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12 febrero 2022

La huella militar global de Gran Bretaña


Mapa del mundo que muestra la extensión del Imperio Británico en 1886, de Walter Crane. Los territorios del Imperio están marcados en rojo. El mapa fue incluido como un suplemento en la edición del 24 de julio de 1886 del periódico británico ilustrado The Graphic. El inserto pequeño muestra en rojo la extensión de los territorios británicos en 1786


Primera Parte: 

Notas previas del editor del blog


La enigmática isla de Albión a través de los tiempos es muy rica en historia y leyendas. Ha construido y destruido imperios en los últimos siglos; ha creado naciones de la nada con un objetivo: dividir a pueblos hermanos; ha diseñado y rediseñado mapas geográficos con el mismo propósito: divide y reinarás. 


El Imperio Británico ha prevalecido sobre todos, a pesar de la dura rivalidad con otros imperios y naciones. Ese reinado sobre gran parte del orbe duró hasta después de la Gran Guerra (comúnmente denominada Primera Guerra Mundial). Antes del estallido de la segunda conflagración mundial junto a Francia seguían siendo los mayores imperios coloniales del globo. La Gran Bretaña seguía siendo la mayor potencia económica, su moneda era la referencia del comercio internacional (como lo es hoy el dólar).

A raíz de que el Imperio Alemán desatara la guerra en Europa en 1939 su colega imperial, la Gran Bretaña, se vio obligada a bajarse del pedestal cediendo ese privilegio a una nueva, poderosa e infranqueable potencia económica e industrial, los Estados Unidos de América que desde fines del siglo XIX venía haciendo presencia en el contexto mundial.


Mapa del Imperio Británico bajo la Reina Victoria, finales del siglo XIX. Los dominios se refieren a todos los territorios pertenecientes a la Corona.


Si bien es cierto que Gran Bretaña perdió mucho más de lo que ganó producto de la victoria contra el nazismo, hay quienes afirman que el poder económico global sigue siendo controlado desde la City de Londres, compartiendo ese privilegio con Wall Street en New York. 

¿Qué tan cierto es esto? Es algo que se discute con frecuencia. El hecho de que los imperios económicos anglo-estadounidense estén en dura disputa con la emergente potencia que es China y la poderosa Rusia no significa que veamos un cambio trascendental en el equilibrio internacional, al menos a mediano plazo. La astucia y estrategia occidental parece seguirse imponiendo (coercitivamente) ante sus rivales.

Tener muy claro, siempre, que las guerras -todas- son disputas por intereses económicos, lo demás es un saludo a la bandera y falso patriotismo de los señores de la guerra secundados por fanáticos belicistas. ¿Quién gana en una guerra, aún perdiendo el  conflicto? Los industriales y banqueros, si no pregúntenle a los banqueros e industriales nazis que ayudaron a reconstruir Europa luego de la gran matanza que fomentaron.

Esta claro que la especialidad de este blog no es la economía, pero no deja de relacionarse con la geopolítica y los conflictos mundiales. La City de Londres, entre otros territorios británicos sigue siendo un paraíso fiscal. Londres se divide en dos: la ciudad de Londres, propiamente dicha, administrada por su Alcalde  (Mayor of London), y la City de Londres, con su propio alcalde (Lord Mayor of London), en la práctica éste último es el representante y defensor financiero de todo el Reino Unido con amplia facultad para decidir y apoyar los negocios y cuestiones financieras.

Una guerra no se gana en el campo de batalla, una guerra solo puede ser ganada con el sustento de un poder económico combinado con la producción industrial, los seres humanos son solo carne de cañón en esa terrible competencia por apoderarse de los mercados desde tiempos anteriores a la época colonial y con mayor razón durante la primera y segunda guerra mundial. Pasando por todos los conflictos del siglo XX y los que se han desatado en estas dos décadas de lo que va el siglo XXI, no hay un solo conflicto en que los intereses económicos y la explotación de los recursos naturales de las naciones atacadas haya estado presente


Arthur Mees, "Banderas de un Imperio libre", 1910. Cornell CUL PJM 1167 01


En lo económico, lo que muchos denominan hoy "conspiración del sionismo internacional", o lo heredado de los "filósofos" nazis que sigue teniendo rabiosa acogida en la extrema derecha europea, con la tristemente célebre "conspiración judeo-masónica-comunista", quieren ver en los Soros, los Rothschild, entre otros, la evidencia "irrefutable" de tal teoría conspiranoica. 

Los mencionados personajes, a través de grandes corporaciones, son apenas la punta visible de una enorme red secreta de intereses financieros privados, controlados por las principales familias aristocráticas y reales de Europa, centrada en la Casa Británica de WINDSOR. Muy poco se habla del Club de las Islas, edificado sobre los restos del Imperio Británico tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, su sede es Londres, precisamente en la City. Soros y los intereses de los Rothschild prefieren mantener sus vínculos a la sombra, esconden muy bien a sus amigos en la City de Londres, en el Ministerio de Asuntos Exteriores británico, en los círculos financieros estadounidenses y, claro, también en Israel.

La existencia de este círculo fue desenmascarado en 1964 tras la aparición de un polémico libro, "Treason in America" (Traición en América) de Anton Chaitkin. En muchos sentidos, el Club de las Islas mantenía el modelo de la Compañía anglo-holandesa de las Indias Orientales del siglo XVII. Los Rothschild, los Soros y otros son de aquellos que en la Edad Media se denominaban Hofjuden, “judíos de la Corte”, que gozaban de la protección de las familias reales y aristocráticas, ya que el préstamo de dinero era prohibido por la iglesia y los judíos tenían "licencia divina" para negociar. Los más importantes de tales judíos que para nada son judíos, son los Rothschild, familia que impulsó la carrera de Soros. Todos son criados de la Familia Real Británica. (En el caso de George Soros, su identidad judía solo tiene un valor utilitario para él, en lugar de ser una fuente de valores morales, es una persona cínica y ambiciosa, reclutado por la red de inteligencia británica de posguerra).


Cartel antisemita de 1941 creado para la exposición antimasónica celebrada desde agosto de 1941 hasta enero de 1942 en Belgrado, Serbia bajo ocupación de la Alemania nazi. Patrocinada por el Tercer Reich, fue organizada por ex miembros de Zbor (el Movimiento Nacional Yugoslavo, también conocido como Organización del Trabajo Militante Unido) y posicionada como Anti-Masónico. La exposición tenía la intención de deshumanizar e intensificar el odio a los judíos, debido a la presunta Conspiración Judeo / masónica / comunista de dominación mundial,  judíos maniobrando a la masonería, la democracia y el capitalismo. Los diseñadores de estos carteles permanecieron en el anonimato. El cartel de ejemplo presenta una caricatura de un hombre judío que actúa como titiritero con Joseph Stalin y Winston Churchill como marionetas, con una calavera sobre la cabeza del titiritero y varios símbolos en las cortinas: estrella de David, masonería: llave, sol y luna, con una leyenda en serbio que se traduce como "El judío sostiene los hilos en su mano, ¿de quién y cómo? - Encontrarás respuestas en la exposición anti-masónica".


En fin, otros detalles de la City y los banqueros puede revisarse en La City de Londres, Wall Street y la reconquista de Estados Unidos en la era del capitalismo financiero

Es momento de repasar un artículo del Dr. Binoy Kampmark, de quien hemos tomado el título de esta entrada. 


Segunda Parte

Mantener el imperio en funcionamiento

Dr. Binoy Kampmark

Ex becario de la Commonwealth en Selwyn College, Cambridge, profesor en la Universidad RMIT de Melbourne. Sus artículos se publican en Global Research y Asia-Pacific Research.


