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18 diciembre 2018

El Chapo, a juicio: el mito del narco y la narrativa de seguridad nacional



I

El verdadero negocio de la droga


por Tito Andino U.

La toma de decisiones para solucionar el tráfico mundial de drogas no está en Kabul o en las selvas colombianas, sino en Washington, puesto que el poder de los narco dólares surge cuando combinamos el tráfico de drogas con la bolsa de valores.

De todas las noticias y análisis que he leído sobre uno de los líderes del Cartel de Sinaloa, no hay otro enfoque más realista que el artículo escrito por el mexicano Oswaldo Zavala, periodista y profesor de literatura y cultura latinoamericana en la City University of New York (CUNY). Su libro más reciente "Los cárteles no existen. Narcotráfico y cultura en México" (Malpaso 2018) nos dirige a algo más parecido con la realidad que a las fábulas y mitos urbanos con que nos agobian cada día decenas de publicaciones de la prensa comercial. El artículo del señor Zavala apareció hace unos días originalmente en un rotativo español. Publicar un artículo de esta índole tiene una particularidad, se atreve a decir algo muy diferente a la versión oficial emanada de las autoridades policiales y gubernamentales, que incluye a las nada creíbles y desprestigiadas fuerzas del orden mexicanas y de la doble moral -típica herencia del puritanismo de los pioneros estadounidenses- con que se manejan las administraciones que se suceden indistintamente en la Casa Blanca.

Los siguientes detalles guardan completa armonía con lo expresado por Oswaldo Zavala, y no se refieren al "Chapo" Guzmán, se trata de cómo se maneja el MEJOR NEGOCIO DEL MUNDO bajo las sombras y nada público, ya que sigue siendo una actividad ilícita; no obstante, los beneficios para la economía global es de tal magnitud que no cabe duda que el NARCOTRÁFICO S.A. mueve los destinos del CAPITALISMO. Veamos algunos puntos rápidamente.

Un ejemplo es Afganistán, para muchos sinónimo de los talibán, en aquel remoto país la ley se edifica en base a la costumbre islámica tradicional, se grava con un tributo la cosecha de la amapola. Los talibán u otros grupos locales, a quienes en Occidente se les tilda de "Señores de la Guerra", no son la amenaza, pero son la cara visible, apenas se nutren de una pequeña porción del pastel, que no es poca cosa.

Hasta el 2001 los talibán prohibieron la siembra descontrolada de los campos de amapola, la reducción para ese año y anteriores fue drástica, se calcula que bajó el comercio alrededor del 60%. Algo sumamente grave para la economía en alguna parte del mundo. Acto seguido llegó la "lucha contra el terror", la ocupación militar U.S.A. y Compañía, según informes de la Oficina de Naciones Unidas contra el Crimen y la Droga (UNODC) la producción de opio  creció un 49% hasta finales del 2013, para 2014 el incremento fue, en promedio, el 55%. Las proyecciones en alza de la producción para 2015 eran del 65%. 


Campesinos afganos, cultivadores de la amapola, protegidos por tropas estadounidenses. 

La prensa internacional, alineada a intereses ocultos, pretende vendernos el cuento que un grupo de analfabetos y mal nutridos campesinos afganos controlan el flujo de cientos de toneladas de heroína y manejan las multimillonarias finanzas de ese ilegal negocio. ¿Se puede creer semejante disparate?. ¿Se imagina a un barbudo guerrero talibán, bajado de las montañas, gestionando las altas finanzas en Wall Street o, efectuando sofisticadas transacciones financieras en los grandes trusts bancarios de Europa y Asia?; ¿o, finiquitando complejos negocios con los verdaderos “señores de la guerra” en la compra de armamento a cambio de drogas?

¿Quiénes se benefician de ese torrente incontenible de dinero?

La supuesta guerra contra la droga es una vieja historia de intervencionismo de los imperios coloniales, hoy transformados en potencias capitalistas buscando globalizar los mercados.

Protegidas e intocables sociedades internacionales mueven el negocio, en ocasiones bajo complicidad o aliados con los servicios secretos. Por descontado, no existen pruebas que el dinero de la droga haya alimentado las cuentas bancarias de la CIA (ni las podremos obtener), pero existe una estrecha relación con ese ilegal comercio y las guerras auspiciadas por los EEUU en Medio Oriente y otras regiones del mundo. 

