta la, según Donald Trump, “izquierda radical” de los medios alternativos de información. Aunque no tengo habilitado el modo de comentarios en este blog, se aprecia cierto número de críticas negativas a través de alguna red social que suele aceptar compartir este contenido. Lejos de desalentarme, esto solo demuestra que el trabajo está bien encaminado, los detractores o "críticos", como les gusta ser llamados, se ven forzados a leer, pero jamás aceptarán la realidad dado el marcado sesgo político que cargan. Aquí se intenta evitar dedicatorias políticas, pero suele ser inevitable, la política es parte intrínseca de la vida social. Sin más, buena lectura.

 

En medios occidentales, transcurridos más de tres años de guerra sigue escuchandose propuestas gubernamentales y privadas con la "ilusión" de conseguir un acuerdo de "paz" entre Rusia y Ucrania. Llamó la atención una, utilizando el coqueteo a las élites económicas rusas como estrategia para intentar no solo doblegar al gobierno, sino cambiar de dirección. Las más frecuentes opciones han ido desde el chantaje y la coacción económica mediante sanciones hasta las amenazas de intervención militar, tampoco funciona, al contrario Europa y Estados Unidos recibieron el mayor golpe al entrar en recesión; inevitablemente puede suceder lo mismo en la Rusia de posguerra. Como se aprecia, el objetivo principal fracasó, la Federación de Rusia no ha sido doblegada, se mantiene estable en lo económico y fuerte en lo militar, el tan deseado cambio de poder en Moscú no llegará. En el seno de la OTAN/UE siguen lamentándose que el mundo no pueda seguir siendo una colonia mercantil.

Lo hemos revisado en otras ponencias, el plan no es nuevo, mínimo tiene un siglo, viene desde el derrumbe del imperio de los zares y el surgimiento de la revolución bolchevique cuando las élites europeas y de Estados Unidos decidieron repartirse Rusia en zonas de influencia, ese plan también incluía al sucumbido Imperio Otomano. Tuvieron que librarse cruentas guerras para que la Rusia soviética y la naciente Turquía trastocaran el intento de diseñar un nuevo mapa euroasiático. Desde esos días quedó desenmascarada la existencia de una red mundial de grandes corporaciones "más poderosas que cualquier Estado-Nación en la Tierra, destinadas a controlar las necesidades de la vida del resto de la humanidad".

En el presente, EEUU/UE pretenden emular la "hazaña" de la década de 1990 tras el caos poscomunista en la nueva Federación Rusa, el anhelado puntillazo final no sucedió, degradar a Rusia al nivel de un país subdesarrollado, tercer mundista y dividido en múltiples repúblicas, todo sin disparar ni un solo tiro. No fue posible, pero estuvieron muy cerca de conseguirlo... todo fue culpa de Putin, quien hoy sigue interponiéndose en el nuevo plan del siglo XXI... No obstante, la ilusión no se perderá tras otro traspié.

La lección objetiva del ensayo económico Occidental de los 90 del siglo pasado fue que si era posible destruir a Rusia mediante el caos y chantaje financiero -más conflictos internos, como las guerras islamistas de Chechenia- y esa es la meta puesta en acción utilizando a Ucrania. Si los occidentales no han llegado a poner sus fuerzas vivas en Ucrania es por temor a la fuerza disuasiva nuclear rusa y su nueva doctrina nuclear.

La "paz" en Ucrania, propuesta tras el fracaso, parecería una opción. En hipótesis, las proyecciones y análisis geopolíticos occidentales, tras el descalabro militar del proxy de la OTAN (Ucrania) puede plantearse -otra vez- a mediano plazo, por ejemplo, apaciguando a Moscú con algunas concesiones, que no afecten la presencia de la OTAN en el Mar Negro; o, hay que decirlo, destacando como EEUU y la UE están invirtiendo "en la rabiosa y resentida Polonia” para convertirla en la nueva fuerza armada hasta los dientes en reemplazo de Ucrania. Es un hecho que, como dice el analista internacional Pepe Escobar, cualquier "negociación" hacia la "paz" enmascara un impulso para posponer, solo por un momento, el plan maestro original: desmembrar y destruir a Rusia.

