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25 noviembre 2021

Occidente, solo un ‎simulacro de Libertad

 


por Thierry Meyssan


Nota previa del editor del blog

Una curiosa nota apareció el 8 de enero de 2015 en la Red Voltaire, la reproduzco porque tiene relación con el siguiente artículo del politólogo francés Thierry Meyssan.


"Charlie Hebdo (el semanario satírico) fue administrador de la Red Voltaire, de la que se retiró en 1997 por estar en desacuerdo con la asociación. El semanario satírico militaba entonces por la ilegalización del partido de extrema derecha Frente Nacional (FN) mientras que la Red Voltaire defendía el derecho de asociación del FN pero reclamaba la prohibición de su rama armada, conocida bajo las siglas DPS. Las relaciones empeoraron posteriormente cuando Charlie Hebdo atribuyó los atentados del 11 de septiembre de 2001 a al-Qaeda mientras que la Red Voltaire demostraba la inconsistencia de la versión oficial sobre esos hechos y acusaba a una facción del grupo de presión militar-industrial de Estados Unidos. Finalmente, en 2007, el director de Charlie Hebdo se acercaba al entonces presidente de Francia Nicolas Sarkozy mientras este último ordenaba la eliminación del presidente de la Red Voltaire (Thierry Meyssan), quien se vio obligado a exilarse".


Este blog mantiene un nexo editorial con el pensamiento del señor Meyssan, siendo sus artículos reproducidos con frecuencia en nuestro blog por ser un referente internacional en el análisis de la geopolítica global. Hemos seguido la carrera del politólogo francés desde los duros días en que Damasco estuvo cerca de caer en manos del yihadismo internacional, es decir, durante la invasión mercenaria-yihadista a la República Árabe Siria, financiada por la OTAN / monarquías wahabíes de Oriente Próximo / Israel. Uno de los objetivos de la guerra, en efecto era la cabeza de Thierry Meyssan.

Por estas razones, es primordial leer lo que él tiene que decir al respecto.


Occidente, sólo un ‎simulacro de Libertad


‎Red Voltaire reproduce para sus lectores un texto redactado originalmente a pedido ‎de la Fundación para Combatir la Injusticia, de Evgueni Prigoyin. El autor hace un ‎recuento de la protección que el presidente francés Jacques Chirac le concedió y de los ‎intentos de asesinato dirigidos posteriormente contra él y contra su equipo de trabajo. ‎Nuestros lectores pudieron seguir muy de cerca esos hechos, pero es la primera vez ‎que Thierry Meyssan se expresa públicamente sobre la persecución de la cual ha sido objeto. Su intención no es iniciar un ajuste de cuentas –las personalidades implicadas ‎en esa persecución seguramente creían estar sirviendo al país. Pero los franceses deben ‎conocer los crímenes que se cometen en su nombre. ‎

23 de noviembre 2021  / Red Voltaire



Thierry Meyssan en 2012, después de tres días de ataque contra su domicilio en Damasco (Siria), ‎donde estuvo bajo el fuego de los yihadistas armados y respaldados por el entonces ‎presidente de Francia, Francois Hollande.

Occidente ha utilizado todos los medios a su disposición, para tratar de silenciar a aquellos de ‎sus ciudadanos que han revelado su verdadera política, desde los hechos del 11 de septiembre ‎de 2001, y que se han levantado contra ella. ‎

En 2002 publiqué mi libro L’Effroyable imposture (La gran impostura), un trabajo de ciencias políticas donde cuestionaba la versión oficial ‎de los atentados cometidos el 11 de septiembre de 2001 en Nueva York, Washington y ‎Pensilvania y auguraba lo que sería la nueva política de Estados Unidos: una generalización de la ‎vigilancia sobre sus propios ciudadanos y la dominación sobre el Gran Medio Oriente o Medio ‎Oriente ampliado. Después de la publicación de un artículo del New York Times, que ‎mencionaba con sorpresa el impacto que mi libro había tenido en Francia, el Departamento de ‎Defensa de Estados Unidos asignó al Mosad israelí la misión de eliminarme. ‎

El entonces presidente de Francia Jacques Chirac, quien había solicitado a sus propios servicios ‎de inteligencia verificar el contenido de mi libro en cuanto a los atentados del 11 de septiembre, ‎decidió entonces protegerme. En una conversación telefónica, el presidente Chirac hizo saber al ‎primer ministro israelí Ariel Sharon que cualquier acción contra mí –no sólo en Francia sino en ‎cualquier país de la Unión Europea– sería interpretado como un acto hostil contra Francia. ‎El presidente Chirac también asignó a uno de sus colaboradores la tarea de velar por mí y de ‎informar a todos los países no europeos que me invitaran que al hacerlo se hacían directamente ‎responsables de garantizar mi seguridad. Efectivamente, en cada país donde fui invitado siempre ‎se me asignó una escolta armada. ‎

En 2007, cuando el presidente Jacques Chirac terminó su mandato y fue reemplazado por Nicolas ‎Sarkozy, este nuevo presidente aceptó la solicitud de Washington de ordenar a la Dirección ‎General de la Seguridad Exterior (DGSE) que se encargara de eliminarme. Sabiendo lo que ‎se preparaba, hice las maletas y me fui de Francia. En dos días llegué a Damasco, la capital ‎siria, donde recibí protección del Estado.

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Michele Alliot-Marie, desde su puesto de ministro de Justicia de Francia, ‎trató de utilizar a las autoridades libanesas para detener injustificadamente a un opositor ‎político.

Meses después decidí instalarme en Beirut ya que Al-Manar –la televisión del Hezbollah– ‎me proponía hacer un programa semanal en francés. Aquel proyecto nunca llegó a concretarse ‎porque Al-Manar renunció a realizar transmisiones en francés, aunque ese idioma es una de las ‎lenguas oficiales en Líbano. Fue entonces cuando la ministro francesa de Justicia, la señora ‎Michele Alliot-Marie, solicitó a Líbano que me interrogara porque un periodista, autor de un libro ‎contra mí, me acusaba de difamación. Era la primera vez en 30 años que la justicia francesa ‎dirigía un pedido así a Líbano. La policía libanesa me hizo llegar una citación pero yo sabía que ‎el pedido francés carecía de base legal en derecho francés. El Hezbollah me protegió y ‎desaparecí voluntariamente. Meses después, el primer ministro libanés, Fouad Siniora trató de ‎desarmar a la resistencia libanesa, pero el Hezbollah logró invertir la correlación de fuerzas. ‎Me presenté entonces ante un juez libanés, en medio de los aplausos de la policía que sólo tres días ‎antes todavía estaba buscándome. Aquel juez libanés me dijo que en su carta oficial, la ministro ‎francesa Michèle Alliot-Marie había agregado de su puño y letra una nota para que ‎me arrestaran y me mantuviesen tras las rejas el mayor tiempo posible mientras que el caso ‎siguiera su curso en Francia. La ministro de Justicia de Francia aplicaba así el procedimiento de ‎las llamadas «lettres de cachet» de los reyes franceses, que simplemente metían en la cárcel a ‎cualquier personaje incómodo, sin someterlo a juicio ni ocuparse siquiera de justificar el ‎encarcelamiento. El magistrado libanés me leyó el pedido oficial de Francia y me invitó a ‎responder yo mismo por escrito. En mi respuesta subrayé que, a la luz del derecho francés y ‎también del derecho libanés, el artículo que se invocaba para acusarme ya había prescrito desde ‎hacía tiempo, además de que no me parecía que su contenido pudiese ser considerado ‎difamatorio. La Corte de Casación de Beirut conservó una copia de la carta de la ministro ‎francesa y de mi respuesta. ‎

Algunos meses más tarde, asistí como invitado a una cena en casa de una alta personalidad ‎libanesa. También estaba presente un colaborador del presidente Sarkozy y tuvimos una dura ‎discusión sobre nuestras concepciones opuestas del laicismo. Aquel señor aseguró a los demás ‎presentes que él no rechazaba el debate… pero abandonó la cena y tomó de inmediato un avión ‎de regreso a París. Al día siguiente, recibí una citación según la cual un juez me recibiría para ‎discutir una cuestión administrativa. Cuando me hallaba en camino hacia el lugar donde ‎supuestamente debía ver al juez, recibí una llamada telefónica del príncipe Talal Arslane ‎avisándome que, según el Hezbollah, aquello era una trampa y que no debía presentarme en ‎aquel lugar. Finalmente resultó que aquel día ningún funcionario libanés estaba trabajando –era feriado ‎por tratarse de la celebración del nacimiento del Profeta Mahoma– pero una unidad de la ‎DGSE francesa estaba esperándome para secuestrarme y entregarme a la CIA. La operación ‎había sido organizada por el mismo consejero de la presidencia francesa con quien yo había ‎cenado el día anterior. ‎

Después de aquello, he sido objeto de varios intentos de asesinato pero siempre ha sido difícil ‎determinar quién o quiénes han dado la orden de eliminarme. ‎

Por ejemplo, en Venezuela, en medio de una conferencia en el ministerio de Cultura, la escolta ‎del presidente Hugo Chávez vino inesperadamente a sacarme del estrado mientras yo hablaba. ‎Un oficial me empujó detrás del escenario, llevándome a los camerinos. Sólo tuve tiempo de ver ‎como varios hombres sacaban armas en la sala. Dos bandos se vieron frente a frente. ‎Un disparo habría iniciado allí un sangriento enfrentamiento a tiros. En otra ocasión, también ‎en Caracas, fui invitado con mi compañero a una cena. Él no tenía mucho apetito y, cuando ‎trajeron nuestros platos, en el mío había menos comida que en el suyo, así que hicimos un ‎discreto intercambio. Ya de regreso en nuestro hotel, mi compañero comenzó a sufrir temblores, ‎cayó al suelo y perdió el conocimiento. Cuando llegaron los médicos, rápidamente determinaron ‎que se trataba de un envenenamiento y lograron salvarle la vida. Dos días después, una decena ‎de oficiales del SEBIN (Servicio Bolivariano de Inteligencia) nos visitaron para presentarnos sus ‎excusas y comunicarnos que habían logrado identificar al agente extranjero que había ‎organizado el envenenamiento. Mi compañero, en silla de ruedas después del incidente, ‎demoró seis meses en recuperarse. ‎

Posteriormente, a partir de 2010, los intentos de asesinarme siempre implicaron la participación ‎de yihadistas. En Líbano, un discípulo del jeque yihadista Ahmed al-Assir tendió una emboscada a ‎mi compañero y estuvo a punto de matarlo. Lo salvó la intervención de un militante armado del ‎PSNS. El agresor fue arrestado por el Hezbollah, que lo entregó al ejército libanés, y fue ‎posteriormente juzgado y condenado. 

El general Benoit Puga fue jefe del estado mayor particular de los ‎presidentes franceses Nicolas Sarkozy y Francois Hollande. Todo indica que este general ‎francés impartía directamente órdenes a los soldados franceses que el estado mayor ‎interarmas ponía a la disposición del jefe de las fuerzas armadas, soldados que fueron utilizados ‎en las guerras secretas contra Libia, contra Siria y en el Sahel, para dirigir secretamente ‎las acciones armadas de los yihadistas. El general Benoit Puga ostenta hoy el título de ‎Gran Canciller de la Orden de la Legión de Honor.


