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27 febrero 2025

Interpretaciones erróneas sobre la evolución de los Estados Unidos



 

Por Thierry Meyssan

Red Voltaire

28 de enero y 4 de febrero 2025


Vemos que la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca está cambiando las reglas del juego internacional. Sin embargo, a menudo malinterpretamos sus acciones: ignoramos las costumbres y tradiciones de su país y proyectamos sobre él nuestros propios debates políticos. Estamos aún más perdidos porque en los últimos años nos hemos adherido más o menos a la ideología de moda en Washington. La consideramos la doxa americana, cuando era sólo un momento de su historia, y olvidamos sus múltiples escuelas de pensamiento.


Todos quedamos sorprendidos cuando el presidente Trump firmó órdenes ejecutivas justo después de su toma de posesión. La prensa europea lo vio como un autócrata que afirmaba su poder. De ninguna manera ! Una buena parte de estos documentos limita el poder del Estado federal en beneficio de los estados federados. Hoy en día, interpretaciones erróneas de este tipo son habituales entre Estados Unidos y Europa.




La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca redistribuye todas las cartas ideológicas, geopolíticas, económicas e incluso militares. De hecho, por primera vez en casi dos siglos, un jacksoniano vuelve a estar en el poder en Estados Unidos. Habíamos olvidado esta manera de pensar (excepto en las películas western) y ya no somos capaces de anticiparla. Sin embargo, Trump ya lleva cuatro años en el poder, pero en ese momento sus propios aliados republicanos le impidieron en gran medida implementar sus políticas, mientras que la prensa demócrata nos aseguró que era un enfermo mental o un fascista.

Curiosamente, los influencers de las redes sociales que defienden su punto de vista sólo nos informan sobre su lucha ideológica contra el protestantismo, nunca sobre su concepción de las relaciones internacionales y menos aún sobre sus ambiciones políticas. Esto es aún más extraño si tenemos en cuenta que, desde las elecciones del 5 de noviembre, el equipo de Donald Trump ha contactado a numerosos influencers en la Unión Europea y el Reino Unido y ha comenzado a pagarles generosamente.

Hay varias maneras de considerar esta contradicción. O bien Donald Trump quiere engañar a los europeos y hacerles ver sus verdaderas intenciones, o bien cree que sólo pueden entender una cosa a la vez. Por nuestra parte, continuaremos nuestro trabajo describiendo las diferentes facetas del personaje sin olvidar ninguna.


La lucha contra la ideología progresista

El wokismo se presenta generalmente como una reacción a la esclavitud y la segregación racial. Los colonos europeos, al darse cuenta de los horrores que habían cometido, intentarían redimirse.

Esta no es mi opinión en absoluto. En mi opinión, el progresismo no tiene nada que ver con estos crímenes. Si adoptamos un punto de vista antropológico, debemos reconocer que existen fenómenos idénticos en todas las grandes religiones. En el cristianismo, fue encarnada por Orígenes, el Padre de la Iglesia del siglo III que se castró para no pecar, o más recientemente por Juan Calvino, famoso por haber aplicado en la República teocrática de Ginebra los mismos métodos que la Inquisición española.

Ahora bien, Estados Unidos se desarrolló a partir de la colonia puritana de Plymouth (Nueva Inglaterra, más precisamente Massachusetts). Eran puritanos, es decir, calvinistas. El Lord Protector, Oliver Cromwell, los había enviado como misioneros, no tanto para convertir a los indios sino a los europeos del muy católico Rey de España. En sus colonias, las mujeres debían llevar velo y la oración era obligatoria. Los homosexuales eran sometidos a azotes, etc. A estos fanáticos se les conoce como los "padres peregrinos" (que no deben confundirse con los "padres fundadores", que son juristas). Se celebran cada año en la fiesta nacional de Acción de Gracias. Fueron ellos quienes importaron la idea de que la política debe ser “pura” y que las estatuas de los herejes deben ser destruidas.

Desde 2014, la expresión “woke” se utiliza para referirse a las personas conscientes de las consecuencias sociales de la esclavitud y la discriminación racial, o incluso, debido a la convergencia de luchas, de la orientación sexual e incluso de género. Este movimiento que busca la “pureza”, en el sentido religioso del término, se ha fijado “buenas prácticas” destinadas a combatir la discriminación racial, ya sea manifiesta o “sistémica”. De hecho, promueve la “discriminación positiva” en favor de todas las minorías.

Es evidente que la esclavitud fue una realidad en Estados Unidos y que esta realidad pasada condiciona los comportamientos actuales. Pero es dudoso que destruir lo que recuerda a esa época resuelva los problemas de nuestro tiempo, y más aún si favorecer a los candidatos negros les permitirá liberarse de la condición de sus antepasados. Todo el mundo percibe instintivamente que los remedios son peores que los problemas que pretenden combatir. Al menos eso es lo que pensaron los residentes de Los Ángeles cuando sus casas fueron devastadas por los incendios. Reflexionaron sobre la ineficacia de los bomberos contratados con base en criterios de discriminación positiva y no en función de su competencia. Este movimiento ha perdido popularidad en Estados Unidos en los últimos años como lo demuestra la expresión ¡ despierto, quebrado! (“¡Despierta, quiebra!”)

El wokismo es una adaptación moderna del puritanismo de los “padres peregrinos”. Pero Estados Unidos es un país compuesto en el que se han mezclado varias culturas.

Hay que reconocer que, así como el Partido Republicano absorbido por los trumpistas se ha vuelto jacksoniano, el Partido Demócrata absorbido por Obama y Biden se ha vuelto "woke". Esto ha dado lugar a muchos malentendidos, ya que Washington en su conjunto ha abandonado ideológicamente el comportamiento tradicional al que está volviendo hoy.

Durante la campaña electoral presidencial, dos jóvenes influencers denunciaron extensamente el progresismo. La periodista negra Candace Owens (que ahora ataca a la pareja Macron) (1) calificó a Black Lives Matter como “un grupo de niños llorones que fingen estar oprimidos para llamar la atención”. Mientras que el gay Milo Yiannopoulos (casado con otro hombre) se ha distinguido por sus parodias del feminismo lésbico y del movimiento LGBTQIA+. Estos dos influencers llevaron a muchas personas negras y homosexuales a no votar por el Partido Demócrata, como sus mayores, sino por Donald Trump.

En su discurso inaugural, Donald Trump anunció el fin de las políticas de acción afirmativa y afirmó que a partir de ahora el gobierno federal sólo reconocerá dos sexos. Es espectacular, pero llega en un momento en el que la gran mayoría de los votantes estadounidenses ya están convencidos de ello (2)




"Excepcionalismo americano"

Donald Trump es un partidario del “excepcionalismo estadounidense” (3); una doctrina según la cual Estados Unidos es "la luz en la colina", querida por Dios para iluminar al mundo.

Esta doctrina, derivada también directamente del ejemplo de los "padres peregrinos", asegura que su viaje fue comparable al de los antiguos hebreos. Los transformó en un “pueblo elegido” porque huyeron del faraón (la monarquía británica que acababa de ser derrocada por Lord Cromwell), cruzaron el Mar Rojo (el océano Atlántico) y descubrieron una tierra prometida (América del Norte). Cada uno de los 47 presidentes de los Estados Unidos, sin excepción, ha reivindicado esta mitología. Esto es lo que subyace tanto a su rechazo de los principios del derecho internacional como a su apoyo al Estado de Israel.

Desde el punto de vista estadounidense (esto no tiene nada que ver con Donald Trump), Washington nunca aceptará rendir cuentas a nadie, especialmente a las Naciones Unidas o sus agencias. Claro, reciclaron a muchos criminales nazis durante la Guerra Fría, claro, masacraron a coreanos, vietnamitas, afganos, iraquíes, libios, palestinos, sirios, etc. pero ninguno de sus presidentes debería ser acusado por ningún tribunal internacional.

En un artículo de opinión publicado en 2013 en el New York Times, el presidente ruso Vladimir Putin destacó que es "extremadamente peligroso alentar a las personas a verse a sí mismas como excepcionales, cualquiera sea la motivación" (4). Esta doctrina de hecho induce una diferencia y una jerarquía entre los hombres, como cuando se aplica el concepto teológico de "pueblo elegido" a una realidad política.

A lo largo de su historia, Washington nunca ha aceptado rendir cuentas a los extranjeros. Atribuimos erróneamente algunas de sus decisiones recientes a ideologías actuales, cuando de todos modos se habrían tomado. Por ejemplo, creemos erróneamente que Donald Trump se retiró de los Acuerdos de París sobre la lucha contra el calentamiento global porque piensa que son estúpidos. Ciertamente, no cree que el IPCC sea una academia de ciencias. Pero en cualquier caso, Estados Unidos no podía aceptar firmar acuerdos que los sometieran al juicio de otros. Obama y Biden se posicionaron en contra de la tradición de su país por ideología, Trump se posicionó de acuerdo con su tradición, que también corresponde a su propia ideología.


Libertad, versión occidental

Cuando se fundó Estados Unidos en 1776, 13 años antes de la Revolución Francesa, los padres fundadores no estaban de acuerdo en su concepción de la libertad y los derechos humanos. A diferencia de los volterianos franceses, ellos no pensaron en estas cuestiones desde un punto de vista tanto individual como colectivo. Para ellos, la libertad es simplemente poder hacer lo que quieran en casa. Por eso, por ejemplo, son alérgicos al principio de las cotizaciones sociales obligatorias.

Esta forma de pensar no está exenta de inconvenientes. Así, su concepción de los “Derechos Humanos” está en total contradicción con la concepción francesa de los “Derechos Humanos y Ciudadanos”. Desde un punto de vista anglosajón (se refiere a la tradición británica), se trata únicamente de protegerse de las razones de Estado. Por el contrario, desde el punto de vista de los revolucionarios franceses, se trataba menos de no ser torturado en una comisaría que de participar en la elaboración de las leyes (5).