Algunos tipos nostálgicos todavía creen que la Union Jack continúa revoloteando entre suspiros y reverencias sobre los puestos de avanzada del mundo, desde los trópicos hasta el desierto. Tendrían razón, aunque sólo fuera hasta cierto punto. 

 



Resulta que Gran Bretaña tiene un alcance global bastante expansivo cuando se trata de bases, instalaciones militares y sitios de prueba. Si bien no tiene el peso obeso y la fuerza pesada de los Estados Unidos, lo hace bien. A nivel mundial, el ejército del Reino Unido tiene presencia en 145 sitios en 42 países. Tales cifras concuerdan con la espinosa observación de Ian Cobain en The History Thieves: que los británicos eran las únicas personas "perpetuamente en guerra".

La rica descripción general de Phil Miller sobre la huella militar de Gran Bretaña para Declassified UK muestra que es pesada. “El tamaño de la presencia militar mundial es mucho mayor de lo que se pensaba anteriormente y es probable que signifique que el Reino Unido tiene la segunda red militar más grande del mundo, después de Estados Unidos”. El ejército del Reino Unido, por ejemplo, tiene presencia en cinco países de Asia-Pacífico: instalaciones navales en Singapur; guarniciones en Brunei, instalaciones de prueba de drones en Australia; tres instalaciones en Nepal; una fuerza de reacción rápida en Afganistán. Chipre sigue siendo uno de los favoritos con 17 instalaciones militares. En África, el personal británico se puede encontrar en Kenia, Somalia, Yibuti, Malawi, Sierra Leona, Nigeria y Malí. Luego vienen los lazos siempre dudosos con las monarquías árabes. 

La naturaleza de tener tales bases es ser amable con tu anfitrión, no importa que sea teocrático, loco charlatán o un déspota anticuado con fetiches. A pesar de las declaraciones a menudo tontas de los políticos británicos de que están en desacuerdo con los autoritarios, abundan las excepciones. El Reino Unido nunca ha tenido problemas con los autoritarios con los que puede trabajar o los déspotas a los que puede mimar. Una mirada más cercana a tales relaciones suele revelar los mismos ingredientes: capital, comercio, percepciones de necesidad militar. El acercamiento a Omán, un estado marcado por el gobierno absoluto, es un buen ejemplo.  

Desde 1798, Gran Bretaña ha contribuido a garantizar el éxito y la supervivencia de la Casa de Al Said. El 12 de septiembre, el secretario de Defensa del Reino Unido, Ben Wallace, anunció que otros 23,8 millones de libras esterlinas se destinarían a mejorar la Base de Apoyo Logístico Conjunto Británico en el puerto de Duqm, triplicando así “el tamaño de la base británica existente y ayudando a facilitar los despliegues de la Marina Real en el Océano Índico”. El Ministerio de Defensa también llegó a describir una “renovación” de una “relación enormemente valiosa”, a pesar de la firma de un nuevo Acuerdo de Defensa Conjunta en febrero de 2019.    

El acuerdo había sido uno de los actos del canto del cisne del enfermizo sultán Qaboos bin Said, cuyo fallecimiento este año fue lamentado genuinamente en los círculos políticos británicos. El primer ministro Boris Johnson lo llamó “un líder excepcionalmente sabio y respetado al que extrañaremos enormemente”. Papers of Record escribió en alabanza de un reformador y desarrollador. “El gobernante árabe que más tiempo ha servido”, observó una columna aduladora en The Guardian, “Qaboos era un monarca absoluto, aunque relativamente benévolo y popular”.    

El mismo sultán, debe decirse, tenía poca afición por la libertad de expresión, reunión y asociación, alentó los arrestos y el acoso de los críticos del gobierno y toleraba la discriminación sexual. Pero él era de la etiqueta de "uno de nosotros": entrenado en la Royal Military Academy Sandhurst, un anglófilo inquebrantable, instalado en el trono por Gran Bretaña en el golpe de palacio de 1970 durante la casi olvidada Rebelión de Dhofar. “Estratégicamente”, nos recuerda Cobain, “la guerra Dhofar era uno de los más importantes conflictos del siglo XX, ya que los vencedores podían esperar controlar el estrecho de Ormuz y el flujo de petróleo”. Los británicos se aseguraron de que su hombre ganara.


Posesiones británicas ultramarinas


Se pueden encontrar menciones públicas de una mayor participación militar británica en teatros extranjeros, aunque rara vez aparecen en las portadas. El negocio de proyectar tal poder, especialmente en el modelo británico, debe ser cuidadoso, considerado, incluso gnómico. Gran Bretaña, por ejemplo, se está uniendo al llamamiento liderado por Estados Unidos para contener el Peligro Amarillo en Asia Pacífico, un buen recordatorio para Beijing de que las viejas fechorías imperiales nunca deberían ser un impedimento para la repetición

El jefe del ejército británico, el general Sir Mark Carleton-Smith, habló en septiembre sobre la existencia de “un mercado para una presencia más persistente del ejército británico (en Asia). Es un área que vio una presencia del Ejército mucho más constante en los años ochenta, pero con el 11 de septiembre, naturalmente, retrocedimos”. Ha llegado el momento de “corregir ese desequilibrio”.

El Jefe del Estado Mayor de la Defensa del Reino Unido, el General Sir Nick Carter, prefiere ser más enigmático sobre el “futuro de la Gran Bretaña Global”. Para hacer frente a un “contexto estratégico cada vez más complejo y dinámico”, sugiere el “Concepto Operativo Integrado”. Gran Bretaña tiene que "competir por debajo del umbral de la guerra para disuadir la guerra y evitar que los adversarios de uno logren sus objetivos en estrategias de hechos consumados". 


Mapa del Imperio Colonial Británico 

Atrás quedaron los viejos matones imperiales de arrebatar y agarrar (snatch and grab); son evidentes las cuestiones de flexibilidad en términos de competencia. “Competir implica una postura de campaña que incluye operar continuamente en nuestros términos y en los lugares que elijamos”. Esto implica un proceso de pensamiento que involucra "varias dimensiones para escalar y desescalar arriba y abajo de múltiples escaleras, como si fuera una telaraña". El general intenta ilustrar este galimatías con el siguiente ejemplo: "Uno podría restringir activamente el dominio cibernético para proteger la infraestructura nacional crítica en el Dominio marítimo".

En 2017, Johnson, entonces secretario de Relaciones Exteriores, y el secretario de Defensa, Michael Fallon, ya habían murmurado algo más que una mayor presencia británica en Asia-Pacífico. Fallon estaba ansioso por enfatizar las razones de una participación más profunda, enumerándolas a un grupo de periodistas australianos. “Las tensiones han aumentado en la región, no solo por las pruebas de Corea del Norte, sino también por la escalada de tensión en el Mar de China Meridional con el programa de construcción que se ha llevado a cabo en las islas y la necesidad de mantener abiertas esas rutas”.

Con tal charla sobre la amenaza de China, se le podría perdonar por creer que la presencia británica en Asia-Pacífico fue mínima. Pero eso ignoraría, por ejemplo, la base de logística naval en Sembawang Wharf de Singapur, que cuenta con personal militar permanente británico con la vista puesta en el concurrido Estrecho de Malaca. También se puede encontrar una presencia más sustancial en el Sultanato de Brunei, que comprende un batallón de infantería de Gurkhas y una sección del Cuerpo Aéreo del Ejército con helicópteros Bell 212. El Ministerio de Defensa está particularmente interesado en los alrededores, ya que ofrecen "clima y terreno tropicales... muy adecuados para el entrenamiento en la jungla". 