En cuanto al sistema y modalidad del lavado de activos no ha cambiado en nada, solamente los protagonistas. Las personas se van, renuncian, se mueren por causas naturales o son asesinadas, pero las políticas criminales para controlar la riqueza que genera el narcotráfico perdura. Sobre las ganancias, Wall Street es una de las encargadas de legalizar y hacer más rentable esos activos. Según el investigador Daniel Estulin:


La droga es el motor de la economía mundial, sin la participación de Wall Street en este proceso la economía mundial tambalearía.

La toma de decisiones para solucionar el tráfico mundial de drogas no está en Kabul o en las selvas colombianas, sino en Washington. La clase política no se atreverá pedir más explicaciones a las decenas de famosos procesados a quienes fuera del ámbito judicial se les ofrece acuerdos para reducir condenas a cambio de guardar silencio en lo que tiene que ver con el destino final de los beneficiarios del rédito económico de su "producto", manteniendo vigente el selecto club que en el argot popular se denomina el "cartel de los sapos". Tales son los hechos que en el juicio contra el "Chapo" Guzmán están desfilando una serie de ex narcotraficantes condenados a largas penas de prisión -incluida la cadena perpetua-. Eso opera de forma sencilla, rebajas sustanciales en sus condenas a cambio de declarar en contra de sus ex socios y delatar a otros; nunca, pero nunca, se menciona a quienes manejan las redes financieras y políticas.

La guerra contra la droga es un inmenso fraude. El Narcotráfico S.A., sin la protección de órganos estatales de alto nivel y de grupos financieros ligados a la banca internacional no prosperaría. Grandes bancos, incluso políticos con poder alimentan y fomentan la codicia de la delincuencia organizada, en ese sentido esa es la verdadera MAFIA. 



El mejor ejemplo de la asociación entre financieros, políticos y criminales es el siguiente caso:

Richard Grasso, ex presidente de la Bolsa de Valores de New York desde 1995 a septiembre del 2003. En la foto de arriba, Grasso junto al difunto Comandante de las FARC, alias Raúl Reyes en junio de 1999, en La Machaca, San Vicente del Caguán, departamento del Caquetá, Colombia. A la reunión Grasso se acompañó del vicepresidente de la Bolsa de Nueva York,  Alain Murban y el asesor James Esposito. El ex ministro de Hacienda de Colombia, Juan Camilo Restrepo, ejerció de traductor del encuentro. Grasso cursó una invitación a los líderes de las FARC, considerada en ese entonces 'organización terrorista'. "Invito a los miembros de las FARC a visitar la Bolsa de Nueva York, para que puedan conocer el mercado personalmente.. Espero de verdad que ellos pueden hacer esto". Medios locales afirmaron que Grasso había pedido reunirse con un representante del alto mando de las FARC para discutir también sobre la inversión extranjera y el futuro papel de las empresas estadounidenses en Colombia, El jefe de Wall Street, en rueda de prensa, tras su visita a la guerrilla colombiana  no tuvo empacho en indicar que había venido a traer un mensaje de cooperación de los círculos financieros estadounidenses (FUENTE de este dato: Reuters Limited, 26 junio 1999: NYSE Chief Meets Top Colombia Rebel Leader). 

Los Estados Unidos se jactan de invertir millones de dólares anuales en luchar contra el narcotráfico, no obstante, por la puerta trasera ganan miles de millones de dólares anuales filtrados a través de Wall Street; otras bolsas europeas hacen lo mismo con el producto del lavado del dinero proveniente de la droga. Por qué no se combate eficazmente el lavado de dinero en territorio norteamericano? Por qué los peces gordos americanos siempre están impunes, quién o quiénes les protegen? Y, no hablamos de mafiosos italiano-americanos, hablamos de la gran industria y de la banca... 

John A. Gotti, hijo del célebre mafioso John Gotti, aunque no es una fuente de confianza para las autoridades, en una ocasión fue preguntado por la prensa si la familia Gotti de Nueva York estaba traficando narcóticos, respondió: “¿Quién va a competir con el gobierno?”.

Wall Street, gobiernos, corporaciones bancarias internacionales, terrorismo internacional, DEA, CIA, ONI, Imperio Británico, servicios secretos franceses suelen estar en lucha por las rutas y el control de los mercados de la droga. Norteamérica y la City de Londres parecen haber ganado la batalla en cuando a los dividendos que produce el narcotráfico con una impronunciable cifra de ganancias.