El debate sobre la libertad de expresión se ve distorsionado por la superposición de rejillas de lectura. La administración Biden ha adoptado una visión consciente de que tiene la responsabilidad de informar al público sobre los peligros del COVID y salvarlo de la enfermedad. Por esta razón ha prohibido todo debate científico y censurado todas las opiniones disidentes. Según la tradición de los "padres fundadores", el Estado federal no tenía derecho a interferir en los intercambios en las redes sociales. Según la tradición volteriana, el Estado tenía derecho, no a prohibir nada, sino a hacer que los tribunales prohibieran los mensajes que habían engañado a los internautas y perjudicado su salud (en este caso, eran los mensajes sobre la obligación universal de ciertos medicamentos los que debían haber sido objeto de persecución).


En 1838, entre 4.000 y 8.000 cheroquis murieron de frío, hambre o agotamiento en el "Sendero de las Lágrimas". En virtud de la Ley de Remoción de los Indios, firmada por el presidente Andrew Jackson, dejaron la costa este de los Estados Unidos a los europeos y acordaron mudarse al sur del río Misisipi. Sin embargo, hoy en día es la única tribu india que ha logrado mantener su modo de vida sin ser erradicada por los europeos. Esta deportación es el ejemplo seguido por Donald Trump para poner fin a la limpieza étnica de Palestina y resolver el conflicto palestino-israelí que se prolonga desde hace 80 años.


El regreso del sureñismo

Estados Unidos ha sido al mismo tiempo sureño y federalista. Los sureños fueron derrotados al final de la Guerra Civil, y sus vencedores impusieron el mito según el cual esta guerra había enfrentado a los esclavistas contra los abolicionistas. En realidad, al principio de la guerra ambos bandos eran proesclavistas y al final ambos bandos eran abolicionistas. La verdadera cuestión de la disputa era si las aduanas eran competencia de los estados o del gobierno federal.

Los jacksonianos, precursores de los sureños, querían un "estado federal mínimo". De esta forma han devuelto muchas competencias a los estados federados. Eso fue lo que hizo Donald Trump cuando los jueces que él nombró apoyaron enviar la cuestión del aborto del estado federal a los estados. Personalmente, no parece tener una opinión firme sobre este tema. Su rival, Kamala Harris, se equivocó, como Woke, al presentarlo como un reaccionario cuando la mitad de los estados federados respetan los derechos de las mujeres y autorizan la interrupción voluntaria del embarazo (IVG). Esta es una de las principales razones de su fracaso.

Cuando Donald Trump anunció la creación de un Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), pretendía desmantelar una administración federal que decide desde Washington cómo debe vivir cada ciudadano incluso a 2.500 kilómetros de distancia. Es cierto que ha confiado la responsabilidad a un libertario, Elon Musk, pero para él no se trata de adelgazar el Estado federal mediante el liberalismo reaganiano. Disolverá miles de agencias gubernamentales, no porque sean caras, sino porque, a sus ojos, son ilegítimas.

En cierto modo, el debate entre sureños y norteños, entre confederalistas y federalistas, recuerda al de los girondinos y los montañeses durante la Revolución Francesa. Sin embargo, en Estados Unidos los estados federados tenían sólo una historia corta, mientras que en Francia las regiones tenían un milenio de historia feudal: París siempre sospechó que devolver el poder a las provincias rehabilitaba el feudalismo.


El expansionismo estadounidense

Estados Unidos, que en el momento de su creación contaba con sólo 13 estados federados, ahora tiene 50, además de 1 distrito federal y 6 territorios. Desde una perspectiva estadounidense (de nuevo, esto no tiene nada que ver con Donald Trump), no han terminado de crecer. Desde la década de 1930, aspiran a absorber toda la plataforma continental de América del Norte, incluidos Canadá, Groenlandia, Islandia e Irlanda, además de México, Guatemala, Nicaragua, Costa Rica y Panamá, sin mencionar todo el Caribe (6).

En ese clima nacional, Donald Trump anunció durante su discurso inaugural que su país llamaría en adelante al Golfo de México "Golfo de América", lo que decretó unas horas más tarde. Además del hecho de que los estadounidenses no se consideran tales, sino como "americanos", esta palabra no se refiere a una denominación local, sino al colonizador Américo Vespucio.

No anunció la anexión de Canadá, Groenlandia y el Canal de Panamá, como había sugerido anteriormente, sino la colonización del planeta Marte.

Sin embargo, contrariamente a los comentarios de la prensa europea, Donald Trump nunca ha hablado de conquistar la plataforma continental norteamericana por la fuerza militar, aunque sí ha mencionado el desarrollo de bases militares en Groenlandia. Como jacksoniano, está interesado en comprar estos territorios. Parece que actualmente está "negociando" de forma especialmente agresiva con Dinamarca la cesión de Groenlandia a cambio de un compromiso de defensa.

Cabe señalar que la administración Trump sigue amenazando a Cuba, hacia la que tiene ambiciones coloniales, pero no a Venezuela, que está fuera de la plataforma continental de América del Norte. Sin embargo, se refiere a ambos estados como "comunistas" y afirma que los trata de la misma manera.

Dada la proximidad ideológica entre los dos “pueblos elegidos”, la administración Trump aborda la cuestión de Israel como si los palestinos fueran indios atacando diligencias. El presidente Andrew Jackson decidió poner fin a las guerras indias negociando tratados con las distintas tribus. Muy pocos se implementaron, pero su gran "éxito" fue con los Cherokees. Los deportó al sur del Mississippi. Resulta que, a pesar del sangriento episodio del “sendero de las lágrimas”, los cherokees fueron los únicos indígenas que respetaron estos acuerdos. Y hoy son la única tribu que ha sobrevivido con su cultura. Juntos dirigen un imperio de casinos. Pero aplicar el mismo método a los palestinos no puede funcionar: los cherokees no se consideran dueños de la “Madre Tierra”, pueden seguir siendo cherokees dondequiera que estén. Los palestinos, por el contrario, están apegados a su tierra y saben que morirán, como cultura, si la pierden.




La sustitución de la guerra por el comercio

Último punto importante para los jacksonianos: la sustitución de la guerra por el comercio. Donald Trump cree que la mayoría de las guerras son masacres innecesarias. Son sólo un medio para manipular a las masas para lograr objetivos indecibles. Como al final muchas veces sólo es una cuestión de dinero, es necesario sustituir las guerras por el comercio.

Esta doctrina funciona muy bien en la mayoría de los casos, sin embargo algunas guerras tienen motivos complejos no relacionados con objetivos comerciales. En estos casos, y sólo en estos, el jacksonismo no funciona.

Por ejemplo, la guerra en Ucrania. Si uno afirma que Rusia quiere anexionarse a su vecino, puede negociar con él algo que satisfaga su apetito sin dañar la integridad de ese país. Pero si uno cree que Moscú quiere sinceramente poner fin a la "Gran Guerra Patria" (la Segunda Guerra Mundial), derrotar a los nazis y a los nacionalistas fundamentalistas (los "banderistas"), entonces ninguna negociación comercial podrá detenerlo.

Éste es el talón de Aquiles de la administración Trump: la guerra en Ucrania no tiene ningún motivo económico, contrariamente a lo que han afirmado los políticos occidentales. Moscú habla en serio cuando exige desnazificar Ucrania. En este punto, Estados Unidos tendrá que ceder o enfrentarlo con dureza.

Si ceden, surgirá un segundo problema: Rusia es un territorio enorme cuyas fronteras (más de 20.000 kilómetros) nadie puede garantizar su defensa. Por eso, Moscú exige tradicionalmente que sus vecinos beligerantes sean neutrales. Éste es el significado del malentendido sobre la OTAN: Rusia reconoce, a través de la Declaración de Estambul (2003), el derecho de cada país a unirse a una coalición militar, pero rechaza que esta membresía abra la puerta al almacenamiento de armas de terceros países en su territorio. Sin embargo, durante la presidencia de Boris Yeltsin, Estados Unidos, advertido en repetidas ocasiones, continuó su presión para incluir a los diversos estados postsoviéticos en la adhesión a la OTAN, excepto Rusia, que sin embargo les pidió que lo hicieran.

Los jacksonianos no tienen motivos para promover la ampliación de la OTAN, pero hacerlo requeriría que abandonaran las políticas expansionistas de los partidos Republicano y Demócrata y se concentraran en las suyas propias: la meseta norteamericana.

Para Donald Trump, no hay duda de que Estados Unidos no tiene motivos para involucrarse en el conflicto ucraniano. Propone silenciar las armas dejando de subvencionar al régimen corrupto de Kiev. Una vez más, la Unión Europea interpreta esta retirada como una invitación a tomar el control. Este es otro error: la UE sólo existe por voluntad de Washington; al involucrarse en Ucrania sin que se lo pida la nueva administración estadounidense, la UE sólo acelerará su disolución.

En cuanto a la guerra comercial, los no estadounidenses se han mostrado sorprendidos por la estrategia del presidente Donald Trump respecto de los aranceles. Creen que esto sólo tiene sentido para proteger sectores económicos, mientras que los jacksonianos creen que también pueden usarse como armas políticas.

Por ejemplo, Donald Trump aumentó durante unas horas los aranceles aduaneros a los productos colombianos al 25%, y amenazó con aumentarlos al 50% la semana siguiente si Bogotá persistía en oponerse a la repatriación de sus nacionales. Fueron levantadas tan pronto como Bogotá repatrió a sus nacionales ilegales.

Lo mismo ocurre con Canadá y México (15%), y con China (10%). La administración Trump, una vez más, no tiene ningún argumento económico, pero sí uno político. Considera que China está suministrando precursores químicos a los cárteles de la droga y que México y Canadá están permitiendo que estas drogas ingresen a Estados Unidos.