Durante los próximos cuatro años, el ejército del Reino Unido puede esperar obtener 16.500 millones de libras esterlinas adicionales, un aumento del 10 % en la financiación y un cariñoso saludo a los militaristas. “He decidido que la era de recortar nuestro presupuesto de defensa debe terminar, y termina ahora”, declaró Johnson. “Nuestros planes salvaguardarán cientos de miles de puestos de trabajo en la industria de la defensa, protegiendo los medios de subsistencia en todo el Reino Unido y manteniendo a salvo a los británicos”. 

El primer ministro esperaba hacer ese anuncio acompañado de la "Revisión integrada de defensa y seguridad" defendida durante mucho tiempo por su asesor especial principal, ahora fallecido, Dominic Cummings. Cummings podría haber sido expulsado de la arena de gladiadores de la política de Downing Street, pero es poco probable que las ideas de la Revisión vayan en contra de las viejas tendencias imperiales. Como mínimo, habrá una promesa de más bases militares para reflejar una postura que el general Carter describe de manera bastante oscura como "comprometida y desplegada hacia adelante".



Gran Bretaña sigue conservando vínculos con sus antiguas colonias a través de la Mancomunidad de Naciones, Commonwealth, sus miembros representan casi un tercio de la población mundial (2.500 millones de personas), aglutina a 54 países independientes y semi-independientes que guardan lazos históricos con Londres y en la actualidad su membresía es voluntaria, no obliga sumisión a la monarquía británica.


Todo el material gráfico y sus notas a pie son interpuestos por el editor de este blog.

05 septiembre 2019

Sudáfrica: Lágrimas de los dioses, o diamantes malditos (2)



Flota holandesa del siglo XVII




Segunda parte

- SUDÁFRICA ENTRA EN LA HISTORIA 
- BREVE SEMBLANZA DEL BOERVOLK

A partir de la unificación de Portugal con España en 1580, Holanda comenzó a atacar también las posesiones portuguesas, infiltrándose poco a poco hacia el Índico y adueñándose de los secretos portugueses de navegación. 

Mientras Portugal dominaba el estrecho de Malaca (actual Singapur), los holandeses pusieron su esfuerzo en dominar el de Sunda (actual Yakarta). En 1602, aquellos sectores del comercio holandés que deseaban llegar a las Islas de las Especias se organizaron entorno a la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales (VOC por sus siglas originales), imitando a la British East India Company, dos años más antigua pero todavía mucho más cutre en comparación. Buena parte del capital de la Compañía procedía de mercaderes de diamantes judíos. 


El Gobierno holandés dotó a la VOC de poderes extraordinarios: poseer ejércitos, construir fortalezas y firmar tratados con gobiernos extranjeros. En los sultanatos y espacios vírgenes del Sudeste asiático, la corporación empleó brutales tácticas de terrorismo para imponer su poder, hasta el punto de que a menudo los indígenas preferían matar ellos mismos a sus líderes para salvarse de la ira de los holandeses. 

Bajo el liderazgo de hombres como Jan Pieterszoon Coen, los soldados de la VOC se embarcaron en orgías de destrucción y violencia, sabiendo que la desestabilización y la inseguridad crearían una escasez de recursos, lo que a su vez mantendría altos los precios de las mercancías. 


El poderío marítimo de Holanda no estaba tan unido al Estado como a la iniciativa empresarial privada, representada por la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales (VOC), multinacional talasocrática que mantuvo un collar de perlas que llegaba hasta el Extremo Oriente. Desde Galle (Ceylán, actualmente Sri Lanka) y Batavia (la actual capital de Indonesia), los comerciantes holandeses manejaban un comercio que llegaba al Oeste a los estrechos de Mandeb y Hormuz, y al Este hasta China, Formosa (Taiwán), Japón y las codiciadas Islas de las Especias (las actuales Molucas). Para llegar a Occidente, todas estas mercancías se veían antes canalizadas, como en un embudo, hacia el Cabo de Buena Esperanza. Entre 1602 y 1796, se calcula que la VOC mandó a un millón de europeos a trabajar en el comercio asiático en 4.785 naves y transportando 2,5 millones de toneladas de mercancías, monopolizando casi totalmente el lucrativo comercio de las especias. En comparación, el resto de Europa combinado mandó solo 882.412 personas entre 1500 y 1795. La Compañía Británica de las Indias Orientales, la "pobre" competidora de la holandesa, transportó un quinto del tonelaje sobre 2.690 barcos. La VOC fue manejada con puño de hierro por un consejo de diecisiete hombres de Ámsterdam.

En 1649 hubo una revolución en Inglaterra que sentaría las bases para el futuro imperio de la City de Londres, mal llamado Imperio Británico. El militar y fundamentalista puritano Oliver Cromwell, al frente de una extraña coalición que incluía al Parlamento inglés, a una facción militar, a diversas sectas protestantes, a la burguesía comercial urbana y a un grupo de diez mil matones en Londres, dio un golpe de Estado, decapitó al rey (algo insólito en la Europa del Antiguo Régimen, donde el rey era visto como una figura folklórica, paternal y protectora), se impuso como dictador y proclamó la República de Inglaterra, Irlanda y Escocia, a la que llamó la Commonwealth. Cromwell, que creía firmemente estar guiado por Dios, estuvo financiado por poderosos judíos de Ámsterdam, descendientes de sefarditas expulsados de España y Portugal: el rabino cabalista Manoel Dias Soeiro (mejor conocido por su nombre hebreo Menasseh ben Israel), Antonio Ferdández Carvajal (Moses Carvajal), Abraham Coen Gonsales y otros. Estos círculos financieros de Ámsterdam consiguieron que Cromwell permitiese a los judíos, expulsados en 1290, volver a Inglaterra. Parece claro que el objetivo de la camarilla judía de Ámsterdam era tomar el control del Gobierno y de la economía de Inglaterra, en la que veían un vasto manpower y potencial comercial. Aquí es donde se debería buscar el motivo del crecimiento de Inglaterra a costa de la decadencia de Holanda: en las camarillas financieras que decidieron retirar su capital de Ámsterdam y utilizarlo para apostar por Londres. Muchos de estos judíos fueron responsables de la Leyenda Negra española e incluso inventarían que las perdidas diez tribus de Israel se hallaban en los Andes, con la esperanza de que Inglaterra u Holanda intervendrían para desestabilizar al Imperio Español y obtener una cabeza de puente en el litoral pacífico de América, preferiblemente en Chile o Ecuador. Los judíos de Ámsterdam, esta vez encabezados por Solomon Medina (el primer judío de la historia ordenado caballero en Inglaterra), volverían a colocar a un agente suyo en Londres en 1689: Guillermo III de Orange.


Para establecer el imperio financiero de las autoridades judías en Inglaterra, era necesario derribar antes las tradiciones del Antiguo Régimen mediante una violenta revolución cultural, que tuvo lugar en 1649, recién terminada la Guerra de los Treinta Años. El dictador Oliver Cromwell (izquierda), financiado por Menasseh ben Israel (derecha), era un fundamentalista puritano ―es decir, calvinista de la rama inglesa― que destruyó gran cantidad de patrimonio artístico ("idolatría"), arremetió contra las tradiciones folklóricas del pueblo (paganismo, brujería), persiguió sin piedad a los católicos y llevó el terrorismo de Estado a Irlanda, de donde mandó a muchos habitantes como esclavos a las colonias penales de Barbados y Bermuda. Irlanda le debe a Cromwell la pérdida de un tercio de su población. En contraste, los judíos fueron bien tratados bajo su gobierno y se les permitió reasentarse en Inglaterra. El mandato de Cromwell marca la definitiva ruptura de Inglaterra para con el viejo orden, convirtiéndose en un pragmático y desalmado imperio comercial, ya libre de la influencia geobloqueante que sobre ella ejercía la católica Irlanda. La "vieja Inglaterra" folklórica, rural, de herencia céltica, romana, anglosajona, vikinga, normanda y netamente europea, quedó tocada de muerte. Sobre sus ruinas se alzó la Inglaterra talasocrática, comercial, industrial, burguesa, financiera, atlantista, urbana, conspiradora e imperialista, cuyos tentáculos no tardarían en extenderse por el mundo entero… incluyendo Sudáfrica.