El poder de los narco dólares viene cuando combinas el tráfico de drogas con la bolsa de valores. El Departamento de Justicia de los EEUU afirmaba a inicios del siglo XXI que lavamos (los Estados Unidos) entre $500 mil millones - $1 trillón de dólares anuales. Para quien no conoce de finanzas es algo complejo, se debe multiplicar eso por un porcentaje del margen de ganancias resultante de la circulación de efectivo, debiendo calcularse cuánto de esos “ingresos” pasa por la declaración de ingresos de bancos y de compañías que se cotizan en la bolsa de valores, entonces, se debe multiplicar ese número por el múltiplo del ingreso al que se comercian las acciones. Complejo, verdad? 


Catherine Austin Fitts, asesora en inversiones, especialista en el estudio de los narcodólares y su impacto en la economía estadounidense expresa que "una  técnica de estimado rápido y sucio es tomar la cifra del Departamento de Justicia de $500 mil millones – $1 trillón y dividirlo por 281 millones de norteamericanos para llegar a un estimado de la participación en el mercado del lavado de dinero 'por cada americano'. Ahora multiplica esa cifra por el número de personas en tu área. Ahora divídelo por el número de bancos locales. ¿Qué es lo que te dicen esos números?"

La mencionada autora, entre otras publicaciones de "Narcodólares para principiantes" (aquí publicada), afirma que según el Inspector General de la CIA, el gobierno facilitó el tráfico de drogas. La CIA y el Departamento de Justicia (DOJ) crearon un memorando de entendimiento que permitía a la CIA ayudar a sus aliados y a sus agentes traficar drogas sin tener que reportarlo. 

"Lo único más peligroso que puede sucederte como no sea que te agarren en un negocio de crimen organizado, es no poder controlar la reinversión del fluido de efectivo que se deriva de él. Es por lo que los monarcas se entendían muy bien por debajo de la mesa con los piratas durante los tiempos isabelinos y sin duda es exactamente lo que han estado haciendo desde entonces".
"Después de los impuestos, el crimen organizado es la forma que tiene una sociedad de reunir muchas reservas de capital de bajo costo. El crimen organizado es una empresa bancaria y de capital de inversión siempre en busca de oportunidades. Así que la realidad es que si quieres controlar la circulación del efectivo y del capital que controla el mundo “derecho”, tienes que controlar la circulación del efectivo generado por el mundo del hampa. De no existir, tienes que prohibir algunas cosas para generarlo".

En una presentación en Filadelfia, la referida autora, habló sobre “Cómo funciona el dinero en relación al crimen organizado”, sobre los negocios legales y el negocio de las drogas y sus porcentajes (flacos y gordos) al entrar en la bolsa de valores. Preguntó qué sucedería al mercado de valores si descriminalizamos o legalizamos las drogas. El mercado de valores tronaría, respondieron. "¿Qué le sucedería al financiamiento del déficit del gobierno si hiciéramos cumplir todas las leyes en contra del lavado de dinero? En vista de que todas las transferencias bursátiles pasan y son registradas por medio del Banco de la Reserva Federal de Nueva York, esto no debería ser algo demasiado difícil, ¿no es así?". Lo que sucedería es que podrían incrementarse sus impuestos, contestaron; peor aún, sus cheques del gobierno podrían dejar de llegar. 

Pidió se imaginaran un botón rojo y pulsarlo si querían descriminalizar el tráfico de drogas y detener todo el lavado de dinero en los Estados Unidos. ¿Quién apretaría el botón?. Del auditorio, solamente una persona estaba dispuesta a empujar el botón. Después de haberlo pensado un poco, el resto no lo habrían hecho. Preguntó ¿por qué?. "Dijeron que si empujaban el botón, sus fondos mutuos bajarían y sus cheques del gobierno podrían parar. Les comenté que lo que ellos proponían era que toda una infraestructura de gente continuara vendiéndole drogas a nuestros hijos y nietos con tal de asegurarles que sus fondos mutuos y sus pensiones se mantuvieran a un nivel superior. Dijeron, sí, así es… "

Concluye la autora, los Estados Unidos "no está tan adicto a las drogas como lo está a los narco dólares".