En cuanto a la Unión Europea, es algo completamente diferente. La administración Trump pretende reequilibrar su balanza comercial. Podría imponer derechos de aduana del 10%, pero sólo sobre determinados productos. Se trata de un tratamiento convencional de estos derechos, aunque resulta difícil entender cómo encaja con los compromisos asumidos al incorporarse a la Organización Mundial del Comercio (OMC).


Thierry Meyssan

Red Voltaire


(1) "Después de Reino Unido, Alemania y Dinamarca, el equipo de Trump prepara una operación en Francia", Red Voltaire, 16 de enero de 2025.

(2) Donald Trump no intentó negar que unos pocos miembros raros de la especie humana no tienen las características cromosómicas de los machos ni de las hembras. Atacó el hecho de que el Estado federal había impuesto a la sociedad organizarse como si estas excepciones fueran la regla.

(3) Lea las actas de la conferencia organizada por el Centro Carr para la Política de Derechos Humanos: Excepcionalismo estadounidense y derechos humanos, Michael Ignatieff, Princeton University Press (2005).

(4) "Un llamado a la cautela", por Vladimir Putin, New York Times (Estados Unidos), Red Voltaire, 12 de septiembre de 2013.

(5) El británico Thomas Paine, iniciador de la Guerra de Independencia de Estados Unidos, fue elegido diputado por Pas-de-Calais en la Convención Nacional Francesa de 1792. Se negó a votar por la muerte del rey porque, según él, cargar la responsabilidad de las injusticias sobre un solo hombre pondría fin al proceso de transformación de la sociedad. Escribió un libro sobre las dos concepciones opuestas de los Derechos Humanos. Fue el libro más leído durante la Revolución Francesa.

(6) "Trump y Musk, Canadá, Panamá y Groenlandia, una vieja historia", por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 14 de enero de 2025.

10 febrero 2025

Mr. Trump, ¿un "loco" muy singular?, la gran incógnita




por Tito Andino


Divagando sobre Donald Trump

Un llamado a la reflexión a quienes se precipitan en sacar conclusiones. Leer no significa necesariamente comprender una lectura. El saber leer también es una virtud que se va cultivando;  y, en estos tiempos en que todo se valoriza en dinero, dedicar unos minutos a una lectura relajada hace la diferencia. Dejo planteado el cuestionamiento, ¿qué entendemos por ultraderecha?, ¿por qué suena "normal" acusar a Trump de fascista? El nacionalismo, el fascismo, el imperialismo y el globalismo son sistemas muy diferentes.

Si todo el "mundo" odia a Trump, es inexplicable que haya vuelto ha ser elegido -sobradamente- presidente de los Estados Unidos de América y se está demostrando que fue objeto de una conspiración fraudulenta para no permitírsele ser reelegido presidente en 2021, beneficiando a Joe Biden... En fin.

 

Decíamos años atrás (primera magistratura de Trump 2017-2021) que en perspectiva sus relaciones internacionales aparentaban ser contradictorias. Ahora, en su segundo mandato sigue confundiéndonos. En ambos casos, desde las campañas electorales provocó un giro total de la política exterior, intentando poner fin al proyecto elaborado por sus antecesores (en realidad siempre ha sido la política de EEUU) que pretenden conservar y consolidar la hegemonía económica - política - militar de su país en el resto del mundo.

Trump no hace nada diferente para conservar a su favor la balanza internacional en el manejo de las relaciones comerciales con otras potencias mundiales, imponiendo las reglas de las élites dominantes -poderosos consorcios estadounidenses- a otras naciones. Solo que su método varía al del otro grupo de poder con el que suelen alternarse en la administración del negocio... perdón, administración del estado. Trump proviene del mundo de los negocios y actúa en tal sentido, debiendo complacer tanto a los neoconservadores como al Complejo Militar Industrial, porque sin ellos "América no será grande". No obstante, Trump difiere con los escenarios y ocasiones, parece no ser muy "amante" de las guerras por los recursos energéticos, pero no le temblará la mano para usar la maquinaria bélica llegado el caso y no teme mentir para adulterar datos y plantear ofrecimientos, una política de chantaje y coacción para imponer su agenda "negociadora"

La "visión" Trump de cambiar ciertas reglas del tablero geopolítico internacional tiene poderosos contradictores en casa, otros prefieren algo más "tradicional": Someter a sus dictados la materia política y económica a las naciones del patio trasero (Latinoamérica), Próximo y Lejano Oriente, África, incluso en Europa. Trump anhela lo mismo, pero a su estilo.

Desde la primera administración Trump, éste fue atacado por una campaña nacional e internacional de desprestigio, "merecidamente" acumula poderosos enemigos en los círculos del poder político-financiero, a pesar que él forma parte de ese círculo. Sus grandes contradictores estaban y seguirán estando en el Congreso y Senado, en el Pentágono, en la Administración Pública (funcionarios no afines al presidente); en el intocable Complejo Militar - Industrial, en facciones de las altas finanzas (Soros), que junto a otra "vaca sagrada", la prensa (cadenas masivas de desinformación mundial o medios de embrutecimiento masivo), forjan un explosivo cóctel. 

Trump sabe como lidiar con los medios, utiliza los mismos métodos, al mejor estilo de un reality show televisivo, es el ejemplo del político populista, marginando sutilmente a las cadenas "informativas" que buscan desacreditarlo, rechaza la presencia de ciertos medios en sus conferencias calificándoles de falsos y fraudulentos, en este punto, un lector crítico estará plenamente de acuerdo con Trump. Los medios son propiedad de los poderosos y nos mentirán siempre. Agencias de noticias como Reuters, Associated Press, The New York Times, Wash-Po y otros medios de comunicación (alrededor de 700) estaban recibiendo apoyo financiero de USAID, la CIA y otras entidades gubernamentales. 

"¿Ahora comprenden por qué los votantes del Partido Demócrata están tan obstinadamente engañados y trastornados?" El "Cuarto Poder", la prensa estadounidense, viene arrogándose ese "derecho" a pesar de que no goza de ningún tipo de legitimidad popular. Los argumentos esgrimidos contra Trump son los que habitualmente se manejan en política, pero también se observa que provienen del arsenal de la propaganda de guerra (Pentágono y agencias de seguridad nacional).




Elon Musk podría ser un gran aliado para que Trump pueda controlar eficazmente la infraestructura federal, al ser nombrado director del Departamento de Eficiencia Gubernamental de Estados Unidos (DOGE), creado por Trump, entre sus primeras acciones, supervisa el sistema federal de pagos buscando formas de recortar el gasto público. Siguiente paso, Musk descalifica a USAID como una "organización criminal" que debe desaparecer.

Desde 2016 el Partido Demócrata y las "masas" han ido alineándose para impedir que el populismo, encarnado en Trump acceda al poder, no les fue tan bien. Los Demócratas han buscado siempre ejercer el poder de un solo partido en Estados Unidos por una sola razón, controlar en la sombra cientos de organizaciones no gubernamentales, activistas del partido, con inagotables recursos públicos, es decir, las grandes agencias que formulan la política del país. El dinero se blanquea "a través de múltiples capas de estas organizaciones y sus suborganizaciones para financiar una 'revolución de color' en curso en los EE. UU, guerra legal, fraude electoral, propaganda, censura, cancelación de carreras, mierda médica, fronteras abiertas y otras estratagemas totalitarias, mientras se enriquecía a los actores políticos de todas esas múltiples capas, desde congresistas y senadores multimillonarios hasta miles de funcionarios de ONG que ganan salarios de seis cifras, pasando por estafadores callejeros.

Traición, soborno, conspiración y sedición derivado del RussiaGate, el impeachment de 2019 y todas las travesuras que emanaron de Ucrania desde la Revolución de Maidán en 2014. Resulta que todo fue una sola pieza. El mismo elenco de personajes estuvo involucrado en todos estos eventos nefastos. Creo que veremos esos indultos preventivos de "Joe Biden" probados en la Corte Suprema" (extracto del artículo "How it worked", de James Howard Kunstler).

Todo ese dinero fue lo que impulsó años de locura patrocinada, deja de ser un misterio el que nadie haya sido procesado por quemar las ciudades en 2020, o por crear mágicamente millones de votos adicionales para "Joe Biden" de la nada ese año, o por montar la máquina de sobornos desde Ucrania al Congreso, o por obligar a millones de personas a recibir una vacuna defectuosa.

Se habla de una operación de crimen organizado del gobierno, el escándalo de USAID es solo un engranaje de un colosal motor de estafa. El DOGE (no importa si este momento lo dirige Musk) está destapando el rastro del dinero de computadoras gubernamentales antes impenetrables, revelando décadas de fraude y engaño. La USAID proporcionó dinero a ONGs para fomentar la inestabilidad en muchos más países, incluido EEUU. Algunas personas tendrán que rendir cuentas. Samantha Power debería ser un primer caso de prueba, ella dirigió USAID hasta el 20 de enero de 2025; muy ocupada organizando intentos de revoluciones de colores en Hungría, Georgia, México y la guerra de Ucrania (fallidas).  

Pero, por favor, no se confundan. Sin duda, esta es una lucha por el poder entre bandos de la élite estadounidense, a eso se resume los escándalos de ayer y hoy contra Mr. Trump, que es un conservador jacksoniano (de Andrew Jackson), algo muy diferente a los neoconservadores straussianos, a quienes ha vencido. El método es la materia de discordia, el deseo de Trump es seguir imponiendo el capitalismo, a su estilo. Según sus detractores, Trump pretende alterar las reglas de juego, alarmando a sus rivales en casa, en la UE y en la OTAN. 