Nota del editor del blog: Una aclaración respecto a las explicaciones de "Europa Soberana" sobre Oliver Cromwell y los judíos.
El sionismo no es un fruto del judaísmo, por mucho tiempo se opuso a esa ideología. El sionismo es un proyecto imperialista nacido de la ideología puritana británica. Cromwell derrocó la monarquía inglesa y proclamó la República (siglo XVII), puso los cimientos para una sociedad igualitaria pretendiendo extender el poderío de su país. Necesitaba a alguien que asumiera ese rol fuera de su patria, aceptando ser la vanguardia del imperialismo británico, para ello quería entablar una alianza con la diáspora judía, permitiendo el retorno de los judíos a Inglaterra (expulsados hacía 400 años); además, anunciaba su intención de crear un Estado judío: Israel. Pero Cromwell murió sin haber logrado que los judíos se unieran a su proyecto, cosa que se efectivizó con el nombramiento de Benjamin Disraeli como primer ministro de la reina Victoria (Conferencia de Berlín 1884). El impulsor del imperialismo británico, Cecil Rhodes, fundador de la De Beers Mining Company (monopolio mundial del comercio de diamantes) y de Rhodesia, encontró en Theodor Herzl el hombre que necesitaba para la efectivización del proyecto imperialista británico de crear un estado judío, por sentado que ello era un secreto en esos tiempos. El mundo debía seguir bajo dominio de la "raza superior" germánica, que no era solo de los alemanes, si no, también británicos, irlandeses, estadounidenses, canadienses, australianos, neozelandeses; y, por supuesto, los sudafricanos. Esta raza tenía que extender su imperio conquistando nuevas tierras con ayuda de los judíos. Theodor Herzl convenció a la diáspora para unirse al proyecto e "invirtió la opinión de su comunidad mediante la manipulación de sus mitos bíblicos. El Estado judío no estaría en una tierra virgen, en Uganda o en Argentina, sino en Palestina y con Jerusalén como capital. De manera que el actual Estado de Israel es al mismo tiempo hijo del imperialismo y del judaísmo". Desde 1948 Israel se acerca a Sudáfrica y Rhodesia que se identifican con el colonialismo de Rhodes. No tiene importancia que los afrikaneers sean partidarios de los nazis. Importa la misma visión del mundo que los sionistas. En 1953 la Asamblea General de la ONU condenó "la alianza entre el racismo sudafricano y el sionismo". Con la llegada de Mandela "fue posible liberarse de ese tipo de ideología y alcanzar la paz civil. Israel es hoy en día el único heredero mundial del imperialismo según la versión de Cecil Rhodes".

En 1652, el holandés Jan van Riebeeck, oficial de la VOC, estableció en el Cabo de Buena Esperanza una terminal de reabastecimiento para barcos comerciales, azotados por la enfermedad y la muerte. Con el tiempo, esta humilde estación llegará a ser Ciudad del Cabo, un núcleo vertebrador comparable a lo que fue Río de Janeiro para Brasil. Van Riebeeck conocía tanto Japón (más exactamente, la isla artificial de Deshima) como Vietnam y organizó hábilmente la incipiente colonia, que en adelante sería administrada, no por la República Neerlandesa, sino directamente por la Compañía, en un modelo político parecido al de algunas colonias inglesas en Norteamérica. La VOC introdujo esclavos de Madagascar y Malasia, construyó una fortaleza, un taller de reparación de barcos y un hospital, y para obtener víveres recurrió a los indígenas hotentotes. A pesar de que la VOC no tenía intenciones de colonizar la zona, en 1657 aceptó a regañadientes el asentamiento de un grupo reducido tras tener problemas a la hora de obtener grano de la población hotentote local. En 1665, la comunidad holandesa (también había alemanes y suecos) todavía era muy reducida: había sólo 82 hombres y 8 mujeres. Parece claro que hubo también judíos en la apartada colonia, ya que poco antes de su constitución, Holanda había recibido una oleada de refugiados judíos que huían de los pogromos acaecidos durante la rebelión de Chmielnicki (o Khmelnytsky), una insurgencia cosaca en la actual Polonia. Muchos de estos judíos llegaron desesperados y aceptaron convertirse al protestantismo para poder conseguir un empleo con la VOC. Sabemos que en 1669 había judíos bautizados en la colonia de El Cabo, como Samuel Jacobson, un pastor, o David Heilbrom, establecido en la estratégica isla de Robben al norte de la colonia. Como los estatutos de la VOC no dejaban que los judíos fuesen empleados de la misma (aunque sí accionistas o directores), estos individuos serán criptojudíos hasta que la llegada de los ingleses en 1805, con sus políticas igualitaristas y su libertad de religión, les permita salir a la luz.


Kasteel de Goede Hoop, la ciudadela de El Cabo, fue construida en el Siglo XVII para asegurar el flujo del comercio holandés entre el Atlántico y el Índico.

Con el paso de los años, el emporio comercial de la Colonia del Cabo creció y necesitó un espacio vital agrario y ganadero para poder subsistir. Con ese objetivo, se liberó de sus contratos a varios trabajadores de la VOC para que pudieran establecer granjas, arraigarse a la tierra y ponerla a producir comida. El objetivo: que la colonia fuese autosuficiente. Estos "burghers (ciudadanos) libres" serían conocidos como bóers ("granjeros" en holandés), comenzaron a ascender por el río Liesbeek y finalmente continuaron alejándose de la costa. Estaban destinados a romper con sus orígenes marítimos y comerciales y abrazar el modo de vida continental y productivo, produciendo una importantísima ruptura en la colonia que señala la clave de la geopolítica: el enfrentamiento entre potencias telurocráticas y potencias talasocráticas.

Para la década de 1670, la VOC empleaba a los hotentotes como mano de obra y fuente de información sobre el terreno, en ocasiones llegando a mezclarse racialmente con ellos. A cambio de grandes cantidades de brandy y tabaco, los hotentotes proporcionarían ganado a los colonos y les enseñarían a moverse y sobrevivir en el nuevo entorno africano, al que los europeos no estaban acostumbrados. Con el tiempo, algunos colonos se adentrarían hacia el interior del territorio, pasando a ser pastores itinerantes (trekboeren) o agricultores y artesanos de frontera (grensboeren). Estos granjeros no podían ya contar con la protección de los soldados de la VOC, por lo que se armaron y en adelante se ocuparon de su propia seguridad, sentando las bases para una sociedad altamente móvil y telúrica (continental). En los primeros comienzos de los bóers, había pocas mujeres blancas y muchos de ellos tomaron esposas hotentotes o esclavas malayas o de Madagascar, engendrando a la casta kleurlinge (coloureds en inglés, o "coloreados"), que en el futuro Apartheid tendrían su propio estatus social. Más despectivamente, a estos mezclados se les llamaría basters: bastardos. Los colonos holandeses, al parecer, no tenían el sentido de la exclusividad racial tan desarrollado como los colonos ingleses de Norteamérica, o bien el clima más suave de Sudáfrica producía una relajación de la conciencia étnica tradicional.


Primera expansión de los holandeses en El Cabo, Siglo XVII.


En 1679, un nuevo gobernante, el comandante Simon van der Stel (que tenía un cuarto de sangre hindú procedente de Goa), incrementó la colonización holandesa, estableciendo nuevos asentamientos, como Stellenbosch, un poblado 50 km al este de Ciudad del Cabo donde la colonia abandonaba definitivamente su carácter comercial, marítimo y esclavista por un estilo continental, autosuficiente, agro-pastoral y productivo. El comandante estimuló la inmigración de Europa, especialmente holandesa, para poblar estos nuevos proyectos.  