Volvamos a los populares bandidos, que vemos a diario en televisión y la prensa comercial. Para buen entendedor, los grandes traficantes apenas son un eslabón en la cadena del negocio, los grandes traficantes -como el hombre de actualidad, el "Chapo" Guzmán- ganaba muchos, pero muchos millones por la venta de su producto. Sin embargo, son muy pocos los que han logrado cotizar en las grandes Bolsas, no tienen otra alternativa que enterrar el dinero; mientras, por otro lado, es el capital que genera la distribución y venta de la mercancía en los mercados norteamericano y europeos la que mueve un escalofriante número de ceros y esos beneficios ya no son del traficante, ni siquiera del "distribuidor"

La historia se repite una y otra vez, esto viene de siglos atrás con la “Guerra del opio”, las modalidades varían, el fenómeno persiste. Algunos modernos imperios continúan siendo los más grandes traficantes de droga de la historia y dado que es imposible esconder por siempre los negocios sucios se hace inevitable contar con un buen número de “villanos" a quienes responsabilizar. Es parte del juego, algún momento deberá, irremediablemente, sacrificarse a los peones del negocio, los talibán, el Estado Islámico, las FARC, los conocidos "barones" de la droga Pablo Escobar o el "Chapo" Guzmán y millares de narcotraficantes por el mundo, ellos son solo algunas piezas del escalafón... y de las bajas.


Los protagonistas, es decir, los "malos", son mano de obra desechable, pueden ser sustituidos en cualquier momento, lo que indica que la "guerra contra la droga" también es un buen NEGOCIO. 

La consigna “derrotar a los narcoterroristas”, pretende dibujar un panorama ficticio a la opinión pública. Tenemos héroes que luchan contra la plaga del narcotráfico, destruyendo plantaciones, capturando delincuentes y comisando bienes... loable. Acto seguido aparecerán nuevas organizaciones y novedosos procesos de refinación y ocultamiento de la mercancía. Las centenas de miles de muertos en Colombia, México, Afganistán, etc, no cuentan, mucho menos las víctimas colaterales (desplazados, narcodependientes). El flujo de cientos y cientos de miles de millones de dólares rumbo a Wall Street y otros mercados es lo que verdaderamente importa. 

El negocio de la droga compite a nivel mundial con lo que genera la industria armamentista y los negocios petroleros, por lo que no es ninguna exageración la afirmación que sin droga la economía mundial se vendría abajo, como ha explicado infinidad de ocasiones el conocido analista Daniel Estulin, “la DROGA S.A. es el lubricante de la economía mundial con más de 900 mil millones de dólares en dinero efectivo anuales”. Continúa: “según la leyenda popular, Wall Street es el corazón y el alma de la economía estadounidense, un hogar de hombres “sabios” que demuestran como amasar inmensas fortunas. Sin embargo, Wall Street es una grotesca atracción de feria que debería estar prohibida a los menores de 18 años. Las actividades financieras que se realizan aquí no tienen nada que ver con una economía adecuada”.

Los países sudamericanos ancestrales productores de la hoja de coca son los narcotraficantes y los campesinos afganos que cosechan la amapola… los terroristas. Así se forja el mito de los "buenos" y los "malos".


II
El Chapo, a juicio: el mito del narco y la narrativa de seguridad nacional

El Chapo, durante el juicio que se celebra en Estados Unidos. Ilustración de Jane Rosenberg


por Oswaldo Zavala
9 dic. 2018

La fantasía que nos presenta al mayor traficante en la historia responde a una hegemonía discursiva, un relato que explica falsamente la violenta realidad en la que vivimos.

Menos que un proceso para determinar su culpabilidad en la comisión de delitos graves, el juicio contra Joaquín "El Chapo" Guzmán es el espacio donde se debaten dos percepciones radicalmente opuestas:

- Por un lado, México aparece como un país asediado por traficantes que amenazan la "seguridad nacional", un Estado potencialmente fallido, donde la corrupción oficial y el asesinato conducen la vida diaria del gobierno y la sociedad civil;
- Por el otro, las autoridades de México y Estados Unidos, lejos de combatir el fenómeno del narcotráfico, parecen explotarlo, manipularlo, hasta finalmente convertirlo en objeto de una compleja red de intereses geopolíticos.