En Estados Unidos tenemos en pugna a dos grupos característicos partidarios de la  globalización: los neoconservadores contra los soberanistas de Trump. Sin embargo, por detrás, mejor dicho, por encima de Trump y de los otros hay un Poder... En definitiva, Trump representa un círculo de élites económicas en pugna con otros poderosos intereses financieros. El maquillaje consiste en que Trump aplica su estilo al manejo de las altas finanzas y comercio mundial, cuya característica es oponerse a las clásicas guerras imperialistas (como la de Ucrania); pero, repitamos, usará la fuerza si la necesidad le obliga. 

Estos grupos de poder, que colocan a los presidentes de turno, tienen algo en común y puede ser apreciado con un ejemplo: Vuélvase a revisar la posesión de Trump (enero 2025), durante todo el discurso ni Biden ni Kamala Harris aplaudieron el discurso de Trump, solo hubo un momento de excepción: El senil Biden y su ex vicepresidenta, levantaron sus dolidas posaderas y aplaudieron de pie cuando Trump garantizó la protección de Israel, a cualquier costo.

Los pretextos esgrimidos en contra de Trump para intentar apartarlo de sus funciones iniciaron en 2016 (campaña electoral) por la supuesta injerencia rusa (trama continuada desde el FBI), por ciertas declaraciones de tinte racista, el tema de las deportaciones, el muro mexicano, la islamofobia, los aranceles, las excentricidades de su vida privada al mejor estilo farandulero, etc. Nadie puede garantizar que Trump pueda mantenerse en el poder. Mismos rumores en su primer mandato, porque es el "agente" de Putin en la Casa Blanca; pero el "agente" de Putin fue quien venció a Rusia en Siria, fue Trump quien envío ilegalmente tropas al norte sirio e impidió que su gobierno pueda explotar los recursos energéticos, sin guerra abierta, EEUU terminó por asfixiar la economía de Siria mediante sanciones, preciso momento para la ofensiva yihadista ("rebeldes" para algunos).

En "Donald Trump ante el Cuarto Poder" (2017), Thierry Meyssan, brinda la mejor percepción que se ha hecho sobre el mandatario estadounidense:


"Trump no es tampoco un individuo impulsivo. En realidad, sobre cada tema, Donald Trump reacciona de inmediato con tweets agresivos (hoy X). Después, lanza ideas en todos los sentidos, sin vacilar en contradecirse en diferentes declaraciones, y observa detenidamente las reacciones que estas suscitan. Finalmente, luego de haber llegado a crearse una opinión personal, se reúne con la parte adversa y generalmente llega a un acuerdo con ella

Donald Trump ciertamente no tiene la buena educación puritana de un Barack Obama o una Hillary Clinton. Es más bien portador de la rudeza del Nuevo Mundo. A lo largo de su campaña electoral se presentó siempre como el hombre capaz de poner fin a las innumerables formas de deshonestidad que esa buena educación permite esconder en Washington. Y finalmente fue a él -no a la señora Clinton- a quien los estadounidenses pusieron en la Casa Blanca. Por supuesto, cada cual está en su derecho de tomar en serio las declaraciones polémicas del presidente, encontrar que algunas son chocantes e ignorar las que dicen lo contrario. Pero no debe confundirse el estilo de Trump con su política. Al contrario, hay que analizar con precisión sus decisiones y sus consecuencias".


"Conozca al nuevo jefe, nada parecido al antiguo jefe". El presidente de EEUU, Donald Trump, gesticula mientras sostiene una espada, cerca de la primera dama, en la fiesta en honor a su investidura. (Daniel Cole / Reuters)


Después de todo Trump no está tan loco al iniciar la "guerra" comercial que apunta también a las guerras culturales, a las políticas de inclusión y diversidad. Inició con declaraciones amenazando con aranceles a China, Canadá y México (aclaremos que los aranceles trumpistas son una clara violación al T-MEC que sustituyó al Tratado de Libre Comercio de América del Norte -TLCAN-). Pide la cesión de soberanía en Groenlandia, para finalmente sentarlos a negociar... es su estilo. México debe movilizar sus fuerzas militares a la frontera para controlar el narcotráfico y la emigración ilegal, establecerán aranceles justos. Colombia ya está poniéndose de acuerdo, los dos ceden sus pretensiones. El efecto Trump continúa en Panamá que va camino a pactar y con probabilidad Panamá no renovará el acuerdo de la Ruta de la Seda con China; mientras que Venezuela y El Salvador acogerán a los migrantes deportados. China ha expresado ya su reacción, con reciprocidad, ante la imposición de aranceles a sus productos (parecería haber sido acordado), pero no se ha impuesto el 100% proclamado, esta medida tiene su razón estratégica, hacer retroceder la posición de China como 'fábrica del mundo'; China discretamente fijará medidas, los consumidores, fabricantes e importadores estadounidenses verán sus consecuencias.

Canadá no es de ceder tan fácilmente ante los arrebatos del gobierno de Trump, el primer ministro, Justin Trudeau, anunció aranceles de represalia, 25% a los productos estadounidenses, después de que Trump anunciara amplias restricciones a las importaciones canadienses; al final Canadá también se sentará a negociar. Vale recordar que Estados Unidos conserva un largo deseo de anexarse Canadá, que no llegó ha ser parte de los Estados Unidos porque hubo un porcentaje de los pobladores de América del Norte que decidieron no convertirse en parte de la república revolucionaria, muchos leales al Imperio Británico abandonaron los recién constituidos EEUU y emigraron a las tierras del norte de la nueva frontera (Tratado de París en 1783). Entre 1812-1815 hubo guerra contra el Imperio británico y sus aliados de América del Norte, pero esencialmente se mantuvo el status quo. 

¿Y Europa?, las élites europeas odian a Trump, son títeres de las élites corporativistas en pugna contra el soberanista Trump (América primero), pero -quizás- esos líderes europeos podrían "mover la cola" ante Trump, está por verse. ¿Israel?, ese pequeño estado no es materia de negociación, Trump hará todo por favorecerlo, incluso si tiene que calificar a los palestinos de "fundamentalmente malvados" que no merecen "ninguna misericordia". Pero, sí, ya les ha otorgado "misericordia", esto se entiende de la siguiente declaración: "El pueblo de Gaza es colectivamente culpable. Necesitan una educación desintoxicante antes de que la reconstrucción pueda comenzar. Son fundamentalmente malvados, y deben pagar un precio por sus actos". Los preocupados por su situación deberían "alabar efusivamente al presidente por hallar una solución positiva a sus problemas" (Martin Oliner, funcionario designado por Trump, en un editorial del Jerusalem Post). 

Benjamin Netanyahu, principal criminal de guerra, de plácemes, sigue pensando que "la guerra es la paz”; y, en su visita a Trump (4 de febrero) no estuvo muy feliz cuando su colega expresara que "Estados Unidos se hará cargo de la Franja de Gaza y también haremos un trabajo con ella. Nos adueñaremos de ella. Y seremos responsables de desmantelar todas las peligrosas bombas sin explotar y otras armas que hay en este lugar... (emprenderemos) un desarrollo económico que proporcionará un número ilimitado de puestos de trabajo y viviendas a la población de la zona". Así es Donald Trump, la víspera  expresó "que el pueblo palestino que vive en la Franja de Gaza no tiene más opción que abandonar sus hogares y trasladarse a lugares vecinos, como Egipto y Cisjordania"....

Más, la gran perla es el caso ucraniano, el mejor ejemplo. Trump declaró abiertamente que deslegitima a Zelensky, lo desautoriza para mediar en cualquier acuerdo o negociación de paz; peor aún, Trump acusa a Zelensky de no haber impedido la guerra, que pudo detener la guerra, pero que Zelensky prefirió escuchar a otros y luchar. En una entrevista televisada y comentada en medios internacionales expresó que Zelensky "no es un ángel", culpándolo porque "no debió permitir" que comenzara el conflicto con Rusia cuando pudo fácilmente llegar a un trato. Reconoce Trump que Biden desembolsó 200 mil millones de dólares más que Europa (Fox News). Es lógico, el proyecto Ucrania es un plan estadounidense. 


         Caricaturas de Bob Moran


Trump es así, una de cal y otra de arena, reconoce el hecho, pero se abstiene de enfatizar que la guerra fue forjada por los neoconservadores y que él quiere ponerle fin, con eso pudiera -si quisiera- deslegitimar a sus detractores ante los estadounidenses... pero decide guardar silencio al respecto, quejándose que EEUU puso más dinero que Europa (y también "olvida" que EEUU ha realizado el mejor negocio del siglo: venta de armas por 300 mil millones de dólares). Seguramente calla porque, recuerden, hay un Poder por encima, y prefiere "agradar" a los neoconservadores, los deja "satisfechos" acusando a otros (Ucrania). Esa es la forma que hace política Mr. Trump.

Siempre estará pendiendo el "impeachment" en manos del "establishment" o Deep State, pudiendo validarse al presentarse una oportunidad, cualquier escenario es posible. Al igual que en 2016, parte del verdadero Poder que controla los EEUU seguirá atacando políticamente al "loco" y desafecto del "estado profundo" que está irritándolos al cuestionar la estrategia de buenos resultados del último siglo: guerras rentables, globalización económica, sumisión internacional, es decir, poder y control del mundo. En su mandato anterior Trump -finalmente- no pudo contradecir totalmente a los señores de las sombras, éstos últimos se encargaron, vía Congreso y Senado, servicios secretos, Complejo Militar-Industrial, halcones políticos y militares, de encausar por el "buen redil" al multimillonario gobernante. El establishment intentó el impeachment, recurriendo al demagógico discurso de que Trump es agente ruso, parte del Congreso (demócratas) sugirieron enmendar la Constitución para aplicar la “incapacidad mental” para gobernar. Trump denunció, en plana campaña presidencial (2016) que sus comunicaciones telefónicas estaban siendo interceptadas por la administración Obama, y era cierto. El "Estado Profundo" terminó imponiendo las reglas a Trump y se encargó de hacerle perder (ilegalmente) su reelección ante el nefasto Joe Biden.