Es lógico que las principales potencias neocoloniales de Europa no desean enfrentarse abiertamente con Rusia por temor a que se desate una catástrofe nuclear. Así que siempre tendrán un peón en juego, hoy es Ucrania, ayer fueron Georgia y el terrorismo islámico en Chechenia, mañana puede ser Polonia o pequeñas naciones manipulables como Moldavia para continuar con la histeria atlantista de la amenaza rusa. Por lo pronto, los círculos de poder en Washington y la Unión Europea están conformes con mantener la guerra activa. Dicen que la guerra en Ucrania es buena porque "debilita a Rusia", al mismo tiempo los aparatos de seguridad europeos continúan promoviendo la narrativa de la “amenaza rusa” como justificación de sus encubiertos planes de guerra.


El presidente ucraniano Volodimir Zelensky (foto archivo)


Debo aclarar -una vez más- que esto no es propaganda rusa, son hechos que cualquier mortal puede verificarlos. Medios tradicionales antirrusos, como el New York Times, confirman que la CIA ha construido durante la última década al menos doce bases secretas de espionaje en territorio ucraniano para librar su "guerra en la sombra" contra Rusia. Esas bases de inteligencia, de las que Rusia se está encargando de eliminarlas tenían la capacidad de interferir las comunicaciones de los mandos y monitorear los satélites espías rusos; hoy, siguen rastreando y coordinado los ataques transfronterizos con drones y misiles hacia territorio ruso. Por lo mismo, la actitud de Donald Trump debe ser valorada como hipócrita, porque la CIA y la OTAN son las responsables de los efectivos y recientes ataques con aviones no tripulados contra refinerías de petróleo e infraestructuras energéticas claves en Rusia.

¿Tendré que recordar que Estados Unidos sembró el territorio ucraniano de bases y laboratorios para experimentar con tecnología para fines de guerra biológica y bacteriológica? En artículos anteriores tratamos sobre este tema, para un resumen puede consultar el siguiente: "El 'secreto' de las armas sucias y biológicas en Ucrania" (ver notas a pie de página). También, en octubre de 2019 reproducimos un largo reportaje desarrollado por la periodista de investigación búlgara Dilyana Gaytandzhieva, su versión original en inglés fue publicada por "South Front" en 2018 bajo el título: "Pentagon bio-weapons", destacándose la utilización del territorio ucraniano por parte de empresas estadounidenses vinculadas al Pentágono para el desarrollo secreto de armas biológicas. Los experimentos biológicos son crímenes de guerra. El artículo 8 del Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional (CPI) define los experimentos biológicos como crímenes de guerra.

Insistamos, pese a todo lo que aleguemos, en la UE y los EEUU, literalmente, se limpian…. con las evidencias. Hay una vieja resolución (data de 2016) en que el Parlamento Europeo llama a luchar contra los medios de comunicación rusos, equiparándolos con grupos terroristas y advierten que se atacará a los disidentes en Europa, a la gente se le está prohibiendo tener un punto de vista alternativo a la posición oficial de los políticos en Bruselas (abordaremos en profundidad el tema en otra ocasión).

Ya que hemos abordado el tema de la propaganda, no está demás remontarnos más de medio siglo en el tiempo. Solo como nota anecdótica y referencial, la propaganda estadounidense en la década de 1950 soñaba con la derrota y ocupación de Rusia entre 1952-1960, así transmitía la aclamada revista Collier’s, en su edición del 27 de octubre de 1951, de 132 páginas y 25 artículos dedicados al tema, en que nos describe cómo transcurrirá la Tercera Guerra Mundial, que -infaliblemente- terminará con la inevitable victoria de las fuerzas del bien (Occidente) y la igualmente inevitable derrota de las fuerzas del mal (Rusia) que será desmembrada y ocupada con el único noble fin de llevarles democracia. Uno de sus artículos titula “El renacimiento de Rusia”, redactado por la senadora Margaret Chase Smith (págs. 83-99). Por supuesto, dice, todo esto es “lamentablemente” parte de una guerra “no deseada”. La “justificación” del por qué se debe utilizar bombas atómicas contra Moscú y otras regiones: “libertad” para los rusos para que puedan adorar nuevamente a dios, para que los hombres sean libres en el trabajo, etc., etc., (Se puede acceder a archivos PDF de esa edición de la revista Collier’s en el ciberespacio).