En 2011, la hija del líder libio Muammar el Kadhafi, Aicha, me invitó a Libia, después de haberme ‎visto criticar duramente a su padre en televisión. Aicha Kadhafi puso el mayor empeño en que ‎yo visitara su país para sacarme del error. Viajé a Libia y llegué ser parte del gobierno libio, que ‎me solicitó preparar su participación en la Asamblea General de la ONU. Cuando la OTAN atacó ‎la Yamahiriya Árabe Libia, yo estaba viviendo en el hotel Rixos, donde se hospedaba toda ‎la prensa extranjera. La OTAN sacó de Libia a los periodistas que colaboraban con las fuerzas ‎atlantistas, pero no pudo tener acceso a los que se hallaban en el hotel, defendido ‎personalmente por Khamis, el hijo más joven de Muammar el-Kadhafi. Khamis tenía su puesto ‎de mando en el sótano del hotel, cuyos ascensores habían sido previamente condenados. ‎Los yihadistas libios que posteriormente conformaron el “Ejército Sirio Libre”, bajo las órdenes de ‎Mahdi al-Harati y controlados directamente por militares franceses, asediaron el hotel durante ‎días, baleando a quien se aproximara a las ventanas

El ministro francés de Exteriores, Alain Juppé, aprobó en secreto la eliminación de Thierry ‎Meyssan. Hoy es miembro del Consejo Constitucional de Francia.

Finalmente, la Cruz Roja Internacional vino a sacarnos del hotel Rixos, con la capital libia ya en manos ‎de los mercenarios de la OTAN, y nos trasladó a otro hotel, donde ya se conformaba el nuevo ‎gobierno. En cuanto llegamos a aquel hotel, dos Guardianes de la Revolución iraníes ‎se presentaron a mí, el presidente iraní Mahmud Ahmadineyad y el vicepresidente Hamid ‎Baghaie los habían enviado para protegerme. Los dirigentes iraníes habían obtenido un ‎documento que contenía las decisiones adoptadas en una reunión secreta de la OTAN ‎en Nápoles (Italia) y en una de esas decisiones se precisaba que sería conveniente matarme ‎durante la toma de Trípoli. Aquel documento mostraba que el ministro francés de Exteriores, ‎Alain Juppé, amigo de mi padre, había participado en la reunión. Sin embargo, la oficina de Juppé ‎aseguró posteriormente que aquella reunión nunca existió y que aquel día el ministro estaba de ‎vacaciones. ‎

Creyendo el problema resuelto, los Guardianes de la Revolución regresaron a su país. Pero en ‎la capital libia circulaban pasquines con retratos de 12 personas “buscadas”: 11 libios y yo. ‎Un grupo de “rebeldes” llegó a registrar el hotel buscándome. Primero me salvó una periodista ‎de la televisora Russia Today, que me escondió en su habitación y se negó a permitir que los ‎‎“rebeldes” penetraran en ella. Otros colegas también me escondieron después, incluyendo una ‎periodista de la televisión francesa TF1. Al cabo de toda una serie de peripecias, durante ‎las cuales escapé a la muerte unas 40 veces, logré salir de Libia, como un boat people, junto a ‎unas 40 personas, en un pequeño barco de pesca que nos llevó a Malta… en medio de los ‎navíos de guerra de la OTAN. Cuando llegamos a La Valeta, la capital maltesa, el primer ‎ministro de Malta nos esperaba en el puerto, junto a los embajadores de los países de ‎las personas que llegaban de Libia en aquel barquichuelo, todos… menos el embajador ‎de Francia. ‎


El yihadista Mahdi al-Harati –aquí lo vemos besando en la frente ‎al presidente turco Erdogan– fue uno de los principales organizadores de la Flotilla de la ‎Libertad por Gaza y después fue sucesivamente cuadro del Grupo Islámico Combatiente ‎en Libia y del “Ejército Sirio Libre”. Contó con financiamiento de la CIA y fue formado ‎por Francia.

Cuando se inició en Siria la llamada «primavera árabe» –o sea, la operación secreta planeada ‎por los británicos para poner a la Hermandad Musulmana en el poder, como ya lo habían hecho ‎‎100 años antes con los wahabitas en Arabia Saudita–, regresé a Damasco para ayudar a quienes ‎me habían acogido cuando me vi obligado a salir de Francia. Y en Damasco también estuve ‎varias veces en peligro de muerte, pero allí había una guerra. No obstante, al menos una vez ‎fui blanco de un ataque directo de los yihadistas. Una de las veces que los “rebeldes” respaldados ‎por el presidente francés Francois Hollando trataron de tomar Damasco por asalto, mi domicilio ‎fue atacado directamente. El Ejército Árabe Sirio instaló un mortero en la azotea de ‎mi apartamento y los atacantes fueron rechazados. Eran al menos un centenar de yihadistas contra cinco soldados sirios ‎pero tuvieron que retirarse después de tres días de combate. Entre aquellos “rebeldes” no había ‎sirios sino pakistaníes y somalíes sin entrenamiento militar. ‎

Volví a Francia en 2020 para reunirme con mi familia. Varios amigos me habían asegurado que, ‎al contrario de sus dos predecesores –Nicolas Sarkozy y Francois Hollande–, el presidente ‎Emmanuel Macron no practica el asesinato político. Pero eso no significa que estoy enteramente ‎libre. La aduana francesa recibió una denuncia que aseguraba que el contenedor donde venían ‎mis pertenencias y las de mi compañero en realidad estaba lleno de explosivos y armas. ‎La aduana interceptó nuestro contenedor y envió 40 funcionarios para registrarlo. Todo fue una ‎operación montada por un servicio de inteligencia extranjero: la aduana francesa permitió que ‎una empresa privada se ocupara de volver a poner en el contenedor las pertenencias ya revisadas. ‎Aquello demoró dos días, durante los cuales nuestro contenedor fue saqueado. Los documentos ‎que traíamos desaparecieron en el proceso. ‎

Pero mi caso no es único. Cuando Julian Assange reveló la existencia del sistema Vault 7, que ‎permite a la CIA hackear cualquier ordenador o teléfono celular, también se convirtió en blanco ‎de los ataques de Estados Unidos. Con el consentimiento del Reino Unido, el director de la CIA, ‎Mike Pompeo, montó varias operaciones para secuestrar a Assange o asesinarlo. Cuando Edward ‎Snowden publicó el importante volumen de información que había acumulado sobre las violaciones de la ‎privacidad cometidas cotidianamente por la National Security Agency (NSA) estadounidense, todos ‎los países miembros de la OTAN se concertaron contra él. Francia incluso cerró su espacio ‎aéreo al avión del presidente boliviano Evo Morales porque Estados Unidos “suponía” que ‎Snowden podía hallarse a bordo. Hoy, Snowden vive como refugiado en Rusia. ‎

La Libertad ya no está en Occidente. ‎

Thierry Meyssan

16 noviembre 2021

COP26 o cómo “pintar de verde” los intereses de ‎la gran finanza


por Thierry Meyssan

Red Voltaire


Nota de introducción por el editor del blog

En "Las nuevas armas financieras de Occidente" el politólogo italiano Manlio Dinucci confirma que la COP26 (Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Clima) tiene como objetivo imponer a los países del Tercer Mundo grandes inversiones para evitar las emisiones de ‎CO₂. ‎y que nada tiene que ver con la protección del medioambiente.


Esas nuevas armas complementan el arsenal de políticas económicas y ‎financieras occidentales: las sanciones y embargos de los EEUU y la UE contra países, empresas y personas cuando consideran ‎que han cometido algún tipo de violación, exigen que terceros Estados ‎respeten tales medidas, amenazándolos con aplicarles represalias... Cuba es el caso más ‎patético. Embargo contra Irak –1990 a 2003- (1.5 millones de muertos). ‎En 2011, bancos ‎estadounidenses y europeos secuestraron 150.000 millones de dólares de los fondos soberanos ‎de Libia invertidos fuera del país, la mayor parte de ese dinero ‎desapareció. ‎2017, nuevas sanciones contra Venezuela, EEUU “congeló” bienes ‎venezolanos por valor de 7.000 millones de dólares y 31 toneladas de oro (Banco de Inglaterra y Deutsch Bank). El caso de Irán, Norcorea... etc.

¿Qué tiene que ver esto con el cambio climático?

"Ese es telón de fondo de la nueva y colosal operación financiera que hoy están promoviendo ‎Goldman Sachs, el Deutsch Bank y los demás grandes bancos de Estados Unidos y la Unión ‎Europea. Implantando un mecanismo calcado del de las llamadas sanciones, esa operación ya no prevé ‎la imposición de restricciones económicas o “congelación” de fondos sino limitar el financiamiento solo a los gobiernos y entidades o personas “virtuosas” que acepten someterse al ‎‎"Índice ESG", siglas que hacen referencia a tres parámetros: Entorno, Sociedad y Gobernanza". ‎

El Departamento de Estado ‎de Estados Unidos, el Foro Económico Mundial, la Fundación Rockefeller y el Banco Mundial son ‎los principales autores de esas normas, junto con algunas agencias de la ONU limitadas a un papel ‎subalterno. ‎El objetivo oficial del "Índice ESG" sería establecer normas para evitar la inminente catástrofe ‎climática que nos anuncian en la Conferencia de Glasgow, para defender los derechos humanos ‎pisoteados por los regímenes totalitarios y para garantizar el buen gobierno, claro según el ‎modelo predeterminado por las grandes democracias occidentales. 

¿Cómo funciona?

La operación financiera actual se concentra en el cambio climático. La Conferencia de la ONU ‎en Glasgow  anunció que "La Finanza se hace verde y resiliente". 450 bancos y ‎transnacionales de 45 países se han sumado a ella y se comprometen a "invertir en los ‎‎tres próximos decenios más 130 mil millardos de dólares de capital ‎privado para transformar la economía hasta cero emisiones de CO₂ en 2050". Los capitales ‎se recogen mediante la emisión de "bonos verdes" (Green Bond) y de inversiones ‎provenientes de fondos comunes y de fondos de pensiones, en gran parte con dinero de ‎pequeños ahorristas que correrán así el peligro de verse atrapados en una enésima burbuja ‎especulativa. ‎

Bien, repasemos la siguiente investigación de Thierry Meyssan sobre el tema, bajo el título "COP26 o cómo “pintar de verde” los intereses de ‎la gran finanza".


***

por Thierry Meyssan

Red Voltaire


La COP26 no es más que un show montado para desviar la atención del público de ‎lo que realmente se prepara en ese encuentro. El GIEC –el comité de expertos de la ‎COP que parece estar alertando a gobiernos sordos sobre la catástrofe que se aproxima– ‎está siendo utilizado para dotar a esos gobiernos de un discurso que justifica sus ‎ambiciones políticas. Los presidentes de Rusia, Vladimir Putin, y de China, Xi Jinping, ambos resueltamente hostiles a los proyectos financieros que se cocinan en la COP, ‎se negaron a participar en esa reunión aunque los banqueros más conocidos del ‎mundo hablan allí de 100.000 millones de dólares en inversiones.