Donald Trump, el "fascista"

Mucha gente -ayer y hoy- hacen una absurda comparación entre Hitler y Trump, banalizando la definición del término "Ley de Godwin", es decir, "la teoría de que a medida que una discusión online avanza, se vuelve inevitable que algo o alguien eventualmente sea comparado con Adolfo Hitler o los nazis, sin importar cuál sea el tema", ese tipo de frecuentes comparaciones se dan en discusiones de un bajo o básico nivel argumentativo, por lo que "la comparación inevitablemente aparece". Tampoco debería por qué traernos a la memoria aquel término creado por Leo Strauss: "Reductio ad Hitlerum", es decir una argucia con la que se puede descalificar cualquier opinión, afirmando que "Hitler también la apoyaba". Un excelente análisis del periodista español Fernando Navarro García plantea que cualquier punto de vista, incluso ideológico, que pueda asimilarse al nazismo está en desventaja, suele suceder que todo lo que nos desagrada es tildado de "nazi" o "fascista". Durante los últimos años se abusa de esa estratagema -no por simplona menos eficaz- de la "Reductio ad Hitlerum", nadie en su sano juicio desea ser encuadrado en la "lógica" de tan nefasto personaje. "Cualquier ideología, postura, pensamiento o actividad que sea parcialmente asimilable al nazismo parte con una enorme desventaja en cualquier debate sometido a escrutinio público. Quizás por eso hoy en día, y ante la falta de argumentos rigurosos como mal endémico de una cierta modernidad, todo aquello que nos desagrada o colisiona con nuestros intereses o anhelos es tildado de "nazi" o "fascista" (sin considerar las enormes diferencias cuanti cualitativas que existen entre ambas ideologías)".


       Caricaturas de Bob Moran

Un artículo de Harrison Koehli, publicado en este blog en 2018, expresa que "en un país donde las elecciones presidenciales son casi siempre una elección entre dos males, habría pensado que muchos estarían aliviados de que al menos Trump no fuera Hitler. No hay tal suerte. Lo cual es realmente deprimente. Porque si o cuando un verdadero "Hitler" estadounidense llegue, el público estadounidense no tendrá ninguna idea de dónde les vino el golpe y no habrá prácticamente nada que puedan hacer al respecto. 

He estado escuchando atentamente, y todavía no he oído a Trump decir algo tan hitleriano. Dudo que lo haga, no lo he oído acercarse a este nivel de retórica basada en la identidad política. Trump dice que ama a los negros y a los hispanos (muchos también lo aman). También habla de la inclusión, y de hacer América grande para "todos" sus ciudadanos...Trump habla de los "hombres malos" de la frontera (es decir, criminales no ciudadanos) y terroristas islámicos radicales (es decir, el 1% o menos de los musulmanes). Parece un conservador, no un nazi... Trump no es Hitler, literal o figurativamente. Las personas que lo dicen no saben o están ignorando las características más esenciales de lo que hizo Hitler y los tan odiosos nazis. Fueron violentos con una ideología totalitaria que fue fácilmente explotada por psicópatas, Estados Unidos aún no ha visto algo comparable. 

Las verdaderas semillas de una pesadilla totalitaria están brotando en Occidente, pero no en el cerebro de Trump. Están vivos y coleando en las agencias de inteligencia (que se aliaron con los nazis antes, durante y después de la segunda guerra mundial) y en el fervor revolucionario arraigándose en (sobre todo) organizaciones populares de derecha e izquierda. En realidad, la izquierda tiene ventaja cuando se trata de la creación de pesadillas. Los conservadores tienden hacia el autoritarismo. Los liberales, con sus fundamentos filosóficos posmodernos, tienden a una reestructuración radical de la sociedad que no se preocupa de cuántos millones de "los suyos" tiene que morir para llegar allí". (Harrison Koehli)

En todo esto también entra en juego la cuestión religiosa. Es cierto que en los Estados Unidos existe un grupo de "hermanos" de la más recalcitrante derecha fundamentalista cristiana que conserva una simbiótica relación con la ideología hitleriana y que, incluso, controla el fundamentalismo islámico. Ese vínculo se da a través de contactos políticos al más alto nivel, negocios petroleros, transnacionales, banca internacional, tráfico de drogas, blanqueo de dinero. Por ejemplo, existe un claro nexo entre la "Hermandad Musulmana" y los Fundamentalistas Cristianos de Estados Unidos. 

En realidad a estos grupos de poder no les interesa para nada la religión, suelen valerse de ella. Su único amor y religión es el dinero y el Poder. A la "masa sucia" nos tienen enfrentados entre musulmanes, cristianos y judíos, lo denominan "guerra de civilizaciones". No obstante, hay gente del Poder estadounidense, "Puritanos" y "Evangélicos" que se creen a pie juntillas las profecías y mensajes mesiánicos. Citemos un ejemplo: ¿Conoce usted quién organiza cada mes de febrero, desde hace más de medio siglo, el "Desayuno Nacional de la Oración", en Washington D.C., al que suelen concurrir miles de políticos, hombres de negocios y religiosos, donde “oran”, junto al presidente de los Estados Unidos, adornándose con una bonita retórica política? Es la "Fellowship Foundation", sombría y poderosa multinacional fundada en 1935 (aunque parezca contradictorio, dentro de la "Fellowship" no hay solo  puritanos y protestantes evangélicos, destacan católicos conservadores, judíos ortodoxos y seglares, neoconservadores, fundamentalistas islámicos suníes, budistas e hinduistas, todos son activos cooperantes de un proyecto que se sirve de Jesús para justificar su acceso a la más altas esferas del gobierno y los negocios)... Y el presidente Trump es parte de ese juego.

Los votos del cristianismo evangélico, también descrito como sionismo cristiano (devotos de Israel), son decisivos en cualquier elección. Si alguien aspira a ser presidente de los Estados Unidos deberá primero reconsiderar su fe religiosa y hacerla pública, el político no puede darse el lujo de despreciar decenas de millones de votos del cristianismo evangélico. Las encuestas demuestran que más del 50% de la población no votaría por una persona que se declare atea, y Trump lo sabe. 

Es la famosa e hipócrita ideología estadounidense del "puritanismo".


       Reuters (foto de archivo)

EPÍLOGO

Es satisfactorio compartir unas líneas (resumidas) del Dr. Todd Hayen, "Living Will Kill You" (Vivir te matará), publicado en "Off-Guardian" (1 febrero 2025).

"¿Por qué todo el mundo odia a Trump con pasión, pero ama a Joe Biden y Kamala Harris? Puedo entender por qué a algunas personas no les gustan las cosas de Trump (sé que yo lo hice durante mucho tiempo): su cabello, su voz, su ceño fruncido, sus labios, su "imbecilidad", su narcisismo, etc. Algunos incluso tienen razón cuando citan su grosería cuando se trata de cómo se relaciona con las mujeres, su respuesta xenófoba a los inmigrantes o su absurda desfachatez con temas como la compra de Groenlandia o hacer de Canadá el estado número 51. 

Pero la mayoría de estas cosas son problemas de personalidad, y no su supuesta incapacidad para tomar decisiones acertadas con respecto a la nación y la gente que la integra. Claro, todos podemos tener una opinión sobre la mejor manera en que se debe gobernar un país, pero ¿ODIAR a su líder? Y cuando digo "odio" me refiero a HAAAATE, una profundidad de odio más allá de cualquier cosa racional.

Al mismo tiempo, estas personas AMAN a Kamala Harris y AMAN a Joe Biden. ¿Para qué? ¿Rasgos de personalidad espeluznantes? ¿Rasgos a veces incluso menos atractivos que los de Trump? Y, ciertamente, hay razones para disgustar profundamente de sus políticas, como invertir miles de millones de dólares en una guerra corrupta, abogar por la mutilación de niños o abrir las fronteras a criminales no investigados. ¿No hay suficiente para que no te guste? ¿O incluso el odio? No. Supongo que no.

Vemos esta extraña dicotomía en muchas cosas en estos días. ¿Cuántas cosas nos dicen a diario que evitemos debido a la probabilidad de que nos maten? Sin embargo, estadísticamente, es menos probable que nos maten que ir al supermercado, mucho menos probable. Por ejemplo, ¿por qué es perfectamente seguro mirar un teléfono celular todo el día, pero no es seguro dar un paseo bajo el sol sin protector solar? ¿O que está perfectamente bien que su hijo juegue videojuegos hasta la saciedad, pero es peligroso que ande en bicicleta al aire libre y juegue al hockey callejero con sus amigos?

Muchas personas parecen haber perdido la verdadera definición de salud, que no es, como parecen pensar, "evitar todo riesgo". Si realmente estuvieran evitando "todo riesgo", no comerían hamburguesas con queso, ni se inyectarían sustancias venenosas no probadas en sus cuerpos. La salud no se trata solo de evitar riesgos, se trata de construir un carácter sólido, se trata de expandir la mente y se trata de nutrir un sistema emocional que sea resistente, robusto, duradero y decente. ¿Qué pasó con eso?

Y de nuevo, incluso si la gente "entendiera" esto, todavía tendría sentido que evitaran los elementos seriamente riesgosos de la vida, como inyectar medicamentos en su cuerpo de los que saben poco, o mirar una pantalla tecno todo el día, o apoyar la guerra mundial, y varios otros comportamientos y acciones obviamente riesgosos. Pero ese es el problema, ¿no? La gente ya no puede distinguir entre lo que realmente es peligroso y lo que no lo es. Creo que la gente cree que hay que evitar cualquier riesgo, pero al mismo tiempo se involucra en cosas muy arriesgadas e intensamente peligrosas.

¿Qué mejor manera de hacernos obedientes a la autoridad? Nos harán temer a nuestra propia sombra para que puedan ofrecer una solución sobre cómo deshacernos de nuestra sombra. No nos entrenarán para no temer a la sombra, porque eso nos daría algo de valor, sino que nos entrenarán para temer a casi todo, por lo que conservan el control total sobre nuestras vidas.