Lo que está en juego es afirmar o negar el tamaño y relevancia de los llamados "cárteles de la droga" y su capacidad para intervenir en la estructura política y económica de México. Desde luego que el objetivo del juicio es determinar la culpabilidad de Guzmán, pero para hacerlo, tanto la fiscalía como la defensa han tenido que recurrir a narrativas, en apariencia divergentes, en torno al espectacular submundo criminal donde los "narcos" mexicanos son capaces de controlar el mercado mundial de la cocaína, pero donde también deben sobornar a los más altos funcionarios de la clase gobernante en México para sobrevivir, todo mientras conducen una vasta red de tráfico en estados como Texas, Arizona, Nueva York, Illinois y Nueva Jersey y se las arreglan para secuestrar, torturar y asesinar a miles de sus rivales y competidores.

En la acusación formal, a Guzmán se le imputan 17 cargos, entre los más importantes el de dirigir una empresa criminal que, bajo su supervisión y la de Ismael "El Mayo" Zambada, introdujo más de 200 toneladas métricas de cocaína a Estados Unidos entre 1999 y 2014. Según la fiscalía, Guzmán es culpable de haber conspirado para traficar drogas desde 1989, generando ganancias personales de más de 14.000 millones de dólares. Según un comunicado de prensa del Departamento de Justicia estadounidense del 20 de enero de 2017, esa exorbitante cantidad de dinero habría sido "lavada" y transportada en efectivo desde Estados Unidos a México. Y aunque no se incluye en los cargos, también se acusa a El Chapo de ordenar personalmente el asesinato de miles de "competidores traficantes de droga" en la frontera entre los dos países "aproximadamente" entre 2007 y 2011.


Esta fotografía data de 2014 cuando Guzmán fue capturado con la colaboración del DEA.

La evidencia hasta ahora se basa principalmente en los dichos de otros traficantes que a cambio reciben reducciones a sus sentencias carcelarias. Recientemente se mostró al jurado un pesado costal con "ladrillos" de cocaína que, según se dijo, provienen de esas 200.000 toneladas traficadas por El Chapo pero destruidas por las autoridades estadounidenses durante 15 años de decomisos. Entre las 300.000 páginas de documentos, 117.000 grabaciones de audio y miles de fotos y video, la fiscalía destaca el video de un decomiso de 7.3 toneladas de cocaína escondidas en cientos de latas de chiles jalapeños. También está otro en el que Guzmán mismo interroga a un supuesto traficante rival.

Notemos, sin embargo, que más allá de esa narrativa y el efectismo de la droga como utilería teatralizada, la fiscalía está lejos de probar que el sinaloense de 61 años sea un traficante que "ha aterrorizado a comunidades de todo el mundo", según afirma el Departamento de Justicia en el comunicado antes citado. Algo similar ocurre con los 14.000 millones de dólares que la acusación formal atribuye al botín de El Chapo si recordamos que la revista Forbes especulaba que su fortuna no rebasaba los mil millones de dólares cuando lo incluía en su lista de multimillonarios entre 2009 y 2012.

Resulta inverosímil que miles de kilogramos de cocaína puedan llegar hasta la nariz de los abogados o empresarios que la consumen en Nueva York, Chicago o Los Ángeles, sin mediación de traficantes estadounidenses o de autoridades locales corruptas, como también es ridículo imaginar los miles de camiones de carga que se necesitarían para transportar 14.000 millones de dólares en efectivo desde Estados Unidos a México y que hasta el último dólar llegara a las manos de El Chapo en la serranía del triángulo dorado. (En una ocasión, como periodista en Ciudad Juárez, me tocó reportar un camión de carga que se volteó en una curva a la salida de un puente internacional con 6 millones de dólares en efectivo. Pero ese camión ya había cruzado la frontera a Estados Unidos, donde el lavado de dinero es un negocio más normalizado gracias a las leyes que protegen el secreto bancario, además de la endémica corrupción del sistema financiero global que no necesito detallar).