 

James Bond “generalmente llega al clímax de sus muy lucrativos films hallándose frente a un ‎artefacto apocalíptico y tratando desesperadamente de saber cuál cable tiene que cortar para ‎desactivarlo, mientras que un reloj numérico en rojo anuncia implacablemente una ‎detonación que, como sabemos, pondrá fin a la vida humana (…) Hoy estamos, mis colegas ‎dirigentes mundiales, casi en la misma situación que James Bond, pero la tragedia es que esto ‎no es una película y que el dispositivo apocalíptico es real”. Eso dijo, con la mayor seriedad del mundo, el primer ministro británico Boris Johnson al abrir la COP26.‎


La "Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático" viene siempre acompañada ‎de discursos apocalípticos pero nunca arroja compromisos cuantificables ni verificables. Solo ‎da lugar a promesas, que siempre se firman en medios de grandes despliegues mediáticos pero ‎también siempre redactadas en condicional. ‎

La COP26 que se desarrolla en Glasgow (Reino Unido), desde el 31 de octubre ‎hasta el 12 de noviembre, no parece que vaya a escapar a esa regla. Comenzó con un ‎espectacular video, donde un dinosaurio subía a la tribuna de la Asamblea General de la ONU para ‎lanzar una llamada de alerta sobre la posible extinción de la especie humana, y prosiguió con el ‎discurso de apertura del primer ministro británico, Boris Johnson, sobre lo que haría James Bond ‎ante la amenaza del cambio climático. El show prosiguió en la calle con una manifestación ‎encabezada por Greta Thunberg, quien declaró ilegítimos todos los gobiernos del mundo y ‎denunció el «fracaso» de la conferencia, que solo estaba comenzando.

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Los líderes políticos que tanto llaman a salvar la humanidad de su extinción inminente son los mismos ‎que asignan miles de millones de dólares a la fabricación y desarrollo de armas nucleares capaces ‎borrar de la faz de la Tierra la especie humana que tanto dicen querer defender (1).‎


Lo mínimo que se puede decir sobre la COP26 es que, en vez de ser una reunión diplomática ‎tendiente a lograr una disminución de la emisión de gases con "efecto invernadero", se trata ‎solo de una farsa de cierta calidad montada para los espectadores del mundo entero. ‎

Pero entonces, ¿cuál es la realidad que se esconde tras ese circo? ¿Y por qué participan en él ‎todos los Estados miembros de la ONU?

El geofísico yugoslavo Milutin Milankovic (1879-1958) relacionó las ‎variaciones climáticas con las modificaciones de la órbita terrestre y la inclinación del planeta. ‎Inicialmente ridiculizada, la teoría de Milankivic se convirtió en un análisis de referencia para ‎explicar las variaciones del paleoclima… y también podría explicar las modificaciones, a menor escala, registradas en los últimos años.

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EL «CALENTAMIENTO GLOBAL»

Para responder a esas preguntas tenemos que empezar por separarnos de varias “certezas” ‎erróneas sobre el llamado "calentamiento global". ‎

Es un error creer que el "calentamiento global" amenaza la supervivencia de la especie humana. ‎El clima siempre ha sufrido cambios, no de manera linear sino por ciclos. Hace siete siglos, ‎la Tierra era un planeta más caluroso que hoy en día. Por ejemplo, en Francia los glaciares de ‎los Alpes eran menos extensos que hoy –incluso había camellos silvestres en lo que hoy ‎conocemos como la región francesa de Provenza– y ciertas partes del litoral de lo que hoy es ‎la Francia continental se adentraban en el mar más profundamente que en la actualidad ‎mientras que otros tramos de litoral, más “retirados”, avanzaron con el tiempo. ‎

Se ha comprobado que el calentamiento climático en Europa coincidió con el momento de la ‎Revolución Industrial. Por eso “creemos” que las evoluciones climáticas que hoy vemos ‎se aceleraron como consecuencia de las emisiones de gases de efecto invernadero provenientes ‎de la actividad industrial, durante los dos últimos siglos. Es posible, pero la simultaneidad de ‎dos hechos no indica necesariamente que uno sea la causa del otro. ‎

Existen otras hipótesis, como la del geofísico yugoslavo Milutin Milankovic, que explican esos ‎cambios a partir de las variaciones de la órbita terrestre, determinadas por la excentricidad de ‎dicha órbita (2), entre otros factores. ‎


Al impulsar la creación del GIEC (en 1988), la entonces jefa del gobierno ‎británico, Margaret Thatcher, aspiraba a encabezar una nueva revolución industrial basada en ‎el uso del petróleo y de la energía nuclear. En la práctica, la política de Margaret Thatcher ‎consistió en cerrar gran parte de la industria británica y financiar la economía del Reino ‎Unido, lo cual nos ha llevado a la COP26 y a la actual retórica sobre el “calentamiento ‎climático” como medio de justificar el endeudamiento del Tercer Mundo ante las grandes ‎entidades financieras de la City.

Y MARGARET THATCHER CREÓ EL GIEC

En 1988, los primeros ministros de Canadá y del Reino Unido, Brian Mulroney y Margaret ‎Thatcher, convencieron a sus socios (Estados Unidos, Alemania, Francia e Italia) para financiar ‎un "Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático" (GIEC, también designado ‎como IPCC debido a sus siglas en inglés), bajo los auspicios de la Organización Meteorológica ‎Mundial (OMM) y del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). ‎Poco después, Margaret Thatcher declaró que los gases de efecto invernadero, el hueco de la capa de ‎ozono y las lluvias ácidas exigían respuestas intergubernamentales (3). ‎

Pero aquel lindo discurso ocultaba objetivos políticos. La señora Thatcher estaba empeñada –‎así lo confirmaron después sus consejeros– en acabar con los sindicatos de los mineros de los ‎yacimientos de carbón y en promover una nueva revolución industrial, basada en el uso del ‎petróleo del Mar del Norte y en la energía nuclear (4).‎

El GIEC no es una academia de sabios climatólogos sino, como su nombre lo indica, un "grupo ‎intergubernamental". En el GIEC no se habla de climatología sino de política climática. La gran ‎mayoría de sus miembros no son científicos sino diplomáticos. En cuanto a los expertos en ‎climatología que pertenecen al GIEC, no están ahí como científicos sino como expertos en ‎el seno de su delegación gubernamental, o sea como funcionarios. Todas sus intervenciones ‎públicas se hacen bajo el control de sus gobiernos. Es por consiguiente grotesco hablar de ‎consenso "científico" para designar lo que en realidad es el consenso político que reina en ‎el seno del GIEC. Eso demuestra un desconocimiento total del funcionamiento de las instituciones ‎intergubernamentales. ‎

Al contrario de lo que cree Greta Thunberg, el GIEC no está augurando el apocalipsis a gobiernos ‎que hacen oídos sordos. En realidad obedece fielmente a esos gobiernos y elabora, con sus ‎climatólogos, una retórica destinada a justificar una serie de cambios políticos que la gente ‎normal rechazaría sin los argumentos del GIEC. ‎

Los trabajos del GIEC sirven de base cada año a una "Conferencia de las Partes" (COP) firmantes ‎de la "Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático" (CMNUCC). ‎La 26ª edición de esa conferencia es el encuentro de Glasgow (COP26).

Por cierto, ‎en 1990, el GIEC estimaba, en su primer informe, como "poco probable" un claro ‎recrudecimiento del efecto invernadero "en los próximos decenios o más". En 2021, ‎aquella verdad de 1990 se ha convertido en una herejía. ‎

Las primeras COP se dedicaban al trabajo de información y de sensibilización del público sobre la ‎evolución del clima. Estaba claro para todos que ciertas regiones se harían inhabitables y que ‎algunas poblaciones tendrían que desplazarse. Pero con el transcurso del tiempo comenzó a ‎decirse que los cambios serían tan radicales que podrían amenazar la supervivencia de toda la ‎especie humana. Como no se ha producido ningún descubrimiento científico inesperado que venga a cuestionar ‎abruptamente la verdad anterior, el cambio de retórica tiene como única ‎explicación la evolución de las necesidades de los gobiernos. ‎


La sociedad de consumo está al borde del abismo porque no se puede seguir vendiendo a ‎alguien lo que ya tiene. Si se derrumban las industrias, se pierden los empleos y los gobiernos ‎se ven en peligro de ser derrocados. Para evitar eso, hay una sola solución, que ya se utilizó en el ‎pasado.


A finales de los años 1990, la mayoría de las sociedades occidentales ya estaban informatizadas y ‎se hacía imposible seguir vendiendo computadoras. Así que se inventó la historia del "error ‎del milenio", según la cual todos los sistemas informáticos del mundo iban a entrar en crisis a ‎las 00:00 horas del 1º de enero del año 2000… y todo el mundo volvió a comprar nuevos ‎ordenadores y programas informáticos concebidos para enfrentar el «Y2K». Por supuesto, ‎no se cayeron los aviones en vuelo, tampoco se cayó ningún ascensor ni hubo ordenadores ‎con problemas. Pero se detuvo la caída de las ventas y se salvó Silicon Valley. ‎

Hoy en día la solución sería la "transición energética". O sea, en vez tratar de vender ‎otro automóvil a alguien que ya tiene uno, habrá que venderle un vehículo eléctrico para ‎reemplazar su automóvil que funciona con gasolina. Por supuesto, la electricidad se genera ‎utilizando petróleo y exige el uso de baterías que actualmente no son reciclables. En definitiva, ‎con la "transición energética" el planeta se verá más contaminado que antes pero… ‎¡ahora no hay que pensar en eso!‎


La teoría del origen humano del calentamiento global garantiza el ‎enriquecimiento personal del ex vicepresidente estadounidense Al Gore, quien es su principal ‎promotor. A finales de los años 1990, fue precisamente Al Gore quien montó el cuento del ‎‎“error del milenio”, contribuyendo así a la fortuna de Bill Gates y preservando los intereses de Silicon Valley.

LA «BOLSA DEL CLIMA»,

ÚNICA REALIZACIÓN DE LA COP

Bajo la presidencia de Bill Clinton, Estados Unidos tomó el control del GIEC e impuso el Protocolo ‎de Kioto (COP3)… documento que Washington nunca firmó. El vicepresidente Al Gore estaba entonces a cargo de la política ‎energética de Estados Unidos y así aprobó la guerra en Kosovo para poder construir un ‎oleoducto a través de los Balcanes. Pero, como el Protocolo apuntaba originalmente a limitar las ‎emisiones de cinco gases de efecto invernadero y de tres sustitutos de los clorofluorocarbonos, ‎Al Gore promovió la creación de unos "derechos de emisión de CO₂" para las industrias y se olvidó de ‎los demás gases. ‎

Ya como ex vicepresidente de Estados Unidos, Al Gore fundó, junto a varios banqueros de ‎Goldman Sachs y con financiamiento de Blackrock, la Chicago Climate Exchange (Bolsa del Clima ‎de Chicago). Como Estados Unidos nunca firmó el Protocolo de Kioto esa entidad funcionó mal, ‎así que Al Gore abrió en los otros cuatro continentes sucursales que se desarrollaron ‎rápidamente. Hoy Al Gore percibe una remuneración por cada intercambio de derechos de ‎emisión de CO₂. Para desarrollar su negocio, Al Gore se convirtió en “militante” de la causa ‎climática y produjo el film An Inconvenient Truth (Una verdad que molesta). Le dieron ‎entonces el premio Nobel de la Paz, aunque ese film, presentado como un documental científico, ‎es sobre todo un largo spot publicitario para su “bolsa del clima” (5).‎

Entre paréntesis, el redactor de los estatutos de la Bolsa del Clima fue un joven jurista ‎desconocido… un tal Barack Obama, que luego se incorporó al mundo de la política en Chicago ‎y resultó electo presidente de Estados Unidos, solo cuatro años después. Ya en la Casa Blanca, Barack ‎Obama elaboró el proyecto de utilizar la histeria sobre el clima para reformar el sistema financiero ‎global. Ese fue el proyecto que se adoptó en la COP21, en París, y que debería ponerse ‎en marcha con la COP26 de Glasgow. 