Digo que no es sencillo porque esta formación es muy compleja. Algo de eso, por supuesto, puede ser simplemente la evolución de una cultura empeñada en hacer la vida fácil, conveniente y perezosa. Es posible que la agenda haya recogido esta compulsión humana natural y la esté utilizando a su favor. Es interesante notar que la mayoría de las personas "allá arriba" en la categoría de "élite" son grandes tomadores de riesgos personales.

Vuelan alrededor del mundo en sus aviones multimillonarios, se exponen al peligro en países extranjeros en guerra, juegan duro en las pistas de esquí y conducen autos rápidos. Son tomadores de riesgos. Conocen las ventajas de vivir la vida al máximo. Es al resto de nosotros a los que quieren agazapados en un rincón, rogándoles que nos mantengan a salvo.

Supongo que todos estos peligros inocuos se nos meten en la garganta como distracciones. Cosas sobre las que se nos advierte para demostrar que mamá y papá realmente tienen nuestros mejores intereses en el corazón, mientras que los peligros reales aún acechan en las sombras. Demonios, no están en las sombras, sino a la vista. Y muchos de nosotros seguimos tropezando con lo que nos han lavado el cerebro para creer que es una vida llena de riesgos, completamente ciegos a los riesgos reales, con los ojos bien cerrados". 

Vivir te matará!

Polémico tema, en conclusión una cosa es segura, Estados Unidos no cederá un milímetro en su pretensión de seguir manejando el destino de la humanidad y eso, lo demuestra el presidente Trump, sin contradecir la teoría populista del "America First" (apartar los asuntos globales y centrarse en la política interna de los Estados Unidos). Las políticas de nacionalismo, política comercial proteccionista e intervencionismo pueden convivir con la doctrina globalizadora de los Estados Unidos.

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Referencias consultadas:

Etiqueta "Donald Trump" en los archivos de éste blog.

Para el epílogo: Living Will Kill You

Otra referencia: How It Worked

Más notas de prensa internacional de estos días

25 julio 2020

Estados Unidos: Política, religión y racismo "igualitario".


Primera Parte 

Los "Hermanos Cristianos" en los Estados Unidos

Por Tito Andino U.

En la segunda parte de esta entrega daremos revista a una interesante ponencia de Thierry Meyssan, sobre política y religión, "Estados Unidos, del racismo al ‎racismo igualitario‎". Sin embargo, es necesario previamente puntualizar algunas cuestiones de fondo que no enfoca el artículo del internacionalista francés. En los Estados Unidos existe un grupo de “hermanos” de la más recalcitrante derecha fundamentalista cristiana que conserva una simbiótica relación con la ideología hitleriana y que, incluso, controla el fundamentalismo islámico. (El tema ampliado puede consultarse AQUÍ).

El vínculo se da a través de contactos políticos al más alto nivel, negocios petroleros, transnacionales, banca internacional, tráfico de drogas, blanqueo de dinero. Nos referimos, naturalmente, a la "Hermandad Musulmana" y su alianza con los Fundamentalistas Cristianos de Norteamérica

En realidad a estos grupos de poder no les interesa para nada la religión, se valen de ella. Su único amor y religión es el dinero y el Poder. A la “masa sucia” nos tienen enfrentados entre musulmanes, cristianos y judíos - “guerra de civilizaciones”- lo llaman.  No obstante, hay gente del Poder estadounidense, entre los "Puritanos" y "Evangélicos" que se creen a pie juntillas las profecías y mensajes mesiánicos. 

Esos ´Hermanos´ fundamentalistas cristianos integran la "Fellowship Foundation” (también conocida como “The Fellowship Brotherhood”). ¿Conoce usted quién organiza cada mes de febrero, desde hace más de medio siglo, el “Desayuno Nacional de la Oración”, en Washington D.C., al que suelen concurrir miles de políticos, hombres de negocios y religiosos, donde “oran”, junto al presidente de los Estados Unidos y adornándose, además, con una bonita retórica política?. Si, exacto, es la "Fellowship Foundation", sombría y poderosa multinacional fundada en 1935 por un inmigrante noruego y predicador metodista, pro-nazi, Abraham Vereide. 


Y aunque parezca contradictorio, dentro de la "Fellowship" no hay solo  puritanos y protestantes evangélicos, destacan católicos conservadores, judíos ortodoxos, judíos seglares neoconservadores, fundamentalistas suníes, musulmanes wahabíes, budistas e hinduistas, todos son activos cooperantes de un proyecto que se sirve de Jesús para justificar su acceso a la más altas esferas del gobierno y los negocios. 


Febrero 2015, la presencia del Dalai Lama en el Desayuno Nacional de Oración, también contó con la presencia de Barack Obama y líderes musulmanes.

Conforme analizó el afamado investigador Daniel Estulin (en su libro "Los señores de las sombras"), la "Fellowship Foundation" es una enorme y monstruosa conspiración que desafía la imaginación, una conjura criminal de lunáticos religiosos, fascistas medievales, demagogos delirantes del ‘Final de los Tiempos’, pedófilos, beatos y católicos de nombre que se amparan en el cristianismo y el patriotismo. 

Los multimillonarios industriales, los ricos empresarios, los políticos conservadores, los cristianos de derecha y los manipuladores religiosos de masas de la más baja ralea, conforman una confabulación llamada simplemente “La Familia”. Manipulan la opinión pública e influyen en el gobierno de los Estados Unidos, si es que no lo controlan en su casi totalidad. Tienen su Central en Arlington – Virginia, todos los miembros de la “Familia” son soldados del ejército de Dios y se llaman “hermanos en Jesús”. Presentando a “Jesús” a hombres poderosos, ésta organización cuasi clandestina ha logrado cambiar radicalmente el panorama político de la diplomacia estadounidense.

A los políticos les encanta entrar en el grupo porque para ellos es el modo de eludir responsabilidades de sus actos”. Un ejemplo: El “Hermano” Jerry Boykin, ex jefe militar de Inteligencia de la Secretaria de Defensa en el Pentágono, manifestó repetidamente ante grupos cristianos que el presidente George W. Bush fue elegido por Dios para dirigir la lucha global contra Satanás.

Existen personas dentro de estas organizaciones que literalmente quieran convertir la Tierra en un infierno (guerra convencional y nuclear). El fundamentalismo cristiano “anhela” la llegada del ‘Fin de los Tiempos´, están más activos que nunca. Algunos son posmilenaristas, creen que Jesús no regresará hasta que pasen mil años de dominio cristiano en la Tierra. El deseo de un reino milenarista no es nada nuevo en la historia. Hitler planeaba un “Reich de mil años” en el planeta. De hecho, el reino del “milenio” no es ninguna casualidad estrambótica.

Así como los fundamentalistas islámicos aceptan el terrorismo como arma moral, ¿pueden hacer lo mismo los fundamentalistas cristianos y charlatanes milenaristas?. Sí. Respecto a ese extraño vínculo entre la derecha estadounidense, la ‘Hermandad Musulmana’ y el fundamentalismo Cristiano nos remitimos a nuestro trabajo sobre la "Hermandad Musulmana" (nota a pie de página).

Esa ideología (no debe ser vista como creencia religiosa) ha logrado que la población devota acepte como algo irremediable "su" destino. El fundamentalismo religioso, cualquiera sea la Fé, solo puede llevarnos al camino de la autoinmolación. La cuestión es, ¿quién es más peligroso? El yihadismo intolerante con cientos de candidatos a inmolarse con explosivos o, ¿el fanático fundamentalista cristiano enquistado en el Poder que puede acceder al 'botón nuclear'?

Del libro “El Legado Mesiánico”, de Michael Baigent, Richard Leigh y H. Lincoln (autores del clásico “El enigma Sagrado") resumimos que el moderno fundamentalismo de Norteamérica se origina en el puritanismo del siglo XVII. Su concepción: Hay gente “elegida” que se complace en tener un “pacto” especial con Dios. Entre los “elegidos” se incluyen aquellos personajes que son hoy venerados como “Padres Fundadores” de los Estados Unidos. En este caso, el cristianismo pasó a ser sinónimo de los valores de la Norteamérica conservadora.






Ronald Reagan como presidente de los Estados Unidos junto a sus amigos fundamentalistas calificaron a la extinta Unión Soviética como el “Imperio del Mal”, en el estricto sentido religioso y no metafórico. Para Reagan y otros de su especie, el “anticristo” era la URSS. Algunos estudiosos de las creencias de Reagan están convencidos que la ideología del Armagedón fue la raíz de la política exterior y militar-nuclear de Reagan en relación con la URSS. Los fundamentalistas de la era Reagan pensaban que estaban en guerra contra el “anticristo”, encarnado en el comunismo (todavía hay políticos insensatos de la derecha española que se desagarran la camisa públicamente para "evitar" la llegada del "comunismo").

En 1980, durante la campaña para ser nombrado candidato de su partido a la presidencia, Ronald Reagan, en una entrevista que le hicieron en la televisión, dijo: «Puede que seamos la generación que verá el Armagedón». Para que la gente “piense” igual que Dios, nos tuvo al borde de la tercera guerra mundial nuclear. Reagan estaba convencido que la batalla final de la tercera guerra mundial, es decir, el Armagedón, se librará en alguna parte del Oriente Medio (Megido, actual Israel). Hablamos de un anticipo mesiánico, de histeria apocalíptica de lo que llaman “los Últimos Días”. El “anticristo” (la URSS, ahora tiene que ser algo diferente) luchará contra las “fuerzas de Dios” (encarnados en los Estados Unidos). 