Llama también la atención que, pese a miles de denuncias documentadas de atrocidades cometidas por las fuerzas armadas mexicanas durante la supuesta "guerra contra las drogas" en contra de civiles inocentes en lugares como Ciudad Juárez, Tijuana y Monterrey, la fiscalía en Nueva York no tenga mayores reparos en señalar a El Chapo como el responsable directo de miles de asesinatos y únicamente de "traficantes rivales". Con esta narrativa se busca persuadir al jurado de que este es el jefe de la misma organización que tardó semanas en traducir del inglés las preguntas del actor estadounidense Sean Penn después de aquella famosa entrevista en Rolling Stone, y el mismo capo que se obsesionó con una actriz de telenovelas al punto de invitarla a su escondite probablemente a costa de su captura. ¿Cómo reconciliar en la misma persona al CEO de una organización multimillonaria que amedrenta ciudades de todo el mundo, pero que sólo cuenta con personal logístico monolingüe? ¿O aquel que literalmente tuvo que dar miles de órdenes homicidas en viva voce, pero que arriesga su vida para conocer a la "reina del sur" que ha visto en la televisión?

Menos vistosa, la estrategia del equipo de defensa ha consistido hasta ahora en mostrar a Guzmán como un traficante de segunda fila, y todavía más lejos, como un mito manufacturado por las autoridades mexicanas y estadounidenses. Según el abogado Jeffrey Lichtman, el verdadero jefe del "Cártel de Sinaloa" es "El Mayo" Zambada, quien se habría mantenido en libertad ofreciendo millones de dólares incluso a algunos ex presidentes de México como Enrique Peña Nieto y Felipe Calderón. Estos pagos, más que sobornos para facilitar sus acciones criminales, parecieran producto de una extorsión del gobierno federal que explota a los traficantes a cambio de retrasar su inminente caída. Pero las explosivas declaraciones de los abogados de El Chapo no sólo fueron desestimadas por el juez Brian M. Cogan, sino que buena parte de la información del juicio se ha llevado desde entonces en secreto. ¿Qué más queda oculto en esta dialéctica censurada?


La última captura del Chapo, enero 2016

Sin duda la fiscalía podrá demostrar que Guzmán ha traficado con droga y que acaso ordenó varios asesinatos, con lo que probablemente consiga enviarlo a prisión de por vida. Pero ¿cómo probar que Guzmán protagonizó un conflicto armado parecido a una guerra de exterminio —que arrojó un saldo de 121.000 homicidios y más de 30.000 desapariciones forzadas— durante los mismos años en que supuestamente lideraba una organización que por sí sola produjo una fortuna digna de los principales magantes del planeta? ¿Por qué, en la era de la vigilancia masiva en que la National Security Agency probablemente me espía a través de mi computadora mientras escribo, no se ha podido localizar los 14.000 millones de dólares que se atribuyen a El Chapo?

Las contradicciones en la narrativa oficial deberían desacreditar el proceso por sí mismas. Pero lo grave es que ocurrirá lo contrario. La fantasía que nos presenta al mayor traficante en la historia de la tierra se sostendrá porque responde a una hegemonía discursiva, es decir, un relato que todos hemos aprendido para intentar explicarnos la violenta realidad en la que vivimos y que complacientemente separa el mundo entre "narcos" malos y policías y gobernantes buenos, sobre todo si son policías y gobernantes estadounidenses. Esta narrativa genera un consenso que exculpa a las fuerzas armadas mexicanas de sus crímenes de lesa humanidad y legitima la estrategia de militarización. También supone la rectitud de las autoridades estadounidenses y que la cocaína llega hasta ese país allí por el sofisticado ingenio de los traficantes mexicanos que burlaron a la DEA, la CIA, el FBI, corporaciones policiacas, pandillas y hasta al dealer más pedestre que, aunque sea un muchacho blanco y no hable español, de algún modo trabaja para el "Cártel de Sinaloa".

Advierto otra narrativa que se deriva del juicio y que comienza a trastocar las relaciones de poder entre México y Estados Unidos: el narcotraficante como un delincuente creado por el prohibicionismo estadounidense, utilizado por el estado mexicano y luego manipulado por un esperpéntico proceso judicial para sustentar la fantasía del combate a las drogas. En esta narrativa el "jefe" del "Cártel de Sinaloa" es un subalterno del poder oficial estadounidense y mexicano, traicionado y enjuiciado por ellos mismos. Y cuando el proceso termine, prevalecerá ante todo un estado de excepción que continúa imponiendo su monopolio de la violencia "legítima", su insensata política prohibicionista, y la fuerza bruta de sus asesinos aparatos de "seguridad nacional". Ojalá un día sean ellos los enjuiciados.



Este blog ha publicado varios artículos respecto a las  DROGAS S.A. que pueden ser consultadas en las siguientes notas a pie de página:

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