Estamos ante el negocio del siglo. Para aplicar las resoluciones de la COP26, ‎los Estados tendrán que adaptar su industria y… endeudarse. Todavía no se sabe bien si el ‎calentamiento global es causado por la actividad humana pero no hay dudas sobre el origen del saqueo de las economías.‎ Global Banking & Finance Review

PRÓXIMO OBJETIVO DE LA COP:

“COLOREAR DE VERDE” LA GRAN FINANZA

La COP26 está organizada por Reino Unido con ayuda de Italia. Cuatro británicos están a cargo ‎de ese encuentro: dos ex ministros, Alok Sharma (ex ministro de Economía, Industria y Estrategia ‎Industrial) y Anne-Marie Trevelyan (ex ministra de Desarrollo Internacional), Mark Carney ‎‎(ex gobernador de los Bancos del Reino Unido y Canadá) y el cabildero Nigel Topping. ‎Ninguno sabe absolutamente nada de climatología pero los cuatro defienden un proyecto de ‎reforma de las instituciones de Bretton Woods –el Fondo Monetario International (FMI) y el Banco ‎Mundial.‎


Si los presidentes de Rusia y China, Vladimir Putin y Xi Jinping, no participan en la COP26 no es ‎porque estén en desacuerdo con la lucha contra la contaminación del medioambiente sino porque ‎se oponen a ese proyecto financiero.


El sitio web de la COP26 explica que se trata de: ‎"Movilizar financiamiento. Para alcanzar nuestros objetivos, los países desarrollados ‎deben mantener su promesa de movilizar al menos 100.000 millones de dólares de ‎financiamiento climático. Las instituciones financieras internacionales deben desempeñar ‎su papel y nosotros debemos trabajar para liberar los miles de millares de millones de ‎dólares de financiamiento del sector privado y del sector público necesarios para el cero ‎neto mundial".‎

Lo que se firmaría al final de la COP26 es la creación de una instancia que, para movilizar esos ‎fondos, agruparía

- el Banco Asiático de Desarrollo,

- el Banco Africano de Desarrollo,

- el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura,‎

- el Banco Caribeño de Desarrollo,

- el Banco Europeo de Inversiones,

- el Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo,

- el Banco Interamericano de Desarrollo,‎

- el Banco Islámico de Desarrollo,

- el Banco Mundial

- y 450 grandes empresas. ‎

Es importante entender que el Banco Mundial y sobre todo el Fondo Monetario Internacional ‎‎(FMI) han perdido toda credibilidad, a tal extremo que ya no es posible seguir endeudando a los ‎países pobres… pero hay que encontrar cómo mantener a esos países bajo control. Todos los gobiernos ‎saben ya que las “donaciones” y préstamos de las instituciones internacionales vienen ‎acompañados de condiciones leoninas que hacen que sus países sean más vulnerables y que cuando ‎llegue el momento del reembolso el país ya no será dueño de nada. ‎


Con la COP26, los banqueros podrán prestar dinero para “salvar el planeta” y convertirse de paso ‎en dueños de los países cuyos dirigentes hayan confiado en ellos (6).


Thierry Meyssan


The Glasgow Financial Alliance for Net Zero (GFANZ)

(PDF. versión en inglés)




Notas del autor

 (1) «Defienden el clima mientras nos preparan ‎el fin del mundo», por Manlio Dinucci, ‎‎Il Manifesto (Italia), Red Voltaire, 4 de noviembre de 2021.

(2) Si bien la Tierra gira alrededor del Sol, este último no está exactamente en el ‎centro de la órbita terrestre, lo cual hace que la distancia entre la Tierra y el Sol no sea siempre ‎la misma. Nota de Red Voltaire.

(3) Speech to the Royal Society, ‎Margaret Thatcher, 27 de septiembre de 1988.

(4) “El pretexto climático”, «1982-1996: La ecología de mercado», por Thierry Meyssan, Оdnako (Rusia), ‎‎Red Voltaire, 25 de abril de 2010.

(5) “El pretexto climático”, «1997-2010: La ecología financiera», por Thierry Meyssan, ‎‎Оdnako (Rusia), Red Voltaire, 28 de abril de 2010.

(6) «Les nouvelles armes financières de l’Occident», par Manlio Dinucci, Traduction Marie-Ange Patrizio, Il Manifesto (Italie) , Réseau Voltaire, 9 novembre 2021. 

22 abril 2021

¿Tendrán los aliados de Washington que ‎morir por Kiev?‎




Nota de introducción por el editor del blog

Mucha gente pretende ignorar que Estados Unidos / OTAN juegan a la guerra en las narices rusas e incitan a los neonazis ucranianos a provocar incidentes esperando la reacción "comunista", nada nuevo. Al fin y al cabo ese es el rol de la Alianza Atlántica desde su creación, preparar el Apocalipsis nuclear ante la amenaza soviética (ayer) y rusa (hoy).


Debido a las guerras imperialistas de los siglos XVIII hasta inicios del XX que fueron forjando los mapas de Europa, no es fácil determinar si una guerra de agresión ha sido provocada por Rusia. Aquí -debemos ser claros- la ocupación militar de la Europa Oriental fue negociada entre los Aliados en la segunda guerra mundial, tras la liberación de esos países por los soviets. La guerra de Afganistán es una excepcionalidad y demuestra lo poco afortunada que resulta una aventura guerrerista impopular. Por descontado no haremos de la vista gorda al apoyo soviético por el mundo durante la Guerra Fría en los diversos conflictos de "baja de intensidad" y al apoyo abierto a los llamados "movimientos de liberación nacional". El comunismo sucumbió, la URSS desapareció y Rusia renació y sigue siendo codiciada por sus riquezas naturales, los depredadores financieros internacionales que dirigen Occidente están al acecho. (VER: Rusia, el caos poscomunista)

Si la actual Rusia es tan capitalista como lo son sus "enemigos": EEUU/OTAN, ¿cuál es el problema? GEOPOLÍTICA. Estados Unidos se niega a perder el privilegio de ser la única superpotencia militar, económica e industrial. ¿Cómo sacar a Rusia de los mercados internacionales?, provocando guerras con sus vecinos, fomentando el separatismo interno a través del terrorismo, sancionando a terceros países y compañías que desarrollan proyectos conjuntos de gran calado como el Nord Stream 2 que entorpece el inmenso negocio energético de famosas y peligrosas transnacionales, etc., etc. 

Centrémonos en el tema de hoy. Si la OTAN, bajo mando de EEUU, juega a defender Europa (Defender Europe 2021) y moviliza decenas de miles de soldados a las fronteras de Rusia y un grupo de buques de guerra estadounidenses se dirigen al Mar Negro, al mismo tiempo los nazis de Kiev vuelven a prender el caldero en esas mismas demarcaciones, ya que sus tropas están mejor entrenadas y equipadas por sus socios occidentales, ¿cuál es la consecuencia? Miles de tropas y tanques rusos desplegados cerca de la frontera con Ucrania, subida de tensión en el Dombás (frontera rusa-ucraniana). Rusia otorgó la nacionalidad a más de medio millón de personas de las proclamadas "Repúblicas Populares" de Donetsk y Lugansk. Defender el Dombás, sin duda, resultará una operación sangrienta y peligrosa.

Entonces, el pudor internacional se vuelve elocuente, Occidente teme una invasión rusa a Ucrania, "reduzca la escalada" piden a gritos a Moscú. ¿La respuesta rusa?, sus movimientos son fruto de los ejercicios amenazantes de la OTAN en Europa. Desde Washington, Mr. Biden públicamente califica a Putin de "asesino" y al poco lo llama por teléfono´, ! oye  Vladimir "¿nos reunimos los próximos meses?!". 

EEUU/OTAN no tienen otra opción que negociar ya que es "imposible lograr la superioridad militar sobre Rusia", además, el "movimiento de tropas de Rusia siempre pareció retórico por parte de un país que renunció a su deseo de gustar y ahora quiere que Occidente le tema", intentan disuadir, comenta un interesante artículo de la BBC "¿Por qué Putin pretende más asustar a Occidente que invadir Ucrania" (17 abril 2021). 

Analicemos a continuación el caso desde el punto de vista de uno de los mejores politólogos del mundo.

T. Andino 

***


El presidente de Ucrania, Zelensky visitando a las tropas en el este de Ucrania en días pasados, aprovechó para pedir a la OTAN su admisión (foto EPA)


por Thierry Meyssan


La existencia en Ucrania de dos culturas –una supuestamente europea y otra rusa– esa ‎una singularidad que proporciona a Washington un terreno de maniobra ‎contra Moscú. Hace semanas que resuenan los tambores de la guerra. Pero ninguno de ‎los aliados de Washington quiere morir por Kiev ni inmolarse contra Rusia.‎


Las fuerzas armadas de Estados Unidos

1- Los anglosajones ven a los rusos como un enemigo hereditario. Los consideran gente ‎despreciable y destinada, desde los tiempos de Otón I –en el siglo X–, a ser esclavos, como ‎lo indica el término utilizado para denominarlos (en inglés, la palabra slave designa tanto a ‎los esclavos como a los pueblos que pertenecen a la etnia eslava). En el siglo XX, ‎los anglosajones estaban contra la URSS, supuestamente porque esta era comunista; ahora están ‎contra Rusia… sin saber por qué. ‎

2- Segundo adversario para los anglosajones: los enemigos que ellos mismos crearon al desatar ‎contra ellos una «guerra sin fin», desde el 11 de septiembre de 2001. Se trata de las ‎poblaciones del Medio Oriente ampliado (o Gran Medio Oriente), región donde los anglosajones ‎vienen destruyendo desde entonces los diferentes países, sin importar que sean ‎aliados o adversarios, para hacerlos «regresar a la edad de piedra» y poder explotar así las ‎riquezas de esa región, siguiendo la estrategia Rumsfeld/Cebrowski‎.‎

3- Tercer adversario: China, cuyo desarrollo económico puede relegarlos al segundo lugar. ‎Los anglosajones estiman no tener más opción que la guerra. Al menos eso es lo que piensan ‎sus politólogos, que hablan incluso de la «trampa de Tucídides», en referencia a la guerra que, por ‎razones similares, se libró entre Esparta y Atenas.