Revista Collier’s, edición 27 octubre 1951, 132 páginas, 25 artículos. Se describe cómo transcurrirá la Tercera Guerra Mundial


Son décadas completas en las que la propaganda del Estado profundo ha venido moldeando a la opinión pública mundial sobre lo maligno que es el estado ruso, su “destrucción” es inevitable rezan, pidiendo la protección de un dios que parece también pretender una “guerra del fin de los tiempos” que acabe con todas las iniquidades del mundo, los justos -por supuesto, EEUU y sus aliados- serán “salvados”, “arrebatados”, según la doctrina de los fundamentalistas cristianos de los EEUU. A buen entendedor, los ejércitos se están preparando para la guerra contra Rusia. (Al respecto revisar el artículo: "Ronald Reagan, el fanático presidente fundamentalista", ver notas a pie de página).

Esa doctrina se aplica por igual en Europa y el Extremo Oriente: Japón, Corea del Sur, Filipinas, a su manera, por supuesto, rescribiéndose de los anales de la peligrosa “Liga Anticomunista Mundial”, fundada por el general Chiang Kai-shek (Taiwán), el reverendo Moon (Sur Corea), Ryoichi Sasakawa (Japón, fundador del Partido Liberal Democrático) y Yaroslav Stetsko (Ucrania, ex mano derecha de Stepan Bandera y primer ministro nazi ucraniano). En el Medio Oriente, el estado profundo israelí es liderado por Benjamin Netanyahu apoyado por una coalición de supremacistas judíos e inquietamente bajo el asentimiento de los petro-monarcas del Golfo Pérsico. (Mayores detalles sobre este párrafo pueden ser consultados en un reciente artículo de Thierry Meyssan, “Propaganda antirrusa y preparación para la guerra contra Rusia”. Ver notas a pie de página).

No han sido pocas las organizaciones de los medios estadounidenses y del establishment de la política exterior de Estados Unidos que participan como cómplices en la difusión de “gran parte de la peor propaganda en la historia de Estados Unidos. Peor porque esta propaganda se ha utilizado a menudo al servicio de los peores fines: para obtener apoyo para una variedad de guerras que resultan en la muerte de miles, a veces incluso cientos de miles, de inocentes”. En cuanto a Rusia, esa asociación entre los medios y el régimen de la desinformación propagandística incluye el engañoso caso del "Rusiagate" y los esfuerzos para ocultar la intromisión de Estados Unidos en Ucrania, y otros escenarios mundiales por medio de "noticias" que impulsan el cambio de régimen en varios países o apuntalan al estado de Israel ocultando sus crímenes de guerra, etc.

No es nada raro que a lo largo de la historia, la mayoría de las grandes potencias del mundo han mentido para respaldar sus esfuerzos bélicos con la ayuda de los medios de comunicación. Esa moderna propaganda en tiempos de guerra inició con las historias de atrocidades alemanas en Bélgica de 1914, quizá el primer gran éxito propagandístico británico para “exagerar salvajemente la agresión alemana y enviar el mensaje de que los alemanes eran una raza bárbara a diferencia de los civilizados franceses y británicos de Europa”. Esto provocó horror y fanatismo anti-alemán en gran parte del mundo. Esta política de mentir obtuvo un gran rédito, Estados Unidos entró en la guerra del lado de Gran Bretaña; a su vez, Estados Unidos implementó su propia campaña propagandística que incluía la censura absoluta durante las siguientes guerras. Hoy se trata de convencer a estadounidenses y europeos sobre la necesidad de involucrarse en guerras por el mundo para llevar “paz” y “democracia”.

Esa visión general del mundo que favorece la intervención internacional sin fin es cimentada por los principales proveedores de propaganda estadounidenses, es decir, los gobiernos. Lo primero y más importante es el esfuerzo por garantizar que el poder ejecutivo sea ilimitado en los asuntos internacionales bajo complicidad de los medios de comunicación (desinformación). Un amplio estudio al respecto, que va desde la primera y segunda guerra mundial, la guerra fría, etc., puede ser revisada en las notas a pie de página. La mente de los estadounidenses está moldeada para aceptar la propaganda rastrera e insidiosa política exterior estadounidense. (Ver: Cómo la propaganda de guerra alimentó la política exterior estadounidense durante un siglo).