En 1688 llegaron más protestantes a la colonia, esta vez hugonotes (rama francesa del calvinismo) que habían huido a raíz de la revocación del Edicto de Nantes por Luis XIV y que pretendían empezar desde cero en una nueva tierra prometida. Las autoridades de la VOC, temiendo que los hugonotes pudiesen actuar como quinta columna de Francia en un futuro, llevaron al cabo una política de asimilación, convirtiendo el holandés en el idioma oficial en iglesias y escuelas y dotando a la población blanca de cierta homogeneidad cultural. Estos franceses serían posteriormente los artífices de los célebres vinos sudafricanos.

Con el tiempo también llegarían escandinavos, irlandeses, escoceses, flamencos, valones, alemanes y frisios. Los mercenarios contratados por la VOC habían sido en un principio alemanes protestantes del Norte, incluyendo veteranos de la Guerra de los Treinta Años, que se agregaron con los demás al leve sustrato portugués presente en la zona desde el Siglo XV. En este conglomerado de europeos étnicos, se acabaría imponiendo el idioma holandés, que acabará adquiriendo sus propias peculiaridades y se denominará afrikaans. Aquellos que lo hablaban y lo consideraban su herencia serán conocidos como afrikáner.

Paralelamente, a principios del Siglo XVIII, los judíos controlaban aproximadamente el 80% de los diamantes de la VOC (en comparación con el 8% del resto de commodities). En 1725, justo cuando el suministro de diamantes de India parecía comenzar a agotarse, se descubrieron nuevos yacimientos en la colonia portuguesa de Brasil, y los holandeses de la WIC (la contrapartida occidental de la VOC) maniobraron para meter ficha en ellos, pero para mediados de siglo, los ingleses se habían hecho con el comercio y el centro diamantero mundial pasó a ser Londres. Amberes retuvo su estatus como factoría de control, tallado, pulido y distribución a todas las cortes europeas, que comenzaron a acoger a un nuevo personaje: el "judío de la corte", encargado, entre otras cosas, de evaluar la calidad de los diamantes. Las familias de "judíos de la corte" abundarían en Europa (familia Isaac en Suecia, familia Oppenheim en Austria, familia Lippold en Hamburgo). 


(Nota del editor del blog: En este particular caso, se aprecia la inclinación ideológica del autor y su intento (y de muchos otros) de culpar a los judíos de todos los males. "Los judíos de la Corte" son de vieja data, vienen de la Edad Media y no furon exclusividad del negocio de los diamantes. Esto tiene una explicación.
En Apuntes sobre el sionismo, se describe dónde y cuándo surgió el mito que los judíos dominan el mundo a través del 'trono de oro". De hecho es una creación de la España Católica, sin intervención de judíos. Recordemos a Adam Smith: “La Riqueza de las Naciones” (1776) cuando el imperio español basaba su riqueza y prosperidad en los caudales de oro y plata explotados en América. Por ello Smith declaró que la verdadera riqueza de las naciones se basaba en el trabajo de la gente.
Hernán Cortés no era ningún judío. Tampoco lo eran sus soldados y los reyes que enviaron esas hordas de bandidos tampoco eran judíos, presumían ser muy “católicos”. El Imperio Español se convirtió en el imperio más poderoso de su época, no por el trabajo de su gente sino por las enormes cantidades de oro y plata extraidas de América. Ahí está el origen que la riqueza de una nación se basa exclusivamente en sus posesiones de oro/plata. Lo de ahora, solo en la teoría, es consecuencia directa del "revisionismo" histórico ordenado por el dictador español Francisco Franco bajo cuya férrea mano la prioridad consistió en exculpar a los Reyes Católicos de todos sus crímenes justificándoles absolutamente todo.
Debemos señalar a los califas musulmanes y a los reyes cristianos, tanto de oriente como de occidente, como responsables del surgimiento de una importante banca judía en el corazón del mundo islámico y de la cristiandad. La iglesia católica y los alfaquíes prohibían la usura (en su real concepto), que era útil a sus intereses de Estado. Entonces, ¿por qué no recurrir al judío que ya tenía una “licencia de Dios” al respecto? En el mundo islámico, delegar las prácticas usurarias a los judíos fue habitual durante siglos, con el agravante hipócrita de que uno no se “mancha las manos con la usura”. Precisamente por estas actitudes hipócritas, muchos judíos fueron prácticamente obligados a fungir como prestamistas o como contabilizadores de préstamos al no permitírseles laborar en oficios y profesiones desligados de actividad bancaria alguna, a los judíos se les tenía prohibido la práctica de numerosos oficios, eran considerados ciudadanos de segunda. Y, debemos acotar que, por esas mismas razones hipócritas, los judíos servían en las Cortes de los Monarcas Cristianos en la Edad Media, los conocidos Hofjuden, “Judíos de la Corte”, bajo protección de las familias reales y aristocráticas, eran quienes administraban las finanzas de los reinos y de la clase pudiente, en vista que el préstamo de dinero estaba prohibido por la iglesia y los judíos gozaban de esa "licencia celestial". (Deuteronomio, 23:20).
Hoy en día la usura no solo es permitida sino practicada por la Iglesia Católica (el costo que se ha tenido que pagar por esto ha sido una secuela de muy terrenales escándalos financieros como el del Banco Ambrosiano). La historia de la banca es amplia, y no perderemos tiempo aquí en detalles que se pueden encontrar en muchas referencias. El primer banco moderno fue fundado en Génova, Italia, con el Renacimiento italiano en marcha, en el año 1406, y su nombre era 'Banco di San Giorgio', a este primer banco no puede atribuírsele una patente de exclusividad judía, ya que en su funcionamiento colaboraron prominentes familias genovesas no-judías, incluyendo la casa de los Grimaldi (actuales soberanos del principado de Mónaco, no-judíos). Alguien recuerda o, al menos ha escuchado, alguna vez en su vida, sobre la Nobleza Negra Veneciana y su poderosa influencia aun en el presente?.
En la actualidad se emplea los poderes del Estado para alcanzar objetivos geopolíticos, desarrollándose una red secreta de intereses financieros privados vinculados entre sí y unidos por la vieja oligarquía aristocrática de la Europa Occidental. En muchos sentidos sigue el modelo de la Compañía anglo-holandesa de las Indias Orientales del siglo XVII, tiene tantos nombres como los que describe el autor del artículo. El corazón es el centro financiero del viejo Imperio Británico, la City de Londres. Por ejemplo, Soros o los Rothschild son de aquellos que en la Edad Media se les denominaría "Hofjuden", “judíos de la Corte”, que gozan de la protección de las familias reales y aristocráticas y, aunque muchos se resisten a aceptarlo, 
dependen de (y hasta son criados) de la familia real británica. Solos no podrían dominar a la "raza blanca" dominante. 



En 1707 el censo de El Cabo arrojaba el número de 1.779 burghers. En 1750, ya ascendían a 5.500. Según Sudáfrica se iba llenando de holandeses a lo largo del Siglo XVIII, también comenzaron a llegar las señales de la nueva ideología iluminista-liberal: para 1772 ya se había establecido en El Cabo la primera logia masónica. Entretanto, el empuje de los bóers hacia el interior se había expandido enormemente. Primeramente se habían dirigido hacia el Norte, hasta que la tierra se tornó árida y desértica. Después la expansión siguió a través del Gran Karoo (zona semi-desértica) hacia el Este. Cien años tras el establecimiento del primer asentamiento holandés, los bóers ya comenzaban a aventurarse en expediciones dispersas más allá del río Orange, a unos 800 km de El Cabo. Entonces el empuje se detuvo: al Norte, había desierto, en el centro los bosquimanos comenzaban a oponer resistencia y en el Sureste encontraron un nuevo enemigo con una mentalidad mucho más guerrera que los pueblos khoisán: los xhosa, una etnia de origen bantú. El Gran Río Fish se convirtió en la frontera entre el mundo bóer y el mundo xhosa, aunque debido a su escaso caudal en Invierno, eran frecuentes las razzias en ambas direcciones, especialmente para robar ganado. Los bóers se vieron lo bastante libres como para establecer un par de repúblicas: Swellendam y Graaff Reinet.