‎4- Los diferendos con Irán y Corea del Norte vienen sólo mucho después en relación con los tres ‎que acabamos de enumerar. ‎


Joe Biden ha sido siempre “el hombre del Pentágono”.‎ Biden en visita oficial a Moscú e 2011 (foto Reuters)


La Orientación Provisional sobre Seguridad Nacional de Joe Biden y la Evaluación Anual de Amenazas elaborada por su Comunidad de ‎Inteligencia así lo remachan constantemente desde diferentes puntos de vista. ‎

Librar tres guerras a la vez resultaría extremadamente difícil, así que el Pentágono busca ‎actualmente cómo jerarquizar las prioridades y emitirá su informe al respecto en junio. El más ‎profundo secreto rodea el trabajo de la comisión encargada de esa evaluación. Ni siquiera ‎se conoce quiénes la componen. A pesar de ello, la administración ya está focalizándose ‎contra Rusia. ‎

Sin importar que seamos independientes o sumisos al «Imperio estadounidense», tenemos que ‎dejar de mirar para otro lado. Los Estados Unidos de América no tienen otro objetivo que ‎destruir la cultura rusa, destruir las estructuras de los Estados en los países árabes y, a la larga, ‎destruir la economía china. Absolutamente nada de esto está relacionado con la defensa legítima ‎del pueblo de Estados Unidos. ‎

No hay ninguna otra manera de explicar por qué Estados Unidos dedica a sus ejércitos sumas tan ‎astronómicas que sobrepasan varias veces los presupuestos militares de aquellos que Washington ‎presenta como «amigos» o «enemigos». Según el Institute for Strategic Studies de Londres, ‎el presupuesto militar de Estados Unidos es al menos igual a la suma de los presupuestos de ‎los 15 países más armados del mundo.‎


Comparación de los presupuestos militares de los 15 países que ‎más fondos dedican a ese sector (en miles de millones de dólares estadounidenses).‎ Fuente: Institute for Strategic Studies - 2016

Los temas de enfrentamiento con Rusia

Estados Unidos está inquieto ante la recuperación de Rusia. Después de haber registrado una ‎brutal caída de la esperanza de vida –que disminuyó en al menos 5 años entre 1988 y 1994– ‎Rusia recuperó y sobrepasó ampliamente –en más de 12 años– la esperanza de vida registrada ‎en tiempos de la Unión Soviética, aunque la esperanza de vida saludable de los rusos todavía es ‎una de las más bajas de Europa. La economía rusa está diversificándose, principalmente en el ‎sector agrícola, pero Rusia sigue dependiendo de sus exportaciones energéticasWashington ve la construcción del gasoducto Nord Stream 2 como una amenaza porque ‎liberaría a Europa occidental de su actual dependencia del petróleo estadounidense. Las fuerzas ‎armadas de la Federación Rusa se han renovado, su complejo militar-industrial es más eficiente ‎que el del Pentágono y Rusia ha adquirido una importante experiencia militar en Siria. ‎

Al mismo tiempo, el regreso de Crimea a la Federación Rusa y una posible reincorporación del ‎Donbass son en parte un golpe para la dependencia de Ucrania del Imperio estadounidense –‎Crimea y el Donbass no son de cultura occidental.




Último factor, la presencia militar rusa en Siria ‎frena el proyecto estadounidense de destrucción política contra los pueblos de la región

“Si quieres matar a tu perro, di que tiene rabia”

No cabe duda de que fue el presidente Joe Biden quien abrió las hostilidades al calificar ‎al presidente ruso de «asesino». Antes de Biden, las dos superpotencias nunca habían ‎intercambiado injurias, ni siquiera en tiempos de las acusaciones sobre el Gulag. Su interlocutor ‎le respondió cortésmente y le propuso un debate público, que Joe Biden rechazó. ‎

Estados Unidos ve el mundo sólo a corto plazo. Ese país no se percibe a sí mismo como ‎responsable de su legado. Para Washington, los “pérfidos” rusos han amontonado más de ‎‎100.000 hombres cerca de Ucrania y se disponen a invadirla, como hicieron los soviéticos ‎en Polonia, Hungría y Checoslovaquia. Sólo que, en aquella época, no se trataba de Rusia sino ‎de la URSS, y en Moscú no regía la doctrina de Putin sino la doctrina Brejnev y el propio Brejnev ‎no era ruso… era ucraniano. ‎

Al contrario de los estadounidenses, los rusos sí tiene una visión del mundo a largo plazo. ‎Para ellos, los bárbaros estadounidenses han venido poniendo en peligro el equilibrio de las potencias ‎desde los atentados del 11 de septiembre de 2001. Inmediatamente después, el 13 de diciembre ‎de 2001, el presidente George Bush hijo anunció que Estados Unidos se retiraba del Tratado ‎sobre Misiles Antibalísticos (el Tratado ABM). Después, Estados Unidos incorporó a la OTAN –‎uno por uno– prácticamente todos los antiguos miembros del desaparecido Pacto de Varsovia y ‎de la extinta Unión Sovietica, violando así el compromiso que Washington había contraído antes ‎de la disolución de la URSS. Esta política fue confirmada en 2008, en la Declaración ‎de Bucarest. ‎

Todo el mundo conoce la particularidad de Ucrania, con una cultura occidental en su parte oeste ‎y una cultura rusa en el este. Ucrania se mantuvo políticamente congelada durante 15 años, ‎hasta que Washington organizó allí una seudo revolución y puso a sus títeres en el poder –títeres ‎que son neonazis. Moscú ‎reaccionó con suficiente rapidez y la población de Crimea proclamó su independencia y decidió ‎‎(por vía de referéndum) reincorporar ese territorio a la Federación Rusa. Pero Moscú vaciló ‎en cuanto a qué hacer sobre el Donbass y desde entonces se ha limitado a entregar pasaportes ‎rusos a los habitantes de esa región, que ven en Rusia su única esperanza. ‎


La administración Biden

Desde que era senador, el hoy presidente Joe Biden se dio a conocer presentando al Senado las ‎disposiciones legislativas concebidas por el Pentágono. Ya como presidente, Biden se ha rodeado ‎de neoconservadores. Nunca nos cansaremos de recordar esto: los neoconservadores son ‎militantes trotskistas reclutados por el presidente republicano Ronald Reagan, y desde entonces ‎siempre se han puesto del lado del poder, exceptuando el paréntesis del presidente jacksoniano ‎Donald Trump. El hecho es que los neoconservadores han cambiado constantemente de bando, ‎poniéndose lo mismo del lado del Partido Republicano que del lado del Partido Demócrata, pero ‎siempre del lado del poder. ‎

Durante la «revolución de color» de la plaza Maidán –en 2013-2014–, Joe Biden, quien era ‎entonces vicepresidente de la administración Obama, defendió apasionadamente a los neonazis ‎ucranianos, agentes de las redes stay-behind de la OTAN. Biden dirigió entonces las operaciones en Kiev con una colaboradora del ‎Departamento de Estado, Victoria Nuland (el esposo de Victoria Nuland, Robert Kagan, es uno de ‎los fundadores del Project for a New American Century, el órgano encargado de recoger fondos ‎para el republicano George Bush hijo). ‎

Ahora, en 2021, el presidente Biden ha decidido nombrar a Victoria Nuland secretaria de Estado adjunta. ‎En tiempos de la administración Obama, Victoria Nuland contó con la colaboración del entonces ‎embajador de Estados Unidos en Ucrania, Geoffrey Pyatt, hoy embajador en Grecia. En cuanto ‎al hoy secretario de Estado de Joe Biden, Antony Blinken, hay que destacar que es juez y parte ‎ya que es de origen ucraniano por parte de madre. Aunque Blinken fue educado en París por el ‎segundo esposo de su madre –el abogado Samuel Pisar, quien fue consejero del presidente ‎Kennedy–, el hoy secretario de Estado es de pensamiento neoconservador. ‎


La preparación del enfrentamiento contra Rusia

A mediados de marzo de 2021, Estados Unidos organizó con sus socios de la OTAN las ‎maniobras Defender-Europe 21, que continuarán hasta junio. Se trata de retomar el ‎mega-ejercicio Defender-Europe 20, cuya envergadura y duración se vieron finalmente limitadas ‎debido a la epidemia de Covid-19. Defender-Europe 21 es un gigantesco despliegue de tropas y ‎material de guerra en la realización de un simulacro de enfrentamiento contra Rusia. Todo eso ‎se desarrolla al mismo tiempo que un ejercicio con bombarderos estratégicos en Grecia, ‎en presencia del ya mencionado embajador estadounidense Geoffrey Pyatt.‎

El 25 de marzo, el presidente ucraniano Volodimir Zelenski publicó la nueva Estrategia ‎de Seguridad ucraniana, precisamente tres semanas después de ‎que el presidente Biden publicara la de Estados Unidos. ‎

En respuesta a la OTAN, Rusia emprendía entonces sus propios ejercicios militares en su frontera ‎occidental, incluyendo su frontera con Ucrania, y enviaba además tropas adicionales a Crimea e ‎incluso a Transnistria. ‎

- El primero de abril, el secretario de Defensa de Estados Unidos telefoneó a su homólogo ucraniano ‎sobre un posible incremento de la tensión con Rusia. El presidente ucraniano Volodimir Zelenski hizo entonces una declaración en ‎la cual dijo estar vigilando los ejercicios rusos y afirmó que estos podían ser provocaciones. ‎

- El 2 de abril, el Reino Unido organizó una reunión de sus ministerios de Defensa y de Exteriores ‎con los de Ucrania, bajo la dirección del ministro británico Ben Wallace, quien estuvo particularmente activo en el ‎conflicto del Alto Karabaj.‎

- El 2 de abril, el presidente Biden llamó al presidente ucraniano para garantizarle su apoyo ‎contra Rusia. Según el Atlantic Council, Biden anunció al presidente ucraniano su decisión de ‎entregarle un centenar de aviones de combate (F-15 y F-16) y un avión de vigilancia radioelectrónica E-2C,‎ actualmente estacionados ‎en la base aérea de Davis-Monthan.‎

- El 4 de abril, el presidente de la Comisión de la Cámara de Representantes estadounidense para ‎las fuerzas armadas –Adam Smith, del Partido Demócrata– negociaba con parlamentarios ‎ucranianos fuertes subvenciones para el ejército de Ucrania a cambio del posicionamiento ‎ucraniano contra el gasoducto Nord Stream 2.‎


El presidente ucraniano Zelenski y el director de las fábricas de armamento ‎Ukroboronprom hicieron discretamente un viaje relámpago a Qatar el 5 de abril de 2021.

- El 5 de abril, el presidente ucraniano Volodimir Zelenski hizo una visita relámpago a Qatar. ‎Oficialmente fue para desarrollar las relaciones comerciales con Qatar, el principal proveedor de ‎armas de los yihadistas. Según nuestras informaciones, en ese viaje se habló de un eventual ‎financiamiento de combatientes. Entre los acompañantes del presidente ucraniano estaba Yuriy ‎Gusev, el director general de la industria militar Ukroboronprom. Fue este personaje quien envío ‎misiles antiaéreos a los terroristas del Emirato Islámico (Daesh), por orden de Qatar.‎

- El 6 de abril, Lituania, que en el pasado protegía el oeste de Ucrania dentro de su propio ‎imperio, fue informada sobre la situación militar durante un contacto entre su ministro ‎de Defensa y su homólogo ucraniano.‎


El presidente ucraniano Zelenski se reúne con el presidente del ‎Comité Militar de la OTAN, el 7 de abril de 2021.


- El 6 y el 7 de abril, el general británico Stuart Peach, presidente del Comité Militar de la OTAN, ‎viajaba a Ucrania para precisar las reformas necesarias para que ese país pueda ser miembro de ‎la alianza atlántica. ‎

- El 9 de abril, en cumplimiento de la Convención de Montreux, el Pentágono comunicó a Turquía ‎su intención de hacer transitar buques de guerra a través de los estrechos de los Dardanelos y ‎del Bósforo. ‎

Habiendo hablado ya de armas y dinero con el emir Tamin ‎en Qatar, el presidente ucraniano Zelenski viajó a Turquía, el 10 de abril de 2021, para ‎conversar con el presidente turco Recep Tayyip Erdogan sobre el envío de hombres.