Volvamos una vez más al tema de Ucrania.

Observemos el discurso de los dirigentes atlantistas… ¿Qué podemos concluir? La guerra de Ucrania no es una guerra de los ucranianos, no lo fue, siempre ha sido una guerra de las potencias europeas que aglutinan a los “europeos” a su alrededor, por supuesto, quien paga las consecuencias son los ucranianos.

Ucrania es un territorio de arenas movedizas para la Unión Europea, reflexiona el periodista español Ángel Ferrero, “cuanto más se mueve en ellas, más se hunde en sus propias contradicciones”, recordando casos como la necesidad (intención) de crear eurobonos para financiar la industria de defensa europea en los siguientes diez años (600 mil millones de euros), son los mismos eurobonos que anteriormente se negaron para el rescate financiero de Grecia. Otro ejemplo práctico es que Europa “no puede moralmente importar gas y petróleo de un estado autocrático como Rusia” que vulnera los derechos humanos y libra una guerra contra sus vecinos. Como todos sabemos la UE sigue y seguirá consumiendo petróleo ruso comprado a través de intermediarios; también importa petróleo de Azerbaiyán, “un estado autocrático que vulnera derechos humanos y libra una guerra contra sus vecinos”. La guerra obra milagros.

Europa sigue en su pretensión de enviar tropas a Ucrania sobre la base de acuerdos bilaterales de defensa. La política oficial de Europa es una, confirmada en la cumbre de jefes de estado y de gobierno europeos en París (marzo 2024): “Haremos lo necesario para garantizar que Rusia no pueda ganar esta guerra”, afirmó Emmanuel Macron (por supuesto existen voces disidentes dentro de la UE). Desde Moscú se escuchó la respuesta: “en ese caso, no tendríamos que hablar de la probabilidad, sino de la inevitabilidad” de un conflicto directo entre la OTAN y Rusia (Dmitri Peskov, portavoz del Kremlin).

A estas alturas, la hipocresía de los jefes europeos, ya no puede ser ocultada, las tropas británicas y francesas han estado apoyando a Ucrania sobre el terreno con el pretexto de instruir en el manejo de armas, instrucción de tropas, inteligencia, llevan a cabo operaciones secretas de espionaje y combate, y claro, con todo el respaldo diplomático y económico. Decía un reporte, de hace más de un año, del Financial Times, en entrevista a un funcionario de defensa europeo: “Todo el mundo sabe que hay fuerzas especiales europeas, solo que todavía no lo han reconocido oficialmente”. Ucrania, en otro gesto de hipocresía sigue desmintiéndolo, afirma que los extranjeros que combaten en Ucrania son voluntarios.

Macron no ha sido el único en recordarnos que “Rusia no puede ganar esta guerra”, también se ha escuchado de voz de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, desde Estrasburgo señaló: “Con el apoyo de nuestros aliados o sin él, no debemos permitir que Rusia gane”. “Cuando hablan de “ganar” o “perder”, los líderes europeos probablemente no están pensando en los ucranianos: una “victoria” rusa sería, en efecto, una “derrota” para el prestigio de la Unión Europea, y para ellos personalmente. Su superioridad moral para con Ucrania ha quedado, a ojos de la opinión pública, en entredicho con su apoyo a las acciones de Israel en Gaza, sus discursos sobre una victoria rápida y humillante sobre Rusia han chocado contra el muro de la realidad”. (Ver enlace al artículo “Ucrania, las arenas movedizas de la Unión Europea”, en las notas a pie de página).