A partir de 1779, los colonos europeos comenzarían a entrar en conflicto al Este con los xhosa, una etnia bantú. De 1779 a 1879, se lucharán numerosas guerras, conocidas como las Guerras Xhosa, las Guerras Kaffir o las Guerras de la Frontera del Cabo. Para finales del Siglo XVIII, los bóers, un pueblo insignificantemente pequeño, habían ocupado un territorio más grande que Francia. Desde El Cabo había miedo a perder el control de estos colonos y la VOC intentó implantar magistrados en las dos repúblicas, pero causaron una revuelta bóer y la Compañía tuvo que desistir.

En 1795 la colonia ya tenía más de 15.000 bóers y su estado era preocupante, ya que la VOC estaba casi en la bancarrota debido a sus numerosas deudas, y los xhosa eran difíciles de contener en el Este. Ese mismo año, la colonia fue ocupada por los casacas rojas de la Corona inglesa para evitar que la Francia revolucionaria, que había ocupado Holanda, se apropiase de la estratégica colonia. El tiempo daría la razón a los ingleses, ya que Napoleón se interesaría demasiado por Egipto, y la vertical de Suez-Cabo siempre fue de gran interés para Inglaterra, que emergería de las Guerras Napoleónicas como la principal influencia en ambos extremos del continente africano y la potencia marítima hegemónica del mundo. El fin más que obvio de Londres era controlar todas las bisagras entre el "Océano Occidental" y el "Océano Oriental", recreando la antigua división marítima vigente antes del descubrimiento del Cabo. Y es que los ingleses tenían miedo de que Francia o alguna otra potencia rival, pudiese rodear por mar el continente africano para causarles problemas en la Joya de la Corona: India, donde la presencia francesa, holandesa y portuguesa no era despreciable.


Desde la llegada holandesa hasta el dominio inglés. Inmigración europea, tráfico de esclavos, migraciones internas de tribus nativas y guerras xhosa. Fuente del mapa: Nieves López Izquierdo, Mapping the World, 2010. cartografareilpresente.org

La ocupación británica no fue aceptada de buen grado por las repúblicas bóers independientes, que se alzaron en armas contra los ingleses ―sin éxito, debido a la falta de una logística organizada y a la presión de los bantúes. Sin embargo, aquí reverdeció el antagonismo entre los bóers continentales-autosuficientes del interior y las autoridades imperialistas marítimas-comerciales de la costa. Esta distinción entre potencias continentales (telurocracias) y potencias marítimas (talasocracias) es la clave de la geopolítica, pues ambos modelos de poder territorial y organización de los espacios y de las sociedades son como los polos negativo y positivo de un circuito eléctrico: los extremos que proporcionan la tensión necesaria para el desarrollo del "Gran Juego" estratégico. Las telurocracias "productivas" tienden a conceder importancia a la relación entre el hombre y la tierra (la teoría alemana del Blut und Boden), mientras que la talasocracias "especulativas" tienden a conceder importancia al dinero y a las mercancías. Aunque los bóers descendían de grandes navegantes, se habían convertido definitivamente al estilo de vida continental. Este antagonismo entre bóers del interior e ingleses de la costa acabará dando lugar a dos terribles conflictos armados el siglo siguiente.

Entretanto, el año 1800, había ya 40.000 colonos europeos, de los cuales una minoría eran bóers. En la Convención de Londres de 1814, Holanda cedería formalmente la Colonia del Cabo (Cape Colony) a Inglaterra. La derrota de Napoleón había cambiado muchas cosas: Gran Bretaña quedaba consagrada como reina indiscutible de los mares y su único verdadero rival, el Imperio Español, sería desmantelado en cuestión de décadas por las intrigas inglesas, que tenían en la Masonería una fabulosa herramienta de subversión. Holanda se había convertido en un satélite inglés y la finanza internacional había sido tomada por la familia Rothschild en una audaz maniobra especulativa tras la Batalla de Waterloo (nota del editor: Sobre se punto de la batalla de Waterloo es un viejo mito que persiste en la actualidad)

Nathan Rothschild se había hecho dueño de la economía británica, poseía lazos privilegiados con familiares suyos en Frankfurt, Viena, Nápoles y París, numerosos agentes en otros países (incluyendo en España) y no tardaría en extender su poder también por Sudáfrica.


Nathan M. Rothschild. Tras haberse adueñado de la economía británica en 1815, los Rothschild de Londres llegarán a ser la más importante dinastía financiera del mundo. Sus descendientes tendrán mucho que decir sobre Sudáfrica, como veremos.

En 1815, la población bóer llegaba ya a 27.000 y empezaron a sucederse acontecimientos que incrementaron el malestar de los bóers. Para empezar, los funcionarios británicos eran celosos propagadores de la Ilustración que parecían ver a los hotentotes como el arquetipo del "buen salvaje" de Rousseau, y comenzaron a importar docenas de misioneros anglicanos cada año, dedicados a evangelizar y educar a los indígenas para integrarlos en la sociedad europea y equipararlos a los afrikáner al más puro estilo progre. Desde el principio se hizo claro que estos misioneros habían llegado a Sudáfrica cumpliendo una agenda impuesta desde arriba. En todas las disputas judiciales que tenían lugar entre el amo bóer y el sirviente hotentote, las autoridades británicas se ponían invariablemente del lado del sirviente, con los misioneros (quienes, igual que los masones, tenían al rey de Inglaterra como máxima autoridad) apoyando enérgicamente a los hotentotes. Más aun, cuando un bóer era llamado a juicio para responder ante una alegación de abuso por parte de su criado, significaba que debía abandonar a su familia durante semanas enteras, dejándola indefensa y a merced de ataques. Asimismo, el Imperio Británico, sabiendo que no podía confiar en los afrikáner, comenzó a reclutar hotentotes para imponer sus leyes en la colonia.

Uno de los resultados de esta política fue la matanza de Slagtersnek ese mismo año, cuando una patrulla de soldados coloreados (pandoere) mandados por un teniente blanco, asesinó a Frederik Bezuidenhout, un grenboere (bóer agricultor) que vivía en la frontera más alejada, dura y aislada de la colonia. Johannes, el hermano del asesinado, juró liberar al país de los tiranos, y junto con sesenta hombres más, se alzó en armas contra las autoridades en un intento de vengar la muerte de Frederick. La insurrección acabó rodeada por las autoridades imperiales, Johannes murió en una escaramuza y cinco de sus compañeros fueron condenados a muerte. Otros 34 insurgentes, entre los cuales había veteranos de las Guerras Xhosa, serían castigados de otros modos, incluyendo obligados a presenciar la ejecución de sus compañeros. La pena debía ser llevada al cabo en el mismo lugar donde los granjeros habían pactado la rebelión, pero en el momento de ser ahorcados, cuatro de las sogas se rompieron. En vez de conmutarles la pena, como era lo normal en esos casos, se volvió a ahorcarlos, esta vez con éxito. Los bóers de la frontera interpretaron la rotura de las sogas como una protesta de Dios ante las ejecuciones, y en adelante celebrarían el 9 de Mayo, aniversario del acontecimiento.