- El 10 de abril, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan recibió en Estambul al presidente ‎ucraniano Zelenski, supuestamente en el marco de consultas regulares entre Turquía y Ucrania. ‎Contando ya con la luz verde de Qatar, Turquía –país miembro de la OTAN– inició ‎de inmediato el reclutamiento de yihadistas de diversas nacionalidades presentes en Siria para ‎enviarlos a luchar en el Donbass (este de Ucrania). Instructores militares turcos llegaron ‎rápidamente al puerto de la ciudad de Mariupol, donde ya tiene su sede la Brigada Islamista ‎Internacional, creada por el presidente turco Erdogan y su homólogo ucraniano de aquella ‎época, Petro Porochenko, con tártaros que siguen órdenes de Estados Unidos, para utilizarlos ‎contra Rusia. ‎



Actuando con toda lógica, la Federación Rusa enviaba tropas a su frontera ‎con Ucrania. Los otros miembros de la Organización para la Seguridad y la Cooperación ‎en Europa (OSCE) solicitaron a Moscú explicaciones sobre sus maniobras y recibieron respuestas ‎evasivas. El Documento de Viena, de 1999, estipula que los Estados miembros de la OSCE deben ‎proporcionarse entre sí las indicaciones necesarias sobre los movimientos de sus tropas y ‎material de guerra. Pero es sabido que los rusos no funcionan como los occidentales –‎informan a su opinión pública y sus socios o interlocutores sólo cuando han terminado sus ‎despliegues. ‎

- Dos días después, el G7 publicaba una declaración sobre los movimientos rusos… pero ‎sin mencionar los despliegues de la OTAN y Turquía. El G7 elogiaba además la contención de Ucrania y ‎exigía a Rusia «poner fin a sus provocaciones».‎

- El 13 de abril, en ocasión de la reunión de los ministros de Exteriores de los países miembros de ‎la OTAN con la Comisión Ucrania/OTAN, Estados Unidos recurrió a la “artillería pesada” ‎invitando a todos los miembros de la alianza atlántica –donde nadie quiere morir sólo porque ‎los ucranianos no logran divorciarse– a aportar su apoyo a Kiev y a denunciar la «escalada» ‎de Rusia. El secretario de Estado ‎de Biden, Antony Blinken, tuvo una larga reunión con el ministro ucraniando de Exteriores, ‎Dimitro Kuleba. ‎Washington bogaba inexorablemente hacia la guerra. ‎

Súbitamente, el presidente Joe Biden distendió la atmósfera telefoneando al presidente ruso ‎Vladimir Putin. Le propuso un encuentro cumbre –aunque antes había rechazado con desdén la ‎propuesta de Putin de proceder a un debate público, propuesta que Putin emitió después del ‎insulto público proferido por Biden. Después de esa iniciativa, parecía posible evitar la guerra. ‎

- Sin embargo, el 14 de abril, el secretario de Estado Blinken convocó a los principales aliados de ‎Estados Unidos –Alemania, Francia, Italia y Reino Unido– para movilizarlos.‎


El presidente estadounidense Biden clarificó su posición sobre Rusia el 15 ‎de abril de 2021.

- El 15 de abril, el presidente Joe Biden expuso su visión del conflicto, expulsó 10 diplomáticos ‎rusos y adoptó sanciones contra Rusia, acusándola no sólo de haber ofrecido primas por matar ‎soldados estadounidenses en Afganistán sino también de haber atacado los sistemas informáticos ‎del gobierno de Estados Unidos utilizando un programa informático de SolarWinds. ‎

Como era previsible, Rusia expulsó un número similar de diplomáticos estadounidenses. Pero ‎además tendió una trampa a un diplomático ucraniano, al que arrestó en flagrante delito de ‎espionaje, en posesión de documentos rusos clasificados como secreto militar. ‎

Siguiendo siempre la misma línea, el presidente ucraniano Zelenski se reunió con el presidente ‎francés Emmanuel Macron y con la canciller alemana Angela Merkel. Estos últimos deploraron la ‎‎«escalada rusa»… pero se mostraron evasivos en cuanto a qué pasará en lo inmediato. ‎En definitiva, si Estados Unidos y Rusia van a conversar… es demasiado temprano para ir ‎a morir por Kiev. ‎


Thierry Meyssan 

04 octubre 2020

Las contradicciones del Irán moderno



por Thierry Meyssan
Red Voltaire


I parte
De país imperialista, Irán pasa a ser ‎antimperialista‎
La historia del Irán de los siglos XX y XXI no corresponde a la imagen que se tiene de ‎ese país en el mundo occidental. Pero tampoco corresponde a la imagen que transmiten ‎los discursos oficiales de los dirigentes iraníes. Históricamente vinculado a China, pero ‎fascinado por Estados Unidos desde hace dos siglos, Irán se debate hoy entre el ‎recuerdo de su pasado imperial y el sueño liberador del imam Khomeini. Khomeini veía ‎en el chiismo algo más que una religión. Lo consideraba también un arma política y ‎militar y vaciló entre proclamarse protector de los chiitas o libertador de los oprimidos.


En 1925, Londres se las arregla para derrocar la dinastía Qayar, que ejercía el poder en Persia, ‎y poner un oficial del ejército británico a la cabeza del país con el título de shah. Durante la ‎Segunda Guerra Mundial, ya bajo el nombre de Reza Pahlevi, aquel elegido de los británicos ‎resulta ser un ferviente germanófilo y Londres lo sustituye por su hijo, Mohammad Reza ‎Pahlevi. En 1971, tratando de alcanzar la estatura de personalidad internacional, el nuevo shah ‎convoca un encuentro de reyes, jefes de Estado y jefes de gobierno de todo el planeta para ‎celebrar los 2.500 años del imperio persa. Inquietos ante aquella muestra de megalomanía, ‎Estados Unidos y el Reino Unido sacan del poder al shah Mohammad Reza Pahlevi para ‎poner en su lugar al ayatola Roullah Khomeini.

Los persas conformaron vastos imperios, pero no lo hicieron conquistando los territorios de ‎los pueblos vecinos sino federándolos. Comerciantes más que guerreros, los persas impusieron ‎su lengua a toda Asia durante todo un milenio, a todo lo largo de las rutas chinas de la seda. ‎El farsi, lengua que hoy se habla únicamente en Irán, ocupaba entonces un lugar sólo ‎comparable al inglés actual. En el siglo XVI, el soberano persa decidió convertir su pueblo al ‎chiismo para unificarlo y aportarle una identidad particular en el seno del mundo musulmán. Ese ‎particularismo religioso sirvió de basamento al imperio safávida. ‎


En 1951, el primer ministro iraní, Mohammad Mossadegh (sentado a la ‎derecha) hace uso de la palabra ante el Consejo de Seguridad de la ONU.‎

A principios del siglo XX, Persia se ve enfrentada a las ambiciones de los imperios británico, ‎otomano y ruso. Como consecuencia de una terrible hambruna deliberadamente provocada por ‎los británicos –que deja 6 millones de muertos–, Teherán pierde su imperio y, en 1925, Londres ‎impone a Persia una dinastía de opereta –la dinastía Pahlevi– para acaparar la explotación de los ‎yacimientos petroleros únicamente en beneficio del imperio británico. ‎

Pero en 1951 un nuevo primer ministro iraní, Mohammad Mossadegh, nacionaliza la Anglo-Persian ‎Oil Company. Furiosos, el Reino Unido y Estados Unidos derrocan a Mossadegh y mantienen en ‎el poder al shah Mohammad Reza Pahlevi. Para contrarrestar la influencia de los nacionalistas ‎iraníes, Washington y Londres convierten el régimen del shah en una feroz dictadura, liberando al ‎ex general nazi Fazlollah Zahedi e imponiéndolo como primer ministro. Este individuo crea una ‎policía política, la SAVAK, cuyos cuadros son ex oficiales de la Gestapo nazi, reciclados por ‎Washington y Londres y reagrupados en las redes denominadas stay behind.‎

El derrocamiento del primer ministro Mossadegg llama la atención del Tercer Mundo hacia la ‎explotación económica de la que está siendo objeto. El colonialismo francés era un colonialismo ‎tendiente a instalar pobladores franceses en las naciones que colonizaba mientras que el ‎colonialismo británico es sólo una forma de saqueo organizado. Antes del gobierno de ‎Mossadegh, las compañías petroleras británicas no revertían más de un 10% a los pueblos cuyos ‎recursos explotaban. Inicialmente, Estados Unidos se pone del lado de Mossadegh y propone que ‎se revierta la mitad. Impulsado por Irán, la tendencia a ese reequilibrio se mantendra en todo ‎el mundo durante todo el siglo XX. ‎


Amigo de los intelectuales franceses Frantz Fanon y Jean-Paul Sartre, ‎el iraní Alí Shariati reinterpreta el islam como una herramienta de liberación. Según sus ‎palabras: “Si no estás en el campo de batalla, da igual que estés‎ en la mezquita o en un bar”.

Poco a poco van surgiendo dos principales movimientos de oposición en el seno de la burguesía ‎iraní: en primer lugar, los comunistas, respaldados por la Unión Soviética, y después los ‎tercermundistas, reunidos alrededor del filósofo Alí Shariati. Pero será un clérigo, el ayatola ‎Roullah Khomeni quien logrará finalmente despertar la conciencia de los más desfavorecidos. ‎Khomeini estima que más que llorar por el martirio del profeta Hussein lo más importante sería ‎seguir su ejemplo luchando contra la injusticia. Debido a esa posición, Khomeini será ‎estigmatizado como hereje por el resto del clero chiita. Al cabo de 14 años de exilio en Irak, ‎Khomeini se instala en Francia, donde sus ideas impresionan a numerosos intelectuales de ‎izquierda, como Jean-Paul Sartre y Michel Foucault.‎

Mientras tanto, Occidente convierte al shah Mohammad Reza Pahlevi en el «gendarme del Medio ‎Oriente». El shah se ocupa personalmente de aplastar los movimientos nacionalistas y sueña ‎con recuperar el esplendor de otros tiempos, tanto que llega incluso a celebrar con fastuosidad ‎hollywoodense el aniversario 2.500 del imperio persa, montando toda una ciudad tradicional en ‎Persépolis. ‎

Durante el “shock” petrolero de 1973, el shah Mohammad Reza Pahlevi se da cuenta ‎bruscamente del poderío que tiene en sus manos, se plantea la posibilidad de restaurar un ‎verdadero imperio y solicita la cooperación de la dinastía real de Arabia Saudita. Esta última ‎informa de inmediato a su amo estadounidense, quien decide entonces deshacerse de un aliado ‎al que ahora considera demasiado ambicioso, sustituyéndolo por el ya anciano ayatola Khomeini ‎‎–de 77 años en aquel momento– a quien, por supuesto, rodeará con sus agentes. Pero, primero ‎que todo, el MI6 británico procede a “limpiar el terreno”: los comunistas iraníes son ‎encarcelados; el «imam de los pobres», Moussa Sadr, de nacionalidad libanesa, desaparece para ‎siempre durante una visita en Libia; y el filósofo iraní Alí Shariati es asesinado en Londres. Solo ‎entonces, las potencias occidentales invitan al shah Mohammad Reza Pahlevi a salir de Irán por ‎varias semanas para recibir “tratamiento médico”. 

El 1º de febrero de 1979, el ayatola Khomeini regresa de su largo exilio. ‎Desde el aeropuerto de Teherán, va directamente al cementerio de Behesht-e Zahra (ver foto), donde pronuncia una alocución llamando el ejército a unirse a la tarea de liberar Irán ‎de los anglosajones. La CIA descubre entonces que el hombre al que había tomado por un ‎predicador senil es un verdadero tribuno capaz de movilizar multitudes y de comunicar a cada ‎iraní la convicción de que puede ayudar a cambiar el mundo.