Tanque ucraniano Leopard II, destruido en el frente de batalla


Las últimas referencias son datos de actualidad, sin embargo, debemos insistir en que esto no viene de hoy, viene desde hace siglos, como lo hemos explicado desde el primer artículo de esta serie. Ucrania, la actual pieza de utilería del militarismo expansionista occidental, viene actuando como ariete desde inicios del siglo XX (lo revisamos anteriormente). Otro dato importante digno de mención proviene desde la posguerra mundial, en la época de la Guerra Fría donde ya se reportaba como la Ucrania soviética era infiltrada para desatar el caos, y esa ha sido la misión del llamado nacionalismo integral ucraniano y sus ínfulas de superioridad racial sobre los eslavos rusos. (revisar notas a pie de página: "Los 'Revolucionarios' del Maidán y la añoranza fascista"). Y no estamos ocultando hechos, esas actividades del nazismo ucraniano fueron duramente repelidas por los soviets en la posguerra, no solo dentro del país sino fuera. Varios ucranianos al servicio de las potencias foráneas fueron eliminados por medio de asesinatos selectivos en el extranjero y otros fueron combatidos tras organizarse como grupos armados clandestinos.

Un excelente artículo escrito en 2016, por Wayne Madsen de Fundación Cultura Estratégica, “CIA: Socavando y nazificando a Ucrania desde 1953”, explica la desclasificación de miles de documentos de la Agencia Central de Inteligencia, desde 1953 la CIA operó dos programas importantes con la intención no solo de desestabilizar a Ucrania, sino de nazificarla con seguidores del líder nazi ucraniano de la segunda guerra mundial, Stepan Bandera.

“Los programas de la CIA abarcaron unas cuatro décadas. Comenzando como una operación paramilitar que proporcionó fondos y equipos para grupos de resistencia ucranianos anti-soviéticos como el Consejo Supremo de Liberación de Ucrania (UHVR); sus afiliados, la Organización de Nacionalistas Ucranianos (OUN) y el Ejército Insurgente Ucraniano (UPA), todos banderistas nazis. La primera operación de la CIA para desestabilizar Ucrania, utilizando agentes ucranianos exiliados en Occidente que se infiltraron en la Ucrania soviética, recibió el nombre en código de Proyecto AERODYNAMIC”. Un documento de la CIA de alto secreto, (13 de julio de 1953, hoy desclasificado) describe el propósito del Proyecto AERODYNAMIC: “proporcionar la explotación y expansión de la resistencia ucraniana antisoviética con fines de Guerra Fría y Guerra Caliente”, utilizando los grupos descritos, además de la Representación Extranjera del Consejo Supremo de Liberación de Ucrania (ZPUHVR) en Europa Occidental y Estados Unidos. La CIA admitió en un documento de 1970 (anteriormente secreto) que había estado en contacto con el ZPUHVR desde 1950.

En efecto, las organizaciones neonazis de actualidad en Ucrania derivan de las agrupaciones arriba enunciadas, y esos militantes se encuentran “hoy incrustados en el gobierno nacional ucraniano en Kiev y en los gobiernos regionales y municipales de todo el país”.

Todo lo referente al proyecto Aerodynamic, la intromisión de agencias extranjeras y militantes neonazis en Ucrania, la promoción de la causa de los tártaros en Crimea, está vastamente documentado. El proyecto aún estaba activo en la década de 1980 como Operación QRDYNAMIC, demostrándose que parte de esas operaciones eran “financiadas por el magnate de los fondos de cobertura George Soros, y como es lógico se expandió a China, Checoslovaquia, Polonia, Estonia, Lituania, Letonia, Yugoslavia, Afganistán, Asia Central soviética, la región marítima soviética del Pacífico y entre los ucranianos-canadienses”.

Vale recordar -una vez más- a Victoria Nuland, Subsecretaria de Estado para Asuntos Europeos y Euroasiáticos, quien confirmó ante el Congreso de Estados Unidos que desde el colapso de la Unión Soviética se gastó 5.000 millones de dólares para arrebatar el control de Ucrania a la esfera rusa. (Un detalle completo sobre Aerodynamic y otros datos relevantes puede encontrase en el artículo de Wayne Madsen, “CIA: Socavando y nazificando a Ucrania desde 1953”. Ver notas a pie de página)




Alguien se ha cuestionado ¿por qué EEUU y los medios occidentales evitan condenar los lazos de Ucrania con el neonazismo? Aun así, medios como el New York Times no han tenido otra opción que denunciar actos evidentes como la utilización de simbología nazi en los uniformes de las Fuerzas Armadas de Ucrania, y con mayor razón en las fuerzas paramilitares de los partidos políticos de extrema derecha ucranianos como Sbovoda y Pravy Sektor.