Como todo está escrito en la Biblia, ya conocemos al ganador de antemano, los Estados Unidos, es decir, “Las fuerzas de Dios”, bajo mando de Jesús vencerá la partida. Y, con una ligera variante, es la misma ideología que difundieron los "revisionistas" neo-nazis ultracatólicos, "Traian Romanescu" y Salvador Borrego.

Pero eso no es todo. Existe un mensaje con esta amenaza apocalíptica:

Si te arrepientes ahora, si concientes que te “salven” (los predicadores) y, si das una contribución monetaria a la iglesia, “se le ahorrará toda la carnicería transportándolo a un lugar seguro hasta que se haya resuelto el conflicto. En una variante de este tema, ciertos predicadores fundamentalistas hablan de un momento en la generación presente en que los fieles serán «arrebatados»” (Michael Baigent, Richard Leigh y H. Lincoln: “El Legado Mesiánico”).


El peligro consiste en que, algunos de estos modernos fundamentalistas norteamericanos enquistados en el poder de la nación nuclear más poderosa del mundo, se creen literalmente todo, como fue el caso del ex presidente Ronald Reagan. 


El presidente Trump y el vicepresidente Pence, recibiendo las bendiciones de los líderes evangélicos de los Estados Unidos quienes respaldan al actual mandatario.

Esta clase de personas se han resignado, para ellos el Apocalipsis es inminente y esperan tal suceso para salvar su “alma”, proclaman estar listos para ingresar en el selecto club de la eterna felicidad celestial con el milenario “Reino de la Segunda Venida”.


Concluyen los afamados investigadores que, 


Si se tolera que la histeria del fundamentalismo norteamericano se convierta en una profecía de esas que por su propia naturaleza contribuyen a cumplirse, una profecía adoptada y aceptada nada menos que por la Casa Blanca, el resultado bien podría ser, de modo harto literal, el fin del mundo. Este fin del mundo no sería el retorno extático de sadoquitas muertos hace siglos y que, cogidos de la mano, darían saltitos por los Campos Elisios, sino la lenta y asfixiante agonía de un invierno nuclear. Si ese es el único sentido que cabe encontrar en la era moderna, verdaderamente la humanidad está en bancarrota y Dios -comoquiera que lo conciban las diversas confesiones- sencillamente habrá malgastado su tiempo”.



Según un comentario en la red social Timblr, a esta lista le faltó agregarse un "pinchazo teocrático de cristofascista". El actual vicepresidente de los Estados Unidos es un devoto cristiano evangélico que anhela la presidencia. Los votos de esta comunidad son decisivos en cualquier elección. Por ejemplo, si usted aspira a ser presidente de los Estados Unidos deberá primero reconsiderar su fe religiosa y hacerla pública, usted no puede darse el lujo de despreciar decenas de millones de votos del cristianismo evangélico. Las encuestas demuestran que más del 50% de la población no votaría por una persona que se declara atea, sino pregunten a Mr. Trump. Es la famosa e hipócrita ideología estadounidense del "puritanismo".


Segunda Parte

Estados Unidos, del racismo al ‎racismo igualitario‎

por Thierry Meyssan


Las reacciones ante el asesinato del ciudadano negro George Floyd a manos de un ‎policía blanco no tienen nada que ver con la historia del esclavismo en Estados Unidos ‎sino más bien –al igual que la oposición del establishment contra el presidente ‎Trump– con un problema de fondo de la cultura anglosajona: el fanatismo puritano. ‎Para entender los acontecimientos actuales en Estados Unidos es importante recordar ‎la extrema violencia interna que sacudió ese país durante las dos guerras civiles ‎estadounidenses: la Guerra de Independencia y la Guerra de Secesión. Pero, ¡cuidado! ‎Lo que la clase política estadounidense predica ahora es un racismo igualitario. Dicho de otra manera: todos iguales… pero separados.



Esto podría ser un cartel humorístico pero por desgracia es un eslogan puritano que debe ‎interpretarse en su sentido más literal. “Black Men are an endangered species”, es decir, “Los ‎hombres negros son una especie en peligro de extinción”.‎

Los Puritanos anglosajones
En 1609, alrededor de 400 fieles de la iglesia inglesa huyeron de su propio país, donde eran ‎considerados fanáticos extremistas, y se refugiaron en la ciudad holandesa de Leiden, donde ‎pudieron vivir según la tradición calvinista, o más exactamente según la interpretación puritana del ‎cristianismo. Probablemente a pedido del rey Jacobo I, enviaron a América dos grupos para ‎luchar allí contra el imperio español. El primer grupo fundó lo que se convertiría en los ‎Estados Unidos de América y el segundo se perdió en Centroamérica. ‎

Posteriormente, los puritanos tomaron el poder en Inglaterra, a través de Oliver Cromwell, ‎decapitaron al rey papista Carlos I, instauraron una República igualitaria (el Commonwealth) y ‎colonizaron Irlanda perpetrando allí grandes masacres contra los católicos. Aquella experiencia ‎sanguinaria fue de corta duración y desacreditó por largo tiempo para los ingleses la noción del ‎Interés General (la Res Publica, expresión latina que da origen a la palabra República).‎

Los 35 Pilgrim Fathers (Padres Peregrinos) zarparon de Leiden a bordo del barco Mayflower, hicieron escala en Inglaterra y ‎cruzaron el océano. Llegaron a Norteamérica en 1620 para ‎practicar allí su religión con toda libertad. Durante su viaje a bordo del Mayflower habían ‎firmado un pacto en el que juraban crear una sociedad modelo –de estricto respeto a la paz y el ‎culto calvinista, vida comunitaria intensa, disciplina social y comportamiento moral estrictos. ‎Crearon la Colonia de Plymouth con la esperanza de construir la «Nueva Jerusalén», después de ‎haber huido del «Faraón» (el rey Jacobo I) y de haber cruzado el «Mar Rojo» (en realidad el ‎Océano Atlántico). Al cabo de un año, organizaron una ceremonia de agradecimiento a Dios por haberlos guiado en su epopeya, celebración que aún se realiza anualmente bajo la denominación ‎de Día de Acción de Gracias (Thanksgiving) [1]. ‎

Aquellos puritanos, que establecieron su capital en Boston, a 60 kilómetros de Plymouth, ‎imponían a sus mujeres el uso de velo y practicaban las confesiones públicas y los castigos ‎corporales. ‎

En el logo de la poderosísima Pilgrim’s Society, la figura del Padre Peregrino aparece junto al león británico y el águila estadounidense.

Esos hechos no son simples mitos que todo estadounidense debe conocer, son parte integrante ‎del sistema político imperante en Estados Unidos

De los 45 presidentes que han pasado por la ‎Casa Blanca, ocho –entre ellos los Bush– son descendientes directos de los 35 «Padres ‎Peregrinos». A pesar de la llegada de decenas de millones de inmigrantes a Estados Unidos y de ‎las apariencias institucionales, la ideología de los puritanos se mantuvo en el poder durante ‎‎cuatro siglos, hasta la elección de Donald Trump. Un club extremadamente cerrado, la Pilgrim’s ‎Society, reúne –bajo la autoridad de la reina de Inglaterra– a muy altas personalidades británicas ‎y estadounidenses. La Pilgrim’s Society instauró la Special Relationship (Relación Especial) ‎entre Londres y Washington, llegando incluso a designar numerosos secretarios y consejeros ‎durante la presidencia de Barack Obama. ‎

Numerosas ceremonias que debían realizarse este año por los 400 años del Mayflower fueron ‎anuladas debido a la lucha contra la epidemia de Covid-19, entre ellas una conferencia que un ‎ex consejero británico de seguridad nacional iba a pronunciar ante la Pilgrim’s Sociey. Las ‎malas lenguas dicen que la epidemia “terminará” al día siguiente de la elección presidencial… si Trump ‎la pierde, para que ese resultado pueda festejarse. ‎

Entre los cristianos estadounidenses existen dos culturas opuestas: la de los calvinistas ‎o puritanos y la de los católicos, anglicanos y luteranos. Algunas de las 800 iglesias existentes ‎en Estados Unidos se definen resueltamente como pertenecientes a una de esas culturas, que ‎sin embargo existen simultáneamente dentro de la mayor parte de las iglesias estadounidenses ‎ya que el puritanismo carece de corpus teológico definido. Es más bien una forma de pensar. ‎

La Guerra de Independencia de Estados Unidos comenzó en 1773, con el “Motín del Té” (Boston ‎Tea Party). El protagonista de aquel acto de protesta tuvo como abogado defensor a John Adams, ‎otro descendiente directo de uno de los 35 “Padres Peregrinos” y más tarde segundo presidente de ‎Estados Unidos. El llamado a la independencia fue lanzado por el periodista político Thomas ‎Paine, quien no dudó en esgrimir argumentos religiosos, que él mismo no creía ni remotamente. ‎

De cierta manera, la Guerra de Independencia de Estados Unidos es la prolongación, en el ‎nuevo continente, de la Guerra Civil británica que había lidereado Oliver Cromwell. Aquel ‎conflicto resurgirá una vez más, nuevamente en Estados Unidos, con la Guerra de Secesión. En ‎este punto no está de más recordar que la Guerra de Secesión estadounidense no tuvo nada que ‎ver con el esclavismo –al inicio de la guerra, ambos bandos lo practicaban y también ambos ‎bandos lo abolieron durante el conflicto para enrolar a los antiguos esclavos en sus ejércitos. ‎

En Inglaterra, los puritanos fueron derrotados con la República de Oliver Cromwell, pero en ‎Estados Unidos ganaron la Guerra de Independencia y la Guerra de Secesión. El historiador Kevin ‎Phillips, consejero electoral del presidente republicano Richard Nixon –también descendiente de ‎un hermano de uno de los 35 Padres Peregrinos– estudió a fondo este conflicto que ya tiene ‎siglos de duración [2]. Fue así como concibió la estrategia de «la Ley y el Orden» ‎ante el demócrata segregacionista George Wallace durante la elección presidencial de 1968, ‎estrategia que Donald Trump reedita para la elección de 2020. ‎

Todo lo anterior demuestra que las apariencias son engañosas. Las líneas que definen a ‎los bandos no están allí donde todos creen.