El ayatola Khomeini regresa triunfalmente de su exilio el 1º de febrero de 1979. Desde de la pista ‎de aterrizaje del aeropuerto internacional de Teherán, un helicóptero lo traslada de inmediato ‎hasta el cementerio de la ciudad, donde acaban de ser sepultados 600 manifestantes abatidos ‎cuando participaban en una protesta contra el régimen del shah. Khomeini pronuncia entonces un ‎encendido discurso donde, para sorpresa de todos, no arremete contra la monarquía sino contra ‎el imperialismo. El ayatola se dirige directamente al ejército, exhortándolo a ponerse del lado ‎del pueblo iraní, en vez de seguir al servicio de Occidente. El «cambio de régimen» organizado ‎por las potencias occidentales se convierte instantáneamente en una verdadera revolución. ‎

Khomeini instaura un régimen político no vinculado al islam, denominado Velayat-e faqih e ‎inspirado en la República de Platón, cuyas obras el ayatola conoce a fondo: el gobierno ‎se hallará bajo la autoridad de un sabio, en aquel momento el propio Khomeini. El ayatola ‎aparta uno a uno a todos los políticos prooccidentales. Washington reacciona organizando ‎primero varios intentos de golpes de estado militares y después una campaña de terrorismo ‎a través de elementos ex comunistas, los denominados “Muyahidines del Pueblo”. ‎

Estados Unidos acabará pagando –a través de Kuwait– al gobierno iraquí del presidente Saddam ‎Hussein para utilizarlo como fuerza contrarrevolucionaria frente a Irán. Washington orquesta así ‎una sangrienta guerra entre Irak e Irán, conflicto que se extenderá desde septiembre de 1980 ‎hasta agosto de 1988 y a lo largo del cual las potencias occidentales apoyarán cínicamente a los ‎dos bandos. Irán no vacila entonces en comprar armamento estadounidense a través de Israel, ‎lo cual dará lugar al escándalo conocido como «Irángate» o «Irán-Contras». Mientras tanto, ‎el imam Khomeni transforma la sociedad iraní, desarrolla entre su pueblo el homenaje a los ‎mártires y un verdadero sentido del sacrificio. Cuando Irak agrede indiscriminadamente a los ‎civiles iraníes lanzando misiles a diestra y siniestra sobre las ciudades, Khomeini prohíbe al ejército ‎iraní responder haciendo lo mismo y anuncia que las armas de destrucción masiva contradicen su ‎visión del islam, lo cual prolongará un poco más el conflicto. ‎

Cuando las víctimas de la guerra se elevan a un millón de muertos, el presidente iraquí Saddam ‎Hussein y el imam Khomeini se dan cuenta de que están siendo manipulados por las potencias ‎occidentales y la guerra se detiene como había comenzado, sin razón alguna. Khomeini fallecerá ‎poco despues dejando como sucesor al ayatola Alí Khamenei. Los 16 años siguientes estarán ‎dedicados a la reconstrucción del país. Pero Irán se ha desangrado y la revolución ya no es más ‎que un eslogan vacío. Durante las plegarias de los viernes, los creyentes siguen clamando ‎‎«¡Abajo Estados Unidos!», pero el «Gran Satán» yanqui y el «régimen sionista» se han ‎convertido en socios privilegiados. Los sucesivos presidentes iraníes Hachemi Rafsanyani y ‎Mohammad Khatami organizan la economía del país alrededor de la renta petrolera. La sociedad ‎iraní se relaja y las grandes desigualdades sociales comienzan a reaparecer. ‎

Hachemi Rafsanyani (a la izquierda) se convierte en el hombre más rico de Irán. Pero ‎no será vendiendo pistachos sino gracias al tráfico de armamento ‎a través de Israel. Cuando finalmente llega a ocupar la presidencia de la República Islámica, ‎Rafsanyani envía los Guardianes de la Revolución a luchar en Bosnia-Herzegovina… bajo las ‎órdenes de generales estadounidenses.

Rafsanyani, quien se ha enriquecido gracias al tráfico de armas revelado en el escándalo Irán-‎Contras, convence al ayatola Alí Khameini para enviar los Guardianes de la Revolución a luchar en ‎Bosnia-Herzegovina, junto a los sauditas y bajo las órdenes de la OTAN. Por su parte, ‎Mohammad Khatami establece relaciones personales con el especulador estadounidense George ‎Soros.‎


‎Parte II
Y después de haber sido antimperialista, ‎Irán vuelve a ser imperialista
En su estudio sobre el Irán contemporáneo, Thierry Meyssan ‎muestra cómo Teherán volvió a abandonar el ideal antimperialista de la revolución ‎de 1979 para regresar a una política imperial, presenta numerosos elementos desconocidos. Además, termina planteando una ‎sorprendente hipótesis.

Ante la Asamblea General de la ONU, el presidente iraní Mahmud Ahmadineyad solicita que ‎se abra una investigación internacional sobre los hechos del 11 de septiembre de 2001. ‎Su intervención desata una ola de pánico en Washington donde el presidente Barack Obama levanta bandera blanca ante los ireníes.‎

La juventud iraní que había luchado por su país en la guerra impuesta su país alcanza la madurez. A ‎los 51 años, un ex oficial de los Guardianes de la Revolución, Mahmud Ahmadineyad, es electo ‎presidente de la República Islámica. Como el imam Khomeini, Ahmadineyad no comulga con los ‎dignatarios clericales chiitas, que se las arreglaron para que sus hijos no fueran a la guerra. ‎El objetivo de Ahmadineyad es reiniciar la lucha contra la injusticia y modernizar el país. Ingeniero ‎de formación y profesor de tecnología, Ahmadineyad dota el país de una industria verdadera, ‎emprende un programa de construcción de viviendas y, en materia de la relaciones ‎internacionales, se alía al presidente de Venezuela –Hugo Chávez– y al presidente sirio –Bachar al-‎Assad– frente al imperialismo estadounidense. Irán, Venezuela y Siria se convierten así en centro ‎del juego diplomático internacional, con un discreto apoyo de la Santa Sede. ‎

A pesar del doloroso recuerdo de la guerra que Irak impuso a Irán, Mahmud Ahmadineyad ayuda a ‎la resistencia iraquí frente a la agresión estadounidensesin establecer diferencias entre sunnitas ‎y chiitas. Más tarde también ayudará a Siria frente a los yihadistas. Pero entra en conflicto con ciertos círculos ‎iraníes, debido a la ayuda que aporta a los sunnitas iraquíes y a los laicos sirios, en ‎primer lugar, pero también porque considera más importante el ejemplo del Irán de la Antigüedad ‎que el de la era islámica e incluso trata de autorizar que los hombres no porten barba y el uso ‎facultativo del velo entre las mujeres

La cúpula de la iglesia chiita lo considera entonces una ‎amenaza para su propio poder y para el predominio del Guía de la Revolución, el ayatola Alí ‎Khamenei. Cuando Ahmadineyad resulta reelecto presidente de la República, el ex presidente ‎Khatami y un hijo del también ex presidente Rafsanyani organizan con la CIA un levantamiento de ‎la burguesía en Teherán y en Ispahan. Pero las clases más modestas de la sociedad iraní salen a las ‎calles en defensa del presidente Ahmadineyad y hacen fracasar la «revolución verde» ‎orquestada por la reacción interna y la CIA. ‎

Según sus enemigos externos, el presidente Ahmadineyad es un dictador antisemita que pretende ‎borrar Israel del mapa. Por su parte, sus enemigos internos lo insultan y ridiculizan su misticismo. En realidad, ‎Ahmadineyad denuncia el enorme poder del Guía y llega a ponerse “en huelga” como presidente. ‎
En su calidad de ayatola, Alí Khamenei es una alta personalidad jurídica y ‎espiritual del islam chiita. Como Guía de la Revolución, es el jefe militar y político de la República Islámica.

En marzo de 2013, el Guía de la Revolución, Alí Khamenei, envía a Omán una delegación ‎encargada de conversar en secreto con Estados Unidos. El presidente demócrata Barack Obama ‎sigue adelante con la aplicación de la estrategia Rumsfeld/Cebrowski de destrucción de las ‎estructuras mismas de los Estados en el «Gran Medio Oriente» o «Medio Oriente ampliado» ‎‎ (1)‎, pero no quiere enredar indefinidamente a las tropas estadounidenses en ese enorme ‎lodazal, como hizo su predecesor republicano George W. Bush al emprender la ocupación de Irak. ‎Obama es más bien favorable a la idea de dividir a los musulmanes alimentando las diferencias ‎entre sunnitas y chiitas. Sus diplomáticos aseguran entonces a los enviados del Guía Khamenei ‎que Estados Unidos está dispuesto a permitirle organizar una «media luna chiita» y rivalizar con ‎los sauditas sunnitas. Alí Akbar Velayati, representante del Guía en esa conversación secreta, ve ‎en ello la posibilidad de restaurar el antiguo imperio safávida. A espaldas de otros miembros de la ‎delegación iraní, Velayati se compromete a lograr que los seguidores de Ahmadineyad sean ‎apartados de la próxima elección presidencial y a favorecer la candidatura del jeque Hassan ‎Rohani, quien fue el primer contacto de Israel y Estados Unidos en Irán cuando se montó la ‎operación de tráfico de armas que daría lugar al escándalo conocido como «Irángate» o «Irán-‎Contras». ‎

Así sucederá, el Consejo de los Guardianes de la Constitución declara que Esfandiar Rahim ‎Mashaie, candidato de los seguidores de Ahmadineyad, es un «mal musulmán» y le prohíbe ‎participar en la elección presidencial. El Guía, Alí Khamenei, favorece a varios candidatos –cuya ‎participación en la elección dispersa los votos de los revolucionarios– mientras que los ‎prooccidentales presentan como único candidato a Rohani, quien saldrá electo y designará como ‎ministro de Exteriores a Mohammad Javad Zarif, un hombre que ha pasado la parte más importante de su vida en Estados Unidos

John Kerry y Mohammad Javad Zarif establecen los términos de un ‎preacuerdo en Omán. Resucitan así la idea, concebida por Bernard Lewis y Zbigniew Brzezinski, ‎de sembrar la división entre los pueblos musulmanes del Medio Oriente utilizando las diferencias entre sunnitas y chiitas.‎

El nuevo equipo gobernante iraní negocia públicamente la solución de la llamada «cuestión ‎nuclear iraní» con los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU y ‎Alemania. El shah Mohammad Reza Pahlevi había iniciado –con apoyo de las potencias ‎occidentales– un programa militar de investigación nuclear, programa que la República Islámica ‎prosiguió durante la guerra que le fue impuesta por Irak, pero que abandonó cuando el imam ‎Khomeini prohibió las armas de exterminio masivo. Al llegar a la presidencia de la República, ‎Mahmud Ahmadineyad había reactivado parcialmente la investigación nuclear pero limitándola a ‎su uso civil. Israel emprendió entonces una campaña internacional de propaganda tendiente a ‎hacer creer que Irán buscaba la manera de exterminar a los judíos –para imponer esa idea, los ‎propagandistas israelíes no vacilan en falsificar la traducción de los discursos del presidente iraní. ‎Pero las potencias occidentales saben que todo eso es falso y rápidamente se llega en Ginebra a ‎un acuerdo que servirá de fachada, pero que no se firma de inmediato ya que, durante todo un ‎año, el ministro iraní de Exteriores, Mohammad Javad Zarif, y el secretario de Estado ‎estadounidense, John Kerry, van a negociar en secreto una repartición del Medio Oriente. Solo ‎después de la firma de ese acuerdo bilateral secreto, en 2015, los otros países participantes en las ‎negociaciones de Ginebra serán invitados a aceptar formalmente, en Lausana, el acuerdo ‎alcanzado en público y finalmente a firmarlo en Viena. Se desbloquean entonces los litigios entre ‎Washington y Teherán. Comienza un proceso de levantamiento de las sanciones impuestas a Irán, ‎ambas partes proceden a la liberación de prisioneros y una primera entrega de 1.300 millones de ‎dólares en efectivo es discretamente enviada a Irán por vía aérea. ‎

Pero en Irán, mientras las familias de los miembros del equipo del presidente Rohani se dan la ‎gran vida, la situación económica del pueblo iraní es cada vez peor. Las sanciones económicas ‎occidentales obstaculizan el desarrollo del país, pero eso no explica totalmente la situación ‎ya que Irán se ha convertido en un experto en comercio internacional, desarrollando alrededor de ‎Dubai un extenso sistema de intermediarios que le permite disimular el origen y el destino de sus ‎productos. Para Estados Unidos resulta imposible controlar las fronteras terrestres de Irán con ‎‎8 países y sus fronteras marítimas. ‎

Después de haber sido vicepresidente bajo el mandato del presidente ‎Ahmadineyad, Hamid Baghaie, quien planeaba crear una internacional contra la injusticia, fue ‎condenado a 15 años de cárcel durante un juicio secreto.