Nunca, ni el gobierno de Kiev ni sus aliados de Estados Unidos/OTAN/UE se han referido concretamente sobre el tema, al contrario, de forma discreta han intentado eliminar publicaciones, referencias a esa iconografía de grupos de odio entre las filas armadas de Ucrania. El NYT tuvo que llamarla "la complicada relación" del Ejército ucraniano con los grupos neonazis, cuyo vínculo se extiende hasta lo más alto del régimen de Kiev, como antes era Moscú quien lo denunciaba no pasaba absolutamente nada en cuanto a reacciones de autoridades internacionales.

El problema neonazi en Ucrania está denunciado desde hace décadas, y, certeramente, desde antes de 2014 cuando era claro que los militantes de extrema derecha seguían una agenda de intimidación y violencia para imponer sus objetivos -hacerse con el poder en Ucrania- con la aprobación tácita de ciertos sectores de la política del país. La BBC, en un artículo sobre el ascenso del neonazismo en Ucrania, afirmaba que “los funcionarios ucranianos y los aliados extranjeros, como Estados Unidos y los países europeos, a menudo niegan la importancia de los movimientos neonazis y de extrema derecha en la política interna de Ucrania, pero esos grupos existen". Sin duda, el más conocido de estos grupos extremistas es el denominado “Batallón Azov”, una organización paramilitar neonazi que se halla integrada en el Ministerio del Interior, en la Guardia Nacional, en la policía militar e incluso ahora como unidad militar de combate de Ucrania; muchos de sus líderes han ocupado altos cargos políticos.

Las ayudas económicas de los Estados Unidos para entrenar a las fuerzas militares ucranianas ascienden a cientos de millones de dólares, supuestamente, entre las disposiciones se prohibía que "ninguno de los fondos disponibles por esta ley puede usarse para proporcionar armas, capacitación u otra asistencia al Batallón Azov... La supremacía blanca y el neonazismo son inaceptables y no tienen cabida en nuestro mundo", declaraba en 2018 una representante demócrata (Ro Khanna). ¿Alguien duda que ha ocurrido todo lo contrario? La hipocresía es tal que en 2019 se celebró en Lvov (oeste de Ucrania) "el año de Stepan Bandera", glorificándose la figura de aquel repudiado ucraniano que colaboró con los nazis. En Ucrania se celebra o se celebraba antes de 2022 los crímenes cometidos contra los judíos ucranianos.

El presidente ucraniano, de ascendencia judía, ha tenido que inclinarse ante el poder del neonazismo ucraniano, tiene que posar en fotografías con soldados pronazis y milicianos nazis, no solo en fotos oficiales sino en sus redes sociales. El mundo civilizado que condena a través de las Naciones Unidas y el Parlamento Europeo la apología del nazismo han decidido desviar sus miradas a la “crueldad” rusa; sigue siendo poco común encontrarnos con información sobre ese “abominable aspecto de la élite militar y política del país”, señalan medios rusos como Sputniek. Imagínense el compromiso que tiene que pasar el New York Times, defender a Ucrania y hacerse de la vista gorda ante el mundo judío sobre los lazos del neonazismo con el gobierno de Kiev. Esa "ambivalencia", señala el NYT, "ha dejado a diplomáticos, periodistas occidentales y grupos de defensa en una posición incómoda. Incluso los grupos judíos y las organizaciones contra el odio han permanecido en silencio". Todo porque Occidente “prefiere no decir nada antes que darle la razón a Rusia, evidenciando la hipocresía de EEUU y sus aliados al evitar condenar el nazismo ucraniano solo para evitar que la guerra proxy que libran pierda apoyo internacional”. Estados Unidos decidió jugarse completamente por Ucrania, no permite cuestionamientos, ni del New York Times. En 2014 había grandes reportajes sobre nazis en Ucrania. Ahora, "EEUU no puede explicar cómo es que está apoyando un país que tiene grupos extremistas tan extendidos e integrados. ¿Cómo harían para convencer a su población que tienen que seguir enviando su dinero y su armamento a un gobierno que exalta el nazismo?"