Monumento a la matanza de Slagtersnek.


El Imperio Británico, inmerso en una nueva oleada de liberalismo, siguió apretándoles las tuercas a los bóers. Una nueva oleada migratoria reflejaría el nuevo estado de cosas en 1820, con la llegada a Port Elisabeth de cinco mil colonos ingleses, incluyendo judíos. La intención de las autoridades era mandar a estos uitlanders (foráneos, extranjeros) hacia el Este del país, hacia lo que hoy es Mozambique, para que contuvieran la agresiva expansión de los pueblos bantúes. Así se fundó Albany, un islote de habla inglesa en un mar de habla afrikaans. En 1822 el inglés fue declarado único idioma válido para el gobierno y los tribunales, y seis años después se prohibió el holandés en las iglesias y la administración. Además, por primera vez, se declaró la libertad de culto y los judíos pudieron "salir del armario" practicando su religión en público y rompiendo aun más la homogeneidad cultural. Los bóers también veían que la protección de los soldados británicos no era suficiente para contener los ataques y robos de ganado por parte de los xhosa en torno al río Kei, y que tendrían que poder ocuparse ellos mismos de su propia seguridad.

Londres comenzó a introducir derechos para la población indígena y en 1833 colmó la paciencia del resto de europeos étnicos cuando abolió la esclavitud -la logia de Ciudad del Cabo no perdía tiempo- Todos los esclavos debían ser emancipados; el Imperio Británico pagaba una indemnización a los amos, pero era muy reducida y, para más INRI, había que viajar a Londres para cobrarla. Muchos esclavos libertos no tenían otro modo de ganarse la vida y recurrieron al hurto. A esto se añadieron varios conflictos fronterizos con los xhosa en el Este en 1834 y el aumento del precio de la tierra, así como una sequía. Incluso la mismísima Iglesia Holandesa Reformada empezó a ser vista como un intento de retomar el control por parte de la antigua oligarquía comercial de El Cabo, y empezaron a surgir nuevas opciones religiosas, como los doppers, un pequeño y estricto grupo de puritanos caracterizados por su austeridad en la vestimenta, en el habla y en el culto religioso y que, aunque pocos en número, tenían una gran cultura y llegarían a ejercer una influencia desproporcionada en tiempos futuros. Hay que dejar claro que Londres no prohibía la esclavitud por humanitarismo, sino por pragmatismo: su industria crecientemente compleja precisaba de mercados extranjeros con mayor poder adquisitivo y le interesaba que los negros fuesen capaces de ganar un salario, consumir, pedir un crédito y endeudarse.

En general, los bóers veían la Ilustración como una "revolución" contra su Dios y su forma de vida. Muchos afrikáner, especialmente los bóers, habían desarrollado una cultura aristocrática, dominante y cuasi-feudal, consideraban que la equiparación de kaffires y blancos violaba la ley de Dios y decidieron huir de las imposiciones de Londres igual que sus antepasados habían huido de las imposiciones del Vaticano siglos atrás. El calvinismo tenía esa vena de independencia, libertad, rebelión e identidad de grupo, según la cual, si no te gusta la república que te gobierna, te marchas con tu gente y fundas tu propia república. En 1835, los bóers fueron consecuentes con sus ideas y comenzarían a emigrar, posiblemente lamentando dejar en manos de los ingleses una vasta tierra que habían conquistado ellos. La historia de esta gran emigración (el "Gran Trek") la veremos en la tercera parte de este artículo.


BREVE SEMBLANZA DEL BOERVOLK
Sin presión, no hay diamantes.
(Thomas Carlyle).

Nota del editor del blog: En este punto, el autor de "Europa Soberana" hace uso de otro estudio, no sin antes dejar sentado su siempre admiración por la superioridad racial blanca, expresa que hay que prestar atención al tipo humano que protagoniza la historia, rechaza la "historiografía moderna, fuertemente influenciada por la historiografía marxista, ya que esta última no cree que la voluntad humana sea el motor de la Historia si no una conjugación azarosa de procesos materiales, especialmente económicos". Basado en el trabajo de Thomas Carly plantea el carácter y el perfil psicológico del gran protagonista de esta era: el granjero afrikáner, a su decir, el diamante más valioso de Sudáfrica. Naturalmente no desaprovecha para elogiar a un grupo étnico que pretende mantenerse puro racialmente. Hay partes del texto que nos recuerda a la propaganda nazi para exaltar las "virtudes" de la "raza aria" y pretende justificar el moderno apartheid (olvidándose que no fueron solo los bóers holandeses si no que los ingleses consolidaron el sistema). De todas formas conservamos el texto (Los símbolos de interrogación (?) son míos, y se intercalan donde la explicación se aleja del real contexto histórico haciendo uso de la típica propaganda supremacista).

La palabra boer es la versión holandesa del bauer (campesino) alemán. El bóer era, ante todo, un tipo duro. Sus antepasados ya llevaban dos siglos viéndoselas con las tribus africanas cuando los Estados europeos comenzaron a abrirse paso en el continente en el Siglo XIX. De estirpe principalmente germánica y céltica, sano, bien alimentado, acostumbrado a vivir en la intemperie, gran cazador, excelente carnicero y con un enorme conocimiento del terreno, sus habilidades de rastreo, orientación y supervivencia en muchos casos las había aprendido de las tribus bosquimanas indígenas, del mismo modo que los colonos norteamericanos las aprenderían de los indios nativos. Debido a su dieta principalmente cárnica, los bóers eran descritos (por ejemplo, por los ingleses) como un pueblo de gente a menudo alta y grande. Utilizaban sombreros de ala ancha para protegerse del Sol y de la lluvia, usaban cráneos de buey como banquetas y en poco más de un par de generaciones, sus antepasados se habían hecho resistentes a las enfermedades africanas. El bóer formaba parte de una vanguardia de colonización y civilización en un continente salvaje y primario, una tierra donde aun se mataba con la lanza, la flecha y el cuchillo, donde ni las mujeres ni los niños podían esperar piedad y donde la diplomacia y la intriga estaban fuera de lugar, muy lejos de la civilizada Europa. El bóer era también desde el principio un gran jinete, un buen tirador y un excelente combatiente (especialmente guerrillero), y a los 13 ó 14 años ya se le consideraba lo bastante hombre como para irse de "comando" con sus padres y hermanos mayores.




Las mujeres bóer eran de armas tomar en un sentido totalmente literal, ya que agarraron el fusil y el cuchillo no pocas veces. Sabían dónde encontrar agua, cómo preparar un animal para ser cocinado, conocían las plantas comestibles de su entorno y desde pequeñas se ocupaban de cuidar a sus hermanos menores. En muchos momentos de desesperación y flaqueza, fueron ellas las que animaron a sus hombres a seguir adelante. Industriosas y sufridas, estas mujeres preferían ser madres a amantes, trabajadoras activas antes que mantenidas pasivas, respetadas antes que deseadas. A los veintipocos años ya formaban su propia familia y a lo largo de sus vidas lloraron amargamente la muerte de muchos padres, hermanos, hijos y esposos asesinados por las tribus bantúes. En más de una ocasión, tuvieron que presenciar la tortura, violación y muerte de sus hijos e hijas a manos de los bantúes antes de sufrir ellas la misma suerte. La suya era una vida de tragedias, sueños quemados y corazones rotos, pero de la unión de estos hombres tan machos y estas mujeres tan hembras nació un pueblo fuerte y curtido, con una voluntad férrea de sobrevivir: la humanidad indoeuropea en su máxima expresión (?).