En 2017, el Consejo de los Guardianes de la Constitución declara al nuevo candidato de los ‎seguidores de Ahmadineyad, Hamid Baghaie, «mal musulmán» y le prohíbe participar en la ‎elección presidencial. El jeque Hassan Rohani es reelecto para un segundo mandato presidencial ‎pero el ex presidente Mahmud Ahmadineyad revela las malversaciones cometidas a favor del ‎gobierno y del Guía. Las autoridades iraníes ponen al ex presidente Ahmadineyad bajo arresto ‎domiciliario y arrestan, uno por uno, a todos los miembros de su entorno. Esfandiar Rahim ‎Mashaei, quien había representado a los seguidores de Ahmadineyad con vista a la elección ‎presidencial de 2017, es condenado a 15 años de cárcel al cabo de un juicio secreto sobre el cual ‎se ignoran incluso los cargos presentados contra el dirigente condenado. ‎

El gobierno iraní publica entonces un documento donde se propone la creación de una federación ‎chiita que abarcaría el Líbano, Siria, Irak, Irán y Azerbaiyán, bajo la autoridad del Guía de la ‎Revolución, el ayatola Alí Khamenei. En realidad se trata de restablecer el imperio safávida. ‎Los Guardianes de la Revolución presentes en Siria abandonan la defensa del país y se dedican ‎ahora únicamente a la protección de las poblaciones chiitas. ‎

En cuestión de años, el Irán antimperialista se ha transformado en una nueva potencia ‎imperialista. Sus aliados, estupefactos, no saben cómo salir de la trampa en la que ahora ‎se sienten atrapados. ‎

Las acciones actuales de Irán no corresponden a los discursos de sus dirigentes, que solo ‎disimulan su estrategia. En Occidente se cree que Irán es un país violentamente ‎antiestadounidense, lo cual es absolutamente falso ya que los gobiernos del shah Mohammad ‎Reza Pahlevi, de los presidentes Rafsanyani, Khatami y del actual presidente Rohani estaban ‎enteramente alineados con Washington

El asunto de los “rehenes” estadounidenses retenidos en ‎la embajada (1979-81) es una fábula total: no eran rehenes sino diplomáticos sorprendidos en ‎flagrante delito de espionaje. Por cierto, es muy significativo el hecho que Estados Unidos ‎nunca llegara a exigir compensaciones invocando la Convención de Viena sobre el personal ‎diplomático. En cuanto al campo antimperialista, sus miembros se definen por su posición ante el ‎imperialismo, no contra Estados Unidos. El ex presidente iraní Ahmadineyad llegó a escribirle a ‎Donald Trump para animarlo a “limpiar” la administración estadounidense, como había prometido ‎hacerlo durante su campaña electoral. ‎

Irán no es que está tampoco en contra de los judíos. Existe ciertamente un antisemitismo real en una ‎fracción de su población, pero fue el emperador Ciro II quien liberó a los judíos de su cautiverio en ‎Babilonia y desde aquella época los judíos siempre estuvieron protegidos en tierras persas. Irán e ‎Israel se insultan públicamente y sabotean mutuamente sus sistemas informáticos… pero nunca se ‎han enfrentado en el campo de batalla –hoy en día incluso explotan juntos el oleoducto Ascalón-‎Haifa, en pleno corazón del Estado hebreo, una realidad prohibida que nadie puede mencionar en ‎la prensa israelí sin exponerse a 15 años de cárcel. ‎

Personalidad militar, pero al mismo tiempo política y espiritual, el general ‎Qassem Suleimani era el principal rival potencial del jeque-presidente Hassan Rohani. Pero fue ‎‎“oportunamente” asesinado por Estados Unidos sin que hayan llegado a concretarse las ‎grandilocuentes amenazas de represalias emitidas desde Teherán. Más bien ha sucedido ‎lo contrario ya que el presidente Rohani aceptó que uno de sus asesinos se convirtiera en ‎primer ministro de Irak.

Desorientado por el fracaso de Hillary Clinton en la elección presidencial estadounidense de 2017, ‎el presidente iraní Rohani cuenta con una rápida destitución del ganador, Donald Trump, y ‎se niega a conversar con el nuevo inquilino de la Casa Blanca. Contrario a la estrategia ‎Rumsfeld/Cebrowski, Donald Trump intima el bando sunnita –en su discurso de Riad – a poner fin ‎al apoyo que aporta al terrorismo yihadista y saca a Estados Unidos del acuerdo firmado ‎en Viena con el bando chiita. Los sauditas se adaptan al nuevo inquilino de la Casa Blanca, pero ‎en Irán el equipo gubernamental persiste en ignorarlo. La única posibilidad de que el Irán de ‎Rohani llegue a un acuerdo satisfactorio para los dos actores estadounidenses –la Casa Blanca y ‎el Pentágono– sería acabar con los Guardianes de la Revolución iraníes, con el Hezbollah libanés y ‎con cualquier otra forma de oposición al predominio de Occidente, así como aceptar la división ‎de la comunidad musulmana en dos facciones –sunnitas y chiitas– como medio de garantizar que ‎no se produzca un resurgimiento de la revolución. ‎

Finalmente, Donald Trump reafirma su autoridad en la región asesinando, con pocas semanas de ‎intervalo, al principal jefe militar sunnita –el “califa” Abu Bakr al-Baghdadi– y al principal jefe ‎militar chiita –el general iraní Qassem Suleimani.‎

Sólo entonces el presidente iraní Rohani se decide a negociar con Donald Trump. En marzo ‎de 2020, coordina la acción de las milicias huthis con la de las fuerzas emiratíes en contra de las ‎tropas sauditas en Yemen; en mayo acepta que Mustafá al-Khadimi, uno de los asesinos del ‎general Suleimani, se convierta en primer ministro de Irak; en junio, envía Guardianes de la ‎Revolución a Libia, del lado de la OTAN, como ya había hecho su mentor, Hachemi Rafsanyani, ‎enviando Guardianes de la Revolución a Bosnia-Herzegovina. ‎

Al mismo tiempo, Rohani acepta la proposición china de comprar el petróleo iraní al 70% del ‎precio del mercado internacional, con lo cual garantiza nuevamente la renta petrolera… pero ‎hace peligrar su alianza con la India. Esa alianza preveía hacer transitar el comercio indio hacia ‎Afganistán por el puerto iraní de Chabahar, evitando así el territorio de Pakistán. Sin embargo, lo ‎lógico sería que Irán se integrara al proyecto chino de restablecimiento de la ruta de la seda, de ‎la que ya fue parte durante la Antigüedad y en la Edad Media, lo cual exigiría una alianza entre ‎Irán y Pakistán. ‎

La historia del Irán contemporáneo se resume en un ir y venir entre dos visiones ‎políticas opuestas: la del esplendor de un imperio basado en el legado del profeta Mahoma y la de ‎la lucha por la justicia basada en el ejemplo de los profetas Alí y Hussein. Sorprendentemente, ‎quienes optan por el esplendor imperial son designados en la prensa occidental como ‎‎«moderados» mientras que a los partidarios de la lucha por la justicia se les llama ‎‎«conservadores». ‎

Hipótesis
Lo que expondré de aquí en adelante en este artículo debe, por supuesto, ser visto con mucha ‎prudencia ya que sólo es una hipótesis. Se trata, no obstante, de una hipótesis que merece ‎reflexión. ‎

Todo indica que la muerte del general Qassem Suleimani, comandante de las fuerzas especiales de ‎los Guardianes de la Revolución, llegó como anillo al dedo para el presidente Hassan Rohani. Y ya ‎hemos visto que no solo ese asesinato no recibió una respuesta de valor equivalente sino que ‎además uno de los asesinos se convirtió en primer ministro de Irak, con el apoyo de Rohani. ‎Al nombrar a un ilustre desconocido como sucesor del general Suleimani, el poder iraní ha ‎neutralizado de hecho a los Guardianes de la Revolución. Lógicamente, la próxima personalidad ‎por eliminar sería el secretario general del Hezbollah, el líder libanés Hassan Nasrallah. ‎

El 23 de julio de 2019, el embajador israelí Danny Danon presenta al ‎Consejo de Seguridad de la ONU lo que califica como violaciones de la resolución 1559 ‎cometidas por el Hezbollah… y afirma que esa organización de resistencia dispone de ‎instalaciones permanentes en el puerto de Beirut.

Pero no es eso lo que acabamos de ver en Beirut. Lo que vimos fue un depósito de descarga del ‎Hezbollah alcanzado por un arma nueva que provocó una enorme explosión. Esa operación arroja ‎un saldo de 150 muertos y al menos 5.000 heridos. Sólo voces provenientes de Israel, como ‎la del diputado Moshe Feiglin, y de Irán afirmaban al día siguiente que toda desgracia trae algo bueno. ‎Para la prensa oficial de Teherán, la destrucción del puerto de Beirut intensificará la actividad de la ‎ruta terrestre Teherán-Bagdad-Damasco-Beirut y, por ende, el proyecto de federación chiita. ‎

El 6 de agosto, el presidente francés Emmanuel Macron llegaba a Beirut. Según sus interlocutores, ‎Macron dio a los dirigentes libaneses un plazo de 3 semanas para concretar la aplicación de la ‎segunda parte de la resolución 1551: el desarme de la resistencia libanesa (2). El 7 de agosto, Hassan Nasrallah ‎aparecía en la televisora al-Manar, y pudo vérsele turbado, incómodo, incluso deprimido. ‎Durante su intervención, negó en 4 ocasiones toda presencia del Hezbollah en el puerto de Beirut. ‎

El hecho es que ya la máquina está en marcha. La primera parte de la resolución 1551 preveía ‎sacar del Líbano la fuerza siria de paz que había puesto fin a la guerra civil libanesa. Esa retirada ‎de la fuerza siria de paz se concretó en 2005, a raíz del asesinato del ex primer ministro libanés ‎Rafic Hariri –atribuido entonces al presidente sirio– y de la subsiguiente «revolución del cedro». ‎La segunda parte –el desarme del Hezbollahse inicia ahora, en 2020, con la destrucción de la mitad de Beirut y con una nueva revolución de color. Precisamente todo lo que conviene a ‎Benyamin Netanyahu y a Hassan Rohani, viejos cómplices en el tráfico de armas que dio origen al ‎escándalo conocido como Irángate o Irán-Contras. ‎


Thierry Meyssan

[1] ‎«El proyecto militar de Estados Unidos para el ‎mundo», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 22 ‎de ‎agosto ‎‎de 2017.‎
[2] L’Effroyable ‎imposture, Tomo 2, por Thierry Meyssan, éditions Demi-Lune.
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