El gobierno de Joe Biden no pudo, ni quiso justificar el hecho de que estaba financiando y apoyando grupos nazis. La narrativa es que “EEUU es el país que lleva la democracia liberal al resto del planeta, el que pelea por la libertad, por lo que debe moldear los hechos para que se ajusten a su relato”. Y la única de forma de silenciar la realidad es censurando y eliminando información contraria a su versión oficial. Pese a ello, un informe del Comité Judicial de la Cámara de Representantes denunció el mes pasado que el Buró Federal de Investigaciones -FBI- ayudó al Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU) a censurar cuentas prorrusas en redes sociales en 2023. (“¿Por qué EEUU y los medios occidentales evitan condenar los lazos de Ucrania con el neonazismo?”. Ver notas a pie de página). 


Caricatura de 2018 del artista británico Bob Moran, "Trump el arte de la negociación" (Nuevo!, edición de Corea del Norte) 


Donald Trump. Se debe advertir el peligro que representa en las guerras de Ucrania y Oriente Medio. No seré yo quien lo diga, uno de los mejores expertos en la materia, el estadounidense Edward Curtin, la Voz Disidente (Dissident Voice), un boletín digital dedicado a desafiar las distorsiones y mentiras de la prensa corporativa y las clases privilegiadas a las que sirve, Dissident Voice es una herramienta en la lucha por la paz y la justicia social (seguramente a decir de Mr. Trump, uno más de los prestigiosos miembros de la “izquierda radical”). Curtin escribió un valioso artículo para el medio digital Off-Guardian (igual que escribe para prestigiosos medios a nivel mundial) titulado: “Hold the applause for Trump, the 'Peacemaker'”, que podríamos traducirlo como “No aplaudamos a Trump, el ‘Pacificador’”. Veamos.

“Hay una historia que vale la pena recordar, ya que Trump es elogiado en ciertos círculos de la llamada "derecha" e "izquierda" como un pacificador con Rusia sobre la guerra de poder de Estados Unidos y la OTAN contra Rusia a través de Ucrania. El presidente Richard Nixon, quien se postuló como candidato por la paz en 1968 con un "plan secreto" para la paz en Vietnam que en realidad era un plan para más guerra, visitó China en febrero de 1972 en un movimiento para explotar la división entre la Unión Soviética y China, y sin embargo, la guerra de Estados Unidos contra Vietnam continuó hasta el 30 de abril de 1975, cuando Estados Unidos fue expulsado de Vietnam.

Creo que se recomienda extrema precaución cuando se trata de los planes de Trump para poner fin a la guerra de poder de Estados Unidos contra Rusia, que, siguiendo el guión Nixon-Kissinger, parece tener como objetivo dividir la asociación ruso-china que ahora amenaza la dominación mundial de Estados Unidos.

Trump, al igual que su predecesor Joseph Biden, quien presidió la guerra de poder contra Rusia y el genocidio de palestinos por parte de Israel, no es un hombre de paz. Apoya plenamente la extinción de los palestinos y apoya los objetivos de guerra de Israel en Oriente Medio. Entonces, cuando se trata de sus recientes acercamientos a Rusia y una resolución de la guerra de poder de Estados Unidos y la OTAN contra Rusia, uno debe reflexionar sobre la historia y la inclinación de Trump a hacer "un trato". El hombre, después de todo, era una estrella de reality shows y durante mucho tiempo se ha deleitado con cambios radicales de declaraciones e intenciones anteriores. Por ejemplo, en su primer mandato, a menudo habló de retirarse de la OTAN, pero nunca lo hizo; la OTAN, de hecho, se expandió bajo su supervisión. Habló de poner fin al apoyo de Estados Unidos y la OTAN al bombardeo de Ucrania de áreas de habla rusa del este de Ucrania, solo para retirarse de los Acuerdos de Minsk y enviar equipo militar a Ucrania para bombardear esas áreas.

Aquellos que lo elogian ahora dicen que es un hombre cambiado después de un tiempo "en el desierto" estos últimos cuatro años (uno recuerda los días errantes de Nixon en el desierto de 1960 a 1968). ¿Un hombre cambiado tendría a Elon Musk como su mano derecha o tendría como vicepresidente a JD Vance, cuya carrera ha sido respaldada por Peter Thiel de Palantir Technology?... El verdadero problema es Trump y la cuestión de si es real o no en sus esfuerzos por la paz en Ucrania. Soy muy escéptico y creo que está justificado.