- Los puritanos siempre han defendido la igualdad absoluta… pero sólo entre cristianos. Durante ‎mucho tiempo prohibieron el acceso de judíos a los cargos públicos y masacraron a los indios a los que tanto ‎decían amar. Durante la Guerra de Secesión extendieron su igualitarismo a los negros –pero en ‎África austral los puritanos defendieron el apartheid hasta el último momento– dando lugar así al ‎mito que presenta la Guerra de Secesión estadounidense como una guerra antiesclavista. Hoy en ‎día, defienden la idea según la cual la humanidad se divide en razas iguales pero que deben vivir ‎preferentemente separadas y siguen siendo reticentes a lo que llaman «matrimonios ‎interraciales».

- Los puritanos ponen la mentira en el lugar más bajo de su escala de valores. No la consideran ‎una astucia sino siempre como el peor de los crímenes, más grave incluso que el robo y el ‎asesinato. En el siglo XVII castigaban con latigazos el hecho de mentir a un pastor, sin importar ‎la causa de la mentira, así como aún existen leyes estadounidenses que castigan duramente ‎el hecho de mentir a un funcionario federal, sin importar los motivos. ‎

El evangelismo estadounidense

Con el tiempo, sobre todo en el siglo XIX, surgió otra corriente de pensamiento en el seno del ‎cristianismo estadounidense: el evangelismo. Se trata de cristianos de todas las denominaciones ‎que tratan de acercarse al cristianismo original, sobre el cual en realidad no saben ‎prácticamente nada. Por consiguiente, lo que hacen es recurrir ciegamente a los textos sagrados. ‎Al igual que los puritanos, los evangélicos son fundamentalistas, lo cual significan que toman las ‎Escrituras al pie de la letra, como palabra divina, negándose a toda contextualización de los ‎textos. Pero son mucho más pragmáticos que los puritanos ya que tienen una posición de principio ‎sobre todos los temas pero, ante una situación precisa no actúan en función de reglamentos ‎comunitarios sino según su conciencia. ‎

Es fácil burlarse de las absurdas opiniones de los evangélicos contra la teoría de la evolución, pero ‎no se trata de algo fundamental –ellos mismos dejan de lado ese rechazo cuando les parece ‎necesario. Resulta en cambio mucho más importante denunciar la visión puritana de una ‎humanidad dividida en razas diferentes, iguales pero separadas, visión que desgraciadamente casi ‎nadie critica a pesar de sus graves consecuencias cotidianas. ‎

Los puritanos controlaron la política estadounidense hasta 1997, cuando el presidente libertino ‎Bill Clinton prohibió por decreto toda expresión de fe religiosa en las instituciones federales. ‎El resultado fue que la religión se desplazó de la administración hacia el sector privado. Todas ‎las grandes empresas acogieron grupos de plegaria en sus lugares de trabajo. Ese desplazamiento ‎favoreció la aparición pública de los evangélicos en detrimento de los puritanos. ‎

Durante los disturbios frente a la Casa Blanca, el presidente Trump fue ‎a pie hasta la iglesia episcopal Saint John’s para presentarse, Biblia en mano, como el defensor ‎de las convicciones religiosas de todos los cristianos ante el fanatismo de los puritanos.
El regreso del fanatismo puritano
El conflicto entre los puritanos y el resto de la sociedad vuelve a tomar hoy un cariz radical y ‎religioso. En ese conflicto se enfrentan dos mentalidades. Una es idealista, igualitaria –pero en el ‎seno de cada comunidad– y fanática. La otra, a veces más extravagante, comulga con las ‎desigualdades pero es realista. ‎

Después de su fracaso en la última elección presidencial, la puritana Hillary Clinton se planteó la ‎posibilidad de hacerse pastor metodista [3]. Hillary Clinton considera que pecó mucho ‎‎(mantuvo una relación extramarital), Dios la castigó (con la relación de su esposo Bill Clinton con ‎Mónica Lewinsky), pero ella supo hacer acto de contrición (en el seno del influyente grupo de ‎plegaria del Pentágono conocido como The Family [4]) y Dios la redimió. Está convencida de que cuenta con el favor de Dios, se enorgullece de la violencia que ella misma ‎desató contra los pueblos no cristianos, apoya todas las guerras contra los «enemigos de ‎América» (léase de Estados Unidos) y espera ver el regreso de Cristo. 

Donald Trump, por el contrario, no manifiesta ningún interés por la teología, su conocimiento de ‎la Biblia es aproximativo y su fe se limita a lo estrictamente necesario. Considera que ha pecado tanto ‎como cualquier otro pero, en vez de dedicarse a exhibir muestras públicas de arrepentimiento ‎prefiere hablar de logros. Trump duda de sí mismo y compensa su sentimiento de inferioridad ‎mostrando un ego desmesurado. Le encanta la rivalidad con sus enemigos pero sin pretender ‎aniquilarlos. El hecho es que, en vez de pretender continuar guerreando en todas partes, Trump ‎encarna la voluntad de restaurar la grandeza de Estados Unidos («Make America Great Again!»), ‎lo cual lo convierte en ídolo de los evangélicos contra los puritanos. Y además ofrece a ‎los cristianos la opción de reformarse a sí mismos en lugar de tratar de convertir al mundo ‎entero. ‎

Mientras se desarrollaba la campaña electoral de 2016, yo llegué a plantear una interrogante: ‎‎“Estados Unidos, ¿se reforma o se desgarra?” [5]. Opinaba que sólo Donald Trump podía permitir que Estados Unidos siguiese siendo ‎una nación, mientras que Hillary Clinton provocaría una guerra civil y probablemente la disolución ‎del país, en un fenómeno similar al fin de la URSS. Lo que está sucediendo desde la muerte del ‎ciudadano negro George Floyd demuestra que no estaba equivocado. ‎

Hillary Clinton durante la campaña electoral previa a la elección ‎presidencial estadounidense de 2016.

Los partidarios de Hillary Clinton y del Partido Demócrata imponen su ideología. Luchan contra ‎la mentira y destruyen monumentos con el mismo fanatismo conque sus antecesores puritanos ‎quemaban a las “brujas” de Salem. Desarrollan una lectura absurda de su propia sociedad, niegan ‎los conflictos sociales e interpretan las desigualdades únicamente en función de la supuesta ‎existencia de razas humanas diferentes. Desarman los departamentos de policía locales y obligan ‎a las personalidades «blancas» a pedir perdón públicamente por gozar de un privilegio invisible. ‎

En el caso de la supuesta «trama rusa», el fin de los procesos judiciales contra el general ‎Michael Flynn, el efímero primer consejero de seguridad nacional del presidente Trump, y el perdón ‎presidencial concedido al ex consejero de Trump, Roger Stone, han suscitado airadas protestas ‎de parte de los puritanos. Ninguno de esos dos personajes había hecho daño a alguien… pero ‎se atrevieron a mentirle al FBI para mantenerlo alejado de la Casa Blanca. ‎

El alcalde de Minneapolis –la ciudad donde fue asesinado George Floyd– fue humillado en público ‎porque se negaba a disolver la policía municipal, acusada de ser «racista». En Seattle, el ‎consejo municipal acaba de ordenar un drástico recorte del presupuesto de la policía municipal, ‎lo cual no molesta a las clases sociales altas –que viven en residencias protegidas por empresas de seguridad ‎privadas– pero priva de protección pública a quienes no pueden darse el lujo de recurrir a tales ‎empresas de seguridad. ‎

La agencia Associated Press y después el New York Times y Los Angeles Times –pronto ‎lo harán seguramente casi todos los medios estadounidenses– decidieron comenzar a escribir la ‎palabra “Negro” (Black) con mayúscula cuando se refiere a la «raza» (sic) [6], pero no harán lo mismo con la palabra “blanco” (white) porque escribir ‎‎“Blanco” (White) con mayúscula es costumbre arraigada entre los supremacistas blancos ‎‎ [7].‎

El Pentágono se planteó rebautizar las bases militares que portan nombres de personalidades ‎históricas sudistas señaladas como «racistas» y todo el personal civil y militar del US Army (el ‎ejército terrestre) recibió un correo electrónico que denunciaba como «de extrema derecha» ‎sostener que sólo existe una raza humana única –lo cual está científicamente demostrado, ‎aunque en el correo electrónico se dice que es una mentira [8]. Esas iniciativas dieron lugar a una ‎enérgica reacción de parte de la tropa, esencialmente partidaria de Trump, y acabaron ‎fracasando pero indican la existencia de una escalada muy peligrosa. ‎

Se trata de decisiones que muestran una pérdida de la racionalidad colectiva.




Notas:
[1] This Land Is Their Land: The Wampanoag Indians, ‎Plymouth Colony, and the Troubled History of Thanksgiving, David J. Silverman, Bloomsbury ‎Publishing, 2019).
[2] The Cousins’ Wars: Religion, Politics and the Triumph of Anglo-America, ‎Kevin Phillips, Basic Books, 1999.
[3] “Hillary Wants to Preach”, ‎Emma Green, The Atlantic, 6 de agosto de 2017.
[4] The Family: The Secret Fundamentalism at ‎the Heart of American Power, Jeff harlet, Harper Perennial, 2009).
[5] «Estados Unidos, ¿se reforma o se desgarra?», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 26 de octubre ‎de 2016.
[6] «Racismo y antirracismo para manipular», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 16 de ‎junio de 2020.
[7] Uppercasing ‘Black’, Dean Baquet y Phil ‎Corbett, The New York Times, 30 de junio de 2020.
[8] «El Ejército de Estados Unidos ‎contra Trump», Red Voltaire, 11 de julio de 2020.


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