También deberíamos dar gran importancia al imaginario colectivo del tipo humano protagonista de la historia, en este caso, a la "ideología bóer", ya que al siglo siguiente esta ideología cristalizará en sociedades secretas afrikáner y en el sistema de castas del Apartheid. El bóer era esencialmente un WASP, es decir, blanco, anglosajón (la antigua invasión anglosajona de Gran Bretaña partió de costas holandesas entre otras) y protestante, y esto define en buena medida su mentalidad. Profundamente religioso, el bóer se identificaba con el Antiguo Testamento leído en clave germánica (?); ésa era su mitología: la historia de un pueblo itinerante y pastoral, en busca de una tierra prometida en la que asentarse, negándose a dejarse dominar o asimilar por los pueblos que lo rodeaban, combatiendo a docenas de tribus hostiles, escapando de los imperios opresores y siguiendo el mandato de un Dios al que rezaban y cantaban con devoción ―aunque, como buen protestante, el bóer nunca destacó en arte material, sino que sublimaba su espiritualidad en la música, la oratoria y el trabajo, sabiendo que nada le sería dado gratis y que todo lo que quería lo alcanzaría sólo mediante el esfuerzo. Los bóers no se identificaban con el trasfondo, mucho más pacífico y universalista, del Nuevo Testamento, sino que consideraban que estaban repitiendo la historia del Éxodo; sus enfrentamientos con las tribus indígenas llevaron a algunos a pensar que ellos eran el nuevo "pueblo elegido" y que el hombre blanco era la creación más elevada de Dios, hecha "a imagen y semejanza" del Señor.

A pesar de su fama tosca, rural y simplona, la realidad es que, gracias a la Biblia, los bóers tenían un altísimo índice de alfabetización para la época, su constitución física era mucho más sólida que la del campesino europeo promedio y, como los puritanos en Estados Unidos, estaban familiarizados también con los autores de la antigüedad europea clásica. Aborrecían cualquier forma de gobierno (oficiales de la VOC, autoridades imperiales británicas… incluso la mismísima Iglesia Reformada Neerlandesa) que no emanase de ellos mismos, ya que se veían como un pueblo dominante, despreciaban toda burocracia y su pensamiento político puede ser descrito como verdaderamente democrático y libertario, con una intensa pasión por la independencia, la familia, la autosuficiencia y la soberanía individual. En muchos sentidos, su ideología se aproximaba bastante al anarquismo.

En la sociedad protestante ―especialmente la rígida y militante sociedad calvinista― no existía una figura comparable al católico hidalgo "pobre pero con honra", ni tampoco instituciones de caridad comparables a las del mundo católico, donde se velaba por proteger o subvencionar anti-eugenésicamente a personas que a menudo eran incapaces de condición, con el objetivo de mantener bolsas sociales adictas, estómagos agradecidos, ingenieros sociales y redes de Inteligencia a pie de calle. ¿Cómo iba un hombre a ser amado de Dios si era incapaz de prosperar por sus propios medios, si no era capaz de trabajar en equipo o si era indeseable para sus semejantes? Esta mentalidad protestante tendió a engendrar sub-castas de "basura blanca", individuos que quedaron fuera del orden colectivo, que carecían de la más elemental cultura y que involucionaron a lo largo de generaciones de endogamia. Sin embargo, el resto del cuerpo social estaba libre de controles oficiales, tenía una extraordinaria autosuficiencia económica y una sólida cohesión tribal.

En el Antiguo Régimen, las sociedades católicas eran mucho más liberales socialmente que las protestantes: las fiestas abundaban, el vino corría y el carnaval, heredero de las saturnales y bacanales romanas, permitía la manifestación controlada del caos orgiástico-dionisiaco acumulado a lo largo del año ―que si había algún desliz, una oportuna confesión podía ponerle remedio. En el mismísimo Vaticano, por lo demás, se esculpieron dioses y diosas paganos en diversos grados de desnudez y, para mantener la "paz con Dios", se instauraron órdenes religiosas de frailes y monjas, que encerrados en sus monasterios y conventos, realizaban todos los sacrificios religiosos necesarios para redimir al resto de la sociedad de sus pecados.

La sociedad calvinista, en cambio, había abolido el mundo monacal y del alto clero, pero a cambio impuso una estricta militancia religiosa a todos sus miembros. Todo el mundo debía conocer la Biblia bien, eso de esculpir dioses paganos no estaba en concordancia con la palabra de su Dios, confesarse no valía para borrar una falta, no existía el colorido aire festivo del mundo católico y el carácter social era más bien tirando hacia lo apolíneo y sobrio. En vez de cultivar minorías altamente ascéticas e iluminadas, los calvinistas querían que toda la sociedad adoptase cierto grado de ascetismo para poder hablar con Dios "de tú a tú", sin intermediarios. A diferencia del mundo católico ―que era un orden jerárquico por castas, debido a una gran diversidad étnica y social―, los calvinistas procedían de zonas étnicamente bastante homogéneas y no veían la necesidad de una jerarquía por castas más allá del simple reconocimiento social y la lealtad entre hombres libres.  


Hasta hoy, los bóers han conservado los rasgos idiosincrásicos de un pueblo que se niega a ser exterminado.


En cuanto al modo de vida de este esqueje del árbol europeo, era muy similar al de las primeras sociedades indoeuropeas de la estepa eurasiática, desplazándose en caravanas compuestas de vagones de madera tirados por bueyes y alimentándose de la ganadería, la caza, la pesca y la recolección. Siendo una tribu nómada, la agricultura, propia de sociedades sedentarias, no se encontraba en la base de su sustento, y por tanto su dieta carecía de cereales, azúcares refinados y similares. Una familia bóer típica poseía varias cabezas de ganado, un carro cubierto, una tienda de campaña y varias armas de fuego. Las mujeres iban dentro de los vagones, los niños o criados los conducían y los hombres iban montados a caballo alrededor de la caravana, explorando en busca de amenazas o lugares idóneos para pasar la noche. Este régimen de marcha les permitía hacer 8-15 km en un día. En situaciones de peligro, formaban con los carros un laager (círculo fortificado); los hombres se colocaban en el exterior a modo de barricada, y las mujeres, ancianos y niños en el interior protegido. Estos fortines improvisados podían levantarse con gran rapidez y constituyeron verdaderos castillos móviles. En ocasiones, mandaban hombres a Ciudad del Cabo para comprar pólvora, pieles, marfil, cera de abejas, café, herramientas agrarias o para organizar matrimonios. Perfectamente comparables a los vaqueros norteamericanos, los conquistadores españoles, los gauchos sudamericanos, los bandeirantes portugueses o a los cosacos rusos, los bóers, a diferencia de los cowboys, no han tenido ninguna publicidad, y a diferencia de los cosacos, ya no se encuentran apoyados por ningún Estado. A pesar de ser claves en la apertura, conquista y pacificación de vastos espacios africanos, el mismo Imperio Británico les acabará dando la espalda, abandonándoles a su suerte y apropiándose de sus conquistas.

Estos vanguardistas, equivalentes a los pioneros puritanos en Estados Unidos, son conocidos como voortrekkers, y sentaron las bases de un sentimiento popular que en el Siglo XX acabaría absorbiendo incluso a los "holandeses del Cabo": la identidad del boervolk o pueblo bóer. En la psique colectiva de este pueblo acabaría formándose toda una mitología en la que tenían enorme importancia los traumatizantes encuentros con los indígenas a la hora de justificar el posterior Apartheid ―algo muy similar a lo que pasó tras la invasión indo-aria de India con la implantación del sistema de castas 3300 años antes.

Todavía en pleno Siglo XXI, los afrikáner de origen bóer se encuentran entre los mercenarios más cotizados por las compañías militares privadas, especialmente en África, donde su actuación (por ejemplo, en el Congo) decidió el auge y la caída de regímenes políticos enteros a lo largo de toda la Guerra Fría.

Casco militar holandés, Siglo XVII.


Continuaremos...

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