Estoy convencido de que la guerra de Estados Unidos y la OTAN contra Rusia no terminará a menos que se disuelva la OTAN, lo que Trump no está proponiendo. Solo desea fortalecer la OTAN con dinero europeo, no con el de Estados Unidos. La única razón de ser de la OTAN es destruir a Rusia como país independiente y crear un cambio de régimen allí a través de múltiples medios. Esto siempre ha sido así. Es por eso que la OTAN ha existido durante tanto tiempo y se ha expandido. La guerra abierta en Ucrania es solo uno de los muchos medios que han utilizado a lo largo de los años. Puedes terminar la guerra abierta y continuar con la tapadera”… Y así será.

Un reciente artículo publicado en The Deal That Never Was, refiere que Trump convirtió una oportunidad tangible para la paz en otra oportunidad perdida tras la Cumbre de Anchorage (Alaska). El plan propuesto, parecido al plan debatido en Estambul, fue formulado por Washington y luego abandonado abruptamente por sus cálculos políticos a corto plazo que destruirán las perspectivas de paz a largo plazo. Moscú estaba listo, pero Washington se retiró en el último momento, dejando que el acuerdo colapsara. Definitivamente, esto dejó a Rusia escéptica, congelando -una vez más- los canales diplomáticos y aumentando las tensiones militares. 

El plan fue presentado por Steve Witkoff, días antes de la cumbre, Putin tras revisar la propuesta de EEUU le confirmó a Witkoff que Moscú estaba preparado para aceptar el plan estadounidense (la propuesta preveía un alto el fuego en las regiones de Zaporiyia y Jersón a cambio de la retirada de Ucrania del Donbass, Trump dudó, dijo que necesitaba tiempo para consultar a los aliados y a Zelensky, éste último junto a los europeos rechazaron cualquier acuerdo que requiera que Ucrania se retire del Donbass, insistiendo en que un alto el fuego se produzca a lo largo de las líneas del frente existentes).

“En la cumbre de Anchorage, el enviado de Trump (Witkoff) propuso un plan de paz para Ucrania, que Moscú aceptó. Sin embargo, Trump se retiró más tarde, emitió nuevas demandas, menospreció públicamente a Putin y aumentó las tensiones a través de amenazas de sanciones y despliegues de misiles. El patrón -fanfarronadas, acuerdos teatrales y retirada- se ha convertido en una característica definitoria de su política exterior y ha socavado gravemente la credibilidad de Estados Unidos a los ojos de muchos observadores internacionales”.

A decir de un experto ruso, Rusia ya no espera negociaciones significativas con Trump, debiendo reconocer que existen límites reales de poder entre Trump y el Estado Profundo permanente. (Informe más amplio en el artículo"El acuerdo que nunca se concretó: Washington lo propuso, Moscú aceptó, y Trump lo bloqueó". Ver notas a pie de página).


Finalmente. La coordinación entre Kiev y la OTAN se mantendrá. Zelensky ha decidido tomar medidas extremas para asegurar el objetivo de ganar tiempo para que la OTAN, mejor dicho, para que Europa siga preparándose para una gran guerra contra Rusia, parece que Europa la desea sinceramente. El papel de los mandos ucranianos no sería otro que el hacer todo lo posible para prolongar el conflicto el mayor tiempo posible, garantizando que Europa esté “lista” para el conflicto. La OTAN al momento de cerrar este artículo sigue efectuando temerarios ejercicios militares y alguien del círculo atlantista propone disparatadas acciones como establecer zonas de exclusión aérea sobre Ucrania... 

Todo indica que es Europa quien está pidiendo a gritos una tercera guerra mundial. No obstante, esto parece ser más otra escenografía de guión para convencer a los escépticos de la ‘amenaza’ rusa y seguir desviando más recursos.

Terminemos estos tópicos, que seguramente ya cansarán al lector. Las próximas dos entradas de esta serie (y para culminarla) dedicaremos a conocer un poco sobre qué es lo que quiere Rusia en este “juego” geopolítico mundial.

Continúe en la Parte IX

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